Luz, cámara, cine ambiental

Luz, cámara, cine ambiental

¿Cómo es vivir en una de las ciudades más tóxicas del mundo, donde anualmente se vierten 250 mil toneladas de artefactos electrónicos? ¿Qué esquemas de opresión se esconden detrás de la producción del cacao? ¿Cuál es la historia de lucha de una adolescente luego de que una empresa de perforación desatara un flujo de lodo tóxico que afectó docenas de aldeas en Java? ¿Cuál es el impacto de los incendios forestales? ¿Cómo un niño, protagonista de una ficción animada, busca la cura para una epidemia que ataca a quienes se asustan? Estos son los interrogantes que plantean algunas de las películas que se exhibirán virtualmente esta semana en el Festival Internacional de Cine Ambiental (FINCA). 

En su quinta edición, el FINCA contará con 76 películas de 29 países. En ellas se reparten imágenes potentes de caos, de lucha, pero también de organización y esperanza; de paisajes imponentes, de horizontes lejanos y otros no tanto. Por primera vez el festival se celebrará de manera virtual, entre el 17 y el 24 de junio, semana en la que se podrá acceder de manera libre y gratuita a todas las películas y participar de distintos talleres e iniciativas online, como charlas con los directores.

Florencia Santucho, directora del Festival de Cine Ambiental.

El FINCA nace en el 2010, a partir del Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos (FICDH, con el cual se intercalan de manera bienal). “Sentíamos la necesidad de hablar de las temáticas socioambientales desde un enfoque de derechos humanos”, cuenta a ANCCOM su directora, Florencia Santucho. “Creemos en el cine como herramienta de transformación social, por lo que hacemos una curaduría que intenta reflejar el debate actual a nivel internacional –explica-. Pero por sobre todo queremos transmitir esperanza de que todavía podemos cambiar parte del destino de este mundo, si es que cambiamos profundamente nuestros hábitos cotidianos, personales, en el ámbito colectivo y público”.

El Festival incluye el concurso de películas en tres categorías: largometrajes internacionales, corto y mediometrajes internacionales, y documentales latinoamericanos. En tanto las secciones temáticas son Crisis Climática (el eje central de esta edición), Econciencia, Horizontes Energéticos, Juventud, Madre Tierra, Soberanía Alimentaria, Somos Agua, Derechos Humanos y, a partir de este año, Ecofeminismo y Finquita. 

Además, habrá actividades especiales (gratuitas, con inscripción previa), como charlas con los directores, un taller de producción audiovisual sostenible, el taller Cine y Ecofeminismo, un conversatorio sobre los desafíos del cine indígena, entrevistas a referentes ambientales, sección Escuelas y un conversatorio con la activista india Vandana Shiva, quien en 2016 se hizo presente en la lucha de las Madres de Ituzaingó, en Córdoba, contra la instalación de Monsanto. La virtualidad que marca la edición de este año hace que el festival llegue simultáneamente a todo el país, todas las películas (menos dos que tendrán un día y horario específico) podrán verse en cualquier momento de la semana. “Eso facilita que el público encuentre su momento para verlas y luego participe de las actividades especiales”, comenta Santucho y remarca que “ese encuentro es lo que nos caracteriza, no quisiéramos caer en una selección de películas online, tiene que haber un momento de intercambio con el público, un alma festivalera”. 

 

“Al hueso de los problemas”

El taller de Cine y Ecofeminismo estará a cargo de Soledad Fernández Bouzo y Laura Borsellino, y de la red de Mujeres Audiovisuales Argentina (Maitena Minella y Florencia Tundis), y se realizará el jueves 18 a las 17. “El ecofeminismo aporta una mirada sobre la desigualdad en la distribución de los cuidados, pensándolo a partir de la categoría cuerpo territorio, incluso agua cuerpo territorio, porque las mujeres están en la primera línea de la trinchera de la defensa de los recursos hídricos y los bienes naturales comunes de los territorios, de la biodiversidad; de pensar los territorios en función de la reproducción de la vida y no de la reproducción del capital”, sostiene Fernández Bouzo, doctora en Ciencias Sociales, investigadora del Conicet y del Instituto Gino Germani.

Escena de la pelicula El rio de los Kukumas.

“Las mujeres asumen la desigualdad de distribución de los riesgos ambientales y toman sobre sus espaldas problemáticas que tienen que ver con sus comunidades y familias en relación a la salud ambiental”, apunta la investigadora. Fernández Bouzo ya había participado de la edición pasada del FINCA, presentando un avance de Mujeres del Río, un audiovisual de investigación que visibiliza el trabajo de las mujeres en salud y educación en relación a la contaminación del Riachuelo. “El cine es una herramienta potente para reflexionar, cambiar miradas, debatir –plantea-. Mi tesis doctoral analizó diferentes dispositivos del cine ambiental, y lo interesante del FINCA es que apuesta a pensar al cine como un elemento de transformación social desde un enfoque de derechos humanos y habilita espacios de debate y articulación entre distintos actores”.

“A diferencia de otros dispositivos audiovisuales en que falta “una mirada crítica sobre la distribución de los recursos o quiénes son los más afectados por las actividades que buscan la renta capitalista -sostiene Fernández Bouzo-, el sentido en el FINCA es de transformación desde una perspectiva crítica que va al hueso de los problemas”.

En ese sentido, la directora del Festival destaca la importancia de la vinculación con distintos movimientos, asambleas y organizaciones de lucha. La edición pasada giró en torno a la cuestión del agua, y este año el eje es el cambio climático, bajo el lema “activemos otro clima”. “El FINCA no es sólo un festival de cine -enfatiza Santucho-. Este año nos vinculamos con los movimientos juveniles, que reclaman un cambio de paradigma para alcanzar una sociedad justa y en armonía con la naturaleza, y es importante darles visibilidad”. 

“La cámara se vuelve invisible”

“Intentamos reflejar estas problemáticas y también experiencias positivas”, marca la directora. “Se trata de películas con otro ritmo, que demuestran la profunda vinculación que tienen muchos pueblos con la tierra. El relato es parte de una cosmovisión circular en la que somos todos parte del todo; no hay alguien que domina, entra en conflicto y luego culmina, como ocurre en el relato clásico occidental. Creo que eso es parte de lo que necesitamos modificar dentro de nuestra narración, transmisión de cultura y de saberes”.

Sintientes es una de las dos películas argentinas que compiten en la categoría de largometrajes latinoamericanos.

Un buen ejemplo de esto podría ser Sintientes, una de las dos películas argentinas que compite en la categoría de largometrajes latinoamericanos. El film cuenta la experiencia de la comunidad de San Francisco, un pueblo enclavado en la yunga jujeña, en donde se realizan una serie de talleres a través de los cuales sus habitantes adquieren herramientas, problematizan prácticas, se empoderan. Gracias a este proceso, comenta el director del documental, Juan Baldana, hoy funcionan allí varias cooperativas independientes. Hacer la película fue, cuenta a ANCCOM “una experiencia alucinante y difícil de abordar. Es un documental hecho a pulmón, con mucho esfuerzo”, afirma.

“La idea es que el espectador reflexione, que se anime a hacer cosas en su casa también, ser dueños de nuestras propias vidas”, señala el director, quien tras todos los meses y viajes de trabajo que demandó el proyecto, inició, por ejemplo, su propia huerta. Muy lejos del AMBA, en medio de la exuberante selva jujeña que se impone a través de la pantalla con todos sus colores y sonidos, los pobladores de San Francisco participan de talleres de huerta, de cerámica, construcción sustentable, paneles solares, apicultura, entre muchos otros. El documental abre una ventana que permite observar la cotidianeidad de una comunidad, desde la intimidad de una cena familiar hasta espiar a través del lente de la cámara lo que conversa un grupo de mujeres en pleno taller. “Cuando hago documentales observacionales, me pasó con Soy Huao en la selva ecuatoriana y con Arrieros en la cordillera chilena, no tengo horarios de trabajo. De repente me encontraba a la noche en un asado o un locro compartiendo con una familia, y con la cámara en el bolso. Se llega a un nivel de confianza en que la cámara se vuelve invisible, pasa a ser la nada misma, es un código alucinante que permite registrar realidades”. 

Sintientes está recién salida del horno y se estrenará en el FINCA, con charla en vivo de su director (sábado a las 20.20), quien había participado anteriormente del Festival como jurado de la sección de Cortos, y presentado también su película Los del Suelo en el Festival de Derechos Humanos. “Cuando hice Sintientes pensé enseguida en mandarla al FINCA, es un festival que quiero mucho; por suerte entró, acabamos de terminar la película”, dice Baldana.

Sintientes cuenta la experiencia de San Francisco, un pueblo enclavado en la yunga jujeña.

Esta y otras 75 películas podrán verse hasta el 24 de junio. Santucho afirma que “es un gran desafío enfrentar este formato virtual, intentando garantizar el acceso libre y gratuito para el público. Pudimos realizar una alianza con Octubre TV, que es la plataforma donde se alojarán las películas”. Sin embargo, agrega, “estas condiciones también nos dan nuevas oportunidades en cuanto a alcance”. El festival, hasta ahora, se había hecho siempre en Ciudad de Buenos Aires, tras lo cual se montaban réplicas en distintos puntos del país. 

Para vivir el Festival Internacional de Cine Ambiental, no hay más requisitos que ingresar a su sitio web, elegir qué películas ver e inscribirse en los talleres en los que se quiera participar. Como señala la directora del festival, “el cine está ahí para mostrarnos que podemos contar historias de emancipación, que nos permitan reflexionar sobre lo importante que es vivir en equilibrio con la naturaleza y en el respeto de todos los seres vivos”.

Ríos en emergencia: la histórica bajante del Paraná

Ríos en emergencia: la histórica bajante del Paraná

La bajante extraordinaria impacta en la navegabilidad, en el comercio, en la toma de agua y en la presencia de peces.

Bancos de arena que se asemejan a un desierto; botes encallados; barro; muelles de madera que lucen absurdos, pues se levantan sobre la nada y hacia la nada se adentran. En el Paraná falta el agua, y las postales de la cuenca semivacía son impactantes.  Un río caracterizado por su gran caudal que empezó a replegarse sobre sí mismo. Quedan al descubierto en el lecho diferentes objetos que estaban ocultos bajo el agua; el más llamativo sea tal vez un barco –el Parténope- que naufragó en Corrientes hace más de cien años y fue localizado hace seis, a cinco metros de profundidad, y quedó ahora a la vista. Hay tramos en los que incluso se puede atravesar el río caminando. Es la peor bajante en varias décadas.

La problemática afecta a toda la Cuenca del Plata, la segunda más extensa de Sudamérica, pero en el Paraná -el río más importante de esta cuenca-, la bajante alcanza dimensiones extraordinarias. Según los informes del Instituto Nacional del Agua, los niveles del río en territorio argentino están en el mínimo de los últimos 50 años: desde diciembre de 1971 no se observaba una situación similar. Pero más alarmante aún es que, teniendo en cuenta únicamente el mes de abril, una bajante como la actual no se registra desde 1884, hace más de 130 años. La bajante es también extraordinaria en el Río Iguazú, donde el caudal es el menor en por lo menos 40 años; para marzo el río ocupaba una séptima parte de su caudal normal.

Sin lluvia no hay agua

“El escenario que tenemos por ahora es que en el Río Paraná va a persistir en la condición de estiaje (nivel de caudal mínimo), tal vez con oscilaciones poco significativas -señaló Leandro Giordano, investigador de la Subgerencia de Sistemas de Información y Alerta Hidrológico del INA-. Suponemos que esto se extenderá también durante la primavera”. La respuesta a la falta de agua en los ríos está en la falta de lluvias. Para que el caudal se recupere, debería llover por encima del promedio durante algunos meses consecutivos, es decir, todo lo contrario a lo que viene ocurriendo hace tiempo. Para colmo el invierno, que está por empezar, es época seca.

Las consecuencias de esta escasez abundan de manera inversamente proporcional al agua. La bajante extraordinaria impacta en la navegabilidad, y por ende también en el comercio, así como en la toma de agua, en la fauna ictícola (los peces) y en el nivel de agua del acuífero. “Nuestra población urbana ha ido creciendo, así como la actividad económica agroexportadora, y por ese desarrollo del sistema territorial es que esto representa un mayor riesgo”, observa Giordano. El agua para consumo humano se ve afectada en cantidad pero también calidad, lo cual pasa por una cuestión de concentración: a menor volumen de agua, mayor concentración de nutrientes, algas, sedimentos. 

El caudal promedio anual del Paraná, en Corrientes, es de 16.000 metros cúbicos por segundo. Este mayo fue de la mitad.

Para tener un mapa de situación más completo, Giordano, hidrólogo dedicado a investigar sistemas fluviales, explica qué sucede aguas arriba. El flujo del tramo argentino del Paraná responde al del Alto Paraná –que nace en Brasil-, al río Paraguay, cuyo principal aporte a su vez es el Pantanal, y al Iguazú, también desde Brasil. ¿Qué está ocurriendo en esos ríos? Que tienen también mucha menos agua de la que deberían.

Para ponerlo en números: el caudal promedio anual del Paraná en Corrientes es de 16.000 metros cúbicos por segundo, promedio que en mayo es mayor, de 18.000, pero que en mayo de 2020 fue de apenas 9.900: casi la mitad. “Es muy poca agua para lo que es el Paraná, uno de los ríos más caudalosos del mundo”, sostiene Giordano. En cuanto al Paraguay, continúa, en Puerto Pilcomayo la tasa media anual es de 3.600 metros cúbicos sobre segundo, elevándose a 4.500 en promedio durante el mes de mayo, pero que en mayo 2020 fue de tan sólo 1.900; aquí también, cerca de la mitad de lo habitual. Finalmente, para el río Iguazú, la tasa anual medida en Andresito es de 1.700 metros cúbicos por segundo, promedio que en mayo es de 1.500, y en mayo 2020 fue de 373, ¡la cuarta parte!

En el Iguazú hay déficit de precipitaciones desde junio de 2019, pese a ser una zona que generalmente recibe lluvias todo el año (es, de hecho, el área más lluviosa del país, con alrededor de 2.000 mm por año). En tanto, en el Alto Paraná y en el Paraguay, el invierno corresponde a la estación seca. Es decir que el excedente hídrico que alimenta al Paraná se suele generar en verano, pero en os últimos tres, la lluvia escaseó. “La última crecida fuerte fue en el 2016, y a partir de ahí las precipitaciones se empezaron a situar por debajo de lo normal”, afirmó Giordano, que es también doctor en Ciencias Aplicadas, docente de la UNGS y geógrafo. El déficit de lluvia fue especialmente fuerte a principios de 2019, y volvió a sentirse en marzo de este año.

El agua para consumo humano está afectada en cantidad pero también en calidad: hay más nutrientes, algas y sedimentos.

Proyecto regional

Se trata de una problemática que excede únicamente a la Argentina, los ríos no conocen de fronteras (si bien muchas veces las delimitan), y fue en el Parlasur que se presentó un proyecto de emergencia hídrica y ambiental. “Nuestros ríos están en una situación casi desesperante. La bajante es terrible, donde antes había un río muy profundo hoy la gente lo atraviesa tranquilamente”, señala Julia Perié, una de las autoras del proyecto, que atiende a Anccom desde su Posadas natal. “Hay que tomar medidas urgentes para que esto no acarree males mayores”, sostiene.

El proyecto, que lleva la firma de los argentinos Perié, Cecilia Britto y Nelson Nicoletti, insta a los Legislativos de los Estados parte del Mercosur a declarar la emergencia hídrica y ambiental en los ríos Paraná, Iguazú, Uruguay y Paraguay. También insta a Brasil a cesar con la deforestación del Amazonas. Por otro lado, solicita la creación de un Instituto Internacional del Medioambiente, el Agua y el Desarrollo Urbano, para trazar un plan estratégico ante esta crisis. “La preservación de un recurso natural esencial como el agua es un deber irrenunciable de los estados y de la sociedad en pleno”, considera el proyecto.

Perié, que además de parlamentaria del Mercosur es vicepresidenta nacional del Partido Solidario, apunta que “el agua debe ser considerada un derecho humano y esencial”, y por lo tanto “los gobiernos deben tomar las determinaciones que hacen falta”. Desde su bloque celebraron las negociaciones que lograron que en mayo el embalse Itaipú, en Brasil, erogue temporalmente una mayor cantidad de agua al Paraná, “tras varias reuniones y promesas”, comenta. También presentaron otro proyecto para recomendar la veda de pesca en Entre Ríos y Santa Fe (que rige en otras provincias, como Misiones, Corrientes y Chaco), y proteger así la fauna ictícola. 

Al proyecto de emergencia esperan tratarlo virtualmente. En caso de aprobarse, debería ser tratado en los legislativos de cada Estado parte. “Podemos proponer cosas pero después las tienen que llevar adelante los ejecutivos, y ahí a veces hay trabas, pero no perdemos las esperanzas de que estas cosas se modifiquen, hay que poner estos temas en debate”, señala la parlamentaria.

Tal vez el punto más ambicioso del proyecto sea el concerniente a la deforestación del Amazonas, que pese a los incendios de 2019, pese a la pandemia, no ha hecho más que aumentar, registrándose un 50% más de tala en los primeros cuatro meses del año, en comparación a 2019. “Hace años venimos pidiendo el cese de la deforestación, esa es una de las causas de este problema (en alusión a la bajante de los ríos)”.  La relación está en el denominado proceso de evapotranspiración, por el cual la vegetación emite vapor de agua a la atmósfera. “En algunos casos los intereses políticos que hay detrás de todo esto son más poderosos que las necesidades de los ciudadanos”, expone Perié, al tiempo que apunta contra la “actitud de desidia del gobierno de Brasil”. “El tiempo pasa, la deforestación sigue, la sequía también, y los pueblos son los que tienen estos problemas y necesidades”, añade.

En el Parlasur que se presentó un proyecto de emergencia hídrica y ambiental.

Mirada ambiental

Las problemáticas ambientales, pese a su complejidad e importancia, no suelen recibir la atención necesaria hasta que su impacto es ya ineludible. Anccom consultó a dos ambientólogas que participaron el año pasado del proyecto de extensión del Núcleo de Estudios Amazónicos de la Universidad de Brasilia, experiencia que las llevó a vivir varios meses en la región amazónica. Al llegar, les sorprendió que allí donde suponían que habría selva, había en realidad campos de soja y pastura para ganado. Catalina Fixman y Karin Pereira Jakobowicz señalan que “las nacientes de varios ríos del litoral argentino están en territorio brasileño. Las aguas del Paraná y el Paraguay nacen en la región biogeográfica del Cerrado, ubicado en el centro de Brasil. Entonces, los cambios ambientales en esa región podrían afectar los cursos de agua conectados a la red hidrográfica. Como la sequía se dio en toda la región, abarcando ambos países, la bajante se agrava. Por esto es muy necesario dejar de lado las fronteras políticas a la hora de gestionar los recursos naturales”.

Ahora bien, la raíz de la cuestión, los motivos de la falta de lluvias y la sequía no son aún del todo claras: “Suele llevar varios años de investigación entender el proceso en su complejidad”, observan Fixman y Pereira. “La naturaleza es dinámica y presenta ciclos con fluctuaciones, independientemente de la actividad humana”, aclaran, pero advierten que “el aumento de la frecuencia e intensidad de eventos extremos es una consecuencia clara y conocida del cambio climático motorizado por las actividades humanas”.

En ese sentido, las ambientólogas de la UBA apuntan que “la devastación de la Amazonía Brasileña aumentó de forma muy alarmante el último año, siendo promovida por las políticas del gobierno electo en 2018. Esto está trayendo indudablemente consecuencias gravísimas y en muchos casos irreversibles”. Y señalan que “las consecuencias globales, en su mayoría ligadas al cambio climático, aún están siendo estudiadas, por lo que actualmente es difícil definir hasta dónde pueden llegar. Esta incertidumbre debería alarmarnos aún más, porque significa que puede tener un montón de impactos socioambientales que aún no conocemos”.

Lo cierto es que mientras se investigan las causas de fondo de estas problemáticas o la posible incidencia de unas sobre otras, la sequía continúa y los ríos siguen discurriendo cada vez más exiguos en su cauce. Hasta cuando se extenderá y con qué consecuencias, aún se desconoce.

García Linera: «Momento de inflexión histórica»

García Linera: «Momento de inflexión histórica»

Fotografia de archivo: Melisa Molina /ANCCOM

“Las ideas gestadas desde la izquierda son las que se presentan hoy como únicas plataformas de acción ante el Covid-19: protagonismo del Estado, inversión pública, condonación de los pagos de la deuda externa, renta básica universal, reindustrialización en áreas esenciales, proteccionismo selectivo, nacionalización de actividades económicas estratégicas, distribución de la riqueza, desmercantilización de la salud, repatriación de fortunas desde paraísos fiscales, son propuestas hechas hace años por la izquierda y practicadas de manera parcial por gobiernos progresistas latinoamericanos, a los que se acusó de populistas irresponsables. Ahora, resultan la plataforma mínima del debate público y de acción en los Estados y de un nuevo sentido común planetario”, afirmó esta tarde Álvaro García Linera en una videoconferencia en la que reflexionó sobre el rol del Estado en estos tiempos de pandemia y las perspectivas a futuro.

El exvicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia,  actualmente refugiado en la Argentina, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y de la Universidad Nacional de San Martín, advirtió: “Que el neoliberalismo tardío se arrope en fragmentos del pensamiento progresista lo menos que puede provocar es sospecha. No es convencimiento, sino conveniencia a sus propios intereses particulares.”

En tiempos de incertidumbre y crisis global, tiempos confusos en los que hasta los sectores que suelen pregonar el libre mercado piden un Estado presente, el análisis de un intelectual de la talla de García Linera puede resultar muy esclarecedor. Ante más de dos mil espectadores virtuales, quien fuera el compañero de fórmula de Evo Morales durante tres periodos, brindó la conferencia “El Estado poscoronavirus: Entre la protección proveedora y el autoritarismo patrimonializado»; coordinada por el secretario de Estudios Avanzados Julián Rebón, y con los comentarios de las profesoras Patricia Funes y Gisela Catanzaro. García Linera se sumó como docente de la Facultad, a cargo del seminario de posgrado “Notas para una topología del Estado moderno.”

“Por primera vez en la historia humana, tantas personas de tantos países han aceptado abandonar sus actividades remuneradas, dejar de concurrir a encuentros públicos, para recluirse en sus domicilios durante semanas o meses”, destacó García Linera, para preguntarse a continuación cómo “más de tres mil millones de personas aceptan la parálisis temporal de su destino social”, asumiendo una situación inédita y cómo el Estado -sostén del orden económico dominante- decidió suspender las actividades reproductoras de capital en pos de la salud. El intelectual latinoamericano parece encontrar la respuesta en “el miedo a la muerte producida por un microorganismo de material genético.” El coronavirus logró lo impensado poco tiempo antes: “Los pregoneros del libre mercado y la aldea global, hoy ante la pandemia y la recesión económica mundial aparecen como unos fervientes keynesianos advenedizos”. ¿Es esto el regreso del auge del Estado de bienestar? Quien fue uno de los responsables del mayor proceso de transformación en Bolivia en los últimos tiempos, lo duda. En cambio, recuerda que “los Estados fueron el soporte organizativo imprescindible del ciclo neoliberal mundial”.

Son momentos difíciles en el mundo todo y en particular en el país del Altiplano, donde la crisis desatada por el golpe de Estado el año pasado se adelantó a la crisis sanitaria global. Por estos días, más precisamente el 3 de mayo, en Bolivia debieron haberse celebrado elecciones, pero la pandemia dio la excusa a la presidenta de facto Jeanine Añez para postergar una vez más la democracia pese a los reclamos del Movimiento al Socialismo.

“Los pregoneros del libre mercado y la aldea global, hoy aparecen como unos fervientes keynesianos advenedizos.” Fotografia de archivo: Melisa Molina /ANCCOM

García Linera, quien llegó a la Argentina el 12 de diciembre pasado luego de estar un mes en México, se refirió también a la situación en Bolivia, al señalar que el país está atravesando un proceso de neocolonización y neoliberalismo tardío, el cual se manifiesta a través de la venganza y la violencia sobre los sectores populares. “En plena cuarentena, en Bolivia el encarcelamiento de personas que protestan por las redes sociales tiene más éxito que la contención del virus”, apuntó.

Estamos asistiendo a nivel global a “un momento de inflexión histórica”. Y si el Estado es el monopolio de los bienes y recursos comunes, habitado por influencias de clase y correlaciones de fuerzas sociales, es mucho lo que está en juego de cara a futuro. Para García Linera hay dos tendencias, la socializacion real y la privatizacion de clase, y el Estado puede acercarse a una u otra. En su visión, tres sujetos sociales son clave: las clases adineradas, los sectores populares y la burocracia estatal. Y en el horizonte de la pandemia hay incalculables efectos económicos a disputar. “Los mercados se desploman y las empresas hacen fila para cobijarse en el endeudamiento público”, expuso, para añadir que “la querella por el excedente va a durar mucho tiempo y debemos prepararnos para luchas más intensas en los siguientes años.”

Pese a todo lo acontecido en los últimos meses, García Linera deja lugar a cierto optimismo: sostiene que las ideas y la acción social que las encarnan son fundamentales para transformar la correlación de fuerzas social y discursiva; “en el reencuentro en la calle y la vida cotidiana iremos reconstruyendo la manera de tomar decisiones y cambiar las cosas”, dijo ante las preguntas de los cientos que escuchaban atentos a través de la pantalla. Mientras tanto, “el pensamiento crítico tiene la obligación política de ayudar a construir un nuevo sentido sobre una manera de organizar la vida en común, hoy y en el futuro”.