Un documental sobre la violación de los derechos humanos en Malvinas

Un documental sobre la violación de los derechos humanos en Malvinas

Se estrena «Las voces del silencio», de Gabriela Naso, que aborda la lucha de los exconscriptos para que los estaqueamientos y otros abusos que padecieron durante la guerra sean considerados delitos de lesa humanidad.

«El documental es mi aporte a la construcción de la memoria colectiva, a que podamos pensar Malvinas desde una perspectiva de derechos humanos, que ayude a contrastar el discurso de la ‘gesta heroica’”. Con una mirada crítica, Gabriela Naso, licenciada en periodismo por la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y magíster por la Universidad Nacional de Tres de Febrero, dirige Las voces del silencio, un documental producido por Pulpofilms que se estrena el 1 de abril en el Cine Gaumont (Rivadavia 1635) y el 3 de abril en el Teatro Argentino (Avenida 51, entre 9 y 10, La Plata). La película reconstruye la lucha de un grupo de excombatientes de Malvinas que, tras denunciar los abusos, maltratos y amenazas sufridos a manos de sus superiores durante la guerra, enfrentan las trabas del sistema judicial argentino que impiden el juzgamiento de los responsables. Además, aborda las dificultades que aún hoy atraviesan los exsoldados para romper con el discurso de la “gesta heroica” y demostrar que los hechos denunciados constituyen crímenes de lesa humanidad, los cuales no prescriben.

“Hoy vemos cómo el Gobierno nacional resignifica el relato de Malvinas con otros fines. Un ejemplo claro: el 2 de abril se estrena un documental sobre Pedro Edgardo Giachino. Fue el primer caído en combate, pero también un represor de la ESMA. Sin embargo, lo presentan solo como un héroe, sin mencionar su rol en el terrorismo de Estado. Lo mismo ocurre con Astiz y otros militares. Están usando la figura de estos represores para, de alguna forma, lavar la cara de los perpetradores», advierte Naso.

A casi 43 años de los hechos y 18 del inicio del proceso judicial, el documental rescata las experiencias de David Zambrino, Ernesto Alonso, Gerardo Roschge, Hugo Robert, Miguel Anderfuhrn y Silvio Katz, no solo relatando sus vivencias de abuso y sufrimiento, sino también poniendo en evidencia cómo la versión oficial de la guerra sigue siendo un relato difícil de cuestionar, incluso después de más de 40 años.

¿Qué se oculta detrás del discurso hegemónico de la gesta militar? ¿A qué obedece su aceptación por parte de la sociedad? ¿Por qué sigue vigente? Son algunas de las preguntas que le surgieron a la directora al investigar los maltratos y la violencia padecida por los soldados conscriptos a manos de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas argentinas durante el conflicto bélico de 1982.

Naso explica que la construcción del relato épico de la guerra comenzó mucho antes de su final. “Investigué mucho los documentos y los archivos desclasificados de las Fuerzas Armadas, ya antes del final del conflicto estaban organizando cómo contar la historia, qué hacer con los caídos, con los excombatientes, con los familiares”, señala. Parte de ese plan fue la imposición del silencio: al regresar, muchos soldados fueron trasladados a Campo de Mayo, sin contacto con sus familias. “Se les daban cartillas con recomendaciones y entre ellas figuraba que solo podían hablar de Malvinas en términos de actos heroicos. Ahí empieza a construirse este relato épico de la guerra”, agrega la directora.

El silencio no solo vino impuesto por las Fuerzas Armadas, sino también por la propia naturalización de la violencia dentro del servicio militar. “Uno puede preguntarse, ¿por qué esta causa no avanzó? ¿Por qué cuesta que avance? Y por un lado, está esa imposición del silencio, pero también hubo una gran naturalización de la violencia en el servicio militar obligatorio”, señala. El estaqueo, el mercil en agua helada, la picana con teléfono de campaña: prácticas que eran vistas como disciplina, pero que fueron torturas. “Tienen que ver con la formación de las Fuerzas Armadas, son las mismas que se usaron en los centros clandestinos de detención en el continente. Hay una continuidad entre esas prácticas que se repiten en las islas, porque son las mismas fuerzas, adaptadas a la materialidad del lugar. Entonces, también hay una dificultad para reconocer como tortura lo que es tortura”.

En el proceso de realización del documental, Naso ya había establecido una relación de confianza con varios de los excombatientes. «Ya los conocía previamente, conocía sus historias. Con esa primera capa superficial del relato de la guerra ya superada, pude ir más allá y profundizar en sus historias”, recuerda la directora.

 “Son las mismas Fuerzas Armadas que actuaban en los centros clandestinos de detención en el continente, hay una continuidad entre esas prácticas y lo que repiten en las islas”, dice Naso.

El documental también busca diversificar las voces del relato, incorporando figuras clave como el actual juez federal Alejo Ramos Padilla, quien, en su rol como abogado del CECIM La Plata, representó a los soldados conscriptos torturados durante la guerra. Asimismo, incluye al juez federal Federico Calvete, quien en 2019 citó a 24 militares a prestar declaración indagatoria por torturas a conscriptos durante la Guerra de Malvinas, y cuya participación en la investigación también fue documentada.

Sin embargo, Naso no pudo conseguir la participación de defensores oficiales ni de autoridades de las Fuerzas Armadas, a quienes también intentó entrevistar para reflejar todas las perspectivas posibles. «Quería darles espacio también para que ellos puedan contar su perspectiva de los hechos, y no accedieron», concluye la directora.

“Traer luz sobre estos crímenes implica comprender la doble faz del Estado terrorista, una legal y otra clandestina, analizar la sistematicidad del ataque, correr el discurso de la ‘gesta heroica’ y deconstruir el estereotipo patriarcal del héroe. En otras palabras, se trata de recuperar la historia desde el presente para enriquecer la memoria colectiva y así apuntalar nuestra identidad y proyecciones futuras. La memoria es la vida y, como construcción social y política, está ligada a la edificación de la sociedad que queremos”, reflexiona Naso.

«Una vez más, cabe recordar la validez de aquella sentencia que dice que los pueblos que no tienen memoria están condenados a recaer una y otra vez en las peores desgracias. Quise rescatar esta historia como un aporte a la construcción de la memoria colectiva y como una modesta reparación para las víctimas”, concluye la directora de Las Voces del Silencio.

Crímenes de guerra

El 28 de marzo, la Sala I de la Cámara Federal de Casación Penal, con el voto unánime de los jueces Alejandro Slokar, Carlos Mahiques y Diego Barroetaveña, hizo lugar a un recurso extraordinario en la causa por torturas a soldados conscriptos en Malvinas. El fallo reconoce estos abusos como crímenes de lesa humanidad.

La decisión revoca un fallo previo y establece que los estaqueamientos, enterramientos y golpizas sufridas por los soldados pueden encuadrarse como crímenes de guerra o de lesa humanidad, lo que implica su imprescriptibilidad. Desde el CECIM La Plata exigieron a la Corte Suprema que confirme esta resolución y garantice justicia para las víctimas. La causa, iniciada en 2007, ya cuenta con más de 200 testimonios y más de 100 militares imputados, pero aún enfrenta trabas judiciales. En 2023, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) aceptó tratar la denuncia internacional contra el Estado argentino por su falta de acción en estos casos. Ahora, la Corte Suprema deberá resolver 11 recursos extraordinarios y definir si confirma el carácter imprescriptible de estos delitos, una decisión clave en la búsqueda de verdad y justicia

CINE.AR en manos de Adorni

CINE.AR en manos de Adorni

Por un decreto presidencial de necesidad y urgencia, la plataforma se transforma en una sociedad anónima y pasa al área del vocero presidencial. Preocupación en el ambiente cinematográfico.

Mediante el Decreto 194/2025, el Ejecutivo autorizó este lunes el traspaso de las plataformas de CINE.AR del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) a Contenidos Artísticos e Informativos Sociedad Anónima Unipersonal. De este modo, funcionará bajo la órbita de la Secretaría de Comunicación y Medios de la Presidencia de la Nación, con el vocero Manuel Adorni a la cabeza. 

La transferencia comprende el canal de televisión CINE.AR, la plataforma de contenido a demanda CINE.AR PLAY y CINE.AR ESTRENOS, donde se debe abonar un bajo arancel para acceder a los materiales audiovisuales. Además, el traspaso incluye la titularidad de derechos, bienes, presupuesto y personal afectado a dichas plataformas. Nicolás Vetromile, delegado general de Asociación de Trabajadores del Estado en el INCAA, expresó que aún no hay más que comentarios informales sobre la continuidad de los trabajadores de las plataformas, en su mayoría técnicos altamente capacitados. 

Esta decisión de Javier Milei se enmarca dentro de un contexto de ataque constante a la producción nacional, y particularmente audiovisual. Bajo la premisa de reducir al máximo el “gasto público”, la gestión de Carlos Pirovano como presidente del INCAA lleva acumuladas más de quinientas bajas en puestos de trabajo y cierres de áreas completas, aseguró Vetromile. A esto se suma la decisión de Pirovano de reducir la cuota de pantalla de producción nacional en las salas de cine, de modificar la política de fomento a la realización audiovisual por concursos de un año de plazo y a abandonar las actividades de exhibición. El cese de actividades de proyección, festivales nacionales, y desligarse de CINE.AR como plataforma van en concordancia con las decisiones de la gestión.

Es paradójico y poco estratégico que en el momento de auge de las plataformas de contenido audiovisual a demanda, la decisión no sea buscar más financiamiento para el Instituto en esos espacios, que abarcan la mayor parte de la inversión publicitaria. “Desligarse de herramientas como CINE.AR es hacer que el Estado sea más chico, intervenga menos y no tenga soberanía, es permitirle a los grandes medios del mundo estar sin ley”, concluyó Vetramile. 

Una cacique llega al cine

Una cacique llega al cine

«Nalá», el documental biográfico de la líder Qom que habita a San Pedro, se estrena este domingo en el cine Gaumont. La historia de una indígena que vive entre nostros.

En un contexto de ataque del Gobierno nacional y también de los provinciales a los pueblos originarios en su lucha por el reconocimiento de su identidad y por la tierra que les pertenece, llega al Gaumont  -este domingo a las 20:15- el documental biográfico Nalá, de la directora Florencia Marina Romero.

Entre rituales y charlas en comunidades originarias e interculturales, la propia Nalá cuenta cómo llegó a ser elegida cacique por su comunidad, la lucha por recuperar  los territorios que el hombre blanco les arrebató y por terminar con la idea que aún transmite la escuela de hablar en pasado de las diferentes etnias aborígenes cuando están presentes en la actualidad. Nalá también habla de la necesidad que los indígenas sean escuchados y de escuchar a la naturaleza. Todo sucede mientras visita a Natalia Hochea, referente más joven de la comunidad comechingona “Lic Sin”, en Berrotarán, Provincia de Córdoba, con quien intercambia reflexiones sobre la lucha, sus temores y sus territorios.

El documental surgió hace diez años cuando la directora ganó una beca para realizar un taller de guion en la Escuela Internacional de Cine y Televisión en Cuba. Allí, con colegas de Colombia, Chile y Argentina acordaron contactar algún personaje indígena de su país y contar su historia. Aunque el proyecto inicial quedó trunco, Florencia continuó buscando a una persona originaria. “Estaba cursando la Maestría de Diseño Comunicacional en la FADU, estaba justo con la materia Antropología y le pregunté a la profesora Florencia Girola y ahí me contactó con el equipo de investigación de la UBA que trabaja con la cacique en un montón de actividades. Me hicieron el contacto, le escribí a la cacique qom Nalá y fui a San Pedro a visitarla. El primer día la filmé”, contó Florencia.

Florencia Romero, directora de Nalá.

La filmación del documental se extendió durante cuatro años y fue de manera autogestiva. “Era ir con la camarita, con el micrófono de la cámara o uno externo y siguiéndola en todas sus actividades”, dijo.

Siguiendo uno de los pensamientos de Nalá sobre la importancia de escuchar y de la participación de las personas indígenas, Florencia remarca la colaboración de la cacique para la realización del documental. “La filmé del 2015 al 2019 en distintas actividades. En casi todas, me invitó ella a participar, por eso tuvo injerencia en la producción”, dijo la directora.

 En cuanto a la música que acompaña al documental, salvo dos canciones, fue creada originalmente para la película y colabora con climas imprescindibles. “Me pareció mejor agregar música para los momentos de encuentro y también para mostrar la fuerza de ella”, contó la realizadora.

Como la producción del documental se dio en un contexto de alza de la lucha feminista la directora decidió que el equipo audiovisual estuviese conformado por mujeres. “En el mundo audiovisual, me doy cuenta, que la mayoría son varones. En algunos casos, como la postproductora de sonido, pregunté si conocían alguna mujer porque los primeros nombres que me recomendaban eran varones, tuve que hacer una búsqueda más intensa hasta encontrarla”, reflexionó.

Romero espera que el documental contribuya a educar sobre la identidad de los indígenas y a concientizar que forman parte de nuestra cultura. También busca desmitificar que las personas indígenas (solo) viven, lo dice la cacique, en su territorio, sino que la mayoría está en las ciudades, están al lado del espectador

El documental biográfico Nalá fue proyectado por primera vez el año pasado en el Centro Cultural San Martin. Además, participo en varios festivales nacionales e internacionales, alzándose como mejor película nativo americana en el Festival LANAFF 2024, de Estados Unido.  En Capital se proyectará en el Cine Gaumont el 16 de marzo a las 20.15 (única función).

Memoria audiovisual

Memoria audiovisual

Con la presencia de directores y artistas invitados, se lanza en La Plata el ciclo de cine que busca reivindicar la importancia de las políticas de Memoria, Verdad y Justicia como pilares de la democracia argentina.

El Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires presenta la primera edición de Proyectando Memoria, un ciclo de cine que invita a reflexionar sobre los sucesos ocurridos durante la última dictadura cívico-militar. Las proyecciones, que se llevarán a cabo los jueves de marzo en el Planetario de la Universidad Nacional de La Plata, forman parte de Memoria es Cultura, un programa que trabaja sobre derechos humanos y que pone en valor las tramas identitarias de la Provincia. “Si bien es chiquito, igualmente intenta plantar semillas y generar reflexiones que convoquen a ser un poco más sensibles”, asegura Ana Laura Mercader, coordinadora del programa en diálogo con ANCCOM.

 Aunque la invitación es para el público en general, desde el organismo que preside Florencia Saintout aseguran que es una propuesta que puede resultarle de interés a los más jóvenes. “Hay una generación a la que le queda muy lejana la historia de la dictadura, pero que cuando la conocen, encuentran un montón de similitudes con la situación actual”, sostiene Mercader. El ciclo se inserta dentro de un conjunto de iniciativas que, a través del cine y otros medios, abordan de manera profunda los eventos del pasado y su repercusión en el presente. Junto con el Festival Internacional de Cine de la Provincia de Buenos Aires (FICPBA), ambas propuestas crean espacios para el intercambio y la reflexión sobre temas como la memoria y la identidad. “Poder organizarnos y ver de qué manera somos parte de la historia es lo que nos convoca”, menciona Mercader.

 La programación incluye producciones con diversos enfoques y relatos sobre la violación sistemática de los derechos humanos y la lucha posterior por la identidad. El jueves 13 se proyectará La guardería, un documental dirigido por Virginia Croatto que narra la experiencia de hijos e hijas de militantes montoneros en un refugio en La Habana. El 20 de marzo será el turno de La casa de Argüello, una película en la que Valentina Llorens, directora y guionista, explora la historia de cuatro generaciones de mujeres para recuperar su pasado político-familiar. La encargada de cerrar el ciclo el 27 de marzo será Infancia clandestina, la película dirigida por Benjamín Ávila que muestra los dilemas de crecer bajo un nombre falso y en una situación de constante peligro. “Es importante contar que la identidad en la dictadura ha sido una construcción que requirió trabajo y que también aportó mucho a los juicios de lesa humanidad”, afirma Mercader.

El ciclo además contará después de cada proyección, con la presencia de los directores e integrantes de las películas, con los cuales se realizará una charla debate con el objetivo de profundizar en los temas abordados, así como también para compartir vivencias y tener un intercambio enriquecedor con el público. “Nos parece interesante que los bonaerenses no solamente sean veedores, sino también personas activas en la construcción colectiva de la memoria”, concluye Mercader.

 

La entrada a todas las proyecciones en el Planetario (Av Iraola y Calle 118, Paseo del Bosque, La Plata), es libre y gratuita.

Una memoria de película

Una memoria de película

El viernes 13 se exhibió en la Casa por la Identidad de las Abuelas de Plaza de Mayo, en el Espacio de Memoria y Derechos Humanos ex ESMA, el documental Un Jardín para Pichón, de Carla Ciarocchi. El film recuerda a Gerardo “Pichón” Escobar, víctima de la violencia policial asesinado en el año 2015 en la ciudad de Rosario.

“Desde el retorno de la democracia hasta el 24 de febrero de 2023, 9.175 personas fueron asesinadas en hechos con participación del Estado” es la frase con la que inicia Un jardín para Pichón. Su directora, Carla Ciarocchi, dice que las preguntas originarias al momento de comenzar a escribir el guion fueron: “¿Cómo pudo pasar esto?” “¿Cómo pudo haber gente que haya hecho esto?”. 

Gerardo “Pichón” Escobar trabajaba en la dirección de Parques y Paseos de la municipalidad de Rosario y era encargado de la cuadrilla que mantenía la rotonda ubicada en el cruce de bulevar Oroño y Pellegrini. Un mes después de su homicidio, sus compañeros transformaron el sitio en un espacio de memoria, escribiendo con flores el nombre “Pichón”. Casi diez años después, el equipo de Parques y Paseos continúa con el mantenimiento del memorial. “A lo largo de los años he pasado por ahí en bicicleta y ver el memorial y que esté mantenido y cuidado siempre me conmovió, siempre lo miré. Y en un momento decidí escribir un documental y tomé eso como tema, como punto de partida”, relata Ciarocchi.  La película está centrada en ese ejercicio activo de la memoria y busca multiplicar la historia de Pichón con testimonios de compañeros de trabajo, de su hermana Luciana y de sus docentes en la Escuela de Jardinería y de la escuela donde Gerardo estudiaba para terminar la primaria. “No quería que fuera una noticia de televisión, quería buscar y conocer eso que cada persona recuerda”, explica la directora. “Tenía muy en claro que quería que sea una historia luminosa, filmamos de día, sonoramente es una película que suena a pájaros, a árboles, a agua. Y, además de esa decisión estética, buscamos hacer foco en la memoria, en el hoy y cómo se lo recuerda, no tanto en la parte judicial”.

Para su hermana Luciana, “Pichón era la primavera, vino con ella, es importante que su historia se siga contando, más allá de cómo pasó. Me quedo con eso, con poner mi granito de arena como hermana en haberla contado en el documental. Ahora la película ya puede moverse y la historia de Pichón ya se cuenta sola, y esa es la manera de transformar todo ese dolor en lucha”. 

 

El accionar de la injusticia  

Gerardo Escobar tenía 23 años, trabajaba en la Dirección de Parques y Paseos de la Municipalidad de Rosario, y estudiaba en la Escuela Nocturna Nº 30 para terminar la primaria. La noche del 14 de agosto de 2015 salió con sus amigos, tuvo fortuna en el casino y para festejar acudió al boliche La Tienda. Salió de allí entrada la madrugada. En el registro de una de las cámaras de seguridad se ve a uno de los patovicas del lugar, Cristian Vivas, golpeándolo en el suelo. En otro video aparece corriendo y cuatro testigos lo vieron escondido detrás de un auto. Es la última vez que se lo ve con vida. Para la familia su ausencia era extraña, y por eso acudió a la policía. Estuvo desaparecido una semana, mientras sus familiares y amigos lo buscaron intensamente, hasta que fue encontrado sin vida en el río Paraná.

Dos policías,  Luis Alberto Noya y Maximiliano Amiselli, y tres patovicas, Cristian Vivas, José Luis Carlino y Cesar Darío Ampuero, fueron detenidos e imputados. La hipótesis de la querella y la fiscalía es que Escobar fue metido en un patrullero y trasladado a la seccional 3ª, donde fue golpeado hasta la muerte y su cuerpo arrojado al río.

La querella logró, luego de varios meses, que la causa fuera trasladada a los Tribunales Federales por tratarse de un caso de desaparición forzada. Los cinco imputados estuvieron detenidos durante un año, hasta que  el juez Marcelo Bailaque los sobreyó y liberó. La decisión fue anulada por la Cámara Federal, que dictó un cambio en la figura de sobreseimiento por el de falta de mérito, lo cual permitió que la causa continúe abierta, con los acusados en libertad. En tanto, el juez Bailaque fue recusado y se retiró de la causa.

A más de nueve años de los hechos, la justicia no ha realizado ningún avance, dejando sin curso la investigación de varias pistas, como la prueba de que el celular de Cristian Vivas fue detectado en la región del puerto donde apareció el cuerpo de Pichón. Además, la autopsia realizada por la médica forense Virginia Creimer confirmó que el joven no murió ahogado, invalidando la versión que especulaba con un posible sucidio o caída al agua a causa del alcohol, sino que fue arrojado sin vida al río. Por otro lado, surgen sospechas respecto a los registros de las cámaras de seguridad que captaron a Gerardo corriendo por la calle, luego de ser golpeado por Vivas y el registro que sigue a ello “se perdió”. Los 38 minutos faltantes, desde las 5:42 a las 6:20 de la mañana, coinciden con el momento de los hechos y podrían haber sido claves para el esclarecimiento del caso. Tampoco se avanzó en las investigaciones respecto a los hematomas y golpes que presentaba el cuerpo del joven. 

“Al principio creía en la justicia, en que iba a pasar algo con el caso de mi hermano. Por suerte, paralelamente fui construyendo un camino de justicia popular, junto con otros familiares. La cosecha de esos años de lucha nos trae hoy a este espacio”, dice Luciana. 

Sin justicia, con Memoria

Desde su aparición sin vida, el nombre “Pichón” escrito con flores mantiene viva la memoria del joven. Además del recuerdo floral, la familia, los compañeros y docentes de Escobar en la escuela nocturna, lograron que en 2017, el Consejo Municipal de Rosario declarara el 24 de septiembre, fecha de cumpleaños de Gerardo, como el Día del y de la Estudiante de Escuelas de Adultos. 

Al contrario del accionar del Poder Judicial, Luciana Escobar se ha mantenido activa, militando contra la violencia institucional y exigiendo justicia por su hermano, para que no lo sigan desapareciendo. “Creo que el arte permite llegar a muchas personas, acercandolas a través de los detalles, del recuerdo de cómo se reía, de cómo estudiaba, de qué hacía”, dice Ciarocchi. Y agrega: “No hay que permitir que nos ganen con el olvido, porque el objetivo del Poder Judicial y de la policía es que nos olvidemos, porque olvidarlo es como si no hubiera pasado. Entonces traerlo al presente es la herramienta que tenemos para que no nos ganen”. 

Si bien el día anterior la película se había exhibido en La Plata a instancias de la Comisión Provincial por la Memoria, no es casual que la presentación del documental haya sido en la Casa por la Identidad, en el Espacio de Memoria y Derechos Humanos Ex-Esma. En el pasillo que lleva desde la puerta de la Casa de las Abuelas hasta el auditorio donde se proyectó la película, las paredes exhiben una muestra fotográfica sobre la violencia policial. ”Esas locas, como las llamaron en su momento, que empezaron a dar vueltas con sus pañuelos, fueron armando un camino, que hoy nos muestra, después de tantos años, cómo el Estado sigue siendo el mismo cómplice para que se repitan estos casos”, reflexiona Luciana. “Y hubo otras madres que tiempo después se calzaron sus remeras con las fotos de sus hijos, de sus hijas, y detrás de esas madres viene una trinchera muy importante que son las hermanas”, dice.  “Las hermanas estamos ahí para esas madres que si se caen, nosotras las sostenemos. Y somos mujeres que desde el amor, sin que nos gane el odio, transformando muchas veces el enojo, ponemos el cuerpo”, concluye Escobar.