
«Sentí el mismo frío que en aquella época»
Cuatro sobrevivientes de la dictadura y un exconscripto realizaron un reconocimiento ocular en la Base Aérea de Moreno y reconocieron el lugar que funcionaba como centro clandestino de detención, tortura y exterminio en el marco de la causa que investiga los crímenes de la Mansión Seré y el circuito represivo RIBA.

Los sobrevivientes Raúl Morello, Sergio Gobulin, Nélida Olivieri y Faustino Altamirano, junto con el exconscripto Walter Fey, participaron este martes de una inspección judicial a la VII Brigada Aérea de Moreno. No es la primera vez que declaran en este juicio pero, en esta ocasión, sus testimonios estuvieron centrados en ese predio de la Aeronáutica, al cual reconocieron unívocamente como uno de los lugares en que estuvieron en cautiverio. Durante la audiencia se mostraron imágenes de aquel recorrido por la base pero no pudieron ser transmitidas por decisión de la Fuerza Aérea.
“En mi traslado a la base yo iba acostado, encapuchado, vendado y con una mordaza de papel en la boca”, afirmó Morello, secuestrado el mayo de 1977 mientras estudiaba medicina. Después de bajar del auto y de ser guiado a ciegas para atravesar cercos, “entramos en una habitación fría”, recordó. En una de las sesiones de tortura, mientras le hacían submarino, se le cayó la venda de los ojos: “Cuando me levantan, la venda mojada se me cae y rápidamente cierro los ojos y les digo ese hecho porque me habían dicho que si veía a alguien de la Fuerza, sería boleta”.
Aunque no vio la cara de sus tres torturadores porque estaban a contraluz, sí pudo ver la ventana rectangular que estaba detrás de ellos. Morello identificó esa misma ventana en uno de los edificios de la base aérea durante la visita ocular. Declaró que la mayoría de las ventanas del lugar “son verticales, no horizontales” como la que vio en 1977 e identificó la semana pasada al entrar en esa habitación en la que “casi diría que sentí el mismo frío que en aquella época”.

En el caso de Gobulin, secuestrado en 1976, el lugar que reconoció fueron los hangares. Debido a que durante su cautiverio tenía los ojos vendados y sólo podía ver el piso de cemento, el testimonio del sobreviviente se centró en los sonidos: “Cuando todo el grupo hizo la inspección, el rumor de las voces y los pasos me volvió a la misma sensación de ese entonces”.
Aunque Gobulin no pudo identificar en cuál de los tres hangares de la base aérea estuvo secuestrado, “en los tres tuve la misma sensación, seguramente eran los hangares, ningún otro lugar de la base logré reconocer como que hubiera estado allí”. Si bien el sonido fue el factor fundamental para reconocer el lugar, también destacó volver a percibir el contraste entre luz y sombra que notaba a través de la venda cuando lo hacían entrar y salir del hangar.
Las reformas en los edificios de la base no impidieron a los sobrevivientes identificarla como su lugar de cautiverio en la década de 1970. Olivieri pudo reconocer la distribución del lugar desde el ingreso: “Al pasar la barrera fue inmediato, era el mismo lugar donde había estado antes. La primera vez que entré, lo que hicieron fue dar vueltas por adentro con el auto y después dejarme ahí”. También identificó uno de los edificios en particular, que actualmente figura como “Contaduría”. “No reconocí en ningún otro edificio esa distribución de una habitación y el corredor que me llevaba al baño”. Al igual que los testimonios anteriores, Olivieri destacó algunos detalles sensoriales que la ayudaron a reconocer el sitio: “Estaba en un lugar oscuro y cuando pedía ir al baño, y era de día, me daba cuenta que pasaba por un lugar más luminoso”.
En su declaración, Altamirano afirmó haber estado secuestrado en la base “por dos o tres días”. Además, aclaró: “Nunca pudimos ver nada porque estábamos encapuchados, tabicados”. También se centró en la estructura del establecimiento: “Las veces que estuvimos en la base fuimos primero torturados en otro lado y luego fuimos llevados como a un depósito en la base. Nos sacaban de noche, así que lo poquito que yo pude captar es que había unos pabellones, que esos los vi ahora cuando fuimos a la visita, tres pabellones y uno cortito”.

El último testimonio fue el del exconscripto Walter Fey, quien estuvo en la base entre 1977 y 1978. A diferencia de los cautivos, él sí podía ver los lugares de la base debido a que estaba haciendo el Servicio Militar Obligatorio, por lo que su reconocimiento fue mucho más detallado. Al igual que Olivieri, Fey identificó el actual edificio de Contaduría, al que refiere como “Puesto A”. “Identifiqué perfectamente su distribución. He estado allí y veo que tiene una ampliación en forma de T hacia el fondo”. Son varios los espacios que reconoce el exconscripto: “Hoy hay dos pequeños baños que eran dos calabozos”. “Esa ventana daba a la habitación donde tenían los detenidos desaparecidos, que los tenían de espalda a la ventana arrodillados para que no pudieran ver el exterior”.
Fey también observó que la base tenía un movimiento constante de personas secuestradas. Vio «jóvenes esposados y tabicados a los que subían en camionetas y llevaban al fondo de la base pero nunca los vi salir». Por otro lado, señaló que el lugar más «tenebroso» de la base era el subsuelo de la Torre de Control de Vuelo. Describió el descenso por una «escalerita estrecha, media caracol, que desemboca en una sala de 4 por 5 metros, abandonada y sucia». Allí, afirmó, era el lugar donde «se torturaba a la gente que detenían».
El exconscripto afirmó que también pudo reconocer el “chalecito” de la jefatura del Escuadrón de Tropas, en donde escuchó gritos de mujer. “Un suboficial me dijo que no podía salir de mi oficina y al rato comienzo a oír gritos desgarradores y terribles de una mujer. Nunca escuché algo tan doloroso. Creo que por esa mujer estoy acá, era una mujer embarazada”. Fey cerró su declaración con un llamado a otros exconscriptos a dar sus testimonios: “Si participaron de algún operativo y pueden dar datos sobre ese operativo, no van a ser tomados como culpables, sino como testigos y son testigos fundamentales”.
La jornada concluyó fijando el 30 de septiembre como fecha de la próxima audiencia, en la que se presentarán los últimos testimonios del juicio. El fiscal Félix Crous, por su parte, adelantó que la Fiscalía ampliará la acusación en el juicio. La auxiliar fiscal, Nuria Piñol, afirmó en diálogo con ANCCOM que no es posible adelantar en qué consistirá la ampliación para no advertir a la defensa.

