Por Axel Schwarzfeld
Fotografía: Ezequiel Aguilar/LFFA

Luego de una breve e intensa historia, la Selección Femenina de Flag Football -una especie de football americano sin tacles-participará en el Primer Torneo Sudamericano a principios de diciembre.

 

UTN de Pacheco, sábado 11 horas. Detrás del microestadio universitario «Decano ingeniero Eugenio Bruno Riccioloni», hay un conjunto de 15 mujeres con banderines de colores sobre sus cinturas que entrenan intensamente al aire libre mientras el sol pega fuerte y los pajaritos cantan. Juegan todas, también sus dos coaches e incluso el presidente de la liga. Algunas están completamente transpiradas y otras tienen la vista clavada en el balón marrón con forma ovoide y pensativas sobre las próximas estrategias a utilizar. Son halcones en busca de su presa.

La selección femenina de flag football hará su debut internacional en el Primer Campeonato Sudamericano que se realizará el próximo 3 y 4 de diciembre en la ciudad de Sao Paulo, Brasil. A este deporte no hay que confundirlo con el rugby: se trata de una modalidad de fútbol americano que se juega sin tackles, es decir, sin tirar al suelo al jugador contrario. En su lugar lo que se debe hacer es intentar retirarle el banderín que cuelga sobre su cintura.

 El origen

En 2014, por intermedio de Football Americano Argentina (FAARG), se decidió crear en nuestro país una categoría femenina de flag football dentro de la liga masculina ya existente. En 2016 había tres equipos: Valkirias, Tigresas y Medusas que jugaron torneos entre sí durante tres años consecutivos, hasta que en 2019 la categoría se cerró a raíz de un conflicto entre los equipos. Entonces, Tigresas y Valkirias se fueron a otra liga llamada Buenos Aires Flag Football (BAFF), mientras que Medusas se disolvió para formar un nuevo equipo: Namekians.

Paralelamente, Guillermo Funes decidió tomar la iniciativa de generar una liga meramente femenina, en vez de una categoría dentro de una liga masculina, pero justo al año siguiente llegó la pandemia de covid-19. Pese a la imposibilidad de realizar entrenamientos, se organizaron clínicas online por Zoom. Muchas de estas contaron con la participación de María Paz Luzuriaga y Ana Garza, la primera argentina y la primera mexicana, respectivamente, en jugar en la Legends Football League (hoy conocida como X League), la máxima liga de football americano femenino de Estados Unidos. A partir de esto, sumado a campañas por redes sociales, empezaron a sumarse más chicas a las clínicas, al igual que jugadores y coaches de equipos estadounidenses que las dictan.

En septiembre, cuando las restricciones mermaron un poco, se realizó la primera convocatoria para entrenar presencialmente: se acercaron 40 mujeres y se formaron los primeros cuatro equipos de la liga, todas de Buenos Aires: Avispas, Espartanas, Linces y Furias de Fuego. Al mismo tiempo, las chicas que están en BAFF querían juntarse pero nunca terminaron haciéndolo, entonces cerca de fin de año Valkirias se desprendió de esa liga para convertirse en el quinto equipo que integra la flamante Liga Femenina Flag Argentina (LFFA). 

Pospandemia

En 2021, se realizó el primer torneo de 15 fechas con playoffs y final, cuyo primer ganador fue Linces. Mientras tanto en el oeste del país, Mendoza Football Americano (MFA) forma su propia categoría femenina de flag football con tres equipos: Amazonas, Warriors y Pampas, a la que luego se suma Catrinas. La LFFA y MFA entraron en conversaciones y organizaron un torneo interprovincial en Mendoza a fin de año. En este marco, la LFFA convocó a las mejores de su liga y forma Vikingas, el seleccionado de Buenos Aires, que se dividió en Vikingas Alphas y Vikingas Bravas para poder equiparar las cargas ante los cuatro equipos mendocinos. Al final, las bonaerenses se llevaron el trofeo y nació Águilas, el sexto equipo de la liga.

En febrero de este año la LFFA fue reconocida por la FAARG, lo que a su vez le abrió las puertas para que la Federación Internacional de Fútbol Americano (IFAF) la reconozca y puedan participar en el primer Sudamericano de este deporte en Brasil. Mientras tanto en Mendoza, un grupo se fue de la MFA y formó su propia liga provincial femenina dentro de la LFFA, con cinco equipos: Panteras, Cuervas, Criollas, Guerreras y Fénix. No obstante, ninguna mendocina puede ser convocada para el seleccionado que irá al Sudamericano debido a que la nueva liga todavía no es reconocida por la Federación.

El 31 de agosto se anunció el surgimiento de Amazonas, el séptimo equipo de la liga bonaerense, que empezará a competir en 2023 y el 5 de septiembre se comunicó la creación de la liga entrerriana, cuyo primer equipo conformado hasta ahora se llama Lobas. El 12 de noviembre se realizó la primera superfinal entre las ganadoras de Buenos Aires, Furias de Fuego, y las ganadoras de Mendoza, Fénix. Estas últimas obtuvieron la victoria e inmediatamente después de este encuentro se disputó el segundo Tazón Interprovincial, en donde la selección metropolitana Vikingas derrotó a la selección mendocina Quimeras, lo que marcó el cierre del año de las competiciones que organiza la LFFA, para dar lugar a la preparación de la primera Selección Nacional femenina: Halconas.

Llegar al sudamericano

La selección necesitaba tres millones de pesos para participar en su primera experiencia internacional y la mayoría de los fondos conseguidos surgió del propio bolsillo de las jugadoras. Intentaron realizar rifas pero no tuvieron mucho éxito y solo cuentan con un sponsor, una empresa de suplementos deportivos que les da material para vender y la ganancia es toda para ellas, aunque lo obtenido es solo un mínimo de lo que necesitan. En diálogo con ANCCOM, el presidente de la LFFA, Guillermo Funes, indica que esto “le pasó a muchos equipos a nivel nacional de todos los deportes, como las Leonas y los Pumas, y cuando se pusieron en la mira del mundo por un segundo, ahí los sponsors empezaron a caer y la verdad que ojalá que nosotros haciendo el mismo esfuerzo y lleguemos al mismo resultado. Sé que lo vamos a lograr”.

En este sentido, el municipio de Tigre ayudó a las Halcones, no en lo económico sino en darles un espacio exclusivo para entrenar los domingos para el Sudamericano, el Polideportivo Delfor Cabrera, porque otros días entrenan mezcladas con las chicas de los distintos equipos de la liga, tanto en el parque ubicado entre Avenida Figueroa Alcorta y La Pampa, en Capital, como en la UTN de Pacheco. “Tener esta primera competencia internacional es un orgullo para mí, para los entrenadores y para las chicas, esto es para ellas y para todas aquellas que quieran tener un lugar y ser parte de algo. La idea es que las propias jugadoras sean el día de mañana sus propias coaches de los equipos y que pasen de ser jugadoras a atletas de alto rendimiento”, asegura el presidente de la LFFA.

Las protagonistas

Detrás de cada deportista, hay historias, hay esfuerzos, hay lucha, como lo es el caso de Agustina Meneghini, una licenciada en Ciencias Biológicas de 31 años que juega para Águilas. Está terminando la tesis para el doctorado y se organiza día a día sus horarios para poder asistir a los entrenamientos que se realizan tres veces por semana y además va al gimnasio para hacer entrenamiento funcional, como complemento de cara a lo que se viene en Brasil: “Me enorgullece terriblemente. En cierta forma uno no cae en que vamos a ser las primeras mujeres: es la puerta a crear historia. Siempre estamos intentando popularizar y dar a conocer este deporte, de hecho cada publicación en las redes sociales nos ayuda. Esto es ad honorem, lo hacemos por la camiseta y dejás un poco de lado las reuniones familiares y con amigos de los fines de semana para poder levantarte temprano, porque tengo un largo viajecito hasta Pacheco, pero sabemos que es un por un fin común”, explica la jugadora.

“Cuando algo te encanta, no es un sacrificio hacerlo y las jugadoras no están obligadas a venir, vienen porque quieren estar acá. Esto es amateur, la mayoría estudia, trabaja, entonces cuando nos juntamos tiene que ser algo lindo y pasarla lindo. Si es un sacrificio no tienen que estar acá, entonces es la idea es formar un grupo, que todas se quieran y se sientan parte de un equipo y la mayoría sabe que la otra viene de lejos, entonces no pueden faltar porque la otra viajó tres horas en colectivo para entrenar”, afirma uno de los coach, Claudio Rumbola. “Yo juego flag football desde hace 25 años y no tuvimos coaches, todo lo que hacemos, lo hacemos porque lo vimos en la tele o cómo nos sale. Lo que aprendimos solos en cuatro años, ellas lo aprenden en un mes, porque ya la base es mucho más alta que lo que empezamos nosotros y les cortas tiempo de evolución. Si yo hubiera tenido esa chance, habría sido un mejor jugador de lo que fuí”.

Romina Sosa, también jugadora de Águilas, tuvo un 2022 complicado porque se rompió la clavícula al inicio del torneo, por lo que estuvo afuera de las canchas por muchos meses y regresó recién cerca del final de la competición. Para su sorpresa, recibió el llamado para ser parte de las Halcones: “Sinceramente pensé que no me iban a convocar, para mí es un honor representar a la Selección argentina. Todos los días me levanto a las 7 de la mañana, me voy al gimnasio, de ahí me voy a trabajar y luego voy a jugar con mi equipo o a entrenar con la Selección. Es muy importante el apoyo de la familia en esto, ellos son los que están atrás y los que saben que llegás a las 9 de la noche cansada y te esperan con la comida hecha y con los Diclofenac. Mi familia es el mayor sostén en todo esto, ellos me apoyan en todo. Y agrega: “Si jugas al fútbol tenés que ser rápida o las chicas que juegan al básquet por ahí tienen que ser altas. La realidad es que tenemos tantas posiciones para jugar que es un deporte muy inclusivo. Por ahí no sos la más rápida, por ahí no sos la más alta, pero al tener tantas posiciones distintas te da la posibilidad de incluir chicas con todos los tipos de físico posibles y a las posibilidades que tengan“.

La jugadora de Linces, Mara Aquino, remarca que este deporte también es inclusivo respecto a la edad: “Jugué muchos años de mi vida al hockey, pero este es un deporte que te da la posibilidad de crecer. Yo soy una persona grande, tengo 37 años, y el flag football te deja seguir manteniendo el ritmo, además todas somos de diferentes edades, eso te ayuda y te motiva. Muchos me dicen: ‘Bueno, vos tenés muchos años en este deporte, motivás’, pero también las más chiquitas te motivan a querer seguir, porque uno puede enseñar pero ellas también te enseñan a querer seguir y a querer mejorar. Es un deporte lindo, tenés que confiar en tus compañeras y te enseña lindos valores”.