¿Qué piensan los adolescentes de «Adolescencia»?

¿Qué piensan los adolescentes de «Adolescencia»?

La serie de Netflix está en boca de todo el mundo adulto, pero, ¿también de los adolescentes? ¿Qué ven ellos cuando miran la serie?

Adolescencia está en el ranking número uno de series en Argentina y ya es la más vista de Netflix en el país. La historia busca indagar el motivo del asesinato que comete un adolescente de trece años contra su compañera de escuela. A lo largo de cuatro capítulos, se revelan partes de la respuesta a través de increíbles planos secuencia.

Más allá de lo atractivo de los recursos cinematográficos, Adolescencia puso en agenda temas alarmantes sobre el ambiente donde se mueven, habitan y aprende los y las adolescentes, el incontrolable acceso a contenidos en Internet y el bullying.

La serie transcurre en Pontefract, una ciudad del norte de Inglaterra. Uno de los aspectos que se destacan en la serie es el entorno educativo en el que se desenvuelve Jamie, el chico de 13 años acusado de homicidio que a simple vista parece inteligente, contenido por una familia afectuosa y amable. Pero en la calle o en su escuela, lejos de la mirada familiar, el bullying parece moneda corriente. El protagonista vive en un espacio social y virtual desconocido para los adultos como es la manosfera.

Así es como se suele llamar a un conjunto de espacios online donde se promueven masculinidades radicalizadas, discursos antifeministas e ideas misóginas. Se trata de comunidades de hombres que fomentan el resentimiento o incluso el odio hacia las mujeres con comentarios que pueden viralizarse en minutos a través de Instagram, X o TikTok.

La cantidad de expertos hablando del tema es casi infinita, pero ¿qué piensan los adolescentes argentinos? ¿se siente representados por la ficción británica?

¿Esto es igual en Argentina?

“Me parece que la sociedad que muestran en la serie no es la Argentina: es de adolescentes que se relacionan pensando que siempre existe alguien más popular o superior a ellos”, cuenta Mateo de 16 años para ANCCOM. En su colegio, el Carlos Pellegrini, no había escuchado de “la ley del 80-20” -referida a que el 80% de las mujeres elige al 20% de los hombres- hasta que vieron la serie.

Desde el colegio Don Bosco de Ramos Mejía, Lucas de 13 cree que la serie es “exagerada” y que “no refleja la realidad de los adolescentes argentinos” porque “no hay tantos problemas de bullying”, tampoco conocía ninguno de esos conceptos.

Sebastián de 12 coincide con sus compañeros del colegio Almafuerte en José León Suárez: ellos no conocían el término manosfera, pero desde que salió la serie Adolescencia se habla de este tema. Lo mismo ocurre con Marcos y Abril del Mariano Moreno que cuentan que la serie abrió el debate entre los adolescentes. Marcos tiene 15 años y dice que “no sabía lo que eran la manosfera hasta ver la serie. Sí conocía el término incel pero es algo que sólo leí en las redes. Lo usan en Twitter [X]”.

La lista continúa. La serie despierta el interés de preadolescentes y adolescentes, los inquieta, pero más bien como una ficción que no tiene que ver directamente con sus experiencias.

¿Nuevas masculinidades?

Violeta de 16 años cuenta que se empezó a interesar por términos como “la píldora roja” -una referencia a la película Matrix (1999) donde las personas despiertan a una supuesta realidad previamente oculta- o los incels, a pesar de no haberlos escuchado antes del boom de la miniserie de Netflix.

Violeta es parte del centro de estudiantes del Mariano Acosta (CABA) y junto a sus compañeras realizaron un taller de “nuevas masculinidades” para el 8 de marzo. Este es un punto donde los adolescentes coinciden que la ESI está fallando. Todos tienen educación sexual en la escuela, pero en la mayoría no se habla de nuevas masculinidades o el rol del hombre en la sociedad.

“Nuestra ESI es bastante repetitiva y vemos conceptos como los micromachismos, pero no se habla de nuevas masculinidades ni se les da lugar a los varones para que expresen cómo se sienten”, dice Violeta. Debido a esto, desde el centro de estudiantes propusieron comisiones y actividades sobre diferentes temáticas de género. Una de ellas: nuevas masculinidades y el rol del hombre en la sociedad.

“La ESI no habla de nuevas masculinidades ni se les da lugar a los varones para que expresen cómo se sienten”, dice Violeta.

“La idea es que esto no quede solo en una charla sino que se sostengan actividades y que haya hombres interesados en mantener estos espacios”, cuenta Violeta. Allí está la clave: espacios donde los jóvenes puedan aprender y conversar sobre sus sentimientos, sus roles en la sociedad, siempre en relación con el otro, no solos contra algoritmos que pueden convencer de una mirada brutal y empobrecida de lo que puede significar ser hombre.

Para Luna (13), del San Cristóbal, se habla «indirectamente de nuevas masculinidades, cuando se enseña a decir ‘no’ y a saber expresar cuando algo no te gusta, y también cuando se aprende a entender que ‘no es no'».

 

No somos nosotros

Mientras expertos y medios hablan sobre la manosfera y su impacto, muchos adolescentes argentinos ni siquiera conocen el término o no lo ven como parte de su día a día. Esto no significa que no estén expuestos. Antes de sacar conclusiones sobre lo que piensan o cómo se relacionan con estos temas, lo más importante es escucharlos, abrir el diálogo y generar espacios reales de conversación.

 En Inglaterra, el gobierno británico dispuso que la serie Adolescencia esté disponible como contenido en todos los colegios secundarios acompañado de charlas, discusiones, guías y recursos educativos. Sin dudas, en Argentina este tema está en agenda entre adultos y  también entre adolescentes. La serie abrió una puerta, pero el verdadero impacto dependerá de que la educación y el diálogo no queden solo en la agenda, sino que se transformen en herramientas reales para construir una sociedad más consciente y menos violenta. La buena noticia es que la manosfera no parece haber ganado terreno entre los adolescentes argentinos. La pregunta es si estamos haciendo lo suficiente para que siga siendo así.

Debates eran los de antes

Debates eran los de antes

La icónica discusión entre Agustín Tosco, líder combativo de Luz y Fuerza, y José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT, que tuvo lugar el viejo Canal 11 en 1973, vuelve recreado en forma pieza teatral y se proyecta en las tensiones actuales de la política argentina.

Es 13 de febrero de 1973, falta menos de un mes para las elecciones donde el pueblo argentino va a poder votar al peronismo tras casi 18 años de proscripción. Bajo la mira de los militares de la autodenominada “Revolución Argentina”, el país va a elegir principalmente entre el Frente Justicialista de Liberación (Frejuli), con la fórmula Héctor Cámpora- Vicente Solano Lima, la UCR de Ricardo Balbín o a Francisco Manrique, de la centroderechista Alianza Popular Federalista. En un país convulsionado socio, política y económicamente, en el viejo Canal 11 (por entonces estatal), está por arrancar la grabación del exitoso programa Las dos campanas, donde dos figuras contrapuestas del sindicalismo se van a enfrentar en un debate televisivo que marcó la historia argentina. Se trata de José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT, y Agustín Tosco, referente de Luz y Fuerza.

A este momento nos lleva El debate, un “documento teatral” que intenta recrear ese encuentro televisivo. Rucci fue un obrero metalúrgico que desde 1970 conducía la CGT. Era un hombre de Perón: fue un sindicalista y peronista ortodoxo que, pese a la resistencia inicial de la CGT, apoyó el retorno de Perón al país. En cambio, Tosco era dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba, había sido uno de los líderes del Cordobazo, y pertenecía a lo que se podría denominar el “sindicalismo combativo”, y por eso era perseguido por la dictadura de Lanusse.

Cincuenta y dos años después, la obra desentraña dos miradas contradictorias respecto del movimiento obrero y del modelo de país a perseguir que hoy mismo están vigentes. Dirigidos por Manuel González Gil, Pepe Monje y Gabriel Rovito son los encargados de darle vida a estos dirigentes sindicales y de traerlos al presente. En escena también están Joselo Bella y Enrique Dumont, interpretando a los camarógrafos y obrando de narradores de la historia argentina y de quiénes eran Rucci y Tosco, y Miguel Core y Sebastián Dartayete, quienes encarnan a los conductores de Las dos campanas.

En diálogo con ANCCOM, Gabriel Rovito afirma: “Las miradas de estos dos personajes siguen totalmente vigentes: aún hoy continúa habiendo posturas ideológicas que miran de arriba para abajo y de abajo para arriba. Sin embargo, hoy no hay ni la solidez ni la entereza ni la dignidad para luchar por esas posturas, sino que, en la mayoría de los casos, solo se busca acomodarse en un puesto político. Se logró que la política parezca un problema cuando en realidad la política es una herramienta”. Asimismo, agrega que el debate entre Rucci y Tosco fue una discusión de dos personas que piensan diferente pero que en el fondo buscaban lo mismo: la unidad de todos los trabajadores.

En relación al debate político actual, Rovito enfatizó en que “se está marcando una agenda para que discutamos estupideces y estemos enojados, cuando en realidad esta gente que está en el Gobierno no vino a gobernar, sino a robar y ni siquiera para ellos, sino que para afuera”. Según Rovito, en el debate entre Rucci y Tosco parecía ver que “había un rumbo”, no como hoy, donde no existe “entereza” en la discusión política.

El debate –sostiene su director, González Gil– es un ‘documento teatral’ que invita al espectador a repensar las heridas del pasado y a confrontarlas con la realidad del hoy, logrando que la obra se convierta en un llamado a la memoria y a la conciencia crítica”. Y además de recrear un momento icónico de nuestra historia, nos lleva a repensar no sólo las distintas posturas dentro del peronismo sino también la importancia de debatir públicamente ideas con altura y profesionalismo.

En relación a qué es el peronismo, Rovito va fuerte al medio: “Es justicia social, soberanía política e independencia económica, si no tiene eso no hay peronismo”. Además, reflexiona en que hoy hay actores políticos que no defienden eso y tal vez solo están en el peronismo porque quieren ganar unas elecciones. “Lo que deberíamos estar hablando dentro del peronismo es qué hombres queremos ser para que sepamos también qué políticos queremos tener y qué país podemos tener”. Rovito concluye en que “Tosco respondió todo, y lo hizo hasta con su vida. Todo lo que dijo lo hizo, no era un discurso meramente ideológico”.

El debate se puede ver de miércoles a domingos en el teatro Multitabaris (Avenida Corrientes 831). Las entradas están a la venta en Plateanet.

Una mirada sobre el suicidio de los pueblos

Una mirada sobre el suicidio de los pueblos

Rita Cortese dirige «No tiene un desgarrón», una adaptación propia de una obra de Thomas Bernhard de 1988 que denuncia al neofascismo.

No tiene un desgarrón, obra escrita y dirigida por Rita Cortese, es una síntesis y adaptación de la polémica Heldenplatz (“Plaza de Héroes”) del austríaco Thomas Bernhard. La obra original trata sobre la desolación y la pérdida en los últimos ecos del régimen nazi: el suicidio del profesor Josef Schuster, intelectual judío quien, al regresar del exilio, advierte que el antisemitismo es aún peor que cuando escapó 50 años atrás en épocas del nazismo. La versión argentina hace foco en la señora Zittel (Julieta Cardinali) y Herta (Vera Spinetta), ama de llaves y sirvienta del profesor, y da forma a un drama íntimo en permanente juego con lo social.

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Los espectadores se acomodan en sus butacas. En el escenario flanquean tres grandes biombos tapados por trajes oscuros. En el centro de la escena, una ventana: al otro lado estaría la plaza donde el pueblo vienés aplaudió el discurso de Hitler, gritos que todavía atormentan a la viuda del difunto profesor. Julieta Cardinali y Vera Spinetta trabajan alrededor de esta ventana, frente a otro público que, más tranquilo, cada tanto devuelve los chistes, ensaya una risa y trata de establecer paralelismos entre la Austria de Bernhard y la Argentina de hoy; las plazas que esperan afuera del escenario.

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En diálogo con ANCCOM, Rita Cortese, actriz, cantante y directora de la obra, reflexiona sobre el rol del teatro, la actualidad y estos paralelismos, siempre con un pie en el texto del que fue su primer proyecto directorial:

¿Cuál fue tu primer acercamiento a la obra de Thomas Bernhard y cuándo se empezó a gestar la idea de hacer una adaptación de esta obra?

Bernhard es un autor que me conmueve mucho. Hace muchísimos años hice los tres actos de Heldenplatz, “Plaza de Héroes”, en el Teatro San Martín. También hice Un almuerzo en lo de Ludwig W, dirigida por Roberto Villanueva; y Antes del Retiro o Antes de la Jubilación. Esta obra, Heldenplatz, tiene una estructura muy particular, y con una cantidad de personajes que solamente se podía hacer en el teatro oficial (hoy en día sería imposible). Pero además a mí me importaba realmente el primer acto de los tres, que trata de lo que les pasa a estas dos empleadas ante el suicidio de este profesor, teniendo en cuenta que siempre un servicio doméstico de las clases altas, muy altas, cuando esa casa desaparece por alguna razón, también ellas corren el riesgo de no tener más cama, ni comida, ni agua caliente; o sea, también se pierde una cierta manera de vivir. Estoy hablando de clases muy, muy adineradas, la clase a la que pertenecía este profesor Schuster, el protagonista ausente de la obra. Y me importó eso: ese vínculo entre ellas dos, lo que ocurre y lo que pude imaginar desde esta situación. Entonces hice la adaptación, hace ya muchos años. Un día vino Julieta Cardinali a casa, le mostré mi idea y le encantó. Por supuesto, luego terminamos la adaptación con Carito (Carolina) Santos. Y bueno, ahí estamos, muy felices de hacer la obra en este momento en el Teatro Picadero.

El título enfoca un elemento muy concreto que es el traje del profesor. ¿Por qué focalizar en un traje entre tantos otros elementos que se podrían tomar de la obra original?

Sí, porque es como que… ¿Cómo puede ser si no hay una herida ahí? ¿Por qué? ¿Por qué pasa todo lo que pasa? Hay un doble sentido ahí. Además, me parece que el término “desgarrón” es un término muy, muy argentino, ¿no? En un momento en que estamos muy, muy desgarrados.

¿Y qué significa para usted esta “presencia ausente” de Josef Schuster?

Un orden casi te diría dictatorial, ¿no? El no-movimiento de la vida. Él es un hombre que ha quedado solo.

En la obra hay una dicotomía muy marcada entre una élite intelectual y la masa.

Exactamente. Lo que ocurre es que los textos son geniales. La obra tiene una actualidad brutal. Y habla del pueblo. La mirada que tienen este hombre y estas mujeres respecto de lo que está pasando. Cuando ellas dicen: “Bueno, viven en condiciones terribles y, qué se yo, pero evidentemente a esta gente no le importa vivir en esas condiciones terribles”. Es un poco lo que está pasando.

Ellas hablan de una “ceguera” y una “sordera” colectivas.

Claro, es no saber reconocer el mal vivir. Es un pueblo el que se suicida.

Decidir hacer esta obra, en este contexto político, ¿fue una decisión puramente artística?

Mirá, yo esta obra la quiero hacer hace mucho tiempo. Pero lo que ocurre es que es una obra de un presente… Digamos, éste presente que tenemos, esta ruptura de la comprensión de lo que es la vida, se viene gestando desde hace muchos años. Esta ruptura de la palabra, esta palabra que está amenazada, estos cuerpos que están fuera de escena. En este momento los cuerpos están fuera de escena para que tomen lugar las máquinas. Hasta llegamos a hablar de la inteligencia artificial como si uno realmente supiera lo que está diciendo; o sea, un absurdo, por un lado. Y, por otro lado, la ausencia de los cuerpos. La pandemia, las pandemias que hemos tenido, porque también tuvimos el VIH primero, donde la sexualidad era la muerte; en este tiempo, esta pandemia fue donde el otro era un contagio. Este es el mundo que se está viviendo hoy en la Argentina —y vale la metáfora: este mundo que está metido hoy en la Argentina— donde la posibilidad de felicidad está muy lejana, donde los cuerpos no están… entonces es muy difícil generar un mundo mejor con el otro.

En ese sentido, el teatro es también un lugar de encuentro físico.

Claro, el teatro es un hecho vivo. En el teatro somos cuerpos puros. El teatro no está mediatizado ni siquiera por un instrumento: el instrumento somos nosotros. Entonces es muy chamánico. Por eso siempre es tan peligroso.

¿Qué peligro representa el teatro? ¿Para quién?

Contra cualquier régimen que busca achicar el pensamiento y achicar el mundo, el teatro —¡no todo el teatro, por supuesto! algún teatro…— siempre es atentatorio, porque abre posibilidades de crecimiento y encuentro. Fijate vos lo que pasa con los pobres viejitos que somos (yo también lo soy). Jubilados que van a la plaza y los castigan porque van a reclamar un dinero pacíficamente. Gente de 75, 76, 77 años: ¡Qué peligrosos que somos frente a los poderes que quieren oprimirnos! Estamos en un proceso de mundo de una voluntad franca de achicamiento de la especie humana. Porque el proyecto que tenemos hoy es un proyecto de exterminio.

¿Y el tipo de público que va al teatro crees que va con esa conciencia también? ¿O va con una aproximación más ingenua al espectáculo?

El pueblo va a ver a sus actores. Este es un pueblo muy teatrero, un pueblo de un acervo cultural y teatral muy importante. Y el teatro es lo que está perdurando en este momento. El teatro, la danza y la música. ¿Viste la cantidad de música que hay? Me refiero a la cantidad de grupos que hay, cómo los jóvenes sacan y sacan grupos nuevos. La necesidad de vida es la que manda. Y es una fuerza vital. ¡Por eso es tan peligrosa también! Para quienes quieren la muerte, una pulsión vital es el enemigo.

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Termina la función. La sala se llena de aplausos. Julieta Cardinali, todavía con lágrimas en los ojos, y Vera Spinetta, más sonriente y descontracturada, hacen una reverencia frente al público. Desde un pasillo adyacente, mientras empezaba el murmullo en las butacas, Rita Cortese se sube al escenario y dice: “Como equipo queremos manifestar nuestro dolor por el tiempo que estamos viviendo. Pero también decir que éste seguirá siendo un pueblo musical.” El público se retira, lentamente.

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No tiene un desgarrón se presenta en el Teatro Picadero (Enrique Santos Discépolo 1857) todos los sábados de marzo a las 18 y los días jueves y viernes 3 y 4 de abril a las 20. Entradas disponibles en Plateanet.

 

Nueve temporadas y media

Nueve temporadas y media

Tras casi diez años en cartel, se despide del Teatro Metropolitan «Enamorarse es hablar corto y enredado» la obra que trepó del off a la calle Corrientes y convierte al amor en un campo minado de malentendidos.

Escrita y dirigida por Leandro Airaldo, Enamorarse es hablar corto y enredado narra la historia de Ana y Pedro, dos personas que se conocen en el banco de una plaza y a partir del vuelo de una mariposa inician una conversación. A partir de este primer intercambio, el encuentro se convierte en una danza de palabras llena de enredos y malentendidos, donde, poco a poco, empieza a surgir el amor.

Durante ocho temporadas, la obra cautivó al público en espacios emblemáticos del circuito independiente como el Teatro Nün y El Camarín de las Musas, así como también en diversas salas de todo el país. Sin embargo, el Teatro Metropolitan fue el escenario elegido para celebrar su novena temporada y su primer acercamiento con el circuito comercial. «La obra siempre gusta, pero más aún en teatros grandes, donde el público, al sentirse más protegido por la multitud, se anima a soltar más la risa», asegura Sol Rodríguez Seoane, quien encarna el personaje de Ana, en diálogo con ANCCOM.

A través de oraciones cortas y diálogos rápidos, la obra fusiona comedia y romanticismo, al mismo tiempo que aborda temas triviales como el clima hasta cuestiones más profundas, como la autoestima y la crianza. El mate, símbolo argentino de encuentro y compañía, es el encargado de hacer que la conversación fluya a lo largo de cincuenta minutos y el que permite que los personajes -un hombre de campo y una joven de ciudad– puedan superar las barreras de la timidez y establecer un vínculo de cercanía.

La puesta en escena es minimalista pero efectiva. Un banco ubicado sobre una plataforma giratoria, un árbol con pocas hojas y una iluminación tenue son suficientes para recrear el atardecer en una plaza. Las actuaciones de Emiliano Díaz y Sol Rodríguez Seoane dan vida a la escenografía y mantienen al público cautivo. Con gran naturalidad, logran capturar los nervios y las emociones del primer acercamiento entre dos personas que se gustan, pero son demasiado tímidas para admitirlo, haciendo que el amor a primera vista se sienta completamente verosímil. “Tratamos de buscar cada día algo nuevo que nos motive para que los textos sean dichos como si fuera la primera vez”, comenta Díaz.

En sus casi 10 años en cartel, la piezateatral ha recibido importantes reconocimientos como el Premio Argentores a la mejor obra de teatro para adultos y el Premio Trinidad Guevara Revelación Masculina a Leandro Airaldo. Además, se ha presentado en algunos de los escenarios más prestigiosos del país, como el Centro Provincial de las Artes, el Teatro Coliseo Podestá y el Centro Cultural 25 de Mayo. Luego de una temporada de verano exitosa en Calle Corrientes, el elenco se prepara para despedir el espectáculo que, durante más de 300 funciones, ha sido una invitación para reflexionar sobre el amor, sus enredos y lo imprevisible de sus comienzos.

Enamorarse es hablar corto y enredado puede verse el viernes 28 de febrero a las 20.15h en el Teatro Metropolitan, Av Corrientes 1343, CABA. Las entradas pueden adquirirse en la boletería y en Plateanet.

Leer es una fiesta

Leer es una fiesta

Más de 200 personas participaron de la Fiesta Lectora en el Parque Avellaneda. El evento, gratuito y abierto al público, convirtió durante 30 minutos la lectura silenciosa en una experiencia colectiva única.

Frente a la Casona de los Olivera, en el Parque Avellaneda, se realizó la última Fiesta Lectora del año. La iniciativa, liderada por Cecilia Bona y su plataforma Por qué leer, busca promover la lectura como un acto comunitario. Desde 2020, Bona organiza encuentros en espacios públicos como parques, plazas e incluso en vagones del subte de la Línea A. “La primera invitación fue llenar un vagón de personas leyendo, y logramos una gran convocatoria. Con la pandemia, nos adaptamos y comenzamos a realizar encuentros itinerantes”, recuerda.

“Es increíble cómo la gente se acerca con entusiasmo a compartir lo que leyó. Cada localidad aporta su impronta, pero siempre se supera la expectativa inicial”, comenta Bona. Para ella, los encuentros reflejan el poder de la comunidad, desafiando la figura del lector solitario. Comparó la experiencia con El Alephde Borges: “Cuando abrimos un libro, aunque cada lector está inmerso en un mundo distinto, en ese instante compartimos un mismo espacio. Los lectores nos hacemos eco de ese Aleph y nos convertimos en uno”. 

Bona no solo organiza estos encuentros, sino que también fomenta la lectura a través de talleres, capacitaciones y actividades como picnics literarios o charlas con adolescentes. Su objetivo es ampliar el acceso a los libros: “Me gustaría que la gente hable de libros en la calle, en el colectivo, en el negocio. Que los libros salgan de los estantes y lleguen a las manos de los lectores, porque el acceso no siempre es igual para todos”. 

En esta edición, realizada el pasado sábado 14 de diciembre, el Pilafest se sumó al evento como un colectivo de intercambio. Nacho Damiano, creador de esta propuesta itinerante, promueve el cambio de libros a través de su plataforma Pila de Libros. “Es un encuentro offline para conocernos, intercambiar libros y generar lazos más allá del lenguaje”, explica. El festival, que se realiza cada dos meses, planea expandirse a otras provincias en 2025.

Los vecinos también se sumaron al evento. Emiliano Blanco, voluntario de la Biblioteca Parque Avellaneda, señala: “El objetivo era mostrar que la lectura, aunque íntima, también puede ser un espacio compartido. Además, buscábamos visibilizar la necesidad de institucionalizar nuestra biblioteca, que funciona de forma voluntaria”. 

La experiencia colectiva dejó huella en los participantes. Corina Marusa, vecina del barrio de Flores, afirma: “Me parece fundamental que existan iniciativas como estas. La lectura es lo que hace a la comunidad, nos encontramos en espacios públicos para nutrirnos como sociedad”.

Estela Maris, jubilada y vecina de la zona, compartió su experiencia al releer el libro La renuncia al patriarcado y comentó sobre el impacto de la lectura en un entorno colectivo: “Lo había comprado hace tiempo, pero no lo había comprendido del todo. Al releerlo aquí, más relajada, lo entendí mucho mejor”.

Campos, un librero que participó por primera vez, destaca: “Ver a otros leer genera curiosidad y puede llevar a que más personas se acerquen al mundo de los libros”. Mientras que María Ortega, vecina de Villa Santa Rita, pone en valor estas iniciativas: “Incentivan a los chicos y acompañan también a los grandes”. Durante el evento, tuvo la oportunidad de descubrir a la escritora Rosario Castellanos, quien la sorprendió gratamente.

Sin embargo, la fiesta lectora enfrenta desafíos. Según Juan Bona, encargado de la administración del proyecto, el principal obstáculo es el financiamiento: “El desafío no es la creatividad, sino encontrar fuentes de financiamiento, porque fue un año complicado para la cultura”. Aunque algunos municipios aportan recursos para eventos puntuales, el apoyo no es continuo. 

La misión de Por qué leer sigue siendo clara: promocionar la lectura en todas sus formas y generar dinámicas inclusivas, como los canjes de libros y los sorteos, que invitan a los asistentes a sentirse protagonistas.