Recuerdos grabados a fuego

Recuerdos grabados a fuego

El sobreviviente Germán Jascalevich declaró en la cuarta jornada del juicio que investiga la masacre del Pabellón Séptimo, investigado como un crimen de lesa humanidad de la última dictadura.

El pasado miércoles 30 se llevó a cabo la cuarta audiencia del juicio que investiga la Masacre del Pabellón Séptimo, la mayor matanza carcelaria de la historia. El sobreviviente Germán Jascalevich testificó sobre lo que vivió aquel 14 de marzo de 1978 en la cárcel de Devoto. 

El testigo comenzó a contar sobre cómo y dónde vivía durante el año 1978. Explicó que tenía un pequeño taller de bolsas tejidas a mano y que era artesano. En ese período vivía con Claudia Carrara y su hijo, Javier Canosa. Contó que durante ese tiempo habían recibido a Giancarlos Gianvarela en su casa, quien venía de Italia.

Ante la pregunta de si recordaba haber sido detenido durante ese año, Jascalevich respondió que sí, debido a que allanaron la valija de Gianvarela quien poseía pastillas de ácido lisérgico: “Intervino el Departamento de Toxicomanía, que era una parte de la Policía Federal”. En ese procedimiento, detuvieron a Gianvarela, a Luis Canosa (padre de Javier) y a Jascalevich.

Luego del interrogatorio en donde Gianvarela había confesado que las drogas eran de él, todos los acusados fueron trasladados al Pabellón Séptimo del penal de Villa Devoto. “Me acuerdo que llegamos al pabellón aproximadamente 15 días antes de la masacre” explicó Jascalevich. Según el testigo, eran entre 170 y 180 personas, una mitad dormía en camas y la otra en colchones tirados en el piso. Ahí le tocó a él por ser nuevo.

“El preso más viejo era un uruguayo. Me acuerdo de las caras, no tanto de los apellidos, pero creo que se llamaba Cardozo”, expresó ante la consulta de cómo se organizaba el “rancho” que él integraba. Si bien los ranchos eran todos independientes, señaló que había uno que era el encargado de prender y apagar el televisor y de poner el programa que eligía la mayoría, a quien identificó como “Pato” Tolosa. 

La noche anterior al incendio, Jascalevich estaba viendo una película y el guardiacárcel ordenó que se apague el televisor. Ante ello, el testigo aclaró que el horario en que se apagaba el televisor de acuerdo al reglamento era “una hora marcada tipo 8 de la noche” pero que ese día se les había pedido que lo apaguen media hora antes. El responsable de esta orden fue identificado por Jascalevich como a quien le decían “Kung Fu” (mencionándolo posteriormente como el imputado Zerda) debido a que practicaba un arte marcial y solía sacar a reclusos para “boxearlos”. 

El testigo contó que Tolosa se rehusó a apagar el televisor, y que en todo caso lo podía hacer “Kung Fu”. “Esa arbitrariedad fue la que ocasionó la masacre”, sostuvo Jascalevich, ya que después de ese incidente llegó un trabajador con una carta de Zerda, diciéndole que lo iba a sacar esa noche y que le iba a pegar. “La carta estaba escrita por el celador Zerda hacia Tolosa porque no había querido apagar el televisor. En realidad hay dos interruptores, él podría haberlo apagado desde su lugar, pero él quería que lo apagara Tolosa” aclaró el testigo.

A la madrugada, entró un cuerpo “muy pequeño” de 4 o 5 personas y fueron directamente al rancho de Tolosa. Jascalevich citó lo que había dicho Tolosa: “No voy a salir porque ustedes me van a matar”. Frente a la situación, muchas personas comenzaron a ponerse de pie como un acto de resistencia, a lo que el cuerpo penitenciario se terminó yendo. 

Granadas con chispas

Al día siguiente, Jascalevich contó que ingresó un grupo de requisa muy grande. “Entraron con cadenas forradas en cuero, las que se usan para cerrar las puertas de los pabellones, e ingresaron con unos palos muy largos que se usan para golpear las rejas para ver si hay alguna cortada”. El testigo explicó que entraron directamente golpeando a la gente, a lo que, de manera masiva, decidieron poner las camas para obstruir el medio del corredor del pabellón.

“Nosotros pusimos camas para bloquear las camas para que no volvieran a entrar, las pusimos para tapar la puerta y nos quedamos esperando para ver qué iba a pasar”, relató el testigo. Después, vio cómo llegaban a la pasarela un grupo de penitenciarios lanzando granadas lacrimógenas que también soltaba chispas. “A un compañero le tiraron una granada de gas en el pecho y lo mataron. Quedó humeando la granada de gas”, expresó Jascalevich. 

El testigo agregó que durante el incidente observó cómo llegaban Galíndez, otro de los imputados, y Zerda con una ametralladora y una pistola y reconoció que las armas que ambos tenían asesinaron a sus dos compañeros de causa. Jascalevich agregó que él se salvó por cubrirse con una pared y que aún así recibió un disparo en el pie.

Jascalevich recordó que “se empezó a juntar una parva de cadáveres en la mitad del pabellón. Caía muchísima sangre, el piso parecía una gelatina”. A pesar de haber puesto los colchones para bloquear la visibilidad de sus disparos, estos no cesaban. Además, indicó que antes de que iniciara el fuego ya había una alta cantidad de muertos tirados en el suelo por heridas de bala. “Yo creo que una de las granadas lacrimógenas impactó en una cama y el calor hizo que se prendiera fuego uno de los colchones”, declaró. Como estaban todos amontonados, los colchones se empezaron a prender fuego de forma masiva. 

Dada la cantidad de fuego y ante la dificultad de respiración, Jascalevich se trepó a una de las ventanas del pabellón junto a otro compañero, a quien identificó como “Guampa”. Sin embargo, desde el patio que estaba debajo notó que comenzaron a disparar hacia ellos, viendo secuencialmente cómo su compañero recibía un balazo en la frente y caía inmediatamente al suelo. 

Durante el incendio, no hubo intenciones de parte de las autoridades de cesar el fuego, incluso el testigo agregó que al lado de la pasarela había un hidrante de donde podían sacar agua: “Nosotros les gritábamos que nos tiren agua, pero lo que escuchábamos era que nos decían “mueranse como ratas”, una cosa realmente horrible”. 

Debido a la intensidad del calor, contó cómo debió refugiarse debajo de la parva cadáveres, hasta que en un momento se paró y fue a sacar las camas que estaban obstruyendo la puerta: “Tomé una frazada para sacarlas con ellas. Había un compañero que estaba tan asustado que las sacaba con las manos y se las quemó todas”. 

Tras el incendio, los golpes

En esas condiciones, Jascalevich manifestó que los hicieron salir del corredor hacia el pabellón de castigo. “Ahí estaban todos con palos y cadenas, nos llevaban con las manos en la espalda y nos iban pegando en la cabeza. Yo me caí al piso dos o tres veces y me luxaron las costillas” relató. En ese momento, el testigo contó haber escuchado que los guardias estaban buscando a dos personas, a Tolosa y a otro recluso de quien no recuerda el nombre. “Los sacaron y los mataron a palazos. No estaban muy quemados, estaban bien, pero les rompieron la cabeza” relató. 

Una vez que lo sacaron del calabozo, el doctor Spitelli lo buscó, le dio una jarra de agua y una inyección de morfina. Debido a las graves lesiones lo trasladaron al Instituto del Quemado, donde estuvo inconsciente y tres días en coma. 

Estuvo internado 30 días conectado a varias sondas. Su cirujano le explicó que debía estar 30 días más para continuar con su recuperación. Sin embargo, después del primer mes, Jascalevich fue trasladado al Hospital Penitenciario de Villa Devoto, donde cuenta que sufrió distintos descuidos, como hacerlo caminar cuando apenas podía o hacerlo pasar frío.

Tras el alta médica lo llevaron al pabellón noveno donde el “cabo” Chonta le contó que Galíndez había sacado las balas de los cuerpos con un cuchillo. Dicha orden fue dada colectivamente al resto de los penitenciarios, a lo que los más jóvenes se negaron. Sin embargo, el oficial contó que Galíndez les dio una especie de “vacaciones” y los amenazó con sancionarlos si llegaban a decir algo.

Jascalevich, que terminó de cumplir su condena en la Unidad 9 de La Plata, expresó que le quedaron consecuencias psicológicas. Mencionó pesadillas sobre persecuciones y distintos traumas que lo llevaron a irse a vivir a Brasil. “Me pone muy triste a mí la Argentina, me trae recuerdos muy tristes y voy esporádicamente”. Físicamente, tuvo quemaduras de primer y segundo grado, además de que el humo le dejó una secuela pulmonar por la que debió realizar un tratamiento en Suiza. Además, añadió que hasta hace tres días sus hijas no sabían la verdad de sus quemaduras, ya que él les había contado que había sufrido un accidente automovilístico. “No las quería marcar desde tan pequeñas”, expresó.

Finalizadas las preguntas de parte de la Fiscalía, la querellante abogada Claudia Cesaroni solicitó que se expongan una serie de imágenes para que el testigo pueda reconocer el lugar de los hechos de la forma más explícita posible. Identificó la ventana donde se trepó junto a su compañero y otros sectores del pabellón, con un poco más de dificultad debido a que ciertas paredes habían sido pintadas luego del incendio.

Luego, el juez Toselli estableció un cuarto intermedio hasta el próximo miércoles, donde declarará el testigo Roberto Montiel.

La audiencia se realizó vía Zoom debido al paro de transportes y fue transmitida por el canal de Youtube de La Retaguardia.

Música por la universidad

Música por la universidad

La Orquesta Académica de la UNA organizó una protesta por recorte del presupuesto que realiza el Gobierno a las universidades. El reclamo tomó la melodía de una sinfonía frente a una multitud en Bartolomé Mitre y Callao.

“Vamos a hacer música académica, que algunos del Gobierno escuchan en un microcine, solos o acompañados, tomando un vinito. Hay que hacerles acordar que lo que consumen sale de acá, que esto que nosotros hacemos es lo que después sale en las orquestas profesionales”, dice frente a una multitud Fernando Albinarrate —pelo corto y canoso, camisa negra elegante, pantalón negro más elegante aún y zapatillas deportivas— con micrófono en mano. Él es profesor y director de la Orquesta Académica, que está conformada por estudiantes, graduados y docentes del Departamento de Artes Musicales y Sonoras de la Universidad Nacional de las Artes (UNA). En un rato Albinarrate dirá a esta agencia que “queremos mostrar lo que hacemos frente a insultos, agravios y miradas negativas de lo que es la educación pública. Si hay que auditar a la universidad, auditenlá. La UNA vive auditada y no tenemos nada que ocultar. Dicen que somos fantasmas o una manga de chorros porque lo que quieren es desfinanciarla. Necesitamos pagar la luz, tener sueldos más dignos, necesitamos cubrir los gastos”. 

“No se entiende cómo la cultura y la educación pública no se consideran el mayor capital espiritual del país. El verdadero capital está en nuestras almas”, dice ahora Albinarrate, que está hablando desde las escalinatas de la sede del Departamento de Crítica de Artes de la UNA, en Bartolomé Mitre al 1800, donde también se suelen realizar algunas actividades de música. Más adelante Sergio Ramos, el director del Área Transdepartamental de Crítica de Artes, comentará a ANCCOM que invitó a la Orquesta Académica perteneciente al Departamento de Artes Musicales y Sonoras a tocar a esta sede porque “esta situación que estamos viviendo es un momento para fortalecerse como comunidad. Es un conflicto que va a ser muy largo y sólo en la unión vamos a poder sostener otro modelo de país que no sea el de la despersonalización y el odio”. 

En las rejas verdes que rodean la entrada de la sucursal hay un montón de carteles pegados que reclaman fondos para la universidad y que proclaman la defensa de la educación pública. Y más arriba, en el frente de la sede, debajo de la primera hilera de ventanas, hay una bandera negra gigante que cuelga y dice: “Sin salarios dignos no hay universidad pública de calidad”. La jornada busca visibilizar que el Departamento de Artes Musicales y Sonoras de la UNA es un lugar en el que personas de cualquier parte del país vienen a estudiar música académica de manera gratuita y que muchos de los grandes músicos argentinos se formaron en la institución, como Mariana Rosas, que ahora dirige el coro de la Sinfónica de Londres. 

En la vereda donde está parado el director de la orquesta hay una multitud de personas conformada por estudiantes de otras carreras y por ciudadanos de a pie que se quisieron sumar. A ellos se dirige Albinarrate cuando dice que “les pedimos a los que trajeron cacerolitas que nos acompañen, es una manera de mostrar que esto que hacemos es música. Sin arte no vamos a ningún lado, este cultivo nos da sentido a todos”. Dicho eso, la Orquesta Académica empieza a tocar en plena vereda porteña, a muy pocos pasos de los autos y colectivos que pasan lento, la obra “Rondó de la Sinfonía 104” del compositor austríaco Joseph Haydn. Un rato antes Albinarrate había explicado que “Haydn vivió en el Siglo de las Luces, en el momento en que la democracia y la república empezaron a surgir en todas las comunidades, así como la idea de libertad, pero no de ‘Libertad, carajo’ sino de libertad en serio, de igualdad, de fraternidad, de justicia social, de respeto hacia el otro”. 

Ahora la Orquesta Académica empieza a tocar el Himno Nacional. Las personas que hasta hace un rato estaban atentas, mirando y escuchando a los músicos, ahora los acompañan entonando cada una de las estrofas  y golpeando algunas cacerolas. “Toque bocina si defiende a la universidad pública”, dice el cartel que sostiene un señor entrado en años. “No hay gas pimienta que pueda tapar el hambre”, dice ese otro cartel que sostiene una chica joven. En determinado momento, Albinarrate deja de dirigir a la orquesta y lo reemplaza un recién graduado, pelo negro y largo atado con una colita, remera negra, pantalón negro y también zapatillas deportivas, como el director veterano. 

Media hora antes la Orquesta Académica había ensayado en el subsuelo de la sede. “Miren la cara de bueno que tiene. Mirenló, si lo miran a él va a salir”, había pedido Albinarrate a la orquesta. Se refería a que los músicos confiaran en el recién graduado tanto como en él, que los iba a guiar como todo un profesional. “Vamos a hacerlo más enérgico, así la gente no se nos cae”, había pedido el recién graduado, con una sonrisa y una voz que transmitía serenidad y liderazgo. El pedido había surtido efecto en la orquesta, que ahora tocaba el himno como escapando del diablo, a una velocidad y con un ímpetu que no había aparecido antes. 

Ahora, en la vereda, mientras la Orquesta Académica despliega toda su expertiz, el recién graduado se corre de la dirección y le deja el lugar a Esteban Lorenzón, estudiante de la carrera de Dirección Orquestal y de Guitarra. Unos minutos antes Lorenzón —pelo negro y corto, camisa verde, aspecto distinto a los otros dos— había dado una breve explicación a los transeúntes que tenían cacerolas sobre cómo podían acompañar a la orquesta, de qué manera podían hacer percusión para aportar un sonido tanto en la obra de Haydn como en el himno nacional. 

Una vez finalizada la jornada, el estudiante cuenta a ANCCOM que es oriundo de Vera y Pintado, provincia de Santa Fe, y que después se fue a vivir a Salta, donde durmió seis meses en carpa por no tener casa. Ahora vive en Buenos Aires, donde estudia. “A mí, que soy del interior, la universidad me hizo creer que estudiar Dirección de Orquesta es posible y, además, que es posible hacerlo gratis en una de las universidades más importantes de América Latina”, dice. ¿Y qué balance hacés del encuentro de hoy? “Tocar al aire libre es hacer democrático el lujo de escuchar a una orquesta sinfónica. Hoy demostramos que esto se estudia, que es muy difícil y que juntos logramos cosas hermosas como lo de hoy”, concluye Lorenzón. 

 

«No queremos asesinos sueltos»

«No queremos asesinos sueltos»

Militantes sociales y familiares de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, los piqueteros asesinados en la Masacre de Avellaneda, repudiaron la inminente liberación de Alejandro Acosta, uno de los dos condenados.

Los familiares y compañeros de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, realizaron el jueves 24 de octubre una conferencia de prensa en el SERPAJ (Servicio de Paz y Justicia) para dar a conocer el repudio a la decisión de la Cámara de Apelación y Garantías Nº 3, a cargo del juez Martín Andrea García Díaz, quien ordenó liberar al excabo de la policía bonaerense Alejandro Acosta, uno de los dos condenados por el asesinato de los militantes sociales durante la represión en el Puente Pueyrredón del gobierno de Eduardo Duhalde, el 26 de junio de 2002.

Familia y militantes del Frente Popular Darío Santillán consideran que el Poder Judicial, en el contexto actual del país, avanza con la libertad de Acosta para dar un mensaje claro: la represión policial tiene impunidad gracias al aval político, mediático y de los tribunales. En este sentido, Alberto Santillán, el padre de Darío dijo en la conferencia de prensa: Estamos desde hace unos días enojados porque no se justifica la libertad condicional del excabo Acosta. Ya sabemos como actúa la justicia cuando tiene que cubrir a los poderosos. Por eso siempre digo que para mí hay dos clases de justicia: para los ricos, para los asesinos; pero no para las víctimas”, dijo Alberto Santillán.

El padre de Darío cambia su tono de bronca para hablar con ternura y orgullo de su hijo: “Darío estaba retirándose con sus compañeros heridos, pero ya en la estación de Avellaneda vuelve a buscar a Maxi que se estaba desangrando, y ahí aparecen los policías con esas ganas de matar que se le ven en los ojos. Y está la gran mano de Darío que dice: paren porque se está muriendo”. En 2013 se pudo cambiar el nombre de la estación de tren, ubicada en Avellaneda, a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, en homenaje a las víctimas de la Masacre.

En la conferencia, la abogada Alvarado Mamani, querellante en nombre de las víctimas, informó que recibió el miércoles pasado la notificación de la ampliación de la libertad condicional para Acosta por buena conducta y por su participación en talleres literarios. Para las víctimas, familiares y compañeros esto es una burla. Para la abogada, “el excabo debe ser mirado con otros ojos a la hora de pensar en su posible reinserción a la sociedad”. 

Sobre el juez federal Ariel Lijo y la fiscal Paloma Ochoa, que instruyen la causa por las responsabilidades políticas de la masacre, dijeron que si bien los reciben y pueden parecer comprensivos, justos y dulces, no impulsaron la investigación del caso. En ese sentido fue la familia la que tuvo que recolectar toda la información, con testigos, testimonios, fechas, lugares, hora y demás datos necesarios para encaminar la búsqueda por la verdad, la memoria y la justicia de estos dos jóvenes asesinados en manos del estado en democracia.

Mara Kosteki, hermana de Maxi, comenzó a hablar y entre llantos dijo que se quedó sin nada,  sin su hermano, sin su mamá y también sin casa. Está en nuestro derecho como ciudadanos seguir reclamando justicia porque, como dije antes, yo tengo que pensar en el futuro de mis hijos, hoy en día son chicos, pero van a ser gente adulta que van a tener sus convicciones, sus ideas y yo no quiero que a ellos lo salgan a matar como mataron a mi hermano por sus ideas, por reclamar lo que corresponde que es salud, trabajo, educación”, dijo.

Lo que ocurrió en la sede del SERPAJ fue un reclamo por justicia, pero también un momento de consuelo y esperanza, un espacio emotivo de lucha y acompañamiento. En ese sentido muchas organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos estuvieron presentes, con referentes como Alejandrina Barry,  Nicolás Del Caño, Eduardo Belliboni, Carlos “Sueco” Lordkipanidse, Cele Fierro, Orlando Agüero y Nadia Final, entre otros y otra. En tanto, el Encuentro Memoria Verdad y Justicia anunció que se presentará como amicus curiae en la causa.

 

¿Qué pasó?

Aquella jornada de junio del 2002 organizaciones sociales, estudiantiles y de desocupados realizaron cortes en diferentes accesos de la Ciudad de Buenos Aires, entre ellos, el Puente Pueyrredón que conecta la Capital Federal con Avellaneda en el marco de un plan de lucha que reclamaba la entrega de planes asistenciales, el aumento para quienes ya lo cobraban y por la entrega de mercadería, alimentos e insumos para las ollas populares.

Sabiendo el gobierno que nos estábamos organizando para salir a la calle, lo primero que hizo en vez de organizar cosas para el pueblo, organizó palos. Y organizó todos los hospitales para atendernos, con todos los materiales. Los hospitales esperaban recibir heridos”, cuenta Maria Rosa, quien vivió ese caos represivo de 2002.

Duhalde había ordenado reprimir esa protesta a través de un operativo conjunto entre las fuerzas federales (Policía, Gendarmería y Prefectura), la policía bonaerense y exintegrantes de esa fuerza que actuaron como paramilitares. La directiva era impedir el corte del puente a como diera lugar. Ese operativo devino en cacería, y así fue como Acosta y el comisario Alfredo Fanchiotti persiguieron a los manifestantes hasta la estación Avellaneda. Ahí asesinaron a Dario Santillán y Maximiliano Kosteki, y dejaron a 33 heridos por balas de plomo y centenares de detenidos y heridos por balas de goma.

«Sabíamos que nos iban a cagar a palos, estornudabas y te cagaban a palos. Ya lo teníamos claro, pero con el miedo no se come, no se educa, entonces salimos a la calle a enfrentar a ese gobierno. Pero no esperábamos que iba a haber muertos», agrega Maria Rosa. Y cierra: “Mi compañera me decía andate María Rosa porque los van a matar como perros. Cuando subí la escalera de la estación y lo mataron a Dario.”

“Un conflicto con muchas aristas pero que sigue siendo territorial”

“Un conflicto con muchas aristas pero que sigue siendo territorial”

El periodista y corresponsal en Medio Oriente, Ezequiel Kopel, analiza el conflicto bélico que involucra a Israel, Irán, Hamas y Hezbolláh. ¿Es posible la paz?

Franja de Gaza tras el bombardeo israelí del 10 de octubre de 2023.

Ezequiel Kopel, periodista y autor de los libros “Medio Oriente, lugar común” y “La disputa por el control de Medio Oriente” (ambos por Capital Intelectual) habló con ANCCOM acerca de su mirada sobre el conflicto que enciende las alertas en todo el mundo.

Definiste al conflicto entre Irán e Israel como una “guerra entre las sombras” que data desde principios de la década de 1980. ¿Cuáles considerás que fueron algunos de los hechos clave en este conflicto para llegar a la situación que se vive hoy en la región?

Creo que son tres o cuatro hechos. En primer lugar la decisión de Irán de crear o potenciar el Hezbolláh en el Líbano; en segundo lugar la acción de Estados Unidos de  terminar con el régimen de Sadam Husein en Irak, lo que le permitió a Irán sacarse de encima a su enemigo más jurado y hacer un sistema territorial de alianzas más contiguo. Ya tenía el Hezbolláh en Beirut y las mejores relaciones con Bashar al Assad en Siria, con la caía de Husein empezó a tener las mejores relaciones con las milicias chiitas en Irak. En tercer lugar, la decisión de Irán de desarrollar armas de destrucción masiva. Israel ya las tiene, tiene armas atómicas, y piensa que si Irán también las tendría, cambiaría el balance del poder en la región.

Irán ha buscado expandirse no sólo a través del poder de fuego y de decisión, sino a través de alianzas con Hamas y Hezbolláh para crear un “anillo de fuego” que le permita rodear a Israel. Luego de los ataques del pasado 1 de octubre en Jerusalén y Tel Aviv, y la temida respuesta de Israel, ¿dónde lo ves parado a Irán hoy?

Lo veo amenazado en su propia estrategia, en ese “anillo de fuego” alrededor de Israel, que desarrollaron tan pacientemente. Se vio que tenía cierto límite de poder ya que si bien Israel fue golpeado por los cohetes y misiles del Hezbolláh, todo ese acoso no lo hizo cambiar su política. Yo creo que Irán en este momento está re-evaluando su estrategia a partir de que Israel le cambió la estructura de la disuasión mutua, con acciones como el ataque al consulado en Siria y matando a los principales líderes de sus grupos, como ocurrió con el líder de Hamas en Irán. Creo que Irán no encontró ninguna manera para contrarrestar ese tipo de ataques o para volver a ganar la disuasión.

“En Israel la guerra une y la paz divide” mencionaste en diversas entrevistas, en relación al hecho de que la supervivencia política del gobierno de Benjamin Netanyahu en Israel está ligada a que siga la guerra. ¿Cómo ves al gobierno de Netanyahu y su relación con Estados Unidos?

Yo hace un año creía que Netanyahu no iba a sobrevivir un año después de lo ocurrido bajo su mando el 7 de octubre, considerando lo importante que es la seguridad para los israelíes. Hoy pienso diferente, creo que su gobierno se volvió fuerte al decidir iniciar el contraataque contra el Hezbolláh, cuando la situación en Gaza ya no presenta una amenaza real para Israel. También, de alguna manera, logró cierto “apoyo silencioso” del espectro de centro y centro-izquierda israelí. En cuanto a lo que es el ala principal que mantiene su gobierno, que es el ala de derecha, Netanyahu no parece decidido a hacer un acuerdo de intercambio de los secuestrados israelíes por los prisioneros palestinos si eso implica el desarme de su gobierno, como ha amenazado el ala de extrema derecha. Entonces, su gobierno en este momento se ve estable y con posibilidad, increíble, de terminar su mandato. A pesar de todo, incluso de ciertos vaivenes que han sido muy pequeños, la alianza de Biden y Netanyahu ha sido una de las más fuertes entre un presidente estadounidense y un primer ministro israelí de toda la historia. A pesar de las declaraciones oficiales y no oficiales de Biden, como se dice, los jugadores se ven en la cancha y el apoyo de Estados Unidos ha sido total e incluso más fuerte de lo esperado en algunos casos. 

¿Creés que esa frase, vinculada a lo político, tiene su eco en lo social, en el pueblo israelí? ¿Existe una brecha en la población en torno a este tema?

Sí, por supuesto. Cuando la pronuncio, la pronuncio para definir a la sociedad israelí y no solamente a la política. Yo creo que existe una brecha en torno al liderazgo de Netanyahu, pero no existe una brecha o una oposición tan grande a las acciones israelíes en Gaza y mucho menos a las acciones israelíes en el Líbano, la mayor parte de la población está articulada en un apoyo.

¿Cómo considerás que evolucionará en el corto plazo la situación, tanto en la franja de Gaza como en el sur del Líbano?

Creo que la situación humanitaria en Gaza puede evolucionar de una forma mucho más terrible de lo terrible que está la situación al día de hoy. En cuanto al Líbano, para mí hay que ver cómo el Hezbolláh se reagrupa luego de la muerte de casi todos sus líderes, y por supuesto ya ha demostrado que tiene esa capacidad. Aunque Israel haya logrado decapitar su liderazgo por miedo a su crecimiento, creo que el Hezbolláh se puede convertir en un actor bastante peligroso para Israel. Si vuelve a su antigua condición de guerrilla, con los israelíes dentro del Líbano, se puede convertir en un enemigo, no digo formidable, pero uno que puede desgarrar o lastimar bastante a Israel.

No hay ninguna posibilidad para un acuerdo de paz mientras Israel ocupe territorio palestino.

Ezequiel Kopel

¿Qué condiciones deberían darse para un acuerdo de paz viable?

No hay ninguna posibilidad para un acuerdo de paz mientras Israel ocupe territorio palestino. Todas las anteriores ofertas de entrega de cierto territorio palestino, fueron menos del mínimo histórico que los palestinos pretenden y lo único que ha logrado eso es perdurar un conflicto que tiene muchas aristas pero sigue siendo mayoritariamente territorial, incluso luego del 7 de octubre.

¿Qué análisis hacés del posicionamiento pro-israelí del gobierno de Milei?

Tiene que ver con la visión geopolítica de Milei, donde Israel es parte de lo que él denomina las “fuerzas del cielo” y todos sus enemigos son “el mal”, donde no hay matices con respecto a la ocupación de Israel sobre otros o sus actos pasados. Me parece que se vincula con el mundo geopolítico que ve entre “buenos y malos”, cree que es una declaración o un alineamiento con ese lado del mundo.

Desde tu trabajo como corresponsal y periodista, ¿cuál es tu mirada acerca del rol de las mujeres en la guerra? ¿Constituyen fuentes valiosas de testimonios en estos contextos?

Son las heroínas silenciosas. Muchas veces sus testimonios son más anónimos porque también en esas sociedades si bien pueden ser el respaldo y las que mantienen la familia y muchas otras estructuras ante la posible desintegración, siempre están amenazadas en cuanto a lo que dicen y hacen, bajo una “mirada reguladora” de lo que podríamos llamar “el hombre en Medio Oriente” y eso limita su voz.

Muchos movimientos de mujeres activistas como “Mujeres activan por la paz” (israelíes) y “Mujeres del sol” (palestinas) trabajan en conjunto para una mayor participación y representación de las mujeres en la prevención, gestión y solución de conflictos. ¿Es una utopía aspirar a ello? ¿Es posible pensar que su participación puede contribuir a generar cambios significativos?

Si bien es conocida la cantidad de mujeres, en su mayoría ancianas, que participan en organizaciones israelíes que buscan controlar que no haya abusos de soldados contra palestinos en los checkpoints israelíes en Cisjordania o las históricas “Women in Black” que se oponían a la presencia israelí en el sur del Líbano, son grupos muy pequeños con una influencia muy acotada. Las colaboraciones de los dos lados entre palestinas e israelíes, por ahora siguen siendo participaciones pequeñas porque muchas veces el tribalismo o las coincidencias nacionales terminan imponiéndose sobre la solidaridad. Hoy se ven grupos, no sólo de mujeres, de israelíes y palestinos que buscan colaborar para una posible solución pero son muy pequeños.

 

Oruro en Buenos Aires

Oruro en Buenos Aires

La comunidad boliviana desplegó danzas, vestidos y tradiciones en el centro porteño, para compartir y transmitir a las futuras generaciones la cultura de su país en Argentina.

Tambores y platillos resuenan en la Avenida de Mayo como un latido que atraviesa fronteras. Lentejuelas brillan en telas coloridas, mientras los bailarines siguen el compás de la banda que marca su ritmo. No es en el Carnaval de Oruro, sino en Buenos Aires. La XIV Entrada Integración Cultural Bolivia en Buenos Aires se desarrolló el pasado domingo, un evento que se convirtió en una tradicional fiesta para los 162.000 bolivianos que residen en Buenos Aires.

La fraternidad Morenada Gran Central de Oruro fue una de las 114 agrupaciones que participaron en el recorrido que sirve como puente cultural entre Bolivia y Argentina. Si bien el horario de entrada de esta agrupación era alrededor de las 15, el encuentro de los bailarines fue a las 13 en 9 de Julio y Belgrano. Algunos de sus integrantes, principalmente las mujeres, ya llegaban con su peinado y maquillaje listos, terminando de ponerse algunos accesorios en la calle, tales como sombreros con grandes plumas y botas con tacos altos.

En el caso de los varones, terminaban de armar sus trajes cual rompecabezas. “Fíjate que este derecho, y apílalos bien, no los cierres mucho porque después te encierra”,  le decía uno de ellos a un compañero que se encontraba armando la capa de los morenos. Mientras tanto, por el otro lado estaba Carlos Cardenas, uno de los bailarines, que estaba atendiendo a los últimos detalles de su vestimenta: con un cuchillo iba cortando un pedazo de goma espuma para luego colocarlo sobre sus hombros, para que el traje no lo lastime al bailar. “Es lindo que nunca pierdan la cultura, hoy por hoy se integró mucho el hijo del boliviano a bailar estas danzas, es un orgullo para nosotros poder bailar en un país hermano, que nos dejen hacer este tipo de eventos”, expresó Cardenas. Además, también explicó que, en esta ocasión, se encontraba bailando en nombre de su amiga Sandra Anibarro Cuenca, miembro fundadora de la fraternidad, quien falleció en 2023: “Me llegó al corazón su partida; por ella prometí que bailaba este año, en devoción a la mamita –la virgen- y en honor a ella”.

Esta fraternidad cuenta con unos 80 integrantes y está conformada por bolivianos, hijos de bolivianos e incluso argentinos. Hernan Ibarra, miembro fundador comentó que hace once años funciona esta agrupación, bailando en distintas celebraciones para lograr expandir y perdurar las tradiciones del altiplano. Los colores que identifican a la agrupación son el azul, amarillo y blanco: “El azul por el cielo, el amarillo por el sol que nos ilumina y el blanco la pureza de la virgen”, explicó Ibarra. Además, la agrupación también cuenta con un slogan que se logra leer en las chombas de los organizadores: “Fe, tradición y cultura”.

Gary Renteria, uno de los primeros integrantes de la fraternidad, apuesta a esta tradición va a perdurar “porque en cada fraternidad hay niños bailando y eso es lo que nos genera una esperanza para el futuro”. La hora iba transcurriendo y de a poco iban llegando algunos de los participantes de la Gran Central.

Simultáneamente, en Avenida de Mayo y Carlos Pellegrini ya se encontraban danzando integrantes de las agrupaciones, tiñendo las calles de rojo, amarillo y verde.

Si bien en la tarde del domingo la temperatura era demasiado alta para esta altura del año, el calor fue impedimento para disfrutar de la tradición. Algunos de los espectadores fueron preparados con reposeras y sombrilla, listos para cantar a coro las canciones del folklore boliviano. Tal fue el caso de Oscar, quien se encontraba junto a su esposa aplaudiendo al compás de los Caporales: “Vinimos a ver a mi hija que hoy baila, para nosotros es un orgullo que participe de esta fiesta”, sonrió mientras sostenía la mano de su esposa.

Ya por la Diagonal Sáenz Peña, en dirección a Plaza de Mayo, el recorrido se desplegaba con paso lento pero alegre. Lejos de las vallas y en un lugar donde refrescaba la sombra que ofrecía uno de los edificios estaba Daniel, con una bandera de Bolivia atada a su cuello, a modo de capa que cubría todo su cuerpo. “Vengo todos los años”, expresó mientras mascaba coca.

Este evento es un mosaico identitario, no solo por la riqueza de la cultura de Bolivia que se iba desplegando a lo largo de las calles, sino por la diversidad del público presente. Porteños curiosos, turistas de paso y residentes de otras nacionalidades se detienen, con celulares en mano, intentando capturar la esencia de los movimientos. Para muchos, este es el primer contacto con las tradiciones bolivianas.

La fiesta no se reduce al baile, en cada esquina se encuentran vendedores ambulantes ofreciendo platillos típicos de Bolivia, y los espectadores no desaprovecharon la oportunidad de degustarlos. Además, en cada paso y en cada golpe de bombo hay una historia; muchos de los trajes que lucían los bailarines fueron confeccionados a mano, y cada uno de ellos cuenta historias de lucha y resistencias de un pueblo.

Cerca de las 16, la Morenada Gran Central de Oruro se encontraba lista para la acción. “Dale, avancen”, se escuchó decir a una de las organizadoras y eso fue suficiente para que todos entren en posición. “Desde niño bailo morenada, soy de la central, orgulloso me siento, orureño soy”, cantaban a coro los bailarines acompañando el compás de la banda que con bombo, platillo, tambor y trompeta, resonaba una de las canciones típicas. La voz de los espectadores también se lograba oír a la par, muchos de ellos movían sus cuerpos al ritmo de la música. “Ya no llores más negrita, la Pagador ha vuelto a la Central, a la Morenada de mis amores, a la Morenada de mis abuelos, a la Morenada de mis ancestros”, cantaban con orgullo muchos de los bailarines presentes.

“Yo bailo desde que tengo uso de memoria”, expresó con una sonrisa en su rostro Ana Mora Condori, integrante de Tinku San Simón, ya al final del recorrido frente a Plaza de Mayo. Por otro lado, también se encontraba Enzo Sánchez Velázquez, integrante de la fraternidad Tinkus Los Tolkas de la zona de Huachacalla: “Bailar es tradición y cultura, yo llevo en la sangre lo que es el Tinku potosino. La manera en que yo puedo representar la cultura boliviana es bailando Tinku”, expresó Sánchez.

A medida que el sol se esconde y las luces de Buenos Aires comienzan a iluminar la avenida, la fiesta no decae. Los rostros sudorosos de los bailarines demuestran el esfuerzo que hicieron a lo largo de ese recorrido, pero también el orgullo de pertenecer en algo que trasciende fronteras. En cada paso y en cada golpe de tambor, los participantes no solo recrean una tradición, sino que la reinventan dando vida a una identidad que no conoce fronteras. En el aire queda la sensación de que la cultura boliviana, lejos de diluirse en la inmigración, se refuerza, se transforma y encuentra nuevos públicos que la abrazan.

La marca es lo de menos

La marca es lo de menos

Un estudio de la consultora KANTAR señala que el 54% de los porteños ha dejado de consumir alguna marca preferida para privilegiar mejores precios. Desconfianza con las ofertas de los supermercados.

Ofelia, una jubilada que busca precios de los trapos de rejilla en la góndola en un supermercado en el barrio porteño de Balvanera, declara  que siempre busca promociones y que “la marca es lo de menos, hay productos que no son de primera y son buenos igual. Importa la calidad”. Amalia Maretto, otra jubilada que está haciendo sus compras semanales en un súper de Vicente López, señala que hay algunas marcas que dejó de consumir: “Antes compraba Coca Cola. No era una cosa de todos los días, pero una de vez en cuando me llevaba”.

Esos casos muestran cómo el consumo minorista sufre las consecuencias de la crisis económica. Ocho de cada diez argentinos compran sus marcas preferidas sólo si están en promoción o descuento y algunos sectores han dejado de consumir ciertas categorías, según un informe de Grupo KANTAR al que accedió ANCCOM. Esta es una tendencia que persiste desde marzo, advertida en un estudio anterior realizado por la misma consultora.

En la encuesta desarrollada a principio de año, la principal conclusión fue que sólo 3 de cada 10 pudieron mantener sus hábitos de consumo sin tener que resignar categorías o acudir a alguna promoción. En esta edición del informe sobre el segundo trimestre del año, el dato negativo se mantiene. Pero, a la vez, los resultados sugieren una “recuperación segmentada”, según destaca Estefanía Lestanquet, Account Manager de KANTAR división Insights.

Mientras que jóvenes, residentes del interior del país y personas pertenecientes a niveles socioeconómicos altos declararon que continúan consumiendo sus marcas de preferencia a un nivel mayor que el primer trimestre, en adultos mayores y habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se ha visto una profundización en los cambios de hábitos de consumo.

En el caso particular de los adultos mayores, un 40% contestó que ha dejado de comprar algunos productos y no los ha reemplazado. Esto se relaciona, afirma Lestanquet, con otros estudios que señalan una caída de los ingresos de este sector.

En paralelo, un 54% de los porteños contestó que optan por opciones más económicas que sus marcas preferidas. Lestanquet remarca que este aumento puede explicarse con que en febrero la ciudad “todavía no se había ajustado”, pero que en el segundo trimestre se efectuaron los aumentos en servicios y transporte. “Quizá, ante gastos fijos más altos, se empieza a recortar en estas cosas”, comenta.

En este marco, los consumos del día a día son regidos por estrategias que tienen el objetivo de ahorrar la mayor cantidad de dinero posible. Lestanquet subraya que 7 de cada 10 encuestados “planifican sus compras en base a los descuentos y promociones que hay en ese momento”.

 

Los consumidores tienen como los mayores ofertantes de descuentos y promociones a los supermercados (un 54%) y a las aplicaciones de pago (un 39%), por encima de los bancos y de las propias marcas. En base a ello, programan y generan estrategias a la hora de realizar sus compras. Por ejemplo, Juan Regueiro, de 29 años quien hace sus compras en la ciudad bonaerense de Mercedes, asegura que  usa “Mercado Pago para todo. Por ejemplo, compro todos los miércoles que hay descuento en supermercados Día”.

Pero, a su vez, crece la desconfianza en los supermercados, marcas y bancos, reclamando una baja real del precio. “Observamos un consumidor que pide más transparencia. Las promociones son súper importantes, pero hay un paso más al pedir una baja real para poder acceder a algunos productos”, apunta Lestanquet.

En ese sentido, el 89% de los encuestados cree en alguna medida que los supermercados suben los precios antes de aplicar un descuento, mientras que el 71% siente que termina gastando más por tener que comprar más artículos para obtener algún beneficio.

En relación a esto, según el estudio, los consumidores le reclaman a los bancos los bajos topes de reintegro que implementan en el marco de sus promociones. Por otro lado, a las marcas les recriminan que tienen que comprar más productos para acceder a beneficios, como es el caso de las ofertas 2 x 1 o los descuentos a las segundas unidades.

“Obviamente, el contexto recesivo muestra estos hábitos y ésta mayor importancia de las promociones. Hay segmentos que dejan de consumir y no las reemplazan por otras, eso es un dato bastante fuerte y creo que va muy de la mano con el dato de pobreza que se conoció el mes pasado”, cierra Lestanquet.