El MOCASE denuncia que el agronegocio se cobró otra vida

El MOCASE denuncia que el agronegocio se cobró otra vida

Fabián Martínez fue asesinado de un tiro por integrantes de un grupo que intentaba desalojarlos. Detuvieron a integrantes de la Banda de los Padilla, que fueron filmados mientras lo ejecutaban.

Fabián Martínez, miembro del Movimiento Campesino de Santiago del Estero, fue asesinado el 5 de abril en el paraje San Francisco, provincia de Santiago del Estero. Hay once detenidos, miembros de la banda de Jonathan Padilla, que según miembros del MoCaSe-VC (Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina) tiene vínculos con la empresa Porta Hnos. Con un video como prueba que muestra el momento del ataque, los acusados fueron detenidos.

Martínez, padre de cuatro hijos, fue baleado por el grupo armado conocido como “la Banda de los Padilla», encabezado precisamente por Jonathan Padilla. El conflicto comenzó el 28 de marzo, cuando miembros de esa banda ingresaron en un lote de uso comunitario con motivo de cercar el campo. “Los compañeros estaban pastando los animales y hablaron con los miembros de la banda pacíficamente. No estaba Padilla en ese momento, y acordaron sacar a los animales para que pudieran cercar con la condición de que dejaran abierto el portón para que el ganado pudiera entrar y salir libremente”, explicó una de las testigos, miembro del MoCaSe-VC, que no se identificó por razones de seguridad.

El 4 de abril, luego de que el grupo armado terminara de alambrar el predio, varios campesinos, entre los que se encontraba Martínez, se acercaron a buscar a los animales que habían quedado dentro del cerco. Según la testigo, en medio del diálogo con los miembros de la banda, llegó Padilla en una camioneta. “Vino muy agresivo diciendo que ya nos había dicho que nos fuéramos de acá. Nunca nos imaginamos que nos iban a agredir. A un compañero le pegaron con una máquina tira alambre en la espalda y y Fabián, para defenderlo, les pega un garrotazo en la cabeza. Ahí Padilla se altera y pide una escopeta que se la facilita Alejandro Palavecino, y nos dice ‘los voy a cagar matando a todos’. Le pega un tiro a Fabián y el resto de compañeros se dispersan hacia el monte”.

La testigo comentó que Padilla volvió a la camioneta con su banda para ir a buscar al resto de los campesinos. Al no poder encontrarlos, volvieron al lugar donde se encontraba el cuerpo de Fabián y lo remataron de un segundo tiro.

El dirigente de Patria Grande Juan Grabois afirmó que lo ocurrido es el “modus operandi” clásico para desalojar campesinos. “Se inventa un pseudotítulo, se contrata una banda de ‘alambradores’, ‘inspectores’, ‘puesteros’ y los campesinos muchas veces no pueden resistir. Una vez usurpada la tierra, estas empresas criminales desmontan todo destruyendo la biodiversidad del espacio. Así, se incorpora un nuevo territorio al modelo del agronegocio sojero o vacuno, la especulación inmobiliaria u otras actividades predatorias que crecen descontroladamente”, describió en un artículo de elDiarioAr. Grabois consideró que ante la resistencia campesina, “siempre hay algún juez dispuesto a dar por válidos títulos falsos o encontrar algún ribete estrambótico en la ley para justificar decisiones inconstitucionales. Si esto no se da y las empresas criminales no consiguen una homologación judicial o el apoyo de algún politiquero local, no dudan en matar.”

Agronegocio con banca

La Banda de los Padilla es conocida en la zona norte de Santiago del Estero por perseguir y violentar con armas de fuego a las comunidades campesinas e indígenas para usurpar las tierras y ponerlas al servicio del agronegocio. Si bien las comunidades han realizado las denuncias correspondientes a la justicia, el grupo continúa actuando libremente. “Estos son los territorios en disputa con el agronegocio. Santiago ahora es una zona muy codiciada porque tenemos mucho territorio y está muy dispersa la cantidad de familias campesinas en los departamentos del norte”, dijo en diálogo con ANCCOM Roger Almaraz, miembro del Área de Comunicación del MoCaSe Histórico. Según explió, Padilla ya habría tenido otros tres conflictos con el MoCaSe en los últimos años, y afirmó que este grupo armado es enviado por empresarios de Porta Hnos., productora de bioetanol, con el objetivo de ocupar y arrebatar las tierras. “Anteriormente ya había habido intentos por parte de la banda armada de sacar a la comunidad de ahí. Es un empresario que quiere usurpar las tierras, porque un campesino no va a tener una banda armada para repeler a otros campesinos”, agregó Almaraz. Para él, “el norte es el único pulmoncito que nos queda de Santiago respecto a los bosques nativos. El atropello permanente de esta banda armada no es de ahora, los venimos denunciando desde hace mucho tiempo por sus iniquidades. Esto viene desde Lictor Padilla, el padre de Jonathan. Era parte de la fuerza policial y ha sido exonerado por corrupción. Cuando salió, comenzó a trabajar para los empresarios que encuentran resistencia en el sector. Los contratan para hacer este trabajo sucio de amedrentar, cercar”.

Almaraz indicó que “se hacen desalojos silenciosos. Sospechamos que tienen una banca en algún lado, porque se han realizado operativos, allanamientos, los han detenido y al tercer día están afuera. Se nos cagan de risa. Todos los hijos de Padilla forman parte de la banda”.

En consonancia con esto, Darío Aranda, periodista especializado en agronegocio y docente de la Carrera de Comunicación de la UBA, afirmó a ANCCOM que “el asesinato de Martínez tiene directa relación con el avance de la frontera agropecuaria. No es algo nuevo, es algo que sucede hace más de 20 años. No es casualidad que en los últimos años se hayan dado por lo menos cuatro asesinatos de campesinos: Sandra Eli Juárez, que era una madre campesina, falleció de un paro cardíaco ante una topadora; Cristian Ferreyra, en 2011, asesinado también y Miguel Galván, también integrante del MoCaSE Vía Campesina, fue asesinado de manera similar”. Aranda reflexionó que “esto es algo que como pasa lejos de las ciudades muchas veces no se ve o no se quiere ver. Por un lado, nosotros decimos que el agronegocio, este modelo de transgénicos y agrotóxicos, se va cobrando vidas. Y al mismo tiempo, hay dos actores que son totalmente cómplices de este modelo. Uno es el Poder Judicial. En Santiago del Estero nunca se condenó a los autores intelectuales, a los empresarios, a los sectores políticos, por los asesinatos que han sucedido”. En este sentido, el especialista afirmó que “el Poder Judicial es totalmente cómplice de esta avanzada territorial. Y el otro factor fundamental es el poder político. Santiago del Estero es un feudo donde Gerardo Zamora gobierna hace casi 20 años, y donde nunca ha hecho nada para proteger a los campesinos, a los pueblos indígenas, que se cumplan las leyes, sus derechos, sino que al contrario, ha dado vía libre por acción u omisión para que avancen las empresas a sangre y fuego. “

Por el momento, hay 11 detenidos, incluyendo a Jonathan Padilla, en el marco de los conflictos entre los empresarios de la agroindustria y los miembros de las comunidades campesinas e indígenas del noroeste argentino por la tenencia de tierras. Desde el MoCaSe acompañan a la familia de Martínez mientras piden justicia, el desarme de los grupos armados y que dejen de matarlos.

Cuatro décadas de resistencia campesina

Cuatro décadas de resistencia campesina

Guido Corvalán, referente del Movimiento Campesino de Santiago del Estero, cuenta cómo se construyó su organización contra el avance de los terratenientes. La resistencia pacífica contra las armas, el esclarecimiento de la conciencia de los habitantes rurales y el desafío de demostrar que el monte no es basura sino vida.

40 AÑOS – COMUNICACIÓN Y DEMOCRACIA (1983 – 2023)

ANCCOM –junto a la Carrera de Ciencias de la Comunicación y a la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA- lanza Estuve ahí, un ciclo de entrevistas audiovisuales a los protagonistas de estos 40 años de democracia que celebra la Argentina.

 

La serie recorre los temas más trascendentes que tejieron la trama social desde 1983: los derechos humanos, la vida política, el mundo del trabajo, la economía, la deuda externa, la vivienda, los pueblos originarios, el campesinado, las luchas de género y diversidades, el ambientalismo, la cultura y el mundo de la comunicación, entre muchos otros.

Cada conversación constituye un verdadero diálogo intergeneracional entre los jóvenes periodistas de la agencia y aquellos que escribieron la historia.

Estrenamos todos los lunes! La primera, que estará disponible el próximo 28 de agosto, será a Estela Barnes de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre los entrevistados se pueden mencionar a Adolfo Pérez Esquivel, Estela Carlotto, León Arslanián, Héctor Recalde, Federico Pinedo, Gustavo Grobocopatel, Mercedes Marcó del Pont, Daniel Arroyo, Dora Barrancos, Myriam Bregman, Juliana Di Tullio, Ana Castellani, Noemí Brenta, Luis Felipe Noé, Daniel Divinsky, Eduardo Longoni, Moira Millán, el padre Pepe Di Paola, Flavio Rapisardi, Emilce Moler, Manuel Goncalvez, Gervasio Muñoz, Enrique Viale y Damián Loreti, por mencionar solo algunos.

Créditos

ANCCOM
Equipo Audiovisual: Eduardo Morales – Jairo García – Noelia Pirsic
Producción Periodística: Diego Rosemberg, Sebastián Comellini, Clarisa Veiga, Ángel Berlanga, Cecilia Chervabaz, Esteban Magnani, Guillermo Wulff, Alejandro Cánepa, Horacio Cecchi, Adriana Meyer, Federico Corbiere.
Producción Fotográfica: Victoria Gesualdi y Leandro Teysseire.
Redes y Contenidos Digitales: Julio Alonso y Estefanía Hernández.
CEPIA
Florencia Mendes, Javier Ildarraz, Gustavo Intrieri, Nadia Rebrij, Florencia Canosa, Juan Lescano, Jorge Pinola.
Autoridades CCOM
Larisa Kevjal – Directora
Dolores Guichandut – Secretaria Académica | Sebastián Ackerman – Coordinador Técnico | Yamila Campo – Coordinadora Centro de Prácticas
Equipo de trabajo
Lucía Thierbach, Grisel Schang, Paula Morel, Emilia Silva y Sebastián Comellini
El MOCASE canta 33

El MOCASE canta 33

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero cumple este viernes 33 años de resistencia y defensa de sus tierras. Mientras promueve la agroecología, la soberanía alimentaria y la reforma agraria, construye su propia universidad. ANCCOM te cuenta cómo funciona.

Antes de que los colores cálidos se adueñen de la luz, la noche termina de morir. Enseguida sale el sol, la aridez se mezcla con la tierra que sobrevuela y está en todas partes. También invade unas tres hileras de cuchetas y un par más de camas en las esquinas de la habitación de ladrillos y techos de chapa que alojan unos cien colchones donde duermen las personas que asisten a la Universidad Campesina e Indígena de Santiago del Estero, también conocida como la Universidad Suri o UNICAM, fundada por el Movimiento Campesino de Santiago del Estero que este 4 de agosto cumple 33 años de vida. En ella se enmarcan la Escuela de Comunicación Popular y Comunitaria, la Escuela de Psicología Social y la Escuela de Agroecología.. 

La oscuridad todavía no deja ver el monte mostaza con sus espinas gastadas, las flores lilas de los yuyos, los dorados ásperos, rosas, celestes y violetas que regala el cielo. Ni siquiera se ven los murales en la fachada, que muestran los emblemas de la comunidad, la bandera argentina y una multitud marchando. 

Tampoco se aprecia la amplitud de un horizonte que, quienes tienen la costumbre de verlo repleto de edificios, llamarían “vacío”

A las 8 de la mañana amanece nublado y muchas caras recién despiertas se nuclean en búsqueda de calor y aprovisionamiento alrededor de la parrilla donde se apoya una olla inmensa para calentar el agua, algo se respira en el aire además de la pureza del monte y el pan que se tuesta sobre esos mismos hierros.

El desayuno transcurre en una calma más bien tímida. Media hora después se escuchan los llamados para ingresar al aula. Esto no es un campamento ni un viaje de egresados ni una colonia de verano como las de las películas musicales para adolescentes. Con termos cargados y cuadernos en mano, son muchas las piernas en el cerro que comienzan a andar el camino delineado con piedras entre el pasto color pardo para llegar a la clase que se desarrollará en un salón bastante grande, que cuenta tres paredes de ladrillos y una cuarta pared inexistente: se abre y se cierra apoyando de lado a lado una chapa a modo de portón para que no entren las cabras o los perros o los chanchos o los pavos reales que comparten la montaña con la comunidad. 

 

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) nació el 4 de agosto de 1990 con el fin de organizar al campesinado ante el avance del agronegocio. La defensa de la tierra, la reforma agraria integral, la soberanía alimentaria, la agroecología y la vuelta al campo son sus banderas principales de lucha y resistencia.

Tres años después, el MOCASE participó de la creación del Movimiento Internacional Vía Campesina (VC) que nuclea a millones de personas en más de 70 países. Y el año 2005,, junto a otras organizaciones, fundó el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), un espacio que reúne a miles de  familias con inserción territorial en varias provincias. 

Las dificultades históricas de jóvenes rurales en el acceso a la educación superior impulsó al MOCASE a crear su propia casa de altos estudios, la Universidad Campesina  e Indígena S.U.R.I -Sistemas Universitarios Rurales Indocampesinos-, fundada en 2011 bajo la filosofía del “buen vivir” -o “Sumaj Kawsay” en quechua-, que propone vivir de una manera armónica con la naturaleza y llevando una vida en comunidad, en oposición a la lógica extractivista del capitalismo. 

La UNICAM SURI se encuentra en el Km 924 de la Ruta Nacional N° 9. El pueblo más cercano, Villa Ojo de Agua, está a unos 5 km por un camino de ripio. Una ruta de tierra que arde en verano y congela en invierno y en la que siempre será un acontecimiento ver desde sus costados cómo la cruzan los autos rápidos, trayendo un poco al silencio del pastizal los ruidos mecánicos del tránsito lejano. 

En la página web del MOCASE puede leerse: “La UNICAM es un espacio, donde campesinos, indígenas, trabajadores urbanos y rurales ejercemos el derecho a una formación que nos permita no sólo recuperar y reivindicar nuestra propia cultura, sino también trabajar para educar desde otra mirada para que las trabajadoras y trabajadores no seamos marginados, como receptores de una cultura ajena, sino como sujetos activos de la construcción colectiva de una nueva educación y un nuevo mundo.”

Ya en el aula la propuesta es formar una ronda. Los cuerpos se organizan en base a esa premisa y en medio del círculo se aprecia el contorno de un mapa de Latinoamérica, dibujado en el suelo con carbón. Suena una música local y entran los coordinadores que se acercan y depositan distintos elementos dentro de la figura: semillas, verduras, libros. Es la mística que da comienzo a las jornadas de clases de la Universidad.

Las clases expositivas se realizan en ese aula, luego están los momentos de prácticas grupales, en los que los equipos de estudiantes se reúnen en cualquier lugar del predio para llevar adelante los ejercicios propuestos por los coordinadores.        

Antes y después de la clase hay que resolver las cuestiones organizativas: horarios de actividades y división de tareas en equipos (las tareas cotidianas, como por ejemplo el desayuno, están bajo responsabilidad de los estudiantes). La cursada alterna períodos presenciales de cinco días consecutivos con períodos de clases virtuales, de manera que los jóvenes puedan regresar a sus territorios y cumplir allí con sus actividades laborales. Está modalidad garantiza la continuidad del  ciclo lectivo  a aquellos que por sus responsabilidades laborales o por las lejanas distancias de sus domicilios no podrían asistir de otro modo a la universidad.

… 

 A las 7 de la tarde, el momento áulico terminó hace media hora y Norma Michi habla sentada en el asiento del conductor del auto que utiliza para volver al pueblo luego de finalizada la jornada. Explica que desde el año pasado empezó con esta dinámica, antes vivía y dormía en el predio de la Universidad Suri, pero los años en el cuerpo hacen que sean necesarias ciertas comodidades que antes parecían prescindibles. Michi es licenciada en Educación Permanente, Doctora en Educación y profesora adjunta del Departamento de Educación de la Universidad de Luján.Reside en Villa Ojo de Agua, integra la Coordinación Político-pedagógica de la Escuela de Comunicación Popular y Comunitaria del MOCASE y coordina el taller de cerámica de la UNICAM. 

 -¿Cómo piensan las particularidades pedagógicas de la UNICAM?

Hay una Coordinación General desde donde se piensa lo pedagógico, y tiene un papel muy importante. Se valoriza el proceso completo, integral: lo que pasa dentro del aula no es lo único que pasa. Eso es muy importante, pero no es lo más importante, es todo ese proceso que empieza desde el día en que llegan hasta el día en que vuelven a sus casas, a sus territorios. En ese sentido es similar a lo que construyen en Brasil con las escuelas del MST (Movimiento de Trabajadores Sin Tierra), implica una conjunción permanente entre escuela y realidad cotidiana y le otorga un rol protagónico a la comunidad rural en la definición de valores y contenidos educativos. 

 Norma habla con tranquilidad sobre cuestiones monumentales dentro de un auto rojo apagado en medio del monte, uno de los pocos lugares a esta hora de la tarde donde el viento no llega: 

 El MOCASE es un movimiento de resistencia en la tierra, de resistencia cultural, de resistencia territorial concreta frente a otras formas de vida que sostienen un modelo acaparador que pone en situación de peligro y de hambre al campesinado. Dentro del movimiento, existe la UNICAM pero no solamente como la parte universitaria. También es un lugar donde vivimos muchos compañeros. Es importante entender a la UNICAM como comunidad, no solo como Universidad.

….

 

“Chuschalo” significa que tiene mucho pelo en quichua. Así le dicen a Matías Cara quien, como Norma, integra la Coordinación Político-pedagógica de la Escuela de Comunicación. Con la particularidad de ser también egresado de la UNICAM. Matías vivió en Buenos Aires hasta que comprendió que la ciudad no era para él y salió en búsqueda de otros territorios. Así llegó a Santiago del Estero y se involucró en el Movimiento Campesino. 

Desde la mesa de la radio -una estructura circular de cemento que transmite la FM Suri Manta con programación propia desde el 2013-, Chuschalo acomoda su silla enérgicamente, ceba mate y masca coca mientras busca las palabras, como si quisiera explicar algo que se mueve, como si estuviera desarmando un motor y describiendo sus partes: 

  • Primero nació la escuela de Agroecología, otro de los procesos de formación sistemática, aunque con otras características. La idea era trabajar de base con los jóvenes y los compañeros, no solamente para dar más herramientas, mejorar las producciones y garantizar que se pueda conseguir proyectos para hacer agricultura, apicultura, cuero, ganadería, lo que sea que quieran hacer, sino también para reivindicar el poder vivir en sus territorios y plantearse cómo quieren hacerlo. Es un proyecto político Concebimos una agroecología que lucha, no una que planta sano y ya. La agroecología no se va a dar si no hay justicia social, no se va a dar donde haya relaciones de poder injustas, ni donde prima el patriarcado primando, La agroecología no se va a dar donde no haya educación popular ni procesos de base. No solamente estamos hablando de producir sano y tener precios justos para quien los produce sino también poder llevar una vida digna donde se produce. La agroecología que nosotros construimos tiene que ver con el cambio social. 

 Chuschalo se entusiasma cada vez más con su propia exposición que, a medida que avanza, parece transformarse en una proclama:

  • Somos una comunidad organizada y un punto de referencia en todo el territorio de la zona sur, tanto por lo pedagógico como por la organización y la resistencia. También somos Casa de Acompañamiento del Sedronar y como movimiento venimos trabajando e impulsando la construcción de cisternas en toda la provincia a través de un montón de articulaciones para que la gente pueda tener agua en sus casas, porque hay mucha gente que no tiene directamente agua para tomar, eso es una realidad. 

La UNICAM también está vinculada con una idea que parecía utópica, la “vuelta al campo”. Se empezó a gestar más sistemáticamente a fines de los noventa. Mientras espera que amaine el viento dentro del auto rojo, Norma habla sobre ello:

  • Si los hijos o sobrinos de los campesinos tenían oportunidad de ir a la Universidad, cosa que ya era muy difícil, la Universidad tampoco respondía a las necesidades del movimiento. Y si esos chicos llegaban a terminar sus carreras, no solían volver al campo. Así que hacía falta pensar una Universidad desde, en y con los compañeros del campo. Los jóvenes la están pasando mal en las ciudades, está el consumo problemático y todas las consecuencias que tiene. Creo que por ahí anda la razón por la que se empezó a pensar que estos son los chicos que hay que acompañar. De esas reflexiones surge la Escuela de Psicología Social y la instancia de acompañamiento de situaciones de consumo problemático. 

A unos metros, desde la radio, Chuschalo completa el concepto, sin conocer lo que Norma decía, pero comprendiendo lo mismo:

  • Nos identificamos como un Movimiento Campesino Indígena, porque son sus orígenes y es la territorialidad que tenemos, pero sabemos que la lucha y el mundo que estamos haciendo no es solo para nosotros. Exactamente por eso pensamos en una Universidad con pibes de otras universidades, de comunidades campesinas, de los barrios de Buenos Aires, de Santa Fe, de todos lados. No podemos pensar en la construcción de un mundo más justo sólo para las comunidades campesinas, sólo para los barrios, porque entendemos que el transformar es juntos y juntas.
  • El movimiento tiene una gran apuesta a la construcción entre el campo y la ciudad. Por eso piensa la organización en conjunto con universitarios de distintas urbes, a quienes invita periódicamente a vivenciar un tiempo en la UNICAM para intercambiar saberes y construir pensamiento en la diversidad.

 

Los coordinadores y coordinadoras de la UNICAM realizan día a día una inmensa serie de tareas y actividades que hacen posible que este universo exista. Eligen autodenominarse así, en vez de “profesores”, porque entienden el rol que cumplen de una manera integral, que excede las paredes del aula y los contenidos teóricos y prácticos de las materias.

Aquellos que eligen vivir en la UNICAM comparten y construyen el día a día en comunidad. No todos duermen en ese gran cuarto de dimensiones enormes y capacidad para 100 personas en donde el concepto de intimidad que habita las ciudades estalla en mil pedazos. Hay quienes construyen sus casas en el predio. Chuschalo está terminando de armar la suya después de haber habitado el cuarto durante años: 

 El MOCASE siempre ha tenido esa grandeza de soñar la política, de recrear política, de que la política va de la mano del amor. Y no hablo de amor romántico, hablo del amor que se le pone a la vida todos los días agarrando el arado, el amor que tiene un albañil cuando levanta una pared, del amor que tiene una compañera cuando frena una topadora. Del amor a la vida, y de construir esa vida dignamente. Porque nos han enseñado que el trabajo es digno, y no es tan así; el trabajo es digno cuando el mundo en el que se desarrolla tiene justicia social, sino no es digno el trabajo. 

 Hoy en la Universidad vive también una comunidad wichí, los chicos atienden a las instancias de formación, participan del taller de cerámica, montaron su propia peluquería dentro de la comunidad y también rapean. Participaron como “El Clan del Norte” de un concurso auspiciado por UNICEF para hablar de la problemática del grooming. Ganaron entre 400 participantes. Pudieron filmar su videoclip y eligieron hacerlo mostrando cómo habitan la UNICAM. Chuschalo acompañó ese proceso: 

  Nos llena de orgullo, son nuestra familia y lo vemos como un sueño super colectivo aunque muchos de nosotros no cantamos ni medio rap, pero ver que esos sueños se transforman en procesos de dignidad, de formación, de concientización, en procesos colectivos, comunitarios y que se materializan en logros es algo enormemente potente. 

La UNICAM promueve una enseñanza que enfatiza el proceso por sobre el resultado. La creó un movimiento que se piensa como un todo, como partes de un gran sujeto que, lejos de entenderse como individualidades politizadas de manera aislada, conforman nuevos mundos en el monte santiagueño. 

MoCaSE, 30 años de resistencia por la tierra

MoCaSE, 30 años de resistencia por la tierra

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MoCaSE) celebra, este martes 4 de agosto, su 30° aniversario: tres décadas de organización, de resistencia por las tierras que les pertenecen y de recuperación cultural e histórica, cosechando en el camino los derechos desde siempre negados. “El MoCaSE nació a raíz de los problemas de tierras, las detenciones, las represiones que eran cada vez más alevosas, en las que la misma policía actuaba de esa forma para favorecer al empresariado. Ante la impunidad que había, nos organizamos”, afirma Deolinda Carrizo, autoproclamada campesina e indígena, que para aquel entonces era tan sólo una niña. Con evidentes logros a celebrar, reclamos históricos aún sin saldar y amenazas que, aún con el mundo paralizado, acechan a las familias, este aniversario encuentra a campesinos y campesinas, pueblos indígenas y pescadores artesanales aunando sus fuerzas para que la salida de la crisis sea apostando por la soberanía alimentaria y una reforma agraria integral y popular.

Santiago del Estero es una de las tres provincias con los índices de pobreza más altos del territorio argentino. De los casi 912 mil habitantes, la población campesina es cercana al 40 por ciento y son numerosas las poblaciones originarias que habitan en la provincia: Tonocoté, Vilela, Lule-vilela, Guaycurú, Sanavirón y Quechua. Los paisajes que se pintan en cada punto del territorio distan enormemente unos de otros. En la profundidad del monte adentro, los árboles centenarios, altísimos, son las huellas de una cultura gestada desde las raíces mismas de la historia americana, talada y vuelta a crecer, una y otra vez.

Las vistas de los viejos gauchos criollos hoy en día son sólo accesibles, como tantas otras verdades y saberes, a través del relato. Si bien la flora, la fauna y el desarrollo de la vida humana en todas sus dimensiones ha sido desdibujada durante largos siglos, en los últimos 35 años los desmontes, talas y deforestaciones, especialmente para el cultivo industrial de soja transgénica, ha cambiado dramáticamente la biodiversidad y el ecosistema rural, provocando una incipiente desertificación, el empobrecimiento de la vegetación, y produciendo el vertiginoso despoblamiento de los montes.

La aplicación de políticas neoliberales durante la década del noventa y el rol cada vez más influyente del agronegocio en la economía nacional, sumado a las fuertes crisis vivenciadas en aquellos años, tuvieron consecuencias críticas en las condiciones de vida del campesinado santiagueño. Las innovaciones tecnológicas y el desarrollo de la agroindustria fueron haciendo posibles los avances de las empresas transnacionales sobre las tierras nacionales que día a día aumentaban su valor y cuyas ganancias eran usurpadas todas por las empresas.

Aquellos caminos ásperos que penetraban los montes -algunos, de hecho, imposibles de transitar- empezaron a ver llegar las inversiones en mejoramiento que durante años el campesinado supo reclamar: lejos de ser en su beneficio, las pasarelas eran montadas para que un sinfín de topadoras desfilaran por los caminos de los territorios con la orden de desmontar para luego plantar soja. Es en los lazos que se entretejieron resistiendo a tales embates es que surge el MoCaSE.

Hoy Deolinda Carrizo es una de las referentes del Movimiento. “El objetivo era ser la voz del campesino y las campesinas, ser el instrumento o la herramienta con la cual presentarse ante las autoridades de la provincia o de lo que fuera para dialogar sobre la cuestión en conflicto –recuerda-. Cuando nos empezamos a organizar vimos que había otros procesos tanto a nivel nacional como en Latinoamérica. En 1997 nos incorporamos a la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), que es el rostro de la Vía Campesina en América Latina y el Caribe”. Desde allí, dan fuerza a sus históricas banderas de lucha: la Soberanía Alimentaria y la Reforma Agraria, mamadas desde los inicios y construidas día a día en un proceso consciente de recuperación identitaria.

“Cuando hablamos de Reforma Agraria no nos referimos a la clásica, sino a una integral y popular, concebida desde la práctica misma de los pueblos campesinos, indígenas y pescadores artesanales, que ha ido tomando cada vez más fuerza” asegura la referente y agrega: “Hablamos de una vuelta al campo, de ese proceso político de retorno a la tierra para generar una matriz productiva de alimentos variados, sanos y accesibles para los pueblos y cuidando la madre tierra. La vuelta al campo es fundamental para garantizar la soberanía alimentaria: su corazón late con las semillas nativas, criollas, en mano de los pueblos”.

“Venimos trabajando en la propuesta de Soberanía Alimentaria, en respuesta a las políticas neoliberales que los organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional (FMI) y transnacionales, y a su término de seguridad alimentaria que promovían con la revolución verde, imponiendo la explotación de la tierra, a través de monocultivos y agrotóxicos en manos de transnacionales como Syngenta, Bayer-Monsanto, Dupont y otras. La Soberanía Alimentaria es hoy una estrategia reconocida en la FAO para terminar con el hambre en el mundo”, redactan desde el Movimiento en una carta recientemente publicada a partir de lo acontecido con la cerealera Vicentin. Deolinda Carrizo afirma que esto último “ha abonado más la discusión que ya se viene dando desde diferentes espacios. Ha habido una madurez social en cuanto a la discusión de la soberanía alimentaria”.

Red de radios

Además de la ardua lucha por sus tierras, su identidad y su memoria, como fruto de su proyecto político y su militancia han concretado enormes proyectos -que también suponen la conquista de derechos arrancados- como una universidad propia, una escuela agroecológica, la gestión de seis radios, congresos multitudinarios y pasantías con estudiantes de distintas universidades.

Ernesto Lamas, comunicador, docente y uno de los fundadores de FM La Tribu, dialoga con ANCCOM acerca de la experiencia que supuso la creación de la red de radios del MoCaSE, de la cual fueron parte desde el colectivo de la radio porteña. “Ellos se habían planteado como un desafío el tema de la comunicación: contar con medios propios. Las pocas veces que aparecían en medios siempre era o con una nota que los estigmatizaba o con temas de violencia en los que los hacían aparecer como usurpadores de tierra. Tenían muy poco espacio en medios de comunicación provincial, ni que hablar en los nacionales”.

Guiados por el deseo y la necesidad de alzar sus voces históricamente silenciadas, empezaron a trabajar en conjunto para FM del Monte, la primera radio del movimiento, situada en Quimilí. La primera emisión fue en 2003; durante los años subsiguientes se pusieron al aire cinco radios más. “La red de radios es un gran ejemplo de cómo el ejercicio del derecho humano a la comunicación se pone en práctica –afirma Lamas-. Esa idea de que todos pueden recibir, buscar y difundir información en este caso se llevó a la práctica, incluso antes de la vigencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual”.

Sin dudas exclamar y denunciar al aire lo que muchos prefieren mantener en los márgenes y pelear un lugar dentro de un ecosistema de medios fuertemente concentrado requiere una enorme persistencia y valentía. En este sentido, el comunicador entiende que “el hecho de que las radios comunitarias hayan sobrevivido a estos cuatro años de vaciamiento del Estado y de políticas públicas de desguace de la ley, demuestra la capacidad, la resistencia y la legitimidad que tienen como medios. Yo creo que son una expresión clara de la necesidad y el derecho que tienen las comunidades a tener una voz propia que visibilice otras agendas y también son una demostración de por qué es importante que el Estado garantice en parte su funcionamiento, porque está demostrado que la concentración de medios es achicar la democracia”.

Educación popular y formación política

En consonancia con esta necesidad de reivindicar las raíces campesinas e indígenas surgen los espacios formativos del MoCaSE, desde los cuales se busca recuperar desde la educación la experiencia y la memoria ancestral que se va perdiendo por el desarraigo producido en el bombardeo cultural actual. Inspirados en las enseñanzas de los viejos sabios del monte, como Raymundo Gómez y Tito Ravelo -dos íconos de las comunidades santiagueñas-, desde el Movimiento entienden que el pensamiento y el saber es un arma peligrosa para los intereses capitalistas.

En agosto de 2007 se inició en Quimilí la Escuela de Agroecología, donde se promueve la construcción de saberes horizontales, en un constante intercambio entre el campo y la ciudad, pero revalorizando los conocimientos propios, desde antaño deslegitimados. “Es una escuela con sistema de alternancia: una semana estamos en la escuela, las otras tres semanas en las comunidades campesinas, desde donde se debe acompañar el proceso escolar de los y las estudiantes”, cuenta Carrizo. Rompiendo con las bases y condiciones de la educación bancaria, en la escuela de Quimilí se aprende y lleva a la práctica la apicultura, la producción animal, carpintería, huerta, hilados y tejidos, energías renovables, entre otros saberes.

“Además, hicimos un relevamiento y nos encontramos con que muchos jóvenes tenían ganas de estudiar si tuvieran la oportunidad. Muchos de los chicos que terminaban la escuela no se iban a estudiar porque era inaccesible para la mayoría”. Se inauguró en agosto de 2013 la Universidad Campesina “Suri” (Sistemas Universitarios Rurales Indocampesinos), espacio de constitución y fortalecimiento del campesinado como sujeto político, económico y cultural. Entre otras tecnicaturas ya en ejercicio, en julio del corriente año dieron inicio, junto al Instituto de Estudios Psicosociales de Córdoba «Dr. Enrique Pichón Riviere», a la Escuela de Psicología Social y Popular de la Universidad Campesina Suri.

En esta búsqueda de posicionamiento y legitimación como Movimiento de Campesinos y Campesinas, la referente afirma que “nosotras nos definimos feministas, entendiendo que no se trata de un solo feminismo: consideramos que así como hay una diversidad de pueblos y culturas, también hay de feminismos. En la lucha por la tierra siempre hemos estado presentes, desde las más viejas a las más jóvenes. Y presentes no de sólo de escucha, sino haciendo las carpas, las ollas, lo que se tenga que hacer en el marco de la resistencia y la lucha campesina. Somos feministas campesinas, populares y comunitarias porque nos encontramos junto con otras mujeres en una lucha común contra el patriarcado, contra el capitalismo y el agronegocio”.

En un contexto en el que el medio ambiente y la salud intiman a la sociedad entera a aplicar cambios drásticos y urgentes, las premisas históricamente anunciadas -mucho antes de que la “onda verde” se ponga de moda- retumban con fuerza desde monte adentro. Se trata de “volver al campo. Volver al reencuentro con semillas y sistemas productivos comunitarios, agroecológicos que garanticen la salud de la población, el intercambio de conocimientos, saberes, genética, descomprimir las grandes ciudades, terminar con el hambre, la pobreza, las desigualdades sociales y de género, construir un país más justo. Ojalá -concluye Carrizo- se de una política de vuelta al campo, para fortalecer el arraigo y caminar hacia el horizonte de la soberanía alimentaria”.

En los recuerdos de Don Tito, el brujo del monte, se recupera siempre a un ser mítico de la cultura gauchesca: Sacháyoj, “el Señor del Bosque”, quien cuida y vela por cada uno de los elementos de la Madre Tierra. Es una representación de la naturaleza del Gran Chaco: quien lo respeta obtiene beneficios, quien no lo hace luego sufre las consecuencias. Inspirados en el Sacháyoj, durante estos últimos 30 años las y los campesinos organizados en el MoCaSE han sido –y son- los guardianes terrenales de lo más sagrado frente a las amenazas constantes de las topadoras inanimadas. El devenir de los acontecimientos devela, una vez más, la importancia radical de su resistencia.