El Premio Nobel del Amor

El Premio Nobel del Amor

Abuelas de Plaza de Mayo celebró su 48º aniversario en el Centro Cultural Art Media repleto. Entregaron los premios Abridores de Caminos a quienes estuvieron a su lado en la lucha por la identidad. Y ellas también recibieron un galardón.

Este martes por la tarde, a metros de Corrientes y Dorrego, cientos de personas llenaron el Complejo C Art Media para honrar y celebrar la lucha por la Identidad, la Memoria, la Verdad y la Justicia que las Abuelas de Plaza de Mayo lleva a cabo desde hace 48 años. Además, se hizo entrega de los primeros galardones “Abridores de Caminos” a aquellas personas que “con su compromiso han logrado abrir espacios de creatividad, solidaridad y esperanza para la sociedad; y trayectorias en pos de la ampliación de los derechos humanos”.

Entre los premiados se encuentran el músico León Gieco; el dibujante Miguel Rep; el director Luis Puenzo; el médico genetista Víctor Penchazadeh; el colectivo artístico Teatro por la Identidad; el nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; y como no podía ser de otra forma, a las compañeras de las Abuelas, las Madres de Plaza de Mayo. De hecho, la ceremonia comenzó pasadas las 19:30, cuando un mar de aplausos y una ovación de pie inundó cada rincón del complejo mostrando un indicio de quienes habían llegado a primera fila: Estela de Carlotto, presidenta de la asociación; Taty Almeida, presidenta de Madres de Plaza de Mayo — Línea Fundadora; Carmen Lareu y Clara Weinsten.

Luego de un homenaje a aquellas personas que fallecieron este año y que ayudaron a la lucha de Abuelas y Madres, entre las que se incluyó al Papa Francisco, se realizó un repaso por todo el trabajo que la organización realizó desde el aniversario anterior. Sobre una base de música que rezaba “Sin cadenas sobre los pies” de Los Pericos reversionada por La T y La M, se recordó la restitución de los nietos 138, 139 y 140; lo que fue posible gracias al trabajo en conjunto de Abuelas, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, y el Banco Nacional de Datos Genéticos. Estos dos últimos fueron salvados de su cierre, sentenciado por la Ley Bases promulgada por el gobierno de Javier Milei, gracias a la acción de algunos legisladoares, entre ellos Wado de Pedro, quien estaba presente en primera fila.

El acto continuó con un show por parte de Los Amados, que con su música animaron los cuerpos de los asistentes, los cuales rápidamente se levantaron de sus sillas y empezaron a hacer palmas, bailar y abrazar a quienes tenían a su lado para celebrar la trayectoria de esas mujeres que posibilitaron muchos de esos abrazos y encuentros. Ese poder de la música también conmovió a los asistentes con Hilda Lizarazu, quien interpretó el célebre tema de Charly García, Los Dinosaurios, hacia un público que cantaba desde la convicción en contra de la represión.

Llegado el momento de la entrega de los galardones, comenzó recibiendo unos colegas del médico genetista Víctor Penchazadeh – que no pudo estar presente-, conocido por haber posibilitado el desarrollo del índice de la abuelidad, que permite establecer un vínculo entre un nieto y sus abuelos, cálculo clave para la tarea de la organización. Agradeciendo el premio, Juan Angel Canella dijo: “En esta epidemia de individualismo, las abuelas son la vacuna que necesitamos”.

Otro de los premiados fue Teatro por la Identidad, que como el nombre indica, desde el año 2000 viene realizando obras con el mismo objetivo de las Abuelas: “Hasta que aparezca el último nieto o nieta estaremos arriba de los escenarios”. Luego, Cristina Fridman, directora del colectivo, finalizó agradeciendo: “Nuestros nombres, siempre decimos, podemos decirlos porque sabemos quiénes somos”. Siguiendo con la entrega se encontraba Miguel Rep, quien les regaló a las Abuelas una remera intervenida con la leyenda “Nobel del Amor”. El dibujante propuso estimular ese premio para ellas.

Tras una actuación de Victoria Birchner e Hilda Lizarazu quienes tocaron cuatro temas junto a Lito Vitale que emocionaron a la audiencia, la entrega de Abridores de caminos continuó hacia Luis Puenzo, director de La Historia Oficial, primera película argentina en ganar un Óscar y que logró la difusión de los crímenes cometidos en dictadura. El director recordó el trabajo que realizó Carlotto, para que en la película aparezcan las imágenes de los bebés apropiados. Para ese entonces, Estela ya había subido al escenario a hacer la última tanta de entrega de premios junto a los conductores del acto y nietos restituidos, Manuela Goncalves Granada y Leonardo Fossati.

“Aprendimos a resistir y a no perder la fuerza de la esperanza”, dijo el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, al recibir el premio en alusión a la tarea de Abuelas. En este mismo sentido, y antes de interpretar “Cinco siglos igual”, León Gieco confesó: “El honor más grande que recibí en mi vida fue que tanto Madres como Abuelas me hayan sumado en el camino de su lucha”. Finalmente, interpretó Como la cigarra, que el público cantaba solemnemente mientras un agradecimiento implícito se compartía en silencio: “A la hora del naufragio y de la oscuridad, alguien te rescatará”.

La materialización de ese rescate se dio con la imagen que cerró la jornada: la nieta 139, restituida en enero de este año, le entregó el galardón a Estela de Carlotto, que se encontraba rodeada de nietos y nietas restituidas. La presidenta de Abuelas, luego de ser premiada, aseguró: “Todos los que estamos acá somos un grupo de trabajo para el Nunca Más. Faltan muchos todavía encontrar, aprendemos, tenemos novedades, pero todavía falta”.

Estela de Carlotto terminó pasando la posta a las próximas generaciones que la rodeaban, y con un auditorio que se llenaba de vida al grito colectivo que respondía a la consigna de “30.000 compañeros detenidos-desaparecidos”:

— “Presentes, ahora y siempre” –estalló el público.

Abuelas de Plaza de Mayo reconoce a quienes hicieron lo imposible

Abuelas de Plaza de Mayo reconoce a quienes hicieron lo imposible

El organismo de derechos humanos estregará este martes los premios «Abridores de caminos» a aquellas personas e instituciones que hayan ampliado el horizonte de lo posible. Víctor Penchazadeh, Adolfo Pérez Esquivel, León Gieco y Miguel Rep, entre los galardonados.

El martes 28 de octubre, en el marco del 48 aniversario de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo se entregará la primera edición de los premios “Abridores y abridoras de caminos”, que se conocieran, a través de los medios de la institución, el viernes último. El galardón se otorga a personas o colectivos que han ampliado el horizonte en diversas disciplinas tales como: la ciencia, el arte, la música, el cine, el teatro. Estos reconocimientos serán recibidos por el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel; el músico León Gieco; el director y guionista Luis Puenzo; el dibujante y caricaturista Miguel Rep; la organización de derechos humanos Madres de Plaza de Mayo; el médico genetista impulsor del índice de abuelidad, Victor Penchazadeh, y el colectivo artístico Teatro por la Identidad.

Claudia Poblete -nieta restituida número 64- habló con ANCCOM para explicar la fundamentación del galardón: “Estos reconocimientos se dieron a las personas más cercanas a la lucha de abuelas, quienes han estado aportando su granito de arena desde diferentes áreas. Son quienes han puesto sus saberes, talento y esfuerzo en la lucha de las Abuelas”, describió.

El caso de Claudia Poblete fue paradigmático en la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, ya que su caso permitió cortar con las leyes de impunidad en 2005 cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación tomó su expediente para resolver que las leyes de Punto Final y Obediencia Debida eran inválidas e inconstitucionales.

Víctor Penchazadhe, es uno de los creadores del “índice de abuelidad”, que establece la posibilidad de parentesco entre un nieto y sus abuelos, y que fue determinante para la recuperación de los hijos de desaparecidos durante la última dictadura militar. Su trabajo ha sido fundamental para restituir a las y los nietos de las Abuelas: “Los nietos recuperados son la memoria viva del terror de Estado, y enarbolan las virtudes de la verdad y la justicia. Cada nieto es un clavo más en el ataúd de la dictadura cívico-militar-eclesiástica”, reflexionó el genetista en diálogo con esta agencia.

El reconocimiento, dice, lo conmueve: 140 jóvenes han recuperado su identidad, un logro atribuible tanto a la ciencia como a la tenacidad y perseverancia de las Abuelas. Sin embargo, subraya que también fue «el resultado de muchos científicos que colaboraron para alcanzar este resultado; fue una labor colectiva», subraya.

Cristina Fridman, miembro de la Comisión Directiva del Teatro por la Identidad habla sobre la función que ha tenido el arte en la lucha por la memoria y la identidad: “El teatro es memoria, es presente y futuro a la vez. Te conmueve, te hace pensar, reír, es un hecho en vivo. Para mí, es fundamental para las reconstrucciones sobre la identidad y la historia”, señaló la teatrista.“En este contexto tan duro, tan difícil, donde ha sido y es atacada la cultura y los derechos humanos, nosotros tomamos siempre el ejemplo de Abuelas de Plaza de Mayo, de seguir trabajando y luchando por lo que creemos es lo más justo, porque aparezcan los nietos y nietas que faltan”, reflexionó Fridman y describió que relación de Teatro por la Identidad con las Abuelas desde un primer momento fue muy cercana: “Siempre estuvieron presentes en los escenarios dando sus testimonios, y cuando ya no podían venir ellas, venían los nietos”.

León Gieco, otro de los artistas que el martes recibirá el premio “Abridores y abridoras de caminos”, comentó: “Es un altísimo honor para mí que ellas consideren que con mi trabajo aporté solidaridad, creatividad y esperanza a cada una de sus luchas. Me gratifica y me imprime una responsabilidad mayor. Porque el camino que ellas iniciaron hace 48 años, luchando pacíficamente desde el dolor, la resiliencia y fundamentalmente desde el respeto por una sociedad con memoria y más justa, hoy sigue siendo el camino correcto para mi, y me alienta a comprometerme más cada día”.

El autor de canciones como “Solo le pido a Dios” supo retratar la lucha por la memoria, la verdad y la justicia en sus letras, porque como bien diría el cantante “todo está clavado en la memoria, espina de la vida y la historia”. Sobre su rol en la lucha de Abuelas reflexionó: “Hace muchos años asumí el compromiso de priorizar, resaltar y acompañar desde mis canciones todo lo que representan esos conceptos Memoria, Verdad y Justicia y el peso que tienen dentro de la sociedad. Y en estos momentos, me alegra ver y escuchar que algo de eso que fuimos sembrando, está prendiendo en las nuevas voces”.

Taty Almeida, presidenta de Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora también habló sobre el reconocimiento que recibirá el próximo martes: “Estamos muy orgullosas y agradecidas por este reconocimiento que nos van a hacer nuestras queridas Abuelas. Realmente es como una caricia para el alma, porque venimos luchando desde hace años por la Memoria, por la Verdad, por la Justicia. Y ahora más que nunca tenemos que seguir haciéndolo ante este gobierno deplorable que tenemos, que quiere borrar todo lo que sea memoria, quiere borrar todo lo que hemos conseguido con mucho esfuerzo en materia de  derechos humanos, pero por eso no hay que bajar los brazos, hay que seguir resistiendo. Porque no nos han vencido”.

Adolfo Pérez Esquivel, quien en 1980 recibió el Premio Nobel de la Paz por su compromiso con la defensa de la Democracia y los Derechos Humanos, también reflexionó sobre el reconocimiento que le entregarán las Abuelas el martes. Rodeado de sus cuadros, lienzos y acuarelas el artista y activista manifestó: “Es un placer, agradezco el reconocimiento, lo valoro por el sentido que tiene el caminar juntos desde los momentos más trágicos de nuestro país, cuando ocurrían las desapariciones. Les agradezco de corazón y tienen mi cariño y compromiso para seguir juntos hasta que aparezcan todos los niños secuestrados y desaparecidos”.

Rep, dibujante, caricaturista, historietista y humorista gráfico argentino ha colaborado con Abuelas desde los 2000 y fue nombrado en 2018 Embajador Regional de Buena Voluntad de UNICEF América Latina y el Caribe por su permanente compromiso con los derechos de los niños. Por todo ello las Abuelas decidieron reconocer su labor en esta primera edición de “Abridores de caminos”: “Todo lo que venga de Abuelas es bueno”, y señaló que es fundamental acompañarlas: “Estar al pie del cañón, en mi caso, con mis dibujos”. 

Por su parte, Luis Puenzo, el aclamado director de la primera película argentina en recibir un Oscar, La Historia Oficial, en 1986, declaró que se siente sumamente conmovido por este reconocimiento. Además, señaló que para él ser padre fue la principal motivación para sumergirse en la lucha por los derechos de los niños: “El cine es memoria”, sentenció.

Este es el primer año que se realizan estos reconocimientos, no obstante, Claudia Poblete aseguró que esta es una primera tanda y que la idea es seguir premiando y reconociendo a diversas personas y colectivos que contribuyen en la lucha que encabezan Las Abuelas de Plaza de Mayo.

 

El teatro vence al odio

El teatro vence al odio

El ciclo Teatro por la Identidad cumple un cuarto de siglo y lanza una nueva temporada de «Idénticos», el espectáculo que reúne micromonólogos que apuntan a conmover a la sociedad para colaborar con la búsqueda de los nietos apropiados durante la última dictadura cívico militar.

“El teatro toca lugares donde no llega ningún discurso y ninguna otra cosa”, afirma Cristina Fridman, productora y fundadora del ciclo Teatro por la Identidad, que desde hace 25 años acompaña en la búsqueda de los nietos y las nietas de las Abuelas de Plaza de Mayo que fueron apropiados durante la última dictadura cívico-militar argentina.

Es el primer lunes de septiembre, entre el frío que trajo la tormenta de Santa Rosa, la vorágine laboral y el ritmo ajetreado de la ciudad, una extensa fila de personas espera paciente sobre las calles Paraguay y Suipacha para disfrutar del espectáculo del colectivo Teatro por la Identidad. En esta ocasión se presenta la obra Idénticos, que consta de una serie de monólogos que hablan sobre el derecho a la identidad, la memoria y la importancia de saber quiénes somos. Sobre el escenario, actores y actrices interpretan distintos personajes que desde el humor, la nostalgia, el recuerdo y el dolor hacen a los espectadores atravesar una montaña rusa de emociones. Además de los monólogos, la obra es acompañada por intervalos de música en vivo, en este caso interpretada por Sofía Viola.

Desde el 2000, Teatro por la Identidad ha ido recorriendo múltiples escenarios de Argentina realizando funciones gratuitas para todo tipo de audiencias con el objetivo de ayudar a Abuelas de Plaza de Mayo, que desde hace más de cuatro décadas busca a alrededor de 300 nietos y nietas que desconocen su verdadera identidad. Así, el ciclo ha ido pasando por escuelas, espacios culturales e incluso excentros clandestinos de detención para llevar a cada rincón del país el mensaje de la búsqueda y la memoria. “El teatro es tan fuerte a la hora de luchar con amor porque está muy metido en el movimiento cultural de nuestro pueblo. Los actores hemos sido partícipes de los movimientos políticos y sociales de nuestro país poniendo el cuerpo, haciendo obras que hablen del respeto, yendo a marchas como actores y manifestándonos”, dice el actor Osqui Guzmán en diálogo con ANCCOM, quien desde el 2001 participa de este ciclo.

En una época dominada mayormente por lo digital y la tecnología, Fridman sostiene  la importancia del teatro como lugar de encuentro: “El teatro es presencia, es estar con la persona en vivo, palpitando y respirando esa misma situación. No hay red, ni tecnología, ni nada que lo pueda reemplazar. Esto tiene que ver con años de historia y va a seguir siendo así, porque lo que sucede es único, es ese instante donde está el público y donde está el actor y la actriz y donde eso sucede y no se repite: eso es el teatro”.

Por otra parte, la productora destaca la difícil situación que atraviesa Teatro por la Identidad en donde los amedrentamientos a la cultura y los discursos negacionistas se hallan en pleno auge como una política de Estado: “Es la misma situación espantosa que está atravesando la cultura, que ha sido tan atacada y vapuleada por este gobierno, igual que los derechos humanos. Y nosotros tenemos que ver con la cultura y con los derechos humanos, así es que estamos tratando de no bajar los brazos, copiándonos de nuestras Abuelas”.

En sintonía, Guzmán sostiene que encarar proyectos como este “es reivindicativo en el sentido que se dice mucho que el amor no vence al odio y queda en evidencia que no es así, que el amor puede luchar, no solo puede resistir, porque el amor no es una caricia. El amor no es algo lindo, solamente edulcorado y que tiene que ver con el enamoramiento. El amor lucha cuerpo a cuerpo y lucha en estos actos, por ejemplo. Lucha por la memoria, por la verdad y por la justicia. Es un acto de amor porque no es algo que lo hacés con una utilidad, sino con un beneficio y que genera futuro. Entonces, el amor lucha desde ese lugar”.

Dentro del teatro, una luz tenue azulada ilumina el escenario donde se encuentran diez sillas que serán ocupadas por los intérpretes de los monólogos -con la coordinación dramatúrgica de Mauricio Kartun y la dirección general de Daniel Veronese: Gonzalo Urtizberea, Malena Figó, Osqui Guzmán, Daniel Campomenosi, Gimena Riestra, Diego Gentile, Eugenia Guerty, Cristian Sabaz, Maiamar Abrodos e Ingrid Pelicori. El actor y comediante Marcos “Bicho” Gómez da comienzo a la obra diciendo: “Hoy no es un aniversario más. Hoy está la idea de ocultar el genocidio y renace con más fuerzas. Y sin embargo, aquí, en el escenario, nada cambió. Los mismos actores seguimos jugando las mismas escenas, buscando vida, buscando abrazos, buscando identidad, dando la bienvenida a quienes llegan y buscando a quienes faltan. Estemos más juntos que nunca, como siempre y digamos que levante otra vez el telón, Teatro por la Identidad”. Luego, el actor vuelve a su butaca para disfrutar de las actuaciones del resto de sus compañeros, que entre risas y alguna que otra lágrima hacen emocionar y aplaudir de pie a todos los presentes en la sala.

Una vez finalizada la obra, la nieta restituida Claudia Poblete Hlaczik, que también cumple 25 años de la restitución de su identidad, sube al escenario y da unas palabras al público: “Mi abuela es una de las que todavía siguen activas dentro de Abuelas, son muy viejitas y quedan muy poquitas. Pero estamos nosotros, nietos y nietas, que pudimos recuperar nuestra verdadera identidad gracias a ellas. Hemos podido restituir 140 nietos, pero todavía seguimos buscando a los más de 300 que nos faltan y los vamos a seguir buscando por nuestras mamás y por nuestras Abuelas, con la ayuda de todos ustedes, que sin la sociedad que nos apoye, que nos acompañe, sin los compañeros y compañeras de Teatro por la Identidad, que hace ya 25 años que llevan el al arte de esta lucha, que tanto significa para todos los argentinos, sería difícil”. Y concluye: “Todavía nos falta mucha gente que camina por esta Argentina sin saber quién es y estamos acá esperando que vengan. A mí me encontraron gracias a eso, a personas de esta sociedad que se conmovieron lo suficiente como para acercarse a las Abuelas y dar información”.

Las próximas funciones se realizarán los lunes 8, 15, 22 y 29 de septiembre a las 20 horas en Teatro ND, ubicado en Suipacha 918. Las entradas son gratuitas y se retiran en el teatro los días de función, desde las 18:30 hasta agotar el aforo disponible. Además contarán con la participación de Georgina Barbarossa, Carlos Bellodo, Leonor Manso y Peto Mehahem. Y en la puesta musical estarán Homero, Julia Zenko, Valen Bonetto, Estaban y Julia Morgado.

Abanderados de la memoria

Abanderados de la memoria

Bajo el título «Pasar la posta en tiempos de olvido», el nieto restituido Manuel Gonçálves Granada y Lucía Velázquez, integrante de la agrupación Nietes, participaron de una entrevista pública realizada por ANCCOM en el marco de la Semana de la Memoria, organizada por la Facultad de Ciencias Sociales.

En el marco de la Semana de la Memoria, que se desarrolla del lunes 25 al viernes 29 de agosto organizada por la Facultad de Ciencias Sociales, el estudio de TV Gabriela David desbordó de estudiantes, directivos y curiosos que se acercaron desde los pasillos o atendieron a la convocatoria que circuló por redes sociales. Allí se presentó la actividad Pasar la posta en tiempos de olvido, una entrevista pública a Manuel Gonçalves Granada, uno de los nietos apropiados por la dictadura que pudo restituir su identidad y a Lucía Velázquez, del colectivo Nietes CABA-GBA. El periodista de ANCCOM Thiago Buglione fue el encargado de llevar adelante la conversación.

Recién cuando las luces se apagaron, Buglione presentó a los invitados: Lucía Velázquez, de 34 años, nieta de Roberto Elio “Tunguzú” Velázquez, detenido en Misiones y liberado entre el 80 y el 81 por la dictadura cívico-militar; sobrina de Pablo Velázquez, aún desaparecido y sobrina nieta de Marcial Velázquez, fusilado en su chacra tras haber sido detenido y liberado. Desde 2021 integra Nietes CABA-GBA, el Archivo Popular de la Memoria y La Banda del Pañuelo. A su lado estaba Manuel Gonçalves Granada, de 49 años, nieto restituido e integrante de la comisión directiva de Abuelas de Plaza de Mayo, responsable de la Casa por la Identidad en la ex ESMA y director ejecutivo de CONADI. Nacido en 1976, sobrevivió a la desaparición y asesinato de sus padres, fue apropiado y recuperó su identidad a los 19 años.

“Si bien pertenecen a generaciones diferentes, ambos tienen en común el hecho de haber accedido a su historia mediante el relato de sus familiares. ¿Cómo recuerdan el momento en que se enteraron de su historia?”, preguntó Buglione. Los entrevistados se miraron cómplices, como buscando decidir quién hablaría primero. Manuel tomó la posta: “Yo me enteré de prepo de mi identidad. Lo recuerdo como un día muy particular. Hasta ese momento yo suponía que me habían abandonado.”

Desde chico, Manuel sabía que era adoptado, pero no que había sido apropiado, ni mucho menos las circunstancias de su secuestro. El 19 de noviembre de 1976, en un operativo conocido como la “masacre de la calle Juan B. Justo”, fuerzas conjuntas asesinaron en San Nicolás a Omar Darío Amestoy y a María del Carmen Fettolini junto con sus dos hijos, de tres y cinco años, y a Ana María Granada, la madre de Manuel. Ella había alcanzado a esconderlo, con apenas cinco meses de vida, en un armario. Esa acción desesperada le salvó la vida. En febrero de 1977, un juzgado lo entregó en adopción al matrimonio Novoa, sin realizar averiguación alguna sobre su familia biológica.

“De hecho, yo tengo el DNI con el número 30 millones, cuando debería ser de 25 millones—confiesa Manuel—. Tengo como ocho años menos, supuestamente. Por suerte, cuando pongo 30 millones nadie me dice nada… aunque ahora, con las canas, estoy un poco preocupado”, bromeó, arrancando risas en el estudio.

El tono se volvió más íntimo cuando recordó el momento en el que recuperó su identidad: “Ese día fue una mezcla de emociones. Por un lado, maravilloso: pensar que mi abuela me había encontrado, que las Abuelas me buscaban mientras yo pensaba que no me querían. Pero al mismo tiempo estaba la tristeza de saber que mis viejos habían sido desaparecidos, que no iba a poder abrazarlos. Fue el día en que todo cambió. Nada fue igual para mí, todo, todo cambió.”

Lucía miró a Manuel con una sonrisa y continuó con su propia historia: “En mi caso, toda mi familia materna es de Misiones —empezó—. Desde antes de que yo naciera, mi mamá se había ido de la provincia y nunca volvió a vivir allí. El terror siguió operando durante muchísimos años en nuestra familia: no sólo en lo abstracto, sino en lo concreto, en la imposibilidad de hablar durante los años de impunidad, con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. También en la dificultad de encontrarse con otros del mismo territorio para elaborar esa historia.”

Su madre, poco a poco, fue revelándole datos: primero a cuentagotas, luego con mayor claridad, a medida que ella insistía con preguntas. Hasta que un día le dijo la verdad: su abuelo había sido secuestrado y estuvo largo tiempo en cautiverio. Lucía decidió, entonces, irse a vivir un año a Misiones. Allí buscó amigos y compañeros de su abuelo para reconstruir la historia. Confirmó que él había testificado en los pocos juicios de lesa humanidad que hubo en la provincia y que no era el único: también tenía un tío desaparecido desde sus 17 años y un tío abuelo fusilado en su chacra luego de ser liberado del secuestro y la tortura. Todos habían formado parte del Movimiento Agrario de Misiones (MAM), organización campesina que luchaba por los derechos en la provincia. “Claramente es una historia que sigue abierta —continuó Lucía—. Por eso sentimos esta necesidad de que las nuevas generaciones nos organicemos para saber qué pasó, para conocer y para seguir luchando por la justicia.”

Buglione miró a sus entrevistados y se animó a repreguntar. “¿En qué momento sintieron que su historia personal se convirtió también en una causa colectiva y que les causa cuando comparten testimonios con personas con historias similares?”

 “Creo que mi historia se volvió colectiva porque la restitución de mi identidad fue el resultado de una lucha que no era solo mía —dijo—. Estaba marcada por un símbolo enorme, las Abuelas de Plaza de Mayo, y por un montón de personas que ayudaron en ese camino. También porque mis papás eran parte de esa historia colectiva: de esa juventud que gritó, que soñó y que dejó la vida en muchos casos”.

Hizo una pausa. Su tono se volvió más grave: “Yo sobreviví gracias a lo que hizo mi mamá antes de ser asesinada. De repente, esa historia era mía, pero también era demasiado grande. Me sentía muy pequeño, como si no hubiera hecho nada. Y entonces apareció la pregunta: ¿qué hago yo con esto? Soy el único sobreviviente de ese operativo… ¿cómo le devuelvo a las Abuelas lo que hicieron por mí?” Con los años, encontró la respuesta: contar.

“Con el tiempo entendí que la propia historia de las Abuelas nos puso a muchos en un lugar en el que era fundamental hablar. Por eso entrego todo lo que puedo en narrar lo que me pasó. Hablar se volvió un acto de rebeldía: en definitiva, yo nunca tendría que haber sabido quién era. Cuando cayeron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final yo estaba en el Congreso. Esa misma noche fui a ver a mi abuela y le dije: “Vamos a poder empezar a reclamar por papá y mamá”. Y ella me respondió: “Bueno, ahora te toca a vos”.

Lucía sonrió y miró al público antes de tomar la palabra. Dijo que, a diferencia de Manuel, su camino había sido exactamente el inverso: de lo colectivo a lo individual. Contó que su militancia nació casi por curiosidad, allá por 2016, cuando comenzó a acompañar de cerca a las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, en particular a Norita Cortiñas. “Fue transitando esas rondas que me di cuenta de que yo también estaba buscando”, dijo, con la voz entrecortada.

Ese descubrimiento la llevó, en 2021, hasta Misiones. Allí, una mujer le relató historias de compañeros: algunos de militancia, otros de cautiverio. Entre recuerdos y nombres compartidos en la celda, Lucía empezó a reconocer que también había algo suyo en todo eso. “Ahí pude tomarlo como algo personal”, explicó. Ese mismo año, casi por azar, se cruzó en las redes con NIETES. Y todo cambió.

“De repente me encontré en una mesa con veinte pibes: algunos de 14, otros de veintipico. Yo tenía 32 y me sentía una señora —recordó entre risas—. Pero al presentarnos, era la primera vez que muchos decíamos en voz alta: soy nieto de tal, soy primo de tal, soy sobrina de tal. Era la primera vez que poníamos en palabras esas historias frente a personas que, a diferencia de la generación de Manuel —dijo, mirándolo—, no habían tenido que atravesar tantos años de lucha contra la impunidad para poder acceder a esa memoria.” Lucía hizo un silencio breve y concluyó: “Para mí, Nietes fue el espacio en el que lo colectivo empezó a sentirse también como algo personal”.

Mientras las preguntas iban y venían y la charla seguía su cauce, Buglione se detuvo en un punto clave. Retomó un comentario de Lucía y lanzó una pregunta que causó que el público asintiera al unísono :  “Hoy hay una fuerte presencia del relato negacionista, que cuestiona la cantidad de desaparecidos, relativiza los crímenes cometidos por la dictadura y reivindica ciertos simbolismos de esa época. Es un discurso impulsado desde el Gobierno nacional, pero que también refleja una parte de la sociedad. ¿Creen que es algo pasajero? ¿Creen que pone en peligro la convivencia democrática?”

El primero en responder fue Manuel. Tomó aire y habló con calma, aunque sus palabras cargaban malestar. “Me enoja, me angustia, me duele… pero también me moviliza. Yo pensé que había cuestiones que no íbamos a tener que volver a discutir, que ya estaban saldadas. Y en parte lo están. Pero el negacionismo no es solo un fenómeno argentino: el mundo entero está en un momento en el que… no sé si hay palabras para describirlo…”

“¿Facho?”, interrumpió Lucía con una sonrisa cómplice.

Manuel asintió. “Sí, facho resume todas las demás. Pero también creo que las redes sociales sobredimensionan esos discursos. A veces nos convencemos de que todo eso volvió y se instaló en la sociedad, y yo mismo dudo si es tan así. Lo que sí sé es que cuando hablo en otros países se hace muy evidente la magnitud de lo que logramos acá. No hay otro lugar en el mundo que haya ido tan al fondo de sus heridas como la Argentina. Somos un ejemplo. Otros pueblos atravesaron tragedias igual de terribles, crímenes imposibles de creer, y sin embargo no pudieron avanzar como nosotros en memoria, verdad y justicia.”

La charla se extendió por historias de vida, militancia, experiencias propias y también los nuevos rostros del negacionismo. Para cerrar, Buglione lanzó la pregunta final: “¿Cómo se interpela a esos jóvenes que quizás tienen otros intereses o no se sienten atravesados por esa historia?”

Lucía, en principio titubeando, tomó la palabra: “Hoy hay un contexto muy anestesiante que te empuja a quedarte encerrado: con el celular, la compu, los dos o tres amigos que ya conocés. Pero la intuición sobre la injusticia está en todos. No aparece de la nada, viene de la realidad que habitamos, de vivirla permanentemente. Hay que prestarle atención a esas alertas del cuerpo, escucharlas, compartirlas. Ahí se abre otra experiencia: la de darse cuenta de que no es algo que siente uno solo. Hay que apuntar siempre a la curiosidad, querer saber más, no quedarse esperando respuestas ya hechas. Trabajar la voluntad y animarse a acercarse a otros espacios, hablar con gente, conocer experiencias de organización. No creer en la desvalorización que nos imponen: no tener trabajo o un lugar donde estudiar no te quita la dignidad. Cada uno vale, y por eso, vale la pena luchar”.

Manuel la acompañó en la reflexión con una sonrisa enorme: “Lo colectivo es parte innata para que las cosas salgan bien. No tenemos las mismas oportunidades y hay que trabajar para que todos tengan una vida digna. Ser joven y no desafiar al sistema es casi un insulto. Después llega el mundo adulto, que a veces te atrapa en la quietud. El desafío es que vos no seas el sistema, sino que encuentres dentro de él lo que creas que conviene cambiar. Y entender que algunas cosas no tienen que seguir así solo porque siempre fueron así: hay que romperlas, reconstruirlas, inventar otras nuevas”.

De golpe, su voz se volvió más firme: “Si la juventud no está dispuesta a intentarlo, terminamos presos de un sistema que tarde o temprano te inmoviliza. Hay cosas que se pueden cambiar, y cada uno es responsable de que suceda o no. El futuro es de las nuevas generaciones: no pierdan el tiempo. Inténtenlo ahora. Aunque salga mal, lo importante es no quedarse quieto. Lo peor no es equivocarse: lo peor es no hacer nada. La vida, al final, es eso: probar, rebelarse, intentar. Lo que realmente duele es llegar a una etapa en la que uno diga: no lo hice”.

 La sala de TV Gabriela David estalló en un aplauso colectivo con palabras de agradecimiento. Luego de casi dos horas de intercambio, en el lugar habían quedado resonando estas últimas palabras y la certeza de que aún queda mucho por hacer.

Las nuevas prioridades de Adriana

Las nuevas prioridades de Adriana

Adriana Metz Romero, hermana del nieto 140 restituido por Abuelas de Plaza de Mayo, habla de su historia, de la búsqueda colectiva, de cómo conoció la noticia y de su experiencia de llorar y reir al mismo tiempo.

“Ella, Graciela Romero caminaba por las calles de los barrios de la ciudad del sur de la Provincia de Buenos Aires cubierto su cuerpo pequeño, con un poncho de lana que la distinguía y la protegía del frío y de los vientos sureños que sí le enrojecían la diminuta nariz. Por ella invitamos a recorrer esta página…”

Entrada del blog “Poncho de Lana”, de Adriana Metz Romero.

 

Cubierta con un saco de lana colorido, Adriana Metz Romero abre la puerta de la casa en la que se aloja. En la calma de una calle semivacía por el feriado del Día de la Independencia, ella no para de atender llamados y agendar otros. Se hace un momento para responder a todos, pero anticipa que puede pausar cualquier entrevista en caso de que llegue la respuesta a sus mensajes de su hermano, a quien conoció esta semana: “Prioridades son prioridades”, dice.

“Siempre fui parte de Abuelas de Plaza de Mayo. Lo que pasa es que yo no me hacía cargo”, expresa sobre el vínculo con la organización a la que se sumó definitivamente en 2012 como trabajadora de la sede de Mar del Plata y en la que es parte de la Comisión Directiva desde 2023. “Recuerdo una oportunidad en que visitamos la sede central de Abuelas de Plaza de Mayo. Aunque llegamos cuando ellas no estaban, entramos como cualquiera puede entrar a la casa de su abuela. El escritorio de Estela -Barnes de Carlotto- era grande, con un vidrio bajo el cual había fotos, postales y saludos. Vimos una foto carnet en blanco y negro mía, muy chiquita, supongo que con seis años”, recuerda.

Adriana es idéntica a la imagen que la organización utilizó de su madre para la conferencia de prensa y que tiene publicada en la página web oficial para la búsqueda de los aún desaparecidos Graciela Alicia Romero, su madre, y su padre, Raúl Eugenio Metz. Ambos fueron secuestradosen Cutral Co, el 16 de diciembre de 1976, cuando tenían 24 y 25 años respectivamente. Graciela gestaba un embarazo de cinco meses. Desde entonces, la familia Metz-Romero se dedicó a la búsqueda del bebé apropiado hasta que el pasado viernes, Abuelas de Plaza de Mayo pudo recuperar su identidad, convirtiéndose en la restitución 140 de la organización.

Durante su infancia, Adriana vivió en Bahía Blanca y fue criada por sus abuelos paternos, Oscar Metz y Elisa Kaiser, hasta que, por su tan corta edad y la vejez de los abuelos “no me podía hacer cargo de ellos”, y terminó mudándose a Mar del Plata con una tía materna, Norma Romero. “A mis 14 años me dediqué a ser adolescente. Cuando cumplí la mayoría de edad, me hice cargo de las cuestiones legales. Para lo que las Abuelas me necesitaban yo estaba, pero tampoco había iniciativa de mi parte. Cuando tuve a mi hijo, Enzo, entendí mi falta al no haber sido criada por mi papá y mi mamá. Luego, con el nacimiento de mi segundo hijo, Luca, al verlos interactuar a ellos como hermanos, me di cuenta de lo que me habían quitado. Decidí que no iba a quedarme esperando a que las Abuelas encontraran a mi hermano. Yo tenía que participar de la búsqueda activamente. Así fue como en el año 2012 me reincorporé y ellas se encargaron de recordarme que lo nuestro tenía historia”, expresó en relación a una visita que hicieron Estela de Carlotto y Rosa Tarlovsky de Roisinblit -actuales presidenta y vicepresidenta de la organización respectivamente- a la casa de sus abuelos. “Estaban preocupadas porque una abuela tan mayor estuviera a cargo de una niña tan chica. Cuando ellas empezaron la búsqueda de sus nietos eran jóvenes. No era el caso de mi abuela”, explicó Adriana que en 1976 cuando sus padres fueron secuestrados tenía un año de edad y su abuela 65.

¿Cómo fue el momento en que te enteraste de los resultados del ADN?

Manuel Goncalves Granada -nieto restituido y parte de la organización- me avisóque estaba viajando a Mar del Plata y que iba a pasar a saludar y que me iba a traer un regalo. Cuando llegó, yo había preparado algo para picar. Veo que viene con las que yo llamo las ‘bolsitas de las buenas noticias’ -explica en referencia a las bolsas de telas con la estampa de la organización-. ‘Te traje un regalito de Abuelas. Adentro hay un regalo de todas las personas que te queremos’, me dijo. Lo abrí, sin los lentes puestos, y lo primero que veo es el 17 de abril de 1977. Todo lo que aparecía arriba y abajo, no lo entendía. Solo me dijo: ‘Lo encontramos’. Y ahí empecé a reír y a llorar. Según Manuel, nunca había visto a alguien llorar y reír con tanta intensidad a la vez. Me salió hacer un chiste ¡Ay, voy a salir a correr! Algo que en mi vida hice. Le conté a unas pocas personas, mis hijos, una amiga de mi madre, a Alicia Partnoy y a mi compañera de oficina de Abuelas. Iba caminando por la calle y pensaba, tengo una noticia hermosa para contar, que a la gente la va a alegrar, pero no se lo puedo decir. Me sentía casi egoísta, pero es por una causa fundamental: que la difusión de una restitución sea dada por quienes tienen la palabra autorizada para hacerlo, las Abuelas, con la herramienta de la conferencia de prensa. Me tuve que aguantar desde el sábado a las 15 horas hasta el lunes casi a la misma hora.”

Adriana afirma que nunca sospechó lo que se estaba gestando, que “el 140 es mío” como rezaban carteles festivos que levantó la familia durante la conferencia del pasado lunes. “Como parte de la organización, sé que Manuel Goncalves es el encargado de comunicar las noticias relacionadas al reencuentro de un nieto o nieta. Pero nunca sospeché o se me ocurrió pensar que venía a contarme esto, a pesar de la reiterada comunicación el viernes y sábado”, explicó.

El caso del ahora nieto 140 es uno de los cuales, según Adriana, se tenía bastante información: solo faltaba conocer dónde estaba el bebé apropiado. “Sabemos que nació en el centro clandestino La Escuelita, de Bahía Blanca, el 17 de abril de 1977. Que estuvo cuatro o cinco días con mamá y que después alguien se lo llevó. Hay nietos que recuperaron su identidad pero que no saben dónde o cuándo nacieron. Ahora el caso ya está completo porque sabemos que vive y conocemos su ubicación”, durante la conferencia de prensa del lunes, Adriana mencionó su temor de que el bebé no hubiera llegado a la vida adulta.

 

 ¿Qué recuerdo tenés de la búsqueda de tus abuelos?

Tengo el recuerdo de la búsqueda de un varón. Yo siempre supe que era hija de desaparecidos y que tenía un hermano. Crecí sabiendo qué les había sucedido a mis padres, que su ausencia no era por un accidente de tránsito o una enfermedad. En mi casa se hablaba de Raúl y Graciela, que embarazada de cinco meses habían sido secuestrados. No tenía ningún reparo en decir que vivía con mi tía por ser hija de desaparecidos. Todo esto previamente al testimonio de Alicia Partoney -sobreviviente del centro clandestino La Escuelita- que se vio forzada al exilio en Estados Unidos y desde allí hizo denuncias de lo que ocurría en Argentina. Pero también halló denuncias y pedidos de información que llegaban desde nuestro país al extranjero. Una de ellas era el testimonio de mi abuelo que busca a su hijo Raúl, a su nuera Graciela embarazada y que cuando se los llevaron dejaron a su hija de un año en brazos de un vecino. Alicia, como sabía con quién había compartido cautiverio, envió una carta a mis abuelos en la que cuenta que en ese centro clandestino había visto a mi papá, a mi mamá y también a María Elena Romero, hermana menor de mi mamá que fue secuestrada en febrero de 1977 y asesinada el 12 de abril del mismo año, enmascarado en un falso enfrentamiento armado. El testimonio de Alicia fue fundamental y por ella supimos que mi hermano había nacido. El relato se fue completando con la información que aportaron los sobrevivientes con el paso del tiempo. Siempre fue una búsqueda colectiva. Aunque Estela -de Carlotto- habla de que es un ‘milagro’, ellas fueron las que empezaron con estas búsquedas que hoy dependen de trabajadores del Estado nucleados en organismos como Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI) y el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) que hace todo el trabajo científico-técnico para que ese resultado esté. Es un trabajo totalmente colectivo, y así también es la alegría, que debemos compartir. El mensaje tiene que seguir circulando, porque nos quedan 300 por encontrar.”

 ¿Y cómo fue tu proceso de búsqueda para finalmente vivir el encuentro?

A la búsqueda había que darle una vuelta de tuerca para que una persona de casi 50 años, que tiene una vida establecida y sus problemas de lo cotidiano, encontrara elementos que le provocaran unclic y que se acerque a Abuelas. Aunque no soy muy inventiva, fui poniendo esos elementos a su alcance. Nunca me puse a pensar en qué iba a hacer o decirle cuando lo encontrara porque yo estaba centrada en la búsqueda. ‘Cuando lo encuentre veo cómo hacemos, cómo se da todo’, pensaba. Y si bien entendía que buscaba para encontrar, no lo había imaginado así. Hasta que finalmente sucedió y entré del brazo de Estela. Como estoy acostumbrada a estar del otro lado del escenario, sentía que me estaba perdiendo de algo. Sin embargo, nuestra historia era finalmente la protagonista y todo lo que hice fue para estar en ese lugar: al lado de Estela y con la foto de mis viejos.

 

¿Cómo se resolvió el caso de tu hermano?

Las denuncias e informaciones llegan a la organización de Abuelas de Plaza de Mayo y de allí son notificados CoNaDI que, a partir de todas las herramientas que tiene como organismo estatal, comienza una investigación. Ellos convocaron a mi hermano en abril y le plantearon que había elementos que hacían sospechar que podía llegar a ser hijo apropiado de desaparecidos, sin aclarar de qué grupo familiar y que la forma de saberlo es con un examen de ADN en el BNDG que almacena las muestras de la persona con dudas y el grupo familiar y en caso de coincidir, se activa el protocolo de notificación. Cuando estuvieron los resultados, se comunicaron con mi hermano. Me dijeron que llevó casi una hora y media esa conversación y que fue bastante fluida. El preguntó cuáles eran los pasos a seguir, que en esa instancia era avisar a su grupo familiar, a nosotros, sobre los resultados. Le dijeron que me iban a avisar a mí, su hermana, y que una vez que yo fuese notificada, él ya se podía contactar.

 

¿Cuáles son tus expectativas de aquí en adelante?

La conexión familiar va a ser un lío bárbaro porque somos un montón los Metz-Romero. Pero nuestra relación espero siga fluyendo como hasta ahora. Estamos en contacto por teléfono, le envié algunas fotos familiares y vamos charlando. Pero estoy muy ansiosa, atenta a responderle y me preocupo por demás si él ya me contestó o aún no. Me tengo que recordar constantemente que debo bajar un cambio y dejar que fluya.

Aunque pasaron pocos días entre el pasado viernes en que el CoNaDI notificó al nieto 140 de su verdadera identidad y el contacto con su hermana, en la conferencia de prensa Adriana dijo: “Entre que la muestra entró al banco hasta los resultados (de abril a julio) él tuvo tiempo de pensar y esto lo llevó a entrar en la página de Abuelas, a fijarse los grupos familiares. Había datos que lo hicieron sospechar de que su grupo familiar era éste, el nuestro”. Quizás, en la próxima restitución el nieto 140 esté parado sobre el escenario, dando respaldo a quienes vivan la feliz noticia. O quizás lo haga manteniendo un perfil bajo, sin exponerse mediáticamente. Pero Adriana logró completar su tejido familiar luego de 49 años gracias a la búsqueda colectiva.