Antorchas que calientan los motores para la marcha del 24

Antorchas que calientan los motores para la marcha del 24

La comunidad de la Escuela Mariano Acosta realizó una caminata en homenaje a los desaparecidos del establecimiento, de la Facultad de Filosofía y Letras y a las madres que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz para buscar a sus hijos. También homenajearon a Pablo Grillo.

En el barrio de Balvanera hay una escuela del color del sol, un amarillo anaranjado que se mezclaba con los tonos saturados de la media tarde del jueves. Desde lo más alto, caían tres banderas hasta el suelo. Más bien parecían columnas que sostenían aquel edificio, con la fuerza de las palabras que portaban: Verdad, Memoria y Justicia. 

En la Escuela Normal N° 2 Mariano Acosta, la dictadura militar es una historia que se mantiene vibrante ante las amenazas del negacionismo. Sus 43 estudiantes detenidos y desaparecidos están en las aulas donde se cuentan sus historias, en los lápices que continúan escribiendo, en los niños que gritan “¡Presente!” cada vez que dicen sus nombres. Daniel, Rodolfo, Ricardo, Jorge, César, Julio, Roberto, Carlos, Claudio, escritos debajo de las fotos de sus pancartas repartidas entre las familias. Desde hace siete años que se organiza la Marcha de las Antorchas, días antes de los 24 de marzo. Las actividades de esta fecha no se quedan dentro del establecimiento. Como aclara Luz Ayuso, Coordinadora del Archivo Histórico de la escuela, el Acosta “tiene las puertas abiertas al barrio, quiere pensarse junto a su comunidad”. Con pancartas en mano, tambores en batucada y antorchas encendidas, la comunidad comenzó su recorrido, con varias paradas por delante. “Adonde vayan los iremos a buscar”, coreaba.

El camino fue diferente al de años anteriores. Un reclamo coyuntural exigió pausar en el Hospital Ramos Mejía; casualmente, a dos cuadras del punto de partida: el fotógrafo Pablo Grillo continúa internado con un estado delicado luego de haber sido herido en la represión del 12 de marzo. La escuela quiso expresar todo su apoyo a la familia y todo su rechazo al accionar represivo de las fuerzas de seguridad, con especial énfasis a Patricia Bullrich. Fabián, su padre, agradeció el amor con una conmovedora noticia: “Hoy me dijo: `Hola, viejo´”. Las familias, profesores y estudiantes estallaron en aplausos fuertes y esperanzados. 

A pocos metros de la avenida Independencia, la marcha y su batucada tuvieron que detenerse para recordar a los 602 compañeros desaparecidos de lo que antes fue la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; hoy sede de Psicología. 

Entre tantas personas y tantas historias, desde el Programa Universidad y Dictadura se creó la iniciativa “Vidas situadas”, una reconstrucción minuciosa de la geolocalización de los lugares que habitaron, especialmente sobre su paso por Filo. Desde la carrera universitaria que estudiaron y el título recibido, hasta los compañeros con los que compartieron aula, el proyecto busca vincular las vidas particulares de cada uno en relación con lo colectivo, como el proyecto de país por el que lucharon. 

Tan solo una cuadra más para alcanzar el fin de esta marcha. En la esquina de General Urquiza y Estados Unidos, la Iglesia de la Santa Cruz estaba casi cubierta por la oscuridad tempranera del otoño entrante. Las antorchas de la Memoria llegaban para darle luz al relato que consiguió justicia gracias a un niño de 12 años, hijo de Perla y Adolfo Mongo. Esteban fue testigo de la atroz escena de los secuestros de la Santa Cruz; lugar de encuentro para la angustia de algunas madres del barrio, de las que se gestaría una lucha imparable por la Verdad de sus hijos. 

En esta marcha también se sumaron los maestros y estudiantes de la Escuela Nº15 Jorge Luis Chinetti, que está a metros de la Iglesia. Es una escuela con más de cien años de existencia. La Chinetti busca expropiar el edificio, alquilado en esa locación desde 2006, por falta de inversión ante un grave estado de deterioro de la infraestructura. Con su reclamo en alto, la institución que antes portaba el nombre de un represor y lo cambió por uno de un profesor desaparecido, tomó la guitarra, el saxofón, la flauta traversa y el micrófono:  

Azucena Villaflor, Madre del amor

Dónde están los que faltan, dónde están.

Dónde están, quiero saber la verdad.

Flor de Azucena, ahí tendrán la primavera.

Tras los aplausos, comenzaron a sonar los tambores rugientes. De repente, en medio de la emoción, con una puntería calculada, una cascada de agua cayó del edificio de la esquina, empapando a varios de los percusionistas y bailarines. El tirador no se presentó ante su audiencia. Quizás quiso apagar el ruido, o, quizás, a las antorchas. Pero en esta comunidad, la arenga hace de la llama un incendio.

Los tambores redoblaron la apuesta y sonaron sin parar para seguir avivando el fuego, al canto de “Milei, basura, vos sos la dictadura”.

Las páginas de la memoria

Las páginas de la memoria

Miles de personas recorrieron la primera Feria del Libro de Derechos Humanos que este fin de semana se realizó en el predio de la Ex-Esma. Talleres, actividades culturales y debates para pensar la nueva coyuntura. Entre otros textos se presentó «Tu nombre no es tu nombre», donde Federico Bianchini cuenta la historia de Claudia Poblete.

La tarde transcurre entre libros y arte, talleres y juegos de mesa, muestras, debates, presentaciones y lecturas compartidas; entre recuerdos y memorias, reflexiones, testimonios, encuentros y reencuentros en la primera Feria del Libro de Derechos Humanos del Espacio Memoria (Ex-Esma). Personas de todas las edades, solas o acompañadas por amigos, familias, parejas, recorren el espacio, no solo llevándose libros, fanzines, stickers, pines, ilustraciones, sino también intercambios con autores, que reciben a los curiosos con una sonrisa, compartiendo recomendaciones, experiencias, y muchas veces, hasta las historias e ideas detrás de sus trabajos. En el fondo, algunos dejan registros de su paso en una pizarra que contiene carteles que reflejan qué es lo que “nunca más” (violencia, odio, persecución por pensar diferente, represión, fascismos), y “más que nunca” (empatía, construcción comunitaria y popular, solidaridad, defender nuestros derechos) se debe recordar o no olvidar.

Niños y niñas corren de un lado al otro, ansiosos por descubrir cada rincón del lugar, que se encuentra atravesando dificultades por el desfinanciamiento del Gobierno nacional a las políticas de memoria, verdad y justicia. Pero esta iniciativa deja olvidar a todos por un momento las dificultades y demuestra la potencia del trabajo colectivo. Los más pequeños se maravillan con los juegos de mesa y se entretienen hasta que otra cosa llama su atención. Algunos se unen a los más grandes y deciden que también quieren estampar frases con sellos y colores: abrir, encontrarse, memoria, verdad, justicia, son algunas de las palabras que eligen escribir.

Afuera, la gente disfruta del buen clima en los espacios verdes, algunos compartiendo una merienda en las mesas, otros regados en el pasto en lecturas colectivas, entre mates y galletitas que van de mano en mano. El olor a la comida cocinada en las parrillas impregna el aire y el sonido de la música en vivo resuena a medida que uno se va acercando a la feria que tiene lugar al aire libre. Algunos adolescentes agrupados escuchan sentados, otros aplauden al son de la música, parados cerca del pequeño escenario que recibe bandas.

“Quiero que cuando alguien habla de una Feria del Libro de Derechos Humanos, que toda la sociedad argentina venga y apoye, aunque no compre nada, que venga a pasear, que mire, que debata, que se suma a las mesas de discusión, que tome la palabra, que opine, que cuestione, que discuta. Creo que es un lugar para pensar. Así que estoy muy contento con lo que hay, me gustaría que venga muchísima más gente”, confiesa Adrián Dubinsky, productor general de la Feria.

La actividad se realizó el viernes 14 y el sábado 15 de marzo, con entrada libre y gratuita, en el marco del Mes de la Memoria. “Es la primera vez que se hace acá. Esta idea la trajo Mónica Hasenberg, fotógrafa que viene registrando a las Madres de Plaza de Mayo y organismos de derechos humanos desde la década del 70. Hace cuatro años me vino a proponer hacer esta feria, pero en el Parque de la Estación, algo muchísimo más modesto. Y después me convocaron Gabriela Alegre y Julián Athos Caggiano para esta actividad (del Ente público Espacio para la Memoria). La idea principalmente era, en un momento de mucha tensión, donde hay algunos que se preguntan qué son los derechos humanos, o para qué sirven, o de dónde salieron, o los ponen en cuestión, iniciar un debate, no desde un foro de derechos humanos, sino pensar los derechos humanos desde la literatura, desde el arte. Cualquier libro que agarrás de esta feria, sea de literatura, de poesía, ensayo, ciencia ficción,  policial o, de terror, podés extraer un párrafo y pensar los derechos humanos que nos constituyen como un sujeto”, cuenta Dubinsky que se emociona cuando mira las personas caminando por los stands: “Hay comunidad nuevamente”, subraya.

 

Es imposible no advertir el colorido pañuelo conformado por personas en miniatura al entrar a la Casa por la Identidad de Abuelas de Plaza de Mayo. Media hora antes, niños y niñas acompañados por sus familias se reunían a ayudar al artista Andrés Riva a formar las siluetas de papel que formarían la figura, con el objetivo de armar una multitud que sostenga nuestras memorias, derechos y luchas. “El equipo de difusión de Abuelas de Plaza de Mayo me invitó a colaborar con la campaña La Memoria en marcha se multiplica y surgió la idea de usar estas siluetas de papel que son, que evocan o convocan recuerdos primarios, del orden de la niñez, de otro tipo de ternura. Algo que parece individual después se multiplica, y si haces algunas cosas técnicas muy simples, como que los pies toquen el piso o se estén tocando entre sí, después los podés parar. Y resulta que al ponerlos a todos juntos, parecen que son una multitud y se arma como una marcha llena de colores, de formas distintas, de imágenes distintas, y trabajar eso con niños acá es súper importante”, explica Riva, que espera que sea una actividad que se pueda replicar y retomar en escuelas y en los hogares.

“Sin relato, la memoria se diluye”

Minutos después, el auditorio de la Casa por la Identidad recibe la llegada de Federico Bianchini, escritor de Tu nombre no es tu nombre: Historia de una identidad robada en la dictadura argentina, acompañado de Claudia Poblete Hlaczik, protagonista del libro; de Fernando Krapp, cineasta, periodista y escritor, y de Constanza Brunet, editora, periodista, y directora de Marea Editorial. La mesa funcionó como una especie de entrevista pública de Fernando y Constanza a la nieta restituida por Abuelas de Plaza de Mayo y al escritor.

En el año 2000, un juez citó a Claudia Poblete Hlaczik, hasta ese entonces Mercedes Landa, para afirmar que quienes creía eran sus padres no lo eran, que su nombre no era su nombre, su fecha de nacimiento estaba equivocada, y que sus verdaderos padres habían sido torturados y desaparecidos en 1978, durante la última dictadura argentina. El libro sumerge a sus lectores en el complejo y emotivo camino recorrido de Claudia para restituir su identidad. Recupera la historia de vida de los padres, dos jóvenes militantes de izquierda peronista, recopilando los relatos de la última noche que fueron vistos antes de ser secuestrados, a través de testimonios de personas que los vieron en el Olimpo, centro clandestino al que fueron llevados y vistos por última vez.

El libro narra la búsqueda de la familia Poblete por dar con Claudia, el deseo del encuentro en fragmentos de entrevistas que forman parte del Archivo Biográfico Familiar construido por Abuelas de Plaza de Mayo; la infancia de Claudia, el momento en el que se entera de su verdad, el proceso mental y emocional que atraviesa al enterarse, y el camino que hace a su libertad y la restitución de su identidad. El libro es un registro de gran valor a cuarenta años de la vuelta de la democracia en la Argentina: “La dictadura no solo sigue presente en la memoria, sino también en algunos cuerpos”, reflexiona Bianchini en su novela. 

El proyecto surgió a partir de la propuesta de la participación de Bianchini en un podcast chileno llamado Relato Nacional, pero pronto el escritor se dio cuenta de que no es un gran aficionado al formato, y que le interesaba contar específicamente la historia de Claudia, pero sobretodo de entender qué es lo que ella había sentido. “Cuando le hablé a Claudia de la posibilidad de hacer un libro, porque me interesaba más contarlo de forma extensa, su respuesta fue que no podía prohibirme hacer un libro”, cuenta el autor mirando a Claudia en complicidad. “Tenía que ver con ella, pero tenía mucho que ver conmigo también. Yo creo que cuando uno elige un tema para escribir durante, como en este caso, un periodo cronológico de muchos años, muy fragmentado, tiene que ser algo que realmente te interesa contar. Lo que uno también le interesa como persona”, agrega.

Claudia rememora el encuentro a su manera: “La primera reacción fue: ´yo te doy lo que te puedo dar de mi testimonio, de mi historia, y vos con eso hacé lo que puedas´. Es un poco lo que yo digo, de que no te puedo prohibir que lo hagas. La verdad es que, después cuando uno ve los resultados, lo valora y te das cuenta de lo importante que es que exista, porque más allá de lo personal, que es muy fuerte, yo me doy cuenta de la fuerza que tiene mi testimonio. Entonces, tener la posibilidad de dejarlo plasmado, así con tanto respeto, con ese cuidado, y poder participar del proceso, es algo muy importante”.

Claudia confiesa que cada proyecto no sólo la involucra afectivamente sino que la excede: “Uno sabe que abre la puerta a que otros también tengan que  poner su cuerpo y su voz para eso. Es una responsabilidad. Pero no deja de ser súpervalioso. Uno siempre tiene la esperanza de que llegue, no solo para una persona que pueda tener dudas, sino también para que el que sepa algo pueda animar a acercar la información o a invitar a esas personas a que se acerquen”, afirma Poblete Hlaczik.

El libro de Federico Bianchini utiliza no solo los recuerdos y la memoria de la protagonista sino de los amigos, familiares, jueces que formaron y forman parte de su historia, inmortalizandolos en este libro. “Sin relato, la memoria se diluye”, afirma.

“La verdad es que, como siempre, todas las actividades que se hacen acá son súpermovilizadoras y hoy ver en la feria tanta gente participando, familias compartiendo en este espacio y dándole vida, es para mí lo que le da sentido a todo esto. Y poder ser parte de esto, con un libro que cuenta mi historia y que le da difusión a la búsqueda de Abuelas y a lo que significa, que es algo que siempre es importante para uno, es parte de la tarea diaria que realizamos. Marzo es el mes en el que conmemoramos el inicio del golpe de Estado del 76. Van pasando muchos años y es una forma de tratar de llegar y de mantener el mensaje”, reflexiona Poblete Hlzczik, en diálogo con ANCCOM, al finalizar la presentación.  “Todavía sigue habiendo gente que acompaña, comprometida con esta lucha y a la que le importa que la memoria siga viva y que está dispuesta a la transmisión. A pesar de todas las cosas horribles que están pasando, hay un germen ahí de algo que estamos tratando de cuidar y que espero que en algún momento, podamos volvernos a encontrar, y mirarnos a las caras para reconstruir todo esto que se está destruyendo ahora, digamos, que vamos a estar todos para hacer eso cuanto antes”, concluye.

“Es la primera vez que el libro se presenta acá en Argentina. Salió en octubre de 2023 en España y lo estuve presentando por allá, y poder presentarlo acá, con Claudia, es algo muy interesante”, dice Bianchini. Y recuerda: “En España, el libro va por la tercera edición, tuvo mucha difusión. Juan José Millás,  un escritor español, le dio mucho impulso en un programa que es muy escuchado en la radio, y eso hizo que me llegaran muchos comentarios de gente que quizás ni había escuchado esta historia y sabía muy poco de Abuelas de Plaza de Mayo”.  Y concluye: “El hecho de presentarlo hoy con Claudia ya era algo que estaba bueno. Sobre todo porque, por lo general, cuando uno presenta un libro, se suele hablar mucho más el texto; pero el hecho que estuviera la protagonista también hacía que hubiera otro tipo de preguntas que tenían que ver con la forma en la que ella no sólo había recibido el libro, sino cómo había procesado todo esto y su historia, que a fin de cuentas me parece que es lo importante en este caso”.

“Éramos jóvenes que queríamos un mundo mejor” 

“Éramos jóvenes que queríamos un mundo mejor” 

El sobreviviente de la última dictadura Carlos Alberto Lafit declaró en el juicio que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Mansión Seré y RIBA. El tribunal innovó en el procedimiento judicial para que las víctimas de un represor fallecido puedan acceder a la verdad de lo sucedido con sus padres.

“Me dice que me agarre la cabeza. ‘Por qué’, le digo, ‘Porque te la voy a volar’”, contó que le respondió el guardia que lo había llevado del cuello hacia una habitación dentro del destacamento de Palomar, centro clandestino de detención identificado por el testigo Carlos Alberto Lafit, uno de los dos sobrevivientes que testimoniaron en la sesión N° 16 de la causa Mansión Seré IV y RIBA II, llevada a cabo este martes. Lafit, en aquellos años miembro de la Juventud Peronista y estudiante universitario, hizo caso omiso a la directiva del guardia: “Como una última rebeldía, de una juventud que venía cansada de tantas dictaduras militares, donde el mismo clima de época hizo que participáramos por el ideal de una sociedad más justa, no me agarré la cabeza”, reflexionó. Recuerda que esperó el tiro, pero el guardia nunca disparó: A cambio, fue llevado a una celda de dos metros por uno que utilizaban como sitio de castigo.

Sobre las circunstancias en las que fue secuestrado mientras salía de la universidad, recuerda que lo esperaba “una persona morocha, alta y corpulenta” acompañado de un muchacho con el ojo golpeado, que él reconoció: “Cuando salíamos del comedor universitario el chico nos pedía manzanas”, dijo. Se trataba de “Palomeque”, quien le confesó que por supervivencia, tuvo que entregar su nombre a los militares.

Ya detenido, uno de los episodios de tortura que recuerda Lafit fue la ocasión en la que un guardia pateaba en el piso a un compañero suyo: “Yo le dije al oficial que no lo patearan porque estaba dolorido desde antes, ‘¿Ah sí?, ¿vos sos el buen samaritano?’ me respondieron, y me empezaron a patear a mí, con esos botines con punta de plomo que usaban los militares”. Aferrarse a la religión lo rescataba, de a ratos, de tanto horror. “Sentí la presencia de Dios no por fanatismo religioso sino por creyente”, sostuvo el testigo y dijo: “Me quedó siempre ese interrogante de por qué otros compañeros tuvieron que sufrir, no aparecer, cuando yo tuve ese privilegio, que es un derecho en realidad, de estar vivo. Por eso estoy acá. Porque ese mismo corazón, con el que actuamos con sueños e ideales por una sociedad mejor, lo tenían ellos también. Queda ese dolor de por qué otros corrieron otra suerte”, admitió Lafit acerca de su liberación del cautiverio que duró casi dos meses.

Para finalizar su testimonio, dirigió unas palabras al tribunal y les agradeció “por seguir manteniendo esta línea de investigación porque esto no debe ocurrir más en nuestra patria, ni en ninguna parte del mundo. Fue un horror lo que vivimos. Las secuelas quedan en la memoria y el corazón. Solo éramos jóvenes que queríamos un mundo mejor”.

“Entiendo que en este contexto adverso quizás los testigos vuelvan a tener miedo», dijo María Eva Pérez.

En esta misma audiencia, el tribunal denegó la petición realizada por los abogados que acusaban a Juan Carlos Vázquez Sarmiento en torno a continuar como querellantes en el resto del juicio dado que el represor –uno de los juzgados en esta causas por los delitos de lesa humanidad- falleció hace unos días. En su lugar, se dispuso una “instancia especial” por fuera del actual proceso, novedad jurídica en Argentina en el marco del derecho a la verdad, en la que se abordarán las pruebas testimoniales y documentales que han sido recuperadas a lo largo del juicio para establecer la materialidad de los hechos en relación a la desaparición de José Manuel Pérez Rojo y Patricia Roisimblit, padres de Mariana Eva Pérez y Guillermo Pérez Roisimblit, que posiblemente acontezca tras la finalización de las audiencias previstas de la causa. “Será una audiencia con características especiales. El tribunal rechaza nuestro pedido pero toma nota de que las víctimas tienen derecho a reclamar una respuesta en base al derecho a la verdad y hacen una creación judicial para encontrar ese espacio”, explicó el abogado querellante Pablo Llonto, en diálogo con ANCCOM. A la vez reflexionó: “Está bueno que la justicia frente a situaciones nuevas como las que ocurren ahora encuentre caminos alternativos para dar respuesta a las víctimas. Son pequeños avances. Frente a las posiciones más negadoras de los derechos humanos que podrían concluir ‘se terminó, el acusado se murió y punto’ en este caso abren una puerta alternativa, en una creación jurisprudencial interesante, con estos mismos jueces”. En esta misma línea el abogado hizo hincapié en la importancia de que el proceso judicial continúe: “Por el derecho a la verdad que tienen las víctimas de exigirle al Estado que dé una respuesta respecto de un hecho que cometió el mismo Estado”.

“Me da la sensación de que le cuesta al tribunal dar cuenta de esta omisión de no contemplar a las infancias como víctimas, ni a Guillermo [Perez Roisinblit] ni a mí. Solamente a los tres adultos involucrados. ¡Qué les cuesta reparar eso en un fallo por derecho a la verdad que nos incluya!”, reflexionó Mariana Eva Pérez, en diálogo con ANCCOM, en relación a la desaparición de sus padres. En la misma línea sostuvo: “No es que quiera seguir en este juicio porque me copa Montoneros Zona Oeste, ni soy una investigadora en temas de la Fuerza Aérea, sino porque al ser el ámbito de militancia de mis padres, es muy probable que se hable de personas o hechos que hayan estado relacionados con ellos o con su desaparición”, expresó y agregó: “Realmente no se está garantizando el acceso a la verdad si voy a depender de preguntarle a otras querellas qué se dijo, o esperar que se acuerden del caso de mis padres y pregunten, o que la fiscalía de los 133 casos que tiene se acuerde especialmente de los nuestros”.

En esta misma audiencia, el otro testigo decidió no hacer público su testimonio y resguardar su identidad, derecho al que pueden suscribir todas las víctimas. Llonto fue consultado acerca de las posibles razones por detrás de esta decisión: “Hay testigos que pueden sentir algún tipo de molestia en torno a la exposición de la imagen pública. También puede tener que ver con cuestiones relacionadas a todavía sentir miedo”, sostuvo el abogado. Además, hay una pregunta clásica que se realiza en los juicios: “¿qué daño ha causado todo esto a su familia?” y allí aparecen respuestas de comportamientos familiares, situaciones del pasado que generaron conflictos y daños concretos a la vida y a la salud mental de cada persona y sus entornos. En este sentido, Mariana Eva Pérez sostuvo: “Entiendo que en este contexto adverso quizás la gente vuelve a tener miedo lamentablemente, por lo que sería bueno que el tribunal les ofrezca a los testigos todas las posibilidades intermedias que hay entre que se transmita y no se transmita: se puede transmitir distorsionando la voz, no mostrando la imagen, no dando el nombre. Así podríamos tener acceso a los relatos, porque muchas de las personas están declarando por primera vez”.

La próxima audiencia de esta megacausa será el martes 25 y se llevará a cabo de forma virtual.

«¡Bienvenida a la verdad querida nieta!»

«¡Bienvenida a la verdad querida nieta!»

A pesar del desmantelamiento de las políticas públicas de Memoria, Verdad y Justicia, las Abuelas de Plaza de Mayo lograron restituir la identidad de otra nieta apropiada. Es el caso resuelto número 139, hija de Daniel Inama y Noemí Macedo.

Las Abuelas de Plaza de Mayo dieron a conocer la restitución de la identidad de una nueva nieta. En la Casa por la Identidad del Espacio Memoria y Derechos Humanos ex-Esma, Estela de Carlotto y Buscarita Roa, presidenta y vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, llevaron adelante la conferencia de prensa donde dieron a conocer los detalles sobre la búsqueda y la familia biológica. “Inexorablemente la verdad sobre los crímenes de la dictadura sigue saliendo a la luz“, afirmó Carlotto al comenzar, rodeada por Taty Almeida, Madre de Plaza de Mayo; Manuel Gonçalves Granada, nieto recuperado e integrante del directorio de Abuelas, y Ramón Inama, hermano de la nieta 139.

La nieta 139 es la hija de Noemí Macedo y Daniel Inama y nació en cautiverio entre enero y febrero de 1978. Daniel y Noemí, oriunda de Mar del Plata, militaban en el Partido Comunista Marxista Leninista (PCML) y se conocieron en La Plata. Fueron secuestrados el 2 de noviembre de 1977 cuando Macedo, se estima, estaba embarazada de 6 o 7 meses. Ambos fueron vistos por sobrevivientes en el Centro Clandestino Club Atlético.  

Antes de su secuestro y desaparición, Daniel tuvo dos hijos, Ramón y Paula, quienes se criaron juntos gracias al buen vínculo entre sus madres y siempre supieron del embarazo de Noemí. Ellos llevaron adelante una búsqueda que se extendió durante años, hasta ahora.  “Mi viejo y Noemí se conocieron en Mar del Plata, militando en ese partido que era una organización política maoísta, muy pequeña, que fue diezmada” contó Inama. “Esa organización tiene muchísimos desaparecidos, militantes revolucionarios que dieron la vida por lo que creían. Noemí y Daniel son un ejemplo de eso, dos personas comprometidas con su realidad y con ganas de vida”, afirmó.

Noemí Macedo, la mamá de la nieta 139, fue secuestrada cuando cursaba el sexto o séptimo mes de embarazo.

 

Manuel Gonçalves Granada fue quien detalló el proceso de búsqueda que se llevó adelante para poder celebrar la restitución de la nieta 139.  “Abuelas de Plaza de Mayo recibió información anónima. Luego de la articulación con la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI) se continuó con el abordaje del caso. Desde la CONADI se requirió la información a las diferentes dependencias nacionales y provinciales, cuya respuesta en tiempo y forma fueron fundamentales para la resolución de esta búsqueda”, destacó Gonçalves Granada. “A partir de todo este exhaustivo trabajo se logró contactar a la posible nieta. En este marco la mujer fue convocada por la CONADI en noviembre de 2024. Ella accedió a asistir al Banco Nacional de Datos Genéticos para dejar su muestra de ADN y ayer el Banco confirmó que es hija de Noemí y Daniel” relató.  

Gonçalves Granada, nieto recuperado número 57, también remarcó la importancia y la motivación de tantos años de trabajo incansable por la verdad. “Al fin y al cabo, de eso se trata esta lucha, de reparar lo que el Terrorismo de Estado quiso destruir, nos impulsa el amor, la ternura, la certeza de que la verdad, aunque parezca dolorosa, puede sanar en parte las heridas y eso lo hemos comprobado en estos 139 casos” concluyó. 

En el mismo sentido se expresó Inama. “En La Plata buscamos a esta hermana muchísimo y pensamos que habíamos agotado todas las instancias, que era un caso cerrado, pero las Abuelas nos demuestran 139 veces que nunca es la última esperanza”. En una intervención cargada de emotividad, donde recordó los largos años de búsqueda,  preguntándose cómo sería su hermana o hermano, si tendría dudas sobre su identidad o si alguna vez, sin saberlo, se habrían cruzado,  Inama afirmó: “Esto es un acto de justicia, es una reparación, es una certeza que nunca más va a ser incertidumbre, hoy alguien más puede decir quién es, porque lo sabe”. 

«Noemí y Daniel (los padres desaparecidos de mi hermana) son un ejemplo de dos personas comprometidas con su realidad y con ganas de vida”, afirmó el hermano de la nieta restituida 139.

Buscarita Roa resaltó la urgencia que sienten las Abuelas, pero también la tarea y la lucha que se heredan. “Ustedes saben que los años pasan muy rápido, y estamos muy viejitas, quedamos poquitas, entonces estamos desesperadas porque los nietos vayan apareciendo lo antes posible. Igual, van a quedar todos ustedes con el compromiso de seguir adelante buscando los nietos que nos faltan”. 

 

A pesar del vaciamiento, siguen los hallazgos

Es ineludible enmarcar la restitución de esta nueva nieta en el contexto de desmantelamiento y desguace de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia por parte del gobierno nacional, con su posición negacionista y apologética de la dictadura. A pocos días de terminar el año, cientos de trabajadores de la secretaría de Derechos Humanos fueron informados que no iban a renovar su contrato a partir del 1 de enero, y lo mismo sucedió con las y los trabajadores del Centro Cultural Harlodo Conti, quienes se enteraron el 31 de diciembre a través de Whatsapp del cierre del espacio. 

“Nada hubiéramos podido lograr solas, esta es una lucha colectiva, la continuidad de las políticas de estado es fundamental para terminar con los delitos de lesa humanidad” afirmó Carlotto. Y resaltó que “por eso es central el papel de las instituciones como la secretaría de Derechos Humanos de la Nación, sus políticas deben seguir siendo sostenidas por el gobierno con la totalidad de sus trabajadores y trabajadoras, y mantener sus instrumentos para poder continuar con el proceso Memoria Verdad y Justicia”. En ese momento, las palabras de la presidenta de Abuelas fueron interrumpidas por un extenso aplauso de quienes se encontraban presentes. “Todo esto ha sido fruto del diálogo entre el Estado y la sociedad civil, un verdadero consenso democrático para que los derechos de todos y todas y de las futuras generaciones estén garantizados. ¡Bienvenida a la verdad querida nieta!” concluyó. 

“Inexorablemente la verdad sobre los crímenes de la dictadura sigue saliendo a la luz“, dijo Carlotto.

Taty Almeida también se expresó sobre el tema. “Le pregunto a la señora Villarruel y a sus amigos los genocidas ¿va a negar que las Abuelas y todas y todos hemos encontrado una nieta? ¿Cómo se van a atrever los negacionistas a negar esto que es evidente?”, se preguntó. “Sepan que se va a seguir buscando y van a seguir apareciendo nietos”, desafió la Madre de Plaza de Mayo.

La jornada concluyó en el hall de la Casa por la Identidad, donde entre aplausos, cantos y vitoreos las Abuelas, junto con Inama, cambiaron el 8 por el 9 en la cartelera de la entrada, que ahora dice: “Gracias a esa lucha son ya 139 los nietos que recuperaron su verdadera identidad”. Al salir por la calle arbolada que separa la Casa por la Identidad de la salida del predio se escucharon risas, charlas animadas, aplausos. Los presentes coincidieron en cuán necesarias resultan esas noticias, se abrazaron, y así pusieron en evidencia el poder de la lucha de Abuelas, que en tiempos como los que corren, siguen dando buenas noticias.

Un abrazo por la memoria

Un abrazo por la memoria

Los trabajadores del sitio de la memoria ex-Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio Virrey Cevallos convocaron a una asamblea pública este lunes 13 contra los despidos de todos sus trabajadores, ordenados por el secretario de Derechos Humanos Alberto Baños.

—Empecemos a sentarnos en el piso así entramos todos- dispuso una mujer para organizar el poco espacio que quedaba en un garage del barrio de Monserrat. La gente ya había ocupado la bicisenda que pasaba frente al ingreso, cortando el paso de ciclistas furiosos que echaban puteadas a toda velocidad. Quizás no conseguían leer lo que decían los carteles de estos “desubicados”, o no llegaban a escuchar lo que los “imbéciles» que no estaban sobre la vereda, como corresponde, decían por el micrófono. Quizás no se percataban, al igual que los vecinos del barrio en su momento, que detrás de ese garage, sobre la calle Virrey Cevallos, funcionó un centro clandestino de detención, tortura y exterminio durante la dictadura cívico-militar. «En esa época, mi viejo tenía el local a la vuelta. Nunca supo lo que pasaba ahí dentro hasta que se recuperó como espacio para la memoria», contaba Franco, dueño de la cancha de padel frente al centro.

El Virrey Cevallos convocó a una asamblea abierta por su situación crítica: todos sus trabajadores fueron despedidos por la Secretaría de Derechos Humanos y la tajante directiva del «No hay plata». Para quienes sostienen el funcionamiento del centro desde hace veinte años, no es casualidad el brusco ataque al espacio de memoria más pequeño de los siete -más el museo ex-Esma- que hay en la Ciudad de Buenos Aires. Un eslabón fácil, pensaban, sin considerar la comunidad que florece cada vez más rápido para defender a la Memoria, Verdad y Justicia. 

Frente a las muestras de apoyo de los distintos sindicatos, agrupaciones y autoconvocados, también hay organización. El Virrey Cevallos convoca a un festival junto a los demás espacios para el próximo 25 de enero en su mismo centro: «Allá está nuestra compañera para anotar a todos y todas que tengan algo para ofrecer y participar; puede ser un espectáculo, algo para vender, lo que sea. También les recordamos que si trabajan o conocen a dirigentes políticos, o sindicales, o agrupaciones que les parezca importante que conozcan el centro, los invitamos a enviarnos un mensaje para organizar visitas guiadas. Habitar estos espacios es lo que los mantiene vivos», dijo Malena, una de las trabajadoras despedidas. El próximo sábado 18 de enero habrá una visita guiada para quien quiera acercarse.

“No vino tanta gente como esperaba”, expresó un vecino del barrio, algo desencantado. Las 10 mil personas que asistieron al pasado festival contra el cierre del Haroldo Conti dejó la vara alta y esperanzada. Sin embargo, en la cuadra del Virrey Cevallos no dejaban de aparecer abrazos espontáneos, sentidos, con camaradería. 

—¡Qué hacés, Rolo! -gritó un hombre emocionado al encontrarse con su compañero de marchas. También estaba Araceli, la mujer mayor que vende sus llaveros en todas las convocatorias: «Esta es mi fuente de ingreso, con la jubilación no me alcanza. A veces no puedo estar en todas, pero intento participar y colaborar siempre. Hace poco le llevé llaveros de pañuelos blancos a las Abuelas para que pudieran recaudar algo más con ellos», dijo mientras señalaba la mercadería que produce junto a su nieta.

Quizás, el vecino de más arriba no se encontró con el mismo escenario populoso de la ex-Esma; pero en esa oscura casa del barrio de Monserrat, el amor y el apoyo de la comunidad se contagiaban en la lucha por mantener viva una causa todavía sin concluir. 

«Nosotros nos estamos yendo de a poco, pero hay que seguir estando», le dijo un señor con boina y bastón a un joven compenetrado con las palabras del adulto. Lo marcaron, porque al poco tiempo no aguantó decirle a sus dos compañeros: «Me parece importante que vengamos el sábado que viene. Tenemos que ser más la próxima vez».