«Larreta cuidate, las enfermeras paramos si no hay respuesta»

«Larreta cuidate, las enfermeras paramos si no hay respuesta»

La enfermería, una vez más, marchó por las calles del centro porteño para reclamar a Larreta el reconocimiento como trabajadores de la salud. Por el momento, enfermeras y enfermeros porteños figuran en el escalafón de administración.

Una vez más, las avenidas Corrientes y Callao se llenan de ambos, guardapolvos y uniformes de todos los colores. Miles de enfermeros colman las calles con carteles que dicen “somos esenciales y también profesionales”, “no queremos más ajustes, no queremos exclusión”, “justicia: escucha a la enfermería, no al poder”, “somos enfermeros, no administrativos”. Va cayendo la noche y comienzan a prenderse las primeras antorchas. El olor a alcohol, desinfectante y quemado se mezcla con el aroma de mates y sandwiches, la merienda de aquellos enfermeros que acaban de terminar su jornada laboral. 

“¡Vamos compañeros, enfermería unida para que nos escuche Larreta!” se escuchó el grito desde el camión que lideraba la marcha. Convocados por ALE (Asociación de Licenciados de Enfermería), SITRE (Sindicato de Trabajadores de Enfermería) y ATE (Asociación Trabajadores del Estado) los enfermeros empiezan su recorrido hacia el Poder Judicial de la Ciudad de Buenos Aires para reclamar la inclusión en la Ley 3065 que regula a los profesionales de salud y de la cual están excluidos.

La marcha se ve teñida de un ambiente familiar, los niños y adolescentes se enredan entre los pañuelos que dicen “inclusión YA”. Enfermería es una profesión conformada, en general, por mujeres que son el sostén del hogar, para muchas de ellas la única posibilidad de reclamar implica el acompañamiento de sus hijos. Ganan sueldos miserables, las empujan al pluriempleo y las obligan a sobrevivir como puedan. “Luchamos para conseguir  nuestro reconocimiento, nuestro salario y la posibilidad de tener una vida digna, tiempo de descanso, con vacaciones, poder disfrutar de la vida. No merecemos solo trabajar en buenas condiciones, también merecemos tener descanso y posibilidades de recreación, de seguir un proyecto personal y familiar”, destacó la representante de ATE. 

 

Mientras las luces de los emblemáticos edificios de calle Corrientes alumbran a la movilización, cientos de personas interrumpen sus cenas y cafés para acompañar el reclamo con aplausos, silbidos y grabar el momento.  “Quiero hablar a la sociedad, a los vecinos que están acá, que salieron al frente. Primero disculparnos por estar acá, haciendo este llamado, pero la verdad que necesitamos también de su apoyo. Nosotros, los hospitales públicos, somos los que los atienden a ustedes”, dice Pilar Zapata la licenciada en enfermería con un tono que se mezcla entra la culpa y la necesidad. Durante mucho tiempo, ante la posibilidad de que enfermería realice un paro se los amenazó con denunciarlos por abandono de persona. Para ellos salir a la calle, denunciar y protestar conlleva romper con el cargo de conciencia que se les ha inculcado por años.

El ritmo de la marcha es marcado por el sonido de bombos, tambores, silbatos y el canto de “cuidate Larreta de las enfermeras que paramos si no hay respuesta”. Al pasar la extensa columna de empleados de salud, se escuchó “ahí estuvo papá ¿no?” mientras un niño señala la bandera del hospital Ramos Mejía. Era imposible ignorar el reclamo, todos en algún momento habían sido atendidos en un hospital público.

“La perdí a Nora”, se comentan entre enfermeras del Hospital Gutiérrez. “Se fue, entraba a las doce en el Güemes”, le recordó otra colega.

El sueldo de enfermería se encuentra por debajo de la canasta básica. La mayoría de los trabajadores de salud deben recurrir a otros empleos u horas extras para llegar a fin de mes. La inclusión en la Lley 3065 no solamente significaría el reconocimiento a su profesión sino también un cambio significativo, importante y necesario en los ingresos mensuales. 

“Hoy en promedio una enfermera o un enfermero está ganando 140.000 pesos. La inclusión representaría cobrar prácticamente el doble de lo que estamos cobrando en este momento” comentó a ANCCOM, Cristian Acosta, miembro de SITRE y licenciado en enfermería.

Tener enfermeros sobreexplotados, que denuncian que no poseen los elementos necesarios y que ven sus ingresos sobrepasados por la inflación representa una disminución en la atención de calidad. “Es imposible trabajar con cinco horas de sueño y que encima te recorten el sueldo” comentó Juana, trabajadora del CESAC 17.

Llegando hacía la sede del Poder Judicial de Buenos Aires, sobre la calle Hipólito Yrigoyen se alzan los pedidos de justicia y nuevamente comienzan los cantos de “enfermería unida y al que no le gusta se jode, se jode”, acompañados por el movimiento de carteles y banderas.

“La población está en riesgo porque las enfermeras, porque los trabajadores de la salud estamos en riesgo. ¡Somos esenciales!” expresó en el escenario la representante de ATE mientras las antorchas que en un principio dieron fuerza al reclamo se iban apagando. Las carpas se iban abriendo y aparecían los primeros puestos de café y té que acompañarían la larga noche de vigilia. La movilización terminó, pero la lucha continúa.

Lápices que resisten la voracidad inmobiliaria

Lápices que resisten la voracidad inmobiliaria

La arquitecta Natalia Kerbabián dibuja casonas y edificios en demolición para concientizar sobre el riesgo de la pérdida del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Buenos Aires.

 

Viejos chalets de pisos de madera, zaguán y tejas, luego de ser demolidos, sobreviven en la pluma de la arquitecta y diseñadora Natalia Kerbabián, creadora de la cuenta de Instagram Ilustro para no olvidar. Desde 2022 empezó sus ganas de contar (o de gritar) en acuarelas y lápices aquella Buenos Aires que está desapareciendo producto de la modificación del Código Urbano sancionado en 2018 y que dió luz verde a la construcción indiscriminada de torres en la ciudad.

 

¿Cómo nació la idea?

Las casonas de Olazabal y Vidal fueron el puntapié inicial. Fue la gota que rebalsó el vaso, y que condensó todo para impulsar lo que venía ideando, porque fueron varias instancias en las que vi tapiar arquitecturas irremplazables. Pero cuando estaba por demolerse esa esquina decidí ese mismo día empezar a ilustrar todas las demoliciones de patrimonio y las que estuvieron en riesgo también.

 

¿Qué reacciones te generó?

En realidad lo que me pasó es todo lo que tiene que ver con las emociones, porque razonable no era nada. Me impactaba esta sensación de lo absurdo, de lo incomprensible de demoler algo que estaba en buen estado y que definía la fisonomía de nuestra ciudad, la identidad, la cultura. Primero fue una confusión enorme entre bronca, angustia, enojo e incomprensión, y después empezar a averiguar y ver que había un montón de movimientos: blanqueo de dinero, cambio en el Código de Planeamiento y Edificación, y a continuación la firma de las autoridades del Consejo de Asuntos Patrimoniales (CAPS) desestimando arquitecturas que habían sido protegidas hasta el momento.

 

¿Hay personas que colaboran con el proyecto?

La colaboración es en red ciudadana con datos específicos de arquitecturas que fueron o van a ser demolidas. Por toda la ciudad, la gente me envía datos e incluso a veces empiezo a recibir del conurbano, de Rosario, de La Plata y de otros lugares, pero ya no puedo abordar lo que ocurre fuera de Capital. Lo que hago es invitar a colegas, a dibujantes y a quienes quieran sumarse para hacer una extensión del proyecto porque a mí me desborda. También lo que ya tengo para ilustrar me va a llevar dos años. Por otro lado tengo un apoyo incondicional que son las asociaciones vecinales y Basta de demoler, pero lo que es la ilustración lo estoy abordando yo. Invité a algunos ilustradores que seguramente van a aportar con alguna propiedad que hayamos perdido.

 

También veo publicaciones de otras ciudades, como Mar del Plata, donde hay casonas y chalets en riesgo de demolición. Al final el problema no es solo el patrimonio de la ciudad.

Mar del Plata sufrió una baja grande en los años setenta. Hace mucho tiempo perdió todo lo que era la galería costera, que era muy de estilo francés, una joya, y se construyó La Rambla, pero en esa época hubo una pérdida muy grande por la masificación de edificios. Ahora está sufriendo otra barrida y es uno de los lugares afectados. También estoy avisando pero cuesta que se sume gente de otros lugares, no es tan fácil.

 

¿Cómo ves la evolución o degradación del patrimonio histórico en la ciudad?

Gravísimo. De alto grado. Hay una voracidad en lo que es demoliciones en tiempo y forma nunca antes visto. Las demoliciones se producen de manera muy llamativa y de forma veloz, y ya prontamente se ingresa una construcción. Ha habido demoliciones siempre. Algunas de ellas se trataban de estructuras en muy mal estado pero no es lo que está sucediendo hoy que se talan árboles y se demuelen edificios vivos.

 

¿Cómo observan esta situación en el grupo de arquitectos? ¿Hay indiferencia?

Hay silencio. A ver, algunos colegas se manifiestan pero desde las instituciones hay silencio o, por lo menos, a mi no me llegó ningún tipo de comentario, entonces el silencio es abrumador.

¿Creés que hay una forma de frenar esta fiebre por los desarrollos inmobiliarios?

Hay una forma pero va a llevar tiempo. Tiene que ver con que la ciudadanía se vuelva activa y que empiece a conocer las herramientas de denuncia y de ejercicio de sus derechos para empezar a implementarlas. También las reuniones de ciudadanía en cada comuna, en las organizaciones vecinales con el comunero, para que se puedan presentar en la Legislatura proyectos de ley como los que se están haciendo. Cada vez más son más. Entonces, una ciudadanía activa y consciente que retoma o que reconecta con la estima de su ciudad es para mí el movimiento que viene, el futuro. Si vos sos consciente de quién sos y lo que te corresponde y te identifica, probablemente no estés esperando al gobierno de turno para que te represente o aceptes que haga y deshaga como se les ocurra. En la página de «Basta de demoler» hay una solapa que indica cómo denunciar o qué se puede hacer. Yo las compartí en la página de Ilustro y con la autora de la cuenta de Instagram «Buenos Aires Perdida« . Nosotras hicimos una transmisión en vivo por esa plataforma y ahí explicamos un poco.

 

¿Hay diputados o legisladores que estén enterados de la movida?

Si hay legisladores y diputados que se comunicaron conmigo. Son legisladores del Frente de Todos y tienen intención de declararlo proyecto de interés cultural. Estamos ahí comenzando a intercambiar. También están enterados de lo que está sucediendo hace rato por los grupos vecinales organizados como los de Colegiales por el Parque Ferroviario. Hubo muchos proyectos de ley para darles freno al avasallamiento inmobiliario.

 

Hay muchos de estos edificios que datan de antes de 1941, fecha establecida por la normativa para impedir demoliciones sin la aprobación del Consejo de Asuntos Patrimoniales. Sin embargo, se autoriza de todas formas su destrucción. ¿Con qué criterios evalúa ese Consejo?

Los criterios no están claros. Porque una misma arquitectura que puede tener una gemela o una muy parecida se puede desestimar y la otra está protegida. Hay un hermetismo en las instituciones que determina cuáles son los criterios de protección, eso confunde mucho también. Es todo incierto, nunca sabes qué le van a dar, pero últimamente están desestimando muchísimo más que antes, no es que siempre fue así.

 

¿Quién lo integra?

En la página del Gobierno de la Ciudad, en la sección Consejo de Asuntos Patrimoniales ves toda la tablita con la gente que está adentro y todas las instituciones. No incorpora antropólogos, ni filósofos, ni tampoco historiadores.

 

¿Estos tres que mencionaste son necesarios?

Sería interesante que un antropólogo, antropóloga o una filósofa, un historiador  puedan tener voz y voto en cuestiones de patrimonio intangible.

Por la calidad y cantidad de dibujos daría la sensación de que se viene un libro.

Se vienen dos libros. Uno es compartido con una persona que lo respeto un montón y que pronto lo diré, y el otro es propiamente de “Ilustro…” con memorias ciudadanas y relatos específicos de las historias de las casas o los barrios que sufren demoliciones.

 

¿Cuál es tu objetivo a largo plazo con estas obras?

No sé si con mis obras, porque pueden ser como diferentes formas de tomar conciencia en diferentes áreas de documentación, de archivo, de memoria registrada; pero el propósito en realidad es reconectar con la memoria emotiva de la ciudadanía, que empiece a entender que sí hay mucho valor en nuestra ciudad, que sí somos una ciudad diferente y única, que sí somos una ciudad peculiar, de una reunión cultural mixta muy interesante y única, que sí es original y no una copia y que pensemos a hacer dueños y responsables y gozar de los derechos de esta ciudad y apelar a la buena calidad de vida. El propósito es despertar conciencia ciudadana respecto de nuestro patrimonio.

El dengue ataca de nuevo

El dengue ataca de nuevo

La epidemia transmitida por el mosquito de patas blancas está instalada en las zonas sur y oeste de la Ciudad de Buenos Aires y los vecinos reclaman falta de prevención y atención por parte del gobierno porteño.

Nuevamente, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires atraviesa un brote epidemiológico debido a la enfermedad del dengue -transmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti- después del último que tuvo lugar en el 2020. En las últimas semanas se registró un gran aumento de casos y, según el Boletín Epidemiológico Semanal publicado por el Gobierno de la Ciudad, el escenario es de alto riesgo. Tanto la comuna 9 como la 10, compuestas por los barrios de Mataderos, Parque Avellaneda, Liniers y Monte Castro, entre otros, son las más afectadas por la situación.

Las personas que llegan a las guardias de los hospitales y a los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CeSAC) con síntomas, y que residen en alguno de los barrios con mayor circulación, se las diagnostica sin la necesidad de realizar prueba alguna, por la gran cantidad de casos. Según los datos presentados en el Boletín mencionado, es evidente la circulación comunitaria tanto de dengue como de chikungunya, siendo DEN-2 Y DEN-1 los serotipos con mayor presencia.

El barrio de Mataderos es hoy el principal foco de contagio lo que se debe, en parte, a los grandes espacios verdes que se encuentran allí. Grisel El Jaber es residente de la zona, atravesó en dos ocasiones esta enfermedad y, en diálogo con ANCCOM, comentó: “Estuve con dengue en el mes de diciembre, fue la segunda vez y no había ningún reporte de casos y tampoco ningún sistema de prevención”. Sobre las medidas tomadas por las autoridades, agregó que “en los primeros llamados que se hicieron al Gobierno de la Ciudad por pedidos de fumigación, se solicitaban un montón de datos adicionales para verificar la veracidad de los casos, es decir, no se les creía a los vecinos y, evidentemente, la fumigación no estaba contemplada para nada”.

Según la información difundida por el Ministerio de Salud de la Nación, el contagio del dengue ocurre cuando el mosquito se alimenta de la sangre de una persona infectada, adquiriendo así el virus, y al pasar entre ocho y doce días ya es posible la transmisión a una persona sana a través de una picadura. Los principales síntomas son fiebre, dolor muscular, dolor de cabeza, cansancio intenso, náuseas y vómitos. En general, las personas que padecen la enfermedad por primera vez no corren riesgo, pero, al adquirirla por segunda vez, es posible atravesar una situación de mayor gravedad. Este fue el caso de El Jaber, quien afirmó: “Se siente un dolor muy grande en los huesos, como si te los rompieran, y mucho dolor articular; también en la piel tuve erupciones. Realmente es una enfermedad que moviliza bastante”. 

Por otro lado, las campañas de prevención resultan de gran importancia para evitar nuevos brotes; sin embargo, en algunos lugares de la Ciudad la concientización es más difícil de alcanzar. Esto ocurre en la mayoría de los barrios populares por lo que se convierten en zonas de mucho riesgo para sus habitantes. Griselda Galarza es vicedirectora de la Escuela de Enseñanza Media N°3, ubicada en el barrio denominado Bajo Flores, y sostuvo al respecto que, en las últimas semanas, por la falta de urbanización y la poca regulación que hay sobre las construcciones llevadas a cabo, es muy común encontrar espacios con mucha humedad y agua acumulada, lo que contribuye a la proliferación del dengue. “No hay un plan de salud. Los CeSAC están absolutamente colapsados siempre, pero en el caso del dengue, los pacientes se tienen que derivar a hospitales porque los tratamientos se dan ahí”, agregó Galarza respecto a la falta de acciones oportunas y a la materialización de políticas sanitarias de parte de las autoridades porteñas. Finalmente, concluyó: “La contención real a todas las situaciones, tanto a nivel epidemiológico o a nivel de violencia y vulneración de derechos, se terminan resolviendo por la enorme capacidad de solidaridad que tejen las organizaciones sociales”.

Mientras tanto, el Jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, se refirió a la problemática a través de su cuenta de Twitter y expresó: “Al día de hoy tenemos registrados 3.436 casos de dengue de los cuales solo 8 presentaron cuadros de gravedad”. Por otro lado, también hizo énfasis en la toma de conciencia de parte de los vecinos y afirmó que está haciendo todo lo que está a su alcance para frenar el avance del dengue. ¿Será así?

Los legisladores de Rodríguez Larreta se opusieron a la creación de un parque público en la Costanera

Los legisladores de Rodríguez Larreta se opusieron a la creación de un parque público en la Costanera

El bloque del PRO votó en contra de la propuesta impulsada por una iniciativa popular que reunió 53.000 firmas. Quedó firme el proyecto para construir un emprendimiento inmobiliario de torres de lujo. Los vecinos esperan el recurso de la Justicia.

Biclicletada contra el proyecto privatizador a fines de 2020. 

En un día histórico para la democracia participativa, donde por primera vez una iniciativa popular llegó al recinto de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el oficialismo porteño le puso freno a la propuesta firmada por 53.709 vecinos, e impulsada por organizaciones vecinales, sociales, ambientales y políticas, que brega por la creación de un parque público en los terrenos de Costa Salguero y Punta Carrasco.

Poco después de las diez de la mañana, diversos vecinos se acercaron a la puerta de la Legislatura porteña con las consignas “El río no se vende”, “Parque sí, torres no”, con el pedido unánime de más espacios verdes; y que se deje de lado la especulación inmobiliaria para el beneficio de unos pocos, contra de las necesidad básicas de muchos, como es el acceso a la vivienda y la mitigación del cambio climático. No solo llegaban con consignas, también traían reposeras, sombrillas y elementos de playa, con una alfombra verde puesta en el piso para recrear un espacio verde, de los tantos que faltan en la ciudad. Intentando que ningún funcionario del Gobierno distraído lo pierda de vista, lo venda y convierta en una torre.

“Hace rato que no estaba acá, pero hoy hay que estar. Esa es la verdad. Para que dejen de sacarle el futuro a nuestros hijos, y en el caso mío, a mis nietos”, señalaba Jorge Amílcar Miranda de 80 años, vecino de la Comuna 3, a la vez que enfatizó en la necesidad de mantener los espacios verdes y vincular la ciudad al río.

Se trató de la audiencia pública más larga de la historia de la ciudad: 7000 participantes discutieron durante dos meses el proyecto del Gobierno de Juntos por el Cambio para privatizar los terrenos costeros y habilitar la construcción de torres de lujo, y a pesar de que fue rechazada por más del 97% de los concurrentes, el oficialismo siguió adelante con su propropuest, haciendo oídos sordos a lo que gran parte de los vecinos reclamaba.

El oficialismo porteño tampoco dio respuestas a las problemáticas que los vecinos señalan en contrapartida con el proyecto inmobiliario: el problema habitacional que sufren los vecinos de la ciudad de Buenos Aires, con un 30% de inquilinos, con alquileres cada vez más costosos y con 400 mil personas que viven en condiciones de hacinamiento en barrios humildes.

Tampoco muestra ningún tipo de iniciativa para la protección de los humedales, en donde se encuentran los terrenos en disputa, y que son pieza clave para proteger el medio ambiente y ayudar a que el cambio climático deje de acrecentarse.

Desde el movimiento La Ciudad Somos Quienes la Habitamos, integrado por más de 130 organizaciones, presentaron la propuesta para crear un parque público, con áreas para recreación, actividad física, agroecología, preservando el área del humedal costero. Esta propuesta contó con el aval de más de 53 mil firmas. “Todos los vecinos que se acercaban nos decían estar de acuerdo, aunque políticamente no coincidían tanto con el resto de las ideas”, comentó en diálogo con ANCCOM Magalí Vela, referente del Frente Ambientalista El Hormiguero, que fue una de las tantas activistas que salió a la calle a buscar la firma de los vecinos. A su vez señaló: “La ciudadanía quiere un parque público, necesitamos más espacios verdes. Vienen olas de calor, cada vez el cambio climático es peor en la ciudad y en el mundo y el Gobierno porteño está planificando en contra de lo que está sucediendo”.

Mientras tanto en el recinto, en una sesión que contó con la presencia de las organizaciones y movimientos que impulsaron la iniciativa popular, 35 legisladores pertenecientes al oficialismo (Vamos Juntos) y a sus aliados de turno, como el espacio de Martín Lousteau (UCR-Evolución), Javier Milei (La Libertad Avanza) y Roy Cortina (Partido Socialista), votaron en contra de darle tratamiento parlamentario a la primera iniciativa popular que los ciudadanos de la ciudad lograron presentar en la Legislatura. Por lo cual el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta tiene luz verde para seguir con su proyecto de extractivismo urbano.

A pesar de este resultado negativo, desde el movimiento La Ciudad Somos Quienes La Habitamos, se mostraron optimistas y orgullosos por lo logrado, dando una discusión integral sobre la ciudad, declarando que esta lucha no terminó. Quedando a la espera de que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) se expida sobre la Ley de Ventas, declarada inconstitucional por la justicia porteña.

«Se está palermizando todo»

«Se está palermizando todo»

Nuevos edificios de departamentos y oficinas, espacios verdes, restaurantes, cervecerías, boliches y petshops, conviven con las pocas casas coloniales que quedan en el sector conocido como DoHo de Villa Urquiza, donde la transformación, como en toda la ciudad de Buenos Aires, no para.

“Tenemos una polémica con la transformación del barrio: nos encanta que tenga un revival y que de repente vuelva a verse gente joven, pero hay una parte de nuestra identidad que se está perdiendo, se está ‘palermizando’ todo”, afirma Luciana Saraceno (23), integrante de la agrupación Manuela Pedraza en la Comuna 12, respecto al crecimiento del sector denominado “DoHo” de Villa Urquiza. 

Desde la avenida Congreso hasta la calle Carbajal, las 13 manzanas entre Donado y Holmberg conforman esta zona y le dan su nombre publicitario, DoHo. La mayor actividad comercial ocurre a partir de Donado y La Pampa hasta la avenida Álvarez Thomas. Allí se encuentran decenas de locales gastronómicos que visitan miles de personas por día. A la derecha, una gran vereda verde con restaurantes y modernos edificios, de colores y, de noche, muy iluminados, y a la izquierda, enfrente, unas cuantas casas viejas, de estructura colonial, características de Villa Urquiza. El contraste entre lo nuevo y lo viejo causa la sensación de estar en dos barrios diferentes a la vez. 

“Cuando vine había solo una confitería, Pindal, en Monroe y Triunvirato, que todavía existe –recuerda Patricia Alberola (65), que vive en el barrio hace más de 50 años–. También había una whiskería en Olazábal y Triunvirato. Yo venía de Belgrano, vivía en la calle Ciudad de la Paz, y dije ‘de la ciudad me vine al campo’. Aún no habían construido en la cuadra, esto no era así (señalando los nuevos edificios sobre Donado y Echeverría), todo este sector era residencial, de casas bajas, muy bonitas, y terrenos amplios. Era una zona donde se cultivaba. Mi abuelo me contaba que antes las casas eran quintas y las calles no estaban asfaltadas, eran de tierra”.

El barrio de Villa Urquiza nació el 2 de octubre de 1887, inicialmente llamado Villa Catalinas, pero en 1901, por una ordenanza de la Municipalidad, adoptó el nombre con el que lo conocemos hoy en homenaje al centenario del nacimiento del general Justo José de Urquiza. Está delimitado por las avenidas De los Constituyentes, La Pampa, Rómulo Naón y Crisólogo Larralde. Dentro del barrio, en los últimos años se ha popularizado el llamado DoHo o “corredor gastronómico”, como le dice otro vecino, Horacio Baruja, quien ironiza: “No se encareció mucho, sino muchísimo”. Y comenta: “De por sí Villa Urquiza ya era uno de los barrios más caros en cuanto a propiedades, alquileres y costo de vida. Hoy estaba hablando con un amigo de Almagro. Allá un kilo de cebolla cuesta 390 pesos y acá está en 450”.

Carmen Troiano, que vive y trabaja en la zona, también considera que se ha encarecido mucho y particularmente el sector del DoHo, que concentra una mayor cantidad de negocios y esto hace que los precios de verdulerías, carnicerías y alimentos en general sea superior en comparación a los que pueden encontrarse diez cuadras más lejos.

Brian Sánchez, dueño de la inmobiliaria Le Brique Propiedades, explica que hay barrios caros y baratos y que esto se define por la accesibilidad del transporte, al subte, disponibilidad de comercios en la zona, tranquilidad y seguridad, espacios verdes. Sin embargo, remarca que el aspecto principal que modifica el valor de un inmueble es la oferta y demanda.

Mauro Sbarbati, miembro de la organización Basta de Demoler, afirma que este desarrollo urbanístico, con acceso a variedad de comercios, se encuadra en la idea de ciudad que nació a raíz de la pandemia. “La ciudad de 15 minutos”, un concepto propuesto por el director de la cátedra de Territorio e Innovación de la Universidad de la Sorbona, Carlos Moreno. Significa que hay un nuevo modelo de ciudad, donde las personas no deben trasladarse más de 15 minutos para conseguir un servicio o cubrir una necesidad: un mismo lugar se pueda vivir, trabajar, abastecerse, recrearse, educarse, tener salud y descansar.

Sobre la calle Holmberg, se observa un tráfico continuo de peatones, ciclistas, gente consumiendo en bares y cafeterías, paseando en autos o simplemente descansando en una silla de concreto en la vereda. Las edificaciones en proceso de construcción incluyen departamentos para vivir –con exclusivas amenities–, oficinas y locales comerciales. También se ve mucha actividad recreativa en espacios que, en el pasado, según cuentan los vecinos, parecían baldíos. Por ejemplo, la Plaza Zapiola, que ha sido renovada, donde disfrutan familias con hijos, parejas con mascotas, grupos de amigos y adultos mayores.

Al transitar por allí, persiste el contraste entre los colores de los comercios y el tono gastado de las fachadas de las casas tradicionales, y a su vez el gris o blanco de los nuevos edificios de estilo minimalista. Cervecerías, restaurantes de comida extranjera, cafés, tiendas de tatuajes, petshops, y entre medio de ellos una ferretería de barrio que se niega a desaparecer. Quedan unas pocas calles empedradas con sus casonas ornamentadas frente al avance de los nuevos edificios. Varias hoy se encuentran en proceso de demolición. 

Pero no es la primera transformación que experimenta el barrio. La más importante la vivió en la última dictadura, cuando el actual DoHo estuvo a punto de convertirse en la Autopista 3. El Plan de Autopistas preveía la construcción de un corredor rápido aéreo que unificara los conurbanos norte y sur: nueve autopistas atravesarían la ciudad. No obstante, solamente dos fueron terminadas: la 25 de Mayo y la Perito Moreno. La fallida Autopista 3 debía ir desde la General Paz, en el barrio de Saavedra, hasta Puente Alsina, en Nueva Pompeya, pasando por Belgrano, Villa Urquiza, Villa Ortúzar, Colegiales, Coghlan, Chacarita, Palermo, Almagro, Villa Crespo, Balvanera y Parque Patricios.

El brigadier Osvaldo Cacciatore, intendente de facto por entonces, inició un proceso de expropiación y demolición de viviendas que se encontraban el trazado de la Autopista 3. Pero el proyecto duró poco debido a los desbordantes costos de ejecución. En ese período se llegaron a demoler todas las viviendas de la zona norte, sin embargo, en Villa Urquiza, Villa Ortúzar, Colegiales y Palermo solo se avanzó en la expropiación, cuyo saldo fue un conjunto de inmuebles desocupados y abandonados, que con el tiempo fueron ocupados ilegalmente.

En 2007, con Mauricio Macri como jefe de Gobierno de la ciudad, se intensificó la política de desalojos y en 2009 la Legislatura porteña sancionó la Ley N° 3.396 que dispuso la creación del nuevo barrio Parque Donado-Holmberg. Hoy, al recorrer sus calles, son omnipresentes los letreros de “Se vende” o “Se alquila”, en diferentes construcciones antiguas, algunas abandonadas con puertas y ventanas bloqueadas con ladrillos.

Para Sbarbati, de Basta de Demoler, “la intervención del DoHo está muy bien, porque lo que se está haciendo es recuperar una zona que estaba abandonada e iba a transformarse en una autopista que atravesaría toda la ciudad”. Sbarbati, arquitecto de profesión, compara el proyecto con el caso de la ciudad de Houston, en Estados Unidos: “En algún momento, Houston fue una ciudad antigua como todas las de América, pero no tenía una regulación urbanística fuerte, y esto posibilitó la construcción de grandes autopistas que hicieron que terminara súper destruida por el autómóvil, contaminada y sin zonas verdes”.

En el DoHo, la “puesta en valor” de los espacios verdes es notoria, al igual que la llegada de nuevos habitantes, la mayoría jóvenes. “Esta plaza era horrible, era todo tierra y la calesita no estaba así. Últimamente está toda verdecita, mejor, más disfrutable”, dice Sandra Acosta, otra vecina, acerca de la Plaza Echeverría. Según Sbarbati, la planificación urbanística de este sector establece que debe dejarse una vereda de 12 metros en el frente y dorso de las nuevas edificaciones, ya que debería ser un corredor de zonas verdes comunes, aunque estos espacios se han convertido en una extensión de los locales comerciales que se encuentran en la planta baja de los edificios. Así y todo, para Sbarbati no está del todo mal, ya que lo considera mejor que una autopista de concreto.

Desde su militancia por la preservación del patrimonio histórico de la ciudad de Buenos Aires, Sbarbati cuestiona la casi nula regulación, lo que conduce a que en muchos casos no se realice un relevamiento adecuado de las zonas que están en la mira del negocio inmobiliario y, en consecuencia, se pierde patrimonio e identidad. “La industria constructora antes que restaurar prefiere demoler inmuebles antiguos sin preservar el valor cultural que esto le aporta a la ciudad”, remarca Sbarbati. 

El aumento en la densidad poblacional, tanto residente como visitante, genera problemáticas que antes no existían, una de ellas es los lugares para estacionar. Los vecinos cuentan que los que existían antes se vendieron y ahora mismo son edificios en proceso de construcción. Actualmente hay solo dos estacionamientos cercanos.

Nelson Rodríguez es venezolano y trabaja en uno de ellos, sobre la calle Acha. Comenta que con la apertura de cervecerías y boliches llegan muchos turistas nacionales y extranjeros. “La zona es muy codiciada. Me dejan papeles ofreciendo comprar el terreno del parqueadero”. Hace más de un año trabaja ahí, y durante ese tiempo ya han comprado varias propiedades de la calle. “Esa casa la compraron, lleva seis meses sola –dice señalando las fachadas–. Esta otra también y van a construir un edificio nuevo. El terreno es inmenso, ocupa casi media cuadra. El que vendió tenía 60 años viviendo ahí”.