De Cybercirujas y obsolescencia programada

De Cybercirujas y obsolescencia programada

Un club de «empoderamiento computacional» lucha contra la cultura del «úselo y tírelo». Sus miembros recuperan viejo hardware y lo ponen en circulación. La mirada política sobre la tecnología.

Este sábado tuvo lugar un encuentro cyberciruja en la sede de RLab, un espacio de aprendizaje y debate sobre tecnología entendida como un fenómeno social, histórico, político y económico. Entre placas, cables, teclados y destornilladores, ANCCOM habló con dos miembros del club. 

Uctumi, además de hacer cybercirujeo, hace música electrónica con computadoras obsoletas y chiptune. Soldán es profesor de educación primaria, editor de la Revista REPLAY, “karateka de la patria” y cyberciruja.

El Cybercirujas Club tuvo sus inicios en las movidas culturales de videojuegos independientes. “Se nos ocurrió reparar computadoras viejas e instalarles algunos juegos viejos, demostrar que se pueden seguir usando y ampliar un poco los eventos”, cuenta Soldán. 

La pandemia puso sobre la mesa la problemática sobre la conectividad. Nicolás Wolovick, desde Córdoba, y Soldán, en Buenos Aires, aportaron su tiempo y conocimientos a disposición para ayudar a aquellos que necesitaran una computadora o tuvieran alguna en desuso que, con un mantenimiento, pudiera ser recuperada. 

De a poco se fue sumando gente interesada en ayudar, consolidando, así, el club.  Dentro de Cybercirujas hay personas de ámbitos variados que tienen en común, por un lado, la manera alternativa de relacionarse con la electrónica y, por otro, una mirada política sobre el uso de la tecnología, entendiéndola en sentido amplio.

Los encuentros

Hay diferentes dinámicas de encuentros cybercirujas. Los eventos más masivos y festivos tienen la función de difundir la actividad del club. Generalmente, se nuclean distintas agrupaciones en estas fechas y, por lo tanto, se llega a más cantidad de personas. Asimismo, se arman actividades para recibir y dar equipos; y hay reuniones organizadas propiamente para reparar. 

“Tratamos de armar pequeñas células donde cada uno pueda colaborar de la manera que sea. Que el que quiera participar, lo haga desde donde pueda. Te podés acercar a ayudar a reparar equipos. ¿No sabes? Lo que buscamos es intentar desarticular un poco los nichos cerrados, socializar la información y los debates que se generan en estos círculos y no salen de ahí. Lo interesante es cuando se mezclan todas esas individualidades y se va formando un caldero cyberciruja donde, entre todos, vamos armando la gran olla popular”, asegura Soldán. 

“Úselo y tírelo”

Gran parte de la militancia de cybercirujas tiene que ver con una preocupación por el impacto ambiental de la industria tecnológica, que es muy contaminante. “La lógica del mercado es producir, consumir y tirar. Creemos que no es necesario producir tanta cantidad de dispositivos que se van a desechar al poco tiempo para comprar un modelo más nuevo” explica Uctumi y agrega: “A medida que avanza el hardware, los desarrolladores de software le van agregando capas que lo hacen más complejo innecesariamente, lo hacen más pesado y, por ende, deja de correr en las máquinas más viejas. Es una retroalimentación: necesitás hardware nuevo para que corran las nuevas actualizaciones de software para seguir haciendo lo mismo”. 

Empresas como Apple imponen ciertas tendencias que luego son adoptadas por todo el mercado. Por ejemplo, placas que vienen ya cerradas, a las cuales no se les puede agregar ni sacar nada. Esto es más evidente con los teléfonos celulares que,  además de ser más difíciles de reparar, están pensados tanto desde el software como el hardware para ser descartados en dos años. 

Otro ejemplo es el de los autos eléctricos. Al tener más componentes informáticos, hay partes que no pueden ser reparadas, o únicamente lo podrá hacer el fabricante. Por más que se alimenten con energía verde ¿qué propósito tiene si todos los años tienes que fabricar los mismos dispositivos?

«Mistisismo tecnológico»

“Algo muy propio de nuestra forma de ser latinoamericana es que acá no ves gente que tire, por ejemplo, un monitor plano en buenas condiciones” reflexiona Soldán. “La gente los usa hasta que se rompen. Lo que sí se tiran son los monitores viejos de tubo. El consumo masivo de bienes electrónicos está pensado para el mercado primermundista, donde se tiran muchas cosas en perfecto estado porque ya no se usan. En Latinoamérica existe una lógica de reparación bastante fuerte. Lo atamos con alambre, como se dice popularmente, pero los bienes informáticos tienen un aura de misticismo que no tienen otros objetos. Si se rompen, se tiran”.

En relación a esto, Uctumi continúa diciendo: “Y se hace por desconocimiento, a veces se descartan aparatos que, si se le agrega más memoria, si se reemplaza el disco rígido o el procesador, o mismo si se cambia el sistema operativo, pueden seguir funcionando bien. Estamos en contra de la idea de que la tecnología no se puede reparar, que los usuarios no puedan desarmar y mantener sus propios equipos”. 

Con respecto a lo anterior, añade: “El conocimiento práctico, alternativo, es fundamental en lo que hacemos nosotros. A veces el conocimiento académico no es útil, muchas veces hay que salir de los manuales. Hay que tener interés y ganas de aprender, más que nada. Una actitud distinta: investigar, preguntar, acercarse a algún lugar y perder el miedo”. “No todo tiene que ser desarmar una computadora, podés probar usando otras aplicaciones o sistema operativo. No hace falta ser un hacker loco», concluye Soldán.

Software libre

Desde cybercirujas, se le da mucha importancia a la promoción del uso de software libre. Además del convencimiento ideológico, esta militancia tiene un anclaje práctico. Este tipo de software tiene un modelo de desarrollo distinto al de los sistemas comerciales. Cuentan con lo que se llama código abierto: cualquier usuario tiene acceso a ver cómo está hecho. 

Esto, por un lado, permite a los usuarios desarrollar solamente lo que se necesite, es mucho más optimizado. Se le saca todo lo accesorio que hace al sistema tan pesado. Esta flexibilidad adaptable los vuelve ideales para utilizar en los equipos “viejos”. 

Por otra parte, es una alternativa a los softwares privativos de código cerrado que, al no tener el código fuente disponible para cualquier usuario, no hay forma de analizar qué hace o deja de hacer el programa. En relación a esto, surgen muchos problemas de privacidad y seguridad. 

Compromiso político

Ambos integrantes de Cybercirujas insisten en empoderarse y hacer un uso político de la tecnología, no naturalizarla. “Tiene que haber un cuestionamiento de lo que usamos. Se dice ‘no entiendo nada de tecnología’ con mucha liviandad, como si fuera algo meritorio, cuando gran parte de nuestra vida pasa por ahí. Queremos concientizar sobre el uso de la tecnología porque creemos que hay un gran costado político que se ignora”, cuestiona Soldán. “Nada es neutral. Cada decisión que una empresa toma, impacta en nuestras vidas. Existen otras formas de comunicarnos, de relacionarnos, que no tienen porqué estar mediados por las tres empresas que dominan el mercado y se aprovechan del desconocimiento”.

“Se dice ‘este es el futuro, esto es el progreso, hay que adoptar todas las tecnologías ya’. Si no aceptás eso, estás afuera. Bueno, no es tan así. Hay que parar un poco, analizar qué nos sirve, las implicancias que tienen antes de adoptarlas, parcial o totalmente” concluye Uctumi.

¿Dónde donar?

Aquellos interesados en donar hardware que no utilizan pueden comunicarse con Cybercirujas a través del correo electrónicol cybercirujas@nodocongreso.cloudAhora mismo necesitan monitores planos y placas de wifi para PC.

Además, cuentan con un instagram Cybercirujas Club (@cybercirujas.club) • Instagram photos and videos y un foro con información y espacios de consulta. 

Una movilización que no fue puro humo

Una movilización que no fue puro humo

Miles de personas reclamaron en la 15ª Marcha Mundial de la Marihuana la legalización del cultivo de cannabis.

Iniciada desde Plaza de Mayo, ayer tuvo lugar la décimo Quinta Marcha Mundial de la Marihuana, que en el resto del mundo se realizó días antes, el 20 de abril. La columna estaba compuesta por miles de personas que marcharon hasta el Parlamento para pedir por su legalización. Luego de dos años de pandemia y de la clara imposibilidad para reunirse, finalmente, la Plaza del Congreso se transformó en el espacio de festejo de quienes defienden el cannabis. 

“Yo no soy delincuente, yo no soy un criminal, yo cultivo marihuana, no más presos por plantar”, cantan quienes van al frente de la marcha.

Son las cuatro y veinte en Plaza de Mayo, a una cuadra ya se siente un vaho que pocas veces se percibe con esa intensidad en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Pero hoy es diferente, todo el mundo fuma marihuana con una sonrisa en la cara, todos se juntan con el mismo pedido: “Legalización”. Un policía, desde el Cabildo, filma la concentración, la plaza parece un espacio donde no existe la Ley N° 23737, hay un vacío legal que se llena de humo.

“Exigimos una nueva Ley de Drogas y la derogación de la Ley 23737 por su carácter inconstitucional. Hace más de treinta años que tenemos una norma que vulnera nuestras libertades e instaló la represión y el control social”, dice una de las tantas oradoras en el escenario donde cada persona trata distintos reclamos relacionados al cannabis. 

La movilización la lidera una banda murguera, empiezan a caminar en el mismo momento que suena el Himno Nacional al ritmo de trompetas, bombos y redoblantes. Atrás de la banda, una bandera de Mamá Cultiva llama la atención por sobre las otras, debajo de ella se encuentran las madres que representan la organización: “Empecé a hacer cursos en Mamá Cultiva por un problema de salud de mi hija. Ella tiene endometriosis y fibromialgia, le daban muchos medicamentos derivados de la morfina y lo reemplazamos con aceite y cremas de Mamá Cultiva”, cuenta Susana, de 66 años, que fue a marchar junto a su nieto de 9.

Esta semana se dio a conocer la aprobación de la Ley para la Industria del Cannabis Medicinal y el Cáñamo. Con el objetivo de complementar la Ley N°27350 que permite el uso paliativo y terapéutico del cannabis , se presentó el marco regulatorio necesario para el desarrollo de la industria cannabica y de cáñamo. Si bien es un gran avance para quienes luchan por la legalización y la posibilidad del autocultivo para el consumo personal del cannabis, todavía queda mucho por recorrer. “Necesitamos una legislación que abarque a todos y a todas, que el autocultivo sea una realidad y que esta legislación medicinal y sobre todo industrial tenga una perspectiva de economía popular”, reclama Ornella Infante, directora de Políticas y Prácticas contra la Discriminación en el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI).

 

A medida que avanzan por Avenida de Mayo, cientos de personas se suman al peregrinaje hacia el Congreso. Hay tantas formas diferentes de porros como lo hay en cantidad de personas. Dos chicas caminan en contramano a la dirección que se dirige la marcha: “Que lindo que es mi país, que linda que es Argentina”, exclama como agradeciendo a quienes estaban frente a ella reclamando derechos. 

“Basta de presos por plantar” es el pedido que más se repite en los carteles de la manifestación. Asociaciones e incluso particulares cuestionan la falta de capacitación de las fuerzas de seguridad en cuanto a ley N° 27350: “Estamos luchando para que el autocultivo sea reconocido, que no nos quiten las plantas. Estamos registrados en el Reprocann pero eso no basta, tenemos compañeras que tuvieron muchos problemas. La policía no está capacitada y toma al cannabis como una droga peligrosa”, sostiene Susana que lleva a su nieto de la mano a medida que caminan por Avenida de Mayo. 

 

Al llegar al Congreso espera un escenario aún más grande que el que estaba en Plaza de Mayo junto con una feria de emprendedores donde la estrella es, obviamente, el cannabis: brownie loco, empanada loca, medialuna loca, pizza loca. Para picar, para enrollar, para quemar, para plantar, para decorar, para regar, para bajonear. La comunidad del cannabis se hizo presente en la Plaza del Congreso, la planta santa, como le dicen algunos, sigue buscando ganar derechos y derribar aún más prejuicios. Son las seis de la tarde, empiezan a tocar bandas en el escenario pero siguen siendo las cuatro y veinte. 

 

El Chalten no es un volcán pero estalla

El Chalten no es un volcán pero estalla

Un grupo de familias acampó en un predio comunal como modo de visibilizar la total ausencia de políticas habitacionales. Cómo impacta el factor turismo.

El sábado 23 de abril por la mañana, siete familias de El Chaltén empezaron a congregarse en la única canchita de fútbol que tiene la localidad. “Un acampe pacifico en señal de protesta por la falta de entrega de terrenos”, informa Ricardo Sánchez, concejal de Encuentro Vecinal a ANCCOM. Una semana después, ya eran once las familias que acampaban. Y mientras pasa el tiempo siguen llegando. Acampan en condiciones sumamente precarias, con carpas o casillas móviles. Tienen que soportar un clima muy duro, con nieve, heladas, vientos fuertes y temperaturas sumamente bajas llegando a 9 grados bajo cero durante la noche, y durante el día de 4 a 6 grados.

“Es un reclamo histórico de un pueblo joven”, aclara Sánchez, en referencia a la crisis habitacional que presenta el Chaltén, que lleva más de 20 años, aunque sea municipio institucionalizado desde hace ocho. Por otra parte, tampoco da respuestas al problema. “Hay falta de planificación, de manejo de las tierras. Esto comenzó con el Consejo Agrario provincial y luego lo continúa este Gobierno. No hay un criterio de adjudicación y eso devino en una crisis habitacional”, remarca el concejal de Encuentro Vecinal.

El Chaltén se encuentra en Santa Cruz, una de las provincias más grandes del país. “La Patagonia es uno de los lugares con la menor densidad de población en el mundo, poco más de una persona por kilómetro cuadrado. La interminable llanura del sur argentino pertenece, sin embargo, a un acotado número de propietarios y resulta que para quienes hoy desean establecerse en la Patagonia les falta espacio. Muchos de los habitantes del sur sobreviven inviernos helados en casillas rodantes y construcciones precarias, situados temporalmente en terrenos de amigos, espacios alquilados o incluso en las veredas”, escribió Wojciech Ganczarek, un periodista polaco que realiza un documental sobre el presente de El Chaltén y alrededor de la Patagonia.

Esta situación se debe a que durante todo su desarrollo económico se privilegió al sector turístico. Las familias que se encuentran hoy acampando están dispuestas a pagar un alquiler, pero la crisis habitacional las lleva directamente a no poder acceder a los mismos, ya que los contratos son por temporadas, sobre todo si tienen hijos. “Tener hijos es como un pecado”, comenta a ANCCOM Mariano Juan Alí, referente de Inquilinos en la localidad. Alí formó parte del equipo de trabajo con la Asociación Platense de Inquilinos, trabajó con la Plataforma por la Vivienda Digna en El Chaltén, y el Observatorio para la Vivienda. La experiencia de los últimos cinco años, para el referente de Inquilinos, fue reiterativa: se tuvo que mudar 20 veces.

“Los que viven en la Patagonia no tienen tierras y los que tienen tierras en la Patagonia viven en otro lado”

El intendente actual, Nestor Tico (FdT), había ganado las elecciones prometiendo al pueblo una ampliación de 200 hectáreas. Sin embargo, “más de 300 familias están en lista de espera para ser adjudicatarias de un terreno municipal y han tenido que acomodarse en residencias transitorias. En 2020, ya eran unas 129 casas móviles y 133 casillas rodantes, en condiciones de hacinamiento e inseguridad”, informan desde el partido Encuentro Ciudadano. Así también, mediante una asamblea los vecinos emitieron un comunicado para que quedara asentado de forma unánime y sea de público conocimiento cuáles son los motivos por los que decidieron el acampe, subrayando la falta de interés de sus representantes por tomar cartas en el asunto. “Sabemos que no nos brinda una solución inmediata y que ya recibimos demasiadas promesas vacías que año tras año nos han dicho, en actos oficiales, mediante medios y frente a nuestra cara, todas sin resultados concretos. Es por ello que debemos continuar con nuestro reclamo hasta tanto se concrete la verdadera solución al problema habitacional de las más de 300 solicitudes que se presentaron ante la Oficina de Tierras. Continuaremos en base a nuestro derecho fundamental de manifestarnos hasta ver una solución concreta, que no sean meras proclamas políticas, meras expresiones de buenos deseos sino ver real nuestro derecho humano de acceder a una vivienda digna”, señala el documento.

El problema habitacional por falta de medidas estatales en la planificación estructural de El Chaltén también se pudo observar en la temporada anterior. No contar con estaciones cloacales que den abasto en una temporada con récord turístico, se vio en la calle: miles de litros de agua con desechos cloacales fueron vertidos al Río de las Vueltas, con el consecuente  impacto ambiental. “Un turismo casi tan extractivista como cualquier explotación de un recurso -comentó una vecina de la toma-. No se puede seguir viviendo así, cuestionándonos si seguir viviendo en el lugar que elegimos para desarrollarnos o nos vamos porque ‘no hay lugar’, mientras los emprendimientos turísticos crecen y cada vez tienen más poder”. 

En 2021, esta agencia daba cuenta de la venta irregular de lotes para el desarrollo de un emprendimiento hotelero sin ningún control de impacto ambiental avanzando sobre un bosque nativo, la otra cara de la ausencia de políticas dirigidas a los problemas habitacionales.

El Chaltén es un pueblo que limita con la extensión de estepa más desolada, con una comunidad que crece de manera desigual, y es dependiente de la actividad turística sin poder desarrollar otras economías por falta de espacio. La mayor parte de las tierras están en manos de propietarios que no habitan en la localidad. 

“Los que viven en la Patagonia no tienen tierras y los que tienen tierras en la Patagonia viven en otro lado”, señala Ganczarek a modo de síntesis.

Reprimieron a los vecinos de Andalgalá

Reprimieron a los vecinos de Andalgalá

Un día después de que el Gobierno nacional invitara a una mesa de diálogo para resolver los problemas planteados ante la actividad minera en el país, en Andalgalá la policía catamarqueña atacó con balas de goma a los manifestantes que cortaban la ruta.

Ayer por la noche, la policía de Catamarca, bajo la orden del Gobierno provincial, reprimió con balas de gomas a los vecinos del acampe en Choya (al norte de Andalgalá) que bloqueaban el avance del proyecto minero MARA (Agua Rica – Alumbrera).

La asamblea catamarqueña por el agua “Aguapucará” afirma que hubo heridos y en un comunicado denunció que “la policía empezó a disparar balas de goma a mujeres y ancianos. Hay heridos en el hospital y llaman a convocar a la Plaza. El Gobierno en silencio. La oposición en silencio. Los organismos de derechos humanos, el Gobierno en silencio. Todos miran para otro lado, mientras la policía dispara”.

ANCCOM pudo contactarse con una vecina de Andalgalá que estuvo en el momento y describió las escenas. “Cuando la gente acepta que pasen los trabajadores pero no el combustible para las máquinas, es allí donde comienzan a gritar los vecinos y la policía comienza a empujarlos y sacarlos del camino mientras golpean a mujeres y ancianos. Al bajar la policía -agrega-, un vecino de Choya, ya con la noticia de que les pegaron a sus compañeros arriba, no los deja pasar por su territorio, lo que una vez más enfurece a la policía y comienza a abrir fuego con sus armas, atacando así a niños y mujeres. En ese momento arrestan a Carina Orquera, vecina de Andalgalá”.

Durante la mañana de ayer, diferentes organizaciones y medios sospecharon que algo podía pasar y dieron el alerta. “Vecinas y vecinos: son las 6 de la mañana y ya pasaron 7 camionetas y 1 camioneta jaula de la policía, rumbo a Capillitas -anunciaron en el mensaje que circuló en las redes,- a desalojar a lxs hermanxs choyanxs que están defendiendo el agua de todxs. Tenemos que estar alerta para defender a nuestros hermanos y hermanas de Choya”.

MARA es un proyecto minero que reutiliza la infraestructura que se empleó en el primer yacimiento megaminero del país, Minera Alumbrera, reconocida por su impacto ambiental y porque fue instalada con la zanahoria de que generaría miles de fuentes de trabajo. Este nuevo proyecto está previsto para ser diez veces más grande que la Alumbrera y los vecinos de Andalgalá no quieren saber nada más de la destrucción de sus tierras y contaminación de sus ríos. 

La obstrucción del camino, en plena nevada, se llevó adelante con la intención de frenar el avance de la maquinaria que comenzaría con la construcción del proyecto minero y convocar al gobernador de Catamarca, Raul Jalil, para que observara los daños que estas maquinarias producen en el Río Choya.

No es la primera vez que se ejerce violencia institucional contra activistas socioambientales en Andalgalá. Vecinos de la zona denuncian allanamientos masivos, violencia policial y detenciones arbitrarias constantes, como las de hace tan solo un año, el 12 de abril de 2021, cuya noticia fue cubierta por los medios nacionales..

 Paradójicamente, el día anterior a la represión el Gobierno nacional había presentado una mesa de diálogo, MEMAC (Mesa Nacional sobre Minería Abierta a la Comunidad), un espacio que pretendía servir para “el diálogo público, constructivo y federal sobre minería”. El mismo día por la mañana, una extensa lista de asambleas, organizaciones y personalidades armaron un comunicado en rechazo a esta mesa por la poca sino nula representación ciudadana e incumpliendo el acuerdo de Escazú, firmado en Costa Rica en 2018 y del que participó Argentina, por el que se compromete a los gobiernos de América Latina y el Caribe a un transparente acceso a la información, la participación ciudadana y a la justicia en asuntos ambientales. Unas horas después no llegó la representación, sino la represión. 

Llevada adelante por el Gobierno nacional y con la presencia de Jalil, la fallida mesa muestra que el diálogo al territorio frío y hostil no se acerca, sino que queda solo entre cafés y trajes elegantes.

Llagas y cicatrices de la autopista fantasma

Llagas y cicatrices de la autopista fantasma

Vecinos del Sector 4 de la inconclusa AU3, diseñada durante la dictadura y de la que solo se cumplió la expropiación de centenares de viviendas y la demolición de una buena parte de ellas, luchan para que la Ciudad incorpore a sus hijos, en el plan habitacional que fue ordenado por la justicia y permanece incumplido.

“Yo tenía 13 años cuando llegué al barrio y empecé con el tema de la vivienda”, dice Hugo, delegado de la Asamblea de Vecinos del Sector 4 de la Ex Au3. “Él llegó en el 82 y yo en el 89”, agrega Mirta, mientras intenta calmar a su pequeño perro que no para de ladrar. Mirta también es delegada del Sector 4.

¿Qué y a quiénes representan Mirta y Hugo? La Traza de la inconclusa Autopista 3 fue un proyecto de la última dictadura cívico militar que estuvo dentro de un plan de autopistas que correrían por todo el cielo de CABA. Esta, en particular, se planeó para que recorriera desde el barrio de Saavedra hasta Puente Alsina. Para eso, el Gobierno del entonces intendente de facto Osvaldo Cacciatore expropió más de 900 viviendas a lo largo de La Traza, pero cuando el proyecto se mostró terriblemente costoso e imposible de realizar, esas casas quedaron vacías. Durante las continuas crisis económicas por las que atravesó el país desde los 80 en adelante, el rumor de las casas vacías de La Traza se expandió y diferentes familias se fueron acercando en busca de un techo.

Mirta y Hugo, delegados de la Asamblea del Sector 4 de la ExAu3, Susana, vecina histórica de La Traza, y Jonatan Baldiviezo, abogado de la causa, reconstruyen una historia que empezó hace más de 40 años y continúa hasta hoy, con vecinos y vecinas organizadas, cortes, divisiones y una cautelar que inspira tanta incertidumbre como esperanza.

Escombros de la Dictadura

Una autopista con intenciones de atravesar la Ciudad de Buenos Aires se veía imposibilitada por cientos de viviendas. “Estamos hablando de miles de familias, porque La Traza es enorme”, comenta Baldiviezo, un abogado involucrado en la causa hace 20 años y actual letrado de la última cautelar presentada. A las expropiaciones les siguieron inevitablemente las demoliciones. Desde 1979, las topadoras fueron paisaje usual para los vecinos de La Traza. “Los escombros de las casas fueron directo al Río de la Plata para rellenar y avanzar sobre éste, de hecho gran parte de Puerto Madero fue construida con los escombros de las autopistas”, continúa Baldiviezo. 

“Vino la democracia, pero con la democracia vino la hiperinflación y con eso mucha gente terminó cayendo en la AU3. Había pibes que eran colectiveros y tuvieron que venir a la autopista porque no podían pagar un alquiler. También algunos dueños de las casas volvieron porque el Gobierno no les había terminado de pagar y pudieron reclamar”, explica Hugo sentado en el comedor de la casa de Mirta. Pequeño y simpático, Hugo juega con sus manos mientras cuenta su historia.

Los vecinos de La Traza vivían en un ámbito de precariedad y violencia constante, pero lo que resultaba más difícil era la incertidumbre de levantarse todos los días sin saber si esa era finalmente la mañana en que los “rajaran”. “Para los desalojos llegaban las topadoras y la policía, que solo podían parar los chicos y mujeres embarazadas. Era época de represión, todavía. Acá hubo mucho quilombo. En 1982, un día estábamos todos los chicos jugando al fútbol y llegan los de la Comisaría 37 con ametralladoras, corriéndonos, porque iba a venir una banda a tirar tiros y resulta que lo que querían era desalojar a la gente. Cuando nos dimos cuenta nos plantamos con las banderas, con los chicos y las mujeres y pudimos frenar el desalojo de unas 30 familias”, cuenta Hugo. Rostro de rasgos duros, firmes, de mirada afable y atenta.

En un barrio rodeado de chalets y casas de dinero, el desalojo no era el único problema por el que atravesaba “la gente de La Traza”. “A nuestros hijos no querían aceptarlos en los colegios municipales, porque vivían en la autopista, no tenían dirección fija”, cuenta Susana mientras sirve galletitas y prepara café para todos. Mira bajo de la mesa y dice con una calurosa sonrisa: “Ay sí, siempre que viene gente nueva se pone remimoso”, revela refiriéndose a un perro cachorro que se acurruca entre los pies de sus invitados. Hace una semana armaron el comedor con techo de chapa y cortina de plástico en donde hoy recibe a ANCCOM. Susana tiene 63 años y, como Hugo, llegó al barrio en el 82. “Llevabas a tus hijos al colegio, te apuntaban y te decían que les lleves la boleta de luz y gas para que puedan entrar”. La organización entre las mujeres de La Traza fue fundamental para conseguir los cupos. “Así que entre todas nos juntamos en una misma casa y pagamos una sola línea para que los chicos pudieran estudiar”. Ahora, Susana vive en esta casa del Sector 4, desde hace más de 18 años, con sus hijos, nietos y otros vecinos con los que comparte el terreno. Los juegos de niños se esparcen por el piso de barro y se acumulan, apoyados en las paredes de ladrillo. Parece que los niños siguen llegando pero las condiciones no cambian.

Ley 324

Para entrar a la casa de Mirta se puede tocar el timbre, pero el primero que avisa que hay gente afuera es su perro, asomado por la ventana. La puerta siempre está medio abierta y si se empuja se puede pasar sin problema. En el comedor de su casa, sentados en sillas de plástico y banquetas, cuando se le pregunta a Mirta por la historia de La Traza, comienza su relato por la Ley 324: “En el 2000 logramos conseguir una ley, con mucha pelea y mucha lucha”, dice la mujer de ojos grandes y sonrisa fácil. “Entre idas y venidas, y entre amenazas de desalojo, se logró organizar la Asamblea que fue bastante y mucha. En ese momento estaba Anibal Ibarra en el Gobierno de la Ciudad, que más allá de varias discusiones, fue un eje fundamental para que salga la Ley 324”. 

“Las familias se empiezan a organizar y consiguen la primera ley que reconoce la problemática y le da el mandato al Gobierno para que regularice la situación y solucione el tema habitacional de las familias”, cuenta Baldiviezo, sentado en el antiguo café La Poesía del barrio de San Telmo, rodeado de paredes cubiertas hasta el techo con fotos y cuadros de otra época.

“Fue una ley muy buena en lo social e inclusive estuvo circulando por toda Latinoamérica. Algunos de los delegados recorrieron Uruguay, Chile, Paraguay, Brasil y varios otros países de la región, porque no había una ley que tuviera tan en cuenta las necesidades de los vecinos. Dentro de todo lo que encierra la ley, lo fundamental es que no te saca de tu casa hasta que te den una solución definitiva dentro del plan habitacional”, narra Mirta, quien por esas fechas estaba teniendo a su tercer y último hijo, Brian. Las paredes de su casa son color pastel y la única decoración que cuelga en ellas son unas guirnaldas, una foto de Brian y una cartulina colorida.

Baldiviezo enmarca la 324 dentro de una serie de leyes “muy buenas en derecho y democracia participativa”, que la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires implementó en los años 2000. “Que después no se hayan cumplido es otra cosa, pero en teoría son buenas”, aclara el abogado, entre risas irónicas, explicando la actual inacción del Gobierno de turno. “Las mejores leyes de la Ciudad son esas, a nivel de participación ciudadana, operativización de derechos, reconocimiento de colectivos vulnerados y a nivel ambiental. Era una época linda, había un espíritu social y ambiental interesante”, dice el abogado de rostro amable.

Dentro de esta legislación, los vecinos tienen un marco de cuatro alternativas. Por un lado, un crédito para comprar la casa que ya tienen. Por otro lado, la autoconstrucción, es decir poder construir o mejorar sus hogares en los terrenos que ya habitan. En tercer lugar, tener una vivienda nueva dentro del barrio, también conocidas como las viviendas sociales de la traza. Y por último, un subsidio para comprarse otra casa fuera del barrio o “para que se vayan”, explica Baldiviezo.

 

Ley 3396

“Pasan ocho años de la Ley 324, asume el Pro en la Ciudad y comienza otra historia…”, cuenta Baldiviezo. “Del 2000 al 2010 me corro de ser delegada por el accidente que tuvo mi nene”, dice Mirta, que empieza a contar otra historia. Brian tuvo un accidente en la vía pública que lo dejó con limitaciones intelectuales y físicas. “Él tenía 10 añitos. Y también forma parte de esta desgracia del Gobierno, porque en la puerta de la casa, un borracho choca el poste del semáforo y una bocha de luz vuela y le cae encima. Esto no tendría que haber sucedido porque si está en buenas condiciones el semáforo eso no puede ocurrir. Fue por la falta de mantenimiento. Y del Gobierno no recibí absolutamente nada. Hay un juicio abierto pero la verdad es que ahora yo fuerza no tengo para impulsarlo”.

“Lo primero que hace Mauricio Macri es empezar a notificar desalojos administrativos a los del Sector 5. Esto se fue a la justicia y logramos frenar los desalojos de 500 familias. Con eso se fuerza a una negociación en la Legislatura”, explica Baldiviezo, mientras los gestos de sus manos acompañan el armado de una línea de tiempo imaginaria.

“En el Sector 5 había mucha más unión. Porque no eran casas cómo acá, eran muy pocas las que habían quedado, a la mayoría las habían destruido. Entonces, eso generó que la gente se conociera más, porque tenían que socializar la luz, el agua y todo”, cuenta Hugo, quién participó de manera activa de la asamblea en esos años. En el Sector 5 es donde más concentradas estaban las propiedades, “a medida vas hacia el sur, las propiedades están más separadas”, agrega el delegado parado junto a Mirta frente a un complejo de viviendas de autoconstrucción que vecinos del Sector 4 arreglaron. De arquitectura simple, blanco y con líneas marrones, el edificio de tres pisos plantea un panorama muy diferente al de las casas y terrenos baldíos visitados antes. Se ve íntegro. “El Sector 4 de La Traza va desde Avenida de los Incas hasta Estado de Israel, en verdad llega hasta Pompeya, pero allá ya prácticamente no hay casas”, agrega ella. 

“Había tres intereses, por una parte las familias que querían las viviendas, por otra parte el Estado que quería vender las tierras y, por último, los y las vecinas que querían que el barrio sea más lindo”, comenta Baldivienzo mientras se le escapa una sonrisa ante idea de que la gente del barrio ayudó a que el plan habitacional del Sector 5 se realizará. Mientras señala un edificio del otro lado de la calle, Hugo comenta algo muy parecido sobre el tema: “El Sector 5 tuvo mucho apoyo de los frentistas del barrio porque a ellos les devaluaba las casas. Pensá que es la cola de Belgrano R, vos ibas por Holmberg y veías terribles chalets y hacías una cuadra y tenías la villa”.

Parada frente a este mismo edificio de La Traza, Mirta sigue la conversación y dice que “parecía la villa. Así que los vecinos de enfrente pagaron la renovación de la parte visible y cerraron el edificio. Aparte, el mismo Gobierno de Macri, por el poder inmobiliario que había allí, aceleró muchísimo el proceso”.

“Ahí es cuando sale la Ley 3.369. Contemplaba las diferentes opciones dadas en la primera ley pero además autorizaba al Gobierno a vender las tierras que no estuvieran ocupadas. El dinero de esas tierras tenía que ir para soluciones habitacionales de las 500 familias del Sector 5 y si sobraba plata para soluciones en el Sector 4, no se podía usar para otra cosa. Con el tiempo, sobró plata y se quiso usar para otra cosa”, cuenta Balviezo. “Dentro de esta misma ley hay una cláusula que dice que en 180 días el Gobierno tiene que traer un plan habitacional para el Sector 4. Pasaron 180 días, el Gobierno no llevó ningún plan”. En medio de estos compromisos y negociaciones sale una nueva ley, la 4089 que “le permitió al Gobierno utilizar el dinero sobrante para otras obras de tránsito de la vía pública, pero como se liberaron los fondos, en la negociación se llegó al acuerdo de que en 90 tenían que traer el plan habitacional del Sector 4. Y tampoco lo trajeron”. 

Para entender mejor porque la Ley 3396 comprendió solo el Sector 5 y dejó de lado al 4, Baldiviezo explica que “por lo general la ciudadanía se organiza cuando siente una amenaza y en ese momento el Sector 4 no estaba amenazado de desalojo. Pasaron los años y el Sector 4 no estaba tan bien organizado como el Sector 5”. “Yo en ese momento con la historia de mi hijo me corro de la Asamblea y el Sector 4 queda desamparado”, dice Mirta. 

Desde el 2012 al 2019 la Asamblea no se reunió.

La cautelar y después

“En el 2019, nos volvimos a juntar en la asamblea para hacer un nuevo relevamiento, un nuevo censo”, cuenta Mirta y agrega que en ese momento se pusieron en contacto con Baldiviezo para avanzar con la demanda. “Nos juntamos porque empezó a haber un ruido muy fuerte de que el Gobierno iba a presentar un proyecto de ley donde únicamente incluía a los beneficiarios y no a los hijos. Nos reunimos y al día siguiente comenzó la pandemia, y en medio de ese quilombo, las ratas inmundas aprovecharon y pusieron en venta 15 terrenos de la AU3, cosa que no podían hacer hasta que tuvieran la solución definitiva del plan habitacional”.  

“Entonces, salimos en 2019 con la cautelar para que no vendan y para que no nos desalojen. Porque también estaba ese ruido de que venían por nosotros, a desalojarnos. Sobre todo a nuestros hijos”, cuenta Mirta y explica que su reclamo es ahora por el desglose, es decir que entre los beneficiarios de la ley se incluyan a sus hijos. 

“En 2019, presentamos la demanda y entre idas y vueltas, recién este año salió la medida cautelar. No suele demorar tanto. Yo no pensé que fuera a salir, pero fue una cautelar muy interesante, porque lo que tendría que resolver el juez como amparo definitivo lo dio como cautelar. Es decir, básicamente dice que se tiene que cumplir la ley de forma participativa con las familias”, explica Baldiviezo, y sigue: “Que estas familias no estén incorporadas ahora en la ley no significa que no puedan estarlo más adelante. Cómo sucedió en el Sector 5 que se hizo una actualización de los beneficiarios, con un nuevo censo. A nivel del Sector 4, se está pidiendo lo mismo”.

“No estamos peleando por nuestro beneficio, estamos peleando por el beneficio de nuestros hijos. Nosotros ya somos beneficiarios, el tema es que no se lo saquen a ellos”, cuenta Hugo que tiene tres hijos, uno de 22 años, otra de 21 y el más chico de 13. “La lucha hoy es por los chicos. El tema es por el derecho de nuestros hijos”, dice Mirta, que sigue luchando aunque Brian ya no esté: falleció el 27 de abril del 2020, debido al Covid 19. Ahora se cumple un año de su muerte y Mirta, entre lágrimas y con la voz cortada, explica: “Es difícil, porque esta lucha era por él y ahora que no está es mucho el dolor”. Mirta armó un comedor comunitario en su casa al que nombró “Mi pequeño gigante”. Brian está presente.. 

Hugo dice muy serio que “ya pasaron veinte años de diferencia entre la primera ley y ahora. Bueno, nuestras familias también crecieron durante ese tiempo. Al Sector 5 le reconocieron el desglose, entonces lo que estamos pidiendo es derecho de igualdad ante la ley, ellos lo tuvieron, así que a nosotros también nos corresponde. La culpa no es del chancho, sino que del que le da de comer. Si no cumplieron con la ley, lo lamento. Nos tiene que solucionar esto, no es mi problema, es problema del Gobierno”. Y agrega: “No estamos pidiendo que le abran la puerta a gente que no tiene nada que ver, estamos pidiendo que les abran las puertas a las familias que vienen ya censadas desde el 2000. Nosotros podríamos tomar los títulos de las casas y cerrar el tema. Pero nuestros hijos quedarían a la deriva”.

Pudieron acercarse y charlar con la Unidad Ejecutora del Gobierno, “lo cual es enorme”, pero no lo toman como certeza de nada, “Mi papá decía que cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”, dice Mirta entre risas. Enseguida se pone seria y aclara, “Que la justicia haya intimado al Gobierno nos da un poco más de seguridad”. A este tipo de cautelares, Baldiviezo las llama pequeñas victorias. “Va a ser la primera vez que la derecha se siente con nosotros a revisar la ley ¡Es histórico!”, exclama Mirta.

Luego de la salida de la cautelar, el gobierno apeló y pidió más tiempo para desarrollar el plan habitacional. “¿Cuánto más quieren?”, se pregunta Baldiviezo, “La apelación no suspende la orden judicial, ahora lo que rige es la cautelar y hasta que no se resuelva la apelación la tienen que cumplir.” 

De criptomonedas, pirámides e influencers

De criptomonedas, pirámides e influencers

Cada vez son más los ahorristas que invierten en esquemas ponzi y terminan perdiendo dinero. Los últimos casos relacionados con Generación Zoé y Vayo Group volvieron a dar visibilidad a “inversiones financieras” que prometen ganancias rápidas y cuantiosas.

El modelo de estafa conocido como “esquema Ponzi” tiene sus inicios a principios del siglo XX en Estados Unidos cuando un italiano llamado, justamente, Carlo Ponzi se hizo millonario con esta modalidad: “Se trata de un sistema que se mantiene con el dinero de un ‘grupo de inversores’ con la promesa de recuperar y multiplicar sus inversiones en un periodo relativamente corto”, explica el especialista en Marketing. En este sentido, para que este negocio funcione es necesario que el número de participantes nuevos sea mayor al de los iniciales y por eso se denomina estafa piramidal, tipificada en los artículos 309 y 310 del Código Penal. 

Como señala el referente en economía digital, muchas personas suelen confundir este esquema con el marketing multinivel (MLM), una práctica comercial legal que implica la venta de bienes o servicios reales junto con el reclutamiento de personas que vendan esos mismos productos como representantes de venta: “La diferencia central es que en el network marketing se venden productos y se realiza una transacción comercial normal”, sintetiza Pueyrredón: las personas “compran los productos directamente a la empresa para su uso y si les convence deciden venderlos, como una profesión”.

Uno de los métodos aplicados actualmente para atraer inversores es la supuesta promesa de obtener grandes ganancias a través del trading en criptomonedas. En el comunicado del BCRA y la CNV del 20/5/21, se indicó que “los cripto activos, que buscan ser utilizados como instrumentos de pago o con fines de inversión, no son emitidos ni respaldados por un banco central o autoridad gubernamental y, tal como se mencionó, no cumplen con las condiciones necesarias para ser considerados dinero de curso legal o título negociable”.

Ahora, ¿por qué el uso de criptomonedas es frecuente para estas estafas? Las criptomonedas son una moneda digital descentralizada protegida por códigos que se utiliza para comprar bienes y servicios. Sin embargo, como afirma Pueyrredon, pueden utilizarse en estos esquemas piramidales (u otra actividad ilícita) como dinero o forma de pago pero “no significa que las monedas criptográficas sean esquemas piramidales”. De esa manera operaba Generación Zoé tras crear su propia moneda digital “Zoe Cash” que, supuestamente, equivalía a un gramo de oro, es decir 55 dólares.

Una compañía de servicios financieros similar a este esquema de negocios es Vayo business, la cual promete “acceder a financiaciones rápidas de manera accesible y clara”. Siguiendo la misma línea, su crypto moneda Vayo Business  implicaba una primera inversión que oscilaba alrededor de los 5.000 pesos.

Frente a la especulación financiera, y estimulados por las crisis económicas en Argentina, cientos de personas ingresaron a estos esquemas de negocios. En muchos casos, colocaron sus ahorros por recomendación de un conocido o porque vieron una publicidad en las redes sociales que prometían ganancias siderales.

A la par, el boom de estas financieras y la queja de los primeros engañados puso en alerta a estas “empresas de servicios” que manejaba un caudal de dinero por “presunta estafa” a sus clientes. Para ello, el Banco Central de la Nación, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y  la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) comenzaron a investigar cómo funcionaban. Uno de los casos más resonantes fue el pedido de captura y detención de integrantes de Generación Zoe, dictaminado por una fiscal de Córdoba, y por el cual aprehendieron sus principales líderes, Maximiliano “Max” Batista y Leonardo Cositorto. A principios de abril, también se intervinieron las 16 sociedades que conformaban Vayo Group por una deuda de más de 20 millones de pesos en concepto de cheque sin fondos.

El CEO de Generación Zoe, Leonardo Cositorto, fue imputado por estafas reiteradas y asociación ilícita.

Inversión famosa

En la actualidad, famosos o influencers son contactados por estas empresas para promocionar sus productos o servicios, a cambio de dinero. Pero, ¿por qué estas compañías adquieren los servicios de estas personas para promocionar sus productos? ¿Cuál es el rol de estos influencers en este escenario? Para entender esta eficiente estrategia comunicacional ANCCOM diálogo con tres referentes en el tema: Pascual Calicchio, Secretario General de la Defensoría del Público y comunicador; Juan Marenco, Director general de la agencia de influencers “Be Influencers”; y Tomás Balmaceda, periodista especialista en tecnología.

 La pregunta fundamental de los esquemas Ponzi es, ¿cómo logra una empresa que una cantidad de personas invierta sus ahorros sin ningún tipo de garantía? Según estos especialistas con una efectiva estrategia comunicacional.

 Por un lado, Generación Zoe articulaba la promoción de sus servicios en redes sociales con la exposición de “un líder” (Leonardo Cositorto), quien recorría programas de televisión haciendo lo que se conoce como publinotas. En este sentido, Calicchio afirma que la forma en la que son presentadas estas figuras por los medios vuelve legítimo su discurso: “Los principales programas de televisión y diarios del país lo presentaban como ‘master coach profesional’, ‘senior coach organizacional’, ‘emprendedor’, ‘gurú de las finanzas’. Sin aclarar que muchas de esas notas eran en realidad publinotas pagas”, y agrega: “Si yo confío en el periodista o medio que sigo y ese medio lo legitima, termina siendo legítimo para mí”.

Si bien las “publinotas” no son ilegales, el rol de los medios de comunicación en estas situaciones puso en discusión su ética: “Será objeto de la investigación judicial determinar el modo en que ese engaño se produjo y la cantidad de personas que fueron estafadas, pero es fácil imaginar que el dinero invertido en publinotas cumplió un rol más que central: muchos cayeron en el error de invertir tras ver alguna de las entrevistas que le hicieron a Cositorto y que sus seguidores compartían a mansalva en las redes sociales”, concluye el secretario general de la Defensoría del Público.

Por su parte, Vayo Group utiliza influencers y mediáticos para promocionar sus servicios financieros: Zaira Nara cuenta que invirtió sus ahorros y en tan solo nueves meses obtuvo un 135% de ganancias. Celeste Muriega afirma que tan solo con tu DNI podes obtener tu préstamo.  Respecto a ello, el director publicitario Juan Marenco explica que la elección de estos personajes no es azarosa: “Se busca generar impacto en la audiencia, generando contenidos creativos pero también confiando en las palabras o resultados de quienes lo promocionan”.

 Para el periodista Tomás Balmaceda, el público cree en los influencers porque considera que “sus consejos son verdad” y añade que, en el caso de Generación Zoé, “uno descubre que en la actualidad, una persona le cree más a una celebridad o influencer que a un medio tradicional”. Por ultimo, menciona la importancia de la regulación con la publicidad engañosa: “En Estados Unidos hay una reglamentación rígida donde debes avisar si estás haciendo una publicidad y, si no lo hacés, es considerado engañoso. Incluso aparecieron denuncias de personas que invirtieron en criptos promocionadas por famosos pero que luego cayeron o resultaron estafados.

En Argentina hasta el año 2009, el derecho no contaba con una conceptualización normativa de la publicidad. Con la sanción de la Ley Nº 26522 de Servicios de Comunicación Audiovisual se dictaminó el concepto de publicidad en el Artículo 4º, mientras que la publicidad engañosa es considerada aquella que induce a error, silencie datos o afecte económicamente a los destinatarios, o perjudique a un competidor.

Ante la proliferación acelerada de estas estafas en Argentina, la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (PROCELAC) emitió un comunicado  alertando sobre los riesgos de ser parte de este tipo de estafa: «Se trata de un mecanismo mediante el cual se invita al público a colocar su dinero con promesas de retribuir intereses exorbitantes», decía el mismo.

Por lo tanto, para erradicar este tipo de maniobras fraudulentas se requiere no solo establecer criterios objetivos que permitan definir con equilibrio y transparencia los contenidos que se difunden en los medios de comunicación sino, además, generar políticas de prevención para los consumidores a la hora de adquirir un bien, producto o servicio.

En este contexto cabe preguntarse, ¿son los medios de comunicación el canal más propicio para estas estafas? ¿Son cómplices o son engañados también? ¿Que tanto se benefician los influencers promocionando estos “servicios financieros”? Lo que sí podemos afirmar es que esta presunta solución se convierte en un problema mayor para los ahorristas mientras que para las empresas termina siendo una estrategia rentística perfecta.

 La PROCELAC recomienda a las víctimas de estafa efectuar la denuncia penal correspondiente ante las fiscalías en lo criminal y correccional de la Ciudad de Buenos Aires y en el interior del país, ante las fiscalías locales o ante las dependencias policiales más cercanas.