«El cambio climático empeora los problemas ambientales, políticos, económicos y sociales»

«El cambio climático empeora los problemas ambientales, políticos, económicos y sociales»

En el marco de la semana del Día de la Tierra, agrupaciones ambientalistas organizaron una jornada de discusión con movimientos sociales, científicos, abogados y dirigentes políticos.

Este sábado la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) se vistió de un verde ambientalista. “Organizamos este evento a pocos días de una marcha universitaria histórica y en la semana del Día de la Tierra para remarcar el lazo inquebrantable que existe entre la lucha contra el cambio climático y la defensa de la ciencia y técnica nacional”, aseguró Mercedes Pombo de la agrupación Jóvenes por el clima para dar inicio a Ambientalismo en defensa de la ciencia, una jornada que reunió a profesionales experimentados de diferentes organismos científicos del país, organizaciones socioambientales y miembros de la comunidad en general. “Tenemos la mejor institución científica de la región y entre las veinte mejores del mundo. Somos de los pocos países que producen satélites geoestacionarios, radares y reactores nucleares. En este momento que se está atacando a la ciencia nacional, hay que poner sobre la mesa las implicancias que eso tiene para la vida de todos los argentinos”, agregó Pombo.

El evento empezó a las 15:30 y tuvo lugar en el Salón verde de la universidad. La convocatoria fue impulsada por las organizaciones Ahora qué?”, Alianza por el Clima, Red Universitaria por la Crisis Climática, Climate Save Movement-Argentina, Sustentabilidad sin fronteras, Enlace ambiental y Jóvenes por el Clima. El encuentro tuvo dos instancias: la primera consistió en una disertación llevada adelante por un panel de expertos y moderada por la periodista Josefina Amore y la segunda, en un plenario participativo.

Carolina Vera, meteoróloga y científica del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), inauguró la jornada: “El cambio climático está acá, no es algo del futuro, y no es un problema aparte sino que ha venido a empeorar todos los problemas sociales, ambientales, políticos y culturales que tiene no sólo nuestro país sino nuestro planeta”. Resaltó el papel fundamental que cumplen la ciencia y la tecnología en la medición de los gases de efecto invernadero y expresó su preocupación, en el escenario político actual, ante la falta de financiamiento estatal a un sistema científico articulado entre expertos en medicina, ambiente y cambio climático que podría investigar en qué situación se encuentra Argentina frente al calentamiento global. Además, destacó el encuentro al considerarlo “una oposición a un Gobierno nacional al que sólo le preocupa la economía y promueve la destrucción del entramado público e institucional”. Para finalizar, alentó a los presentes a defender de manera colectiva y solidaria la Ley de Presupuestos Mínimos de Adaptación y Mitigación al Cambio Climático Global, la Ley de Bosques y la Ley de Glaciares.

Por su parte, Claudia Campetella, doctora en Ciencias de la Atmósfera y exdirectora de Pronósticos en el Servicio Meteorológico Nacional, aseguró que para medir el cambio climático “se necesitan observaciones tomadas por organismos científico-técnicos que garanticen la profesionalidad, la sustentabilidad y la trazabilidad de los datos” y sostuvo que, para que eso sea posible, se requieren “organismos de ciencia y técnica financiados y con recursos humanos formados y que tengan amor por este país”. Además, resaltó la importancia de mejorar los sistemas de alerta meteorológica temprana de manera interdisciplinaria: con organismos de ciencia y técnica, con la sociedad civil, con los grupos de gestión de riesgos y con las organizaciones que ayudan a la comunidad en los territorios. “Necesitamos la ciencia y la tecnología en el mayor nivel de despliegue para poder tener capacidad de respuesta. Hay que bregar para que el desfinanciamiento y el éxodo de recursos humanos sea el menor posible”, agregó.

“Argentina no se va a desarrollar —y desarrollarse significa que 45 millones de argentinos tengamos cierto bienestar— si no hacemos una revolución del conocimiento”, afirmó a su vez Facundo Manes, neurocientífico, creador del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y diputado nacional por la Unión Cívica Radical (UCR). “El año pasado yo fui —como presidente de la Comisión de Ciencia y Tecnología— uno de los que empujó la Ley de Ciencia con consenso. Eso deberíamos replicarlo. El optimismo puede hacer en Argentina un paradigma que nos englobe a todos, que es la revolución del conocimiento”, insistió. También sostuvo que es necesario crear en el país “instituciones intermedias que vinculen el conocimiento que genera el CONICET, las universidades e institutos como el nuestro, privado-públicos, con el sector productivo”.

Sobre el financiamiento al sector científico y técnico, Manes aseguró: “Primero el Estado tiene que invertir y después tiene que darle las condiciones al sector privado. Después cambia la inversión en los países desarrollados: la vinculación del conocimiento científico con el sector productivo, a la larga, es más privado que público”. Ante sus dichos, aunque el panel no estaba pensado exactamente como un espacio de debate directo, Vera expresó su opinión: “En líneas generales estoy de acuerdo con lo que acaba de decir Facundo, pero no hay que olvidar que hay ciertas áreas del conocimiento que es muy probable que los privados nunca las tomen. En Estados Unidos, por ejemplo, el servicio meteorológico es público, está financiado por el Estado, y es uno de los países más capitalistas del planeta”.

El último en tomar la palabra en la disertación fue Facundo Ríos, abogado especialista en Derecho y Política de los Recursos Naturales y del Ambiente, quien empezó su discurso con una advertencia: “No hay que enroscarse en los laberintos de comunicación en los que nos está metiendo el Gobierno, porque nos sacan de la discusión principal, que es: ¿qué valor le da a la sociedad, al desarrollo de nuestro país, la ciencia, la tecnología y la educación pública?”. Destacó que la tecnología “está creciendo en una vorágine increíble” y opinó que “tenemos el desafío de criar a las generaciones que vienen para que puedan tener esa arma tan poderosa que es la tecnología y el acceso a la información para que puedan usarla”. Sobre el ambiente, dijo que “el desafío es la discusión del modelo productivo” y agregó: “Hay algo que no se comunica y que no se sabe: el ambiente es un derecho humano desde hace muy poquito —Naciones Unidas en 2022 lo aprobó como derecho humano—. Nos están alertando de la crisis ambiental desde el año 1972. Un informe que se llama ‘Los límites al crecimiento’ nos explicaba que de persistir el crecimiento poblacional, los niveles de contaminación, el modelo productivo y el modelo de consumo que tenemos, en cien años se nos terminarían los recursos naturales”. Remarcó que esa disminución de recursos va a afectar a todas las clases sociales, por lo que instó a los presentes a movilizarse colectivamente.

El encuentro terminó con un plenario en el que representantes de las organizaciones ambientalistas encargadas de la convocatoria y otras, como Barrios de Pie, La Juventud del Frente Renovador, Emergente, FEM, Ecologismo Popular, Vecinos por el Ambiente y Mundo sin Guerra, dieron su mirada sobre el desarrollo de la ciencia en la mitigación del cambio climático. También participaron tres investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y Adriana Serquis, quien se encuentra al frente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

Hacia el final Micaela Oroz, referente de la organización Ahora qué?, sostuvo en diálogo con ANCCOM: “Fue una primera instancia clave de interacción entre sectores que no están necesariamente en diálogo entre sí, como son la comunidad científica relacionada con las ciencias exactas y naturales, que estuvo representada por Claudia y Carolina, y sectores más vinculados a lo universitario y a la política, como Manes y Ríos. Todo esto estuvo enlazado por el sector ambiental. Me parece que la intersectorialidad es algo en lo que tenemos que hacer mucho énfasis y lo que tenemos que potenciar porque son las alianzas que tenemos que tejer de cara a los cuatro años que vienen”.

El Niño que demoró el otoño

El Niño que demoró el otoño

Inundaciones, efecto invernadero, veranos más largos e inviernos más cortos. Pese a que el Gobierno de Milei lo niega, el cambio climático avanza y amenaza a toda la población.

Inundación en la ciudad de La Plata en 2023. Archivo TELAM

El fenómeno de El Niño llegó y alertas amarilla, naranja y roja fueron las que predominaron durante marzo, en el que en un solo día de lluvia cayeron más milímetros de agua de lo que suele llover en todo el mes. Estas condiciones, además, hicieron que el otoño se retrasara más de lo habitual. Pero, ¿qué tienen que ver El Niño y el otoño? Al respecto, ANCCOM dialogó con Melanie Ayelén Alfonso, militante de la organización Consciente Colectivo y estudiante de Relaciones Internacionales en la UNSAM.

Alfonso afirma que el fenómeno de El Niño y el otoño tardío tienen una estrecha relación. Por un lado, aquel genera un aumento de la temperatura del Océano Pacífico ecuatorial y cambios en la atmósfera y en el clima a nivel global. Aproximadamente, ocurre cada dos a siete años y los episodios suelen durar de nueve a doce meses. “El Niño influye fuertemente en las condiciones del otoño debido a que el cambio climático intensifica este fenómeno. ¿Qué va a pasar? Lluvias, muchas lluvias. Tres de los diez otoños de los que se tiene registro desde los años sesenta fueron los más lluviosos y fueron bajo El Niño”, explica.

“El fenómeno de El Niño suele estar asociado a temperaturas mínimas más altas y máximas más bajas por un menor enfriamiento por la noche y mayor nubosidad durante el día. Además, al aumento de la temperatura media y la reducción considerable de ocasionales heladas, especialmente en la zona centro y norte del país, ya que la nubosidad por las noches conlleva a que la radiación solar acumulada en la Tierra se refleje en las nubes produciendo un esporádico efecto invernadero”, agrega.

Dado el cambio climático que se vive a nivel global, las estaciones van a durar cada vez menos. Alonso sostiene que un dato no menor es que todas las mediciones con las que se trabajan estos fenómenos son del pasado, tiempo en el que no existía un planeta tan caliente como ahora. “Estamos trabajando con un factor de incertidumbre extra que se genera año a año. Según un estudio de 2021, mientras más se intensifica el calentamiento global, las cuatro estaciones del año ya no son equivalentes en duración. Otro señala que entre 1952 y 2011 en el hemisferio norte el verano aumentó de 78 días a 95 días y el invierno redujo su duración de 76 a 73 días”, detalla.

El fenómeno de El Niño no se puede evitar debido a que es algo que sucede naturalmente. Pero, ¿y el cambio climático? Alfonso subraya que “no podemos pelear contra él porque ya sus consecuencias y efectos nos sobrepasan. Sí el Estado, a través de la ciencia, debe implementar políticas de mitigación, para reducir la emisión de gases de efecto invernadero -que son los que calientan la atmósfera- en las distintas actividades productivas del país y producir recursos como paneles solares para bajar las emisiones. Además, se necesitan políticas de adaptación para prever cómo amoldarse a ciertos fenómenos que sabemos que van a ocurrir sí o sí, como generar infraestructuras para las inundaciones o más espacios verdes”.

En un contexto donde el CONICET y la ciencia argentina están en riesgo de desguace y vaciamiento, el desafío es mucho mayor. “Luchar contra el cambio climático no es trabajo de una sola disciplina. Sin la ciencia nacional en territorio, sin una ciencia que tenga intereses propios, no se pueden crear políticas públicas para tratar los efectos que el cambio climático trae en las distintas partes del país”, remarca Alfonso y concluye: “La coyuntura internacional nos condiciona política y económicamente a cumplir con políticas de mitigación y adaptación porque, por ejemplo, tenemos que seguir cumpliendo con el Acuerdo de París. Incluso nuestra propia Constitución nos obliga a cuidar los bienes comunes. El mismo cambio climático no te va a permitir seguir adelante con ciertos modelos de mercado y política que no son sustentables”.

La cosecha del veneno

La cosecha del veneno

Vecinos de Pergamino denuncian que la producción agrícola contamina con glifosato el agua que consumen. Señalan altos índices de cáncer en la población.

A 222 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, Pergamino es uno de los núcleos sojeros más importantes del país, con las tierras más cotizadas de Argentina. Estas condiciones traen aparejada la presencia de las empresas más poderosas del agronegocio, que en función de sus intereses económicos utilizan sustancias sumamente contaminantes, no solo para el medio ambiente, sino también para los habitantes de la localidad.

Argentina lidera el ranking mundial en lo que respecta al uso del glifosato, superando los 300 millones de litros cada año. Fernando Sánchez, ingeniero agrónomo, subraya que “el producto mayormente usado para fumigar es el glifosato, con lo que matamos el 95 o 96 por ciento de las malezas”.

Alejado de los ruidos del centro, donde se despliega la mayor parte de la vida pergaminense, se encuentra Santa Julia, un barrio calmo al sur de la ciudad. Con sus veredas arboladas y sus casas de mitad de siglo XX, después de las 16, cuando culmina la hora de la siesta, los negocios locales abren sus puertas, los niños salen a jugar a la calle o se encuentran en la placita del barrio, y los vecinos se sientan en las puertas de sus hogares con sus reposeras rayadas a charlar con quien pase por allí, hasta que el sol comienza a caer. Pero, tras esta fachada encantadora, se oculta una realidad que muchos, consciente o inconscientemente, ignoran: el agua que beben y usan está contaminada con 19 agrotóxicos diferentes como consecuencia de las fumigaciones que se realizan en los campos cercanos.

Alejandra Bianco es una prueba viviente de ello. Docente, vive en el barrio desde hace casi 30 años, a la vuelta de la parroquia. “Yo tomo consciencia de lo que estaba pasando cuando se enferma Sergio, que era mi pareja –recuerda–. Sergio empezó a tener problemas de salud hasta que, finalmente, le diagnosticaron cáncer de páncreas y de hígado, y fue el médico que iba a hacerle la biopsia quien me dijo si yo no tenía alguna sospecha de que lo que sucedía no era una cosa aleatoria, que no podía ser casual que toda mi familia estuviera sufriendo alguna patología, todas diferentes, mis dos hijos, Sergio, y yo”.

Alejandra comenzó denunciando el mal funcionamiento de un transformador cerca de su hogar, luego de recibir aviso de un empleado de la Cooperativa Eléctrica. “Lo denuncio primero en una radio, y al día siguiente viene un canal local a hacerme una nota, donde sacaron al aire la imagen del transformador”. La escena, transmitida a través de Canal 2 de Pergamino, llegó al otro lado de la ciudad hasta Sabrina Ortiz, habitante del barrio Villa Alicia, quien llevaba ya varios años denunciando las fumigaciones que se realizaban a pocos metros de su casa y que habían enfermado a todos los integrantes de su familia.

Después de oír el relato, Sabrina decidió contactarse y no dudó en tenderle una mano a Alejandra. Nadie mejor que ella sabía lo que era levantarse en contra de las compañías más poderosas del agro en una localidad donde el campo es “palabra santa”, y donde quien decide enfrentarlo, encuentra su mayor adversario en el silencio cómplice de todos aquellos que tienen la posibilidad de ayudar. “Hablo de los médicos, de los abogados, de todos los que tienen una voz autorizada, no hay toxicólogos, que no es casualidad, no hay un área ecológica, que en una ciudad de producción sojera donde están contaminadas todas las napas de agua no haya una historia clínica ambiental no es algo azaroso”, expresa Sabrina, indignada.

La misma indignación se instaló en la vida de Alejandra, luego de que Sabrina le explicara que, muy probablemente, los problemas de salud que sufría su familia y el número creciente de fallecidos de cáncer en Santa Julia se debieran a los agrotóxicos aplicados en zonas cercanas. De esta manera, y frente a la indiferencia y la inacción del Municipio, decidió llevar adelante una encuesta dejando en los negocios barriales unas planillas para que completaran quienes hubieran padecido alguna enfermedad o fuesen cercanos a algún fallecido por el mismo motivo. “En mi cuadra era muy llamativo, porque los vecinos de al lado de mi casa murieron los dos de cáncer, otro vecino que aún vive tiene cáncer en los intestinos, al lado de ellos otra mujer que ya falleció hace dos años y medio, el señor de la casa de al lado de ella con leucemia, también fallecido, y así te puedo nombrar infinidad de casos”, detalla Alejandra, mientras cuenta con los dedos. Los resultados fueron estremecedores: en dos manzanas se habían registrado 53 casos de personas con enfermedades diversas.

 

Volver justa la injusticia

Desde 2014, una ordenanza prohíbe fumigar en los primeros 100 metros cercanos a las urbes y 500 metros donde sólo se permitía aplicar productos que fuesen menos nocivos. Sabrina, decidida a salvar a su familia, se recibió de abogada, y en 2018 logró que su caso llegara a la justicia federal. “Acá hay abogados, pero ninguno de los que se hacen llamar ambientalistas me quiso acompañar, porque son los mismos que hacen los contratos agrarios, que asesoran a las empresas, y son los mismos que hoy representan a quienes están procesados por envenenamiento”, sostiene.

La participación de Alejandra en el juicio contra la Municipalidad comenzó después del acercamiento de Sabrina. “Ella me ofreció trabajar juntas, y como yo estoy en la otra punta de Pergamino, ser querellante de la causa por el Barrio Santa Julia”, puntualiza Alejandra. Así empezó, se encargó de recolectar y llevar a la ciudad de San Nicolás 30 historias clínicas de diferentes vecinos, las cuales fueron presentadas ante el juez Villafuerte Ruzo, a cargo del expediente, quien ordenó la distribución de agua apta para el consumo en el barrio de Alejandra. La medida fue apelada. “Para la Municipalidad no hay tantos casos de cáncer, una falta de respeto hacia el dolor de los vecinos y la pérdida de nuestras familias, una falta de respeto después de haber hecho el censo”, se queja Alejandra.

El actual intendente, Javier Martínez, de Juntos por el Cambio, se lava las manos. Según él, se está gastando “dinero de los pergaminenses injustamente” y asegura fervientemente que “toma agua de la canilla”. Más allá de la apelación, el Municipio debió cumplir con la medida, sin embargo, tal como relatan los vecinos, no funciona correctamente. “A veces pasan, a veces no, hacen lo que quieren, a mí me han desaparecido bidones y nadie nunca se hizo cargo”, cuenta María Lorena Bertora, quien vive frente al Jardín Santa Julia junto con sus dos hijas de 17 y 8 años. “La mayoría de las veces lo que nos dejan no alcanza y tenemos que tomar el agua de la red, no nos queda otra”, se lamenta.

 

La cultura del campo

A pesar de todo esto, se sigue negando la toxicidad de los químicos y cómo pueden afectar a la población. El ingeniero Fernando Sánchez afirma que “el porcentaje de agroquímicos que contaminan el agua es muy poco, porque cuando tocan la tierra se desactivan. Hay mucha polémica con el tema del glifosato, pero no saben que éste se desactiva automáticamente cuando toca la tierra, por eso hay muchos que lo discuten”.   

Cualquiera podría llegar a la conclusión de que es una obviedad la postura que toma el Municipio en un caso como este, teniendo en cuenta que es una ciudad cuya economía gira alrededor de la producción agropecuaria, y que no va a ceder frente al reclamo de unos pocos vecinos.

Esto último es lo que más duele a quienes llevan la lucha adelante: la ignorancia de los pergaminenses, el poco interés que muestran en lo que, quieran o no, es un tema de salud pública.Seguimos así tranquilos, sin movernos, sin hacer nada, por eso yo tampoco empecé ninguna campaña más acá, porque me sentí muy sola, acompañada por muy pocos vecinos y siempre los mismos, no participan de la lucha, así que lo sigo haciendo, pero desde otro ámbito, con Sabrina, cada vez que se necesita algo, respondiendo entrevistas cada vez que puedo, pero es muy triste ver lo que pasa en el barrio, que la gente aún no reaccione”, manifiesta Alejandra con un dejo de resignación.

La cultura del campo cala muy hondo en la ciudad, muchos habitantes pertenecen a familias rurales. “Nos criamos pensando que el campo es el motor de la ciudad, el que nos da de comer, el que nos da trabajo, y no está mal, está mal que nos digan que está todo bien cuando no es así, cuando sabemos que hay otros métodos de producción que pueden ser compatibles con la salud”, explica Sabrina.

Los productores tienen otra visión del tema. “Si existe algún método menos nocivo para la salud, no lo sé, pero en algún momento tenés que aplicar los químicos, pulverizar, no hay otra, no hay métodos que te permitan no hacerlo, no existe en Argentina, y si no tendríamos que volver a la época de 1930 que se hacía todo a mano, y no estamos en condiciones de hacerlo en este momento”, dice Sánchez. Si no se habla de métodos alternativos ni desde la industria, ni desde la Secretaría de Salud, las víctimas del agronegocio ignoran, no sólo la posibilidad de incorporar medidas que atenúen los efectos de la contaminación, sino también la existencia de ella.

Un ejemplo llamativo es el de la Fundación Leandra Barros, que desde 2011 organiza una maratón con el objetivo de recaudar fondos para colaborar con personas de Pergamino que padecen enfermedades oncológicas. Lo curioso es que la carrera está auspiciada por algunas de las más reconocidas empresas del agro.

Contra un panorama que no parece ser el más favorable, Alejandra no se da por vencida. Desde los espacios que habita intenta aportar a la causa y visibilizar la problemática, para así llegar a quienes aún desconocen lo que sucede con el agua en Pergamino. “En mi profesión como docente realizo una concientización sobre el tema todo el tiempo –señala–. Me han hecho muchas notas por radio, en los periódicos, en los medios virtuales, he ido a dar charlas a escuelas secundarias, al Instituto de Formación Docente, y en cada invitación que tengo y que puedo, porque trabajo mucho, por supuesto que también asisto”. 

Quienes participan activamente de esta lucha, esperan con ansias la elevación a juicio contra tres productores que incumplieron las medidas de seguridad y de dos funcionarios municipales que, a pesar de estar encargados del control de la aplicación de fumigaciones terrestres, protegieron al fumigador, aun cuando eran conscientes de que había violado la cautelar.

Fuego en los bosques del Nahuel Huapi

Fuego en los bosques del Nahuel Huapi

Un incendio forestal arrasó ya 400 hectáreas a orillas del Brazo Tristeza del lago Nahuel Huapi. “No había mucho equipo disponible, ya que parte está destinado a combatir el fuego en el Parque Nacional Los Alerces”, dicen los bomberos.

A pocos kilómetros de la ciudad de San Carlos de Bariloche hay un incendio forestal que continúa activo y avanzando sobre más de 400 hectáreas, destruyendo gran parte del hábitat natural del Parque Nacional Nahuel Huapi.

Se trata de la costa sur del Brazo Tristeza del lago Nahuel Huapi, sobre la ladera del cerro Capitán, en donde un fogón mal apagado, en un lugar donde está prohibido hacer fuego, habría ocasionado que el domingo pasado se encendieran las alarmas y que el lunes la ciudad amaneciera tapada por el humo. El fiscal Rafael Vehils Ruiz, al frente de la Fiscalía Federal de Bariloche, solicitó a quienes puedan aportar datos para esclarecer el origen del siniestro que se acerquen a la repartición (San Martín 425 de esa ciudad o se comuniquen por teléfono (0294 442 1474) o vía correo electrónico fisfed-bch@mpf.gov.ar .

Ya van dos semanas de incendio ininterrumpido en el Parque Nacional Los Alerces y ya son más de 6.000 hectáreas afectadas sobre la provincia de Chubut. Este otro siniestro, en las cercanías de Bariloche, implica la división de los equipos para combatir el fuego y enfrentar ambos frentes al mismo tiempo. “No había mucho equipo en disponibilidad, y parte de lo que estaba trabajando en Alerces lo destinaron para acá”, cuenta Marcelo Miocevich, que trabaja en el Departamento de Incendios Forestales del Consejo Nacional de Bomberos Voluntarios y es el coordinador provincial y regional.

“El Estado Nacional está trabajando desde Parques Nacionales, se sumó al equipo de trabajo el Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales (SPLIF), que es de la provincia de Río Negro, más los bomberos voluntarios de las ciudades cercanas; son más de 60 personas trabajando para apagar el fuego”, agrega Miocevich.

La zona del Brazo Tristeza es muy boscosa, con mucha pendiente, de difícil acceso, lo que hace que el operativo de los brigadistas sea todavía más complicado, porque solo se puede llegar con embarcaciones, resultando indispensable el trabajo aéreo. Un comunicado oficial del Parque Nacional Nahuel Huapi anunció que el miércoles se sumaron a los dos helicópteros con helibalde de mil litros cada uno, y dos aviones; uno de ellos es un anfibio que carga agua directamente desde el lago, con una capacidad de tres mil litros.

“Uno de los problemas con los que se está enfrentando es que no se estaba permitiendo el uso de los helicópteros, ya que no pueden acercarse completamente a la zona del incendio porque entre las altas temperaturas más el fuego generado en la zona, se queman”, comenta Eugenio Lettieri, bombero voluntario con rango de sargento primero, del cuartel Ruca Cura.

Los helicópteros cargan combustible en el helipuerto del hotel Llao Llao, y a su vez los aviones tienen que acercarse hasta el aeropuerto que queda a varios kilómetros del foco de incendio. Mientras tanto los brigadistas embarcan en Bahía Lopez, donde ayer se instaló un puesto sanitario de emergencias para atender a heridos. El trabajo terrestre también termina siendo clave. “Los incendios forestales por lo general se apagan con herramientas de zapa, es decir, pala, hacha, motosierra, rastrillo, todo lo que sirva para evitar que el incendio se propague por cada raíz y ramita seca del suelo”, dice Lettieri.

Para no depender solo de la vía aérea en la utilización del agua, los bomberos armaron una cadena de motobombas. “Con la mangueras se extrae agua del lago, se deja en una especie de pelopincho a 150 metros, que se conecta con otra pileta y así se va ascendiendo a través de la montaña”, cuentan en el equipo de bomberos de Ruca Cura.

Los incendios generados con o sin intención por los humanos se repiten todos los años en el sur de Argentina. “Siempre tuvimos incendios –dice Miocevich–. El tema es que con las condiciones más extremas del clima que estamos teniendo, cómo la falta de humedad, la sequía, las temperaturas altas, nos enfrentamos a incendios cada vez más extremos, ya que el suelo se convierte en una especie de combustible”.

 

Con el proyecto, por ahora rechazado, de la Ley Ómnibus, se hubieran modificado dos leyes importantes que protegen el medio ambiente y territorios de patrimonio nacional como lo son los parques nacionales. Se trata de la Ley de Quema y la Ley de Manejo del Fuego, las cuales, en caso de modificarse como el gobierno quiere, permitirían la venta de tierras con fines productivos, luego de haber sufrido incendios.

El martes 6 las lluvias fueron muy fuertes y ayudaron a bajar la intensidad con la que el fuego avanzaba; así mismo, tal como afirma el comunicado oficial de Parques Nacionales, “no sobrepasó las líneas de defensa construidas en las jornadas previas”.

“El mayor problema es que el viento no cesa, y no solo te mueve el fuego, sino que también te seca el combustible, es decir quita mucha humedad”, dice Miocevich. El pronóstico para los próximos días indica que tanto jueves y viernes puede haber algunas lluvias pero con viento. Por lo cual habrá que esperar hasta el fin de semana para ver si con menos viento se pueden desactivar los focos de incendio.

Lo cierto es que aquel lugar paradisíaco del Brazo Tristeza ya no volverá a ser el mismo, por ese motivo desde Parques Nacionales, como el equipo de bomberos, y mismo la gente que vive por la Patagonia, pide que se tome conciencia de no prender fuego en lugares que no está permitido. Que un simple fogón o colilla de cigarrillo mal apagada puede ocasionar un desastre natural irreversible.

Tiembla Sauzal Bonito

Tiembla Sauzal Bonito

La localidad neuquina sufre actividad sísmica hace ocho años como consecuencia del fracking en Vaca Muerta. Mientras el suelo tiembla y los hogares se desmoronan, la causa judicial impulsada por sus habitantes descansa en la Corte Suprema hace más de un año.

El 19 de noviembre se cumplieron ocho años del primer temblor en Sauzal Bonito, provincia de Neuquén, que tuvo una magnitud de 4,2 en la escala de Richter e inauguró una realidad con la que sus habitantes deben convivir día a día producto del fracking en Vaca Muerta.

“Se ríen de la desgracia ajena”, dice Andrés Durán, habitante de Sauzal Bonito, sobre el gobierno provincial. “Es una cuestión de intereses de un grupo monetario junto con grupos parlamentarios, pero en el medio somos sesenta familias que estamos padeciendo lo peor de lo peor”, denuncia.

El 28 de agosto de 2013, YPF en asociación con Chevron dieron inició a la fractura hidráulica de Vaca Muerta, una formación geológica que tiene una extensión de treinta mil kilómetros cuadrados y comprende parte de las provincias de La Pampa, Mendoza, Neuquén y Río Negro. Desde entonces las perforaciones han crecido año a año.

De acuerdo con Martín Mullally, investigador del Observatorio Petrolero Sur, el fracking es una técnica con la que se busca extraer hidrocarburos no convencionales, de difícil acceso, que están alojados en roca madre y arenas compactas. Este tipo de intervención consiste en la perforación del suelo e inyección a alta presión de agua, arena de sílice y químicos que permiten la migración de los hidrocarburos. En el caso de Vaca Muerta, estos están alojados entre los tres mil y cuatro mil doscientos metros de profundidad.

En Argentina, “el cambio de la técnica fue radical a partir del 2000”, afirma Mullally, “antes estaba muy focalizada. Se hacían una o dos fracturas a lo sumo y ahora toma una escala masiva” que requiere perforar permanente y sistemáticamente para realizar las extracciones de hidrocarburos no convencionales. Según Mullally, “en la provincia de Neuquén está concentrado el 95% de la explotación de Vaca Muerta” y esto lleva a que en 2021 hubiera un promedio de 5,6 incidentes diarios además de los constantes temblores.

“A partir de 2015 empezaron a generarse movimientos pequeños, casi imperceptibles, hasta que un día tuvimos un gran temblor”, cuenta Durán, que habita Sauzal Bonito hace diez años. “Fue como un sacudón; daba la impresión de que se iba a caer todo”, añade y explica que al principio no sabían de qué se trataba ya que, a pesar de encontrarse sobre la falla de Huincul, Sauzal Bonito no cuenta con antecedentes de temblores previos a la implementación del fracking. Este paraje de menos de 400 habitantes se encuentra frente al yacimiento Fortín de Piedra, operado por el grupo multinacional Techint.

“Entre 2018 y 2023 tuvimos aproximadamente cuatrocientos temblores, un 80% en Sauzal Bonito”, afirma Durán y explica que muchos de sus habitantes tuvieron que desalojar sus hogares ya que “la mayoría de las casas tiene más de treinta, cuarenta, cincuenta años, se hacían con adobe y algunas son de adobe con revestimiento de cemento. Todo se rompió”.

Además de temblores constantes que provocan el desprendimiento de rocas y la fractura de las viviendas, el fracking en Vaca Muerta es responsable de producir contaminación hídrica en la zona. Las empresas “captan el agua del río y la vuelven a tirar sucia”, afirma Durán y cuenta que en Sauzal Bonito solían utilizar un sistema de aljibe para consumir agua directamente de las napas que era sometida a purificación por el Ente Provincial de Agua y Saneamiento (EPAS) que también se encargaba de hacer análisis mensuales. “Empezó a salir petróleo por todos lados, el agua dejó de ser pura y el EPAS dejó de entregarnos los análisis”, dice Durán.

 

 “En el caso de Fortín de Piedra, más del 50% de la inversión fue producto del subsidio del Estado. Nosotros los llamamos ‘petroplaneros’”, dice Mullally.

Petroplaneros

A pesar de que los gobiernos de las distintas provincias y el mismo gobierno nacional hablen de Vaca Muerta como la gran promesa para Argentina, en octubre de 2018 el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas expresó su preocupación por las repercusiones de la explotación del gas y petróleo sobre el cambio climático y el medio ambiente.

Los intereses de las empresas fracturadoras y el Estado van de la mano. Mullally habla de “un gran problema que se advertía hace mucho tiempo” que es la dependencia de extracción de hidrocarburos no convencionales en nuestro país ya que “Vaca Muerta representa un 70% de la producción gasífera y casi un 50% de la producción petrolera”. Esto ha sido posible mediante la inversión e intervención del Estado: “En el caso de Fortín de Piedra, más del 50% de la inversión fue producto del subsidio del Estado. Nosotros los llamamos ‘petroplaneros’”, dice Mullally.

En pos de seguir el derecho de la “soberanía energética” que permite la libre exploración y explotación de los recursos energéticos, “se está cometiendo una gran injusticia, un atropello contra el medio ambiente y las personas, pero el negocio es más fuerte”, dice Durán. Esto se ve reflejado en que “en Neuquén ni siquiera se hicieron los estudios de impacto ambiental porque hubo un decreto del Poder Ejecutivo que decía que con los estudios que hacen las empresas bastaba y que no iban a hacer audiencias públicas, las cuales están establecidas por ley”, denuncia Ángeles Acosta, abogada en la causa.

En este contexto, la regulación y más aún el cese del fracking son imposibles. Como explica Mullally, “si querés parar Vaca Muerta tenés que pensar cómo vas a reemplazar esa energía y eso no se está haciendo. Es todo lo contrario, se está apostando a profundizar la actividad”.

La causa

A pesar del consenso entre las empresas fracturadoras y el Estado, aquellos que sufren las consecuencias del fracking no se quedan callados. La Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) junto con la Comunidad Mapuche Lof Wirkalew y habitantes de Sauzal Bonito llevan adelante una causa judicial que se encuentra estancada en la Corte Suprema de Justicia desde marzo del año pasado. “La causa está parada porque la jueza federal de Neuquén se declaró incompetente y frente a ese conflicto de competencia tuvimos que acudir a la Corte de Justicia de la Nación, pero todos sabemos los atrasos absurdos que tiene la Corte para los casos que no le importan”, explica Acosta.

“Al principio no sabíamos a quién acudir”, dice Durán y agrega: “No teníamos a nadie de las empresas, de la provincia, ni de ningún organismo que se nos acercara para plantear esto. Así que tuvimos que recurrir a la FARN. Ellos nos proveyeron un equipo jurídico y después nosotros empezamos a movernos en la zona”. Durán también habla de la indiferencia del gobernador neuquino al momento de presentarle esta problemática: “Cuando empezamos a golpear puertas, nunca nos recibió y tuvimos que buscar un partido opositor, un partido de izquierda, que nos brinde la posibilidad de exponer en la Legislatura de Neuquén, donde estaban todos los legisladores menos los del oficialismo”, explica.

La causa consta de un recurso de amparo con el que reclaman que se realicen audiencias públicas, estudios de impacto ambiental hechos por el Estado y que se regule la actividad del fracking ya que “no hay límite alguno para las empresas que pueden llevarse todo como quieran y sin tener en cuenta los costos en el medio ambiente y la sociedad”, dice Acosta. Esta regulación de la actividad implica controlar la intensidad de la explotación y ampliar la distancia entre las zonas de fractura y los asentamientos urbanos, además de crear planes de contingencias y dotar a las comunidades vecinas de infraestructura adecuada para hacer frente a la actividad sísmica. El año pasado, el gobierno provincial anunció que construiría casas antisísmicas para todos los habitantes de Sauzal Bonito. “Como yo ya había empezado a hacerme una casa antisísmica de material, rechacé la oferta. Entonces me dijeron que me iban a dar una ayuda económica para hacerme la casa. Sigo esperándola”, cuenta Durán.

El recurso de amparo también solicita al Poder Ejecutivo provincial el control de los pozos sumideros: que se evite su utilización en caso de riesgo sísmico y que el agua allí acumulada sea tratada como un residuo peligroso, no solo por su toxicidad, sino también porque la inyección de aguas residuales, o flowback, en pozos sumideros puede inducir temblores.

“Solicitamos una red sismográfica que brinde precisiones sobre la sismicidad que presenta la región y también que haya un semáforo sísmico para que las empresas detengan sus operaciones durante dieciocho horas cada vez que la fractura hidráulica produzca un sismo de intensidad mayor a 1,5 en la escala de Richter”, explica Acosta. Si bien la red de sismógrafos ya existe, los datos que recolecta no se hacen públicos.

En 2021 FARN publicó un documento en el que expresa en detalle los riesgos sociales y medioambientales que conlleva la actividad en Vaca Muerta. “Las respuestas tanto del gobierno provincial como de las empresas que están fracturando son nulas – denuncia Acosta-, estamos hablando de complicidades más que de omisiones. De un Poder Judicial que no trabaja como es debido y que no vela por resguardar los derechos de las personas”.

“El abogado que está al frente de la causa nos dijo que ellos iban a esperar un tiempo prudencial para ver si la Corte se expedía -dice Durán-, pero ahora con estos nuevos episodios que han habido, más la cuestión de las inundaciones que tenemos. No salimos de una que caemos en otra”. Según Acosta, “hay innumerables daños que el fracking está causando a las poblaciones, a los ríos y a la naturaleza. Actualmente intentamos plantear estos nuevos hechos que están sucediendo mientras ellos se toman todo el tiempo del mundo para decirnos quién es competente para atender este amparo”, explica.

Desde su grupo de autoconvocados y con el apoyo de FARN, Durán expresa su deseo de que esta problemática resuene en los medios de Buenos Aires ya que “hemos llegado a este cuello de botella que es insostenible y la Corte Suprema solamente funciona si hay una cuestión mediática de por medio”, concluye.