El reggaetón disidente

El reggaetón disidente

Chocolate Remix está produciendo su segundo álbum y planea otra gira europea para el verano 2020.

Romina Bernardo se transformó en la pionera del reggaetón lesbofeminista en Argentina. Su proyecto Chocolate Remix, creado en 2013, innovó en la industria artística con una propuesta hasta entonces impensable: apropiarse del reggaetón, un género musical cuya representación más común es esencialmente machista, y problematizar esta característica como forma de denuncia. Con seis años de carrera, un segundo álbum en camino y más de tres giras por Europa, la cantante, productora y DJ continúa apostando por la libre expresión del placer femenino y reflexiona sobre los cambios culturales producidos desde sus inicios.

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“Torta, puta, marimacha, camión y a mucha honra, bombón”

Del tema:Te dije que no”

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Un avatar de una mujer comiendo una torta de chocolate bajo el slogan “el chocolate no puede dejarte embarazada” representó a Romina Bernardo en el foro de la Universidad Nacional de Artes (UNA) cuando estudiaba Arte Multimedial. “Un compañero empezó a bromear con que el chocolate era yo porque no podía dejar embarazada a nadie siendo lesbiana”, cuenta la ahora apodada Choco por sus amigos y fans.

Nunca creyó que se dedicaría a la música profesionalmente. Pero en 2013, cuando publicó en Facebook su primer sencillo, “Nos hagamos cargo”, a modo de chiste y se viralizó, comprendió que tenía una gran oportunidad. Ese personaje virtual de la “torta reggaetonera” vestida con ropa translúcida, gafas y cadenas de oro que invitaba a “que sepan cómo es que una mujer goza” –según propone en su tema “Lo que las mujeres quieren” develó un deseo que su público tenía inhibido: hablar de placer sexual femenino y, aún mejor, expresarlo bailando.

“Hoy se habla mucho de sexo, goce y placer; cuando empecé, sentía un ojo inquisidor diciendo ‘esto no está permitido’”.

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“Vamos cabrón que yo no valgo tu ego, vamos que aquí nos están prendiendo fuego”

Del tema: “Ni una menos”

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“Entré al feminismo con este proyecto. Había un montón de cosas que yo sentía y pensaba. Lo que no sabía es que había toda una estructura que pensaba igual”, dice Choco. Sus canciones denunciaban la desigualdad de derechos, la violencia de género, el slut-shaming (su traducción es “tildar de prostituta”, pero se utiliza para describir el acto de culpabilizar a una mujer por sus comportamientos o deseos sexuales diferentes a los tradicionales) y la estigmatización corporal de la mujer en un contexto donde la consigna #NiUnaMenos estaba recién aflorando, el aborto legal, seguro y gratuito no estaba en eje de discusión y las denuncias públicas por violación -como la realizada por Thelma Fardín contra Juan Darthés- no alcanzaban la repercusión mediática y el apoyo masivo que generan en la actualidad.

Pero le costó años ser aceptada como parte del feminismo. Romima Bernardo entró “por otra puerta”, una puerta entrecerrada que necesitaba un empujón para abrirla de par en par. “Me acerqué por el lado de la disidencia sexual cuando todavía no estaba la gran marea que hay ahora”, recuerda. Sus primeras experiencias en la industria musical fueron blanco de críticas tanto desde afuera como dentro del movimiento. “Ahora se habla un montón de cuestiones atravesadas por el sexo, el goce y el placer; cuando yo empecé, sentía un ojo inquisidor diciendo ‘esto no está permitido’”. Su performance, que combina letras explícitas y bailarinas en shorts y medias de red, no fue bien recibida porque insinuaba un parecido al estilo del reggaetón tradicional. Choco asegura que la diferencia es indiscutible: “En primer lugar, estoy enunciando en primera persona y no en el nombre de otra, a diferencia de lo que pasa en el reggaetón donde un hombre determina ‘a ella le gusta la gasolina’. Yo hablo de mi propio goce. En segundo lugar, no hablo de mujeres desde un lugar de privilegios porque soy mujer y lesbiana; hablo de mis pares”.

-¿Y ahora?

-Las cosas cambiaron. Pasó de estar de moda la palabra ‘objetivación’ a la palabra ‘empoderamiento’. Ahora a mucha gente le gusta lo que hacemos a través de esa conceptualización. Se dan el permiso. El problema es que se suele priorizar lo mental por sobre lo corporal y yo no vengo a hacer esto desde un lugar filosófico. Queremos bailar, queremos mover el orto, ese es nuestro deseo.

-Un deseo que puede sentir cualquiera.

-Y aún así, hay personas que siguen diciéndome que lo que hago ‘es fatal’. Yo les propongo: ‘escuchen a ver si les da ganas de bailar’. Pero esa invitación a gozar muchas veces es rechazada.

-¿Por qué crees que suceda?

-La crítica viene desde un lugar misógino donde a la mujer siempre se le exige más. Es una piedra que todas llevamos hace mucho tiempo en el hombro. No solo hablo de mí, sino de mis colegas: Miss Bolivia, Sara Hebe o cualquier otra mujer que produzca música; porque ‘no es lo suficiente’, ‘le falta algo’, ‘porque es careta’… Y no lo dicen solo los chabones, sino también muchas mujeres.

«Las cosas cambiaron. Pasó de estar de moda la palabra ‘objetivación’ a la palabra ‘empoderamiento’», dice Berardo.

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“Homosexuales, putos, tortas, travas, tal vez bisexuales, intersex, o transexuales,

de todo lo que quieras menos neo-liberales”

Del tema: “Bien Bow

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Recordando sus comienzos, cuenta que en 2016 invitaron a Chocolate Remix a tocar en Santiago del Estero. El sitio, lejos de ser un boliche para jóvenes, era un recinto destinado a organizar peñas. El público, integrado por familias y parejas. En el escenario, una banda cover de Los Fabulosos Cadillacs. No era la clase de escenario donde Choco acostumbraba a dar su performance, con todo lo que eso conlleva: letras explícitas, perreo y bailarinas semidesnudas. Para no causar más escándalo que el previsto, decidió empezar con una canción de ritmo más suave y lento: Del Amor al Odio. Pero mientras cantaba el estribillo “boom boom, como me gusta ser tortita”, veía entre los espectadores cejas arqueadas y sonrisas decayendo hasta transformarse en muecas. Al grito de “¡callate, puto!” de un hombre que se encontraba entre el público, un pequeño grupo de mujeres le respondió: “¡¿Qué te pasa, homofóbico de mierda?!”. Ese evento le hizo considerar que la exposición en espacios diferentes podría ser riesgosa pero necesaria para expandir la iniciativa a lo largo del país.

Admite que la integración de la mujer en la industria musical argentina es creciente. Pero también reconoce que estos proyectos musicales deben ir más allá de los circuitos formados dentro del movimiento feminista. “Hay que exponerse. Es difícil hacerlo sin saber qué va a pasar, si te van a pegar un tomatazo o te van a linchar, pero si queremos llegar a más espacios, debemos salir de la zona de confort. A veces, la gente termina agradeciéndote por traer otras voces”.

Chocolate Remix se encuentra en instancias de producción de su segundo álbum y planea otra gira europea para el verano 2020. El 28 de diciembre se despedirá de Buenos Aires con su última función del año en el club Beatflow.

«No soy enemigo de los ricos, soy amigo de los pobres»

«No soy enemigo de los ricos, soy amigo de los pobres»

Morales aseguró que no será candidato en los próximos comicios pero reivindicó su derecho a hacer política.

“Estoy convencido de que vamos a ganar nuevamente las elecciones nacionales y vamos a recuperar democráticamente el poder de los pueblos indígenas en Bolivia”, subrayó esta mañana el presidente boliviano derrocado Evo Morales en una conferencia de prensa que brindó en el Centro Cultural de la Cooperación. “Lo que quiero –completó- es que hayan elecciones libres, sanas y transparentes, pero para eso no pueden haber perseguidos políticos, ni detenidos políticos”. El líder aseguró, además, que no será candidato en los próximos comicios pero reivindicó su derecho a hacer política.

Morales, que llegó a la Argentina la semana pasada en calidad de refugiado, agradeció a los argentinos por darle albergue y permitirle estar cerca de su pueblo.  Además, contó que el domingo se reunió con el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner, quienes le dieron algunas recomendaciones.  “Entiendo mi responsabilidad como refugiado y cumpliré con lo que dicen las normas”, señaló.

El líder boliviano se preguntó “¿Hasta cuándo nos van a gobernar los de arriba y de afuera? No estamos en la época de la colonia para que ellos decidan al presidente”. Y enseguida exclamó: “¡Otro mundo, sin el FMI, es posible! El delito de nosotros fue recuperar nuestros recursos naturales. Nacionalizamos la energía y el agua, que antes estaban privatizados”.

«Vamos a ganar y vamos a recuperar democráticamente el poder de los pueblos indígenas”, dijo Morales.

Morales acusó a la Organización de Estados Americano de ser golpista y lamentó que ni la Policía ni las Fuerzas Armadas de su país lo advirtieron del golpe de Estado que se estaba incubando. Dijo que hubo personas que se lo advirtieron pero que admitió que se confió y descreyó de los rumores.

Recordó que llegó a la presidencia “con lucha sindical, pensando en la Patria pero no en la plata” y advirtió: “No soy enemigo de los ricos, soy amigo de los pobres”. Subrayó que para que la paz llegue a Bolivia es necesaria la justicia social. “Estoy convencido –manifestó- que el derecho a la vida es más importante que cualquier otro. En nuestro gobierno no hubo ningún muerto por bala y en este ya son 36”.

Un pequeño planeta llamado Astillero Río Santiago

Un pequeño planeta llamado Astillero Río Santiago

El Astillero Río Santiago cuenta con 3.300 trabajadores.

Ensenada, junto a La Plata y Berisso, forman un polo industrial que, desde la década del 50, ha sido uno de los bastiones productivos más importantes de nuestro país. En distintos períodos históricos como la dictadura de los 70, el neoliberalismo de los 90 y la etapa macrista, se diezmó su potencial productivo. Pero, pese a todo, el Astillero Río Santiago (ARS) con sus 3.300 trabajadoras y trabajadores resiste como un verdadero emblema de memoria, verdad, justicia y soberanía.

ANCCOM conoció un planeta pequeño. Allí habitan orfebres de joyas de gran envergadura, buques, puentes y aerogeneradores que transforman la energía eólica en eléctrica.

En inmensos talleres confluyen maquinarias, mazas, calderas y computadoras y grandes grúas que de lejos parecen tener vida propia. Al acercarse, se observa que son las encargadas de trasladar las piezas de los buques. Los obreros, sobre los andamios, recuerdan a Gulliver en la isla de Liliput. Todo el complejo de estructuras ensambladas está destinado a la fabricación de las partes de los barcos, o la máquina de hélices para los aerogeneradores.

En ese pequeño planeta también funciona una escuela técnica que prepara a sus obreros en trabajos calificados. Además se encuentra el área de Derechos Humanos, porque el astillero fue un espacio de encuentro y organización de trabajadores durante la última dictadura cívico-militar, cuando medio centenar de ellos fueron detenidos desaparecidos.

El “#Ni una Menos” también entró al astillero. Ya son 360 las mujeres que forman parte de esa gran fábrica, no sólo en las áreas administrativas, sino además en las distintas secciones y talleres.

Los y las empeladas poseen atención médica las 24 horas, porque muchas de las secciones implican trabajos considerados de alto riesgo. Por esa razón, también, cuentan con su propio cuerpo de bomberos.

El gobierno bonaerense de María Eugenia Vidal retuvo las partidas del Astillero y paralizó su trabajo.

 

La última embestida

Durante 2018, el ARS vivió una de las ofensivas más fuertes, a cargo de un Presidente de la Nación hacia el sector obrero. Mauricio Macri lanzó la primera piedra: “Hay que dinamitar el Astillero Río Santiago”, dijo. Luego se instaló el tema en los medios masivos, considerando al sitio como un reservorio de vagos, que se colgaban del Estado. Bajo el lema #Donde hay que ajustar, se mostraban imágenes, tomadas desde drones, de un astillero desierto. A su vez se expresó que los obreros ganaban cifras siderales.

Los medios no contaban que el Gobierno provincial tenía retenidas las partidas completas de insumos desde hacía varios meses, cuestión que impedía continuar las trabajos. Tampoco se informó sobre los recortes salariales que sufrían los trabajadores, ni que muchos ya no llegaban a fin de mes, condenados a mirarse las caras, en el silencio insoportable de las máquinas paradas.

 

La suerte estaba echada

 La información se replicó en los medios con velocidad y se construyó un nuevo enemigo Frente a esa situación, los trabajadores del Astillero coparon las calles. Hubo gran cantidad de movilizaciones. Dos fueron emblemáticas.

Una fue la del 21 de agosto del 2018, cuando el ARS se manifestó con fuerza y el centro de La Plata se inundó de trabajadores. Se llegaron a concentrar más de 40.000 personas y la represión se instaló con balas de goma, gas pimienta, heridos y detenidos. La acción transcurrió frente al Rectorado de la Universidad de La Plata, mientras en su interior despedían los restos de Chicha Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo.

El 18 de septiembre hubo una manifestación importante. La policía cercó a los manifestantes del Astillero. Los trabajadores contaban con la información de que los esperaban las fuerzas de seguridad en la plaza San Martín, por lo que decidieron dirigirse al Ministerio de Economía y tomarlo de manera pacífica para negociar frente al aparato de Estado.

Los obreros accedieron a archivos internos y encontraron un plan de desmantelamiento del Astillero Río Santiago redactado e impreso. En el documento se detallaba de manera muy clara, cuáles serían los pasos a seguir. Todo estaba perfectamente sincronizado: desde el ámbito jurídico, con el armado de causas y desde lo mediático, con una campaña de desprestigio. En el aspecto gubernamental se expresaba la continuidad de los recortes presupuestados para las obras.

Con la certeza entre las manos, los trabajadores del ARS decidieron resistir en el Ministerio y lograr negociar una salida al conflicto, 12 horas después. La gobernadora María Eugenia Vidal se comprometió a dar respuesta a los reclamos, normalizar la entrega de insumos para reanudar la producción, pagar los sueldos sin descuento y respetar el convenio colectivo de trabajo, entre otras cuestiones.

Visita al astillero Río Santiago. Ensenada, 27 de septiembre de 2019. Fotos de Juli Ortiz / ANCCOM.

 

En el diario ya no hablaban de ti…

ANCCOM  entrevistó a Denis Bilardo, secretario del interior de ATE y delegado del ARS, al cumplirse un año del conflicto con el gobierno, en el que los trabajadores del Astillero Río Santiago lograron desbaratar la maniobra de desmantelamiento y cierre de una de las industrias más importantes del aparato productivo argentino.

 ¿Cómo empezó el conflicto?

Este conflicto comenzó en 2016, cuando inició sus gestiones el gobierno. Nosotros salimos a comunicarle a la sociedad por qué el Astillero no producía, qué era lo que necesitábamos para producir, qué podía fabricar el astillero para el país. Toda esa campaña se reflejó en movilizaciones y plenarios de delegados regionales. Y se evidenció el día después de la represión, cuando hubo 40.000 personas en la plaza San Martín, acompañándonos. Además hubo un paro regional en Ensenada y en Berisso.

¿El apoyo de la gente fue inmediato?

Sí y se dio en un momento donde se terminó el gradualismo, en el 2018. Evidentemente hay algunas cuestiones con el tema de la memoria, porque ese gobierno ganó diciendo que íbamos a estar mejor, con frases que tienen fuerza en una parte de la población y lograron ser hegemónicas. Gran parte de la sociedad lo legitimó. Yo creo que, más que en el terreno de la disputa ideológica, de las ideas, lo nuestro fue meter el tema del trabajo, de lo importante que era el Astillero como unidad productiva.

Lo que se hereda no se roba

¿Por qué en el Astillero se escucha hablar tanto de memoria?

Acá hay familias, compañeros, que son cuarta generación de trabajadores del ARS. Desde que se fundó el Astillero trabajaron abuelos, padres e hijos. También tenés algún nieto que va a la escuela. En la puerta, pasando la rotonda, se recuerda a Luciano Sanders, que era trabajador de este taller de estructura y que está desaparecido, asesinado por la última dictadura militar. Hoy trabaja el hijo, en el sector de buques militares y el nieto está estudiando en la escuela técnica del ARS. Hay una cosa muy fuerte en la transmisión de generación a generación. Y lo que es muy fuerte, también, es la memoria, que es muy importante, porque cuando vos salís a pelear y sos consciente de que hubo otros que pelearon antes, se genera un espíritu colectivo muy importante, que da la posibilidad a que otros, más adelante, peleen, por lo que es justo. Eso genera mucha identidad y fortaleza para pensar que no te pueden quebrar en una pelea, por más que, en este caso, hayan jugado muy, muy fuerte.

Denis Bilardo

Soberanía

¿Qué crees que está en juego, en términos de intereses, con respecto al Astillero?

Esto es una cuestión de soberanía. Tenés un país que tiene dos tercios de su territorio sumergido en el mar. Hoy nosotros exportamos 2.000 millones en riqueza ictícola y 1.800 millones de carne. Pero hay una cuestión ahí, parecería que lo que está en el mar, no se ve, lo que está en los ríos, no sucede para la sociedad argentina. Ese es el punto fundamental en el que perdés toda posibilidad de soberanía. Digamos que es una gran pelea, también en el terreno cultural.

¿Cómo se insertaría el ARS en nuestra rueda productiva?

Argentina tiene bajo la plataforma submarina 3 veces lo que tiene en Vaca Muerta. Y lo que tiene en Vaca Muerta se va a exportar en barcos. Si lo pensás, somos un país marítimo. Somos un país terminal, es decir que comercializamos con China y con India, que son naciones que están a 10.000 ó 15.000 km. Nosotros vemos la comunicación con el mundo como un bien estratégico, como un bien de desarrollo del país.

¿Cómo se refleja a nivel económico no contar con la flota que podría fabricarse en el ARS?

Hoy Argentina paga, según la cantidad que importa y exporta, entre 7.000 y 10.000 millones de dólares de flete. Y no hay ningún flete de bandera nacional que lo haga. Con lo cual la balanza de pagos es deficitaria. Y hoy Argentina tiene un déficit cercano a los 13.000 millones de dólares.

¿Y qué podría hacer el ARS para modificar esa situación u otra, relacionada con el desarrollo de nuestro país?

Lo explico en un caso. Las shaldags, son unas lanchas súper rápidas, de costa marítima y están diseñadas fundamentalmente para bombardear a la población civil en Palestina. Esas lanchas fueron compradas acá para patrullar el litoral fluvial. Lo que se sumerge del buque es mayor de lo que vos necesitás en tu hidrovía y eso erosiona las costas, genera un costo ambiental relativamente alto. A la vez, tiene cañones de 30 mm, que son para bombardear a la población civil desde el mar, y acá lo están usando para patrullar una hidrovía, supuestamente para combatir el narcotráfico. Imaginate, si disparás un cañón de esos sobre una población ribereña: hacés un desastre. Esas lanchas se pagaron 12 millones de dólares cada una y no es lo que necesitamos. En el ARS, planteamos hacer lanchas fluviales. Con 8 millones, podríamos haber hecho diez que nos permitirían patrullar 1.000 kilómetros. Yy serían otra cosa completamente distinta a lo que se compró, sería algo adecuado a nuestras necesidades.

¿Y en qué otra instancia se nota la problemática de la pérdida de soberanía?

En el tema del dragado. La Argentina hoy draga toda la hidrovía y le paga 300.000 millones de dólares a una de las concesiones más importantes que tiene el Estado argentino, a una empresa holandesa y esa empresa trae todas las dragas de Holanda. No solamente pagás carísimo el dragado de la hidrovía sino que, además, está operado por ellos. Encima en la hidrovía baja toda la producción de commodities del sur de Brasil, Bolivia y Paraguay y vos no tenés ningún buque de bandera en ese trayecto. Ponemos el río para que lo usen otros. Si vos agarrás, desde Malvinas hasta Barranqueras (Chaco), esa gran vía de comunicación que nosotros tenemos, está toda en manos de corporaciones extranjeras y Argentina no tiene soberanía sobre eso.

¿Cómo imaginás la reactivación del ARS?

Lo que está detrás de la reactivación del Astillero es muy importante. Etamos en el siglo XXI y el ARS es una empresa metal mecánica muy compleja, no es solamente una fábrica de buques. Acá se puede hacer todo tipo de material de metal mecánica de gran porte que podría aportar al país. En realidad, el Astillero debería tener una vinculación directa con la universidad, con el INTI, con el CONICET, un desarrollo de proyectos que avalen la construcción de buques navales, otros para la hidrovía, también para la defensa y para la investigación. Sería muy útil renovar la flota pesquera, porque la que tenés es una de las más obsoletas del mundo. En los últimos 20 años desaparecieron y murieron más de 100 trabajadores en el mar. Hay una cantidad de cosas para desarrollar que implicaría duplicar el plantel del ARS, ampliar su estructura productiva, darle trabajo a cientos de empresas Pymes, a decenas de astilleros nacionales. Es decir, el ARS podría ser la cabecera de un complejo industrial importante.

 

De eso no se habla

De eso no se habla

El 14% de las denuncias de maltrato a niños, niñas y adolescentes, son por abuso sexual infantil.

El abuso sexual infantil es el más escondido de los maltratos y del que menos se habla. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se trata de la utilización de un niño, niña o adolescente en una actividad sexual que no comprende, para la cual no está preparado por su desarrollo físico, emocional y cognitivo ni capacitado para dar su consentimiento. Desde el año 2000, se conmemora el 19 de noviembre el Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual Infantil. El Artículo 19 de la Convención Universal de los Derechos del Niño reconoce como obligación del Estado la protección de todos los niños de cualquier forma de violencia o maltrato.

El ámbito más frecuente donde se produce es el intrafamiliar, lo que implica que cuanto más cercano a la familia es el acto de abuso, más difícil es trabajarlo. También sucede en ambientes extrafamiliares, además de que puede haber abuso, aunque no haya acceso carnal. Su diagnóstico no es fácil y, como suele pasar desapercibido durante mucho tiempo, deja marcas emocionales que cuanto más antiguas, más complicadas son de tratar. Los agresores no tienen un típico perfil y es difícil reconocerlos, por lo que se debe estar siempre alerta.

Los niños, niñas o adolescentes que son víctimas de este delito no suelen poder contar lo que les sucedió. Sí son notables en ellos ciertos cambios de conducta repentinos, tales como pesadillas o problemas para dormir, enojos injustificados, decaimiento físico y emocional, ansiedad, dificultades para relacionarse con su entorno, no querer quedarse solos con una persona en particular, entre otros indicios.

Los motivos por los que un niño, niña o adolescente tiene dificultades para hablar sobre la agresión pueden ser la vergüenza, el miedo, las amenazas por parte de su abusador, el temor a que no le crean. El menor puede sentirse responsable y culpable por haber sido abusado, por lo que los padres deben estar atentos al comportamiento de sus hijos e hijas.

El ámbito más frecuente donde se produce el abuso infantil es el intrafamiliar.

Según datos oficiales, en la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia (SENAF) alrededor del 14% de las denuncias de maltrato a niños, niñas y adolescentes, son por abuso sexual infantil. En 2018, de 18.900 demandas a la Secretaría, unas 2.600 correspondieron a casos de abuso sexual, lo que implicó un aumento con respecto a 2017. Por otro lado; según el programa de investigación «Fuera de las sombras: arrojando luz sobre la respuesta al abuso y la explotación sexual infantil», elaborado por la Unidad de Inteligencia de The Economist, un ranking que evaluó la capacidad de respuesta de 40 países del mundo frente al delito, determinó que la Argentina está en el puesto número 35.

Nora Schulman, directora del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño en la Argentina (CASACIDN), sostiene que aún no se toma consciencia de la grave dimensión que implican el maltrato y el abuso sexual infantil. Remarca la importancia del tratamiento que se le debe dar a cada situación, porque “cuando surge una denuncia no siempre se hace la debida evaluación a la familia del niño o niña que sufre el abuso”.

Schulman afirma que hay un retroceso en materia de defensa de los derechos de los niños: “La justicia ha tomado una incidencia muy fuerte en la vida de los mismos, volviendo a un patronato y produciendo una revictimización”.

La Convención de los Derechos del Niño, que el 20 de noviembre conmemorará su aniversario número 30, establece a los niños como sujetos de derecho: a ser oídos y ser tenidos en cuenta en sus opiniones. Nora Schulman afirma que esto es lo que no se está respetando y que se desconocen las medidas de los organismos de protección. “La educación sexual integral -agrega- es imprescindible para que niños y niñas, desde el jardín, puedan empezar a tener noción del cuidado de su cuerpo y entender que debe ser respetado. De esta forma, podrán detectar y destapar situaciones de abuso o violencia que permanecían ocultas porque no sabían cómo decirlas”.

«Basta de pensar que los niños son ingenuos, hay que aprender a decodificar”, dice María Cecilia López.

El desafío de romper el silencio

Sebastián Cuattromo fue abusado a los 13 años por un docente religioso del Colegio Marianista del barrio de Caballito, entre 1989 y 1990. Diez años después del abuso, pudo contar su historia y realizó la denuncia. En 2012 dio a conocer públicamente su caso y se llegó a juicio oral y público. Su abusador, Fernando Enrique Picciochi, fue condenado a 12 años de cárcel por corrupción de menores calificada reiterada.

Silvia Piceda, abusada durante su infancia, fue a quien acudió Romina, la hija mayor del padre de su hija, en 2009. La niña le contó que había sido abusada por él y Silvia de inmediato concurrió a la justicia para preservar a la niña y a su propia hija. Aunque su denuncia y la de Romina fueron archivadas, Silvia conoció a otros adultos que habían padecido los mismos abusos y lo que en principio transitó en soledad, se transformó en una lucha colectiva. Junto con Sebastián Cuattromo, su actual pareja, crearon la ONG Adultxs por los derechos de la Infancia, una organización sin fines de lucro y un colectivo independiente conformado por adultos comprometidos con la defensa de los derechos de niños y adolescentes.

Silvia cuenta que cuando se habla con adultos no se diferencia el abuso, sino que se comparten los daños. Sostiene que a la sociedad le hace falta escuchar: “El problema del abuso es del adulto, el niño es la víctima”. Piensa que la comunidad adulta debe cambiar para poder entender sus propias infancias y abandonos, para lograr empatía con el niño que sufre abuso.

“Tengo la esperanza de que mi historia pública pueda trascender colectivamente y ayudar a los demás, de darle un sentido colectivo a mi experiencia de dolor y lucha”, dice Sebastián, además de remarcar la obligación de la comunidad adulta y del Estado de garantizar los derechos de la infancia: “Debemos pensar en la infancia de hoy y del futuro”. Silvia sostiene que la salud mental, física, psicológica y afectiva debe estar separada de la suerte judicial, ya que asegura no representa un ámbito de protección hacia víctimas de este delito y apaña a los agresores: “Mi liberación fue la verdad, así pude tomar medidas y proteger a mi hija”.

En Adultxs por los derechos de la infancia llevan como bandera el lema “Para criar un niño hace falta una aldea”. Invitan a acercarse porque es un grupo en el que se favorece el hablar: “a quienes vienen se los escucha y no se los juzga, vivimos en una sociedad moralizante hacia la víctima, quien debe cargar con la mochila de la vergüenza es el abusador”. Silvia es contundente al decir que lo que daña más es una sociedad que obliga a callar, por lo que como pares, comparten recursos, contactos de psicólogos, abogados u oficinas públicas que brindan ayuda y asesoramiento.

Ambos están convencidos de que en las escuelas se tiene que dar la plena aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral, la que posiciona a los niños y niñas como sujetos de derecho. “El abuso sexual contra los niños intrafamiliarmente aflorará mucho más si les generamos las posibilidades de tener a quien recurrir en las escuelas”, afirma Sebastián. 

Camila tiene 25 años y es de Santa Fe. Cuenta que entre sus 11 y 12 años empezó a sufrir agresión verbal y psicológica por parte del papá de su hermana menor. No solo era violento con ella sino también con su mamá. Como parte del abuso, su agresor intentaba tomar fotos a partes de su cuerpo, a lo que Camila se resistía.

Al mudarse a otra casa, a sus 14 años, fue cuando se concretó el abuso sexual. Mientras la violencia psicológica persistía, su abusador la culpaba de que su mamá quiera separarse de él: “Siempre había que pedirle perdón por todo, el problema era yo”. Camila cuenta que parte del sistema de manipulación que ejercía su agresor para llegar al abuso era acusarla de estar enferma: “Me decía que lo provocaba y me olvidaba, que él me quería ayudar, que el tratamiento era caro y que para que mi mamá no se ponga mal no había que contarle”.

A sus 15 años su mamá se separó del agresor, pero pasaron 6 años para que Camila pudiera poner en palabras lo que le sucedió. Su psicóloga y Adultxs por los derechos de la infancia fueron de gran ayuda para hablarlo. En febrero de 2016 hizo la denuncia, cuenta que en el allanamiento incautaron pornografía infantil en la computadora de su agresor, aunque no fue suficiente para meterlo preso. Es decir, el abusador continúa libre. Asegura que sintió vergüenza, culpa, responsabilidad. Su vida era paralela, en el colegio era normal, pero en su casa sufría todo tipo de abusos: “Para mí, mientras menos se notaba era mejor”. Camila cuenta que darse cuenta de que su hermana podía pasar por lo mismo le dio temor: “Lo mío no sé si se va a resolver, ojalá que sí, pero si mi hermana no hubiese estado quizá yo hubiese hablado, pero la denuncia no la hubiese hecho”, concluye.

Cómo detectar y prevenir

María Cecilia López, licenciada en Psicología, cuenta que el abuso sexual en los niños no es fácil de detectar ya que, en general, los chicos abusados no hablan: “Se encuentran bajo amenazas tanto directas como subliminares por parte de su abusador, muchas veces nenes chiquitos hablan de la mirada de asesino”.

Por otro lado, sostiene que en algunos casos el abuso sucede a niños en etapa de jardín, los cuales no saben que lo que les están haciendo es abuso sexual, porque no tienen la conciencia suficiente para entenderlo. “El abuso no siempre empieza de forma carnal, sino que el abusador comienza estimulando ciertas partes erógenas a través de ‘cosquillitas suaves’, les hacen un entrenamiento para luego abusar de ellos carnalmente”. La especialista describe al agresor: “Los abusadores, que ahora son nombrados depredadores, no tienen goce sexual genital propiamente dicho, es un goce por atrapar y engañar al niño”.

López indica que el abuso sexual infantil puede ser detectado a través de señales en la sintomatología corporal del niño, en sus juegos y dibujos, incluso cuando dibujan mamarrachos, que suelen ser en color negro. “El sol es un indicador, el niño dibuja uno amarillo y otro negro, hablamos de que está transmitiendo una figura masculina que se comporta de doble manera, con una cara oscura”.

Afirma que los niños no siempre dibujan genitales o los pueden borrar. Otro símbolo pueden ser las nubes, varias chimeneas en una misma casa o manchada con tinta roja: “No son casualidades, basta de pensar que los niños son ingenuos, hay que aprender a decodificar”.

María Cecilia López cuenta que con niños abusados trabaja terapias más prolongadas, de dos a cuatro años. Señala que el abuso sexual infantil es una cuestión de género, ya que generalmente es por parte de alguien cercano a quien el niño tiene idealizado. “Debe considerarse a los niños como personas que sienten y saben expresar”, sentencia.

No hay edad específica para hablar de sexualidad, se trata de un tema que atraviesa todos los ámbitos. Es importante crear espacios de diálogo, aprendizaje y confianza para fortalecer a niños y adolescentes. De esa forma, podemos ayudarlos a cuidarse, a darse cuenta cuando algo no les gusta, a saber cómo pedir ayuda en caso de que no puedan resolverlo por sí mismos. Los niños no mienten, hablar es empezar a prevenir.