La Ley de Humedales perderá estado parlamentario

La Ley de Humedales perderá estado parlamentario

 Dos proyectos presentados para la conservación de los humedales no fueron tratados por el Congreso y su estado parlamentario caduca el 10 de diciembre

En noviembre del año pasado las comisiones de Recursos Naturales y Conservación del Medio Ambiente, Agricultura y Ganadería, y Presupuesto y Hacienda votaron favorablemente para crear una normativa que proteja los humedales. Si los proyectos no se tratan antes del 10 de diciembre perderán su estado parlamentario. Las iniciativas fueron presentadas por los legisladores Ximena Garcia y Maximiliano Ferraro de Juntos por el Cambio y Leonardo Grosso por el oficialismo en la cámara de Diputados

 La función

 Según la definición del gobierno nacional  en su espacio de acción ambiental “los humedales son áreas que permanecen en condiciones de inundación o con suelos saturados con agua durante periodos considerables de tiempo y si bien este término engloba variedad de ecosistemas, todos los humedales comparten una propiedad primordial: el agua es el elemento clave que define sus características físicas, vegetales, animales y sus relaciones”.

 Martín Proia, licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de Buenos Aires, considera a los humedales como un “parche de paisaje”. Una zona definida, cuya característica principal es que están inundados semi permanentemente, es decir “un suelo anegado en agua que tiene una diversidad vegetal y animal muy amplia y que no se puede encontrar en otros espacios”.

 “La relevancia que tiene un humedal depende mucho del lugar que lo circunda”, explica Proia, quien trabajó el tema en relación al proyecto de remediación del río Reconquista bajo auspicio del COMIREC (Comité de la cuenca del río Reconquista), y pone como ejemplos la Reserva Ecológica en la ciudad de Buenos Aires y el Delta del Paraná, “un mega humedal” que arranca en la zona de Tigre. Además el licenciado explica que en Argentina los humedales suelen ser de agua dulce lo que resulta “extremadamente llamativo” porque son grandes reservorios y le dan estructura al suelo en general de tipo limoso (barro).

 Desde el punto de vista biológico los humedales tienen una función “fotosintética”: “Estas extensiones captan mucha luz y suelen tener muy poca intervención humana porqué son lugares feos para construir, ya que no dan buen sustrato para una edificación”, sintetiza Proia. Por lo tanto, suelen ser de características muy silvestres y diversas en cuanto a la población que albergan y también tienen una fauna asociada que permite la migración de las aves que dispersan con su vuelo las semillas de las plantas de un lugar a otro.

Promesa incumplida

 Durante la campaña para las elecciones legislativas de medio término en 2021 uno de los avisos publicitarios del gobierno nacional remarcaba estar a favor de la aprobación de una ley de protección de los humedales. Lo cierto es que, a pocos meses de terminar el mandato del presidente Alberto Fernández, todavía no se trató en el poder legislativo ninguna iniciativa vinculada al tema.

 En el mismo año que las elecciones legislativas, la Organización de la Naciones Unidas emitió un documento donde advirtió sobre la conservación de los humedales en Argentina y recomendó la elaboración de una ley que proteja estos ecosistemas. La ONU reunió antecedentes de distintas iniciativas políticas en otros países y brindó fundamentos de orden institucional, técnicos y operativos para implementar en nuestro territorio.

 Hoy en día hay solo dos proyectos de ley “de presupuestos mínimos” para la protección ambiental y para el uso racional y sostenible de los humedales que cuentan con dictamen de comisiones pero todavía no fueron tratados en el congreso nacional, Las presentaciones pertenecen a la diputada santafesina Ximena García en coautoría con el diputado por la Ciudad de Buenos Aires Maximiliano Ferraro, presidente de la Coalición Cívica, y al diputado Leonardo Grosso de la provincia de Buenos Aires, referente del Movimiento Evita.

 El legislador Leonardo Grosso explicó a ANCCOM que “si hay dictamen es porque empujamos muchos” pero los gobernadores, especialmente los de la Región del Norte Grande, trabajan para que la ley no salga y le pidieron a sus diputados que no firmen el proyecto ni lo voten en el recinto.

Los opositores de siempre

 La organización independiente Greenpeace denuncia que los incendios forestales se repiten año a año en nuestro país y que son un problema ambiental grave. Solo en el período 2012-2022 el fuego arrasó con 78 mil hectáreas en el sur, superficie similar a 4 veces la Ciudad de Buenos Aires y durante 2022 los incendios afectaron 95 mil hectáreas en Salta y 25 mil en Jujuy, según reportes del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF). Además agregan que según datos del Ministerio de Ambiente de la Nación, el 95% de los incendios forestales son producidos por la mano del hombre.

Desde el año 2013 se presentan iniciativas para la protección de los humedales, que muchas veces llegaron a obtener media sanción pero terminaron por perder estado parlamentario. Vale en este contexto preguntarse entonces a quién o quiénes perjudica la preservación de estos ecosistemas. Grosso atribuye al lobby del litio y la minería que no se pueda avanzar hacia la sanción definitiva de su proyecto.

 Es cierto que además del litio y la minería, hay sectores como el agropecuario y el inmobiliario del poder económico que tienen sus intereses en que no exista una ley para la protección de humedales. Estos sectores atacan a los defensores del proyecto tildándolos de Anti-productivistas, cuando en realidad no están en contra de ciertas actividades, siempre y cuando se encuentren “reguladas”.

 El conflicto refleja dos visiones sobre el territorio: por un lado están quienes buscan su conservación, garantizando la supervivencia y sus servicios ambientales; mientras que otro solamente lo ve como potencial espacio de producción.

Fuego en el humedal Hudson

Fuego en el humedal Hudson

La estrategia inmobiliaria avanza sin cesar. Los vecinos y organizaciones ambientalistas denuncian incendios intencionales y bloqueo de las aguas de la zona para construir barrios privados.

Los negocios inmobiliarios avanzan sobre el humedal incumpliendo la Ley de Bosques. Foto: Archivo 2020.  

“Me quedó la sensación de tener el fuego tan cerca del cuerpo, casi me quema la campera”, relata Diego Berges, vecino de Berazategui y testigo del incendio intencional, según se desprende de sus dichos, de los humedales del Río de Hudson. Su relato continúa: “Ese día fue algo muy groso: era toda una nube blanca que cubría la costa del río. A medida que iba avanzando, más humo y humo. Cuando yo pasé, ya se sentía el ruido y ese olor. El fuego estaba cada vez más cerca de la calle. Llamas de casi dos metros prendiendo los árboles, caían cenizas, los pájaros enloquecidos dando vueltas alrededor de la costa del río, girando y girando, desorbitados, desesperados. El humo era insoportable.” 

Las horas posteriores al incendio, Diego notó el cambio de la reserva: la sequía se dejó entrever en las plantas que se fueron muriendo con el pasar de los días, mientras que otras intentan resistir. Los animales ya no se asoman. En el ambiente, retumba la ausencia de los cánticos de las aves. Una zona devastada por el fuego que deja animales tratando de sobrevivir como sea, aunque eso signifique comerse otros animales en putrefacción, en la orilla del río. 

“Yo después fui varias oportunidades, seguía humeando. Yo decía: no son los humedales, son los humeadores, porque el humo no paraba. Cuidado o supervisión, no vi nada. En ese sentido, todo igual, no cambió nada” comenta Berges.

Vecinos y vecinas del barrio de Berazategui, junto a diferentes organizaciones como Asamblea Hocó, En Pampa y las Vías, El futuro de la naturaleza y el de todos y Preservando Hudson volvieron a convocar una marcha en el centro de la localidad para reclamar la detención de la quema de humedales del Río de Hudson, bosque ribereño formado por más de 900 hectáreas, compuestas por humedales y valles de inundación que se encuentran en un latente peligro pero también evitable. 

Las quejas que encabezan el listado son la falta de agua y su contaminación en el barrio, debido a la salinización y explotación de los suelos; la quema intencional de los bosques, que inunda de humo y color gris la ciudad, perjudicando la visión de los vecinos y su respirar; la destrucción y desaparición de la vegetación, flora y fauna, trayendo como consecuencia grandes sequías, inundaciones, contaminación del ambiente, temperaturas altas inhabitables y extinción de las especies.

“Una de las cuestiones que queremos es que toda la costa de Berazategui sea considerada reserva natural, porque sin reserva hay un abandono de estado bastante intencional. Nadie está cuidando ese espacio” expresa con firmeza Eugenia Arribalzaga, integrante de la Asamblea Hocó, formada con la intención de convocar más vecinos y vecinas que se cuestionen la degradación de los ambientes naturales y la emergencia climática que se está viviendo. 

Las organizaciones de la zona exigen con fervor que se cumpla la Ley de Bosques Nacional, debido al gran avance sobre el río de Hudson por parte de los negocios inmobiliarios; quienes hacen oídos sordos ante los reclamos de los vecinos y atropellan sin piedad a la naturaleza. 

“En plena pandemia y hace dos meses hubo incendios muy grandes. El guardaparque del Pereyra Iraola dijo que los incendios fueron intencionales y sobre humedales, en área amarilla, área protegida. El fuego lo dejaban estar. Hay intereses muy fuertes detrás.” enfatiza Eugenia Arribalzaga. 

Otra de las asambleas protagonistas, Preservando Hudson, está conformada desde el año 2019, y su objetivo es lograr la detención del avance de las obras de El Cano, un barrio privado perteneciente al complejo Pueblos del Plata. Hasta septiembre del año 2022, la construcción se encontraba detenida debido a los insistentes pedidos por parte de las organizaciones, hacia el Intendente Juan José Mussi.

En ese mismo mes, el Ministerio de Ambiente provincial volvió a autorizar la presencia del barrio privado en la zona, para la llegada de nuevos countries y urbanización, a costa de la naturaleza y la vida de las personas.

Estos cambios se materializan en asfalto y un gran murallón que divide la zona del humedal en dos ambientes, con el objetivo de impedir la entrada del río. Al haber ausencia de agua en la tierra, los bosques no logran nutrirse y la flora falla al intentar seguir con su curso natural. Sequías profundas que perjudican a los vecinos y solo benefician a los agentes inmobiliarios, dueños de las hectáreas. 

Los reclamos nunca fueron escuchados, a pesar de que Laura Krayeski, integrante de unas de las organizaciones, haya presentado notas y 8.900 firmas virtuales a la Municipalidad y al Concejo Deliberante para la protección de los humedales, acompañado de análisis que comprueban la contaminación del agua y su imposible gesta.

“Los vecinos están perjudicados porque vas al río, a disfrutar del río, y te cagás de calor mal. No hay vegetación. Hace más calor en el río que en la ciudad. Eso no es normal. El cemento irradia mucho calor, la calidad del agua del río es de terror. Hay un saqueo a este gran pulmón” comenta Laura Krayeski, vecina de la zona.

“Estamos perdiendo calidad de vida y entró en vulnerabilidad la vida humana, por eso nos convocamos. Que la gente lo empiece a entender, el futuro está ahora. ¿Qué queremos nosotros del río? ¿Cómo lo pensamos? No nos van a dar bola pero, ¿qué quiere la gente? ¿Qué queremos nosotros? La idea es que la gente se de cuenta que tenemos que pelear por lo nuestro porque no nos va a ir bien. Es territorio nuestro”, agrega la integrante de la Asamblea Hocó, Eugenia Arribalzaga. 

Sebastián Martínez Ledesma, militante de la ONG de Rosario “Multisectorial Humedales” cuenta que el problema de los humedales no es algo local, sino que podemos observar la decadencia de la naturaleza en un nivel más general del país: “Los humedales a nivel nacional vienen sufriendo diferentes avances de diferentes sectores económicos que llevan a su deterioro, destrucción y cambio de uso del suelo para nuevos emprendimientos como la zona de Berazategui con los desarrollos inmobiliarios pero también el desarrollo de la industria forestal en Corrientes, avance de la agricultura y ganadería en Entre Ríos y Santa Fe y en la zona del norte, Catamarca, Jujuy y Salta, la explotación de litio”. 

“Los humedales son ecosistemas muy necesarios para el desarrollo de la vida humana porque son grandes aportantes de agua dulce, evitan inundaciones, son muy importantes para la regulación del cambio climático porque son captadores que hacen efecto invernadero, son proveedores de alimentos, materia prima para construcción y medicamentos. Valiosos y necesarios para el desarrollo de las comunidades” agrega Martínez Ledesma. “Multisectorial Humedales” exige que se concrete la Ley de Humedales, a nivel nacional, para preservar y hacer uso racional de los territorios sin prohibir que se realicen las actividades necesarias.

“Los humedales son los riñones y pulmones del planeta” dice Sebastián. Y si, tiene razón, ya que tienen la capacidad de filtrar el agua contaminada que se vierte en el río, a través de la vegetación.  

Humo sobre el agua

Humo sobre el agua

En Diputados, a pedido de los jefes de bancada, volvió a suspenderse el tratamiento en comisión de la Ley de Humedales. Diversas organizaciones sociales protestaron ante el Congreso y apuntaron contra los “lobbys extractivistas” por las trabas al proyecto, que busca preservar un medio ambiente en vías de destrucción.

No se puede respirar”. “Ecocidio = muerte”. “Ley de Humedales ya”. Los carteles en las afueras del Congreso de la Nación gritan. Tampoco se salvan las paredes: “Ecocidas”, acusan sobre el muro lateral del edificio unas letras en tinta roja rodeadas de manos del mismo color, simulando sangre. Sobre Avenida Rivadavia, entre Riobamba y Callao, se escuchan cantos, proclamas por megáfono y pronunciamientos amplificados por un parlante. También hay tambores tocados por un montón de percusionistas sonrientes. Adentro el silencio: durante la noche del miércoles se confirmaba la suspensión del plenario previsto para ayer a las 10, del que podía haber salido un dictamen para posibilitar la sanción de la Ley de Humedales.

 El proyecto de Ley, redactado por el Diputado Leonardo Grosso en el año 2020, dispone la creación de un Inventario Nacional de Humedales con el fin de reunir la información necesaria para protegerlos, recuperarlos y monitorearlos. Además, establece una serie de criterios de gestión, entre los cuales se cuenta el hecho de que las Jurisdicciones deberán limitar todo desarrollo urbano, agropecuario, industrial y de vuelco de desechos que pueda afectar la integridad de los humedales, y deberán, además, exigir la aplicación de procesos de Evaluación de Impacto Ambiental y declaraciones claras a este respecto por parte de cualquier empresa o entidad cuyas actividades puedan afectar a los humedales. El proyecto también establece la creación de una Autoridad Competente para cada Jurisdicción y de una Autoridad de Aplicación a nivel Nacional, así como la conformación de un Fondo Nacional de Humedales para financiar las acciones previstas por la ley, y contempla sanciones para quienes la incumplan.

 Al parecer, estas condiciones no contentan a los empresarios ganaderos, ni a los agrícolas, ni a la Unión Industrial Argentina. Tampoco a la Cámara Argentina de Empresarios Mineros, ni a los gobernadores del Norte Grande. “Ellos consideran que esta ley es limitante a su producción, y al extractivismo”, explica Sofía, de la Red Nacional de Humedales (ReNaHu). Para ella, detrás de la suspensión del plenario “se encuentran los distintos sectores del extractivismo, tanto inmobiliario, como minero, como del agronegocio, ganadero, y también las petroleras”, y reflexiona: “Ahí no hay grietas, hay un acuerdo implícito y ahora explícito, por eso frenaron el debate”. Cuando habla de una ausencia de grietas se refiere a la maniobra que terminó de forzar el plenario hacia la suspensión: una nota breve, concisa, dirigida a la presidenta de la Cámara de Diputados Cecilia Moreau en la que los siete jefes de las bancadas solicitaron posponer el plenario “con el objeto de escuchar las posiciones de los gobiernos provinciales”. La firmaron Germán Martínez (Frente de Todos, Mario Negri (UCR), Cristian Ritondo (PRO), Juan Manuel López (Coalición Cívica), Rodrigo De Loredo (Evolución Radical), Luis Di Giacomo (Provincias Unidas) y Margarita Stolbizer (Encuentro Federal).

También los gobernadores del Norte Grande emitieron un comunicado en el que expresaban estar de acuerdo con que haya una ley de humedales, pero contemplando un “equilibrio” que garantice las actividades productivas, las cuales según ellos podrían verse afectadas por la Ley. Muy similar a esta postura fue la esgrimida por los empresarios ganaderos, agrarios y mineros, aunque con mucho menos tacto: “Los proyectos, de aprobarse, dejarían a nuestro país sin industria minera”, amenazó la Cámara Argentina de Empresarios Mineros el miércoles, en un comunicado que simula preocupación por los puestos de empleo y los ingresos nacionales.

 Un hombre de traje y corbata con dos signos de pesos en lugar de pupilas se prende fuego desde un escritorio. “Destruir humedales es ecocida, no sancionar la ley también”, reza la ilustración. Es el cartel que sostiene Patricia, otra integrante de ReNaHu. Para ella, los lobbys que frenaron la discusión de la Ley demuestran ser “los poderes fácticos que tienen capacidad de incidir sobre la política”, y desean continuar con sus prácticas extractivas sin ningún tipo de regulación. “Lo que viene a establecer la Ley De Humedales no es prohibición sino regulación”, aclara desde la esquina de Rivadavia y Riobamba mientras los tambores empiezan a sonar más alto y las organizaciones van avanzando hacia el centro de la calle. “Los ambientalistas estamos muy unidos, más unidos que nunca, y lo único que nuestra ley plantea es hacer realidad con respecto a los humedales los principios que están en la Constitución y en la Ley General del Ambiente”, agrega su compañera Graciela.

 Unos pocos guardias de seguridad custodian la entrada lateral del Congreso, mientras a pocos metros delante suyo, sobre la misma vereda y un poco más allá del cordón se va formando una ronda que tiene como centro un pequeño fuego. Hay organizaciones sociales como el Movimiento Evita, la UTEP, la Vía Campesina, Jóvenes por el Clima y varias agrupaciones pertenecientes a partidos de izquierda. Rosario, una integrante de Ambiente en Lucha (organización ambiental dentro de Izquierda Socialista), también apunta a los lobbys empresariales como los responsables de la suspensión del debate: “Lo van a querer estirar lo más que se pueda para que no se debata y para justamente poder mermar el gran activismo que hay en las calles”, asegura mientras sostiene una de las cañas de la bandera de su organización, y enfatiza en la importancia de pelear por el proyecto de Ley de Humedales consensuado en 2020, sin admitir modificaciones que cedan ante los lobbys.

 Sobre la vereda, integradas en la ronda que se formó en torno del fuego, van tomando el micrófono distintas personas que de vez en cuando levantan un mar de aplausos y pronuncian sus consignas encima del rumor incesante de los tambores. Así, por ejemplo, Eduardo del Frente 22 de Agosto toma la palabra para aclarar que no fue, como algunas personas habían dicho, decisión de Leonardo Grosso suspender el debate de hoy. Antes, un hombre llamado Martín, de la Asamblea Delta y Río de La Plata, tomó el micrófono para denunciar que fue expulsado por la seguridad del Congreso cuando en el marco de una de las jornadas de debate cuestionó la influencia de los lobbys sobre los legisladores. “Los representantes del pueblo están representando a los lobbys, y por eso no termina nunca de tratarse, hace diez años que venimos con esta ley”, remarcó.

“Estoy acá porque creo que todo fuego es político”, afirma Sol, una mujer autoconvocada que habla de manera concisa y resuelta mientras sostiene un cartel que reza “Somos río”. A las doce del mediodía y las organizaciones sociales van desconcentrando. Los percusionistas son casi los últimos en irse, pero de a poco van dejando de tocar. Las banderas se pliegan, los carteles que había en el piso se levantan. Un joven apaga el fuego pequeño y controlado que habían montado frente a la entrada lateral del Congreso. Ahora quedan otros por apagar, mucho más grandes.

Más suspenso para la Ley de Humedales

Más suspenso para la Ley de Humedales

Se pospuso por una semana el debate en comisión del proyecto que busca proteger los ecosistemas en peligro. El cuarto intermedio busca conseguir una síntesis de la decena de proyectos presentados.

Este jueves comenzó un plenario de comisiones en la Cámara de Diputados para debatir sobre la decena de proyectos de ley presentados para proteger los humedales. La reunión empezó a las 10 y se extendió hasta las 13:30, momento en el que el diputado del Frente de Todos y presidente del plenario, Leonardo Grosso, anunció que habría un cuarto intermedio hasta el jueves de la semana que viene en pos de buscar una síntesis de las propuestas presentadas.
El plenario se desarrolló en el segundo piso del Anexo de la Cámara Baja, ante cientos de ruralistas y ambientalistas que llenaron el lugar para fijar posición. Afuera, se vivió una situación similar: tanto Avenida Rivadavia como Riobamba se vieron colmadas de organizaciones que reclamaban la aprobación del proyecto presentado por el propio Grosso, que cuenta con el aval de científicos y ambientalistas.

El próximo jueves, a la misma hora y en el mismo lugar, se reunirán las comisiones de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano; Presupuesto y Hacienda; y Agricultura y Ganadería, para tratar de aprobar un dictamen que permita tratar el proyecto en el recinto. El contexto de múltiples incendios en el país parece ser determinante para dictar una normativa de protección que vienen discutiéndose sin resultados hace por lo menos una década. 

 

¿A quién le interesa frenar la Ley de Humedales?

¿A quién le interesa frenar la Ley de Humedales?

Un mapa del lobby agrario, inmobiliario y político que logró frenar el proyecto de ley mientras aumentan los incendios en todo el país.

A lo largo del 2020, en Argentina, el número de incendios forestales fue mayor a 74.000, un 150% más en comparación con 2019. Durante 2021, el país quedó como el tercero de Latinoamérica con mayor número de quemas boscosas, luego de Brasil y Bolivia. Solo durante este año, aunque la cifra disminuyó, pueden contarse alrededor de 10.000 focos de fuego, la mayoría generados en el Delta del Paraná, aunque también en las ciudades de Rosario, Córdoba, Corrientes y un total de 12 provincias afectadas, dejando 130.000 hectáreas arrasadas por el fuego. 

Esta situación trae aparejada una degradación en las condiciones del suelo, que en las zonas de humedales -el 21% del territorio del país- afectan su cualidad absorbente y conllevan a la pérdida de la capacidad de depurar el agua dulce, conduciendo a su reducción. Esto comprende, no solo una alteración del ciclo del agua y la alerta de una crisis hídrica, sino también el exterminio paulatino de la biodiversidad del ecosistema.

Desde 2013 se impulsan diferentes proyectos de ley que buscan atender a la situación de los humedales. Algunos han obtenido la media sanción en la Cámara de Diputados, pero las veces que esto ha sucedido, los proyectos en cuestión han terminado por perder su estado parlamentario. Así ocurrió tanto en 2015 como en 2018. En este sentido vale preguntarse, ¿qué -o quién(es)- está(n) frenando la aprobación de la Ley de Humedales? ¿Por qué hace casi una década no logra llegar al Senado? ¿A qué sectores les perjudica la conservación de ecosistemas que producen vida?

“En países como el nuestro, el avance sobre la naturaleza se ve como un deber, y el extractivismo como el progreso. Esa es la distorsión de aquellos que se benefician de eso. Lo que llaman progreso no es más que destrucción del hábitat y la posibilidad de toda forma de vida”, afirma en diálogo con ANCCOM, Graciela Falivene, arquitecta especializada en Planificación Urbana y Regional e integrante de la Red Nacional de Humedales (RENAHU). 

 En nombre del progreso se han organizado catástrofes. La racionalidad instrumental que se instaló como paradigma en los inicios de la modernidad impulsó la idea de la naturaleza como recurso, como medio para un fin. Esto llevó a dividir las cosas en la capacidad que tienen para producir y generar un rédito. Es este mismo razonamiento el que categoriza a los humedales como el Amazonas, la selva chaqueña o los Esteros del Iberá como zonas “improductivas”.  

“Lo que producen los humedales es biodiversidad, oxígeno y vida”, explica la arquitecta. En este sentido comenta que “el extractivismo urbano y las ventas se presentan como el deber ser de la actividad, cuando este debería ser garantizar la vida”. 

Vista aérea de la ciudad de Rosario invadida por el humo de los incendios del Delta del Paraná. 

El extractivismo deja una huella que repercute en el resto del ecosistema. Si una saca una pieza de un motor, este no vuelve a funcionar de la misma manera. La naturaleza, pensada como un sistema, sigue el mismo razonamiento. “La deforestación no es gratuita. Ese ciclo del agua que nos enseñaban en la escuela cuando éramos chicos se está cortando. Hay menos cantidad de agua potable en ese ciclo. Estamos en medio de una crisis hídrica”, señala Falivene. 

Saquear los recursos naturales no es una cuestión que date de hace poco. La novedad se deja ver en los efectos que están teniendo hoy todos esos impactos que ha tenido la industria sobre el ambiente, que ha sido posible gracias a una negligencia generalizada. En esta línea, la arquitecta afirma que “toda forma de extractivismo busca negar la participación de los humedales en el ciclo de la vida. Lo usan para un ciclo de producción extractivista y lo hacen sacando el agua de las salinas para extraer un mineral o retirando el agua de un humedal del alto valle para conseguir petróleo”. 

¿Cómo se identifica esa negligencia? ¿Qué hay detrás de esto? ¿Quiénes arman el lobby? “Es una complicidad repartida en distintos actores que son empresarios, políticos y jueces, porque para que esto suceda hay una falta de control, fallos de la justicia que nunca llegan, y eso alienta una continuidad de las mismas prácticas en las que muchas veces estos sectores aparecen asociados a los mismos”, asegura Rodolfo Martínez, miembro de la Multisectorial de Humedales, que al pasar da el ejemplo del intendente de la ciudad de Victoria. Se trata del político entrerriano perteneciente a Juntos por el Cambio, Domingo Maiocco, un empresario agropecuario, fundador de Maiocco Cereales SA y además presidente de la Sociedad Rural de Victoria dos períodos consecutivos.

 El diputado nacional del Frente de Todos y presidente de la Comisión de Recursos Naturales y Ambiente de la Cámara de Diputados de la Nación, Leonardo Grosso, expresó a ANCCOM en relación con esto, la existencia de “un argumento muy fuerte esgrimido por sectores del campo, centralmente la Sociedad Rural, sectores concentrados de la producción agrícola, arrocera o forestal, que plantean que la ley va a prohibir la actividad económica en estas zonas. La realidad es que es una ley de presupuestos mínimos de preservación, protección y restauración y uso racional de los humedales. No prohíbe nada, sino que plantea la regulación de estas actividades para evitar su daño ecológico”.

En una estrategia que trata de confundir, los sectores opositores “buscan ganar tiempo y entonces la política no avanza sobre una decisión muy importante como que el Estado regule la actividad económica, mientras que ellos solo maximizan sus ganancias a costa de destruir un ecosistema generando muchísima afectación al conjunto de la población”, repone el diputado. 

Así como el sector agropecuario, también el inmobiliario, la minería, la industria del litio, los emprendimientos que funcionan en su interior, son algunos de los sectores del poder económico que tienen sus intereses  en que no exista una ley que proteja los humedales. O por lo menos no en los términos del proyecto unificado que más de 400 organizaciones ambientales están impulsando, con el apoyo del diputado Grosso. “Estos sectores nos tratan de ‘anti productivistas’, pero nosotros no estamos en desacuerdo con el ejercicio de ciertas actividades siempre y cuando esté controlado”, aclara Martínez.

Una de las actividades económicas que se desarrollan en el Delta del Paraná es la cría de ganado. Para que las vacas se alimenten se necesita pasto tierno que puede conseguirse a través del rebrote. Para eso, en el pasado, los pueblos indígenas implementaban la práctica del “roza, tumba y quema”, muy común en la producción agrícola básica. Tanto el sector agrícola como el ganadero usan el argumento de la práctica milenaria para continuar realizando este procedimiento, pero hoy “no se puede hacer, porque hay un número de 1.700.000 vacas, sequía y bajante histórica del Paraná. No tiene el mismo impacto que hace 20 o 30 años.”, explica Grosso, y además comenta que el daño de todo eso “lo termina pagando el Estado: los subsidios a los productores de la provincia o a la población afectada por los incendios, los créditos también subsidiados, los recursos destinados a asistir a las familias, a los bomberos, a apagar el fuego”.

 “Lo que planteamos es la incorporación de los humedales al Ordenamiento Ambiental del Territorio (OAT) -un instrumento del Estado para la integración de las variables ambientales, sociales y económicas para el desarrollo sostenible-, algo que todavía está en déficit de la Ley General del Ambiente, que nos parece una cuestión fundamental en este momento de crisis. Esto implica que los humedales no pueden pensarse aislados al resto del ecosistema y es lo que lo diferencia de los otros proyectos”, explica Falivene.

El proyecto tiene por objeto “establecer los presupuestos mínimos de la protección ambiental para la preservación y uso racional de los humedales”. El expediente toma la definición científica de humedales entendidos como “aquellos ambientes en los cuales la presencia temporaria de agua superficial o subsuperficial causa flujos biogeoquímicos propios y diferentes de los ambientes terrestres y acuáticos. Los rasgos distintivos son la presencia de biota adaptada a estas condiciones comúnmente plantas hidrófitas y/o suelos hídricos o sustratos con rasgos de hidromorfismo”. 

Los rasgos de hidromorfismo son suelos que “retienen el agua y permiten que se dé ese flujo que también la depura y la mantiene como agua de calidad”. El “y/o” de la definición es crucial. Incluye, por ejemplo, extensiones como las salinas. Ese “y/o” fue dejado a un lado por el proyecto de ley del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA), tomando la definición de Ramsar -un tratado internacional que apunta a la conservación y uso racional de los humedales-, que “no genera mucha preservación y para definir los humedales los enumera, dejando en esa lista una cantidad de cosas afuera”, comenta la especialista, y ejemplifica con “los humedales cuyos suelos están degradados que dejan de clasificar como tales, entonces se permite cualquier cosa, en lugar de restaurarlo”.

Siguiendo el razonamiento de la restauración, Martínez explica que “una de las cualidades de los humedales es que tienen una relativa rápida capacidad resiliente. Ahora si seguimos quemando sobre lo quemado esta ventaja se va agotando. Pero de ponérsele un límite, de controlar el territorio, de respetar las pautas fijadas por el Departamento de Ecología y Ciencias Ambientales (DECA), puede haber otro desarrollo territorial donde convivan las distintas variables económica, ecológica y productiva”. Una opción que la letra chica del proyecto de COFEMA deja de lado. 

“Lo de COFEMA no queda claro. El proyecto de ley no fue presentado en el Congreso y no termina de entenderse si es una iniciativa de Ambiente o de las provincias. Además, quita varias competencias al Gobierno nacional y elimina los plazos para la construcción del inventario. Ahí hay una trampa: sin un inventario no puede saberse qué es lo que hay que proteger o cuáles son los lugares donde se debe regular la actividad”, afirma el diputado.

“No es casualidad la maniobra del COFEMA, a través del ministro Juan Cabandié. Además de la intromisión del Ejecutivo en una competencia puramente del Legislativo y con la complicidad del Poder Ejecutivo de todas las provincias. Es un proyecto de ley que licúa aquellas reivindicaciones de mayor conservación y seriedad. Se busca confundir al electorado con una manifestación a favor de una ley que no es la original ni está avalada por los movimientos, y hace que cualquier oyente despistado pueda creer que hay un real compromiso para solucionar el problema”, expresa Martínez. Además, comenta que las organizaciones, si bien fueron invitadas a formar parte del proyecto, lo hicieron solo en carácter de oyentes, “lo que no es una real participación de los movimientos”.

El 12 de agosto, el proyecto del diputado Grosso con el aval de las organizaciones, giró a las comisiones de Agricultura, Recursos Naturales y Presupuesto. En este marco, Grosso junto a los miembros de la Comisión de Ambiente de la Cámara de Diputados se reunieron el viernes pasado en el Concejo Municipal de Rosario para abordar el temaq de la Ley de Humedales. Se trató de un intercambio entre las organizaciones ambientalistas, autoridades políticas, la comunidad científica y distintos espacios políticos de la provincia afectados por la reciente quema en esta ciudad y los y las legisladoras para impulsar el debate en el Congreso. 

“Queremos empezar a discutir nuevamente la Ley de Humedales. En el Congreso se vienen dilatando los acuerdos necesarios, que si bien hemos podido hacer acuerdos con la Comisión de Presupuesto, cuesta un poco construirlos con la Comisión de Agricultura, presidida por Ricardo Buryaile. Queremos hacer un tratamiento conjunto. Pero mientras tanto tenemos que iniciar el debate y qué mejor que en el lugar donde el fuego está haciendo estragos”, concluye Grosso. 

“El productor no es un ‘depredador’, como lo quieren vender”, había declarado el formoseño Ricardo Buryaile, ex ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca durante el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), y actual presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados. El legislador cuenta también con un historial en el ruralismo gremial empresario. Empezó como miembro de la Sociedad Rural de Pilcomayo, y llegó a la presidencia de la Confederación de Sociedades Rurales de Chaco y Formosa (Chafor). Fue también vicepresidente segundo de Confederaciones Rurales Argentina (CRA), hasta que se volcó en la carrera política a fines de 2009 para asumir como diputado nacional por la UCR de Formosa. 

Entre los oradores de la reunión del viernes, expuso la abogada de RENAHU, Victoria Dunda, con un argumento claro frente a la dicotomía progreso industrial-recursos naturales. “Sacrificar los salares altoandinos para realizar autos eléctricos destinados a la clase media francesa no es negocio para la Argentina ni para la región. Si esto implica la destrucción de los reservorios de agua dulce, no es negocio cambiar agua por autos”, sentenció.

Uno de los reclamos recurrentes entre los expositores fue la efectiva aplicación del Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná (PIECAS-DP), un acuerdo interjurisdiccional entre las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, junto al gobierno nacional, cuyo objetivo es gestionar los humedales del delta del Paraná, apuntando a un uso sostenible y a una mirada integral y con enfoque regional de la cuenca compartida por las tres jurisdicciones. “Estamos cansados de rogar por la aplicación del PIECAS. Tiene más de 10 años. Es una vergüenza. Les pregunto, cómo hizo mi hijo de 7 años, ¿qué van a respirar? ¿Qué agua van a tomar?”, interpelaba a los presentes Romina Araguás, abogada e integrante de El Paraná No Se Toca. 

Sumándose al pedido de aplicación del PIECAS, Eduardo Spiaggi, responsable de la cátedra de Biología y Ecología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNR, hizo alusión a la posibilidad de un buen manejo de la ganadería para la cual es necesaria la inversión. “Hay que tener personal bien pago, que no vivan en condiciones de miseria. Hay que invertir en boyeros eléctricos, hay que manejar el pasto de otra manera. Hay que contratar más personal que pueda recorrer el campo para ver que no se queme. No son cosas tan difíciles. Es política pública”, señaló el especialista. 

En la reunión en Rosario, hubo varias ausencias, en especial de bloques opositores como la UCR o Juntos por el Cambio. “Si mis cálculos no fallan, 26 representantes estarían de acuerdo con la ley. Entonces me pregunto, ¿qué pasa con los otros 251?”, se pregunta Martínez en su exposición en el Concejo.

La diputada nacional Graciela Camaño habló de la intención de un debate  federal en torno a la ley. “Vamos a ir a otras provincias para que colegas que se niegan a tratar el tema, lo atiendan. Esta ley debe dar una señal clara a cada provincia para que proteja sus humedales. Deben allí convivir las personas, fauna y flora, las aguas y la producción”.

 

Natalia Zaracho, activista social y diputada nacional, se refirió a las dificultades permanentes con las que se choca el proyecto. “Si esto no sale es también porque hay muchos intereses de por medio de una minoría que concentra no solamente las tierras de nuestro país, sino también la riqueza y los recursos naturales”.