Teatro para no olvidar

Teatro para no olvidar

Se inició un nuevo ciclo de Teatro por la Identidad, el brazo cultural que ayuda a las Abuelas de Plaza de Mayo a buscar a sus nietos y nietas apropiadas.

“Yo creo que todo teatro es político, hoy estar arriba de un escenario es una declaración política a favor de la cultura y del arte”, expresó Cristina Fridman, productora y fundadora de Teatro por la Identidad, el ciclo que desde hace 24 años acompaña la búsqueda de los nietos y nietas de las Abuelas de Plaza de Mayo apropiados por la última dictadura.

Es el primer lunes de junio en el Teatro Multitabaris a las 20 horas y Teatro por la Identidad inaugura una nueva edición del ciclo, esta vez a través de la obra Idénticos bajo la dirección general de Daniel Veronese y la coordinación dramatúrgica de Mauricio Kartun. Una serie de micromonólogos que hablan de la identidad y de la importancia de saber quiénes somos. Arriba del escenario los actores y actrices interpretan distintos personajes desde el humor, la nostalgia, el recuerdo y el dolor, haciendo que los espectadores se suban a una montaña rusa de emociones.

A pesar de la noche fría y que hace unas horas fue la marcha Ni Una Menos, sorprende la cantidad de personas que desde una hora antes hace cola para retirar su entrada gratuita para disfrutar del espectáculo. La fila llegaba al final de la cuadra. Todos los que pasaban por la tan transitada Avenida Corrientes preguntaban: “¿Qué obra van a ver?”

Teatro por la Identidad surgió en el 2000 y en el 2004 se convirtió en una asociación civil sin fines de lucro, con el objetivo de acompañar la búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo, que desde hace cuatro décadas sigue el rastro de más de 300 nietos y nietas que tienen su identidad secuestrada. El ciclo teatral recorre los escenarios de Argentina realizando funciones gratuitas para todo público.

Todos hablaban con todos y la charla en la fila sólo era interrumpida por las susurradoras de historias que regalaban una selección de poesía y cuentos al oído. La gente transformó el día frío en un clima cálido y ameno que lo llevó hasta adentro del teatro.

En el escenario se presentan once sillas vacías y una luz azul tenue, para ser ocupadas por los actores y actrices que luego empezarán a sorprender a los espectadores. La actriz Jorgelina Aruzzi dio apertura a la función explicando la razón de Teatro por la Identidad y cerró con un mensaje que sostiene la relación del arte en la política: “Luchar contra la herencia de la dictadura, porque ven a la cultura como enemigo”. Luego, la actriz volvió a la butaca y disfrutó de las actuaciones del resto de sus compañeros.

Dalia Gutmann, Osqui Guzmán, María Carámbula, Diego Gentile, Victoria Almeida, Cristian Sabaz, Ingrid Pellicori, Gonzalo Urtizberea, Malena Figó, Daniel Campomenosi y Manuel Fanego fueron los encargados de esta miscelánea de monólogos que conforma Idénticos: hicieron reír, interrogar, emocionar y hasta llorar a los presentes.

En Teatro por la Identidad actúan para no olvidar, para encontrar la verdad, para despertar la duda a través de la acción y la emoción. Los artistas jugaron en el escenario, acompañaron cada monólogo de sus compañeros sin esconder lo que les provoca.

El lema de este año es “pensar quiénes fuimos, quiénes somos y quiénes queremos ser”.  Teatro por la Identidad utiliza el escenario como puente e impulsa la búsqueda de personas desde el amor y el juego y provoca en muchos la dichosa sensación de saber quiénes somos.

Además de los monólogos, la obra es acompañada por intervalos de música en vivo, en este caso con la voz de Gloria Carrá, acompañada por Piter Josami Torres, en la guitarra.

 “Es un espacio de arte y militancia, y un lugar en donde realmente se fue contando, alrededor de 24 años de trabajo y mucho compromiso, de mucho amor, de mucho aprendizaje y del camino que nos dejaron las Abuelas de Plaza de Mayo”, expresó Cristina Fridman, en diálogo con ANCCOM. Y completó: “Como decía José Martí: ´Seres cultos para ser libres´ y creo que esa es la función y hoy estar acá arriba es ejercer la libertad, el sentimiento, el pensamiento de todo. Y eso junto que trasciende el teatro, es Teatro por la Identidad”.

El actor Manuel Fanego también dialogó con ANCCOM dijo: “Para mi Teatro por la Identidad es un lugar fundante de mi trabajo y es un ejercicio necesario de la memoria y de la reconstrucción social de una parte de la sociedad que fue diezmada. Teatro por la Identidad es una reparación social como encuentro teatrista, es como darle de nuevo al teatro esa función de comunicar y de interpelar a la sociedad”. Fanego fue uno de los que sembraron la semilla de este espacio e iniciaron esta aventura convertida en militancia.

La comediante Dalia Gutman también parte del ciclo señaló: “Es una oportunidad, primero porque hay gente muy interesante del teatro argentino como son los productores, el director en la programación, otros trabajadores. Es una manera diferente de tratar una parte muy oscura de nuestro país, tratar para que siga circulando entre la gente que viene a ver esto y entre la que escucha los testimonios”.

“Pasas por todas las emociones –agrega Gutman-, hay monólogos que te estrujan el corazón, otros que te hacen reír, que te hacen reflexionar sobre la identidad de cada uno, hay unos más divertidos y hay otros más solemnes pero que tienen un mensaje. A mí me gusta el humor y a mí me gusta eso, cada intérprete lo hace desde donde se siente más cómodo. Yo no estoy tan acostumbrada a un texto ajeno, estoy más acostumbrada a escribirme, pero es una práctica que está buena”.

El actor Osqui Guzmán contó que participa del ciclo desde el año 2001: “En Teatro por la Identidad pude encontrar un lugar de lucha y ahí entendí como nuestro país, nuestra sociedad, nuestros orígenes son constantemente espacios de lucha para no ser colonizados, para mantener nuestra identidad viva y para crecer como país, como pueblo y también como personas”. Y agregó: “El arte y la cultura es por sí una acción política, no la ejercemos los artistas sino el pueblo, eso es lo más contundente y lo más fuerte, en una crisis como esta, el pueblo con el mayor esfuerzo sigue yendo al teatro. Los artistas los esperamos, tal vez ganar menos, hacer teatros más baratos y abaratar entradas, pero tratar de hacer del teatro un puente porque se puede, no porque lo digamos nosotros que somos trabajadores de la cultura, sino porque el pueblo cuida, participa, el teatro crea relaciones históricas entre lo que fuimos, lo que somos y lo que debemos ser. Hoy para colonizar se ataca mucho a la cultura y por eso nosotros vamos a seguir haciendo nuestro trabajo, para que el pueblo siga haciendo su cultura”.

Al finalizar la obra, todos los que hicieron posibles Idénticos llamaron al escenario a Miguel “el Tano” Santucho, hermano de un nieto restituido gracias a Abuelas de Plaza de Mayo.  Santucho contó la historia de búsqueda de su hermano iniciada por su abuela Nélida Navajas y continuada por él. El Tano llamó a seguir buscando a los nietos y nietos que faltan. 

El homenaje a la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas, fue otro momento emotivo de la noche con un: “Hasta la victoria siempre. Venceremos”, como decía Norita.

Las próximas funciones gratuitas serán el 10, 24 de junio y el 1 de julio a las 20 horas. Las entradas se retiran desde las 19 horas en la puerta del teatro Multitabaris Comafi (Av. Corrientes 831 – CABA).

 

 

 

A medio siglo de la Masacre de Pacheco, hablan los sobrevivientes

A medio siglo de la Masacre de Pacheco, hablan los sobrevivientes

En la medianoche del 29 de mayo de 1974, un grupo armado de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) secuestró y asesinó a tres militantes del entonces Partido Socialista de los Trabajadores (PST). Uno de los crímenes que preanunció el modus operandi de la dictadura.

A finales de mayo de 1974 la Argentina vivía un atípico período democrático, luego de años de golpes de Estado y elecciones sin la participación del peronismo, principal fuerza política que estuvo proscripta entre 1955 y 1973. Juan Domingo Perón había regresado definitivamente de su exilio y con 78 años en su almanaque gobernaba por tercera vez el país. Pero el líder del Partido Justicialista exhibía rasgos del agotamiento típicos de una persona de su edad y el país atravesaba semanas de turbulencias e incertidumbre.

El surgimiento de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) fue el prólogo de una etapa negra de la historia nacional, que tuvo su desenlace en la última dictadura cívico-militar con la desaparición de 30.000 personas y el secuestro de más de 400 bebés, entre otros hechos aberrantes.

Esa organización armada paraestatal fue ideada por el entonces ministro de Bienestar Social, José López Rega, y se terminó de conformar en esas semanas de otoño con lo peor de la Policía Federal y las Fuerzas Armadas. Su accionar ganó peso en los últimos meses de vida de Perón y la posterior llegada de su esposa Isabel Martínez de Perón a la Casa Rosada le dio luz verde para perseguir a los sectores de la izquierda. Operó de manera sangrienta durante poco menos de dos años, con una lista que alcanzaría los mil asesinatos en plena democracia.

Junto a Carlos Mugica, el emblemático cura de la Villa 31, tres militantes del entonces Partido Socialista de los Trabajadores (PST) fueron de las primeras víctimas fatales en engrosar esa nómina: Oscar Dalmacio “Hijitus” Meza (27), Antonio “Tony” Moses (23) y Mario “Tano” Zidda (22).

Todos ellos compartían militancia en la zona norte del Conurbano, donde confluían en el local que la fuerza política de izquierda tenía en el cruce de las calles Brasil y Belgrano, en la localidad de Pacheco, partido de Tigre. Allí no solo convivían, sino que también compartían sus vivencias dentro del sindicalismo fabril y sus sueños por cambiar al mundo.

Meza, el más experimentado de los tres, era un delegado metalúrgico que trabajaba en los astilleros Astarsa y era considerado un importante cuadro de la oposición en la Unión Obrera Metalúrgica (UOM); Zidda, el más joven, militaba en la Juventud Socialista de Avanzada y era presidente del Centro de Estudiantes de la Escuela Técnica Nº1 de Pacheco; mientras que Moses era un obrero de la fábrica Wobron y estudiaba en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. Este último fue quien resistió la embestida del grupo paramilitar y permitió que varios de sus compañeros puedan escapar por los techos y no ser capturados.

Los tres fueron secuestrados y asesinados en la noche del 29 de mayo de 1974 por una patota de la AAA, que se los llevó, los acribilló y arrojó sus cuerpos en un descampado del partido de Pilar. Una acción que a posteriori fue conocida como la Masacre de Pacheco, que serviría de botón de muestra de lo que ocurriría en los siguientes años. A medio siglo de ese crimen, sobrevivientes y compañeros de militancia lo recuerdan en diálogo con ANCCOM.

 en 2020“Resistimos hasta donde pudimos”

Roberto Zanetti era uno de los militantes del PST que estaba presente aquella noche de mayo en el local de Pacheco y hoy vive para contarlo. En medio de varias consultas de diferentes medios por el aniversario del hecho, describe como si fuera hoy aquel suceso.

«Habíamos hecho una reunión y después algunos nos quedábamos porque al otro día teníamos que ir a trabajar. Por eso había muchos compañeros en el local”, detalla.

El asesinato del dirigente sindical Inocencio “Indio” Fernández, delegado del PST en la fábrica Cormasa, había encendido las alarmas y por esa razón se habían reforzado las medidas de seguridad. Sin embargo, en ese momento nadie imaginaba todo lo que ocurriría después.

«Pudimos resistir un tiempo y escapar por atrás, pero el resto de los compañeros quedaron atrapados entre esa salida y la entrada de adelante del local», relata uno de los sobrevivientes de la Masacre de Pacheco.

“Nosotros íbamos a proteger el local también, algo que no sé si fue una buena medida. De hecho, hoy hay toda una discusión sobre eso, pero era lo que hacíamos. Resistimos hasta donde pudimos”, agrega Zanetti.

José “Chiquito” Moya era uno de los responsables del local partidario, pero el destino quiso que aquella noche no estuviera presente. Aún lamenta no haber estado allí, aunque cree que si hubiese sido así hoy no estaría con vida.

“Lo había alquilado yo. Para poder mantenerlo abierto, nos ayudábamos y lo tomábamos como una casa. Nosotros ahí éramos cinco compañeros que aportábamos para el alquiler de la casa, para que sea más llevadero”, recuerda.

El ataque a la sede del PST en Pacheco fue el primer atentado contra un partido político legal. “Es cierto que sacábamos pocos votos, pero estábamos dentro del sistema”, considera.

“Por el volumen, fue una operación militar. Algo a lo que después nos acostumbraríamos en la dictadura”, agrega.

El grupo de tareas de la AAA se llevó del local a Moses y Zidda dentro de sus autos junto a Meza, a quien habían identificado en la calle para secuestrarlo, no sin antes acribillar el inmueble. De hecho, medio siglo después, las marcas de las esquirlas siguen allí.

“Hubo disponibilidad y logística aplicada. Y tuvieron zona liberada, porque la comisaría está a 12 cuadras y con toda la balacera que hubo no mandaron ni un patrullero”, lamenta Moya.

Por otra parte, también secuestraron a tres mujeres que militaban en la fuerza de izquierda, a quienes le propinaron varios golpes y las arrojaron en un baldío de la localidad de El Talar, a metros de las vías. “Las dejaron entre unos yuyos y después las volvieron a buscar, pero se escondieron y no las encontraron”, cuenta Zanetti.

Aquella noche también estuvo presente Carlos “Gallego” Quintana, quien entonces tenía 16 años y militaba en la rama estudiantil del PST. Al ser menor de edad, volvió a su casa antes de las 22 y no estuvo presente al momento del ataque de la patota paramilitar. No obstante, aún recuerda nítidamente lo que ocurrió.

“Me enteré al otro día, porque vivía a 10 cuadras y había un compañero que vivía a cinco cuadras y escuchó todo el tiroteo y salió corriendo para ver qué había pasado, pero ya se habían ido. Los vecinos fueron los que nos relataron todo lo que pasó”, rememora.

“Nosotros ya veníamos discutiendo que se podía venir algo muy pesado, que se iba a venir un ataque. El primer llamado de atención que tuvimos fue el 1° de mayo cuando Perón trata de imberbes a los Montoneros. Ahí empezamos a pensar que iban a querer hacer una limpieza en el sector de la izquierda peronista, que también nos iba a afectar a nosotros”, analiza.

«Pensábamos que se podía venir un golpe y que lo de la Triple A era una apertura para eso. Pero no creíamos que pudiera ser de la manera en la que fue», considera, en tanto, Zanetti.

“Lo del ‘Indio’ fue un aviso, pero eso lo entendimos después. Esperábamos alguna provocación, que tiren algún cohete, pero no un ataque de tal magnitud”, asegura Moya.

“Esto fue un ensayo de lo que se iba a venir, porque en el 74 hubo atentados y asesinatos de dirigentes de izquierda en general. En el acto homenaje que se hizo en Once habló el diputado nacional Rodolfo Ortega Peña, del peronismo de izquierda, que denunció directamente a Perón y a todo su círculo por el atentado y a las pocas semanas lo asesinaron a él”, sostiene Quintana.

A partir del ataque, la mayor influencia de la Triple A y el golpe que llevó a las Fuerzas Armadas a la Casa Rosada, los militantes tuvieron que tomar recaudos. Incluso, muchos de ellos pasaron a la clandestinidad para poder subsistir.

«Entrábamos a la fábrica por diferentes lugares, cambiábamos de casa cada 15 días. Nos buscaban mucho”, recuerda Zanetti sobre aquel período.

Los tres entrevistados consideran que su fuerza política fue víctima de la Masacre de Pacheco por su fuerte presencia en las fábricas de la zona norte del Conurbano, algo que causó malestar en lo que ellos reconocen como la burocracia sindical.

“La UOM entonces era la columna vertebral del movimiento obrero. Nosotros tuvimos el atrevimiento, entre comillas, de armar una lista opositora nada menos que a Victorio Calabró, que en esa época ya era gobernador. Hay que recordar que fue el único tipo que esperó para entregarle las llaves de la Gobernación de Buenos Aires a los milicos. Decir que era un facho se queda corto”, sostiene Moya.

“En zona norte teníamos una presencia importante, competíamos con la izquierda peronista, con los Montoneros. Éramos un sector que tenía cierto poder y no podían permitir que siguiéramos avanzando”, explica Quintana, en relación a las causas del ataque.

“Estos grupos paramilitares, que estuvieron en la dictadura militar, utilizaron la excusa de aniquilar a la guerrilla, que ya estaba aniquilada desde antes, según consta por la CONADEP. Ricardo Balbín dijo algo así como que había que aniquilar a la guerrilla fabril. Eso eran nuestros compañeros, que eran simplemente luchadores antiburocráticos”, asegura.

Lo que ocurrió aquella noche del 29 de mayo de 1974 en General Pacheco llegó a la Justicia e, incluso, hubo una condena para los autores materiales e intelectuales en primera instancia. Julio Yessi -secretario de López Rega-, Salvador Siciliano -torturador de la Triple A y empleado de Casa de Gobierno- y Eduardo Fumega -subinspector de la Policía Federal- fueron condenados a reclusión perpetua por la jueza María Romilda Servini de Cubría en 2016. No obstante, la Cámara de Apelaciones, integrada por Leopoldo Bruglia, Mariano Llorens y Pablo Bertuzzi, absolvió a Julio Yessi en 2020.

“Guardar alguna esperanza en un rinconcito del corazón de que la Justicia haga algo es muy difícil. Te queda un gusto a poco”, lamenta Moya.

 

“Esos compañeros querían tener un país libre”

A medio siglo de la Masacre de Pacheco, los militantes del entonces PST recuerdan la figura de “Hijitus” Meza, “Tony” Moses y el “Tano” Zidda.

“Con quien mayor relación tenía era con ‘Hijitus’, porque él vivía ahí conmigo y yo había sido quien le abrió la puerta a la organización. En realidad, se la abrió solo, porque en Astarsa llegamos a tener un grupo muy importante de compañeros siendo un partido bastante marginal”, relata Moya.

Quintana también elogia a Meza y sostiene que guarda “muchos recuerdos” de él y el resto de sus compañeros, aunque reconoce que pensar en su trágico final lo pone mal. “Eran todos muy buenos”, asegura.

“En esa época había mucha solidaridad, compañerismo, los grandes nos enseñaban como hablar, como tratarlos, porque no es lo mismo hablarle a un obrero que a un estudiante. La camaradería que había en ese local no se olvida”, agrega.

Por su parte, Zanetti sostiene que Meza “era un tipo muy divertido”, mientras que del “Tano” Zidda guarda recuerdos de sus intervenciones en actos y asamblea.

De Moses no recuerda ningún rasgo en particular, pero sí pondera su acción para que el resto de los compañeros que estaban en el local pudieran escapar y salvar su vida: “Estuvo hasta el último minuto tratando de repeler el ataque de la Triple A”, sostiene.

«Los recuerdo con mucho cariño, mucho valor. Esos compañeros querían tener un país libre de opresión y libre en todos los sentidos”, remarca.

 

“Me da bronca que estemos reviviendo esto”

Luego de los juicios a las Juntas y, posteriormente, las condenas por delitos de lesa humanidad a los represores que secuestraron, torturaron y mataron -entre otros hechos aberrantes-, la discusión sobre la última dictadura cívico-militar parecía saldada.

Sin embargo, la llegada de Javier Milei a la Casa Rosada con un discurso abiertamente negacionista, con la compañía de Victoria Villarruel, una dirigente ligada a los militares condenados por aquellos crímenes, puso en la superficie nuevamente lo que pasó en aquella época.

“Me da bronca que, después de toda la lucha que se viene llevando delante hace 50 años, estemos volviendo a revivir eso. Pero también da fuerza para resistir, porque uno está peleando porque se abran los archivos militares para saber dónde están los desaparecidos, los muertos, la lucha de las Madres”, analiza.

“Ellos tienen los medios de comunicación y están bombardeando constantemente y, lamentablemente, mucha juventud desconoce el pasado. Además, el peronismo podría estar dando la batalla contra el negacionismo y no la está dando”, agrega.

En tanto que Zanetti atina a remarcar que lo que está pasando actualmente es “muy triste”.

Por su parte, Moya asegura que le corre “un escalofrío por la espalda” cuando ve a Villarruel y considera que “quieren volver”.

“Las estructuras han quedado intactas, porque los responsables no están todos en cana. Una minoría está presa y otros se murieron de viejos, pero el sostén económico y empresarial sigue ahí”, argumenta.

“Habría que decir a los chicos que se los pueden enfrentar, que hay muchos hechos que demuestran que no son invulnerables, hay que buscarle la forma de sacárnoslo de encima. Hay condiciones, pero esas condiciones no vienen solas como la lluvia. hay que prepararnos, cada uno en su lugar, y poner el hombro”, alienta.

“Esto no es como la dictadura, que yo la viví y es mucho más dura y los asesinatos eran terribles y día por día, pero hay que seguir militando y darle el brazo a torcer a esta gente con las herramientas que tenemos”, cierra Quintana.

Pañuelos al viento

Pañuelos al viento

Una conmovida multitud se reunió en el predio de la Exmansión Seré para despedir a la madre de Plaza de Mayo Nora Cortiñas, entrañable luchadora por los derechos humanos y por mil causas justas. Una mujer fundamental para la democracia y la historia argentina.

Una cabeza con un pañuelo blanco se mueve lenta pero segura por una multitud eufórica que la aplaude y vitorea. Elia Espen llega hasta donde descansa Norita, le susurra algo a su compañera de lucha, agarra el micrófono y afirma: “Acá estamos las locas de Plaza de Mayo, como nos decían. Somos las locas que pretenden la verdad y la justicia. Nora presente, ahora y siempre”.

Este viernes 31 de mayo, miles de personas se congregaron en el predio del excentro clandestino de detención, tortura y exterminio Mansión Seré, reconvertido en un microestadio y en sitio de la memoria, en Morón, para darle la despedida a Nora Cortiñas.

Los concurrentes dejaron sus palabras en cientos de pañuelos blancos de papel pegados en los vidrios, con palabras y frases en memoria a la homenajeada. “Los seres de luz traen luz, se van y la dejan. ¡Hasta la victoria y siempre Norita!”, rezaba una de esas dedicatorias.

Durante la jornada algunas de las compañeras de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora se acercaron a despedirla. Una de las primeras fue Taty Almeida, acompañada de familiares, amigos y compañeros. En su discurso, Taty afirmó: “No nos han vencido y seguiremos luchando ahora y siempre”.  Más tarde se sumó Espen, que dio un discurso con un emotivo cierre: “Nora, descansá tranquila, te aseguro que no vamos a abandonar la lucha contra estos malditos genocidas sin corazón, que lo único que les interesa es hacer mal y matar a todos los que piensan diferente. Más de 40 años en búsqueda de la verdad que seguirán nuestros descendientes. Te queremos.”

La luz que se filtraba por las ventanas del lugar iluminaba los sentidos abrazos entre los asistentes. Vecinos de la zona, amigos, familiares  e incluso compañeros de la militancia asistieron al adiós. Algunos se acercaron con presentes: fotos junto a ella, remeras, flores, corazones y cartas. El sentimiento de tristeza era general, pero también había una chispa de esperanza: la intrépida Norita y su incansable lucha con las Madres de Plaza de Mayo quedará para siempre marcada en la historia argentina y en los corazones del pueblo. Entre abrazos, lágrimas, emoción y aplausos, cada una de las personas que estuvieron presentes dejaron un pedazo de cada uno, para seguir recordándola.

 “Estoy acá por el legado de lucha que nos dejó, una persona tan importante para los derechos humanos”, comentó a ANCCOM Ayelén Caudillo, una joven que asistió a la despedida. Alejandra Barrios, que conocía a Nora, dijo entre lágrimas: “Estoy muy interpelada, porque ella siempre estuvo al lado de la gente que la necesitó y la verdad es que me conmueve este lugar, en donde ella vino a buscar a su hijo, donde gritó su nombre, donde la sacaron a los tiros… Espero que, por fin, lo pueda abrazar, aunque sea. Que llegue al fin ese abrazo tan esperado”. Por su parte Bárbara, militante política y figura cercana a Cortiñas, declaró: “Uno se siente huérfano, por más que hayas tenido vínculo directo o no, ella era un respaldo para todos: acompañaba en todas las luchas, por más pequeña e impopular que fuera. El grito que tenía al final de cada actividad era un grito de esperanza y convicción”.

 “Nosotras nos vamos muriendo pero confiamos en ustedes, en la juventud, para que recoja las banderas que nos dejaron nuestros hijos y nuestras hijas”, había dicho Nora Cortiñas hace exactamente un año.

Nora Morales de Cortiñas nació el 22 de marzo de 1930 en Buenos Aires. Fue militante y defensora de los derechos humanos en nuestro país, cofundadora de Madres de Plaza de Mayo y posteriormente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. En la noche de ayer, 30 de mayo, Norita –como todos le decían- se murió. Fue psicóloga social y profesora en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Desde 1998 y hasta ahora fue titular de la Cátedra de “Poder Económico y Derechos Humanos”. Como académica ha realizado análisis y estudios acerca de la relación entre la dictadura militar, la deuda externa y la crisis económica en Argentina.

Su hijo Carlos Gustavo Cortiñas era militante del Partido Justicialista y de la organización Montoneros en la Villa 31. Además trabajaba en el Ministerio de Economía de la Nación, tras haber pasado anteriormente por el INDEC y la Comisión Nacional de Valores. Fue detenido-desaparecido por miembros de las Fuerzas Armadas en la localidad de Castelar, en el partido bonaerense de Morón, el 15 de abril de 1977. Desde ese año, Nora Cortiñas formó parte de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, organización que reclama a las autoridades estatales el castigo para los culpables de los secuestros, torturas y desapariciones forzadas de alrededor de 30.000 personas durante la última dictadura militar. Además quiere conocer qué pasó con cada uno de ellos.

En mayo de 2023, Norita afirmó en una entrevista: “Nosotras nos vamos muriendo pero confiamos en ustedes, en la juventud, para que recoja las banderas que nos dejaron nuestros hijos y nuestras hijas”. Este mensaje para la posteridad es un llamado para que las siguientes generaciones sigan luchando por las causas de derechos humanos.

¡Hasta la Norita, siempre!

¡Hasta la Norita, siempre!

De manera espontánea, numerosas personas se acercaron a la Plaza de Mayo para homenajear a la militante social Nora Cortiñas cuando se enteraron de su muerte, en la noche del jueves. Rondas a la Pirámide, ofrendas y vítores dedicados a la cofundadora de Madres y defensora de todas las causas justas. Mirá la galería de fotos de ANCCOM.

Exigen la reparación histórica para la comunidad trans

Exigen la reparación histórica para la comunidad trans

Con una desproporcionada y amenazante cantidad de policías, se realizó la II Marcha Plurinacional para pedir por una normativa que reconozca los derechos vulnerados durante la dictadura y el principio de la democracia.

Cumbia marica, locro y baile en Plaza Congreso. La segunda marcha Plurinacional por la Ley de Reparación Histórica para Travestis y Trans fue el motivo. Cientas de personas reclamaron y celebraron al mismo tiempo. En el medio y con la aplicación del protocolo antipiquete, el intento de represión de la Policía Federal y de la Ciudad que se quedaron hasta el final de lo que fue una fiesta.

“Nos reencontramos compañeras y compañeros travestis, trans y no binaries este nuevo 24 de mayo para exigir al Estado Argentino nuestro estatus de humanidad. Estatus jurídico secuestrado por la supremacía heterosexual que concibe y vive los Derechos Humanos sólo como otro de sus privilegios. Venimos a honrar la memoria de nuestras muertas y muertos y nuestras propias vidas “, pronunció Patricia Alexandra Rivas Paladino en la lectura del documento oficial frente al Congreso. 

El clima era frío y había anochecido. “Ya la cumbia comenzó/ Hay que mover los pies/ Pero mire quien llegó/ La güera Salomé”, cantaba la Tía Marilú -reconocida artista trans- en un escenario que se ubicaba casi al borde de Avenida Entre Ríos y del lado de Avenida Rivadavia. Les convocades vocalizaban junto a Marilú, sincronizadamente. Muches bailaban. Rodeando la Plaza estaba el centenar de agentes de fuerza de seguridad que custodiaba el pavimento con el objetivo de que no se cortara el tránsito. 

De fondo, el palacio del Congreso Nacional que estaba iluminado: la silueta de la cúpula se dibujaba como consecuencia de la luz amarilla que emanaba desde el interior de las “ventanas” circulares del edificio, el mismo efecto que se produce al alumbrar la parte de adentro de un colador de pastas. 

Quien se alejaba podía ver que en realidad la verdadera multitud era la policía: “¡Un PBI por doce travas y doce tragos!”, gritó Paladino al dirigirse a los uniformados, uniformados que permanecían inmóviles con sus chalecos y cascos, pero que de vez en cuando echaban ojos curiosos a la fiesta y al reclamo. Antes, mientras marchaba por Avenida de Mayo camino al Parlamento, y el cordón policial seguía separando el asfalto de la vereda, también les echaba en cara: ”¿Por qué no dicen lo que hacían con los travas en la dictadura? Mirenme a la cara, diganme que son unos genocidas”.

Paladino tiene 58 años. Es una de las referentes de Las Históricas Argentinas, una asociación civil que reúne trans y travestis “viejas”. Vino a la marcha con tacones altos rojos, un enterito fucsia y un saco negro de peluche: “¡Vine ochentosa!”,expresó entre risas. “Pedimos por una Ley de Reparación Histórica para personas trans que somos sobrevivientes de la dictadura cívico militar y edictos policiales en democracia. Vamos a aclararlo -deslizó Paladino en diálogo con ANCCOM-, para el común de la gente la democracia empezó en el 83’, para nosotras en el 2012 con la Ley de Identidad de Género.” Rápidamente sumó “necesitamos nuestro Nunca Más”. 

El texto presentado en el 2023 titulado “Régimen Reparatorio para Víctimas de Violencia Institucional por Motivos de Identidad de Género” indica en su artículo 1º: “Establécese una pensión graciable para aquellas personas que hayan sido privadas de su libertad por causas relacionadas con su identidad de género como consecuencia del accionar de las fuerzas de seguridad federales y/o por disposición de autoridad judicial o del Ministerio Público de jurisdicción nacional o federal”. 

Las Históricas habían convocado a las 14 en Plaza de Mayo para luego ir hacia Congreso a las 17. Aunque no se conozcan entre ellas, las travas que iban llegando se saludaban igual. El escuadrón de la federal fue puntual: la multitud eran ellos, de un lado la blancura del Cabildo y enfrente el manto oscuro de los uniformados.

– El cobani dijo que van a estar para ‘acompañarnos’ cuando marchemos

–  ¿Pero vamos a poder ir por Avenida de Mayo? ¿Aunque sea por un carril?

–  Eso se va a ir viendo – respondió uno de los oficiales a cargo del operativo.

Al costado de la Pirámide de Mayo estaban reunidos jubilados y pensionados de ATE. En la superficie un punto en común entre ambos reclamos: vejez digna.

“¿Hay futbolistrans en tu barrio?”, rezaba una bandera de Futbol Militante, una organización que suma a las diversidades en el deporte y todos los martes se juntan a jugar en el Parque los Andes, en el barrio de Chacarita.  

Del lado de la Casa Rosada un nubarrón oscuro tapaba el celeste del cielo. La bandera argentina flameaba en alto. La bandera trans celeste, rosa y blanco también flameaba pero sujetada no por un mástil sino por un señor con una peluca de los mismos colores. El sol salía de a ratos a la vez que una “Loanita”, un titere con la forma de  Lohana Berkins y alas salmón, pasaba de mano en mano mientras algune se sacaba foto: “Hay otra que es gigante que la llevamos en otras movilizaciones”, aclaró la dueña. 

“Estamos acá por la indemnización sociocultural, por el sufrido intento de exterminio de nuestra comunidad. Somos las sobrevivientes que quedamos de los años ochenta y noventa’. La mayoría de las compañeras ha muerto y sigue muriendo por falta de inclusión real en la sociedad, y más hoy por hoy con un gobierno neoliberal”, pronunció Erica Noemí de Tierra del Fuego detrás de la bandera del hotel-cooperativa Gondolín de Villa Crespo que da albergue a 50 personas travesti trans (TT) hace más de 15 años. 

A falta de pinceles, el dedo índice de una chica para remarcar las letras de una pancarta: “A la patria le faltan travas”.

Alma Fernández es una mujer oriunda de Tucumán, egresada del Bachillerato Popular Mocha Celis y  primera empleada trans del Senado de la Provincia de Buenos Aires. Aunque la Policía Federal iba empujando a la gente para que marchara por la vereda de Avenida de Mayo, y el “run run” de la motorizada acechaba, Fernández no perdía el humor: “¡Rompan esta ventana!¡ Traiganme esa torta! ¡Que empiece el saqueo!”, exclamaba entre risas contagiosas. “Este se hizo viral la otra vez”, mencionó en referencia al cartel que tenía y que decía “Milei no es mi ley”. 

“¡Seguí con la moto, boludo! ¿Por qué no te  dedicas a la música en vez de estar ronroneando con la moto?“, gritó un manifestante aludiendo al acelerón de las cilindradas. “No tenemos miedo / no tenemos miedo”, repetían muches. 

“Señor, señora / no sea indiferente / se mata a las travas en la cara de la gente” entonaba la muchedumbre. De a ratos sucumbían a la provocación de los uniformados.  “Milei/ Basura/ Vos sos la dictadura”. “¡Mejor cantemos canciones de travestis!”, interrumpió Fernández y carcajadas sonaron.

Con las personas que hacían fila para tomar el colectivo, Erica iba vehemente y casi como un suplicio les advertía: “Si tu hijo o hija mañana es trans, te lo van a matar. Gente despierten, los maricas defendemos la democracia”. Algunos no respondían ni con una mueca. Otros se solidarizaban: una mujer le agarró la mano y se abrazaron. “Aquí / está / la resistencia trans/Aquí / está / la resistencia trans”, sonaba. 

La Asociación Civil Mocha Celis figuró en la escena: “Me duele mucho sentir que tenemos una democracia que está siendo lastimada, agredida por las personas que están ocupando posiciones de poder. No solo con el desmantelamiento de las organizaciones  que garantizan los derechos de la comunidad LGBTQI+ y de las mujeres y  disidencias en general, sino también con discursos de odio que generan violencia”, expresó la fundadora y secretaria académica Manu Mireles. 

Marlene Wayar, referente y pensadora historica de la comunidad, y con los golpes que recibió de la Policía Federal, estuvo presente en el acto: “Reparen el daño infligido por el estado nacional y los estados provinciales a través de sus instituciones, la agresión sistemática hacia nuestra identidad y violación a nuestros derechos humanos. ¡No nos conformamos con la limosna cis-heterosexual! ¡Los derechos travestis y trans también son derechos humanos!”.