Historias situadas e interrumpidas por el horror: desaparecidos del CNEA

Historias situadas e interrumpidas por el horror: desaparecidos del CNEA

En un emotivo acto con familiares, compañeros, sindicatos y referentes de derechos humanos, se realizó en el Centro Atómico Constituyentes de la Comisión Nacional de Energía Atómica, ubicado en San Martín, el acto administrativo de reparación de los legajos de 11 trabajadores desaparecidos casi en su totalidad por la última dictadura militar. A partir de ahora, cada legajo aparece la verdadera causa de baja: “detenido-desaparecido».

“Durante estos 4 años, interrumpidos por la pandemia, hemos reparado muchos legajos de trabajadores que fueron detenidos y desaparecidos. Cada una de estas reparaciones demuestra que uno de los principales enemigos que tenía la dictadura eran los trabajadores, fundamentalmente los trabajadores organizados” , destacó Horacio Pietragalla Corti, Secretario de Derechos Humanos de la Nación Argentina y agregó: “En este contexto en el cual escuchamos algunas voces negacionistas que relativizan lo acontecido estamos reparando el legajo de compañeras y compañeros que nunca dudaron en poner en riesgo el patrimonio más grande que tenían, sus vidas, por mejorar la vida de otros”.

Estos legajos se suman a los 5 que fueron reparados y entregados a familiares de las víctimas en 2014 a partir del trabajo de la Comisión de Derechos Humanos, que lleva detectados y reparados 22 legajos de trabajadores de la CNEA que fueron víctimas del Estado terrorista y que figuraban que habían hecho “abandono de servicio” o que habían muerto.

En este marco, la actual presidenta de la CNEA, Adriana Serquis, pidió perdón por la complicidad que la institución tuvo durante la dictadura y por la falta de colaboración que podría haber tenido en estos 40 años de democracia.

Por su parte Oscar Gil, hermano de Miguel Ángel Gil, trabajador de la CNEA cuyo legajo fue reparado y entregado durante el acto destacó: “Es muy importante para mí la reparación del legajo de mi hermano, como también lo es la reparación de los compañeros que pasaron por el secuestro, la tortura y la desaparición forzada. Estos actos son muy importantes, más en estos momento que estamos viviendo porque todo lo que hemos ganado en la calle se puede perder” destaca Oscar y agrega: “de mi hermano siempre recuerdo su lucha y su entrega y quiero que se lo recuerde de esta manera, como un luchador, como un delegado, un militante de la Juventud Peronista. Lo reivindico a él y a todos sus compañeros”.

Participaron del acto Rita Tanuz, secretaria de Coordinación Legal y Administrativa de la
Jefatura de Gabinete de Ministros; Silvina Atencio, integrante de la Comisión de Trabajo por la Reconstrucción de Nuestra Identidad; y Gabriel Corvalán Delgado, en representación de “Hermanos y hermanas que buscan” , de Abuelas de Plaza de Mayo.

Historias situadas e interrumpidas por el horror

A partir del trabajo de la Comisión de Derechos Humanos de la CNEA se determinó que durante la dictadura cívico militar fueron secuestradas de la Comisión 32 personas, 2 de ellas mientras se encontraban en sus lugares de trabajo dentro del organismo. Hubo 10 que fueron pasadas a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, 2 fueron asesinadas y 20 siguen desaparecidas.

Además, hubo 107 trabajadores de la institución a los que se les aplicó la Ley 21.274 de prescindibilidad, por la que perdieron su puesto. Otros 120 fueron cesanteados. Y por la persecución institucional y política, renunciaron 370 agentes. En aquellos años, según se supo después, las autoridades de la CNEA tenían más de 500 legajos paralelos que daban cuenta de la ideología de las empleadas y los empleados.

Entre los legajos reparados y entregados a familiares y amigos está el de Miguel Schwartz, quien estudió Ingeniería Química en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y trabajó en el Departamento de Ensayos No Destructivos del Centro Atómico Constituyentes. Miguel fue secuestrado el 14 de febrero de 1977 en el barrio de Belgrano en la Ciudad de Buenos Aires. El 27 de mayo de 1977 la CNEA declaró a Miguel como prescindible por el Artículo 6 Inciso 6 de la Ley 21274. Tenía 27 años.

También está el de Secundino Garay, quien estudiaba en la UTN y era militante peronista. Secundino era técnico contratado en la Central Nuclear Atucha I. Fue secuestrado de su casa en Zárate, donde vivía con su esposa y su hijo de 6 años, el 10 de mayo de 1977. Tenía 31 años.

El ya mencionado Miguel Ángel Gil trabajaba en la Regional Cuyo en Mendoza como personal técnico y era delegado gremial de la Asociación Trabajadores del Estado (ATE). Miguel fue secuestrado el 10 de febrero de 1976 junto a otros compañeros por grupos paramilitares y trasladado al Departamento de Informaciones de la Policía de Mendoza (D2) donde recibió graves torturas que le provocaron la muerte al poco tiempo de haber sido liberado, el 22 de febrero de 1976, cuando todavía gobernada María Estela Martínez de Perón. Tenía 32 años.

María Cristina Onis es otro de los casos: cursaba el quinto año de la carrera de Ingeniería Química en la UTN y trabajaba en las Plantas Químicas del Centro Atómico Ezeiza como secretaria. Según relato de sus padres, doce personas de civil fuertemente armadas ingresaron a su casa, la saquearon y se llevaron a María Cristina el 4 de junio de 1976. Su familia presentó habeas corpus y denuncias en diferentes lugares pero nunca más supieron nada. Tenía 32 años

Daniel Lázaro Rus era becario en el Departamento de Combustibles Nucleares del Centro Atómico Constituyentes. Fue secuestrado al salir de su trabajo el 15 de julio de 1977. A los tres días de su secuestro, las autoridades de CNEA limitaron su beca. Tenía 26 años. Gerardo Strejilevich fue secuestrado el 15 de julio de 1977 en la Ciudad de Buenos Aires en un operativo ilegal de detención y posterior desaparición forzada. Tenía 27 años. Por testimonio de ex detenidos, fue visto en el Centro Clandestino de Detención Club Atlético y en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA).

Graciela Mabel Barroca era estudiante de Física en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Trabajaba como técnica contratada en el Departamento de Reactores Nucleares del Centro Atómico Constituyentes. Fue secuestrada de su domicilio en Villa Martelli el 15 de julio de 1977. Tenía 24 años. Según testigos fue vista en el Centro Clandestino de Detención Club Atlético y en la ESMA.

Juan Pedro Barrientos fue secuestrado y posteriormente asesinado el 31 de agosto de 1977. Tenía 25 años. Trabajaba en el Departamento de Intendencia (Servicios Generales) en la Central Nuclear Atucha I. Fue secuestrado el 27 de marzo de 1976 de su casa en la localidad de Lima, Zárate. El 12 de octubre de 1976, mientras estaba detenido, Juan le envió una carta al Presidente de CNEA, Castro Madero, solicitando se ocupara de su situación. Pocas semanas después la CNEA lo declaró como prescindible. Fue torturado y asesinado en la Unidad Penal N° 9 de La Plata.

Jorge Israel Gorfinkiel era licenciado en Física y docente en la UTN. Trabajó en el Departamento de Reactores Nucleares en el Centro Atómico Constituyentes hasta su renuncia, el 7 de mayo de 1976. Fue secuestrado al concurrir a una cita con un compañero de militancia el 25 de noviembre de 1977. Tenía 29 años. Jorge fue visto en los Centros Clandestinos de Detención El Atlético, El Banco y El Olimpo.

Daniel Eduardo Bendersky estudiaba Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y militaba en el Partido Comunista Revolucionario. Estaba terminando su tesis de grado en el Departamento de Metalurgia del Centro Atómico Constituyentes. Fue secuestrado el 16 de septiembre de 1978 de su casa en Capital Federal. Tenía 26 años

Susana Flora Grynberg era licenciada en Física por el Instituto Balseiro. Trabajó en el Departamento de Combustibles Nucleares del Centro Atómico Constituyentes, donde se desempeñó en los laboratorios de Metalurgia y en el de procesamiento de Materiales Radioactivos. Susana renunció a la CNEA por medio de un telegrama el 2 de mayo de 1976. Al momento de su secuestro, que fue el 20 de octubre de 1976, tenía 29 años. En ese momento cursaba un embarazo de 3 meses y se sabe que dio a luz una niña por un llamado telefónico anónimo. Fue vista en el Centro Clandestino de Detención El Campito, de Campo de Mayo. Su hija no fue encontrada y Susana continúa desaparecida.

Las ciberabuelas

Las ciberabuelas

La Asociación Abuelas de Plaza de Mayo presentó su nueva página web, un proyecto colaborativo con la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento.

Abuelas de Plaza de Mayo presentó su nueva página web el martes último en la Casa por la Identidad, en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (exEsma). “Argentina es única en hacer estas cosas para buscar a los desaparecidos”, expresó Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

La emoción colmó el Auditorio de Casa por la Identidad cuando la presidenta y la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto y Buscarita Roa, se hicieron presentes para la exposición de la nueva página web de la institución. Antes de que inicie la presentación, varias personas que se encontraban en la sala no dudaron en ir a saludarlas y pedirles fotos, pero principalmente para agradecerles por todo lo que lucharon durante tantos años.

El encargado de iniciar la presentación fue Miguel Santucho, miembro de la Comisión Directiva de Abuelas de Plaza de Mayo y que este año tuvo el agrado de encontrarse con su hermano nacido en cautiverio, Daniel Santucho Navajas. La nueva web está adaptada a un diseño con maneras de comunicar actuales para que las nuevas generaciones puedan acceder a información de forma sencilla.

Los bisnietos de Abuelas de Plaza de Mayo pertenecen a estas nuevas generaciones, por lo que de alguna manera también se busca llegar a ellos para que puedan conocer su verdadera identidad. Una sección novedosa, es la solapa Abuelas en donde se pueden encontrar las historias de la mayoría de ellas, no sólo para conocerlas mejor sino también para recordar a las que ya no están.

Irene Strauss, una de las pioneras en la realización de la página web de Abuelas, recordó en diálogo con ANCCOM el inicio de un proyecto que luego se convertiría en una herramienta fundamental en la búsqueda que hacían a diario: “En 1999, el libro que imprimían de todos los casos que buscaban y que estaban restituidos, Abuelas necesitaba digitalizarlo por primera vez en un CD. Una vez que teníamos hecho eso, como yo ya había empezado también a trabajar en el desarrollo web, les dije ‘bueno ahora que está en digital, pongámoslo en la web’ y así empezó”.

La mesa de presentación fue moderada por Claudia Poblete Hlaczik -nieta restituida de Buscarita Roa-, e integrada por Guillermo Palavecino, de la cooperativa Animus, Catalina García Laval, de la cooperativa el Maizal y Estela de Carlotto. Al subir al escenario, luego de un breve video de presentación de la nueva herramienta digital, todos fueron recibidos con aplausos exhaustivos del público. Palavecino y García Laval colaboraron en este proyecto junto a la Federación Argentina de Cooperativas de Trabajo de Tecnología, Innovación y Conocimiento (FACTTIC) y el equipo de Prensa y Difusión de Abuelas.

“Las abuelas fueron muy pioneras en darse cuenta en como poder llegar a las nuevas generaciones y tenían una página web hace más de 20 años cuando no todas las organizaciones tenían página web”, recordó Poblete mientras su Abuela, quien la había buscado por más de veinte años, la observaba con atención desde la primera fila del auditorio.

“Yo recuperé mi identidad en el 2000, estudiaba Ingeniería en Sistemas. Cuando me llega la citación judicial y un pedido para hacerme un ADN, lo primero que hice fue buscar una página web de Abuelas y encontré una página web de Abuelas. En esa página había información sobre quiénes eran las Abuelas de Plaza de Mayo”, relató Poblete sobre su experiencia con la primera versión del sitio digital del organismo de derechos humanos. Cuando llegó el momento de Estela, sus primeras palabras fueron de agradecimiento. “Me hace pensar que hace 45 años cuando estábamos allá atrás de un árbol, mirando la salida de una escuela a los chiquitos del jardín de infantes, porque una maestra nos había dicho ‘hay uno que es calladito, lo vienen a buscar y lo llevan’, era todo tan rústico, nosotras simulando que éramos abuelas esperando algún nieto de ahí, que nunca llegaba”, recordó Estela uno de los primitivos métodos de búsqueda que implementaban.

“Fue una idea unirnos, en aquel tiempo no pensábamos que íbamos a durar 45 años. De ser todas y cada una tan diferentes, en lo cultural, en lo religioso, en el origen. Nos unió el dolor y el amor, pero siempre sin venganza y sin odio. De ahí nace toda esta historia de tantos años: memoria, verdad y justicia”, rememoró Estela. Las lágrimas de algunas personas del público aparecieron al escuchar sus palabras, porque de alguna manera cada uno de ellos era consciente de todo lo que había dejado la última dictadura cívico-militar en la sociedad argentina.

Palavecino recordó en diálogo con ANCCOM la creación de esta nueva web como una experiencia “muy fuerte”: “Nomenclaturas que utilizábamos en la página como ‘desaparecido junto a sus padres’ o ‘no nacido’, cosas fuertes que te hacen dar cuenta que no estas manejando cosas típicas de la informática, sino que estás con un trabajo muy humano”.

Guillermo Pérez Roisinblit, nieto restituido, mencionó que esta nueva web es “acorde a las generaciones que también están empezando a buscar información sobre la historia de nuestra país, indagando sobre sus propias identidades y las de sus padres”.

Si naciste entre 1975 y 1983 y dudas sobre tu identidad comunicate a través del sitio web.

Un hito argentino para el mundo

Un hito argentino para el mundo

Organismos y militantes de derechos humanos colocaron en el Museo Sitio de Memoria ExEsma una placa que señala que el ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio fue declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Representantes de organismos de derechos humamos, sobrevivientes, familiares de desaparecidos, entre otros, estuvieron en el acto por el descubrimiento de la placa por la declaración del Museo Sitio de Memoria ESMA como Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Estuvieron presentes el secretario de Derechos Humanos de la Nación Horacio Pietragalla Corti; la directora del Museo, Mayki Gorosito, abuelas de Plaza de Mayo y un amplio público que acompañó este hito en la historia de Argentina. La UNESCO ha reconocido el genocidio cometido por la dictadura y a los 30.000 desaparecidos, en un contexto nacional en el que, el negacionismo se instaló en medio de la campaña electoral.

Estela de Carlotto habló con ANCCOM y se refirió a que la lucha no tiene edad. «Voy a cumplir 93 años y voy a seguir luchando, y mis nietos chiquitos también están luchando, porque hacen señas, dicen slogans de lo que es la lucha por la verdad, la memoria y la justicia». También destacó que intenta en la familia y fuera de ella «enseñar que la vida es linda, que hay que aprovecharla y vivirla, pero siempre con el corazón limpio, la maldad solo sirve para eso, para ser maldad».

Durante el acto Liliana Pelegrino, sobreviviente de la ESMA, remarcó que «ser sobreviviente no significa poder hablar en público, no siempre es tan fácil» y mencionó el amor profundo que tiene por las madres, abuelas e hijos, y todos los que llevaron la lucha años tras año. También se refirió a lo vivido en su generación y destacó que hay que tener fuerza y voluntad de resistencia para pasar por lo que atravesaron quienes lucharon para salir adelante luego de haber vivido en carne propia el terrorismo de Estado. Además, subrayó su emoción por la declaración de la UNESCO: «Es importantísimo este reconocimiento», recalcó.

Juan Pablo Moyano, nieto restituido, también habló con ANCCOM y destacó la emoción que le despierta estar ahí para vivir este suceso: «Para mí es un antes y un después, como dijo Horacio, algo que aprendimos a luchar de las madres, de las abuelas. Hoy somos ejemplo en el mundo como nación en materia de derechos humanos. Y también es un alivio poder contar con esta distinción en estos momentos».

Durante el acto y el descubrimiento de la placa, Horacio Pietragalla Corti indicó que «esto no es solo un reconocimiento a lo que cuentan estas paredes sobre el terror que se vivió acá. Es un reconocimiento de la existencia de los golpes de que sufrió Latinoamérica y de ese plan macabro que perpetró Estados Unidos para la región a través de la Escuela de las Américas».

Taty Almeida también recordó aquel momento en el que se enteró de la votación del Comité del Patrimonio Mundial y señaló que lloraron de alegría por el reconocimiento «cuando nos enteramos de esta tan esperada noticia por parte de la UNESCO. Estaba en casa y tenía algunas llamadas. Veo y dice, la UNESCO. Empecé, lloraba. Juntamente, con este reconocimiento, se demuestra que hubo un genocidio y que son 30.000. Y yo estoy segura que Alejandro y los 30.000, desde algún lugar, están compartiendo este momento». Y afirmó que van a seguir resistiendo por la lucha y que «a pesar de los bastones y las sillas de ruedas», siguen de pie.

La nieta restituida Victoria Donda, exmiembro de la Cámara de Diputados de la Nación y extitular del INADI, también habló con ANCCOM. Con lágrimas en los ojos relató la alegría que sentía: «La verdad que para nosotros es una alegría que UNESCO reconozca a la ESMA como Monumento de la Humanidad, como un sitio histórico, es reconocer también el genocidio de Estado».

Un cierre emotivo, con las voces en alto diciendo «30.000 compañeros desaparecidos, presente, ahora y siempre». Se reunieron en la puerta del Museo Sitio de Memoria ESMA, a todos los trabajadores, nietos, abuelas, madres, sobrevivientes, etc., para compartir una foto grupal que quedará en la memoria de este día que marcó un antes y después por la declaración como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

 

Uno de los responsables de la desaparición de Andrés Núñez vuelve a la cárcel

Uno de los responsables de la desaparición de Andrés Núñez vuelve a la cárcel

El expolicía Jorge Alfredo González volvió a ser detenido a 33 años del secuestro y posterior asesinato del futbolista platense, uno de los primeros casos en democracia.

A 33 años de la desaparición forzada del futbolista Andrés Núñez en La Plata, el expolicía Jorge Alfredo González, involucrado en su tortura, volvió a ser detenido luego de una libertad condicional que duró casi un año. ANCCOM conversó con el autor del libro sobre la historia de Núñez y respecto a las desapariciones en democracia.

En la noche del 27 de septiembre de 1990 se lo vio por última vez a Andrés Alberto Núñez, quien fue detenido ilegalmente por cuatro policías vestidos de civil con el pretexto de estar buscando al ladrón de una bicicleta. Jorge Alfredo González, Pablo Martín Gérez, José Daniel Ramos y Víctor Rubén Dos Santos, a bordo de un Fiat 147, buscaron a Andrés en su casa de Villa Elvira. Lo golpearon y lo metieron en el interior del auto para llevarlo, esposado, a la Brigada de Investigaciones de La Plata. Allí, ya en la madrugada del 28, lo torturaron hasta provocarle la muerte.

Posteriormente, los oficiales de la Policía Bonaerense incineraron su cadáver en una estancia ubicada en la localidad de General Belgrano. Fue recién en agosto de 1995 cuando, a partir de las declaraciones del policía José Daniel Ramos que revelaron información acerca de dónde estaba el cuerpo de Andrés -para beneficiarse en la causa judicial-, se encontraron los restos del desaparecido.

Pablo Morosi, periodista que escribió Un tal Núñez, el caso del primer desaparecido por la Bonaerense en la democracia recuperada, cuenta que “fue un caso que repercutió muy fuerte porque todos los ciudadanos estaban viendo una ventana que se volvía a abrir luego de la dictadura. Era encontrarse, ya en democracia, con las instituciones funcionando en el caso de una desaparición.” Indica, además, que “se dio un cambio cultural a partir de este tipo de casos de abuso y de brutalidad institucional”

En el año 2010 se probó que el sargento González, a instancias del subcomisario Ponce, le puso una bolsa de nylon en la cabeza a Núñez, aplicándole la tortura del “submarino seco”. Por lo tanto, en un juicio llevado a cabo en ese mismo año la justicia platense condenó a prisión perpetua a Jorge Alfredo González junto a Víctor Dos Santos, quien ya falleció. Dos años más tarde detuvieron y condenaron, también a perpetua, a Luis Raúl Ponce. Sin embargo, la condena impuesta al primero había sido anulada el 28 de noviembre de 2022.

El último viernes 8 de septiembre la jueza de ejecución penal de La Plata, Laura Lasaga, debió dar marcha atrás sobre sus pasos y revocar la libertad condicional que le había concedido al expolicía bonaerense, González. El sargento había sido detenido en 2010 por “privación ilegal de la libertad calificada” y “torturas seguidas de muerte” para luego ser liberado el año pasado por «buena conducta».

Se logra una instancia de justicia, pero no es completa. Hasta la fecha se han realizado muchos actos y marchas en búsqueda de la justicia por la desaparición de Núñez. Pasaron 33 años de aquella noche del 27 y la madrugada del 28 de septiembre y, más allá de la reciente detención del ex policía González, aún resta la sentencia para Pablo Martín Gérez, que sigue prófugo y no hay noticias sobre su posible paradero. “El Estado hace 33 años no lo puede ubicar, aun conociendo su nombre y donde viven sus familiares”, afirma Morosi.

La desaparición forzada de Andrés Núñez cuenta, además, con otros responsables acusados de encubrimiento: Ernesto Zabala, César Carrizo y Gustavo Veiga, de quienes se espera que se lleve a cabo un juicio oral, y los fallecidos Oscar Silva y Pedro Costilla. Al margen de lo que habría sido una posible sentencia quedaron Héctor Lazcano, Héctor Ferrero, Roberto Mártire, Alejandro Dezeo, Juan Kaldlugowsky y Eduardo Fraga. Varios de ellos quedaron libres de cargo a partir del accionar de los jueces de la Cámara de Apelaciones de La Plata, que decidieron desprocesarlos en 1997. “Se pudo señalar a un grupo, aunque todos sabemos que no es el conjunto completo. Las maniobras de encubrimiento funcionan así. En un principio se procesó a 180 miembros de la Brigada pero ese número fue reduciéndose”, señala Morosi.

La compañera de Andrés, Mirna Gómez, lucha desde el día del asesinato de su pareja contra la violencia institucional, denunciando la continuidad de las desapariciones en democracia y las encubiertas del Estado cuando un hecho de represión policial vuelve a tener lugar. Fue la misma Gómez quien, representada por el abogado Manuel Bouchoux, presionó a la jueza Lasaga a darle cese a la libertad condicional que González gozó del lunes 28 de noviembre de 2022 al último 8 de septiembre.

El tiempo y las prácticas clandestinas del Estado a través de su policía fueron dando cuenta de otros casos similares al de Andrés, ya sea previos o posteriores. A raíz de las investigaciones realizadas sobre otros acontecimientos de violencia institucional se pudo comprobar que hubo aún más asesinatos de esta índole. “Recién en el año 1992 aparece la CORREPI (Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional) para reunir a familiares y denunciar situaciones de gatillo fácil o desapariciones en las que la policía había participado. Ese registro lo empiezan a hacer estas organizaciones no gubernamentales. Hoy por hoy no tenemos uno oficial hecho por el Estado”, reclama Morosi. 

El caso de Núñez es el primero desde el retorno a la democracia del que haya constancia de una efectiva detención ilegal por parte de las fuerzas policiales de la provincia de Buenos Aires, pero no es el primero ocurrido desde 1983. El 24 de diciembre de ese año, el joven José Luis Franco fue visto cuando era detenido, en la ciudad de Rosario, por el comando radioeléctrico que lo trasladó a la comisaría 11ª. Un hábeas corpus que denunció su desaparición tuvo resultado negativo. Tiempo después, su cuerpo masacrado apareció en un descampado y la policía provincial comunicó que fue “muerto en un enfrentamiento”. Según publicó la periodista Adriana Meyer en su libro Desaparecer en democracia, cuatro décadas de desapariciones forzadas en Argentina, “apenas catorce días después de la asunción del presidente Alfonsín, se inauguraba así la lista de personas desaparecidas por las fuerzas de seguridad estatales en democracia, que suma más de 200 casos”.

Para Morosi, “en ningún momento el Estado asumió que tenía un problema. Decía que ‘eran casos aislados’. Con el paso del tiempo se demostró que lo tenía y lo tiene por no haberlo asumido en tiempo y forma y no haberlo revertido desde el punto de vista formativo”.

 

Señalizaron un centro clandestino de detención

Señalizaron un centro clandestino de detención

En el municipio de Malvinas Argentinas, nominaron a La Casa del Cilindro como un sitio de memoria, por donde pasaron hombres, mujeres y niños secuestrados por la dictadura militar.

Bajo la órbita de la Guarnición Militar Campo de Mayo, zona noroeste de la provincia de Buenos Aires, y en el marco del plan sistemático de terror y exterminio ejecutado por la última dictadura (1976-1983) funcionó La Casa del Cilindro, un centro clandestino de detención por el que pasaron hombres, mujeres y niños.

Por su cercanía con El Campito, centro de tortura ubicado dentro de Campo de Mayo, se cree que este espacio, demolido en 1995 bajo la intendencia de Jesús Cariglino, funcionaba como cárcel clandestina y transitoria por el que pasaron cientos de personas perseguidas por su militancia política, social y sindical, antes de ser trasladados a otros centros del horror o dispuestos en comisarías para ser “blanqueados”.

“Este lugar se llamaba así porque Aurelia Elvira Tejerina, una de las pocas sobrevivientes que pasaron por acá, lo describió como una construcción de forma cilíndrica desde donde salían cadenas que engrillaban a hombres y mujeres”, remarca Silvia Burgos, directora de Derechos Humanos de la Municipalidad de Malvinas Argentinas durante el acto de descubrimiento de la señalización del espacio de memoria, realizado el sábado 23 de septiembre, por la mañana, en el Batallón 601, hoy predio municipal.

«Mi madre vio gente engrillada y mutilada. Escuchó a un niño implorando por su abuelo, quien estaba siendo torturado. Tuvo que soportar un simulacro de fusilamiento antes de ser liberada y vivir en democracia con la aberración de ser tratada de maniática”, recuerda Yamila.

El terrorismo de Estado desplegó una estrategia de control y represión dirigida especialmente al movimiento obrero y sindical, que tuvo un fuerte impacto en esta región,  donde existía un polo industrial.  La Casa del Cilindro se encontraba en la Zona 4, bajo el mando del Comando de Institutos Militares con asiento en Campo de Mayo, predio ubicado a poco más de cuatro kilómetros de allí.

Si bien El Cilindro estaba dentro del Batallón 601, a diferencia de El Campito, estaba rodeado de barrios obreros, como por ejemplo el Barrio Textil o el Barrio Gráfico, entre otros, y se encontraba a pocas cuadras de los centros comerciales de las ciudades de Los Polvorines y Pablo Nogués, ambos conectados por las vías del Ferrocarril Belgrano Norte. Pero además, en cercanías del Batallón funcionaba un cuartel de bomberos, el hospital municipal y la escuela primaria pública. Es decir, que el predio no se encontraba aislado.

“A mi mamá la secuestraron desde su hogar de Pablo Nogués. Fueron militares encapuchados, vestidos de civil, utilizando una camioneta y tres autos Ford. Cuando la trajeron a El Cilindro reconoció el lugar porque sintió las sirenas de los bomberos y el paso del tren», declara Yamila Tejerina, hija de Aurelia Elvira Tejerina quien, junto a Carlos Banchero, fue una de las pocas sobrevivientes de la Casa del Cilindro que pudo aportar su testimonio. Yamila agrega: “Durante todas las gestiones municipales hubo silencio hasta ahora. El ocultamiento y el silencio es volver a la tortura, a la desaparición».

Yamila Tejerina, hija de Aurelia Elvira Tejerina, una de las pocas sobrevivientes de la Casa del Cilindro.

«Mi madre vio gente engrillada y mutilada. Escuchó a un niño implorando por su abuelo, quien estaba siendo torturado. Tuvo que soportar un simulacro de fusilamiento antes de ser liberada y vivir en democracia con la aberración de ser tratada de maniática”, recuerda Yamila. Actualmente se desconoce la cantidad de personas que pasaron por La Casa del Cilindro, debido a que se estima que fue un lugar de tránsito, apéndice de El Campito.

“La señalización es importante porque tiene que ver con un reclamo histórico de los organismos de Derechos Humanos. Este lugar ya estaba señalado, muchas personas sabían lo que pasaba, sólo faltaba que el Estado lo reconociera”, dice Lorena Battistiol Colayago, directora nacional de Sitios y Espacios de Memoria de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y señala que “por acá pasaron más de 5.000 personas. Este es un número que sigue siendo investigado por la criminalidad que tuvo la Guarnición y la Zona de Defensa 4. Pensá que, así como existió El Cilindro, también existían comisarías, cementerios en donde enterraban los cuerpos de manera clandestina, o lugares de masacre.  Campo de Mayo es el lugar más emblemático de la región por la propia estructura que tenía: contaba con un hospital para recibir a las embarazadas y robarles su bebes, un aeródromo para deshacerse de los cuerpos, y un territorio tan grande, que aún falta explorar, y en donde cabe la posibilidad de que estén los cuerpos enterrados”.

 

Salvador Barreto y las armas de Perón

De profesión carpintero, Salvador Tomás Barreto era un militante de la Juventud Peronista que vivía a media cuadra de la estación de Pablo Nogués y a dos cuadras de la Ruta 197 (frente al Batallón 601). Trabajaba durante el día en una carpintería de Olivos y por las tardes era alfabetizador de adultos en villas de Beccar, Provincia de Buenos Aires. Pero además, en esos barrios humildes, ayudaba a reparar muebles rotos que otros pobladores le traían. 

A Salvador lo secuestró un grupo de tareas, integrado por unos diez hombres vestidos de civil, el 8 de noviembre de 1978. Se lo llevaron de su hogar frente a su esposa y sus hijos de 16, 8 y 6 años. “Llovía. Eran las diez de la noche y tocaron fuerte a la puerta. Mi hermanita, que en ese momento tenía 8 años, abrió sin temor pensando que era un familiar  y entraron hombres armados”, recuerda Patricia Barreto, su hija mayor.

Una vez que ingresaron a su hogar, la patota inició la requisa increpando a Barreto por la cantidad de libros que había en la casa. Salvador efectivamente era un ávido lector que no había podido terminar el secundario a raíz del golpe de la autodenominada Revolución Libertadora. “Frente a esta situación mi papá les mostraba sus manos calladas, para que le creyeran que era solo un carpintero, y ellos le decían que un obrero no podía tener tantos libros”, detalla Patricia.

 

Luego de un intercambio entre el grupo de tareas y Barreto, este les imploró que no le hicieran pasar vergüenza frente a su familia. Fue en ese momento cuando uno de los secuestradores accedió a su pedido y solicitó a la mujer de Barreto que fuera por un abrigo. Seguidamente le quitó a Salvador el reloj y su alianza y se lo entregó a su esposa. Salieron del domicilio caminando hacia la esquina. De acuerdo a testimonios de vecinos, lo subieron a una camioneta, tipo ambulancia, que esperaba allí, tal vez por la calle de tierra, tal vez por la lluvia o simplemente porque era el modo de operar.

Según Patricia “pasaron unos 15 minutos y regresaron sin mi papá a buscar libros de Perón y no encontraron nada. Nosotros pensamos que lo iban a liberar pero nunca más lo vimos. Por el poco tiempo que demoraron ahora creemos que tal vez se lo llevaron a la Casa del Cilindro”.

En aquellos años la casa de la familia Barreto estaba en construcción y Salvador había llegado a ocultar sus libros en el piso de la habitación, bajo un placard que él mismo fabricó. Muchos años después, uno de sus hijos, hizo una reforma y al romper la carpeta aparecieron. “Estaban todos rotos porque el paso del tiempo los había destruido. Esas eran las armas que había en casa: los libros de Perón”, remarca Patricia y agrega: “Me gustaría que se recuerde a mi padre como un trabajador, un trabajador que también fue un intelectual porque se la pasaba estudiando.  Él amaba a Rosas, a la patria y al campo popular y aún lo puedo ver en casa sentado a las 4 de la mañana leyendo con el calentador Bram-Metal debajo de sus piernas”. Salvador tenía 40 años cuando se lo llevaron y hoy permanece desaparecido.