«Reemplazá las compras del super por estas»

«Reemplazá las compras del super por estas»

Productores y consumidores de la agricultura familiar se reunieron en un festival para consolidar redes, dar a conocer otro modo de elaboración, distribución y comercialización alimentaria y construir “Mas comunidad”.  

Productores y consumidores de la agricultura familiar se encontraron este fin de semana para dar a conocer sus productos, conversar sobre otro modo de producir, distribuir y consumir alimentos y, ante todo, para fortalecer al colectivo de Red de Alimentos cooperativos a la que pertenecen. 

Entre las 15 y las 22, en un local de la calle Moreno 945, ubicado en el barrio porteño de Monserrat, se llevó a cabo el primer Festival Más Comunidad organizado por la Red de Alimentos Cooperativos y la cooperativa de comunicación Huvaití, las organizaciones que gestionan ese espacio, donde el sábado todo fue fiesta. Hubo degustaciones, presentaciones de productos, radio abierta y hasta música en vivo, pero, también, un lugar para la reflexión sobre las problemáticas a las que se enfrentan las cooperativas.

Alimentos Cooperativos es una red nacional de cooperativas vinculadas a la cadena agroalimentaria. Su modo de producción es agroecológico, es decir, producen alimentos saludables y nutritivos minimizando la utilización de conservantes, saborizantes, y otros químicos de uso habitual en la industria alimenticia. “Alimentos Cooperativos surgió de un grupo de cooperativas que producen alimentos que hicieron un diagnóstico de por qué se les dificultaba tanto la comercialización. Se dieron cuenta de que el problema era que no se podía seguir peleando un lugar en el mercado tradicional. No se puede seguir disputando ingresar al supermercado porque las condiciones son un problema. Entonces, se dio la discusión de que necesitábamos nuestros propios esquemas comerciales”, recuerda Miguela Varela, organizadora del Festival, en diálogo con ANCCOM. Así fue como en 2014, la red comenzó a tomar forma hasta contar hoy con cooperativas de comercialización, consumo, comunicación, locales en distintos puntos del país y una tienda virtual. “Todo evolucionó al pensar la cadena de valor agroalimentaria como un todo, no solamente como el productor que necesita ubicar su producto. Buscamos que el Festival pueda ser un evento para reflexionar sobre lo que está pasando con la alimentación hoy, un poco por los precios y un poco por la calidad también”, agregó.

«Buscamos que el Festival pueda ser un evento para reflexionar sobre lo que está pasando con la alimentación, un poco por los precios y un poco por la calidad», señaló Miguela Varela, una de las organizadoras.

Durante la jornada, diferentes cooperativas tuvieron un lugar para dar a conocer sus productos. En el marco de la Semana de la Miel, la Federación de Cooperativas Apícolas (FECOAPI) se acercó desde San Pedro para realizar una degustación y presentación de sus productos y dialogaron con los consumidores sobre las propiedades de la miel, sus variedades y cómo se elabora. ANCCOM conversó con Jacobo Soria, representante de FECOAPI: “Como pequeños productores unidos podemos llegar a los estándares de las grandes empresas, seguir progresando, capacitándonos e ingresar a nuevos mercados. La cooperativa surgió por un problema de ventas, se vendía la miel a un precio que al productor no le convenía. Entonces, ahí surgió la idea de crear una cooperativa, trabajar en conjunto y vender nuestra miel a un precio que fuera rentable. Así, pudimos canalizar la miel en un mercado que no existía”, explicó.

Con respecto a quienes consumen sus productos, Soria observa una mayor concientización por parte de los clientes. “Nuestro consumidor suele buscar productos naturales, cooperativos. No es lo mismo que hace 10 años, hoy la gente está buscando lo natural, lo orgánico, lo autóctono”. 

Natalia de Majo Arbizo, referente de Oro del Inca, cooperativa de Bernal que se dedica a la elaboración de alimentos saludables como milanesas y hamburguesas vegetales, rebozador de mandioca y snacks de girasol, también estuvo presente en el evento. “Hay una concientización cada vez mayor, yo creo, de dos cosas: del origen del alimento, apostar políticamente a consumir un tipo de producto que sabemos de dónde viene: de la agricultura popular, familiar y también sobre de qué está hecho el producto”.

Natalia De Majo Arbiza, referente de la cooperativa Oro del Inca y Pasta Sur.

Por más que los productores notan un aumento en la preocupación por lo natural por parte de la sociedad y eso se ve en un consecuente aumento del consumo, no están exentos de la situación económica del país. “En este contexto, es difícil sostener un precio. Lo que nosotros siempre discutimos es que, que sea un precio justo no significa que sea un precio barato. Los supermercados, por ejemplo, pueden bajarte el precio e ir a pérdida para romper la competencia. El precio justo es el precio que realmente vale ese alimento por el trabajo que le puso el productor o productora. Además, en el medio hay un trabajo de comercialización y un costo de logística, de movilidad del producto. Ese después es el precio que le llega al consumidor. No hay factores especulativos en el medio, pero tampoco estamos al margen de las escaladas de precio”, explica Varela. “Los pequeños productores tienen costos muy altos, mucho más altos que los de una gran empresa por una cuestión de escala. Tratamos de hacer un equilibrio, siempre marcando los precios reales y justos”, agrega sobre el trabajo de la Red de Alimentos Cooperativos. Oro del Inca también se sostiene a pulmón, cuenta Natalia de Majo Arbizo. La organización sale adelante construyendo estrategias colectivas. “Una de ellas es fortalecernos en red y la participación en Alimentos Cooperativos es eso. Es juntarnos, fusionar las potencialidades y laburar las problemáticas de manera colectiva”, describe.

Alimentos Cooperativos tiene como objetivo fortalecer la economía de las distintas provincias, potenciando y priorizando el envío de recursos económicos hacia todos los rincones de la Argentina para mantener viva la diversa cultura alimentaria de nuestro país. Para Varela, ahora se trata de seguir creciendo: “Queremos abrir cada vez más espacios para que no sea un consumo esporádico, para que puedas reemplazar tu compra del súper por estas, y cerca de tu casa”.

Otro desalojo en La Boca

Otro desalojo en La Boca

Doce personas que hace 15 años residían en el lugar fueron expulsadas de su vivienda en la calle Olavarría. Hay 260 causas de desalojo en el barrio, producto de la gentrificación. La ausencia de políticas habitacionales del Gobierno de la Ciudad.

Un tumulto de gente en calle Olavarría al 1107 anuncia que, una vez más, vecinos y vecinas del barrio de La Boca resisten un desalojo. Policías e integrantes de la Defensoría del Pueblo negocian con las familias, amontonadas en las veredas. Sostienen un cartel con la leyenda: “Basta de desalojo arbitrario”.

Son las 11 de la mañana del jueves 19 de mayo. Un grupo de jóvenes se arrima a curiosear. Una puerta alta de cedro, deteriorada y antigua y cubierta por una desgastada mano de pintura azul, hace juego con el mural de Gardel y Evita que custodia las veredas desde las paredes de la antigua y modesta casita de la esquina. En su planta baja hoy funciona un comedor donde se lee “un lugar azul y oro”. Por la entrada lateral, la de la puerta azul, se ingresa a una escalera de mármol hacia el segundo piso.

La puerta está cerrada y custodiada por un grupo de mujeres que se autoconvocaron para evitar el desalojo forzado. Unas muchachas relatan su padecimiento diario. Dicen que, a cuentagotas, día tras día en La Boca se lleva adelante una campaña de desalojos que despoja de un techo húmedo de una habitación desordenada a cientos de familias que viven en condiciones de hacinamiento, sin gas natural, agua potable y con hambre. Un techo que protege de la lluvia y las frías heladas de invierno. Donde se puede guardar un poco de ropa usada que se compra en una feria del barrio para que los niños y niñas se abriguen. Un techo donde esos mismos niños cansados de jugar con sus amigos en la calle, llegan y se tiren a sentir el olor al guisado que sus madres cocinan en otra habitación que funciona también como cocina. Un techo con peligro de derrumbe, pero un techo al fin.

Una de esas mujeres es Natalia Quinto, quien desde la organización barrial “La Boca Resiste y Propone” acompaña actualmente más de 260 causas por desalojo. Quinto está sorprendida por la velocidad con que actúa la justicia en estos casos, y es que, según ella “el proceso civil, que es el que corresponde a este tipo de situaciones, es un proceso mucho más largo donde todos tienen otro tipo de derecho a la defensa, con más instancias y garantías que tienen que ver con el derecho a la familia y el cumplimiento de las leyes civiles. En este caso nada de eso pasó”. 

Quinto explica que esta situación es producto de un proceso de gentrificación enmarcado a su vez por el proyecto de desarrollo del “Distrito de las Artes”, que busca atraer inversiones inmobiliarias en la zona de San Telmo, La Boca y Barracas.

La Fiscalía Penal Contravencional y de Faltas 35 de CABA está bajo la dirección de Celsa Ramírez. Esta última desestimó el proceso judicial, así como las casi 50 páginas de pruebas que presentó el abogado defensor de las familias, Daniel Dumano. Allí se incluyen certificados de nacimiento, boletas de pagos de servicios, papeles de estudios primarios y secundarios de los niños que allí habitan, donde se puede comprobar el domicilio, también incluyen cinco testigos a los que la fiscal jamás llamó a indagatoria.

El inmueble

Las familias pedían 45 días más para conseguir otro lugar donde vivir. El resultado fue el desalojo.

A Norberto Godoy le costó 70.000 dólares comprar la vivienda en estado de usurpación en una de las mejores zonas del barrio de La Boca. Es decir, poco más de ocho millones de pesos argentinos. Considerando que viven 12 personas en ese segundo piso de mala muerte, compuesto por una galería abierta, paredes manchadas de humedad, dos habitaciones y un baño, en total sería alrededor de 670.000 ARS por cada persona que se deja por tiempo indeterminado en situación de calle, exponiéndolas al frío, al hambre, a la inseguridad y sacrificando su futuro. 

El resultado de las negociaciones de ayer entre el Defensor del Pueblo Gastón Juan Santos, quien medió entre vecinos, el Gobierno de la Ciudad y las familias que piden 45 días más para conseguir otro lugar donde vivir fue el desalojo en el día, y el pago de algunas cuotas acumuladas de alrededor de 8.000 pesos a cada jefe de familia para que puedan pagar otro alquiler, y el resguardo de sus “pertenencias” en un depósito ubicado en algún lugar de la provincia de Buenos Aires. Mientras tanto, un grupo de jóvenes con chalecos de la UOCRA comenzó a bajar las pertenencias de las familias que no eran más que algunas camas con las maderas rotas, un rack de melamina deteriorado, un televisor viejo, colchones de espuma manchados, muchas bolsas negras con ropa; una mesa de algarrobo redonda, sillas de plástico percudido, un inodoro, una cocina destartalada, una pequeña heladera, un equipo de música, algunas ollas de aluminio y pocas cosas más que, de no ir al depósito, irían a parar al basural. Los resultados de la negociación fueron devastadores.

Francisca Villorda, rodeada por un grupo ocho jóvenes que la ayudaban a vaciar el espacio, contó entre lágrimas a ANCCOM: “Nací en Paraguay y hace 34 años estoy acá. Tenía 18 años cuando vine. Sin experiencia, sin conocer, pero me fui haciendo yo sola. Siempre con honestidad. Siempre trabajé y luché para sacar adelante a mis hijos. Mis hijos son buenos, educados, estudian. Entonces que esta gente me trate de delincuente, que nos acusen de vender droga, eso me duele, porque no somos esa gente. Tengo trabajo y lo hago honestamente para ganarme el pan día a día”. Francisca es madre soltera de dos adolescentes, y con 51 años vive de limpiar casas, cuidar a niños y ancianos. Sobre las personas a quienes alquila la propiedad contó: “Los conocíamos. Eran amigos de una de una de las familias que vivía acá, que son primos míos. Al principio no nos cobraba alquiler porque cuidábamos el lugar, y después empezamos a pagar un poco de alquiler, no mucho porque hacíamos arreglos, posteriormente pagamos por banco porque ellos se fueron a vivir al sur. Un día desaparecieron y vendieron la propiedad. Dijeron que de acá se iba a hacer cargo una inmobiliaria, pero nunca sucedió, por lo tanto, no pudimos pagar más. Cuando se comunicaron con nosotros lo hicieron desde un teléfono privado, que no pudimos rastrear y perdimos contacto con ellos hasta el día de hoy”.

Sin mediación y con un acuerdo completamente desfavorable, en tan solo dos meses y en pleno invierno, estas doce personas, entre las cuales hay niños que cursan sus estudios en las escuelas del barrio, y un hombre en tratamiento oncológico, deben retirar sus pertenencias del domicilio donde vivieron los últimos quince años y buscar otro lugar donde vivir, con una mínima ayuda estatal. Empresa difícil si no imposible, considerando que ninguno cuenta con un trabajo en blanco, sino que viven de trabajos informales y changas.

“En algún momento estoy al borde de descomponerme, pero tengo que estar firme por mis hijos, porque yo los tengo que contener, porque soy la madre y estoy sola con ellos entonces yo soy su sostén. Soy jefa de mi hogar y tengo que estar fuerte, pero realmente estoy partida al medio”, remata Francisca Villorda.  

«WhatsApp se paga con los datos personales»

«WhatsApp se paga con los datos personales»

Un fallo de la Cámara Civil y Comercial II le impide a la empresa poner en marcha su nueva política «Términos y Condiciones» que permitiría cruzar los datos personales con los de los usuarios de Facebook.

En 2014 Facebook compró WhatsApp por 19.000 millones de dólares. Su dueño, Mark Zuckerberg, logró así sumarlo a las otras plataformas que ya poseía Facebook: Instagram y Messenger. Esta integración reúne bajo el poder de una sola corporación a más de 2.900 millones de usuarios a nivel mundial, construye una posición dominante en el mercado y ahoga a la competencia.

“Hacia el año 2020, más del 75% de la población argentina utilizaba los servicios de mensajería de WhatsApp, plataforma que junto a Facebook e Instagram son las más empleadas en nuestro país”, afirma Joaquín Mingrone, integrante del Departamento Legal del Estudio de Abogados Berton Moreno, quien viene estudiando el caso.

 Se conformaba así un buen caldo de cultivo para lo que vendría más adelante.

En enero de 2021, quizá guiada por la sensación de impunidad que detenta el poder, WhatsApp anunció cambios en su política de privacidad. El 8 de febrero era la fecha tope para aceptar los “Nuevos Términos y Condiciones”. Al tener carácter de obligatoriedad, el usuario que no daba su consentimiento, no podría seguir usando la aplicación.

Los tres principales cambios advertidos a los usuarios en la pantalla de inicio de la mensajería se centraban en el tratamiento de datos: “El servicio de WhatsApp y cómo tratamos sus datos”, “Cómo las empresas pueden usar los servicios alojados de Facebook para almacenar y administrar los chats” y “Cómo nos asociamos con Facebook para ofrecer integraciones en los productos de las empresas de Facebook”. De esta manera, quedaba claro que se comenzaría a compartir todos los datos recopilados de sus usuarios entre las distintas empresas de la corporación y con terceros: cuenta, nombre, datos del dispositivo, transacciones, ubicación y los contactos e informaciones que proporcionen.

“En Argentina, cuando una plataforma digital te pide el consentimiento para el perfilado por parte de otras empresas, no te dicen quiénes son los terceros que van a tomar tu información. Es como si, en materia de locación de viviendas, un inquilino quisiera que le permitan subarrendar la casa que alquila, sin siquiera decirle al propietario a quién piensa darle la llave”, ironiza Juan Gustavo Corvalán, Director del Laboratorio de Innovación e Inteligencia Artificial de la Facultad de Derecho, deUniversidad de Buenos Aires.

Hasta acá

En mayo de 2021, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia, por pedido de la Secretaría de Comercio Interior, inició una investigación sobre los cambios en la política de privacidad de WhatsApp. Durante la investigación, comprobó  una conducta anticompetitiva de abuso de posición dominante, en términos de los Artículos 1 y 3 de la Ley Nº 27.442 de Defensa de la Competencia. La interpretación es que el cambio daba lugar a conductas explotativas por la irrazonable y excesiva recopilación de información y ausencia de opciones para el usuario.

Por otro lado, se analizó la “supuesta” gratuidad de los servicios. La información de los usuarios se traduce en ingresos económicos, por ende, la necesidad de controlar el tratamiento de la información recabada. “Lo gratuito se paga con nuestros datos y ese el meollo de la cuestión”, enfatiza Martín Becerra, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

El 14 de mayo de 2021 la Secretaría de Comercio Exterior, a través de la Resolución 492/2021, ordenó a Facebook y WhatsApp “a abstenerse de implementar y/o suspender la actualización de las condiciones de política y privacidad de la aplicación WhatsApp en Argentina por el término de 180 días”.

La plataforma apeló esta resolución, pero la impugnación fue desestimada nuevamente el 26 de abril del 2022 por la Cámara Civil y Comercial II.

Beatriz Busaniche trabaja en un proyecto de políticas públicas que garanticen la protección de datos.

En busca de las políticas públicas

Juan Gustavo Corvalán, en su libro Perfiles Digitales Humanos propone sentar las bases de una nueva ley que sostenga la autodeterminación informativa algorítmica de las personas y el derecho a ser olvidado: “Lo que tiene que ocurrir es que nadie pueda usar los datos de nadie que no haya expresado claramente su consentimiento, pero necesitamos un Estado que pueda hacer auditoría digital”.

Ante el estado de vulnerabilidad de los usuarios, que no leen en forma explícita los “Cambios y Condiciones”, ni toman conciencia de su alcance, Becerra explica que “el cambio no depende tanto de la acción de una persona sola, aislada, sino de políticas públicas. El Estado es el único que puede mover el amperímetro de estas empresas digitales multinacionales”.

Beatriz Busaniche, Doctora en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), académica y activista argentina por los derechos humanos y la cultura libre, no se muestra muy optimista. Sostiene que las posibilidades de recomponer la autodeterminación informativa, son muy pocas. Para revertir esa situación trabaja en un proyecto de políticas públicas que garanticen la protección de datos.

En contraste, la Unión Europea está tomando medidas. El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) comenzó a aplicarse en forma efectiva en mayo de 2018. Destinó un presupuesto de 6 millones de dólares para financiar la creación de un “kit de herramientas digitales” para la protección de la privacidad.

La justicia argentina dio un primer paso. Se espera el contraataque de Facebook. ¿El Estado podrá amortiguarlo?  ¿Se podrá dejar de asignar un valor económico a cada uno de nuestros datos personales? O estaremos luchando contra molinos de viento?

Denuncian al INDEC por discriminación en el Censo

Denuncian al INDEC por discriminación en el Censo

La organización Proyecto 7 señala que deja afuera del conteo poblacional a las personas en situación de calle. Intervino el INADI.

La organización social Proyecto7 realizó una denuncia ante el INADI contra el INDEC y su director, Marco Lavagna, por “discriminación hacia las personas en situación de calle dentro del Censo Nacional 2022”. El acto discriminatorio, señala la presentación, se encuentra expresamente en el nombre del “Censo Nacional de Hogares y Viviendas”, ya que es “precisamente lo que no tienen estas personas”, advierte Proyecto7 en un comunicado recibido por ANCCOM. Además, indica que estas autoridades no se refieren a un censo “catastral”, es decir de bienes inmuebles, sino de uno poblacional, y es por eso que debería incluir a “aquellos que se encuentran durmiendo y sobreviviendo en las calles de toda la Argentina”, resalta en el comunicado.

El 18 de abril, Proyecto7 acompañado de otras agrupaciones, hogares y gente en situación de calle convocaron un “frazadazo” frente al edificio del INDEC en reclamo de un censo que los incluya en sus estadísticas. El conflicto, tal como informó ANCCOM el mes pasado, pareció resolverse rápido cuando una comitiva que había ingresado a negociar con Lavagna regresó con la noticia de que los sintecho serían censados bajo las condiciones propuestas por las organizaciones. El acuerdo implicaba que la duración del evento sería todo el día y que existirían puestos para acercarse a ser censado para quienes no contaran con dispositivos tecnológicos para llenar sus datos.

Desde ese día nadie se comunicó con los tres teléfonos de contacto que dejaron anotados los referentes de Proyecto7 y la organización se enteró de la negativa a través de comunicados que circularon de manera pública. Fue el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires el que recientemente les notificó por mail que “el día 16 de mayo del corriente año, a partir de las 18, un censista perteneciente al GCBA se acercará a cada hogar, para realizar el censo nacional y censar a cada alojado”.

De esta forma, no solo se utilizará la metodología implementada por el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat del GCBA, sino que este organismo es el que llevará a cabo el censo para las personas en situación de calle que abarcará únicamente la franja horaria de las 18 hasta las 2 de la madrugada del día siguiente. En diálogo con ANCCOM, el coordinador de Proyecto7, Horacio Ávila, se refirió a la resolución de la reunión con Lavagna en abril a raíz del frazadazo que tenía como objetivo quedarse reclamando frente al INDEC hasta que haya una respuesta: “Lo que hizo [Lavagna] fue zafar en el momento para que no acampáramos en el lugar”. 

El método del GCBA fue caracterizado por Ávila como una foto: se trata de un conteo que lleva adelante un personal y duración acotados, que no recorre toda la ciudad y solo se desarrolla de modo nocturno. A causa de esto, las organizaciones realizan censos populares autogestionados. El último llevado a cabo en 2019 en Capital Federal tuvo un saldo de 7.251 personas, “aunque creemos que actualmente hay un 30 por ciento más”, aseguró el referente a esta agencia.

El abogado de Proyecto7, Emiliano Villar, informó que para hacer “un censo correcto y fidedigno de las personas que viven en la vía pública hay que hacer recorridas de, por lo menos, dos días seguidos”. Debido a la particularidad y complejidad de los casos de esta población, Villar explica que la metodología no puede ser la misma ya que genera un sesgo en la toma de datos porque “no capta sus conductas específicas como pueden ser el ocultamiento por temor o desconfianza y la movilidad de un lado al otro”, asegura el abogado.

A través de su titular, Victoria Donda, el INADI dio curso a la denuncia y citó a Lavagna para que, con la participación de INDEC y Proyecto7, las partes puedan continuar negociando en torno al conflicto e intentar llegar a un acuerdo. Según afirma Villar, el objetivo de la denuncia apunta a “poner en superficie una omisión discriminatoria con la utilización de una metodología homogeneizante”. Por ese motivo, la visibilidad mediática del conflicto con la meta de lograr una reunión con el INDEC mediante el INADI funciona como “una presión política, no en términos de apriete, sino virtuosos, para quien va dirigida”, agregó Villar. 

En caso de no presentarse Lavagna, “solo sería una muestra más de querer invisibilizar a las personas en situación de calle y un aval implícito por parte de él y del organismo que tiene a cargo de una metodología equivocada e ineficaz que lleva adelante el GCBA desde hace años y que sólo refleja números mentirosos”, expresa la organización en el comunicado de prensa.

Villar concluyó que lo que se busca es establecer un contacto institucional con el titular del INDEC para encarar, en conjunto, el perfeccionamiento del censo específico estipulado por la ley de personas en situación de calle, sancionada en diciembre del año pasado, que además cuente con la participación de las organizaciones sociales.

El arte de dar clase en la cocina de una escuela

El arte de dar clase en la cocina de una escuela

La comunidad educativa de la Escuela Secundaria de Artes de Esteban Echeverría se encuentra en estado de alerta y movilización. Reclaman contra el ajuste a la educación y en defensa de una de las cinco escuelas de arte de la Provincia.

La comunidad educativa de la Escuela Secundaria Especializada en Artes N°1 de Luis Guillón está en estado de alerta desde antes de la pandemia y con el inicio de las clases presenciales retomaron los reclamos ante la inacción de las autoridades municipales y provinciales. Exigen respuestas para que les garanticen el derecho a la educación, mejoras edilicias, profesores y preceptores para la cobertura de cargos vacantes y personal auxiliar docente.

La ESEA N°1º o “El Poli», como se conoce a la institución en la zona, es una de las cinco escuelas secundarias especializadas en artes de la provincia de Buenos Aires, está ubicada en la localidad de Luis Guillón, Esteban Echeverría, y concentra a los estudiantes de todo el distrito y, también, de distritos vecinos como Lomas de Zamora, Lanús o Cañuelas, porque “la otra escuela de arte más cercana queda en San Isidro”, según comentan los padres. Una de las denuncias principales se refiere a la infraestructura. La comisión de madres y padres Autoconvocados en defensa de la ESEA dice: “La escuela fue creada para 280 chicos y tuvo que absorber el primer ciclo de la secundaria que comenzó en tercer año y ahora son 700 chicos y chicas”. Además, los padres agregan: “Los espacios que eran, por ejemplo, sala de profesores, preceptoría, laboratorio, biblioteca y cocina se convirtieron en aulas. Hay un aula que es de un metro por un metro donde la profesora o profesor que esté tiene que escribir en el pizarrón, salir para dar la explicación y tiene que volver a entrar”.

En este sentido, Cristina, otra de las madres menciona que, pese a que no hay espacio, hay dos aulas que se clausuraron por la rotura de un caño cloacal, por espejos rotos o por el piso astillado en el salón donde hacen danza. Ella misma explica que en una reunión en el verano vivió lo que viven sus hijos todos los días: “Ahí fue cuando empezamos a abrir los ojos nosotras. Tuvimos una reunión un día de mucho calor, a la mañana, en un aula con espejos para vocalizar que es de 1×1 y no podíamos estar”. Los padres y madres comenzaron a reunirse luego que el Director los convocó de urgencia y empezaron a surgir todas las problemáticas que tiene la escuela, ya que sólo conocían hasta la puerta y se enteraban de las cosas que pasaban por sus propios hijos e hijas.

Otro de los reclamos que es clave tanto para los padres como para los estudiantes y docentes es el de la seguridad. La escuela está ubicada al lado de un centro de distribución de bebidas, de donde entran y salen camiones constantemente y de una empresa de colectivos. En la calle no hay semáforos y hay poca señalización. Mientras un grupo de estudiantes y madres dialogaba con ANCCOM, un camión de gaseosas pasaba por al lado del grupo y les grita: “Ojalá que nos echen de acá, sigan reclamando”. Éste se une a otro de los pedidos que es el de tener un comedor dentro del establecimiento, porque al mediodía los chicos salen a la calle a comer, en cualquier lugar donde puedan sentarse y sacar sus viandas. “Digan lo que digan es una escuela con doble jornada. Los chicos entran a las 7.30 y los que más temprano se van son a las 15.30, después a las 17.30 o 18.30. Y la única merienda que tienen es un té o un mate cosido y ahora lo que les están repartiendo es un paquete de galletitas, unas vainillas”. Por lo cual, sí o sí tienen que traer su vianda que, según comenta otra de las madres: “Antes mi hija podía traerse la vianda y la podía calentar en el microondas, pero ahora está todo deteriorada la instalación eléctrica, prendían las luces de abajo y saltaban las de arriba, prendían las de arriba y saltaban las de abajo. Además, se electrificaron las paredes”.

A fines de abril, las familias, sindicatos del distrito y docentes desde la Plaza Bellas Artes, ubicada a metros de la escuela, realizaron una gran movilización, con el reclamo que se podía leer en las banderas y pancartas que ellos mismos realizaron: “Educación digna ya”. La movilización comenzó allí, caminaron hasta la oficina de inspectores de Monte Grande al grito de “Escuela Nueva ya», bailaron y cantaron acompañados de bombos y redoblantes. Luego, fueron al Consejo Escolar donde los recibió una línea de policías que custodiaban el edificio. Y desde allí fueron a la municipalidad. Nunca dejaron de cantar y agitar las banderas con sus demandas. Un grupo de padres fue recibido y pudieron hablar con el Subsecretario de Gobierno quien les dijo que desde el estado municipal no pueden resolver sus reclamos, ya que el organismo a cargo del presupuesto para la construcción y refacción de escuelas es la Dirección General de Cultura y Educación. Leonardo Diaz, uno de los padres que ingresó a la reunión dijo: “Les pedimos que se hagan cargo de las cuestiones críticas de seguridad, porque si le llega a pasar algo a algún chico o chica, ahí sí va a ser competencia suya”. Desde el Municipio les recibieron la nota con los reclamos e iniciaron un expediente administrativo.

En las semanas posteriores a la movilización se designaron auxiliares y también dos preceptores por turno, pese a que debería haber cuatro a la mañana y cuatro a la tarde. También se cubrieron cargos docentes que estaban vacantes. “Lo que están haciendo hasta ahora son parches” y nuestros hijos siguen hacinados cursando en aulas que tienen bachas porque eran laboratorios, no tienen vestuarios para danzas, ni aulas acústicas. “Uno de los padres que es Licenciado en Seguridad e Higiene realizó informes que demuestran las falencias”, dice Mayra, otra mamá de la Comisión. Sin embargo, el objetivo de máxima es el que se exige hace años y es una escuela nueva, con instalaciones aptas para que cada estudiante pueda hacer aquello que ama.

«¿Por qué todo es transparente y la cárcel no?»

«¿Por qué todo es transparente y la cárcel no?»

El Centro Cultural Paco Urondo reunió tres experiencias de emisiones radiales desde presidios. Se viene el encuentro internacional de la Prison Radio Conference.

¿Qué vemos, escuchamos y sabemos sobre las vidas de quienes pasan sus días privados de la libertad? ¿Quiénes y desde dónde las y los hablan? ¿Qué conocemos más allá de los estereotipos estigmatizantes fabricados en noticieros y ficciones?

Estas preguntas reúnen algunas de las cuestiones principales de las que se hablaron, el viernes pasado, en el Centro Cultural Paco Urondo, en el panel ¿Qué onda? Radios y Cárceles en Latinoamérica y el mundo, que reunió diferentes experiencias de radios en cárceles, principalmente, de Reino Unido y Argentina.

En un tiempo histórico en el que reina el mandato de mostrarlo todo, la Defensora del Público, periodista y exdetenida desaparecida Miriam Lewin, se preguntó: “¿Por qué todo es transparente pero la cárcel no?” Y afirmó que «cuanto más transparentes y más porosas son las paredes de las cárceles en cuanto a derecho a la comunicación, menos posibilidades hay de que se violen otros derechos fundamentales como el derecho a la vida, al trabajo y a la salud».

Ya sea como crítica a la concepción empresarial, mercantil e ideologizada de los mensajes que circulan en los medios de comunicación masivos y audiovisuales, ya sea a partir de los interrogantes a cómo estos mensajes imponen ciertas interpelaciones, ya desde los cuestionamientos a la falta de políticas públicas, el derecho humano a comunicarse anudó las diversas exposiciones del panel.

Lewin y Dany Fernandez, integrante del programa La comunicación desde adentro de la Defensoría del Público, comentaron que el organismo trabaja promoviendo en las cárceles el derecho a la comunicación y la formación de audiencias críticas, y analizaron cómo las representaciones y discursos estigmatizantes de los medios funcionan como condena, aunque muchas veces la justicia aún no se haya expedido o lo haga tarde y mal.

“Los medios invisibilizan las problemáticas que se viven en los contextos de encierro así como las acciones inclusivas realizadas en las unidades penales como talleres, cooperativas y la educación a la que acceden internos e internas», seña el informe compartido por la Defensoría del Público que, además, expresa: “El ejercicio de derechos se asocia con la idea de privilegios inmerecidos, fomentando la negación de todo derecho”. Asimismo, denuncia la ausencia de fuentes y estadísticas confiables o el uso sesgado de las mismas en los informes periodísticos.

Traspasar los muros, confrontar estereotipos, romper la incomunicación y el aislamiento, desarmar las frases hechas y contar en primera persona el funcionamiento del dispositivo judicial y la experiencia del encierro es una necesidad y un derecho.

Radio Mosquito, proyecto coordinado por Diego Skliar y Diego Tejerina y realizado por estudiantes del Centro Universitario San Miguel (CUSAM) en la Unidad Penal N° 48 de José León Suárez, cuenta en su episodio 62 la absolución de Martín Muñoz, quien pasó 13 años y 6 meses preso por una “causa armada”.

Para Skliar «no es un tema de visibilidad, nadie puede decir que no sabe cómo se vive en las cárceles argentinas”. Sostuvo que estamos en un momento “triste y problemático” porque se trata de un grado superior de represión legitimada. Y disparó la pregunta: “¿Por qué las voces de las personas privadas de la libertad sólo aparecen en medios comunitarios y no tienen representación en los grandes medios públicos y privados?” Señaló el necesario compromiso de estos actores fundamentales y afirmó que “la política pública no puede ser una carambola” que deje la resocialización en el plano del poder de resiliencia de cada persona.

Fernández, fundador e integrante del proyecto Radio Belgra, y Daniel Tejerina, sociólogo y creador de Radio Mosquito, conocen en carne propia y desde su cuerpo silenciado -y hablado por otro- qué significa el encierro. Coinciden en que recuperar y construir la propia voz es lo que les permitió pensar y construir nuevas narrativas y proyectos de vida. «Fue la literatura y el acceso al espacio radial lo que me llevó a preguntarme quién era, si era en verdad eso que decían de mí, si eran verdad esas representaciones en la radio o la tele de los pibes con visera, si era verdad que quería morirme en cana», contó Dany.

RadiOculta, una experiencia radial puesta en marcha en la cárcel de Devoto en 2017, emite semanalmente los jueves a la medianoche por FM La Tribu y está coordinada por la radio en conjunto con el Programa de Extensión en Cárceles (PEC) de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Alejandro Demasi, de FM La Tribu, insistió en que es preciso que en las cárceles se apropien de la radio como instrumento, “más allá de las organizaciones sociales u organismos públicos vinculados al proyecto” y que una meta colectiva deseable tiene que ser la construcción de una red nacional de este tipo de proyectos.

Phil Maguire, docente, periodista y activista, compartió en el panel la experiencia de National Prison Radio (NPR) en Reino Unido, “una radio hecha por y para personas privadas de la libertad, escuchada aproximadamente por el 75 por ciento de la población que vive en cárceles, en un promedio de 13 horas por semana”. Maguire destacó que NPR tuvo muy buenos resultados y logró cambiar la representación que algunos noticieros tenían sobre lo que pasa dentro de las cárceles, hecho que les sirvió para evidenciar el impacto del proyecto y obtener el apoyo “estratégico y financiero” del Ministerio de Justicia que es hoy “su principal socio”.

Maguiere llegó a Argentina buscando tender redes para un ambicioso proyecto: poner en sintonía las radios en cárceles a escala internacional. El próximo 15 de junio, en Oslo, Noruega, tendrá lugar la primera edición de la International Prison Radio Conference. Se espera que el encuentro sea replicado en 2023 en Londres y en 2024 en algún país de Latinoamérica.¿Queremos involucrarnos y escuchar?