Las halconas vuelan a Brasil

Las halconas vuelan a Brasil

Luego de una breve e intensa historia, la Selección Femenina de Flag Football -una especie de football americano sin tacles-participará en el Primer Torneo Sudamericano a principios de diciembre.

 

UTN de Pacheco, sábado 11 horas. Detrás del microestadio universitario «Decano ingeniero Eugenio Bruno Riccioloni», hay un conjunto de 15 mujeres con banderines de colores sobre sus cinturas que entrenan intensamente al aire libre mientras el sol pega fuerte y los pajaritos cantan. Juegan todas, también sus dos coaches e incluso el presidente de la liga. Algunas están completamente transpiradas y otras tienen la vista clavada en el balón marrón con forma ovoide y pensativas sobre las próximas estrategias a utilizar. Son halcones en busca de su presa.

La selección femenina de flag football hará su debut internacional en el Primer Campeonato Sudamericano que se realizará el próximo 3 y 4 de diciembre en la ciudad de Sao Paulo, Brasil. A este deporte no hay que confundirlo con el rugby: se trata de una modalidad de fútbol americano que se juega sin tackles, es decir, sin tirar al suelo al jugador contrario. En su lugar lo que se debe hacer es intentar retirarle el banderín que cuelga sobre su cintura.

 El origen

En 2014, por intermedio de Football Americano Argentina (FAARG), se decidió crear en nuestro país una categoría femenina de flag football dentro de la liga masculina ya existente. En 2016 había tres equipos: Valkirias, Tigresas y Medusas que jugaron torneos entre sí durante tres años consecutivos, hasta que en 2019 la categoría se cerró a raíz de un conflicto entre los equipos. Entonces, Tigresas y Valkirias se fueron a otra liga llamada Buenos Aires Flag Football (BAFF), mientras que Medusas se disolvió para formar un nuevo equipo: Namekians.

Paralelamente, Guillermo Funes decidió tomar la iniciativa de generar una liga meramente femenina, en vez de una categoría dentro de una liga masculina, pero justo al año siguiente llegó la pandemia de covid-19. Pese a la imposibilidad de realizar entrenamientos, se organizaron clínicas online por Zoom. Muchas de estas contaron con la participación de María Paz Luzuriaga y Ana Garza, la primera argentina y la primera mexicana, respectivamente, en jugar en la Legends Football League (hoy conocida como X League), la máxima liga de football americano femenino de Estados Unidos. A partir de esto, sumado a campañas por redes sociales, empezaron a sumarse más chicas a las clínicas, al igual que jugadores y coaches de equipos estadounidenses que las dictan.

En septiembre, cuando las restricciones mermaron un poco, se realizó la primera convocatoria para entrenar presencialmente: se acercaron 40 mujeres y se formaron los primeros cuatro equipos de la liga, todas de Buenos Aires: Avispas, Espartanas, Linces y Furias de Fuego. Al mismo tiempo, las chicas que están en BAFF querían juntarse pero nunca terminaron haciéndolo, entonces cerca de fin de año Valkirias se desprendió de esa liga para convertirse en el quinto equipo que integra la flamante Liga Femenina Flag Argentina (LFFA). 

Pospandemia

En 2021, se realizó el primer torneo de 15 fechas con playoffs y final, cuyo primer ganador fue Linces. Mientras tanto en el oeste del país, Mendoza Football Americano (MFA) forma su propia categoría femenina de flag football con tres equipos: Amazonas, Warriors y Pampas, a la que luego se suma Catrinas. La LFFA y MFA entraron en conversaciones y organizaron un torneo interprovincial en Mendoza a fin de año. En este marco, la LFFA convocó a las mejores de su liga y forma Vikingas, el seleccionado de Buenos Aires, que se dividió en Vikingas Alphas y Vikingas Bravas para poder equiparar las cargas ante los cuatro equipos mendocinos. Al final, las bonaerenses se llevaron el trofeo y nació Águilas, el sexto equipo de la liga.

En febrero de este año la LFFA fue reconocida por la FAARG, lo que a su vez le abrió las puertas para que la Federación Internacional de Fútbol Americano (IFAF) la reconozca y puedan participar en el primer Sudamericano de este deporte en Brasil. Mientras tanto en Mendoza, un grupo se fue de la MFA y formó su propia liga provincial femenina dentro de la LFFA, con cinco equipos: Panteras, Cuervas, Criollas, Guerreras y Fénix. No obstante, ninguna mendocina puede ser convocada para el seleccionado que irá al Sudamericano debido a que la nueva liga todavía no es reconocida por la Federación.

El 31 de agosto se anunció el surgimiento de Amazonas, el séptimo equipo de la liga bonaerense, que empezará a competir en 2023 y el 5 de septiembre se comunicó la creación de la liga entrerriana, cuyo primer equipo conformado hasta ahora se llama Lobas. El 12 de noviembre se realizó la primera superfinal entre las ganadoras de Buenos Aires, Furias de Fuego, y las ganadoras de Mendoza, Fénix. Estas últimas obtuvieron la victoria e inmediatamente después de este encuentro se disputó el segundo Tazón Interprovincial, en donde la selección metropolitana Vikingas derrotó a la selección mendocina Quimeras, lo que marcó el cierre del año de las competiciones que organiza la LFFA, para dar lugar a la preparación de la primera Selección Nacional femenina: Halconas.

Llegar al sudamericano

La selección necesitaba tres millones de pesos para participar en su primera experiencia internacional y la mayoría de los fondos conseguidos surgió del propio bolsillo de las jugadoras. Intentaron realizar rifas pero no tuvieron mucho éxito y solo cuentan con un sponsor, una empresa de suplementos deportivos que les da material para vender y la ganancia es toda para ellas, aunque lo obtenido es solo un mínimo de lo que necesitan. En diálogo con ANCCOM, el presidente de la LFFA, Guillermo Funes, indica que esto “le pasó a muchos equipos a nivel nacional de todos los deportes, como las Leonas y los Pumas, y cuando se pusieron en la mira del mundo por un segundo, ahí los sponsors empezaron a caer y la verdad que ojalá que nosotros haciendo el mismo esfuerzo y lleguemos al mismo resultado. Sé que lo vamos a lograr”.

En este sentido, el municipio de Tigre ayudó a las Halcones, no en lo económico sino en darles un espacio exclusivo para entrenar los domingos para el Sudamericano, el Polideportivo Delfor Cabrera, porque otros días entrenan mezcladas con las chicas de los distintos equipos de la liga, tanto en el parque ubicado entre Avenida Figueroa Alcorta y La Pampa, en Capital, como en la UTN de Pacheco. “Tener esta primera competencia internacional es un orgullo para mí, para los entrenadores y para las chicas, esto es para ellas y para todas aquellas que quieran tener un lugar y ser parte de algo. La idea es que las propias jugadoras sean el día de mañana sus propias coaches de los equipos y que pasen de ser jugadoras a atletas de alto rendimiento”, asegura el presidente de la LFFA.

Las protagonistas

Detrás de cada deportista, hay historias, hay esfuerzos, hay lucha, como lo es el caso de Agustina Meneghini, una licenciada en Ciencias Biológicas de 31 años que juega para Águilas. Está terminando la tesis para el doctorado y se organiza día a día sus horarios para poder asistir a los entrenamientos que se realizan tres veces por semana y además va al gimnasio para hacer entrenamiento funcional, como complemento de cara a lo que se viene en Brasil: “Me enorgullece terriblemente. En cierta forma uno no cae en que vamos a ser las primeras mujeres: es la puerta a crear historia. Siempre estamos intentando popularizar y dar a conocer este deporte, de hecho cada publicación en las redes sociales nos ayuda. Esto es ad honorem, lo hacemos por la camiseta y dejás un poco de lado las reuniones familiares y con amigos de los fines de semana para poder levantarte temprano, porque tengo un largo viajecito hasta Pacheco, pero sabemos que es un por un fin común”, explica la jugadora.

“Cuando algo te encanta, no es un sacrificio hacerlo y las jugadoras no están obligadas a venir, vienen porque quieren estar acá. Esto es amateur, la mayoría estudia, trabaja, entonces cuando nos juntamos tiene que ser algo lindo y pasarla lindo. Si es un sacrificio no tienen que estar acá, entonces es la idea es formar un grupo, que todas se quieran y se sientan parte de un equipo y la mayoría sabe que la otra viene de lejos, entonces no pueden faltar porque la otra viajó tres horas en colectivo para entrenar”, afirma uno de los coach, Claudio Rumbola. “Yo juego flag football desde hace 25 años y no tuvimos coaches, todo lo que hacemos, lo hacemos porque lo vimos en la tele o cómo nos sale. Lo que aprendimos solos en cuatro años, ellas lo aprenden en un mes, porque ya la base es mucho más alta que lo que empezamos nosotros y les cortas tiempo de evolución. Si yo hubiera tenido esa chance, habría sido un mejor jugador de lo que fuí”.

Romina Sosa, también jugadora de Águilas, tuvo un 2022 complicado porque se rompió la clavícula al inicio del torneo, por lo que estuvo afuera de las canchas por muchos meses y regresó recién cerca del final de la competición. Para su sorpresa, recibió el llamado para ser parte de las Halcones: “Sinceramente pensé que no me iban a convocar, para mí es un honor representar a la Selección argentina. Todos los días me levanto a las 7 de la mañana, me voy al gimnasio, de ahí me voy a trabajar y luego voy a jugar con mi equipo o a entrenar con la Selección. Es muy importante el apoyo de la familia en esto, ellos son los que están atrás y los que saben que llegás a las 9 de la noche cansada y te esperan con la comida hecha y con los Diclofenac. Mi familia es el mayor sostén en todo esto, ellos me apoyan en todo. Y agrega: “Si jugas al fútbol tenés que ser rápida o las chicas que juegan al básquet por ahí tienen que ser altas. La realidad es que tenemos tantas posiciones para jugar que es un deporte muy inclusivo. Por ahí no sos la más rápida, por ahí no sos la más alta, pero al tener tantas posiciones distintas te da la posibilidad de incluir chicas con todos los tipos de físico posibles y a las posibilidades que tengan“.

La jugadora de Linces, Mara Aquino, remarca que este deporte también es inclusivo respecto a la edad: “Jugué muchos años de mi vida al hockey, pero este es un deporte que te da la posibilidad de crecer. Yo soy una persona grande, tengo 37 años, y el flag football te deja seguir manteniendo el ritmo, además todas somos de diferentes edades, eso te ayuda y te motiva. Muchos me dicen: ‘Bueno, vos tenés muchos años en este deporte, motivás’, pero también las más chiquitas te motivan a querer seguir, porque uno puede enseñar pero ellas también te enseñan a querer seguir y a querer mejorar. Es un deporte lindo, tenés que confiar en tus compañeras y te enseña lindos valores”.

La esquina del Diego

La esquina del Diego

Se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Diego Armando Maradona y en Merlo se hizo, en su honor, un mural 3D que le da vida y color al barrio de Villa Amelia. Uno de sus autores, Santiago Nicolás, habla sobre el valor simbólico de la obra y qué implica ser muralista.

“Gracias por haber jugado al fútbol, porque es el deporte que me dio más alegrías, más libertades, como tocar el cielo con las manos. Gracias a la pelota”, respondía el Diego en su programa La Noche del 10, allá por 2005, cuando se preguntó a sí mismo qué se diría en el cementerio. Aquellos dichos, no fueron solo palabras. Siempre miraba el balón con una sonrisa pícara, como enamorado, y cada vez que la tenía enfrente, hacía lo que quería: caños, gambetas, jueguitos y, por si fuera poco, un gol con la mano.

El amor de Maradona se materializó en una esquina del conurbano bonaerense, específicamente entre las calles Chile y Primera Junta, del barrio de Villa Amelia, en el partido bonaerense de Merlo. Un vecino mandó a hacer un mural con la cara del Diez en la pared de su casa, a modo de homenaje, pero con la particularidad de que encima del techo se hizo una escultura gigante de su mejor amiga: la pelota.

Para lograr el objetivo, se hizo una obra colectiva en la que se contrató a un albañil para el armado de la esfera de hormigón y a un muralista llamado Santiago Nicolás, quien desplegó toda su capacidad artística para representar, de la manera más fiel posible, la alegría del jugador. Nicolás dialogó con ANCCOM sobre la repercusión mediática del mural, su relación con “El Diego” y el detrás de escena de su oficio.

¿Qué te sorprendió de la viralización del mural?

La llegada que tiene con las personas. Me enteré que, por ejemplo, un compañero fue a sacarse una foto con su tía que vino de Córdoba y se encontraron con un hombre tucumano que también había llegado de visita al barrio y fue a sacarse una foto. Me parece que está bueno cómo se conectan las personas, cómo les llega el sentimiento. No sé si tendrá que ver un poco con la explosión del Mundial, quizás también porque es tiempo de la conmemoración del fallecimiento del Diego. No sé bien, pero me parece muy lindo la emotividad de la gente y que se sientan representadas y conectadas con el Diego.

¿Es la primera vez que te toca vivir una situación así?

No, ya había hecho otros murales que se habían viralizado, pero quizás este fue un poco más. Por ejemplo, hice una nota para Telefé y eso no me había pasado. Sí había hablado antes, pero no con medios de tanto alcance. También me parece que la cuestión es la distinción que tiene este: la pelota. Eso es lo que hace que se exponga o que llame la atención. He hablado incluso con el cliente y con el chango que hizo la pelota, y les dije: «Para mí, por lo menos lo que yo pinto, no es el que más se destaque siquiera. Es un muro más, pero la pelota es lo que cambia todo”.

¿Esta obra hizo que aumente la demanda de encargos?

En general, cuando pinto algún muro que toma relevancia, suelen caerme más mensajes de lo normal, pero en sí no suma más trabajos. Sí suma la cantidad de presupuestos que paso y es más explosiva la cantidad de mensajes de cariño o de likes, en este mundo de redes.

En tu cuenta de Instagram se puede ver que hiciste varios murales de Maradona, ¿cuántos llevás hasta ahora?

La verdad que perdí la cuenta. Calculo que debe estar cerca de los 35, aproximadamente. Me acuerdo que en un momento los conté hasta llegar a diez, pero después ya me vi superado y no tengo la cuenta exacta.

¿Qué significa para vos el Diego?

A mí lo que me pasa es una cuestión más simbólica. Me siento conectado a través de la gente con lo que es el Diego, porque siento un poco, lo que decía antes, la emoción. No me considero maradoniano porque tengo 30 años, nunca lo vi jugar. Entonces, no tengo esa conexión que tienen los clientes o las clientas que me llaman, pero sí pude mamar un poco lo que sienten esas personas, casi como un sentimiento de familia, como sentir que quizás perdieron a un ser querido, como si fuese un hermano, un padre o un amigo. Eso sí lo noto un montón y me llega esa sensación, la emoción y el sentimiento de las personas que me llaman para hacerlo.

Arte individual y colectivo

Santiago dibuja desde que era pequeño, un gusto que llevó consigo siempre hasta que a los 20 años ingresó a la Universidad Nacional de las Artes, en donde conoció y profundizó conocimientos sobre pintura. Luego, allá por 2015, salió un día a la calle con un amigo y comenzaron a pintar. En ese momento, se dio cuenta que le encantaba “tirar un poco de color” en el espacio público y se sintió libre. Supo que a través del arte podía manifestar e interpretar cuestiones que lo interpelaban, no solo a él, sino también a la sociedad. Así fue como se moldeó este artista que, a partir de 2018, se dedicó exclusivamente a desplegar sus capacidades como muralista.

Además de tu formación, ¿cómo es que lográs murales profesionales?

Es todo el tiempo estar practicando, más allá de que haya tenido una facilidad artística desde niño. Es desarrollarse con la práctica, porque si no eso se pierde. En este trabajo todo el tiempo estamos tratando de pulir un poco más lo que tenemos, tratamos de darle vuelta a las cuestiones técnicas.

¿Qué otras obras que hiciste destacarías?

Antes se hacían encuentros de muralistas a nivel nacional e internacional, pero la pandemia cortó todo. Este año volvimos al ruedo y viajé por el interior del país con una compañera, que se llama Flor Pani, y pudimos hacer una obra en Sumampa, un pueblo de Santiago del Estero. El eje temático era Sumampa como pueblo y como punto de conexión de mucha parte importante de la historia argentina. Entonces pintamos una mujer ancestral, con rasgos de personas de identidad marrón. Durante el año casi siempre estamos trabajando en equipo, pero fue la primera vez que viajamos como colectivo a pintar en un encuentro. Generalmente siempre estamos pintando cosas que nos piden clientes, pero acá pudimos hacer una obra nuestra y esa fue de las mejores que hasta ahora desde que estamos pintando. Después, hice un mural de Breaking Bad en una quinta. Ese también fue un laburazo, además la idea estaba buena. A veces te piden cosas que por ahí no tenés ganas de pintar y a veces te tocan cosas que te encantan.

¿En qué consisten los encuentros de muralistas?

Durante el año se gestan distintos encuentros de muralismo autogestivos. Hay otros que son municipales o provinciales. Es un ámbito muy piola, conocés personas de distintos lados y compartís pensamientos, pintadas y acciones políticas. También, a través de eso se llega a charlas de organización para saber qué es lo que nos falta conseguir en términos de derechos como laburantes. Tenemos el grupo del oeste, hay grupos de La Plata, en general están en todo el país. En realidad, en todo el mundo, pero solo hablo de lo que conozco. Lo que yo veo, por lo menos desde que arranqué, es que paso a paso, si bien viene un poco lenta la mano, tenemos cada vez más organización.

Muralismo es trabajo

Caminás por la calle con una de tus amistades. Hablan de cosas banales hasta que tus ojos se clavan y brillan al observar una pared que tiene pintado algo que te gusta mucho. Le pedís a tu acompañante que te saque una foto con tu celular y luego la compartís en todas tus redes sociales y te explotan los likes, pero lo que nadie sabe es todo el esfuerzo que hubo por detrás para producir esa obra.

¿Cuáles son los mitos de tu oficio?

Más allá de que nos gusta y sabemos que es algo artístico, que no se crea que es algo de ocio, sino que es un trabajo como cualquier otro. No es algo que hagamos y vivamos del aire. Uno de nuestros lemas es: “Mural es trabajo”.

¿Qué dificultades laborales existen?

Primero, estamos todos en negro. Siempre laburamos así. Por eso tratamos de hablar sobre las cuestiones de seguridad mínima para trabajar. Cuando estamos hablando entre “compas” y quieren saber algunas cosas, siempre compartimos conocimientos. Les decimos: “Si vas a trabajar a tal altura, tenés que usar andamios, ya no tenés que usar escalera porque es muy riesgoso”. Siempre se habla mucho de cómo armar los andamios y a partir de cuántos metros hay que atarlo. Hay que usar sogas, arneses, los elementos necesarios y básicos para no tener accidentes. Es una profesión algo riesgosa por la altura, porque ya sabemos y ha pasado que hay compas que han sufrido algún accidente. Hay que estar atentos y atentas a que no suceda y proteger también a la gente que transita por la calle, para que no se caiga una herramienta desde seis metros de altura. Son accidentes que se pueden evitar. También, por ejemplo, si se va a pintar debajo del sol, hay que usar protector solar y hay que fijarse bien los horarios en los que se va a trabajar. Esas cuestiones se charlan siempre en estas reuniones grupales que hacemos entre muralistas.

¿Qué es lo que más te gusta de tu laburo?

Me gusta pintar siempre en la calle. O sea, también se puede pintar dentro de hogares particulares y locales, pero a mí lo que más me gusta es la calle, porque ahí se siente el acompañamiento. La gente es muy piola, siempre te da una mano en lo que necesites, te alienta y se alegra al ver los colores y el rostro de alguien que les guste. Te hacen sentir parte, porque te ven ahí y saben que sos parte de la calle, un elemento más. Sumar desde lo artístico-cultural al barrio es lo que más me gusta.

¿Hay algo que sea solo por amor al arte?

A veces hacemos pintadas comunitarias. Cuando tengo tiempo, me gusta pintar acá en mi barrio. Quizás no siempre se sabe que a veces son murales comunitarios. Eso sí es directamente por amor al arte y al barrio. Lamentablemente y afortunadamente, esto es contradictorio, no tenemos tanto tiempo para hacer esas cosas, porque tenemos mucho laburo. Entonces, tratamos de hacernos los tiempos, porque nos encanta mostrar que está esa posibilidad. El arte cercano al barrio es posible y generar museos a cielo abierto con murales comunitarios está buenísimo.

Canta y no llores

Canta y no llores

El sábado Argentina juega contra la Tri y está obligado a ganar. Rivalidad, festividades y máscaras. Un vistazo al fútbol y la cultura de los aztecas, de la mano de tres mexicanos que viven en Argentina.

El segundo desafío que tiene la Selección, en el marco de la fase de grupos, es México, equipo que comanda el argentino Gerardo «Tata» Martino. Será un paratido definitorio para el futuro de la Argentina en el Mundial de Qatar, después del impensado traspié frente a Arabia Saudita. Pese a que los Aztecas lograron ganar la Copa de Oro de la Concacaf en 2019 y fueron subcampeones en la edición que se realizó en 2021 y en la Liga de Naciones de la Concacaf 2019-20, su desempeño es cuestionado por los hinchas del “Tri”.

Luciano Bocco, de 22 años, es un futbolista profesional de Central Córdoba, equipo santiagueño que milita en la Primera División de nuestro país. Es de nacionalidad mexicana porque su padre argentino, también futbolista, jugaba en tierra azteca cuando él nació. No obstante, pasó la mayor parte de su infancia en Córdoba, hasta que en 2015 lo fichó Cruz Azul, uno de los clubes más importantes de México, y luego fue transferido en 2020 a Cancún FC, del Nacional B.

Esas experiencias le permitieron reconocer algunas diferencias entre el fútbol argentino y el mexicano: “Cruz Azul no les deja hacerse tatuajes, ponerse aritos o pintarse el pelo a los pibes de inferiores. Ves eso y después venís acá a Argentina y ¿cómo le decís a Varela o al ‘Changuito’ Zeballos ‘che no te podés pintar el pelo’? Es muy cultural ese aspecto”. Y agrega: “Acá cuando va bien, te gritan para bien y, cuando va mal, te putean en la calle, mientras que en Cancún íbamos anteúltimos, perdíamos y teníamos un mensaje del barrabrava que te decía: ‘No pasa nada, jugaron bien, en el próximo partido se va a dar’”.

México cuenta con un total de 16 participaciones en mundiales, en nueve pasó a segunda fase y en siete a octavos. Sólo llegó dos veces a los cuartos de final: en 1970 y en 1986, sendas ocasiones en las que fue el anfitrión de la competición. Uno de los objetivos que tiene el equipo en Qatar es mínimamente volver a llegar a esa instancia que fue frustrada, más de una vez, por la Argentina.

“El gol de Maxi Rodríguez en 2006 y el de Carlitos Tévez en 2010, que decían que estaba en offside, fueron hechos que crearon una pequeña rivalidad entre Argentina y México para el mexicano, porque después acá se vive la rivalidad con Brasil, Alemania e Inglaterra, pero allá los mexicanos como que tienen esa espinita de que en dos mundiales se quedaron afuera con Argentina y siempre te están cargando con que ahora se viene la revancha”, explica Bocco.

Tradición, música y máscaras

Cada 2 de noviembre en México se celebra el Día de los Muertos, fecha declarada por la Unesco como “Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad” en 2008, “en tanto se trata de una expresión tradicional -contemporánea y viviente a un mismo tiempo-, integradora, representativa y comunitaria”. Según la cosmovisión de pueblos originarios, este día implica el retorno temporal de los difuntos al mundo de los vivos, por lo que muchas familias colocan ofrendas y altares decorados con flores para ellos.

Claudia Gabriela Espín es una chef de comida tradicional que vive desde hace dos mundiales en Argentina y para estas fechas elabora pan de muertos y calaveritas de azúcar, elementos que no pueden faltar en los altares: “Hacemos algo sencillo para celebrar, pero igual se arma mucha movida cultural en diversos centros culturales de Buenos Aires. No solo participamos mexicanos, al argentino le gusta mucho también”.

No todo es gastronomía. Antes de mudarse al sur del mundo, Espin tuvo que abandonar la banda de rock en la que tocaba, aunque el amor por la música se lo transmitió a su hija, con quien actualmente tocan música tradicional mexicana: “Es una forma de arraigarse también a tus raíces, una especie de terapia, sentirse cerca de los suyos, por eso cambié de género musical”.

Huapangos, rancheras y corridos, mezclados con una pizca de pop y jazz y una dosis de lenguas autóctonas como náhuatl y zapoteco. Ese el combo que produce Espín en la banda Xilonen, que además en su último videoclip Nanga ti Feo incursiona en el tango a través del acordeón: “Si bien hacemos la música de nuestro país, queremos meterle algo de esta interculturalidad, de esta hermandad que tenemos con Argentina”. Ahora bien, pese al cariño que siente por los argentinos, hay cosas que ella no puede creer sobre cómo se vive el mundial acá: “Los mexicanos son también muy apasionados por el fútbol, pero la verdad yo nunca vi que en las escuelas te pongan el partido o que los nenes estén excusados para verlo en casa. Que yo recuerde, en México eso no existe”.

Otra característica de los mexicanos es su furor por la lucha libre. Allá es más que un simple deporte o un espectáculo, es una parte importante de la cultura popular, sobre todo en lo que refiere a la utilización de máscaras. MC-Killer es un luchador enmascarado de 31 años que vive hace cinco años en Argentina y lucha en la empresa Legión Nueva Era. Su nombre no se puede revelar porque, según él, “para el luchador mexicano la máscara es prácticamente su vida, representa el trofeo más grande que puedes obtener más allá de un campeonato”, entonces permanece en el anonimato, al menos hasta que la pierda en una contienda. “La gente quiere saber quién es la persona que está detrás del personaje, ese es el misticismo de la máscara”. Y agrega: “En el Mundial siempre vas a ver aficionados que van a ver los partidos con máscaras de lucha libre, lo hicimos muy nuestro”.

Si bien el fútbol en México es el deporte más importante al igual que en nuestro país, el luchador encuentra ciertas diferencias: “Algo que me pareció sumamente interesante cuando llegué acá a Argentina es que, por ejemplo, sobre todo en Capital, caminás dos o tres cuadras y hay una canchita infantil o un club deportivo con canchas. En México caminás una cuadra y hay un gimnasio de musculación, boxeo o lucha libre”.

 

Vivir en Argentina

Uno de los dilemas que tendrán los mexicanos que viven en estas tierras será convivir con la familia y amigos cuando se juegue el partido con la Scaloneta. Los hijos de Espín, por ejemplo, son argentinos: “Me encantaría que gane México, pero la realidad es que basándonos en los precedentes siempre, o mayormente, nos gana Argentina. Encima aquí con una familia argenmex vamos a estar complicados”. Luciano Bocco señala: “Tengo mi mejor amigo que va a jugar para México y quiero que le vaya bien, pero también quiero que gane Argentina, es el último Mundial de Messi y toda mi familia es argentina, así que no puedo decir quién quiero que gane”.

MC-Killer no se hace tanto problema aunque su esposa sea argentina, porque él no se define como alguien tan apasionado por el fútbol: “Me gusta más cuando son épocas de finales o momentos decisivos de un partido”. No obstante, el enmascarado plantea que las personas de ambos países tienen que dejar los prejuicios que tienen entre sí: “México no todo es narco, no todo es malo ni todo es bueno y cuando yo llegué a Argentina tenía otra visión de la gente, que son agrandados o malhumorados, y nada que ver, son muy amables”.

El sábado 26 de noviembre a las 16 ambos seleccionados se verán la cara nuevamente en el estadio de Lusail de Qatar. ¿El conjunto encabezado por Lio Messi podrá estirar la racha de victorias que tiene sobre los mexicanos en mundiales o estos lograrán romper el maleficio?

¿La pelota no se mancha?

¿La pelota no se mancha?

Lavado de dinero, sobornos, 6500 trabajadores migrantes muertos por construir estadios de fútbol y protestas ante un sistema islámico que vulnera derechos humanos hacen que Qatar 2022 sea el más cuestionado desde Argentina 1978.

“Es un mundial que ha sido muy criticado a nivel de derechos humanos. Desde que se supo que iba a ser sede, en 2010, hasta hoy, se reconoce que murieron unos 6.500 trabajadores sin derechos ni indemnizaciones. En casi todos los países de la Península Arábiga, el régimen migratorio estipula que cuando uno va a trabajar, el que le da trabajo es el que dispone el permiso de residencia; si decide dejar el trabajo o lo echan, esa persona queda ilegal en el país, por lo cual es expulsada, no tiene ningún derecho”, explica, en diálogo con ANCCOM, el especialista en geopolítica y analista internacional Eduardo Martínez.

“A ese sistema de patrocinio de las empresas se lo denomina ‘kafala’, que en árabe significa ‘garantías’, pero en realidad los trabajadores migrantes no tienen posibilidad de reclamar unas mínimas condiciones a través de sindicatos. Trabajan bajo temperaturas de más de 50 grados durante jornadas interminables con escasas medidas de seguridad”, agrega.

La población migrante de Qatar ronda los 2,4 millones del total, estimada en 2,7 millones, y menos del 10 por ciento son qataríes. El grueso de los migrantes proviene de India, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka y Pakistán.

“Es una cultura muy cerrada, muy compleja, que tiene el índice de prosperidad per cápita más grande de la tierra, 93.500 dólares, pero que a la vez va muy atrás en lo que tiene que ver con los derechos”, sostiene Martínez.

Qatar se rige por la Sharía o Ley Islámica, un código de conducta que afecta todos los aspectos de la vida de los musulmanes. Tiene sus raíces en su libro sagrado, El Corán, y la Sunna, un conjunto de enseñanzas del profeta Mahoma. Según El Corán, todo musulmán debe imitar a Mahoma, para eso la Sunna es una guía perfecta.

“No son textos indiscutibles, están sujetos a interpretación –afirma Martínez–, dependiendo de la escuela jurídica que los descifre, la Sharía se aplicaría de una o tal manera. En Qatar no es tan estricta como en Irán”.

La homosexualidad en cualquiera de sus formas y expresiones es vista como una falta grave a la moral. La prohibición de demostraciones de afecto también alcanza a las parejas heterosexuales. La pena por incitar a la “sodomía” o “disipación” puede llegar hasta los siete años de prisión. También se prohíbe el alcohol, salvo en algunos reductos turísticos.

Desde Europa se alzaron voces de protesta contra la vulneración de derechos en Qatar. La Selección alemana, en su partido clasificatorio contra Islandia en 2021, posó con camisetas negras con una letra en blanco que formaba “human rights”, para atraer la atención ante el abuso de los derechos laborales de los trabajadores migrantes contratados para la construcción de la infraestructura del Mundial. Cinco de los jugadores de la selección pertenecen al Bayern Munich, club patrocinado por Qatar Airways.

Noruega, un día antes, había adoptado una postura similar en su partido de Eliminatorias contra Gibraltar, portando remeras con la leyenda “human rights on and off the pitch” (derechos humanos dentro y fuera del campo). “Se trata de presionar a la FIFA para que sea más directa, más firme con las autoridades de Qatar, para imponer requisitos más estrictos”, señaló el técnico noruego, Stale Solbakken, en conferencia de prensa luego del encuentro.

 

En Francia, tierra del actual campeón del mundo, municipios como París, Lille, Estrasburgo, Rodez, Burdeos y Marsella no transmitirán por pantalla gigante los partidos de su selección. “Realmente me hubiera sentido cómplice”, expresó el alcalde de Burdeos, Pierre Hurmic.

En Dinamarca, la marca deportiva Hummel presentó en septiembre pasado las camisetas que la selección danesa vestiría en el Mundial, de un solo color, roja la titular y negra la suplente. A través de la sobriedad y la ausencia de ornamentación, se trataba de protestar por la situación de los derechos humanos en el país anfitrión. Pero la FIFA se las prohibió, como así también las de entrenamiento que portaban la leyenda “derechos humanos para todos”. La Federación Danesa tuvo que acatar la decisión para evitar multas y sanciones.

“Este tipo de protestas no se han vuelto tan firmes. Las hubo más contundentes. Cuando se jugó el Mundial 1978, hubo jugadores que decidieron no participar en protesta por las violaciones a los derechos humanos por parte de la dictadura militar argentina”, recuerda Martínez. El alemán campeón del mundo en 1974, Paul Breitner, renunció a jugar e incluso acusó a la Federación Alemana de connivencia con la dictadura argentina.

Quizá el premio para la selección ganadora de Qatar 2022, 42 millones de dólares, cuatro más que los obtenidos por Francia en Rusia 2018, sea uno de los motivos por los cuales las críticas no hayan sido tan firmes.

“Qatar es un error”

“Hoy me siento qatarí, hoy me siento árabe, hoy me siento africano, hoy me siento gay, hoy me siento discapacitado, hoy me siento un trabajador migrante”, manifestó Gianni Infantino, presidente de la FIFA, en una rueda de prensa un día antes del inicio del Mundial, y acusó de hipócritas y dueños de una doble moral a quienes han criticado su accionar.

El 2 de diciembre de 2010 Qatar fue elegido como país anfitrión de la Copa del Mundo 2022 dejando atrás a Estados Unidos, Australia, Corea del Sur y Japón, entre otros. Sin tradición futbolística, una superficie reducida –sus 11.610 kilómetros de superficie son la mitad de la provincia de Tucumán– y con temperaturas por encima de los 40 grados en junio-julio, por lo que hubo que postergarlo para noviembre-diciembre.

Una investigación a cargo del exfiscal general de Estados Unidos, Michel García, detectó sobornos y lavado de dinero por la atribución de derechos de mercadotecnia y patrocinio para competiciones organizadas por la FIFA, en lo que se conoció como el “FIFA Gate”.

El entonces presidente de la FIFA, Joseph Blatter, declaró recientemente: “Para mí está claro, Qatar es un error, la elección fue mala”. Y responsabilizó al expresidente de la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol (UEFA), el francés Michel Platini.

Lo cierto es que Qatar 2022 le otorgará a la FIFA un ingreso de unos 4.826 millones de dólares. Por eso, su actual presidente, Gianni Infantino, se justificó: “No dividan, el mundo ya está suficientemente dividido. Organizamos una Copa del Mundo, no una guerra”. 

El kilómetro cero del Mundial 86

El kilómetro cero del Mundial 86

Juan Ignacio Provéndola es periodista, docente y autor de varios libros. Recientemente publicó “Operativo Tilcara”, un racconto del increíble viaje que organizó Carlos Bilardo en 1986 con el objetivo de preparar a sus jugadores para el Mundial de México.

La Copa del Mundo de 1986 se iba a disputar en tierras mexicanas, donde diez de los doce estadios seleccionados estaban a más de 1500 metros sobre el nivel del mar. El doctor Carlos Salvador Bilardo, conocido por sus brillantes delirios, encontró ahí el primer problema a resolver, quizás el más importante de todos. Para afrontarlo, convocó a un grupo de catorce jugadores de la élite del fútbol local (José Luis Brown, Ricardo Bochini y Claudio Borghi, por nombrar a algunos) y diseñó un plan tan disparatado como exitoso: un viaje al pueblo jujeño de Tilcara, donde durante diez días la base de la Selección del 86 enfrentaría todo tipo de condiciones adversas antes de partir hacia la tierra prometida. Juan Ignacio Provéndola es periodista, docente y autor de múltiples libros; el último de ellos es Operativo Tilcara. Entre viejas postales de rock y un video de las playas de su Villa Gesell natal, el escritor dialogó con ANCCOM sobre cómo “entre canchas de ripio, agua por turnos, un solo teléfono en todo el pueblo y el calor sofocante de la altura, Bilardo estableció en Tilcara el auténtico kilómetro cero de un camino que culminó en el 29 de junio de 1986 en el Estadio Azteca”.

¿Qué te llevó a escribir sobre un acontecimiento que quizás es muy famoso para el fútbol argentino por el mito de la promesa a la Virgen de Copacabana pero que a la vez es muy desconocido en cuanto a los detalles de su historia?

Una casualidad, porque yo no conocía Jujuy hasta que viajé en 2017 por distintos laburos. Yendo desde San Salvador a La Quiaca, me estaba llevando un amigo de Jujuy en su auto y hacemos una paradita técnica en una ruta de Tilcara porque había una estación de servicio. Yo aproveché y me fui a dar unas vueltas por los comercios y construcciones y vi que había un potrero de tierra. Entonces me saqué una selfie para mandar a amigos de Gesell -porque allá también tenemos equipos locales que juegan en canchas precarias- y cuando me subo al auto le muestro la foto a este amigo jujeño para preguntarle de quién era la cancha. Él me cuenta y me agrega: “Acá vino Bilardo con varios de los que fueron al Mundial de México a prepararse”. No le creí. Yo que soy del interior también sé que a veces exageramos un poco las historias para impresionar a los forasteros. Después vi que había un montón de notas al respecto y me generó la inquietud. Cuando volví a Buenos Aires le pedí a un colega el teléfono de Bilardo y al mes de insistir me atendió. Le cuento esta historia y le digo que me costó creerla. Me dijo que sí, que era cierto. Estuvimos hablando como una hora, increíble el narigón. Arrancó a recordar un montón de cosas increíbles, fabulosas, disparatadas, bizarras, alucinantes. Ahí empezó todo.

 ¿En base a qué otras fuentes construiste tu relato?

El segundo que se acordó mucho y se copó fue el Checho Batista. Después, tilcareños que fueron parte de Pueblo Nuevo, un club recién fundado en ese momento, que es donde la Selección entrenó. Además, como Bilardo llevó catorce jugadores, (iba a llevar diecisiete pero al final tres se lesionan) si quería hacer un picado no le alcanzaban los números. Entonces le preguntó a los de Pueblo Nuevo si armaban un equipo de once y los tipos obviamente le dijeron que sí, más vale. Ellos también fueron una fuente importante porque convivieron todos los días. Fui cuatro veces a Jujuy, cinco con esta parada que es la que originó todo. Después revisé diarios de la época. Más allá de Clarín, La Nación y El Gráfico, que fueron los medios nacionales más importantes que mandaron corresponsales, me parecía interesante ver cómo había sido el registro de los locales como para corrernos un poco de el porteño-centrismo en la construcción de una historia.

 ¿Encontraste muchas diferencias entre el relato que se contaba en Buenos Aires de lo sucedido y lo que veía la gente de Tilcara?

Sí, porque en ese momento no existía la televisión por cable, es un fenómeno de los noventa. El único contacto que había con imágenes en movimiento eran canales de aire que se veían a lo sumo en San Salvador. Tilcara no tenía televisores y había un solo teléfono. Ricardo Bochini tenía treinta y dos años en ese momento y ya era una leyenda. Siendo un prócer total del fútbol argentino, en Tilcara la primera vez que lo ven en movimiento es en la cancha de Pueblo Nuevo. Lo más cercano eran las fotos en blanco y negro de los diarios.  Entonces me preguntaba cómo registraban ellos el contacto con jugadores que solo conocían por fotos. Fue una conmoción para la provincia. Otra cosa que me interesaba era ver cómo relataban la cotidianidad de los jugadores de la Selección. Una cosa era como lo reflejaba el enviado del diario Clarín, que estaba muy perturbado por el estado de la cancha y en todas las notas decía: “es un peligro, Bilardo es un irresponsable, los jugadores se pueden romper”. Para los jujeños eran normales esas canchas, entonces no veían eso, el eje estaba puesto en otro lado. Los medios porteños, como todos los criados en el llano, hablaban mucho de los efectos de la altura y el calor. En cambio, para los jujeños eso es parte de la normalidad y relataban más cuando los jugadores salían a pasear por el centro, el rasgo más humano, cómo iban a la plaza a la hora de la siesta a tomar mates. Quizás una intimidad que hoy es muy difícil.

En el libro mencionás que Bilardo tenía un doble objetivo a la hora de preparar el viaje: el principal era preparar a los jugadores para la altura de México pero también buscaba consolidar el grupo. ¿Cuál fue el que marcó la diferencia en los resultados que después obtendría el equipo?

Creo que las dos cosas. No sé si viste Héroes. Ahí vas a notar cómo se arma el grupo humano. Ellos tenían una cámara ahí en el Distrito Federal y en ese documental ves realmente la cotidianidad de la concentración que fue muy larga, casi dos meses, es un montón. Así que sí, creo que el viaje ayudó mucho a armar el grupo porque en Tilcara es donde Bilardo empieza a armar la lista que él quería. Hasta el ochenta y cinco era una combinación de jugadores que él quería probar con otros que se imponían por historia. Pero por otro lado, el tema de la altura es importante. Bilardo fue el único entrenador que reparó en eso, a pesar de que ya había habido un mundial en México y varias de las selecciones que fueron al 86 ya habían jugado ahí en el 70. Fueron los únicos mundiales en la historia que se jugaron en altura. Para los sudamericanos puede ser algo relativamente familiar por las eliminatorias en La Paz o en Quito, pero sigue siendo un escenario que mete bastante miedo. Imaginate para los europeos. Sin embargo, en el 86 lo vuelven a desatender. A tal punto que Alemania casi se queda afuera en la primera ronda por subestimar ese dato, lo mismo Inglaterra.

¿El viaje cumplió su objetivo?

Si bien no fue una aclimatación, porque para eso tendrían que haber ido inmediatamente antes de México, el viaje sirvió para que los jugadores le pierdan el miedo a la altura. No solo por la falta de aire. A veces te agarra taquicardia, unas jaquecas terribles, sentís una cosa muy incómoda que no la podés resolver y eso te da nerviosismo. De los catorce de Tilcara, doce fueron al mundial. Ya habían estado diez días en un escenario parecido, por lo que cuando van a México y la altura empieza a molestar se calman porque saben que a los dos o tres días el cuerpo se plancha. Es la imagen de Jorge Burruchaga en el último gol contra Alemania, que parece que todavía hoy sigue corriendo. Corre solo, no lo marca nadie, los defensores estaban con la lengua larga. Los alemanes hacen ese empate y se les acaba la nafta automáticamente. Hago la inversa, me pregunto si hubiese sido igual el devenir del Mundial de México para Argentina sin ese viaje a Tilcara. No lo sabemos. Los que fueron en el 86 lo viven como una experiencia repositiva, más allá de la altura, de la precariedad y la austeridad en el día a día. Eso ya te demuestra que generó un buen semblante, así que yo creo que es un poquito de cada cosa.

 

La precariedad que mencionás, jugar contra equipos amateur de la zona, canchas de tierra y en malas condiciones. ¿Todas esas particularidades que tuvo el viaje pueden haber contribuido a su éxito?

Sí, creo que ayudó mucho porque cuando ellos van a concentrar al América de México en la estadía del Mundial ven que no alcanzaban las camas. Entonces le agregan un anexo que era un quincho, quizás la austeridad de Tilcara ya los fue un poco amoldando. Por eso yo señalo el viaje a Tilcara como el kilómetro cero. Siempre para los futboleros el inicio del mundial es el sorteo, que es donde ya sabemos cuáles van a ser los rivales de nuestras selecciones. Ahí ya entrás en un auténtico clima premundialista. El viaje a Tilcara fue veinte días después del sorteo. Fue el comienzo de ese proceso final donde ya no había margen de error para nada. Creo que por eso también Bilardo viaja a Tilcara, porque era un lugar que al estar más desconectado del resto del país le aseguraba cierta intimidad y calma para poder hacer experiencias físicas y tácticas que no hubiese podido hacer en Buenos Aires con los medios permanentemente sacándole fotos y observando.

Una situación de aislamiento, condiciones extrañas e incómodas, un técnico cuestionado, un equipo que para algunos todavía generaba dudas pero que logra consolidarse. ¿Observás un paralelismo, salvando las distancias, entre el viaje del 86 a Tilcara y la concentración de la Copa América 2021 que Argentina gana en Brasil?

Nunca lo pensé, pero ahora que lo decís vos, sí. Lo veo muy comparable, sobre todo en la contribución a un espíritu de grupo. El aislamiento es similar, en ambos casos estaban alejados de sus familias y con poca comunicación. Creo que el grado de imprevisibilidad es un punto de comparación también porque en el 86 nadie conocía Tilcara y en el 2021 nadie había experimentado nunca una concentración similar. Está esa escena de Messi en el vestuario valorando la convivencia y haber compartido una experiencia grupal. Muy probablemente lo del año pasado les templó un poco el ánimo. Los jugadores ya estaban ahí, semanas adentro, con toda la manija de querer ganar algo, de querer salir campeones. Quizás Scaloni conoce esta historia de Tilcara y algo podría haber influido, habría que preguntarle.

 

¿Cuál es tu anécdota favorita de Operativo Tilcara?

La verdad es que todo es una anécdota con un wow gigante, de principio a fin, pero la que más gracia me da es cuando Bilardo me cuenta que se vistió de mujer coya. Más allá de que parezca gracioso que se viste de mujer, él hizo particular énfasis en que para disimular con los jugadores se pone a bailar. Entonces me dice: “Mirá pibe que yo bailo muy bien, ¿querés que te muestre?”, se para y como que empieza a moverse. Y yo digo: “no, Carlos, no hace falta” y la gente miraba. Después, cuando yo contaba la anécdota a amigos y colegas, nadie me creía; hasta que finalmente sale la serie documental de Bilardo. Ahí hay una escena buenísima en México cuando todo estaba medio picado en el grupo y él para distender se pone a bailar y logra que todos se rían. Bailaba igual que como me quiso bailar a mí. Me alucinó eso porque me permitió entender en esa microanécdota la capacidad de liderazgo que tenía Bilardo. Ordenar, ordena cualquiera, el tema es persuadir. El Narigón tenía esa cosa de obsesivo y cabulero por un lado, pero después tenía una gran condición humana para empatizar y quizás quitarle un poco la tensión a la cosa. Yo me imagino que cuando de repente todos se enteran que esa esa señora vestida de chola era Bilardo le habrá generado algo en la cabeza a los tipos. Si este tipo, que es grande, que es doctor, que salió campeón con estudiantes; corre el riesgo de hacer ridículo para controlarnos,  ¿nosotros no vamos a hacer un esfuerzo de entrenar atrás de una pelota tres veces por semana? Me parece que lo termina graficando bastante como es él en toda su complejidad. Por eso creo que fue lo que fue y cambió el fútbol argentino, ¿No?

Los Halcones Verdes del Golfo

Los Halcones Verdes del Golfo

Arabia Saudita, una cultura que está cambiando y preparándose, también en el fútbol, para cuando se acabe el petróleo. Un vistazo sobre el primer rival que la Scaloneta enfrentará en Qatar.

La Selección Argentina hará su debut mundialista este martes a las 7 en el Estadio Lusail. Su rival, Arabia Saudita, equipo que comanda desde 2019 el francés Hervé Renard, quien en el pasado también fue el director técnico de los seleccionados africanos de Zambia, Angola, Costa de Marfil y Marruecos.

Jorge Habegger, técnico argentino que dirigió al Al-Nassr y al Al-Ettifaq Club, equipos de la Liga Profesional Saudí, afirma que los sauditas “tienen muy buena técnica y pretenden siempre generar un fútbol de asociación, apostando a la posesión de la pelota”, aunque, sostiene, tiene un problema en lo que respecta a su seleccionado. “Argentina va al Mundial y tiene un solo jugador en el fútbol argentino, que es Armani, el resto están casi todos en Europa. En cambio, a ellos les cuesta mucho que jugadores de Arabia jueguen en otros países. En las últimas experiencias, por ejemplo, había algunos que estaban en España, pero no en el primer nivel español, entonces les falta ese roce de alto nivel para que puedan estar a la altura cuando les llegan este tipo de competencias. No obstante, ahora parece que han cambiado un poco esa tónica y se están insertando en la exigencia del fútbol internacional”.

Los apodados “halcones verdes” participaron sólo cinco veces en copas del mundo. Las primeras cuatro fueron de forma consecutiva entre 1994 y 2006 y la quinta en Rusia 2018. A excepción de su primera experiencia, en donde alcanzaron los octavos de final, en las otras ocasiones no superaron la fase de grupos. “Desde el punto de vista de la lógica, Argentina debería conseguir un triunfo frente a Arabia Saudita, pero los que estamos en el fútbol hemos aprendido a no subestimar a nadie. Hoy todas las selecciones están con la mejor información y con el mejor nivel de preparación”, advierte Habegger.

Cambio de rumbo

En términos económicos, hasta ahora el Reino de Arabia Saudita depende mayoritariamente de los ingresos por la explotación del petróleo. Ahora bien, en los últimos años incursionó de forma intensiva en otras industrias, entre ellas la del deporte, al posicionarse como anfitrión de diferentes espectáculos.

En lo que refiere al fútbol, fue sede de la Supercopa de Italia en 2018 y 2019, la de España en 2020 y 2022, amistosos entre selecciones e incluso fue el lugar en el que se jugó el año pasado el partido entre Boca Juniors y el Barcelona en homenaje a Diego Maradona. En otros deportes, se destacan la realización de eventos anuales de lucha libre organizados desde 2018 por la WWE, la empresa más importante del rubro a nivel mundial, el Rally Dakar desde 2020 y el Gran Premio de Fórmula 1 desde 2021.

Estas iniciativas se enmarcan en lo que se conoce como “Saudi Vision 2030”, un ambicioso plan de reformas económicas y sociales. En diálogo con ANCCOM, Marcelo Gilardoni, embajador argentino en Arabia Saudita, Bahrein, Omán y Yemen entre 2018 y 2021 y luego en Qatar hasta mediados de este año, explica que no se trata de un proceso privativo de ese territorio, sino que es un proceso que se está dando en el resto de los países del Golfo: “Están tratando de diversificar su economía para cuando el petróleo deje de consumirse o se acabe. La idea es que cuando esto suceda, estos países puedan seguir manteniendo el nivel de vida y de ingreso de su población igual al de ahora”. En el caso de los deportes, precisa: “Los ingresos que se generan a partir de esto no son tan importantes ahora, pero la idea es que en algún momento ocupen un lugar importante”.

Jose Manuel Morales, licenciado en Comercio Internacional con una maestría en administración de negocios, dejó México junto a su esposa odontóloga hace cuatro años, a raíz de una oferta laboral que recibió ella en Arabia Saudita. Según Morales, los cambios también incluyen una apertura al turismo. «Hace 15 días estuve en una ciudad ubicada en el Mar Rojo que se llama Yeda y me tocó ver mucha caravana de turistas visitando la ciudad, guiados por saudíes, cosa que hace unos años era imposible ver. Antes no existían visas de turista, solamente podías venir si habías recibido alguna oferta de trabajo, si eras familiar directo de alguna persona que trabajara aquí o si eras musulmán y debías hacer la peregrinación a La Meca. A este paso, dentro de poco tiempo Arabia Saudita se occidentalizará mucho y eso traerá como consecuencia un cambio cultural, que es complicado a la vez para el pueblo saudita».

 

Los saudíes

Son personas moderadas y no muy efusivas, las define Morales, debido a que el Islam influye mucho en su comportamiento y, por tal motivo, la alegría es bastante reprimida. «Con respecto al Mundial, hay una gran expectativa, pero no se nota en la conducta de la gente. Es decir, no ves personas en la calle con banderas alentando al equipo y eso que somos un país 100 por ciento vecino de Qatar. No se está viviendo un ambiente mundialista como podríamos vivirlo en Europa o América latina».

Para Habegger, se trata de “un público que acompaña a su equipo y lo alienta, pero de una manera distinta a la que nosotros estamos acostumbrados. Vos ves en la tribuna que están mezclados los hinchas de los dos clubes y no hay problemas de indisciplina. Si lo comparás con Boca, River, Flamengo, Peñarol y Nacional, por mencionar equipos de Sudamérica, nada que ver, es un público mucho más pasivo que acompaña desde el gusto por el fútbol, porque le gusta mucho el fútbol al árabe y está muy bien informado. Vive muy pendiente de lo que sucede en Europa y Sudamérica, fundamentalmente Argentina y Brasil».

Gilardoni remarca que, a pesar de las diferencias culturales que a la distancia pudieran percibirse, argentinos y sauditas comparten valores importantes como la familia y la amistad: «Si a un saudita le decís que te diga qué significa Argentina, seguramente mencione tango, vino, carne, fútbol, Maradona, Messi. A un argentino le hacés la misma pregunta respecto a Arabia Saudita, te va a decir camello, desierto, petróleo, Islam, mezquita. Creo que ambos países son mucho más que tres o cuatro definiciones».

En este sentido, Morales explica que cuando llegó a ese lugar del mundo, se encontró con una sociedad amistosa y que, lejos de ser tímidos, se acercaban y se mostraban interesados y abiertos a la idea de recibir extranjeros: «Muchas veces en América latina pensamos que este país está lleno de intolerantes religiosos, por lo menos esa es la idea errónea que yo tenía, debo confesarlo. Mientras uno respete, como en todos los lados, sus leyes y sus costumbres, sos bien recibido en este país».