“Sólo somos chicas que quieren jugar al rugby”

“Sólo somos chicas que quieren jugar al rugby”

Sofía González empezó a jugar al rugby a los 13 años.

Los creadores del rugby, más precisamente William Webb Ellis, nombre que lleva la copa mundial, dijo a mediados del siglo XIX: “El rugby es un deporte de caballeros”. Cerrando la puerta -no definitivamente por supuesto-, a que la ovalada, embarrada en muchos casos, pueda estar en manos del sexo femenino.

Sofía González, la capitana de la selección argentina, responde: “Somos sólo chicas que quieren jugar al rugby”, previo a su preparación para el repechaje de Tokio 2020. Pasaje que deberán disputarse con selecciones como Rusia y Canadá. En desuso quedó aquella frase a casi 200 años de su creación.

“Empecé a jugar en Gimnasia y Esgrima de Ituzaingó (GEI)”, recuerda Sofía. Para entonces tenía 13 años, crecía en el seno de una familia que cuenta con 11 hermanos, pero con la ausencia de un padre marcada a fuego desde el nacimiento del más chico. “Mis vecinas, madre e hija, jugaban ahí y me invitaron a un entrenamiento. Me encantó tanto que al otro día dejé vóley, que era el deporte que practicaba desde los seis”, recuerda a sus 24. “No sé bien qué me atrapó, lo que sé es que cuando lo agarré no lo solté”, concluye.

Su carrera profesional está marcada por el club de la Sociedad Italiana di tiro al Segno (SITAS), pero también cursa sus estudios en el CENARD, donde sigue en carrera para convertirse en profesora de educación física.

A fines de 2018, la UAR contabilizó 4.430 jugadoras de rugby. En 2009, apenas había 229.

¿Qué le llamó la atención de este deporte esquivo para muchos por su tendencia al contacto? “Los valores”, acota Sofía. “Me llama mucho la atención que no tengas que ser un gran atleta o un gran deportista para poder ser parte del ámbito del rugby. Cualquiera que quiera venir a probar, puede y se lo incluye”, asegura.

Para fines del 2018, según la Unión Argentina de Rugby, existían 4.430 mujeres que practicaban rugby en la república argentina. Un poco menos de un tercio de los directores técnicos de fútbol recibidos en el país, que se calculan en 15.000 según datos de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA). Lejos están esas más de 4.000, de las apenas 229 chicas registradas que practicaban el deporte para 2009, también según estadísticas de la UAR.

Sofía ni siquiera se esfuerza por aclarar o disipar el estereotipo de la homosexualidad de las mujeres que juegan al rugby. Corta la charla por teléfono diciendo: “Espera que le alcanzo algo a mi novio”. Él es atleta, y corre 400 metros llanos, también en CENARD.

“El rugby femenino se fue sumando solito. Un poco porque nosotras nos hicimos ese espacio y otro poco porque la sociedad fue evolucionando”, analiza. “Más allá de todas las personas involucradas, la difusión, la creación de clubes, creo que la sociedad en general acepta más a la mujer, y eso conlleva que entremos todos en el paquete”, remata González.

“En vez de decirles a las chicas en el colegio que hagan hockey, deberían dejarlas elegir el deporte que les guste».

La organización del rugby femenino no dista mucho de la organización de los varones. Lo único que los distancia es la cantidad de jugadores que saltan a la cancha. En los varones son 15 los que se ponen la camiseta, mientras que las mujeres son apenas 10.  Ahora bien, en lo que se refiere al rugby nacional y bonaerense, ambos cuentan con el torneo de la Unión de Rugby de Buenos Aires, con Centro Naval como último campeón para las chicas y el San Isidro Club (SIC) en el URBA Top 12 para los varones. También Centro Naval fue campeón en el nacional de clubes femenino, venciendo en la final a Universitario de Córdoba, mientras que el mismo campeonato disputado por hombres atraviesa su segunda fecha.

Existe un límite, donde el deporte como tal, se enfrenta al impedimento de seguir creciendo sólo a cuesta de los clubes. “Creo que en vez de decirles a las chicas que jueguen al hockey en el colegio, deberían darles la posibilidad de elegir cualquier deporte que les guste. Eso alimenta el estereotipo”, detalla la capitana de Las Pumas.

¿Qué sabemos de la ESI?

¿Qué sabemos de la ESI?

En 6 capítulos, ANCCOM te cuenta algunos de los temas del trabajo sobre Educación Sexual Integral (ESI) en las escuelas. El primer capítulo aborda qué es la ESI, el segundo capítulo registra el debate existente entre una supuesta ideología de género y una perspectiva de género. El tercer capítulo explicita algunos los temas que se trabajan sobre la ESI en la escuela.

Capítulo 1 – Qué es la ESI

Capítulo 2 – Ideología de género vs. perspectiva de género

Capítulo 3 – Algunos contenidos de la ESI

Capítulo 4 – Contenidos en la Secundaria

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Capítulo 5 – Contenidos en la Secundaria

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Capítulo 6 – Contenidos en la Secundaria

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«Vamos Villas vamos»

«Vamos Villas vamos»

Villas Unidas nació de una iniciativa de la Escuela de Entrenadores César Luis Menotti.

Se abren las puertas de la ambulancia y de ella bajan corriendo, una de tras de otra, las 17 jugadoras que se dirigen al vestuario para vestir la camiseta violeta de Villas Unidas. Tienen solo 15 minutos para cambiarse, calentar un poco los músculos y  prepararse mentalmente para enfrentar a su rival. “Vamos, vamos, la que ya esté lista a la cancha”, dice el profe Gustavo Levine que, mientras les pide que se apuren, con sus manos y un inflador manual, intenta llenar de aire las pelotas que se utilizarán para el partido. Talleres de Remedios de Escalada, el equipo contrario, ya entrado en calor, se retira tranquilamente al vestuario para prepararse, mientras el recién llegado, ya con el uniforme y los botines dispuestos para el juego, aunque todavía algunas con el cabello a medio recoger y otras con las medias casi a mitad de pierna, intentan calentar y terminar de organizarse. El preparador físico da indicaciones puntuales mientras arma de forma rápida un pequeño circuito de entrenamiento.

“Solo tenés 10 minutos”, le dice el árbitro al  DT. “Por favor, dame los 15 que permite el reglamento”, suplica el profe. Es así que con el tiempo cumplido, las jugadoras se toman las últimas fotos, saludan al rival de la mano y suena el pitazo que da inicio al encuentro.

Llegar sin morir en el intento

Empieza el día y con él todos los preparativos para el encuentro. La calurosa mañana del domingo, con el sol en todo su esplendor, reafirma que hoy se transpirará mucho más la camiseta. La cita es a las 14 en el Complejo Polideportivo Pomar, ubicado en el barrio porteño de Floresta. De este lugar sale el micro que llevará a todo el plantel del equipo femenino de fútbol de Villas Unidas a enfrentar a Talleres, en el predio D10 en Pilar, lugar en el que Villas ejerce su localía por el Torneo de Primera C del campeonato femenino organizado por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).

“Subamos todo al micro y salimos”, dice Levine, el director técnico del equipo. Los preparadores físicos empiezan a pasar, del auto del DT al micro, cajas de manzanas, de naranjas, varios racimos de bananas, termos y botellas de agua. Las jugadoras se reúnen entre tanto en la plaza que está en las afueras del complejo con algunos familiares que las acompañan. Se saludan y comentan entre ellas anécdotas de cómo estuvo su semana.

Un “nos vamos” se escucha a la par de los motores del micro. El fuerte sonido se debe a que es un vehículo algo viejo, con la pintura un poco desgastada y con pinta de que ya debería de salir de circulación. “Yo pensé que iban a mandar el que siempre nos lleva” comentan entre las chicas, al ver de nuevo al transporte que las habían usado el partido pasado. “Lo que pasa es que el micro que siempre nos lleva está en reparaciones”,  comenta Gustavo Quezada, psicólogo del plantel. Con todos a bordo, con ambiente de fiesta y risas que caracteriza a las jugadoras, a las 14:30 arranca el micro camino a Pilar, con tiempo suficiente para llegar. El conductor emprende el viaje con atuendo veraniego, un cigarrillo en su oreja y reggaetón de fondo en la radio. Estima llegar en una hora.

“¿Qué querés “China”? ¿Banana, manzana?”,  comienza a caminar, preguntar y entregar Emiliano Weinstock, preparador físico de las chicas, además de empezar a rotar botellas de agua. “Es importante que coman algo liviano y se hidraten”,  explica.

A veinte minutos de recorrido el micro se detiene por indicaciones del DT, quien se baja para esperar a dos jugadoras más que estaban por llegar. Una de ellas es Fiorella Roldán, la 10 del equipo. Al subir saludan calurosamente a cada una de sus compañeras y entre comentarios se ríen. El micro retoma el recorrido. Hace unos kilómetros cuando se escucha un “Profe, sale humo”. Son las jugadoras que se encuentran sentadas en la parte del fondo las que dan el aviso mientras el humo empieza a invadir todo el micro junto con el olor a aceite quemado. “Vamos, todas abajo con calma, dejen las cosas y salgan”,  son las indicaciones de Levine que junto al preparador físico empiezan a dirigir la evacuación. Es así como, en plena Panamericana, el micro se detiene para no volver a arrancar.

El micro de Villas Unidas se quedó en la Panameriana y las jugadoras debieron llegar en un colectivo de línea.

Son las 15:30, hora estimada en la que debería estar el equipo en Pilar, para descansar de todo el viaje, cambiarse y calentar. La mayoría de las jugadoras tienen también cansancio acumulado. “Yo tengo dos horas de viaje. Tomo dos colectivos y un remis para llegar al Pomar”,  cuenta Paola Parra, una de las arqueras, quien vive en González Catán y viaja desde el barrio con Sofía Alzogaray. Como ellas, otras vienen de Quilmes y  Florencio Varela.

Después de varios llamados, la decisión del Levine es dividirse en grupos para tomar varios Uber que lleven a todos a Pilar. Con ayuda de los preparadores y, cargando al hombro las botellas, las cajas de frutas, los implementos deportivos y los uniformes, caminan hacia la bajada de la autopista para llegar a un lugar seguro. “Aquí es la parada del 203. Ese nos lleva a Pilar”, comentan algunas de las chicas sin perder la energía y motivación. “¿Será que vamos en ese?”,  duda el profe pero al ver llegar el colectivo, lo para y se acercan para hablar con el chofer. Con el visto bueno, todas comienzan a subir y se desactiva el plan Uber.  El colectivo se llena de golpe. “Este nos deja cerca profe, pero tenemos que caminar”,  dice Sofía, tiene 19 años y hace cuatro meses que forma parte del equipo, combinando el entrenamiento con la cursada en la escuela. “Yo juego desde los 6 años pero en el barrio, hasta que ya grande me animé a jugar en el Deportivo Italiano y allí Gustavo me vio y me trajo para acá”,  cuenta.

El reloj marca las 16:30 y un viaje que se pensaba sería de una hora, pasó a extenderse a dos. “Ya vamos a llegar”,  se le escucha decir al DT, además de pedirles que a su llegada se apuren en cambiarse porque no van a tener tiempo para entrar en calor antes del partido, que estaba pactado para las 17.  Finalmente se ve la parada y al bajarse todo el plantel, el colectivo queda vacío. “Hacia la ambulancia que está estacionada”,  indica Gustavo mientras las chicas suben apretujadas a ese vehículo, que es el que alquila el club para que esté presente durante el partido;  el resto del pasaje se encarga de llevar las frutas, la bebida y el equipamiento a dos autos de conocidos. Y así, en un ambulancia,  llegan a la cancha las jugadoras de Villas Unidas

González Catán, Quilmes y Florencio Varela son algunos de los territorios que habitan las chicas de Villas Unidas.

La recompensa al esfuerzo

A Las 17:15 se da inicio al partido y la indicaciones del profe Levina no se dejan esperar: “Bien Dahi”, “afuera equipo”, “tranquila Lucía”, “bajá Natalia”, “esperala un poquito”, “armar la barrera”, “vamos Lucía”, “que no patee el centro,  China”.

Los primeros 45 minutos son de un juego aguerrido, con buenos pases y con un vendaval de goles: tres para el local y dos para el visitante. En el entretiempo se dirigen al vestuario para descansar y recibir las indicaciones del DT sobre cómo encarar la segunda parte.

Ya en el segundo tiempo y con un juego un poco más picante empiezan las lesiones. “Esperá que ya va el médico”, le gritan las chicas de Villas que están en el banco de suplentes a Natalia Gamarra, tras recibir un pelotazo en el estómago que la deja sin aire. Llegan más goles, uno para cada equipo. “Vamos Villas, Vamos”, le cantan las jugadoras que están fuera de la cancha y unos pocos familiares que se encuentran en una tribuna lejana. Cerca del final y con una jugadora de Talleres en el piso, se presenta una discusión entre el árbitro y el director técnico de ese equipo, que termina con la expulsión del entrenador «tallarín». Se reanuda el partido pero siguen las discusiones “No me digas qué hacer, fijate vos lo que hacés”,  se escucha recriminarle una de las jugadoras de Talleres a su compañera. «Esto es común”,  comenta  Yesica la China Zelaya al ver el episodio del equipo contrario. “Dentro de la cancha todas tenemos discusiones pero fuera de ella somos todas amigas”,  afirma. Al igual que algunas de sus compañeras, empezó a jugar desde pequeña y siempre lo hizo en equipos mixtos.  “Por más de cuatro años participé en ligas barriales con equipos integrados por hombres y solo tres mujeres. Creo que eso ayudó mucho en mi estado físico.”

Suena el pitazo final y las jugadoras de Talleres se van molestas mientras que las de Villas se abrazan eufóricas y cantan: “Vamos Villas a ganar”. El marcador favorece al local, dejando un resultado de 4-3, con dos tantos de Natalia Gamarra, quien está hace seis meses está en el club y trabaja de niñera en la semana. “El trabajo con Gustavo es muy bueno, siempre nos trata muy bien”, revela. Los otros dos golazos desde fuera del área fueron por cuenta de Fiorella Roldán, quien celebró el primer gol abrazando a entrenador.

El detrás de Villas

Villas Unidas nació hace un año, por una iniciativa mixta: por un lado, la Escuela de Entrenadores César Luis Menotti, entre los que se encuentran famosos referentes del futbol masculino, entre ellos Fernando Signorini, quien fuera el preparador físico de la Selección Argentina y de Diego Armando Maradona en sus años de gloria. Por el otro, un puñado de organizaciones sociales que buscan darle la oportunidad a los niños y jóvenes de los sectores más vulnerados de aprender, disfrutar y promocionar su desarrollo futbolístico.

Villas Unidas es el único club en el mundo del fútbol de ascenso que se organiza y se mantiene gracias a las ayudas sociales y donaciones y que  apuesta a la inclusión social y de contención para los más necesitados. Actualmente cuenta con el equipo de fútbol femenino, que disputa el torneo del ascenso de la Primera C de la AFA, en un año clave, porque por primera vez esa institución lanzó la liga profesional jugada por mujeres, en cuya categoría superior juegan UAI Urquiza (el último campeón), Boca, River, Racing. Defensores de Belgrano y otros equipos. Claro que en el ascenso la realidad es muy diferente a la que los planteles de la primera división.

“La dirigencia se ocupa permanentemente de nosotros como cuerpo técnico y de las chicas como jugadoras. Todos los partidos ponen un micro, es un club que no le cobra a las jugadoras, que se hizo cargo del costo de la cobertura médica obligatoria que tiene AFA, que pagó el pase de club de cuatro de ellas, les aporta dinero en efectivo para que carguen la SUBE”,  describe Levine.

En cuanto a los mitos generados sobre el desempeño de las mujeres en el fútbol, el preparador físico Weinstock afirma: “Hay pocas diferencias, solo un poco desde lo físico por tema de género, por la explosividad y fuerza que caracteriza al hombre, pero después las chicas tienen las virtudes de la concentración, obediencia y disciplina, que cuesta siempre trabajarlo con los hombres”. Además considera que lo importante para el plantel no es el resultado de los partidos ya que lo que realmente tiene valor es el proceso y crecimiento de cada una de las jugadoras.

Villas Unidas sabe que debe trabajar todos los aspectos de sus jugadoras para mantener un equipo consolidado, ya que según lo dicho por el Técnico,  “el plus que tiene Villas es que las chicas provienen de barrios populares, de ver el fútbol como un juego, como posibilidad de ganar dinero rápido por jugar en los barrios. Cuando se insertan en el fútbol oficial, de AFA y de una primer división, el panorama cambia sustancialmente y el cuerpo técnico tiene que tener todo esto en cuenta para trabajarlo”.  Por eso, el plantel también cuenta con un entrenador de arqueras, un psicólogo para trabajar el entrenamiento de los vínculos, mejorar la comunicación y trabajar el liderazgo. Además contemplan la necesidad de incorporar una nutricionista, pensando en armarles un plan de acuerdo al contexto social de las jugadoras y de sus necesidades.

El proyecto de Villas crece poco a poco, intenta ser muy abarcativo: en marzo de 2020 su equipo infantil masculino participará en las ligas de la AFA, además de estar desarrollando la categoría senior y en un futuro las inferiores femeninas del club.

De regreso al inicio

El encuentro ha finalizado y las chicas se retiran para celebrar en el vestuario con cupcakes traídos por el Levine. El ánimo en el regreso, que nunca estuvo abajo por más de los inconvenientes del día, es de fiesta  por el partido ganado. “Se viene un equipo duro”,  comentan: Tigre, puntero del torneo. Por ahora disfrutan, conversan, se divierten. No se preocupan demasiado: en su mundo, muchas veces solo se vive un día a la vez.

Abuelas cumplió 42 años

Abuelas cumplió 42 años

Abuelas de Plaza de Mayo pedirá una entrevista con el presidente electo Alberto Fernández para transmitirle sus demandas.

Las Abuelas de Plaza de Mayo celebraron sus 42 años de lucha en el Teatro San Martín, rodeadas de nietos, nietas y afectos que han cultivado durante más de cuatro décadas de búsqueda. Llegan a este nuevo aniversario con 130 nietos restituidos y el anhelo de seguir encontrando a los y las que faltan.

Entre otros, estuvieron presentes los diputados Máximo Kirchner, Wado de Pedro y Horacio Pietragalla, y artistas como León Gieco y Raúl Porchetto, quienes oficiaron de público. Los números artísticos estuvieron a cargo de Pedro Rosemblat, Malena Guinzburg y Joan Manuel Serrat. El encuentro estuvo lleno de alegría y satisfacción por los logros alcanzados, aunque las Abuelas saben que esto no termina acá.

Delia Giovanola es una de las 12 fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Luego de 39 años, en noviembre de 2015 pudo recuperar a su nieto Martín, específicamente el 5 de noviembre, exactamente cuatro años antes de esta celebración. Delia recuerda el encuentro con su nieto como una locura de llorar y reír al mismo tiempo, pero lamenta que el proceso de búsqueda no haya sido igual. Su hijo Jorge continúa desaparecido desde el 16 de octubre de 1976 junto a su nuera, embarazada de ocho meses. “Primero inicié la búsqueda de mi hijo y de mi nuera, pensando que a los dos o tres días iban a aparecer. Luego empecé la búsqueda de mi nieto, pasaron 39 años hasta que lo encontré, perdiendo en el camino muchas cosas. Es una historia muy fuerte la que he vivido”, cuenta Delia que define a Abuelas como paridas por las Madres, siendo ella una de las tantas que daban vueltas a la Plaza.

Sobre la situación actual del país, Delia ve una brecha muy profunda. Por este motivo es muy enfática al pedir a las generaciones futuras que tengan memoria: “No podemos olvidar lo que pasó, nosotras pedimos que tengan en cuenta lo ocurrido para que no permitan que vuelva a pasar”. Acepta que tiene miedo, pero no personal, sino de que esta historia tan terrible se repita. Dice que le encanta difundir la búsqueda y la lucha que con las Abuelas llevan adelante, pero remarca el hecho de que nunca buscó ser una Abuela o una Madre de Plaza de Mayo, sino que fue la vida quien la puso ahí. “No sabíamos qué hacer ni cómo buscar, tampoco a quién recurrir, pero estábamos y estamos todas juntas, sin quejarnos. Tengo 93 años, hace 43 que estoy en esto, no sé hacer otra cosa”, concluye.

«Macri fue el único presidente que no nos recibió», denunció Estela de Carlotto.

Estela de Carlotto es la Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo y mamá de Laura Carlotto, secuestrada y desaparecida estando embarazada el 26 de noviembre de 1977. Luego de 36 años de búsqueda, encontró a su nieto Ignacio Montoya Carlotto, quien en 2014 se presentó voluntariamente en la sede de Abuelas ante la sospecha sobre su verdadera identidad.

Con la lucidez que la caracteriza, Estela también señala su preocupación por el contexto que atraviesa el país. Asegura que se están pasando momentos muy difíciles, pero se muestra esperanzada respecto del proceso de transición política y los resultados de las últimas elecciones: “Alberto Fernández no se va a salvar del pedido que hemos hecho a cada presidente electo desde la vuelta de la democracia. A partir de la toma de poder, los organismos de derechos humanos solicitamos una reunión para hacerles saber qué necesitamos del Estado, el único que no nos recibió fue Macri”.

Carlotto define al macrismo como un gobierno constitucional con rasgos dictatoriales: “Hemos retrocedido mucho -subraya-, es lamentable que siendo un país tan rico haya gente durmiendo en la calle, que los niños y niñas tengan que ir a comer a los merenderos”. 

Más allá de los maltratos y ofensas recibidos a lo largo de estos cuatro años, Estela sostiene que pronto formarán parte de un pasado. Si bien sabe que hay cosas que funcionan mal y a destiempo, enfatiza el valor de la democracia, de la libertad de expresión, del derecho humano a una vivienda, a la salud, a la educación, a un empleo con un sueldo digno: “Nuestros hijos hablaban de justicia social, ese es nuestro lema”.

Malena Guinzburg participó del homenaje con un monólogo.

Guillermo Martín Amarilla Molfino es el nieto restituido número 98, hijo de Marcela Molfino y Guillermo Amarilla, secuestrados y desaparecidos desde octubre de 1979. Marcela tenía 27 años y estaba embarazada, aunque nadie lo sabía. Guillermo fue apropiado por un agente de inteligencia del Ejército e identificado en noviembre de 2009.

Define al proceso de restitución de su identidad como muy emotivo por todo lo que conlleva: la verdad y reconstrucción de su propia historia. “Fui restituido por presentación espontánea, tenía dudas y me presenté en Abuelas en el 2007, mi gran pregunta era ¿seré uno de los nietos que están buscando?”. Cuenta que la CONADI abrió un legajo para esclarecer su origen y que luego se realizó un examen de ADN. En diciembre asistió al Banco Nacional de Datos Genéticos y en marzo de 2008 se le informó que no era hijo de desaparecidos. “Me explicaron que mi ADN no coincidía con el de ninguna de las familias de las que integraban el Banco, por lo que muchos familiares de desaparecidos no sabían que sus hijas o nueras estaban embarazadas al momento de desaparecer”.

Pasados dos años, una sobreviviente de Campo de Mayo contó que Marcela estaba embarazada y dio a luz. En su partida de nacimiento figuraba que nació allí, por lo que la CONADI abrió un nuevo legajo para incorporar a las familias Molfino y Amarilla al BNDG, por lo que con sus muestras y los nuevos resultados, Guillermo recuperó su identidad. “Mirando un programa del ciclo Televisión por la Identidad fue que me decidí a buscar. Por eso es importante el trabajo de la institución, sabemos que en un principio Abuelas buscaba bebés, niños, pero luego esos niños fueron creciendo. El abrazo con mis hermanos fue el momento más feliz de mi vida”, recuerda.

Lita Boitano y Taty Almeyda.

Los nietos Leonardo Fosatti y Manuel Goncalves Granada fueron los encargados de conducir el festejo. Durante el evento se proyectó un video sobre la recuperación del ex centro clandestino de detención que tuvo lugar en la Comisaría 5° de La Plata, que actualmente es sede de Abuela La Plata y lleva el nombre de Espacio para la Memoria. Allí se lo pudo ver a Jorge Julio López –aún desaparecido-, lo que provocó que el público se fundiera en aplausos. Leonardo y Manuel contaron que, gracias al testimonio de los sobrevivientes, pudo saberse que por ese centro clandestino pasaron alrededor de 250 hombres, mujeres, niños y niñas; diez de esas mujeres embarazadas y que allí nacieron dos bebés: uno de ellos Leonardo, la otra Ana Libertad Baratti de La Cuadra, también restituida. 

Durante el evento se recordaron los mayores logros del año: los dos casos de restitución: Matías, hijo de Elena Mijalchuk y de Juan Manuel Darroux, quien se encontró con sus tíos paternos y todavía busca a sus padres y a su hermano; y la de Marcela, que, como pocas veces sucedió, pudo reencontrarse con su papá y sus hermanos. Los conductores también recordaron los juicios de lesa humanidad en curso, además de pedir que por favor se los acompañe para apoyar a los sobrevivientes.

El humorista Pedro Rosenblat se presentó con un texto: «Somos hijos y nietos de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, en una lucha que para nosotros comenzó con Néstor Kirchner». Por su parte, Malena Guinzburg, partícipe de Teatro por la Identidad, interpretó el monólogo “Cómo vencer la duda”, mezclando el humor con la verdadera importancia de encontrar a los nietos y nietas que faltan, quienes pueden estar en cualquier sitio, entre nosotros, sin siquiera saberlo.

El catalán Juan Manuel Serrat cerró el acto con sus tradicionales canciones.

 

Ya finalizando el evento, Joan Manuel Serrat deleitó con su voz y sus canciones a todo el auditorio. Las Abuelas y sus nietos y nietas subieron al escenario para agradecer el acompañamiento. Con Estela al micrófono, recordaron que seguirán trabajando y buscando a todos los hombres y mujeres que aún viven con su identidad falseada, en cualquier lugar del mundo, porque la lucha sigue. Por último, con Taty Almeida, cerró el acto al grito de «30 mil compañeros detenidos desaparecidos, presentes, ahora y siempre».