La agenda de los derechos humanos, hoy

La agenda de los derechos humanos, hoy

El sábado se realizó VI Encuentro Federal de Derechos Humanos en el Espacio Memoria Ex Esma. Violencia institucional, identidad y lawfare fueron algunos de los 14 temas que se debatieron en las comisiones El cierre estuvo a cargo de Máximo Kirchner.

Se realizó el VI Encuentro de la Red Federal de Derechos Humanos, el sábado 29 de octubre en el Espacio Memoria y Derechos Humanos (ExEsma). Allí se congregaron más de mil personas en 14 comisiones para discutir sobre problemáticas como la violencia institucional, la lucha por la identidad, la representación estudiantil, la salud mental, las diversidades, los juicios de lesa humanidad, la situación de las personas migrantes, la de los pueblos originarios; comunidades afroargentinas y afrodescendientes; la comunicación, el trabajo y los derechos humanos; los espacios de memoria,  discapacidad, lawfare y discursos de odio. 

En el edificio Cuatro Columnas, reconocido por el protagonismo que toma en fotografías a lo largo de la historia y que señala a este espacio como un lugar donde se violaron derechos humanos, se llevó adelante el plan de desaparición y tortura de al menos cinco mil personas y el robo de alrededor de quince bebés que fueron despojados de sus familias. Allí, trabajó la Comisión sobre Violencia Institucional que, desde temprano, congregó a familiares de chicos, chicas y personas trans violentados por las fuerzas policiales. Son familias marcadas por el gatillo fácil. 

El panel estaba compuesto por Victoria Pincheira, madre de Melody Barrera, una chica trans asesinada en Guaymallén, localidad de la provincia de Mendoza, en agosto del 2020; Marito Vargas, sociólogo, militante y activista por los derechos LGBTQI+; Mariana Galvani, comunicóloga que estudia la problemática de la policía; y Mariano Przybyliski, director Nacional de Políticas Contra la Violencia Institucional, quien coordinó la comisión.

Los familiares presentes fueron protagonistas de la jornada. Allí pudieron contar qué sucedió con sus hijos e hijas, víctimas del gatillo fácil, y sus relatos estuvieron marcados por el dolor. La primera en tomar el micrófono fue Victoria Pincheira que, en medio de su desconsuelo, narró las consecuencias de haber perdido a su hija en manos del policía Darío Jesús Chaves Rubio. 

Muchas de sus palabras interpelaron a los presentes, quienes la escucharon en silencio con lágrimas y un nudo en la garganta. “Tengo el corazón explotado. No hay institución que te enseñe a vivir con la muerte de un hijo”, expresó. Luego de contar que este caso es el primer travesticidio en Mendoza por el cual el asesino fue condenado por cinco causas, lo que llevó a que tenga que cumplir cadena perpetua. “Me lo mató un hijo de puta que odiaba a los homosexuales”. 

La mañana transcurría y el micrófono pasaba de mano en mano. Todos y todas pasaron por situaciones similares. A lo largo y ancho del país la violencia institucional ha dejado una marca en estas familias que luchan día a día para conseguir justicia por sus hijos y por los hijos de otras personas que no se animan a denunciar por las amenazas que reciben periódicamente. 

En diálogo con ANCCOM, la diputada nacional de la provincia de Buenos Aires e integrante del Frente de Todos, María Rosa Martínez, dijo que “escuchar a las familias es muy desgarrador, pero sobre todo da mucha energía porque sabemos lo que han padecido, lo que luchan y lo que se organizan para que se haga justicia. Fue muy fuerte. Conozco a algunas, pero es muy importante que estén participando en este encuentro nacional y trayendo la realidad de cada provincia para dar a conocer cómo la violencia institucional se reparte en todo el país. Es una gran deuda que tenemos de la democracia, la continuidad de la violencia, la imposibilidad de poner las cosas en claro”. 

En sintonía, en la Casa por la Identidad que pertenece a Abuelas de Plaza de Mayo, se desarrollaron la mesa de Participación Estudiantil, Espacios de Memoria y la de Identidad. 

En esta última, marcada por la emotividad, la decisión fue que las personas que se encontraban allí pudieran participar en grupos para luego subir al escenario del Auditorio Licha Zubaznabar de De la Cuadra, para contar cuáles fueron las conclusiones a las que llegaron. 

En relación con la identidad, en esta comisión participaron no solo hijos e hijas de desaparecidos de la última dictadura militar, sino también personas que fueron apropiadas al nacer en democracia, como también padres de niños y niñas que fueron robados luego del nacimiento. Se trató la diferencia entre adopción y apropiación, sobre los pactos de silencio y las verdades. Dentro de las conclusiones, un grupo habló sobre la diversidad de situaciones que los atraviesa. A partir de este taller, se propuso pensar a la búsqueda como algo colectivo que comenzó con las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, y que hoy replican las personas que, por un lado, buscan su identidad, y, por otro lado, ayudan a estas personas a reconstruir la historia sobre su origen biológico, más allá de no haber sido perjudicados directamente de este tipo de violación de derechos. 

Esta mesa en particular, como tenía modalidad de taller, al finalizar las intervenciones en el escenario, realizó dos ejercicios más. El primero de ellos, invitó a las personas participantes a ubicarse en ronda y a dar un paso adelante para decir en voz alta qué dejan allí y qué se llevan. Entre las respuestas, en una ambivalencia entre la tristeza y la felicidad, destacaron que dejaban lo individual y se llevaban lo colectivo, o que dejaban el dolor y se llevaban amor. 

En el segundo ejercicio, coordinado por María Gracia Iglesias, coordinadora del Programa Nacional de Identidad Biológica de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (CONAD), animó a las personas participantes a unir brazos para luego realizar un abrazo caracol en la que cada uno de los integrantes llegaba al el centro y nadie quedaba alejado. El ejercicio funcionó como metáfora visible de que lo colectivo es más fuerte que lo individual. 

María Gracia Iglesias explicó: “Estamos de fiesta porque pudimos escucharnos entre todos. Hablamos de la identidad en general e incluimos en la temática lo que es la problemática del tráfico de menores, que visibilizó la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo. Nos vamos con un montón de herramientas nuevas y de ideas nuevas para tratar de resolver este problema, pero sobre todo comprendiendo que la grupalidad es lo único que va a visibilizar y hacer grandes transformaciones para que no se repita la apropiación de menores en la Argentina”. 

Mientras tanto, en el mismo edificio, en la Comisión de Participación Estudiantil, jóvenes universitarios y secundarios de diferentes puntos del país llevaron las problemáticas que atraviesan a diario. El micrófono quedó abierto a las intervenciones para poder escuchar a cada uno y cada una. Entre las demandas mencionadas estuvieron el acceso a la educación, la deserción escolar, el debate sobre el contenido de las materias, el acceso a la educación sexual integral, los discursos de odio y el ataque constante que sufre la militancia estudiantil cuando reclaman a gobiernos, como sucede en el caso de Ciudad de Buenos Aires y Córdoba. 

Aquí las risas y el nerviosismo de ser la primera vez que participaban en un panel de debate se llevaron el protagonismo, como también los aplausos de quienes escuchaban, pues todos y todas estaban allí por lo mismo: visibilizar a los y las jóvenes como interventores de la sociedad en pasado, el presente y el futuro.

Lucía Pilar Figueroa Sánchez, que participa del programa Pasá la Posta, conversó con ANCCOM y destacó la participación estudiantil: “La verdad superó nuestras expectativas porque pensamos que íbamos a ser pocos, pero eso habla del compromiso por parte de las organizaciones estudiantiles y territoriales para tomarse estas instancias de encuentro e intercambio federal”. Y añadió que “se trabajó en cómo construir herramientas organizativas vinculadas a los derechos humanos para que se genere mejores garantías de derechos de los propios estudiantes, en un contexto donde la criminalización del claustro estudiantil se viene viendo, sobre todo en CABA y en un montón de lugares del país”.

El objetivo de las comisiones, en general, fue dar a conocer las problemáticas que atraviesan los diferentes campos de la sociedad, en particular la salud, la cultura, la política y la educación y plasmar estas demandas en una futura línea de trabajo de cara a las elecciones del 2023. 

Una vez finalizadas las comisiones, en la puerta de la Casa Nuestros Hijos, la Vida y la Esperanza (Madres – Línea Fundadora) esperaban para dar inicio al panel de Lawfare y Discursos de Odio, el diputado nacional Hugo Yasky; el ex vicepresidente de la Nación, Amado Boudou; el integrante de la Secretaría de Justicia, Agustín Mena; el ex miembro de la Corte Suprema de la Justicia de la Nación y abogado penalista, Eugenio Zaffaroni; y la abogada, Graciana Peñafort. La primera oradora fue Peñafort quien hizo hincapié en el lawfare y los discursos de odio, temática que rodeó cada una de las comisiones del Encuentro: “El lawfare goza de buena salud. Está sano e intacto porque sus miembros no han sido tocados, lo que significa que el estado de derecho está en peligro. No hay lawfare sin los medios de comunicación porque son ellos los que instalan el sentido de la culpabilidad. En nuestro país, nadie es culpable hasta una sentencia firme. El lawfare tergiversa el concepto y define como culpable a gente que ni siquiera ha sido juzgada”.

Es a través de los medios de comunicación que se da la “proliferación de discursos de odio. Los necesita para instalar la culpabilidad incluso antes de que esta sea dictada”, sentenció. Y ejemplificó que estos ataques son constantes contra los sindicatos y ciertas figuras políticas, en particular, contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. 

El siguiente orador fue Hugo Yasky que, en sintonía con la abogada, resaltó que “en nuestro país hay una justicia alineada detrás de los intereses de la clase dominante. Antes de hablar de lawfare, el peronismo fue proscripto y fue validado por jueces. El aparato de justicia construyó una legalidad y una democracia donde el principal movimiento popular y su líder estaban proscritos. Esa violencia de la clase dominante contra el movimiento popular es una constante en nuestra historia”. Y sentenció: “El juicio a la compañera Cristina Fernández de Kirchner es el intento de proscribir, el intento de desarticular al movimiento popular y de convalidar ese remedio cínico de democracia para establecer el juego democrático con los límites que les imponen los sectores dominantes”. 

Amado Boudou, quien fue uno de los blancos para el ataque constante del lawfare, indicó que “han encontrado otros medios para continuar con la opresión y llevar adelante la cancelación de dirigentes políticos, sindicales y de las organizaciones del pueblo. Ese mecanismo tiene nombre en inglés, es el lawfare. Tenemos que dejar de lado cualquier eufemismo e interpretar que hay ejecutores del lawfare, que son el sistema judicial y el sistema mediático, pero también quienes impulsan estas políticas porque se benefician con ellas”. 

El integrante de la Secretaría de Justicia, Agustín Mena, completó lo dicho por Boudou: “Como no bastaba con la estigmatización y la persecución para pretender quitar de la conducción de nuestro país a Cristina Fernández, intentaron eliminarla físicamente. No nos tienen que quedar cortas las palabras cuando decimos que tenemos que luchar y resistir esta embestida porque lo que buscan es que, si no te pueden perseguir y neutralizar, como hicieron con Cristina, buscan directamente la eliminación para que no puedan volver a nuestra región modelos económicos y políticos como teníamos en nuestros espacios en Latinoamérica”.

Raúl Zaffaroni cerró el panel con conceptos, e historizó sobre el sistema judicial, sin dejar de perder el hilo del debate: “El Plan Cóndor judicial, llamado lawfare, es una campaña de derecho en el sentido punitivo. En realidad, es una asociación ilícita entre algunos jueces, algunos ministerios públicos, políticos, medios de comunicación y formadores de opinión. Es una parte de una guerra colonial. La persecución política a líderes populares tiene dos puntas: persigo al enemigo, pero garantizo, al mismo tiempo, la impunidad del enemigo. Esto legitima muchísimas cosas, no solo en contra de líderes políticos”.

La jornada contó con un cierre multitudinario en el que se reunieron todas las personas que durante todo el día se reunieron en la ex Esma a discutir estrategias para defender los derechos vulnerados. Allí participaron Mayra Mendoza, intendenta de Quilmes; Lita Boitano, presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas; Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora; Horacio Pietragalla Conti, Secretario de Derechos Humanos de la Nación; y Máximo Kirchner, presidente del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires.

Lita Boitano y Tati Almeida agradecieron la presencia y participación de más de mil personas en este VI Encuentro, recordaron a Néstor Kirchner y enfatizaron en el pase generacional de la lucha. Sin embargo, Taty aclaró que “las ‘locas’ seguimos de pie”. Añadió que “hay que tener memoria, esa que tanto tratan de hacer desaparecer. La memoria es una pata de nuestra lucha. Justicia legal, jamás justicia por mano propia. Nosotras no sembramos odio, sembramos amor. Y el amor va a triunfar porque no nos han vencido”. 

Por su parte Mayra Mendoza remarcó que las Madres y Abuelas “son nuestro faro para nuestra vida, militancia y accionar diario. Le debemos a esa historia de lucha que tanto tienen para contar, y nosotros y nosotras en nuestro trabajo diario, en la responsabilidad o del lugar que nos toque tenemos que seguir reivindicando la causa por la que hoy no están físicamente -pero sí su fuerza en los compañeros y en los corazones- los 30.000 compañeros desaparecidos”. 

En la misma línea, Horacio Pietragalla sostuvo que “Los 30.000 fueron los primeros que sufrieron las primeras estigmatizaciones, y después las Madres y Abuelas. Siempre recuerdo, que nos contaba Taty, que había gente que se acercaba, mientras hacían la ronda, y las insultaba. Ellas eran madres con un amor terrible, que se movieron por esa fuerza, que sólo puede una madre y que nos enseñan día a día que la única lucha que se pierde es la que se abandona”. 

El último en hablar fue Máximo Kirchner, que luego de ser crítico al contexto actual, y describir la situación económica argentina heredada del gobierno de Mauricio Macri, denunciar la persecución hacía trabajadores y sindicalistas, culminó su intervención en torno a los discursos que suelen escucharse en boca de figuras políticas de la oposición que tienden a ser más radicalizados. El presidente del PJ bonaerense expresó: “Esta derecha violenta, que estigmatiza todo aquello que puede, que siente que no le es dócil, que siente que no le obedece, se muestra siempre dispuesta a ir corriendo los márgenes de los acuerdos democráticos en los que los argentinos y argentinas hemos decidido vivir y hemos construido a partir del regreso de la democracia allá, por el año 1983”. 

45 años de lucha y búsqueda

45 años de lucha y búsqueda

Las Abuelas de Plaza de Mayo cerraron sus festejos por el 45º aniversario de la institución en el CCK. Artistas, militantes por los derechos humanos y el presidente de la Nación, entre otros presentes.

El pasado miércoles 26 de octubre se llevó a cabo el acto institucional por el 45 aniversario de Abuelas de Plaza de Mayo en el Centro Cultural Kirchner. El evento contó con la presencia de referentes políticos, sociales y artísticos. 

El 22 de octubre, desde hace 45 años, es especial. En aquel 1977, familiares de desaparecidos se juntaban en la Plaza de Mayo para reclamar por sus seres queridos alrededor de la Pirámide de Mayo. A partir de la pregunta acerca de si alguien buscaba nietos o nietas, se fundó la organización Abuelas de Plaza de Mayo. 

En una noche llena de emoción, entre artistas musicales que marcaron la intergeneracionalidad presente en la lucha por la identidad, hubo música, poesía, recuerdos audiovisuales, y también un poco de humor desde la conducción que encarnaron los nietos restituidos Manuel Goncalves Granada y Leonardo Fossati. También se entregaron presentes a organismos que han colaborado en este camino de la verdad y la justicia. 

Para recibirlos, subieron al escenario los referentes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), de la Comisión por el Derecho a la Identidad (CONADI), de Teatro por la Identidad, y de la Unidad Fiscal Especializada para Casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado (UFICANTE). Los obsequios, unos pañuelos enmarcados que serán colocados en las paredes de cada institución, fueron entregados en manos de bisnietos y bisnietas. Toda una generación que ha sido marcada por la historia de sus abuelos y abuelas.

Entre los presentes en el evento, llegó de sorpresa el Presidente de la Nación, Alberto Fernández, quien subrayó que “Las Abuelas y las Madres nos dieron un ejemplo de cómo luchar. Tenemos que cuidarlas mucho y cuidar mucho lo que representan. Representan lo mejor que tenemos: el respeto, la dignidad, la búsqueda de la verdad y de la justicia. Sin nunca pedir venganza” y agregó: “tenemos esta Argentina democrática que enjuicia genocidas, que puso en valor y le dio significado a la vida y el respeto de la diversidad, todo eso fue en gran medida por la enseñanza de las Abuelas”. Además, manifestó otras de las razones de su presencia: “No me hubiera quedado tranquilo, con mi espíritu, si no estuviera al lado tuyo esta noche, Estela. Sabés el cariño que te tengo. Saben el compromiso que tengo con ustedes, el de Cristina (Fernández de Kirchner) y el de todos nosotros. Mi generación, los que son más jóvenes y futuras estaremos eternamente agradecidos por lo que ustedes le enseñaron a la Argentina, que es mucho. Se puede recuperar la esperanza, no con venganza, sino pidiendo justicia”.

Luego fue el turno de Estela: “Hemos puesto la vida, el corazón, el dolor y el amor, pero nunca el odio, la venganza o la revancha. Justicia, Memoria y Verdad creo que es y será siempre el símbolo de las Abuelas de Plaza de Mayo. Ya quedamos poquitas, muchas están en el cielo, otras están enfermitas, pero tenemos el relevo de todos ustedes queridos amigos y estos nietos que hemos recuperado y que son parte de nuestra institución”, sostuvo. Y añadió “tenemos la democracia más larga de nuestra historia. Hay que cuidarla. La Patria es de todos. En nombre mío, de las Madres y las Abuelas, nos llenan de fuerza para seguir. No podemos largar el bastón. Este momento es inolvidable”.

El concierto contó con la presencia de Víctor Heredia, Ignacio Montoya Carlotto; Kevin Johansen y su hija Wiranda, Pim Pau, Lula Bertoldi y BB Asul, Julián Kartun, todos acompañados por un ensamble dirigido por Nicolás Sorín. Interpretaron canciones propias y de María Elena Walsh, Luis Alberto Spinetta y León Gieco. Asimismo, jóvenes que participan de las actividades que brinda el CCK, tuvieron la oportunidad de mostrar su arte con poesías, freestyle y beatbox. Entre ellos, Simón Azar, Alba Duarte, Gala Halfon, Luliibeats, NTC, Juan Rey, Pilar Sanjurjo Murujosa y Micaela Tapia. 

Luego de finalizado el acto, y en diálogo con Anccom, Miguel Santucho, hijo de Julio Santucho y Cristina Navajas, y que aún hoy continúa en la búsqueda de un hermano o hermana desaparecida durante la última dictadura militar, señaló: “45 años es un número muy grande, muy importante. Tenemos que ser conscientes de donde estamos y lo que nos espera y de mi lado, nuestra promesa es de toda la vida, es hasta encontrar al último”. Por otro lado, opinó que “las Abuelas nos enseñaron a reconstruir el tejido social para que cada uno tenga la posibilidad de expresarse y poder convocar a sus pares o poder tratar de expresar según sus capacidades y talentos. Creo que la mejor forma de llegarle a los jóvenes es dejar que ellos mismos logren interactuar entre ellos, resignificando este mensaje que hace años venimos transmitiendo, que es el derecho a la identidad”.

Buscarita Roa, actual vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, indicó que está muy feliz pues “en estos 45 años encontré a mi nieta, tengo bisnietos y tengo una familia muy numerosa que amo. Estoy feliz por haber restituido a mi nieta, que es la que estuvo perdida en esa época, que se la robaron los militares”. Y agregó: “Nosotras somos como cualquier persona, no tenemos nada de diferente, lo que pasa es que hemos sufrido, hemos pasado por muchas cosas, y a pesar de todo eso tenemos ganas de seguir viviendo y seguir haciendo cosas que es lo más importante”, remarcó.

El legislador porteño Claudio Morresi asistió al evento para acompañar a las Abuelas en este nuevo aniversario. El ex deportista, durante la dictadura militar, perdió a su hermano Norberto Julio Morresi, de 17 años, que fue secuestrado, fusilado a la vera de una ruta y enterrado como un NN en una fosa común del cementerio de General Villegas. Morresi les agradeció por lo que han hecho: “Han enfrentado tantas adversidades y han logrado que hoy haya 130 nietos que están en su verdaderas familias. Gracias por su lucha, por lo que han hecho por 130 argentinos y por lo que han hecho para nuestra sociedad y país”. Y continuó “hay sectores ideológicos que alimentan el odio para salvaguardar sus beneficios y sus posturas económicas. Siempre van a estar en contra de que la verdad histórica y de que se sepa lo que fueron los crímenes de lesa humanidad”.

Clara Burstein de Weinstein, madre del detenido desaparecido Mauricio Weinstein, estudiante secundario y militante de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), dio su presente y contó que estaba muy emocionada de poder estar en el evento: “Me alegra el alma cuando voy a una reunión y veo tanta gente joven. Lo que pido y es lo que tiene que ser, porque nosotras ya podemos muy poco y ya somos muy pocas las que estamos. Estamos tratando de hacer lo que podemos, que no es mucho, pero venir hasta acá, es mucho ya para mí. Lo tenemos que hacer y lo que seguiremos haciendo. Pero estamos dejando a la gente joven que tiene ganas de escucharnos y me parece bárbaro”.

Roberto Baradel, secretario General del SUTEBA, también asistió a esta noche de recuerdos y emociones en la “Ballena” del Centro Cultural. En diálogo con Anccom, mencionó que Abuelas es “amor, es dignidad, es lucha, es perseverancia, es pensar en todos. Construir un país en el marco de la paz, de la convivencia democrática, y el amor. Alejado del odio y de la persecución, Abuelas es uno de los más altos símbolos que tiene nuestro país, no solamente en Argentina, sino en todo el mundo. Los jóvenes si tienen que seguir un ejemplo, si tienen que tomar como referencia a alguien, es a las Abuelas y a las Madres”.

Por último, invitado por las Abuelas, Sergio Maldonado, hermano de Santiago Maldonado desaparecido en democracia, luego de una represión que se dio en marco de un desalojo a la comunidad originaria mapuche, y que falleció en circunstancias que aún hoy no son claras, expuso: “las Abuelas son un faro a seguir y son, sobre todo, una contención muy grande. Siempre te abrazan cuando vas a la casa de Abuelas, se respira ese olor de abuela y son muy generosas en un montón de cosas. Transformaron, como ellas dicen, en una frase muy trillada, pero no hay otra forma de expresar, el dolor en lucha y de eso hay que aprender”.

En este encuentro, del que participaron Abuelas, Madres, familiares, nietos y nietas restituidos junto a sus hijos e hijas, se destacó el rol que tienen que cumplir ahora ellos en este relevo generacional. Sucede que, ya no se buscan niños y niñas, o adolescentes, ahora son adultos y adultas que están formando sus familias. Se buscan bisnietos y bisnietas. Por lo que es necesario que sepan su verdadera identidad, para que las nuevas generaciones no arrastren el daño causado durante la última dictadura militar. 

Cantos de la cultura mapuche

Cantos de la cultura mapuche

Carina Carriqueo, cantora y divulgadora de su pueblo, cuenta el esfuerzo que significa hacer presente las voces originarias. Las peripecias de sus presentaciones y la recepción de su voz en una sociedad alejada de la cultura indígena.

Hace poco diste un show en la Biblioteca Nacional, que fue el corolario de un montón de iniciativas para lograr acercar a los pueblos originarios del país ¿Cómo fue estar en un ámbito oficial que siempre estuvo alejado de los pueblos originarios?

Es una experiencia muy conmovedora. Empezó en el año 2021 con la iniciativa de la Biblioteca Nacional de incorporar un taller sobre oralidad de pueblos originarios. Es ahí cuando empiezo a tener contacto con la Biblioteca. Todos sabemos que, al ser una biblioteca nacional se trata de libros, y a nosotros, las comunidades originarias, nos cuesta mucho escribir nuestros propios libros. Entonces fue una iniciativa de empezar con un registro oral de los mayores. Así empezó esto de poder transmitir en un taller que hice. Tuvo muchísima aceptación, hubo una inscripción de 1.500 personas de todo el país. Desbordó los Zooms, no había forma. Se armó una comunidad paralela donde se grababa el que no podía entrar y se lo pasaba a alguien de Salta, de San Juan. Ahí dividí todo lo que tiene que ver con la cultura: la música, cómo abarcamos la cultura en las escuelas, las ceremonias que tenemos, el arte originario propio. Un montón de temas que fueron ampliándose y dieron lugar a este ciclo de músicas originarias, con una propuesta con las voces orales. Pero no solamente un concierto, sino que tenga que ver con la transmisión del conocimiento de cada cultura entre tema y tema. Y de hecho, encontramos a varias músicas y músicos que lo hacen y que recorren el país así como lo hago yo, de esta forma, en mi caso con el kultruncito solo y dos o tres instrumentos, nada más. Pero sí se va entrelazando la voz cantada y la palabra. 

En Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires, no estamos tan acostumbrados a este tipo de propuestas. ¿Cómo fue la reacción del público?

 Se comenzó con este ciclo a principio de año. Al principio tuvimos muy poquita gente, pero se empezó a correr la voz. Y hay un público para este tipo de conciertos didácticos. Encontramos un público siempre, a cada lugar al que vamos. En los lugares más ruidosos, a veces se encuentra un público que hace silencio desde que comienza hasta que termina el espectáculo. Si dura diez minutos, o cuarenta, o una hora, se mantiene ese clima. Es como un viaje al pasado, un viaje en el tiempo, un viaje a través de la Cordillera y a través de lo musical, que la gente lo disfruta mucho. Y después los comentarios: son muy lindas las devoluciones, a veces entre tanto ruido y tanta distracción tecnológica es lindo disfrutar de estos espacios. 

En pleno ciclo, comenzó la represión en el sur, ¿se resignificaron de alguna manera los espectáculos?

 SÍ, no estuve ajena a este tema. Justamente en ese concierto tuve una serie de recibimientos de la palabra y del apoyo de muchos hermanos, de colegas, para con la cultura, porque de hecho mi familia está en el sur. O sea, también me atraviesa y me atravesó estando en este ciclo. Creo que ahora se ha hablado mucho más, a favor y en contra. Siempre ocurre lo mismo. En el caso de los que hacemos el arte y nos encargamos de difundirlo, porque cuando a veces ocurren este tipo de situaciones, que estamos en todos los canales y los medios, y alguno a favor y otros muy muy en contra, tratan de poner a los mismos hermanos en contra. Nosotros lo sufrimos también. Porque se bajan muchas fechas, hay personas que a lo mejor nos querían llevar y les da temor la palabra “mapuche”, porque se empieza a asociar con terrorismo, con cosas absurdas totalmente, que mucho tienen que ver los medios de comunicación que desconocen realmente cuál es el problema. Hay situaciones que la Justicia es la que tiene que determinar y la ligamos todos, nos atraviesa a todos, y nos castiga, duele, nos entristece que ocurran estas cosas. Y, con más orgullo, justamente me tocaba en esos días viajar al norte, a representar la música y la cultura, y no iba feliz ni contenta, pero sí con orgullo. Es cuando menos debemos rendirnos, cuando ocurren estas cosas es cuando más fuertes nos tenemos que poner.

En el concierto mencionabas que tus antepasados no solían hablar en lengua mapuche por el acoso que recibían. Ahora estamos hablando de ser miembro de un pueblo originario con orgullo. ¿Hay una nueva forma de llevar adelante la lucha?

Sí.  “Hay que estar bien fuerte de espíritu”, decimos nosotros. Porque hoy hay algunos hermanos, gente muy mayor, que por ahí le vuelve a dar ese temor y vuelve a silenciarse y quedarse en casita, y trata de no salir para no recibir agresiones. Porque la gente se transforma cuando suceden estas cosas y el que sentía un poquito de resentimiento, lo siente del todo, y no hay ningún filtro. Si tiene que gritar una agresión, la grita con mucha violencia. No es el caso de nuestra parte, llevamos una mochila cargada de episodios como estos. Si estoy yo acá es porque mis antepasados lo pasaron y sobrevivieron, entonces es fortaleza espiritual, ante todo.

 En Una Excursión a los Indios Ranqueles, Lucio V. Mansilla contaba que mucho del odio a los pueblos originarios venía de su desconocimiento. ¿Creés que esto es lo que ocurre también hoy?

Sí, la discriminación sigue. Por más que digamos que estamos en una sociedad donde se ha avanzado mucho, la discriminación sigue, el estereotipo… Los morochos estamos predestinados a cumplir determinadas funciones. Hace poquito me tocó ir a un lugar donde no me dejaban entrar y cuando logré entrar, el guarda hace un llamado a Seguridad y dice: “Atento, atento, acaba de ingresar personal de limpieza”. Claro, morocha y con una trenza ¿Qué otra cosa puedo ser? Me causó gracia y a esta altura estoy muy acostumbrada a este tipo de situaciones, en las que prefiero a veces no decir nada y pasar, y hacer esa tarea que me toca hacer, que es difundir y aportar. Pero la discriminación continúa y está todo el tiempo muy presente. Yo creo que sí, es el desconocimiento. Lucio Mansilla describe muy bien lo que es el arte de la oratoria en el pueblo originario, lo que nosotros llamamos los “Trabun”, que son esos encuentros que él recuerda que a veces duraban días; esas conversas de presentación, donde tenían la palabra todos y hoy la tienen también, mayores, niños, adolescentes, tenemos la palabra y la oportunidad para expresarnos, para una bienvenida, para conversar con alguien; el uso del silencio para oír. Y después, la libertad de hablar, de no tener un tiempo lineal, sino circular. En el Rehue (lugar sagrado exclusivamente reservado para las ceremonias religiosas), en ese lugar de la pureza, siempre giramos caminando despacito, en el sentido contrario a las agujas del reloj. Es esa circularidad que también nos muestra la vida misma y que los abuelos nos han enseñado: que todo vuelve, y la palabra también, que debe fluir. Y para los niños es un aprendizaje.  

Volviendo a la música, ¿se puede componer hoy en día música mapuche? ¿O solo quedan los cantos ancestrales?

Sí, se puede componer. De hecho, yo tengo muchos cantos propios, que acompaño con el instrumento. Son creaciones. Y también, por supuesto, traer el canto de los antiguos está muy bien para no olvidar de dónde venimos, sobre todo. Pero también esto de poder animarse a crear y con el mismo formato: con el kultrún, el trompe o las cascahuillas, de poder continuar con este camino musical. 

¿Hay problemas para conseguir lugares donde tocar?

Sí, no hay mucho. No hay muchos que quieran hacer esto, sobre todo en los jóvenes que les gusta la música, pero les gusta más el éxito que la música en sí. El canto mapuche es muy hacia adentro, primero. En Los Toldos sí hay cantoras. Susana Carranza es una. Y junto con ellas se está armando el coro mapuche con otros integrantes que, con muchísima timidez, pero con muchísimo coraje, también están llevando adelante esta iniciativa por primera vez en el noroeste de la Provincia de Buenos Aires, creando un movimiento musical de esta magnitud. Es muy importante y es para celebrar. Para el lado de Junín, para el noroeste, hay muchas comunidades y muy fuertes también. De hecho, el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires hizo un relevamiento de comunidades y creo que hay más de 60 ya organizadas en toda la provincia.

¿Cómo ven a la escena folklórica nacional desde los pueblos mapuche? Porque muchas veces hay una gran reivindicación a nuestras raíces, pero las voces predominantes son blancas.

Se olvidan mucho de los cantos de las primeras naciones y de la música. Me pasa, en lo personal, que en los festivales folklóricos no me convocan por no arengar al público, por no levantar palmas. Entonces ahí se cierra una puerta. En un festival de rock, si bien muchas veces se habla de la tierra y del amor a la tierra y los pueblos originarios, tampoco encaja. El canto originario es algo que anda solo y está un poco huérfano, pero que se mantiene. No queda otra que mantenerlo y en el lugar donde nos toque, ahí brindarlo. Pasa que se cierran muchas puertas a la hora del arte. Se habla muchísimo de los pueblos originarios, se muestran muchas banderas, pero pocas veces le damos el lugar que merecen. 

¿Cómo han vivido todos estos años de debates sobre el rol de la mujer y el género dentro de las comunidades mapuche?

Tenemos mucha inclusión. En las comunidades que yo visito, sobre todo en Los Toldos o en el sur mismo, hay mucha apertura. De hecho, hay mapuche que por ahí se han reconocido, tener su libertad de poder mostrarse, de ir con sus parejas a la ceremonia y de vestirse con ropas tradicionales, con nuestra ropa típica con mucho orgullo. Tenemos cantoras trans también. Es una bandera que llevamos mucho, es una voz pocas veces oída la de nuestros reclamos. A veces buscamos espacios… Sobre todo, a la gente mayor hay que escuchar y convocar para tomar ciertas decisiones en ciertos lugares, en lugares sagrados que hay, o iniciativas que se quieran tomar. Siempre hay que consultar a los mayores, para eso tenemos a nuestros Lonko, nuestros representantes de todas las comunidades, que son personas líderes de pensamiento. Y que ellos, además de mantener en unidad la comunidad con todos sus integrantes, son capaces de representar también a toda la comunidad. Hace falta oír la voz y tener la representatividad nacional de una persona de las primeras naciones, sea cual sea.

Y ahora que mencionás a las primeras naciones: ¿Con qué te encontrás cuando recorres las diferentes comunidades? ¿Tienen problemas similares, distintos?

Los problemas son muy similares. Por empezar, se vive el desánimo muchas veces. La tristeza en el rostro, en las miradas. A los más jóvenes, o no tan jóvenes como es mi caso, nos lleva al impulso, a la iniciativa de animar a otros hermanos a que hagan. Pero lo cierto es que nos encontramos con muchísima tristeza de muchos años, acumulada por la discriminación, más que nada. Y es muy difícil levantarse de la discriminación que se sufrió desde la generación de mis padres, mis abuelos y mi generación misma. Tengo muchos pares que siguen con mucho desgano y se resignan a veces a continuar, pero bueno, hay que estar siempre llevando la palabra de ánimo, de iniciativa, para poder levantar esos espíritus nuevamente que es lo que necesitamos. 

A lo largo de la entrevista hablamos de puertas cerradas, discriminación, violencia… ¿De dónde salen las energías como para seguir recorriendo el país con la música?

La verdad no lo sé, porque a veces me toca recibir agravios, palabras de mucha violencia, y obviamente me entristece muchísimo. Pero, a esta altura, digiero muy rápido las agresiones, entonces al día siguiente me levanto con más ideas y con otro impulso, y con otras ganas. Y en seguida me olvido muy rápido de eso. Es que las pasé tantas veces… Llegó un momento en el que dije: “Bueno, tengo que ir largando esto”. Y la forma de deshacerme de los malos tratos es creando buenos tratos, creando cosas. Si no es con la música, es con teatro, que ahora voy a retomar. Y animando, siempre de la mano con otros músicos que se animen y me acompañen, como el caso de Juan Curilén u otros mapuche. Hay mapuche que hacen artesanías y hay alguien que necesita, y en seguida hay que hacer los contactos para que también circule el arte nuestro en todos los aspectos. Pero la verdad es que no sé de donde salen las energías. 

La plaza de la justicia social

La plaza de la justicia social

Un duro documento respaldado por un centenar de organizaciones entre las que se encontraban La Cámpora, el PJ Bonaerense y las dos CTA se leyó en una masiva marcha a Plaza de Mayo para conmemorar el Día de la Lealtad. Los Gordos de la CGT hicieron su propio acto en Obras Sanitaria y Los Cayetanos, en La Matanza.

A las dos de la tarde en la avenida 9 de julio las banderas, los tambores y los y las leales ya esperaban para salir a Plaza de Mayo. El mar de banderas celestes y blancas serpenteaba con el viento cubriendo Diagonal Norte y Avenida de Mayo convocadas bajo la consigna “Unidad nacional por la soberanía con justicia social”.

Más de cien agrupaciones estuvieron detrás de la organización de esta marcha. La Cámpora y el PJ Bonaerense, la Central de Trabajadores de la Argentinos (CTA) y la CTA Autónoma, el movimiento Frente Patria Grande, la Corriente Descamisados, el Frente Popular Darío Santillán, el Partido Piquetero, los trabajadores de cooperativa Fetraes, el Sindicato de choferes de Camiones, la Unión de Trabajadores Rurales y Estibadores, el Sindicato Único de Trabajadores de los Peajes y Afines y el Sindicato Único de Fleteros, entre muchas otras fueron las organizaciones que se hicieron presentes y levantaron sus banderas en Plaza de Mayo.  

“Hace 77 años todos y todas las compañeras se acercaban a esta misma plaza. Hoy estamos de vuelta, hoy estamos presentes- se escuchó desde los parlantes que se adelantaban por Avenida de Mayo para que la larga fila de leales escucharan a los y las dirigentes que hablarían desde el escenario. “Otro 17 de octubre, nuestro día, el día de la lealtad peronista”, continuaban. 

Las banderas ausentes de los sectores gordos de la CGT y “Los cayetanos” se encontraban con sus respectivos referentes en el estadio Obras Sanitarias por un lado, y en La Matanza. En su acto de dirigentes sindicales, los gordos de la CGT lanzaron la nueva «Corriente Político-Sindical Peronista» para disputar y negociar las candidaturas del año próximo. Los Cayetanos, por su lado -Movimiento Evita, la Corriente Clasista y Combativa, Somos Barrios de Pie, entre otros- convocaron un “Cabildo abierto de la militancia popular” en el Estadio de Laferrere para hacer visible su propia agenda política. 

“Unidad de los trabajadores y al que no le gusta se jode se jode. Unidad de las trabajadoras y al que no le gusta que se joda que se joda”, se escuchaba desde el parlante. La división a la hora de organizar la expresión de lealtad peronista no impidió que la plaza se llenará con más de 200.000 trabajadores y trabajadoras. Además, los y las autoconvocadas se esparcían como manchas de pintura entre las columnas de las organizaciones, en pequeños grupos que se sentaban a tomar mates frente a la Casa Rosada.

“La unidad nacional solo será duradera en el tiempo si se construye con el pueblo como protagonista a través de sus organizaciones y deberá asentarse esencialmente en la búsqueda del bien común por el camino de la paz hacia la conquista plena de la justicia social”, decía el documento que se leyó en el acto. 

“La verdadera democracia es aquella donde el Gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”, dijo Perón hace ya años. Rodeando la fuente, donde se refrescaban los pies descalzos, una mujer levantaba sus dedos en V, invitando a los compañeros a hacer lo mismo para la foto. La lealtad se mostró en cada retrato que inevitablemente llevaba la marca peronista. Las cámaras apuntaban y los dedos se levantaban. 

“Hay chori, Paty y bondiola”, gritaban anunciando las parrillas encendidas, acompañadas de su particular olor mezclado con el humo de bengala que inundaba las calles. “¡Acá Juan!”, le  gritó uno al amigo, mientras levanta un vaso de fernet con una mano y los dedos en v con la otra. 

Resaltaron los ojos que buscaban a sus compañeros, las sonrisas del encuentro y los abrazos de celebración. De fondo, se escuchó la fiesta de trompetas, tambores y explosiones.

Perón y Evita, Nestor y Cristina, Maradona y el Papa, Juana Azurduy y San Martín, Mercedes Sosa, el «Indio» Solari y Estela de Carlotto, estaban todos en las banderas que rodeaban el escenario donde los dirigentes de las organizaciones se pararon a dar sus discursos. Las imágenes de los santos populares acompañaron la movilización en banderas, remeras, pines y aros de los y las leales.

“Siguen llegando columnas a lo largo y a lo ancho. Para seguir militando, para seguir emocionándonos -se escuchaba de los parlantes-. Acá estamos todos los laburantes y las laburantas”. “Nacional, popular y latinoamericanista”, decía la remera de la chica que zigzagueaba entre medio de la multitud. Rostros jóvenes inundaron las calles, la militancia renovada se puso la pechera de sus organizaciones para salir a marchar.

“Madres de la plaza / El pueblo las abraza”, sonó fuerte. “Están las madres que nos acompañan y que acompañamos. Taty Almeida está presente. Las madres que nos guían y nos enseñan el camino”, decían desde el escenario.

El documento leído cerró con un posicionamiento claro en vistas de las elecciones del año próximo: “Es hora pues, de que el movimiento sindical, las organizaciones sociales y políticas, los pequeños y medianos productores agropecuarios e industriales, el cooperativismo y todos los sectores que están identificados en los hechos con el interés nacional, dotados de la solidaridad imprescindible para la vida en comunidad, representativos de la inmensa mayoría de nuestro pueblo, reemprendamos el camino para recuperar nuestro derecho a la autodeterminación, a nuestra Independencia real, sin la que no hay nación, democracia, ni justicia social”.

Los trabajadores en su sopa

Los trabajadores en su sopa

Ubicada en Berazategui, Provincia de Buenos Aires, la fábrica de caldos deshidratados, sopas instantáneas y salsas Safra fue recuperada por sus trabajadores y trabajadoras en 2010. Desde entonces continúa produciendo y piensa ampliarse a la fabricación de snacks.

La Cooperativa de Trabajo Safra, ubicada en Berazategui, surgió en el 2010 tras la quiebra de la antigua empresa Aachen. Dedicada a la producción de caldos deshidratados, sopas instantáneas y salsas, los 25 asociados trabajan en equipo para sacar adelante la cooperativa.  

Corría el año 2009 cuando los trabajadores y trabajadoras se encontraron con una difícil situación: el cierre de su espacio de trabajo. Graciela Avalos, presidenta de la Cooperativa, cuenta que, tras el fallecimiento del dueño, a sus hijas no les interesó continuar con el negocio familiar y llevaron la empresa a la quiebra: “Poco a poco dejaron de venir, y ni siquiera hizo falta tomarla”. Frente a lo ocurrido, el dilema que se les presentó a los empleados fue elegir entre conseguir un nuevo trabajo u organizarse y tomar el control del lugar. Finalmente, recuperaron la fábrica y comenzó a funcionar la Cooperativa de Trabajo Safra. 

Avalos relata cómo fueron esos primeros momentos y las dificultades que tuvieron que atravesar, principalmente a la hora de organizarse para evitar que las instalaciones fueran ocupadas. Sin ningún tipo de experiencia, más allá de la que tenían por haber pasado por la producción, lograron sobreponerse a la situación. Debido a que el dueño anterior había estafado tanto a los empleados como a los proveedores y clientes, a muchos de estos últimos les costó volver a confiar en la empresa y establecer nuevamente los vínculos. “Costó mucho levantarlo, sacrificio, ganas, llanto”, señala. 

La cooperativa está conformada en su mayoría por mujeres, ya que la habilidad y agilidad a la hora de hacer el trabajo manual resulta fundamental para una buena producción. La presidenta recuerda que cuando eran empleadas en relación de dependencia no tenían obra social, y muchas mujeres fueron despedidas por pedir licencia de embarazo. En la actualidad, los derechos laborales de los asociados se respetan: “Las cosas las estamos haciendo bien, tratamos en lo posible de encajar en el sistema”, agrega. 

 Todo se consulta entre los asociados, la Cooperativa se organiza en torno a una Comisión Directiva integrada por Graciela Avalos, Ángel Mansilla, Christian Mansilla, Rosa Correa y Stella Maris González, quienes son los encargados de la toma de decisiones. Las ganancias obtenidas por las ventas de productos se reparten equitativamente, de manera que todos los trabajadores, integrantes y socios perciben el mismo salario. 

Sin embargo, un miedo se hace presente: la creencia de que una cooperativa no es responsable, las dudas sobre su inestabilidad, y prejuicios sobre su organización. “A veces por ser cooperativa prueban el producto, les gusta, pero no te compran”, señala Avalos y agrega: “No deja de ser una empresa, pero manejada por sus empleados. La diferencia también es que cuando viene la época difícil, no pensamos en echar a nadie: acá nos salvamos todos, o nos fundimos todos”.

Ese sentimiento se comparte entre las cooperativas. Safra está asociada a Empresas Recuperadas, dependiente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), que favorece la conexión entre ellas. Sus principales proveedores de materias primas, insumos y de diseño, son emprendedores, pequeñas empresas o cooperativas para ayudarse mutuamente. 

El apoyo del Estado para Safra es esencial, que les llega principalmente a través de los subsidios o préstamos para la compra de maquinarias, otorgados por el INAES, la Federación de Cooperativas de Trabajo de la República Argentina (FECOOTRA), o el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Aunque fue un subsidio otorgado por España e Italia el que, en 2010, les sirvió de impulso para retomar la producción. “Hay muchas personas que creen que por ser cooperativa nos regalan todo, pero pagamos tasas, luz, gas. Lo único que no nos cobran es el impuesto a las ganancias. Acá casi nos sacaron porque no se pagaban los impuestos, y nos tuvimos que meter en un préstamo para poder pagar una deuda de años”, comenta Avalos. 

Mientras los trabajadores están atentos a sus tareas, el ruido de las máquinas en funcionamiento completa la escena. La modalidad de trabajo es principalmente por pedido, y la materia prima para producir tanto caldos como sopas es la misma, por lo que no pueden permitirse producir algo sin tener la certeza de que saldrá al mercado inmediatamente, aunque cuentan con un stock como reserva.

La época del año donde más trabajo tienen está llegando a su fin. Los caldos y las sopas instantáneas no son tan compatibles con las altas temperaturas del verano, y es el momento cuando comienzan las dificultades debido a la poca producción y venta. Sin embargo, la presidenta señala que uno de los objetivos a largo plazo es producir y comercializar snacks, de esa manera el transcurso de la primavera y verano no sería tan complicado. Al respecto, señala que ya cuentan con algunas máquinas para comenzar con la producción, aunque todavía les falta adentrarse en este nuevo rubro. Por otro lado, asegura que los “productos son de óptima calidad, lo que nos falta es la propaganda”.  

Entre las problemáticas actuales, se destaca un litigio judicial en el que se le reclama a la Cooperativa el cese del uso de las marcas Caldiet y Safra. Esto se debe a que los antiguos dueños están peleando por recuperarlas y, pese a que desde la Cooperativa señalan que continuaron trabajando y manteniendo las marcas y la empresa, los demandantes sostienen que les pertenecen. Aunque la transición no será fácil, están en busca de un nuevo nombre que les permita desligarse de este conflicto y lanzar nuevos productos al mercado. 

Uno de los pedidos al gobierno provincial es que se adquiera el lugar en el que actualmente funciona la Cooperativa, y por el que se le abona un canon mensual por alquiler al síndico judicial para mantenerse allí. “Tenemos derecho a estar acá porque ellos nos han estafado, no nos pagaron sueldos, nos sacaron la obra social. Antes trabajaban 80 personas, había tres turnos, y no paraban nunca las máquinas. Si nosotros tuviéramos la oportunidad, podríamos ofrecer mucho trabajo”, sostiene Avalos.

Con vistas al futuro, Safra se propone mantener el trabajo y lograr una capacidad productiva que les permita abastecer a grandes clientes. Esto va de la mano del reconocimiento de la empresa para estar a la altura de la competencia, pero sobre todo para que sus productos estén en las góndolas y el consumidor tenga la oportunidad de comprarlos. “Costó 12 años levantarnos y hay que mantenerse, porque la caída puede ser en un segundo”, reflexiona Avalos, y agrega: “son las ganas y el orgullo de hacer las cosas bien”.