“Anunciar medidas contra el pueblo en esta fecha es una cínica provocación”

“Anunciar medidas contra el pueblo en esta fecha es una cínica provocación”

María Arena, viuda de Gastón Riva, una de las víctimas de diciembre de 2001, y Martín Galli, sobreviviente de la Masacre en Plaza de Mayo, contaron cómo viven este aniversario en un contexto político particular y con medidas que buscan restringir toda protesta y manifestación de descontento en medio de un brutal ajuste.

Diciembre es un mes marcado por los festejos, los reencuentros con amistades y la familia para despedir el año y desearse lo mejor mutuamente. En nuestro país, diciembre siempre estará teñido de tristeza por la sangre que dejaron hace 22 años las balas policiales en todo el país, para ahogar aquellas movilizaciones signadas por la consigna “piquete y cacerola, la lucha es una sola”

Los ánimos ya estaban caldeados, la recesión económica estaba presente desde hacía décadas, la Convertibilidad llegaba a su fin y el “corralito” que limitaba la extracción a 250 pesos/dólares en los bancos, ambas medidas implementadas por Domingo Cavallo, hicieron estallar al pueblo. Con el ruido de los cacerolazos en los balcones cada noche y con saqueos a supermercados y a todo tipo de comercios, comenzó a gestarse el famoso: “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. 

Las protestas no se hicieron esperar, el 19 y 20 de diciembre una multitud se concentró en la Plaza de Mayo. Se convocaron todos, sin importar las diferencias, porque diciembre del 2001 lo sufrió todo el pueblo argentino. 

Gastón Riva fue una de las víctimas fatales. Falleció de un tiro en la esquina de Avenida de Mayo y Tacuarí, luego de haber hecho un reparto de mensajería con su moto y haber decidido manifestarse. Su mujer no estaba segura de si se encontraba allí o no, pero lo suponía ya que el día anterior le había hablado de su intención de salir a la calle. Cuando vio una persona muerta con ropa parecida a la Gastón, se desesperó. Horas más tarde confirmó que era su marido. “Hoy en día decido no ir a las marchas, pero sí a los homenajes que hacemos cada año. No abandonamos nunca el recuerdo, la memoria”, dice María y cuenta que el cambio de vida fue rotundo desde lo sucedido: “Principalmente en lo personal, en lo que implica mis ideas, siempre tuve una mentalidad anti policía y antirrepresiva. Simplemente lo que hizo fue recrudecer ese pensamiento”. Al pensar en su marido, María recalca: “Si Gastón estuviera acá pensaría lo que pensó en ese momento y saldría a reclamar por una Argentina mejor. Estaría peleando por los derechos de los argentinos y argentinas”. 

Párrafo aparte merecen los motoqueros que aquel 20 de diciembre se convirtieron en la “caballería” de los manifestantes, en la batalla que se daba con piedras contra balas en el centro porteño. Años más tarde, la creación del primer sindicato (Simeca) tendría mucho que ver con aquel legado de Riva y sus compañeros.

Vivir para contarlo

Martín Galli es uno de los sobrevivientes de la crisis del 2001. Ese día estaba descansando y recuperando el aliento junto con unos compañeros luego de haber escapado de la Policía Montada que los corrió hasta el Obelisco, cuando dos autos y una camioneta que venían del lado de Constitución frenaron y bajaron policías con armas largas. Con poco tiempo para reaccionar, recibió una bala en la nuca, su amigo Alberto Máquez cayó muerto, mientras que otro, el Toba, lo salvó al contener su herida y hacerle RCP. 

En aquel entonces realizaba un terciario en el Joaquín V. González y trabajaba con una moto. “El corralito a mí no me afectó, no tenía plata. Vi el día anterior que la policía estaba reprimiendo a las Madres de Plaza de Mayo en la plaza y dije ‘yo tengo que estar ahí’. No era tanto conciencia política, sino social”, recuerda. 

Martín necesitó tiempo para recuperarse tanto física como anímicamente por lo vivido, hoy es bibliotecario en La Boca y padre de familia. Decidió asistir como todos los años al recorrido de los heridos y familiares de asesinados, “pero lo hicimos con temor, con precaución por el contexto de este año que no lo vivimos ni cuando estaba Macri”, señala Galli. 

20 de diciembre de 2001. 

Respecto al contexto actual, María opina que “se está perdiendo el foco, no se está haciendo lo suficiente para difundir, para que sepamos la historia. En general en los colegios no se habla, hay excepciones, pero los más jóvenes no saben la historia. Se pasa por arriba y esas son cosas que luego habilitan a que suceda lo que está sucediendo: que haya nuevamente un gobierno, en este caso, de ultraderecha que piensa anunciar una catarata de medidas que afectan al pueblo. Y me parece una provocación muy grande que lo haga hoy, en esta fecha”. 

Así también lo piensa Martín, quien opina que no le parece ninguna casualidad elegir este día para anunciar las medidas, “hay un poco de cinismo”. Hace unos años pensaba que “la rabia social sigue estando, pero se canaliza en la ultraderecha”. Casi como que la vió venir. A raíz de esto, comenta: “Veo un futuro complicado. Me cuesta creer que la gente haya elegido a los mismos que nos metieron en esto hace veinte años y un poco también en el 2015. Hay una falta de conciencia social, de clase, de entendimiento de cómo es realmente la historia política, de que somos un país periférico y estamos muy condicionados”.

Otra vez el ajuste es a los más débiles

Otra vez el ajuste es a los más débiles

Tres economistas de diversa mirada ideológica, Pablo Tavilla, Christian Buteler y Esteban Mercatante, analizan el paquete de medidas restrictivas del ministro de Economía Luis Caputo. Pronósticos de recesión, despidos y aún más inflación.

El “Caputazo”, el paquete de diez medidas anunciado por el actual ministro de Economía, Luis Caputo, parece ser solo el principio de una serie de políticas que vendrán acompañadas de una mayor desregulación financiera, achicamiento del Estado y mayor ajuste. Medidas que se suman al discurso de asunción del presidente Javier Milei, que alertó acerca de una inflación creciente y recesión en los próximos meses. Esteban Mercatante, Christian Buteler y Pablo Tavilla, economistas con distintas cosmovisiones, analizan en diálogo con ANCCOM estos pasos iniciales del gobierno en el área económica, el impacto de lo propuesto y si realmente era necesario el ajuste o había alternativas.

“El ajuste era necesario, el modelo anterior estaba acabado”, afirma Buteler. El analista financiero asegura que se trata de un plan clásico para bajar la inflación y conseguir equilibrio fiscal, pero que “va a terminar generando inevitablemente una recesión”.

Buteler advierte que se vienen meses de fuerte recesión e inflación. “Como punto de partida es difícil que la sociedad soporte estas políticas en un país que ronda el 40% de pobreza, pero el gobierno debe mantenerse firme en la decisión para esperar los resultados positivos”. Da un panorama un poco más alentador al afirmar: “Los resultados negativos son los inmediatos, los beneficios vienen más a un mediano y largo plazo”.

A pesar de creer que la herencia, dejada por el gobierno de Alberto Fernandez, es crítica y problemática, Buteler sostiene que “la idea es que todo este esfuerzo que hace la gente pagando el ajuste es para evitar caer en una hiperinflación; por lo tanto, si la hiperinflación  se termina dando, el programa de Caputo no habrá sido exitoso y será el responsable”.

Esteban Mercatante, por su parte, plantea que “se promete un paraíso de ocio para las clases empresarias y para el resto es sangre sudor y lágrimas”. El economista, militante del PTS, afirma que se anunció un ajuste fiscal muy drástico. Y sostiene que más allá de cuestiones simbólicas, como la reducción de ministerios y por ende la reducción de cargos jerárquicos en el Estado, el corazón del recorte está en la reducción fuerte de subsidios de servicios públicos y la obra pública. “Lo único que se anunció como una compensación es la duplicación de la asignación universal por hijo y la tarjeta alimentar, pero en el marco de una inflación mensual de por arriba del 20%, esa duplicación va a tener un efecto prácticamente nulo; además de que estos programas solo alcanzan a menos de la mitad del 10% más pobre”.

Por su parte, Mercatante no fue tan optimista en cuanto a las consecuencias a mediano plazo que pueda llegar a tener el plan económico de Javier Milei. “Se subestima el impacto que va a tener el enfriamiento de la economía, entre el alza inflacionaria que va a poner en crisis el tipo de cambio y la dificultad para lograr las metas fiscales que son demasiado optimistas, puede hacer que un plan que tiene puntos medio inciertos empiece a entrar en crisis en marzo o abril del año que viene”.

Mercatante tampoco cree que el ajuste sea necesario o inevitable. Afirma que se tiende a naturalizar que hay que hacer los ajustes sobre la clase trabajadora, que es la que menos recursos tiene, pero “no se pone en discusión medidas que puedan afectar a los que se enriquecen de nuestras crisis”.

Un poco más alineado a este punto de vista, es el del licenciado en Economía Pablo Tavilla que sostiene: “Son medidas que tienen que ver con el discurso acerca de que todos los problemas en Argentina se deben a ciertos despilfarros que tienen que ver con el gasto público y la clave de todo es el déficit fiscal”. Agrega que “es un problema de diagnóstico”, en el sentido de que el problema central de la Argentina tiene que ver con la restricción externa o falta de divisas.

“Esto no implica que la economía Argentina no tenía muchos desequilibrios, una alta inflación y no plantee una necesidad de darle una respuesta a eso; era necesario un plan de estabilización y un ajuste, el problema es que quedó en manos de alguien que dice que la ‘justicia social’ es un robo”, asegura Tavilla.

Bajo la lógica del actual gobierno se usa la línea del ajuste con el fin de estabilizar y bajar la inflación y un crecimiento a mediano o largo plazo que va a estar liderado por la suba de inversiones y las exportaciones. “Solo basta mirar el gobierno de Macri para ver que esto no sucede”, dice el economista.

Tampoco hay un futuro motivador desde su punto de vista. En el corto plazo afirma que estas medidas no son antiinflacionarias y que, al contrario, pueden llevarnos a un espiral similar a los tiempos del gobierno de Alfonsín. “Además la recesión es funcional al disciplinamiento social, es decir, caen los salarios, la actividad económica, despidos y desempleo. Que creo que es lo que buscan, generar una distribución de ingresos diferente”, concluye Tavilla.

 «Es un protocolo claramente inconstitucional»

 «Es un protocolo claramente inconstitucional»

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunció una normativa antipiquete que avanza sobre los derechos a la libertad de expresión, a la protesta y a peticionar a las autoridades. Además, habilita mecanismos de inteligencia interna prohibidos por la legislación. El objetivo: generar temor para inhibir protestas ante un ajuste inédito.

El martes, Luis Caputo, ministro de Economía, presentó una feroz devaluación y medidas de ajuste. Para controlar los efectos de ese paquete económico, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, realizó este jueves el segundo anuncio del nuevo gobierno: el protocolo antipiquetes. “Las cuatro fuerzas federales, más el Servicio Penitenciario Federal que se ha unido a este Ministerio, van a intervenir frente a cortes, piquetes y bloqueos, sean totales o parciales. La ley no se cumple a medias: se cumple o no se cumple. Nosotros la vamos a cumplir”.

“La resolución 943/23, dictada por el Ministerio de Seguridad de la Nación y conocida como ‘protocolo antipiquetes’, tiene un problema estructural muy serio: su ilegalidad e inconstitucionalidad”, dijo Roberto Cipriano García, secretario ejecutivo de la Comisión Provincial por la Memoria, en diálogo con ANCCOM. Recordó que los derechos puestos en juego son parte de la ley porque están incorporados a la Constitución por la adhesión a tratados internacionales. “Sólo podrían ser regulados mediante una ley del Congreso nacional, que sería el único instrumento jurídico que podría regularlos, no un acta administrativa del Ministerio de Seguridad. Es un instrumento ilegal que debe ser tomado inmediatamente por la Justicia para impedir su aplicación”.

En la presentación, Bullrich justificó el protocolo represivo con las molestias y tardanzas que generan los cortes de calle: “Vamos a ordenar el país para que la gente pueda vivir en paz y llegar a sus trabajos, escuelas o adonde tenga que ir”. Frente a esto, Andrés Gil Dominguez, abogado constitucionalista, clarificó: “Ante una posible colisión determinada por el modo de la protesta entre el derecho de tránsito y el derecho de reunión corresponde tener en cuenta que el derecho a la libertad de expresión es uno de los primeros y más importantes fundamentos de toda la estructura democrática”. Asimismo, añadió que el derecho a la protesta pacífica engloba la libertad de expresión y sindical, el derecho de reunión, de huelga y de petición, entre otros.

En la lectura del protocolo , Bullrich declaró: “Serán identificados los autores, cómplices e instigadores de este tipo de delito. También se van a identificar los vehículos, sus conductores y todas las infracciones administrativas y/o penales existentes. Se va a proceder a incautar los vehículos que no estén bajo las normas de tránsito o cuyos conductores no tengan la documentación que tienen que tener”.

El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) se pronunció en contra del anuncio realizado por la ministra de Seguridad: “Las medidas atacan el derecho a la protesta, criminalizan a quienes se manifiestan y persiguen a la organización social y política. Hasta regula un registro de organizaciones habilitadas a protestar. Pretenden saltarse la intervención judicial, lo que limita derechos y garantías”. Además, con la derogación del protocolo garantista de Nilda Garré consideraron que “más que una limitación del uso de la fuerza policial hay una habilitación para ejercer violencia contra los manifestantes”.

Cipriano García agregó que mandar a las Fuerzas de Seguridad a hacer acciones de inteligencia, como el registro de las organizaciones y quiénes las integran, está expresamente prohibido. “Es un protocolo claramente inconstitucional que avanza sobre derechos fundamentales y sobre una tradición largamente arraigada en nuestra democracia que es la posibilidad de la manifestación pública frente a las arbitrariedades y decisiones que afectan a nuestro pueblo que dictan los distintos gobiernos”.

Hacia el final de su discurso, la ministra también advirtió la creación de un registro de las organizaciones que participan y que hacen de voceros de los movilizaciones. En la misma línea, el abogado Roberto Gargarella, aportó: “Es un nivel de improvisación y de prejuicio ideológico y con el enojo tan desatado de los primeros días, le diría que calme un poco el ánimo y vuelva a aferrarse al derecho”.

También, Gargarella argumentó: “El derecho a la protesta es el que sostiene los demás derechos. Si cortamos ese, lesionamos todos los demás. Eso no quiere decir que en su nombre puedo hacer cualquier cosa. Todo lo que se está haciendo hoy es consagrar como si hubiera derechos de un solo lado, como si estuviéramos en una situación bélica, como si el que ejerciera los derechos de protesta fuera un delincuente y no… es más bien lo contrario”.

“Se va a actuar hasta dejar totalmente liberado el espacio de circulación. Para llevar a cabo estas medidas las Fuerzas emplearán la mínima fuerza necesaria y suficiente y será graduada en proporción a la resistencia”, afirmó la excandidata de JxC y actual ministra de Seguridad.. 

Mauro Benente, doctor en Derecho y docente de las universidades de Buenos Aires y de José C. Paz, recordó: “Para el Sistema Interamericano y para el Comité de Derechos Humanos ‘las calles y plazas son lugares privilegiados para la expresión pública’ y las protestas ‘pueden tener un efecto perturbador inherente o deliberado y requerir un grado de tolerancia considerable’”.

En la red social X, “#MileiEsUnaEstafa” y “Estado de sitio” se volvieron trending topic. María del Carmen Verdú, abogada y militante de CORREPI (Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional), señala: “En 2017 decíamos algo similar: impusieron un estado de excepción sin declararlo. Acá ya te lo declararon, no formalmente, pero sí en el mensaje transmitido”.

Durante la presidencia de Mauricio Macri, Bullrich presentó un protocolo antipiquete “con la particularidad de que ella era el ala más dura y más reaccionaria junto con Petri, Kravetz y Wolff. Hoy, frente a Milei y Villarruel, explícitos reivindicadores y apologetas de la dictadura cívico-militar-eclesiástica y del terrorismo de Estado, no es lo más duro. Con lo cual es lo mismo, pero peor: viene con un empaquetamiento político a partir del poder acumulado por el actual presidente, por 54% de los votos además, que lo hace muchísimo más grave y sustentable. Aquel lo pudimos frenar”, declaró Verdú con preocupación agitada a ANCCOM.

Por otro lado, el protocolo permite el control represivo en medios de transporte público por las fuerzas de seguridad  y plantea que se envíen las facturas de “todos los costos vinculados a los operativos de seguridad a las organizaciones o individuos responsables”. En este sentido, Verdú sintetizó: “Además de que te van a cagar a palos, cagar a gases, meter en cana y armarte la causa, todavía vas a tener que pagar el desplazamiento de la Policía, de la Gendarmería, de la Prefectura y del Servicio Penitenciario”.

Verdú consideró que el miedo a la represión es válido y en el caso de Bullrich está fundado por cifras concretas y lamentables, pero también apuntó a no desmovilizar. “El punto es cómo hacemos para que ese miedo, desde el punto de vista colectivo de las organizaciones, no nos paralice tampoco. A cuidarse y movilizar con criterio”, concluyó.

Cambia, todo cambia

Cambia, todo cambia

Una multitud acompañó a Milei en su primer día de presidente. Lo escuchó en el Congreso y en el balcón de la Rosada. ANCCOM habló con los manifestantes: «Venimos por un cambio», dijo la mayoría.

Poco después de las 13, el nuevo presidente Javier Milei salió a saludar al público junto a su hermana Karina, a bordo de un descapotable Mercedes Benz Cabriolet negro, envuelto en una multitud que lo acompañaba y lo protegía, seguridad, desfile de granaderos con trompetas, flautas y banderas patrias, y más retrasados un par de ambulancias. La gente se amontonaba sobre las vallas, se subían a bancos y espacios desde donde podían apreciar mejor el espectáculo vintage del desfile presidencial. Otros, observaban desde los balcones con accesorios celestes y blancos. El clima era de una alegría total, caminaban a la par del trayecto del vehículo y arengaban con fuerza colectivamente mientras tomaban mate, agua o gaseosas.

Los vendedores ambulantes ofrecían escarapelas, pañuelos y banderines de color amarillo con la imagen de un león a dos mil pesos, y remeras con frases como “No hay plata”, “don’t read on me” y “Elijo creer y vivir en libertad, tenemos presidente”, haciendo alusión a la esperanza y a la ilusión que hace un año el país vivía mientras transitaba el campeonato mundial de fútbol. Otros manifestantes, llevaban carteles que decían “Milei our inspiration”, “Corrupción=cárcel”, “Lo que no se puede privatizar se liquida” o “Señor presidente privatice todo”.

“Ahora hay sushi, no hay más choripán” comentaba entre risas un hombre de 40 años que se encontraba cerca de las vallas en Avenida de Mayo al 900.

Lautaro Córdoba de 21 años, militante de Patricia Bullrich, llevaba puesta una remera negra con la frase “Patricia si, falopa no”: “La acompañamos en toda la campaña, y bueno, ahora a bancarla como ministra de Seguridad”, señaló.

— ¿Tenés mucha fe? ¿Confías en ella?

Lautaro: Cien por ciento.

— ¿Y en Milei?

Lautaro: Cien por ciento, sí, sí, sí. Era el único camino de cambio. No queremos seguir con este sistema kirchnerista, empobrecedor, con el que venimos hace cuatro años ya.

— ¿Qué sentís en un día cómo hoy?

Lautaro: Es una emoción, después de tanto tiempo, después de tanto sufrimiento, cambiamos. Igual, también esto es una fiesta, haya ganado quien haya ganado, haya sido Sergio Massa o en este caso Javier Milei, el 10 de diciembre se festeja por ese cambio de gobierno y por los 40 años de democracia.

 

Pablo y Alicia de 86 años vinieron desde Palermo y consiguieron una vista predilecta en Avenida de Mayo y 9 de Julio para saludar al presidente durante el camino hacia la Casa Rosada.

—¿Cómo lo ven al nuevo presidente?

Pablo: La gente tiene fe, es la última esperanza; alguien que, para mí, viene diciendo la verdad hace tiempo. No es un  loco, como dicen algunos. Ya lo de la inflación lo viene diciendo hace más de dos años. Bueno, se cumplió todo, así que quiero creer que cambie esto.

Alicia: Somos grandes, venimos de la época de Alfonsín, así que sabemos de la democracia. Nos habían prometido un montón de cosas pero nunca cumplieron. Y bueno, como verás y se escucha, es la primera vez que un presidente está diciendo lo que pasa, lo que hereda, cómo es lo que va a ser.

A eso de las 13.55 la gente se ubicaba en Plaza de Mayo, donde ya predominaba el color celeste y blanco pero también el amarillo y negro. En el espacio central de la plaza se encontraban dos pantallas grandes y luego frente a la Casa Rosada otras dos de mayor tamaño, las mismas transmitían el acto ceremonial desde adentro.

Gladys, Hernán y Soledad, con sus niños llegaron a la plaza desde Lomas de Zamora.

— ¿Por qué eligieron Milei?

Gladys: Por el cambio, queremos un cambio, porque ya hemos sufrido demasiado con todos los anteriores presidentes. Entonces basta, porque estamos como presos, encerrados en casa, no podemos llevar a los chicos al colegio, les quitan las mochilas, les roban, los matan.

— ¿Confían en Patricia Bullrich como ministra de Seguridad?

Gladys: La queremos mucho, muchísimo. Hemos votado por ella también.

Hernán: En primera vuelta votamos todos a Bullrich.

— ¿A qué se dedican?

Hernán: Somos comerciantes, laburantes todos.

Soledad: Yo soy licenciada en Enfermería. Estoy totalmente decepcionada. En cuarentena realmente no se hizo lo que se debía. Faltaban respiradores, medicaciones. Eso es lo que me llevó a votarlo a Milei, para que haya un cambio.

— ¿Qué sienten hoy? Son 40 años de democracia y asume un nuevo Presidente.

Gladys: Es una alegría, es una alegría porque por lo menos vamos a dormir tranquilos. Sufrimos varios asaltos. Entonces estamos muy agradecidos porque ganó Milei y está Bullrich con él, porque con los anteriores los delincuentes entran y salen.

— ¿Con Bullrich y Milei eso no va a pasar?

Gladys: No va a pasar, tenemos mucha fe y ahora vamos a poder dormir tranquilos.

Hernán: Fijate la plaza. Nadie orina, nadie toma vino, nadie toma cerveza, estamos todos decentemente acá. Clase media, clase pobre, estamos todos contentos festejando el día de hoy.

Gladys: Sí. El día que ganó Milei, era para nosotros como si Dios hubiera abierto las manos y dijera “paz”.

Ya para las 14.00 el sol estaba en su punto cálido máximo y los vendedores agotaban su stock de bebidas rápidamente. Algunos niños y jóvenes se refrescaban con el agua de la fuente de la plaza y quienes se encontraban más cerca de las puertas de la Casa Rosada festejaban cada vez que el camión lanzaba chorros de agua. Mientras, las pantallas proyectaban los saludos de los jefes de Estado extranjeros a Javier Milei. En general, el público aplaudía a cada mandatario. No fue igual cuando llegó el turno del presidente chileno Gabriel Boric: los abucheos se hicieron eco al grito de “¡zurdo!”. Entre tanto, en una esquina, un hombre haciendo una videollamada y comentaba con ironía: “Mirá qué lindo día peronista”, enfocando con la cámara a la plaza y sus alrededores colmados del festejo libertario.

Finalizado el acto, la multitud se quedó allí, firme esperando a que Milei cumpliera con la tradición de salir a hablar por el balcón central de la casa presidencial. Algo no pautado en la agenda, pero que finalmente sucedió a las 15.18, cuando apareció por el lateral izquierdo.

“Hola a todos”, saludó con voz ronca. Y comenzó a “rugir” Panic show de La Renga. El público exaltado acompañó las estrofas. “Hoy los argentinos de bien hemos decretado el fin de la noche populista y el renacer de una Argentina próspera. Pongamos de pie y hagamos nuevamente grande a la Argentina. Que Dios nos bendiga y las fuerzas del cielo nos ayuden a ser el mejor gobierno de la historia”, concluyó Milei para luego cerrar con su característica “¡Viva la libertad carajo!” acompañado por la multitud con un “¡viva!”. Luego de que rugiera “la bestia en medio de la avenida”, se quedó allí, en silencio, con un puño apretado en alto, que enseguida fue una mano suave, balanceándose, a modo de despedida.

El nuevo mandato ha comenzado. 

Abróchense los cinturones

Abróchense los cinturones

De espaldas a Congreso de la Nación, Javier Milei asumió la presidencia y emitió un discurso en el que anunció un ajuste brutal e inmediato. Habló de una inflación que rondará entre el 20 y el 40 por ciento mensual, pronosticó aumento de la desocupación y una fuerte recesión. A los que cortén las calles para protestar, los amenazó con quitarle la ayuda estatal. Una multitud lo escuchó al grito de «motosierra, motosierra».

En su primer discurso como presidente de la Nación, Javier Milei en las escalinatas del Congreso advirtió que las políticas que implementará impactarán “de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes”. Adelantó, incluso, que la inflación trepará entre un 20 y un 40 por ciento mensual en el primer tramo de su mandato. Una multitud lo escuchaba en la Plaza y lo alentaba al grito de “motosierra, motosierra”. En su diagnóstico, el nuevo mandatario subrayó: “Habrá estanflación, es cierto, pero no es algo muy distinto a lo que ha pasado en los últimos 12 años. Este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina. Habrá luz al final del camino”.

Unos minutos antes, a las 12.20, había iniciado su discurso de asunción diciendo: “Hoy enterramos décadas de fracaso, peleas intestinas y disputas sin sentido, peleas que lo único que nos permitieron es destruir nuestro querido país y dejarnos en la ruina. Hoy comienza una nueva era en Argentina, una era de paz y prosperidad, una era de crecimiento y desarrollo, una era de libertad y progreso”.

Este domingo la ciudad de Buenos Aires, calurosa y con un cielo sin nubes, fue escenario de dos eventos singulares. Por un lado, el aniversario de 40 años de democracia y por otro, la asunción del presidente Javier Milei y la vicepresidente Victoria Villarruel. En otro hecho inédito, el mandatario se inclinó por dar su discurso inaugural en la explanada del Congreso y no en el recinto parlamentario, ante la asamblea legislativa, como se hizo tradicionalmente.

Desde temprano se cortó el perímetro delimitado por las calles Rincón y Junín y las avenidas Corrientes y Belgrano, hasta las del Paseo Colón y Leandro N. Alem. La ruta que tomaría el auto presidencial (Avenidas Entre Ríos y de Mayo hasta llegar a la Casa Rosada) estuvo cercada y controlada por la Gendarmería y la Policía Federal. 

Previo al discurso del presidente en las escalinatas, la gente, que iba creciendo en número con el correr de la hora, ya cantaba frases como “Cristina a la cárcel”, “chorra chorra chorra” y “la casta tiene miedo”, mientras balanceaban con intensidad las banderas argentinas y de La Libertad Avanza, desde hoy el partido oficialista.

“Hoy comienza una nueva era en Argentina. Hoy damos por terminada una larga y triste historia de decadencia y declive y comenzamos el camino de la reconstrucción de nuestro país”, expresó el nuevo presidente ante el público agolpado sobre la vereda de la plaza ubicada frente al palacio legislativo.

Junto a Milei, se encontraban el presidente ucraniano Volodímer Zelenski; el uruguayo Luis Lacalle Pou; el chileno Gabriel Boric; el ecuatoriano Daniel Noboa; el paraguayo, Santiago Pena; el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán; el Rey Felipe de España y el ex presidente brasileño Jair Bolsonaro.

Luego de sostener que la dirigencia había abandonado las ideas liberales y que se había abrazado a “las ideas empobrecedoras del colectivismo”, Milei hizo referencia al país que, dijo, recibe como presidente: “Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros”.

A partir de este diagnóstico, sostuvo que la única salida consiste en ajustar el Estado en forma brutal e inmediata, y se encargó de aclarar que este ajuste nos recaerá sobre el sector privado. Además, señaló que la emisión realizada por el Banco Central llevará a que sigan incrementando los precios: “El gobierno saliente nos ha dejado plantada una hiperinflación y es nuestra máxima prioridad hacer todos los esfuerzos posibles para evitar semejante catástrofe que llevaría a la pobreza por encima del 90 por ciento y la indigencia por encima del 50 por ciento”.

Milei señaló, además, que aquellos que utilicen la vía pública para protestar por sus medidas recesivas no cobrarán ningún tipo de ayuda estatal, pasando por alto el derecho constitucional a la protesta y a peticionar a las autoridades.

Luego, hizo hincapié en la situación social del país y manifestó que se acabó “con el siga – siga de los delincuentes”. Por otro lado, destacó que hay serios problemas en materia de pobreza y educación. “La situación de la Argentina es crítica y de emergencia. No tenemos alternativas y tampoco tenemos tiempo. No tenemos margen para discusiones estériles. Nuestro país exige acción y una acción inmediata. La clase política deja a un país al borde de la crisis más profunda”.

Por último, anunció que su gobierno utilizará todos los resortes del Estado para avanzar en los cambios que el país necesita. Y concluyó: “Recuerdo cuando en una entrevista, cuando asumimos como diputados hace dos años con Victoria Villaruel, me habían dicho pero si ustedes son dos en 257, no van a poder hacer nada. Y ese día la respuesta fue una cita del libro de Macabeos 3.19 que dice que la victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados sino de las fuerzas que vienen del cielo. Por lo tanto, Dios bendiga a los argentinos y que las fuerzas del cielo nos acompañen en este desafío”.