¿Qué es el Alerta Sofía?

¿Qué es el Alerta Sofía?

Guadalupe Lucero se encuentra desaparecida desde el 14 de junio.  

¿Cómo funciona el “Alerta Sofía»? ¿Cuándo se utiliza?¿Cuántos casos llegan a los medios de comunicación?, son algunas incógnitas que surgen al iniciar la búsqueda de un chico o chica perdido. Actualmente, se reciben entre cuatro a cinco denuncias diarias.

La ONG Missing Children Argentina (MCA) colabora con el Poder Judicial y las fuerzas de seguridad haciendo un seguimiento de las instancias jurídicas e investigativas de las desapariciones registradas. Ofrecen orientación a las familias y colaboran en la difusión de casos a través de los medios de comunicación. Trabajan en red con instituciones públicas y privadas. Desde el 2020, Ana Rosa Llobet preside la organización. En diálogo con ANCCOM cuenta cómo participan de las búsquedas. “El programa Alerta Sofía cuenta con una comisión integrada por el Ministerio de Seguridad, la Procuración General de la Nación, la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia. También, colaboran el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), otras fuerzas federales de Seguridad, la Defensoría del Pueblo de la Nación, el Consejo de Procuradores Fiscales, Defensores y Asesores de la República Argentina, y la ONG Missing Children”, explica..

Uno de los casos más resonantes en que se activó fue el de Guadalupe Lucero, que tiene 5 años y se la vio por última vez el 14 de junio, en la capital de San Luis. Apenas se puso en marcha el protocolo de acción con más de 400 policías provinciales, se sumó sin éxito el sistema de Defensa San Luis Solidario, los Bomberos Voluntarios y la Policía Montada. Tras más de tres meses del hecho, la familia realizó una convocatoria nacional. Además de compartir sus fotos en las redes. Habilitaron un grupo en Facebook denominado «Un país por Guadalupe», que cuenta con 8.000 miembros. Desde la red social piden que no dejen de compartir su foto y qué ¡No se olviden de Guadalupe!. Missing Children también participa en la campaña, principalmente, con la difusión de la imagen.

El nombre del programa remite a Sofía Herrera, una niña que desapareció en Tierra del Fuego. Salió a compartir un día de campo con sus padres y amigos pero nunca más se la vio. El Alerta es un sistema de comunicación de emergencia rápida para el reporte de desapariciones de menores de edad. No se dispara de forma cotidiana porque busca el impacto mediático más fuerte. “Es utilizado en casos de extrema peligrosidad. Cuando hay sospecha de que son sustraídos por un adulto y se encuentran en un grado extremo de vulnerabilidad”, explicó Llobet y agrega: “Desde 2019 se ha activado solo tres veces en nuestro país. Esto hace que el impacto que produce redunde en beneficio de la búsqueda y que no pierda eficacia si se produjera cotidianamente. Para activarse se necesita el pedido del juez de la causa y de la comisión que evalúa la necesidad de urgencia. MCA participa en esta evaluación”.

Antecedentes “conocidos”

Sofía Herrera y sus padres habían llegado en dos autos a un camping situado en el km 2893 de la Ruta Nacional 3. El lugar es un paraje casi desértico. Con un rectángulo de 15 hectáreas cercado por alambres de un metro de altura y, el primero, de púas. Sofía se separó por unos instantes y desde entonces nadie volvió a saber de ella.

Tenía tres años cuando la vieron por última vez. En 2020, un perito dibujante experto en reconstrucciones faciales, realizó la imagen actual de Sofía. Está simula cómo se vería la niña al tener 16 años. 

En marzo de este año se encendió el protocolo otra vez. “M”( letra identificatoria que resguarda a la menor) es la niña de 7 años buscada intensamente durante tres días. Un hombre se la llevó en bicicleta. Gracias al rastreo de cámaras de seguridad y el aporte de varios testigos, lograron identificarla. El recorrido fue desde Villa Lugano hacia la zona oeste del conurbano. Fue hallada en la ciudad de Luján junto a su captor, que se encuentra detenido.

“Generalmente, los casos que logran mayor difusión tienen que ver con una situación de peligrosidad. Como el caso de Guadalupe. Su corta edad y las circunstancias en que se perdió conmocionan a la comunidad y logra una inmediata repercusión mediática. En otros, que, ciertamente, también se corresponden con situaciones de riesgo, sólo trascienden a través de los medios de los que disponemos en MCA y algunos organismos oficiales”, indica Llobet. 

La madre de la niña Sofía Herrera desaparecida en Tierra del Fuego en 2008.

La población más vulnerable

“Un altísimo porcentaje es encontrado. Nuestra tarea termina cuando recibimos la noticia certera de que fue hallado. Sostenemos las búsquedas, a través de los años, hasta que eso sucede. Las familias agradecen enormemente que sigamos publicando las fotos y mantengamos la esperanza de encontrarlos. Hacemos el seguimiento de todos los casos. Nos comunicamos periódicamente aún cuando el buscado o la buscada haya alcanzado la mayoría de edad”, porque MCA sólo se ocupa de búsquedas. De los niños y adolescentes que son buscados por la ONG, más del 95 por ciento aparece. 

“Lamentablemente sabemos que son muchísimos los niños y niñas que se pierden en nuestro país y no recibimos la información. Actualmente, tenemos alrededor de cien búsquedas y este número varía cotidianamente. Tenemos cuatro o cinco denuncias diarias. La mayoría se ven reflejadas en nuestra página y a través de las imágenes que mostramos. En otros casos nos falta la foto o la autorización correspondiente para su difusión”, prosigue  Llobet.

Durante la pandemia, tras el Decreto 297/2020 que estableció el ASPO, MCA recibió una menor cantidad de denuncias. “No podemos asegurar si hubo menor cantidad de chicos y chicas perdidos porque como se dificultaba la presentación en comisarías, desconocemos si fue un factor o no”, agrega.

“En este momento -continúa- , las denuncias que recibimos corresponden al promedio habitual. La comunidad debe estar alerta y si sabe o ve algo deber aportar información para encontrar a los niños. A veces el mismo menor ve la difusión de su foto y ayuda a que vuelva a contactarse con sus allegados. Esto es cuando se trata de alejamientos voluntarios. Sostenemos la importancia de difundir la imagen del buscado o buscada. Como también evitar que siga circulando una vez que se lo encuentra porque la exposición pública vulnera su intimidad”.

Piden el compromiso y la empatía de todos.“Pensamos que si cada uno de nosotros se compromete con acciones muy simples, se acrecientan las posibilidades de éxito en cada búsqueda. Ese compromiso es llamar, brindar información y más si son datos que puedan servir. Nuestro lema es «Gracias por prestarnos tus ojos». De eso se trata. Abrirlos y tomarse el tiempo para concretar ese llamado que puede ayudar a que un niño o una niña vuelva a estar con su familia o con quienes lo cuidan y lo quieren. Afortunadamente todavía hay muchísima gente que lo hace”, concluye Llobet.

“Día Internacional de los Niños Desaparecidos”

El 25 de mayo se conmemora el Día Internacional de los Niños Desaparecidos desde 1998 gracias a una iniciativa conjunta del Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados (ICMEC) y el Centro Nacional para Menores Desaparecidos y Explotados de los Estados Unidos (NCMEC). En 2001 se extendió por todo el mundo. MCA participa de esta campaña con el lema: “Nunca pierdas la esperanza. Nunca dejes de buscar”.

Los países que integran esta red se conectan y comparten información acerca de los niños desaparecidos con el objetivo de hacer más efectivas las investigaciones. Llobet cuenta que: “Apostamos a la eficacia de la difusión de la foto de quien estamos buscando. Sea por facturas de servicios de muchas empresas que nos ofrecen esa posibilidad o en marcas comerciales que incluyen sus productos: cajas de leche, packaging de alimentos, etc. Otras se hacen a partir de pantallas led que se avienen a colaborar. Siempre estamos anexando nuevas empresas para una difusión más intensa a lo largo y ancho del país”.

Además de las redes sociales oficiales: Facebook, Instagram y Twitter. “Decimos «Gracias por compartir»,  en referencia a cada usuario y usuaria que comparte la información y nos sirve de gran ayuda”, cierra la presidenta de la ONG.

¿Dónde pedir ayuda? 

“Lo primero es realizar la denuncia al 911(sistema de emergencia). La misma debe ser tomada de manera inmediata si un menor se ausenta de un hogar. Insistir en que se realice y de ningún modo esperar 24 horas. En caso de que no se la tomen, dirigirse a la Fiscalía de turno donde la podrán radicar. El siguiente paso es comunicarse con nosotros ,que les iremos indicando cómo proceder y de esa manera subir de inmediato la búsqueda a nuestra página y redes de comunicación”, detalla la presidenta de MCA.

También, “intervenimos a partir de denuncias que recibimos en nuestra casilla de mail info@missingchildren.org.ar  sea de comisarías o de particulares. O de nuestro teléfono 0800 333 5500. Contamos con varios canales de difusión. Además estamos atentos a los medios y a partir de alguna información periodística nos contactamos directamente con las familias en búsqueda”, refuerza.

Otro sitio que actúa en las 23 jurisdicciones provinciales y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es el Registro Nacional de Información de Personas Menores Extraviadas (RNIPME). Fue creado en 2003 por la Ley 25746 y funciona en el ámbito de la Subsecretaría de Asuntos Registrales.

Es una base de datos sobre menores de quienes se desconoce el paradero. O que se encuentran en establecimientos de atención, resguardo, detención o internación. El RNIPME tiene como objetivo centralizar y entrecruzar la información de todo el país. Se ingresa por medio del portal oficial  www.argentina.gob.ar.

En está página aparece una nómina de fotos, con datos personales y lugar donde fue visto por última vez. Descripciones físicas y de vestimenta de niños, niños, niñas y adolescentes. También el nombre de la autoridad Interviniente en el caso. 

Brindan la línea 142 gratuita y en el sitio indican que “si se extravía un niño, niña o adolescente, o tenés datos que ayuden a encontrar a uno, recibimos tu llamado las 24 horas. También podés comunicarte al 0800-122-2442 o escribir al correo electrónico juschicos@jus.gov.ar “, reza la campaña de concientización.

Una calle contra el negacionismo

Una calle contra el negacionismo

“Esto no es un acto, es un encuentro de personas queridas”, fueron las palabras con las que Taty Almeida inauguró su discurso, “Personas que tienen memoria”.

En el edificio Casa Nuestros Hijos, dentro del Espacio para la Memoria, la calle “Capitán Hipólito Bouchard” cambió su nombre para siempre por el de “Son 30 mil”. Se trata de la primera arteria de la exESMA que es rebautizada. El acto ocurrió en el marco del Día Internacional de las Personas Detenidas-Desaparecidas, una conmemoración impulsada a principios de este siglo por de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos (FEDEFAM), con el objetivo de aportar a la toma de conciencia a nivel mundial acerca de la persistencia de la práctica de la desaparición forzada de personas por parte de los Estados.

Del acto participaron Taty Almeida, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, y Lita Boitano, presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, acompañadas por demás integrantes de organismos de derechos humanos y funcionarios nacionales como Nicolás Trotta, ministro de Educación de la Nación; Victoria Montenegro, legisladora por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Horacio Pietragralla, secretario de Derechos Humanos de la Nación, entre otras personalidades. También hubo presentaciones musicales a cargo de Ignacio Copani y la Escuela Popular de Música, radio abierta e inauguración de murales realizados por Blanca Rice Cabrera y la Sociedad Argentina de Collage.

El Día Internacional de las Personas Detenidas-Desaparecidas se estableció originalmente no solo con la intención de honrar la memoria de las personas desaparecidas, sino también en pos de preservar a futuro aquellos derechos que el mismo Estado debe garantizar. En esta línea, Guadalupe Basualdo, integrante del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), afirmó que el evento de Casa Nuestros Hijos contribuye a “poder conectar las demandas de Memoria, Verdad y Justicia respecto de los crímenes cometidos durante la dictadura con las desapariciones que siguieron ocurriendo durante la democracia, y que suceden hasta el día de hoy”. Por su parte Guillermo Amarilla Molfino, nieto restituido y miembro de Abuelas de Plaza de Mayo, remarcó: “Cuando hablamos de memoria no hablamos de una memoria estática sino una memoria viva, una memoria que circula, que se alimenta y que se va dando con la militancia y el tiempo”.

 

Durante el desarrollo de la jornada, Hugo Yasky, diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires, declaró: “Nos sentimos reivindicados con el cambio del nombre de una calle que pasó de tener el apellido de un militar a llamarse «Son 30 mil», es decir, nuestros compañeros y compañeras desaparecidos”. Frente a los discursos negacionistas de la dictadura militar y la relativización de la cifra, el evento se ubicó en una posición que refuerza el consenso por la memoria que tiene lugar en la batalla por el sentido común. Esther Córdoba, presidenta de la Fundación Música Esperanza, agradeció “la enseñanza que nos están dando las Madres de haber tomado ellas la iniciativa de poder hacer esto” y aventuró la posibilidad de que “en todo el país pensemos qué apellidos deberíamos sacar, porque es una vergüenza que ciertos nombres los tengamos tan presentes”.

Asimismo, sobre la discusión acerca de los derechos humanos en la esfera pública, muchos de los testimonios hicieron referencia a la gestión de Mauricio Macri, finalizada en 2019. Horacio Pietragalla, secretario de Derechos Humanos de la Nación, afirmó: “En cuatro años de neoliberalismo reivindicaron posiciones que ponen en duda el número de desaparecidos y reinstalaron la Teoría de los Dos Demonios. Cuestiones que ya habíamos saldado a partir de las condenas que hubo en este país”. Por su parte, Daniela Saez, Integrante del equipo docente de la Escuela Popular de Música y de la Orquesta Estable de Reconquista, declaró su experiencia: “Venimos de 4 años de mucho embate y mucha resistencia desde adentro y sumado a eso no haber podido habitar físicamente el espacio por la pandemia. Entonce,s retomar nuestra actividad en la ex ESMA es volver a nuestro trabajo, que es resignificar el lugar a través de la música”. 

Esta línea es la que intenta seguir Lucila Quieto, coordinadora del Área de Artes Visuales, que impulsa nuevos murales en un recorrido por distintas historias de militancia: “De los setentas, de Madres y Abuelas, y de cómo ese legado nos atraviesa hasta el día de hoy para pensar las luchas del presente”. Esther Córdoba siempre tiene presente la frase de Enriqueta Maroni, una de las Madres: “En este lugar de horror, donde hubo tanta muerte, nosotras queremos que haya vida”.

A pesar de no estar abierto al público en general, el acto dio lugar al reencuentro de muchos militantes de derechos humanos a los que la pandemia había obligado a recluirse en sus hogares: “Qué alegría poder vernos, aunque no nos podamos tocar demasiado”, señala Lita Boitano, madre de Miguel y Adriana desaparecidos durante la última dictadura militar. El evento significó una de las primeras actividades presenciales en el marco de un paulatino retorno a habitar nuevamente el espacio público. 

La ausencia forzada por la pandemia de los movimientos populares en el espacio público fue uno de los temas que marcaron la jornada. Carlos de Feo, secretario general de la Federación Nacional de Docentes Universitarios (CONADU), señaló: “Fue y es un problema muy grave porque es en la calle donde los trabajadores y el pueblo construyen la unidad. A través de las redes opera Macri, nosotros operamos a través de los cuerpos, que son los que construyen las políticas de emancipación que queremos”. Por su parte, Horacio Pietragalla remarcó: “A nosotros que nos hicimos de actos, de marchas en la Plaza, de acompañar a nuestras Madres y Abuelas esto es lo que queremos” y vaticinó para el 24 de marzo de 2022: “Queremos que la marcha del año que viene, si es que la pandemia lo permite, sea la más grande de todas y llenarnos de toda esa energía que nos transmite cada una de esas fotos de los 30 mil”.

Una muestra al Pelo

Una muestra al Pelo

Cuando todo era nada, era nada el principio. Y de eso trata la Muestra Patrimonio Rock que desde el 9 de agosto se puede visitar en el Espacio Cultural de la Biblioteca del Congreso de la Nación, Alsina 1835. La expo que recorre los primeros años del género cuenta con visitas guiadas que se realizan todos los lunes, miércoles y viernes, a las 15, y visitas libres los martes y jueves. Se accede con turno solicitado previamente por la página web.

Una recorrida apasionante que incluye diversas facetas del fenómeno socio cultural que atravesó épocas, contextos y circunstancias que lo fueron moldeando. Una parte central de la exposición es la colección física de la revista Pelo, que forma parte de la hemeroteca de la biblioteca, como material editorial que acompañó y describió este movimiento contracultural durante más de 30 años.

De movida lo que sorprende son las instalaciones visuales donde se pueden apreciar series de fotografías (del archivo de las 30 mil fotos de Pelo, de 1970 a 2001, muchas de ellas muy poco conocidas), posters y tapas de revistas que permiten acercarnos a los primeros años del rock nacional, la época fundamental en que se gestó este movimiento artístico.

También hay vitrinas en las que se encuentran materiales con los cuales se hacían las publicaciones en el viejo oficio periodístico: las máquinas de escribir con que fueron escritos los primeros números de la Pelo, los grabadores de cinta de la época, las hojas de diagramación y papel pautado en las cuales se volcaban las notas de la revista, y también dos sillones que durante años formaron parte de la redacción y en los que se sentaron para ser entrevistados Charly García, Luis Alberto Spinetta, Norberto Pappo Napolitano, Raúl Porchetto y León Gieco, entre otros.

Una instalación simula lo que era la mesa de trabajo en la revista para la fotocromía, en donde se elegían las fotos para las notas en color. Allí se pueden ver negativos agrandados con imágenes de grupos pioneros de nuestro rock como Vox Dei en la terraza de la redacción de Pelo; Manal ensayando en Brasil para su regreso en 1980; Los Gatos, con y sin Pappo; Almendra en una producción fotográfica en el barrio de la Boca; y Arco Iris.

Por supuesto, varios de estos artistas también tienen un sector determinado en la muestra fotográfica principal, dedicado a las bandas y solistas fundacionales del rock argentino: Almendra, Los Gatos, Manal, Pappo, León Gieco, Sui Generis, Moris, Litto Nebbia, Billy Bond y La Pesada de Rock n´Roll.

Otra parte de este racconto histórico es la mención a los multitudinarios festivales B.A.Rock de 1970, 1971, 1972 y 1982, en donde se reunían las primeras tribus rockeras a ver a los músicos insignia del movimiento, y que quedaron documentados en las películas Rock Hasta que se ponga el sol (Aníbal Uset, 1973), y Buenos Aires Rock (Héctor Olivera, 1983).

Fotos enmarcadas de varios de los protagonistas de esos eventos también están en la exposición, incluyendo a Rubén “Vikingo” Basaldella, uno de los primeros plomos del rock, que asistió en escena a innumerables artistas durante años; o figuras de culto como Pajarito Zaguri. Imágenes de las tribunas de aquellos años, con un público bien hippie, a la usanza del viejo Woodstock, pero nacional. Y la policía omnipresente en todos lados, pidiéndole documentos a esa gente con pintas raras…

Los nombres se suceden a través de las numerosas fotos: Pescado Rabioso, Orion´s Beethoven, Miguel Abuelo, Gustavo Santaolalla, el violinista Jorge Pinchevsky, Alma y Vida, y Gabriela, una de las primeras mujeres que cantó rock en el país. En una foto que llama la atención vemos a Spinetta y Edelmiro Molinari, mezclados con la gente de la tribuna, y es que los festivales B.A.Rock nunca tuvieron VIP, no había lugares reservados para “gente importante” o para quien pagara más, sino que eran eventos democráticos en los que los artistas y el público formaban parte de la misma cofradía. Una época en las que no había vallas ¡y nadie se colaba!

También hay una mención a Mandioca, el primer sello discográfico independiente dedicado al rock, motorizado por el gran Jorge Álvarez, uno de los principales difusores culturales de la época; junto a los jóvenes Pedro Pujó, Javier Arroyuelo y Rafael López Sánchez. Una vitrina con objetos invalorables da cuenta de ello, incluyendo fragmentos de las letras originales escritas por Javier Martínez para el repertorio de Manal, así como la placa original del primer álbum de este trío pionero del blues en castellano.

En el centro del piso inferior de la exposición puede observarse una vitrina que contiene varios vinilos de los artistas fundacionales del género, provenientes de la discoteca de Pelo, “lo que quedó, los que no se robaron”, como detalla Daniel Ripoll, quien fuera fundador y director de la revista y que también está presente en el recinto. Al lado, un sector de imágenes recuerda al Acusticazo, un célebre ciclo de conciertos con instrumentos acústicos de 1972, que contó con la presencia de Raúl Porchetto, Pedro y Pablo, David Lebón, León Gieco, Gabriela y otros. El primer unplugged de Iberoamérica, y también el primer disco en vivo grabado de rock argentino, que tuvo gran éxito.

Otro sector denominado “La Previa” recuerda a la mayoría de los artistas beat comerciales, “complacientes”, para contrastarlo con el movimiento rockero progresivo argentino que vino después. Por último, se pueden ver ejemplares de algunas de las publicaciones contemporáneas a Pelo,  como las revistas Expreso Imaginario, Pinap, Hurra, Algún Día y Canta Rock, entre otras.

La Muestra Patrimonio Rock continúa hasta el 17 de diciembre y promete actividades varias, como proyecciones de películas y homenajes a músicos, que serán anunciadas en la página de la Biblioteca del Congreso de la Nación.

 

Una cooperativa que no es cartón pintado

Una cooperativa que no es cartón pintado

Es una mañana fría y soleada en el barrio de Villa Pueyrredón. En la Cooperativa el Álamo, los muchachos recolectores del turno mañana ya han salido a las calles a recorrer los puntos verdes en busca de material reciclable. Cada vez son más los triciclos que se han implementado para reemplazar los clásicos carros que solían empujar los cartoneros. Se busca que estas herramientas de trabajo sean más amigables para el cuerpo de los trabajadores, que ellos dejen de ser el medio de transporte del material recolectado. Sobre Avenida de los Constituyentes, a la vera de General Paz, se encuentra instalada la Cooperativa El Álamo, una recicladora compuesta por alrededor de 250 trabajadores. El edificio, un gran tinglado lleno de máquinas, contenedores, bolsones y fardos de reciclados, fue obtenido del Estado en comodato, tras la insistencia y la unidad entre vecinos y cartoneros del barrio. Se ha convertido en lugar de refugio, reintegración y dignidad para las personas que lo componen. Un espacio erguido, hecho a pulmón, que supo levantarse a fuerza de una pelea barrial, que creció a nivel federal, y que viene de larga data.  Olga Mercedes Serrano es una de las primeras integrantes de El Álamo. Luego de una vida cartonera de a poco fue soltando el carro y tendiendo a tareas que demanden menos fuerza a su pequeño cuerpo. Hoy se dedica al área de limpieza y cocina de la cooperativa: «Estoy acá hace 19 años», señala.  Un día cualquiera de 1999, Olga Mercedes Serrano salía de su casa en Benavidez para dirigirse al barrio de Chacarita a juntar cartón, diario o papel para venderle a los “galponeros” de la zona, es decir, a quienes compran estos materiales a precios que alimentan la miseria. Olga salía a cartonear acompañada únicamente por un carrito de supermercado. De manera independiente fue haciendo su camino, pateando las calles para llevar comida a la casa cuando su nene tenía 10 años.  “Yo empecé sola, después me hice de amigos y amigas cartoneros y ahí empezamos a hacer rancho en Urquiza, en Belgrano R, en todos lados, y vendíamos todo en Capital”, recuerda. Como muchos, Olga dependía del Tren Blanco del ramal Sarmiento para salir a trabajar. Se trataba de un medio de transporte específicamente destinado a los grupos cartoneros que necesitaban trasladarse desde el centro hasta el conurbano bonaerense, y viceversa, llevando sus carros y sus bolsones.  Salir por la mañana, llegar por la noche. El viaje era largo, a veces demasiado. Cada día al final de una jornada de trabajo, Olga y sus compañeros tomaban el tren que pasaría alrededor de las 20 con destino a Villa Ballester para luego hacer escala con otro tren que salía rumbo a Zárate. “Pero había veces que el Tren Blanco no pasaba y nos teníamos que quedar ahí con todos los bolsones para llevar a nuestra casa”, explica Olga. “En cualquier lado, en la calle, a dormir hasta el otro día”.

 

En esta misma época, Daniel Lezcano perdía su empleo. “Yo tenía un emprendimiento, alquilaba un galpón en Garín, procesaba material y vendía a las ferreterías”, describe quien hoy es parte de la Cooperativa el Álamo en el sector de plásticos. Con la llegada de las grandes empresas, los pequeños negocios perdieron rentabilidad y dejaron de poder competir. “Las ferreterías miraban a los grandes”, dice Daniel con cierta melancolía, “y los grandes terminan tapando todo ese mercado”. Los años siguientes serían difíciles hasta que, por la cercanía que el barrio propone, Daniel conocería la cooperativa.  Era el año 2002 y los cartoneros del barrio paraban con los carros a la orilla de la vía en el barrio Pueyrredón. Un día, a Olga se le acercó una compañera y le dijo: “Mira Olguita, estamos viendo de juntarnos a ver si podemos armar una cooperativa”, a lo que ella respondió: “Me parece buenísimo, mientras todos tengamos un trabajo”. Por aquel entonces, solían vivir situaciones de violencia policial donde les eran arrebatados los materiales que recolectaban en su jornada de trabajo. En medio de uno de esos episodios, conoció a Alicia. Alicia Montoya es para muchos una referenta, tiene un color de voz fuerte y una firmeza que la caracteriza. Actualmente es coordinadora del equipo técnico de la Cooperativa el Álamo, pero en aquellos tiempos cuando el proyecto se estaba gestando, fue convirtiéndose en una figura de peso que luchó junto con la Asamblea de Vecinos de Villa Pueyrredón para dar luz a la cooperativa.  “La destrucción de empleo en Argentina, vinculado a la transnacionalización de las empresas del Estado y de las principales productoras de bienes exportables que no sean materia prima generó una estructura social que excluyó a millones de personas, de todo derecho, el de comer primero”, explica Montoya haciendo un análisis preciso. Por eso, señala que ante la novedad del incipiente siglo XXI la consigna que buscaban popularizar era: “Por un mundo sin esclavos ni excluidos”. Eran años de crisis en Argentina y la necesidad de hacer algo latía con fuerza. Fue así como vecinos y cartoneros del barrio se instalaron en un terreno abandonado, al costado de las vías del ex TBA y la calle Artigas, para comenzar a delinear un proyecto, aunque en principio, a construir un espacio de comunidad. Allí arrancaron una huerta, un merendero y los papeles legales que les daría una identidad. A esa identidad se refiere Daniel cuando habla de las cosas que la cooperativa les ha otorgado. No les provee solamente elementos de seguridad, ropa, guantes y antiparras para trabajar. “Que los compañeros que salen a recolectar tengan una identidad en la calle”, dice. “Que si alguien pregunta ´¿Para quién trabaja aquel?´ Digan, ah, para el Álamo”, señala. Los cartoneros del Álamo cada día hacen su recorrido a determinado horario por el sector del barrio que les toca, cada día las mismas manzanas, cada día los vecinos ven las mismas caras. “Hoy el vecino nos tiene confianza porque tiene una referencia de donde trabajamos”, dice Daniel, y marca una distinción: “Antes la sociedad rechazaba rotundamente al cartonero, lo tildaban de que iba a robar, y ahora podemos decir que sostiene todo un sistema”.  Por otro lado, son las mujeres de la cooperativa las que hacen el trabajo de promoción ambiental.  Ellas se encuentran en los puntos verdes y etiquetan los bolsones que llevan los cartoneros. A su vez, salen a hablar con los vecinos y entregan folletería. «Hoy tenemos mucho más diálogo con los vecinos, entonces nos ayudan y nos apoyan», describe Montoya. «En plena cuarentena, con los grandes generadores cerrados -como los shoppings- los vecinos fueron nuestro fuerte», agrega Rubén Carranzán, coordinador de planta. Tras un desalojo el 1 de julio de 2005, nació una necesidad y una decisión de organizar formalmente la cooperativa. “Cuando yo llegué, la cooperativa ya estaba armada, pero faltaba la matrícula”, recuerda Alicia. A mediados de ese mismo año la consiguieron y comenzaron a dar cuenta de las leyes que los amparaban. “Entonces, lo primero fue pelear el cumplimiento de la Ley 992 que preveía la construcción de centros verdes para ser gestionados por cooperativas”, explica la coordinadora del equipo técnico.  “Cuando empezamos a estudiar los convenios que Ciudad firmaba con empresas privadas que hacían la tercerización del servicio de higiene urbana, entendimos todo lo que les pagaban y que todo eso era para ir a enterrar basura, con el daño que eso implica para el medio ambiente”, comenta Montoya. De modo que en 2008 las demandas al Gobierno de la Ciudad, tanto de la cooperativa como de la Federación Argentina de Cartoneros Carreros y Recicladores (FACCYR) no eran más que derechos laborales ya consagrados en la legislación: un espacio de trabajo digno, obra social, seguro por accidentes, y un incentivo económico sin el cual era inviable la organización del sector.  “O te extendés o te comen”, sintetiza Alicia, “y había que extender esta cosmovisión a todo el país. Lo fuimos haciendo a los ponchazos desde la Federación, con militantes en distintos lugares”. La lucha de aquel entonces se ganó y a nivel CABA se logró organizar un sistema. Hoy el sector ha logrado poner sus demandas en la agenda nacional: “Ya logramos que (Juan) Cabandié (ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible) diga que van a erradicar basurales a cielo abierto con la construcción de plantas de reciclaje con inclusión”, explica Montoya. “Y creo que este año, espero, vamos a tener Ley de Envases». Por otro lado, Daniel Lezcano expresa que lo ideal sería que todos los trabajadores reciban el incentivo económico: “No todos lo tienen porque es un cupo limitado, acá los compañeros tratan de arreglárselas como pueden porque se les paga por lo que recolectan, la cooperativa no toca un peso”.  Daniel Lezcano tiene 60 años, y bajo el casco que se usa en planta lleva un gorro de lana negro y gris a rayas. Es parte de la cooperativa hace unos ocho años, y si se le pregunta por el rol social de su lugar de trabajo, la respuesta suele ser similar a la de otros y otras: “Es la inclusión social. Si sos una persona grande, si no tenés un oficio u algo, en este sistema no entrás, no te insertas en la sociedad”, señala Daniel, y remarca que por eso se encuentra profundamente agradecido con El Álamo.  A varios metros de la entrada de la cooperativa, al atravesar el gran tinglado cuya pared más próxima se compone por fardos multicolor, se encuentra el sector de plásticos. Peletizados, soplados, así les llaman a las piezas que salen del segundo gran asunto del que se encarga Cooperativa el Álamo, la de producir materia prima para la industria a partir del plástico. “Este año empezamos a hacer este tipo de proceso, lleva un tiempo ver si funciona, pero es una fuente más de trabajo para la gente”, comenta Lezcano. Quizás sea por su carácter comunitario, por las historias que la constituyeron, o por la misma historia que la cooperativa fue montando en su propio devenir, sus trabajadores y trabajadoras tienen una forma particular de apreciar el lugar de trabajo, que dista de ser parecido a otros espacios. “Yo lo que vi es que recuperé mi dignidad de trabajo”, reflexiona Daniel. La cooperativa fue el motor de arranque no solo para sobrevivir sino para sostener a su familia. Hoy su hija ya se recibió y su hijo se encuentra en una carrera universitaria: “Cuando me quedé sin trabajo ellos estaban justo en el momento de empuje y la cooperativa me dio la posibilidad de continuar y darles el empuje”.  Algo similar vivió Rubén Carrazán, padre de cinco niños, que supo rebuscárselas de todas las formas antes de llegar a la cooperativa. Desde electricidad e instalación de aires hasta pintura y reparación de heladeras. Rubén contaba con múltiples conocimientos de oficio, pero estaba sin trabajo, hasta que entró a la recicladora para hacer trabajos de herrería y hoy es coordinador de planta. “Yo creo que incluir es, primero que nada, trabajo”, señala Alicia. “Es trabajo organizado con derechos, obligaciones y ¿por qué no? con flexibilidad también”. Son las 10 de la mañana y por un rato los ruidos de máquinas, de vidrios que se rompen, de plásticos que crujen, por un rato se detienen, los trabajadores en planta se toman un descanso. “A una persona que durante años salió con un carro a la calle a la hora que quería, tiene un tiempo para ajustarse a una estructura más rígida”, explica Alicia. “Sobre todo a la muchachada le cuesta muchísimo porque viene de una vida con ausencia familiar, escuela sin acompañamiento, salud deteriorada, barrio deteriorado”, por eso el Álamo busca acompañar ese proceso. En pandemia se abrió un espacio de guardería para los hijos de los trabajadores y, cuando hay problemas personales, un sector de la cooperativa tiene un cartel que lleva el nombre de “Programa de Salud Integral”, donde se brinda un espacio de atención psicológica sobre todo para los compañeros que sufren problemas de adicciones. “Todos somos una familia, todos estamos pendientes de todos, acá no se echa a nadie», enfatiza Daniel. Si alguien empieza a faltar al trabajo, si se percibe que hay un problema detrás, si lentamente empieza a flaquear la responsabilidad laboral, no se quedan de brazos cruzados. «A ese compañero se lo llama», dice Lezcano y Rubén agrega: «Se los acompaña al médico, se trata de hacer un seguimiento para tratar de sacarlos de dónde están». En la cooperativa se recicla tetra, papel, nylon, vidrio, plástico, pero, sobre todo, “lo que más sale es el cartón”, señalan Daniel y Rubén. “Algunos solo recolectan eso porque es lo más rápido, viene, se enfarda y sale”. Pero, además, hay toda una perspectiva alrededor de la recolección de este material. «Si yo soy cartonero independiente, primero no tengo un lugar dónde poner lo que junto. Segundo, me agarra un galponero y me paga la mitad de lo que vale el cartón. Entonces quien gana plata es el galponero, no vos», sentencia Daniel. “Afuera el cartón te lo pagan 10 pesos cuando acá estamos pagando casi 18”, dice el coordinador de planta. Con el correr del boca en boca lo que se buscó es la integración de los cartoneros independientes para que se unan a la cooperativa. “¿Y la cooperativa que gana?”, pregunta Rúben y en seguida se responde: “Que esa gente que explota a los compañeros ya no lo haga más”.
Un mundial inclusivo

Un mundial inclusivo

Partido Los Dogos vs Senior Estudiantes de La Plata

La International Gay  and Lesbian Football Association (IGLFA) designó a Argentina, y más precisamente a la Ciudad de Buenos Aires, como sede de la 25° edición del Mundial de Fútbol Gay, que se desarrollará en el mes de noviembre de 2024. Aunque todavía no están definidos cuáles serán los predios en donde se disputará la competición, las instancias finales tendrán lugar en estadios porteños.

La competición quedará bajo la coordinación de Los Dogos, institución deportiva que brega por los derechos de la diversidad y derechos humanos, y que en 2007 fue campeón mundial de fútbol al ganar el certamen que se disputó también en Argentina. “IGLFA estaba buscando un país en Sudamérica para organizar el certamen y nosotros decidimos hacer una presentación ante la asociación, luego de la buena experiencia de 2007”, afirma Claudio Blanco, coordinador e integrante de Los Dogos. El dirigente señala que Argentina fue el único país que se postuló para la organización del certamen y que su designación contó con amplio apoyo de los dirigentes de la entidad.

                El torneo contó con el apoyo de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), primera entidad en reconocer y cooperar con el fútbol  gay dentro de las organizaciones del Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA). “El objetivo se logró gracias a un contacto que tuve con el presidente de AFA [Claudio Tapia], con quien tuvimos una reunión en donde le manifesté mis propuestas e inmediatamente me dio su apoyo para la organización del torneo”, cuenta Blanco. El dirigente señala que a pesar de que AFA no será el organizador de la competición, la entidad pondrá a disposición campos de juego y distintos equipos de entrenamiento.

La relación de Los Dogos con AFA se inició en el año 2018, cuando la asociación que nuclea al fútbol profesional argentino permitió al equipo desarrollar sus entrenamientos en el predio de Ezeiza, además de proveer equipamiento para que los futbolistas puedan practicar en equidad de condiciones.

La competición se desarrollará del 4 al 9 de noviembre de 2024 en la Ciudad de Buenos Aires pero aún sin sedes confirmadas. “Estamos en la búsqueda de complejos deportivos, en donde haya canchas en buen estado, para el desarrollo de las primeras rondas, pero estamos trabajando para que las instancias finales se disputen en estadios de fútbol profesional”, asegura Blanco.

                Con expectativas para el certamen mundialista, Los Dogos se entrenan dos veces por semana en el predio de Ezeiza de la AFA o en el Centro de Entrenamiento y Formación de Fútbol Amateur (CEFFA) del club Argentinos Juniors. “Buscamos consolidar el equipo, es por eso que hacemos amistosos para agarrar confianza”, sostiene Blanco, quien oficia como secretario de la Asociación de Deportistas por la Diversidad (AADD) y como director jefe de operaciones de IGLFA. El futbolista y dirigente sostiene que la participación en certámenes internacionales quedarán delimitados por los viajes que deban realizar. “En 2022 se disputará un torneo preparativo de fútbol siete en Las Vegas, pero no sabemos si vamos a poder disputarlo. Aunque sí tenemos expectativas para participar en un torneo que se desarrollará en Estados Unidos en 2023”, sostiene Blanco, quien explicó que el fútbol quedó fuera de los “Gay Games” que se celebrarán en Hong Kong en 2022, y que trabaja en la búsqueda de nuevos torneos de preparación. 

Deconstruir el fútbol

El fútbol profesional masculino, a pesar de los cambios sociales, sigue siendo un espacio con prejuicios sobre la preferencia sexual de los futbolistas. “Lamentablemente, el fútbol es machista. En mi opinión, para un profesional es complejo decirlo porque puede perjudicar su carrera, al juzgarlo no por su juego sino por su preferencia sexual”, opina Blanco. Durante la última Eurocopa disputada en Europa, la UEFA rechazó la iluminación del Allianz Arena, el estadio del Bayern Múnich, por utilizar los colores que simbolizan a la comunidad LGBT, amparándose con el justificativo de la neutralidad religiosa y política. Blanco asegura que en el fútbol profesional masculino hay deportistas gays que no lo expresan  por temor a que su carrera sea interrumpida, además de la caída de patrocinadores y la presión de las hinchadas. “Aunque no tienen la obligación de expresar lo que hacen de su intimidad, en el mundo del fútbol no es lo mismo salir con una chica que con un chico y eso puede oficiar como condicionante por manifestar sus preferencias sexuales”, explica Blanco

                Desde IGLFA se esperan cambios importantes en materia organizacional y en especial luego del apoyo de AFA a los Dogos, algo innovador en el fútbol internacional. Hay expectativas de que otras entidades sigan la misma senda. “Esperemos que esto funcione como ejemplo y que en un futuro se pueda contar con el apoyo de más asociaciones y de más patrocinadores. Desde IGLFA estamos muy ansiosos con el desarrollo del mundial con el apoyo de AFA” asegura Blanco.

Una lucha de película

Una lucha de película

En el marco de la Semana del Documental Argentino se proyecta Recatate con los pibes, dirigido por Mariano Corbacho y Marcos Coria. El documental profundiza y visibiliza las luchas de los estudiantes secundarios de CABA en defensa de la educación pública. 

Apartando la mirada del concepto que dan los medios masivos de comunicación respecto a los estudiantes de las escuelas públicas de CABA, el documental hace un recorrido por las marchas que han realizado los jóvenes desde 2010 hasta 2018. La idea del proyecto surgió cuando los directores, luego de varias investigaciones, no encontraron mayores registros de los movimientos estudiantiles en instituciones públicas secundarias. Fue entonces que pensaron que era necesaria la creación de un espacio en el que los estudiantes, protagonistas de estas luchas, pudieran alzar la voz.

Según Mariano Corbacho, el objetivo principal de este trabajo es darles a los jóvenes un lugar en el que puedan expresar el motivo de sus luchas, sus propuestas y las herramientas que utilizan para poder alcanzar las mejoras necesarias en las escuelas públicas. Además, los creadores del documental buscan remover el punto de vista estigmatizador que tienen muchos respecto a los movimientos estudiantiles secundarios.

Asimismo, a través del proyecto audiovisual, los directores de Recatate con los pibes, quienes también se desempeñan como docentes en escuelas públicas, buscan colaborar con los jóvenes para que así puedan aspirar a mejoras en la infraestructura de los establecimientos educativos y lograr que el Estado pueda garantizarles una educación digna.

“El nombre de Recatate con los pibes hace referencia a la jerga juvenil que viene a significar un “ubicate, ponete en tu lugar de pibe”. Es un llamado a la reflexión y a la unión por esa lucha. El documental está hecho de los jóvenes y para los jóvenes. Queremos que los mismos estudiantes vean las herramientas y las conquistas que pueden lograr a través de la manera en la que se organizan. Para nosotros fue muy llamativa la manera en la que los chicos realizan encuentros individuales dentro de su escuela, para luego salir, reconocerse y unirse a otros establecimientos educativos que afrontan los mismos problemas infraestructurales. Es por eso que esperamos compartir este material principalmente en espacios educativos”, indicó Corbacho en diálogo con ANCCOM.

Sin embargo, las luchas de los estudiantes secundarios son un tema que tiene larga data. Una de las fechas marcadas en el corazón de las escuelas públicas es la ocurrida en La Plata el 16 de septiembre de 1976, más recordada como La Noche de los Lápices. A esta lucha se le suma en 2010 el Estudiantazo, que se destacó por la toma de escuelas en distintas ciudades del país. El reclamo principal fue por las malas condiciones de las infraestructuras edilicias de los establecimientos educativos. Reclamo que continúa hasta el día de hoy.

El documental se puede ver de manera online y gratuita a través de la plataforma  Vivamos Cultura del Gobierno de la Ciudad. Además se presentó en Bolivia, Ecuador, Uruguay y próximamente en Panamá.