Hinchados de la represión y del ajuste a los jubilados

Hinchados de la represión y del ajuste a los jubilados

En un operativo conjunto, las fuerzas que responden a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich intentaron impedir la multitudinaria marcha que los hinchas de fútbol organizaron en solidaridad con los jubilados. Reprimieron con balas de gomas, gases y carros hidrantes. El fotógrafo Pablo Grillo fue herido en el cráneo y pelea por su vida. Hubo más de cien detenidos, la mayoría al voleo.

La represión a los jubilados en su marcha de reclamo de cada miércoles esta vez fue feroz. La multitud, que se concentró en Congreso y después se dirigió a Plaza de Mayo, fue atacada por un ejército de policías y gendarmes. Hubo más de un centenar de detenidos, y dos heridos de gravedad, uno de ellos Pablo Grillo, un reportero gráfico que recibió de lleno en su cabeza el impacto de un proyectil de gas lacrimógeno, y esta noche era intervenido quirúrgicamente en el hospital Ramos Mejía y luchaba por su vida. 

La marcha parecía que iba a ser inmensa a medida que llegaban las hinchadas de varios clubes de fútbol a las que se sumaron movimientos sociales, organizaciones políticas y sindicatos. Pero tal como lo había advertido anteriormente Patricia Bullrich, se aplicó -de manera absolutamente ineficiente- el protocolo antipiquetes.

Estruendos por doquier desorientaban a la multitud, que arrinconada en  Plaza Congreso trataba de saber de qué dirección provenía la estampida ensordecedora.   Mientras en Avenida Entre Ríos y Rivadavia explotaban bombas de gas lacrimógeno que espesaban el aire, del lado de Hipólito Yrigoyen se escuchaban los escopetazos de balas de goma. Las explosiones generaban un aura que envolvía a las personas. Policía Federal,  Gendarmería y Prefectura, juntos reprimiendo nuevamente la marcha de los jubilados: varias personas mayores recibieron palazos en sus cabezas, una mujer cayó al piso golpeando seco su cabeza contra el piso.

Desde que asumió Javier Milei, los jubilados se movilizan al Congreso Nacional  todos los miércoles a las 17. Lo hacen porque no les alcanza la plata: cuatro millones y medio de adultos mayores cobran $234.540, algunos perciben un bono de $70.000 que está congelado desde marzo de 2024. La  canasta básica de un jubilado que es de $912.584, según datos de la Defensoría de la Tercera Edad. A esto se le suma la quita de la cobertura del 100% de los medicamentos que antes ofrecía el PAMI mientras los remedios que aumentaron el último año más del 200%, muy por encima de la inflación. 

El pasado miércoles, la movilización había estado minada de camisetas del club Chacarita: sus hinchas hincharon por los abuelos. Ese día también hubo palo. Casi como contraofensiva a la represión, simpatizantes de más de quince clubes de fútbol anunciaron que participarían en la entonces próxima marcha.  Los de Boca, los de River, los de Racing y los de Independiente, los de All Boys y los de Chicago, los hinchas  de Atlanta, también los de San Lorenzo y los de Huracán, hinchas de Gimnasia e hinchas de Estudiantes, los de Vélez y los de Ferrocarril Oeste; hinchas de todos los clubes, de todo tamaño, clubes millonarios y clubes pequeños,cubrieron, junto a los jubilados, Plaza Congreso. “ Todos unidos triunfaremos” rezaba una bandera que tenía una imagen de Diego Maradona, bandera que en una punta era sujetada por uno de River y en la otra por uno de Independiente.

El camión hidrante también estuvo en esta cancha, de a poco iba avanzando por Avenida Yrigoyen y marcando con el chorro de agua colorida a los manifestantes. La masa retrocedía hacia Paraná: los que estaban recibiendo balas de goma corrían, los que huían del lacrimógeno lo hacían más lento y casi que desganados, pues el gas hacía que el aire queme la piel, los pulmones ardan y los ojos lloren. Con las camisetas de fútbol, algunos improvisaban barbijos para evitar respirar. Alguno que otro trataba, sin resultado, tranquilizar a la multitud y pedirle que no corrieran. Casi al compás de los estruendos se oía “Que se vayan todos/ que no quede/ ni uno solo”, el grito que surgió en el 2001 y terminó con el gobierno del entonces presidente Fernando de la Rúa. Mientras tanto, las balas silbaban y las detonaciones resonaban como un martilleo martilleo que rebotaba entre el concreto de los edificios aledaños. 

La convocatoria era a las 17, pero a las 15 ya había movimiento. Incluso el despliegue de seguridad había empezado mucho antes, cerca del mediodía: cientos de efectivos se habían movilizado para bordear Solis e impedir el paso hacia Entre Ríos, con el objetivo de retener a la gente en la Plaza o en las veredas.Y, sobre todo, que la multitud no ganara la calle. Los efectivos impedían con vallas y cordones policiales que los manifestantes se acercaran a la zona.

Eran varios los jubilados que se dirigían a los policías: “¡No se dejen utilizar! ¿No les da vergüenza estar disfrazados? Díganme, ¿qué les podemos hacer nosotros? ¿Qué les podemos hacer?“, les preguntaba Mabel, de 68 años, mostrándoles las palmas de sus manos en un gesto vacío de grito y agresión. Los ojos de Mabel lagrimeaban y su rostro se ponía rojo de bronca. Algunas señoras más jóvenes, desconocidas para ella, la consolaban: “Yo trato de hablarles para que entiendan, para que conozcan la historia. Yo soy jubilada, cobro la minima, tomo cuatro medicamentos y mi marido ocho. ¿Cómo hacemos para vivir?”, deslizó Mabel. 

En la apertura de sesiones ordinarias de este año, el presidente Milei se jactó de haber hecho el ajuste “más grande de la historia” y que su ajuste fue a la “casta”. Nada más lejos que la realidad. Un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) señala que el gobierno sostuvo el superavit fiscal  a costa de las jubilaciones: el 19,2% del ajuste estuvo explicado por la pérdida de poder adquisitivo de las jubilaciones y pensiones. Incluso se desprende de que con la fórmula previsional anterior, los haberes jubilatorios hubieran sido superadores a los actuales.  Pero el pronóstico es aún más desalentador para las mujeres, puesto que este mes de marzo vence la moratoria previsional y con ello 9 de cada 10 mujeres no podrán jubilarse en el futuro próximo, siendo que más del 40% de la fuerza laboral se encuentra no registrada.

Sobre el lado de Rivadavia había un grupo de veteranos de Malvinas. Cinco vestidos con sus trajes de combate de color verde y  con la inscripción de Ejército Argentino: “Se le escapó la tortuga a Bullrich. ¿A quién le va a pegar primero hoy? ¿A los jubilados o a los hinchas de fútbol?”, preguntaba Miguel Ángel con un tono jocoso en complicidad con sus compañeros.  Petiso, de barba blanca y con anteojos de seguridad para evitar el gas, Miguel Angel, veterano continental de la Guerra de Malvinas, vino por primera vez a la marcha.  Con orgullo señaló que su hija es cirujana gracias a la universidad pública. Al mismo tiempo lo contrastó con el accionar del gobierno: “Ellos nos dan la espalda, se la pasan viajando a Europa y hoy tienen a todas estas hordas militares, en vez de estar, por ejemplo, en Bahía Blanca”, deslizó.

En la marcha también estuvieron presentes organizaciones políticas como el Polo Obrero, y el MST. La columna de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) también formó parte: “La política tiene que pensar qué está haciendo, porque si los clubes son los que tienen que asumir el protagonismo que tiene que tener la política es porque estamos haciendo las cosas mal, así que ojalá sea un despertar de la política para entender que el pueblo tiene urgencias que no esperan”, arrojó el secretario general, Daniel Catalano, que minutos después sería tacleado por la Polícia Federal, detenido y subido a carro policial.

“Que feo/ que feo/ que feo que hay que ser/ pegarle a los jubilados para poder comer”, agitaba la muchedumbre. “Trátame con cuidado, aún tengo sueños”, rezaba un cartel. “Venimos a cuidar a los que nos cuidaron”, decía otro. ”La protesta no se mancha”, un parafraseo al histórico discurso de Maradona.  

En contraste, un gendarme pateaba -¿plantando?- un arma. La imagen fue captada por un camarógrafo de C5N. Otros policías, que hacia el final de la tarde mostraban pecheras de la policía de la Ciudad, dejaban asomar por debajo camisetas de fútbol y lucían jeans y zapatillas: “¡Ese es infiltrado! Tené cuidado”, gritaba uno que advertía el truco. “Marcamelo que lo filmo”, respondió otro manifestante. “Hay algunos agitadores con cadenas de oro ¿dónde la viste?” 

Tras la represión, una gran parte de la multitud comenzó a marchar hacia Plaza de Mayo. La cacería continuó allí. La motorizada y el camión hidrante llegó hasta Avenida de Mayo y Piedras. Estruendos y más estruendos. Helicópteros que sobrevolaban 9 de Julio y con una gran linterna alumbraba hacia la calle al estilo ciudad gótica. 

Entrada la noche, el padre del fotógrafo herido detalló en la puerta del Hospital Ramos Mejía que Grillo, militante de Nuevo Encuentro, estaba trabajando en la movilización de forma independiente. Responsabilizó a Bullrich y Milei de lo que pudiera pasar con la salud de su hijo. A su vez, la Comisión Provincial por la Memoria (CPM) habla de «dos personas en estado de gravedad». 

Hacia el final del día, la respuesta popular a la feroz represión fueron cacerolazos en las intersecciones de diferentes barrios porteños: Dorrego y Corrientes, Montes de Oca y Suarez, San Juan y Boedo, Lacarra y Directorio, Caseros y Rioja, Acoyte y Rivadavia, y en otros puntos de San Cristobal, Monserrat y Constitución.

Nada de pasivos

Nada de pasivos

Cientos de jubilados se manifestaron frente al Congreso Nacional y en distintos puntos del país para reclamar que vuelva la gratuidad de los medicamentos y un aumento en sus haberes. También juntaron firmas para proyectos legislativos.

“Hay que construir un gran frente que derrote a Milei y posibilite construir una relación diferente con esta vergüenza de Congreso de la Nación que permite que el presidente pueda gobernar por decreto como un déspota”, manifestó Hugo Godoy, el secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina Autónoma (CTA-Autónoma), con micrófono en mano. Se dirigía a unos cuantos jubilados, un puñado de jóvenes, algunos diputados de la oposición y referentes de sindicatos como la Confederación de Trabajadores de la Educación (CTERA) y la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), que estaban concentrados sobre la Avenida Entre Ríos, en la plaza que está frente al Congreso nacional. Quienes no habían sido invitados pero estuvieron presentes de todos modos, aunque sin escudos en alto, fueron los oficiales de la Policía Federal Argentina (PFA), que formaron una hilera humana para que los manifestantes no cortaran la calle. Otro grupo de oficiales hizo lo mismo en la puerta del Congreso. 

El motivo de la concentración fue el “Jubilazo Federal”, que se hizo este jueves 13 de febrero por la tarde en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en diferentes provincias del país y cuya convocatoria estuvo a cargo de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y de la CTA-Autónoma. Consistió en reunir firmas de ciudadanos de a pie para pedir al Estado una vuelta atrás a la reciente política implementada por PAMI la obra social estatal de los jubilados, que redujo la cantidad de afiliados que pueden acceder a la cobertura del 100% de medicamentos como Aciclovir (antiviral), Benznidazol (antiparasitario), Ceftriaxona (antibiótico) y Clobetasol (corticoide), entre otros. 

Si bien el beneficio se mantiene para los afiliados con ingresos menores a una jubilación mínima y media, que no tienen una prepaga, que no cuentan con más de una propiedad a su nombre y que no posee un auto de menos de 10 años de antigüedad, lo cierto es que para acceder a la cobertura del 100% de esos medicamentos deben realizar un trámite en el sitio web de PAMI o acercarse a una de sus sucursales con el DNI más una receta médica que indique el diagnóstico y solicitar un “subsidio por razones sociales”. Para eso, los jubilados deben tener acceso a una computadora e Internet o estar en condiciones físicas de trasladarse hasta una sede. 

“Hay una enorme cantidad de jubilados y jubiladas que han interrumpido sus tratamientos de alto costo. Están poniendo a ancianos y ancianas al borde de la muerte”, dijo a ANCCOM Hugo Yasky, el secretario general de la CTA, mientras detrás de él se formaba una fila no muy larga de personas que se acercaban a una mesa para dejar su firma en una lista de reclamos. “Además, hay una barrera cultural —agregó Yasky—. No todos los adultos mayores están en condiciones de llenar un formulario a través de una computadora. Son todas trabas que van poniendo premeditadamente, porque saben que, de hecho, cada formulario es un filtro”. 

En determinado momento tomó el micrófono Leopoldo Moreau, diputado nacional de Unión por la Patria (UP), y dijo que “el Gobierno de Miei tiene como enemigos a los adultos mayores no solamente porque han sido objeto de un brutal ajuste sino porque además el Gobierno considera a los adultos mayores como un segmento de la sociedad prescindible o que debe ser hundido en la pobreza estructural. Nosotros vamos a acompañar esta lucha. Ya hemos presentado más de un proyecto vinculado a la necesidad de una prórroga de la moratoria previsional”. 

Ese reclamo fue otro de los motivos por los que la CTA y la CTA-Autónoma realizaron el “Jubilazo Federal”. Resulta que en 2023, bajo el Gobierno de Alberto Fernández, se sancionó la Ley 27.705 —titulada “Plan de Pago de Deuda Previsional”—, que permitía que las mujeres de 60 años y los hombres de 65 que no tenían realizados los 30 años de aportes requeridos para jubilarse lo pudieran hacer a través de la compra, a un precio determinado, de los aportes que les hacían falta para completar los años solicitados por el régimen previsional. Dicha ley tiene fecha de caducidad el 23 de marzo de 2025 y el Gobierno actual anticipó que no la extenderá. “Estamos pidiendo la prórroga de la moratoria para poder transitar un tiempo que nos permita establecer este sistema, porque Argentina es un país que estructuralmente tiene una gran cantidad de trabajadores que están en negro, que no van a acceder nunca a la jubilación si no hay moratoria y que son víctimas de una anomalía social”, comentó Yasky a esta agencia. 

Después del 23 de marzo de este año, quienes no tengan cumplidos los 30 años de aportes ya no accederán al plan de pagos y solamente podrán solicitar una Prestación Universal para el Adulto Mayor (PUAM), que equivale al 80% de una jubilación mínima y se va actualizando según la Ley de Movilidad. “La PUAM va a ser un problema porque va a tener niveles de indigencia —advirtió Yasky—. Es el 80% ahora, pero a medida que las cuentas no les cierren, la van a ir bajando. Como este Gobierno tiene como objetivo, además, privatizar el sistema jubilatorio, sabemos que los que cobren la PUAM van a formar parte de los primeros contingentes que van a quedar absolutamente a la intemperie. Hay que pelear para que el sistema sea justo y les reconozca el derecho a jubilarse a través de la moratoria”. 

Mirta Romeo, una jubilada que asistió a la jornada convocada por las dos CTA, contó a esta agencia que ella no cobra la jubilación mínima sino una superior “pero eso no quiere decir que uno no esté presente para los demás”, aseguró. Por su parte, Luciano Quiroga, otro jubilado presente, dijo que “andan diciendo que la gente se jubila sin haber aportado nunca, pero en realidad el que no aportó fue el patrón”. 

“Todos estamos en la indigencia, no tendríamos que hacer ningún trámite”

“Todos estamos en la indigencia, no tendríamos que hacer ningún trámite”

Los jubilados volvieron a manifestarse frente al PAMI ante el anuncio del Gobierno de Javier Milei de que quitará el beneficio de los medicamentos gratuitos a quienes cobran más del monto equivalente a un haber mínimo y medio. Otra vez hubo hostilidad policial.

Los jubilados se movilizaron ayer desde la sede del PAMI, en el centro porteño, hasta el Congreso de la Nación, donde fueron reprimidos por la Policía de la Ciudad, en reclamo de la restitución del 100 por ciento de la cobertura en medicamentos.

La movilización estuvo encabezada por el Plenario de Trabajadores Jubilados y la agrupación Jubilados Insurgentes, con el acompañamiento de militantes y dirigentes del Frente de Izquierda.

“Llegamos a un punto en que tenemos que elegir entre comer o comprar los medicamentos. Este gobierno, con su política de indigencia, ajusta cada vez más a los jubilados. Nosotros no somos la casta, Milei dijo que la casta debía pagar el ajuste”, afirmó Alicia Paz, de la Agrupación de Jubilados Clasistas.

Otro miembro de la agrupación, Antonio Massimilla, criticó a la Confederación General del Trabajo (CGT) y a otras organizaciones que no acompañaron la marcha: “La CGT ya tendría que haber manifestado su apoyo y hacer un paro general. No podés tener a un jubilado con 300 mil de mínima, ni hablar si tiene que alquilar. ¿Y para comer, cómo hace?”.

Durante la protesta, la Policía porteña intentó reprimir a los manifestantes, lo que generó empujones e insultos, aunque sin mayores consecuencias. “Estábamos tranquilos, expresándonos en democracia, pero ellos vienen a provocar. Es una vergüenza que repriman a gente mayor”, señaló una jubilada que prefirió permanecer en el anonimato.

“De alguna manera, el protocolo que está vigente vulnera el derecho a la protesta y la posibilidad de la libertad de asociación y de expresión. En ese sentido, es un hecho más que se suma luego de la implementación de ese protocolo, ya hace un año. Es algo que venimos denunciando consecutivamente en nuestros informes”, señaló FedericoSchmeigel, representante de la Comisión Provincial por la Memoria, durante la movilización.

En el último año, los medicamentos más consumidos por las personas mayores en Argentina registraron un incremento promedio del 210,7 por ciento, superando la inflación general del período, que alcanzó el 201,5. Este panorama, agravado por la reducción de la cobertura del PAMI y el endurecimiento de los requisitos para acceder a beneficios, evidencia un retroceso significativo en los derechos de una población vulnerable, que en promedio consume cinco medicamentos mensuales.

“El daño psicológico que le produce a un jubilado pensar que no puede tener su medicamento diario genera un impacto enorme en la salud psíquica y física. Además, los medicamentos no están indicados caprichosamente, todo tiene una prescripción”, indicó Virginia Fernández, de Jubilados Insurgentes.

«El medicamento que tomo para la presión arterial siempre estuvo cubierto al 100 por ciento, pero ahora solo tiene una cobertura del 50. Lo mismo ocurre con otro que uso para el colesterol alto, que también pasó de estar completamente cubierto a tener solo el 50 por ciento de cobertura. Conozco a otros jubilados que toman más medicación y ya no cuentan con ningún medicamento con cobertura total», detalló Silvia Gabay, jubilada y militante del Partido Obrero.

“Yo tomaba diez remedios, ahora solo cuatro, bajé diez kilos porque como una vez al día. Y tengo anemia al no poder comer bien”, expresó Argentina Leyes, otra jubilada presente en la movilización. Además, compartió su dolor por la muerte de su hijo, Javier Gerez, hace 11 años: “A mi hijo lo mató la policía con una bala de goma. Lucho por justicia porque cerraron la causa y nadie fue preso. Un pajarito no lo mató, y yo soy la mamá. Voy a luchar hasta el último día”.

En 2024, el PAMI redujo el vademécum gratuito de casi 3 mil a 2 mil medicamentos, limitando el acceso a cinco mensuales para quienes perciben hasta una jubilación mínima y media. Además, el descuento en medicamentos “de uso eventual” pasó del 80 al 40 por ciento, y se endurecieron los requisitos para el subsidio social, excluyendo a jubilados con ingresos superiores al umbral o que posean ciertos bienes.

“Hay que hacer una declaración jurada para demostrar que uno no es pudiente. Como si ganar 400.000 pesos te da el carnet de pudiente, ¿no? Es decir, todos estamos en la indigencia, no tendríamos que hacer ningún trámite”, se quejó Víctor Ragonese, de Jubilados Insurgentes.

“He presentado cuatro proyectos por el tema del PAMI. Ya con la resolución anterior que habían recortado una parte de los medicamentos, habíamos pedido la interpelación a Esteban Leguízamo (director del organismo) en la Cámara de Diputados, y no fueron ni capaces de responder”, sostuvo Vanina Biasi, diputada del Frente de Izquierda.

Los proyectos proponen aumentar los haberes jubilatorios hasta alcanzar la canasta básica, financiado por impuestos a grandes fortunas y evasores, no por el IVA. También busca promover el trabajo registrado para asegurar fondos para el ANSES. Además, plantea interpelar al director del PAMI y derogar resoluciones que limitan el acceso a medicamentos gratuitos para quienes ganan más de 389.000 pesos.

Gabriel Solano, diputado del Frente de Izquierda de los Trabajadores, subrayó: “Ya no se trata de proyectos nada más, hay que luchar. Porque el Gobierno bloquea los proyectos, y cuando eventualmente se aprueban, los veta. La pelea más importante es fuera del Parlamento”.