#AdoptenNiñesGrandes

#AdoptenNiñesGrandes

Un grupo de madres y padres difunde en Twitter una campaña en la que relatan sus experiencias para derribar mitos y alentar a la adopción de niñas y niños mayores de seis años., grupos de hermanos o con alguna discapacidad. Son los chicos con más dificultades para conseguir una familia.

Paola y Alejandro adoptaron a Tomás de 8 años en el 2013 y a Cristian, de 9, en el 2021.

En junio de 2022 empezó en Twitter la campaña #AdoptenNiñesGrandes, donde distintos padres y madres difunden, todos los viernes, cómo fue su experiencia de adopción. Allí cuentan sus historias sobre ese proceso para motivar a otros padres y madres a no tener miedo y vencer los prejuicios que hay alrededor de adoptar a niños y niñas grandes. Según un informe del 2020 de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (SeNAF), un 87% de los postulantes se inscribe solo para formar familias con niños menores a dos años. De ese mismo informe se desprende que son 9.754 niñas, niños, adolescentes y jóvenes que en Argentina se encuentran sin cuidados parentales. De ese total, el 37%, es decir, 3.608 son niños y niñas entre los seis y doce años.

La iniciativa surgió del intercambio de dudas y vivencias de familias adoptantes en Twitter. En mayo de 2021, Diego Monrroy y su pareja, Jimena, se inscribieron “para una nena de edad más grande”, recordó Monrroy a ANCCOM. En base a la desinformación respecto al tema, recurrieron a la comunidad virtual en busca de otras experiencias. Con el paso de los meses se conectaron más personas y en mayo del 2022 se creó un grupo de WhatsApp donde actualmente participan unos cincuenta integrantes.

Se trata de un conjunto autogestivo y horizontal en el que todos tienen voz y voto. En principio, elaboraron un listado para que cada viernes una familia diferente relate su experiencia en Twitter. Recientemente, abrieron una página oficial en Instagram, donde realizan transmisiones en vivo con madres y padres adoptantes.

Griselda, mamá adoptante desde hace más de seis años, señaló: “El hashtag no se plantea desde el imperativo, sino que hay una idea de reflexión”.

“Uno se da cuenta cuando la gente te pregunta o comenta que hay mucho desconocimiento, como nos pasaba a nosotros”, aseguró Monrroy. Aunque la difusión de las historias personales tiene el fin de derribar mitos, el padre adoptante le adjudica una gran importancia a la preparación de las familias mediante la lectura de artículos, el consumo de material audiovisual, así como también el canal de YouTube “Ser Familia Por Adopción” y la participación de talleres del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA).

En el 2020 se realizó la última actualización del informe “Situación de niñas, niños y adolescentes sin cuidados parentales en la República Argentina” por parte de la SeNAF y Unicef. En este se señaló que del total de niños que residen en dispositivos formales de cuidado, el 76% son mayores de cinco años, el 50,5% son mujeres y el 8% tienen discapacidades.

En general, existe el prejuicio de que el proceso de adopción es un asunto burocrático que consume mucho tiempo. Esto se debe a que los requisitos de las familias son difíciles de cumplir. Según datos de la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con fines Adoptivos (DNRUA), el 87% busca adoptar a niños menores de dos años. En realidad, los y las niñas pasan a ser judicializados cuando el Estado adquiere el conocimiento de que sus derechos están siendo vulnerados por su familia de origen, tal circunstancia tiende a presentarse a partir de los cuatro años del infante ya que, según la psicóloga Laura Zárate, “la escuela suele ser la primera que toma noticias de la situación de vulneración de derechos y hace la denuncia”. De allí deriva un proceso judicial que dura alrededor de dos años en el que se intenta la revinculación con la familia de origen. Si esta falla, el niño pasa a estar en una situación de adoptabilidad.

Además de visibilizar a los “niños reales”, la campaña también advierte sobre la vulnerabilidad de sus derechos y busca que se revierta esta problemática. Pese a que en Argentina existe una Ley de Adopción que contempla las necesidades de los niños, la situación en los hogares es preocupante. Existen hogares tanto estatales como privados, pero son tan escasos los cupos que, muchas veces, se separan a grupos de hermanos o los niños son desarraigados de su zona de origen, subrayan los especialistas.

Como señaló Zárate: “Los hogares oficiales deben aceptar a todos los chicos que están institucionalizados, pero los privados se manejan diferente y no aceptan chicos de otras edades y apuntan a los más chiquitos, entonces la problemática está con los adolescentes para conseguir un dispositivo que los aloje”.

Respecto a los padres, los hilos que se comparten en #AdoptenNiñesGrandes funcionan “como una terapia ideal” donde cuentan de primera mano sus vivencias como familia adoptiva y durante el proceso de adopción. El objetivo es desromantizar la experiencia. “Si bien es hermoso, uno tiene que estar preparado”, reflexionó Monrroy.

En septiembre del 2022, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación junto a la SeNAF lanzó la Campaña Nacional de Adopciones “Crecer en familia es un derecho. Elegí adoptar” para visibilizar e informar a posibles familias adoptantes para que cada vez más de ellas estén dispuestas a elegir a niños mayores de ocho años, con discapacidades o problemas de salud y a grupos de hermanos.

El titular de la SeNAF, Gabriel Lerner, destacó durante el lanzamiento de la campaña, la importancia de ubicar a los niños como eje. El objetivo es que dejen de estar en una institución y tengan la posibilidad de crecer con una familia. “Los chicos y chicas tienen derecho a que el Estado tome todas las medidas necesarias para vivir en familia, entonces lanzamos esta campaña que apunta a sensibilizar a la sociedad para repensar el modelo de adopción”, dijo Lerner.

La iniciativa busca incentivar a que las familias se inscriban en el RUAGA y desmitificar ideas erróneas que se tienen respecto al proceso de adopción mediante la divulgación de material impreso y digital, como videos de padres que adoptaron niños mayores de ocho años, con problemas de salud o grupos de hermanos.

Deseos a futuro

 “Lo que nosotros podemos hacer es ínfimo contra lo que puede hacer el Estado con una buena campaña bien organizada”, dijo Monrroy, contento por la iniciativa, la cual apoya como todo el colectivo detrás de #AdoptenNiñesGrandes. Anhelan formar parte de ella; que haya una movida fuerte en medios gráficos y audiovisuales y que exista un mayor apoyo del Estado hacia las familias que decidieron adoptar.

El colectivo también está enfocándose en su futuro y en las maneras a través de las cuales difundir su mensaje, ya no solo pensando en su difusión actual en redes sociales, sino también en otros medios, formatos y la incorporación de elementos nuevos que sumen a lo que hacen actualmente. Mientras continúan con los hilos en Twitter los viernes, buscan incorporar el aporte de profesionales de la adopción a los vivos que realizan los miércoles en Instagram, donde continúan subiendo mucho contenido. Un objetivo a futuro del colectivo es crear un podcast, cuyo desarrollo se encuentra en las primeras etapas ya que requiere un armado más elaborado.

Por el momento, la campaña #AdoptenNiñesGrandes seguirá con la difusión de historias esperando una mayor colaboración y compromiso del Estado para poner fin a esta problemática.

El caso Mimí puso otra vez la adopción sobre el tapete

El caso Mimí puso otra vez la adopción sobre el tapete

El proceso de adopción en Argentina requiere una atención tutelar que garantice la integridad de las niñas y niños que necesitan un hogar definitivo. Se trata de un recorrido preparado para que las y los aspirantes conozcan cuáles son las responsabilidades antes de adoptar. Pero hay una dificultad de fondo: de los más de 3.000 trámites iniciados, el 89% de las y los postulantes están dispuestos a ahijar a bebés de hasta dos años, y menos del 10% a chicas y chicos mayores de nueve. El caso de Mimi es la excepción que confirma la regla, que hoy permite visibilizar con datos estadísticos la realidad de un sistema sensible que debe perfeccionarse.

Comenzar una adopción no es una decisión simple. Los pasos a seguir requieren además de la vocación por cumplir los sueños de tener o ampliar una familia, otros requisitos que a veces hacen más complejo tomar esa decisión. Para ello tanto el Estado como algunas organizaciones de la sociedad civil promueven las adopciones y acompañan a los futuros adoptantes. El principal desafío es que las parejas o adultos solos contemplen ampliar su horizonte de expectativas a chicas y chicos grandes, hermanos o personas con alguna discapacidad.

Sólo la Ciudad de Buenos Aires cuenta con más de 40 hogares dependientes del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, para reducir el número de “pibes de la calle”, de los cuales un 20% de los niños y niñas están en condiciones de adopción.

También buscan soluciones intermedias como brindar una atención personalizada a niños o niñas que por un tiempo no pueden vivir con sus familias de origen. Existe un programa de Acogimiento Familiar que es un dispositivo en el que los interesados se inscriben y pasan por un proceso de evaluación y capacitación. Desde la página del Gobierno de la Ciudad ofrecen seis pasos para anotarse. De esta manera pueden alojar en sus hogares de manera transitoria a niños, niñas o adolescentes en situación de vulnerabilidad hasta que se determine si es restituido a su familia de origen. 

De acuerdo con la ley, el proceso para decretar el estado de adoptabilidad de una criatura no puede ser mayor a seis meses y el tiempo que ellos pasen con sus familias de tránsito debe ser el menor posible, para evitar una vinculación estrecha. Esto es lo que no ocurrió con Mimí

Por otro lado, distintas organizaciones no gubernamentales se dedican al acompañamiento de quienes desean adoptar. Entre otras, Anidar es una asociación civil que brinda información a las personas que comienzan a evaluar la posibilidad de la adopción. Mediante el programa “Abriendo Caminos”, ofrecen entrevistas informativas y facilitan la conexión entre las familias y la justicia para iniciar el proceso de postulación, con orientación legal y psicológica, entre otros puntos a destacar.

Asimismo, la ONG Aldeas Infantiles también realiza un trabajo integral que busca preservar los derechos de niños, niñas y adolescentes. Desde su programa de “Reintegro Familiar y Adopción”, asesoran y acompañan a los eventuales padres y madres en los procesos de vinculación con el objetivo de que se garantice un trato adecuado a personas en donde la vulnerabilidad social debería cerrar su ciclo. Su preocupación también está enfocada en que los hermanos no se separen o en aquellos niños y niñas que pueden encontrar un lugar de encuentro con sus entornos familiares de origen.

¿Cómo empezar un trámite de adopción?

El  trámite de inscripción observa las cualidades de los postulantes. Luego sigue la selección de los posibles adoptantes, la vinculación inicial con el niño o la niña, la guarda preadoptiva y, finalmente, la adopción. Mientras tanto los chicos y chicas viven en hogares o con familias de guarda hasta que aparezca alguien con el perfil adecuado. Hoy, se empieza con presentar un simple formulario para quienes se encuentren interesados en tener hijas o hijos no biológicos.

La opción de formar una familia es amplia y se han ido desarrollando y generando diversos tipos de relaciones y posibilidades para concretar la adopción, con especial atención a los derechos básicos a las niñas, niños y adolescentes en guarda.

Desde 1997 es un instituto incorporado en el ordenamiento jurídico argentino de acuerdo a la Ley 24.779. En 2015 se modificó el Código Civil y Comercial, con cambios para optimizar  los tiempos del proceso en tres etapas: sobre el estado de adoptabilidad del niño; la guarda provisoria; y el juicio de adopción.

El adoptante puede ser un matrimonio conformado o ambos integrantes de una unión convivencial o una única persona soltera, viuda o divorciada. De acuerdo con la  Ley 26.618 de matrimonio igualitario, vigente desde 2010, también se hicieron nuevas modificaciones para que los matrimonios y las o los convivientes del mismo sexo puedan adoptar.

Cada provincia tiene un registro de aspirantes que luego es unificado por la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (DNRUA), dependiente del Ministerio de Justicia de la Nación y de los Derechos Humanos. En nuestro país existe asesoramiento gratuito y se puede solicitar desde el portal argentina.gob.ar

Según la última actualización de la DNRUA, en el mes de abril se registran 3.042 personas o familias que quieren adoptar. Los niños, niñas y adolescentes sin cuidados parentales son alrededor de nueve mil. Sin embargo, esto no significa que esos niños estén en situación de adopción, porque la condición para que eso ocurra es que se hayan agotado las posibilidades de permanencia con su familia de origen. Finalizada esta normativa, se requiere una instancia judicial para que un niño o una niña pase a estar en situación de adoptabilidad.

¿Cuáles son los requisitos para la adopción?

En dicha ley uno de los requisitos más importantes que deben reunir los interesados es tener 25 años de edad cumplidos. Si un cónyuge o la persona conviviente tiene más de 25 años, no hace falta que ambos superen dicha edad.

Otra condición es que se debe tener por lo menos 16 años más que el niño a  adoptar. Esta diferencia de edad no es necesaria cuando se adopta al hijo del cónyuge o conviviente. También se debe tener nacionalidad argentina o estar naturalizado. En caso de ser extranjero, resulta indispensable demostrar una residencia de cinco años o más.

También es posible adoptar a un mayor de edad si la persona que se quiere adoptar es hijo o hija del cónyuge o del conviviente. Incluso, la ley permite adoptar a varias personas al mismo tiempo o en diferentes momentos. 

Quienes tienen hijos biológicos pueden requerir a un juez que los habilite para adoptar. En ese caso la ley dispone que todos los hijos, sean adoptivos y/o biológicos, sean considerados hermanos entre sí.

Los diferentes tipos de adopción

De acuerdo a la Ley 24779, la adopción puede ser plena o simple, de acuerdo a lo que el juez considere más conveniente. La diferencia es que la adopción plena es irrevocable y la adopción simple no lo es. En el primer caso, el adoptado tiene en la familia adoptiva los mismos derechos y obligaciones de todo hijo. En el segundo no se crean vínculos jurídicos con la familia extendida. El juez decide el tipo de vínculos que se mantienen o se extinguen respecto de la familia de origen, tanto en la adopción plena como en la simple.

También puede darse el caso de una adopción de integración que consiste en adoptar al hijo o hija de un cónyuge o un conviviente, siendo concedida con los efectos propios de la adopción plena o simple, dependiente de cada caso en particular. Pero siempre se mantiene el vínculo filiatorio y todos sus efectos, entre el adoptado y su progenitor de origen, cónyuge o conviviente del adoptante.

¿Cómo funciona el sistema de registros?

Es fundamental que para continuar con la solicitud, los interesados estén inscriptos en la DNRUA. Éste organismo posee una base de datos integrada por las Nóminas de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos de las Jurisdicciones que conforman la Red Federal de Registros. En la página de la DNRUA también pueden encontrarse convocatorias abiertas para niñas, niños y adolescentes de todo el país que esperan tener una familia.

Para los domiciliados en CABA, los aspirantes deben utilizar el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGA) que se divide de acuerdo al domicilio del postulante. El RUAGA ofrece charlas para postulantes y otras abiertas a la comunidad. En el 2020, ante la emergencia sanitaria del país, así como ha sucedido en varios ámbitos, por primera vez fueron virtuales y por la gran convocatoria que han tenido, este año tienen previsto mantener esta modalidad como opción.

El RUAGA que depende de la Dirección General de Gestión de Políticas y Programas y Dirección de Políticas Públicas e Investigación junto al Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes también difunde estadísticas. Según los últimos datos del reporte anual del 2019, más del 80% de las postulaciones responde afirmativamente a la disponibilidad para adoptar niñas y niños de hasta 3 años de edad. El 86% para los 2 años y la cantidad de postulaciones para los 5 años en adelante decrece sensiblemente hasta llegar a un número muy bajo en la medida que se acercan a los 9 años. 

¿Una fisura en la Ley de Adopción?

El acogimiento no es adopción. Aunque, en algunos casos, las familias de tránsito que alojan en sus hogares a niños o niñas, hasta que se determine si es restituido a su familia de origen o dado en adopción, se han convertido finalmente en adoptantes. Hay excepciones, pero esto depende de los jueces que evalúan el bienestar del chico o la chica y el vínculo que mantenga con quienes lo o la acogieron.

La situación de Mimí -nombre ficticio con el que se dio a conocer a la niña- es un caso particular. Mariana Megías junto a su pareja, Marcelo, la recibieron sólo con un mes de vida. Ese plazo se prolongó tres años. Ante la demora, el apego de la pequeña y el incumplimiento de los responsables de encontrarle un hogar, el matrimonio decidió pedir la adopción definitiva. Pero esto fue negado, debido a que se aplicó la norma general que impide a la familia de tránsito convertirse adoptante.

El Poder Judicial se demoró más de la cuenta pero fue insensible y decidió sacar a la niña de su familia de tránsito y fue entregada a otras personas sin vínculos previos. Ese lapso generó una excepcionalidad, por lo que Megías decidió interponer un recurso “de no innovar” que afecta a los mediadores y su incapacidad en cumplir la ley en tiempo y forma. En este caso: el Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de CABA, y a la ONG Familias Abiertas, de Bella Vista.

La situación de Mimí conmovió a la opinión pública y ante el pedido desesperado por darlo a conocer, no pocas figuras públicas acompañaron en las redes sociales una campaña con el hashtag #RestitucionInmediataDeMimi y #DevuelvanAMimi. Muchos famosos apoyaron su lucha compartiendo videos para darle mayor visibilidad. Entre otros, Natalia Oreiro, Facundo Arana, Inés Estevez, Ricardo Darin y Veronica Lozano. También bajo la consigna #YoApoyo allegados a la familia grabaron videos en los que expresaron su respaldo para que el Poder Judicial decida que Mimí pueda regresar a su “hogar”.

Las audiencias públicas 

Cuando los jueces agotan todas las instancias de búsqueda dentro de la red de registros de postulantes a guarda adoptiva, se recurre a las convocatorias públicas. Estas consisten en un llamado a toda la comunidad donde se propone encontrar una familia para las niñas y niños que se encuentran con mayor dificultad para concretar la adopción.

En la actualidad, son muchas las niñas, niños y adolescentes que aguardan en los hogares. La mayoría son preadolescentes y grupos de hermanos,con el objetivo de promover la adopción conjunta con el propósito de conservar los vínculos fraternales. Pero también chicas y chicos con discapacidad o distintas problemáticas de salud que serían menos solicitados.

Lo primordial en la adopción es que se deben respetar las instancias y los mismos derechos que cualquier otro niño. Tal como lo indica la Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes. Los artículos declaran que tienen derecho a la vida, a su disfrute, protección y a la obtención de una buena calidad de vida y también a la vida privada e intimidad de y en la vida familiar. 

El camino legal para adoptar en nuestro país cumple con todos los protocolos que garantizan la integridad de un proceso transparente en el que el amor siempre es la principal motivación de quienes inician el trámite. La adopción puede resultar un poco más larga que otras salidas “mágicas» como viajar al exterior. Pero no es necesario. Existe un Estado disponible, hay herramientas y organizaciones de la sociedad civil que facilitan y acompañan este recorrido -o deberían hacerlo-.

La situación excepcional del caso Mimí, muestra la cara más dura de una justicia que no tiene sentimientos y de mediadores que deben ser auditados para que cumplan con sus funciones. Tal vez se trate de un punto de partida para encontrar ese lugar de encuentro esa/os menores y adultos que buscan lo mismo. Besos, abrazos y afecto para lograr una vida más plena.

“Buscamos padres para los niños, no niños para los padres”

“Buscamos padres para los niños, no niños para los padres”

Gabriela y Gastón son los padres de Aaron. Cuando comenzaron su vínculo de adopción, el niño tenía 10 años.

Luego de la  Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, que fue acompañada por los pañuelos verdes y naranjas surgió el de color celeste para los que se promulgaron en contra, al que luego se le sumó el rojo, para aquellos que piden nuevas normas para la adopción. Estos grupos antiderechos quieren una adopción directa y que la mujer embarazada pueda manifestar ante el juez su voluntad de no asumir el ejercicio de su responsabilidad parental, entregar su bebé una vez nacido y que el proceso de adopción se inicie desde ese momento.

Las organizaciones sociales rechazan esta campaña y advierten que el aborto y la adopción son dos temas independientes, y que la ley lo que quiere evitar es que se comercialice con una persona y que el niño sea entregado a cambio de dinero.Los pañuelos rojos son una iniciativa que surge emparentada con los pañuelos celestes, en un contexto en el que se utilizó y maltrató la temática de la adopción que, justamente, no está relacionada con ninguna de las dos posturas. Ligada al interés de que una ley habilite a los adultos a ´conseguirse bebés´ de cualquier forma, como si los niños fueran objetos para satisfacer la necesidad de ser padres. Cabe aclarar que esta postura  de ninguna manera es representativa de la mayoría de los adultos que adoptan, que incluyen respetuosamente con su historia y sus necesidades particulares a sus hijos en la vida familiar”, explica Gabriela Parino miembro de la ONG Ser Familia por Adopción.

Se desconoce la normativa

Lo cierto es que un 70,9% de la población desconoce la Ley de Adopción, según una encuesta realizada este año dentro de la provincia de Buenos Aires por la Universidad Abierta Interamericana (UAI). A pesar de no conocerla, el 74,2% afirmó que funciona mal. La reforma del Código Civil contempla al niño como sujeto de derecho y no como objeto. “Es una ley que corre la mirada del adulto que no puede tener hijos biológicos,  para poner al niño como centro de la adopción”, explica Parino. Y aclara: “La adopción es una institución que existe para encontrar familia para los niños que no pudieron vivir con la familia de  origen. La ley actual no obstaculiza en absoluto que la mujer que no quiere maternar pueda decidir que ese niño por nacer tenga posibilidad de ser adoptado. Pero la ley estipula 45 días para declarar la situación de adoptabilidad de ese bebé, a los fines de garantizar que la decisión de esa mujer sea sólida y no esté afectada por una situación de vulnerabilidad. Hablan desde el total desconocimiento de lo que implica una decisión de semejante envergadura para quienes están en esa situación.”

Leonor Wainer de Anidar, una asociación que acompaña y brinda apoyo a las familias adoptantes, comparte esta postura: “Aborto y adopción, no tienen nada que ver una cosa con la otra. Nadie debe llevar adelante un embarazo que no quiere. Desde hace un tiempo las entregas directas están prohibidas. El objetivo de los últimos cambios que se hicieron es que los chicos estén el menor tiempo posible en las instituciones u hogares de tránsito”. Menciona que lo que hay que pulir, son las dificultades que presentan los jueces, por falta de recursos para evaluar las situaciones.

5.000 postulantes

Un niño puede ser adoptado cuando un juez declara su situación de adoptabilidad, es decir, cuando se determina que no puede seguir viviendo con su familia de origen, en general por vulneraciones de derechos. Para los bebés es un plazo de 45 días y para los demás niños, como máximo, un año. El juez busca otra familia entre los inscriptos en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos, que incluye todos los postulantes a nivel nacional. En este registro 4.816 postulantes manifiestan la voluntad de adoptar niños de hasta un año. Cuando se realizan búsquedas de niños hasta 4 años aparecen 3.880 legajos, para niños de hasta 8 años hay 820 postulantes y tan solo 44 expresan voluntad de adoptar niños de más de 12 años, es decir, el 1% de los postulantes,  según datos oficiales de la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (DNRU).

Con respecto a la adopción de grupo de hermanos, el 41% no acepta hermanos, el 51% acepta dos, tan solo el 5% acepta tres o más niños. El 85% presenta una negativa en adoptar niños con discapacidades o enfermedades, mientras que el 15% manifiesta que sí lo haría, por eso acabadas las instancias de búsqueda a nivel local y nacional, se abren convocatorias públicas con el fin de buscar familias para los tres grupos de mayor complejidad, es decir, grupo de hermanos, niños con discapacidad, o que superen los 8 años. 

Actualmente en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos hay un total de 4.816 postulantes.

Los plazos

Está instalado en el colectivo social que adoptar es un proceso largo y burocrático. “Se hace todo lo posible para que los chicos se queden dentro del marco de su familia de origen, agotadas las instancias, la familia biológica pierde la patria potestad de ese chico, se declara el estado de adoptabilidad y ahí se busca familia adoptiva. Cuando se encuentra, se inicia un período de vinculación que no tiene un tiempo fijo. Las personas no son máquinas que cambias un tornillo y funcionan. El tiempo de vinculación implica que se conozcan, y cuando ya el vínculo está como para que vivan juntos, se les da la guarda. Como máximo en un plazo de seis meses tienen que iniciar el juicio de adopción”, aclara Leonor Wainer.

“Al inscribirse una persona o un matrimonio debe manifestar qué situaciones de los niños podría llegar a adoptar (edades, condiciones de salud, discapacidad, cantidad de niños cuando se trata de un grupo de hermanos). Y lamentablemente no hay diversidad de disponibilidades, sino que la mayoría de las personas puede adoptar niños pequeños, hasta dos niños, y sanos. Quienes se inscriben para un niño de 10 años tienen posibilidades de ser convocados rápidamente. Pero quienes se inscriben para adoptar bebés o niños pequeños tienen grandes posibilidades de esperar muchos años o no ser convocados nunca”, hace hincapié Gabriela Parino.

Edades descartadas

Las aspiraciones de la mayor parte de los postulantes es adoptar niñas y niños pequeños, y esto no coincide con la realidad de los declarados en adopción. Gabriela Parino comenta que hay  mucho prejuicio en relación a las edades. “Se piensa que los nenes chiquitos tienen menos historia, pero es más complejo, porque la historia que traen quizás es más desconocida y está más impregnada de recuerdos sin palabras. Los niños pequeños tienen tantas necesidades como los grandes. Las vinculaciones llevan tiempo, hay casos donde no prosperan, hay duelos por hacer. Es un período que necesita tiempo, paciencia, dedicación”.

Wainer manifiesta que en general las personas se anotan para adoptar chicos menores de 10 años, pero si se trabaja con los postulantes en el tiempo de espera esto puede revertirse:Se puede repensar la postulación, y poder entender que se puede tener un hijo que no sea un niño pequeño. Los niños que se pueden adoptar, que son potencialmente sus futuros hijos, no responden al deseo o ideal de las parejas. Tenemos reuniones multifamiliares, donde vienen padres con sus hijos y viene gente que estaba esperando y viendo a los chicos, hijos de otras familias, niños más grandes, amplían su postulación, y adoptan al poco tiempo. La adopción de un niño grande no es fácil ya que han tenido experiencias difíciles, pero ningún hijo es fácil a los 10, 11 o 13 años”.

La mayoría de los postulantes busca niños pequeños, obstaculizando la adopción a los mayores de 10 años.

Prejuicios y temores

Para Gabriela y su marido Gastón, la adopción apareció luego de hacer tratamientos de fertilidad para formar una familia. Entre mayo y junio del 2014 hicieron los trámites para inscribirse como aspirantes y ya en el 2015 comenzaron la vinculación con su hijo Aaron. “La espera hasta el llamado fue activa, leyendo, escuchando relatos, asistiendo a charlas. La adopción no fue larga ni burocrática. Los trámites justos, bien guiados, charlas, visitas con la asistente social, entrevistas con la psicóloga”, cuenta Gabriela.

La pareja se había anotado para adoptar un niño entre 0 y 7 años, pero luego cambiaron su postulación. “Al pararte delante de un niño de 10 o 12 años te das cuenta que es chico, y es un niño como todo otro que necesita de una familia que lo contenga y que lo acompañe. Cuando empezamos la vinculación, nuestro hijo tenía 10 años. La edad que tenía nuestro sobrino mayor. Una edad que conocíamos y donde nos podíamos llegar a sentir cómodos. Fue muy linda la llegada. Tiene muchos parecidos a un nacimiento, todo lo que implica que haya otra persona en la casa, otro integrante en la familia”, recuerda.

Gabriela hace hincapié en que el acompañamiento es fundamental y que hay que prepararse. “La convivencia tiene sus dificultades como la tienen en todas las familias, con características especiales, somos una familia que se ensambla, con historias de vida previas diferentes. Ellos vienen con su historia, que hay que respetar y comprender, que es parte de su identidad. Costumbres que tuvimos que aprender a no obturar, sino a decodificar y resignificar”.

Gabriela y Gastón iniciaron los tramites de adopción en el año 2014, Aaron llegó a sus vidas un año despúes.

Tres hermanos

Claudia Calvete revive su camino hasta convertirse en mamá de tres niños: «Fue allá por el año 2009, consideramos que nos iban a llamar por un bebé recién nacido, en ese momento solo estábamos preparados para eso. Al principio sentíamos que no podíamos quedarnos a la espera de un llamado, inclusive nos dieron en Tribunales otros caminos. En ese entonces la adopción directa estaba permitida, se habilitaba a la madre que tenía la voluntad de darlo por estar en conflicto con el embarazo. Esa adopción fue fallida porque la madre al año se arrepintió. Tuvimos que hacer un duelo y cuando salimos adelante, empezamos a pensar la posibilidad de ampliar la edad. Ahí empezamos a ir a grupos. Formarse, prepararse, tener otras miradas. Cambiando nuestra forma de pensar, y de ese deseo inicial de querer tener un hijo para pensar en formar una familia. No estaba más el bebé como deseo, pensamos en la idea de incorporar niños más grandes, porque nosotros también estábamos más grandes.”

Al poco tiempo de cambiar su disponibilidad adoptiva los llamaron. “Era por un grupo de hermanos. Dos niñas de 8 y 9 años y el varón de 11. La jueza nos contó que venían de situaciones difíciles, pero lo que más nos movilizó fue que mi hija, la del medio, escribió una carta a la jueza pidiéndole una familia. Eso nos sensibilizó y sin lugar a dudas eran ellos. Comenzamos una vinculación de dos meses y medio, viajando todos los fines de semana 600 kilómetros, entre ir a buscarlos, traerlos, llevarlos de nuevo y volver a casa. La vinculación fue agotadora pero la volvería hacer”.

Uno de los desafíos que la pareja tuvo que sortear fue que los chicos no podían poner en palabras sus emociones. “La abuela se dio cuenta que muchas cuestiones no se podían poner en palabras, ellos carecían de un diálogo. Había que  garantizarles que iban a ser protegidos y no maltratados. No les íbamos a fallar. Eso fue habilitando espacios de poder abrirse, de poder contar sus historias. El poder entender, comprender, no juzgar y tampoco victimizar”.

Calvete y su esposo rompieron con las estadísticas; “Siempre digo que mis hijos eran ellos, no podríamos pensarnos con otros más chiquitos. Hay que animarse. Estas edades conllevan otro tipo de realidad, son independientes y autónomos. A pesar de ello, cuando llegaron  los vi tan pequeños y vulnerables, con tanta infancia por recuperar que no nos perdimos nada. Pude acobijarlos, contarles un cuento, tuvieron sus primeros juguetes. Ellos son nuestros héroes, porque después de haber sorteado las dificultades, la vida les da una segunda oportunidad”, concluye.

Cuando la adopción se transforma en espera

Cuando la adopción se transforma en espera

María Marta González y Alberto Di Totto obtuvieron la guarda de Ludmila en 2015 y comenzaron a llevársela a su casa en forma contínua, con permiso de su padre biológico, quien no podía tenerla consigo. Luego de un tiempo, la guarda le fue ofrecida por el juez sólo a María por no estar casada con su cónyuge: “Para esa altura ya la sentíamos como una hija, no queríamos que terminara en un hogar, como le pasó a sus hermanos. Cuando Ludmila cumplió 17 años, nos avisaron que podíamos empezar los trámites de adopción para que ella tuviese el apellido de Alberto”, asegura María.

La adopción en la Argentina trae aparejado muchas controversias y dudas. En 1997 se sancionó la ley 24.779 que estableció las disposiciones generales para la adopción plena y simple. Conjuntamente se indicaron ciertos requisitos, como por ejemplo, que quienes quieran adoptar tengan una edad mínima de 30 años y haya al menos 18  de diferencia entre ellos y quienes pasarían a ser sus hijos/as. Al mismo tiempo, se incorporó la posibilidad de que personas solteras también puedan obtener la guarda de algún niño/a. Recién siete años después, en 2004, se creó la Dirección Nacional del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (DNRUA) con el fin de unificar a los aspirantes a lo largo y ancho del país. Es a partir de este registro que los postulantes  pasan a formar parte de un listado común que los habilita a obtener la guarda de un menor de cualquier jurisdicción. Tras la sanción del Matrimonio Igualitario en 2010, se habilitó a las parejas de igual género a adoptar estando casados y fue con la sanción, en agosto del 2015, del Nuevo Código Civil y Comercial que solo comenzó a ser necesaria la convivencia como requisito para la postulación.

Decididos a adoptar, Mariela y Mariano iniciaron sus trámites hace seis años: “Presentamos la carpeta de inscripción en 2010 y en 2011 hicimos nuestra primera preinscripción. Antes de que cambie la ley, te tenías que reinscribir cada año, ahora es cada dos. En  2014 nos llamaron para darnos nuestra primera guarda”, cuenta Mariela. Luego de quince años de casados, ellos fueron la primera pareja en adoptar en el Hogar Felices Los Niños en más de diez años. Iniciados los trámites y después de seis años de espera, se convirtieron en padres al recibir la guarda de dos hermanitas de cuatro y siete años, Thalía y Aimara. “En 2015, un año después de haber perdido la guarda de Carlito, un bebé de seis meses, nos dieron a las nenas. Aún hoy continuamos en guarda. Nuestro legajo todavía está en la cámara porque el padre apeló la adoptabilidad de las chicas. Aunque la Cámara no dio lugar a esa posibilidad debido a las malas condiciones en las que se encuentra, tenemos que esperar que baje nuestro legajo a Primera Instancia para pasar a la etapa final.”, aclara Mariela.

A partir de su puesta en marcha,  la ley de Adopción -se sancionó el 28 de febrero de 1997 y fue promulgada el 26 de marzo del mismo año- permite que sea solo a quienes hayan cumplido los 30 años o están casados hace más de tres años. La duración de la guarda es fijada por un Juez y no puede ser menor a seis meses ni mayor a un año; y solo después de esos seis meses es puede iniciarse el juicio de adopción. Se debe tomar conocimiento de las condiciones personales, edades, aptitudes del o de los adoptantes priorizando las necesidades e intereses del menor.

Con la creación del DNRUA y la sanción del matrimonio igualitario, las posibilidades de adoptar se han expandido aunque sigue habiendo demoras.

 

 

Ellos escribieron el libro Mis dos papás, en el que aparecen representadas todos los tipos de familias. En palabras de Ignacio “se trató de abarcar todo para decir: hay tantos tipos de familias como personas en el mundo”.

Una ayuda para el viaje

El DNRUA se creó en 2004, con el fin de “armonizar todos los registros y que la información se centralice. De esta manera, posibilitó a todos aquellos que querían adoptar, a ser aspirantes en todo el país dado a que ahora se encuentran incorporados a la red federal”, explica el abogado Miguel Unamuno. Las personas que deseen ser adoptantes primero tienen que pasar por un proceso de inscripción que requiere de ciertos requisitos como estar casados entre sí, conviviendo. También puede inscribirse una persona soltera; debe tener 25 años como mínimo y  residencia permanente en el país. Se realizan una serie de evaluaciones: una socioambiental, una psicológica y una médica. Posteriormente, el postulante recibe un código que le permite tener acceso a la ficha de adoptabilidad a través del sistema, donde podrán poner las preferencias adoptivas con respecto a los perfiles de los niños que está dispuesto a adoptar. En la actualidad, la base de datos informática de esta dirección cuenta con 5.705 postulantes inscriptos: “Si se tiene en cuenta los perfiles adoptivos, un 92% prefiere niños de hasta un año, el 31% hasta los seis años, pero cuando se trata de niños de 12 años solo un 0,70% los pone en su ficha de adoptabilidad”, asegura la psicóloga Cynthia Rotman.

Unamuno explica que “si el chico es de Capital Federal, buscamos allí, si no surge el postulante, se amplía hacia los sectores circundantes a la ciudad. Como última opción empieza a trabajar el registro único, que articula una búsqueda en todos los registros”. “Previo al otorgamiento de la guarda con fines adoptivos, existe una instancia llamada ‘vinculación’, afirma Rotman: “Un proceso donde se producen encuentros entre el menor y los posibles adoptantes acompañados por un equipo técnico”. Una vez que finaliza esta etapa, el juez dictará sentencia de guarda con fines de adopción que no puede exceder el plazo de seis meses. Por último, se inicia el denominado juicio de adopción que otorga seguridad jurídica al menor, quien comenzará a gozar de la condición de hijo.

María Sol, comenzó los trámites en el registro para adoptar cuando estaba en pareja con otra mujer, pero en el medio del trayecto dado que se separó, tuvo que continuar sola. Pudo hacerlo porque no estaban casadas y todos los trámites estaban a su nombre.“Lo más arduo de la adopción es la espera”, explica. La ansiedad era moneda corriente del día a día cuando enfrentaba una infinidad de trámites, participaciones en talleres y análisis psicológicos. Finalmente consiguió la adopción de la nena: “Imposible no sentir que hasta lo más fatídico valió mil veces la pena” expresa entre lágrimas.

 

 

 

Nuevas posibilidades, pero con impedimentos

El debate sobre la legislación que autorizó el matrimonio entre personas del mismo sexo comenzó en la Argentina a partir de la campaña nacional por la igualdad jurídica lanzada por la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (LGBT). De esta manera, a partir del 15 de julio de 2010 nuestro país permite los matrimonios entre personas del mismo sexo. Esto vino acompañado con el derecho de adoptar en forma conjunta, es decir, una adopción homoparental, manteniendo los requisitos que ya se pedían anteriormente.

En 2015, tras la entrada en vigencia del nuevo Código Civil y Comercial, todas las parejas pueden acceder a la unión convivencial, obteniendo ciertos derechos jurídicos aún cuando no se contraiga matrimonio, pudiendo, a su vez, ser reconocidos, al establecerse las nuevas normas, como posibles adoptantes. A leyes como las del matrimonio igualitario o identidad de género se suma ahora el reconocimiento de la denominada “triple filiación”, aceptando así nuevos modelos de familia que hasta ahora carecían de sustento jurídico.

María Rachid, ex legisladora por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por el Frente para la Victoria y socia fundadora de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) explica que “por un planteo que hizo la Federación, nosotros logramos que los registros civiles de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad de Buenos Aires, reconocieran la triple filiación en algunas familias. Dos mujeres que tienen un hijo con un amigo varón o dos varones que tienen un hijo con una amiga mujer; donde esa mujer o ese varón no son donantes, son papá y son mamá. Podría ser el caso de una pareja heterosexual también donde se incorpora una tercera persona a esa filiación por algún motivo”.

Sin embargo, Rachid cuenta que, cuando se pone en vigencia el Código Civil, solamente reconoce dos filiaciones por miedo a que a las parejas homoparentales les impongan la filiación del donante. El código estaba desactualizado antes de entrar en vigencia dejando afuera la triple filiación a menos que la justicia declare inconstitucional esta parte. Una vez reconocida la triple filiación, el RENAPER decidió lanzar una hoja de inscripción para todos los registros civiles que dice: primer progenitor, segundo progenitor, tercer progenitor.

“Otra cosa que eliminó el Código Civil fue la parte del proyecto de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, todo el capítulo de gestación, el mal llamado “alquiler de vientre”. Nosotros le llamamos gestación solidaria porque aunque hay intercambio de dinero en algunos casos, también hay mucha solidaridad por parte de esa mujer que durante nueve meses gesta un bebé, pone el cuerpo para gestar un hijo para otra pareja. Nosotros incluso presentamos un proyecto de ley de gestación solidaria para regular el estatuto”, sostiene Rachid.

Otro caso interesante fue el de Nicolás e Ignacio que son los padres de Thiago. Los dos tenían muchas ganas de ser papás y decidieron lograrlo. Ignacio asegura que “cuando apareció Thiago fue como si ambos se hubiesen adoptado, ellos lo eligieron a él y él los eligió a ellos”. Todavía hoy consideran que ese momento fue sumamente especial y aseguran que todo a su alrededor fue como un contexto de amor, fueron acompañados por ambas familias y por sus amigos, lo cual hizo todavía más perfecta la llegada de Thiago. Su hijo está con ellos desde bebé. Pasaron por una guarda de un año hasta que se dió la adopción plena, lo que les permitió tramitar el documento – en el cual figuran los apellidos de los dos papás- un día que recuerdan como uno de los mejores de su vida.

Ellos escribieron el libro Mis dos papás, en el que aparecen representadas todos los tipos de familias. En palabras de Ignacio “se trató de abarcar todo para decir: hay tantos tipos de familias como personas en el mundo”. La decisión de llevar a cabo este proyecto tuvo un incentivo: cuando Thiago empezó a ir a la guardería todas las notas decían “Queridas mamis” o todas las canciones eran acerca de mamás y papás. Cuando empezó sala de dos se juntaron con las maestras para plantearles que, desde su lugar, hablaran sobre los diferentes tipos de familias, para que Thiago también se pueda sentir representado. “Cuando vos pensás en abandonar lo primero que tenés que hacer es seguir, es hacer la contraparte”, aseguran Nicolás e Ignacio.  

Flavia Massenzio es la secretaria de Asuntos Jurídicos de la federación LGBT y desde fines del 2014 también coordina la Defensoría LGBT, que es un espacio creado por la asociación y la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires para defender los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y trans. Massenzio está convencida que el establecimiento del registro único mejoró y agilizó todos los trámites de adopción. Aún cuando está afectada en forma personal por estas modificaciones, ya que está en pleno proceso de adopción con su esposa en el que tienen en guarda a una nena de cinco años. “La ley nos da derechos, no abre cabezas”, asegura y agrega que “si bien se logró el objetivo en materia jurídica falta mucho para alcanzar la igualdad real en el cotidiano de todos los días, sino no serian necesarios los espacios como el LGBT o la Defensoría. El camino para achicar esa brecha en una igualdad jurídica y una igualdad real es una política pública, es trabajar la comunicación, hablar sobre los derechos de las personas sin importar su orientación sexual, es visibilizar para romper con los prejuicios”, asegura.

Se emociona al hablar de su hija: “Estefi no encuentra diferencias entre nuestra familia y otras . No la educamos de esa manera, así que cuando le preguntamos sobre el tema nos dice que el color de pelo es distinto o que las camperas que usamos son distintas. Todos deberíamos educar en la igualdad y no en las diferencias”, sostiene firmemente.

Actualizado 15/02/2017

“No hacer un código hipócrita”

“No hacer un código hipócrita”

Marisa Herrera es abogada especializada en Derecho de Familia, profesora de la UBA e investigadora del CONICET. Integró la Comisión de Reforma del Código Civil donde coordinó el grupo de familia, infancia y adolescencia. Participó del proyecto desde el momento inicial, proponiendo debates y discutiendo cada término: “El lenguaje no es neutro”. Su formación en derechos humanos le aporta una mirada especial: siente las luchas de las minorías como batallas propias.

En el equipo que organizó, se definieron temas tan sensibles como la adopción, los roles de los padres, el alquiler de vientre, las técnicas de fertilización asistida, las familias plurales, y los derechos de infancia. Siente que con la nueva normativa algunas luchas las ganaron pero en otras falta mucho camino por recorrer, como el caso de la gestación por sustitución, que quedó afuera de la legislación. No obstante, continúa dando batallas con la misma convicción que el primer día: “No hacer un código hipócrita”.

El Código Civil se cambió tras 144 años: ¿Cómo se pensó la reforma?

La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó un decreto en febrero de 2011 creando una Comisión de reforma y fija de plazo un año de trabajo. Estaba integrada por tres personas: Aída Kemelmajer de Carlucci, Elena Hihgton de Nolasco y Ricardo Lorenzetti (dos miembros de la Corte Suprema de la Nación y una académica, que era de la Corte de Mendoza). Al poco tiempo, Aída me llama y me dice: “Quiero que estés conmigo coordinando el área de familia”. En marzo de 2012 entregamos el proyecto a la presidenta en un acto en el Museo del Bicentenario. Me acuerdo que cuando salí había chicos de los grupos LGBT muy emocionados y decían: “Gracias por el apoyo”. Y yo les dije: “No, este Código nunca hubiera sido lo mismo sin ustedes”.

Herrera tiene una visión particular de la ley, arraigada en su experiencia de trabajo. Está convencida de que siempre es mejor conocer los derechos. Y por eso la importancia de comunicar el nuevo Código, de acercarlo a la sociedad, de “transformarlo en vida cotidiana”. Para ella la norma no es solo un papel escrito con términos técnicos, sino un instrumento de lucha.

¿Por qué un instrumento de lucha?

La ley ha tenido un lugar distinto, un peso fuerte en los últimos años. Porque cuando hablamos de amplitud de derechos hablamos de la Ley de Técnicas de Reproducción Asistida, de la Ley de Matrimonio Igualitario, de la Ley de Identidad de Género, del Código Civil. Y son leyes, ¿no? Entonces creo que el campo social aprendió que las leyes son un elemento muy fuerte de lucha y de ruptura. Y el Código Civil creo que tiene esa lógica. Me acuerdo que Ricardo Lorenzetti una vez que me dijo: “Ay, Marisa… ¿por qué quisieron dar todas las luchas? ¿Por qué regular la gestación por sustitución, (mal llamado alquiler de vientre)?” Y yo le dije: “Mirá Ricardo, siempre nos planteamos como equipo el no hacer un Código hipócrita. Si queremos que sea un Código que realmente dé respuesta a la realidad social, esto en Argentina pasa. El tema es qué lugar tiene que tener la ley: si silenciar, prohibir o regular”. Cuando hablábamos de gestación por sustitución, como un ejemplo -aunque después se quitó pero por otras cosas-, nos decían de todo.

Siempre decía que eso hablaba bien de nosotros: si generás tanta ruptura y tanta fricción, creo que por lo menos estás moviendo cimientos y eso implica algo bueno.

«El Código trata de hacerle más fácil la vida a la gente. Aquellos que tenemos una formación en derechos humanos siempre nos preguntamos qué es lo mejor en términos de libertad y para que la gente esté mejor».

¿Por qué finalmente cambió en la versión final el artículo que estipulaba el concepto de cuándo comienza la vida?

El artículo 19 fue uno de los grandes dolores que hemos tenido. Los que trabajamos en la parte de familia del Código Civil hubiéramos querido decir que “se es persona desde el nacimiento con vida”. Pero eso no lo hubiéramos podido hacer porque ni la propia Comisión de Reforma estaba a favor: ni Lorenzetti ni Higton; Aída sí. Por lo cual era un debate que en su momento no podíamos dar. Entonces dijimos: “No vamos a pelearnos e irnos y dejar todo”. Nos quedamos pero diciendo que el embrión no implantado (lo que hay en un tubo de ensayo), no es persona, sino que recién es persona cuando está transferido en la mujer. Propusimos esta redacción: “Se es persona desde la concepción, pero en el caso de las técnicas de reproducción asistida, desde que el embrión es transferido”. Cuando llegó el proyecto a debatirse en Senadores, en una alianza entre Negri Alonso (que es lo más conservador que tiene la Cámara) y Julián Domínguez, que también tiene un apego muy fuerte con la Iglesia católica, lo cambiaron, un poco también presionado porque tenemos un Papa argentino. Para mí eso fue terrible, porque yo que creo en el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que dice que el embrión no es persona. Sin embargo, lo perdimos. De todas formas el nuevo Código tiene un montón de virtudes.

¿Cuál creés que debería ser el rol de la Iglesia en este tema?

La Iglesia Católica le ha hecho un daño a los que trabajamos en familia y en temas sociales. Primero por la culpa que inocula; por ejemplo esta idea del divorcio como algo negativo. El divorcio forma parte de la vida de las personas y mucho más hoy que vivimos una mayor cantidad de años. Yo siempre digo: mi abuela nunca se preguntó si era feliz con el tipo que tenía al lado, aunque la ninguneara, aunque la maltratara, aunque sea víctima de violencia. Tenía que estar con este tipo a cualquier costo. Y hoy tenemos por suerte la posibilidad de la libertad de seguir eligiendo y construyendo día a día el vínculo que uno tiene con el otro. Es más complejo, pero mucho menos hipócrita, porque es más real. Si seguís estando con el otro es porque realmente todavía hay algo, existe tela para cortar. La Iglesia se ha manejado por la culpa, por el “qué dirán”, por el “qué pasa con los chicos”, con miedos. La Iglesia tiene una visión más jerárquica, más verticalista, donde la mujer es la de cuidar y el hombre proveedor, tiene cosas muy estructuradas y muy rígidas que no tienen nada que ver con la realidad de hoy.

Se destaca que el Código tiene una impronta de género y de igualdad: ¿qué visión de la mujer está encarnada allí?

Primero, ya no hay una madre principal y un padre periférico, ambos son importantes para la vida de los hijos porque ambos les damos a nuestros hijos cosas distintas, porque somos diferentes: sea hombre-hombre, mujer-mujer, hombre-mujer, no importa. Y porque con la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, es obvio que le da de comer uno u otro, que lo baña uno u otro, o la persona que lo cuida. Esta mayor flexibilidad ayuda para que los chicos puedan entender a sus familias de hoy. El nuevo Código trae una visión mucho más compleja y de hecho una visión más igualitaria. A muchos años, va a ser preventiva de la violencia de género. ¿Por qué la mayoría de los casos de violencia familiar son de género? Porque son mujeres en estructuras estereotipadas y jerárquicas, donde no cumplen con lo que “deberían” cumplir porque “el hombre les manda”. Hay una visión del Código que se desconoce que es el efecto de transformación cultural que trae consigo. Porque el Código ahora no es solo para los abogados, al contrario, es para la gente, para el maestro, para el médico, para los periodistas…

Herrera tiene una visión particular de la ley, arraigada en su experiencia de trabajo. Está convencida de que siempre es mejor conocer los derechos. Y por eso la importancia de comunicar el nuevo Código, de acercarlo a la sociedad, de “transformarlo en vida cotidiana”.

En cuanto a adopción, ¿cuáles son los cambios más fuertes?

Creo que los mejores tienen que ver con los tiempos Los tiempos para los chicos son importantes porque hacen a su identidad. Si yo tengo un chico en un hogar un año o lo tengo siete años, su identidad es otra. Uno forja su identidad todos los días. Entonces es importante que se resuelva su situación: o que vuelvan con su familia de origen (o ampliada: una abuela, una tía), o se van a adopción, pero no puede ser que un chico esté años en un hogar bollando.

¿Cómo era antes y cómo es ahora?

Ahora hay que definir la situación de adoptabilidad, algo que antes no existía. Entonces tenés dos procesos bien marcados: el primero es trabajar para ver si es un caso de adopción, si es un caso de pobreza, o de una madre que no puede hacerse cargo porque está en estado puerperal y está realmente mal. Entonces trabajás primero con la familia de origen, porque no sabés si es un caso de adopción. Por ejemplo, si la madre pide plata en la calle, ese es un caso de políticas públicas, no de adopción. Hay 180 días para trabajar con la familia de origen, y si no, hay que decretar situación de adoptabilidad. Llamás a miembros del registro de adoptantes que ya están registrados y evaluados, y que tengan el perfil del chico: si es un recién nacido es fácil, pero si es un chico de dos o tres años o es un grupo de hermanos, a lo mejor no todos los que están en el registro son para ese chico.

Existe el deber y las facultades de elegir los mejores padres para este chico, y eso es algo muy complejo. Después hay un plazo máximo de seis meses de vínculo para ver si la persona que se eligió hace empatía, y ahí generás el proceso de adopción.

Además se incorpora el interés del niño…

Sí, eso es algo fundamental, ya lo dice la Comisión de Derechos del Niño, es una responsabilidad que tiene Argentina y responde a la lógica de proteger al más débil. En el Código Civil nuevo está muy fuerte la idea del vulnerable. Siempre un derecho es más a favor del débil. Por ejemplo: ¿quién se queda con la vivienda después de la ruptura en un divorcio? Aquel cónyuge más débil. ¿Quién puede pedir alimentos después de la ruptura?

El cónyuge más débil, pero no hablamos de “la mujer”. Después del matrimonio  igualitario, hablamos del más débil, que en muchos casos puede ser la mujer, pero no siempre lo es.

El Código Civil también habla de preservar la salud de las personas y los lazos de la familia.

El Código trata de hacerle más fácil la vida a la gente. Aquellos que tenemos una formación en derechos humanos siempre nos preguntamos qué es lo mejor en términos de libertad y para que la gente esté mejor. Por ejemplo, si los chicos después de nacer a través de gestación por sustitución quedan sin inscripción, algo está mal, porque un chico que no está inscripto es un chico que no tiene vida en lo jurídico: no puede tener obra social, no puede tener prepaga, no puede tener asignación universal por hijo, no puede tener DNI, no puede tener nada. Históricamente se ha creído que los Derechos Humanos venían por el tema del derecho penal, que siempre fue el derecho más reactivo: el de la violación a los derechos a la libertad más fuerte. Después ingresaron al campo los del derecho civil. Todavía tenemos esa tensión: aquellos que tienen una visión muy legalista y creen que los derechos humanos no son para el derecho civil; y otros que creemos que la formación para el derecho civil implica tener una visión de derechos humanos.

¿Qué debates quedan por dar?

Muchísimos. El nuevo Código puede ser muy lindo, pero según es fundamental quién lo mira. La Justicia tiene una deuda pendiente: la generación, regeneración y oxigenación. La Justicia sigue teniendo una mirada muy conservadora.

Y pensando en la familia, ¿qué queda todavía sin protección?

Estamos en la parte donde la capacitación y comunicar bien el Código es un elemento central. Hay que sacarlo de lo jurídico: llevarlo a la escuela, a todos los ámbitos también. Todavía la brecha entre derecho y realidad sigue siendo fuerte.

Actualizado 10/02/2016