Donde hubo fuego, intereses quedan

Donde hubo fuego, intereses quedan

La postal del monte envuelto en llamas se repite todos los años en distintos puntos del país. En cuestión de horas, el fuego reduce el bosque a cenizas, arrasando con todo a su paso. Córdoba vivió los peores incendios de los últimos doce años, y sus consecuencias perdurarán mucho más que los focos que los provocaron. El impacto es múltiple: en la pérdida de fauna y flora, en el agua, el suelo y claro está, también en las comunidades de la zona. Desde allí no se cansan de remarcar que el fuego no aparece por generación espontánea sino que detrás de cada foco hay un interés que crece en detrimento del monte.

“La situación es apocalíptica”, afirmó Guillermo Galliano, presidente de la Fundación Mil Aves, y explicitó un dato contundente: “En Córdoba, en 120 años se desmontó el 97% de bosque nativo de la provincia. Nos queda un 3% que se quema todos los años, es catastrófico”.

Desde Villa Parque Siquiman, en Punilla, Martín García relató que, antes que el fuego, “llegó el humo y tapó las sierras, como preámbulo de lo que vendría después. Luego vino el incendio. La sierra se quemó completamente hasta que el fuego no tuvo más lugar a donde expandirse”. El integrante de la Coordinadora Ambiental y Cultural Punilla Sur señaló que si bien “todos los años hay incendios, esta vez no sólo se descontroló sino que hubo varios focos en simultáneo en distintos lugares, quedando expuesta la intencionalidad y que hay intereses económicos detrás”. Y agregó: “En la zona de Punilla, donde vivimos, la presión es a nivel inmobiliario”.

 

“En Córdoba, se desmontó el 97% de bosque nativo. Queda un 3% que se quema todos los años”, dice Galliano.

¿A quién puede llegar a beneficiar un incendio forestal? Investigadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV) -centro de investigación y desarrollo de doble dependencia entre la Universidad Nacional de Córdoba y CONICET dedicado a la botánica y fitoquímica- señalaron recientemente en un comunicado que “ciertos grupos con intereses económicos relacionados a la minería, la producción de ganado, pero sobre todo a emprendimientos inmobiliarios, son los que inician fuegos en lugares estratégicos del territorio provincial, donde luego avanzarán con dichas actividades”.

“Pirómanos hay en todo el planeta, pero acá hay intereses”, sostuvo Galliano. “Hay regiones donde son los propietarios quienes, para eliminar el bosque nativo protegido, en lugar de desplegar topadoras o pedir una autorización que no les darán, prenden fuego. Y ahí hay impunidad”. El también fotógrafo de naturaleza señala que “si se entra a los mapas de la CONAE (Comisión Nacional de Actividades Espaciales), se ve qué había años atrás, se chequea luego donde hubo incendios y se compara con qué hay hoy en esos lugares: lo que hay son desarrollos inmobiliarios y de expansión ganadera”.

“Córdoba es una región que tiene regímenes de fuegos naturales (como los generados por un rayo) en los cuales luego la vegetación rebrota. Paralelamente, hay fuegos causados por el ser humano, antrópicos, que pueden ser parte del manejo agropecuario, que debería realizarse de manera planificada porque si no es un desastre anunciado. Y los malintencionados, que buscan que la zona pierda valor y sea puesta en venta para hacer negocios: se sabe que hay especulación inmobiliaria y productiva. Y se tiene que gestionar sabiendo que eso ocurre”, explicó Natalia Alonso, integrante del grupo de profesionales de ciencias ambientales La Vuelta al Mundo. Si bien señaló que “entre mayo y noviembre son los meses más secos en el centro y norte del país y hay que tener en cuenta que este año es muy seco -lo cual está relacionado con el fenómeno de El Niño- y además sumarle el factor del cambio climático, que aumenta la frecuencia e intensidad de eventos extremos”, los incendios intencionales no sólo son la mayoría sino que además sus consecuencias son mucho más severas.

“El aprovisionamiento de agua en las ciudades depende de la presencia de vegetación nativa en las cuencas”, señala IMVIB.

Los peores incendios en más de una década, que además se suman a los producidos cada año, dejarán una huella mucho más profunda que sus cenizas. Además de la pérdida de miles de hectáreas de bosque nativo, biodiversidad, extinción de especies, de suelo, daño en el aire, incide en algo tan fundamental como el agua. “El aprovisionamiento de agua en las ciudades como Córdoba depende, principalmente, de la presencia de vegetación nativa en las cuencas”, señaló el IMVIB (CONICET-UNC). En ese sentido García, docente de profesión, explicó que en su provincia hay “muchos meses de sequía y la montaña guarda el agua de la época de lluvias en los bosques, largándola de a poco, lo cual permite que Córdoba tenga los ríos activos aunque no llueva”. Luego de un incendio, el suelo queda sin cobertura vegetal y se expone a un proceso de erosión. Galliano agregó que “con la lluvia, el suelo erosionado desciende por las vertientes, queda en el fondo de lagos y lagunas, llenando los diques de barro y perdiendo su capacidad de almacenar agua”. En síntesis: los recursos hídricos que proveen agua a la comunidad se ven profundamente afectados.

Ante este panorama, muchos dijeron basta. Organizaciones ambientalistas se manifestaron el sábado en distintos puntos de Córdoba reclamando medidas urgentes, como la declaración de la emergencia ambiental y que se investiguen las verdaderas causas de los incendios, destinando todos los recursos necesarios al manejo del fuego y para atender a los damnificados, según difundió Red Eco Alternativo. También exigen, entre otros puntos, como tareas de recuperación del bosque y más brigadas forestales, la actualización del mapa de Ordenamiento Territorial del Bosque Nativo, el cual establece zonas verdes, amarillas y rojas. Estas últimas, en teoría las más protegidas, están severamente afectadas por los incendios. El mapa debería haberse actualizado en Córdoba en 2015 pero no se hace desde 2010. “Estamos pidiendo el ordenamiento territorial de bosque nativo de manera participativa”, remarcó García. De la Coordinadora Ambiental y Cultural Punilla Sur grafican que en lo que va del año ya hay “más de 45.000 hectáreas perdidas por incendios, esto equivale a 90.000 canchas de fútbol o a las 3/4 partes de la ciudad de Córdoba”. La Coordinadora por la Defensa del Bosque Nativo añade también el “no más excepciones (autorizaciones) gubernamentales para intervenciones de desmonte en zonas rojas y amarillas”.

Son muchas las herramientas cuya implementación se reclama fuertemente desde las organizaciones. Alonso enumeró algunas de ellas: “La Ley 27.353 introduce en la normativa de manejo de fuego que cuando un territorio que era bosque nativo sufre un incendio, posteriormente tiene que mantener el mismo uso que antes, y es una bandera a levantar para que no haya negociados. También la Ley de Bosques, por la que cada provincia establece tres jerarquías para el ordenamiento territorial de bosques nativos. Y es algo que no se está respetando. Es necesario un sistema de monitoreo, que se establezcan penas por el incumplimiento de la ley, actualmente hay multas pero no alcanza. Las herramientas están pero no se ejecutan como se debería. También sería un paso muy grande que se cumpla la ley de presupuestos mínimos de adaptación y mitigación al cambio climático global. Y la sanción de una ley de humedales. La gestión de los territorios se tiene que reconfigurar hacia la prevención, en base al conocimiento de las particularidades ecológicas y los fenómenos biofísicos, de los saberes locales, para determinar los usos justos e inteligentes del territorio en todo el país”, destacó.

La cuestión de los incendios va mucho más allá de las llamas. Una vez que se apaga el fuego, los problemas continúan.

Netflix: la tiranía del algoritmo

Netflix: la tiranía del algoritmo

Sábado a la noche. Pandemia de por medio, cualquier actividad social quedó reducida a la nada. Para una gran parte de la población, la mejor opción son las pantallas y, en especial, las plataformas de streaming: más de 4.5 millones de argentinos poseen una cuenta de Netflix, según datos de febrero de este año.

El aislamiento social generó un aumento mundial de las suscripciones a las plataformas que ofrecen series y películas. En abril, Netflix anunció que durante el primer trimestre de 2020 había sumado 15.7 millones de suscripciones, convirtiéndose en la líder del mercado, con casi 183 millones de registros en total, superando a Amazon (150 millones) y a Disney (50 millones). Siguiendo la tendencia global, la cuarentena incrementó la penetración de las compañías de streaming en los hogares argentinos, con Netflix a la cabeza. “Entre febrero y marzo la cantidad de suscripciones fue igual a la proyección esperada para todo 2020. Aparte creció el tráfico de datos en un 40 por ciento”, afirma Natalia Calcagno, socióloga especializada en economía cultural.

Argentina es uno de los diez países con más usuarios de Netflix en todo el mundo y la elevada tasa de suscripción a los servicios Video On Demand (VOD) en el país podría explicarse por una larga tradición en el consumo de contenidos audiovisuales pagos. Para Calcagno, actual subdirectora general de Cultura de la Cámara de Diputados de la Nación, este fenómeno se explica porque “los argentinos no estamos acostumbrados a la idea de que uno prenda la tele y funcione”. Argentina tiene un alto índice de conectividad que, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), alcanza el 82,9 por ciento de los hogares urbanos del territorio. Esta penetración, junto a la paquetización –el abono de Netflix suele incluirse dentro de los servicios de telecomunicaciones– y el precio accesible de suscripción a la plataforma de entre 199 y 499 pesos mensuales, serían otros factores influyentes.

Los usuarios argentinos de Netflix tienen acceso a más de 3000 títulos, según un informe de junio de Saving Spot. No obstante, la diversidad y distribución de las películas y series dependen de su visibilidad en los catálogos que aparecen en la interfaz de la plataforma, elaborados en base a algoritmos. “Netflix hace una oferta a la carta de cada consumidor en función de los consumos anteriores y de otros datos que les damos con cada clic que hacemos. Esto genera que la oferta sea híper restringida y muy segmentada para cada tipo de usuario”, advierte Calcagno y agrega: “Es lo mismo que hemos vivido históricamente en los contenidos audiovisuales, pero ahora es incluso peor”.

Hoy en la Argentina existe un vacío importante en materia de regulación del espacio digital, debido a la derogación de parte de la Ley Nº 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual durante la gestión del macrismo y las posteriores medidas del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM). La actividad de las plataformas de streaming carece de límites y pautas. “Garantizar la diversidad no es tarea del mercado –sostiene Calcagno–. El mercado se ocupa de ganar más y el Estado tiene que adecuar la regulación para garantizar la pluralidad de voces”.

Para Calcagno, las futuras legislaciones deberían apuntar a la convergencia en el espacio digital. Hay ejemplos, como el del Parlamento Europeo, que estableció una regulación al algoritmo: las plataformas y las televisoras tradicionales fueron obligadas a ofrecer un mínimo del 30 por ciento de producciones europeas en sus catálogos. “No se trata de pedir una cuota de contenidos en el catálogo, como hacíamos en los espacios tradicionales. Se está empezando a regular el algoritmo para que incluya, en todas las categorías, una cuota de contenidos nacionales. Así, cada ciudadano prenderá la pantalla con la posibilidad de ver una parte de las producciones locales”, remarca.

La llegada de los servicios VOD ha transformado drásticamente la lógica de rentabilidad de los contenidos audiovisuales. Antes, la estrategia comercial se apoyaba en la masividad de una única producción. Ahora, el beneficio económico se obtiene a través del pago de un abono mensual, por lo que las empresas buscan producir nuevos contenidos con el objetivo de atraer suscriptores. “La apuesta es la conectividad permanente, donde los usuarios continúan pagando para mirar cosas nuevas, por lo que las plataformas deben renovar constantemente su oferta”, puntualiza Calcagno.

Julio Bertolotti, subgerente del Observatorio Audiovisual del INCAA, y coordinador de la Licenciatura en Producción Audiovisual de la UNTREF, afirma que la sobreproducción actual de series y películas a nivel mundial “está generando una situación en la que se replican estándares”. En ese sentido, la libertad de elección de los consumidores también se ve afectada: cada vez más pueden observarse proyectos que tienen vinculaciones temáticas, de género y hasta de personajes. “Estas reiteraciones no llegan a ser plagio, pero pertenecen al mismo universo”, enfatiza Bertolotti. Según un estudio de la consultora Glance y publicado por la revista Variety, durante 2019 se lanzaron 10.600 series de TV en todo el planeta. Pero no necesariamente cantidad sea variedad.

El impacto del algoritmo en el ámbito audiovisual también impacta en la producción de los contenidos. Como señalan Eleonora Fernández y Esteban Magnani en Revista Anfibia, estos algoritmos de inteligencia artificial buscan correlaciones capaces de segmentar la población de infinitas maneras y así “anticipar que quienes tienen características similares gustarían de las mismas cosas aunque aún no lo sepan y se las podrá estimular para que lo hagan”. Inclusive, con los datos que los usuarios entregan al momento de consumir, las empresas de streaming eligen qué contenidos producir o qué series cancelar.

En febrero de este año, el presidente Alberto Fernández recibió en la Casa Rosada al director ejecutivo de Netflix, el estadounidense Reed Hastings, quien anunció millonarias inversiones en el país y planteó la posibilidad de crear una productora de películas argentinas para la plataforma. Bertolotti, productor de cine y televisión, considera que “difícilmente puedan ser inversiones a largo plazo en la industria audiovisual argentina” y que “no van a ser la solución”. “No creo que sea muy inteligente esperar que esas empresas produzcan mucho más porque se manejan con un sentido de marketing y no se necesitan demasiadas series nacionales para satisfacer a nuestro mercado”, afirma. Dos casos de producciones argentinas recientes, financiadas por los servicios VOD, fueron El apache, la vida de Carlos Tévez –de Netflix– y El jardín de bronce –de HBO–.

Mientras tanto, las producciones televisivas locales atraviesan una situación crítica por la prolongada suspensión de sus actividades a raíz de la pandemia, en particular los proyectos de ficción. “La industria audiovisual está sufriendo un impacto enorme porque está todo parado”, dice Bertolotti. Un ejemplo de la crítica situación del sector es el inminente cierre de Pol-ka, una de las productoras audiovisuales más importantes del país. Sergio Vainmann, autor de tiras emblemáticas como Clave de Sol y La banda del Golden Rocket, hizo referencia a este panorama en una sesión especial del Senado de la Nación: “Que desaparezca Pol-ka es una situación trágica para sus trabajadores y es una catástrofe para la industria”, expresó. La productora, vinculada al Grupo Clarín, tiene dificultades para pagar los sueldos y corren riesgo más de 300 empleos.

Otro aspecto que perjudica a la producción local es que las grandes empresas de streaming no pagan impuestos ya que, en la mayoría de los casos, no tienen sede fiscal en la Argentina. Si bien desde 2017 se retiene el IVA de los pagos de suscripción, esos miles de millones de pesos hasta el momento quedan en la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), en lugar de destinarse al fomento de la industria cinematográfica nacional. “La producción local podría beneficiarse con la reasignación de los recursos de la facturación mediante iniciativas como el ‘Impuesto Netflix’, un proyecto planteado por las autoridades del INCAA”, detalla Bertolotti.

El incipiente arribo de nuevas compañías de streaming a la Argentina como Disney+, Apple y Amazon, seguramente se haga sentir en el mercado nacional. Calcagno pronostica que con la llegada de estos nuevos actores “vamos a empezar a ver una competencia entre multinacionales gigantescas” y hace hincapié en el ingreso de Disney, programado para noviembre de este año: “Será un cambio enorme porque es más grande que Netflix y ofrece contenidos que no son exclusivamente cine y series, como deportes”, subraya. El poderío de Disney se acrecentó en gran medida con la compra del conglomerado de medios 21st Century Fox, en abril de 2019, en una transacción que superó los 71 mil millones de dólares. En ese proceso, Disney sumó importantes marcas que ampliaron de manera exponencial su librería cinematográfica y expandieron su catálogo, incrementando su oferta digital.

Entre las plataformas argentinas, se destacan las estatales Contar y Cine.ar Play, que permiten acceder a los catálogos de producción nacional de manera gratuita. Sin embargo, el avance de las superpoderosas plataformas extranjeras exige una reformulación del sistema de negocios de la industria local. “Tenemos que adaptar la cabeza porque si no adecuamos nuestro sector audiovisual a esa forma de producción, puede ser muy peligroso”, advierte Calcagno, quien imagina una reestructuración del sistema de producción audiovisual: “Tenemos que pensar cómo armamos a una escala mayor, de manera asociativa y juntando las diferentes productoras audiovisuales para que la producción crezca ya que las plataformas van a necesitar renovación constante de contenidos, específicamente de contenidos nacionales, para cumplir con una futura cuota regulatoria”.

En un contexto de convergencia digital, los servicios de streaming aparecen como una nueva forma de acceso a los productos audiovisuales. “Antes, los contenidos culturales llegaban a sus espectadores, lectores, oyentes, a través de cadenas de valor y de organización productiva separada. A partir de la fibra óptica empiezan a converger, transformándose así las letras, las músicas y las imágenes, en datos. Esto permitió que circulen todos juntos y lleguen a los consumidores de una manera totalmente distinta”, explica Calcagno.

Mientras que las nuevas tecnologías parecieran saber más sobre nuestros intereses que nosotros mismos, en el mundo audiovisual ganan terreno las películas y series elaboradas en base a fórmulas hechas por un algoritmo. ¿Es el fin la producción de contenidos tal como la conocemos? “Hay un punto que excede la inteligencia artificial y el algoritmo y tiene que ver con la creatividad abriéndose paso”, opina Bertolotti. Aún así, cuando las opciones disponibles se limitan a unas cuantas alternativas brindadas por un puñado de megaempresas, la libertad de elección puede existir sólo como ficción. Hasta entonces, la diversidad y la pluralidad seguirán siendo una deuda pendiente.

La radio cumple cien años

La radio cumple cien años

 

El 27 de agosto de 1920, el doctor Enrique Susini y sus colegas conocidos como “los locos de la azotea” concretaban lo que parecía una locura: la transmisión radiofónica de un espectáculo en vivo de manera masiva para los hogares. Un siglo después, en un contexto totalmente distinto, ese experimento inédito sigue siendo la compañía elegida por millones de personas que en el día a día lo toman como parte de su vida cotidiana. Aquí, el testimonio de distintos protagonistas de la radio en Argentina que siguen enamorando oyentes en pleno siglo XXI.

Enrique “Quique” Pesoa empezó a transitar el camino radial a los veinte años en su Rosario natal y de manera totalmente fortuita. Estudiaba medicina y trabajaba en iluminación y sonido de un teatro independiente, cuando el destino lo enfrentó con lo que sería su oficio el resto de su vida. No se considera un oyente asiduo de radio. Mezcla la pasión del éter con la música y se asume como un privilegiado por trabajar de lo que ama.

Al consultarle sobre la situación del medio durante la cuarentena en distintos lugares del país se detiene a recordar una frase de Alejandro Pont Lezica, actual director de Radio Nacional, quien le dijo que a mucha gente un par de pilas la salva. Considera que “la radio ha ido cambiando, no en cuanto a su funcionamiento, sino en cuanto a la parte técnica. Hoy ya nadie tiene una radio AM/FM en la mesita de luz. Casi todas las radios ahora se están escuchando a través de las redes.” Enfatiza que la sencillez del medio siempre ha facilitado su llegada a distintos sectores y clases sociales. El locutor actualmente trabaja en Radio Nacional, al tiempo que realiza su propio programa por streaming: “El desconcierto”.

Por otra parte, el histórico locutor y periodista Julio Lagos cuenta que que se considera un contador de historias. Lleva casi sesenta años de trayectoria laboral en distintos medios, sobre todo en el radial. Su vinculo con la radiofonía, cuenta, se remonta a la infancia, ya que se crió escuchando radioteatros como Tarzán, Sandokan y Poncho negro, además de ser vecino del famoso locutor Adolfo “Fito” Salinas, quien solía regalarle sus libretos luego de utilizarlos.

Sus mayores denuncias en la actualidad se basan en el cese del pago de sueldos en las grandes radios, la falta de música y el arribo al medio de propaganda política en exceso, que la desvía de lo que, a su parecer, es su función primordial. “Si me preguntás para qué sirve la radio, yo uso el verbo acompañar, hacer el aguante a quien me esté escuchando”, subraya el locutor. Lagos se desliga así del rol de formador de opinión ya que le resulta presuntuoso. Aclara que “suponer que la radio puede cambiar la opinión de la gente es ser totalitario.”

Adriana Meyer comunicadora, periodista, docente, productora y cronista. Comenzó su labor en la Radio Municipal, pero lejos de los micrófonos. Expresa cómo fue su paulatino romance con el medio: “A mí me gustaba escribir, pero la radio me fue envolviendo y me fui quedando.” Pasó de la radio a la televisión (América) y luego a la gráfica (Página 12, Clarín), para luego volver a su viejo amor. Actualmente trabaja en el programa Marca de Radio, junto a Eduardo Aliverti en AM 910, La Red, mientras continúa escribiendo para Página 12.

Está convencida de que los podcasts son el futuro, pero no a costa del medio radial. “Yo tengo la sensación de que el deceso de la radio se anunció tantas veces; cuando apareció la tele, cuando apareció Internet… claramente la gente consume mucho más que antes radio, ahora por Internet. Yo creo que es así, que la radio se adapta. Hay algo que atraviesa los años y ojalá los años por venir, y es el estudio. La magia de que no haya imagen, del sonido concentrado, es esta cosa de la intimidad, de la medianoche y del frenesí de la primera mañana, yo creo que por ahora es irremplazable”, considera Meyer.

Justamente en este contexto de pandemia, Meyer afirma que la radio mantiene su rol de fiel compañía y conserva una mirada optimista hacia su supervivencia en el largo plazo. Imagina en un futuro no tan lejano la realización de cada vez más podcasts, describiéndolos como “una radio concebida, ya no desde el espectro del dial, sino más bien en un espectro infinito de especificidades, una variedad similar a lo que ofrece Netflix: miles de productores individuales que se crucen, de manera más variada y más democrática, como un mensaje que todo el tiempo esté resignificándose.”

En tanto, Alejandra Salas es la icónica voz de FM 99.9, La Cien. Estudiaba la  licenciatura en Trabajo Social cuando la locución la encontró. Comenzó en una radio zonal de Banfield y no paró. Coincide en que la radio siempre cumplió la función de acompañar, sobre todo en épocas duras, ya que informa, entretiene y distrae a la vez. No duda en expresarlo en primera persona: “A mí lo que me pasó en esta cuarentena es que todavía le encontré más sentido a la radio, de compañía, de apoyo, de empatía con el oyente, encerrado en su casa; como una conexión con el mundo”, dice la locutora, que, una vez inmersa en el medio decidió hacer la carrera formal en el ISER.

Desde el sector de las radios comunitarias, Pablo Antonini cuenta que comenzó a hacer radio a los dieciséis años, en la Universidad de La Plata, a través del Centro de Estudiantes y que luego pasó a Radio Futura, hasta generar un medio propio en la Argentina post 2001, siempre con temáticas ligadas a movilizaciones sociales, sindicales y derechos humanos; a fines de 2003 surgía el Centro de Cultura y Comunicación, y en 2005 nacía Radio Estación Sur, de la que forma parte. Hoy, además, es presidente de la Federación Argentina de Radios Comunitarias (FARCO).

Sobre la situación de las radios durante la cuarentena, dice Antonini: “La radio comunitaria se caracteriza por la participación, por el tránsito incesante de gente, organizaciones que no sólo aparecen como entrevistadas, tienen un lugar en la agenda que no tienen en los medios tradicionales. También producen contenidos, y también es una característica que hace a la sostenibilidad de la radio comunitaria, en términos de organización de festivales y eventos como parte de la organización económica del medio. Somos organizaciones sin patrón. Lo colectivo resuelve un montón de cosas”, dice y agrega: “Las reuniones, las asambleas…al no tener todo eso, al principio supuso un desafío y una dificultad muy grande, sumada a la principal dificultad que venimos arrastrando que son estos años de crisis de recesión económica, de marginación de la pauta publicitaria, de sostenida falta de legalidad. A la vez, vemos con satisfacción y orgullo que la mayoría está pudiendo afrontar el desafío.”

Antonini está convencido de que la radio no se contrapone a las nuevas plataformas, sino que se potencia gracias a ellas. Sostiene que la creatividad y la capacidad de adaptación a los nuevos desafíos son la clave. Observa, a su vez, con optimismo la recuperación de la conectividad como servicio público, al tiempo que arenga a que se vea el medio como centro de producción de comunicación popular, mediante redes y podcasts que se puedan llevar adelante desde lógicas participativas. Además de acompañar, Pablo enfatiza en que la radio es el medio que permite “descansar” de otras pantallas. Tiene esa doble ventaja de ocupar el lugar tanto analógico tradicional, como el digital.

Al consultarle por aquello en lo que el medio está aún en falta, Pesoa prefiere ser cauteloso pero señala: “Siento que hay cierta liviandad para el tratamiento de los contenidos en los medios de comunicación, siento que se podría hacer un poco más y tirar levemente para acompañar en un crecimiento cultural y educativo a la gente, desarrollando el pensamiento, planteando dudas en lugar de dar clases.”

Meyer coincide en cuanto a la falta de profundidad del medio, que considera que se encuentra bajo la “tiranía de la frivolidad y de los ciento cuarenta caracteres”. Además denuncia la ausencia de regulación, los vaciamientos de las radios, los sueldos que en su mayoría se encuentran por debajo de la canasta básica y la falta de sindicalización de los compañeros. Antonini, por su parte, recalca que el objetivo estratégico del medio debiera ser el de generar fuentes de trabajo dignas, al tiempo que a aquel lo atraviesa el problema de pensar la sostenibilidad a partir del formato de publicidad tradicional. Insiste, además, en la necesidad de construir nuevas audiencias, formadas por niños y jóvenes que aún no visualizan su lugar en el medio, critica la falta de difusión de artistas locales, que no sólo deberían centralizarse en los de la Ciudad de Buenos Aires.

Por su parte, Salas opina que “la radio tiene todo, lo que pasa es que no está ajena al comercio, porque la radio para subsistir necesita de las marcas y las marcas para auspiciar ven lo que la gente escucha; entonces la radio ofrece lo que la gente le pide por medio del share, por medio del rating. Hoy lo que el share marca es que la gente está buscando programas de compañía, en los que no se hable mucho de la realidad, sino que lo entretenga y lo distraiga de lo que está pasando; eso en cuanto a la FM”. Respecto de la AM considera que “la lectura del share tiene que ver con oyentes buscando información específica. A la radio no le falta nada. Hay un abanico de propuestas para escuchar, pero la gente se inclina a este tipo de programas.” De todas maneras, reclama que los trabajadores de radio estén bien pagos.

Pesoa reflexiona acerca de la responsabilidad y el deber de quien comunica. “La relación sería contenido/continente. El continente son todos los detalles técnicos que posibilitan la llegada. El contenido se basa en qué vas a hacer, para qué vas a usar el medio de comunicación. Lo vas a usar para beneficio propio, lo vas a usar compartiendo tus beneficios con los demás, lo vas a usar educativamente, lo vas a usar para desarrollarte vos también y hacer que se ponga a pensar en ciertas cosas el oyente, lo vas a usar para hacer propaganda política, lo vas a usar para hacer publicidad. Hay una miríada de posibilidades dentro de las que podés elegir. Que cada uno elija lo que va a hacer, pero en lugar de acompañar con la dosis de ignorancia necesaria, la caída de aquel que te está escuchando, vos tenés que tirar un poquitito para arriba de aquel que te está escuchando y tirar un poquito para arriba de vos también.” Julio Lagos, por su lado, afirma que “el patrón, el jefe, el que me manda, a quien yo le debo pleitesía no es ni el dueño de la radio, ni el que pone los avisos, ni el ministro, ni el presidente; es el oyente, por respeto.”

Susini, Guerrico, Romero, Carranza y Mujica fueron los pioneros de un medio que acompañó a la sociedad a través de guerras mundiales, descubrimientos científicos, distintos regímenes gubernamentales y hasta viajes al espacio exterior. Aquellos nunca pudieron imaginar la trascendencia de su criatura,  que se expandió a todos los rincones de la tierra. Hoy, a un siglo de aquella transmisión de Parsifal en el Coliseo, nos unimos a los festejos para decir: ¡Salud a la radio argentina!

Hecha la ley, sigue el debate

Hecha la ley, sigue el debate

Según un estudio de la Asociación Civil Tejiendo el Barrio, en conjunto con la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, “siete de cada diez personas que teletrabajan en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se encargan en simultáneo del cuidado de sus hijas e hijos desde que comenzó la cuarentena”.

El teletrabajo –o home office– ya era una modalidad habitual en un buen número de empresas y organizaciones en la Argentina, pero con la pandemia se generalizó. Por ello, el Gobierno nacional promulgó, el último 14 de agosto, la Ley 27.555 que establece un régimen para los contratos de teletrabajo. Si bien entrará en vigor 90 días después de finalizada la cuarentena, políticos de la oposición y sectores empresariales señalaron la dificultad de llevar a la práctica la regulación.

La nueva normativa fue impulsada por la necesidad de una ley específica que regule y garantice los mismos derechos y obligaciones a los teletrabajadores que a quienes desempeñan sus tareas de forma presencial. Además, tiene por objeto promover y regular esta modalidad como un instrumento de generación de empleo, mediante la utilización de Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), y como una herramienta para conciliar la vida familiar y laboral en un solo ámbito.

En diálogo con ANCCOM, el abogado laboralista Julián Hofele, asesor de la diputada del Frente de Todos Vanesa Siley, detalla: “La legislación establece numerosas especificaciones, basada primero en la igualdad de derecho con las personas que trabajan en forma presencial”. Y agrega: “Garantiza el cumplimiento en materia salarial, de extensión de la jornada, derechos colectivos, sindicales, riesgos de trabajo, higiene, accidentes, contiene la igualación en todos estos aspectos”.

Con respecto al derecho a la desconexión digital, Hofele afirma que “se garantiza el derecho al descanso y la limitación horaria de la jornada. Además, el trabajador tiene derecho a no recibir comunicaciones por parte del empleador, fuera de la jornada laboral”.

La senadora nacional de Juntos por el Cambio, Gladys González, opina que la ley está pensada desde una lógica laboral caduca que desincentiva la modalidad de trabajo. Y acerca del derecho a la desconexión, si bien afirma que es fundamental garantizarlo fuera del horario laboral o durante licencias, aclara: “Creemos que el empleador puede cursar comunicaciones al trabajador y que éste no está obligado a responder si está fuera de su jornada. Las empresas operan con grupos en turnos y eso hace que tengan diferentes momentos para enviar comunicaciones”.

Desde el sector de las PyMEs, Salvador Femenía, asesor de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) y presidente de la Cámara de Comercio de Moreno, considera que tal derecho “limita al empleado, porque él puede pactar cuestiones de metas y podría hacerse acreedor de más dinero”. Según Femenía, “el empleado tiene una comodidad trabajando bajo esta modalidad, ya que puede manejar los tiempos como quiera. Debería haber más libertad con los horarios y se podría pactar entre las partes en qué momento llamarse”.

Otro de los artículos discutidos de la ley es el que menciona “el principio de reversibilidad”, que determina que el traslado de quien trabaja de manera presencial a su casa debe ser voluntario y tiene la posibilidad de volver. Hofele destaca que, ante una situación inesperada, pueden cambiar las condiciones del lugar en donde vive y cómo se compone la familia, por ende, se contempla esta medida. Puntualiza que estos son los casos en los que se cambia de modalidad de empleo, no de los contratados por el sistema de teletrabajo, que dependen de sus propios convenios colectivos. Y sostiene que el principio de reversibilidad no se aplica automáticamente: “Esto se debe hablar y resolver con la voluntad entre ambas partes”.

Para la senadora González, sería “prudente dar un tiempo al empleador para que se adapte a la reversión propuesta por el trabajador. Para el empleador, dar la posibilidad de que un trabajador pase de una modalidad presencial a una virtual implica una inversión que tenemos que tener en consideración, para no desincentivar al teletrabajo”.

Al igual que González, para quien la reversibilidad lo único que va a generar es “el desaliento de los empleadores a la hora de adoptar esta modalidad de trabajo”, Femenía critica tal posibilidad: “Si tenés a toda la empresa, por ejemplo, o un área en particular, con teletrabajo y quiere la reversibilidad, si yo no puedo dárselo, se considera despedido y con doble indemnización”. Y reclama “que se puedan establecer ciertas pautas para que se sienten a negociar y entre las dos partes encontrar una solución satisfactoria para el trabajador”.

Acerca del derecho a la sindicalización, la ley dispone que las personas que están teletrabajando puedan elegir y/o ser elegidas para ser representantes gremiales. “Esto va a requerir que los sindicatos encaren las negociaciones colectivas en cada sector contemplando las especificaciones mismas del teletrabajo para su actividad y, por supuesto, del cumplimiento”, expresa Hofele.

El secretario gremial de la Central de los Trabajadores de la Argentina (CTA), Claudio Marín, alerta sobre el peligro de que el teletrabajo aumente el trabajo precario. “El punto central es la registración. Tiene que haber participación de los sindicatos en ella y de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, además del Ministerio de Trabajo, si no corremos un riesgo cierto de que el trabajo no registrado se multiplique”.

“Los sindicatos deberían ser más cercanos a las empresas, negociando –se queja Femenía–. Hablan todos de derechos como si fuéramos explotadores, no somos grandes empresas. Las PyMEs tenemos una relación muy cercana, cuidamos al empleado”.

Ante las observaciones de la empresarios y oposición, el Poder Ejecutivo aceptó revisar el artículo 8 de reversibilidad cuya aplicación, se anuncia, podría tener un tiempo de concreción de hasta seis meses, lapso en el cual la empresa debería acondicionar sus instalaciones para el regreso de los empleados a la oficina.

No se olviden de la tuberculosis

No se olviden de la tuberculosis

Control de un paciente de tuberculosis en el Hospital Muñiz. Fotografía de archivo.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la tuberculosis es una de las diez principales causas de mortalidad en el mundo y la primera por enfermedades infecciosas. Las estadísticas de este organismo internacional muestran que la probabilidad de que una persona se vea afectada por TBC se reduce un 2% anualmente. Sin embargo, los casos en Argentina —que desde hace 40 años venían descendiendo— comenzaron a aumentar a mediados de esta década.

Los datos publicados por el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) revelan que el año pasado se registraron 12.075 nuevos casos por contagio o recaída en nuestro país, contra los 9.383 notificados en 2010, lo que significó un incremento en la tasa de notificación de 23.2 a 26.9 casos cada cien mil habitantes. Los últimos datos accesibles sobre mortalidad (2017) arrojan una tasa de 1.7 por cien mil habitantes (706 muertes) contra 1.57 en 2010, con 640 fallecimientos.

La OMS estima que entre 2000 y 2018 se salvaron 58 millones de vidas gracias al diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis. Este dato siembra la sospecha sobre si el actual y necesario aislamiento social podría influir en un potencial aumento de casos de TBC. Sandra Carabajal, infectóloga del Hospital Municipal Eva Perón de Merlo, sostiene que hay elementos que pueden llegar a favorecer las recaídas: “Así como avizoramos que este año habrá una tasa bajísima de vacunación —porque la gente tiene temor de asistir a los hospitales— del mismo modo, creo que tendremos muchos abandonos de tratamientos por tuberculosis. Los médicos deberíamos tener el foco en que el paciente pueda continuar con su medicación, de lo contrario el mensaje puede ser ambiguo: por un lado, le decimos ‘no concurras al hospital, llamanos y nosotros te decimos’, por el otro, le pedimos que no deje de venir al hospital, que retire la medicación y que no abandone el tratamiento. La verdad, es un delicado equilibrio en donde a veces el paciente queda atrapado sin saber qué hacer”.

Los y las infectólogas consultadas por ANCCOM coinciden en que el aumento de casos de TBC en nuestro país está directamente relacionado con el avance de la pobreza. “Es una enfermedad que está enquistada fuertemente en población vulnerable y por eso cada vez que hay una crisis nutricional, habitacional y social se genera un caldo de cultivo para que se produzcan mayores contagios”, expresa Santiago Jiménez, infectólogo y coordinador médico de Casa Masantonio, un espacio de contención para personas consumidoras de PACO con enfermedades complejas como VIH y tuberculosis.

El hacinamiento y la desnutrición son dos ingredientes claves en el “caldo de cultivo” de la pobreza. “El hacinamiento genera, a través de la tos, la propagación hacia otros convivientes. La desnutrición, por la falta de consumo de elementos esenciales, predispone a enfermedades infecciosas por una falla en la respuesta primaria a diferentes gérmenes, entre los que se encuentra el bacilo de Koch, la bacteria que causa la TBC”, explica Lilián Testón, coordinadora del Departamento de Epidemiología de la Fundación Centro de Estudios Infectológicos.

El 2019 se registraron 12.075 nuevos casos por contagio o recaída en la Argentina, contra los 9.383 notificados en 2010.

Por su parte, Elena Obieta, Jefa del Departamento de Enfermedades Transmisibles y Emergentes de la Municipalidad de San Isidro, destaca que otro factor que influye en el aumento de casos radica en que “la población carcelaria es un  foco de TBC que luego se reinserta en la comunidad porque, lamentablemente, las cárceles no son como uno querría. El hacinamiento y las malas condiciones de higiene favorecen el contagio. En ese panorama, si un preso con tuberculosis tose…es un desastre”.

La tasa de notificación de casos tiene importantes variaciones entre las provincias. Según datos publicados este año por el INER, en el período 2018-2019 Salta fue la jurisdicción con la tasa más alta (64.91 casos cada 100 mil habitantes), seguida por Jujuy (50.5) y la Ciudad de Buenos Aires (44.99). En tanto las tasas más bajas fueron en San Luis, La Rioja y Mendoza (inferiores a 10)

Obieta, que además forma parte de la Sociedad Argentina de Infectología, considera que es un error médico pensar solamente en el Covid-19 sin tener en cuenta posibles casos de tuberculosis: “Si el hisopado da negativo, generalmente el paciente se vuelve a su casa. Entonces, si llega a tener TBC, en tanto siga tosiendo y no esté en tratamiento,contagiará a los convivientes más cercanos”.

La enfermedad, tal como señala la OMS, afecta además a personas con VIH y diabéticos. Testón explica que “la coinfección con el VIH es un importante problema de salud pública porque los pacientes, al tener debilitado su sistema inmune, tienen mayor riesgo de contraer tuberculosis”. Respecto a la diabetes, Obieta resalta que “es una enfermedad que también altera las defensas”.

Otro factor de riesgo es el consumo problemático de sustancias. Santiago Jiménez identifica a la pasta base de cocaína (paco) como la droga más utilizada por personas en situación socialmente vulnerable: “El impacto de la TBC en esta población es muy fuerte y es muy difícil que puedan acceder al diagnóstico y al tratamiento por canales normales. Esto amerita que existan estrategias diferenciadas, un acercarse a los territorios y no una actitud pasiva por parte del sistema de salud”, enfatiza.

Patricia Figueroa, voluntaria en Casa Masantonio, conoce de cerca estas realidades: “El consumo hace que nada te importe y por eso curarte no está dentro de tus prioridades, no hay posibilidad de cumplir un tratamiento, ni de ir a un turno, ni de tomar todos los días una medicación”, y agrega “hemos tenido chicos que han estado internados doce veces y doce veces han cortado el tratamiento”.

Ramón Maldonado, que tiene 43 años y hace siete meses que está recibiendo contención en Casa Masantonio, cuenta: “Viví en la calle como seis años. Andaba mucho en la droga, fumaba crack y toda esa gilada. Me enfermé y estuve nueve meses internado porque estaba muy jodido, me faltaba el aire. Me ofrecieron quedarme acá para no tomar frío cada vez que iba a buscar la medicación. Ahora gracias a Dios estoy bien, haciendo una vida nueva y sana, tomo la medicación y muy de a poco me voy recuperando”. Ramón es solo una muestra de las miles de historias que se insinúan detrás de las estadísticas.

El tratamiento de la tuberculosis es absolutamente gratuito en todos los hospitales públicos de nuestro país.

La mayoría de los casos se observan en la edad activa, especialmente en adolescentes y adultos jóvenes. El tratamiento dura aproximadamente seis meses pero si se acompaña con alguna infección por el VIH se puede extender hasta nueve o diez. Carabajal afirma: “Al ser tan prolongado, muchos pacientes abandonan en el camino y esto nos pone en riesgo a todos ya que la bacteria se vuelve más resistente y se requiere cambiar la medicación”. Por su parte, Obieta señala: “Los pacientes que toman la medicación enseguida empiezan a sentirse bien y suelen abandonarla, esto puede llevar a una TBC multiresistente y persistencia de la enfermedad en la comunidad” y agrega: “Si un paciente tiene una tuberculosis sensible a la medicación (la TBC más común) y comienza su tratamiento, a los 15 días deja de contagiar. Esto hay que decirlo porque es una buena noticia en sí misma”.

Cabe destacar que el tratamiento de la tuberculosis es absolutamente gratuito en todos los hospitales públicos de nuestro país.

Para Jiménez, la pandemia por el Covid-19 nos deja una enseñanza: “Así como la cuarentena no es viable en barrios vulnerables si no es acompañada por un apoyo alimenticio y social, en la TBC ocurre lo mismo. Muchas veces el sistema sanitario se enfoca solamente en los medicamentos y ese es un factor de fracaso cuando no se complementa con un apoyo concreto de otros recursos”.

El espíritu amateur sigue intacto

El espíritu amateur sigue intacto

Locro solidario en el Club Sahores.

A casi 5 meses de que se decretara el aislamiento social, preventivo y obligatorio, múltiples fueron los comercios e instituciones que debieron reinventarse para subsistir y no caer en el olvido. Los clubes, venerados tantas veces por ser el alma de los barrios, se vieron en la necesidad de “ponerse la camiseta” y “salir a darlo todo” en pos de hacerle frente a este duro golpe y permanecer intactos en los corazones de la comunidad.

Manuel Tascón, secretario general del club Imperio Juniors del barrio Villa Santa Rita es rotundo: “En general, estamos en una terapia intensiva sin respirador, al borde del cierre final del club.” Explica que este, al encontrarse más ligado a la educación que a la competencia deportiva, resolvió su cierre de actividades antes del decreto, en simultáneo con las escuelas, y que si bien se sigue sosteniendo a base de actividades virtuales, nunca llegan a ser comparables con las presenciales. El club mantiene una visión más social que económica, intentando acompañar a sus socios en estos duros momentos. Se mantiene una constante comunicación con ellos vía WhatsApp y redes sociales, en la que se promueve seguir abonando la cuota, aunque con resultados exiguos.

La mayoría de los clubes ya vivieron varias crisis. El club Argentinos de Del Viso venía de estar vapuleado por una economía que le dio la espalda durante el gobierno de Cambiemos. Gustavo Gioseffi, referente y ex presidente del club explica que al día de hoy “la masa de cuotas representa tan solo un 15% de la economía mensual del club. No depende ni queremos que dependa exclusivamente de eso. Nuestro proyecto de club se basa en cómo tener infraestructura y servicios de calidad, sin que termine excluyendo a las mismas personas para quienes fue hecho: chicas y chicos del barrio”. La institución busca terminar con la segregación social proveyendo de un espacio a disposición de cada uno de sus miembros que los haga sentirse dignos. Para poder palear los aumentos de servicios públicos y otros gastos necesitaron apoyo gubernamental y municipal como así también de empresas y cooperativas de la zona. En estos momentos, organizan ollas comunitarias con ayuda del municipio de Pilar.

Argentinos de Del Viso no percibe ningún tipo de subsidio. Sus actividades son gratuitas y funciona en base a voluntarios.

Para Rolando Solofrano, presidente del Club Sahores de Villa del Parque, la clave es la identidad que se forja alrededor del club y su comunidad. Según sus dichos, los clubes de barrio ofrecen un servicio de compromiso social. Entiende también que esa función, durante la pandemia, pueda no ser tomada como prioridad para quienes han visto disminuirse sus ingresos. Según cuenta, la entidad está recaudando en estas fechas apenas un 20% de lo que recibe en un período normal. Enfatiza en que Sahores puede mantenerse en pie gracias a los pocos socios que al verse identificados con la situación del club eligen seguir abonando la cuota. En el barrio es insignia del grupo de vecinos y locales de la zona, junto a los cuales realizan distintas actividades a favor de quienes realmente la están pasando mal; como bolsones de comida que son destinados a algunas familias y profesores del grupo; y comidas que venden entre la comunidad.

Solofrano resume el compromiso entre el club y su comunidad al afirmar que “tenemos una identificación directa con el barrio. Somos un club en una zona donde hay justamente muchísimos clubes. Sin embargo, nosotros tenemos (y esperamos que esto se mantenga cuando podamos volver a abrir) muchísima cantidad de socios, y una identificación total con ellos. Somos un conjunto, vamos todos para el mismo lado. La verdad que también hay un compromiso de los empleados, se hace difícil recaudar como antes, pagamos cuando llegamos; y aún así y todo nos aguantan y reconocen el esfuerzo.”

El Ercilla, del barrio porteño de Liniers, también sobrevive a partir de actividades culturales en formato virtual, como sesiones de lectura compartida promovida por los propios vecinos. Natalia Márquez, secretaria de la Comisión Directiva,  cuenta que luego de estar mucho tiempo cerrado, en 2010 pudo reabrir sus puertas y recuperar a sus socios, y destaca que hoy se mantiene a partir del apego emocional de los vecinos.

El Club Ercilla organiza actividades virtuales, como clases y torneos de ajedrez.

Es tal el afecto de la comunidad hacia el club que los profesores que dictan actividades allí no lo hacen persiguiendo un fin económico. Ellos encontraron la plataforma de Mercado Pago como una variante para que quienes pudieran continuaran colaborando, aunque los resultados son escasos. Cabe destacar que en el propio buffet había sido concesionado a una cooperativa gastronómica que genera también ingresos para que el club pueda terminar obras de infraestructura pendientes. En palabras del equipo directivo: “Acá hay un compromiso barrial, militante con el club, social. Ahí donde vemos una posibilidad de trabajo y quien la quiera tomar, que se organice y la tome, pero siempre en un sentido solidario y para hacer crecer el club y no para enriquecimiento individual.”

 

A pesar de haber superado distintas crisis, hoy los clubes ven con suma preocupación la imposibilidad de llegar a cubrir los sueldos tanto de empleados administrativos como profesores. No obstante, el programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), mediante el cual el Estado se hace cargo del 50 por ciento de los haberes, actúa como un bálsamo.

El Club Atlético Platense, que tiene sus sedes en Vicente López y en Saavedra, lucha para que la deserción de sus socios en esta etapa sea inferior al 10 por ciento. No tienen ilusiones de regresar a la normalidad en el corto plazo.  A partir de abril se vieron imposibilitados de pagarles a los profesores de las distintas disciplinas y por esta razón los socios decidieron abonarles ellos mismos a partir de un aporte grupal. Si bien Platense no percibió ningún subsidio, fue beneficiado con un crédito destinado a los clubes de barrio que les aprobó el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, con el cual planean mejorar las condiciones edilicias de sus sedes.

Club Argentinos de Del Viso

Los directivos Platense ponen su foco en los chicos menores a 17 años que mantienen lazos con la institución de distintas maneras, entre ellas vía Zoom. Para Carlos Fernández, miembro de la Subcomisión de Handball, se percibe un gran abatimiento sobre todo en los más jóvenes, por esta razón entiende que como institución se deben ocupar de ellos desde varios aspectos: “Tenés que trabajar la parte física, pero también la mental y recreativa de los chicos, para que les guste y estén contentos y quieran ingresar. Hay mucho cansancio”.  El club también  organizó el grupo “Platense Ayuda”, en donde socios y jugadores voluntarios juntan alimentos no perecederos, ropa, verduras y carne entre otras cosas para quienes los necesiten.

En el caso del club Ercilla, es sólo un docente el que percibe una suma de medio salario mínimo, vital y móvil a partir del Plan Potenciar Trabajo (exclusivo para personal de la economía popular que no se encuentre registrado) y, de forma voluntaria, lo destina exclusivamente para la institución.

Para el Club Sahores, el ATP ha sido una ayuda importante. Su presidente  explica que “cayó tanto la recaudación que si nosotros nos quedásemos quietos, no cobra nadie”. Tiene un profundo sentimiento optimista a partir de ver cómo los profesores se desenvuelven a través de dar clases vía Zoom y cómo los chicos se conectan y el club sigue estando presente sus vidas.

No es la situación que vivió Imperio Juniors durante los primeros meses de cuarentena, al no haberse reglamentado aún  la Ley para Apoyo y Fomento de Clubes de Barrio, y no recibir ATP pese a haber presentado la documentación correspondiente. En palabras de uno de sus directivos: “Estábamos en un limbo. Siento que se olvidaron de nosotros, que no existimos como club”.  Finalmente pudieron acceder a la asistencia nacional, aunque para esa altura ya estaban atrasados con los sueldos. Si bien el ATP llegó no fue suficiente, por lo que debieron completar el faltante de la deuda con dinero que recaudaron –y que aún recaudan- a partir de la solidaridad de los socios. La institución mantiene el espíritu de barrio, en sus puertas no hay un molinete que impida la entrada a quien lo desee o necesite,  y aún no haciendo promociones especiales, tiene una mora muy baja con escasos controles administrativos.

El club Argentinos de Del Viso no percibe en la actualidad ningún tipo de subsidio al tener una estructura pequeña a base de voluntarios. La gran cantidad de actividades que ofrece son gratuitas. Los profesores perciben un sueldo pequeño a partir de aquellas actividades por las que se cobra una cuota.

En cuanto a los servicios públicos, en todos los clubes pasaron a segundo plano, acumulando en este tiempo deudas o planes de pagos con altos intereses, que no tiene miras a ser resuelto hasta que se retome la actividad.

Por otro lado, en cuanto a los protocolos para reabrir, en general se condicen con lo recomendado por los ministerios de Salud y de Deporte. La mayoría de los clubes ya tiene ideado determinados controles básicos; como el uso del tapabocas, el alcohol en gel, la toma de la temperatura y la distancia social.

El sentimiento general de los directivos entrevistados es levemente optimista, a pesar del abandono que sienten por parte de los distintos entes reguladores. Cada uno de los consultados enfatizó la necesidad de no bajar los brazos ante este caos por y para su gente: de poder seguir ofreciéndoles a sus socios el refugio que buscan y se merecen.