
Los periodistas latinoamericanos bajo amenaza
Asesinatos, judicialización, censura, agresiones digitales y precarización laboral. Cuatro prestigiosos reporteros del continente denunciaron la situación profesional en el Encuentro Regional de Universidades, Libertad de Expresión y Seguridad de Periodistas que se realizó en Buenos Aires.

En el marco del Encuentro Regional de Universidades, Libertad de Expresión y Seguridad de Periodistas, el último miércoles tuvo lugar en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, un panel acerca de la situación de la prensa en América Latina y el Caribe. El encuentro reunió a cuatro reconocidos periodistas de la región: Mauricio Weibel, Marielos Monzón, Diana Salinas y Álvaro Pan. Las moderadoras fueron la docente y conductora televisiva Anabella Messina y la directora de la Carrera de Ciencias de la Comunicación, Larisa Kejval. Cada uno contó sus experiencias en sus respectivos países y compartieron propuestas para un accionar regional conjunto que garantice la seguridad de los periodistas latinoamericanos y el cumplimiento de su rol: informar para dar más herramientas a la ciudadanía.
El primer expositor fue Mauricio Weibel, chileno y presidente del Foro Latinoamericano y Caribeño de Periodismo, quien expresó que la profesión está atravesando un momento de mucha complejidad porque con los avances tecnológicos, “todo el mundo ya sabe lo que pasa” y los periodistas tienen que informar, pero también tienen que contextualizar y “develar aquello que, como sociedad, ocultamos y no queremos ver”. También destacó que vivimos en un momento de “precarización de la democracia”, donde aumentan las agresiones a periodistas y se vulnera el derecho a la libertad de expresión. Siendo este último “el derecho que los periodistas tienen que proteger, ya que es el que permite el ejercicio de todos los demás derechos”.
Para mostrar lo que está ocurriendo con la prensa, Weibel mencionó el ejemplo de Brasil, donde actualmente hay 2400 juicios a periodistas, algo que exhibe la persecución a quienes ejercen la profesión y a la libertad de expresión y de prensa en su conjunto.
La guatemalteca Marielos Monzón, presidenta de la Red Centroamericana de Periodistas, coincidió en que actualmente se silencia al periodismo y que, en su país, “no se veía este nivel de violencia desde la dictadura”. En sus palabras, “las narrativas de odio y la regresión democrática han causado la reaparición de tres fenómenos gravísimos en la región: el secuestro de periodistas, la persecución a través de la justicia y el exilio de cientos de profesionales en toda Centroamérica”. Monzón puso especial énfasis en la judicialización, porque los crímenes de los que se acusa a los periodistas ya no son únicamente los esperables, como calumnia e injurias, sino también obstrucción a la justicia (por revelar tramas de corrupción dentro del gobierno) y asociación ilícita (por hacer reuniones de editores en la redacción de un diario).
Monzón fue clara al decir que se está usando a la libertad de expresión para atacar a la libertad de prensa y que, cuando se le crea una causa a un miembro de la prensa no solo se lo trata de meter preso, “primero se lo estigmatiza y se trata a todos los periodistas de mentirosos”.
El periodismo latinoamericano tiene mucho en lo que trabajar. Y, según Monzón, “con la asunción de tantos líderes autoritarios en el continente que, además, parecen compartir la misma lista de cosas por hacer y en la que siempre está perseguir al periodismo, es importante la unión”. Por eso, los periodistas centroamericanos se juntaron para proteger el derecho a la información de sus ciudadanos bajo la red que ella preside.

Diana Salinas, colombiana y directora del medio independiente Cuestión Pública, defendió la importancia del periodismo de investigación y estimulo a los jóvenes a seguir este rumbo tan necesario y poco convencional. Bajo la común asociación de que los redactores son personas altruistas que arriesgan su vida todos los días por informar acerca de la realidad colombiana, dijo: “No me hice periodista para ser mártir”. Lo hizo, contó, para revelar la corrupción encubierta y los lazos entre el Estado, el crimen organizado y el narcotráfico.
Salinas instó a quienes se están iniciando en la profesión a que no claudiquen en la idea de hacer periodismo de investigación. También profundizó en las estrategias que su medio usa para proteger a los reporteros que van a cubrir una nota peligrosa o que implica manifestaciones en la calle: “Tenemos chalecos antibalas y una serie de herramientas para resguardar nuestra integridad; la más importante es ser muy rigurosos con la información que publicamos”. En Cuestión Pública son conscientes de que sus notas molestan, y mucho, al poder y por eso hacen un “fact check”, o comprobación exhaustiva de la veracidad de los hechos, antes de publicar. También tienen un editor judicial que no censura ni acorta lo que quieren comunicar, sino que les dice cómo expresarlo para no tener que rectificarse o enfrentar procesos judiciales.
En el último año y medio, asesinaron a tres periodistas colombianos. Hasta la fecha, “no nos han intentado matar”, dice Salinas y cierra remarcando la necesidad de proteger a los periodistas y de que estos hagan lo que mejor saben hacer, que es informar, trabajar en red y crear bases de datos para que los ciudadanos puedan estar al tanto de lo que pasa.
El cuarto expositor fue Álvaro Pan, uruguayo y presidente de la Federación de Periodistas de América Latina y el Caribe. Pan dio a entender que en Uruguay no se registra el mismo nivel de violencia contra periodistas como el expuesto en Colombia y en toda Centroamérica. Se aproximó al tema desde la perspectiva de la protección de la labor periodística como una labor social y un derecho fundamental de la sociedad. Dice que es crucial que los periodistas tengan contacto con esa sociedad y no hagan su trabajo desde un lugar corporativista o respondiendo a intereses políticos, perdiendo visión del grupo al que quieren informar. Declara que “el periodista tiene que dudar y no puede ser obsecuente con ningún poder”.
Hacia el final de la jornada, Mauricio Weibel volvió sobre algunos temas y explicitó que el encuentro no fue convocado para deprimir ni desesperanzar a nadie. Al contrario, dijo, se trató de una instancia para estimular al ejercicio responsable del periodismo, resaltar su rol social esencial y repitió que la libertad de expresión es el derecho que permite el ejercicio de todos los demás derechos. En ese marco, el periodista no es simplemente un transmisor de datos, sino quien brinda herramientas para que la ciudadanía pueda elegir, tomar decisiones, comprender su contexto y vivir en libertad.