Campeones hasta las lágrimas

Campeones hasta las lágrimas

La Selección vivió una histórica jornada de festejo donde las calles se tiñeron otra vez de celeste y blanco. El triunfo ante Panamá 2 a 0 pasó a ser anecdótico. Las horas previas y posteriores fueron pura argentinidad al palo.

A tres meses de salir campeones en la Copa del Mundo, los jugadores del plantel argentino volvieron a sus tierras para honrar el gran triunfo. Las calles se tiñeron de celeste y blanco abrazadas a los cánticos famosos que se escucharon durante todo el Mundial. Las familias se congregaron en las puertas del estadio Más Monumental para esperar la llegada de los ídolos y disfrutar el increíble partido que los reencontró con su pueblo.

“Ser campeones del mundo es una experiencia que me da ganas de llorar”, afirmó Genaro, un niño de 10 años que esperaba ansiosamente la apertura de las puertas sobre la Av. Guillermo Udaondo y Tte. Gral. Pablo Ricchieri. Los corazones de miles de chicos se movilizaron al verse campeones a tan temprana edad y experimentaron una alegría renovada con los amistosos que organizó la selección con Panamá y Curazao. Como era de esperar,  querían ver a Messi pateando la pelota y haciendo uno o varios goles.

Pasadas las 20, la mirada sobre el mejor jugador según los pomposos Premios The Best le sumó un poco de ritmo de hinchada. Una vez más “Muchachos” sonó previo al partido. Messi no fue el único preferido de los pibes: el “Dibu” Martínez rompió en llanto mientras la tribuna y el resto del plantel cantaron orgullosamente las estrofas del Himno Nacional. Cada uno de los jugadores se encontraba acompañado de sus hijos, algunos en brazos y otros de la mano. 

Con el calor del estadio cerca de 80.000 fanáticos acompañaron la emoción del plantel. “Para conseguir las entradas nos pusimos en la fila virtual. Conseguimos el número 13.541”, sonrió alegremente Claudia de 54, luego de recordar que no jugó el número en la quiniela. Aunque prometió en cumplir esa saga cavalera muy argentina, siguiendo la tradición de apostar por números que pueden considerarse de la suerte. Su familia es de Venado Tuerto y la pasión por el fútbol y su país los trajo a Buenos Aires el martes 21 de marzo para retirar las entradas en persona. Algo ofuscada con la falta de implementación del código QR, aseguró : “Estamos a 320 kilómetros, se podía hacer y valía la pena”.

La Selección mueve los corazones y a las personas mismas, que no tuvieron inconvenientes en hacerlo todo para ver al plantel que volvió campeón. “Es un momento único, no se va a volver a repetir con estos jugadores”, concluyó Claudia antes de ingresar al encuentro. 

Entre cánticos, murgas y abrazos, familias, amigos y parejas atravesaron una ciudad revolucionada con el crepúsculo al amanecer en una película de la que fueron protagonistas.  Infaltables, las camisetas con tres estrellas vistieron las calles. Esas camisetas tocaron cornetas, aplaudieron, y portaron como estandarte réplicas de la Copa que se transformaron en realidad.

En las puertas del Estadio River Plate no faltaron  quienes buscaban entradas con el precio de la gloria. “Estamos esperando a ver si pasa un milagro”, aseguraron unos jóvenes vestidos con grandes turbantes y túnicas negras, simulando la memorable premiación y entrega de la Copa Mundial de la FIFA. 

No faltó el lado oscuro de la reventa. Al comienzo del partido, la picardía de los estafadores de almas causó grandes disgustos. No pocos hinchas se quedaron con entradas falsificadas en las puertas de la ilusión.

Una vez pasadas las vallas de seguridad, el barrio respiró calma, por supuesto antes de la tormenta, con los colores de la bandera. Las calles estaban cerradas y los vecinos miraban desde los balcones el gran operativo con un movimiento popular que desbordó uno de los barrios más opulentos. “Desde ayer pusieron las vallas, pero recién hoy cortaron”, confirmó Mónica de 73 años, una habitante del Barrio Parque General Belgrano. Con cara de resignación, afirmó que los vecinos siempre saben que hay cortes cuando hay partidos. “No sabemos las calles, pero sabemos que es así”, concluyó. 

Si bien en esa suerte de santuario todo parecía tranquilidad mientras caía la tarde, poco a poco un murmullo desde dentro de la cancha adelantó la celebración. Las pruebas de sonido habían comenzado y un coro de práctica que gritaba “gol” coronaba el ambiente.

El plantel llegó en combis bajo un protocolo secreto. La Policía de la Ciudad de Buenos Aires, la Agencia Gubernamental de Control (AGC), el escuadrón antibombas, el personal de SAME y bomberos compartieron la responsabilidad de prevenir incidentes en el exterior. Por su parte, la empresa TECH Security  se ocupó de los accesos internos.

Genaro, el niño que aparece al comienzo de esta historia le aseguró a ANCCOM: “Ser campeones del mundo es una experiencia que me da ganas de llorar”, como todo un estadio ampliado a un país, que al cierre del partido guardó esas lágrimas doradas. Esas que sólo pueden verse en el reflejo de la Copa.

 

Estados Unidos, el ganador después del FIFA-Gate

Estados Unidos, el ganador después del FIFA-Gate

Tras la detención de las máximas autoridades de la Federación Internacional de Fútbol por actos de corrupción, la principal potencia internacional avanzó en uno de los pocos campos en que había quedado relegada.

Gianni Infantino junto al jeque Khalid Bin Khalifa Bin Abdulaziz al-Thani en Doha, en marzo de 2022.

Según su página web, la FIFA existe para gobernar a las federaciones de fútbol y desarrollar el juego alrededor del mundo. Organiza el evento deportivo más importante de todos, la Copa Mundial de Fútbol. También se encarga de organizar el resto de los campeonatos de la disciplina en sus distintas categorías. Fue creada en 1904 por siete federaciones europeas con un espíritu amateur, sin dinero de por medio. Hoy en día, la FIFA agrupa 211 federaciones de distintos países: 17 naciones afiliadas más que el total que integra la ONU.

Su sede, ubicada en Zurich, es un anti-monumento a la transparencia: consta de dos pisos a la luz y cinco bajo tierra: “En nuestras reuniones la luz debe provenir de nuestros ejecutivos, no del exterior”, es una de las frases célebres de Joseph Blatter, quien fue presidente de FIFA entre 1998 y 2015. Hay inhibidores de señal y no está permitido filmar ni sacar fotos dentro del recinto. Suiza es un lugar de secreto fiscal, en donde las organizaciones pueden llevar a cabo sus negocios sin gente haciendo preguntas. Debido a su idiosincrasia liberal, el Estado no interviene. Es por eso que, junto con FIFA, otras 76 organizaciones deportivas internacionales están instaladas allí.

Para el periodista y escritor, Ariel Scher, “La FIFA es un lugar de poder, donde a nivel global, se entrecruzan las disputas del mundo empresario transnacionalizado y del envase nacional”. Distinta es su estructura interna de poder, que se rige por el Consejo de la FIFA, el principal órgano en la toma de decisiones de la organización en los intervalos del Congreso de la FIFA, que se celebra una vez por año. El Consejo está integrado por 37 miembros: un presidente, ocho vicepresidentes y 28 miembros elegidos por las Confederaciones. Gustavo Veiga, periodista y docente, caracteriza a la FIFA como un régimen presidencialista, a excepción de los periodos de participación de Julio Humberto Grondona como vicepresidente (1988-2014). “La figura de Grondona era omnipresente. Manejaba el área de finanzas y eso implica un poder, no semejante al del presidente, pero sí muy parecido. Sin Grondona, la Argentina perdió peso específico. El poder al presidente de la FIFA, se lo dan y se lo sacan las federaciones, sobre todo las más poderosas” afirma.

El principio del fin

El 2 de diciembre de 2010 fue el principio del fin para la FIFA presidida por Blatter. Ese día, en una inédita doble votación, se eligieron a Rusia y Qatar como sedes de los mundiales 2018 y 2022. Esta decisión provocó el enojo de Estados Unidos, principal candidato para 2022, y el inicio de la investigación del FBI sobre el proceso de elección. El objetivo estaba claro: descubrir quienes le habían vendido su voto a Qatar.

Para Veiga, hay un trasfondo político detrás de todo esto: ”Estados Unidos no toleró perder la sede del Mundial junto al negocio millonario que representa, y pasaron a estar bajo la mira del departamento de justicia todos los dirigentes de la FIFA”. En el documental “FIFA Gate, por el bien del fútbol” (coproducción entre la TV Pública Argentina y el canal catorce de México), el periodista estadounidense Ken Bensinger afirma que la investigación empezó en el verano de 2010, o sea seis meses antes de la votación por los mundiales. Pero también asegura que el impulso definitivo a la causa sucedió nueve meses después de la votación, cuando Estados Unidos decidió utilizar todo el peso de su aparato judicial contra la FIFA. Paralelamente, la FIFA realizó una investigación interna a cargo del fiscal de Nueva York, Michael García, que terminaría siendo ineficiente. Lo que empezó como un caso de evasión fiscal, luego se mezcló con los más altos niveles de la política internacional.

Joseph Blatter en la sede la FIFA en Zurich en 2015

El escándalo

El FIFA Gate es el mayor escándalo de corrupción en la historia del deporte. Detonó el 27 de marzo de 2015, en la víspera del 65º Congreso de la FIFA en Zurich, cuando la policía suiza, en conjunto con el FBI, ingresó al hotel Baur Au Lac y detuvo a siete dirigentes de la federación ante los ojos del mundo. La acusación de Loretta Lynch, fiscal general de Estados Unidos en aquel momento, habla de lavado de dinero y fraude electrónico. Como todas estas operaciones ilícitas habían pasado por cuentas y bancos estadounidenses, el país se adjudicó jurisdicción para intervenir.

Estados Unidos avanzó en la investigación gracias a la “colaboración” de los arrepentidos. Charles Blazer, secretario general de la CONCACAF, fue el gran delator del FIFA Gate. Grabó conversaciones con los dirigentes involucrados y le dijo todo lo que sabía al FBI a cambio de no ir a la cárcel por evasión fiscal. El argentino Alejandro Burzaco, ex CEO de Torneos, le aportó al FBI sus registros del sistema de coimas a dirigentes de la Conmebol. La justicia estadounidense utilizó en contra de la FIFA la Ley de Organizaciones Corruptas e Influenciadas por Corrupción (ley R.I.C.O.), sancionada en 1970 para luchar contra la mafia italiana en Nueva York.

¿La corrupción es solo latinoamericana?

Los 18 dirigentes de la FIFA detenidos y el resto de los involucrados en el FIFA Gate son latinoamericanos, caribeños o estadounidenses. Ningún dirigente europeo fue encarcelado por este escándalo. Resulta extraño que los miembros europeos del Consejo de la FIFA no tuvieran nada que ver, ni supieran nada acerca de lo que ocurrió en la doble votación de 2010.

“Los dirigentes encarcelados son quienes no tenían como peso propio más que su lugar en la FIFA. Los dirigentes europeos poseen representatividades del mundo político y empresarial que los protege a nivel nacional e internacional y esa trama de protección, también es una trama de poder”, dice Scher.

Joseph Blatter y el ex futbolista Michel Platini fueron investigados tiempo después por los dos millones que el suizo le habría pagado al francés, para que este no se presentara como candidato a presidente de FIFA en 2011. Ambos fueron suspendidos por FIFA, lo que le impidió a Platini reemplazar a Blatter tras su renuncia. De esta manera, las puertas de la presidencia de la FIFA se le terminarían abriendo al secretario general de la UEFA y mano derecha de Platini, Gianni Infantino.

La “nueva” vieja FIFA

Infantino asumió la presidencia en 2016: era el candidato ideal porque había quedado por fuera de las sospechas de corrupción. Sin embargo, en 2019 el fiscal Stefan Keller decidió abrir una investigación en su contra en torno a su accionar, tras encontrar “indicios de conducta criminal” en una serie de reuniones secretas que mantuvo con el fiscal Michael Lauber, quien estuvo a cargo de algunas causas surgidas tras el FIFA Gate.

La nueva FIFA se esforzó por mostrar una ruptura clara con el régimen de Blatter pero para Scher no se ve una FIFA distinta: “El modelo de organización del fútbol como espectáculo y como negocio espectacularizado es similar”. Veiga, coincide: “Sus discursos de transparencia, políticas de género y desarrollo global, son palabras que se las lleva el viento. No son más que el maquillaje para su pasado”.

En cuanto a lo primordial, su estructura de poder y el modo en que se relaciona con los Estados y las corporaciones sigue siendo la misma FIFA de antes. Veiga es contundente: “Las sospechas de corrupción no se las van a sacar por años”. La nueva FIFA se parece a la vieja, la diferencia es Estados Unidos.

 

U.S.A, mi buen amigo

En tiempos de Blatter, la principal potencia del planeta era muchas veces excluida de las decisiones de FIFA, debido a que su principal apoyo eran los países del “tercer mundo”, es decir, sobre todo Latinoamérica y África.

A diferencia de Blatter, Infantino mantiene relaciones mucho más fluidas con Estados Unidos: “La nueva FIFA se acercó mucho a Estados Unidos y el vínculo se consumó con la organización del próximo mundial. Esta fue una devolución de gentilezas de Infantino a Trump cuando estaba en el gobierno”, explica Veiga.

Las cadenas estadounidenses se quedaron con los derechos de televisión de los torneos más importantes del mundo. Por ejemplo, Fox y Turner son los dueños del fútbol argentino. Además de controlar los derechos de televisión en Latinoamérica, los fondos de inversión estadounidenses poseen la quinta parte del total de los clubes más importantes de Europa, así lo afirma el periodista Ezequiel Fernandez Moores en su documental “FIFA Gate, por el bien del fútbol”.

Por el bien del fútbol

El FIFA Gate ha marcado un cambio de era. Fue un antes y un después en el mundo del fútbol. De los 22 miembros del comité ejecutivo que votaron las sedes de Rusia y Qatar, sólo uno sigue en su cargo. Aquellos dirigentes corrompieron el negocio del fútbol para enriquecerse, dejando de lado su obligación de llevar al deporte más popular del planeta por el buen camino.

Infantino seguirá hasta 2023. Fue reelegido sin oposiciones, al igual que en su momento lo había hecho Blatter. La nueva FIFA se parece demasiado a la anterior. El problema en su estructura piramidal de poder continua. Un presidente todopoderoso, investigado por la justicia y un comité ejecutivo al que le costará mucho trabajo modificar su imagen poco transparente. La forma de relacionarse con el mundo en torno al fútbol, sigue siendo la misma.

La única diferencia es Estados Unidos. Luego de impulsar la investigación del escándalo de corrupción más importante de la historia del deporte, la potencia mundial número uno adquirió un rol mucho más activo, en uno de los pocos monopolios que le faltaba dominar. Habrá que ver si también lo hizo por el bien del fútbol.

El kilómetro cero del Mundial 86

El kilómetro cero del Mundial 86

Juan Ignacio Provéndola es periodista, docente y autor de varios libros. Recientemente publicó “Operativo Tilcara”, un racconto del increíble viaje que organizó Carlos Bilardo en 1986 con el objetivo de preparar a sus jugadores para el Mundial de México.

La Copa del Mundo de 1986 se iba a disputar en tierras mexicanas, donde diez de los doce estadios seleccionados estaban a más de 1500 metros sobre el nivel del mar. El doctor Carlos Salvador Bilardo, conocido por sus brillantes delirios, encontró ahí el primer problema a resolver, quizás el más importante de todos. Para afrontarlo, convocó a un grupo de catorce jugadores de la élite del fútbol local (José Luis Brown, Ricardo Bochini y Claudio Borghi, por nombrar a algunos) y diseñó un plan tan disparatado como exitoso: un viaje al pueblo jujeño de Tilcara, donde durante diez días la base de la Selección del 86 enfrentaría todo tipo de condiciones adversas antes de partir hacia la tierra prometida. Juan Ignacio Provéndola es periodista, docente y autor de múltiples libros; el último de ellos es Operativo Tilcara. Entre viejas postales de rock y un video de las playas de su Villa Gesell natal, el escritor dialogó con ANCCOM sobre cómo “entre canchas de ripio, agua por turnos, un solo teléfono en todo el pueblo y el calor sofocante de la altura, Bilardo estableció en Tilcara el auténtico kilómetro cero de un camino que culminó en el 29 de junio de 1986 en el Estadio Azteca”.

¿Qué te llevó a escribir sobre un acontecimiento que quizás es muy famoso para el fútbol argentino por el mito de la promesa a la Virgen de Copacabana pero que a la vez es muy desconocido en cuanto a los detalles de su historia?

Una casualidad, porque yo no conocía Jujuy hasta que viajé en 2017 por distintos laburos. Yendo desde San Salvador a La Quiaca, me estaba llevando un amigo de Jujuy en su auto y hacemos una paradita técnica en una ruta de Tilcara porque había una estación de servicio. Yo aproveché y me fui a dar unas vueltas por los comercios y construcciones y vi que había un potrero de tierra. Entonces me saqué una selfie para mandar a amigos de Gesell -porque allá también tenemos equipos locales que juegan en canchas precarias- y cuando me subo al auto le muestro la foto a este amigo jujeño para preguntarle de quién era la cancha. Él me cuenta y me agrega: “Acá vino Bilardo con varios de los que fueron al Mundial de México a prepararse”. No le creí. Yo que soy del interior también sé que a veces exageramos un poco las historias para impresionar a los forasteros. Después vi que había un montón de notas al respecto y me generó la inquietud. Cuando volví a Buenos Aires le pedí a un colega el teléfono de Bilardo y al mes de insistir me atendió. Le cuento esta historia y le digo que me costó creerla. Me dijo que sí, que era cierto. Estuvimos hablando como una hora, increíble el narigón. Arrancó a recordar un montón de cosas increíbles, fabulosas, disparatadas, bizarras, alucinantes. Ahí empezó todo.

 ¿En base a qué otras fuentes construiste tu relato?

El segundo que se acordó mucho y se copó fue el Checho Batista. Después, tilcareños que fueron parte de Pueblo Nuevo, un club recién fundado en ese momento, que es donde la Selección entrenó. Además, como Bilardo llevó catorce jugadores, (iba a llevar diecisiete pero al final tres se lesionan) si quería hacer un picado no le alcanzaban los números. Entonces le preguntó a los de Pueblo Nuevo si armaban un equipo de once y los tipos obviamente le dijeron que sí, más vale. Ellos también fueron una fuente importante porque convivieron todos los días. Fui cuatro veces a Jujuy, cinco con esta parada que es la que originó todo. Después revisé diarios de la época. Más allá de Clarín, La Nación y El Gráfico, que fueron los medios nacionales más importantes que mandaron corresponsales, me parecía interesante ver cómo había sido el registro de los locales como para corrernos un poco de el porteño-centrismo en la construcción de una historia.

 ¿Encontraste muchas diferencias entre el relato que se contaba en Buenos Aires de lo sucedido y lo que veía la gente de Tilcara?

Sí, porque en ese momento no existía la televisión por cable, es un fenómeno de los noventa. El único contacto que había con imágenes en movimiento eran canales de aire que se veían a lo sumo en San Salvador. Tilcara no tenía televisores y había un solo teléfono. Ricardo Bochini tenía treinta y dos años en ese momento y ya era una leyenda. Siendo un prócer total del fútbol argentino, en Tilcara la primera vez que lo ven en movimiento es en la cancha de Pueblo Nuevo. Lo más cercano eran las fotos en blanco y negro de los diarios.  Entonces me preguntaba cómo registraban ellos el contacto con jugadores que solo conocían por fotos. Fue una conmoción para la provincia. Otra cosa que me interesaba era ver cómo relataban la cotidianidad de los jugadores de la Selección. Una cosa era como lo reflejaba el enviado del diario Clarín, que estaba muy perturbado por el estado de la cancha y en todas las notas decía: “es un peligro, Bilardo es un irresponsable, los jugadores se pueden romper”. Para los jujeños eran normales esas canchas, entonces no veían eso, el eje estaba puesto en otro lado. Los medios porteños, como todos los criados en el llano, hablaban mucho de los efectos de la altura y el calor. En cambio, para los jujeños eso es parte de la normalidad y relataban más cuando los jugadores salían a pasear por el centro, el rasgo más humano, cómo iban a la plaza a la hora de la siesta a tomar mates. Quizás una intimidad que hoy es muy difícil.

En el libro mencionás que Bilardo tenía un doble objetivo a la hora de preparar el viaje: el principal era preparar a los jugadores para la altura de México pero también buscaba consolidar el grupo. ¿Cuál fue el que marcó la diferencia en los resultados que después obtendría el equipo?

Creo que las dos cosas. No sé si viste Héroes. Ahí vas a notar cómo se arma el grupo humano. Ellos tenían una cámara ahí en el Distrito Federal y en ese documental ves realmente la cotidianidad de la concentración que fue muy larga, casi dos meses, es un montón. Así que sí, creo que el viaje ayudó mucho a armar el grupo porque en Tilcara es donde Bilardo empieza a armar la lista que él quería. Hasta el ochenta y cinco era una combinación de jugadores que él quería probar con otros que se imponían por historia. Pero por otro lado, el tema de la altura es importante. Bilardo fue el único entrenador que reparó en eso, a pesar de que ya había habido un mundial en México y varias de las selecciones que fueron al 86 ya habían jugado ahí en el 70. Fueron los únicos mundiales en la historia que se jugaron en altura. Para los sudamericanos puede ser algo relativamente familiar por las eliminatorias en La Paz o en Quito, pero sigue siendo un escenario que mete bastante miedo. Imaginate para los europeos. Sin embargo, en el 86 lo vuelven a desatender. A tal punto que Alemania casi se queda afuera en la primera ronda por subestimar ese dato, lo mismo Inglaterra.

¿El viaje cumplió su objetivo?

Si bien no fue una aclimatación, porque para eso tendrían que haber ido inmediatamente antes de México, el viaje sirvió para que los jugadores le pierdan el miedo a la altura. No solo por la falta de aire. A veces te agarra taquicardia, unas jaquecas terribles, sentís una cosa muy incómoda que no la podés resolver y eso te da nerviosismo. De los catorce de Tilcara, doce fueron al mundial. Ya habían estado diez días en un escenario parecido, por lo que cuando van a México y la altura empieza a molestar se calman porque saben que a los dos o tres días el cuerpo se plancha. Es la imagen de Jorge Burruchaga en el último gol contra Alemania, que parece que todavía hoy sigue corriendo. Corre solo, no lo marca nadie, los defensores estaban con la lengua larga. Los alemanes hacen ese empate y se les acaba la nafta automáticamente. Hago la inversa, me pregunto si hubiese sido igual el devenir del Mundial de México para Argentina sin ese viaje a Tilcara. No lo sabemos. Los que fueron en el 86 lo viven como una experiencia repositiva, más allá de la altura, de la precariedad y la austeridad en el día a día. Eso ya te demuestra que generó un buen semblante, así que yo creo que es un poquito de cada cosa.

 

La precariedad que mencionás, jugar contra equipos amateur de la zona, canchas de tierra y en malas condiciones. ¿Todas esas particularidades que tuvo el viaje pueden haber contribuido a su éxito?

Sí, creo que ayudó mucho porque cuando ellos van a concentrar al América de México en la estadía del Mundial ven que no alcanzaban las camas. Entonces le agregan un anexo que era un quincho, quizás la austeridad de Tilcara ya los fue un poco amoldando. Por eso yo señalo el viaje a Tilcara como el kilómetro cero. Siempre para los futboleros el inicio del mundial es el sorteo, que es donde ya sabemos cuáles van a ser los rivales de nuestras selecciones. Ahí ya entrás en un auténtico clima premundialista. El viaje a Tilcara fue veinte días después del sorteo. Fue el comienzo de ese proceso final donde ya no había margen de error para nada. Creo que por eso también Bilardo viaja a Tilcara, porque era un lugar que al estar más desconectado del resto del país le aseguraba cierta intimidad y calma para poder hacer experiencias físicas y tácticas que no hubiese podido hacer en Buenos Aires con los medios permanentemente sacándole fotos y observando.

Una situación de aislamiento, condiciones extrañas e incómodas, un técnico cuestionado, un equipo que para algunos todavía generaba dudas pero que logra consolidarse. ¿Observás un paralelismo, salvando las distancias, entre el viaje del 86 a Tilcara y la concentración de la Copa América 2021 que Argentina gana en Brasil?

Nunca lo pensé, pero ahora que lo decís vos, sí. Lo veo muy comparable, sobre todo en la contribución a un espíritu de grupo. El aislamiento es similar, en ambos casos estaban alejados de sus familias y con poca comunicación. Creo que el grado de imprevisibilidad es un punto de comparación también porque en el 86 nadie conocía Tilcara y en el 2021 nadie había experimentado nunca una concentración similar. Está esa escena de Messi en el vestuario valorando la convivencia y haber compartido una experiencia grupal. Muy probablemente lo del año pasado les templó un poco el ánimo. Los jugadores ya estaban ahí, semanas adentro, con toda la manija de querer ganar algo, de querer salir campeones. Quizás Scaloni conoce esta historia de Tilcara y algo podría haber influido, habría que preguntarle.

 

¿Cuál es tu anécdota favorita de Operativo Tilcara?

La verdad es que todo es una anécdota con un wow gigante, de principio a fin, pero la que más gracia me da es cuando Bilardo me cuenta que se vistió de mujer coya. Más allá de que parezca gracioso que se viste de mujer, él hizo particular énfasis en que para disimular con los jugadores se pone a bailar. Entonces me dice: “Mirá pibe que yo bailo muy bien, ¿querés que te muestre?”, se para y como que empieza a moverse. Y yo digo: “no, Carlos, no hace falta” y la gente miraba. Después, cuando yo contaba la anécdota a amigos y colegas, nadie me creía; hasta que finalmente sale la serie documental de Bilardo. Ahí hay una escena buenísima en México cuando todo estaba medio picado en el grupo y él para distender se pone a bailar y logra que todos se rían. Bailaba igual que como me quiso bailar a mí. Me alucinó eso porque me permitió entender en esa microanécdota la capacidad de liderazgo que tenía Bilardo. Ordenar, ordena cualquiera, el tema es persuadir. El Narigón tenía esa cosa de obsesivo y cabulero por un lado, pero después tenía una gran condición humana para empatizar y quizás quitarle un poco la tensión a la cosa. Yo me imagino que cuando de repente todos se enteran que esa esa señora vestida de chola era Bilardo le habrá generado algo en la cabeza a los tipos. Si este tipo, que es grande, que es doctor, que salió campeón con estudiantes; corre el riesgo de hacer ridículo para controlarnos,  ¿nosotros no vamos a hacer un esfuerzo de entrenar atrás de una pelota tres veces por semana? Me parece que lo termina graficando bastante como es él en toda su complejidad. Por eso creo que fue lo que fue y cambió el fútbol argentino, ¿No?

Los Halcones Verdes del Golfo

Los Halcones Verdes del Golfo

Arabia Saudita, una cultura que está cambiando y preparándose, también en el fútbol, para cuando se acabe el petróleo. Un vistazo sobre el primer rival que la Scaloneta enfrentará en Qatar.

La Selección Argentina hará su debut mundialista este martes a las 7 en el Estadio Lusail. Su rival, Arabia Saudita, equipo que comanda desde 2019 el francés Hervé Renard, quien en el pasado también fue el director técnico de los seleccionados africanos de Zambia, Angola, Costa de Marfil y Marruecos.

Jorge Habegger, técnico argentino que dirigió al Al-Nassr y al Al-Ettifaq Club, equipos de la Liga Profesional Saudí, afirma que los sauditas “tienen muy buena técnica y pretenden siempre generar un fútbol de asociación, apostando a la posesión de la pelota”, aunque, sostiene, tiene un problema en lo que respecta a su seleccionado. “Argentina va al Mundial y tiene un solo jugador en el fútbol argentino, que es Armani, el resto están casi todos en Europa. En cambio, a ellos les cuesta mucho que jugadores de Arabia jueguen en otros países. En las últimas experiencias, por ejemplo, había algunos que estaban en España, pero no en el primer nivel español, entonces les falta ese roce de alto nivel para que puedan estar a la altura cuando les llegan este tipo de competencias. No obstante, ahora parece que han cambiado un poco esa tónica y se están insertando en la exigencia del fútbol internacional”.

Los apodados “halcones verdes” participaron sólo cinco veces en copas del mundo. Las primeras cuatro fueron de forma consecutiva entre 1994 y 2006 y la quinta en Rusia 2018. A excepción de su primera experiencia, en donde alcanzaron los octavos de final, en las otras ocasiones no superaron la fase de grupos. “Desde el punto de vista de la lógica, Argentina debería conseguir un triunfo frente a Arabia Saudita, pero los que estamos en el fútbol hemos aprendido a no subestimar a nadie. Hoy todas las selecciones están con la mejor información y con el mejor nivel de preparación”, advierte Habegger.

Cambio de rumbo

En términos económicos, hasta ahora el Reino de Arabia Saudita depende mayoritariamente de los ingresos por la explotación del petróleo. Ahora bien, en los últimos años incursionó de forma intensiva en otras industrias, entre ellas la del deporte, al posicionarse como anfitrión de diferentes espectáculos.

En lo que refiere al fútbol, fue sede de la Supercopa de Italia en 2018 y 2019, la de España en 2020 y 2022, amistosos entre selecciones e incluso fue el lugar en el que se jugó el año pasado el partido entre Boca Juniors y el Barcelona en homenaje a Diego Maradona. En otros deportes, se destacan la realización de eventos anuales de lucha libre organizados desde 2018 por la WWE, la empresa más importante del rubro a nivel mundial, el Rally Dakar desde 2020 y el Gran Premio de Fórmula 1 desde 2021.

Estas iniciativas se enmarcan en lo que se conoce como “Saudi Vision 2030”, un ambicioso plan de reformas económicas y sociales. En diálogo con ANCCOM, Marcelo Gilardoni, embajador argentino en Arabia Saudita, Bahrein, Omán y Yemen entre 2018 y 2021 y luego en Qatar hasta mediados de este año, explica que no se trata de un proceso privativo de ese territorio, sino que es un proceso que se está dando en el resto de los países del Golfo: “Están tratando de diversificar su economía para cuando el petróleo deje de consumirse o se acabe. La idea es que cuando esto suceda, estos países puedan seguir manteniendo el nivel de vida y de ingreso de su población igual al de ahora”. En el caso de los deportes, precisa: “Los ingresos que se generan a partir de esto no son tan importantes ahora, pero la idea es que en algún momento ocupen un lugar importante”.

Jose Manuel Morales, licenciado en Comercio Internacional con una maestría en administración de negocios, dejó México junto a su esposa odontóloga hace cuatro años, a raíz de una oferta laboral que recibió ella en Arabia Saudita. Según Morales, los cambios también incluyen una apertura al turismo. «Hace 15 días estuve en una ciudad ubicada en el Mar Rojo que se llama Yeda y me tocó ver mucha caravana de turistas visitando la ciudad, guiados por saudíes, cosa que hace unos años era imposible ver. Antes no existían visas de turista, solamente podías venir si habías recibido alguna oferta de trabajo, si eras familiar directo de alguna persona que trabajara aquí o si eras musulmán y debías hacer la peregrinación a La Meca. A este paso, dentro de poco tiempo Arabia Saudita se occidentalizará mucho y eso traerá como consecuencia un cambio cultural, que es complicado a la vez para el pueblo saudita».

 

Los saudíes

Son personas moderadas y no muy efusivas, las define Morales, debido a que el Islam influye mucho en su comportamiento y, por tal motivo, la alegría es bastante reprimida. «Con respecto al Mundial, hay una gran expectativa, pero no se nota en la conducta de la gente. Es decir, no ves personas en la calle con banderas alentando al equipo y eso que somos un país 100 por ciento vecino de Qatar. No se está viviendo un ambiente mundialista como podríamos vivirlo en Europa o América latina».

Para Habegger, se trata de “un público que acompaña a su equipo y lo alienta, pero de una manera distinta a la que nosotros estamos acostumbrados. Vos ves en la tribuna que están mezclados los hinchas de los dos clubes y no hay problemas de indisciplina. Si lo comparás con Boca, River, Flamengo, Peñarol y Nacional, por mencionar equipos de Sudamérica, nada que ver, es un público mucho más pasivo que acompaña desde el gusto por el fútbol, porque le gusta mucho el fútbol al árabe y está muy bien informado. Vive muy pendiente de lo que sucede en Europa y Sudamérica, fundamentalmente Argentina y Brasil».

Gilardoni remarca que, a pesar de las diferencias culturales que a la distancia pudieran percibirse, argentinos y sauditas comparten valores importantes como la familia y la amistad: «Si a un saudita le decís que te diga qué significa Argentina, seguramente mencione tango, vino, carne, fútbol, Maradona, Messi. A un argentino le hacés la misma pregunta respecto a Arabia Saudita, te va a decir camello, desierto, petróleo, Islam, mezquita. Creo que ambos países son mucho más que tres o cuatro definiciones».

En este sentido, Morales explica que cuando llegó a ese lugar del mundo, se encontró con una sociedad amistosa y que, lejos de ser tímidos, se acercaban y se mostraban interesados y abiertos a la idea de recibir extranjeros: «Muchas veces en América latina pensamos que este país está lleno de intolerantes religiosos, por lo menos esa es la idea errónea que yo tenía, debo confesarlo. Mientras uno respete, como en todos los lados, sus leyes y sus costumbres, sos bien recibido en este país».