La universidad para y reclama

La universidad para y reclama

Docentes, no docentes y estudiantes de todo el país realizaron clases públicas, semaforazos y marchas de antorchas como anticipo del paro de este jueves. A un mes de la masiva marcha, aún no hay solución para las casas de estudios.

Organizaciones estudiantiles y sindicatos docentes y no-docentes realizaron este miércoles 22 de mayo distintas acciones para visibilizar el conflicto universitario y la crisis presupuestaria. Con clases públicas y marchas de antorchas, las universidades volvieron a pisar fuerte en todo el país.

La sede Drago del Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires empezó el turno mañana con clases públicas. A un día del comienzo de 48 horas de lucha universitaria, Manuel Adorni, vocero presidencial, anunció un aumento del 270% para el funcionamiento de todas las universidades nacionales. Este número representa sólo un 10% de los gastos de las casas de estudio: el personal humano que hace a las instituciones sigue con el salario congelado. Claudio Lobo, integrante de la Universidad Nacional de San Luis y miembro del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), advierte que el gobierno nacional tuvo reuniones informales con el resto de universidades, pero que todavía el anunciado aumento del presupuesto no se oficializó.

“Sin resolución, no hay una afectación de dinero. Entonces todas las universidades que están aglutinadas en el CIN no van a tener una certeza del cumplimiento hasta que se firme”, sentenció Lobo en diálogo con ANCCOM. Además, rememoró los acuerdos previos: ”Sucedió lo mismo con el compromiso del 70% de aumento inicial anunciado en febrero que se concretó pasado marzo. El segundo aumento del otro 70% que era para mayo, aún está sin resolución. Por lo tanto, este anuncio solamente será tomado por el CIN como un acuerdo y algo concreto si en la reunión de la próxima semana se firma la resolución correspondiente”.

Mientras, en Buenos Aires, a metros de la Facultad de Filosofía y Letras, estudiantes con pecheras del centro de estudiantes y con bufandas cortaban Puan y la Avenida Pedro Goyena, en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Tucumán, jóvenes se reunían en grupos para iniciar la marcha de las antorchas. Desde el lunes, convocaron a movilizar a toda la provincia porque consideran que la educación es un derecho en sumo riesgo. Así, se acercaron organizaciones ajenas a la academia como la Asociación Civil de Trabajadores del Audiovisual de Tucumán, que quedaron atrás de la bandera azul francia de la Asociación Docentes e Investigadores de la Universidad (ADIUNT).

Al mediodía, después de las primeras clases de la mañana, estudiantes y docentes de las Facultades de Medicina y Farmacia y Bioquímica de la UBA  usaban el espacio de los semáforos para hacer visibles sus reclamos al apretado tráfico de las inmediaciones de Plaza Houssay. Lo mismo hacían docentes y no docentes de la Universidad Pedagógica Nacional en el cruce de las avenidas 9 de Julio e Independencia. 

Los docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Rosario, agrupados en COAD, llamaron a exigir aumento presupuestario para todo el país, que se detenga el recorte a los salarios y a posicionarse en contra de la Ley de Bases porque “nos oponemos a un proyecto que pretende entregar nuestra soberanía nacional, avanzar con las privatizaciones y saquear los recursos de nuestro país – declaró COAD en el comunicado-. Si el Gobierno Nacional sigue ajustando, docentes, no docentes, estudiantes y toda la comunidad vamos a seguir luchando”.

A casi un mes de la multitudinaria marcha en defensa de la universidad pública, el Ministerio de Capital Humano intentó romper la unidad universitaria acordando sólo con la Universidad de Buenos Aires el 270% de presupuesto para los gastos de funcionamiento. Violeta Finocchiaro, presidenta del Centro de Estudiantes de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, destacó: “Los estudiantes venimos encarando un gran momento de lucha. La marcha del 23 de abril fue un claro reflejo de nuestro nivel de organización, que tenemos no sólo en la Ciudad de Buenos Aires. Hoy volvemos a salir a la calle estudiantes, docentes y la sociedad toda. Nos encontramos en la marcha de las antorchas para reclamar un presupuesto para todas las universidades, por salarios docentes dignos y en contra de la Ley de Bases”. En la Facultad de Ingeniería de la UBA, se instaló una mesita por dos horas para firmar contra el DNU.

Según un informe de CONADU, por primera vez en 20 años hay salarios docentes por debajo de la línea de pobreza. “Ese 270% deja afuera la discusión salarial, que es el 90% del presupuesto. Las personas que trabajamos en la universidad, docentes y no docentes, perdimos más del 35% en nuestro poder adquisitivo salarial en los últimos cuatro meses”, concluyó Ana Arias, decana de la Facultad de Sociales UBA.

En esa línea, estudiantes, docentes y no docentes de esa facultad organizaron un “apagón y velazo por el presupuesto y salario para los trabajadores” bajo la consigna “Sin nosotrxs, la UBA no funciona”. Con el aumento de la partida, la universidad podría pagar las facturas de luz, pero no las investigaciones ni las becas estudiantiles.

Leonardo Murolo, licenciado en Comunicación Social por la Universidad de Quilmes y coordinador de la editorial de esa universidad retrata la misma situación con respecto al desfinanciamiento: “Las partidas de funcionamiento se relacionan desde comprar insumos hasta pagar los servicios y llevar adelante las demás prácticas que emprende la universidad. Queda desfinanciada la investigación, la editorial, la agencia de noticias científicas, la producción audiovisual, la producción de materiales didácticos de diferentes formatos y la extensión, que es la vinculación de la universidad con el territorio”.

“El gobierno de Milei, al igual que hace con otros sectores de trabajadores, pretende descargar todo el ajuste sobre nosotros, sobre nuestros salarios y condiciones de trabajo. Nuestras obras sociales están quebradas, tenemos miles de colegas que trabajan durante muchos años sin cobrar un peso, nuestros jubilados tienen actualización de su haber cada tres meses y la docencia preuniversitaria perdió además el refuerzo del FONID”, dijo Ileana Celotto,  secretaria general de la Asociación Gremial Docente de la Universidad de Buenos Aires (AGD UBA) en referencia al Fondo Nacional de Incentivo Docente, y sintetizó: “Sin docentes, no hay universidad ni actividades de extensión ni investigación. Por eso salimos de nuevo con estas medidas de acción directa y anunciamos, desde ahora, que si no hay solución, el segundo cuatrimestre no empezará”.

Distinto origen, un mismo derecho

Distinto origen, un mismo derecho

Ante el ataque del gobierno de Milei a las universidades públicas, la amenaza del arancel para extranjeros y la xenofobia, los estudiantes migrantes se organizan en un frente.

En junio del 2023, cuando era precandidata a presidenta de la Nación por Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich afirmó que las universidades argentinas tenían “casi la mitad de la matrícula de alumnos extranjeros”. Días más tarde, el ministro de Educación del gobierno de Alberto Fernández, Jaime Perczyk, le respondió con los números oficiales. En realidad, los estudiantes migrantes representaban el 4,1 por ciento de las carreras de grado (gratuitas) y el 10 por ciento de las de posgrado (aranceladas mayormente).

Pero la falacia se instaló. En enero pasado, impulsado por el gobierno de Javier Milei, el proyecto de Ley Ómnibus establecía, entre cientos de reformas, la posibilidad de que las universidades públicas cobren un arancel a los estudiantes extranjeros sin residencia permanente, es decir, migrantes que hayan Estado dos años en el país con residencia temporaria.

Mariana (Brasil), Karen (Colombia) y Paula (Ecuador) son parte de ese 4 por ciento. Todas dejaron su tierra natal y tuvieron la tan conocida residencia “precaria”, mientras soñaban –siguen soñando– con hacer vida en Argentina y que se les abriera una puerta que en su lugar de origen se les cerró: la de la educación pública, gratuita y de calidad. Otra cosa que las une es que forman parte del Movimiento de Migrantes CABA, iniciativa de la Unión de Juventudes por el Socialismo (UJS), que surgió a partir de encuentros de migrantes de distintas universidades y terciarios públicos, con el fin de organizarse ante los recortes presupuestarios y el posible arancelamiento.

En estas asambleas, que ya se realizaron en la Facultad de Medicina y en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, los migrantes conformaron un espacio de contención frente a discursos xenófobos que circulan y además comenzaron a tejer estrategias en defensa de la educación pública.

“Todo el tiempo está la amenaza de la deportación”, remarca Karen, colombiana.

Una de las coordinadoras de estos encuentros cuenta que, en sus testimonios, muchos compañeros migrantes coincidieron en que se los juzga porque supuestamente “estudian gratis gracias a los impuestos de los argentinos”, a lo que suele seguir la despectiva frase “volvé a tu país”.

Pero, ¿qué pasa con los impuestos de los migrantes? “Cuando venimos a la Argentina, pagamos los mismos impuestos que los argentinos. Tenemos un trabajo, muchos estudiamos, alquilamos, pagamos el IVA y otros graváamenes, tanto directos como indirectos. Es mentira que no pagamos impuestos y que no podemos acceder a los mismos derechos. Somos ciudadanos y todo lo que pasa en el Estado, nos afecta, así como afecta a los argentinos”, sostiene Mariana, estudiante de Ciencia Política de la UBA.

Mariana, Karen y Paula migraron a Argentina al inicio de su edad adulta. Las tres coinciden en que en Argentina y gracias al acceso a la educación pública, pudieron estudiar las carreras que deseaban y dedicarse a lo que las apasiona.

“En mi país (Ecuador) hay una especie de ‘educación pública y gratuita’. Lo digo entre comillas porque hay un puntaje que tienes que sacar en una serie de exámenes, y esto deja afuera a un gran número de la población, más que nada, porque los puntajes para ciertas carreras son muy altos. Si no alcanzas ese puntaje, no puedes estudiar la carrera que quieres, sino la que te alcance”, cuenta Paula, estudiante de Escenografía en la Universidad Nacional de las Artes (UNA).

«No es lo mismo que te detengan en una marcha y que seas argentino o que seas extranjero», dice Mariana.

Cada integrante del Movimiento de Migrantes CABA podría decir, sin titubear, que la educación pública argentina le cambió la vida para bien. Por lo mismo, no dudaron en reunirse para pensar una salida colectiva a la asfixia presupuestaria a las universidades y al peligro del arancelamiento que son parte del plan del Gobierno. Al igual que los miles de estudiantes argentinos, la agrupación participó el pasado 23 de abril en la Marcha Federal Universitaria.

Asimismo, se han propuesto alzar la voz en redes sociales, donde, luego de las asambleas, difunden cuáles son sus problemáticas y también derriban mitos sobre lo que es ser extranjero y estudiante en Argentina. “Es fundamental empezar a reconocerse como migrante, a compartir con otros migrantes, a discutir las reivindicaciones y a escuchar los reclamos específicos que tenemos como población, porque todo el tiempo está la amenaza de la deportación”, remarca Karen.

Mariana, por su parte, cuenta: “Tenemos nuestro frente de la UJS en la Facultad de Derecho de la UBA, con quienes nos hemos propuesto armar un curso antirrepresivo migrante, porque en las marchas están reprimiendo mucho a nuestros compañeros. No es lo mismo que te detengan en una marcha y que seas argentino o que seas extranjero, te pueden mandar a la Dirección de Migraciones, te pueden amenazar con quitarte el documento o, incluso, deportarte del país, por estar pacíficamente en una manifestación”. Hasta hace algún tiempo, el DNI de cualquier migrante incluía una leyenda roja que decía “extranjero”, como una marca que recordaba la no pertenencia al territorio.

Uno de los mitos que hay en torno a los estudiantes migrantes es que vienen a la Argentina solo con el interés de estudiar y que no quieren desarrollarse profesionalmente en el país, ni hacer vida más allá de los libros y apuntes. Lejos de estas suposiciones, la historia de Karen demuestra que esto no es siempre así.

“Está muy instalado el discurso de que venimos, les extraemos la educación y nos vamos. En la mayoría de los casos no es así. Uno también empieza a formar una vida en este país. Yo me quedé y ahora tengo una beca doctoral del CONICET”, cuenta Karen, ejemplificando con su experiencia tras haber estudiado la licenciatura de Trabajo Social y el profesorado en Teatro en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

Karen también plantea algo que pocos consideran, y es que luego de la duración de una carrera y el tiempo que conlleva, regresar al país de origen supone volver a dejar todo lo construido –ya sea académico, laboral o afectivo–, y constituye una especie de “doble migración”.

«Este pueblo no cambia de idea, pelea por la educación»

«Este pueblo no cambia de idea, pelea por la educación»

Una multitud con escasos precedentes inundó el centro porteño para cerrar la Marcha Federal Universitaria en reclamo de la actualización presupuestaria y la mejora salarial para la educación de nivel superior. Docentes, auxiliares, graduados y estudiantes se movilizaron, además, en las principales ciudades de todo el país en rechazo al ajuste educativo que propone el gobierno de Javier Milei.

El presupuesto universitario de este año es el más bajo desde que se tiene registro: se cuenta con un 72% menos de recursos con respecto al año pasado. Así, casi un millón de personas -según el Frente Gremial Universitario- llenaron las calles entre Congreso y Plaza de Mayo y miles en Córdoba, Rosario, Santiago del Estero, Mar del Plata, Jujuy, Ushuaia y Misiones, entre otras localidades, porque las universidades se quedan sin presupuesto en mayo.

Docentes, auxiliares, graduados, estudiantes y autoridades educativas de todos los niveles llamaron a un “Trenazo educativo”. Desde el mediodía, oleadas de personas ingresaban desde las terminales de Constitución y Retiro. En las estaciones, los centros de estudiantes secundarios abrían sus banderas: acá se defiende el derecho al futuro. 

“Las hermanas no se cogen y el presupuesto no se corta”, rezaba un cartel en una esquina apretada de Sáenz Peña. El gobierno nacional aumentó un 70% los gastos de funcionamiento luego del anuncio de la marcha de hoy, sin embargo no es suficiente: representa sólo el 5%. “Más del 90% de lo que el Estado destina a la Educación Superior está dirigido a salarios de quienes trabajan como docentes y no docentes en las universidades. En estos últimos meses, el salario de las trabajadoras y trabajadores ha perdido 50% respecto de la inflación”, detallaba el documento de la manifestación.

Cynthia Valladares, trabajadora social, egresada de Facultad de Ciencias Sociales UBA recordaba que la Ley Nacional 27204 responsabiliza al Estado nacional como garante indelegable de la Educación Superior, prohíbe cualquier tipo de arancelamiento y caracteriza a la educación y al conocimiento como bien público. 

“Me conmueve desde mi historia personal: no hubiera podido estudiar si no era con la universidad pública”, lagrimeó Valladares. Desde hace doce años, trabaja en la Dirección de becas de la Universidad: “Lo que estamos viviendo es tremendo. Si no hay presupuesto, no hay para becar a esos estudiantes que están en situación de vulnerabilidad socioeconómica y que no tengan la posibilidad de estudiar”.

En la universidad que gestó el Cordobazo, la Universidad de Córdoba, tuvieron que paralizar obras y arreglos para mantener becas y subsidiar el comedor para sus más de 120 mil estudiantes. En la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, debieron frenarse las obras que se estaban ejecutando en el edificio de la calle Santiago del Estero, en Constitución. Y la lista, sigue.

En medio de la movilización, a la columna del Centro de Estudiantes de Filosofía y Letras se sumaron cinco estudiantes extranjeras de Ciencias Económicas. Si se hubiera aprobado la Ley de Bases, tendrían que pagar por sus estudios.

Los institutos superiores de formación docente también se hicieron presentes. El recorte a las universidades hace peligrar todos los niveles de educación nacionales. En la mirada las caras de sus estudiantes no había bronca, sino un deseo de protección.

“A ver, a ver/ quién dirige la batuta/ les estudiantes/ o el gobierno hijo de yuta”, gritaban al cruzar las calles. Una docente de menos de 30 miraba preocupada a las motos y autos que esperaban para cruzar después de las columnas que iban hacia el Congreso. “Chicos, apuren para cruzar, dale, que se me cortó la suplencia y ya no tengo obra social”, dijo un poco en broma, un poco en serio mirando con los ojos de huevo frito.

A las 15, en la Plaza Congreso, las constituciones nacionales se movían al ritmo de “Che peluca compadre, la concha de tu madre/ Nos cagamos de hambre/ Nos mandas a la yuta/ Nos sacas el presupuesto/ Sos un hijo de puta”. Las canciones y los insultos se hilaban a través de las cuadras. “Mínimo una puteada para estos que nos quieren sacar la universidad”, decía Facundo, estudiante que está haciendo la tesis para poder terminar sus estudios y siente temblar su graduación.

Por avenida Rivadavia, cuando las veredas se distendían, una familia se fundía en un abrazo. De sus cuellos colgaban los carteles del ascenso social: “Papá – albañil”, “Mamá – ama de casa” e “Hija – profesional universitaria”. La hija ya de más de 40 años, sonreía ampliamente, pero sus ojos tenían un fuerte dejo de nostalgia y temor sobre el futuro. 

En la Plaza de Mayo el hit era «que lo traigan al gorila de Milei para que vea, que este pueblo no cambia de ideas, pelea, pelea, por la educación». De repente se interrumpe. El Himno Nacional comenzaba a sonar por los altavoces. “La educación es un derecho humano fundamental porque se impone sobre el ingrato azar de la desigualdad. Somos la universidad pública para todo el pueblo argentino”, sostuvo desde el escenario Piera Fernández, presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA).

En la columna de CONADU, la Federación de Docentes Universitarios, se poblaba de remeras con la leyenda “La universidad pública cambia vidas”. Entre ellos, una joven sostenía el cartel “¿Por qué tanto miedo de educar al pueblo?”. Sus amigas levantaban copias de la novela 1984. La distopía de Orwell se siente cada vez más cerca: “Te la venden cambiada: te dicen A, pero hacen B. Lo menos que quieren es que seamos libres”. Más cerca de Plaza de Mayo, estudiantes de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata tenían libros de historia. Las leyes se cubren de la sangre seca de los pueblos, pero ellas no quieren que la sangre sea olvidada ni derramada en vano.

“Olé, olé/ el que no salta/ votó a Milei”, cantaban con bombos desde las agrupaciones estudiantiles y los pies se levantaban masivamente hasta el cielo. Aunque, algunos movían la cabeza tímidamente y miraban hacia abajo con la culpa de haber prendido fuego la paja. “Había venido a las vigilias por el aborto: esta es mi primera movilización más política. Estudiantil también: es que la facultad nunca estuvo en riesgo”, ríe con dolor Ariana, estudiante avanzada de Arquitectura.

De cordón a cordón, la avenida de Mayo rebalsaba. Los centros de estudiantes del lado derecho y los funcionarios de cada universidad a su costado. Las diferencias que plantea el gobierno nacional entre los decanatos y el estudiantado no son tales ni tantas porque codo a codo buscan proteger su casa común. Cada tanto, entre cánticos, explotan saludos intercambiados de las distintas columnas. “Te hacen creer que tu país es una mierda para que no lo defiendas cuando lo destruyan”, sostenía un cartel negro de letras blancas.

En sintonía, el discurso en el escenario decía: “Queremos que nuestras instituciones sean el dispositivo que le permita a la Argentina desandar las desigualdades estructurales y emprender la senda del desarrollo y la soberanía. La educación nos salva y nos hace libres”. Ahora, es tarea de todos defenderla.