De la fiesta callejera a la tragedia de la guerra

De la fiesta callejera a la tragedia de la guerra

La 34º Muestra Anual de la Asociación de Reporteros Gráficos Argentinos se exhibe en esta oportunidad en el Centro Cultural Borges. Claroscuros de una vida política y social cargada de emociones fuertes.

La 34° Muestra Anual de Fotoperiodismo Argentino que se puede visitar en el Centro Cultural Borges exhibe las obras de 85 autores y autoras de la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (aRGra) sobre los hechos más preponderantes de 2022. El Comité Editor de este año estuvo conformado por Eva Cabrera, Analía Garelli, Lorena Lucca, Aníbal Greco y Juan Foglia.

En diálogo con ANCCOM, Lorena Lucca contó sobre el proceso de selección de la muestra: «Tratamos de reflejar los hechos más importantes que ocurrieron el año pasado en el país y en el mundo. La fotografía te tiene que generar algo. Las imágenes que recibimos son anónimas. Nosotros no sabemos de quienes son, solo las vemos con un número de referencia. Para la muestra de este año vimos 2.200 fotografías que enviaron los colegas y quedaron seleccionadas 158».

La puesta abre con los festejos del mundial 2022 y la expresión de felicidad de la gente en la calle. A medida que se avanza en el recorrido, el panorama cambia y aparecen reflejos de las otras realidades argentinas. La masividad abandona el tinte festivo y se expresa y reclama ante la pobreza, la desigualdad, la falta de techo. Los incendios forestales constituyen otra de las temáticas que enmudecen la mirada: las imágenes de las llamas ocupando todo el cuadro, queman.

Para Sebastián Vricella, presidente de aRGra: «El espíritu de la muestra nace en 1981 y tiene como objetivo dar a conocer todo el talento que los medios de comunicación no editorializan. Se origina en los años ochenta y, junto con Teatro Abierto, fueron pioneros en empezar a romper con esta lógica de lo que no se muestra en estos 40 años de democracia. A pesar de que actualmente estamos transitando por una infinidad de cosas, hemos ganado un año de elecciones en arGRa. Esto nos ayuda a tener fuerzas y seguir adelante con iniciativas nuevas y renovadas frente a la coyuntura política actual”.

A medida que se avanza en la muestra toma protagonismo una crisis que no se circunscribe solamente a Argentina. Las imágenes del hambre, la precariedad y el terror que se vive tras la guerra de Ucrania y Rusia son unas de las más impactantes. La decadencia que genera el capitalismo protagoniza las escenas e impregna cada una de las imágenes más allá de su ubicación geográfica: el imperialismo y la batalla por monopolizar el poder se hacen presentes.

La reportera gráfica Natacha Pisarenko habló con ANCCOM sobre algunas de sus imágenes que formaron parte de la muestra y de lo que implica el oficio. «Esta profesión hace que un día estés en la cancha de fútbol en una final y otro día estés fotografiando la vida en Kiev. No tiene nada que ver una cosa con la otra. No son ni comparables las sensaciones que tenés en ese momento. En Kiev me pasó ver el esfuerzo de la gente por seguir, acostumbrándose al miedo, con ganas de continuar con la vida que tenían, pero distinta. Eso es impresionante. Los niños no dejaban de jugar aunque estaban en escenarios bombardeados. Todos tenemos cosas dentro que quedan plasmadas en cómo vemos y lo que vemos, pero trato de dejar todos mis prejuicios, opiniones, trato de ir a fotografiar como con la cabeza de un niño para encontrar cosas que me sorprendan».

En relación al espacio donde tiene lugar la muestra, Martin Bonavetti, subsecretario de Gestión de Espacios y Proyectos Especiales del Ministerio de Cultura de la Nación, sostuvo: «Para nosotros es una celebración. Hace cuatro años cuando propusimos recuperar el Centro Cultural Borges para el Ministerio de Cultura tomamos una decisión a partir de nuestra convicción: las instituciones públicas tienen y deben actuar en coyunturas complejas, pero sin lugar a dudas no tienen que estar resignadose a segundos planos o invisibilizandose por debates que muchas veces ensombrecen al empleado público».

ticulando con esta idea, la lucha de los trabajadores está también plasmada a lo largo de la muestra: la disconformidad de las multitudes en relación a una respuesta política se evidencia en las imágenes y explica los resultados electorales de agosto. Aparece una vinculación entre la batalla que enfrentó el Centro Cultural Borges y la que día a día libran los trabajadores de prensa en otros campos. Para Bonavetti: “Esta es la casa del fotoperiodismo. Estas muestras no solamente tienen un alto valor artístico, sino que permiten visibilizar demandas de sectores, sujetos y trabajadores. Los trabajadores fotógrafos siempre han sido los que levantaron la bandera de la dignidad del trabajo frente a otros periodos donde el periodismo se ha sentido tal vez un poco prostituido e intervenido por intereses más espurios. El trabajador fotógrafo está precarizado, perseguido, reprimido y para nosotros es fundamental desde el Ministerio de Cultura asumir una política pública que exprese su trabajo y que le dé voz a todas esas demandas que en la mayoría de veces las editoriales deciden obturar».

 

Orgullo de ANCCOM

Las diversidad de las imágenes muestra desde los textos que son parte del cuerpo de Kike Ferrari, retratado por Leandro Teysseire -editor de fotoperiodismo de esta agencia-, hasta una Moria Casán festejando el día del orgullo subida a una carroza en la obra de Camila Godoy -fotoreportera formada en ANCCOM-. También incluye desde un retrato de una madre que abraza a su hijo en la conmemoración del Día de la Trabajadora Sexual hasta otro de la diputada del Frente de Todos, Cecilia Moreau, tras ser electa para presidir cámara baja, en un hecho histórico. Entre todos, construyen un verdadero rompecabezas que sintetiza el año noticioso.

Graciela Calabrese pertenece al colectivo aRGra desde 2003, fue miembro de su Comisión Directiva durante 2017-2021 y actualmente es coordinadora de las visitas educativas de la muestra anual: «Cada año durante la muestra realizamos en los días hábiles visitas educativas con la presencia de reporteros gráficos que reciben a los estudiantes para recorrerla”. Por otro lado, la muestra pretende tener un alcance federal, tanto en los hechos que se exhiben como en hacerla itinerante. “Nos encargamos de que la muestra recorra todo el país, desde Neuquén, Viedma, Rosario, Tucumán hasta Santa Fe y el sur», agregó Calabrese.

La muestra se puede visitar de forma gratuita en el Centro Cultural Borges, Viamonte 525 CABA, a metros de Galerías Pacíficos, de miércoles a domingos de 14 a 20 horas, hasta el 23 de septiembre.

«Me interesa que sufra un poco el lector»

«Me interesa que sufra un poco el lector»

La escritora Sonia Budassi habla de «Animales de compañía», el libro con el que obtuvo el Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes.

Historias diversas y personajes inadecuados buscando encajar, o no tanto. Animales de compañía (Entropía) es un libro que recopila diez cuentos y ahonda en la complejidad de las relaciones interpersonales a través de las reflexiones de sus protagonistas. La obra le valió a la escritora y periodista Sonia Budassi –autora también de La frontera imposible. Israel Palestina y de Los domingos son para dormir- el Primer Premio del Fondo Nacional de Las Artes.

 ¿Cómo surgen los distintos cuentos que integran al libro?

La experiencia es algo que siempre atraviesa a la narración, pero no solo desde la vivencia personal sino también desde la perspectiva. Quizás el personaje no tiene nada que ver con mi vida, pero me gusta escribir sobre lo que me genera incomodidad, aquello sobre lo que no termino de entender cómo funciona. En ese sentido, me interesa el mundo de las apariencias, esa tensión entre lo que se dice y la subjetividad de mis personajes, es decir, lo que piensan. Trato de explorar esa simultaneidad y dar cuenta de que no todo es lo que parece. Otra cuestión que atraviesa a todos los relatos está relacionada con los mandatos sociales y los estereotipos, desde cómo tiene que ser la pareja perfecta hasta cuales son las maneras en las que todos convenimos que está bueno divertirse. Ahí entran en juego mis personajes y sus historias, intentando encajar en esos modelos ideales pero siempre terminan fracasando. 

 ¿Ese fracaso guarda relación con la tensión entre lo que se piensa y lo que se dice? Muchos de tus cuentos están atravesados por problemáticas en los vínculos sociales como el amor, la amistad o el trabajo, y pareciera que los protagonistas no pueden trasladar sus reflexiones a esos vínculos.

Sí, creo que en ese intento por encajar aparece algo disruptivo, una decepción provocada por esa tensión, que los lleva a darse cuenta que, por ejemplo, el viaje que están haciendo no es lo que esperaban. En ese sentido, los conflictos van apareciendo de manera tangencial y es algo que, al mismo tiempo, utilizo como recurso al momento de narrar. No me gusta dar todo explicado y digerido, me interesa que también sufra un poco el lector. 

Los universos de cada uno de los relatos son distintos entre sí y tienen la virtud de sumergir al lector en cada uno de ellos. ¿De qué manera afrontas la construcción tanto de los escenarios como de los personajes?

Desde que empecé a escribir le doy importancia al detalle. Cuando está puesto en función de la historia, de la caracterización del personaje, adquiere mucho valor. Una de las historias gira en torno a la cuestión del encarnizamiento terapéutico, algo sobre lo que leí y me impactó. A grandes rasgos, se trata de la obligación de continuar con un tratamiento médico pese a que la voluntad del paciente es no continuar. En ese escenario, surge un personaje con la astucia e inteligencia suficiente para lograr revelarse, y eso es algo que intento replicar en todas las historias: personajes que deciden revelarse contra lo impuesto. Eso sí, no estoy a favor de narrar por narrar, de contar detalles cuando no es necesario. Si lo que tenés para describir no hace al conflicto o al desarrollo del personaje, es mejor evitarlo. ¡Hagamos uso de la elipsis!.

 La contratapa, escrita por Pablo Katchadjian, advierte: “Las voces que narran los distintos cuentos de este libro no son simpáticas» ¿Por qué lo dice?

Creo que tiene que ver con la disconformidad que muestran los personajes y sus cuestionamientos, que terminan siendo algo molestos y quejosos pero no cínicos.

Hay algo que me interesa evitar que está muy presente en las redes y en la atmósfera social y es el cinismo, que termina desembocando en un narrador que parece colocarse por encima de sus personajes e incluso del lector. Peter Sloterdijk tiene dos categorías de cinismo, una de derecha y otra de izquierda. Es decir, el de los ricos que no quieren pagar impuestos por conveniencia y el del laburante, que viaja hace años durante horas para llegar a su trabajo pero no le alcanza el sueldo y por eso no cree en nada. Se trata de un desencanto real, espiritual si se quiere. Entonces quisiera posicionarme más cerca de ese cinismo de izquierda.

 

Quisiera posicionarme más cerca del cinismo de izquierda.

Sonia Budassi

Con mayor o menor protagonismo, los animales están presentes en todos los cuentos, desde mascotas hasta peluches. Sin embargo, los personajes parecieran estar lidiando todo el tiempo con su soledad, a pesar de estar interactuando también con otras personas. Te pregunto entonces,  ¿quiénes son los animales de compañía?

Un poco todos, digamos. Por momentos los seres humanos se acompañan e interactúan directamente con los animales, y en otros los propios seres humanos son los animales de compañía. También creo que en muchos casos los personajes están solos y en búsqueda de su «animal de compañía». También hay algo social que a mí me interesó siempre que tiene que ver con las jerarquías y las relaciones de poder. La domesticación es un concepto que sobrevuela todo el libro, pero no solo de las personas sobre los animales sino una domesticación aplicada a las relaciones sociales en la familia, la amistad o el trabajo por ejemplo.

 En el cuento “Salvar al mundo” narrás las historia de una activista ambiental que en un momento reflexiona sobre las causas marketineras que parecen más importantes, mientras que, en el fondo del mar, “seres de aspectos primitivo mueren sin que generemos por ellos ninguna piedad”. ¿Creés que es una cuestión que se traslada a otros ámbitos?

De esa frase me interesa el tema de la desigualdad, donde pareciera que hay vidas que valen más que otras. En ese caso, si bien tienen una buena intención, pareciera más redituable cuando se enfocan en las ballenas que son buenas y bellas en detrimento de esas especies que aparecen en las oscuridades del fondo del mar, por citar un ejemplo algo burdo. Lo mismo puede trasladarse a la cuestión estética, donde siempre tenemos que cumplir mandatos, como el personaje del cuento «Perfecta» que está preocupada constantemente por su apariencia para sostener su relación. 

 Los cuentos abordan temas como el amor o la nostalgia. ¿Son tópicos sobre los que te gusta escribir?

Me interesa mucho todo lo que tiene que ver con los universos idealizados, lo que era Disney en mi época, digamos. Toda una industria cultural generadora de universos fantasiosos donde uno querría vivir. Pero me interesa vinculado con la noción de decepción que atraviesa a todos mis personajes, que todo el tiempo chocan y entran en tensión permanente con esa idealización donde la pareja que soñaron no era tal o la causa por la que están luchando al final tiene matices oscuros.

¿Hay alguno de los cuentos que te haya gustado o disfrutaste de hacer más que otros?

No lo sé en términos estéticos porque no me corresponde opinar a mí, por suerte la paso bien escribiendo porque lo vivo como un viaje. Quizás me gustó el desafío de ponerme en la piel de una chica que vive en Shangai en «Salvar al mundo». Al mismo tiempo, se da en un escenario algo distópico pero sin desprenderse del registro realista, lo cual fue algo complicado de conseguir. Otro que también disfruté mucho fue «La velocidad del alacrán» porque transcurre en un universo rural que me interesa por mi historia personal. Me crié trabajando con animales y viviendo las crueldades que les hacen para comerlos, lo cual es algo que siempre me generó incomodidad pero a la vez no puedo terminar de condenarlo. Entonces me gusta ahondar en esta tensión incómoda que implica que mi paraíso sea un lugar gris, hostil y de clima seco.

 Los finales de cada cuento parecieran que pueden continuar, dejando al lector con la sensación de querer saber más. ¿Buscás esa tensión?

Mi intención en general es que el final sea memorable, que te quedes pensando… ¿y esto cómo seguiría? Si bien me interesan los relatos de clima, no tengo desdén por la trama, me importa mucho. Esos textos donde no pasa nada quizás me gusta leerlos, pero no me interesa hacerlos. Me importa que haya conflicto.

 Recientemente publicaste otro libro, Donde nada se detiene (HD Ediciones)…

Sí, es un libro que reúne artículos sobre literatura y arte. Desde los clásicos como Ivan Bunin o Anton Chejov, hasta lo más contemporáneo como Emanuel Carrère. En el plano nacional, hay uno sobre César Aira y su madre escritora, algo que no es tan conocido. 

También hay ensayos personales y crónicas de viaje que se cruzan con crítica cultural, como el relato de un millonario en Japón que decide abandonar Tokio e instalar una galería de arte en una isla donde se puede ver, por ejemplo, cuadros monumentales de Monet de una persona a la vez, en contrapartida con lo que pasa en el Louvre. Es un proyecto interesante que cruza la filantropía pero con una visión fuertemente capitalista a la vez.

«Soriano aguanta y resiste»

«Soriano aguanta y resiste»

Angel Berlanga es periodista, docente y autor de “Soriano: una historia”, libro que presentará este 4 de septiembre en la Biblioteca Nacional. La primera biografía del reconocido escritor argentino rememora sus comienzos en Tandil y llega hasta su muerte. Un centenar de entrevistas, cartas, documentos personales, diarios y revistas para reconstruir la vida de un fabulador.

Este 4 de septiembre, a 50 años del aniversario de Triste, solitario y final, Angel Berlanga, periodista –editor de ANCCOM– y docente en la Universidad de Buenos Aires, presentará su libro Soriano: una historia. La cita es en la Biblioteca Nacional, a las 19, en el Auditorio Jorge Luis Borges. La biografía recorre los comienzos de Osvaldo Soriano como periodista en la revista Primera Plana hasta su muerte en 1997. La historia se toma su tiempo en momentos clave de la carrera del escritor y en otros más personales, como la relación con su padre, siempre acompañado por comentarios de familiares y amigos del escritor.

Soriano es autor de novelas, cuentos y crónicas periodísticas publicadas en varias partes del mundo. Muchos de sus libros fueron best-seller y también pasaron a la pantalla grande como ocurrió con “No habrá penas ni olvido” (1983) y “Cuarteles de invierno” (1984). Nació en Mar del Plata aunque en su infancia se mudó varias veces. A los 18 años se estableció en Tandil, lugar del que partiría ocho años después para vivir en Buenos Aires, donde su carrera se disparó.

Soriano fue un autodidacta que llegó a la literatura de grande, cuando comenzó a leer ficción por primera vez y luego a escribir. Su paso del periodismo a la literatura es una característica que Berlanga comparte pero partiendo desde su profesión como arquitecto. El periodista creció en Santa Teresita y se mudó a Capital Federal a los 18 años, donde comenzó a estudiar en la UBA. Descubrió a Soriano leyendo sus publicaciones en Página/12 y en las revistas El porteño y Crisis, pero no fue hasta que encontró Cuarteles de invierno en una librería de usados que decidió dedicarse al periodismo.

¿Arrancaste en Página/12 escribiendo sobre Soriano?

 No, ¿sabés que no? Sin embargo, desemboqué en Página/12 por él. Soriano muere en enero de 1997 y yo escribí un número especial de Soriano para la revista La Maga que salió en septiembre de ese año en donde tuve que entrevistar a Rodrigo Fresán y Juan Fort, que eran allegados a él pero más jóvenes. Para cuando se cumplió un año de la muerte de Soriano, en Página/12 hicieron otro especial que se llamaba “Soriano por Soriano”. Era parecido a lo que yo había hecho. En ese momento lo llamé por teléfono a Ford para decirle: “Che, mirá, yo tengo materiales que no entraron en La Maga, por ahí les pueden servir”. Me dijeron que no porque no había un mango para pagar colaboraciones. Entonces le dije: “Bueno, si te parece, yo te paso el material, no me pagues nada por eso pero al mismo tiempo te ofrezco una serie de propuestas de notas para ver si alguna les interesa”. Así entré a Página/12: le llevé un sumario que todavía tengo y lo uso a veces en las clases que doy. No empecé escribiendo sobre Soriano pero la puerta de entrada a Página/12 fue por él.

 ¿Cómo definirías al Soriano escritor?

Siempre lo defino como un muy buen “proyector”. Te presenta las cosas de un modo que la lectura resulta entretenida mientras te da curiosidad para seguir indagando. No es fácil hacer eso, pero se lee muy sencillo. Creo que ese es uno de los roles de los medios ¿No? Contar algo de un modo tal que te den ganas de sumergirte.

 Resulta interesante como empezó con una cosa y terminó con otra…o las combinó al hacerse periodista y después escritor.

Sí. Esto en el libro está desarrollado: cómo algunos temas que aparecen desde el periodismo luego pasan a su literatura. Es un asunto que a mí me parece muy atractivo y que en sectores de la academia generaba rechazo. Me parece que tiene una lectura política: porque desde su impronta y su quehacer te incita. Del otro lado es como si se establecieran podios, templos del saber, que expulsan a veces por complejidad o por el lenguaje.

 ¿Hay algo de ficción en la biografía? En el libro se pueden encontrar sentimientos o pensamientos que no se pueden corroborar del todo.

A mí en particular me interesaba mucho esta bajadita o, como dice el subtítulo de mi libro, encontrar una historia. Yo tengo una cantidad tremenda de material. Es una tonelada. De ese material elegí partes que son las que están acá. Esas partes que componen la historia ya forman una subjetividad. Lo que cuento por mi parte son testimonios o cosas que leí. Eso por un lado. Luego claro, uno cuando habla con alguien no sabés hasta qué punto eso que está narrando es un invento o algo que efectivamente pasó. Soriano fabulaba mucho. Él compuso bastante su personaje. Algunas de las personas que hablan sobre él en particular también fabulaban, de modo que es un escritor que reivindicaba esto de construirse como personaje.

Soriano fabulaba mucho. Él compuso bastante su personaje. Algunas de las personas que hablan sobre él en particular también fabulaban, de modo que es un escritor que reivindicaba esto de construirse como personaje.

Ángel Berlanga

¿Tenía está tendencia a embellecer las historias, como hacía cuando hablaba del padre?

Viste que en algún tramo está dicho: “Yo no sé escribir aburrido. Apenas empiezo a ver que ésto está pesado, largo”. Yo creo que en función de esa narrativa, le pone sus condimentos. Yo no sé si el padre era tan parecido a Dashiell Hammett como él decía que era. Pero si lo decís, ya tenés un elemento de peso mucho más contundente. Creo que él ponía sus agregados para que la historia funcione. Lo he visto en muchos sitios. En un punto tiene que ver con su papel de narrador, de abrazarse a su papel más allá del detallecito de la historia, siempre y cuando no termine tergiversando todo el sentido. Lo hacía para llegar al interlocutor. Ese rol de fabulador que aparece a lo largo del libro lo retoman las primas, los compañeros de fútbol. Los compañeros en el diario decían que era todo un espectáculo ver cómo en la apertura que se armaban los sábados en La opinión, Soriano contaba sus historias. Eso lo ves a lo largo de muchos tramos de su vida con muchos testigos. Es algo innato que tiene él.

 ¿Tenés algún número aproximado de la cantidad de entrevistas o archivos que recopilaste?

En el libro figuran como unos ochenta entrevistados, pero debo haber hecho cien. Hay muchas entrevistas personales. Yo empecé la biografía hace diez años, pero juntaba materiales desde hace mucho tiempo, a lo mejor hace treinta años. Son esas cosas que uno hace por gusto. Es más: en la época del videocasete, por ejemplo, grababa entrevistas que aparecían en televisión. ¿Viste esas entrevistas que no están por ningún lado? Las tengo yo. Tengo infinidad de cosas. Para el laburo en sí, fui a la hemeroteca y a la Biblioteca Nacional y rastreé toda la obra periodística. Ahí me encontré con muchos materiales. Incluso el libro tenía una versión mucho más grande donde aparecían más referencias a esa obra periodística porque incluía qué pasaba en esa época. Él escribía muchas cosas al mismo tiempo. Un asesinato, alguna cuestión deportiva o alguna cuestión político-económica, que en esa versión aparecía contextualizada. Después está todo lo del exilio. Su mujer me permitió acceder a correspondencia, por ejemplo. Esa es otra de las vertientes del libro. También vi todos los pasaportes. Eso me ayudó mucho a establecer en qué momento, por ejemplo, se fue exactamente al exilio o en qué día volvió, y volvió a irse. Todos esos recorridos los pude establecer por los sellos de los pasaportes.

¿Cómo fue organizar todo ese material para el libro teniendo en cuenta lo que era cierto y lo que era mentira?

Eso fue todo un asunto y desde el principio fue una inquietud, porque pensaba: “Si esto una biografía tiene que ir con la premisa de la verdad». Pero en un momento renuncié a eso. Es muy difícil establecer la verdad. Muchas veces tiene distintas caras y depende de quién las interprete. Entonces por un lado me interesaba que la voz de él apareciera. No solamente las entrevistas de radio y televisión sino también las entrevistas gráficas. Por lo que renuncié a ponerme en investigador hasta las últimas consecuencias de cómo habían sido las cosas.

 ¿Cuál fue el aprendizaje que más te quedó de Soriano?

Primero la cuestión de abordar cualquier tema o muchos y a la vez tratar de ser entretenido para el lector. Yo creo que él ponía muy en práctica eso. Buscar ser entretenido y abrir una perspectiva para seguir indagando cuestiones. También, por una cuestión de estar tanto tiempo laburando sobre esto, y como él abarcó tantos temas, me aparecen situaciones que dialogan con cosas que escribió él. Por ejemplo, hoy por hoy las caracterizaciones que Soriano hacía de Menem las veo en Milei. Mil situaciones así vinculadas al fútbol, a la economía, a la prepotencia del fascismo, del poder económico. Pero es como le pasa a mi viejo, que es un español de 86 años que todo el tiempo le aparecen refranes para aplicar a cualquier situación. Bueno, a mi me aparecen posturas de Soriano (risas).

 ¿Lo seguís leyendo?

Lo leo, sí. Porque también el laburo hizo que descubriera otras dimensiones. Yo creo que muchas de sus novelas, no todas, obvio, siguen hablando y teniendo sentido. Exceden la mera historia que cuentan. Hablan muy fuertemente de la condición humana y de nuestra identidad. Ahora ya hace rato que no agarro una novela de nuevo, pero para este trabajo tuve que releer y me sigue gustando. Muchas veces pasa que cuando uno ve una película que ya viste no te sorprende, o el efecto es distinto. Pero en la lectura de Soriano aparecen otras cosas. Aguanta. Resiste.

¿Es posible reírse de la dictadura?

¿Es posible reírse de la dictadura?

Este jueves se estrena Estertor, una película de humor negro que aborda la historia de un represor que atraviesa su prisión domiciliaria con Alzheimer y sus cuidadores.

Juan Basovih y Sofía Jallinsky fllmaron Estertor, un largometraje que intenta dialogar con la memoria desde el humor. En el departamento de dos ambientes en el que viven, Juan y Sofía rodaron su segunda película, producida por Palestra Films. La historia narra cómo un genocida condenado a prisión domiciliaria transcurre su vejez en el sopor de la inconsciencia. Enfermo de Alzheimer, vive a merced de un grupo de cuidadores que sobrelleva la carga de un trabajo precarizado, el encierro y la alienación sometiéndolo a vejaciones que pueden rápidamente mutar de una broma ridícula a la tortura. Tal como señala la gacetilla, la violencia se expresa en todas sus formas, incluidas aquellas que imponen la desigualdad de clase, la necesidad económica, el aburrimiento y la desidia.

La obra llega a Buenos Aires tras ganar el Premio del Público y una Mención Especial del Jurado en el 7º Festival de Cine de General Pico, y tras conseguir el Premio a la Distribución del Festival Internacional de Cine de Gijón, España. ¿El estreno? Este jueves en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín a las 21 .

ANCCOM habló con los directores para conocer los detalles de esta peculiar película

 

¿Cómo juega el humor y la identidad nacional en dos ambientes?

JB: Siempre la identidad nacional estuvo muy ligada al humor, sobre todo al humor negro. Cuando nos ponemos a pensar en el cine de la dictadura para atrás vemos mucho cine de humor negro, la literatura también. Hay algo que se fue perdiendo, en lo audiovisual y en lo teatral, en lo literario se recuperó bastante rápido. Creo que la identidad nacional siempre tuvo ese humor y, de alguna forma, nuestro diálogo partía de la pregunta: ¿Por qué no está esto unido, si no es todo tan solemne? Nosotros no somos un pueblo solemne, si nos emocionamos, tenemos cierto orgullo pero también tenemos un montón de humor. Automáticamente, cuando sucede una desgracia, sucede un chiste. Forma parte de nuestra identidad.  

SJ: Hasta familiarmente tenemos discusiones picantes, y se picantea entre el chiste y no tan chiste. Son discusiones y comentarios que te ponen en otro lugar y tenés que aprender a defenderte, armarte, bancarlo y retrucar con altura y creatividad. Nos parecía muy extraño no ver eso.

 

El humor está un poco encasillado en Guillermo Francella, falta un humor que juegue con temas como la dictadura. El humor, en este caso, se juega en la búsqueda por romper un límite…

JB: También sentimos un poco que estamos hablando de la contemporaneidad. Hablar de la contemporaneidad y con la distancia que tenemos nosotros como generación sentimos que podemos meterle humor. La distancia nos da el humor. 

 

Hay una línea discursiva donde no nos podemos meter con ciertas cosas y se nos escapan por otro lado. Si del lado en el que se reconoce la causa por la memoria hay solo solemnidad, las risas están del otro lado…

SJ: Es decir: “Bueno, ¿qué vas a hacer con esto?” Lo que nos interesa mucho del humor es esa posibilidad que se genera cuando te estás riendo de algo, en parte genuinamente y, a la vez, sabes que no está bien. ¿Qué pasa ahí? Aparece algo muy genuino de lo que en verdad pensamos. En tiempos de tanta corrección política, hay cosas que después no se condicen con los resultados, con las últimas elecciones por ejemplo. Decís, pará, si todos pensábamos eso, ¿qué onda?

¿Cómo fue filmar en su casa?

SJ: Es un loop rarísimo, porque estuvimos quince días filmando adentro, durmiendo ahí. No nos fuimos a ningún lado. Dormíamos en la cama del genocida, un asco. Te imaginarás que no lavábamos mucho todo, estábamos destruidos. Si bien el equipo era chico, éramos quince o veinte personas. 

 

No entran en un dos ambientes…

SJ: Un quilombo. Un montón de lugares ocupados por equipos. Pero también entras en una dinámica de locura y estás todo el día pensando en ese lugar.

 

La película retrata una cotidianidad muy cercana. Es su casa. ¿Qué tan cierta es esa heladera? ¿Es un cartón de leche y nada más o tiene momentos mejores?  

 

SJ: Leche seguro que no porque a Juan le da asco. Y esa es otra cosa, someternos, también en los detalles, a cosas que nos dan asco. Es un juego para nosotros: construir personajes desagradables. No coincidimos con esos personajes. Pareciera que en el cine no está saldada la discusión de que el autor cree en esos personajes. En la literatura si.  

JB.: Volviendo a lo del departamento: esos dos ambientes tal vez se vuelven infinitos porque hay que habitar todos los recovecos y se expanden. Que toda la película surja ahí y construir una escena distinta para cada situación, para cada espacio hace que todo se multiplique. Se amplía. Tenemos un espacio y hay que filmarlo de muchas maneras distintas porque si no se agota al espectador. Es amplificador y sofocante, a la vez.

 

 Hay una cotidianidad atravesada por el cine. ¿Se dedican tiempo completo a esto?

SJ: No, para nada.

J B.: No, no. Tenemos trabajos.

SJ.: No es que tenemos que hacer reuniones todas las semanas. La reunión es levantarse a tomar mate. Es el mate.

JB: Vivimos de otra cosa, pero como estamos en casa todo el día, estamos pensando todo el tiempo en eso.

SJ: No hay muchas personas que puedan vivir del cine. Por eso el cine es bastante clase media para arriba. Eso es un conflicto porque hay un montón de relatos que faltan.

 

¿Cómo juega en ustedes, y en sus proyectos esos relatos que faltan?

SJ.: Hay una cuestión económica que no nos permite hacer proyectos grandes. Pero también hay algo que defendemos un montón de esa forma de hacer las cosas: pensemos bien en la historia, trabajemos mucho con los actores y, después, lo formal no es lo más importante para nosotros.

JB: El cine lo hace gente de ciertos lugares, adoptan distintos lenguajes que olvidan lo que quieren decir y toman decisiones que son para un grupo particular de personas. Tenemos que hablar desde el lugar en el que estamos parados y qué es lo que queremos representar y, sobre todo, con qué cine nos criamos.

SJ.: Seguimos hablando desde una clase media, nuestros personajes son de clase media.

¿Cómo encuentran la película leída en esta actualidad?

SJ: A veces creamos representaciones y nos juntamos con gente más o menos igual y pensás que hay cosas que ya no se dicen. De repente la realidad te da una cachetada en la cara. Ya se venían sintiendo discursos negacionistas – al momento de pensar y grabar la película-, había como una sensación que estaba apareciendo. Si no le das la vuelta, si no lo hablas, pasa esto. No estábamos dialogando ciertas cosas, mismo dentro de los feminismos.  

JB: La película la escribimos en el 2021, fue la segunda etapa, mucho más corta, de la cuarentena. Como ahora, la calle estaba tomada por los fachos, por los que protestaban por la cuarentena, los que iban a Plaza de Mayo y colgaban muñecos con las Madres.

 

El campo popular no logró volver a la calle de una forma potente…

SJ: Es como que fue la primera vez que se dieron cuenta de que podían ir a la calle y hacer algo que tal vez era nuestro. Lo capitalizaron muy bien.

 

Estertor se estrena en Buenos Aires este jueves a las 21 horas en la sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530. Además habrá funciones el: viernes 1, sábado 2 y domingo 3 de septiembre a las 21; martes 5, miércoles 6 y jueves 7 de septiembre a las 18.

La explotación infantil detrás de las lumninarias de Hollywood

La explotación infantil detrás de las lumninarias de Hollywood

El día de las infancias se estrenó «Proyecto Garland», una obra sobre la dura vida de la protagonista del Mago de Oz, cuya niñez estuvo plagada de abusos y excesos.

Proyecto Garland es una obra teatral que busca generar consciencia en relación al trabajo y la explotación infantil. Se inspira en parte de la historia de la mítica actriz protagonista de El Mago de OZ, Judy Garland, quien tuvo una vida muy difícil a raíz no solamente de convertirse en una estrella de Hollywood tempranamente, sino que además atravesó situaciones de abuso sexual, violencia y problemas de adicciones durante toda su vida. Se presentó el domingo último en el teatro NoAvestruz Espacio de Cultura, dirigida por Gerardo Grillea en colaboración con la actriz protagonista de la obra, Marina Munilla.

En diálogo con ANCCOM Gerardo Grillea explicaba que fue Marina Munilla quien le acercó la historia de Judy Garland y se sintió inmediatamente atrapado por su infancia tan dura y su problema con las adicciones. “Yo justo estaba escribiendo textos sobre las infancias, sobre vivencias propias y me pareció un buen cruce agarrar a Judy y meter nuestras experiencias personales en la obra”, describe.

En esta obra, Munilla presenta a una Judy Garland totalmente consumida por la depresión y las drogas que viaja todo el tiempo a través de su vida, repasando las peores situaciones que le tocó vivir durante su infancia. Más tarde, durante su adultez, se suicida a la temprana edad de 47 años.

La interpretación que hacen Gerardo Grillea y Marina Munilla sobre la explotación y el abuso infantil a través de la vida de la actriz hollywoodense resulta conmovedora. Encuentran la manera de hacer sentir al espectador la misma incomodidad y tristeza que sin dudas transita la protagonista durante toda la obra.

El director explica que “el objetivo es concientizar y abrir los ojos a todo el mundo que pueda acercarse a ver este material. Me surge hablar de ésto porque muchas veces viajando en el subte ves a estos niños que están pidiendo o cantando por una moneda, con unos padres que los explotan sin ningún tipo de sentido. Los chicos tienen que estar en sus casas jugando, estudiando y ellos lo hacen con todo el amor del mundo. Nadie está de acuerdo con eso, pero les pasamos por al lado”.

Grillea además comentaba que la obra está llena de momentos musicales, videos y frases que se pueden ver en pantallas, para lograr concientizar aún más sobre las violencias en las infancias.

El trabajo en conjunto con Munilla comenzó durante la pandemia, cuando ambos participaron de un taller de escritura e intercambiaron ideas y textos. Finalmente empezaron a trabajar en la obra con las audiciones y los ensayos a principios del 2023.

Por su parte, Munilla comenta que deseaban hablar sobre las infancias y comenzaron a investigar particularmente sobre la de Judy Garland. “La infancia de Judy fue tremenda, estremecedora. Y algo que nos llamaba mucho la atención era El Mago de Oz, es una película que trascendió y llegó hasta nuestros días. Y empezamos a investigar qué le pasó a esa niña filmando esa película. Y ahí encontramos el punto de inicio para contar una historia desgarradora”.

Más allá de la luz y la música que tiene la película, como bien describe Marina, también está llena de oscuridad y eso era lo que la actriz junto al director deseaban contar. 

Munilla aseguró también que lograron realizar la obra de la manera en que querían y se formó un hermoso equipo de trabajo. Con la importancia de estar alineados sin perder de vista qué es lo que querían decir con esta obra. “Yo de chiquita miraba mucho El Mago de Oz y siempre me llamó la atención esa niña en ese mundo de adultos y era lo que yo quería contar. Porque me sentía identificada con esa niña un poco incomprendida”.

Cuando Munilla habla sobre su interpretación de Judy Garland dice que es muy fuerte hacerlo porque son emociones desgarradoras. “Hay algo de la intensidad que tengo que lograr organizar, mucha emoción, mucha angustia. Lo que ella vivió toda su vida acá está en muy corto tiempo, pero es muy gratificante la respuesta de la gente”.

Proyecto Garland es una manera de acercar la historia de la actriz Judy Garland y mostrarla totalmente desnuda, lejos de las luces y los lujos. Esta obra permite atravesar la más densa oscuridad de su vida, sin dejar de lado un cuestionamiento a la sociedad sobre el trabajo infantil.

La obra continuará en cartel hasta el mes de noviembre. Todos los domingos a las 20 en el teatro NoAvestruz Espacio de Cultura, en Humbold 1857, en el barrio de Palermo de la Ciudad de Buenos Aires.

La mejor fibra del país

La mejor fibra del país

Hasta el próximo fin de semana se puede visitar en el Museo Nacional de Arte Decorativo la muestra «Me amanecí tejiendo», que exhibe producciones textiles de los pueblos originarios.

En el Museo de Arte Decorativo (Avenida Libertador 1902), se lleva a cabo la exposición Me amanecí tejiendo, hasta el 3 de septiembre. La muestra engloba tres regiones del país: Noroeste, Región chaqueña y Patagonia, en las que se pueden apreciar piezas textiles de la colección del Museo Nacional del Hombre-Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.

Domingo, clima previo al lunes feriado, jóvenes visitantes disfrutaron del recorrido. ”Me dan sus fuegos cálidos zondas, me dan sus fuerzas bravos pamperos y en el silencio de las quebradas vaga la sombra de mis abuelos”, se lee al ingresar a la sala. El texto pertenece a la canción “Tierra querida”, de Atahualpa Yupanqui.

Algunos de los visitantes recorrían el Museo por primera vez, como lo fue el caso de .Matías Otocondo, acompañado de su novia, Camila Flores. O Romina Franco, de Avellaneda, también primeriza en su recorrido por el museo, que observó una notoria diferencia entre las obras colocadas en los dos primeros pisos y las que estaban en el subsuelo, que consideró “más originarias, más de nuestras raíces”.

Rodrigo Elian, del barrio de Belgrano, tuvo la oportunidad de visitarlo varias veces y en esta ocasión la exhibición no conocía nada acerca de la muestra. María Berroca, primeriza en el Museo, al igual que muchos de espectadores, consideró que “la difusión tendría que ser masiva. A nivel ciudad, Buenos Aires tiene mucho que ofrecer, concientizar y visibilizar a los pueblos originarios.” Francisco Maldonado también presenció la exposición y en reiteradas ocasiones tuvo la oportunidad de visitar el espacio. “Estaría bueno que se realice más publicidad. Al ser gratuito muchas personas tienen mayor acceso”, dijo.

La muestra es una invitación a sumergirse en la belleza artesanal que los pueblos originarios tienen para mostrar. Muchas manos se fusionan para teñir tejidos de colores vibrantes, con diferentes técnicas transmitidas de generación en generación. El contacto con la fauna y flora autóctona de cada lugar también aparece en las obras. El ritual de la Pachamama tampoco pasa desapercibido. En suma, un recorrido por la mejor fibra del país.