Los rebusques de los clubes de barrio

Los rebusques de los clubes de barrio

Golpeados por la crisis y el ajustazo, los clubes de barrio buscan estrategias de supervivencia. Desde bodegones, hasta el alquiler de salones para fiestas, bautismos, incluso para actividades escolares. El objetivo es sobrevivir y mantener su esencia barrial.

Club Devoto Oeste. 

En una esquina de Palermo hay un club que hace la mejor milanesa de Buenos Aires. Sobre Uriarte y Honduras, el bodegón del Club Eros es una rareza de platos abundantes, tradicionales y baratos en un barrio repleto de turistas y opciones gourmet. Un espacio con 20 mesas sin manteles recibe a familias enteras, y los chicos hambrientos después de jugar al fútbol en la canchita del club se tiran sobre las paneras y la Coca Cola fría. Porque Eros antes que un bodegón es un club social y deportivo, que tiene canchas de fútbol, vóley y clases de tango. Y que, como muchos clubes de barrio en la actualidad, tuvo que ingeniárselas y encontrar la manera de mantenerse en pie. Sobre todo, cuando los aportes de los socios y la ayuda estatal no alcanzan.

Para el Club Gimnasia y Esgrima de Vélez Sarsfield (GEVS) en Floresta la situación es similar. El buffet devenido en bodegón representa cerca del 50% de los ingresos y es su principal fuente de recaudación. Desde que fue concesionado en 2016, se modernizó y duplicó la capacidad del salón principal. Sus platos abundantes, el bullicio de los comensales, los chicos del delivery que no dejan de entrar y salir, los mozos que van y vienen en un sin fin de idas y vueltas caracterizan a esta ya reconocida cantina.

Cuando los bolsillos de los vecinos están flacos por la inflación y los bajos sueldos, lo que se destina a esparcimiento y deportes disminuye. Los clubes de barrio tienen esto muy en cuenta y desarrollan estrategias para seguir brindando sus servicios, sin tener que excederse en el precio de las cuotas, lo que dejaría a muchos socios puertas afuera. Además del recurso de los bodegones, se suma el alquiler de los salones para cumpleaños, bautismos, aniversarios y bailes. También está el ingenio de hacer que estas estrategias se alimenten una a la otra para generar más rendimiento a futuro. A partir de la concesión del bodegón pudimos invertir en refaccionar el salón para poder alquilarlo y generar otra fuente de ingresos, de este modo multiplicamos la recaudación”, contó Fernando Penno, presidente de GEVS.

El club de Floresta, además, alquila sus espacios para que las escuelas realicen actividades de educación física. Penno comentó que “las escuelas utilizan los espacios cubiertos y las canchas. A cambio recibimos un dinero, que es muy escaso, pero lo más importante es hacer una obra social”.

La misma estrategia utiliza el Club Devoto Oeste, que también se preocupa por no dejar a nadie afuera. Nélida Adamenas, presidenta del club, explicó: Nosotros subsistimos por los socios y vecinos. Somos un espacio que fomenta la inclusión, si alguno no puede pagar la cuota lo entendemos porque conocemos el contexto. De todas formas, el dinero no alcanza para mejorar la infraestructura, tenemos lo que podemos y lo mantenemos con mucho esfuerzo”.

Por su parte Carlos Ortiz, vicepresidente del club, expresó: La cuota de socio, al ser una sociedad de fomento, sólo se destina al mantenimiento del establecimiento. Para continuar este proyecto, comenzamos hace algunos años a alquilar los salones que tenemos para celebraciones. Esto nos ayuda a seguir en pie». El club estima que los alquileres son casi el 40% de los ingresos, más que nada en verano cuando se dan más eventos.

Según Ortiz, también es fundamental una buena administración de los ingresos durante todo el año, ya que la temporada alta” de los clubes es en verano y en invierno se resiente la recaudación. Un balance bien regulado los ayuda a subsistir durante todo el año.

Una historia similar tiene el Club Varela Junior, que alquila su salón para fiestas y eventos, tanto diurnos como nocturnos. Según Viviana Sánchez, empleada administrativa, al ser un lugar pequeño no se pueden realizar grandes celebraciones, pero aun así logran alquilarlo: Incluso algunos profesores solicitan el salón para dar sus cursos, eso también nos sirve para financiar el club. Es fundamental para nosotros alquilar el salón para subsistir. Además, todos los años realizan un evento para recaudar fondos, que ayudan a mantener la infraestructura.

Para financiar el día a día también tenemos natación, tenis, cancha de fútbol y pádel que se cobra aparte de la cuota social, explicó Sánchez. En los últimos años, la institución renovó los vestuarios gracias al subsidio estatal que ofrecía el gobierno nacional para los clubes de barrio, hasta 2023. Según la trabajadora: Es un trámite muy burocrático. A veces te aceptan la solicitud y te dan la ayuda, en otras oportunidades eso no sucede. La verdad son más las veces que te dicen que no, que las que te dicen que sí”.

En el partido de San Miguel, provincia de Buenos Aires, hay un club que encontró otra manera de financiarse: Unión Fútbol Club ofrece publicidad en sus uniformes y en su cuenta de Instagram. Se trata de algunos sponsorsbarriales, que ayudan a mantener las actividades en pie. Al respecto Analía Picelis, entrenadora del equipo femenino de fútbol, expresó: Las chicas son las que consiguen los anunciantes, conocen algún negocio cerca del club y nosotros les damos la posibilidad de promocionarse. Por esto nos pagan un poquito por mes. Almacenes, negocios de ropa, ferreterías y casas de materiales eléctricos, son algunos de los comercios locales que el club publicita en sus camisetas.

Los clubes son un espacio de inserción y aprendizaje. Muchos niños y jóvenes acuden para hacer deporte pero también para ser parte, no es solo jugar, el club es más que eso. Por eso debemos cuidarlos y ayudarlos para que no desaparezcan, afirmó Osvaldo Jara, periodista y escritor especializado en clubes de barrio.

Boca está feliz

Boca está feliz

Tras semanas de incertidumbre, finalmente se celebraron las elecciones en el club de la Ribera y el oficialismo, encabezado por Juan Román Riquelme y Jorge Ameal, extendió su mandato hasta 2027. La voz del pueblo xeneize en una jornada histórica para la institución.

Juan Román Riquelme fue electo nuevo presidente del Club Atlético Boca Juniors al imponerse a la fórmula de Andrés Ibarra y Mauricio Macri por más de 14.000 votos de diferencia en los comicios de este domingo, en los que participaron 46.402 socios, cifra récord para el fútbol argentino. El temporal que azotó la Ciudad de Buenos Aires desde la madrugada no fue una traba para que los hinchas se acercaran a ejercer su derecho a voto.

“Tengo amigos que por la lluvia y el viento se les han volado los techos de sus casas, pero primero van a venir a votar y luego se ocuparán de eso. Porque el club es de los socios y no queremos perderlo”, dice Mariano, quien no pudo dormir la noche anterior por la expectativa de pisar el césped de La Bombonera por primera vez. Zulma, a pesar de su edad y su dificultad para caminar, recorrió más de 1.200 kilómetros desde Formosa hasta la calle Brandsen 805 y lloró de la emoción al entrar a la cancha. “Coincido con Román en que este es el partido más importante de la historia del club. Yo lo jugué y metí un golazo”, afirma en diálogo con ANCCOM.

El verdadero impedimento para que las elecciones se llevaran a cabo había sido la medida cautelar presentada por la jueza Alejandra Abrevaya a pedido de la oposición, que suspendía las elecciones debido a la inclusión de 13.000 socios en el padrón –de los cuales votaron 6.800–, supuestamente de manera irregular. La medida fue revocada por la Sala E de la Cámara Civil el pasado lunes. “Esto es democracia y nosotros tenemos que decidir lo que queremos para el club. No la justicia, una jueza, una gerencia, un qatarí, ni nadie”, asegura Lucas, que vive un domingo soñado junto a su esposa y su hijo de dos años. “Fue una lástima ensuciar tanto la situación. Si hubiésemos votado en primera instancia, los resultados serían los mismos, porque la gente sabe lo que quiere”, agrega Ana, quien también se acercó a votar con su familia.

“Yo quería votar antes, pero la gente que hoy va perder no quería. La experiencia de hacerlo en la cancha fue bárbara, salvo cuando apareció un señor que se tiene que ocupar del país y hoy vino porque lo mandó su jefe”, expresa Arnaldo, socio del club desde el año 1966. Alrededor de las 10, el presidente de la Nación, Javier Milei, socio activo N° 76.296, accedió a la carpa A, donde sufragó en la mesa 19. El mandatario fue insultado por decenas de hinchas, tanto al ingresar como al salir, un hecho que fue repudiado por Mauricio Macri, que no participó del acto eleccionario porque viajó a Arabia Saudita por el Mundial de Clubes, en su carácter de presidente de la Fundación FIFA.

Entre las figuras de la oposición que sí se hicieron presentes estuvieron Martín Palermo, máximo goleador de la historia de Boca, ovacionado al momento de ingresar al estadio; Rolando Schiavi, ganador de nueve títulos con la camiseta azul y amarilla; Daniel Angelici, exmandamás de la institución entre 2011 y 2019, y el candidato Andrés Ibarra, cuya llegada despertó el canto “el club es de los socios” entre los hinchas.

Del oficialismo se los pudo ver a Raul Cascini y Marcelo “Chelo” Delgado, ex jugadores e integrantes del Consejo de Fútbol, y a Ángel Clemente Rojas, gloria xeneize de la década del 60. Rafael Di Zeo, jefe de La 12, también se acercó a emitir su voto.

Todo se descontroló cuando Juan Román Riquelme apareció en La Bombonera. Al ídolo se lo vio rodeado de una multitud de hinchas y todos cantando al ritmo de “soy bostero / es un sentimiento / no puedo parar”. “Venimos por Román, solo por él”, sintetiza María, quien sintió la necesidad de votar por primera vez, a pesar de que es socia desde 1997. El suyo fue uno de los 30.318 votos que convirtieron a Riquelme en el presidente más votado de la historia del fútbol argentino.

En estas elecciones, no solo estaba en juego quién conduciría al equipo más popular del país, sino también la disputa entre club de fútbol, tan arraigado en la idiosincrasia argentina, y el modelo de sociedades anónimas. “Son dos modelos muy distintos. Quiero que Boca siga siendo Boca, que no se convierta en el PSG. No podemos perder nuestra identidad”, subraya Florencia. Un poco más allá está Carlos, que llegó desde Berazategui en su bicicleta, la misma con la que pedaleó más de 2.600 kilómetros hasta Río de Janeiro para alentar a Boca en la final de la Copa Libertadores de este año. “Boca fue, es y será popular –sostiene–, no algo para que vengan a hacer negocios”.

Cae el sol en el barrio de La Boca y los hinchas se reúnen en la puerta del búnker de Riquelme, ubicado en la terminal de la línea 53, sobre las calles Irala y Aristóbulo del Valle, justo frente al estadio. Se vive un clima festivo, a pesar de no conocer aún números oficiales. Las elecciones pasan a un segundo plano y solo se canta por el sentimiento a los colores.

“El socio viene a votar por amor al club. Nosotros nos debemos a esto, no importa el poder político que esté enfrente. Queremos mucho a Boca y siempre vamos a acompañar. El hincha es lo más sagrado que tenemos. El club vive por y para ellos”, resume Matías, socio activo desde 2007, el mismo año en el que el Xeneize ganó su última Libertadores con Riquelme como jefe futbolístico del equipo.

“Venimos porque Boca es el movimiento popular más grande del país. A nosotros nos gustan los colores, del resto que se encarguen los de arriba”, dice Diego, integrante de la peña Corazón Boquense de la localidad de Ucacha, provincia de Córdoba. Mientras van apareciendo los bombos, las trompetas, se encienden las primeras bengalas y comienzan los festejos que se extenderán hasta la madrugada, Diego confirma lo que cualquiera puede notar sólo con ver las caras: “El hincha de Boca está feliz”.

Estrena México 71

Estrena México 71

El jueves 14 de diciembre estrena «México 71», una película documental que recupera la hazaña de la primera Selección de fútbol femenino que jugó un Campeonato Mundial y le ganó a Inglaterra, nada más y nada menos, que por 4 a 1 en el Estadio Azteca. Estará en cartel en el Cine Gaumont. Sus directoras Carolina Gil Solari y Carolina Fernández hablan sobre la importancia de reivindicar y visibilizar esta historia que no fue contada. Ambas nos cuentan detalles de cómo fue filmar este trabajo tan importante para nuestra historia del fútbol junto a nuestras pioneras. Escuchá la nota y cantalo, cantalo, cantalo, cantalo…

La Bombonera late pero no vota

La Bombonera late pero no vota

Las elecciones, por ahora suspendidas, tienen en vilo al pueblo xeneize y también al resto del país. La punta del lanza de las Sociedades Anónimas Deportivas y la utilización del fútbol para hacer política nacional.

Las elecciones en Boca no se realizaron este domingo y sobre el campo de juego de La Bombonera, donde estaba todo preparado para que los socios asistieran a votar, reina la incertidumbre. Después de acusaciones cruzadas, denuncias, artilugios legales y una audiencia que de negociación tuvo poco, no hubo bandera blanca entre el oficialismo, encabezado por el máximo ídolo del club, Juan Román Riquelme, y la oposición, liderada por Andrés Ibarra y Mauricio Macri, expresidente de la institución. El domingo hubo una multitudinaria marcha de hinchas, encabezada por el ídolo y actual vicepresidente, para exigir la realización de los comicios y el lunes, la jueza Alejandra Abrevaya, que las había suspendido la semana pasada, decidió apartarse de la causa.

Todo comenzó en la madrugada del martes, cuando la jueza a cargo del Juzgado Nacional N°11, Alejandra Abrevaya –curiosamente hermana del legislador del Pro Sergio Abrevaya-, decidió suspender la votación a causa de “irregularidades y anomalías en el padrón”. El fallo, firmado a la 1:14 AM, hace lugar a la denuncia presentada previamente por el propio Ibarra, en la cual acusa a la actual conducción de haber pasado 13.364 socios adherentes a la categoría de activos, es decir con derecho a votar, entre agosto y noviembre de 2021. Este viernes, la comisión directiva apeló la medida cautelar impuesta por la magistrada. Si se respetan todos los plazos judiciales, no sólo no se votará el domingo, sino que parece imposible que los comicios se lleven adelante el 17, último día disponible para hacerlo.

La carrera por presidir al club más popular del país parece estar lejos de su línea de meta. Ambos aspirantes representan dos idiosincrasias completamente diferentes: de un lado administrar a la institución como si fuese una empresa, del otro conducirla como un club social y deportivo de primer nivel mundial.

Es la política, estúpido

“Boca está metido en la política nacional y hace mucho más ruido que los demás equipos”, dice el periodista Ezequiel Fernandez Moore y explica que esto se ve reflejado en que, gracias a una muy buena gestión al frente de la institución, Macri logró posicionarse políticamente hasta convertirse en Presidente de la Nación. En cambio, Rodolfo D’Onofrio, exmandamás de River, a pesar de sus aspiraciones, ni siquiera llegó a ser diputado.

Sería ingenuo pensar que el triunfo de Javier Milei en las elecciones nacionales, no impactará en los comicios xeneizes. El libertario, quien confesó que ya no era hincha del club después del regreso de Riquelme como jugador, una decisión populista desde su punto de vista, es el principal aliado del creador del Pro. Además, afirmó que si Martín Palermo asume como director técnico del club –tal como propone la oposición- volvería identificarse con la azul y amarillo. Mientras tanto, Riquelme es cercano a Sergio Massa, hoy desaparecido de la escena política luego de su derrota electoral.

“Durante el Macrismo, Boca fue colonizado por un partido político que es el Pro”, asegura Fernandez Moore. Entre los integrantes de la actual lista opositora, se repiten varios nombres de la facción que gobernó la institución entre 1995 y 2019. También se destaca la presencia de Mario Pergolini, ex vice de Jorge Ameal. Para Fernandez Moore no es lo mismo si el presidente es un ídolo popular o un candidato político: “Sin Macri, pasa a ser un club sin tanto discurso político”, comenta.

Es la económica, estúpido

“Quieren que Boca sea el primer club privado de la Argentina y que no se vote nunca más”, advirtió Riquelme en los últimos días en referencia a los objetivos de la oposición. Es conocida la postura de Macri a favor del sistema de Clubes Sociedades Anónimas, similar al modelo inglés. “Cada club debe poder elegir cómo quiere organizarse. Si creen que lo mejor es convertirse en SAD hay que dejarlos”, declaró recientemente en la presentación de su fórmula. Macri no pudo imponer la discusión de las SAD cuando Julio Grondona conducía la AFA en 1999. Perdió la elección 39 a 1. Tampoco cuando ocupó la Casa Rosada entre 2015 y 2019.

“Los históricos equipos británicos han cedido sus potestades a favor de los núcleos económicos dueños del mundo. Allí hay concentración de capital y recursos, lo que da más posibilidades dentro del campo de juego”, plantea el periodista y escritor Ariel Scher.

La Premier League es uno de los mejores espectáculos del deporte mundial. Incomparable a la Liga Argentina, en la que 28 equipos juegan en cualquier día, a cualquier horario y, muchas veces, en estadios semivacíos. Si sumamos los cambios de reglamento sobre la marcha, los ascensos sospechados y los arbitrajes bajo la lupa, pareciera que estuviésemos hablando de dos deportes completamente diferentes. Ahora bien, ¿la única solución es entregar a estas instituciones sociales con patrimonios centenarios y un capital simbólico imposible de monetizar, a la voracidad del mercado?

“La Argentina tiene una tradición de resistencia a ese modelo, que va en sentido contrario a lo que plantea Macri, quien en caso de lograr un lugar preponderante en la institucionalidad de Boca, representaría un respaldo para el modelo de organización de los clubes bajo la lógica del mercado”, explica Scher.

Ante la consulta de ANCCOM, Diego Lajst, quien ocupará el cargo de protesorero en caso de producirse un triunfo opositor, afirma que: “Boca es y será una asociación civil sin fines de lucro por siempre. No creo que este el contexto dado en el fútbol argentino para la implementación de las SAD. Se necesitaría una ley nacional y la AFA rechazó la moción para modificar el estatuto”. El exsecretario general de la Asamblea de Representantes cree que Ibarra representa el cambio que necesita el club, el cual se encuentra bajo “el relato riquelmeano”.

Trabajo social

“Creemos que los socios quieren seguir siendo un club de fútbol, social y deportivo, sin fines de lucro, como fue creado. Estamos ante gente que viene por otra cosa. Algo que no es ilegal ni monstruoso, pero que simplemente no nos representa. No tiene que ver con nuestra identidad”, expresa Alejandro Veiga, integrante de la lista oficialista. “Volvimos a tener deportes amateurs, a la gente dentro del club, a más de 200 chicos becados en la colonia de vacaciones. Estos son objetivos que las SAD no se pueden permitir porque solo buscan ganar plata. En Boca se hace un gran trabajo social, el cual se deberá profundizar en los próximos cuatro años”, cuenta el candidato a vocal a ANCCOM.

“Es sabido que Riquelme y Macri se odiaron toda la vida, pero Román realmente piensa que el club estaba siendo utilizado antes de su llegada, no es un relato”, dice Marcos Bonocore, cronista de Boca en TNT Sports. A eso se refiere el 10 cuando declaró que en estas elecciones, el socio debe elegir entre ser un club de fútbol o que lo usen para hacer política. “Las SAD tienen cosas positivas en cuanto a desarrollo, pero lo más importante es que el club sea auténticamente de los socios y que no se convierta en un trampolín para otras cuestiones”, sostiene Bonocore.

 Si bien es apresurado catalogar estas elecciones como claves para el futuro del deporte madre nacional, si ponen en escena un juego de opuestos al que la sociedad deberá acostumbrarse. Riquelme expresa una relación de cariño y preocupación para con el club. Su victoria sería un guiño al modelo que sostiene a los clubes como espacios de pertenencia y a los socios como sus verdaderos dueños. Si Macri pusiera un pie en el fútbol argentino de nuevo, significaría dejar sin llave la puerta de ingreso para jeques árabes, estadios ultramodernos y capitales extranjeros. El partido que mantiene en pie de guerra al Mundo Boca aún no tiene fecha y todo parecería indicar que se realizaría bien entrado el 2024. Mientras tanto, La Bombonera no va a latir y, por ahora, tampoco va a votar

En Fiorito, Diego sigue siendo Pelusa

En Fiorito, Diego sigue siendo Pelusa

Los vecinos y amigos del barrio de Maradona lo siguen adorando con la alegría del primer día. A tres años de su muerte, proliferan anécdotas y recuerdos. Todos lo conocieron desde la cuna.

Pancho Torres, amigo de la infancia de Diego.

Pancho Torres, amigo de la infancia de Pelusa.

A pocas cuadras del Puente La Noria, desde el Camino de la Ribera, la calle Larrazábal se extiende hacia el interior de Lomas de Zamora. Es como un angosto túnel del tiempo, que al cabo de unos minutos traslada a los transeúntes a un mundo en el que Diego Maradona sigue vivo. 

Para los vecinos, él nunca se fue, ni siquiera cuando murió el 25 de noviembre del 2020. En la tierra santa de Villa Fiorito, su rostro aparece en las fachadas de casas, clubes, centros culturales y comercios, no solo como homenaje al jugador más grande de la historia, sino también como reflejo de la identidad barrial. 

El potrero donde transcurrieron sus primeros partidos fue tomado y ahora hay una decena de casas. Sin embargo, aún se mantiene otra de las canchas en las que jugó, ubicada en la esquina de Larrazábal y Chivilcoy. Allí se encuentra Estrella Roja, la primera institución en la que compitió Maradona.  

Junto a la entrada del club, un mural gigante muestra el cartel de la Estación Fiorito, tal como quedó después de que le reemplazaran las letras I y O por un 10. A su lado, un Diego de apenas 11 años mira tímidamente hacia el frente, mientras a un costado el futbolista ya consagrado celebra con la Copa del Mundo en una mano y la medalla en la otra. 

La cancha de Estrella Roja está rodeada de casas que se separan del campo de juego solo por unos centímetros. En los extremos antes estaban los arcos del potrero ocupado, pero el paso del tiempo los deterioró y ahora hay dos nuevos, de color celeste y blanco. 

Dentro de la cantina, Pancho Torres limpia la barra. Las paredes del lugar están repletas de imágenes de Diego, casi como si fuera una parroquia y no una entidad deportiva.

-Siempre viene mucha gente a hablar y yo lloro porque lo conocí de pibe — declara Pancho entre  lágrimas. 

Los caminos del cantinero y el futbolista se cruzaron a principios de la década del 70, en la vera del Río Matanza – Riachuelo. Torres estaba cazando pájaros, cuando vio que el cuarto hijo de los Maradona se acercaba con una gomera en la mano. En cuanto lo divisó, se tiró al suelo y gateó entre los arbustos hasta que lo tuvo a unos metros. 

-Pelu, dame la gomera o te tiro — amenazó Pancho, mientras apuntaba con el elástico de su arma rudimentaria al rostro del niño. Diego dudó durante unos segundos, pero acató la orden.

Con el tiempo, el robo quedó en el olvido y se volvieron amigos. Cuando no jugaban al fútbol, iban al basural conocido como La Quema a revolver montañas de residuos buscando algo para comer o llevarse a la casa. Es que Villa Fiorito estaba signada por la pobreza y los esfuerzos de los vecinos para sacar adelante un barrio al que el Estado jamás había llegado.  

La situación era tan precaria, que los vecinos cuentan que a la hora de buscar trabajo no podían decir que vivían en esa zona del conurbano bonaerense. Solo aparecían en los diarios cuando ocurría algún crimen. 

Por ese motivo, la gloria de Maradona fue vivida como una reparación histórica:

-Con su forma de jugar al fútbol hizo conocer a Fiorito en todo el mundo, demostró lo que puede surgir de un pibe así, de la villa. Este pibito cruzó todos los límites, como la música que no tiene fronteras, él tampoco tiene fronteras —sostiene Pancho—. Me siento re orgulloso de Fiorito, de lo que es él, que nunca se le fue la villa de la boca. No se disfrazó de nada, no se regaló con nadie, ni se arrodilló delante de nadie.

Torres vive en el club. Allí guarda alguno de los tesoros que heredó de su amigo, como una campera y un par de zapatillas Puma usadas por él.

-Yo a veces hablo con Pelusa. Acá lo conocen todos, pero yo tuve la oportunidad de conocerlo, de darle la mano —confiesa—. Yo lo saludo, le digo “Buen día, Pelu”. 

La casa en la que se crió Maradona está a unas cinco cuadras de Estrella Roja, en Azamor 523. Se esconde detrás de unas rejas sobre las que cuelgan algunas banderas y de dos árboles que custodian el camino que conduce a la puerta.

Sobre el frente de la construcción, la cara de Diego aparece con la mirada puesta en el infinito. De su cabeza se desprenden los rayos de una luz que le da una imagen santificada, confirmada por la inscripción ubicada en la parte inferior de la pared, en la que se lee “La casa de D10S”. 

A mí a veces me preguntan por qué no tengo un tatuaje. A él lo llevo siempre en la cabeza y en el corazón— confiesa Vaca.

Son las doce del mediodía y junto al antiguo hogar del astro futbolístico, “Vaca”  atornilla el panel interno de la puerta de su  auto. Él fue otro de los primeros testigos de la magia maradoneana. 

-Nos criamos juntos, crecimos juntos. Jugábamos acá en la calle —comenta—. No teníamos idea de lo que podía llegar a ser. Él es quien es también por el papá, por el sacrificio del papá, que venía de trabajar y lo llevaba a La Paternal. A veces no quería ir, pero era de agarrarlo y llevarlo. 

Al igual que Pancho, cada vez que se refiere a Diego, lo llama Pelusa. Es como si hubiera dos Maradona: el prócer y el humano. Al primero le respetan el nombre de su documento; con el segundo usan el sobrenombre del chico que cazaba ranas a la vera del río.

—A mí a veces me preguntan por qué no tengo un tatuaje. A él lo llevo siempre en la cabeza y en el corazón— confiesa Vaca.

Sus palabras reflejan los sentimientos no solo del barrio que vio crecer al dios argentino, sino también los de todos aquellos que se aferraron a Maradona cuando no había más que palos y pobreza. Es por eso que su sonrisa se repite una y otra vez en las paredes de Fiorito, porque en su alegría se consolidaba la de las clases populares. Se trata de una impronta que ya quedó sellada en la memoria histórica y que nadie podrá borrar jamás. 

La pasión también puede ser silenciosa

La pasión también puede ser silenciosa

Los jabalíes, la Selección Argentina de futsal de sordos, se prepara para el Mundial de Brasil. Le faltan fondos para poder viajar.

Una columna de personas con pecheras naranja flúor cruza la Avenida San Martín trotando desde la diagonal Tinogasta. A la cabeza va un entrenador que marca los pasos con un pitido. Se dirigen hacia el Club Comunicaciones.

Pasando una garita de seguridad, el verde impregna los ojos. Las luces de las canchas están altas y el cielo nocturno parece abrirse. Gritos de gol, arengas, risas jóvenes y el humo de un asado. Un pulmón de ocio en una ciudad gris. La última cancha pasando el buffet está más callada. No hay gritos: reina el sonido de los zapatos contra el brillante, aunque empolvado, pavimento deportivo.

Remeras azul francia con el logo oficial de la AFA forman grupos en la cancha. Ezequiel Toth, entrenador de arqueros, y el director técnico, Pablo Artesi, practican con dos jugadores en un arco. Manuel Giles y León Savia, ayudantes de campo, cambian de lugar conos y triángulos de plástico al otro lado de la cancha. En el arco contrario, diez jugadores se ubican lado a lado.

“En esta corrida buscamos intensidad”, indica el preparador físico, Lucio Caloni. A unos metros está Natalia González, intérprete de lengua de señas de la Selección Nacional masculina de futsal de sordos, Los Jabalíes. Lucio pregunta si hay alguna duda, los chicos lo miran a él, sin necesitar traducción, y niegan la cabeza. Cuando Lucio se da vuelta para alejarse unos metros, los capitanes del equipo se preguntan cuántos sets son.

En un entrenamiento sonoro, Lucio hubiera chiflado para dar inicio. Sin embargo, acá mueve la mano a los costados, reclamando atención y buscando las miradas de los chicos. Los jugadores se ponen en sus marcas sin perder de vista al preparador. Lucio levanta un cono blanco y el equipo corre hasta la última línea. Vuelven ajetreados al inicio. El preparador saca de abajo de su brazo un cono amarillo y el equipo corre a la línea más próxima. Entre ambas metas, hay otra línea, que identifican con conos rojos.

Lo que hubiera sido un “¡dale! Más rápido”, Lucio lo replica con un virulento agite de mano y un grito que no emite ningún sonido. El ejercicio se repite por diez minutos. En los primeros piques, los jugadores casi no muestran cansancio. Al acercarse a la línea de llegada, algunos sonríen dejando ir un poco de aire.

Lucio, con el ritmo cardíaco intacto, está satisfecho y da por terminada esa parte de la entrada en calor. Algunos ya están rojos, en especial el jugador más joven. El preparador acompaña una respiración profunda con las manos: que se tomen dos minutos para descansar. No necesita llamar a Natalia para comunicar eso. Les da palmadas a los que pasan cerca. Manuel llama con un movimiento de “hola” a uno que, de tan agitado, respira por la boca. Le corrige la posición de la pierna para correr. El jugador de 20 años lo mira atentamente y copia el movimiento.

Todos se acercan a uno de los costados de la cancha. Manuel agarra una pizarra con la cancha ilustrada y fichas magnéticas. Mientras habla, muestra estrategias de ataque y zonas para construir un gol. Habla rápido y los mira a los ojos, con cuidado mueve las fichas. En cada oración, se detiene y mira a Natalia, cediéndole la palabra. Con seriedad nerviosa trata de descifrar si entendieron.

Los jugadores miran el tablero y las señas que hace Natalia González de manera intermitente. Sin afectar su concentración, se rascan la cara y se espantan mosquitos. León, el otro ayudante, toma la posta de la explicación. Habla lento, Natalia lo traduce en simultáneo. “Bueno, vamos a jugar”, propone emocionado.

Revuelve dentro de una bolsa. “Mirá lo que es esto”, suelta indignado mientras levanta una tela desgastada y apenas cosida. “Manu, andá pedirle más pecheras a Sergio, que estas son una poronga”, grita resignado. Los dos defensores se acercan a pedir otras indicaciones y Savia llama con ligera ansiedad a la intérprete.

Manuel va al arco y Savia y Natalia se quedan sobre la línea del costado, observando. No pasan dos minutos y el entrenador detiene el juego para corregir a uno de los jugadores más grandes, de 26 años. “Tomá el medio”, dice mientras agita las dos manos armando un corredor. El jugador asiente, con visible confusión.

Empieza a correr, pero no toma el medio, así que León entra a la cancha. Natalia también: traduce en el centro para que todos la vean. Ahora la idea se entiende. Se reanuda el juego y el equipo se desliza con fluidez al área de gol. Manuel aplaudió en silencio y exageró una expresión facial de suficiencia.

Irrumpe el traqueteo del tren Urquiza. En la cancha, las indicaciones son en un tono bajo. Alcanza sólo con que Natalia las escuche. Prima el sonido del golpe de la pelota y el rechinar de los botines en el pavimento. Se escuchan lejanos los gritos de las canchas no-silentes. Manuel sale del arco con las manos en alto: “¡Una corrección!”. Llama a Natalia y se mueve por la cancha, explicando posiciones.

Reanuda la jugada. Esta vez, el ataque es firme. Savia indica que uno de los jugadores se cierre más. Manuel no logra atajar. Los chicos dejan escapar un grito. No pueden ocultar la alegría y se abrazan. En la línea Savia y Natalia se ríen. “Te gustó esa, ¿no?”, pregunta el entrenador con orgullo compartido. Mientras se acomoda los lentes, Natalia responde sarcástica: “Ya no me necesitan, ¿eh?”. Con cierto temor, León se apura: “No, no; por favor nunca te vayas”.

Hacen una pausa y un jugador de 22 años se acerca a Savia. Se señala la rodilla con recelo. El ayudante abre los ojos en alarma. Natalia traduce: desde hace unos meses le duele y tiene miedo de lesionarse. No puede dejar de pensar en el V Mundial de Futsal de Sordos a jugarse en San Pablo. Los jabalíes clasificaron, pero a semanas de tener que viajar, no cuentan con los fondos para hacerlo. “La AFA sólo nos da ropa y diez pelotas”, cuenta el director técnico con la mandíbula tensa y frustración en los ojos. Igual siguen dejando el aire en el predio porque mantienen la esperanza.

Savia mira preocupado, respira contemplativamente y le dice: “Jugá sin miedo. Si te lesionas en la cancha, te lesionas jugando”. Dejar todo en la cancha como si en esos breves metros encontraran un poco más de sentido en la vida. Los hombros del chico se relajan: el secreto se evapora sin romperle la ilusión de una posibilidad. Vuelve correteando a la cancha. Es ahora o nunca. Los botines intentan llegar hasta Brasil.