Charly García te espera en la esquina

Charly García te espera en la esquina

Con motivo de los 40 años que cumple «Clics Modernos», Nueva York bautizará con el nombre del músico argentino a la esquina donde se realizó la foto de tapa del emblemático disco.

En 1983 Carlos Garcia Moreno se mudo una temporada a Nueva York junto a su representante Daniel Grinbank para trabajar en el Electric Lady Studios, fundado por el gran Jimi Hendrix. Allí grabó casi todos los instrumentos de su segundo disco solista: pianos, teclados y guitarras, aunque contó con la colaboración de algunos músicos como Pedro Aznar en el bajo (quien por entonces integraba Pat Metheny Group) pero que también había sido miembro de Serú Girán. La gran novedad fue la incorporación de la batería electrónica Roland TR-808, una de las primeras cajas de ritmos programables.

 La producción de lo que iba a llamarse originalmente Nuevos Trapos cambió cuando García, caminando junto al fotógrafo Uberto Sagramoso en búsqueda de una pared para grafitear, se encontró una silueta oscura, pintada por el artista callejero canadiense Richard Hambleton, que le recordó a las que portaban durante una marcha a las Madres de Plaza de Mayo y otros organismos de Derechos Humanos. Esta silueta estaba acompañada de la leyenda en inglés “Modern Clics” frase que traducida al español le cerraba perfecto al músico y compositor para lo que quería expresar en sus canciones.

Volver a las pistas

Con el regreso de la democracia, el rock nacional convocó a la juventud a las pistas de baile. Sus letras eran el reflejo del cambio de época que se estaba viviendo: la sociedad ya no tenía miedo de expresarse libremente después de los años oscuros de la última dictadura cívico-militar. Como explica el músico Sebastián Furman, “Clics Modernos está hecho por canciones que parecen más bailables aunque también tienen un trasfondo muy oscuro por ser compuestas en dictadura. Entonces combinan un sonido moderno y a la vez una cosa muy de la Argentina tanguera, por lo que muchos dicen que es el mejor disco de la historia nacional”.

El autor del podcast La canción sin fin, producido por Futurock y donde se describe y analiza la obra de Charly García, explica que en el disco “se respira libertad, algo de lo que vendría y algo de lo que pasó. Fue muy especial la época en la que salió”. El 5 de noviembre de 1983 fue la fecha elegida para su lanzamiento, un mes antes de que los militares se retiraran del poder. El 15 de diciembre de ese año se presentó oficialmente en el Luna Park. Canciones como “Nos siguen pegando abajo” o “No me dejan salir” son una referencia al periodo de oscuridad que atravesó Argentina pero también manifiestan ese espíritu de celebración digno de la transición democrática.

Aniversario

Para festejar el 40 aniversario de Clics Modernos la intersección de Walker St. y Cortlandt Alley en el barrio de Tribeca, en Nueva York, pasará a llevar oficialmente el nombre de “Charly García Corner”. Allí, en pleno Manhattan fue tomada la foto que ilustra la portada de Clics Modernos, el segundo disco solista de Charly Gacia lanzado hace 40 años.

El reconocimiento será posible gracias al trabajo del actor y director Mariano Cabrera, radicado en Estados Unidos y al consulado argentino que trabajaron junto al Departamento de Transporte de la ciudad estadounidense para que esa esquina sea bautizada. En la actualidad esa pared de la zona de “lower manhattan” le pertenece a un hotel importante.

 Como parte de la inauguración brindaran un show de media hora Hilda Lizarazu, quien hizo coros en la banda de Charly García entre los años 1989 y 1993, Alfie Martins y Fabián “Zorrito” Quintiero en los teclados junto a dos músicos chilenos que integraron The Prostitution la última banda conocida de Charly García: Toño Silva y Kiuge Hayashida.

Furman entiende que las canciones de García están vigentes aún 40 años después por que asegura que tienen un trabajo, profundidad y desarrollo meticuloso, que están compuestas con amor, dedicación y creatividad, y cree que “las cosas que se hacen bien son las que perduran”.

«Entendemos la muerte como una parte de la vida»

«Entendemos la muerte como una parte de la vida»

Las comunidades quechua, kolla y aymara celebraron el Día de los Difuntos en el Cementerio de Flores para homenajear a los ancestros. Hostilidades y discriminación por parte de la Policía de la Ciudad.

La celebración comienza el 1º de noviembre en las casas de las familias donde se prepara una mesa para recibir a los ajayus, las almas de sus difuntos.

Cada 2 de noviembre el Cementerio San José de Flores se convierte en el espacio de una masiva celebración ancestral. Este año no fue la excepción y, a pesar de la lluvia torrencial, muchos se acercaron a celebrar el Aya Markay Quilla -en quechua-, Ajayu Uru -en aymara-, o Día de los difuntos en castellano.

Para las tres de la tarde las florerías linderas se encontraban abarrotadas de familias. De  identidad quechua, kolla y aymara, residentes en el sur de la ciudad desde hace décadas, conseguían las últimas ofrendas. En la entrada, un operativo del Gobierno de la Ciudad las obligaba a separarse al grito de “hombres por este lado, mujeres por allá”. Luego les hacían un “cacheo” mientras “les pedían” que abran sus camperas. Como el año pasado, no permitieron ingresar ningún tipo de bebidas.

Debajo de un gazebo, Frida Rojas recibía a los familiares con un abrazo y una cálida sonrisa. Forma parte de la Mesa del Aya Markay Quilla que, según se leía en un volante,  “se creó para la difusión y el (re)conocimiento de la ceremonialidad funeraria y cosmovisión de los pueblos andinos, y para denunciar los atropellos de las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires”.

“No se puede controlar el sentir, ¿cómo vas a controlar lo que siente la guagua? Esto no es una fiesta folclórica, no es un recital, no están yendo a la cancha, vienen a visitar a sus ancestros”, contó Frida. Su mirada dulce se detenía sobre los rostros de ancianas que caminaban junto a sus nietos, y agregó qué “algunos vienen tristes, otros alegres, están mojados, empapados, pero igual vienen. Nos expresamos desde el convencimiento de entender la muerte como una parte de la vida”.

Compartir con los otros es uno de los pilares de las celebraciones. Todos los años empiezan el 1º de noviembre en las casas de las familias que reciben a los ajayus, las almas de sus difuntos, que luego despiden en el cementerio al otro día. “Las esperamos al mediodía, momento de complementariedad y equilibrio. Cuando llegan vienen con mucha sed, entonces se toman su chichita, una bebida ancestral proveniente del Incario que se prepara en ocasiones especiales”, explicó Frida. 

A su lado, sobre una mesa en la entrada al cementerio, se ubicaban las masas con distintas formas mitológicas, figuras humanas, celestiales, animales. También las llevaban los familiares en bolsas y cajas para agasajar a las almas en las sepulturas. Eran tantawawas y urpus, “la forma de expresar todo lo que está en el Ukupacha, en el Kaypacha y en el Hananpacha: los tres niveles de nuestros pueblos ancestrales”, comentaba Frida. 

Otros años, el GCBA limitó la cantidad de comida que podían entrar. Esta vez, para ingresarla pidieron desarmar bajo la lluvia los preparativos envueltos para que “los revisen”. Además, la de Ciudad tampoco habiltó más de una entrada y dejó una única salida por avenida Castañares. ”Son prácticas de discriminación y racismo que vulneran nuestros derechos”, denunciaron desde la mesa del Aya Markay Quilla.

A pesar de todo, las familias pudieron encontrarse. Cubiertas por pilotos, camperas, bajo paraguas o grandes sombrillas, recorrieron el cementerio. Luego de ubicar la sepultura de sus parientes, rezaron, armaron la mesa con fotos, guirnaldas violetas y negras, flores, tantawawas y otros alimentos para los difuntos.

Durante la jornada, se escuchaba a una banda combatir la lluvia con sus melodías. El nombre del grupo se leía impreso en un gran tambor: “Lakitas Kamanchaca. Río de la Plata”.

“Venimos porque es una oportunidad única. En el contexto de los rituales la gente conoce la música, la valora. Además, nos gusta aportar para que las familias puedan tener música en vivo. Suelen pedirnos canciones que le gustaban al difunto”, contó Antonio Doval, uno de los diez integrantes. Sobre el estilo músical, que proviene del norte de Chile, explicó que “se relaciona a la cosmovisión andina de reciprocidad. Para tocar sí o sí se necesitan al menos dos personas porque cada instrumento de viento tiene la mitad de las notas”.

La banda se acomodaba en una ronda. Las manos resbalosas por el agua agarraban las lakitas, similares a los sikus, que hacían sonar luego de una campana, junto a platillos y el ritmo de la percusión. Lo que Frida nos decía más temprano se materializaba en cada sepultura que visitaban: “La música también es dar, es compartir algo hermoso”. Al finalizar, recibían en agradecimiento tantawawas y alguno respondía “hasta al año que viene”.

Lo comunitario y la forma de expresión desde “el hacer”, el trabajo manual como acto de amor y forma de mantener viva la memoria, en el centro de la celebración. Así lo destacó Frida: “Lo esencial es estar juntos. Si comparto mi tristeza, voy a sentirme mejor para curar la ausencia. Si vos te alegras, yo me alegro, si me sonríes, voy a sonreír también. Sabemos que estar acompañados es mejor, por eso es tan importante reunirnos”.

Santoro gigante

Santoro gigante

El Museo Nacional de Bellas Artes exhibe «Panorama. El teatro de la memoria», una muestra de Daniel Santoro. Una de ellas, de 30 metros de largo, puede observarse con una perspectiva de 360º.

Panorama. El teatro de la memoria en el Museo Nacional de Bellas Artes es la primera muestra del artista argentino Daniel Santoro en esa institución. La exhibición está compuesta por una obra de treinta metros, diversos trabajos en tinta sobre papel, sus cuadernos personales de trabajo diario y un dibujo en carbonilla que Santoro realizó previo a la inauguración sobre una de las paredes de la sala.

En el segundo piso, en un recinto cuadrado, se encuentra un dibujo continuo de treinta metros que se despliega a lo largo de las paredes en veinte módulos de 80 por 150 centímetros cada uno. Es un panorama y tiene la particularidad de poder ser visualizado en 360 grados, lo que genera una experiencia inmersiva (se lo puede ver desde cerca en detalle o como una imagen central desde lejos). Los panoramas eran pinturas gigantescas clásicas del siglo XIX que se utilizaban para narrar sucesos históricos y Santoro retoma esta tradición para construir una cosmología propia, rica en significados. Mediante el relato visual de un mundo casi apocalíptico, se propone una visión crítica de la historia en estos dibujos, hechos con carbonilla y acrílico diluido sobre papel, que tejen una línea de tiempo constituida por crisis y colapsos hasta llegar a un posible final.

La secuencia comienza en una especie de ruta pérdida entre árboles, como el inicio de un camino a recorrer. Si bien el orden fue ideado de manera lineal, no hay señalización en la sala que indique el comienzo y algunos de los visitantes lo inician desde el final, lo cual abre la posibilidad de dos lecturas distintas. Le sigue la primera catástrofe: humo y casas en equilibrio sobre colinas, luego un bosque repleto de troncos atravesados por pájaros negros.

Juan Álvez, diseñador audiovisual bonaerense de 37 años, describió al panorama de Santoro como “desolador” e “inspirador” a la vez, en relación a “cómo maneja la naturaleza, cómo pinta un paisaje bastante apocalíptico, pero en el que también la naturaleza parece reflotar”. Por su parte, Floreana Alonso, estudiante de 23 años que vive en Tigre, comentó que al salir sintió “un poco de vértigo, de ansiedad”.

Cada módulo del panorama se construye como una “isla” y, entre cada uno de estos episodios, se entreteje la historia de la humanidad y las catástrofes que nos condujeron hasta la crisis actual. La secuencia finaliza, una vez más, con el dibujo de un bosque dentro de un tronco, del cual crecen nuevas ramas que se extienden por toda la superficie del papel. No parecería ser un punto final, sino quizás una pregunta abierta al espectador. Lo que sigue en ese recorrido, ya no depende del artista.

Este universo creado por Santoro agrupa diversas referencias y entrelaza diálogos con figuras y obras que van desde Sarmiento o Evita hasta el Cristo crucificado de León Ferrari. A este último se lo puede rastrear en uno de los módulos finales donde yace un avión enterrado y una multitud se congrega ante las ruinas. Una espectadora resaltó este carácter intertextual de la obra. María José Tomatis, editora mendocina de 31 años, mencionó que le gustó “la intención de evocar ciertas ideas con personajes de nuestra cultura popular”, además del “diálogo con Borges”, que no lo había visto antes en la obra de Santoro. “A mí me gusta mucho y creo que ayuda a tejer conexiones ideológicas evocando a Borges, a Sarmiento, a Perón y Evita”, remarcó.

 

Frente al panorama se encuentra un dibujo que realizó Santoro sobre la pared de la sala: es un boceto de una estructura conjetural de lo que sería un aleph, el punto que permitía ver el universo entero desde todos los ángulos posibles al mismo tiempo, del cuento homónimo de Jorge Luis Borges. Esta parte del segundo piso se expande de forma longitudinal y, a la izquierda del boceto, se halla un fichero rotativo de imágenes en miniatura (el “Eje del tiempo”) que se desplaza en su eje y convierte ese movimiento en un espiral. Esta sección es parte del “Teatro de la memoria” que problematiza la representación de la dinámica del tiempo, variable por la que se interroga continuamente en el transcurso de la muestra. A lo largo de su carrera, Santoro ha retomado múltiples veces elementos de las filosofías orientales y la inspiración detrás del fichero proviene de las cosmologías hindúes que sugieren “redes de malla” que por el universo atrapan la memoria para el retorno y cumplimiento del karma. En esta área se exhiben los cuadernos de trabajo del artista: bocetos, dibujos y escritos que rearman el proceso de construcción o “memoria técnica” de la exhibición. Además, hay una pantalla que transmite un video con una selección de páginas de los libros de apuntes que realizó el artista entre 2015 y 2023.

La muestra finaliza -o comienza, dependiendo desde dónde se haya iniciado el recorrido- con una serie de dibujos, también en tinta y carbonilla, que pertenecen a la colección del artista y fueron realizados en 2022. Los colores y temáticas del panorama se reiteran: un avión y un pájaro atravesados entre troncos, una estatua gigante dentro de un bosque, un oído humano sordo ante lo que lo rodea, un lobo con pies de hombre, siempre el choque incómodo entre naturaleza y civilización. “Hay mucho juego entre la naturaleza y el hombre y te hace pensar en qué quiso decir”,  comentó Mónica Spangenberg,  profesora de inglés de 63 años. “Me gusta mucho las dimensiones que pone y que pareciera que hay varios lenguajes en una sola cosa, todo llama la atención”, concluyó.

 

Panorama. El teatro de la memoria  se puede visitar hasta el 19 de noviembre de 2023 en la sala 42 del segundo piso del Museo Nacional de Bellas Artes. La entrada es libre y gratuita.

Un exabrupto de regalo para Diego y Charly

Un exabrupto de regalo para Diego y Charly

El 23 de octubre cumplió años Charly y el 30 hubiera cumplido el Diego. El artista Alfredo Segatori los homenajeó con un mural en los bajos del puente de Bullrich y Libertador.

El artista urbano Alfredo Segatori fue convocado por la Comuna 14 y el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires para reversionar y reciclar su obra “Por una Cabeza, al ritmo del 2×4”. Tiene su origen en la promesa que Segatori le hizo a Charly García de pintarlo en un mural, en 2019, cuando en su obra Limurock de Charly García intervino la limusina en la que viajó el ídolo del rock nacional para festejar aquel cumpleaños, el 23 de octubre.En relación al proceso de creación de este nuevo mural que cubre las paredes bajo los puentes de Avenida Bullrich y Avenida del Libertador, Segatori en diálogo con ANCCOM, afirmó: “Son imágenes creadas, no son fotografías. Me imaginé a Charly con el Obelisco en la mano dirigiendo la ciudad. Hicimos esta secuencia con un piano, que viene como una escalinata y lo pinté al Diego Maradona con Raffaella Carrá bailando un tango. Fue una mujer disruptiva para su época, con la que Diego tenía buena relación”. La nueva escena, transcurre bajo la mirada atenta del zorzal Carlos Gardel. El artista ya había pitado en 2021 al diez, nacido un 30 de octubre, en el barrio de La Boca: en Aristóbulo del Valle 50, se puede visitar el mural “San Diego del Barrio de La Boca”.

Segatori trabaja el arte urbano. Se define como un “muralista de la city porteña” y es reconocido mundialmente por sus trabajos en la pintura de espacios públicos. Mediante diversas obras de su serie Exabrupto de color, imprimió a la ciudad con su arte. Define a su serie como abstracta y la asocia a la improvisación total. Busca generar algunas texturas personales y jugar con los colores. En este caso, nombró a sus murales Exabrupto de color es tango y Exabrupto de color es rock y fusionó un fondo en tonalidades fucsias con lo figurativo. “Juego con el verbo ‘exabruptear’, que no existe, pero para mí tiene que ver con algo que no es un salpicado y tampoco es una explosión: es un exabrupto. Es algo que sale del alma y tiene que ver con un gesto, un movimiento brusco que se realiza con enfado y viveza”, definió el artista.

En ese exabrupto, busca un contacto con la urbe y generar un momento de alegría. “Elijo ser artista porque creo que el arte tiene la posibilidad de unir a pesar de las diferencias, más en estos momentos de guerra y de tanta violencia que vivimos. Como dice Charly, ‘cada cual tiene un trip en el bocho’, pero desde el hacer arte y contemplarlo podemos ponernos de acuerdo a pesar de pensar diferente”, concluyó Segatori.

“El grito de las diversidades que existen”

“El grito de las diversidades que existen”

El pasado sábado vecinos y vecinas junto a diversas agrupaciones del Barrio Padre Carlos Mugica de la Villa 31 de Retiro se movilizaron en la V Marcha del Orgullo Trans Villera Plurinacional. Distintos reclamos como la Ley Integral Travesti, políticas públicas para el acceso a derechos y cumplimiento del cupo laboral trans estuvieron en el centro de la jornada.

Este sábado vecinos y vecinas junto a diversas agrupaciones del Barrio Padre Carlos Mugica de la Villa 31 de Retiro se movilizaron en la quinta Marcha del Orgullo Trans Villera Plurinacional por reclamos para la comunidad LGBTIQ+ como la Ley Integral Travesti, políticas públicas para el acceso a derechos y cumplimiento del cupo laboral trans en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La concentración comenzó a las 15 en las calles 3 de Diciembre de 2009 y Ulla Ulla, y luego festejó y recorrió el barrio.

El calor facilitó que fluyera la alegría de quienes se movilizaron en una caravana de motocarros, banderas, globos, brillos glitter, música y megáfonos. «Señor, señora, no sea indiferente se matan las travestis en la cara de la gente», fue el canto más repetido para generar que haya más visibilidad de las diversidades.

«Este año marchamos otra vez con orgullo en la Villa 31, con todas las compañeras, compañeros, vecinos, organizaciones, instituciones y toda la gente que está acá presente», dijo a ANCCOM Marcina Perlinco, militante de la Casa de la Diversidad Trasvillera, al tiempo que destacó que su reclamo sigue siendo por el cupo travesti trans, una vivienda digna, más oportunidades y que el desarrollo social funcione para los emprendimientos de la comunidad Travesti y Trans. «La marcha plurinacional del orgullo es convocada todos los años a travesti-trans, maricas, tortas, lesbianas y de todo el colectivo LGBTIQ+ de las villas, para que las personas marchen sin miedo a ser discriminados», señaló Perlinco.

Por otro lado, Dianazo López García, referente de la organización Gondolin, en diálogo con ANCCOM dijo que la Villa 31 «siempre nos abrió los brazos, con Martina Pelinco que fue la que impulsó todo esto, porque fuimos vulneradas, marginadas, excluidas y la sociedad fue cómplice de todo esto».

La legisladora porteña por Unión por la Patria, María Bielli, estuvo presente y habló con ANCCOM: «Soy militante de la 31 desde hace mucho tiempo y me convoca un grito que representa esta movilización, que es un emblema para poder decir que las diversidades existen, tienen que ser visibles, reconocidas y que existen en estos barrios». De este modo, habló sobre la importancia de la demostración del orgullo de «ser diverso y que las organizaciones y quienes militamos por la ampliación de derechos y por la igualdad, estos espacios nos convocan para seguir estando, por la libertad de ser quienes queramos ser».

Por su parte, Walter Jiracoy, ex candidato a comunero y militante de la 31, señaló que lo más importante de la marcha es volver a reivindicar los derechos de la comunidad LGBTQ+, en los barrios, ya que se sufren discriminación. A su criterio, el deseo es que los vecinos y vecinas lo vean como «algo normal, no algo que está alejado, o algo que suceda solamente una vez por mes, empezar a normalizar la comunidad LGBTQ+ en el barrio 31 y que ojalá pueda confluir todos los barrios, confluir en una sola marcha grande como la del 4 de noviembre».

La Marcha del Orgullo nació en 1970 en Nueva York, pero fue concebida como un acto militante en Los Ángeles y realizada desde una perspectiva de celebración, festejo. La marcha también se dio en San Francisco y Chicago hasta que llegó a varios países y se consagró a nivel mundial. En Sudamérica la primera movilización de estas características tuvo lugar en Argentina, el 2 de julio de 1992 en Buenos Aires, desde Plaza de Mayo hasta el Congreso de la Nación. Ese día unas 300 personas marcharon bajo la consigna «Libertad, Igualdad, Diversidad», al tiempo que algunos manifestantes cubrían su rostro con máscaras de cartón, para no ser identificados. La Marcha del Orgullo siguió haciéndose todos los años en Buenos Aires cada 4 de noviembre.

A pura pantalla queer

A pura pantalla queer

La décima edición de Asterisco, el Festival de Cine LGTBIQ+ se desarrollará esta semana en Buenos Aires.

La comunidad LGBTIQ+ florece junto a la primavera y, en el marco de la marcha anual por la reivindicación y lucha de sus derechos, se llevan a cabo diversas actividades culturales. En este contexto, del 26 de octubre al 5 de noviembre se estará realizando la décima edición de Asterisco, el festival Internacional de cine LGBTIQ+ en el que se podrá disfrutar de una selección y posterior competencia de cortos y largometrajes. Además, habŕa una serie de actividades culturales en varios puntos de la ciudad de Buenos Aires. La proyección inaugural será en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), este jueves a las 21. En esta edición se trata de la película de estreno mundial Tencha Reina, de Maruja Bustamante.

El festival, ya desde sus inicios por 2014, intenta replantear los distintos horizontes de lo que lo que se siente y piensa como cine y busca explorar “el presente, pasado y futuro de nuestros deseos desparramados en las películas”. En sus inicios, tuvo un enfoque predominantemente internacional, ya que el cine argentino aún no ofrecía muchas alternativas. Sin embargo, el boom de producciones nacionales hizo que, desde la organización del evento, se celebre que cada vez más películas locales sean parte de la grilla. “Este año tenemos las competencias argentinas más extensas, tanto en formato de largo como de cortometraje y varias son estrenos mundiales. Hay cineastas que eligen Asterisco para mostrar sus obras por primera vez en público”, afirman felices sus organizadorxs.

Sumándose a la gran presencia del cine latinoamericano y del Caribe con producciones de Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Panamá y Puerto Rico, la faceta internacional del festival se intensifica. En la edición de este año cineastas como el canadiense Theo Jean Cuthand, quien presentará sus trabajos en el país por primera vez, y el director israelí Yair Qedar serán partícipes del evento.

 

 

El festival, además del MALBA, contará con otras siete sedes entre las que se encuentra el Centro Cultural Kirchner (CCK), el Centro Cultural Recoleta, el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, el Museo del Cine, el café teatro Hasta Trilce, el Centro Cultural Otra Historia y el bar Puticlú.

El distintivo de esta décima edición del festival es la fuerte relación entre el cine y el mundo del arte, la programación de videoarte y el video performance de la escena local. Los ejes transversales de esta propuesta consisten en abordar retrospectivamente los 20 últimos años de la obra de Cristina Coll, los vídeos de Martín Sichetti y Alberto Passolini y la recuperación de las reflexiones sobre cine y video del programa El Banquete Telemático de Federico Klemm entre 1994 y 2002, que fue recientemente inventariado y digitalizado por el Museo del Cine.

Gran parte de las actividades del evento serán de ingreso libre y gratuito por orden de llegada. Sin embargo, la entrada general a la proyección inaugural y al resto de las proyecciones en el MALBA costarán 1.600 pesos, excepto estudiantes, jubilados y Malba Amigos que tendrán un descuento de 800 pesos. La oferta de films que se podrán ver, los cronogramas con los horarios y sedes, junto con los anuncios sobre el evento, se encontrarán en las redes sociales de Asterisco.