¿El delivery puede ser un servicio público?

¿El delivery puede ser un servicio público?

Mercado Justo, aprobado en el Concejo Deliberante de Rosario, es una plataforma digital sin fines de lucro.

Hasta los días previos a que se inicie el aislamiento social preventivo y obligatorio estaban en el terreno de lo ilegal; ahora, son actividades esenciales: las plataformas digitales de prestación de distintos servicios han cobrado una importancia tal que ya no se puede ocultar la necesidad de su regulación. ¿Es posible, además, pensar alternativas, como plataformas digitales públicas, que se rijan bajo condiciones más democráticas y emancipatorias que las actuales?

Arduos debates sobre las posibilidades que brindan y, a su vez, sobre la perversidad de las mismas han abundado tanto a nivel internacional como nacional: conectando ofertas y demandas de bienes o servicios, o bien agregando valor a actividades no monetizadas de la vida cotidiana, aplicaciones como Rappi, Glovo, Pedidos Ya, AirBnb, Uber o Cabify son opciones de empleo -inmediato y garantizado- para muchísimos jóvenes de nuestro país y el mundo entero. Pero es necesario preguntarse a qué costo: el pasado lunes 29 de junio falleció Leonel, de 28 años, el sexto repartidor en lo que va de la cuarentena, dejando en evidencia una vez más las condiciones paupérrimas en materia de seguridad y derechos laborales de las plataformas de la “economía colaborativa”.

En este contexto, el proyecto de Mercado Justo, presentado por Ciudad Futura y aprobado en el Concejo Deliberante de Rosario, supone una interesante iniciativa: se trata de una plataforma digital sin fines de lucro que unifica toda la oferta y demanda de bienes y servicios de la ciudad y su distribución, buscando fomentar la economía local. Aunque se trata de una experiencia todavía excepcional, en un escenario dominado hábilmente por las grandes, publicitadas y poderosas compañías.

“En el ecosistema digital, la posición significativa de un puñado de plataformas asfixia la competencia», dice Becerra.

“Si bien las plataformas no aumentaron las bases de pagos por los pedidos, lo que hicieron fue aumentar algo que se llama ‘bono por productividad’, es decir, un bono por cantidad de pedidos realizados, para incorporar a más trabajadores para que cubrieran la alta demanda que había durante la cuarentena”, expresa Juan Manuel Ottaviano, abogado laboralista y asesor de la Asociación de Personal de Plataformas (APP). “Esto significó un fenómeno de transformación e intensificación del trabajo porque muchos trabajadores que antes hacían jornada parcial ahora hacen completa y quienes ya hacían completa hacen más horas aún. Todo esto en el marco de la contratación autónoma: es decir, sin ningún tipo de protección de la salud o ante los riesgos. Los trabajadores se hacen cargo de todos los elementos de seguridad y todos los gastos”.

La utilización de sistemas de asignación de trabajo y de control de la productividad a través de rankings son el común denominador en todas estas plataformas. “El ranking te evalúa la cantidad de pedidos aceptados sobre la cantidad de pedidos ordenados y además te evalúa la cantidad de horas o el tiempo que cada trabajador está conectado, sobre todo en las horas de alta demanda. Ahora bien, ese cómputo está determinado pura y exclusivamente por la plataforma y en general no es justo”, afirma Ottaviano.

Durante la cuarentena, por lo menos seis reparatidores fallecieron por accidentes viales.

De allí se desprende la necesidad de truncar la idea que se pretende fomentar acerca de la supuesta neutralidad y autonomía de las aplicaciones y las tecnologías en general y su carácter fantasmagórico. “Muchas veces se dice que estas empresas no tienen existencia real: que exista un control remoto no significa que no haya un sujeto controlante, un medio de control y un controlado. Por supuesto, al ser remoto este control, se diluye la presencia de ese sujeto controlante y eso puede dar a pensar que se diluye la responsabilidad. Para atribuirle responsabilidad primero hay que hacer emerger la figura del empleador”, asegura el abogado y continúa: “Son empresas, con capital, que tienen un domicilio, que tienen administradores, gerentes, dueños. Que diseñan los algoritmos para la organización del trabajo y los servicios y diseñan un modelo de empresa tradicional con el agregado de una existencia digital también. El gran dilema a resolver o la gran disputa en torno al trabajo en plataforma, es establecer la relación que existe entre la empresa y los trabajadores y trabajadoras. Si creemos que el sujeto empleador no existe o existe sólo digitalmente va a ser muy difícil establecer cuál es esa relación”.

Este contexto propicia la obtención de siderales ganancias, sobre la base de condiciones laborales profundamente desiguales, de las cuales sólo un ínfimo porcentaje queda para el fisco del país. En este sentido, Martín Becerra, investigador y profesor universitario especializado en medios de comunicación e industrias culturales, afirma que “no sólo es imprescindible e impostergable revisar las condiciones de tributación de las grandes plataformas en los países donde comercializan productos y servicios (propios o ajenos), sino además definir reglas democráticas para distribuir el aporte que necesariamente estos conglomerados, beneficiados por las inversiones en infraestructura, en contenidos y en capital social de otros actores, deben hacer como contraprestación del usufructo de ese capital y de esos bienes”.

“Se cae en una discusión inconducente de tecnología sí o no, cuando en realidad es tecnología a favor de quién”, dice Tepp.

Además, afirma que “en el ecosistema digital, la posición significativa de un puñado de plataformas asfixia la competencia, dado que la asimetría en el acceso y distribución de recursos necesarios para competir es capitalizada por los grupos más concentrados en detrimento del resto”. En consecuencia, agrega, “la captura de la rentabilidad que exhiben los principales conglomerados contrasta con los márgenes de beneficio del resto de los participantes del mercado. Una determinación estructural crítica que afecta la manera en que, en una misma sociedad, sujetos distintos acceden a oportunidades de desarrollo muy desiguales. La ficción democratizadora de las tecnologías encuentra en las condiciones materiales de acceso por parte de los sectores populares en el marco de la pandemia, su fracaso más cabal: las brechas digitales afloran a la vista del conjunto”.

Una gran cantidad de emprendimientos o pequeños locales barriales de bienes o servicios están invirtiendo enormes esfuerzos en un intento por no quedarse fuera del mercado virtual. Las experiencias evidencian lo difícil que se torna competir contra empresas multinacionales: no hay forma de que, por ejemplo, una cadetería de barrio logre hacerle frente a las difundidas plataformas de delivery. Cabe preguntarse, entonces, si con políticas regulatorias alcanza, o si es necesario, además, pensar en alternativas más democráticas y horizontales, con inversión y decisión política, que ofrezcan al resto de los actores del mercado una posibilidad real de participar.

Al respecto, Juan Ottaviano afirma que “estas alternativas requieren de una inversión y de decisión política para ser llevadas a cabo. Está claro que una iniciativa cooperativa, por ejemplo, no quiere ser una alternativa a Uber a nivel global. Pero a nivel local también es necesario un desarrollo de la tecnología que requiere de un financiamiento y conocimiento científico muy robusto. Me parece que la forma de resolver esto es que el Estado ejerza un rol en este asunto, estableciendo reglas justas, que respeten a todos los usuarios de estas plataformas, sean trabajadores, consumidores, prosumidores”.

En este escenario la aprobación del proyecto de Mercado Justo que llevó al Concejo rosarino el bloque de Ciudad Futura, representa un avance importante en el nivel local. Caren Tepp, concejala del bloque, explica que la propuesta surgió a partir de advertir durante la pandemia una tendencia muy fuerte a que todas las compras y ventas -que aumentaron exponencialmente- se hagan a través de plataformas de e-commerce hegemónicas, “siendo Mercado Libre la más representativa, que nació en Argentina pero que hoy funciona con una lógica multinacional que nada tiene que ver con la defensa de la economía cercana”. Frente a esta realidad, es necesario que los gobiernos locales puedan crear herramientas que vayan por la positiva y no queden sólo en la prohibición. “No podemos naturalizar que se concentre en un par corporaciones económicas todo el mercado virtual y digital, ni que el resultado de las medidas que se tomaron por la pandemia, que todos reconocemos como necesarias, sea una mayor concentración de la economía en perjuicio de todos”, afirma Tepp.

De allí surge Mercado Justo, una alternativa local que busca unificar toda la oferta económica y productiva de la ciudad de Rosario y poder vincular a quien necesita algo con quien lo tiene, produce o sabe hacer. El objetivo es que a todos estos esfuerzos particulares que están dispersos en el mercado digital “se los pueda centralizar en esta plataforma municipal sin fines de lucro y que se priorice toda la economía local”, afirma Tepp, y agrega que “muchas veces se cae en una discusión inconducente de tecnología sí, tecnología no, cuando en realidad es tecnología a favor de quién”. El objetivo de crear esta herramienta es que quienes se beneficien sean quienes interactúen a través de la plataforma, es decir, “que quien produce u ofrece un servicio se le pague de manera digna y que al consumidor se le cobre un precio justo”.

El objetivo de Mercado Justo es que se beneficien quienes interactúen a través de la plataforma.

Además, atendiendo al gran aumento de jóvenes trabajando en pésimas condiciones en aplicaciones como Rappi, Glovo y Pedidos Ya, Mercado Justo “incorpora los servicios de delivery para poder fomentar desde el Estado el cooperativismo de plataformas y la posibilidad de que esos jóvenes puedan seguir teniendo ese trabajo pero en términos realmente dignos y económicamente más justos y emancipatorios”, cuenta la concejala rosarina.

Una característica fundamental de estas plataformas que hay que considerar a la hora de llevar a cabo un proyecto es la autoadministración del tiempo laboral. En este sentido, Ottaviano afirma que la posibilidad de desconectarse es un pequeño margen de libertad que existe, pero está desregulado. Es por ello que “la insistencia está en tratar de establecer mecanismos justos de medición de la productividad, más que la adecuación de este sistema a un sistema de jornada continua. Hay puntos intermedios entre una regulación tradicional y la no regulación. El debate es el de poder, sobre la base de las protecciones laborales, admitir que este trabajo tiene algunas particularidades que pueden ser respetadas”.

Como lo ha sido siempre, la organización de los y las trabajadoras de plataformas supone una instancia fundamental frente al avasallamiento de derechos laborales. “La digitalización del trabajo sin dudas rompe con un concepto muy propio del siglo XX del ámbito de trabajo, del establecimiento. En muchas ocasiones la construcción de los sindicatos está pensada en función de un espacio común. Creo que por ese motivo las estrategias sindicales de los trabajadores digitales consisten en preservar los ámbitos de encuentro, espacios que pueden ser idealmente físicos pero posiblemente virtuales, es decir, se trata de combinar estrategias de encuentro físico con estrategias de encuentro digitales. Sería necio pensar que la única forma de construcción sindical es en base al establecimiento, porque si fuera así los sindicatos estarían renunciando a disputar a las empresas el código, el lenguaje y las herramientas de la digitalidad”, concluye Ottaviano .

Desde los tiempos modernos de Chaplin hasta los actuales de Rappi, Uber y Galperin, el mundo ha cambiado mucho y no ha cambiado nada: las técnicas avanzaron y las innovaciones llegaron a niveles jamás imaginados, generando condiciones y posibilidades inéditas. Pero no para cualquiera: la inequidad y la desigualdad en la distribución y el acceso evidencian que, en sus bases, todo sigue igual. Las fábricas han cedido su lugar a enormes infraestructuras digitales globalizadas, donde el nivel de producción lejos de cesar, cada vez aumenta más. Plataformas que reproducen la relación asimétrica entre trabajadores y patrones adheridas al capitalismo, con el agregado de que entre códigos y algoritmos intentan escurrir sus responsabilidades. Al igual que en las grandes crisis económicas, quedan expuestas las contradicciones de un sistema que ha producido a ritmo frenético, a lo largo de su historia, un nivel de explotación y precarización proporcional a las ganancias siderales que se facturan.

Una identidad en construcción

Una identidad en construcción

“La verdad de la arquitectura está en el espacio interior, no en las paredes que lo cierran”, dice la directora y traza un paralelismo con la protagonista de la historia.

Desde el 14 de mayo y durante tres semanas estará disponible la película documental “Canela: solo se vive dos veces”, dirigida por la realizadora rosarina Cecilia Del Valle. Se trata de la vida de Canela Grandi Mallarini, una arquitecta y docente trans sexagenaria, que atraviesa a sus 62 años un proceso de hormonización y corporalidad. La película se puede ver en la plataforma Puentes de cine, recientemente creada por la Asociación de Directorxs de Cine PCI. El 30% de lo recaudado será donado a la Liga LGBTIQ+ de las Provincias, que se encargará de distribuirlo entre las personas del colectivo que se encuentran en mayor emergencia social por el Covid-19.  

La película retrata un paréntesis en la vida la protagonista: a los 48 años, Áyax Grandi Mallarini decidió ser Canela quien, tras dos años de hormonización y casi 20 años después de haber cambiado su identidad de género, se encuentra frente a la disyuntiva que la cirugía le plantea. “¿Es necesario -se pregunta- hacerse intervenciones quirúrgicas de reasignación de género para sentir que su identidad está ‘completa’?” Considerando las complicaciones que podrían desatarse y sin lograr descifrar rotundamente su deseo con respecto a la intervención, Canela entra en tensión con sus hijos, terapeutas, cirujanos y viejas amistades. 

¿Es tarde para tomar determinadas decisiones? Sin dudas su situación, si bien no es excepcional, tampoco es mayoritaria en la comunidad trans y travesti. Pero la respuesta es rotunda: hay que “mantener las raíces en la helada hasta que sea tiempo de despertar”. Esta es la frase -tomada de un arquitecto estadounidense- que Canela repite una y otra vez. Los prejuicios de gran parte de la sociedad y un tardío cambio sociocultural que recién comienza a asomarse, convierten a las decisiones en torno al cambio de identidad de género -y todo lo que ello implica- muy arduas y difíciles de sobrellevar. “Hubo muchos mandatos por reconstruir y por repensar, y ella despertó cuando pudo, cuando resolvió determinadas cuestiones -afirma la directora-. Fue un largo trayecto, con muchos vaivenes, muchas dudas, muchas resistencias”. 

“Siempre se me presentaron dos alternativas: seguir la corriente o hacer lo que yo quería”, dice Canela.

A bordo de su camioneta Dodge naranja intenso de los años ‘60, Canela transita desde la construcción -que ella dirige- al negocio de barrio donde compra su ropa, pasando en el camino por la Universidad de Rosario, lugar donde dicta clases desde hace varios años. “Yo siempre he transitado la arquitectura como algo muy personal, muy introspectivo, con muchísimo apego a mi interior y a mi integridad”, recuerda la protagonista y, recapitulando sobre su trayectoria profesional, agrega: “Siempre se me presentaron dos alternativas: seguir la corriente o hacer lo que yo quería”. 

Con Cecilia del Valle se conocieron «haciendo territorio» en una agrupación política, donde ambas daban charlas de cine y arquitectura, respectivamente. “Me interesó y me empecé a interiorizar con la arquitectura orgánica, así que la empecé a seguir en otras charlas que ella brindaba”, cuenta del Valle. Casi como una analogía, Canela sentencia que “la verdad de la arquitectura está en el espacio interior, no en las paredes que lo cierran”. Este concepto desarrollado en la arquitectura orgánica es lo que unió los destinos de directora y protagonista en la vida real. Y era además una analogía: su cuerpo tampoco determinaba su identidad. 

De allí surgió la idea de realizar este documental. Canela es el retrato de un recorrido cuidadoso pero contundente, que el ojo cinematográfico de la realizadora rosarina acompañó sigilosamente durante seis años. “Ella quería visibilizar su historia para ayudar y yo quería hacer una película respetuosa que muestre la diversidad dentro de la diversidad, que nos acerque a pensarnos un poco y a encontrarnos en las similitudes, en la amorosidad y en la empatía”. 

«Transité la arquitectura como algo personal, introspectivo, con apego a mi interior e integridad”, dice Canela.

Canela no pudo ser estrenada en el XX BAFICI, como había sido planeado en un primer momento, pero permanecerá disponible hasta el 4 de junio en la nueva plataforma del Programa Puentes de Cine de la Asociación de Directores de Cine PCI, en esta búsqueda de aggiornarse al contexto que se atraviesa. Este estreno tiene dos aspectos positivos: llega a la pantalla una historia sobre una mujer trans -lo cual es muy significativo- y además se suma a una causa para atender necesidades urgentes y para asistir a las realidades sumamente vulnerables que están atravesando hoy las personas trans y travestis en Argentina, mediante la Liga LGBTIQ+ de las Provincias

La pandemia provocada por el Covid-19 agudiza un panorama ya existente de marginación y discriminación hacia gran parte del colectivo trans y travesti. En este sentido, Thiago Galván, Secretario del Área trans, travesti, intersex y no binarie de la Liga LGBTIQ+ de las Provincias, afirma que esto “es una problemática histórica por la que nuestro colectivo viene luchando hace mucho, mucho tiempo” y que, a raíz del aislamiento, “se dejó entrever los problemas estructurales de desigualdad social que atravesamos”. Si bien no se desconocen los avances logrados, es evidente que “todavía falta muchísimo camino por recorrer y lo fundamental es la conciencia social y el cambio cultural”. 

La situación de Canela no es ni fue fácil, sin embargo reconoce ser una “privilegiada” dentro de un colectivo altamente marginado: posee trabajo -aunque rotunda e injustamente rebajado a causa de su cambio de género—, un sustento económico más o menos estable y una familia que la apoya y acompaña. Pero es consciente que se trata de una minoría dentro de la minoría: el crédito vital de la mayoría de las personas trans y travestis está limitado por condiciones materiales extremadamente duras. “El 90% del colectivo en Argentina no tiene trabajo formal registrado y esto hace que alrededor del 50% encuentre el trabajo en la calle para sobrevivir”, explica Galván y agrega que “al no poder salir a la calle tampoco esto es una opción para llevar el plato de comida”. El contexto de aislamiento social, preventivo y obligatorio visibiliza una situación que es crítica, una realidad que es urgente atender. 

“¿Son necesarias las cirugías de reasignación de género para sentir que la identidad está ‘completa’?”, pregunta.

La falta de acceso al sistema formal de empleo, que deriva en una pésima situación económica de gran parte del colectivo trans y travesti, sumado al irregular acceso a otros derechos como son la salud, la educación y la vivienda digna, conforman un panorama sumamente crítico. “El primer paso es tener acceso a un trabajo para acceder a las condiciones materiales que nos permitan tener una vida digna y también para poder elegir qué queremos hacer, quiénes queremos ser y cómo nos queremos desarrollar”, afirma Galván y agrega que “hay que generar los mecanismos para que se accionen y se tomen decisiones en pos de este cambio cultural que necesitamos para una integración real a la sociedad y para poder gozar de una ciudadanía integral con los mismos derechos que las otras personas”, finaliza el Secretario de la Liga. 

“Un paso fundamental en este aspecto es aprobar e implementar una ley de cupo laboral trans. Nosotres desde la Liga hablamos de inclusión, porque creemos que el acceso laboral es un derecho y los derechos no tienen techo, no tienen límites”, desarrolla Galván. En Argentina, sólo cinco provincias aprobaron la ley de cupo laboral trans (Chaco, Chubut, Santa Fe, Río Negro y Buenos Aires), de las cuales sólo Buenos Aires -y después de tres años- la implementó. El resto lo hizo de manera irregular o directamente lo omitió. 

 

Una clase ante la turba

Una clase ante la turba

«No se trata de contar la película desde la sexualidad de una persona, sino desde su profesión”, dice Tamagnini.

El Maestro, producción nacional codirigida por Cristina Tamagnini y Julián Dabien, está inspirada en la historia de Eric Sattler, un docente de la localidad de Ucacha, provincia de Córdoba, quien fuera maestro en los años ’90 de Tamagnini. La película se estrena de manera gratuita hoy a las 20 por Cine.Ar TV y desde mañana estará disponible en la plataforma Cine.Ar Play.

La historia transcurre en un pueblo del noroeste argentino donde Natalio, interpretado por Diego Velázquez, es un reconocido maestro por su enorme vocación. De repente su figura se ve cuestionada por la llegada de Juani, un amigo que acude a su ayuda de manera improvista. A partir de la aparición de ambos juntos en público, los vecinos del pueblo confirman los rumores sobre su sexualidad y los padres de alumnos de Natalio, deciden quitarlos de la obra de teatro que él dirigía y hostigan a la directora para que sea separado de su cargo.

Tamagnini, guionista, productora y codirectora de El Maestro afirma que no se trata “de contar la película desde la sexualidad de una persona, sino desde su profesión, que trasciende la elección sexual de él”. Además, ambos directores cuentan que siempre se interesaron por “la injerencia que tienen los maestros sobre sus alumnos, independientemente del contexto, y cómo son capaces de despertar o estimular ese germen de curiosidad, de realización en otras personas”.

Por momentos podría creerse que el tema es obsoleto, que hubo “error de raccord” entre el momento actual y la trama de la película; pero si se le hace un poco más de zoom a la realidad, enseguida se evidencia que aún está plagada de prejuicios -derivados de la heteronorma que rige en nuestra sociedad- que terminan, aunque quizás ahora en menor medida, en situaciones bastante similares a la del film.

En este sentido, los directores afirman que “la película se centra en la mirada del otro y la construcción del prejuicio en torno a aquello que desencaja con el orden establecido y el deber ser. El Maestro habla más de nosotros mismos que de lo que el propio maestro es o debe ser para nuestra sociedad”.

“La película se centra en la mirada del otro y la construcción del prejuicio», señala Tamagnini.

Tamagnini es licenciada en Cine y TV de la Universidad Nacional de Córdoba y Magister en Guión de Cine de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Valencia. Tras varios años de trabajo en España se radicó en Salta y, junto a Lalo Mamani, crearon la productora Caschi Cine, que desarrolla su actividad en todo el noroeste argentino desde el 2012.

El Maestro fue filmada íntegramente en la localidad de La Merced, Salta, y contó con una gran participación de actores y actrices locales. La productora de la película remarcó la importancia de filmar desde el interior del país y afirmó que entiende que “muchas personas se tienen que ir porque no hay un flujo de trabajo que permita quedarse”, pero que elige ofrecer esa resistencia y producir desde su provincia para contribuir a la gestación de un cine local. Junto a Velázquez actúan Ezequiel Tronconi, Ana Katz, Valentín Mayor Borzone, Danny Veleizán, Natalia Aparicio y Geortina Parpagnoli.

Por su parte el codirector, Dabien, trabaja como fotógrafo y realizador audiovisual free-lance, y como técnico en cámara y luces para producciones de cine, publicidad y televisión. Al ser oriundo de Chacabuco y haber vivido experiencias similares, ambos directores compartían -afirma su par-, “una especie de microcosmos común” en la adolescencia, que enriqueció enormemente la historia.

La productora de la película remarca la importancia de filmar desde el interior del país.

En un contexto sumamente adverso, en el que los cines del país permanecen cerrados debido al aislamiento social, preventivo y obligatorio, El Maestro podrá verse de manera gratuita hoy o el sábado 16 de mayo a las 20 en Cine.Ar TV; a partir de mañana, además, estará disponible en Cine.Ar Play. Más allá de las implicancias económicas que de esto derivan, los artistas del cine independiente argentino ven a la actual distribución de sus producciones como una gran posibilidad para el sector. Para estas películas, “que no cuentan con el apoyo de grandes medios que les hagan publicidad -afirma Tamagnini- esta manera de estreno va a favorecer a que la vean muchas más personas que si se estrenara en sala”. Tóxico, la película de Ariel Martínez Herrera recientemente estrenada, avizora un escenario prometedor: contó con más de 60 mil espectadores, lo cual supone un éxito enorme.

Si bien la exhibición de la producción nacional y, particularmente del cine independiente, está en crisis en Argentina desde hace muchos años, la directora oriunda de Córdoba remarca la importancia de que se abra un espacio de debate y reflexión para ver qué políticas se van a redireccionar, una vez superada la coyuntura, para la producción y distribución del cine local.

“Esta manera de exhibir es una forma de descentralizar el estreno en salas, que está sujeto a las capitales o grandes ciudades”, destaca Tamagnini. En la provincia de Salta, al igual que en la mayoría de las provincias argentinas, tan sólo la capital y contadas ciudades más poseen cines, de manera que la transmisión de los estrenos de las películas nacionales por televisión y mediante una plataforma virtual suponen un notable avance respecto de la desigual distribución de las producciones culturales al interior del país.

El cine, como todo arte y al igual que un maestro o una maestra, educa al pueblo que lo consume: de allí la importancia de difundir y distribuir la producción local a lo ancho y a lo largo del país. En una sociedad donde los consumos culturales son en gran medida importados, cabe resaltar la importancia de un cine nacional e independiente, enraizado en la memoria común, las costumbres, las luchas locales y las reivindicaciones que de ellas derivaron.

La movida solidaria de Fotógrafes x los barrios

La movida solidaria de Fotógrafes x los barrios

Aparición de la nieta 126, Adriana Garnier Ortolani. Foto de Daniela Morán en una cobertura para ANCCOM.

Fotografes x los barrios es una iniciativa lanzada por un grupo de profesionales que venden algunas de sus fotografías para donar lo recaudado a los barrios populares del país a través de la organización La Poderosa. En un contexto en el que el mundo entero se ve afectado sanitaria y -en igual medida- económicamente, más de un centenar de reporteros y retratistas se organizaron para aportar, desde su lugar, con el trabajo de emergencia que se está realizando en los barrios más vulnerables.

La pandemia provocada por el Covid 19 ha obligado a la sociedad toda a tomar estrictas medidas para prevenir y evitar el contagio y propagación del virus; el aislamiento social y la constante higiene de manos y superficies son las medidas más importantes. Pero ¿cómo se hace para respetar el aislamiento cuando se comparte un baño con cinco, nueve o doce personas más? ¿Cómo se hace para mantener la higiene en barrios que no tienen acceso al agua potable?

Florencia Guzzetti, fotógrafa y una de las organizadoras de Fotografes x los barrios, en diálogo con ANCCOM contó que el proyecto surgió “a partir de pensar qué podíamos hacer como reporteros gráficos para poder ayudar a los barrios”, aquellos que tantas veces visitan para documentar una historia de vida o mostrar su realidad a tantos argentinos. Una vez lanzada la convocatoria, una gran cantidad de profesionales se sumaron a donar sus fotografías. Entre ellos se encuentran artistas de altísimo reconocimiento como Eduardo Longoni, Adriana Lestido, Carlos Bosch, Giancarlo Ceraudo, Nora Lozano, Pablo Piovano; y también fotógrafos que hicieron su experiencia en esta agencia, como Romina Morua, Daniela Morán y Néstor Beremblum, y sus dos editores, Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire. Las producciones estarán disponibles durante diez días a partir del miércoles 6 de mayo, y la compra puede realizarse a través de la cuenta de Instagram y en la Fan Page de Facebook.

24 de Marzo de 2015. Foto de Romina Morua realizada para ANCCOM.

“Días atrás, un texto publicado por Nacho Levy, referente de la organización social La Poderosa, nos dejó algunas pistas y muchas certezas –relatan en una carta conjunta los fotógrafos-. Levy detalla con precisión la frágil situación de la parte más dolorosa del país”. Hace días que, desde La Garganta Poderosa, vecinos y vecinas de las distintas barriadas de la Capital Federal vienen denunciando la situación en la que se hallan: al hacinamiento infrahumano, la falta de acceso a servicios básicos, el empobrecimiento cada vez más estremecedor de las economías familiares y la ausencia estatal se le suma, en una carrera de injusticias, el peligro inminente que el coronavirus y el dengue suponen.

Como si esto fuera poco, desde hace diez días los vecinos de la Villa 31 no tienen acceso al agua en sus casas, lo cual los sitúa en un panorama catastrófico. Las tardías respuestas y la inacción durante este lapso por parte de los funcionarios responsables dejaron como saldo un aumento exponencial de la curva de contagios en “la villa más emblemática de la ciudad más rica del país”, como bien define el referente de La Poderosa. De tan sólo tres casos confirmados de coronavirus, a partir del corte de agua el número se elevó a 198 positivos y una vecina de 84 años fallecida. Mientras tanto, el Gobierno de la Ciudad responsabiliza a las autoridades de AySA y éstas últimas alegan que el encargado de garantizar el servicio en el barrio es el gobierno porteño.

Y no son los únicos: en la Villa 1-11-14, donde ya se contabilizan 69 contagiados y cinco fallecidos, la situación es igual de crítica. Además, el domingo por la tarde las estadísticas oficiales informaron que hay casos en Ciudad Oculta, Villa 20, Rodrigo Bueno, Barrio Mitre, Barrio Ramón Carrillo, Villa 21-24, Fátima, Piletones y en “barrios populares sin precisar”.

Fotografía de Lilian Andrade, de La Garganta Poderosa

Pero esta realidad no aparece en las grandes pantallas ni los principales portales web. O por lo menos no aparece hasta que no lo pueden tapar más, hasta que la situación colapsa. En este sentido, Fotografes x los barrios también “ayuda a mostrar lo importante que es el rol del fotoperiodismo y del fotógrafo para documentar la historia de un país, de un momento, de un barrio, de una situación”, según comentó Guzzetti. Además, agregó que invitaron a participar a los fotógrafos de La Poderosa, que son justamente, dijo, “los que pasan el tiempo y viven en los barrios. Ellos pueden aportar un montón con su mirada que es la que se logra al caminar y vivir los barrios todos los días”.

A partir de que se sumaron un montón de profesionales a la iniciativa, Guzzetti comentó que la intención es “poder continuar con una segunda tanda de fotos de otros autores y seguir avanzando en esto no sólo a través de la venta de fotografías sino también pensando y articulando cuestiones culturales, talleres o alguna otra propuesta que se pueda hacer en los barrios, siempre con el fin social, de intercambio y para poder trazar esos puentes que se trazan cuando uno va al barrio a hacer una historia o sacar una foto”.

Todo el dinero recaudado a partir de esta iniciativa será donado a La Poderosa, quien estará encargada de distribuirla en los lugares donde más urgencia haya. En la página web de Fotografes x los barrios los organizadores afirman que optaron por La Poderosa “porque confiamos en su accionar colectivo, y en su capacidad de llegar a lugares donde otrxs no llegan”.

Con este motivo más de 100 fotógrafos donaron sus producciones, que incluyen desde retratos a paisajes y rincones de cualquier parte del mundo, pasando por marchas y manifestaciones históricas, el carnaval en el norte argentino y jugadas memorables del fútbol nacional. De tan enriquecida compilación, la fotografía ofrecida por Florencia Guzzetti no parece haber sido elegida al azar: se trata de Norita Cortiñas en el interior la mina de Río Turbio, a siete kilómetros de profundidad.

“Es una foto muy importante, muy significativa en mi carrera profesional –dice Guzzetti-. Para mí Nora es todo: es fuerza, es lucha, es coraje. Es ese abrazo que todos queremos tener y que todos necesitamos ahora más que nunca que no nos podemos abrazar”. Y el abrazo de la Madre de todas las batallas llegó, en medio de un contexto extremadamente crítico en los barrios populares de la Argentina, a través de la publicación de la denuncia “del crimen en la villa” frente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, redactada en conjunto con Adolfo Pérez Esquivel y decenas de artistas, organizaciones de Derechos Humanos, medios de comunicación, personajes públicos, etcétera. “Nora es esa llama que siempre se mantiene prendida y que nos guía cuando no sabemos para dónde ir”, concluyó Guzzetti.