Por Lucía Bernstein Alfonsín
Fotografía: Milagros Gonzalez

El periodista y docente Washington Uranga integra la cooperativa de comunicación Huvaiti, que brinda servicios a organizaciones de la economía popular. ¿Por qué hace falta comunicar profesionalmente en esos sectores? Las tensiones entre el trabajo y la militancia.

“Huvaiti es un proyecto integrado por personas preocupadas por las cuestiones sociales, la política, la comunicación y los derechos humanos, que decidieron organizarse con la convicción de la importancia del trabajo asociado y con el propósito de generar alternativas y propuestas para la comunidad, desde una perspectiva integral de derechos e intentando contribuir a la mejor calidad de vida”, dice la carta de presentación de la Cooperativa de Trabajo para la Comunicación y el Desarrollo de la Economía Social y la Cultura Popular, Huvaiti. En criollo, una cooperativa que lo que  produce son servicios de comunicación para la comunidad inserta en la economía popular.

En un pequeño local de la calle Moreno, ubicado en el barrio porteño de Monserrat, está el almacén de “Alimentos Cooperativos”, que funciona como sede de encuentro para las y los trabajadores de la Cooperativa Huvaiti. Pero, ¿quiénes son las trabajadoras y trabajadores de Huvaiti?

“Somos un grupo de amigos -dijo Washington Uranga, presidente de la Cooperativa-. Nos encontramos algunos en la facultad, otros en la militancia, pero todos en la búsqueda de una propuesta de comunicación en la que nosotros y nosotras nos sintamos contentos y felices.Esto es algo que ni el mercado ni el Estado nos estaban ofreciendo. Te ofrecen trabajos profesionales que no terminan de satisfacer lo que nosotros tenemos en la cabeza y en el corazón respecto de lo que es la comunicación. De alguna manera lo que hicimos fue comenzar a fabricar una propuesta que nos representara. En principio hicimos cosas juntos y juntas y después decidimos de alguna manera institucionalizarlo. Pensamos diferentes formas organizativas y finalmente llegamos a la conclusión de que esto era una cooperativa de trabajo, porque lo que sumamos es eso, nuestro laburo. Después empezamos a imaginar proyectos. Imaginar proyectos significa poder aportar de la comunicación a un modelo de sociedad, a una propuesta política en términos amplios. Cuando digo una propuesta política intento que no se confunda estrictamente con una propuesta política partidaria, aunque todos tengamos posiciones partidarias. Pero una propuesta política tiene que ver con la vigencia plena de derechos, que me parece que es lo más político de todo. Construir espacios y sociedades donde la vigencia de derechos sea plena. Y pensar, nosotros comunicadores y comunicadoras, ¿qué hacemos desde ahí? ¿Cómo lo hacemos desde ahí?

Una pregunta bastante angustiante

Sí, y también ¿cómo lo hacemos en estas condiciones? Esa es una pregunta que te parte. Todos tenemos que vivir de algo, necesitamos generar ingresos. Normalmente estos espacios se convierten en espacios de militancia y la militancia no es rentada, por lo menos no la nuestra. En algún momento el proyecto Huvaiti tiene que caminar para que nosotras y nosotros podamos vivir de esto. Ni mañana, ni pasado probablemente. Pero sobre todo los y las más jóvenes, que mañana puedan hacer de esto un proyecto en el que puedan hacer confluir el sentido de su vida, la militancia y la profesión.

 Se piensa como dicotómicos y antagónicos el fin de lucro y la militancia. ¿Y para quién termina siendo accesible entonces la militancia? 

Exactamente, entonces nosotros y nosotras tuvimos que buscar ahí un modelo de gestión. Es decir, que la cooperativa tenga un desarrollo complejo que nos permita por un lado generar ingresos, pero al mismo tiempo, que esos ingresos sirvan para solventar por lo menos el trabajo de algunos y algunas, y que además podamos dedicar parte de estos a hacer prestaciones que sean gratuitas o casi gratuitas. Por ejemplo, Walter Isaias y Manual Barrientos están trabajando en un proyecto , para nosotros muy importante, con la Radio La Colifata. Para nosotros dentro del proyecto de Huvaiti es muy importante, estamos haciendo ahí un desarrollo que tiene que ver con las personas, pero también trabajando en una marca colectiva para La Colifata.

 ¿Cómo una marca?

Claro, ellos están comenzando a producir productos de la economía social. ¿Cómo se reconoce eso? Bueno, con una marca que se llame La Colifata. Pero eso también necesita estrategia de comunicación. Entonces, ¿es un proyecto de promoción humana? Sí. ¿Es un proyecto de derechos humanos? Sí. ¿Es un proyecto comercial? También. Y es un proyecto comunicacional. Huvaiti intenta ser un proyecto complejo de comunicación. Está Huvaiti la editorial, generamos estrategias de comunicación, desarrollamos la plataforma de comercialización de productos de la economía popular, ESAP se llama, y trabajamos un programa de radio que se llama “Mundo Hormiga”, que se produce una vez por semana y se distribuye por cuarenta y tantas emisoras comunitarias de todo el país. Entonces tenés una serie de cosas. Huvaiti es todo eso. Y todo eso con distintas miradas. 

 ¿De dónde sale Huvaiti ediciones?

 Decidimos abrir Huvaiti ediciones porque nosotros queremos debatir en el mundo de la política y en el mundo de la academia poniendo temas a circular. Queremos producir eso, temas para discutir.

 ¿Producir sentido?

Exactamente. Pero eso necesita sustentarse. Los libros los vendemos baratos porque tenemos que venderlos. Aunque consigamos algunos subsidios que nos permiten producir los libros, hay que seguir produciendo. Por ejemplo, acabamos de producir un libro que no se va a imprimir porque tiene 380 páginas y es imposible imprimir por el costo. Pero este habla de nuestra vocación latinoamericana, es un libro en alianza con la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC). Eso es gratis, gratis en el sentido que nosotros no cobramos nada, pero nos parece importante meter en nuestra colección también un libro de sentido latinoamericano. Entre otras cosas porque creemos profundamente que solo no se salva nadie y en que nosotros tenemos que pensar latinoamericanamente. 

Presentación del libro «Por una construcción colectiva. Comunicación para la organización y la economía comunitaria».

Es el proceso de ir balanceando esta estructura de la cual pueden depender económicamente y al mismo tiempo ir construyendo el sentido y el posicionamiento en el que creen

Claro, de la misma manera es nuestra alianza con Alimentos Cooperativos. Este tiene dos sentidos. El primero tiene que ver con nuestro compromiso con la economía social y la agricultura familiar. Y, en segunda instancia, tenemos un diagnóstico que nos dice que en general los compañeros y las compañeras de la economía social y la agricultura familiar no tienen  trabajo comunicacional, no tienen estrategia de comunicación que visibilicen su existencia y la de sus productos. Entonces dijimos: “Bueno, nosotros vamos a aportar ahí”. Pero hay que estar dentro de ese proceso, porque si estás afuera no se puede hacer. Entonces decidimos generar esta alianza con alimentos cooperativos para poner un almacén. Algunos amigos se ríen porque dicen: “Ustedes, académicos, terminaron de almaceneros”. Pero que el almacén sea de alguna prueba piloto de cómo se puede montar un almacén que te de visibilidad, en el que puedas incorporar sentidos, y que pongas a discutir otras cosas. Que además le podamos decir a otros y otras de la economía social “mirá, esto se puede hacer así y podemos hacerlo juntos y juntas y corrijamos entre todos y todas”. 

También eso te pone en la agenda en la cual vos queres participar en otras conversaciones, en otros momentos y experiencias. La combinación ciencia-territorio acá es muy interesante y ser comunicadores almaceneros es un poco también eso.

No se me había ocurrido, pero está bueno. De hecho, a nosotros nos fue llevando a otras cosas. Nosotros, como Huvaiti, estamos haciendo las redes de Alimentos Cooperativos, hacemos las redes de la Federación de Cooperativas Rurales de la Rioja y estamos conversando la posibilidad de hacer la comunicación de otras cooperativas o redes de cooperativas. 

Es parte un poco de pensar la comunicación como producto, ¿no?

Pensar la comunicación como producto y como proceso, la relación comunicación-territorio. Yo me apoyo mucho para pensar en el territorio en De Certeau. Él te dice “movilidad transitando”. El territorio no es un mapa, es básicamente relaciones, vincularidades. 

Lo hablaban en la presentación del último libro Por una construcción colectiva: pensar la comunicación como un producto más de la economía social, solidaria, popular y comunitaria.

Sí, esto es una tensión a veces, porque los compañeros no tienen en cuenta que esto tiene costo y que esto es nuestro trabajo. Y a veces debatís eso y les decís: “¿Sabes que yo laburo de esto?” Y te contestan: “Por qué no me tirás unas cuantas ideas de cómo hacer esto”. Sí, compa, yo te tiro un par de ideas, pero nosotros estamos laburando, así como vos producís las aceitunas yo genero productos comunicacionales, entonces por qué tus aceitunas valen y mis productos de comunicación no. Yo sé que es intangible y puede ser difícil de entender, pero es una discusión que hay que dar porque los compañeros y las compañeras no lo tienen en claro. Te dicen: “Vos que sabes hacer de esto…” Sí y a mí me gusta comer queso, y los quesos me los vendés. Nosotros nos planteamos como grupo, como cooperativa de interlocutores en lo comunicacional y en lo político. Yo trabajé y aspiro a seguir trabajando con el movimiento sindical, porque también soy de los convencidos, y los compañeros también, de que el movimiento sindical necesita mucho de la comunicación, tienen miradas muy estereotipadas.

¿En qué sentido?

Hay formatos que perdieron vigencia. El formato del puño cerrado en blanco y negro pudo haber tenido mucho valor en algun momento, y no digo que ahora no tenga nada de valor, pero hay que encontrar otra forma de comunicar el mundo sindical que además ahora está muy estereotipado. Vos tenés que luchar contra determinados sentidos construidos, sentidos que dicen que los dirigentes y las dirigentas sindicales son esto o lo otro. Y no, son muchas más cosas. Y eso es lo que no se ve, el sistema corporativo de medios transmite otra cosa, y eso es lo que hay que discutir. Pero a los primeros y primeras que hay que convencer de eso es a los compañeros y a las compañeras. Ellos son otros de los que te dicen: “¿No venís a darme una mano con un plenario? A explicar un poquito lo de la comunicación? Y sabés que yo laburo de esto. “¿Pero qué te cuesta?” Y sí me cuesta loco.

Claro, hay toda una trayectoria hecha

Y ni siquiera es por la trayectoria, es poner el cuerpo, y si yo estoy poniendo el cuerpo estoy laburando. Si vos le reconocés a tanta otra gente el laburo, ¿por qué no a nosotros? ¿por qué a un abogado le pagás y a nosotros no?

Los periodistas Jorge Vilas y Gisselle Teper, el vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA Diego de Charras, y los miembros de Huvaiti, Whasington Uranga y Clarisa Veiga en la presentación del libro realizada en Almacén.

En la presentación y en el libro vos hablás del pensar latinoamericano y la democracia. 

Sí, por mi historia en general yo estoy muy atravesado por América Latina, cuando a mi me preguntan ciudadanía, yo digo latinoamericano. Soy de los convencidos de que este continente es indisociable. Nosotros no podemos dejar de pensarnos como unidad latinoamericana, y nuestro futuro depende de que nosotros y nosotras seamos capaces de pensarnos así. Y esto hay que construirlo y muy particularmente hay que construirlo desde Argentina. Y la otra, para mí la democracia tiene sentido en cuanto significa restitución y vigencia de derechos, sino es una farsa. Incluso puede llegar a ser una farsa participativa si no sirve efectivamente para mejorar la calidad de vida. Yo rescato mucho la cosmovisión andina del Buen Vivir o el Vivir Bien. Como dicen los colombianos ahora, a Vivir la Buena Vida, que no es vivir de joda, es la buena vida, es calidad de vida, felicidad, sentirse feliz con lo que hacemos. La democracia tiene que estar ligada a eso. Si no está ligado a eso es como una lucha sin sentido, como una carga permanente, y no puede ser una carga. Nosotros necesitamos construirnos con alegría, con satisfacción de lo que hacemos. Lo que intento decir cuando escribo es ese tipo de cosas. ¿Para qué comunicás? o ¿comunicar en qué sentido? Comunicar con sentido latinoamericano, comunicar con Buen Vivir. Porque si no, ¿la  democracia qué es? ¿Un voto? ¿Ir a votar? Es como demasiado poco. 

 El libro juega mucho con cuestiones más abstractas, más ensayísticas, pero también te encontrás con un un cuadro concreto de estrategias de comunicación en el medio. Esto también deja ver que se ponen en juego cuestiones materiales al hacer comunicacional, como por ejemplo que tus amigos te pidan que des un plenario gratis o que te pidan consejos de cómo gestionar un proyecto. 

¿Eso sabes por qué? Porque eso surge de nuestra propia práctica. Vos mirás y analizás lo que escribe Clarisa (Veiga), por ejemplo: lo que está haciendo es poniendo sobre la mesa su propia experiencia con Abuelas de Plaza de Mayo. En la que tuvo que traducir una cantidad de cuestiones que tienen que ver con salir de una idea, para traducirla en una propuesta que haga sentido en una sociedad donde muchas veces domina otra. Entonces, muchas veces eso significa producto, metodología, proceso. El texto de Manuel Barrrientos tiene un montón de cosas que son también estratégicas. Porque también eso lo tenemos que discutir, porque sino terminamos todos y todas haciendo Marketing Comunicacional. Yo ni siquiera estoy en contra del marketing, pero hay formas del marketing que no me cierran. Pero necesitamos construir metodologías.

 Decías en un momento ¨popularizar la comunicación corporativa”.

Si, va por ese lado. Encontrar que la comunicación popular tenga también un costado que responda a la sociedad de mercado en la que vivimos. Hay que poder responder a eso y hay que poder hacerlo desde nuestro lugar. No simplemente para acoplarnos o sumarnos, sino que para responder desde otro lugar. Fácil no es. Pero bueno hay que hacerlo. 

 ¿Pudiste trabajar un poco el sentido o desarmar un poco las ideas con respecto al intento de magnicidio de Cristina?

Los intercambios con los y las compañeras, con los y las colegas, son desazón, incertidumbre y angustia. Tiene que ver con la dificultad de construir escenarios de futuro. Me parece que lo más tensionante es eso. Pero, además, la dificultad de construirnos como sociedad en la diferencia. Si uno no piensa que las sociedades se construyen a partir de la diferencia, es muy difícil imaginar el futuro. Porque sería de alguna manera muy totalitario, todos y todas tienen que pensar igual. Y, además, porque el enriquecimiento en la sociedad se da en el principio de alteridad, el otro y la otra me enriquece desde su diferencia. Sería muy aburrido si todos seríamos iguales.

 ¿Seríamos algo si todos fuésemos iguales?

Por eso. Entonces no admitir la diferencia y además cargarle a eso violencia física, es de alguna manera un sentido de destrucción de lo social. Pero más allá del hecho particular,que es gravísimo y detestable, lo que hay es el contexto que genera eso. Y más allá de que algunos y algunas colegas están tratando de decir “ay nos están poniendo a nosotros como culpables”, es verdad que el sistema de medios cargó de sentidos a través de determinadas personas que habilitaron ese acto violento. No quiero decir que le hayan puesto la pistola en la mano ni mucho menos, pero sí creo que esa persona se sintió habilitada por un contexto, y eso es grave. Y por otra parte, creo que están faltando decisiones políticas para ponerle límite a eso. Porque esos discursos de odio están violando los derechos de todos nosotros.

 Vos hablabas de la comunicación y la democracia como restitución y vigencia de derechos, y en todo esto ¿qué es esta comunicación?

Yo diría también que la comunicación es un espacio de disputa simbólica por el poder. Es un espacio de lucha simbólica y está claro que quienes actúan como lo están haciendo, falseando, mintiendo, agrediendo, están dando una disputa simbólica y nosotros no nos podemos quedar callados y calladas. Pero para eso necesitamos también construir metodología, para eso también necesitamos valernos de herramientas. Y la otra es ¿cómo convertimos esto, que es una tragedia, en un hecho positivo que construya? Yo soy de los que piensa que esto necesita movilización social. Que no hay otra forma. Si no hay respuestas institucionales tiene que haber movilización social. Tiene que haber calle. 

 La construcción social es un alivio a la angustia

Si pero depende, yo soy muy prospectivista en esto.

 ¿En qué sentido?

Es una mirada que te permite construir sobre la base de escenarios futuros. Nosotros no podemos construir escenarios futuros que nos sirvan como horizonte. Y digo escenarios en plural, porque no es un escenario, pueden ser muchos. Pero necesito construirlos, si no tengo eso no camino. Y para poder construirlo necesito organización. No es lo mismo pero es esa idea que le atribuyen a Galeano, pero no es de Galeano, es de Fernando Birri, que habla sobre la utopía y dice: “¿Para qué sirve la utopía? Y bueno, para seguir caminando”. La idea de los prospectivistas es así: construir escenarios de futuro pero para poder actuar en el presente. 

 ¿Por qué el nombre Huvaiti? ¿Por qué “camino hacia el encuentro”?

Porque de alguna manera nos representa así, nos representa la idea de camino, la idea del encuentro. Es eso. No hay nada terminado, estamos caminando. Y el encuentro es eso, es comunicación, es diálogo, es construcción colectiva, es todo eso.