La marihuana y las contradicciones del Estado

La marihuana y las contradicciones del Estado

Mientras que el Poder Ejecutivo envía proyectos de ley al Parlamento para industrializar su producción, las fuerzas de seguridad castigan a quienes la cultivan y la consumen. La Corte abre este miércoles una audiencia pública para analizar el tema.

El año 2021 concluyó con más de 33 mil personas autorizadas a cultivar y transportar cannabis medicinal en todo el país. Pero, aún así, muchos de ellos sufren acoso por parte de la policía cuando necesitan usar el cannabis o sus derivados en la vía pública e incluso cuando cultivan en la privacidad de su hogar. Este miércoles, la Corte Suprema de Justicia convocó a una audiencia pública para escuchar argumentos antes de pronunciarse acerca de si las familias de niños y adolescentes bajo tratamiento con cannabis terapéutico deben ser facultadas a “cultivar para sus hijos sin control del Estado”.

Hecha la ley

Antes de aprobarse la Ley N° 27350 de Cannabis Medicinal, en noviembre del 2020, Argentina permitía su uso solo para pacientes con epilepsia refractaria. Eran los únicos con acceso a importaciones, aunque por medio de  engorrosos certificados. Esta nueva legislación habilitó el autocultivo, el cultivo solidario y el cultivo en red de la planta, para fines medicinales, terapéuticos o paliativos del dolor. Es decir, cualquiera que tenga indicado tratamiento de cannabis puede cultivar legalmente en exterior hasta nueve plantas en quince metros cuadrados: el único requisito es el aval de un médico junto con la inscripción en el registro REPROCAN (Registro del Programa de Cannabis)

“En principio,  la nueva reglamentación tuvo en cuenta las especificaciones del modelo canadiense. Este programa permite vincular médicos con pacientes: el paciente obtiene su medicina pero el médico también un estudio sobre esa planta”, explica Juan Palomino, abogado especialista en el tema.

Bajo su propio lema “La lucha del cannabis es salud”, el abogado sostiene que esta militancia enmarca un concepto amplio que es el derecho a la salud entendido como un estado de bienestar psicofísico que “funciona terapéuticamente” y “ocasiona mejoras en los consumidores”. En este sentido, el profesional apoya el uso medicinal para quien quiera, independientemente de su condición de salud: “Entendemos que el usuario que consume no siempre está enfermo y que en esos casos se debe regularizar como uso adulto y responsable”.

Los policías privan de la libertad a los consumidores e inician causas penales como castigo”, detalla Palomino.

Hecha la trampa

Si bien estas regulaciones son un avance legislativo, la aplicación de la ley presenta contradicciones con otras anteriores. En Argentina, la Ley 23737 penaliza la tenencia de marihuana en función de la producción, comercialización y uso personal, por lo tanto, la ley vigente considera un delito constitucional la tenencia para el propio consumo.

El profesional detalla: “Hay un famoso fallo denominado Arriola, que en el año 2009 estableció modificaciones a esta ley y declaró que la tenencia de estupefacientes para consumo personal es una conducta privada protegida por la Constitución Nacional. Aun así, los policías privan de la libertad a los consumidores e inician causas penales que funcionan como castigo”, detalla Palomino.

Frente a este contexto, el Estado propone marcos regulatorios para el consumo medicinal pero a su vez persigue a quienes consumen la planta: “Esta diferencia se debe a que la nueva regulación de la ley y el Registro vienen, en principio, a proteger solo a los usuarios medicinales pero incluso en esos casos también son perseguidos”, afirma el abogado.

Por su parte, Emilio Ruchansky, integrante del Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA) y coordinador del proyecto de Ley de Cannabis Medicinal afirmó que la Ley de Cannabis Medicinal  “es el comienzo de un nuevo marco regulatorio que quita a la planta de un lugar tabú, regula su uso medicinal en salud y prepara el terreno para avanzar en otros campos que son el verdadero problema de fondo: la regulación del uso adulto”. Paradójicamente, la tenencia de drogas para uso personal, mayormente de marihuana, es el delito que más creció.

Hecho el proyecto

A fines del 2021, organizaciones civiles, políticas e investigadores redactaron un proyecto que estipula la modificación en el articulado de la Ley 23737. Este cambio propuesto por la presidenta de la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados Carolina Gaillard (FdT) no solo modifica el Régimen Penal de Estupefacientes sino que además despenaliza la tenencia para consumo personal, incluyendo el cannabis que tendría un régimen especial.

En el mismo documento se incluye la legalización del autocultivo de cannabis para uso personal correspondiente a 40 gramos de tenencia y nueve plantas en floración al igual que los límites máximos que hoy el REPROCANN permite. Este cambio busca garantizar que los usuarios medicinales y quienes cultiven en forma solidaria, no sean perseguidos y que sus cultivos destinados para la salud se respeten.

En este sentido, Gaillard sostuvo a comienzos del año que estos cambios forman parte de las políticas de salud: “Es urgente una reforma de la Ley de Estupefacientes porque esto va a permitir implementar otras formas de cuidado de la salud en línea con las políticas de reducción de daños”.

El proyecto hace foco en que la persecución penal se oriente a la narcocriminalidad y el mercado ilegal de sustancias psicoactivas, entendiendo que “las conductas privadas de usuarios y usuarias no significan un daño a la salud pública y su persecución, en cambio, genera sistemáticas afectaciones a derechos fundamentales”, remarcó Gaillard.

En este aspecto, la criminalización por cultivar sigue siendo uno de los mayores miedos por parte de los usuarios y, a la vez, una de las principales luchas: una de ellas tuvo lugar el 20 de abril de 2022 en las calles bonaerenses con asociaciones como el Frente de Presos y Presas por Plantar, gremios, universidades y asociaciones como Acción Cannábica. “No más presos por cultivar, indulto, amnistía o absolución de los detenidos, y que dejen de perseguir a los cultivadores”, expresaban los carteles de colectivos, asociaciones y pacientes.

Al final del proyecto, la diputada también promueve que los Ministerios de Seguridad, como las policías, el Poder Judicial y los Ministerios Públicos Fiscales capaciten a cada profesional frente a estas situaciones; además se excluye de responsabilidad criminal a médicos que recetan cannabis con destino medicinal, terapéutico y/o paliativo.

“Cuando vos regulás, tenés estándares de mejor calidad», señala Ruchanksy.

Salud y formación

Otro aspecto problemático en relación al cannabis, es la poca formación que brinda el Estado y a la que accede el personal de salud: “De parte de los médicos se debe a la falta de formación o por desacuerdo con el uso de cannabis medicinal pero, a la par, se debe a la inexistencia en el sistema público de unidades de atención pensadas para estos tratamientos. Hoy, para tener derecho a cultivar y transportar tu medicina, tenés que pagar una consulta médica privada porque el Estado no ofrece un listado”, cuenta Palomino.

En cuanto a las políticas públicas en salud, Ruchansky expresa que en el país no hay una política de prevención de riesgos: “Cuando vos regulás, tenés estándares de mejor calidad. Esto te permite saber qué es lo que estás consumiendo” y agrega que esto “no quita mencionar” que el consumo problemático es una realidad de la que también “debe encargarse el Estado”.

Es que la marihuana, como cualquier otra sustancia, puede generar ciertos hábitos de consumo, que dependen no solo de la persona sino también de su contexto, sostiene el profesional:  “La marihuana no genera dependencia física como la cocaína o el cigarrillo pero sí dependencia psicológica como cualquier sustancia; en esos casos es el Estado el que tiene que acompañar esos consumos problemáticos con una política concreta”.

Pero, ¿qué asistencia o tratamiento se le puede brindar a los consumidores si el adicto es tratado como un criminal? ¿Cómo puede haber un plan de asistencia a las adicciones que aborde los problemas de salud y el uso de drogas? Palomino subraya que la base de esta política es la despenalización y la información: “Tenemos que poner sobre la mesa temas como el uso adulto que son parte de una realidad social. Quiero decir con esto que no debemos demonizar la marihuana sin hablar con propiedad: tenemos que investigar sus efectos, sus riesgos y la forma de reducir los mismos”, cierra.

Y llega la ciencia

De esta manera, cada vez son más los proyectos que presentan los dirigentes políticos para promover el uso del cannabis y sus derivados: el 19 de abril de este año, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación anunció el financiamiento para el estudio científico del cannabis. La actual Ley Medicinal estipula el acompañamiento económico para el estudio de la planta, algo que no había ocurrido hasta la fecha. El objetivo propuesto por el oficialismo es “generar conocimientos y avances sobre las propiedades del cannabis y sus derivados” , detalló el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación,  Daniel Filmus.

Por su parte, Nicolás Di Biase, médico de la Red de profesionales para el estudio del cannabis, en diálogo con Radio Nacional expresó que los 250 millones de pesos que invertirá el Estado se usarán para «comenzar el estudio de enfermedades como en Canadá, Israel y Estados Unidos. Pero para lograr un archivo nacional debemos investigar cuáles son los usos que tiene la planta y  los derivados como el aceite del cannabis, incluso las flores para vaporizar cannabis, que son las formas medicinales para seguir promoviendo», añadió.

Hoy, el régimen jurídico y la política de seguridad en Argentina se contraponen con el proyecto que el mismo Poder Ejecutivo nacional presentó para incentivar y regular la producción y comercialización del cannabis para uso medicinal. Incluso la persecución a los consumidores tampoco es coherente con esta nueva ley ya que cuenta con dificultades en su sistema de registro y no es acompañada por una política integral de consumos problemáticos, algo que el Estado debe garantizar.

Operación Chatarra

Operación Chatarra

Mientras una empresa argentina desmantelaba una vieja factoría ballenera en las Georgias del Sur para venderla como desguace, se desató la guerra. Uno de sus protagonistas cuenta cómo se gestó la excéntrica aventura comercial, su recuerdo de Astiz y el día que cayeron prisioneros de los británicos.

Semanas después del desembarco de los chaterreros en las Georgias,  se desató el conflicto bélico en Malvinas.

En el Atlántico sur, 1.390 kilómetros al sudeste de las Malvinas, se encuentran las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, territorio bajo poder inglés y reclamado por la Argentina. Allí, el 17 de marzo de 1982, un grupo de trabajadores argentinos desembarcó para desmantelar unas antiguas factorías balleneras y venderlas como chatarra. Lo que ellos no sabían es que un extraño incidente precipitaría la ocupación militar inglesa de las Georgias, donde estaban las fábricas, y los inmiscuiría en el escenario bélico. Para saber más sobre este episodio, ANCCOM dialogó con Ricardo Cacace, coordinador del desguace, quien por entonces tenía 33 años.

Tres años antes, el empresario y chatarrero argentino Constantino Davidoff había decidido organizar la operación. Las tres factorías en las Georgias del Sur procesaban los cetáceos de los que extraían el aceite, la carne y otras partes útiles. Las tres terminales, Husvik, Strommes y Leith, pertenecían a la empresa inglesa Salvensen y estaban conectadas por caminos. En Leith llegó a haber, incluso, un cine al que asistían los marineros. Las instalaciones fueron cerradas en la década del 60 cuando se prohibió la caza de ballenas.

Luego de intensas negociaciones para obtener las habilitaciones, Davidoff contrató a un equipo de técnicos y metalúrgicos para desarmar toda la infraestructura y venderla como chatarra, estimada en unos 30 millones de dólares: “En el año 80 la situación en Argentina no era la mejor: estábamos con un gobierno de facto y particularmente la industria no era lo más floreciente. El negocio estaba ahí, al alcance, pero no tenían cómo realizarlo, necesitaban logística, no tenían trabajadores, ni equipos, ni barcos“, relata Cacace.

Para ese momento, Cacace no solo contaba con años de experiencia en la industria sino que también tenía contacto con inversores, como el Banco Juncal. “Yo tenía un amigo que trabajaba en el banco así que los puse en contacto y me desligué”, señala. En diciembre del 81, un pequeño grupo viajó a conocer el lugar y logró despertar el interés del Banco Juncal para financiar el operativo. Luego se contrató a la empresa de Davidoff para las tareas de desguace y hacia fines de febrero lo llamaron a Cacace. “Me comentaron que estaban organizando la expedición y que necesitaban que fuera como coordinador para determinar las prioridades de carga”, cuenta.

Con los permisos y pasaportes correspondientes, los trabajadores desembarcaron en las Georgias. “Los ingleses estaban al tanto de que viajábamos y fuimos totalmente blanqueados, era un tema comercial y para toda la tripulación era un salvavidas económico muy grande”. Los primeros días recorrieron el pueblo fantasma de Stromness y pusieron en funcionamiento los equipos y las instalaciones para comenzar a trabajar. Los directivos se ubicaron en la mejor vivienda de la estación y los obreros en las barracas que habían albergado a los balleneros. En ese tiempo, se mantenían informados por Radio Colonia y tenían comunicación frecuente con sus familiares. Sin embargo, el izamiento de una bandera argentina marcaría un antes y un después en la expedición.

En su libro Desembarco en las Georgias, el periodista e investigador Felipe Celesia escribe: “El soldado Horacio Locchi, hincha fanático de River, empezó a ver dónde podía colocar su banderín del equipo. El director de la operación, Jorge Patané, lo cruzó con una bandera argentina y lo convenció de izar la enseña patria. Locchi accedió y la colgó de un remo roto que sujetó con alambres a un transformador eléctrico”.

El gesto, realizado sin ceremonia ni tropas, ocasionó una protesta británica y el envío de militares desde Malvinas para desalojar a los trabajadores por la fuerza: “Unos civiles se acercaron, hablaron con el capitán del barco y se bajó la bandera inmediatamente para evitar conflictos. En mi opinión, los dos gobiernos esperaban que algo ocurriera para comenzar a pelear. Viéndolo hoy entiendo que algo hubo, una estrategia o una ‘cama’”, sostiene Davidoff.

A la par de estos hechos, la Junta Militar dirigida por Leopoldo Fortunato Galtieri programó la recuperación de las Malvinas, denominada en principio Operación Azul, y el 2 de abril de 1982 se desató la guerra. En las Georgias, mientras tanto, el teniente Alfredo Astiz –hoy condenado por crímenes de lesa humanidad- encabezó un acto para celebrar la toma de posesión de la Argentina en las Malvinas pero, a las pocas horas, fue rodeado por tropas británicas. “Luego de esto, nunca más vimos a Astiz. Los ingleses terminaron tomando las Georgias, nos desalojaron y, al ser civiles, nos llevaron como prisioneros a Stromness, una zona montañosa con cerros, donde pasamos la noche en unos galpones”.

El trayecto a los depósitos no fue amable: armas de fuego, morteros, fusiles y un simulacro de fusilamiento. “Ellos estaban distendidos, fumando, riendo y buscaban sin duda asustarnos porque si hubiesen querido matarnos, éramos blanco fácil. Ese fue el peor de los momentos, nos quedamos en los galpones al lado del mar toda la noche y por suerte no llovió ni nevó porque no la hubiéramos contado”, explica Cacace. A la mañana siguiente, un helicóptero bajó y comenzó a distribuir a los trabajadores en distintos navíos con la ayuda de la Cruz Roja Internacional que los reubicó en Uruguay.

En mayo del 82 el equipo regresó a la Argentina y cada cual siguió su propio camino: “Nosotros fuimos los primeros que volvimos al continente, el 20 de mayo, y apenas llegué salí a buscar trabajo para mantener a mi familia porque nadie daba nada. Recuerdo que trajeron escondidos en los camiones a los soldados que sobrevivieron y este regreso fue muy difícil para estos jóvenes que no tenían preparación para ir a la guerra. Allá era matar o morir y aquellos chicos se tuvieron que hacer hombres de golpe”.

Según Cacace, el Estado sigue en deuda hasta nuestros días. “Hace cuatro años, tuve la oportunidad de viajar a Malvinas y te puedo asegurar que es poco lo que le puedan dar a un veterano de guerra. Mandamos jóvenes a morir y desde entonces hay un abandono de la gente que dio su vida por la patria. Lamentablemente, quienes tuvieron la suerte de retornar tienen dificultades para conseguir trabajo, para atenderse o problemas psicológicos. Y es un hecho que hubo más suicidios de veteranos que los que murieron en la guerra”.

«Los adolescentes consumen lo que pueden y no lo que quieren»

«Los adolescentes consumen lo que pueden y no lo que quieren»

Según un informe del SEDRONAR la droga ilícita más consumida en la Argentina es la marihuana. ¿Qué dicen quienes la usan de forma recreativa?

El siglo XX trajo consigo la globalización y con ella cambios en las maneras de consumir. En el caso del cannabis, las sociedades primitivas pasaron de un uso tradicional y medicinal a las sociedades modernas con consumos, en este caso, de sensaciones y experiencias. Estas transformaciones también repercutieron en nuevos modos de pensar la relación entre los jóvenes y los consumos cotidianos. Es en este contexto que aparece la noción de «consumo responsable», la cual deja de implicar un consumo pasivo para tener un rol activo, consciente y crítico.

Un cambio profundo en esta relación se produjo cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció la utilidad del cannabis medicinal para mitigar los síntomas de múltiples enfermedades: glaucoma, autismo, quimioterapia o parkinson. Además, se comprobó que funciona eficazmente en algunos tipos de epilepsia, aminora el dolor menstrual e incluso es beneficioso para controlar y paliar procesos de ansiedad y depresión.

En Argentina, el uso medicinal y el autocultivo se legalizó en noviembre de 2020, en esta línea, este avance legislativo invita a debatir, una vez más, el uso adulto o recreativo específicamente en adolescentes.

Por otro lado, su uso recreativo (aún no aprobado en Argentina) es cada vez más frecuente. Según el informe Marihuana: intensidad del consumo publicado en 2017 por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar) el cannabis es la sustancia más “probada” al menos alguna vez luego del alcohol y del tabaco, y también la droga ilícita más usada en el país. El estudio organizado por el Centro de Estudios Culturales del Cannabis (CECCA), con el apoyo de la Universidad Nacional de Quilmes y de la revista THC, reveló que entre 2010 y el año de la difusión de este informe el consumo creció en todos los grupos de edad, tanto en varones como en mujeres.

La adolescencia es una etapa que va formando la identidad y la búsqueda de autonomía e implica el cuestionamiento a cualquier autoridad que ponga límites, pero sobre todo se caracteriza por la necesidad de experimentar. Asimismo, los jóvenes están insertos en una sociedad que tiene una fuerte presencia de industrias que empujan al consumo. Además, en la actualidad el acceso a las sustancias es más fácil y rápido, por lo tanto, ellos mismos toman la decisión de qué probar o experimentar.

Existen diferentes formas de consumir drogas. Un primer contacto que puede quedar ahí o luego continuar; ocasional, caracterizado por el uso intermitente de las sustancias con largos intervalos de no consumo y que está asociado a la búsqueda del placer, relacionarse, relajarse; y por último, un consumo frecuente, diario. Para saber si alguna sustancia provoca algún tipo de dependencia, debemos evaluar qué tipo de sustancia es y el contexto en el que se consume.

Para Olavarría la dependencia de cualquier sustancia conlleva ciertos comportamientos que motivan el impulso y la necesidad de tomar una sustancia en forma continua y regular para sentir el efecto o para evitar sentir el malestar que provoca no consumirla: “El problema es cuando el consumo afecta la salud física y mental, las relaciones primarias como la familia y amigos, las relaciones secundarias como el colegio o el labor y hasta  presentar problemas legales. Pero no todos son casos problemáticos”.

A la hora de hablar del consumo de cannabis, muchos jóvenes mencionan su uso recreativo, sin embargo, Olavarría considera que en este período lo que hay es “uso adulto”: “Muchas veces, por cómo mencionamos las situaciones, reforzamos conductas como sucede con las publicidades de alcohol que permanentemente inculcan valores positivos a dicho consumo en los jóvenes”. A la par afirma que en este proceso el consumo de cualquier sustancia debería ser cero ya que el cerebro madura hasta los veinticinco años y cualquier sustancia psicoactiva y psicotomimética como el cannabis impacta allí y provoca daño. Aun así, para la psiquiatra, la cuestión pasa “por el lado de la experimentación”.

La experimentación y el uso adulto de drogas es muy propio de esta etapa de la vida para sentir placer o para aliviar un sufrimiento. Respecto a este tema, ANCCOM inició un debate en el foro «Cultura Cannabica», un espacio de discusión sobre diversas temáticas del cannabis para que algunos jóvenes explicaran el propósito de su consumo:

“Se dice muchas veces que los jóvenes consumimos por tener tiempo libre o porque estamos aburridos pero la verdad es que a mí me sirve mucho para calmar las tensiones con el entorno familiar o mismo para dormir”, explica Julian, miembro del grupo de Facebook.

Otros lo refieren para mejorar la creatividad: Yo generalmente fumo cuando llego a casa del colegio y me pongo a dibujar, siento que en ese es mi momento conmigo mismo para hacer lo que amo de una manera distinta”; (Selene, joven de 24 años). Otros señalan que se trata de un momento para compartir con amigos: “Nosotros preferimos juntarnos para comer y fumar en una casa en vez de un boliche, no solo porque la pasamos bien sino porque nos sentimos seguros y acompañados entre amigos”. (Lucas, 39 años, Almagro)

En este sentido, la especialista afirma que esto sucede porque el cannabis relaja, deshinibe y esto hace que los jóvenes se sientan más divertidos y menos estresados. Para Olavarría hay quienes usan el consumo para identificarse, en este caso por medio del Cannabis: “Los adolescentes están en permanente búsqueda de una identidad, su principal angustia esta, entonces, en ¿quién soy?, ¿qué pienso?, ¿con quién me identifico? Por eso es fundamental en esta etapa fomentar actividades placenteras relacionadas con hábitos saludables para que puedan identificarse, por ejemplo, con el deporte, la música, el arte en lugar del cannabis o cualquier otra sustancia como el alcohol”.

El último estudio de Sedronar del 2021 sobre consumo en estudiantes universitarios pone de manifiesto que las principales motivaciones hacia el consumo tienen que ver, en primer lugar, con la diversión y el placer, seguido de problemas personales, o consumo de amigos y, por último, la indiferencia a la información sobre los daños.

Siguiendo esta línea, la médica destaca que no es menor que en plena pandemia el 30% de los encuestados refirió como principal motivo de consumo el relajarse: “Esto habla del estrés que vivieron los adolescentes por la pandemia y que no estamos trabajando como sociedad en enseñarles y en proveer otras formas para relajarse y tramitar sus emociones, y en esto la familia y los colegios tiene un rol fundamental”.

Barrios vulnerables

El contexto social de los barrios vulnerables provoca sufrimiento, violencia, desigualdad y por supuesto consumos de sustancias. Para Olavarría hay tres ejes que funcionan como factores de riesgo: el social y cultural, el familiar y el individual: “¿Cómo tolero tanto malestar?, ¿dónde encuentro placer? El consumo engloba estas dos preguntas y es la respuesta ante el sufrimiento y la búsqueda de placer”.

La disponibilidad de la sustancia es otro factor de riesgo de consumo y  atraviesa todos los sectores: “Los adolescentes consumen lo que pueden, no lo que quieren. Muchas veces el acceso al alcohol fomenta el consumo masivo del mismo en los jóvenes, hay ofertas, te fían en el supermercado, hay en las casas. Es decir, es barato y lo consigo fácil, con el resto de las sustancias va pasando lo mismo”.

Sin embargo, el problema con todo esto es, por un lado, el “efecto góndola”, es decir el dealer vende lo que tiene y no lo que tal vez el adolescente quiera consumir, con situaciones en las que se va a comprar cannabis pero como no tenía, se termina comprando LSD o pastillas y por el otro, la falta de reducción de daños que hay en el país por las leyes que nos atraviesan: “Un ejemplo de esto es lo que pasó hace poco con la cocaína adulterada. Sobre este tema muchos estudios manifiestan que cuando los adolescentes conocen los componentes de la sustancia que eligen para consumir el 90% elige no consumirla si está adulterada o no tiene los componentes que debería tener esa droga”.

El uso adulto de esta sustancia y su calidad es hoy una problemática a resolver. Parece necesario concientizar y dar herramientas a los jóvenes que deciden aprovechar los beneficios de esta planta: “Mis padres saben que fumo aunque no están de acuerdo. La realidad es que lo hacemos como una forma de vida y de salud, queremos ser conscientes sobre lo que estamos consumiendo”, detalla en el foro Juan, consumidor frecuente de cannabis.

En este sentido, para la médica el uso responsable de una sustancia se alcanza sólo a través del conocimiento sobre lo que se consume: “Si vas a experimentar sabé con qué lo vas a hacer y de qué forma es más seguro hacerlo”. Asimismo aconseja evitar consumir a quienes tengan antecedentes de familiares con trastornos por uso de sustancias o psicosis o si están en período de embarazo. Lo importante acá es siempre evaluar el momento y el contexto: “Las sustancias te van a dar el viaje según cómo estás vos anímicamente. Es clave el control clínico anual con tu pediatra y comentarle que consumís, así cuidas tu salud”.

Por otro lado, la legislación reconoce a los adolescentes como sujetos de derechos y establece el concepto de autonomía progresiva, la cual impone la obligación de atender a toda persona menor de 18 años con o sin acompañamiento siempre que llegue de forma voluntaria.

Finalmente en este escenario, algunos consumidores apuestan por la legalización de la marihuana no solo para hacer frente a los malos usos de esta sustancia sino también para terminar con el mercado negro.

El regular la calidad y la presencia de cannabinoides psicoactivos implica la existencia de un Estado presente en materia de legislación pero, sobre todo, de salud pública. Un Estado que promueva las propiedades medicinales junto a programas de prevención, educación y salud para que cada consumidor tenga información verídica sobre los productos que consume.

¿Un argentino en la luna?

¿Un argentino en la luna?

 «Lo primero que hice cuando tuve una cámara fue apuntar al espacio”, cuenta Andrés Jones, realizador visual de efectos especiales, publicista, astrónomo aficionado desde pequeño y… ¿primer argentino en ir a la luna? Es pronto para decirlo, pero asegura que quiere ser uno de los ocho turistas que viaje al satélite terrestre en 2023.

Con sus primeros trabajos audiovisuales Jones compró su primera cámara reflex para capturar el cielo nocturno. Esta pasión no es mera casualidad porque estaba predestinada. Todo comenzó cuando Andres tenía unos cinco años y jugaba con un compañero, a quien su padre le regalaba juguetes de la NASA. A partir de ese momento, empezó a interesarse por el cielo. El punto de quiebre fue cuando llevó su libro favorito de astronomía al colegio y su maestra de primaria le dio una palmadita en la espalda de aprobación. Ese empuje, pero también curiosidad, sembró una semilla que creció hasta hoy, convirtiéndolo en un profesional de la fotografía.

Su pasión por el cielo se desarrolló a la par de producciones fotográficas y hasta el momento su único vínculo con el espacio era la recreación visual del espacio para documentales. Luego de unos años y ya con su Reflex en la mano, decidió dedicarse a la astrofotografía sin saber que su vida cambiaría tras el anuncio de Yusaku Maezawa, fundador CEO del negocio de moda más grande de Japón, ZozoTown: “Les invito a acompañarme en esta misión. Ocho de ustedes, procedentes de todo el mundo, viajarán conmigo a la luna”, dice el multimillonario en el video de su página oficial. El japonés habría comprado en 2018 todos los boletos para llevar a cabo el viaje privado de SpaceX que pertenece a la compañía de Elon Musk, la cual transportará a diez o doce personas.

 

Para muchos, esta propuesta fue descabellada. Andrés, por el contrario, no tardó ni tres segundos para inscribirse: «Estaba con mi pareja y le dije ‘Me inscribí para ir a la luna’. Ella incluso se anotó», comienza narrando. «Después le mandé un mensaje a mi hija contándole que me había anotado y me respondió ‘No es normal que a uno le llegue un mensaje así’”. Aun así, Andres cuenta con el apoyo de su familia para emprender esta travesía.

La última vez que los humanos alunizaron fue en diciembre de 1972, durante la misión Apolo 17, tripulada por los astronautas de la NASA Eugene Cernan, Harrison Schmitt y Ronald Evans. Durante la conferencia de prensa de lanzamiento de este proyecto, Musk dijo: “La intención es ayudar a avanzar en la tecnología de cohetes hasta convertirnos en una especie de múltiples planetas y una verdadera civilización espacial».

 

En este caso, la idea principal del japonés era que participaran pintores tradicionales. Sin embargo, cuenta en un video que durante años reflexionó sobre el concepto de «artista” llegando a la conclusión de que es “cualquier persona que haga algo creativo”. Para el astrofotógrafo esta particularidad se debe a que el empresario pone el ojo en la creatividad y no tanto en el arte clásico: “El artífice siempre transmite cosas pero en este caso, él no habla de ramas como podría ser un pintor sino de personas creativas. En este caso, yo soy creador audiovisual pero hoy me dedico de lleno a la fotografía nocturna. Esto es lo que me apasiona y por eso busco la creatividad en mis trabajos”.

 

Respecto al proceso de selección en curso, Jones detalla como fundamental el uso de computadoras actualizadas con un sistema operativo sólido para realizar diversas tareas en la página DearMoon. “Una de las primeras fue redactar nuestro proyecto de vida justificando como este viaje lo potenciaría. También tenías que enviar tres fotos personales, información sobre redes sociales y número de seguidores». En este sentido, es interesante pensar por que sería necesaria esta información para poder participar. Asimismo, detalló Spacex, la intención es generar turismo espacial con un aeropuerto en la luna. Hasta el momento, no está esa estructura así que este sería un vuelo orbital similar a lo que hizo la famosa misión del Apolo 11.

Como explicó el empresario nipón, quienes queden seleccionados, pasarán por tres instancias más que incluyen tareas, videoconferencias y chequeos médicos; a su vez Maezawa se hará cargo de todos los gastos, tanto del entrenamiento como del viaje. En cuanto a la confirmación, se estima que para junio estén los seleccionados para empezar el entrenamiento en EE.UU. “Si yo no quedo, me gustaría que algún argentino o latinoamericano quede seleccionado: esta es una gran experiencia para vivirla de cerca”, cierra el entrevistado.

 

Viajar a la luna es uno de los proyectos con más interés en los últimos años. Esto quiere decir que SpaceX no es la única compañía que trabaja en brindar unas vacaciones fuera de la Tierra, ya que otras empresas privadas han estado construyendo diversas formas de llevar turistas al espacio. Una de esas empresas es Orion Span que pertenece a Amazon y permitiría a partir del 2022 visitar la Estación Espacial Aurora. La pregunta central es qué tan caros serán los viajes y quienes estarían en condiciones de pagarlo. Las reservas ya están abiertas por 80.000 dólares, que formarán parte del total del precio, que asciende hasta los 9,5 millones de dólares por cabeza. La compañía asegura que seiscientas personas ya compraron sus pasajes, incluidas celebridades como Leonardo DiCaprio.

Todavía es pronto para saber con exactitud cuál de estas compañías encabezará este viaje. ¿Estamos más cerca de poder pasar las vacaciones fuera del planeta? En el mejor de los casos, algunos podrán hacerlo. ¿Quién ganará la carrera espacial, en versión privada, de llevar a los primeros turistas? ¿Será Andres Jones uno de los primeros junto a SpaceX y Yusaku Maezawa?

«No sé si soy el único rarito»

«No sé si soy el único rarito»

Matías Fenández Burzaco tiene 22 años, estudió periodismo deportivo, cursa talleres literarios y actualmente relata sus propias vivencias. Pasó de los relatos y crónicas de partidos de fútbol y básquet, a hacer periodismo y literatura sobre sí mismo. Al parecer, lo que comenzó en travesuras, salidas de boliche y fumar con sus amigos, lo llevó a protagonizar su propia historia con esta peculiar mirada.

Matías sufre fibromatosis hialina juvenil, una enfermedad que padece menos de un centenar de personas en el mundo y que se manifiesta con un exceso de piel que invade el cuerpo por dentro, por fuera y genera bultos redondeados que le impiden caminar o realizar algunas actividades diarias. En Formas propias: diario de un cuerpo en guerra  (Mirada crónica, Tusquets), desde el humor negro pero tambien desde la tristeza, Matías demuestra que las vivencias que le ocurren entre la cama y la silla de ruedas lejos están de ser estáticas. ANCCOM dialogó con el joven respecto su evolución en la escritura y detalló los desafíos que implica escribir sobre sí mismo.

¿Cómo empezó tu pasión por la escritura? Entiendo que al principio escribías letras de rap o crónicas deportivas, pero ahora publicás libros. ¿Cómo fue ese proceso?

La pasión no se si se empieza, tal vez la descubrí cuando mi mamá me obligó a terminar la secundaria. Yo venía medio barrilete, yendo a boliches, fumando faso con mis amigos. Hacía travesuras de pendejo y no estudiaba, solo aprobaba porque me copiaba y mi ayudante me daba una mano sin estudiar. Cuando aprobé las dos materias que me faltaban, mi mama me anotó en ETER, para estudiar periodismo, porque vio que me gustaba relatar los partidos de la play del FIFA y porque veía que leía noticias sobre deportes de medios internacionales. Al entrar a la facultad se dieron cuenta de que escribía corto y conciso para las redes sociales pero a mí eso no me representa; me gustaba escribir historias largas y empecé a escribir retratos, perfiles periodísticos y crónicas de otros personajes ligados al deporte o no. Me fui metiendo entre el periodismo y la literatura pero también, desde el secundario, con el rap que es poesía con ritmo: siempre me interesó la musicalidad de las palabras.

– Cómo fue escribir sobre vos mismo? ¿Con qué cuestiones te enfrentaste y cómo se vincula esto con tu humor y autopercepción?

Fue bastante complejo, jugado, vertiginoso, hasta divertido y también muy triste. Pasé por varios estados, lo enfrenté con picos de angustia, de mucha alegría, de pronto me angustiaba porque creía que mi historia no iba a generar interés o no tendría la información necesaria para escribir este libro. Sin embargo, algo apareció en mi cabeza que todavía no sé que es, que me hizo meter en el personaje de la bestia, del monstruo que tiene su forma propia, no solo física sino también literaria y literal, con su forma de escribir. Exploté el humor negro a full y me nombré de ocho mil millones de maneras distinta. Cuando uno se autodenomina, siente que nadie lo puede descansar o que uno no puede ser burlado por otro porque te sentís inimputable e impune, así que me lancé.

Comprendo que a nivel personal hubo un quiebre y una mayor independencia cuando pediste tu historia clínica pero también cuando lanzaste el libro. ¿Qué impacto tuvo conocer sobre tu condición y que implica en tu vida este tipo de decisiones? ¿Cómo es ahora mostrar que tu vida es como la de cualquier otro pibe?

El libro me ayudó por lo pronto a ser mucho más hombre, más independiente y a que mis viejos revaloren. Me permitió brindarles un mensaje a mis padres para que piensen: “Mati se está dedicando a algo en serio, está dejando su cara, su cuerpo y sus palabras para ganarse su plata”. Ellos lo valoran un montón y las repercusiones del libro son muy buenas. Me han dicho que es un libro que se lee fácil, rápido y que también las personas pasan por muchos estados: se matan de risa, lloran y les gustan las descripciones de mi cuerpo. Yo soy uno más y esta es una guía de cualquier otro pibe pero a la vez sé que no es lo mismo ser discapacitado que no serlo. También creo que hay muchas personas que no están diagnosticadas y que están enfermas de la cabeza, por lo cual no sé si soy el único rarito. Hay un montón de personas que tienen problemas muy graves y yo también puedo sufrir o tener problemas normales. Justamente lo que no me gusta es caer en la superación de la enfermedad.

Tu libro habla mucho de la mirada de los otros, por ejemplo niños que se asustaban con vos o mismo adultos que se sorprendían. A veces tiene que ver con la falta de información o al morbo de la prensa pero, ¿cómo trabajaste estos años este tema y cómo crees que debería ser tratado?

Creo que el morbo de prensa y de los medios hegemónicos es a favor de poner un plano en un video y que suene todo épico, lo cual me parece una falta de respeto, un poco desconocimiento y hasta egoísta. La falta de información está perfecta: yo súperentiendo a los niños que no saben que soy, si piensan que soy un mono, un nene, una bolita, un bebe o un viejo choto pero lo que sí me hace ruido es escuchar a los padres o a los medios que se refieren a mi violentamente. “A mi hijo no te acerques que podes contagiarlo”. O a los medios que me hacen preguntas de mi enfermedad todo el tiempo. Yo quiero que se me valore por lo que hago, por lo que escribo y no tanto por lo que soy físicamente. Las personas tendrían que dejar de ser egoístas. Tienen que conocerme, leer mi libro, mandarme un mail; porque no saben cómo soy y ya me prejuzgan. En cuanto a los mensajes de “ejemplo de vida” de alguna manera, vienen con una cuota de amor, de buena onda, no los veo como malos comentarios.

En una entrevistas dijiste que tu libro es periodismo y ojalá sea literatura. ¿Qué es hacer periodismo para vos y por qué te gustaría dedicarte a la literatura?

Siento que mi libro es periodismo, que tiene mucho trabajo de campo, de investigación de afuera y de retrospección, desde radiografías de mi cuerpo y hasta observaciones; traté de jugar con la poética. El periodismo para mí es la curiosidad, si una persona es periodista es porque es curiosa, porque quiere saber más, porque pregunta y está con los ojos abiertos. Yo me estoy dedicando a la literatura simplemente por el hecho de estar escribiendo estas crónicas que son hechos reales contados como un cuentito por así decirlo. Hay otro libro que también está listo y saldrá este año.

Qué le dirías a aquellos que te miran distinto o que no te conocen?

A las personas que me miran distinto, la verdad que les diría que está perfecto que me miren así, que los entiendo sobre todo a los nenes que son unos capos. A los grandes que me miran distinto les digo que si van a hablar de mí, que me conozcan antes, que no prejuzguen ni hablen de mí como un angelito.