Los canguros del soccer

Los canguros del soccer

La Scaloneta llegó a los octavos de final y ahora le toca enfrentarse a la Selección de Australia. ¿Cómo es ser argentino en Melbourne y australiana en Argentina?

La Selección Argentina superó la primera fase del Mundial y ahora le toca enfrentarse a Australia, equipo que salió segundo en el Grupo D al derrotar 1-0 a los seleccionados de Túnez y Dinamarca. Solo perdió en su debut: 4-1 ante Francia.

Los “Socceroos”, como se autodenomina la selección australiana participaron solamente en seis mundiales. La primera vez fue en Alemania Federal 1974 y el resto de forma consecutiva entre 2006 y 2022. Esta es la segunda vez que llegan a los octavos de final, en el resto de las ocasiones nunca superaron la fase inicial.

Si bien Australia pertenece a Oceanía, desde las eliminatorias para Sudáfrica 2010 se mide contra equipos de Asía para lograr la clasificación al mundial y obtener mayor competitividad. Esto se debe a que era muy superior a las demás selecciones de su continente de origen, al punto que casi siempre ganaba la clasificación que daba media plaza. Es decir, el primer puesto no daba la clasificación directa sino la posibilidad de participar en un repechaje contra un equipo de otro lugar del mundo, ocasiones en las que mayormente el conjunto australiano perdía por la diferencia de nivel.

 

Dos argentinos en Australia

Bruno Bravo es un futbolista de 27 años que vive junto a su novia desde hace cinco meses en Australia. Jugó para los Heidelberg Eagles de la State League 3, semejante a una sexta división, y en unas semanas debutará en el Canberra Croatia FC de la National Premier League, la segunda división australiana. En dialogo con ANCCOM, explicó las características de los jugadores australianos: “Son fenómenos en la parte física. Si bien uno en el fútbol argentino está acostumbrado a los golpes, a caerse y levantarse sin buscar la falta, acá sinceramente lo vi mucho más duro en ese aspecto. Debe ser por la costumbre del rugby o el footy, que es un rugby con reglas australianas, algo muy amado por ellos. Esa es la ventaja que tienen, ya nacen con el cuerpo estructurado como para jugar un deporte de contacto, entonces se hace difícil salir sin ningún golpe”.

En este sentido, piensa que el partido del sábado va a ser muy duro: “Sé que Australia nos va a respetar muchísimo, como respetó a todos los rivales con los que estuvo jugando, porque es un equipo que defensivamente se para muy bien y busca el momento justo para salir de contra y aprovechar cuando el otro equipo no está bien posicionado. Lo importante va a ser tener la pelota la mayor cantidad de tiempo posible y cuando tengamos la posibilidad de hacerle daño, aprovecharlo porque es un equipo que tiene el aire para jugar los 90 minutos. Tienen buenas individualidades y en el caso de perdonar alguna posibilidad después se puede pagar muy caro como hemos visto en el caso de Alemania”.

«Me he cruzado con personas que no sabían quién era Messi y, sinceramente, me chocó», dice Bravo.

Algo que notó en estos meses es que al pasar por los bares a cualquier hora, siempre están viendo partidos de rugby o footy, porque son dos de los deportes más populares por encima de cualquier otro: “Hace poco fue la gran final de footy y fue una revolución, es como ver la final de la Libertadores o la final de la Champions”. Y agrega: “Me he cruzado con personas que no sabían quién era Messi y sinceramente me chocó bastante, pero después son personas muy abiertas, muy serviciales, muy acostumbradas al turismo porque el extranjero es una porción importante de la población”.

Australia es un país que desde los últimos años fomenta la llegada de inmigrantes para poder solventar su déficit de mano de obra, lo que a su vez conlleva al fortalecimiento del turismo y el comercio. Es por eso que en la actualidad se puede afirmar que cada vez más hay una multiplicidad cultural dentro del territorio.

 

Un argentino varado por covid-19

Mariano Gutierrez es un hombre de 32 años que tiene una pequeña productora llamada Ocean Films. En marzo de 2020 realizó su primer intento de ir a Australia: viajó desde el sur a Buenos Aires y al llegar se cerraron las fronteras a causa de la pandemia de covid-19. El plan se demoró hasta que hace muy poco recibió la noticia de que su novia fue aceptada para hacer un doctorado en biología marina, con lo que hace un mes fueron directo al continente oceánico.

Actualmente viven en la ciudad de Melbourne y se quedaran allí, en principio, por tres años. Según él, se trata de un lugar que tiene más extranjeros que australianos. “Para alquilar en Australia tenés que tener un historial y un trabajo estable, en blanco, que demuestre que podes solventar el gasto. Lo único que teníamos era el estudio de mi novia y yo no tenía trabajo porque apenas llegábamos. Buscamos departamentos y en uno el dueño neozelandés al ver que somos argentinos nos dice: ‘Me gustan Los Pumas, Del Potro, Ginobilli’ y nos alquilaron el departamento por ser argentinos. Luego, nos compramos el auto, me atiende un loco de la India, ve mi registro de conducir y dice: ‘Argentino… uhh Messi’ y me hizo todos los papeles. Cuando decís que sos argentino se te abren un montón de puertas y creo que es gracias al deporte que estamos muy bien vistos en el mundo”.

Ahora bien, para el partido entre la Scaloneta y los “Socceroos”, se armó un grupo de WhatsApp entre los argentinos que están en Melbourne. Ya son 180 y planean juntarse en el Federation Square de Melbourne: “Es como el Obelisco nuestro, es donde pasa todo, y van a poner una pantalla gigante, pero también está el comentario de que va a haber bastante presencia policial porque claramente van a haber muchos australianos viendo el partido. Australia ni siquiera pensaba llegar hasta esta instancia, así que van a estar un poquito eufóricos los muchachos”.

 

Una australiana en Argentina

Lucy Alexander dejó Australia en 2013 para emprender un viaje de cinco meses como mochilera en América Latina y en Bolivia conoció un grupo de argentinos que la invitaron al país. Visitó varios lugares del territorio, pero de pronto fijó su atención en una huerta orgánica de Escobar, en donde conoció a su compañero de vida, con quien tuvo una hija, y se quedó a vivir ahí. “Extraño un montón Australia, ahí está mi familia, mis amigos y los lugares donde crecí. Estoy muy feliz, tengo mi hija acá, mi familia y mi emprendimiento, pero por otro lado siempre hay un llamado de querer volver”, expresa.

El futbol no le despierta la más mínima emoción, pero cuenta que le sorprende la actitud de algunos en esta época de mundial, como el caso de un amigo que canceló un turno con el dentista solamente para poder ver el partido. “En las últimas semanas me pasa, a veces, que cuando en la calle me preguntan de dónde soy, si digo que soy de Australia la reacción ha sido solamente cómo va en el Mundial”, indica. “Es el tercer mundial que he estado en Argentina, la primera vez estaba en Córdoba y fue cuando jugaron con Alemania en la final. Después del partido iba a haber una fiesta y las personas con quien me estuve quedando estaban todos bajoneados y yo pregunté a qué hora era la fiesta y me dijeron: ‘Ya no hay, si perdimos’. No entendí el nivel de involucramiento emocional de la gente”.

En la casa de Lucy hay un choque de naciones: ella australiana, su pareja chileno y su nena chiquita una argentina. Si bien ninguno está pendiente de lo que sucede en el Mundial, ella no descarta que en el futuro su hija se enamore de este país y su selección: “Es como el proceso de soltar, que tu hijo no es tu propiedad y que va a tener su propia personalidad, con sus gustos y disgustos y si nosotros nos vamos de acá en algún momento, porque no sabemos si vamos a estar acá para siempre, quizás ella va a querer volver a sus raíces. Va a ser interesante ver todo ese proceso”.

Las Águilas Blancas de Polonia (y Argentina)

Las Águilas Blancas de Polonia (y Argentina)

A todo o nada, Argentina buscará su segunda victoria para consolidar el pase a los octavos de final en Qatar. ¿Cómo vivirán el partido en el Polonia Fútbol Club de Burzaco y en el Café Polaco de Palermo?

El tercer y último desafío que tiene la Selección Argentina, en el marco de la fase de grupos del Mundial Qatar 2022, es Polonia, equipo que empató sin goles en su debut mundialista contra México y viene de derrotar 2-0 a Arabia Saudita con tantos de Piotr Zieliński y Robert Lewandowski, sus dos principales figuras.

David Oczkowski es un argentino, nieto de polacos, que en 2003 se recibió de entrenador y en 2005 sumó experiencia al trabajar para Central Ballester, de la primera D. En 2006 se incorporó a Polonia FC, equipo afiliado a la AFA que milita en la liga de Luján, donde actualmente es el director deportivo. El club surgió ese mismo año como una iniciativa del entonces embajador de Polonia en nuestro país, Stanislaw Stefan Paszczyk, con el fin de reclutar jóvenes para el fútbol polaco. Cada dos años se consolida el proyecto con viajes a ese país con un grupo de 18 chicos que disputan amistosos con clubes locales, que luego eligen los jugadores de su interés. En la actualidad hay cuatro chicos que juegan en ese país en divisiones menores. En diálogo con ANCCOM, Oczkowski explica las diferencias que nota entre los jugadores de ambos países: “Polonia es un pueblo bastante futbolero, podemos encontrar igualdad en cuanto al gusto, pero en lo deportivo hay diferencias. Acá tenemos jugadores más técnicos y ellos son más de lo físico, la fuerza, el choque y ser potente en los 90 minutos. En lo cultural, que un argentino se adapte al fútbol polaco es muy difícil por su idiosincrasia, el idioma y el clima que es muy hostil en invierno”.

Las “Águilas Blancas” participaron ocho veces en Copas del Mundo. Solo una vez ganaron en su primer partido, en Alemania Federal 1974, donde derrotaron 3-2 al conjunto argentino. Luego alcanzaron el tercer puesto tras ganarle 1-0 a Brasil. En España 1982, también obtuvieron el tercer lugar al vencer 3-2 a Francia; así cerraron su época dorada. En México 1986 solo alcanzaron los octavos de final y en el resto de sus participaciones nunca superó la fase de grupos.

“Vamos a encontrar una Polonia que va a esperar a Argentina, que no va a arriesgar. Tiene un planteo muy defensivo, no le va a jugar al fútbol de igual a igual a la Selección porque sabe que va a perder, que no tiene el pie ni los jugadores para hacer ese tipo de juego. Va a esperar en su cancha tranquilamente mientras que Argentina haga todo el desgaste posible y tratará de contragolpear alguna pelota que le quede para salir jugando rápido”, remarca Oczkowski.

Dos polacas en Argentina

Joanna Kaczanowska es una antropóloga polaca que vino a vacacionar a Argentina en 2015, en principio, por dos meses. Se sintió tan cómoda y vio tantas oportunidades que se enamoró de este país: “No pensaba que fuera a quedarme tanto tiempo, pero al final hice mi vida acá, no digo para siempre porque uno nunca sabe qué va a pasar, y no sentí tanto el choque cultural porque a Buenos Aires lo sentí bastante europeo, esperaba más la onda latina, tan exótica como el Caribe”. No obstante, marca algunas diferencias: “Acá los colectivos no llegan a tiempo; en Polonia siempre hay horario y está mucho más ordenado: acá se puede esperar una hora. También, lo que me gusta muchísimo es que la gente es mucho más abierta y se interesa por mi país, mientras que nosotros somos más cerrados, porque primero hay que ganarse la confianza”.

Natalia Karasiewicz es una polaca cuyo corazón fue robado por un argentino en el continente europeo, motivo por el cual vive desde hace nueve años en Quilmes. Hay cuestiones a las que todavía no se adapta y que le sorprende de los argentinos: “Cuando entran a la casa no se sacan sus zapatillas como en Polonia, hay hombres que se saludan con un beso, se pueden pagar zapatillas en cuotas, cuando voy a un negocio me llaman ‘gorda’ o ‘negra’, aunque sé que no es algo para ofenderse, y comen mucho en la cena y en un horario muy tarde, mientras que en mi país es liviano y temprano”. Aun así, hace ciertas cosas para sentirse cercana a su patria: “Para navidad en casa hacemos galletitas de jengibre, aunque acá hace mucho calor para comer eso porque esas galletitas te calientan un poco. En Polonia, Navidad es en invierno. También, mis dos hijos van a los scouts polacos en donde aprenden sobre la cultura y tradición polaca”.

Joanna y Natalia se conocieron en Argentina, pegaron buena onda y en julio de este año decidieron organizar en Palermo un evento mensual llamado “Café Polaco”, un espacio para aprender el idioma y cultura de Polonia e intercambiar experiencias de una forma descontracturada. Está abierto a todo público, tanto polacos de nacimiento como descendientes, gente que tiene que viajar por trabajo y jóvenes que no tienen ninguna conexión con el país pero que están interesados en la cultura. “Nos acostumbramos por la pandemia a las clases online, solo mirarnos por la pantalla y eso me parecía malo. Lo hicimos porque creíamos que había que salir y juntarnos, para que otras personas hablen sobre Polonia en un lugar”, afirma Natalia. “Una vez vinieron chicos que tocan la guitarra y el piano y aprendimos canciones, pero no solamente las que conocían los abuelos, sino también otras más nuevas para que también vean que Polonia no es solamente la Segunda Guerra Mundial y el sufrimiento. Esto era algo más divertido, porque la idea es salir un poco de esa imagen que mucha gente tiene y lo logramos”, agrega Joanna.

 ¿Por quién hinchar?

David Oczkowski quiere que Argentina gane el partido más allá de que trabaja con Polonia y que sus abuelos eran polacos, pero cree que a veces los argentinos pecan de soberbios: “Me ha pasado a mí como entrenador de decir: ‘Nos llevamos el mundo puesto porque somos Argentina’ y la verdad no es así, porque quedó demostrado que en la cancha son 11 contra 11 y el Mundial ha tenido sorpresas y va a seguir teniendo sorpresas por una sencilla razón: hoy se equiparó todo. Antiguamente quien pegaba más era el campeón, porque antes el fairplay no existía y en mundiales anteriores había que ser bien guapo para jugar esos partidos; salías con las patadas bastante marcaditas. Hoy en día con el fairplay y la tecnología del VAR hoy eso se equiparó y además se equiparó mucho más con el físico, si no llegas bien físicamente a un mundial no lográs el objetivo que es jugar una final”. Y añade: “Acá somos pasionales, si Argentina pierde y queda eliminado es una catástrofe y estamos todos dos o tres días lamentándonos. En Polonia no, lo entienden como que es un juego”.

Joanna Kaczanowska no va a poder ver el partido porque justo a esa hora se tomará un vuelo hacia Polonia, aunque explica sus sensaciones sobre el fútbol local y los posibles resultados: “En mi país nunca fui a un partido en mi vida. No soy muy futbolera y acá cuando llegué quería conocer, así que tuve la oportunidad de ir a ver dos partidos. Me parecía muy familiar y alegre el ambiente en la cancha, además como soy antropóloga me encanta observar situaciones y me perdí un gol por mirar a la gente. Voy por Polonia, pero tengo tantos sentimientos hacia Argentina que no me va a molestar si gana. Por ahí es mejor que no esté acá, porque si pierde Polonia se me van a reír y si gana me van a matar”.

Natalia Karasiewicz tampoco se interesó por el futbol por más que su papá es fanático de este deporte y sus primos jueguen en equipos polacos. Siente que se contagió por este país tan futbolero y su esposo, motivo por el que estuvo con los nervios de punta al ver el debut de las “águilas blancas” ante el conjunto mexicano. Ahora cada uno hinchará por su país, pero su hija de ocho años tiene el dilema de compartir el cariño por ambas naciones. En la escuela le dieron la consigna de imaginar y dibujar su propia mascota para el mundial y ella creó a Lili, una bandera que combina los colores de los dos países y tiene una corona dorada sobre su cabeza, idea que probablemente replique sobre su rostro para el partido: “Me dijo: ‘No sé qué voy a hacer. No sé qué bandera pintar en mi cara, me parece que en un lado voy a poner Argentina y del otro Polonia. Amo los dos países’».

Las halconas vuelan a Brasil

Las halconas vuelan a Brasil

Luego de una breve e intensa historia, la Selección Femenina de Flag Football -una especie de football americano sin tacles-participará en el Primer Torneo Sudamericano a principios de diciembre.

 

UTN de Pacheco, sábado 11 horas. Detrás del microestadio universitario «Decano ingeniero Eugenio Bruno Riccioloni», hay un conjunto de 15 mujeres con banderines de colores sobre sus cinturas que entrenan intensamente al aire libre mientras el sol pega fuerte y los pajaritos cantan. Juegan todas, también sus dos coaches e incluso el presidente de la liga. Algunas están completamente transpiradas y otras tienen la vista clavada en el balón marrón con forma ovoide y pensativas sobre las próximas estrategias a utilizar. Son halcones en busca de su presa.

La selección femenina de flag football hará su debut internacional en el Primer Campeonato Sudamericano que se realizará el próximo 3 y 4 de diciembre en la ciudad de Sao Paulo, Brasil. A este deporte no hay que confundirlo con el rugby: se trata de una modalidad de fútbol americano que se juega sin tackles, es decir, sin tirar al suelo al jugador contrario. En su lugar lo que se debe hacer es intentar retirarle el banderín que cuelga sobre su cintura.

 El origen

En 2014, por intermedio de Football Americano Argentina (FAARG), se decidió crear en nuestro país una categoría femenina de flag football dentro de la liga masculina ya existente. En 2016 había tres equipos: Valkirias, Tigresas y Medusas que jugaron torneos entre sí durante tres años consecutivos, hasta que en 2019 la categoría se cerró a raíz de un conflicto entre los equipos. Entonces, Tigresas y Valkirias se fueron a otra liga llamada Buenos Aires Flag Football (BAFF), mientras que Medusas se disolvió para formar un nuevo equipo: Namekians.

Paralelamente, Guillermo Funes decidió tomar la iniciativa de generar una liga meramente femenina, en vez de una categoría dentro de una liga masculina, pero justo al año siguiente llegó la pandemia de covid-19. Pese a la imposibilidad de realizar entrenamientos, se organizaron clínicas online por Zoom. Muchas de estas contaron con la participación de María Paz Luzuriaga y Ana Garza, la primera argentina y la primera mexicana, respectivamente, en jugar en la Legends Football League (hoy conocida como X League), la máxima liga de football americano femenino de Estados Unidos. A partir de esto, sumado a campañas por redes sociales, empezaron a sumarse más chicas a las clínicas, al igual que jugadores y coaches de equipos estadounidenses que las dictan.

En septiembre, cuando las restricciones mermaron un poco, se realizó la primera convocatoria para entrenar presencialmente: se acercaron 40 mujeres y se formaron los primeros cuatro equipos de la liga, todas de Buenos Aires: Avispas, Espartanas, Linces y Furias de Fuego. Al mismo tiempo, las chicas que están en BAFF querían juntarse pero nunca terminaron haciéndolo, entonces cerca de fin de año Valkirias se desprendió de esa liga para convertirse en el quinto equipo que integra la flamante Liga Femenina Flag Argentina (LFFA). 

Pospandemia

En 2021, se realizó el primer torneo de 15 fechas con playoffs y final, cuyo primer ganador fue Linces. Mientras tanto en el oeste del país, Mendoza Football Americano (MFA) forma su propia categoría femenina de flag football con tres equipos: Amazonas, Warriors y Pampas, a la que luego se suma Catrinas. La LFFA y MFA entraron en conversaciones y organizaron un torneo interprovincial en Mendoza a fin de año. En este marco, la LFFA convocó a las mejores de su liga y forma Vikingas, el seleccionado de Buenos Aires, que se dividió en Vikingas Alphas y Vikingas Bravas para poder equiparar las cargas ante los cuatro equipos mendocinos. Al final, las bonaerenses se llevaron el trofeo y nació Águilas, el sexto equipo de la liga.

En febrero de este año la LFFA fue reconocida por la FAARG, lo que a su vez le abrió las puertas para que la Federación Internacional de Fútbol Americano (IFAF) la reconozca y puedan participar en el primer Sudamericano de este deporte en Brasil. Mientras tanto en Mendoza, un grupo se fue de la MFA y formó su propia liga provincial femenina dentro de la LFFA, con cinco equipos: Panteras, Cuervas, Criollas, Guerreras y Fénix. No obstante, ninguna mendocina puede ser convocada para el seleccionado que irá al Sudamericano debido a que la nueva liga todavía no es reconocida por la Federación.

El 31 de agosto se anunció el surgimiento de Amazonas, el séptimo equipo de la liga bonaerense, que empezará a competir en 2023 y el 5 de septiembre se comunicó la creación de la liga entrerriana, cuyo primer equipo conformado hasta ahora se llama Lobas. El 12 de noviembre se realizó la primera superfinal entre las ganadoras de Buenos Aires, Furias de Fuego, y las ganadoras de Mendoza, Fénix. Estas últimas obtuvieron la victoria e inmediatamente después de este encuentro se disputó el segundo Tazón Interprovincial, en donde la selección metropolitana Vikingas derrotó a la selección mendocina Quimeras, lo que marcó el cierre del año de las competiciones que organiza la LFFA, para dar lugar a la preparación de la primera Selección Nacional femenina: Halconas.

Llegar al sudamericano

La selección necesitaba tres millones de pesos para participar en su primera experiencia internacional y la mayoría de los fondos conseguidos surgió del propio bolsillo de las jugadoras. Intentaron realizar rifas pero no tuvieron mucho éxito y solo cuentan con un sponsor, una empresa de suplementos deportivos que les da material para vender y la ganancia es toda para ellas, aunque lo obtenido es solo un mínimo de lo que necesitan. En diálogo con ANCCOM, el presidente de la LFFA, Guillermo Funes, indica que esto “le pasó a muchos equipos a nivel nacional de todos los deportes, como las Leonas y los Pumas, y cuando se pusieron en la mira del mundo por un segundo, ahí los sponsors empezaron a caer y la verdad que ojalá que nosotros haciendo el mismo esfuerzo y lleguemos al mismo resultado. Sé que lo vamos a lograr”.

En este sentido, el municipio de Tigre ayudó a las Halcones, no en lo económico sino en darles un espacio exclusivo para entrenar los domingos para el Sudamericano, el Polideportivo Delfor Cabrera, porque otros días entrenan mezcladas con las chicas de los distintos equipos de la liga, tanto en el parque ubicado entre Avenida Figueroa Alcorta y La Pampa, en Capital, como en la UTN de Pacheco. “Tener esta primera competencia internacional es un orgullo para mí, para los entrenadores y para las chicas, esto es para ellas y para todas aquellas que quieran tener un lugar y ser parte de algo. La idea es que las propias jugadoras sean el día de mañana sus propias coaches de los equipos y que pasen de ser jugadoras a atletas de alto rendimiento”, asegura el presidente de la LFFA.

Las protagonistas

Detrás de cada deportista, hay historias, hay esfuerzos, hay lucha, como lo es el caso de Agustina Meneghini, una licenciada en Ciencias Biológicas de 31 años que juega para Águilas. Está terminando la tesis para el doctorado y se organiza día a día sus horarios para poder asistir a los entrenamientos que se realizan tres veces por semana y además va al gimnasio para hacer entrenamiento funcional, como complemento de cara a lo que se viene en Brasil: “Me enorgullece terriblemente. En cierta forma uno no cae en que vamos a ser las primeras mujeres: es la puerta a crear historia. Siempre estamos intentando popularizar y dar a conocer este deporte, de hecho cada publicación en las redes sociales nos ayuda. Esto es ad honorem, lo hacemos por la camiseta y dejás un poco de lado las reuniones familiares y con amigos de los fines de semana para poder levantarte temprano, porque tengo un largo viajecito hasta Pacheco, pero sabemos que es un por un fin común”, explica la jugadora.

“Cuando algo te encanta, no es un sacrificio hacerlo y las jugadoras no están obligadas a venir, vienen porque quieren estar acá. Esto es amateur, la mayoría estudia, trabaja, entonces cuando nos juntamos tiene que ser algo lindo y pasarla lindo. Si es un sacrificio no tienen que estar acá, entonces es la idea es formar un grupo, que todas se quieran y se sientan parte de un equipo y la mayoría sabe que la otra viene de lejos, entonces no pueden faltar porque la otra viajó tres horas en colectivo para entrenar”, afirma uno de los coach, Claudio Rumbola. “Yo juego flag football desde hace 25 años y no tuvimos coaches, todo lo que hacemos, lo hacemos porque lo vimos en la tele o cómo nos sale. Lo que aprendimos solos en cuatro años, ellas lo aprenden en un mes, porque ya la base es mucho más alta que lo que empezamos nosotros y les cortas tiempo de evolución. Si yo hubiera tenido esa chance, habría sido un mejor jugador de lo que fuí”.

Romina Sosa, también jugadora de Águilas, tuvo un 2022 complicado porque se rompió la clavícula al inicio del torneo, por lo que estuvo afuera de las canchas por muchos meses y regresó recién cerca del final de la competición. Para su sorpresa, recibió el llamado para ser parte de las Halcones: “Sinceramente pensé que no me iban a convocar, para mí es un honor representar a la Selección argentina. Todos los días me levanto a las 7 de la mañana, me voy al gimnasio, de ahí me voy a trabajar y luego voy a jugar con mi equipo o a entrenar con la Selección. Es muy importante el apoyo de la familia en esto, ellos son los que están atrás y los que saben que llegás a las 9 de la noche cansada y te esperan con la comida hecha y con los Diclofenac. Mi familia es el mayor sostén en todo esto, ellos me apoyan en todo. Y agrega: “Si jugas al fútbol tenés que ser rápida o las chicas que juegan al básquet por ahí tienen que ser altas. La realidad es que tenemos tantas posiciones para jugar que es un deporte muy inclusivo. Por ahí no sos la más rápida, por ahí no sos la más alta, pero al tener tantas posiciones distintas te da la posibilidad de incluir chicas con todos los tipos de físico posibles y a las posibilidades que tengan“.

La jugadora de Linces, Mara Aquino, remarca que este deporte también es inclusivo respecto a la edad: “Jugué muchos años de mi vida al hockey, pero este es un deporte que te da la posibilidad de crecer. Yo soy una persona grande, tengo 37 años, y el flag football te deja seguir manteniendo el ritmo, además todas somos de diferentes edades, eso te ayuda y te motiva. Muchos me dicen: ‘Bueno, vos tenés muchos años en este deporte, motivás’, pero también las más chiquitas te motivan a querer seguir, porque uno puede enseñar pero ellas también te enseñan a querer seguir y a querer mejorar. Es un deporte lindo, tenés que confiar en tus compañeras y te enseña lindos valores”.

La esquina del Diego

La esquina del Diego

Se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Diego Armando Maradona y en Merlo se hizo, en su honor, un mural 3D que le da vida y color al barrio de Villa Amelia. Uno de sus autores, Santiago Nicolás, habla sobre el valor simbólico de la obra y qué implica ser muralista.

“Gracias por haber jugado al fútbol, porque es el deporte que me dio más alegrías, más libertades, como tocar el cielo con las manos. Gracias a la pelota”, respondía el Diego en su programa La Noche del 10, allá por 2005, cuando se preguntó a sí mismo qué se diría en el cementerio. Aquellos dichos, no fueron solo palabras. Siempre miraba el balón con una sonrisa pícara, como enamorado, y cada vez que la tenía enfrente, hacía lo que quería: caños, gambetas, jueguitos y, por si fuera poco, un gol con la mano.

El amor de Maradona se materializó en una esquina del conurbano bonaerense, específicamente entre las calles Chile y Primera Junta, del barrio de Villa Amelia, en el partido bonaerense de Merlo. Un vecino mandó a hacer un mural con la cara del Diez en la pared de su casa, a modo de homenaje, pero con la particularidad de que encima del techo se hizo una escultura gigante de su mejor amiga: la pelota.

Para lograr el objetivo, se hizo una obra colectiva en la que se contrató a un albañil para el armado de la esfera de hormigón y a un muralista llamado Santiago Nicolás, quien desplegó toda su capacidad artística para representar, de la manera más fiel posible, la alegría del jugador. Nicolás dialogó con ANCCOM sobre la repercusión mediática del mural, su relación con “El Diego” y el detrás de escena de su oficio.

¿Qué te sorprendió de la viralización del mural?

La llegada que tiene con las personas. Me enteré que, por ejemplo, un compañero fue a sacarse una foto con su tía que vino de Córdoba y se encontraron con un hombre tucumano que también había llegado de visita al barrio y fue a sacarse una foto. Me parece que está bueno cómo se conectan las personas, cómo les llega el sentimiento. No sé si tendrá que ver un poco con la explosión del Mundial, quizás también porque es tiempo de la conmemoración del fallecimiento del Diego. No sé bien, pero me parece muy lindo la emotividad de la gente y que se sientan representadas y conectadas con el Diego.

¿Es la primera vez que te toca vivir una situación así?

No, ya había hecho otros murales que se habían viralizado, pero quizás este fue un poco más. Por ejemplo, hice una nota para Telefé y eso no me había pasado. Sí había hablado antes, pero no con medios de tanto alcance. También me parece que la cuestión es la distinción que tiene este: la pelota. Eso es lo que hace que se exponga o que llame la atención. He hablado incluso con el cliente y con el chango que hizo la pelota, y les dije: «Para mí, por lo menos lo que yo pinto, no es el que más se destaque siquiera. Es un muro más, pero la pelota es lo que cambia todo”.

¿Esta obra hizo que aumente la demanda de encargos?

En general, cuando pinto algún muro que toma relevancia, suelen caerme más mensajes de lo normal, pero en sí no suma más trabajos. Sí suma la cantidad de presupuestos que paso y es más explosiva la cantidad de mensajes de cariño o de likes, en este mundo de redes.

En tu cuenta de Instagram se puede ver que hiciste varios murales de Maradona, ¿cuántos llevás hasta ahora?

La verdad que perdí la cuenta. Calculo que debe estar cerca de los 35, aproximadamente. Me acuerdo que en un momento los conté hasta llegar a diez, pero después ya me vi superado y no tengo la cuenta exacta.

¿Qué significa para vos el Diego?

A mí lo que me pasa es una cuestión más simbólica. Me siento conectado a través de la gente con lo que es el Diego, porque siento un poco, lo que decía antes, la emoción. No me considero maradoniano porque tengo 30 años, nunca lo vi jugar. Entonces, no tengo esa conexión que tienen los clientes o las clientas que me llaman, pero sí pude mamar un poco lo que sienten esas personas, casi como un sentimiento de familia, como sentir que quizás perdieron a un ser querido, como si fuese un hermano, un padre o un amigo. Eso sí lo noto un montón y me llega esa sensación, la emoción y el sentimiento de las personas que me llaman para hacerlo.

Arte individual y colectivo

Santiago dibuja desde que era pequeño, un gusto que llevó consigo siempre hasta que a los 20 años ingresó a la Universidad Nacional de las Artes, en donde conoció y profundizó conocimientos sobre pintura. Luego, allá por 2015, salió un día a la calle con un amigo y comenzaron a pintar. En ese momento, se dio cuenta que le encantaba “tirar un poco de color” en el espacio público y se sintió libre. Supo que a través del arte podía manifestar e interpretar cuestiones que lo interpelaban, no solo a él, sino también a la sociedad. Así fue como se moldeó este artista que, a partir de 2018, se dedicó exclusivamente a desplegar sus capacidades como muralista.

Además de tu formación, ¿cómo es que lográs murales profesionales?

Es todo el tiempo estar practicando, más allá de que haya tenido una facilidad artística desde niño. Es desarrollarse con la práctica, porque si no eso se pierde. En este trabajo todo el tiempo estamos tratando de pulir un poco más lo que tenemos, tratamos de darle vuelta a las cuestiones técnicas.

¿Qué otras obras que hiciste destacarías?

Antes se hacían encuentros de muralistas a nivel nacional e internacional, pero la pandemia cortó todo. Este año volvimos al ruedo y viajé por el interior del país con una compañera, que se llama Flor Pani, y pudimos hacer una obra en Sumampa, un pueblo de Santiago del Estero. El eje temático era Sumampa como pueblo y como punto de conexión de mucha parte importante de la historia argentina. Entonces pintamos una mujer ancestral, con rasgos de personas de identidad marrón. Durante el año casi siempre estamos trabajando en equipo, pero fue la primera vez que viajamos como colectivo a pintar en un encuentro. Generalmente siempre estamos pintando cosas que nos piden clientes, pero acá pudimos hacer una obra nuestra y esa fue de las mejores que hasta ahora desde que estamos pintando. Después, hice un mural de Breaking Bad en una quinta. Ese también fue un laburazo, además la idea estaba buena. A veces te piden cosas que por ahí no tenés ganas de pintar y a veces te tocan cosas que te encantan.

¿En qué consisten los encuentros de muralistas?

Durante el año se gestan distintos encuentros de muralismo autogestivos. Hay otros que son municipales o provinciales. Es un ámbito muy piola, conocés personas de distintos lados y compartís pensamientos, pintadas y acciones políticas. También, a través de eso se llega a charlas de organización para saber qué es lo que nos falta conseguir en términos de derechos como laburantes. Tenemos el grupo del oeste, hay grupos de La Plata, en general están en todo el país. En realidad, en todo el mundo, pero solo hablo de lo que conozco. Lo que yo veo, por lo menos desde que arranqué, es que paso a paso, si bien viene un poco lenta la mano, tenemos cada vez más organización.

Muralismo es trabajo

Caminás por la calle con una de tus amistades. Hablan de cosas banales hasta que tus ojos se clavan y brillan al observar una pared que tiene pintado algo que te gusta mucho. Le pedís a tu acompañante que te saque una foto con tu celular y luego la compartís en todas tus redes sociales y te explotan los likes, pero lo que nadie sabe es todo el esfuerzo que hubo por detrás para producir esa obra.

¿Cuáles son los mitos de tu oficio?

Más allá de que nos gusta y sabemos que es algo artístico, que no se crea que es algo de ocio, sino que es un trabajo como cualquier otro. No es algo que hagamos y vivamos del aire. Uno de nuestros lemas es: “Mural es trabajo”.

¿Qué dificultades laborales existen?

Primero, estamos todos en negro. Siempre laburamos así. Por eso tratamos de hablar sobre las cuestiones de seguridad mínima para trabajar. Cuando estamos hablando entre “compas” y quieren saber algunas cosas, siempre compartimos conocimientos. Les decimos: “Si vas a trabajar a tal altura, tenés que usar andamios, ya no tenés que usar escalera porque es muy riesgoso”. Siempre se habla mucho de cómo armar los andamios y a partir de cuántos metros hay que atarlo. Hay que usar sogas, arneses, los elementos necesarios y básicos para no tener accidentes. Es una profesión algo riesgosa por la altura, porque ya sabemos y ha pasado que hay compas que han sufrido algún accidente. Hay que estar atentos y atentas a que no suceda y proteger también a la gente que transita por la calle, para que no se caiga una herramienta desde seis metros de altura. Son accidentes que se pueden evitar. También, por ejemplo, si se va a pintar debajo del sol, hay que usar protector solar y hay que fijarse bien los horarios en los que se va a trabajar. Esas cuestiones se charlan siempre en estas reuniones grupales que hacemos entre muralistas.

¿Qué es lo que más te gusta de tu laburo?

Me gusta pintar siempre en la calle. O sea, también se puede pintar dentro de hogares particulares y locales, pero a mí lo que más me gusta es la calle, porque ahí se siente el acompañamiento. La gente es muy piola, siempre te da una mano en lo que necesites, te alienta y se alegra al ver los colores y el rostro de alguien que les guste. Te hacen sentir parte, porque te ven ahí y saben que sos parte de la calle, un elemento más. Sumar desde lo artístico-cultural al barrio es lo que más me gusta.

¿Hay algo que sea solo por amor al arte?

A veces hacemos pintadas comunitarias. Cuando tengo tiempo, me gusta pintar acá en mi barrio. Quizás no siempre se sabe que a veces son murales comunitarios. Eso sí es directamente por amor al arte y al barrio. Lamentablemente y afortunadamente, esto es contradictorio, no tenemos tanto tiempo para hacer esas cosas, porque tenemos mucho laburo. Entonces, tratamos de hacernos los tiempos, porque nos encanta mostrar que está esa posibilidad. El arte cercano al barrio es posible y generar museos a cielo abierto con murales comunitarios está buenísimo.

Deportistas orgullosos

Deportistas orgullosos

En el Centro Cultural San Martín se presentó la muestra fotográfica «Sport Friendly: ¡La cancha de la diversidad!», de Émilien Buffard, quien retrató a jugadores y equipos de la comunidad LGTBQI+.

El 5 de noviembre de 1992 se realizó la primera Marcha del Orgullo LGBTIQ+ en Argentina. En 2022, días antes de otra jornada similar, como desde entonces se realiza todos los años en pleno centro de Buenos Aires, se vivió un momento histórico para la comunidad. A tan solo unos metros de Avenida Corrientes se encuentra el Centro Cultural San Martín, donde se presentó la muestra fotográfica Sport Friendly: ¡La cancha de la diversidad!. Se trata de un trabajo realizado por el fotógrafo, escritor y traductor Émilien Buffard quien nació en Francia pero vive en el país desde 2014. 

En las redes sociales del Centro Cultural se anunció la llegada de la exposición. Los comentarios dejaron en evidencia la homofobia que sostiene gran parte de la sociedad. Émilien quiere fomentar la inclusión en el deporte, ese es su objetivo. Allí la discriminación es constante, por lo que poner luz a agrupaciones deportivas LGBTIQ+  es una manera de aportar para redefinir los valores clásicos.

En la fachada del San Martín se observa una de las fotos insignia de la muestra, donde posan dos jugadores de rugby besándose con una pelota en la mano. Ambos forman parte del equipo Ruda Macho. Si bien la presentación se encuentra en un espacio artístico, ubicar las imágenes en la calle es otra forma de visibilización importante para el artista.

En diálogo con ANCCOM, Émilien Buffard contó los orígenes de su nueva obra. “En 2019 empecé a relacionarme con un equipo en Rosario llamado Los Yaguaretés. Me uní al Voley. Más que el deporte me encantó poder compartir los mismos códigos, que cada uno fuera como quiera. Ahí me enteré que había un montón de equipos así en todo el país. Yo estudiaba fotografía y así me surgió la idea de viajar para conocerlos y fotografiarlos”.

El proyecto consistió en capturar 18 agrupaciones LGBTIQ+ a lo largo de ocho provincias y más de 500 jugadores de diez disciplinas. Desde abril, expuso la muestra en varios puntos del país pero su presentación oficial se dio en la siempre caótica Buenos Aires. Un rato antes de la inauguración, en la misma sala, Jessica Millaman, deportista trans profesional, anunció los Juegos Internacionales de Deportes de Playa LGBT+ que se disputarán en Puerto Madryn del 26 al 29 de enero de 2023.

Un poco después de las 7 de la tarde, las sillas se ocuparon en su totalidad. La felicidad era palpable en la cara de cada persona. Hubo abrazos, sonrisas y charlas mientras esperaban que Émilien diera inicio a sus palabras. Si bien asistieron deportistas de varias agrupaciones, el equipo de fútbol de Defensores de Buenos Aires y Ruda Macho Rugby coparon la sala con sus camisetas, ansiosos por el momento histórico que se estaba gestando.

Buffard tuvo la posibilidad de viajar por varios países del mundo y fotografió a muchos equipos inclusivos en Inglaterra, España y su país natal. “El problema de la discriminación atraviesa fronteras, es universal. Tenemos suerte de vivir en sociedades donde pueden existir estos equipos. En otros lugares, como en Qatar, nos meten presos por ser gay. Cuando tenes un estado presente ayuda pero los equipos son centrales para concientizar no solo en la cancha sino por lo que pueden lograr afuera”, sostuvo el fotógrafo.

«Tenemos suerte de vivir en sociedades donde pueden existir estos equipos. En otros lugares, como en Qatar, nos meten presos por ser gay», dice Buffard.

Los primeros tres minutos de la conversación ante el público fueron impactantes. Buffard reprodujo sin respiro los comentarios homofóbicos a la publicación del Centro Cultural San Martín en Instagram. Luego de ello, expusó que a la sociedad todavía le cuesta imaginar por ejemplo que un futbolista pueda ser gay. “Es una pena porque quizas nos vamos a perder al proximo Messi por ser puto”, aseguró.

Dentro de la sala hay miles de historias. Buffard retrató varias de ellas en Sport Friendly. Además de las agrupaciones deportivas, dentro del álbum logró entrevistar a tres deportistas profesionales: Jessica Millaman, quien presenció y dio su testimonio durante la presentación, la regatista y campeona olímpica Cecilia Carranza y el voleibolista Facundo Ihmoff.

Para el francés radicado en Rosario el arte es reciclaje. El Mundial de Qatar estuvo siempre en su cabeza a la hora de la producción. Reutilizar el álbum de figuritas y darle un nuevo significado es lo que hizo. Lejos del plan de negocios de Panini, en esta edición se promueve y se le da lugar a los deportistas LGBTIQ+ para contar sus historias y, por qué no, de cumplir el sueño de verse convertidos en una figurita.

“Este es un proyecto federal. Mi deseo es que la muestra pueda girar a lo largo del país. En la semana del 20 de noviembre va a estar en La Rioja. Quiero que sea en la calle, en estadios, en lugares más grandes. La idea es conectar todos los puntos de la ciudad. No solo debe quedarse en el centro sino que la diversidad tiene que vivirse en todos los barrios”, afirmó Buffard.

La presentación finalizó con aplausos fuertes y largos. Luego se acercaron a felicitar y agradecerle a Buffard por semejante trabajo. Defensores y Ruda Macho le pidieron al artista una foto con la camiseta de sus equipos. Segundos después, se tomaron una en conjunto. La multitud se alejó de la sala para subir al cuarto piso, donde tiene lugar la exposición hasta el 20 de noviembre. 

Propuesta como una cancha de Rugby, quince fotografías en tamaño real, con sus testimonios detrás, se distribuyeron en el césped sintético. Algunos agarraron su álbum reservado, otros posaron frente a sus propias fotografías o ajenas y otros leyeron las historias. El ambiente está dado para ser una experiencia colectiva sin distinciones y, entonces, crear una nueva identidad que logre cambiar el deporte.