El Gobierno debió responder sobre los ataques a trabajadores de prensa ante la CIDH

El Gobierno debió responder sobre los ataques a trabajadores de prensa ante la CIDH

En una audiencia solicitada por sindicatos, organismos de derechos humanos y la Carrera de Comunicación de la UBA, realizaron denuncias representantes gremiales, de la sociedad civil y los periodistas Hugo Alconada Mon, Julia Mengolini y Tomás Cuesta. Debió responder el subsecretario de Derechos Humanos, Alberto Baños, quien minimizó los hechos y señaló que solo trata de casos puntuales e individuales pero que no hay una política de hostigamiento a la prensa. El ataque a Pablo Grillo como paradigma de una política represiva.

“Ataques a trabajadores de prensa que cubren manifestaciones y protestas sociales, insultos, estigmatización, agresiones y criminalización contra periodistas -especialmente contra las mujeres-, desfinanciamiento de los medios públicos y comunitarios. Estos son golpes directos contra la libertad de expresión”, así alertaba el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) sobre las implicancias de hacer periodismo en la Argentina de hoy. Ante este context, el gobierno de Javier Milei se enfrentó en una audiencia pública ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) acerca de las restricciones a la libertad de expresión durante su gestión en la Universidad de Miami, Estados Unidos.

La audiencia fue convocada por sindicatos de prensa, la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, organizaciones de la sociedad civil y contó con los testimonios de los periodistas Julia Mengolini y Hugo Alconada Mon, junto con el reportero gráfico Tomás Cuesta, quienes sufrieron afectaciones individuales hacia su trabajo por parte del oficialismo. Mientras que las justificaciones públicas fueron presentadas por Alberto Baños, subsecretario de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia de la Nación.

Paula Moreno Román, presidenta del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), comenzó a hablar en representación de la sociedad civil y presentó datos que dan cuenta del deterioro de la libertad de expresión desde que asumió Milei: “El monitoreo de la libertad de expresión de FOPEA mostró un aumento del 53% respecto a 2023 y del 103% frente a 2022. Y en lo que va del año tenemos un récord histórico: el monitoreo tiene registrados 256 casos. Todo se resume en la elocuencia de la frase del propio presidente Milei replicada por funcionarios y seguidores: “No odiamos lo suficiente a los periodistas””. Al mismo tiempo, describió la narrativa en la que son realizados los agravios de las autoridades públicas: “Llegan a límites aberrantes, como las referencias al sometimiento sexual. Así se crea un enemigo con una retórica que deshumaniza a la víctima, al extremo de asimilarlas con especies animales o cosas ante los ojos de la audiencia”.

Posteriormente hizo uso de la palabra Francisco Rabani, dirigente del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA), quien alertó sobre el uso de las denuncias judiciales como herramienta de silenciamiento por parte del Poder Ejecutivo. Por otro lado, habló sobre el desguace hacia los medios públicos, particularmente el de la agencia de noticias y publicidad Télam y los recortes económicos hacia los medios comunitarios. Además, explicó que los trabajadores de prensa también se ven afectados por las políticas económicas de la gestión. “El resultado es un periodismo totalmente precarizado, que no cuenta con las condiciones necesarias para ejercer una profesión que es fundamental para la democracia”, expresó Rabani.

Luego le siguieron los testimonios de los periodistas y fotoperiodistas presentes, en donde cada uno destacó la particularidad de sus amedrentamientos hacia su ejercicio profesional. En primera instancia, Hugo Alconada Mon, periodista del diario La Nación, relató que había desarrollado una investigación que revelaba la existencia de un documento secreto del gobierno llamado Plan de Inteligencia Nacional, el cual entreabriría la puerta para desarrollar tareas de espionaje ilegal a políticos, opositores, economistas, movimientos sociales y periodistas. Tras su publicación, reveló que sufrió intentos de hackeos en varias de sus plataformas digitales, amenazas telefónicas y, además, que su nombre sea registrado en páginas pornográficas.

Por su parte, Julia Mengolini describió el ataque sistemático que sufrió en redes sociales digitales -encabezado por el propio presidente Milei- y el uso de la Inteligencia Artificial para crear imágenes y videos de contenido sexual sobre ella, acompañados de amenazas de violación y de muerte incluso contra su hija de 6 años. Al mismo tiempo recalcó la violencia que existe hacia las mujeres en el rubro y que esta “busca permanentemente expulsarnos del debate público».

Finalmente, Tomás Cuesta, quién fue demorado por la policía mientras estaba realizando su trabajo como reportero en una manifestación el 21 de mayo, retrató lo que significa cubrir una manifestación e indicó que “normalizamos equiparnos como si fuéramos a una zona de guerra no porque las manifestaciones sean más violentas, sino porque la policía lo es y porque en muchos casos la prensa se convirtió en un blanco”. Asimismo recordó el caso de Pablo Grillo, reportero gráfico que había sufrido un disparo de gas lacrimógeno en una manifestación el pasado 12 de marzo, el cual lo dejó en terapia intensiva durante varios meses y hasta el día de hoy continúa en rehabilitación. En este sentido, afirmó que dicho acontecimiento significó un antes y un después en su trabajo. “La posibilidad de resultar herido dejó de ser una excepción para transformarse en un escenario que consideramos muy probable. Muchos colegas ya no quieren cubrir marchas por miedo. Sin prensa libre y segura en las calles, la sociedad pierde su derecho a saber”, dijo Cuesta al respecto.

Por otro lado, Baños, en representación del Estado argentino, se manifestó en contra de dichos testimonios. Así sostuvo que el trabajo de la Comisión está orientado a examinar tendencias generales y señaló que las afectaciones individuales no se traducen en restricciones a la libertad de expresión. Además, el funcionario destacó que en la Argentina no existe restricción normativa estructural o intencional dirigida a limitar el ejercicio de la libertad de expresión o la actividad periodística. “El Estado no ha adoptado medidas regresivas ni ha modificado el marco jurídico en detrimento de ese derecho fundamental. Por el contrario, el Poder Judicial mantiene una jurisprudencia consolidada en materia de libertad de expresión, como el caso Campillay y el de Kimel”, esgrimió Baños. Por último, se posicionó a favor de la eliminación de la pauta a los medios de comunicación y subrayó que estos se encontraban mal acostumbrados a vivir de la coacción sobre el fruto del trabajo ajeno.

Tras ambas presentaciones, las organizaciones de la sociedad civil le exigieron a los miembros de la Comisión que establezca un diálogo con el Estado argentino y que monitoree la situación represiva en Argentina. Por su parte, los comisionados celebraron la voluntad de abrir estas instancias de diálogo entre ambas partes e indicaron que la libertad de expresión en Argentina es un tema al que le vienen dando especial atención y señalaron que han alertado un detrimento de la misma a través de los comunicados de prensa que han sacado y tras la audiencia realizada el año pasado sobre el derecho a la protesta.

 

El represor que tocaba la guitarra

El represor que tocaba la guitarra

El sobreviviente de la ESMA Carlos Loza declaró en la segunda jornada del juicio contra Chispa Sánchez, miembro del grupo de tareas que secuestró y asesinó a Rodolfo Walsh.

Durante la mañana del miércoles 19 de noviembre se llevó a cabo, de manera virtual, la segunda audiencia del juicio a Gonzalo “Chispa” Sánchez, acusado de ser uno los secuestradores del periodista y miliante Rodolfo Walsh durante la última dictadura, prófugo durante más de dos décadas hasta su extradición en el año 2020. La decisión de continuar el proceso sin público generó malestar entre familiares, organismos y militantes que pretendían acompañar el testimonio de Carlos Loza, uno de los sobrevivientes de la ESMA.

A sus 72 años, Loza volvió a declarar porque el Estado argentino sigue necesitando reconstruir aquellos hechos aberrantes ocurridos durante la última dictadura cívico-militar. Antes de comenzar, el fiscal general Félix Crous pidió disculpas al declarante, quien ya dio testimonio en múltiples tramos de la megacausa ESMA, la más grande de la historia judicial argentina. Sabe también que, para las víctimas, volver sobre estos recuerdos no es un acto administrativo: es un esfuerzo físico y emocional muy grande.

 

El testimonio

Se enciende la cámara de Loza y él saluda con la mirada en alto y una calma característica en su voz que mantendrá durante toda la declaración. Por otro lado, en otra de las cuadrículas de la pantalla, el rostro del genocida Gonzalo “Chispa” Sánchez mira, casi en todo momento, hacia abajo.

La tarde del 16 diciembre de 1976, mientras Loza estaba reunido con tres compañeros, un grupo de tareas los secuestró. Primero los llevaron a la Comisaría 30 de Barracas y más tarde a la ESMA. Apenas ingresaron al sótano, los golpearon, los sometieron a un simulacro de fusilamiento y los mantuvieron tirados en el piso. Dos días después los pasaron a “Capucha” en el tercer piso del ex Casino de Oficiales; así se llamaba al altillo con techo a dos aguas donde alojaban a los desaparecidos.

Luego, el 22 de diciembre los trasladaron a “Capuchita”, otro altillo, pero más chico. Allí se cruzaron con otros detenidos. Hernán Abriata, secuestrado el 30 de octubre de ese mismo año, les dijo que ellos (Loza y sus compañeros) probablemente serían liberados porque tenían “capucha blanca”. Viviana Martini y Claudio César Adur, ambos militantes y secuestrados en noviembre del mismo año, estaban allí también. El testigo recuerda con claridad la sed que les hacían pasar en ese lugar. A veces subía alguien a dejarles un sándwich (un pedazo de pan con algo que no sabían qué era), agua o un balde para hacer sus necesidades. Nada más.

Loza había logrado ubicarse temporalmente tras escuchar comentarios de los guardias en relación a la final del Campeonato Nacional de fútbol que enfrentó a Boca Juniors contra River Plate, que él sabía, iba a ocurrir el 22 de diciembre.

Además, el testigo también sumó a su declaración un testimonio que había compartido con ANCCOM en el patio de los Tribunales de Comodoro Py, luego de que finalizara la primera audiencia: a ese grupo de detenidos de la ESMA que se encontraba en el mismo lugar que él, se había sumado un hombre en muy mal estado que para identificarse gritaba: “Oficial primero, montonero, médico”. Cada vez que se quitaba la capucha lo golpeaban. En los últimos días de diciembre, Loza recuerda haber escuchado ruidos extraños: pasos, arrastres, murmullos y, después, un silencio absoluto. Los golpes de esa noche fueron tan brutales que el hombre murió. “Lo mataste”, escuchó que alguien dijo. La víctima era Jorge Mendé, militante de Montoneros y médico cordobés, ahijado de Eva Perón. Ese día, que estima fue el 28 de diciembre de 1976, fue la última vez que supieron de él.

Loza fue liberado junto a sus tres compañeros. Pero Abriata, Martini y Adur jamás volvieron a aparecer. Hoy, se hacen presentes a través de las fotografías que el testigo pide mostrar frente a la cámara, una imagen que uno de sus represores, Gonzalo “Chispa” Sanchez, no puede evitar mirar.

¿Cómo descubrió que estaba en la ESMA?

“Por los sonidos supe que estaba ahí”, explica el testigo. Los aviones que aterrizaban y despegaban en Aeroparque, el paso del Ferrocarril Belgrano, el eco de la ciudad. Y porque Abriata se lo había confirmado.

Por su parte, Adrián Krmpotic, representante de la querella de Carlos Lordkipanidse, Patricia Walsh e integrantes de la Asociación Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD), le pide al declarante que cuente lo que recuerda sobre los represores. Loza señala que en sus declaraciones anteriores, en ESMA II y III, ya había mencionado dos apodos que se repetían: “Rata” y “Chispa”. Que nunca pudo verlos porque estaba encapuchado, pero que los escuchaba hablar entre ellos. Que recién durante el pedido de extradición pudo unir ese apodo con el nombre “Gonzalo Sánchez”. En este sentido, y tal como señaló Ariel Noli en diálogo con ANCCOM, cabe destacar la importancia de que el acusado, pese a no haber declarado durante la primera audiencia, haya reconocido su apodo.

Durante la declaración, Loza recuerda una escena mínima, casi absurda si no fuera trágica: después de la muerte de Mendé subió un joven, se sentó frente al ventiluz del altillo y tocó un par de temas de rock nacional en la guitarra. Loza se pregunta si no habrá sido Sánchez, que, según detalla una investigación de Ricardo Ragendorfer para Tiempo Argentino, tocaba la guitarra en la ESMA.

Memoria, verdad y justicia

“Agradezco a los familiares y a los sobrevivientes que sostienen estos juicios. El mes que viene se cumplen 49 años de lo que pasó. El Estado está fallando”, sostiene Loza y le reclama al tribunal que los procesos se aceleren: “Es necesario saber dónde están los cuerpos; muchos sobrevivientes están muriendo y los represores también”. Lleva menos de una hora de declaraciones, pero ya fue más que suficiente.

Los días seguirán su curso hasta el miércoles 3 de diciembre a las 9:30, cuando sea la próxima audiencia. Ese día también se recuperarán testimonios que intentan abrir una puerta que la impunidad intentó cerrar. Y mientras el paso del tiempo se vuelve un enemigo más, las voces de los sobrevivientes continúan exigiendo memoria, verdad y justicia.

El tribunal que juzga los crímenes en la Mansión Seré sumó los cargos por delitos sexuales

El tribunal que juzga los crímenes en la Mansión Seré sumó los cargos por delitos sexuales

En cambio, rechazó imputar a los acusados por los delitos cometidos contra las infancias y otros familiares de los desaparecidos. Todo hace prever que no habrá sentencia este año.

Durante la audiencia 36° del juicio que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Mansión Seré y el circuito RIBA, el tribunal presidido por la jueza María Claudia Morgese Martín, junto a la jueza Silvina Mayorga y el juez Walter Benditti, comunicó su decisión unánime respecto al pedido de ampliación de la acusación solicitado por el Ministerio Público Fiscal y las querellas. En una jornada procesal breve y mayormente informativa, el fallo determinó una resolución dual que, si bien admitió la incorporación de múltiples cargos por delitos sexuales, rechazó de forma sistemática la solicitud de considerar a los niños, niñas y adolescentes como víctimas directas de los crímenes de lesa humanidad.

La solicitud de ampliación formalizada por el fiscal general Félix Crous y la fiscal auxiliar Nuria Piñol en la audiencia 33°, y posteriormente apoyada y ampliada por las querellas en la audiencia 34°, buscó incluir decenas de nuevos casos y cargos relacionados con delitos de agresión sexual y crímenes conexos cometidos contra infancias y familiares de las víctimas. Los fiscales basaron su solicitud en el Artículo 381 del Código Procesal Penal de la Nación, argumentando que si bien los hechos no eran “estrictamente novedosos, sí lo son para el debate”, ya que no habían sido tipificados de manera autónoma en la elevación a juicio.

El eje de la violencia sexual apuntaba principalmente contra los represores Ernesto Rafael Lynch y Juan Carlos Herrera. La Fiscalía argumentó que los abusos sexuales en el contexto concentracionario no eran “conductas de arranques criminales individuales de los agresores”, sino que formaban “parte del plan sistemático”. El eje de las infancias promovía el reconocimiento de niños, niñas y familiares allegados como víctimas directas de privación ilegal de la libertad y tormentos agravados. El fiscal Crous afirmó que negarles la categoría de víctima implicaría reducirlos a la “condición jurídica de cosas”. La querella de Moreno por la Memoria incluso se enfocó en el caso de Mario Valerio Agustín Bellene, imputando torturas intrauterinas.

En la audiencia 35°, las defensas de Lynch, Herrera, Leston y Zyska rechazaron la ampliación, sosteniendo que afectaría las garantías constitucionales. El abogado de Herrera, Leonardo Miño, se opuso alegando que el Artículo 381 “veda la posibilidad de introducir hechos que ya eran conocidos en la etapa de instrucción” y que aplicarlo hubiera sido “darle una segunda oportunidad a la fiscalía”.

Durante la audiencia 36° del juicio que investiga los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Mansión Seré y el circuito RIBA, el tribunal presidido por la jueza María Claudia Morgese Martín, junto a la jueza Silvina Mayorga y el juez Walter Benditti, comunicó su decisión unánime respecto al pedido de ampliación de la acusación solicitado por el Ministerio Público Fiscal y las querellas. En una jornada procesal breve y mayormente informativa, el fallo determinó una resolución dual que, si bien admitió la incorporación de múltiples cargos por delitos sexuales, rechazó de forma sistemática la solicitud de considerar a los niños, niñas y adolescentes como víctimas directas de los crímenes de lesa humanidad.

La solicitud de ampliación formalizada por el fiscal general Félix Crous y la fiscal auxiliar Nuria Piñol en la audiencia 33°, y posteriormente apoyada y ampliada por las querellas en la audiencia 34°, buscó incluir decenas de nuevos casos y cargos relacionados con delitos de agresión sexual y crímenes conexos cometidos contra infancias y familiares de las víctimas. Los fiscales basaron su solicitud en el Artículo 381 del Código Procesal Penal de la Nación, argumentando que si bien los hechos no eran “estrictamente novedosos, sí lo son para el debate”, ya que no habían sido tipificados de manera autónoma en la elevación a juicio.

El eje de la violencia sexual apuntaba principalmente contra los represores Ernesto Rafael Lynch y Juan Carlos Herrera. La Fiscalía argumentó que los abusos sexuales en el contexto concentracionario no eran “conductas de arranques criminales individuales de los agresores”, sino que formaban “parte del plan sistemático”. El eje de las infancias promovía el reconocimiento de niños, niñas y familiares allegados como víctimas directas de privación ilegal de la libertad y tormentos agravados. El fiscal Crous afirmó que negarles la categoría de víctima implicaría reducirlos a la “condición jurídica de cosas”. La querella de Moreno por la Memoria incluso se enfocó en el caso de Mario Valerio Agustín Bellene, imputando torturas intrauterinas.

En la audiencia 35°, las defensas de Lynch, Herrera, Leston y Zyska rechazaron la ampliación, sosteniendo que afectaría las garantías constitucionales. El abogado de Herrera, Leonardo Miño, se opuso alegando que el Artículo 381 “veda la posibilidad de introducir hechos que ya eran conocidos en la etapa de instrucción” y que aplicarlo hubiera sido “darle una segunda oportunidad a la fiscalía”.

Próximos pasos

Una vez comunicado el fallo, el tribunal anunció que, tras la resolución, el juicio deberá reanudarse de manera formal para los imputados con nuevos cargos. En un primer momento fue propuesta la fecha del 2 de diciembre para continuar, pero Manuel Barros, el abogado defensor de Lynch y Zyska, solicitó una “postergación de una semana más para poder preparar la defensa”. En caso de que el tribunal lo acepte, la fecha para la lectura de cargos se postergaría para el 9 de diciembre.

El fiscal Crous anticipó en la transmisión de La Retaguardia que, debido a la magnitud de la ampliación y el pedido de prórroga de la defensa, “la posibilidad de tener sentencia antes de fin de año se esfumó” e incluso es “bastante incierta la posibilidad de que tengamos alegatos durante este año”.

Acribillados en la cancha

Acribillados en la cancha

«Los fusilados de Racing» es un documental de Rodolfo Petriz que indaga sobre el asesinato de seis desaparecidos frente a las boleterías del estadio del club de Avellaneda durante la última dictadura militar por efectivos de La Bonaerense.

Se estrena el documental que reconstruye el fusilamiento y posterior desaparición de seis personas, cuatro hombres y dos mujeres, en las puertas del estadio de Racing, en Avellaneda, en durante la noche del 22 de febrero de 1977. Tras cuatro años de trabajo, el documentalista y periodista Rodolfo Petriz trata de esclarecer los sucesos de un caso que se mantuvo oculto durante cuatro décadas en documental Los fusilados de Racing. La identidad de las víctimas de esta masacre y el lugar donde se encuentran sus restos aún sigue siendo una incógnita.

“Lo único que se sabía del caso era la nota de la periodista Micaela Polak, publicada en 2017. Cuando la leí me pareció un tema interesante para seguir indagando”, dice Rodolfo Petriz, el director del documental y quien se encargó de llevar adelante la investigación, en diálogo con ANCCOM. “El documental no está pensado para que sólo lo vean los racinguistas –agrega Petriz– sino que explica cómo funcionó todo el aparato y el circuito represivo en la provincia de Buenos Aires, más precisamente en la zona de Avellaneda. Es un relato policíaco donde voy encontrando pistas que me permiten avanzar en el desarrollo de la investigación.”

Habían pasado casi cuarenta años y del caso no se sabía absolutamente nada. Corría el año 2016, y Rafael Barone fue llamado a declarar por otra causa, la Masacre de Piñeiro. En medio de su testimonio por aquel caso, en el que presenció el fusilamiento de un grupo de jóvenes ingresados a la Comisaría 2° provenientes del Centro Clandestino de Detención Puente 12 relató que días después había visto seis cadáveres que yacían abandonados en las boleterías de la cancha de Racing, sobre la calle Colón. Lo que dijo el testigo no podía quedar impune, y desencadenó en una investigación que se propuso echar luz en un caso donde no había presuntos testigos del hecho, y que velaba en los retazos de un pasado enigmático.

Barone fue la primera persona contactada por el director. Con noventa años, narra los hechos con claridad y certeza. Le contó a Petriz que después de una noche de borrachera, caminaba hacia el estadio junto a su gran amigo Omar Oreste Corbatta, una de las figuras más emblemáticas de la historia del fútbol argentino, que vivía en la pensión ubicada en el playón de la cancha. Cuando estaban por llegar, se toparon con cuerpos acribillados, brutalmente desfigurados e irreconocibles. Al otro día, ya no estaban los cuerpos, pero sí las manchas de sangre. ¿Ningún vecino había visto nada o callaron por temor?

Además de Barone, el documental se nutre de testimonios que aportan información enriquecedora al caso: el director habló con la Comisión Provincial por la Memoria, la Secretaría de Derechos Humanos de Avellaneda, con especialistas del Equipo Argentino de Antropología Forense para rastrear la posible ubicación de los cuerpos, y con muchas otras voces e instituciones que hasta hace poco habían sido pasadas por alto.

El documental abre una serie de interrogantes que intentan resolver el caso y le presenta al espectador la cartilla completa de posibles desenlaces. Una de las hipótesis trazadas por Pablo Llonto, abogado de la causa donde Petriz es el querellante, es que el modus operandi fue el mismo en ambas masacres (la de Piñeiro y la de Racing). Los secuestrados llegaban de centros clandestinos de detención y se desalojaban los calabozos de presos comunes. Allí se quedaban unas horas hasta que se hacía la madrugada, donde los ejecutaban en la vía pública. Después, los mismos policías grafiteaban la pared con pintadas peronistas para simular que se había tratado de un enfrentamiento. La justicia es la que debe determinar si el caso de Racing se inscribe en esta lógica, donde las comisarías funcionaban como depósitos transitorios de los presos políticos, al trabajar en conjunto la patota de Inteligencia del Ejército con la policía local, que coordinaba la logística.

«Lo valioso de nuestro trabajo es que la causa esté siendo investigada por el juzgado, que tomó medidas de prueba y llamó a indagatoria a varias personas”, dice Petriz.

 

Asimismo en un momento histórico donde se había corrompido el sistema democrático, muchos nombres fuertes de la política se exiliaron al fútbol, donde los clubes invitaban a sus socios a participar de las elecciones presidenciales. El director plantea y se interioriza en la posibilidad de que el lugar del fusilamiento no fue casual, sino que se trató de un mensaje a modo de advertencia del jefe de la Policía Bonaerense, Ramon Camps, dirigida al mandatario de Racing Club, en ese entonces, Horacio Rodriguez Larreta (padre), con fuertes vínculos en el Movimiento de Integración y Desarrollo presidido por Arturo Frondizi.

“Es muy difícil conseguir información certera acerca de estos crímenes. La conclusión después de tantos años de investigación, con los recursos que tengo, es que no iba a poder avanzar más –dice Petriz–. Lo valioso de nuestro trabajo es que la causa esté siendo investigada por el juzgado, que tomó medidas de prueba y llamó a indagatoria a varias personas”. Por eso el director resalta la importancia del estreno del documental, donde “quizá aparezca alguien más. Por eso hay que darle visibilidad”.

El preestreno de Los fusilados de Racing se dio en el excentro clandestino El Infierno, de Avellaneda, convertido en Espacio Municipal de la Memoria. El estreno oficial será en el Cine Gaumont el domingo 16 de noviembre, a las 20. Además, el jueves 20 de noviembre a las 18 se va a proyectar en la Ex Esma con entrada gratuita, donde asistirán el director, el periodista deportivo y autor de Los desaparecidos de Racing Julián Scher y Gladys Zalazar, hermana de otro rancingista también desaparecido.

El juicio por los crímenes en la Mansión Seré se acerca al final

El juicio por los crímenes en la Mansión Seré se acerca al final

En la audiencia de esta semana, las defensas rechazaron el pedido de la Fiscalía para que se amplíen los cargos a los imputados para que las penas contemplen los delitos sexuales y los daños ocasionados a las infancias y familiares de desaparecidos.

En la 35° jornada del juicio Mansión Seré IV y RIBA II se pronunciaron los alegatos de las defensas de los imputados en respuesta al pedido de ampliación de la acusación formalizado por el Ministerio Público Fiscal y acompañado por las querellas de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires y la Asociación Civil Moreno por la Memoria. Todas habían pedido en la audiencia anterior que también se contemplen en las penas los delitos sufridos por las infancias y familiares, así como también los crímenes de índole sexual.

Sin embargo, los defensores de los imputados -Ernesto Rafael Lynch, Juan Carlos Herrera, Julio César Leston y Juan José Zyska- se opusieron con argumentos mayormente técnicos, sosteniendo que la ampliación de la acusación afectaría las garantías constitucionales de los acusados.

Inicio del debate

Fue durante la audiencia 33° cuando comenzó formalmente el debate sobre la ampliación de los cargos, a partir de la solicitud del fiscal general Félix Crous y la fiscal auxiliar Nuria Piñol. El pedido se basó en el Artículo 381 del Código Procesal Penal de la Nación, buscando garantizar un tratamiento jurídico completo del terrorismo de Estado. Argumentaron que si bien la información se había recabado a lo largo de las audiencias anteriores y los hechos no eran «estrictamente novedosos, sí lo son para el debate,» ya que no habían sido tipificados de manera autónoma en la elevación a juicio.

La Fiscalía destacó la necesidad de investigar la violencia sexual con perspectiva de género, afirmando que “los abusos sexuales en el contexto concentracionario forman parte del plan sistemático y no de conductas de arranques criminales individuales de los agresores”. El otro eje fundamental de la ampliación fue el reconocimiento de niños, niñas y familiares allegados como víctimas directas de privación ilegal de la libertad y tormentos agravados. Negarles la categoría de víctima implicaría reducirlos a la “condición jurídica de cosas”, afirmaron.

En la audiencia siguiente, las querellas adhirieron y ampliaron el pedido fiscal. La Subsecretaría propuso reconocer como víctimas a todos aquellos que “estuvieron presentes en los operativos” y recurrió a la figura de la autoría mediata para sostener la imputación de la responsabilidad. Por su parte, Moreno por la Memoria se enfocó en el caso de torturas intrauterinas a Mario Valerio Agustín Bellene.

La respuesta de las defensas

En esta última audiencia, las defensas de los acusados expusieron sus argumentos para rechazar la ampliación. El primero en tomar la palabra fue Leonardo Miño, abogado de Juan Carlos Herrera, quien tuvo un enfoque mayormente técnico al oponerse a la ampliación alegando que no se cumplen los requisitos del Artículo 381 del Código Procesal Penal. Miño sostuvo que la ampliación no procede porque “el Artículo 381 veda la posibilidad de introducir hechos que ya eran conocidos en la etapa de instrucción. Esto es por razones muy claras, que es evitar darle una segunda oportunidad a la Fiscalía y a los acusadores cuando han omitido realizarlo en las etapas procesales pertinentes”, oponiéndose a que los fiscales tengan la oportunidad de “subsanar errores cometidos” en la etapa anterior.

El abogado también se refirió a la figura de la autoría mediata. Señaló que la aplicación de esa figura requiere verificar concretamente el elemento de la fungibilidad del ejecutor y el dominio del hecho en la organización, y que no es de “aplicación automática a toda persona que intervino en algún tipo de sistema”.

A su vez, Juan Martín Barros, abogado defensor de Ernesto Rafael Lynch y Juan José Zyska, adhirió totalmente a lo dicho por Miño pero tuvo una postura más política sobre los procedimientos en los juicios de lesa humanidad. Barros sostuvo que en este tipo de procesos se observan “muchas excepciones”, las cuales, a su entender, “van en detrimento de derechos fundamentales de los imputados”, afectando tanto las garantías procesales como las constitucionales. Además, coincidió con Miño en considerar que la ampliación es una “inclusión con forceps” porque los hechos “no son novedosos” y la Fiscalía junto con las querellas ya tenían conocimiento de los mismos.

El último en hacer uso de la palabra fue Nicolás Aguilar, abogado defensor de Julio César Leston. Como punto de partida pidió disculpas “por la demora institucional del Ministerio Público” en presentar la ampliación de forma “por demás de tardía” y adhirió a los argumentos de sus colegas. Aguilar sostuvo que la ampliación es improcedente porque no se puede torcer el debido proceso y el principio de congruencia. “Si este juicio no es justo y se altera el objeto y se prescinde de la prueba, dejamos de hacer justicia y empezamos a constituir condenas políticas”, concluyó el defensor del represor.

El Tribunal Oral en lo Criminal Federal de San Martín N° 5 dará a conocer la resolución por la ampliación de las acusaciones el 18 de noviembre. El doctor Barros adelantó que, en esa misma fecha, sus defendidos, Lynch y Zyska, “están dispuestos a ampliar la declaración indagatoria” antes de los alegatos. Una verdadera rareza dado que los represores no suelen declarar en los juicios y resguardan a rajatablas su pacto de silencio.

Desalojaron a un militante de derechos humanos

Desalojaron a un militante de derechos humanos

La Policía de la Ciudad desalojó a Alfredo Cuéllar y su familia Cuéllar. Llevaba décadas viviendo en una casa de la calle Raulet, en Parque Patricios. Pero los negocios inmobiliarios fueron más fuertes.

El pasado lunes 27 de octubre, la Policía de la Ciudad desalojó a la familia Cuéllar y a sus vecinos en Raulet 62/64/66, en Parque Patricios. Aunque la orden judicial estaba fechada para el martes 28, el operativo se adelantó, sorprendiendo a las familias y a las organizaciones sociales que preparaban una vigilia para resistir el desalojo.

Alfredo Cuéllar, padre de Florencia “La China” Cuéllar –fallecida en 2012 en una cárcel federal– se ha convertido desde entonces en un referente en la lucha por los derechos de las mujeres en las cárceles.

Desde hace más de 40 años, la familia Cuéllar habita una de las casas de la calle Raulet. Allí también viven otras familias, vecinas de toda la vida, que fueron desalojadas por orden judicial. El operativo estuvo a cargo de la Policía de la Ciudad y se desarrolló en medio de denuncias por violencia y represión.

El procedimiento, que incluyó un despliegue de “más de 70 efectivos, bastonazos y escudazos”, según relató a ANCCOM Alfredo Cuéllar, culminó con un detenido y la violación de los derechos de niños y niñas, sus nietos, que vivían en el inmueble. “El día 27, a las cuatro de la tarde, yo tenía cien policías en la cuadra. A las seis ya habían vallado todo y bajaron como setenta efectivos de un colectivo, con una brutalidad tremenda, y nos metieron adentro de mi casa a los empujones”, narró.

Alfredo Cuéllar, en su casa, momentos antes de concretarse el desalojo.

 

El inmueble se encuentra dentro del Distrito Tecnológico, una zona impulsada por el Gobierno de la Ciudad desde 2008, que ofrece beneficios impositivos a empresas del sector para promover la radicación de oficinas y startups. Sin embargo, su expansión ha generado un proceso de gentrificación debido al aumento del valor del suelo y la presión inmobiliaria sobre los inquilinos y ocupantes históricos.

Cuéllar contó que alquiló la vivienda en 1984, cuando aún vivía la propietaria original. Tras su fallecimiento, aparecieron distintos intermediarios vinculados con “el infame Francisco Ríos Seoane” (fallecido expresidente del club Deportivo Español) quienes, según denunció, intentaron apropiarse del inmueble. “Empezaron a trabajar de manera impune, bajo la sombra y con amenazas. Yo era un pibe, tendría 20 años, y no entendía nada, pero sabía que ese lugar no les correspondía”, recordó. 

Cuéllar sostuvo que el proceso judicial estuvo plagado de irregularidades. Según su testimonio, la actual propietaria, Úrsula Busset, “es la hija de una abogada que antes se presentó como representante de supuestos dueños del inmueble y luego se convirtió en titular del mismo”. Y denunció que “me terminó sacando de manera irregular porque hay un poder económico muy fuerte detrás. Busset es abogada de Karina Milei y asesora de Diana Mondino”.

La orden de desalojo fue emitida por el Juzgado en lo Civil 35 a cargo de Ramiro Güiraldes, quien aceptó el título de propiedad de Busset, adquirido hace siete años, por sobre los derechos de las familias que llevan cuatro décadas viviendo allí.

Otra de las vecinas desalojadas, Roxana Salem, explicó: “A nosotros nos sacaron siendo propietarios, por una deuda hipotecaria que dejó mi papá, que era impagable, pese a que vivían tres discapacitados nos remataron igual”,

Las familias aseguraron que nunca fueron notificadas adecuadamente del proceso judicial ni se les ofrecieron alternativas de vivienda dignas. Ante la inminencia del operativo, durante el día anterior se organizó una vigilia vecinal para resistir el desalojo y exigir que las autoridades garanticen un lugar donde reubicarlos.

 

La vigilia y el operativo

Durante el día previo al desalojo, las familias que habitaban Raulet 62, 64 y 66 montaron una vigilia frente a las casas. Vecinos, organizaciones barriales y referentes de derechos humanos acompañaron la espera, sin saber con certeza a qué hora llegaría la policía, pero decididos a permanecer en el lugar.

Finalmente, la irrupción se adelantó a la hora pautada y llegó sobre la tarde del mismo lunes 27, cuando efectivos de la Policía Federal rodearon la cuadra para ejecutar el desalojo en un importante despliegue que valló la cuadra y bloqueó los accesos. Las fuerzas avanzaron para desalojar a las familias, entre gritos y empujones, y se llevaron a una persona detenida. Otras mostraron ante las pocas cámaras que había en el lugar los golpes y heridas recibidas.

“No fue un desalojo normal”, explicó Cuéllar. “Vinieron directamente a limpiar el territorio a fuerza de choque, de pelea y de brutalidad. Hubo mujeres muy golpeadas, un compañero detenido, mis nietos fueron violentados. Y ningún organismo de derechos humanos se acercó para defender a nuestros niños”.

La tensión se extendió durante varias horas. Los efectivos retiraron a los ocupantes y colocaron candados en las puertas. Desde entonces, las familias desahuciadas permanecieron a la espera de una respuesta oficial que garantizara una reubicación. 

“No tenemos garantías de nada, todo lo que te dan es una burla. Me quisieron ofrecer 120 mil pesos para alquilar. Hoy mis nietos no pueden ir al colegio porque no sabemos dónde vamos a estar viviendo”, contó Cuéllar.

En paralelo, el desalojo detonó una ola de protestas en redes y entre organizaciones sociales, que lo interpretaron como una muestra de violencia institucional y de un modelo urbano que privilegia los intereses inmobiliarios por sobre los derechos de los vecinos.

El Distrito Tecnológico fue creado por Ley en 2008, con el objetivo de radicar compañías del sector de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en una zona que abarca 200 hectáreas del barrio de Parque Patricios, y parte de Nueva Pompeya y Boedo. 

Según datos oficiales del Gobierno de la Ciudad, desde su sanción por ley, el Distrito atrajo a más de 400 empresas y generó casi 24 mil empleos directos, con alrededor de 300 mil metros cuadrados de oficinas ya construidas o reconvertidas.

Sin embargo, estudios urbanos registraron que esta reconversión trajo consigo profundos efectos de gentrificación. Entre 2009 y 2011, por ejemplo, la superficie solicitada para uso no residencial en Parque Patricios aumentó casi seis veces, mientras que la destinada a la vivienda residencial cayó hasta más de un 15% en ese mismo período.

“Para nosotros esto es una cuestión de clase”, reflexionó Cuéllar. “Ellos consideran que son una clase superior, y que nosotros no tenemos que estar en este lugar ni habitar una casa, porque creen que el lugar nuestro es la villa”. 

De ese modo, el desalojo en Raulet no es visto solo como una operación judicial aislada, sino como parte de una transformación urbana más amplia que desplaza a familias de sectores populares que hace muchos años habitan esas viviendas en nombre de un nuevo modelo urbano e inmobiliario.

Una vida de lucha

Alfredo Cuéllar, es un militante de derechos humanos especializado en la defensa de personas privadas de la libertad y víctimas de violencia institucional. “El destino me puso en un lugar en el que nunca quise estar”, contó. “A partir de lo que le pasó a mi hija me convertí en algo que nunca me imaginé, y hoy me veo con la sorpresa de que mi nombre está en los libros de la policía porque logré desarticular la cúpula del poder penitenciario. Y eso no es gratis”.

Su visibilidad pública creció luego de la muerte de su hija, el 23 de diciembre de 2012 en la Unidad IV del Penal de Mujeres de Ezeiza. La causa fue caratulada como suicidio por las autoridades penitenciarias, aunque Cuéllar y distintas organizaciones sostienen que la joven presentaba signos de golpes y que no tenía intención de quitarse la vida. Desde entonces, el caso se transformó en un símbolo de las muertes bajo custodia del Estado.

“La China” había ingresado al sistema penitenciario siendo muy joven y fue trasladada a pabellones de mayores donde, según denuncias, enfrentó hostigamiento sistemático y condiciones violentas. Su historia se transformó en un símbolo de las vulneraciones del sistema penitenciario y visibilizó las condiciones de violencia y desamparo que atraviesan muchas mujeres privadas de su libertad.

Luego de la muerte de su hija, Alfredo Cuéllar, fue víctima de múltiples amenazas y episodios de persecución por su empeño de denunciar los abusos dentro del sistema penitenciario. Desde entonces, su nombre se volvió incómodo para algunos sectores del Poder Judicial y policial.

“Por nuestra militancia empezó a salir a la luz lo que pasaba en las cárceles, y eso molestó”, recordó. “Allí violaban a las mujeres, las maltrataban, las golpeaban y las asesinaban”. Él se encargó de exponer todo eso, de ponerle nombre y cara a cada una de esas historias, y eso lo convirtió en enemigo para el sistema.

El 19 de mayo de 2019, Cuéllar fue secuestrado en las inmediaciones de Parque Patricios, en un episodio que marcó un punto de inflexión en su vida. 

“Cuando volví a la realidad estaba tirado en un descampado en Camino de Cintura, cerca de las 4 de la mañana. Esa fue la forma en que intentaron callarme”, contó. “Pero al hacerme más visible se les hizo difícil seguir amenazándome. Me hicieron daño, pero no me quebraron”.

Para él, el reciente desalojo no fue un hecho aislado, sino la continuación de una persecución que lleva más de una década.

“No tuvieron piedad. Encontraron esta oportunidad para ejecutarme, me dejaron en la lona”, reflexionó. “Pero no me van a matar, voy a seguir adelante con más fuerza porque ahora entendí cómo se maneja la justicia. El miedo lo transformé en lucha”.

Esa transformación, asegura, es la que hoy lo mantiene de pie. Después de años de dolor, pérdida y resistencia, Cuéllar afirmó que su compromiso con la militancia es también una forma de supervivencia.

“Hoy más que nunca me siento más fuerte –dijo–, porque alguien tiene que enfrentarlos. Yo sé que con la militancia puedo doblar el brazo de la justicia. Ahora entendí cómo se manejan. Voy a luchar con más fuerza porque jamás voy a permitir que el derecho que le violaron a mis nietos quede impune”.