¿Educación virtual o educación a distancia?

¿Educación virtual o educación a distancia?

La pandemia condujo a un pasaje obligado, rotundo e inesperado hacia una educación virtual que transformó las formas de enseñanza y aprendizaje. En este contexto no solo se vio implicada toda la comunidad escolar sino las vidas de sus familias, los hábitos, las rutinas, las formas de relacionarse. En la eventualidad que nos acontece, la educación fue una de las cuestiones que primero generó incertidumbre, y entre las experiencias que ha dejado podemos dar cuenta de escenarios variados y disímiles. 

Alejandra Otero es profesora de inglés en tres escuelas públicas de la localidad de San Martín. En su experiencia con la educación virtual, señala que ha sido dificultosa ya que se trabaja mucho individualmente: “Hago videollamada con quién pueda y quiera, también mando audios a cada chico para responder sus dudas particulares, trabajo mucho con Whatsapp”. Alejandra cuenta que, si algún alumno no responde, se comunica con él para mantener el contacto, y comenta que la situación que atraviesan chicos y chicas en este contexto es multifacética: “Cada hogar y familia es diferente, hay que entender bien lo que le pasa a cada uno, por eso es necesario un seguimiento individual y acompañamiento”. 

La integración de tecnologías que implicó la pandemia propuso desafíos para muchos docentes. “Hay herramientas digitales que no sabía usar y las tuve que aprender, sigo intentando incorporar cosas porque si no quedas relegada”, expresa Otero, que señala que no se trata solo de aprender a usar tecnología sino aprender a hacer actividades virtuales: “Tenés que cambiar tu cabeza de docente, que planeaba de determinada manera en lo presencial, para pasar a pensar actividades nuevas y trabajar con las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación)”.  

Carolina Defiore, licenciada y profesora de Ciencias de la Educación que da clases en dos colegios de CABA, advierte que su caso es diferente, tiene contacto con todos sus alumnos y percibe que los niños y adolescentes son flexibles y se adaptan fácilmente a toda situación, con lo cual, siempre los encontró entusiasmados. “La mayor dificultad está en la falta de contacto con sus compañeros y en la organización de las tareas y horarios cuando no asisten a la escuela”, expresa. “El colegio como espacio físico organiza y marca las rutinas tan necesarias para ellos”. 

En relación a los cambios que se han generado con el advenimiento de la educación virtual, afirma: “Elijo verlo como una oportunidad llena de grandes desafíos para repensar las prácticas pedagógicas docentes, qué escuela queremos y qué rol cumple la tecnología para formar ciudadanos para el siglo XXI”. Sin embargo, observa que quedó evidenciada la falta de infraestructura para llevar adelante propuestas significativas, ya que el propio Estado no ha podido dar soluciones duraderas y efectivas. 

El Estado y las TIC 

Uno de los actores más activos desde el Estado en la búsqueda de integración de las tecnologías de información y comunicación ha sido Educar. Se trata de un programa nacional que funciona desde el año 2000 y que ha ido recorriendo las transformaciones del mundo digital. Actualmente se dedica a la producción de contenidos multimediales, acompañamiento a docentes, herramientas digitales para las infancias y para el mundo educativo. 

Cecilia Sagol, gerenta de investigaciones de Educar, explica que el portal web del programa cuenta con “más de 50 mil recursos educativos para usar en el aula, cursos para docentes y propuestas para los estudiantes”. Han trabajado con el plan Conectar Igualdad y se encuentran vinculados a los canales educativos del Ministerio de Educación, Canal Encuentro, Paka- Paka y Deportv

La gerenta de investigaciones explica que, desde Educar, el año pasado se lanzó “Juana Manso”: un programa federal que se codiseña con las provincias y que consta, por un lado, en brindar equipamiento y conectividad, y por otro es una plataforma que tiene aulas virtuales y un repositorio de contenidos. “La plataforma surgió muy tarde, en agosto, con lo cual tuvo un uso más bien experimental”, argumenta Sagol e indica que este año entre los niveles Inicial, Primario, Secundario y formación docente ya hay 300 mil usuarios: “Es un número grande, pero hay 11 millones de alumnos en argentina aproximadamente, todavía falta muchísimo por incorporar”. 

En la presencialidad la idea es que Juana Manso sea un espacio de proyectos, de aula expandida y complementaria. “Ningún organismo internacional recomienda que la educación inicial, primaria y secundaria se haga a distancia, esta fue una situación dada por una emergencia”, indica Sagol. En este sentido, se refirió a la forma de abordar la educación virtual en 2020: “Se intentó reproducir la presencialidad y no funcionó porque la tecnología no sirve para dar clases en forma tan expositiva, hay una serie de cosas que quedan afuera como el cuerpo y lo paralingüístico”. 

“Se puede dar un pasito más -dice Sagol-, y preguntarse si esas clases expositivas que los docentes venimos dando no están también en crisis desde hace tiempo, más allá de la pandemia”. Con lo que sugiere que se debería ir por una educación donde el estudiante tuviera un rol mucho más activo.

Nuevas preguntas

Algo de todo esto puede resonar como un eco cuando nos detenemos a pensar en la educación, y sobrevienen no pocos interrogantes: ¿Qué pasa con los cambios que han trascendido en la educación estos últimos tiempos? ¿Han acaecido con la emergencia de la pandemia o vienen de larga data? ¿Qué podemos rescatar? ¿Cómo podemos repensar estos espacios, vínculos y la institución misma de cara a un futuro pospandemia, con un modelo educativo con tecnología integrada?

Si bien las clases presenciales para los niveles Inicial, Primario y Secundario han retornado luego de múltiples vaivenes, el fenómeno de la virtualidad, que ha llegado a nuestra cotidianeidad y que es parte de una onda expansiva que abarca casi todos los espacios de la vida, invita a pensar: ¿En qué pensamos cuando hablamos de educación virtual? 

Silvia Simonetti, profesora de Filosofía y Pedagogía en instituciones de formación docente y nivel medio expresa que la educación virtual no nace con la pandemia, sino que es una tendencia que ya se venía instalando, que tiene que ver con cambios sociales profundos, no solamente a nivel educativo, y que con la situación de emergencia sanitaria se vieron acelerados. “Me parece que uno de los cambios tiene que ver con la fragmentación de lo atencional, las tecnologías no solamente tienen que ser pensadas en términos instrumentales y su uso produce una afección sobre la sensibilidad, que tiene impacto en las subjetividades”.

Simonetti, que también coordina talleres y encuentros filosóficos que promueven educación no formal y que intenta pensar los vínculos educativos no jerarquizados y no alienantes, señala que existe una modalidad atencional más a corto plazo, no solamente en las infancias sino de manera generalizada. Una atención que es rotativa y que se ve dividida en distintos escenarios: “Creo que aparece en el ámbito educativo una necesidad de atender esas circunstancias”, expresa.

A su vez, Simonetti marca una relación de tensión entre lo atencional y un cambio en la manera en que se percibe el tiempo y el espacio y que, de nuevo, se ve agudizado por el contexto de pandemia. Por un lado, advierte una superposición de ambientes donde se funden el espacio educativo, doméstico y laboral, y por otro, observa un cambio en la temporalidad: “Sobre todo en las infancias que consumen mucho más contenido audiovisual, videojuegos, que tienen una velocidad que no es la del tiempo escolar que requiere una demora, un tiempo de escucha y de comprensión”. En este sentido, da cuenta de la dicotomía entre atender esa velocidad o seguir insistiendo sobre la necesidad de otra temporalidad, que implica la reflexión, y delibera: “Quizás la pregunta que tenemos que hacernos los docentes es: ¿Cómo construir andamiajes entre esas velocidades?”.

Por su parte, Sagol, sugiere una aproximación que, en principio, marca la diferencia entre educación virtual y educación a distancia, donde la primera es un intento de mímesis de la presencialidad y la segunda, una forma de enseñanza que se atiene sobre todo a la asincronía. Argumenta que lo que la tecnología viene a aportar en la planificación educativa es “jugar con la ubicuidad, dejar materiales, abrir espacios donde se comenten esos materiales, en cualquier tiempo y lugar”. Un tipo de educación que se vincula a lo que llaman “asincronía creativa” y que propone también que los encuentros sincrónicos sean esporádicos, cortos y que, sobre todo, inviten al debate y al juego.

De cara a un futuro cercano

Todas estas cuestiones desembocan inevitablemente en analizar qué es lo que vendrá. Simonetti invita a pensar la escuela como una institución del cuidado: “La escuela tiene una tarea de brindar un espacio común, una experiencia común, y una experiencia mediada por el cuidado y por la posibilidad de hacernos preguntas que no siempre están a la mano”. En este sentido, si bien la integración tecnológica ha quedado instaurada, se preocupa por la idea de que la tecnología o el acceso infinito a la información parece ser lo que resuelve todo hoy. 

Simonetti señala que el acceso se encuentra en realidad vedado dado que las plataformas que se utilizan son privadas: “El mercado está interesado en que circulemos ahí todo el tiempo, generando metadatos, es un modelo de negocios muy próspero”. Con lo cual, considera que hay que pensar desde la escuela formas de escapar de los automatismos, sabiendo que los intereses del mercado no son inocentes, y “que no da lo mismo que la mediación la haga el mercado a que la haga la escuela”. En cuanto a la funcionalidad de esta institución de cuidado, concluye: “Mucho más allá de la cuestión de si se integra o no la tecnología necesitamos pensar qué estamos haciendo cuando integramos la tecnología. Creo que es una pregunta que tiene que instalar la escuela”.

“Hay un sector de la juventud que se siente atraído por las derechas alternativas”

“Hay un sector de la juventud que se siente atraído por las derechas alternativas”

La reacción conservadora” se tituló la investigación periodística publicada el 13 de junio en el El DiarioAr que intentó mapear los vínculos entre los actores de la denominada nueva derecha. Para hacerlo, las autoras elaboraron una red conceptual, con datos públicos, que a poco de ser subida en la web fue hackeada; ellas también recibieron amenazas de muerte por su trabajo. Además, debieron padecer en redes el ataque coordinado de los influencers señalados en el informe e incluso de colegas. Ahora bien, la virulenta respuesta de la alt-right argenta no puede verse como un fenómeno local, sino que está enmarcada en una estrategia global.

Uno de los primeros estudios que busca alertar sobre el avance de las extremas derechas en el país fue realizado por el equipo de Incidencia Política de FUSA AC, una asociación civil que trabaja en temas de salud y derechos sexuales. El proyecto tiene como objetivo identificar los “formatos discursivos y fórmulas retóricas de los argumentos usados por actores conservadores/antiderechos que, desde distintas inscripciones políticas, predominan en la escena local”.

El trabajo contó con la colaboración de la socióloga feminista María Alicia Gutiérrez quien, en diálogo con ANCCOM, afirma que no se trata de algo nuevo, sino que existe hace años a nivel regional y mundial: “Se pueden rastrear desde los años setenta, tienen un impacto fuerte en la década del noventa y, en los últimos diez años cambiaron algunas claves a partir de la aparición pública de los feminismos, la comunidad LGBTIQ+, gobiernos progresistas en algunos lugares del mundo y la revolución 2.0 que les permitió usar estrategias de difusión alternativas”.

En los setenta, una de sus principales figuras fue Joseph Ratzinger (luego Benedicto XVI), quien lideraba la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ratzinger comenzó a plantear la emergencia de situaciones que desorganizan el “orden natural”, por ejemplo, “la homosexualidad”. Ya en los noventa, con El Vaticano operando desde su lugar de observador permanente en Naciones Unidas, se fue articulando una nueva estrategia mediante la intervención a niveles regionales y locales en políticas públicas y en el lenguaje de las leyes. Esta quedó manifiesta en las diversas conferencias internacionales del período, particularmente en la de Población y Desarrollo en El Cairo (1994) y de la Mujer en Beijing (1995), sobre dos ejes: los derechos sexuales o reproductivos y la educación.

El movimiento es encabezado por la Iglesia católica, pero ha ido generando alianzas con sectores del protestantismo, del islam y, más recientemente, con grupos laicos para sentar bases ecuménicas. Todas las presiones que ejercen son posibles gracias a los recursos económicos con los que cuentan, una diferencia sustancial respecto a cualquier otra organización social.

“En Argentina, a partir de la transición democrática, como la Iglesia católica queda muy desprestigiada entre los grupos más vulnerables por su compromiso con el golpe militar, le cuesta bastante reinsertarse en los sectores populares y ahí empiezan a ocupar un lugar importante los pentecostales y los neopentecostales”, sostiene Gutiérrez.

En los noventa, mientras la Iglesia católica opera en el espacio de poder del Estado, los evangélicos empiezan a resolver las necesidades en el territorio. También emerge el laicado conservador, que da impulso a nuevas estrategias, como el intento de desarticulación y resignificación de los derechos humanos, sin decir nunca que están lisa y llanamente en contra de ellos. Por caso, el derecho a la vida lo traducen en “las dos vidas”. Según Gutiérrez, en los últimos años evitan el lenguaje religioso y se sustentan en su concepción de la ciencia y del derecho. Todo lo que se encuentra por fuera lo califican, despectivamente, como “ideología”. Un referente actual es Agustín Laje, politólogo cordobés e influencer que ataca las posturas feministas asociándolas, en sus críticas, a una difusa «ideología de género».

Personajes como Laje ganan seguidores en las redes. Pablo Stefanoni, autor del libro ¿La rebeldía se volvió de derecha? Cómo el antiprogresismo y la anticorrección política están construyendo un nuevo sentido común (y por qué la izquierda debería tomarlos en serio), destaca: “Hay un sector de la juventud que se siente atraído por las derechas alternativas que aparecen como transgresoras y hablan el discurso de las redes sociales: el trolleo, el meme”.

En su libro, subraya que la izquierda “fue quedando dislocada en gran medida de la imagen histórica de la rebeldía, la desobediencia y la transgresión que expresaba. Parte del terreno perdido en su capacidad de capitalizar la indignación social fue ganándolo la derecha, que se muestra eficaz en un grado creciente para cuestionar el ‘sistema’”. Y más allá de que la escena política argentina no parezca tener lugar para estas nuevas fuerzas, Stefanoni asegura que nadie está exento del clima de época en el que crecen estas derechas alternativas.

En su libro, escrito en pandemia, el autor observa cómo el coronavirus alimentó teorías conspirativas y protestas contra el aislamiento y las vacunas. La incertidumbre genera un contexto propicio para que las extremas derechas alrededor del mundo hagan uso eficiente de tecnologías para detectar temores.

Distintos grupos componen el amplio espectro de esta nueva derecha. “Tienen algunos puntos en común en la argumentación –explica Gutiérrez–: se autodenominan antisistema, los de la incorrección política, porque dicen que la democracia no puede resolver la pobreza dado que son regímenes tomados por los ´nuevos revolucionarios´ como los feminismos, movimientos LGTBQI+ y el marxismo cultural”.

En su obra, Stefanoni analiza cómo se enlazan agrupaciones ambientalistas o proteccionistas, otras que reivindican los derechos sexuales y religiosos, con los sectores de extrema derecha, que adoptan estos elementos para articularse en los sitios de poder institucional. Destaca el caso del ultraderechista Frente Nacional francés, liderado por Marine Le Pen, una de cuyas banderas es la preocupación medioambiental. Asimismo, hasta 2018 Le Pen tuvo como aliado a Florian Phillipot, quien en 2014 se declaró abiertamente gay.  Desde 2017, Philippot es el jefe de Los Patriotas, otro partido de extrema derecha, creado luego de sus diferencias con Le Pen. “A pesar de que gran parte de esta nueva derecha sigue siendo conservadora, hay sectores que están siendo más aperturistas”, aclara Stefanoni.

La retórica de esta nueva-vieja derecha incorpora la construcción y permanente mención de su antítesis, “el comunismo”, con la que justifica su accionar. Utilizan la palabra “comunismo” para describir a aquellos que no comparten sus planteos, sin importar siquiera que lo sean.

Otro latiguillo es el “marxismo cultural”, que según denuncian los alt-right, se inserta en el espectáculo, las instituciones educativas y en espacios de reivindicación de derechos para las minorías. Argumentan que la izquierda obtuvo su victoria cultural y que ellos están dispuestos a enfrentarla. “Es una idea de justificar el anticomunismo zombie de hoy, ven comunismo donde no hay comunistas”, remarca Stefanoni. Tales ámbitos, donde los movimientos denuncian el predominio del marxismo cultural, “poco tienen que ver con la izquierda”, agrega. En verdad, es sólo un intento para fortalecer el antiprogresismo.

En los medios, con la intención de contrastar información oficial, muchas veces se pone al aire a portavoces de estos discursos, a la misma altura de referentes institucionales como si se tratara de fuentes equivalentes. En redes sociales, sus intervenciones se viralizan por su radicalidad, y aunque se las replique desde un lugar de cuestionamiento o de “consumo irónico”, nuestra comunidad interpretativa no es infinita y lo único que se logra es dar relevancia a estos personajes sin profundizar en las consecuencias que puede traer.

Gutiérrez sostiene que hay que hacerse cargo del debate desde todos los ámbitos: la academia, los movimientos sociales, los partidos políticos, los sindicatos: “Hay que estar atentos sin dar lugar al pánico ni más presencia de la que tienen. No se puede decir que es pura bizarreada, tienen muchos seguidores en las redes, lugar en la televisión y mientras los ridiculizamos ellos operan”. Y concluye: “Lo que ellos tomaron interesante es la noción de libertad. Se la apropiaron porque está abandonada del otro lado, en el debate igualdad-libertad, la izquierda política y teórica denostó la libertad en tanto concepto profundamente liberal. Hay que retomarlo”.

Seis meses después de que la IVE se hizo ley

Seis meses después de que la IVE se hizo ley

Pasaron ya seis meses de aquella vigilia que terminó en una de las principales conquistas impulsada por los movimientos feministas. El 30 de diciembre de 2020, el Congreso aprobó la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), mientras una marea de pañuelos verdes acompañó el proyecto desde las calles y plazas de todo el país. 

Se trataba de resolver una de las deudas más importantes de la democracia: el derecho de las personas a decidir sobre sus cuerpos y sus vidas.

Desde la mañana del 29, la avenida Rivadavia comenzó a vestirse de brillos y pinturas verdes y violetas, intervenciones callejeras, bailes, bombos y canciones de protesta. Por supuesto, estaba el símbolo de lucha: el pañuelo de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Todas las voces se unían en un sólo grito: ¡Que sea ley!

Sin etiquetas ni discriminación de edades, las mismas personas con capacidad de gestar, que en 2018 se fueron de la Plaza de los Dos Congresos con un sabor  amargo, recuperaron el tiempo perdido. Esta vez con un contexto atípico: barbijos, alcohol en gel y en medio de una pandemia. Así, el Senado votó con protocolo a favor del proyecto. 

La sesión comenzó a las 16:08 de aquel 29 de diciembre. Empezaba una jornada histórica. La Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito cumplió en 2020 su 15º aniversario. ¡Brazos arriba a pesar de los proyectos cajoneados! En noviembre del año pasado, por primera vez, el Poder Ejecutivo impulsó el proyecto para que finalmente el aborto sea ley, sin criminalizar a quien lo solicite. 

Se contaban los votos de a uno. El llamado “poroteo” invadía las redes y la expectativa aumentaba. Para las 23 y con los números a favor, en las calles ya se sentía, poco a poco, el deseo en ley. Más de 1.700.000 personas siguieron la sesión por Youtube. Por whatsapp replicaban: “Parece que esta vez sale”. 

Más de doce horas y 58 discursos durante la noche y la madrugada del 29 al 30 de diciembre. “Resulta aprobado, con 38 votos afirmativos y 29 negativos y una abstención, se convierte en Ley y se gira al Poder Ejecutivo”, fueron las palabras de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner a las 4:12 de la madrugada. 

Panorama sobre la aplicación de la ley

Según un relevamiento publicado en mayo 2021 por el Grupo de Estudios sobre Derechos Sexuales y Reproductivos (GEDESyR – UNSAM), la línea telefónica de consultas ( 0800-222-3444 ) del Ministerio de Salud para el acceso a la IVE o ILE indicó que las llamadas se duplicaron luego de la aprobación de la Ley.

“Según el último informe del Ministerio de Salud de la Nación, en el año 2020 se recibieron más de 19.900 llamados a la línea. En el primer cuatrimestre del año 2021, el número de llamadas contabilizó un total de 12.010, de las cuales 7.542 generaron secuencias. En este período, 7.185 fueron consultas por IVE/ILE (95,3%), 210 por métodos anticonceptivos (2,8%) y 147 por otros motivos (1,9%). Los datos muestran el aumento sustancial en el uso de esta herramienta para la atención de IVE/ILE”, amplía Ana Morillo, coordinadora del Área de Salud de Católicas por el Derecho a Decidir.

La Ley también genera un impacto al interior del sistema de salud. “Al 31 de diciembre de 2020, la Dirección Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (DNSSR) informaba que la cantidad de efectores del subsistema público de salud que habían comunicado la realización de interrupciones legales del embarazo (ILE) eran 907. Cinco meses después -el 31 de mayo-, ese número contabilizaba 1164. Es decir, alrededor de un 30% más”, explica Morillo.

En Entre Ríos, la IVE es practicada por el 70% de las y los efectores de salud.

El informe de GEDESyR ofrece una mirada federal de la ley y arroja datos de diversas provincias. En Entre Ríos, la IVE es practicada por el 70% de las y los efectores de salud. Asimismo, en Córdoba 100 centros de salud realizan IVE. En la provincia de La Pampa, Maternidad e Infancia explicó que se garantiza la gratuidad de los medicamentos; así como en San Juan, el Hospital Marcial Quiroga afirmó que garantizará la IVE. En la provincia de Jujuy aún no se cubre el misoprostol. 

En Tierra del Fuego, el Ministerio de Salud informó las vías de acceso para la IVE en Ushuaia, Tolhuin y Río Grande y, según GEDESyR, esta última localidad inició la capacitación de personal. El Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires también mostró predisposición a la implementación de la Ley mediante el lanzamiento de una guía para el acceso a IVE, mientras que CABA subió información a su página web sobre cómo acceder a un aborto con o sin causales.

Con respecto al número de interrupciones voluntarias no hay datos estadísticos que puedan reflejar todavía el impacto de la Ley. Sin embargo, el informe muestra que en enero, en la provincia de Neuquén, ya se habían aplicado 10 IVE en el Hospital Heller. También, entre enero y marzo, La Rioja indicó que a la fecha se habían practicado 55 IVE. En el mismo período, se habían realizado 42 interrupciones voluntarias del embarazo en el Hospital Materno Infantil de Salta. También la provincia de Río Negro garantizó 88 interrupciones en General Roca y en Cipolleti.

Sin embargo, a seis meses de la aprobación de la Ley 27.610, en Argentina no hay una efectiva implementación. Durante las últimas semanas, diversos grupos antiderechos presentaron acciones judiciales para frenar que en nuestro país se lleven a cabo abortos ya amparados por la ley. 

Río Negro ya garantizó 88 interrupciones de embarazos en General Roca y en Cipolleti.

Soledad Vallejos, escritora y periodista especializada en género, plantea que “lo que tenemos por delante y va a durar bastante es la aplicación cabal en todo el territorio, que haya igualdad para mujeres de todas las provincias argentinas y de todas las jurisdicciones respecto al acceso. Y eso es algo que tiene que garantizar el Estado”, y luego sentencia: «Una vez que lográs la Ley, empieza la peor parte, porque hacer cumplir la ley es la peor parte». 

Morillo aporta datos concretos: “Hay más de 30 presentaciones judiciales a nivel local y federal en 13 provincias de nuestro país. Once de esas presentaciones han sido rechazadas por carecer de sustento y no contar con legitimidad procesal alguna”. Las restantes están en trámite.

Vallejos analiza el fenómeno de las reiteradas causas judiciales y explica que, con la legislación aprobada en diciembre del año pasado y promulgada en enero de este año, quienes se oponen a la ley pierden posibilidad de acción en el terreno legislativo; por lo tanto, acuden al territorio judicial de manera deliberada. 

Según la periodista, esta es una de las estrategias del sector conservador para obstaculizar la implementación de la Ley. Lo que buscan estos sectores es volver a poner en debate temas sobre los cuales ya existen consensos sociales, como lo es el aborto, que es ley por amplia mayoría. “Todavía estamos viendo estos meses toda la resistencia organizada que sigue intentando boicotear lo que el Congreso sancionó de manera soberana, por abrumadora mayoría, de forma muy sólida”, describe.

Morillo coincide: “Es inadmisible que un juez pretenda frenar una norma nacional surgida del consenso social y de un debate político-democrático sin precedentes en nuestra historia y en cuyo fundamento se recogen normativas sancionadas con anterioridad, como son las leyes de Protección a la infancia, de creación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable, la ley de Derechos del paciente, el Código Civil y Comercial vigente y distintos tratados internacionales con jerarquía constitucional”.

Vallejos explica que este accionar no es nuevo sino que también ha ocurrido con leyes sancionadas en el país con anterioridad. Casi como si armara una línea temporal del último siglo, ofrece como ejemplos el voto de Julieta Lanteri en 1911, el sufragio femenino en los años cincuenta y el matrimonio igualitario hace una década. La periodista sintetiza la resistencia a la ley con una frase contundente: «Ante cada avance de derechos, siempre hay una reacción».

“Es inadmisible que un juez pretenda frenar una norma nacional surgida del consenso social», dice Morillo.

Sean eternos los derechos que supimos conseguir

Para las personas gestantes, esta conquista significa mayor libertad sobre sus cuerpos. “No sólo el derecho a la vida de las mujeres”, decía Pino Solanas en la sesión del Senado en 2018. “El derecho a poder decidir por sus cuerpos, y por qué no, el derecho a gozar de la vida y a gozar de sus cuerpos”. Finalmente, algo más de dos años después de su discurso, el derecho al goce es ley.

Argentina es vanguardia en América Latina en materia de derechos. El pasado 24 de junio se sancionó la Ley de Cupo Laboral Trans-Travesti del 1% en el sector público del Estado. Además de las leyes de género, Argentina forma parte de la lista de los únicos seis países en América latina en los que hoy existe aborto legal: Uruguay, Cuba, Guyana, Guayana Francesa y Puerto Rico.

En 2005 el cantautor argentino León Gieco hacía referencia al caso de Romina Tejerina para poner en debate el acceso a un aborto seguro. “Vamos a bailar que yo ya te perdoné aunque nos quemen en la hoguera como fue una vez”, cantaba Gieco. A seis meses de la madrugada en que nuestros pecados fueron perdonados todavía no hay una implementación efectiva en todo nuestro territorio del derecho al goce, el derecho que supimos conseguir.

20 años de Teatro por la Identidad

20 años de Teatro por la Identidad

“No podemos decir cuántos nietos habrán pasado por esas butacas, escuchando y teniendo en fuero íntimo esa duda, que ahí se daban cuenta que tenían que resolver. Cuántos han pensado: ¿No seré yo algunas de esas personas que están diciendo “yo me llamo… porque sé quién soy”? ¿Yo seré quien soy o seré otra persona?” Estas fueron las palabras de Estela Barnes de Carlotto en el acto inaugural del I Congreso Internacional de Teatroxlaidentidad.

Celebrando 20 años desde su conformación, el brazo teatral de Abuelas de Plaza de Mayo organiza el congreso en el que participan desde ayer y hasta el sábado Liliana Felipe, Jesusa Rodríguez, Daniel Santoro, Adriana Barraza, Bruno Stagnaro, Claudia Piñeiro, Patricia Zangaro, Daniel Fanego, Ricardo Foster, Eduardo Aliverti, el “Bicho” Gómez, Estela Díaz, entre otros artistas, políticos y pensadores.

Se puede acceder de manera totalmente gratuita y virtual a las múltiples conferencias, actividades, obras de teatro, podcast, ponencias, paneles y presentaciones a través de congreso.teatroxlaidentidad.net. “El objetivo es poder ampliar. Poder llegar con las palabras de las Abuelas, la palabra de la búsqueda, a todas partes del mundo desde el teatro. El teatro como herramienta de búsqueda, de sensibilización, concientización y transformación”, dice Andrea Villamayor, integrante de TxI y coordinadora general del evento.

Este año se cumplen 21 años del estreno de A propósito de la duda, la semilla que dio origen un año después al primer ciclo de Teatro por la Identidad y que los conformaría como organización. El movimiento teatral de actores, dramaturgos, directores, coreógrafos, técnicos y productores actualmente está constituido como una ONG, comprometida con la búsqueda de la identidad de los niños y niñas apropiadas por la última dictadura cívico militar, junto a Abuelas de Plaza de Mayo.

“Cuando empezamos con TxI nos interpeló como teatristas, como lo que somos. Entonces empezamos a replantearnos nosotros, también, cuál era nuestra identidad como artistas y como equipo de trabajo”, relata Cristina Fridman una de las fundadoras y parte de la comisión directiva. El vocablo identidad ha sido el hilo conector de todas sus producciones artísticas. Pero durante estas dos décadas el término ha evolucionado dentro de la asociación, consiguiendo que se hable de identidad en un sentido mucho más amplio, asegura Villamayor. Actualmente sus espectáculos tocan una temática directa sobre la apropiación de nietos y nietas, o también temáticas indirectas en donde se tratan otras dimensiones, como la identidad sexual, cultural, animal, social y muchas otras, pensándolas como una práctica de construcción permanente.

Con el cierre de los teatros debido a la pandemia, toda la actividad artística se vio afectada. Sin embargo, durante el último año, Teatro por la Identidad desarrolló 8 formas de identidad. Una experiencia por las redes sociales donde cada semana se seleccionaba una temática relacionada a la identidad. Se convocaba a quien quisiera a presentar un texto, audio o video que expresara una historia, sensación o anécdota. Un jurado seleccionaba los materiales y estos eran representados por actores y coordinados por un director o una directora. El producto final se subía a las redes y era acompañado con una charla en vivo con algún referente de la temática seleccionada. “Fue un trabajo tremendo, pero la verdad que fue hermoso, hermoso. Porque participó gente de todo el país. Esto es lo que permitió también la virtualidad, son experiencias que vienen para quedarse”, comentó Fridman.

Aunque los festejos por los 20 años de la asociación se vieron retrasados por las restricciones, todavía siguen en pie. Con la esperanza de realizarlo de forma presencial, planean en septiembre un festival en el Teatro Nacional Cervantes. En ese marco, se estrenará Idénticos que surge de la convocatoria abierta de micromonólogos. Cada trabajo es una apuesta en sí misma y la totalidad conforma la obra. Para la selección, se llevó a cabo un concurso donde se eligieron trece textos y se convocaron a trece actores y directores que conforman el espectáculo, con la coordinación autoral de Mauricio Kartun y con la dirección general de Daniel Veronese.  

Siguiendo con los festejos, para fines de noviembre tienen planeado producir un programa en la Televisión Pública por los 20 años de Teatro por la Identidad. Pero por el momento, consideran al Congreso Internacional como la primera celebración de su trayectoria. 

Andrea Villamayor y Luis Rivera López, dos de los impulsores de Teatro por la Identidad.

El evento planeado para los días 17, 18, y 19 de junio tiene como ejes: arte, pensamiento y teatro. Porque si bien comienza desde una perspectiva artística, es organizado junto a la Universidad Nacional de las Artes que completa la experiencia con una mirada académica. Villamayor comenta: “Durante el proceso creativo del Congreso, la idea era mezclar la política, la filosofía, la música y el teatro.  Pensamos en todo y creo que eso es lo interesante. Mezclar los distintos pensamientos, los distintos lenguajes artísticos, distintas manifestaciones. Pensamos que los moderadores sean personas con formación académica por el hecho de que el moderador no sea un mero presentador sino alguien que ponga algo en debate, en discusión, que establezca un tipo de orden de oratoria”.

Con el objetivo de incluir diferentes voces internacionales, expondrán miembros de todas partes de Latinoamérica e incluso de Europa. El jueves se realizó la conferencia El Théâtre du Soleil y la identidad: diálogos entre el pasado y el presente con la participación de Jean-François La Bouverie, integrante del Théâtre du Soleil y AIDA (Asociación Internacional de Defensa de Artistas Víctimas de la Represión en el Mundo) y de Liliana Andreone, directora de comunicación del Théâtre du Soleil, presentado y moderado por Moira Cristiá, magister y Doctora en Historia. “Lo que se puede hacer en el teatro ayuda a abrir ventanas en la mente”, expuso Andreone.

La idea de este panel se basó en los esfuerzos individuales y conjuntos para preservar la memoria de experiencias vinculadas al Teatro Soleil, además de la recuperación de elementos de esa trayectoria colectiva y de diferentes iniciativas artísticas de solidaridad internacional, y la conversación sobre la identidad tanto del teatro como del AIDA. “El archivo como memoria de una sociedad, de un grupo, hay que protegerlo, valorizarlo y amarlo. Es una riqueza historiadora, una prueba de vida”, expresó Liliana Andreone y amplió: “lo importante de los archivos en estos cambios de generación, en estos mundos extraños que estamos viviendo, es guardar la historia, ver el camino que se hizo, explicar cosas que en aquella época no se entendían y que ahora, con un paso al costado, se entienden, y pasar la idea a las generaciones del futuro”.

¿Qué lugar ocupa hoy Teatro por la Identidad en la cultura argentina? 

Para Andrea Villamayor es “un movimiento de teatro político apartidario, muy sólido, muy conformado y que es referente en la cultura porque nunca perdimos el horizonte, nunca perdimos de vista el objetivo que es la búsqueda de los nietos y nietas, que es la búsqueda de las Abuelas. Podemos decir que somos un organismo de derechos humanos y claramente somos referentes, inclusive cuando hemos tenido la oportunidad de estar en otros países. Es inédito, no existe en el mundo un movimiento como el nuestro que haya durado 20 años”.

Según Cristina Fridman TxI ocupa en la cultura y en la sociedad argentina un lugar muy grande. “El tema de la identidad nos interpela y nos atraviesa a todos y a todas. Es realmente impresionante cómo pega, sobre todo cuando vos lo haces desde el arte. Cómo entra de otra manera la identidad, es algo que lo percibimos y se te mete a través de una representación. El teatro es algo que te llega al sentimiento y a la razón, te moviliza. En la medida que se llenen las salas de teatro como se siguen llenando y ojalá se sigan llenando, quiere decir que a la sociedad le importa y la moviliza”, reflexiona Fridman sobre la potencia teatral. “Esperemos que se siga movilizando y que se encuentren muchos más nietos y nietas. Faltan muchos por encontrar, así que lamentablemente hay TxI durante un tiempo, por lo menos que tenga que ver con la apropiación. Hasta que aparezca el último”, concluye.

Fuera de escena

Fuera de escena

El rubro de los técnicos y staff escénicos es, sin dudas, uno de los más afectados por la pandemia del covid-19 debido a la suspensión de la mayoría de los espectáculos masivos desde las primeras restricciones, en marzo de 2020.

Este imponderable, también, deja al descubierto una generalizada situación que viene dándose en la industria del espectáculo: la precarización e informalidad laboral de muchos de estos trabajadores, lo que motivó que un grupo de técnicos creara hace relativamente poco tiempo el Sindicato Argentino de Técnicos Escénicos (SATE), cuya personería fue reconocida por el Ministerio de Trabajo en julio del 2015.

Fabio “Toby” Peralta (54) es vocal del gremio y un referente en el mundo de los técnicos escénicos. Su trayectoria, de casi cuarenta años, incluye trabajos con María Martha Serra Lima, Los Enanitos Verdes, Zas, Sumo, Memphis La Blusera, Los Ratones Paranoicos y Las Pelotas. Desde hace 22 años es sonidista de Los Pericos. Tony, obviamente, no saldrá indemne de esta crisis que lleva más de un año: “Hicimos [con Los Pericos] apenas dos shows en enero y febrero y gracias a eso estoy aguantando la situación. Esta pandemia nos dejó mal porque, si bien, hemos pasado cosas parecidas en épocas de poco laburo, igual te la arreglabas trabajando con otros grupos. Ahora todas las opciones de trabajo están cerradas. Se frenó todo. Algunos compañeros han tenido que vender sus cosas para bancarla… En mi caso, por suerte, Los Pericos me pagan dos shows por mes fijos, independientemente de que se hagan o no. Pero no todos tienen esa posibilidad. Esta pandemia dejó al descubierto la precarización de nuestro oficio”.

Hasta la creación del SATE nunca se había planteado seriamente la vulneración de los derechos laborales que afecta a los técnicos: “Esto siempre fue muy informal. Con el correr del tiempo todos los ámbitos del espectáculo se fueron profesionalizando menos nosotros, los técnicos. Nuestro trabajo quedó bajo la forma de una changa. Ese es el gran problema que tenemos al día de hoy y que tiene que cambiar porque salvo alguna que otra empresa que tiene empleados en blanco, los demás somos todos monotributistas. Y en esta época de pandemia quedamos en una situación de mierda, sin siquiera poder reclamarle a nadie. Y la verdad es que somos trabajadores y merecemos los mismos derechos que cualquier otro”, comenta Peralta.

Según censos realizados por el SATE, el 85% de los técnicos escénicos están precarizados: “Históricamente, este fue un oficio de amigos. Cuando nos pusimos a pensar en qué iba a pasar con nuestras jubilaciones o en el caso que nos llegara a pasar algo, nos dimos cuenta de la precarización y de que nuestras familias quedarían muy desprotegidas en este marco”, acota Peralta.

La salida improvisada para muchos fue comenzar a trabajar en otras actividades para poder sobrevivir. Algunos de remiseros, otros se han puesto una verdulería, o hacen comidas y repartos. “Entre los que somos sonidistas, salvo por algunos que son técnicos operadores y han podido hacer streaming y por ahí, manejar la situación de otra manera, son pocos los que han podido aguantar sin cambiar de rubro. Hay gente que ha cambiado directamente de oficio, esperando ver si el año que viene empieza a cambiar un poco la situación. Ahora mismo, hay gente que, trabajando en lo poco que hay, está ganando lo mismo que en 2019 y hasta menos”, informa Peralta.

Un caso paradigmático en este punto es el de Mario Samper, un histórico stage manager de 49 años, que trabaja con Las Pelotas, como productor técnico, y como stage de Lali Esposito y del grupo pop MYA pero, en este momento, hace trabajos de herrería. Samper empezó en este ámbito como plomo, en 1991, y ha conocido altas y bajas durante los años pasados junto a Fabiana Cantilo, Illya Kuryaki, Los Pericos, Árbol y los espectáculos de Cris Morena pero no vivió nada parecido a la crisis actual: “Esta situación dejó al descubierto todas las problemáticas de nuestro trabajo. Hace dos años me compré una soldadora e hice un curso de herrería. No lo hice con la intención de trabajar pero cuando empezó la pandemia empecé a hacer trabajos de herrería a través de un amigo que me recomendó a un vecino y así sucesivamente. No llego a tener un sueldo que sea suficiente todavía pero sí me está salvando. Tengo dos hijos. Por suerte mi mujer tiene un trabajo estable en relación de dependencia, entonces con su sueldo –ajustados- podemos seguir viviendo. Hay gente en este mismo rubro que vive sola y que esto es lo único que sabe hacer y que está en verdaderos problemas.”

Nahuel Rodríguez (27), que trabaja como operador de monitoreo de Nahuel Pennisi y productor técnico de MYA, cuenta su difícil situación: “Hasta el año pasado vivía en Villa Devoto pero debido a la falta de trabajo volví a Florencio Varela. El año pasado hicimos apenas dos shows con MYA. Por eso, al tercer mes de iniciadas las medidas por la pandemia empecé a vender pizzas con unos amigos. Con eso fuimos cubriendo algunos gastos hasta que un colega de iluminación consiguió trabajo en una distribuidora de café. En aquel momento, entramos varios del rubro a esa empresa. Trabajamos durante seis meses que fueron eternos. Nos fuimos en septiembre del año pasado y terminaron de pagarnos el último mes trabajado, hace dos meses. Fue traumático más que otra cosa. Ahora estoy haciendo alguna changuita de electricidad, algún arreglo de aparatos electrónicos. Vivo al día, recontra apretado pero la vamos llevando”.

Para el stage manager Alejandro Bertoli (59), la situación actual es peor que la crisis del 2001. Él, que trabajó durante años con Los Paralamas, Los Abuelos de la Nada, Zas, Fito Páez, Charly García, Baglietto, en México con Tania Libertad, Caifanes, Maná, ahora vive de prestado porque se le cortó los trabajos que tenía como stage freelancer y de alquiler de tarimas para espectáculos: “Me ayudan a subsistir mi familia y algunos amigos con la esperanza de que se los pueda devolver en algún momento, cuando todo se reacomode. La verdad es que la situación es crítica. Desde marzo del año pasado, se me acabó todo. Hice el Loolapalooza en 2019 como stage manager del escenario principal del Festival e íbamos a hacer la edición de 2020 y se canceló”.

Mario reflexiona sobre lo angustiante que es perder el trabajo al que uno se dedicó toda su vida: “Una persona de casi 50 años como yo, es muy difícil que encuentre trabajo de otra cosa. ¿Qué podría hacer yo? ¿Abrir un quiosco? Si lo único que sé hacer es esto. Hay compañeros que, incluso, tienen más edad que yo y que hasta tienen menos posibilidades porque no saben hacer otro trabajo que el que hacen con las bandas. También hay gente nueva, pero el 90% estamos pasando por la misma situación”.

Parece un panorama bastante incierto y sin un horizonte claro. Peralta comenta: “Desde el sindicato estamos ayudando a los compañeros, haciendo todo lo que se pueda para ver en qué momento podemos regularizar la actividad. A eso apuntamos nosotros, a los beneficios de cualquier actividad regulada: vacaciones, aguinaldo, tener una ART, estar cubierto, tener una jubilación… lo importante es que esté en un papel. Muchos de nosotros no sabemos ni siquiera si nos vamos a poder jubilar, y en el caso de hacerlo, ¿qué tendríamos que cobrar? ¿La mínima? Porque cobrar la jubilación del monotributo es una locura después de tantos años de haber laburado en el glamour, en el espectáculo, etc…”.

Nahuel, el más joven de los entrevistados, está evaluando la posibilidad de trabajar full time en otra actividad: “La verdad es que nuestra industria estaba destruida y con todo esto va a quedar peor. Ahora, esta situación blanqueó un montón de cosas y vemos lo maltratados que estábamos en distintas posiciones. No creo que cambien mucho esas cosas. Uno se esmeró por hacer las cosas bien, trató de capacitarse, y hoy, no sirve de nada… Nuestro rubro fue bastante ingrato, al margen del coronavirus. Así y todo, me dolería mucho tener que dejarlo. Todos los que trabajamos en esta industria lo hacemos porque lo amamos. Hay una pasión muy grande. Igualmente, siento que es tiempo de encontrar alguna otra cosa para hacer que sea un poco más segura”.

Más allá de lo que pueda afectar una pandemia a cualquier rubro productivo o comercial, lo que esta crisis puso de manifiesto, en nuestro país, es una situación de larga data presente en la industria del espectáculo que, en definitiva, la trasciende, y por ello, permite pensar en la necesidad urgente de incorporar el tema de la regularización laboral del sector a la agenda pública.