Un abrazo de papel

Un abrazo de papel

Desde el año 2000 Hecho en Buenos Aires es una revista y una organización que trabaja para generar oportunidades de construir comunidad y ser una fuente material y simbólica que devuelve la identidad a las personas en situación de vulnerabilidad.

Luciano, vendedor de Hecho en Buenos Aires.

Es sábado, alrededor de las 13. Luciano Saavedra llega a Avenida San Juan 21, en el barrio de San Telmo. Cruza primero un portón grande, luego uno más pequeño y sube dos pisos por escalera. Al llegar emite, detrás de una puerta de rejas, un saludo esperando que del otro lado se acerquen. Como todos los martes, jueves y sábados la sede de Hecho en Buenos Aires (HBA) abre sus puertas a partir de las 10 de la mañana para que todos puedan acercarse. Como Luciano, que está encarando una nueva jornada de trabajo.

Hecho en Buenos Aires es una revista y mucho más que eso. Es una empresa social  cooperativa que es cobijo, comunidad, y también, como en el caso de Luciano y tantos otros, una oportunidad laboral para personas que se encuentran en situación de calle o corren riesgo de estarlo.

Carolina Aniño, síndica de la cooperativa de trabajo y editora de la revista, en diálogo con ANCCOM explicó que la revista, por un lado, funciona como fuente laboral para estas personas que viven con todos sus derechos vulnerados y, por otro, es un modo de visibilizar temas y problemáticas que forman parte de su agenda. “Siempre es doble la misión de la revista. Hacerla para que las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad puedan venir, venderlas, hacer una diferencia y ganándose el 70% del precio de tapa. Pero también en este momento en que prácticamente no se imprime nada, que queden impresas notas y problemáticas que van generando una agenda de conciencia, de invitación a participar de esta construcción del mundo de manera solidaria y cooperativa”

Ruben, vendedor de Hecho en Buenos Aires.

Luciano es una de estas personas que vende las revistas en la vía pública como fuente de ingresos para subsistir. Cuenta que se acercó a partir de la recomendación de unos amigos que también se dedicaban a esto, hace más de veinte años, luego de quedarse sin trabajo. Se pueden reconocer sus años de experiencia como vendedor en su trato con la gente: ofrece ejemplares con amabilidad y nunca pierde la oportunidad de explicarles cómo con eso ayudan tanto a quienes venden estas revistas como a toda la organización.
Aniño afirma que “desde ya lo que nos interesa es que estas historias de vida puedan ser visibilizadas, que puedan ser visibilizados esos pasos que se dan en la organización acompañando a esta gente, a cada uno. Hemos acompañado a muchísimas personas desde el 2000 en adelante. Son muchas historias de vida. Nos interesa que escriban o que cuenten sus historias, por eso también esta es una prensa de la calle, que cuenta las historias de los vendedores de Hecho en Buenos Aires”.
Además de permitirle a personas en situaciones de vulnerabilidad una oportunidad de trabajo, Hecho en Buenos Aires es una revista mensual con una agenda clara basada en el respeto y la defensa de los derechos humanos, del medioambiente, que se opone a las distintas formas de ecocidio y extractivismo, y con una gran presencia de la cultura y el arte en sus ejemplares, dedicando espacio a una sección de reseñas y recomendaciones de obras de teatro, libros y películas. También, acompañando su tarea de brindar oportunidades laborales a personas en situaciones críticas, dan visibilidad a muchas de estas historias personales.

Noelia, vendedora de Hecho en Buenos Aires.

Este sábado al mediodía Luciano tenía poco dinero para comenzar. Con sus 6.000 pesos compró 10 ejemplares. Cada vendedor adquiere ejemplares a 600 pesos cada uno y los vende al precio de tapa: 2.000 pesos. Pero está optimista: “Ahora vendo estas y con la plata que junto vengo a comprar más”, dijo antes de retirarse de la sede de HBA. Baja las escaleras, comienza a caminar por Av. San Juan y al llegar a Paseo Colón. Se encuentra con un buen número de personas que se convocan en el Espacio para la Memoria excentro Clandestino de Detención «Club Atlético, en reclamo por los despidos dispuestos por el gobierno en la Secretaría de Derecho Humanos. Sin vacilar se acerca con intención de aprovechar la oportunidad. En ese marco, los ejemplares de Luciano tuvieron en menos de veinte minutos una igual cantidad de compradores, quienes estaban dispuestos a escucharlo y colaborar con la causa.

Según Daniela Drosz, coordinadora del proyecto: “A esta revista muchos la han definido como un salvavidas. Es un lugar del que se agarran para no hundirse. Es también ese escudo con el que vuelven a enfrentarse y que les permite hablar con esas personas que, si no los vieran con la revista en la mano, muy posiblemente se cruzarían de vereda”.

Luciano cumple su primer objetivo. Regresa por el mismo camino andado hacia la sede para destinar todo lo recaudado en más revistas y salir nuevamente. Unos diez minutos más tarde ya tiene en sus manos otros veinte ejemplares. Luego de una segunda recorrida por el Paseo de la Memoria, se dirige hacia la Plaza Dorrego para continuar su jornada laboral, la cual no termina “hasta que no venda 15 o 20 que me alcancen para hacer una moneda”, explica. Entre alguna otra changa y lo que genera con la venta de estas revistas, Luciano cuenta que “el año pasado pude terminar mi casa.”

“La empresa social no tiene como objetivo la reproducción del capital sino la reproducción de la vida”, dice Drosz.

En tanto empresa social cooperativa sus integrantes se reconocen parte de esta organización. Para Drosz, “la empresa social no tiene como objetivo la reproducción del capital sino la reproducción de la vida” y trabajan en este aspecto “no solamente con las personas que están en situación de calle sino también de quienes sostienen proyectos”.

En la actualidad, la organización trabaja en distintos círculos de contención, es decir, con vendedores o con quienes se acercan de manera más efímera y por otros motivos. Estas personas cuentan con HBA y los distintos espacios que ofrece, entre los que hay talleres creativos, capacitaciones, la posibilidad de comer e higienizarse para quienes lo necesitan. De hecho, muchas de las personas que se acercan no son vendedores.

Zulema Noemí Razzotti tiene 67 años y hace 23 que forma parte de HBA, desde apenas iniciado el proyecto. Le gusta que la llamen Noe y junto a Zulma, a quien considera su amiga, “somos las más viejitas, yo hace 23 años y ella hace 24. Después empezaron a venir más, pero las viejitas somos nosotras”. Noe viaja desde Derqui, en la zona norte del conurbano, a retirar los ejemplares en San Telmo y luego hace sus ventas en Olivos. En el último tiempo el cierre de locales comerciales hizo que le bajaran las ventas. Hace un tiempo planteó la situación en la organización: “No me alcanza la jubilación. A veces tengo para pagar las cuentas y otras no”. Entonces le ofrecieron, en estos días, comenzar a vender dentro de la Facultad de Ciencias Sociales: “¿’Pero cómo me voy a mater ahí’, les dije. ‘¿Qué voy a hacer yo en la Facultad?’ ‘Dale, que vos podés’, me dijeron. Y tenían razón”.

Los jueves Noe participa del taller de arte en HBA. Reconoce a sus producciones, dibujos, pinturas, dentro del arte abstracto. Noe logró exponer en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, institución que junto a HBA trabaja en la realización de un libro con pinturas hechas por ella y otros compañeros de la organización. “Una vez vendí un cuadro. Justo se rompió el motor de la bomba de agua de mi casa. Y un profesor me ayudó a venderlo y con eso pude poner el motor. El motor para tener agüita. Y bueno ¿ves? Cosas así vienen. Y cuando vienen, vienen”.

 

Marcelo, vendedor de Hecho en Buenos Aires.

HBA busca transformar la dinámica de beneficencia por la de entramar comunidad entre personas que se sensibilizan y conocen de primera mano lo que otras personas, absolutamente marginadas material y simbólicamente, son capaces de lograr si tienen un contexto, el apoyo y las oportunidades necesarias, siendo artífices de la construcción de alternativas para vivir.

Formar parte de esta organización construye un sentido de pertenencia, la posibilidad de ser parte de algo, de un “nosotros” que muchas veces les es imposibilitado. Según Dora Ventosa, la profesora a cargo del taller de arte: “Vender una revista que tiene un contenido cultural también hace que la persona se sienta habilitada a hablar con otro tipo de personas. Con todo tipo de personas. A diferencia de quienes ofrecen pañuelitos, medias o pastillas, ofrecer una revista, aunque sea a alguien que no la quiera o no la pueda comprar, puede generar un interés, una charla. Es como una señal de pertenecer a algo, vos pertenecés a una organización, a una institución”. En el mismo sentido, Drosz reflexiona: “Esta revista viene un poco a reconstruir esa identidad perdida. A las personas que están en la calle la sociedad misma les ha quitado su humanidad. Esa persona está teniendo su humanidad a la intemperie”.

Desde hace más de 15 años Sebastián Rodríguez es parte de esta organización. También compra revistas para vender y generarse su única fuente de subsistencia. Sebastián tiene esquizofrenia y llegó la primera vez por recomendación de otra persona: “Antes yo no tenía ni plata ni trabajo ni nada”. En su zona, generalmente Barrio Norte, trabaja entre siete y ocho horas por día y vende un promedio de 15 revistas.

HBA busca transformar la dinámica de beneficencia por la de entramar comunidad entre personas que se sensibilizan y conocen de primera mano lo que otras personas, absolutamente marginadas material y simbólicamente, son capaces de lograr si tienen un contexto, el apoyo y las oportunidades necesarias, siendo artífices de la construcción de alternativas para vivir y de un grupo de pertenencia.

Pensando en más intentos de ampliar su comunidad y la visibilidad de estas historias de vida, HBA abrió un concurso de crónicas de no ficción urbanas sobre personas en situaciones críticas, que combatan la representación estigmatizante. Aquellas personas mayores de 18 años que deseen participar tienen plazo para enviar sus producciones hasta el 31 de octubre. El premio: la publicación del artículo en la revista que circula en las calles del AMBA gracias a Noe, Sebastián, Luciano y tantos otros con los que podemos entablar un diálogo en alguna esquina o en algún vagón de tren o subte.

De la calle al Museo de Arte Moderno

De la calle al Museo de Arte Moderno

Zulema Razzotti en el taller de Hecho en Buenos Aires.

El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires inauguró la exhibición El ojo interminable, compuesta por las obras de ocho artistas de Hecho en Buenos Aires (HBA). La muestra cuenta con la curaduría de Victoria Noorthoorn -directora del museo- en colaboración con Américo Gadpen -actual director de HBA y uno de los coordinadores del taller de arte-.La propuesta incluye trabajos de Alberto Díaz, César Ferreira, Jorge de Mendonça Gaziba “El Colo”, Helvio Rivero y Hornos, Zulema Razzotti, Fabián Tanferno, Wilson Yogurto y Zulma Villafañe.

Hecho en Buenos Aires, fundada por la fallecida  periodista Patricia Merkin, es una empresa social y autogestiva cuyo objetivo consiste en promover el desarrollo integral de personas en situación de vulnerabilidad. Desde junio de 2000, produce una revista con el propósito de impulsar la inserción laboral de quienes el sistema dejó afuera para que, a través de la venta de los ejemplares, puedan generar su propio ingreso.

HBA funciona, también, como un punto agroecológico llamado A cultivar que se acaba el mundo, con la finalidad de acercar a productores -campesinos, independientes y cooperativistas- y consumidores, fomentando, así, la soberanía alimentaria y el comercio justo y solidario. Asimismo, la organización brinda a sus vendedores formación en arte y otras actividades culturales. En palabras de Américo Gadpen: “Tenemos clases de pintura, hip hop, yoga, expresión corporal, escritura, inglés y, próximamente, teatro y canto. Son actividades pedidas por ellos. El legado de Merkin se puede ver plasmado en todo lo que hacemos”.

El ojo interminable reúne obras que hablan por sí mismas, cuentan las historias de personas que pudieron trascender los problemas, el dolor y la tragedia. Sus autores encontraron en el arte un espacio de contención y el incentivo para desarrollar su imaginación y creatividad.

Para estos experimentados artistas, la llegada al Museo Moderno es un hecho inédito, resultado del esfuerzo colectivo. Así lo hace saber la maestra, la experimentada artista plástica Diana Aisenberg: “Me siento madrina de este proyecto, que tiene el corazón artístico que Patricia Merkin siempre soñó, por estar desde el comienzo y ayudar a elegir el nombre Hecho en Buenos Aires. Junto a Américo, coordinamos un grupo de personas comprometidas, conectadas a través del talento que los mueve y eso se puede observar en la calidad de sus creaciones. Celebro que el Moderno tenga esta muestra, porque estamos abriendo una puerta y construyendo el perfil de museo que queremos”.

Zulma Villafañe llegó a HBA en 2003, cuando se encontraba desempleada y en una precaria situación habitacional. Su incorporación como vendedora de las revistas y estudiante del taller contribuyó a que, progresivamente, pudiera estabilizarse. Actualmente, disfruta pintar todas las noches mientras mira las series “CSI” o “La ley y el orden”. Para ella, el arte significa un aliciente para la vida y, también, un apoyo para transitar la pérdida. En sus obras destacan las líneas y la figura de un ojo, con los que quiere transmitir calidez y alegría.

Al respecto, la autora explicó: “Me preguntan por qué lo hago y siempre digo que el ojo transmite, que es el alma de las personas. Quiero que mis pinturas sean el abrazo y la felicidad para alguien que lo necesite. Cuando quedé viuda hace dos años, seguir pintando me ayudó a no caer en depresión, a no sentirme sola. Gracias a este proyecto nos permitimos imaginar un mundo mejor. Los artistas tenemos muchos sueños que, como hoy, después de algunos años, se cumplen”.

 

Zulema Razzotti se acercó a la organización en condiciones similares a las de Villafañe. Hace más de 10 años forma parte del staff de vendedores y de los talleres. Allí, además de generar sus propios ingresos, pudo construir fuertes vínculos de amistad. Define al arte como ‘una fuente de vida’ y declara que es por las noches cuando se siente más inspirada. Cuenta con numerosas obras en su haber, fruto de su dedicación y constancia. En ellas predominan los colores vivos, las figuras geométricas y la ilustración botánica.

“No hay un sólo día que no quiera agarrar el pincel. A veces, mientras hablo por teléfono con Zulma, miro la televisión o escucho música. Pintar me da fuerzas y me hace feliz. Estar en el Moderno exponiendo, junto a mis compañeros, es una gran emoción, un sueño hecho realidad. Somos una familia, hemos trabajado mucho y hoy estamos acá. Todavía no lo puedo creer. Sólo tengo palabras de agradecimiento para Patricia, mis maestros y todos los que apoyan este proyecto”, expresó la artista.

Alberto Díaz se presentó en la empresa social, en 2003, cuando se encontraba desempleado, en situación de calle y con su salud deteriorada por el consumo de alcohol. Gracias al acompañamiento que recibió y su fuerte deseo de mejorar, logró recuperarse. Si bien ya no trabaja como vendedor, todavía asiste al taller que lo terminó de formar como artista. Díaz es vecino y admirador de San Telmo, por eso, sus obras recrean los paisajes rioplatenses y el bandoneón como emblema del tango.

El pintor y escultor detalló: “Vivo en el barrio desde hace muchos años y me siento parte de él. En HBA encontré un grupo de personas admirables, con Patricia Merkin a la cabeza. Su sueño era lograr la inclusión, ayudar a los que no tienen nada y hoy lo estamos cumpliendo. Para nosotros, ha sido un largo camino y es una satisfacción enorme llegar a estas paredes. Estoy muy contento con mis compañeros, con mis profesores y con todas las personas que intervinieron poniendo un granito de arena para que esto sucediera”.

Fabián Tanferno acudió a la organización aquejado por el desempleo, la falta de techo y graves problemas de adicciones. Allí, recibió asistencia social para iniciar el tratamiento y, paralelamente, Gadpen lo invitó a unirse al taller. En el arte, Tanferno se permitió expresar sus miedos, necesidades y urgencias. Una de sus obras expuestas en el Moderno guarda el recuerdo de aquella etapa pues, la había realizado una semana antes de su internación. “HBA me salvó la vida. Yo estaba en situación de calle y era un consumidor activo de pasta base. Américo siempre me decía ‘empezá a pintar’ y acepté. Fue ahí donde pude plasmar todo y darme cuenta de lo que me pasaba. Cuando me convocaron, no me acordaba de esa pintura. Hoy, la veo y puedo observar que ahí se estaban yendo muchas cosas de ese personaje que era yo, ese era mi pedido de ayuda. La hice días antes de ingresar a la clínica. Hace más de 12 años que no consumo, soy consejero en fundaciones y me dedico a pasar este mensaje”, manifestó el artista.

La exposición celebra el inicio de una colaboración entre el Museo de Arte Moderno y Hecho en Buenos Aires. Se trata de una iniciativa conjunta enmarcada dentro de ‘Kilómetro 1’, un proyecto del Moderno para construir un museo federal, accesible e inclusivo. Con ese objetivo, la institución busca abrir sus puertas al barrio, trabajando con organizaciones sociales, artistas y emprendimientos culturales de San Telmo. Como lo afirmó su directora: “El año pasado, en medio de la pandemia, pudimos acercarnos a muchas personas gracias a las plataformas digitales. Este año, queremos dar un paso más para lograr disolver esta enorme fachada y que los vecinos se acerquen y se sientan en su casa. Vamos a poner a disposición el patio, para que proyectos sociales y artísticos, comerciantes y libreros puedan vender sus productos. Este encuentro con HBA significa la unión de voluntades de personas que creen, con profunda convicción, en la importancia del arte para la educación, la integración social y el desarrollo humano”.

La muestra estará disponible hasta el 28 de febrero de 2022 en el Museo de Arte Moderno, ubicado en Av. San Juan 350, San Telmo, C.A.B.A. Se puede visitar los días lunes, miércoles, jueves y viernes de 11:00 a 19:00; sábados, domingos y feriados de 11:00 a 20:00. La entrada general es de 50 pesos, con reserva previa.