Las cámaras se apagan y las causas judiciales siguen

Las cámaras se apagan y las causas judiciales siguen

Los cuatro detenidos en la última represión a la marcha de los jubilados fueron liberados. Sin embargo, se les abrió procesos por «resistencia a la autoridad», una figura muy difícil de comprobar pero suficiente para perturbale la vida a las personas que solo reclamaban por un haber digno.

Tras el fuerte operativo represivo contra la manifestación del miércoles que exigía aumento de los haberes jubilatorios frente al Congreso, hubo detenciones arbitrarias, agresiones a trabajadores de prensa y el uso de gases lacrimógenos que afectaron a más de 70 personas. Las cuatro personas que fueron presas recuperaron su libertad, pero ahora sus vidas quedarán condicionadas porque deberán lidiar con una causa federal. Testimonios, denuncias y un nuevo capítulo del avance represivo sobre el derecho a la protesta.

Una nueva jornada de represión sacudió las inmediaciones del Congreso Nacional durante la manifestación semanal convocada en defensa de los jubilados. El operativo fue coordinado por el Ministerio de Seguridad de la Nación, bajo la conducción de Patricia Bullrich, y contó con la intervención de Gendarmería Nacional, Prefectura Naval, Policía Federal Argentina, Policía de Seguridad Aeroportuaria y efectivos motorizados.

A dos cuadras del Congreso, un camión hidrante de Gendarmería aguardaba con su motor encendido. También se desplegaron agentes con escopetas de balas de goma, gases lacrimógenos y gas pimienta. Desde la Posta de Salud y Cuidados se brindó asistencia a más de 70 personas, incluidos jubilados, periodistas de distintos medios y manifestantes solidarios, por quemaduras en la piel, lesiones traumáticas y crisis de angustia.

El jubilado y extrabajador de YPF Pablo Luna fue uno de los detenidos. “Les dije que no me tiraran al piso porque me iban a matar. Tengo un pedacito de riñón, si me golpeaban ahí, no la contaba. Ahora tengo problemas en la garganta por el gas pimienta. Me quieren imponer una perimetral para que no pueda ir al Congreso. Pero es mi derecho, lo vengo ejerciendo desde los años 90”, dijo a esta agencia. Desde adentro de la camioneta de la Policía Federal que lo trasladaba, el miércoles a la noche gritó detrás de la ventana con rejas: “No somos chorros ni estafadores, estaba yendo a tomar el colectivo para ir a mi casa, con mis nietos”. Al mismo tiempo, un grupo de Jubilados Insurgentes le hacía el aguante con palabras de aliento y lo nombraban como un “luchador de las causas populares”. Luna tiene 65 años y cobra el haber jubilatorio mínimo. Es decir, con el aumento que recibirá este mes, en los primeros días de junio cobrará 304.783 pesos.

“Vimos una intervención coordinada de todas las fuerzas federales. Es preocupante. Esta vez el ensañamiento fue particular hacia la prensa, el ataque fue dirigido. Parece que no aprendieron nada después de lo que pasó con Pablo Grillo”, señaló Alejandrina Barry, abogada del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh). La referencia apunta al fotógrafo que recibió un impacto de un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza en la marcha del 13 de marzo, y que continúa internado. Esta semana tuvo que ser sometido nuevamente a una intervención quirúrgica para drenar líquido cefalorraquídeo. La intervención fue exitosa. 

Durante la represión fueron detenidos también los fotoperiodistas Leandro Cruzado y Javier Iglesias. A ellos se sumó la retención del fotógrafo Tomás Cuesta, cuya imagen, con la cabeza bajo la rodilla de un agente, recorrió los medios. Cuesta fue liberado horas después, pero el episodio generó un amplio repudio.

La fotógrafa freelance Mariana Nedelcu, que cubría la movilización para el diario Clarín, relató a ANCCOM: “Cuando la Gendarmería armó el cordón y empezó a avanzar, se llevaron puestos a todos. Me caí, me golpeé la rodilla y la cabeza, la cámara se rompió. Nos pisan, no les importa nada. El ataque fue directo a quienes teníamos cámaras. No importa si sos estudiante, si tenés casco, si colgás la credencial. Nos convertimos en un blanco por hacer nuestro trabajo”. Y agregó, sobre la detención de los fotógrafos: “Yo estaba al lado, los gendarmes le pegaban manotazos a las cámaras que querían registrar las detenciones, después los terminaron tirando al piso, no querían que se vea lo que hacían”. 

Desde la Posta de Salud también informaron que un herido de 25 años recibió golpes en la cabeza y fue atendido en el hospital Ramos Mejía. Otro periodista debió ser derivado al hospital Santa Lucía por lesiones oculares. “Los gases fueron disparados directamente hacia quienes sostenían cámaras. Son elementos de tortura usados como herramientas de control”, denunció Barry.

 

Hambre y frío

Los detenidos permanecieron varias horas dentro de los móviles policiales, para luego ser trasladados a la comisaría de la calle Madariaga, en Villa Lugano. Pasaron la noche sin comida ni abrigo suficiente. Recién fueron liberados al día siguiente y quedaron imputados por los delitos de resistencia a la autoridad, una figura legal que, según los abogados del Ceprodh, carece de pruebas concretas. Sin embargo, algunas de estas acusaciones prosperan y pueden implicar la prisión preventiva, como ocurrió el año pasado tras la detención de 33 manifestantes el 12 de junio. Y aún en caso de que con el tiempo sea desestimada, implica la obligación de presentarse ante el juzgado y la imposibilidad de salir del país, entre otros condicionamientos.

“Esto responde a una orden política. Llegaron con la decisión tomada de detener gente. Es una forma de amedrentar. A este gobierno no le importa dejar a un jubilado sin comer”, comentó Barry. Desde Ceprodh también denunciaron que, al igual que en la marcha del 12 de marzo, las detenciones no incluyen ni la hora ni el lugar. “Fueron arbitrarias e ilegales”, agregó. 

En paralelo a la represión, dentro del Congreso se cayó la sesión que iba a tratar un aumento del 7,2 % en las jubilaciones mínimas y la actualización del bono complementario, congelado en $70.000. El oficialismo, con apoyo del PRO y algunos bloques provinciales, evitó dar quórum.

“Fue una jornada de brutalidad. Tress de los detenidos eran fotoperiodistas. Quieren censurar a la prensa. No quieren que se vea lo que hacen todos los miércoles”, dijo Agustina Ferro, también abogada del CeProDH. La represión coincidió con el debate parlamentario que nunca llegó a iniciarse. Y agregó: “Es una muestra más de dónde están puestas las prioridades del Gobierno”, afirmó Ferro. “Un cartucho de gas lacrimógeno cuesta lo mismo que una jubilación. A los jubilados, a los reporteros que quieren mostrar lo que pasa, no solo los censuran. Los atacan”.

Desde la Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional (CORREPI), Valeria Mustoni advirtió que “el ataque a la prensa es sistemático. Hoy mismo el gobierno publicó en el Boletín Oficial nuevas restricciones para el acceso de periodistas a la Casa Rosada. No quieren que se informe lo que están haciendo.” Lo dice en referencia a la nueva reglamentación para la prensa que anunció hoy el gobierno, que incluye: un sistema de puntos para acceder a las acreditaciones y conservarlas, mediante el cual, según dice: “dos faltas graves pueden provocar la revocación y/o no renovación de la acreditación otorgada” a los periodistas, aunque no precisa que significa “falta grave”. Además, para decidir las acreditaciones enumera criterios como el alcance numérico del medio y restringe la posibilidad de que los acreditados se muevan o tomen fotos dentro de la Casa Rosada. Esta medida generó preocupación por la garantía de la libertad de expresión. 

El Ministerio de Seguridad intentó justificar el operativo con un mensaje en redes sociales. Bullrich escribió en su cuenta: “Grupos anarquistas amenazan con venir a pegarle a la policía. No son manifestantes. Son violentos con antecedentes de atentados y terrorismo”. Sin embargo, no hubo pruebas que respaldaran esa afirmación. 

En simultáneo, el Gobierno anunciaba el Plan de Reparación Histórica de los Ahorros de los Argentinos, que invita a blanquear dólares no declarados a través de transferencias de hasta 50 millones de pesos. En contraste, los jubilados siguen esperando un aumento mientras son reprimidos por reclamar.

Los miércoles de la marmota

Los miércoles de la marmota

Mientras el Congreso no daba quorum para tratar un proyecto de recomposición de los haberes jubilatorios, como todos los miércoles se llevaba acabo en las afueras del Parlamento la marcha de los adultos mayores que exigen aumento y la restitución de los medicamentos gratuitos. Una vez más terminó con represión de las fuerzas de seguridad de Patricia Bullrich: palazos, gas pimienta y esta vez cuatro detenidos. Entre ellos el fotógrafo de AFP Tomás Cuesta, que por la noche fue liberado sin cargos en su contra. Mirá las fotos de ANCCOM.

Esta vez gasearon a los curas

Esta vez gasearon a los curas

Una procesión de religiosos de distintos credos acompañaron este miércoles a los jubilados que reclaman aumento de haberes y la gratuidad de los medicamentos. Las fuerzas de seguridad no le tuvieron piedad y también los reprimieron. El padre Paco Olveira termino en el piso, apaleado y con gas pimienta.

Otro miércoles con un nuevo hito en la represión a las marchas de jubilados: Francisco Olveira, el Padre Paco, fue golpeado y rociado con gas pimienta por segunda vez en el lapso de una semana. El hecho se dio en el marco de una convocatoria a organizaciones religiosas y culturales que, siguiendo el comunicado de la Mesa Ecuménica, acudieron con vestimentas y símbolos religiosos a las inmediaciones del Congreso Nacional, donde los jubilados se concentran periódicamente desde fines del 2024. En agitado diálogo con ANCCOM, todavía afectado por los gases, el sacerdote declaró: “Pasó lo que pasa todas las semanas: una represión absolutamente indiscriminada a los jubilados. Este miércoles era el campito de la fe: musulmanes, judíos, católicos, evangélicos y cristianos en general, acompañando el reclamo de los jubilados. Tienen miedo a los curas: vallaron todo el Congreso; la Bullrich violando su propio protocolo. Eso es lo que pasó, ni más ni menos”.

La marcha se fue gestando a la sombra de un fuerte operativo de seguridad, que implicó el cierre total de las avenidas Rivadavia y Callao por efectivos de la Policía Federal, Prefectura y Gendarmería. Los jubilados fueron los primeros en enfrentarse al Congreso vallado, todos con lienzos de la organización respectiva. La comitiva de los curas entró por la calle lateral: con estolas sacerdotales, un hábito franciscano e imaginería de la Virgen de Luján. De ahí en más se desencadenó la represión, chorros de gas pimienta desde la fila de escudos, hasta que el Padre Paco, tras verse rodeado por la policía, terminó recibiendo asistencia contra la cortina metálica de un kiosco, golpeado y rociado tres veces en la cara. Al levantarse, sin embargo, se lo veía sereno: “Acá estamos, por eso nos tienen miedo —afirmaba—. Tienen miedo al Dios que derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”.

Y es que la marcha mezclaba un tono a la vez combativo y eclesiástico: en una vereda, un anciano que recibía primeros auxilios no se quería acostar, “tirado como un muerto”; en la vereda contraria, el Padre Rodolfo de Merlo, gaseado en sus hábitos franciscanos, daba un sermón ante los escudos de la PNA: “¡Éste trabajo los bestializa a ustedes! ¡Se están portando como bestias, gracias a la bestia que los está mandando!” Se mezclaban sotanas con camisetas de Chacarita, cacerolas y cantos gregorianos, mientras Gendarmería barría la calle hacia un lado, la Federal iba al trote hacia el otro, y los voluntarios de primeros auxilios atendían a ancianos que se descompensaban. Siguió el padre Paco: “Tenemos que decir que todos deberíamos tener dignidad para vivir, y sobre todo los jubilados y las jubiladas. El Papa Francisco repetía: ‘En ellos está la sabiduría de nuestro pueblo. Piden justicia y les dan gas pimienta’. Hoy nos volvieron a dar gas pimienta”.

Ya cerrando la tarde, tras una foto grupal, los sacerdotes, feligreses y manifestantes corearon el Himno Nacional, al que siguió un Padre Nuestro. El policía encargado del rifle se estaba fumando un cigarrillo, y el padre Paco, vistiendo una remera de El Eternauta, saludaba y atendía a los medios en el camino de vuelta al Instituto Patria, que sirvió como centro de asistencia a los afectados. La misma Cristina Fernández de Kirchner bajó a comprobar el estado de Nicolás Capresi, dirigente del Frente de Trabajadores Excluidos que fue herido en la cabeza al defender a Paco de la policía. El Padre que apenas de recuperarse arengara: “¡Francisco está feliz: jubilados haciendo lío!”

Esta marcha se suma a las de todos los miércoles para demandar, entre otras cosas, un aumento en los haberes jubilatorios, la cobertura del PAMI a medicamentos esenciales y la prórroga de la moratoria previsional. Las concentraciones se repiten todas las semanas desde septiembre del 2024 a partir del veto a la reforma jubilatoria por el presidente Javier Milei, y tuvieron como hito repudiable el ataque al fotoperiodista Pablo Grillo que, tras pasar por terapia intensiva, aún se recupera del impacto de un cartucho de gas en la cabeza. Francisco Olveira ya había sido golpeado en la marcha del pasado miércoles 7 de mayo, resultando herido en la ceja, y encabezaba la convocatoria a organizaciones religiosas que emprendiera la Mesa Episcopal.

La baja del Reprocann es puro humo

La baja del Reprocann es puro humo

En febrero, Patricia Bullrich advirtió sobre el probable cierre del programa que ya lleva cuatro años. Sin embargo, continúa funcionando para el beneficio de múltiples pacientes. ¿Cómo impactaron las políticas del gobierno de Milei?

Las declaraciones de Patricia Bullrich acerca del probable fin del Reprocann, generaron fuerte preocupación en cultivadores y usuarios del cannabis medicinal. Las afirmaciones, que no se han concretado hasta el momento, produjeron temor por la desaparición de una herramienta para la salud de más de 300 mil inscriptos. Anccom dialogó con varios cultivadores y activistas cannabicos para conocer la realidad del programa tras cuatro años de su aprobación. ¿Es el cierre del programa una posibilidad concreta?

Para Valeria Salech, presidenta de la organización civil Mamá Cultiva, es necesario poner paños fríos en el asunto. “El Reprocann sigue funcionando correctamente; las licencias siguen funcionando y se sigue autorizando gente”, declaró. “Las declaraciones de Bullrich como ministra de Seguridad no tienen lugar en cuestiones de salud: es como si el ministro de Economía anunciara un plan de vacunación”, aclaró.

Bullrich se refirió a la necesidad de empezar de cero con el programa como consecuencia del “desvío de la marihuana hacia el mercado ilegal”. Ante estas declaraciones, Salech afirma que la ministra está utilizando casos aislados para justificar una política que no tiene base en la realidad: “Puede ser que haya gente que use el Reprocann de esa manera, pero también hay gente que pasa el semáforo en rojo y no por eso vamos a prohibir los autos”.

“Las declaraciones de Bullrich como ministra de Seguridad no tienen lugar en cuestiones de salud: es como si el ministro de Economía anunciara un plan de vacunación”, aclaró Salech.

Las licencias: Un proceso cada vez más lento y limitado.

“El proceso de inscripción se hace desde la app o la web de Mi Argentina, es un sistema que es bastante intuitivo y sencillo de completar. Una vez que la persona lo completa como paciente debe contactarse con un médico para realizar una entrevista y llenar un formulario. De ahí quedan a la espera del Ministerio de Salud que se encarga de aprobar o rechazar las licencias”, explica Salech y añade: “Desde que asumió el gobierno actual se ralentizó mucho este proceso, hay gente que está esperando hace casi dos años”.

La resolución de agosto del 2024 del Ministerio de Salud establece que solo  “un profesional médico que se encuentre registrado en la Red Federal de Registros de Profesionales de la Salud (REFEPS) y contar con una Diplomatura o Maestría sobre el uso medicinal de la Planta del Cannabis Medicinal” puede indicar un tratamiento con cannabis, requisito para la aprobación del Reprocann. Emilio Ruchansky, editor adjunto de la revista THC e integrante del Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA), aclara que desde este cambio “se ha rechazado a muchas personas por no tener el aval de un médico diplomado, lo cual es arbitrario porque cuando esas personas se inscribieron al Reprocann, no existía esa resolución”.

Estas medidas del gobierno provocan que el proceso de aprobación de la licencia sea cada vez más lento, limitando el acceso a personas que necesitan del cannabis para llevar una vida plena. Los cultivadores Nicolás Rodríguez y Joana Scapiel, creadores de la organización Aura Salta que promueve proyectos vinculados al cannabis, denuncian una paralización de las licencias de cultivo: “Esto afecta a todas las empresas nacionales productoras de cannabis, impidiendo el desarrollo de una industria nacional autónoma y soberana”.

Beneficios a la salud

“El Reprocann fue una política pública ejemplar en Argentina y en el mundo”, sostiene Salech, remarcando la importancia de acercar esta herramienta a personas que no encuentran solución a sus problemas de salud en la medicina tradicional. “Las personas con enfermedades crónicas que llegan al cannabis, suelen hacerlo después de recorrer muchos tratamientos, de haber probado por todos lados, pagando un dineral para ir a especialistas y no encontrar un alivio a sus síntomas. De esta manera, les estás dando a esa gente una chance más”, asegura.

Salech también destacó cómo la aprobación del Reprocann legitimó al cannabis como herramienta terapéutica. “Se borró el estigma que hacía que la gente que llega al cannabis medicinal, lo haga con miedo y el Reprocann les sacó ese temor”, explica Salech y añade: “Ahora, la gente puede ir con confianza a su médico para que le autoricen el cultivo y abrirse a una nueva manera de construir salud con personas que está dispuesta a ayudarte y a acompañarte en este proceso”.

“En Aura Salta, hemos recibido numerosas consultas y solicitudes de información de personas que sufren de dolores crónicos, pacientes con cáncer y aquellos que tienen dificultades para conciliar el sueño”, afirma Scapiel y añade: “Numerosos usuarios reportan mejoras en su calidad de vida, reducción del dolor, disminución de crisis, mayor estabilidad emocional y descenso en el consumo de psicofármacos y opioides, muchos de los cuales generan dependencia o efectos adversos”.

«Se está persiguiendo la tenencia por consumo personal, afirma Ruchansky. Foto Archivo.

“No más presos por plantar”

La otra cara del éxito del Reprocann es haber sacado de la clandestinidad a los cultivadores del cannabis medicinal. “Los beneficios son múltiples porque beneficia a la salud de los pacientes y a la salud de los cultivadores reduciendo el número de detenidos por plantar”, manifestó Ruchansky.

Salech, por su parte, remarca lo positivo que fue para los cultivadores la legalización del cultivo para uso medicinal. “Nos dio la posibilidad de salir del closet, de hacer `a cara limpia`  lo que antes hacíamos con miedo”, explica.

Pese a estos grandes avances en la despenalización, la criminalización del uso del cannabis medicinal no cesó completamente. “Con la implementación del Reprocann se logró cierta reparación institucional. No obstante, la criminalización persiste y se ha intensificado nuevamente desde el regresó de Patricia Bullrrich al Ministerio de Seguridad en 2023”, relativiza Scapiel.

Para Ruchansky: “las estadísticas no están claras porque no las están brindando, pero sabemos que se está persiguiendo la tenencia por consumo personal en este último año y medio”. También aseguró que este accionar refleja lo ocurrido durante el primer mandato de la ministra de Seguridad: “Cuando se debatió la Ley de Cannabis Medicinal en 2017 hubo más allanamientos a personas que cultivan,  lo cual fue una clara respuesta corporativa por parte de la policía”.

Por otro lado, en lo que respecta a los datos personales que el Ministerio de Salud tiene sobre las personas con licencia Reprocann, Ruchanzky desestimó la posibilidad de que el gobierno pueda usarlos para tomar represalias. “La información de los pacientes está protegida por habeas data y solo se puede ingresar con pedido de allanamiento a través de un juez, por lo tanto, la base de datos todavía es segura”, sentenció.

Otro miércoles de gases y palos

Otro miércoles de gases y palos

Parece naturalizado que cada marcha de los jubilados que reclaman aumento de haberes y el retorno de los medicamentos gratuitos termine con represión de las fuerzas de seguridad y detenidos. Esta vez, arrestaron a dos personas.

El 11 de septiembre de 2024, los jubilados se concentraron por primera vez frente al Congreso para repudiar el veto de Javier Milei a la ley de movilidad, que vinculaba los haberes al índice de inflación o al RIPTE, el que resultara más alto. A partir de ese día las “rondas de los miércoles” se convirtieron en un ritual de resistencia contra el ajuste. Cada semana, ese puñado inicial de manifestantes fue creciendo. El punto de inflexión fue el 12 de marzo de este año, cuando simpatizantes de distintos clubes convocaron a una masiva marcha que, desafortunadamente, concluyó en una represión de las fuerzas de seguridad que hirió gravemente a Pablo Grillo, foto-periodista, con una granada de gas lacrimógeno.

Este miércoles no fue distinto: los jubilados, respaldados por organizaciones de todo tipo, clubes sociales, partidos políticos, gremios, docentes universitarios y un importante grupo de autoconvocados volvieron a marchar. Esta vez, el trayecto partió de Plaza de Congreso y avanzó hacia Plaza de Mayo. La jornada empezó tranquila, sin enfrentamientos mayores. Hasta el final resultó  imposible prever que, más tarde, se desataría otra vez un operativo policial que, como cada miércoles, fue desmedido.

Un comienzo en paz

De camino a Plaza de Mayo, como parte de las organizaciones que asisten a los manifestantes ante cualquier hecho de represión, ANCCOM habló con Marcelo, presidente de la filial La Plata del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios, quien declaró que pese a que la movilización parecía tranquila, igualmente él y su equipo estaban siempre alerta a cualquier tentativa de represión: “Vemos que nuestros chicos estén con la cobertura necesaria de elementos de protección personal: un overol, que tengan un traje que los pueda cubrir, un casco. Ahora estamos utilizando las máscaras No porque sepamos que vayan a reprimir pero tenemos que estar preparados: poder cubrir a nuestra gente que es la única forma de poder asistir a un tercero”.

ANCCOM también intercambió unas palabras con Marita, representante de la rama de jubilados de ATE e  integrante de la “verde y blanca”: “Notamos que a medida que pasan las semanas, se suman jubilados autoconvocados…. La cantidad de efectivos en la calle es hasta ridícula. A esta altura hay más policías que jubilados”.

En el medio de la Plaza de Mayo, de espaldas a la Casa Rosada, se encontraba un pequeño escenario rudimentario de madera que se alzaba como el corazón de la concentración. A sus lados, dos parlantes amplificaban las voces de distintos dirigentes sociales y partidarios que reclamaban por la recomposición salarial de los jubilados y el restablecimiento de los medicamentos gratuitos, entre otras consignas. Frente a ellos, una multitud se desplegaba de cara al escenario, ocupando la mitad de la Plaza: banderas de algunos clubes, carteles escritos a mano, y “trapos” partidarios, de la izquierda sobre todo.

 

A unos pasos del grupo más nutrido estaba Luis Zamora, histórico dirigente de la izquierda argentina que se encontraba como todos los miércoles en la movilización: “Las marchas de fines del año pasado eran con un grupo de 100 jubilados; ellos empezaron a construir esa agenda. Después empezó, cada vez más en el verano, a acercarse más gente. Y el punto más alto fue cuando los hinchas de fútbol hicieron un puente al pueblo, a sectores populares. No es fácil esperar que todos los miércoles pase lo que pasó el Día de los Hinchas. No se sabe muy bien cómo sigue esto. Pero esa es la gran tarea. Puede ser la lucha de jubilados u otras luchas. Pero lo importante es que acá están empezando a confluir sectores que se están movilizando. Y vienen sectores despedidos de una fábrica o trabajadores que están en lucha por salario. De alguna manera los reclamos se retroalimentan y encuentran en la plaza los miércoles una referencia. Mucha gente lo sigue por los medios con atención”.

Al ser consultado sobre cómo este tipo de movilizaciones podría influir electoralmente, Zamora amplió: “Están todos los dirigentes ahora pensando en las elecciones, en los votos. De alguna forma están diciendo: ‘Está bien, marchen, pero ¿a quién votan?’ La clave es esto. Porque a Milei no se lo va a derrotar votando más o votando menos.”

Aunque sin el volumen de la marcha del 12 de marzo, sigue habiendo actividad de distintos clubes. Luis, que es parte del Club Social “La Cultura del Barrio”, a medida que aumentaba la presencia policial, contaba: “Nosotros venimos siempre que podemos, a bancar a los jubilados… A veces la marcha tiene más adhesión, a veces menos como hoy; la constante es que siempre hay una desmedida presencia policial. Totalmente injustificado. Están subiendo la apuesta y eso, tarde o temprano, creo que sale caro”.

Por el contrario, Celeste Fierro, exdiputada por el MST, cree que esta marcha fue importante: “Estuvimos trabajando con distintas organizaciones sociales para que adhieran a la movilización. La mayoría acompañamos las rondas desde el principio”. La candidata a legisladora por CABA aprovechó para acusar al sindicalismo de ser concesivo con el Gobierno: “Como la burocracia sindical no convoca, son las organizaciones combativas las que aparecemos en defensa de los jubilados”.

«Ver a los periodistas es muy impresionante: están con casco, con máscaras; parece que son cronistas de guerra.Y esto no es una guerra, es una marcha legal en la Ciudad de Buenos Aires”, dice Solano.

Final de palos

Cerca del final de la marcha, a las 18, la situación que todos temían y que parecía que no iba a suceder se terminó dando: mientras los jubilados y las distintas organizaciones desconcentraban, la policía reprimió con gas lacrimógeno y detuvo a manifestantes. Al menos dos fueron arrestados.

Si la movilización no fue masiva ni intensa como en otras ocasiones y los manifestantes, que son en su mayoría jubilados, marchan de manera pacífica, ¿cómo se justifica el nivel de exagerada presencia y represión policial? Gabriel Solano, presidente del Partido Obrero y legislador de la Ciudad de Buenos Aires, comentó a ANCCOM: “Cuando vos ves el operativo policial, nunca hay relación con la cantidad de manifestantes. Yo creo que cumple una función intimidatoria, que la gente que está viendo por televisión que quiere venir a la marcha y está a favor de los jubilados no venga porque quizá los muelen a palos. Ver a los periodistas es muy impresionante: están con casco, con máscaras; parece que son cronistas de guerra.Y esto no es una guerra, es una marcha legal en la Ciudad de Buenos Aires”.

Pasan las semanas y las marchas sin represión son la excepción. Los jubilados y las organizaciones sociales no parecen dispuestos a abandonar la plaza ¿Cederá el Gobierno o seguiremos viendo las mismas imágenes miércoles a miércoles? Mientras tanto los jubilados siguen marchando.