29 años de impunidad

29 años de impunidad

Memoria Activa homenajeó a las víctimas de la AMIA en un nuevo aniversario del atentado. Una vez más, exigió justicia, verdad y memoria. Qué sentenció la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Memoria Activa, la ONG de amigos y familiares de víctimas del atentado a la AMIA que el 18 de julio de 1994 dejó más de 85 muertos y 300 heridos, renovó este martes su pedido de justicia, memoria y verdad, tras cumplirse 29 años de impunidad por el ataque terrorista.

A las 9:30 ya estaba preparado el escenario en Plaza Lavalle, frente a Tribunales, para gritar presente una vez más y exigir el esclarecimiento del caso. Pese al frío, poco a poco fueron llegando amigos y familiares de las víctimas del atentado. A las 9:53, hora en que hace 29 años ocurrió este trágico hecho, se dio inicio al acto.

“Hoy hace 10.592 días de impunidad, de injusticia. 10.592 días que Memoria Activa dice presente por verdad y por justicia. Hoy seguimos denunciando, recordamos a las muertes impunes en nuestro país”, así arrancaba el acto en palabras de Amos Linesky, vocero de la ONG. Luego, llamaron a cada una de las víctimas por su nombre, al que los asistentes al acto respondieron uno a uno “presente” y al finalizar sonó el shofar, el cuerno litúrgico, entendido como la señal de Dios, llamando a su gente para ir hacia él.

A las 10, al rayo del sol, Paula Litvachky, directora ejecutiva del CELS, en representación de Memoria Activa, habló sobre la importancia de juntarse y hacer memoria, pero recalcó que este aniversario tiene algo distinto. “Estamos esperando la sentencia de la Corte Interamericana, llegamos después de muchísimos años a ese lugar, en octubre pasado presentamos el caso de pedido de justicia, memoria, verdad y aguardmos que la Corte resuelva luego de que el Estado argentino reconoció culpabilidad. Esperamos que la Corte reafirme lo que dijimos siempre, que el Estado argentino fracasó en la búsqueda de justicia y que sigue fracasando”, señaló.

También habló de la falta de transparencia en el caso y dijo: “Al día de hoy esa documentación parece más un almacén que un archivo. Estamos intentando qua se arme un archivo histórico del caso AMIA. No hay forma de que el Estado brinde respuesta y nos acompañe en la necesidad de tener esa política de memoria. Este desastre llevó a que casi 30 años después el Estado no haya garantizado justicia y tampoco verdad, pues permanece oculto bajo el secreto de Estado, al mismo que le reclamamos que abra sus archivos”.

Adriana Reisfeld, por su parte, leyó un texto sobre la memoria que se escribió a 400 semanas del atentado y reclamó que en la actualidad, ya pasadas 1.400 semanas, la impunidad continúa. Rodrigo Borda, abogado titular de Memoria Activa, mencionó algunas reflexiones sobre el estado actual de la investigación del atentado. “Desde hace varios años tiene centralidad en la causa judicial la discusión frente al proceso de desclasificación de archivos de inteligencia producidos por los agentes de la SIDE. Esto implica quitarle a los archivos la clasificación de documentos secretos, identificarlos, preservarlos, organizarlos y analizar su valor probatorio”, explicó.

El abogado dijo que esto visibiliza algunos de los problemas más graves de la investigación judicial del atentado y explica las razones de su fracaso: “Esto pone en evidencia que el ex juez Galeano utilizó preponderantemente a los agentes de la SIDE como investigadores judiciales, lo que implicó que gran parte de la actividad de estos agentes fuera secreta. Una investigación judicial debería desarrollarse en base a parámetros muy distintos a los de la actividad de inteligencia. Para condenar a alguien en un juicio se requiere un nivel de certeza mayor al de la sospecha o el indicio como puede ocurrir en la actividad de inteligencia. En la investigación judicial el secreto era la excepción, no la regla. En todo proceso judicial la regla es la transparencia y publicidad”.

 

Y cerró haciendo una crítica al entorno jurídico: “las batallas jurídicas que se emprenden en un escenario adverso pueden contribuir a modificar a mediano o largo plazo este sentido común imperante, dentro y fuera de ámbito judicial, porque hay planteos que, aun en el ámbito jurídico, procuran interpelar a toda la sociedad y procuran cambios culturales o de políticas públicas sin perjuicio de cuáles son los efectos inmediatos o de corto plazo en un expediente. Hay razones menos utilitaristas que justifican esta lucha legal, las batallas que decidimos dar más allá del éxito son expresiones de nosotros mismos, de nuestra indignación ética y de lo que nos sensibiliza moralmente y de quienes somos.”

Por su parte, Diana Wassner, secretaria de prensa de Memoria Activa, habló en nombre de todos los miembros de  la ONG “Veintinueve años es demasiado tiempo para pensar que la justicia no existe, que la verdad nunca la tendremos, veintinueve años de una tragedia, nuestra tragedia. La vida es un lugar lleno de momentos dolorosos que nos llega sin siquiera haber hecho nada, pero no importa la tragedia que nos explote, nos queda siempre un lugar para elegir. Frente al dolor no existe la nada, se resiste, se lucha”, declaró.

El acto finalizó sobre las 11, con la interpretación de la canción “La Memoria” por parte de los jóvenes Santiago Klajnberg y Solana Keiniger y un pedido de justicia al unísono por parte de todos los presentes “Justicia, justicia, justicia, perseguiremos”.

En diálogo con ANCCOM, Wassner dijo que lo más difícil que jamás se imaginaron es estar año tras año durante 29 años reclamando lo mismo y con muy pocos avances en la causa. “Estuvimos en esta plaza durante los primeros 10 años del atentado cada lunes, a las 9:53. Estas baldosas conocen nuestras pisadas y todo el dolor y la lucha que hemos hecho y la importancia de que nos han acompañado y no hemos estado solos y creo que eso hace que uno siga acá parado, recordando, homenajeando y exigiendo justicia que es lo que todos queremos y el Estado nos debe”, expresó.

“De la investigación de la causa AMIA lamentablemente sabemos lo mismo que el día uno, en lo que se ha avanzado es en el encubrimiento de todos los funcionarios del Estado que son los responsables de que no tengamos ni verdad, ni justicia hoy, ya que eran los responsables de impartir justicia. Pedimos una investigación seria, no hace falta ni cambiar leyes, hace falta seriedad, voluntad política, capacidad y honestidad para investigar realmente una causa”, concluyó.

 

«Todavía hay algo para hacer»

«Todavía hay algo para hacer»

Este lunes se cumplen 28 años del atentado terrorista a la AMIA. Como todos los 18 de julio a las 9:53 se realizará el acto central en Pasteur 633 luego de dos años de virtualidad. ¿Cómo se transmite la memoria a la nuevas generaciones? ¿Cómo se lucha contra la impunidad?

El 18 de julio de 1994 a las 9:53 de la mañana Janet Ponce se encontraba, como todos los días, trabajando en la sastrería que fundó su padre sobre la calle Pasteur. No estaba preparada para lo que pasó. 

“La voladura de la AMIA fue un antes y un después. Cambió la cabeza de la gente, su forma de vivir, sus miedos, economía e integridad física. Se perdieron amigos, conocidos, vecinos”, comenta en diálogo con ANCCOM. “Cada año el barrio se revoluciona un poco en esta época, es revivir ese sentimiento de ver gente llena de sangre corriendo, llorando, gritando, los vidrios rotos, el polvillo. La memoria no se borra, queda adentro de tu cuerpo. Pasa el tiempo y la memoria sigue intacta”.

Janet nunca se fue del barrio de Once, allí formó su familia y su trabajo de toda la vida. Hoy continúa atendiendo en el local de Pasteur, a una cuadra del nuevo edificio de la AMIA. En su cuadra y en las siguientes ahora hay árboles. Cada uno con una placa que representa a cada una de las 85 víctimas del atentado y un código QR que, al escanearlo, permite conocer la historia de la persona fallecida.

El próximo lunes se cumplen 28 años del atentado terrorista a la AMIA que conmocionó a la sociedad entera. Como todos los 18 de julio a las 9:53 se realizará el acto central en Pasteur 633 bajo la consigna “Volvemos a Pasteur” luego de dos años de virtualidad por la pandemia.

Diana Malamud perdió a su esposo Andrés en el ataque. Casi tres décadas después, continúa luchando por verdad y justicia junto a las familias de las víctimas, agrupadas en la asociación civil Memoria Activa. “No es sencillo mantener la memoria, creo que es importante poder contar la historia. El atentado de la AMIA es un caso muy diferente a muchos otros porque sigue impune. Hay que seguir reclamando. Es una lucha constante porque saber y pedir justicia es lo que evita la repetición”. 

 Hay muchas formas de mantener viva la memoria. Una de las estrategias elegidas por la AMIA es hacerlo a través del arte. Desde el atentado se han desarrollado más de 500 acciones de recordación, entre ellas, canciones, intervenciones en la vía pública, exhibiciones, videos. Elio Kapszuk, director del Departamento de Arte y Producción de la AMIA, explica que durante los primeros años luego del atentado, aquellas estaban destinadas a las personas que si bien tenían memoria vivencial necesitaban un estímulo para traerla al presente. Con el nacimiento de nuevas generaciones, surgió el interrogante de cómo se podía hacer para que recordaran sin recuerdos: “Así surge la creación de la memoria colectiva, donde uno va y toma el testimonio de otro como propio. Una memoria que no se basa en la experiencia individual, en acordarse del atentado, sino que a partir de las múltiples posibilidades de testimonio de víctimas sobrevivientes o de material audiovisual se construye la memoria colectiva a la cual uno se dirige para recordar algo que no vivió. Por eso es fundamental la transmisión de una generación a otra, es necesario ese entrecruzamiento”, expresa.

Por el aniversario número 28 se llevaron a cabo diversos proyectos. Uno de ellos es la canción “No tiene olvido el amor”, escrita por Víctor Heredia. Se reunió a 23 familias de reconocidos artistas argentinos para rendir homenaje a las víctimas. “Le pedimos a Víctor que escribiera una canción que hable justamente de la transmisión de generación en generación. De la misma manera que los artistas han sabido transmitirle a sus hijos e hijas el amor por la música y hoy por ello son también músicos o cantantes, les pedimos que nos ayuden para transmitir de una generación a otra la memoria. ‘No tiene olvido el amor’ está cantada por dos generaciones: una que tiene memoria vivencial y otra que toma la consigna”. Para la AMIA es fundamental llegar a los jóvenes mediante sus referentes, poder brindarles la mayor información sobre aquello que sucedió con el objetivo de que no se olvide. No solo por el recuerdo sino por la necesidad de justicia.

Otra acción de recordación que se llevó a cabo este año fue «Mi memoria no se vende», una muestra en la vía pública del artista Nandon (Fernando Salimbene).  “Hicimos una campaña con él, un trabajo conjunto donde se colocaron 85 carteles con los nombres de cada una de las víctimas y ‘de mi memoria no se vende’. Interpela a la sociedad en general pero está diseñado por un artista que pertenece a una generación que no tiene memoria vivencial. La obra es inmersiva para todos los que atraviesan la calle, para que cualquier persona pueda tener la información de que acá pasó algo. Está realizada por un artista que trabaja con una estética y con un accionar vinculado a su generación”, agrega Kapszuk.

Por último, se halla “85 ausencias”: una página web con acceso a 85 pancartas con los nombres de las víctimas que explican quién fue cada una, con un video de la familia contando su historia. 

Para el 2023 se espera la inauguración de la Plaza de la Memoria ubicada sobre la costa del Río de la Plata, entre Ciudad Universitaria y el Parque de la Memoria ya que allí se encontraban depositados los escombros de la AMIA. “Queremos que sea un lugar de encuentro, de diálogo, de introspección. Entendemos que la mejor forma de luchar contra la discriminación, la xenofobia, cualquier tipo de odio, es el encuentro. En ese lugar se podrán formar las nuevas generaciones que son quienes están en Ciudad Universitaria. Hoy se trabaja para que los espacios de memoria puedan ser incorporados al uso para resignificarse. La diferencia entre la memoria y el olvido es que el olvido es automático y la memoria es un trabajo, una decisión. La memoria necesita de las efemérides, de los monumentos, de las recordaciones y de todos los artificios posibles para tener oportunidad en la lucha contra el trabajo corrosivo del olvido”, concluye Kapszuk.

Para Diana Malamud, volver a encontrarse pese al dolor un año más en Pasteur es reconfortante. Es un espacio que siente parte de sí misma, regresar después de dos años es una necesidad. “Me parece muy importante que no decaiga este pedido de justicia. Todavía hay algo para hacer, uno no debe quedarse callado”.

El día que voló la AMIA

El día que voló la AMIA

Domingo 17 de julio de 1994, a la tarde

*Sofía Guterman, madre de Andrea Guterman. 

Andrea Guterman llegó a la casa de sus padres con su novio para ver el último partido del mundial. “Qué lindo tenés el pelo”, le dijo Sofía a su hija que llevaba unos reflejos nuevos en su cabello largo. “Sí, pero anoche volví a soñar lo mismo”. A Sofía y a Andrea ese sueño las tenía intranquilas. Hacía unos meses que Andrea soñaba que la querían matar. “¿Pero quién te quiere matar?”, preguntaba Sofía. “No sé. No tienen cara. En el lugar hay muchas piedras. Pero ayer, cuando volví a soñar, estaban los abuelos. Me dijeron que no me preocupe, que ellos me van a cuidar”. Sofía intentaba calmar a su hija diciéndole que tal vez sus sueños se debían a las películas de suspenso que tanto veía. 

Andrea, que trabajaba como como maestra jardinera en La gotita de agua, el jardín de infantes de Aguas Argentinas –institución a la que entró luego de rendir exámenes para los que se había esforzado mucho- se acababa de quedar sin trabajo. “Yo le sugerí que vaya a AMIA a buscar trabajo. Ella dudaba en ir porque nunca había entrado antes. Le dije que la acompañaba, como siempre. Me respondió: ‘Capaz voy mañana’. Pero yo justo ese día no podía porque tenía que preparar exámenes para los chicos que se llevaron materias. ‘No sé si voy a ir el martes. Se viene el Día del Amigo y voy a comprar regalitos para las chicas”.

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Domingo 17 de julio de 1994, a la noche

*Keren Weinstein -hija de Ana Weinstein-. Entonces, cuñada de Ileana Mercovich 

El domingo a la noche Keren fue a cenar a la casa de sus suegros, en Belgrano, con su novio de aquella época, el hermano de su novio, y la novia del hermano, Ileana Mercovich. Comieron en familia, como una noche cualquiera. Entre charla y charla, Ileana comentó esa noche que estaba en busca de trabajo.

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Domingo 17 de julio de 1994, medianoche

A Sofía Guterman le contaron que los vecinos de la calle Pasteur comenzaron a salir a sus balcones a pesar del frío del invierno. El sonido de tres helicópteros en la cuadra no los dejaba dormir. 

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Lunes 18 de julio de 1994, a la mañana 

Keren Weinstein se despertó alrededor de las 8, se tomó el subte de la línea D para llegar a su trabajo en una agencia de publicidad. 

Tres horas después, sonó el teléfono de línea. Su madre, minutos atrás, había saltando a una terraza vecina. Pidió un teléfono prestado a alguien de la casa de al lado. “Cuando atiendo era mi mamá, Anita, a los gritos, diciendo: ‘¡Estoy bien! ¡Estoy bien! Voló la AMIA”, recuerda Keren. Su madre, empleada de la mutual, le dijo que probablemente haya sido un escape de gas. “Voy para allá”, dijo Keren.

En cambio, Sofía Guterman no había podido dormir en toda la noche. El sueño del que le había hablado su hija la tenía preocupada. Entonces la llamó por teléfono, a las 9 de la mañana, para decirle que no salga de su casa, que ella la acompañaría otro día a presentarse en la AMIA. Pero la atendió el contestador. Andrea había salido temprano. 

Sofía se sentó en la cocina a preparar los exámenes. A las 10:30 sonó el teléfono. Era el novio de su hija. “Me dijo: ‘¿Andrea está con vos? ¿Sabés si fue a AMIA?’. Le dije que no sabía. Me respondió: ‘Te dejo, te dejo, que estoy apurado’”. 

Alrededor de las 11:00 sonó nuevamente el teléfono. “Mi marido me dijo que estaba intentando comunicarse con una familia, que habían sido vecinos nuestros y que en ese momento vivían cerca de Pasteur. Le pregunté por qué. ‘¿No sabés lo que pasó? Volaron la AMIA’, dijo. ‘Pero Andrea fue para allá’”.  

“Cuando mi marido se dirige hacia AMIA, encuentra al novio de Andrea parado en la mitad del desastre”, cuenta Sofía. Mientras, ella junto a su hermana y una amiga, encontraron en la guía telefónica el jardín donde Andrea quería ir a anotarse primero, antes de dirigirse a la mutual. Llamaron y le dijeron que su hija salió del lugar una media hora antes de que estalle la bomba. “No era de preocuparnos, y no nos había llamado. Era muy puntual. Pero a las 13 empezamos a pensar que algo había pasado y a buscarla”.

Mientras los padres de Andrea Guterman comenzaban su búsqueda, un taxi dejó a Keren Weinstein y a una compañera de trabajo que la acompañó unas cuadras antes de Pasteur al 600. Había mucho tránsito y se escuchaban sirenas. Nadie sabía todavía con certeza qué había pasado. 

Caminaron cuadras que parecían más largas que lo habitual esquivando vidrios rotos. Era un caos total. “Milagrosamente me encontré con mi mamá en una esquina, estaba intacta. Al lado había una chica que buscaba a su novio desesperada”. 

Pocas horas después encontraron el auto de Ileana Mercovich estacionado cerca de AMIA.

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Horas después de la bomba 

Keren y Ana Weinstein fueron al edificio donde estaban los familiares reunidos. Llevaban perros para ayudar a buscar y se organizaban grupos de voluntarios. “La gente venía desesperada. Ahora sí se sabía lo que había pasado. Decían quién estaba en cada hospital. Al rato llegó mi abuela con mi tía. Mi abuela, que es sobreviviente del Holocausto, estaba totalmente en shock por vivir una situación tan tremenda. Recuerdo cuando los rabinos avisaban que habían encontrado a alguien. El desgarro, los gritos de esa familia”, recuerda Keren. En un cuartito, con familiares en frente, ella -junto a otros varios- anotaban en una máquina de escribir descripciones físicas de las personas que no aparecían. 

La presente es la lista de heridos y muertos hasta el momento:

Fallecidos en total: 26
Sin identificar: 15
Identificados: 11
Heridos en total: 142

Parte Informativo (18/7 23:40 hs.). 

Paralelamente, Keren no podía comunicarse con su padre, quien, en la televisión, vio a la AMIA destrozada. La imagen que todavía los noticieros repiten una y otra vez. El padre no sabía dónde ir, en qué lugar buscar. Vivió la desesperación hasta que recibió el llamado en el que su esposa le decía que estaba bien. 

A las 2 de la mañana del 19 de julio Keren y Ana llegaron a su casa. Sin embargo, aún les costaba entender lo que había pasado. Mirta Strier, compañera de trabajo cercana de Ana, era otra de las 85 víctimas. 

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Una semana después

Sofía y Alberto Guterman estuvieron siete días buscando a Andrea. En la televisión se mostraba su foto. Pasaban los días ¿Dónde está Andrea? 

La séptima noche ya casi se daba por finalizado el trabajo de búsqueda. Tras levantar una pared encontraron a todos los que habían ido a la Bolsa de Trabajo. Allí estaban también Andrea Guterman e Ileana Mercovich. 

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25 años después

Un día estábamos en una confitería. Andrea me miró y me dijo: ‘¿Cómo seré yo cuando tenga tu edad?’ Y yo le dije: ‘Sos joven. Vos vas a formar una familia. ¡La que va a sufrir el gran cambio voy a ser yo que voy a tener 25 años más!’. Y ¿sabés qué? Este año pasaron 25 años de esa conversación”, cuenta Sofía. Todavía hoy recuerda también ese sueño persistente de su hija, y reflexiona: “Fue como una premonición. Las piedras en el sueño, en el atentado los escombros. Andrea no les veía la cara. Y hasta el día de hoy nosotros tampoco sabemos quiénes fueron”.   

“Esta gente solo tiene lealtad con el dinero”

“Esta gente solo tiene lealtad con el dinero”

Como cada jueves, desde hace dos años y medio cuando comenzó el juicio por encubrimiento del atentado a la AMIA -el 6 de agosto de 2015-, asistieron a la última audiencia familiares y amigos de víctimas, e integrantes de las querellas. Entre ellos estaba Diana Malamud, referente de la Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas Memoria Activa, quien perdió a su marido Andrés aquella mañana del 18 de julio de 1994, cuando una bomba explotó en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).

A casi 24 años del peor atentado terrorista cometido en suelo argentino, pocas son las certezas de lo que ocurrió ese día en que el edificio la calle Pasteur al 633, en el barrio porteño de Once, cuando quedó reducido a una pila de escombros, humo y cenizas tras una explosión que le arrebató la vida a 85 personas. Hasta el día de hoy, los autores materiales de la masacre continúan libres luego de que el juicio por el atentado, en el que 22 ciudadanos argentinos fueron acusados por complicidad finalizaran, en septiembre de 2004 todos absueltos. Los imputados habían sido señalados como la “conexión interna” que, según la principal hipótesis, habría colaborado con funcionarios del gobierno iraní y un miembro operativo libanés del Hezbollah para ejecutar el ataque. Una investigación plagada de irregularidades, tanto por parte de las fuerzas policiales como de los servicios de inteligencia, así como el accionar de las propias autoridades judiciales del caso fueron los causantes de que el juicio fuera declarado nulo, de que los criminales nunca fueran identificados, y de que el atentado aún permanezca impune.

Daiana Malamud posando frente a un mural con un pájaro verde detrás

Daiana Malamud sigue reclamando verdad y justicia por la muerte de su marido en el atentado a la AMIA.

Ahora, aquellos encubridores deben rendir cuentas por su repudiable proceder durante el transcurso de la causa AMIA, en un nuevo juicio que tiene en el banquillo de los acusados a Juan José Galeano, ex juez instructor de la causa; los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia; el ex titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy, junto con otros integrantes de los Servicios de Inteligencia, el ex agente Patricio Finnen y el ex subsecretario Juan Anchezar; el ex comisario Jorge «Fino» Palacios y el ex policía Carlos Castañeda; el ex presidente de la DAIA, Rubén Beraja; el ex Presidente de la Nación, Carlos Menem. Carlos Telledín, último propietario de la Trafic en cuyo interior se hallaría la bomba, su esposa Ana Boragni y su ex abogado Víctor Stinfale, completan la lista de los acusados.

Memoria Activa es una de las 31 querellas reunidas en seis cabezas de querella que participan en el juicio por encubrimiento junto con las asociaciones de familiares 18J y Apemia, la Dirigencia comunitaria judía AMIA – DAIA, Policías Bonaerenses y la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que representa al Estado Argentino. Todos ellos buscan que los autores del atroz crimen, así como los funcionarios que los encubrieron, sean juzgados.

O por lo menos eso es lo que parecía al principio. A contracorriente del resto de los querellantes, la Unidad AMIA –que ya había pedido la absolución del ex Comisario Palacios- decidió en su alegato no solicitar penas para los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, quienes aparentemente tendrían vínculos cercanos con el Ministro de Justicia, Germán Garavano. El alegato fue anunciado por el abogado Juan José Console, recientemente elegido para que represente al Estado en reemplazo de Enrique Ventos (desplazado aparentemente por no estar de acuerdo con librar de penas a los fiscales imputados). Console había sostenido en relación a la culpabilidad de Mullen y Barbaccia: “No se ha podido arribar a una plena convicción de su participación en los hechos”.

Pero aun cuando el polémico abogado fue apartado del caso por el Tribunal Oral Federal Nº 2 en la última audiencia con el argumento de que su participación en el juicio “resulta incompatible” con el cargo que ocupa en el Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, los jueces Jorge Gorini, Karina Perilli y Néstor Costabel dieron igualmente por válido el alegato presentado por la querella del Ministerio de Justicia, al que se oponen las demás querellas, y que generó repudio y malestar entre los familiares de las víctimas.

Tras el cuarto intermedio de la etapa de alegatos, Diana Malamud dialogó  con  ANCCOM para comentar los avances –o más bien, los retrocesos- del juicio por encubrimiento.

Los jueces del TOF 2 finalmente decidieron apartar a José Console, abogado de Unidad AMIA designado por el Gobierno. ¿Memoria Activa está satisfecha con esa decisión?

A medias en realidad, porque concretamente estaba inhabilitado, eso era obvio, y no debió haber presentado el alegato. El tema es que para nosotros tampoco era válido el alegato que presentaron, ya que hubo una denuncia de los demás abogados de que eso no constituía lo que pensaba la querella. Pero esa es una decisión del tribunal.

¿Qué repercusión tiene para ustedes como querellantes y familiares de víctimas el hecho de que quienes fueron asignados para investigar el atentado contra la AMIA sean juzgados por encubrimiento?

Es difícil, porque es como el mundo del revés. Uno confiaba en estas personas -tanto el ex juez Galeano como los ex fiscales Mullen y Barbaccia, los miembros de los Servicios de Inteligencia y de la Policía- que eran los que tenían que investigar, y en cambio nos mintieron, encubrieron a los perpetradores, e hicieron todo tipo de maniobras delictivas para hacer negocios y para que nosotros nunca tengamos verdad ni justicia. De hecho, son los culpables de que a tantos años del asesinato de nuestros familiares todavía no tengamos nada. Ni siquiera sabemos bien qué sucedió ese día. Pero por lo menos los encubridores están siendo juzgados y esperamos que haya condenas firmes y duras para ellos.

¿Y qué significa para ustedes que entre los acusados estén Rubén Beraja, ex presidente de la DAIA, e importantes figuras políticas como el ex Presidente Carlos Menem y el ex titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy, entre otros?

Eso habla de hasta dónde llegó esto, de todo lo que son capaces de hacer porque tienen el poder y en definitiva de lo poco que les interesa la gente. Muchas veces se llenan la boca de que gobiernan y hacen las cosas para los ciudadanos, pero en estas cosas uno se da cuenta de que no es así, sino que tienen otros intereses. Y lo que aprendí en estos años es que, generalmente, estos intereses están atados al tema dinero y no a otra cosa, ni siquiera a otro tipo de lealtades. Esta gente solo tiene lealtad con el dinero.

¿Por qué creen que la querella que representa al Estado no solicitó penas para los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia?

Fundamentalmente porque Mullen y Barbaccia son amigos del Ministro de Justicia, Germán Garavano. Esta decisión tiene que ver con la relación de los ex fiscales con Garavano y vaya a saber qué otras cosas que uno desconoce.

¿Cree que desde el Ministerio de Justicia se busca lograr la impunidad para los acusados?

Por lo menos para Mullen y Barbaccia sí, absolutamente. Esto ni siquiera se ha escondido, lo han hecho público.

El año pasado, a raíz de la renuncia de dos abogados de la Unidad AMIA –querella del Estado-, Memoria Activa publicó una carta abierta al Presidente Mauricio Macri en la que sostenía: «Lo que se busca desde el gobierno es encubrir a los encubridores que están siendo juzgados desde agosto de 2015».

Así es, y esto viene a ser como la frutilla del postre. Lo que acaban de hacer es muy vergonzoso. La verdad es que uno piensa: «Si el Ministro de Justicia hace eso, ¿qué nos queda a los argentinos?» Es algo muy tremendo y muy doloroso, porque uno piensa que pueden hacer cualquier cosa solamente porque uno es ministro de tal cosa o tal otra, o pertenece a este Gobierno. Pero las cosas no son eternas y este juicio precisamente demuestra eso, que quienes acusaban en ese momento ahora están en el banquillo de los acusados.

Daiana Malamud casi de perfil mirando hacia adelante.

Daiana cree que desde el Gobierno están encubriendo a dos ex fiscales por su vínculo cercano al ministro Garavano.

¿Qué estrategia tienen para evitar que en este juicio se cometan las mismas irregularidades que hicieron que el juicio por el atentado fuera declarado nulo?

La única estrategia que tenemos nosotros es la lucha que siempre hemos hecho, la denuncia constante y tratar de que se haga justicia y de que tengamos algo de verdad. Es nuestro único interés. Y esta ha sido nuestra estrategia, tener claro siempre qué es lo que queremos, y lo que queremos es justicia para nuestros familiares.

¿Cuál cree que será el resultado final del juicio?

Tenemos la esperanza de que haya condenas para todos, y condenas duras, efectivas y ejemplificadoras. Que quede claro que no porque alguien haya sido juez o tenga un puesto en el Gobierno pueda hacer cualquier cosa. Sería educativo, de alguna manera, además de que delinquieron. Cometieron un montón de actos que el Código Penal marca como delitos, y eso es punible. Esperamos que el Tribunal los condene a todos.

¿Teme que la causa por encubrimiento del atentado pueda terminar con todos o algunos de los acusados impunes, como ocurrió en el juicio por el atentado?

Uno siempre tiene miedo, pero la realidad es que nosotros hacemos lo que pensamos que tenemos que hacer. Iremos a la Cámara en protesta si eso ocurre e iremos a otras instancias. Ojalá eso no pase.

A casi 24 años del atentado, ¿tiene expectativas de que los autores del crimen sean juzgados?

En lo personal, no. Creo que si de algo son culpables todos estos delincuentes que están siendo juzgados hoy es precisamente de haber impedido eso, de habernos alejado de la posibilidad de que los verdaderos autores del crimen, los que pusieron la bomba y mataron a mi marido y a otras 84 personas algún día estén entre rejas. Yo, a esta altura, lo veo imposible.

¿Cree que es posible llevar a cabo un nuevo juicio por el atentado?

No hay contra quién iniciar un nuevo juicio porque no existen pruebas. No hay nada, no sabemos nada. Es una causa vacía. Y después de tantos años, es muy difícil empezar una investigación. Esto es consecuencia de la mala investigación que hicieron en primera instancia. Cada año que pasó nos alejó más de la posibilidad de obtener verdad y justicia.

¿Cómo piensan seguir adelante una vez que finalice el juicio por encubrimiento?

Nosotros tenemos todavía la causa abierta en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y seguimos denunciando todo tipo de maniobras de encubrimiento que siguen ocurriendo. Y seguimos con la expectativa de que la Unidad Fiscal que ahora está a cargo va a seguir trabajando, que se pueda llegar a algo y se puedan realmente desclasificar toda la información que hoy está clasificada y que aún no pudimos ver. Vamos a ver qué pasa. Ya son muchos años, casi 24 años. Yo creo que ya es casi imposible descubrir la verdad, lamentablemente.

 

“Son los responsables de que no conozcamos la verdad”

“Son los responsables de que no conozcamos la verdad”

Este jueves finalizó la presentación del alegato de la Asociación Memoria Activa, querella en el juicio por encubrimiento del atentado a la AMIA, que representa a  familiares y amigos de algunas de las 85 víctimas de la explosión en la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) el 18 de julio de 1994. Al cierre de su tercera jornada de alegatos, Rodrigo Borda, representante legal de la organización, pidió ante el Tribunal Oral Federal Nº 2 penas de entre tres años y veinte años de prisión para los trece imputados y explicó sus responsabilidades.

Para el exjuez instructor de la causa, Juan José Galeano, Memoria Activa solicitó 20 años de prisión e inhabilitación absoluta perpetua por haber negociado una nueva versión de los hechos con el imputado Carlos Telleldín, lo que implicó el pago de dinero y la coordinación de maniobras para el encubrimiento de la primera causa AMIA. La querella de Memoria Activa también lo acusó del delito de coacción, privación ilegítima de la libertad de los 15 expolicías bonaerenses que estuvieron detenidos y acusados de haber cometido el atentado y prevaricato.

Para Eamon Mullen y José Barbaccia, exfiscales de la causa, imputados también como partícipes de la privación ilegal de la libertad de los policías a quienes se incriminó falsamente en el juicio anterior, la querella solicitó tres años respectivamente e inhabilitación absoluta perpetua.

Borda pidió, además, seis años de prisión -la pena máxima para el delito del que se lo acusa- e inhabilitación especial por diez años para ejercer cargos públicos para el expresidente de la Nación, Carlos Menem, por los delitos de abuso de autoridad, violación de los deberes de funcionario público y encubrimiento.

En su alegato, Memoria Activa también solicitó diez años e inhabilitación absoluta perpetua para el extitular de la SIDE Hugo Anzorreguy, acusado de haber autorizado el uso de los fondos a su cargo para pagarle a un imputado que declarase una versión falsa de los hechos, previamente acordada con Galeano. Y exigió cinco años e inhabilitación absoluta perpetua para el ex agente de Inteligencia Patricio Finnen y seis años de prisión más de inhabilitación especial por diez años para ejercer toda función, cargo o empleo público para el ex subsecretario de la SIDE Juan Carlos Anchezar, ambos considerados partícipes necesarios de los delitos mencionados.

Para el ex comisario Jorge «Fino» Palacios- quien sería el brazo operativo del armado de la primera Causa- la organización de familiares de las víctimas pidió cinco años de prisión y cinco años con seis meses para el ex policía Carlos Castañeda, más la inhabilitación especial por diez años para ejercer toda función, cargo o empleo público respectivamente. A su vez, solicitó cuatro años y ocho meses, más inhabilitación absoluta perpetua para el ex presidente de la DAIA, Rubén Beraja, acusado de ser partícipe del pago ilegal a Telleldín.

Para Carlos Telleldín, último propietario conocido de la Trafic en cuyo interior se hallaría la bomba, quien cobró 400 mil dólares por declarar en contra de 15 agentes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires para plantar una pista falsa, la querella solicitó cuatro años de prisión e inhabilitación absoluta perpetua. Tres años para su ex esposa, Ana Boragni, quien recibió el dinero del soborno, y tres años con seis meses para Víctor Stinfale, el abogado defensor de Telleldín en el momento en que se le pagó el soborno, más inhabilitación absoluta para ambos. Además, la querella pidió accesorias legales y exigió que los imputados solventen los costos del proceso judicial.

Casi 24 años después del atentado terrorista que mató a 85 personas y dejó más de una centena de lesionados tras la explosión de una bomba colocada en el edificio de la calle Pasteur al 633, el hecho aún permanece impune. Una investigación plagada de irregularidades y maniobras ilegales de encubrimiento por parte de las fuerzas policiales, de los servicios de Inteligencia, y de las propias autoridades judiciales del caso condujo a que el juicio por el atentado finalizara en septiembre de 2004 con todos los imputados absueltos. Los autores materiales de la masacre y sus cómplices continúan libres hasta el día de hoy.

Ahora, en el juicio por encubrimiento iniciado en agosto de 2015, aquellos encubridores que privaron de toda posibilidad de justicia a las víctimas del ataque, así como a sus familiares y seres queridos, deben rendir cuentas por sus procedimientos ilegítimos durante el transcurso de la causa AMIA. “A las personas que represento en este juicio no solo las damnificó el atentado a la AMIA, sino son víctimas del atentado terrorista. También son víctimas de la impunidad, de la falta de verdad y de la falta de justicia”, aseveró Borda. “La participación que les atribuimos a los imputados en las maniobras de encubrimiento y desvío de la investigación del atentado a la AMIA fue una participación dolosa. Los acusamos por cosas que hicieron de manera intencional para impedir que las víctimas puedan obtener verdad y justicia.”

Presente en cada una de las audiencias, Diana Malamud, referente de la Asociación Memoria Activa y viuda de Andrés, un arquitecto de 37 años que perdió la vida en el atentado expresó: “Ellos son los responsables de que no conozcamos la verdad. Nos quitaron la posibilidad de saber quién mató a nuestros familiares y por eso queremos que paguen por ello”, expresó. En el mismo sentido se manifestó Adriana Reisfeld: “En esta instancia de alegatos, al escuchar a nuestro abogado, nos sentimos reconfortados porque estamos escuchando la verdad”, dijo en diálogo con ANCCOM. Su hermana Noemí, una asistente social de 28 años, estaba en el edificio de AMIA en la mañana del atentado a pesar de que no le correspondía ir a trabajar ese día. La joven había ido a reemplazar a una compañera y falleció en la explosión. “Hoy está clarísimo que todo lo que está diciendo Rodrigo Borda es real. No hay nada para refutarle, ni de parte de los exfiscales ni del exjuez. No sabemos qué va a pasar, pero creemos que esta es la instancia donde la Causa AMIA prácticamente termina, porque en el encubrimiento es donde no nos dejaron saber la verdad.”

Desde el comienzo del alegato, Borda ratificó su intención de acusar a todos los imputados, diferenciándose de la postura de la recientemente disuelta Unidad AMIA, querella que representa al Estado Argentino, que en su alegato no solicitó condenas para los exfiscales Mullen y Barbaccia. Durante su presentación, el abogado querellante refutó el argumento de algunos de los imputados que justificaron su accionar como “inexperiencia”, al atribuir las irregularidades cometidas durante la investigación a la falta de preparación, escaso conocimiento sobre terrorismo y falta de recursos para investigar. Borda también criticó lo planteado por Unidad AMIA para quitar la imputación a Mullen y a Barbaccia, escudada en que su acusación supondría voltear las alertas rojas contra los iraníes. “Es un argumento hipócrita y absurdo porque intenta ocultar las verdaderas razones por las cuales piden la absolución de estos dos personajes, que es lo que dice Cimadevilla, el «amiguismo»”, manifestó Borda, en referencia a la amistad de los exfiscales con el actual Ministro de Justicia Germán Garavano.

Sobre la reciente disolución de la Unidad AMIA y la designación de Mariano Fridman como nuevo abogado de la querella, Malamud declaró: “Me parece bochornoso, escandaloso. Fridman fue abogado de la DAIA, después fue abogado de la querella de DAIA y AMIA, durante el anterior juicio, y sigue en contacto con ellos. Es como si pusiesen a investigar la causa AMIA de nuevo a Galeano. Me da vergüenza ajena tener un Ministro de Justicia como el que tenemos.”

Entre los argumentos esgrimidos para acusar a los imputados de encubrimiento, Borda  resaltó el pago ilegal a Telleldín, para que declarara en contra de 15 policías de la Bonaerense, acusados de integrar la “conexión local” y de haber recibido de Telleldín la camioneta Trafic que supuestamente llevaba la bomba. De esta manera se plantó una hipótesis falsa y se desvió la investigación de la llamada “pista siria”, que vinculaba al empresario de origen sirio Alberto Kanoore Edul, allegado al entonces presidente Carlos Menem, y al mullah (clérigo musulmán) y ex agregado cultural iraní en Argentina, Moshen Rabbani. Esta maniobra orquestada por el destituido magistrado Galeano, que según Borda fue “una acción falsa y coordinada”, habría sido avalada por los ex fiscales de la causa y contaría con la complicidad de los agentes de la ex SIDE imputados, y el entonces titular de la DAIA, Rubén Beraja. “Galeano tuvo un rol fundamental en todo el suceso: propició el contexto, acordó la declaración con Telleldín, solicitó a Anzorreguy y a Finnen los fondos públicos para pagar por esa declaración, negoció las condiciones del pago, y dispuso y coordinó con la SIDE el operativo clandestino para darle a esos fondos un destino ajeno a la administración pública”, repasó el abogado. Sobre la participación de Beraja en el encubrimiento, agregó: “No era un dirigente cualquiera. Era el más importante de la comunidad con un enorme poder político. Él mismo reconoció que tenía un trato cercano con el presidente de la Nación y acceso a ministros, legisladores y jefes de policía. Era una persona muy influyente por lo que es significativo el apoyo y la cobertura que dio Beraja desde su posición de poder al emprendimiento delictivo que llevaron a cabo Anzorreguy y Galeano”.

Borda también denunció que Galeano, además de tomar como pruebas las declaraciones falsas de Telleldín, basó su acusación contra los policías de las brigadas de Lanús o de Vicente López en los dichos de testigos coaccionados. “Galeano no era un juez que buscaba la verdad, que pretendía chequear lo que Telleldín y sus testigos decían. Lo que importaba era que avalaran la versión que vendió Telleldín”, expuso el abogado y añadió: “Galeano no presentó ningún elemento que probara la entrega de la camioneta (Trafic) a la policía. Fue una resolución prevaricadora. Más allá de estos testimonios falaces que se pagaron, no había ninguna prueba de que los policías se hubieran llevado la Trafic”. Luego aseguró que los exfiscales eran funcionales al armado de la maniobra policial y a los métodos ilegales que usó Galeano para darle algún sustento a esta pista, ya que sabían que le había pagado a Telleldín. Por este motivo, Borda sostuvo que Mullen y Barbaccia “son responsables no sólo por omisión sino que hicieron una contribución material a la maniobra de encubrimiento del atentado con la construcción de una pista falsa y un pago ilegal”.

Por último, el abogado se refirió a la participación del expresidente Menem en las maniobras de encubrimiento. “Queda en evidencia la parálisis que sufrió esta pista (sirio-iraní) entre agosto del 94 y febrero del 2000, pues entre esos años solo se produjeron medidas superficiales que no aportaron mayores elementos y, sobre todo, se omitieron medidas esenciales para avanzar en las pesquisas. En este contexto surge inevitablemente la siguiente pregunta: ¿por qué se paralizó la pista Kanoore Edul a pocos días del atentado para retomarla recién varios años después? Y la respuesta no puede ser otra más que la intervención del entonces presidente Carlos Menem para que se desvinculara al nombrado de la investigación por el atentado a la AMIA. Esta maniobra de encubrimiento cesó recién luego de que Menem había concluido su mandato presidencial.”, enfatizó Borda y argumentó que Menem incidió sobre los encargados de la investigación del atentado a la AMIA para que favorecieran personalmente a Kanoore Edul, sustrayendo medios de prueba y falseando documentos. “De esta manera se malogró todo resultado que pudiera representar un efectivo avance respecto de esta persona”, aseguró. “Si bien se ha dicho que a partir del año 2000 se reactivó la investigación de la pista sirio-iraní, es decir la pista Kanoore Edul, y se ordenaron numerosas medidas de prueba, esto no implicó deshacer los daños del encubrimiento que se había cometido con esa pista durante todos esos años anteriores.”

Borda cerró su alegato con el pedido al Tribunal de que investigue “hasta las últimas consecuencias. “Si bien esperamos que no haga falta un cambio de gobierno para que se investigue a todos los funcionarios del Ministerio de Justicia denunciados, los familiares, tal como lo hemos demostrado, tenemos paciencia,  perseverancia y sobre todo memoria. Lo único que nos falta es justicia y eso sí se lo pedimos a ustedes, señores jueces”, finalizó.

En las próximas audiencias continuará con la exposición de los alegatos del resto de las querellas y de las defensas de los 13 imputados. Recién entonces, en el plazo de unos meses, se conocerá la sentencia del Tribunal Oral Federal Nº 2 -integrado por los jueces Jorge Gorini, Karina Perilli y Néstor Costabel- y se sabrá si las víctimas de del peor atentado terrorista cometido en nuestro país recibirán algo de justicia, luego de más de dos décadas de impunidad. Y si bien hay expectativas entre los integrantes de Memoria Activa de ver a los encubridores tras las rejas, las esperanzas de que los autores del atentado reciban el castigo que merecen son prácticamente inexistentes luego de tanto tiempo. Ya a esta altura hay varios de los imputados iraníes que ya hasta fallecieron y que ni sabemos si realmente esa es la pista. Entonces esperar y pensar que va a haber justicia en esa área, por el atentado en sí, es imposible. Y menos que menos un juicio en ausencia”, sentenció Reisfeld.

“Si de algo son culpables todos estos delincuentes que están siendo juzgados hoy es precisamente de haber impedido eso, de habernos alejado de la posibilidad de que los verdaderos autores del crimen, los que pusieron la bomba y mataron a mi marido y a otras 84 personas algún día estén entre rejas. Hicieron todo mal desde el primer día, así que uno ya no cree en nada de lo que hicieron”, concluyó Malamud.  “Queremos que no vuelva a ocurrir esto, que no haya ningún otro familiar reclamando justicia durante tantos años como nosotros. En la Causa AMIA la Justicia ha fracasado como tal, como institución encargada de brindar justicia.”