Meta problemas

Meta problemas

La Junta de Supervisión interna le exigió a Mark Zuckerberg que respete los derechos humanos en Facebook e Instagram. Así, le dio la razón a organizaciones que plantearon cuestionamientos sobre contenidos distribuidos por las plataformas que incitan a la violencia.

Mark Zuckerberg en el video que publicó el 7 de enero de 2025 anunciando el cambio en las políticas de la plataforma. Captura de pantalla.

La Junta de Supervisión (Oversight Board) de Meta selecciona y analiza en última instancia algunas decisiones sobre qué contenidos circulan o no en Facebook o Instagram. Funciona como una suerte de autorregulación que creó Mark Zuckerberg el 6 de mayo de 2020. Actúa como un organismo de independiente para revisar decisiones de contenido polémicas tomadas por la empresa y ofrecer un proceso de apelación para los usuarios que no están de acuerdo con las mismas. 

El 27 de mayo, Derechos Humanos – América Latina publicó una nota sobre el caso de una publicación realizada por un grupo extremista religioso, La Resistencia, que incitaba a la violencia contra la defensora de derechos humanos en Perú.

La publicación mostraba el rostro de la Secretaría Ejecutiva de la Coordinación Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH), la cual había sido manipulada con inteligencia artificial para mostrarla cubierta de sangre junto a un mensaje que la acusaba a ella y a su organización de supuestos actos de corrupción y violencia. El posteo alcanzó más de mil visualizaciones y 100 reacciones.

A los tres días, la publicación fue denunciada por un usuario de la red social por violar las políticas de Meta. La denuncia fue atendida por un moderador humano que determinó que la publicación debía permanecer en línea por estar conforme a esas políticas. La decisión fue apelada, pero automáticamente la queja fue cerrada por Meta, por lo que la publicación siguió circulando.

“Los intermediarios en Internet no deberían desentenderse de la responsabilidad corporativa que tienen sobre el impacto que el uso de sus plataformas conlleva en términos de desinformación, discursos de odio o circulación de discursos discriminatorios, como así tampoco de los efectos que ello puede generar sobre el debate público”, opina Bernadette Califano, investigadora adjunta del CONICET, doctora en Ciencias Sociales, especialista en políticas y regulación de medios.

La Junta de Supervisión de Meta decidió de manera unánime que la publicación en cuestión constituía una amenaza “implícita o velada” de violencia, que contraría la Política de Incitación al Odio de Meta. Y rechazó la interpretación hecha por Meta respecto de la imagen como no problemática, fundamentada en que las barreras que tenía la plataforma contra el contenido violento y la desinformación en sus redes fueron suprimidas.

En un video que publicó el 7 de enero de 2025, Zuckerberg anunciaba un cambio en las políticas de la plataforma. Comenzaba saludando con un “es hora de volver a nuestras raíces en torno a la libertad de expresión en Facebook e Instagram”. Y presentaba el reemplazo de los Fact–Checkers (Verificadores de Datos) por las Community Notes (Notas de la Comunidad). “Esto hizo Elon Musk en X (ex Twitter). Después de que Trump ganó las elecciones en 2016, los medios tradicionales no paraban de hablar de que la desinformación era una amenaza para la democracia. Nosotros intentamos, de buena fe, abordar esas preocupaciones sin convertirnos en árbitros de la verdad. Pero los Fact–Checkers (verificadores de datos) han estado demasiado sesgados políticamente y han destruido más confianza de la que crearon, especialmente en EE. UU”, explica la experta consultada por ANCCOM.

Califano agrega que “el discurso que expresa el CEO de Meta para desmantelar los sistemas de verificación de sus plataformas a favor de la libertad de expresión se revela falaz. Hay que recordar que el derecho a la libertad de expresión conlleva responsabilidades específicas.” En su mirada, “es un derecho que está sujeto a restricciones legítimas, tal como lo establecen varios tratados y pactos internacionales en materia de derechos humanos. Esas restricciones son necesarias para asegurar el respeto a los derechos de los demás, la reputación individual, la seguridad nacional, el orden público y la salud pública.”

Otro anuncio de Meta fue que reajustaron los filtros de contenido para requerir un nivel de certeza mucho más alto antes de eliminar publicaciones. “La realidad es que esto implica un equilibrio: significa que detectaremos menos contenido dañino, pero también reduciremos la cantidad de publicaciones o cuentas de usuarios inocentes que eliminamos por error”, dijo Zuckerberg.

Por último, anunció que recomendará más contenido político en sus plataformas, incluidas Facebook, Instagram y Threads; y que trasladarán los equipos de Trust and Safety (Confianza y Seguridad) y Moderación de Contenido, de California a Texas.

No alcanza

Carolina Martínez Elebi, licenciada en Comunicación que investiga el impacto de las TIC en los derechos humanos, afirma que “la diferencia en este caso es que no es solo un veredicto, sino que la Junta de Supervisión le está diciendo a Meta que la flexibilizaron en las políticas de moderación, que propone desde enero de 2025, no cumplen con las normas de derechos humanos dentro de las plataformas que el propio Zuckerberg posee.” Y agrega que “a la Junta le parece que la empresa tomó esas medidas sin hacer el debido análisis en cuanto a derechos humanos y sin evaluar el impacto de estas políticas”.

No solo la propia Junta de Supervisión señaló a Meta, sino que también, hace unas semanas, la gubernamental Comisión Federal de Comercio (FTC) de Estados Unidos denunció a Meta de prácticas monopólicas. También sus multas en Europa continúan y su carrera tecnológica con China, a simple vista, no lo muestran como el candidato predilecto a ganar. 

El giro trumpista de Meta, como lo menciona Martin Becerra en sus análisis sobre el tema, pareciera que todavía no le dio ninguno de los beneficios que pensó conseguir. Según Becerra, “el objetivo explícito de mimetizarse con Trump se justifica, en palabras de Zuckerberg, por la necesidad de que el Gobierno apoye a las big tech estadounidenses ante la creciente competencia china, que las priorice en contrataciones estatales y que las proteja de multas y regulaciones legales en Europa.”

Martinez Elebi suma que “Meta es una de las plataformas que censuró a Donald Trump cuando fue la toma del Capitolio el 6 de enero de 2021. Ahora trata de congraciarse con el gobierno de turno para evitar problemas políticos, económicos y legales. Estas plataformas operan y toman sus decisiones en función de capitalizar y acumular poder económico y político”.

Según los reportes oficiales de Meta Platforms Inc. de 2024, el número de usuarios activos en sus redes sociales a nivel global es de tres mil setecientos millones en Facebook, dos mil cuarenta millones en Instagram, dos mil setecientos ochenta millones en WhatsApp, y ciento cincuenta millones en Threads; siendo la población mundial unos ocho mil quinientos cincuenta y seis millones de habitantes. Con estos números, el año anterior, Facebook tenía dentro de sus usuarios casi a la mitad de la población mundial, siendo de esta forma la red social más grande del mundo.

Sin embargo en la página web de Meta, en la sección Noticias, su directora jurídica, Jennifer Newstead, y exasesora jurídica del Departamento de Estado de los Estados Unidos titula en un escrito: El caso de la Comisión Federal de Comercio de EEUU contra Meta es débil e ignora la realidad. Y se explaya explicando que la Comisión Federal de Comercio de EEUU para intentar ganar el caso alega que los únicos competidores de Meta son Snapchat y MeWe. Para Newstead, falta tener en cuenta Tiktok, Youtube y X. También suma que: “Es absurdo que la FTC intente desmantelar una gran empresa estadounidense al mismo tiempo que la Administración intenta salvar a TikTok, que es de propiedad china.”

 

“Mi objetivo es vivir muchos años de las redes”

“Mi objetivo es vivir muchos años de las redes”

La crítica de libros, otrora reservada a la sección cultural de los diarios, hoy crece en Instagram, YouTube y TikTok de la mano de los bookfluencers. ANCCOM entrevistó a Agustina Gómez Orfila, una joven creadora de contenido para conocer de cerca su trabajo.

Con ganchos persuasivos y concisas reseñas, la escritora y bookfluencer Agustina Gómez Orfila – o Agus Grimm Pitch, como se presenta en su perfil– ha  logrado sumar unos 215 mil seguidores en TikTok y más de 60 mil en Instagram.

Sus videos, con recomendaciones literarias, tienen el objetivo de incentivar el hábito de la lectura. A sus 22 años y con cuatro detrás de trayectoria en el ámbito editorial, confiesa haber encontrado en las redes un trabajo al cual piensa dedicarse por un largo tiempo.

En diálogo con ANCCOM, la autora de la novela juvenil La teoría de Joa, publicada en 2023 por Penguin Random House, reflexiona acerca del contacto con las editoriales, la diferencia entre la colaboración paga y el canje de libros, y explica por qué no busca en la escritura una ocupación de tiempo completo.  

¿Cómo surgió la idea de subir reseñas a las redes?

Durante años fui solo consumidora. En 2016 empecé a seguir en YouTube a personas que realizaban contenidos relacionados con la lectura y cuando hacían encuentros en la Feria del Libro los iba a ver. Es más, tengo el vivo recuerdo de mirar al escenario y decir: “Yo quiero hacer eso, quiero ser como ellos”. Durante un tiempo tuve mi propio canal en YouTube, donde empecé a grabar videos que, si bien no los veía mucha gente, a mí me hacían muy feliz. Me divertía hablarle a la cámara y aprender aspectos de edición. A fines de 2020, en plena pandemia, descubrí que había creadores de contenido en TikTok que hablaban específicamente de libros, entonces probé hacer un video y le fue más o menos bien. Después hice otro con un audio que estaba en tendencia y le fue excelente. Soy muy creyente de las señales y de que el universo te habla, así que lo consideré como una señal de que tenía que seguir haciéndolos y me lo empecé a tomar en serio.

¿Te identificas como bookfluencer?

Me gusta bookfluencer porque es la categoría general que engloba a todas las plataformas en las que estoy, no como booktoker o bookstagramer, que quedan más acotadas. Sí, es una categoría que me define. Porque hablo en su mayoría de libros por elección, aunque a veces también hablo de otras cosas.

¿Cómo es el contacto con las editoriales?

Te pueden escribir ellas o ser una la que encara. En mi caso, en el primer contacto con Planeta me escribió su equipo, por mensaje privado, para promocionar un libro en particular. Yo recién estaba arrancando, hacía menos de tres meses que creaba reseñas. A partir de ahí quedé como colaboradora y me mandan libros todos los meses. Con otras editoriales fue algo parecido, se me fueron acercando para invitarme a eventos o enviarme novedades. En general, si ven que sos una persona confiable, que trabaja bien y que tiene alcance, te tienen en consideración. Por otro lado, hay contactos que fui generando por mi cuenta, porque está bueno ser un poco mandada y mostrar el contenido que una hace. Si se logra seguir dentro de la movida, las oportunidades salen, ya sea porque se acercan o porque una sale a buscarlas.

¿Qué oportunidades aparecieron?

Obviamente, en lo que se refiere a libros, hago mucho canje, pero desde 2022 me empezaron a salir oportunidades laborales más formales relacionadas con las redes, como las colaboraciones pagas con editoriales o incluso trabajar en el equipo de la Feria del Libro creando contenido para las suyas. Son puertas que se me abrieron a partir de mostrar lo que hacía y de usar las plataformas como un currículum. Hoy me dedico a tope a las redes y eso me ayuda a cubrir mis gastos y también ahorrar.

¿Cómo se define el monto a cobrar en las colaboraciones pagas?

Hay editoriales que te escriben con un presupuesto, cuyo monto varía según la cantidad de seguidores que tenga el bookfluencer, ya que no es lo mismo tener 10 mil que 100 mil. Hay otras que no suelen pagar la reseña, sino que ofrecen hacer un canje de libros. En mi caso, como estoy trabajando dentro de Penguin Random House haciendo videos para su cuenta de TikTok y promocionando sus libros, sí recibo un monto fijo. A mí me resulta que las reseñas sean pagas, porque no solo es una parte importante del sueldo, sino también porque me abre contactos a nivel laboral. Al igual que los autores independientes que ven ese trabajo y me contactan para dar a conocer sus novedades o se recomiendan entre ellos mi perfil.

¿Te solicitan las métricas de las reseñas para saber su rendimiento?

En mi caso, tengo todas las métricas públicas, entonces cualquier persona puede entrar a mi perfil y ver cuantos ‘me gusta’ tienen mis publicaciones. Pero depende la empresa. Hay una librería con la que estoy colaborando ahora que sí me piden las métricas todos los meses. Otras sólo te piden algunas, como el alcance, para medir a cuantas personas llegó. Otras ni se fijan.

¿Te dan plena libertad para reseñar?

Sí, plena libertad. Nunca tuve ningún problema ni con editoriales ni con autores porque confían mucho en mi criterio y las recomendaciones acerca de las ideas que sé que pueden funcionar. En general no ponen ninguna restricción porque conocen al bookfluencer y el contrato de lectura que tiene con su audiencia. Tampoco pasa nada si no le gusta un libro, nunca lo van a criticar por hacer una reseña negativa, salvo que falte el respeto o tenga algún otro tipo de polémica. Nunca tratan de pasar por encima de su criterio.

¿Qué tenés en cuenta al hacer una reseña?

Soy muy subjetiva a la hora de evaluar los libros, así que depende de cuánto me haya llegado a mí. Además, tengo el gusto entrenado, entonces sé qué es lo que me puede gustar y lo que no. Una se va conociendo a sí misma como lectora. Hay géneros o temáticas con las que de antemano sé que no me voy a meter. No hago reseñas muy largas, salvo que sea un libro muy específico. Por ejemplo, hace poco hice una de El archivo de las tormentas de Brandon Sanderson y fue un video de cuatro minutos para TikTok, pero no es lo habitual. Trato de arrancar con una buena “frase gancho”, contando la sinopsis del libro y dejando comentarios sobre lo que me gustó y las cosas que tiene para mejorar. Igualmente, depende de cada libro, porque con cada lectura la experiencia es distinta.

También sos escritora, ¿cómo te llegó la propuesta para editar tu novela?

Ya tenía la historia en la cabeza, pero no la había terminado de escribir. Cuando vi que muchos chicos y chicas de mi edad estaban publicando sus novelas y que las editoriales tenían esa ventana abierta, me animé a terminarla. Fue mi proyecto principal del 2022, no sólo meterle de lleno para terminarlo sino también empezar a mostrar en las redes que lo estaba escribiendo. Básicamente, quería que lo viera todo el mundo. Para esa época ya colaboraba con un montón de editoriales, entonces quería llamar su atención y mostrarles que la gente que me seguía también se entusiasmaba con el proyecto, cosa de que si se publicaba les aseguraba que iba a tener lectores. Luego de un par de meses, y con la Feria del Libro de 2022 de por medio, me llegó un mail de Penguin Random House diciéndome que querían evaluar el proyecto. Fue un proceso bastante largo, recién en agosto o septiembre de ese año firmé el contrato.

¿Cómo fue recibir el primer ejemplar físico?

Me costó mucho caer. Lo pude presentar en la Feria de Libro del año pasado con una firma de ejemplares que fue increíble, pero que la viví con mucha ansiedad y presión. Tal vez porque dejé que opinara mucha gente externa a mi proceso. Al principio, no llegaba a dimensionar todo lo que me estaba pasando, porque estaba enfocada en lo que iban a pensar los demás. Recién unos meses después pude caer y reflexionar sobre lo increíble que fue publicarlo. Y sobre todo por el cariño con el que lo recibieron los lectores. Desde que se acerquen con el libro todo marcado, que me cuenten las sensaciones que les provocó la lectura o hasta que me regalen un dibujo de alguno de los personajes. Fue recién ahí que empecé a tomar dimensión y a disfrutarlo.

¿Qué planes tenés?

Me gustaría seguir trabajando y haciendo plata con las redes. Mi objetivo es vivir muchos años de las redes sociales. También tengo ganas de lanzar algún emprendimiento relacionado con mi marca personal, porque me encanta trabajar de manera independiente y manejar mis tiempos y prioridades. Obviamente, también tiene un lado malo, que es la estabilidad, porque no todos los meses recibo la misma cantidad de plata, sino que fluctúa según la época del año. Las semanas que dura la Feria sé que es donde me van a llegar un montón de propuestas y que después, el resto del año, va a ser más tranquilo.

¿Y respecto a la escritura?

Tengo otro proyecto en el tintero que todavía no lo presenté en ningún lado ni sé cuándo va a salir. Quizás lo autopublique o quizás otra editorial me ofrezca algo, no lo sé. Por ahora es mío. Con la escritura no me quiero presionar para no automatizarlo, porque si bien me apasiona y me encantaría seguir creciendo como escritora, entiendo que no tengo ningún apuro porque los libros no se van a ir a ninguna parte. Ya cumplí todas mis expectativas con la publicación de mi primer libro: una historia, un sello, un recibimiento y una firma increíble. Voy a seguir escribiendo, pero si tiene un rédito económico que pueda complementar con mi trabajo en las redes. Es decir, no dejaría de hacer todo lo otro para dedicarme a eso. La escritura es mi espacio seguro, no quiero que se vuelva un proceso automatizado.

 

Treinta días sin celular

Treinta días sin celular

¿Cómo es pasar un mes sin teléfono móvil ni redes? Una psicóloga hizo la prueba, la registró, la recreó con chicos y grandes, y ahora comparte sus reflexiones sobre la abstinencia, los efectos positivos, los riesgos de internet y la urgente necesidad de regulación estatal.

En 2018, la psicóloga Clara Oyuela decidió apagar el celular por 30 días –sin WhatsApp, sin Instagram, sin Facebook– y escribir cada día una crónica sobre lo que sentía. Publicadas inicialmente en un portal de noticias de su ciudad, San Martín de los Andes, luego se convirtieron en un libro impreso titulado Crónicas de una abstinencia. Un experimento fuera de línea, y más tarde Oyuela replicó el experimento en adolescentes y personas adultas. ¿Qué pasa cuando nos desconectamos de las redes? ¿Cómo afecta a la salud mental? ¿Cómo tratar este tema con los niños? Para encontrar respuestas, ANCCOM dialogó con la autora, que nos atendió desde su casa en la Patagonia.

¿Cómo nació este experimento social?

Antes de la pandemia, en 2018, estaba criando a mi segunda hija, Miranda, que tenía ocho meses y llevaba tiempo sin dormir. Ella estaba bien, pero yo muy mal. Nunca me había pasado no poder dormir. Estaba en medio de un trastorno de sueño y con un uso del celular que no me ayudaba a salir adelante. Un día me encontré pensando qué pasaría si le ponía un freno y le di una dimensión más creativa: pensé en apagar el celular, guardarlo en un cajón y no usarlo por 30 días. A su vez, pensé en escribir crónicas de lo que me iba pasando. Me acuerdo que estaba con mi prima, que me dijo que no podía estar completamente desconectada, porque la vida cotidiana no me lo permitía. Así que agarré un celular muy viejo para mandar mensajes de texto. Me puse en contacto con artistas para que ilustren estas crónicas y con un diario local de San Martín para ver si estaban interesados en publicarlas los fines de semana. Y así resultó Crónicas de una abstinencia.

¿Te ayudó vivir lejos de grandes ciudades?

Vivo en San Martín de Los Andes hace 10 años. Todo este proyecto nació allá, en un pueblo de 60 mil habitantes. Esto es importante, porque en el imaginario social la gente que vive en la naturaleza, con un ritmo de vida más tranquilo, no está atravesada por la tecnología, pero todos estos experimentos los hice allá. Consideré a San Martín como un microlaboratorio.

¿Cómo atravesaste los primeros días de desconexión?

Me sentí muy bien. Estaba saturada física y mentalmente, había llegado a un límite por la falta de sueño. Esa primera semana fue de calma absoluta. Después, empezó un mundo de contradicciones. Al día 10 hice la primera trampa y prendí el celular. Revisé el WhatsApp, pero no tenía ansiedad por entrar a Instagram. Sí tenía necesidad de hacer FaceTime con mis hermanas que viven en otro lado. Las veces que hice trampa fue para hacer videollamadas con ellas.

¿Qué opinó tu entorno de esta decisión?

Hubo opiniones diferentes. Mi hermana le mandó un audio a mi pareja para que me deje de joder con el experimento, que se tenía que comunicar conmigo y no sabía cómo. Una de las reglas que yo me había puesto era no usar el celular de mi pareja. Por otro lado, recibía mensajes de “qué envidia”, “qué ganas de hacer esto”, o me decían que mandando mensajes de texto se sentían en el año 1800.

¿Cómo surgió la idea de que participen adolescentes en el experimento?

Después de la pandemia, la dueña de la escuela donde trabajo me dijo que teníamos que generar espacios para los adolescentes, porque la pandemia los había pasado por arriba. La tecnología nos había salvado de muchas maneras, pero los adolescentes volvieron pálidos, ojerosos, como si no hubieran tenido contacto con la luz del sol ni con otros. Te dabas cuenta corporalmente que la tecnología había sido excesiva, sumado a todo lo que conllevó la pandemia. Con un grupo de 30 jóvenes de 16 años, decidí hacer la intervención. Les propuse siete días y me dijeron que estaba loca, entonces arreglamos tres, que parece sencillo, pero no lo es. Les di la misma consigna, comunicarse por mail, tomar registro escrito de lo que sentían a nivel corporal y mental, pero si no aguantaban más podían agarrar el celular. No se trataba de aguantar por aguantar, no había que forzar nada. Era un experimento del propio uso de la libertad. Si lo prendían, tenían que registrar por escrito por qué y qué sintieron después.

¿Qué decían en esas crónicas?

Vi que al menos 28 tenían síntomas de abstinencia, ligado a lo que es una adicción. Recopilé las mejores frases como “me tiemblan las manos, me quiero comer las uñas, me sudan las manos”. En otra escuela propuse a los padres hacer esto por un fin de semana y aparecieron los mismos síntomas. Después lo propuse a través de Instagram para voluntarios mayores de 18 años de todo el país. En sus registros aparecen la ansiedad y el aburrimiento como un estado insoportable y de mucha irritabilidad. Uno me dijo que estuvo 15 minutos esperando sin celular a que su hija saliera del jardín y fue una pesadilla. También hubo síntomas positivos, como volver a conectarse con la lectura. Es un estado de calma, sobre todo en los últimos días, porque sabés que vas a agarrar el celular. Me acuerdo que antes de volver a prenderlo sentí mucha nostalgia. Me dio pena tener que volver, pero ya no soportaba más el celular viejo, detestaba la forma de las teclas. No quería más ese teléfono viejo e incómodo.

¿Ocurrió algo inesperado durante el experimento?

Tuve como voluntaria a una mujer de Mar del Plata que me escribió para decirme que no llegó al cuarto día porque le avisaron del fallecimiento de su papá por el celular de una amiga. Es el único caso que recibió una noticia así. Me dijo que esos tres días de desconexión le hicieron estar conectada con cosas muy profundas de su vida y la noticia la recibió desde ese lugar. La vida siguió su curso, estando conectada o no, no iba a evitar que su papá muriera. Porque mucha gente me cuenta que no lo hace porque tiene miedo de que pase algo urgente y no estar. Si pasa algo, pasa algo. Siempre hay alguien que te avisa, pero es interesante ver cómo aparece el miedo a no enterarse si pasa algo urgente. Muchos me escribieron que cuando prendieron el celular se dieron cuenta de que todo seguía igual. Que era algo decepcionante, volvían con todo y no se encontraban con nada interesante.

¿Cambiaste tu forma de ver al celular?

Empecé a pensar cuál es el momento para darle a una persona su primer teléfono inteligente. ¿Qué pasa con la generación de niños que ya tienen un teléfono en la mano, pero que no tienen contención ni regulación? Están totalmente expuestos. Hay muchos niños contenidos y acompañados, pero hay otros que no. El celular es una súper herramienta, pero tenemos que ver cómo usarlo para sentirnos mejor y no tener que hacer mindfulness, yoga y meditación para bajar la ansiedad. Si cuando nos desconectamos aparece la ansiedad, es porque hay una dependencia extrema, entonces el objeto nos está dominando. Estuve en contacto con una enfermera de neonatología de San Martín de Los Andes y decía que es muy impactante ver a las mujeres con los hijos recién nacidos en un brazo y el celular en el otro. Yo lo viví como parturienta. Son esos primeros momentos de conexión y es polémico.

Y en tu uso personal, ¿cambiaste hábitos?

No, por eso hablo de esto. Lo positivo es que no pienso dar a mis hijas un celular hasta los 14 años, les voy a dar un celular que sacó Nokia que no tiene Internet ni redes sociales. Ese es el celular ideal como paso previo al smartphone para la niñez y preadolescencia, para acompañar el desarrollo natural y madurativo. Se pueden comunicar, pero se evitan los grupos de WhatsApp. No tengo ningún tipo de culpa ni reparo en decidir esto, quiero cuidarlas y darles el celular en el momento en que mejor estén preparadas. Hace una semana di un taller para adolescentes sobre este tema y uno de los chicos dijo que los adultos estamos igual que ellos con el celular. En un punto nos dijo que estamos boludos. Otro chico nos dijo que sufrió acoso sexual a través de las redes. Contaban que había aplicaciones para hablar con gente de todo el mundo y aparecían adultos desnudos pidiéndoles fotos. Y no tienen las herramientas para enfrentar eso todavía.

Generalmente, se les da el celular cuando arrancan el secundario o empiezan a viajar solos…

Muchísimos niños tienen un celular propio incluso antes de la secundaria. Hay mucha gente que es muy cómoda y les da el celular, otros no tienen información sobre lo que provoca, también hay gente con buena intención que piensa que sus hijos se quedan afuera del grupo si no tienen celular. Hay muchas razones por las que el adulto da ese primer celular. Los mayores problemas de bullying y acoso, según un estudio de Noruega, son potenciados por las redes. Sexto y séptimo grado son los que tienen más conflictos y afecta sobre todo a las niñas. Noruega tomó la decisión de sacar los celulares de las escuelas primarias. La UNESCO dijo que el uso del celular afecta la vinculación y la atención. Tiene que aparecer una entidad mayor, el Estado, para tratar esta problemática que se nos fue de las manos. Porque no es tan complicado lo que habría que hacer.

¿Qué medidas habría que tomar?

El Ministerio de Salud y el de Educación tendrían que pensar en sacar el celular de las escuelas primarias, porque no tiene que estar ahí. Que la educación digital forme parte de la agenda, se podría plantear el etiquetado, que haya campañas en lugares públicos. Hay que unir muchas voluntades, gente creativa y que tenga ganas de enfrentar esto. Hay que hacer cambios de hábitos. Se puede prevenir muchísimo con cosas tan simples. El celular es un objeto de consumo masivo, y si el tabaco y el alcohol también lo son y desde el Ministerio de Salud les pusieron una etiqueta de lo que provoca su consumo, ¿por qué el celular no tiene su propia etiqueta? No lo planteo como la única solución, porque la gente sigue fumando, pero una cosa lleva a la otra. Decir “esto es lo que te puede provocar” le puede ayudar a muchos padres a ponerle límites a sus hijos. Se trata de ponerle palabras a lo que pasa.

Hace poco la empresa Movistar presentó una campaña sobre el sharenting, que es cuando los adultos comparten fotos privadas de sus hijos en las redes, por ejemplo, del primer día de clases. ¿Qué opinás al respecto?

En el libro le dedico un capítulo a este tema. Llegamos a naturalizar tanto las acciones con el celular que fuimos capaces de exponer a nuestros propios hijos en situaciones como bañándose, llorando o durmiendo. Me pregunto qué sentirías vos si tu papá o mamá postearan fotos tuyas en situaciones íntimas sin tu consentimiento. Dejen a sus hijos en paz. Me encanta cuando veo famosos o influencers que protegen la cara de sus hijos en redes con emojis o de espaldas, como Dalma Maradona o Darío Barassi. Entre los derechos del niño habría que incluir algo del mundo digital, proteger la intimidad, el derecho a no ser expuesto. Pero también creo que una foto cada tanto, no es nada malo. Lo peligroso es el exceso, porque no tiene nada de malo compartir una foto de la familia.

¿Podrías haber hecho esta desconexión en pandemia?

Buena pregunta. Creo que hacerlo implicaba un grado de valentía extra. Había incertidumbre, miedo, paranoia y la tecnología generaba lazos. Había que ser jugado y valiente para desconectarse así. Hubieran aparecido muchos fantasmas, porque en ese momento la muerte y la amenaza estaban más presentes. Hay que estar muy en eje, tenés que ser un monje del Tibet para hacer eso. Aunque yo entrevisté a uno, le pregunté por su relación con el celular y me dijo que tienen el mismo problema que en Occidente.

“Milei es muy bueno humillando y basureando al otro”

“Milei es muy bueno humillando y basureando al otro”

El escritor Martín Kohan advierte sobre la violencia del discurso político gobernante y la continua denigración de las instituciones culturales, a las que llama “curros” y “kioscos”. “Hay que insistir con la práctica de la discusión y el intercambio, recuperar la percepción social de que insultar y denigrar es un papelón: esa es una forma de resistencia”, plantea.

“Las formas y los actos de la crueldad ya existían, pero el modo en que ciertas prácticas se generalizaron y se familiarizaron son un elemento de esta época que puede ser singular”. El escritor, ensayista y profesor universitario Martín Kohan es un lúcido observador de la escena cultural y política, y sus definiciones sobre el gobierno de Javier Milei y el clima social son portadoras de sensibilidad y agudeza. “Porque ciertas prácticas y formas de la crueldad que conocemos no dejaban de alguna manera de irrumpir y desentonar en una escena donde el registro medio no era ese, entonces cuando alguien ponía en circulación una expresión y un regodeo de la crueldad eso era disonante respecto de la atmósfera dominante. Un poco nos hemos ido habituando a la agresividad, a la humillación, al basureo y esto cambió el tenor”, dice en esta entrevista con ANCCOM que transcurre en el bar Sócrates, a una cuadra de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, en la calle Puán, donde Kohan da sus clases de Literatura Argentina.

¿Qué ocurre con el discurso estatal?
Ha habido un traspaso al discurso estatal de estas modalidades, lo cual lo vuelve especialmente grave porque acompañan ciertas prácticas. Tristemente, en la Argentina ha habido muy a menudo políticas que traen dolor y perjuicio a la población. Pero ya no son medidas dolorosas que se acompañan, aunque sea por hipocresía, por discursos que al menos fingen acompañar ese dolor; hay un giro particular que es, primero, que se disfrute del dolor que eso ocasiona, y segundo, que se exponga ese disfrute. Se toman ciertas medidas por las cuales una cantidad de gente pierde su trabajo y queda en la calle, y que desde el propio Estado se exponga la gratificación por el sufrimiento que se está ocasionando, a mí me parece que merece una señal de alarma.

Es la lógica de las redes sociales llevada al Estado
Mi impresión es que sí. Si uno trata de ver zonas, planos de circulación de discursos, todo indica que aunque no quepa hacer una consideración absoluta porque hay intervenciones y registros diferentes, los especialistas en la materia coinciden en señalar que se ha instalado sobre todo en Twitter una convivencia cotidiana con la violencia, con la humillación, con la denigración y con el basureo. Muchas personas pasan muchas horas del día ejerciendo eso o expuestas a eso. El Presidente pasa muchas horas. Si antes existía algo así como un termostato que saltaba ante una sobrecarga de energía negativa de agresividad, hoy ese termostato no existe más. Son niveles muy altos de agresividad que se transitan cotidianamente de una manera naturalizada.

¿Qué cambios observás?
Hay ciertas condiciones que hicieron posible que esto asumiera estas características, por eso para mí el punto de partida es de qué modo ciertos discursos, ciertos registros se generalizaron y se naturalizaron en la sociedad porque esta demostración del disfrute un poco sádico por el sufrimiento en muchos casos suscita consternación, malestar, rechazo pero también suscita adhesión. El actual Presidente de la Nación es en la política argentina probablemente quien mejor captó y aprovechó esas condiciones. Obviamente no tuvo ningún interés ni necesidad de contrarrestarlas, a mí me parecería deseable socialmente hacerlo. Claramente Milei fue quien captó eso, que es una sintonía de época, porque no es un fenómeno solo argentino y la asumió personalmente con una eficacia muy especial. Es muy bueno agrediendo, humillando y basureando al otro, lo hace muy bien. Y porque las condiciones previas son las que son, obtiene un nivel de adhesión

¿Qué lugar queda para la discusión?

Las condiciones generales, no absolutas, pero sí muy extendidas de las que estamos hablando impiden la discusión. Porque si alguien acude a una escena, sea una conferencia de prensa o Twitter, se propone dar una discusión y lo que obtiene inmediatamente son agresiones, denigraciones, humillaciones, ninguna réplica ni refutación a lo que puede estar planteando sino solamente una práctica de basureo, no solamente no hay una discusión sino que se la impide. No pienso que lo contrario a este estado de agresión y agresividad más o menos generalizada sea un estado apacible de condiciones de acuerdo y consenso. Lo que me resulta insatisfactorio del estado generalizado tal como lo estamos describiendo no es que impidan el acuerdo, el consenso y la confraternidad, impide la discusión también, pelear ideas y polemizar proyectos porque no se puede ni siquiera discutir en esos términos. Son sucesivas escenas de intercambio de violencias y no hay discusiones, muy pocas discusiones hay en este tiempo.

 

¿Qué pasa en el campo de la cultura?

Si uno se atiene a las iniciativas que el gobierno manifestó respecto al campo de la cultura, yo no distingo un proyecto alternativo para el funcionamiento de una institución como el Fondo Nacional de las Artes, del manejo del Programa Sur de literatura argentina o del INCAA, lo que propusieron es cerrarlos. Una discusión de una batalla cultural sería sobre criterios y parámetros culturales para gestionar espacios de promoción cultural del cine, la literatura y el teatro. Entonces, bienvenida la discusión sobre estéticas, lineamientos y corrientes. Discutir qué literatura queremos difundir, qué cine, cómo manejar esos fondos, de donde obtenerlos y cómo gestionarlos. Lo que se planteó desde el jefe de Estado fue no solo el anuncio de eliminarlos, que últimamente son más amenaza/extorsión que anuncios, sino que esto fue acompañado de una denigración de las prácticas culturales y de quienes las llevamos a cabo. Si dicen que hay curros en tal o cual lugar, señalen cuáles, quiénes son los responsables y se tomarán medidas al respecto y soy el primero que acompañaría gratamente. Lo que uno registra en el discurso del poder político gobernante es denigrar todas las prácticas culturales llamándolas curros y todas las iniciativas culturales llamándolas kioscos. La idea es que alguien que se presenta al Fondo Nacional de las Artes o que defiende su existencia está defendiendo curros. Como hay una familiarización a la que yo no pienso prestarme ni plegarme, un acostumbramiento a que todo el mundo se vea humillado, basureado o denigrado, esto puede haber sido pasado por alto. A mí me sigue pareciendo grave, proviniendo del jefe de Estado, que tuvo expresiones de enorme descalificación para las distintas prácticas culturales y artísticas en el país. ¿Cómo pensaríamos en una batalla cultural? ¿Cuál sería la discusión de los proyectos culturales? Está basureando, denigrando y humillando y está amenazando con cerrar lugares. ¿Cuál es la propuesta de la política de promoción cultural de la literatura que tiene este gobierno? ¿Qué idea o lineamiento con respecto a las estéticas cinematográficas piensan promover? Yo no detecto que haya planteos consistentes al respecto, solo defenestración y amenazas.

Lo que me resulta insatisfactorio del estado generalizado no es que el insulto y la agresión impidan el acuerdo, el consenso y la confraternidad; impide la discusión también, pelear ideas y polemizar proyectos porque no se puede ni siquiera discutir en esos términos.

Martín Kohan

¿A qué lógicas responde?
Es la premisa de que todos los espacios, todas las prácticas, todos los vínculos sociales se regulan bajo la lógica del mercado. Solo existiría un cine, una literatura, una música, un arte enteramente comercial y mercantil. Si recapitulamos la historia del arte, del cine, de la música argentina, la mayor parte de las expresiones reconocidas y más valoradas, más prestigiosas, no existirían, porque no es el cine, la literatura, el arte, la música del mercado. Existe una lógica comercial y es perfectamente válida, el problema se presenta ante la idea de que esa sea la única que existe.
Recapitulemos la historia argentina del siglo XX. ¿Qué habría sido de Borges con esa lógica? Un escritor que no tuvo impacto comercial hasta pasados sus 70 años. ¿Qué sería de Saer, de Mujica Lainez, de Sara Gallardo, de Hebe Uhart? Y en el cine es lo mismo. ¿Cuál sería el único cine que funcionaría bajo esa lógica del mercado? El de Lisandro Alonso no, el de Lucrecia Martel tampoco. Como planteo y como formulación es sorprendentemente básico, dado que hay una larga tradición de elaboración conceptual teórica y crítica sobre las relaciones entre arte y mercado con posiciones y resoluciones muy diferentes entre términos de integración, antagonismo, infiltración, alternancia para tener que discutir hoy si debe o puede haber arte por fuera de la estricta lógica del mercado. Es elemental y básico hasta lo deprimente que se pretenda presentar como argumentación que la sola regulación del mercado va a ser satisfactoria para la dinámica de la producción de arte de un país, es de un nivel de desconocimiento muy alto tal como fue formulado por el Jefe de Estado.

¿Cómo se responde a esa lógica?
A esa lógica socialmente dominante se le ofrece resistencia. Si una intervención o una postura va a abrir una discusión o va suscitar una serie de agresiones, ahí hay un primer punto sobre el cual resistir. En este estado de cosas, hay que resistir e insistir con la práctica de la discusión y el intercambio. Cualquier discusión hoy, incluso la más álgida y vehemente, solo por el hecho de desarrollarse como tal y no como un intercambio de insultos y denigraciones es una forma de resistencia. Reestablecer la posibilidad no solo de dialogar sino también de discutir y pelear ideas. El exabrupto ya existía pero era un papelón que pasara eso. El punto es que se perdió ese efecto vergonzante, empieza a tener un halo de valoración positiva. La pregunta es ¿qué está pasando que dejó de ser un papelón que a alguien le pregunten algo y se desencaje y empieza a gritar desaforadamente y hasta sea celebrado y aceptado? Recuperar la percepción social de que es un papelón eso, esa es una forma de resistencia. Confío que con el tiempo volveremos sobre ciertas escenas que transcurren sin sobresalto y diremos:“Qué papelón”.

Las Litas de Lazzari del siglo XXI

Las Litas de Lazzari del siglo XXI

En medio de una inflación descontrolada, las influencers del ahorro que difunden descuentos en las redes se han posicionado como fuente de consulta para quienes buscan economizar y hacer rendir su dinero. Tres instagramers cuentan su trabajo.

“Siempre fui de buscar descuentos, pero la diferencia es que ahora lo comparto”, afirma Tamara Alonso, dueña de @gangas.tips, una cuenta que nació hace dos años como una actividad para pasar el tiempo y que hoy se convirtió en una fuente de ingresos. Oriunda de Berisso, Tamara se dedica a recopilar información de productos que cumplan con “la regla de las tres b”: bueno, bonito y barato. “Me gusta que la gente pueda aprovechar las ofertas”, asegura.

Al ser una cuenta vinculada con la actualidad económica, comenta que estructura su contenido según las demandas del público. Además, trata de cubrir todos los rubros por lo que en su perfil se pueden hallar publicaciones con beneficios en supermercados, descuentos en calzado o indumentaria e incluso recomendaciones de locales gastronómicos baratos. 

La recordada frase “camine, señora, camine”, acuñada por Lita de Lázzari en la década del 90, parece haber sido recuperada por las influencers, quienes recorren distintos lugares en busca de los mejores precios. Detrás de las publicaciones hay todo un trabajo que no comienza con la difusión del video, sino con la planificación del contenido. Desde elegir qué rubro cubrir, viajar hacia la zona comercial, hasta editar el contenido, todo forma parte del producto final que sale en la plataforma. “Estoy todo el día con el celular buscando ofertas y comparando distintas páginas de supermercados”, comenta Tamara, quien además se dirige de manera inmediata hacia el negocio cuando ve un beneficio valioso para compartir como un 2×1 o un 70 por ciento de descuento en la segunda unidad.

Con una biografía que reza “Comprate lo que te gusta al mejor precio”, la cuenta @nogastesdemas administrada por Magdalena Gowland, se enfoca en crear un contenido más educativo en donde abundan los consejos y recomendaciones para tener en cuenta a la hora de hacer una compra o elegir un producto. “Existen datos que son buenísimos pero que no son comunicados, yo les doy visibilidad”, dice. En 2017, y con el objetivo de compartir sus hallazgos, Gowland creó una cuenta que hoy tiene más de 261 mil seguidores y una comunidad consolidada que aprovecha los beneficios que ella difunde.

Por su parte, Martina, o “la chica de las ofertas” –como prefiere ser reconocida–, abrió @jefadelahorro en abril de 2023 para poner en práctica sus conocimientos sobre redes sociales. “La idea era hacer algo propio en donde apareciera mi cara y no tanto un producto o servicio”. A modo de contrato, la biografía de su cuenta promete ofrecer información sobre buenos precios para que su público pueda ahorrar. “Busco cuidar el bolsillo de todos”, asegura.

Hoy la necesidad de buscar ofertas y descuentos atraviesa a todas las clases sociales y no tiene distinción de género. Aun cuando el público en su mayoría está conformado por mujeres, las responsables de las tres cuentas coinciden en que los hombres también empezaron a mostrar interés por obtener un descuento. “Me sorprende que no buscan sólo para ellos sino también para su mamá, su novia o su amiga”, señala Tamara. En el caso de Martina, tampoco hay distinción de edad, ya que las consultas que recibe son tanto de jóvenes que se están por mudar y necesitan datos de electrodomésticos baratos, hasta de personas adultas que gracias a su video explicativo pudieron descargarse una billetera virtual y aprovechar sus beneficios.

Si bien la gran mayoría de los videos son de locales ubicados en el AMBA, hay un esfuerzo de las influencers por crear un contenido más federal. “Trato de publicar ofertas que también sean online para que las puedan aprovechar personas de todo el país”, subraya Tamara de @gangas.tips. Lo mismo sucede en el caso de @nogastesdemas, que al tener un público repartido entre las ciudades de Mendoza y Córdoba intenta mostrar las oportunidades que ofrecen los comercios que cuentan con una tienda online.

Lejos de tener un rol pasivo, los usuarios son en múltiples ocasiones quienes les brindan los datos sobre algún descuento que vieron en las góndolas o de algún cupón que no van a utilizar pero que le puede servir a otra persona. “Es importante tener una buena comunidad”, destaca Magdalena, quien mantiene un vínculo cercano con los usuarios mediante su canal de difusión, una herramienta de la plataforma que posibilita que un grupo limitado de personas pueda recibir mensajes de la influencer y que en muchos casos funciona como el lugar en donde se anticipan los datos sobre los descuentos. En cualquier momento del día, las personas pueden recibir una notificación con una oferta para aprovechar. “La gente valora la curaduría que hago”, agrega la dueña de No Gastes de Más.

Tamara disfruta de recibir mensajes de personas agradeciendo por haber podido comprar un producto que en otra ocasión hubiese sido imposible. “A veces no tengo noción de la cantidad de gente que me sigue”, sostiene. Su cuenta ya acumula más de 115 mil seguidores en Instagram.

El rol de ser consideradas “influencers del ahorro” no les pesa, pero sí lo toman con responsabilidad. No sólo a la hora de determinar qué van a publicar, sino también qué mensaje quieren dejarle a su público. “Me gusta sembrar la semilla de la educación financiera y de gastar bien la plata”, asegura Magdalena. En su caso, su objetivo no es únicamente brindarle a los usuarios información acerca de las ofertas, sino que por sí solos puedan determinar qué es lo que les conviene comprar. “Las ofertas van y vienen, lo que yo puedo transmitir de educación es lo que queda para siempre”, concluye.