«Tenemos que trabajar del presente hacia atrás»

«Tenemos que trabajar del presente hacia atrás»

En el marco de un nuevo aniversario de La Noche de los Lápices, Emilce Moler, secuestrada en el operativo en que la dictadura desapareció a diez estudiantes secundarios en La Plata, participó del ciclo de entrevistas públicas“¿Qué significa ser sobreviviente?”, organizado por ANCCOM

“El tiempo todo lo cura” reza el popular refrán, y quien la ve a llegar a Emilce Moler -una de las cuatro sobrevivientes de La Noche de los Lápices-  al Foyer de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires puede tomarlo como una verdad absoluta. Café en mano, sonriente y amable, charlando con autoridades y profesores de la carrera de Comunicación Social, es la imagen de una mujer entera que hoy se dedica -de acuerdo a sus propias palabras- a tejer, mirar series, hacer gimnasia y a pensar. Profesora en Matemática por la Universidad Nacional de Mar del Plata y con un doctorado de Bioingeniería por la Universidad Nacional de Tucumán en la mochila. También es madre y abuela de tres nietas para las cuales escribió un libro contando sus memorias. Sin embargo, Moler se conmueve al instante al escuchar a Juan Ressel, su entrevistador, hacer un repaso sobre los diferentes episodios que afrontó en sus más de 60 años; mira hacia arriba, contrae su rostro para atajar las lágrimas, contempla a los más de 40 jóvenes que se reunieron a escucharla y se le quiebra la voz en varios pasajes de la conversación.

Para ella, el tiempo nada lo curó, su memoria sigue estando intacta, recuerda cada detalle, aun 48 años después, de ese día en el que un grupo de tareas del Ejército Nacional la secuestró junto a 9 compañeros -de entre 16 y 18 años-  que junto a ella reclamaban por la implementación del boleto estudiantil en La Plata y luchaban “para que no haya más pobres en mi país”, como subraya. Hasta el día de hoy, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero, Claudio de Acha, Horacio Ungaro y María Clara Ciocchini continúan desaparecidos.

Criada en el seno de una familia antiperonista, hija de un comisario y habiendo transitado su escolaridad primaria como alumna ejemplar de un colegio de monjas, Emilce conoce un nuevo mundo cuando entra a la Escuela de Bellas Artes  -repleta de “comunistas” y “drogadictos”, según le espetaba su madre- y comienza su recorrido en la militancia a espaldas de sus progenitores. Ante la pregunta de Ressel acerca de qué significaba la militancia en esos años, recuerda: “Era todo. Yo estaba dispuesta a entregar la vida. Hoy me canso de decir que a la vida no hay que entregarla, pero nosotros estábamos convencidos, sabíamos que íbamos a morir o que nos iban a meter presos. No sabíamos lo de desaparecer, eso no, la del desaparecido era una terrible nueva figura que nosotros no conocíamos y que instaló la nueva dictadura. Yo durante mucho tiempo esperé que los chicos que desaparecieron me vengan a visitar”.

Sobre el disparador del ciclo “¿Qué significa ser sobreviviente?”, organizado por ANCCOM al que fue invitada Moler, reflexiona: “Yo siempre me pregunto por qué soy sobreviviente y no desaparecida, ¿Por qué algunos somos sobrevivientes y otros exdetenidos desaparecidos? Yo no tengo la respuesta. Durante un tiempo decía que estuve presa, ni siquiera era presa política. De eso a sobreviviente de La Noche de los Lápices hubo un montón de construcciones entre medio. El ser sobreviviente no necesariamente es el hecho fáctico, es una construcción teórica de narraciones”. Luego de haber sido liberada tuvo que mudarse a Mar del Plata con su familia, que a pesar de no coincidir con su posicionamiento político siempre la protegió, en condición de libertad vigilada. “Me tocó mirar desde el balcón el Mundial de Fútbol en el 78, con toda la alegría que se vivía en esos momentos. Yo había salido hace unos días y escuchaba a todos gritando  ´los argentinos somos derechos humanos´ y yo lloraba en el balcón y me decía: ´Nunca me van a creer lo que acabo de vivir´. Y pensaba que nunca me iban a creer”.

Sobre la película La Noche de los Lápices, considera que impone una versión edulcorada de la historia, con algunos diálogos de su personaje que nunca existieron, pero que “me tenía que correr yo de mi propia historia porque era la única damnificada en este relato. Entonces sabía que si salía a hacer una ruptura de esa narración haría un daño político muy grande. Todavía estábamos en plena disputa de si habían pasado o no los secuestros, las torturas y los centros clandestinos. Por eso yo no me iba a sumar a la voz del enemigo, eso lo tenía muy claro. Y bueno, me costó años de terapia pero lo hice”. Hasta que un suceso le hizo cambiar de parecer: “Una vez vino una de mis hijas, que estaba en la escuela y dijo, ´hablaron de La Noche de los Lápices y no te nombraron´, le pregunté qué hizo y me contestó; ´nada, era un lío explicar eso´, me dijo. Ahí pensé que no podía sery tomé un poco más la historia, me la fui poniendo al hombro un poco más porque sentí, además de lo personal, que en ese relato no se entendía la militancia ni por qué había ocurrido la dictadura. Eso de que unos hombres malos vinieron y agarraron a unos chicos buenos, básicamente no sirve. Éramos militantes políticos”.

En su recorrido como sobreviviente y su lucha por los derechos humanos, Moler marca un cambio de paradigma a partir del año 2003 con la asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia de la Nación: “Le estoy agradecida porque nos sacó a las víctimas directas de ser solo una figura en blanco y negro, que hablábamos de los desaparecidos, de los centros clandestinos y de todo el horror y la tortura. Le dio la envergadura política, nos puso en colores. Y cuando hablo de colores, no es metafórica, es real. La primera marcha a la que fui, los pibes habían vuelto a la política y empecé a ver murgas, glitter, colores. Fue muy fuerte, me chocó bastante ver todo ese colorido y demás, pero nos dieron la identidad”.

Más tarde, hace un balance sobre todos sus años de lucha: “La verdad que fue un camino muy difícil y seguramente alguien que mire la foto del hoy puede tener gusto a poco. Pero para nosotros que lo recorrimos, es un montón. Porque al principio no había siquiera las listas, los nombres, las fotos de los compañeros desaparecidos, no estaba ninguna de las categorías conocidas hoy; no existían las siluetas para identificar al desaparecido, los pañuelos blancos, las consignas Nunca Más; Memoria, Verdad y Justicia; los lápices siguen escribiendo. Todas esas consignas fueron construcciones simbólicas, que hoy están, en crisis, pero están. Hay más de mil represores condenados”.

Sin embargo, no se queda con lo conquistado y trata de comprender esta nueva era: “Había todo un sustrato de silencio que no vimos, que fue cocinándose y es lo que estamos recogiendo. Por un lado, por cómo transmitimos la cuestión de memoria, verdad, justicia y la dictadura, hubo un amesetamiento. Y ya las palabras y esos simbolismos dejaron de representar lo que nos representan. Por lo tanto, un pibe que por ahí borra el Nunca Más o tacha un pañuelo no es un negacionista. Es alguien que no aprendió el valor de esos simbolismos. No les dice lo mismo. Tenemos que trabajar con eso, del presente para atrás. Hay que repensarlo todo. Es comunicacional, lo que hay que encontrar son nuevas piezas comunicacionales, nuevas estrategias”, interpela a los y las estudiantes.

 

En el final de la entrevista, ante la inquietud de una joven estudiante, Moler se permite ser optimista en cuanto al futuro, porque así su recorrido lo marca: “Yo estoy convencida que va a surgir algo nuevo, porque forma parte del proceso histórico. Estamos en el peor de los momentos porque estamos en la bisagra de algo que se va acabando y aún no está naciendo lo nuevo. Pero que va a ocurrir, va a ocurrir. No sé si lo llego a ver, pero acuérdense que va a pasar”.

 

Construir desde las ruinas

Construir desde las ruinas

La organización No tan Distintes inauguró su sello editorial y presentó el libro “Acompañar es político. Un ensayo transfeminista sobre la situación de calle” en el Centro Cultural Haroldo Conti de la ex ESMA. El trabajo busca poner en valor la militancia del cuidado y la conversación.

El Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, ubicado en el Espacio Para la Memoria (ex ESMA), fue el escenario de la presentación del libro Acompañar es político. Ensayo transfeminista sobre la situación de calle, el sábado 7 de septiembre. Bajo la pregunta: ¿Sueñan los transfeminismos con (re)construir entre las ruinas?, Florencia Montes Paez, autora del libro, Daniela Camozzi, su editora, y Natalia Ortíz Maldonado, escritora, editora de Hekht y docente de la UBA, compartieron lo que significa el libro y comprometerse con vidas que no son las suyas.

Así como el habla, la escucha, los gestos y actitudes, Ortíz Maldonado percibe a la escritura como una manera de conversar. Acompañar es político propone una conversación sumamente necesaria en el contexto nacional del avance de la ultraderecha. En tiempos de destrucción, sostiene que la conversación es la política con la que se defiende y con la que se reconstruye. Restaurar la conversación, reponer la memoria, sostener el acompañamiento como una práctica colectiva y cotidiana.

“Nos ocupamos de vidas que no son las nuestras porque esas vidas son también las nuestras. En el acto de acompañarles estamos produciendo un cobijo en la fragilidad común, en el presente. Porque en esa conversación, que es el acompañamiento, estamos restituyendo la política de la vida en común, no solo porque somos diferentes sino porque en diferencia compartimos fragilidades”, agregó Ortíz Maldonado. Montes Paez cita a Judith Butler para tomar el concepto de interdependencia, y para resaltar que para militar es indispensable consolidar una ética y efectivamente comprometerse, sobre todo reconociendo las diferencias entre todes.

“Una conservación lleva tiempo. La sensibilidad lleva tiempo. Acompañar lleva tiempo”, afirmó Ortíz Maldonado. Poner el cuerpo, vincular desde el afecto, componer un apoyo, registrar el deseo, amortiguar la violencia, respetar el proceso, sostener en el tiempo, consolidar la ética, construir un código y luchar con todes, son los diez principios del acompañamiento transfeminista, que el ensayo despliega como resultado del aprendizaje obtenido en la experiencia tanto de Florencia Montes Paez como de Daniela Camozzi, acompañantes, militantes y activistas. Es el puntapié de una nueva etapa para No tan Distintes, organización social, política y transfeminista fundada en 2011, constituida por mujeres y disidencias que están o estuvieron en situación de calle, y que busca brindar herramientas y erigir proyectos que acompañen a personas en vulnerabilidad social. Ahora estrena su propia editorial: Abduciendo ediciones con la colección Enfoques. “Para mí el libro es una especie de música nueva, en línea con muchas filosofías que hablan de la necesidad de otro ritmo para interrumpir este capitalismo atroz en el que estamos, pero también es un registro de nuestras prácticas militantes. También es una conceptualización que le puede servir a otras organizaciones”, expresó Camozzi.

“Luchar para reivindicar la dimensión acompañada e interdependiente de nuestras vidas, luchar para quedarnos juntes. Acompañar es una tarea de reparación, acompañar es nuestra forma de vivir y luchar, acompañar es político”, declaró Montes Paez. Las tres compartieron un micrófono. Turnándose, se sumergieron en lecturas pausadas frente a la escucha atenta, y conmovidas, se tomaban de las manos, en un genuino acompañamiento. “Creo que nos acompañamos en nuestra vida cotidiana, en diferentes tipos de vínculos. Lo hacés con tu pareja, lo hacés con tus amistades, lo hacés con tu familia. No es necesario pensar que el acompañamiento solo lo hacemos cuando militamos en una organización, sea feminista, sea barrial, sea sindical. Es cierto que tengo esa trayectoria, pero ahora que no estoy activando políticamente en un espacio organizado, para mí acompañar es en el cotidiano con mis afectos”, expresó Sandra Aguilar, joven que concurrió a la presentación.

Los transfeminismos sí sueñan con (re)construir entre las ruinas. Para Montes Paez estos son restos de violencia y de destrucción, entre las que se construye con el otro. “Es entre las ruinas de lo arruinado y de lo que arruinamos que construimos con nuestros compañeres. Una ruina no es un origen, son restos que habilitan una recomposición, es lo que queda tras un desastre, una violencia, un abandono o, simplemente, tras el paso irreversible del tiempo. Una ruina sobrevive al ocultamiento, la indiferencia, la erosión. Construir entre esas ruinas implica preservar los vestigios, reforzar los cimientos, inventar lo nuevo. Confiades en que, si la construcción colapsa, si tratan de derribarla, incluso si lo logran, siempre habrá compañeros dispuestes a arremangarse y sacar los escombros. Moviendo ladrillo por ladrillo, baldosa por baldosa, en algún momento volveremos a encontrarnos con la hierba que crece en medio de la piedra, con el yuyito que insiste. Esa será la señalética de la memoria que nos conecte con nuestros legados y nos impulsa a intentarlo de nuevo”, concluyó la autora, leyendo en voz alta parte del último capítulo de su libro.

 

“Muchas generaciones han luchado por un mundo mejor”

“Muchas generaciones han luchado por un mundo mejor”

En “Tiempo largo y jodido. ¿Qué quieres que te diga?”, el militante revolucionario peruano Ricardo Napurí, quien acaba de cumplir 99 años, cuenta su vida, desde su llegada a la Argentina en 1948, hasta sus encuentros con el Che Guevara y con Hugo Chávez. Un documental histórico para pensar el presente.

En 2019, el cineasta Hugo Alfredo Lescano y el periodista Carlos Rodríguez se encontraban inmersos en una investigación para un documental sobre François Chiappe, un terrorista francés que residió en Argentina en la década del sesenta. Para ello, fueron a la casa de Ricardo Napurí, de 94 años, suponiendo que él podría brindar testimonio acerca de aquel personaje y de la época.

“Ese no es mi tema”, respondió Napurí al ser consultado por el periodista. Pero, a cambio, comenzó a relatar algo que sí conocía, su historia como militante revolucionario de Praxis, el movimiento juvenil marxista fundado por el abogado e intelectual Silvio Frondizi, hermano del expresidente Arturo Frondizi, asesinado en 1974 por la Triple A.

Al escuchar la frase inicial de Napurí, Lescano dio la orden para que las cámaras no corten y sigan rodando. Sabía que se había encontrado con un personaje especial y su documental viró hacia él: “Lo que está empezando a contar este hombre es alucinante”, rememora Lescano.

Tiempo largo y jodido, ¿qué quieres que te diga?, así se tituló, finalmente, la película dirigida, guionada y producida por Lescano. “En ese momento, le hicimos una entrevista que duró más de dos horas. Al poco tiempo, cuando queremos volver para retomar este documental, ocurre la pandemia. Estuvimos hasta 2021 sin poder tener contacto directo con él. Ni bien se pudo, ese año, volvimos y retomamos el trabajo”.

Realizador, autor y docente, Lescano registró dos entrevistas al peruano Napurí, en las que este cuenta su vida, desde sus orígenes como aviador militar en su tierra natal, incluida su negativa a bombardear compatriotas civiles durante el golpe de Estado al gobierno modernizador de José Luis Bustamante y Rivero en 1948. Hijo de madre argentina, Napurí llegó a Buenos Aires expulsado por la Fuerza Aérea peruana y aquí se convirtió en uno de los discípulos de Silvio Frondizi, líder del Movimiento Izquierda Revolucionaria (MIR-Praxis).

Este mes, Napurí cumplió 99 años. En el largometraje brinda testimonio de su larga experiencia en una Latinoamérica convulsionada por revoluciones y por el surgimiento de referentes de la política regional que le permitieron tener un vínculo prematuro con eventos como las guerrillas peruanas, la Revolución Cubana, y hasta ser quien le acercó bibliografía de Trotsky al Che Guevara. El documental pone sobre la mesa conversaciones y reflexiones sobre la vida política en América latina y la circularidad y persistencias en el presente.

“Me identifico con lo que dice la película, más allá de cualquier matiz que pueda haber, es el mensaje que quiero dar a través de un hombre que vivió, que es protagonista de la historia. No es un profesor de la facultad o un historiador el que nos está contando la historia, lo está contando el propio protagonista. Y lo que él dice es comprobable y se puede corroborar”, afirma Lescano, quien realizó, junto a su equipo de producción, una investigación para recabar un sinfín de material de archivo que acredita las vivencias de Napuri, como su nexo con Frondizi, su reunión con el Che Guevara y su intervención en el programa televisivo del expresidente Hugo Chávez, Aló Presidente, el mismo día que Diego Maradona visitó esos estudios.

Resulta destacable cómo Lescano resolvió el giro del enfoque de su documental, que le dio material en crudo para más de tres horas de película –la última versión quedó en 81 minutos–, y el título de la obra. “La edición no fue fácil, porque tenía como base los dos reportajes, él hablando, y eso puede servir para un archivo, para que vaya gente y consulte quién era Ricardo Napurí. Pero como vengo del cine de ficción, me gusta también contar una historia. Entonces tomé todo lo que él había dicho y ahí recién hice el guion”, detalla Lescano, a la vez que refiere que introdujo animaciones hechas por su hijo, Juan Gabriel Lescano, editor del filme, que ayudaron a darle un respiro a la historia y al relato.

Respecto al título, Lescano aclara: “Fue toda una decisión, porque es el antitítulo comercial, es largo, y hay una pregunta. No me importa, porque me parece que es lo que quiere expresar la película: que hay un tiempo largo y que es jodido. El ‘¿Qué quieres que te diga?’ es lo que está diciendo él… Entonces no me importó”.

Antes del estreno de prensa, Napurí pudo ver la película y Lescano, al recordarlo, sonríe: “Tenía cierta ansiedad por mostrarle el documental. Traté de ser lo más objetivo posible en la narración y no desviarlo del discurso, aceptarlo y respetarlo. Él estaba muy satisfecho porque me dijo que la película lo representa, que él estaba más contento de poder dejar este legado que de ser el protagonista en el filme. Yo lo que hice fue contextualizar históricamente. La objetividad absoluta no existe, pero traté de tomar todo lo que él dijo. Es una película que pienso para la juventud. Ahí no abandoné al profesor”.

Tiempo largo y jodido ¿Qué quieres que te diga? se estrena el 29 de agosto en las salas del Espacio INCAA del Cine Gaumont, y hay expectativas de que Napurí pueda asistir al estreno. “No tengo esa cosa de que mi película tiene que gustarle a todo el mundo. Pero sí que la película genere discusión. Como dice el propio Ricardo Napurí: reflexionar, pensar y explicar determinadas cosas y saber que la historia no nace hoy con Milei y que venimos de una larga trayectoria donde muchas generaciones han luchado por un mundo mejor. Bueno, Ricardo tiene su ideología concreta y él sigue luchando”.

“Con la política de la motosierra, todo pende de un hilo”

“Con la política de la motosierra, todo pende de un hilo”

Tiktoker, y analista política, Gabriela Ivy logró construir una comunidad de más de 70 mil seguidores en sus redes. Con su toque inclusivo y crítico, comparte diariamente información y combate estoicamente a los haters, a quienes ha bautizado “liberpijis”.

“Buen día reinas, estoicas y etéreas”. Con este saludo a sus seguidoras, Gabriela Ivy comienza a difundir en historias de Instagram las noticias de la semana, que actualiza minuto a minuto. Analiza desde su lugar como estudiante de Ciencia Política las medidas anunciadas diariamente por el Gobierno, critica con su humor moderno e incorpora modismos de las nuevas generaciones. Es así como se ganó el apoyo de una comunidad que crece todas las semanas, al representar una figura que no encuentran en los medios tradicionales.

La casa de Gabriela es su set de grabación. Con sus cómics, sus plantas, sus pelucas, el escritorio en el que se sienta a grabar sus vídeos y su bola de boliche tirada en una esquina, el espacio representa un caleidoscopio. En este mano a mano con ANCCOM, comparte su proceso de transición, la incursión en redes sociales, su camino en la política y su lectura del panorama actual.

Gabriela Ivy viene del partido de San Martín, de José León Suárez. “Soy una persona que estudió y se formó en la educación pública, que se crió en ambientes hostiles, lo cual me ha ayudado hoy a lidiar con las amenazas y con los insultos en las redes sociales. Al ser una mariquita desde siempre -porque se nace marica- mi pasado también me ha preparado para enfrentar, desde distintos puntos, las situaciones que surgen en mi día a día y la violencia en redes, en la calle, la discriminación, y más en un contexto como el actual, con un gobierno de derecha y un nivel de conservadurismo LGBTodiante. Me considero una persona intensa, y esa intensidad me ayudó a construir lo que tengo y soy ahora, sobre todo al ser reactiva. Soy la clase de persona que cuando me dicen “Che, no hagas esto, no te conviene”, a mí me dan más ganas de hacerlo. Ese es mi origen, eso es lo que me mueve”. 

 

Transicionaste en un momento de desinformación, ¿se convirtió en tu primera gran herramienta para comunicar en redes?

Fue la excusa perfecta. Buscaba cómo tramitar el cambio del DNI, y no había información al respecto. Así que, en el proceso de preguntar y chocarme con paredes, decidí volcar todo esto en un material audiovisual. Así comenzó todo. Empecé con el proceso de hormonización, algo que nunca me sedujo demasiado. Primero porque estoy muy conforme con mi cuerpo, pero sí me pareció importante hacerlo porque me topé con un montón de cosas sobre el sistema médico que es bastante discriminador. Me enfrenté con los médicos y elevé denuncias al Ministerio de Salud por destrato. Todo eso lo volqué en mis redes, compartí mi propio proceso mientras lo iba navegando. De repente, iba desayunándome con las vivencias, una imagina, piensa o cree cómo será el proceso, pero termina siendo muy distinto. La transición es algo que no se termina nunca, porque todo el tiempo te estás descubriendo. Pero lo bueno de eso, cuando hacés ese clic de decir “a partir de ahora soy pirula”, es esta cuestión de que ahí te permitís hacer lo quieras. Si te da curiosidad, ya tenés el coraje de ir y hacerlo. Me hormonée un año y medio cuando dije: “No, esto no es para mí”. No es necesario hormonizarse o hacer un cambio de DNI para transicionar, yo lo hice para mojarle más la oreja al Estado, a los conservadores, a los odiadores. Exponerme así, de esta manera, también forma parte de mi proceso de transición, porque pretransición no me hubiese animado a bancarme todos los insultos que me banco ahora. Te empodera, desde otro lado tu ser mismo quiere salir cuando no puede más, por más que intentes taparlo te empezás a sentir mal, te empieza a agarrar depresión, te sentís incómoda con vos misma porque hay algo que quiere salir, que ya no puede estar más encerrado. En aquel momento, irrumpió la segunda oleada feminista, la lucha por la interrupción voluntaria del embarazo, y eso me militarizó bastante. Cuando empecé a militar el feminismo, al ver las marchas encontré un movimiento tan sólido que me ayudó a decir “vos podés transicionar, vas a tener algo que te cubra, que te contenga”. Recuerdo que después de una de las marchas, fui a un barcito al que iba siempre sola, y me senté en la barra y me di cuenta que era el momento. Al otro día fue cuando le dije a mi jefe que iba a cambiar el DNI, sin saber mi nombre.

 

 

 

 

¿Cómo encontraste tu nombre?

Quise elegir el nombre con el que hacía shows de transformismo, Luxuria. Pero hablando con mi psicólogo me di cuenta que tenía que separar la persona del artista. Siempre me llamó la atención que los Gabrieles y las Gabrielas de mi vida habían sido personas importantes. ¿Por qué no ser yo mi propia persona importante? Quiero formar parte de esos Gabrieles y Gabrielas, es más, como soy una persona trans no binaria, ‘Gaby’ no tiene una binariedad. Ivy porque me gusta DC Comics y amo a Beyoncé, uní ambas cosas. La hija de Beyoncé se llama Blue Ivy y Poison Ivy es un personaje de Batman que encima es colorada, cerró por todos lados. Me pareció perfecto, y el Ivy fue medio marketinero, lo pensé también como un branding, mi propia marca. Pensé: “De acá va a salir todo lo que siempre quise” como hacer shows, música, que la gente me salude en la calle

 

¿Cómo reaccionó tu entorno?

Hubo gente que se fue, pero muchas personas nuevas se acercaron. Al final fue positivo. Si una persona cercana y querida se aleja porque no acepta que su amiga transicione, me hizo un favor. De hecho, fue muy parecido cuando empecé a hacer el contenido de política; también mucha gente se fue por difundir este tipo de información, expresar mi opinión, hacer análisis políticos. Hablar de política fue como una salida del clóset. Soy muy estructurada, me mentalicé y me preparé para todo lo malo que iba venir cuando tomé la decisión de transicionar. Cuando transicionás, hay mucho varón que te dice confundido “cómo que no sabés lo que sos”. Al contrario, cuando transicionás ya tenés demasiado en claro qué es lo que sos. Cuando dije: “A partir de ahora soy Gabriela” fue como tener que firmar un contrato donde sé que hay una sociedad LGBTodiante, que voy a tener que enfrentar toda mi vida. Me parece más peligroso ir por la calle y que se me cruce alguien a insultarme, que pueda tener un arma o lo que sea, a que lo haga alguien en un comentario. Esas personas tienen una carencia. Hoy en redes lo veo de manera mercantilista, porque contestarle a un hater me sube el algoritmo. Eso también lo empezás a hacer cuando transicionás, el ver los beneficios dentro de todo lo malo. Es muy propio de la disidencia también.

¿Cómo decidiste dedicar tu contenido al análisis político?

Estudié Diseño de Imagen y Sonido, y quería despuntar el vicio de editar videos. Arranqué en YouTube hablando de transición. Cuando empecé a estudiar Ciencia Política decidí usar las redes como práctica. Todo lo que iba aprendiendo, lo iba contando en mi canal de YouTube, y lo que ayudó mucho a que suba este relato era tener enemigos, tener mis Némesis -gente transfóbica, y más tarde los libertarios-. Así comencé a crecer, porque hacía videos con respuestas hacia ellos, las personas odiadoras de la comunidad LGBT, al conservadurismo, al machismo. Entonces, las redes como Instagram y Tiktok me permitieron dialogar con ellos, discutir y debatir.

 

¿Cómo fue tu acercamiento a la política?

Siempre me gustó, pero yo no lo sabía, por eso hablo de una segunda transición o salida del clóset. Cuando era chica, mi familia alquilaba VHS en el videoclub, una noche alquilaron un unipersonal de un humorista que actuaba como un político dando un discurso. Mi mamá me advirtió que me iba a aburrir, pero no. Escuché todo atentamente. En el secundario y en la facultad me encontré con una forma de hacer política no seductora, con palabras difíciles, y parecía algo lejano, inaccesible. En 2018, cuando empiezo a hacer activismo, Milei ya estaba dando vueltas en la tele. Me cansé de ver gente en la política, que no sabía de política, me harté de los burros políticos. Dije: “Yo quiero saber de política para ser una persona que esté en la esfera y sepa de política”. Y así me inscribí en Ciencia Política, Siempre eligiendo la educación pública.

 

¿Cuándo empezaste a analizar el fenómeno libertario?

A los libertarios los empiezo a seguir en 2018, me parecía muy extraño el fenómeno que sucedía en redes. Por ejemplo, aparecía Milei cantando Leonardo Favio y había muchos perfiles con la serpiente y el limón comentando. Había mucha gente que conocía y apoyaba a este personaje caricaturesco, que supo conformarse un fandom. Trabajo en sistemas, me encargo de la consultoría de un software administrativo contable, y tengo un jefe liberal, así que me llegaba mucha información de la línea de pensamiento de los liberales a través de él. Dije “esto es un tema de tesis”, y empecé a indagar y a sumergirme en el mundo de este fenómeno. Me llamaba la atención su ideario, que después, estudiando, me di cuenta que el liberalismo es otra cosa, totalmente distinto a lo que promueven ellos. Nunca más me quedé sin material, se puede seguir escarbando siempre. Es seductora la lógica anticasta. Hay mucho dinosaurio en la política, y está también el tema del nepotismo. De joven ya escuchaba los mismos apellidos que ahora, Menem, Bullrich, Caputo. Los militantes deberían sentirse traicionados, al fin y al cabo, su partido disruptivo se juntó con los mismos de siempre. Se necesita gente joven en la política, de cualquier bando, pero con ideas frescas. Algo que reconozco, que es admirable por lo llamativo, es la fidelidad que le tienen los libertarios a Milei. Hoy trabaja codo a codo con Caputo, a quien denostaba en 2018. Se alió con Patricia Bullrich, a quien insultó de todas las formas posibles. Si Javier Milei sale disfrazado de dinosaurio a la calle, sus militantes lo van a seguir. Yo, con mis ideales políticos, no pongo las manos en el fuego por nadie, soy muy crítica. Espero que esto sea una fase característica de la juventud, que estos chicos de grandes se rían de lo que apoyaron. Es muy propio de la adolescencia eso, seguir algo o alguien y de grande darse cuenta que no era por ahí. Lo que da lástima es que en este caso estuvo el país en juego, no era si apoyar o no a Taylor Swift, que podés dejar de escuchar su música o descolgar el poster de la pared. Es distinto, apoyaron un proyecto del que no nos podemos desligar o desprender.

Cuando yo era adolescente, la rebeldía era tener sexo prematrimonial o con alguien de tu mismo género. Hoy, ser rebelde es ser como tus abuelos, es volver a esa línea de pensamiento conservadora, retomar los valores de la familia tradicional o al varón gritando.

Gabriela Ivy

¿Cuál es tu público principal?

Mi contenido “explotó” antes de las PASO de 2023, cuando todo el mundo quería hablar de política. Hace un tiempo, contraté a una community manager porque quería crecer en Instagram, y me preguntó a qué público quería llegar. Yo pensé, al tener 42 años, seguro voy a atraer gente de treinta y pico nada más. Y me sorprendí cuando fui a la Marcha del Orgullo, me saludaban adolescentes, personas de 18 y 20 que me seguían en TikTok. Al buscar mis estadísticas, vi que el público que más me mira son personas entre 18 y 25 años. Fue muy llamativo, porque se piensa que la juventud de ahora es toda antipolitica o libertaria y no, hay una contracara.

 

¿Por qué crees estos discursos calaron en una gran parte de la juventud?

Mi teoría es que, a partir del avance del feminismo y progresismo en los últimos años, con todas las conquistas de derechos, hubo una resistencia por parte de las masculinidades que pensaban que iban a perder sus privilegios, y así nace la figura rebelde de Milei y adquiere poder. Cuando yo era adolescente, la rebeldía era tener sexo prematrimonial o con alguien de tu mismo género. Hoy, ser rebelde es ser como tus abuelos, es volver a esa línea de pensamiento conservadora, retomar los valores de la familia tradicional, el varón gritando, todo eso. Venden ideas liberales, sin ser liberales. A una persona liberal no le tendría que molestar que yo sea una persona trans. Estos son conservadores, como Agustín Laje y Victoria Villarruel, que escriben libros discriminando a nuestra comunidad, propagando discursos negacionistas y en contra de la educación sexual integral. Es puro conservadurismo, no parten de nada liberal, y así nacen los discursos de odio.

 

¿Los derechos conquistados en el último tiempo están en peligro?

Sí, esto es algo histórico. Lo vengo viviendo desde que soy chica. Los derechos no están tallados en piedra. Siempre en la Marcha del Orgullo está el gay con privilegios que pregunta: “¿Para qué marchamos? Si ya tenemos derechos”. Se piensan que porque ellos se pueden casar entonces no hay más derechos por conquistar. Todo el tiempo estamos en riesgo de que nos quiten derechos, es más, a veces los conquistamos y después no se cumplen. Ahora, con la política de la motosierra, todo pende de un hilo. Muchas políticas para la protección de mujeres y la comunidad LGBT dependen del Estado, con el recorte y ajuste de éste, y la línea que proponen ellos totalmente en contra de la comunidad, todo corre peligro.

 

¿Qué responsabilidad sentís que tenés dentro de tu comunidad y plataforma?

Mi rol es ser un canal. No busco ser referente, si lo soy, bienvenido sea. Pero yo soy un canal, soy la abuela chusma en la ventana. Recibo información y la paso, la comunico en redes. Combato el desconocimiento, la desinformación. Creo fuertemente que son las razones por las cuales ganó el actual Gobierno, por el desconocimiento de la gente. Recién ahora me está cayendo la ficha del impacto que tengo, acorde a las reacciones de la gente. Que vengan a entrevistarme, o que me llamen de tal lugar, o que de repente me siga Nancy Dupláa, lo noto en cosas empíricas. Al final del día no sé quién está del otro lado, por eso me gusta ir a las marchas y conversar con la gente, quiero ver qué piensa. Hace poco recibí un comentario que decía: “No estoy de acuerdo con nada de lo que decís, pero me encanta tu forma de comunicar”. Esa es la fuerza de las redes. Estas herramientas generan resultados, como la victoria de Javier Milei, con una muy fuerte campaña en redes.

 

¿Qué rol deberían tener los nuevos comunicadores en los medios tradicionales y en las plataformas digitales?

Lo tienen que bajar al vulgo, es importante que a cualquiera le llegue la información. Considero que es ahí donde hago el foco cuando explico algo, y es cuando justamente tengo mayor devolución de los usuarios. La gente me dice: “Lo dijiste vos, y así lo entiendo”. Si hablo de las Leliqs, lo voy a terminar complejizando, entonces lo explico con peras y manzanas y con un caso fijo. Falta eso, accesibilizar la información. Yo doy capacitaciones acerca de sistemas, y siempre hago de cuenta que estoy en un jardín de infantes, no por subestimar a la persona que está recibiendo la capacitación, sino porque le tengo que llegar a la persona que es ingeniera, contadora, y a todo el mundo. Y como todo el mundo, o la gran mayoría, hizo jardín de infantes, parto desde esa premisa. Como estudié Diseño de Imagen y Sonido, también parto desde lo gráfico. Y desde lo comunicacional, falta eso, ese rol inclusivo.

 

¿A qué aspiras ahora?

Sé que me voy a aburrir creando contenido, me aburro muy fácil de todo. Quiero ser diputada. Quiero incorporarme en la política, y ser decente, producto de las redes sociales. Mis redes son mi currículum.

 

¿Cómo sobrellevas el odio?

Hoy son todos trolls o bots repitiendo las mismas palabras, y me aburrieron. Leo tres comentarios y lo dejo. No tengo tiempo para dedicarles, aparte de trabajar, me llaman para entrevistas y reuniones constantemente. Por eso ahora tengo un equipo que trabaja en mis redes, sumado a la cantidad de odio y amenazas. Me aburre que no tengan argumentos inteligentes. Si alguien me dice “se te trava el video”, ¿qué video puedo hacer? Que le pueda llegar a otra persona, que le pueda hacer conocer cosas de la comunidad LGBT. No vale la pena, no tienen fundamentos.

 

¿En algún momento te propusiste parar?

Una única vez. Yo hacía contenido para Youtube, con muchos menos seguidores, y cuando arranqué en TikTok, y las visualizaciones comenzaron a ser más masivas, empecé a recibir mucha crítica. Ahí sí me hizo daño, y dejé pasar cuatro meses. Después entendí que, si quería hacer llegar mi información, también iba a llegar a gente mala. A su vez, esto significaba recibir un caudal más grande de odio. Me mentalicé: “Si se revuelve el río, por algo es, algo estoy provocando”. Si te denuncian un video informando, es porque algo molesta, algo les jode, y eso me parece un buen motivo para seguir creando.

 

A nueve meses del Gobierno de Javier Milei, ¿cuál es tu lectura?

Está decantando todo lo que se sabía que iba a suceder. Tengo videos del año pasado anticipando lo que iba suceder que posteo porque efectivamente así sucedió. En marzo del año pasado, subí un video presagiando el cierre de las universidades públicas.

Desde el momento que una persona dice “no fueron 30,000 desaparecidos” y la gente lo vota igual, si una persona se anima a ser tan facho de decir eso, imagínate lo que viene después. Se vienen cosas peores. Ese peor escenario, está pasando. Este muñeco sigue viajando a conocer a Zuckerberg, mientras acá se están cocinando todo. Pero como dijo Cristina en su momento, hay que dejarlo, porque son tan improvisados, tan nuevos, tan desfachatados, que todo va saliendo. El problema está en que son políticas que matan. Va a haber momentos difíciles, aquí se van a establecer las piezas fundamentales de lo que va a venir para el futuro de la política. El peronismo, en contraposición, también se tiene que replantear muchas cosas. Todavía se siguen peleando entre ellos. Yo creo que ahora es el momento fundamental para que empiecen a salir los nuevos cuadros políticos personas jóvenes, frescas, diversas

Memorias de la marea verde

Memorias de la marea verde

Este lunes se proyecta «Pibas Superpoderosas», el documental que registra la militancia de las estudiantes del Carlos Pellegrini en el auge de la última ola feminista. ¿Cómo ven aquellos días su directora y la protagonista cuatro años después?

El documental Pibas Superpoderosas (2023) de Leonora Kievsky será proyectado en el Cine Gaumont el próximo lunes 11 de marzo a las 20, como parte de la Semana de la Mujer en el Cine organizada por ese espacio, y contará con la presencia de sus realizadores y protagonistas. La película se enfoca en tres alumnas del Carlos Pellegrini que transitan sus últimos meses de la secundaria durante el estallido de la ola feminista de la última década. Además, la película será proyectada en El Cairo Cine Público en Rosario, Santa Fé el 8, 16 y 22 de marzo como parte del Ciclo Foco Documental.

La transición de la adolescencia a la adultez es un momento único y complejo en la vida de cualquier persona que puede ser particularmente afectado por el contexto político en el que sucede. El camino a la independencia en un mundo con serios problemas ha sido, en el último siglo, el motor detrás de movimientos estudiantiles destacados en la historia del activismo por los derechos humanos. En la marea feminista argentina del 2018 y 2019 participan mujeres de todas las generaciones, pero hay una militancia marcada por parte de mujeres de las genereaciones más jóvenes; aquellas que aún están en la secundaria, están por egresar o están dando sus primeros pasos fuera de ella.

En este contexto, Pibas Superpoderosas propone una mirada íntima a las vidas de tres estudiantes de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, las cuales toman la iniciativa y accionan para generar cambios tanto en el mundo de su secundaria como en la sociedad argentina en general. Milena es alumna consejera, Ana es la presidenta del centro de estudiantes y Lorena es artista performática y produce el programa de radio de la escuela; posiciones desde las que demuestran que no es necesario ser adulto para ser parte del progreso.

Sin embargo, el documental fue estrenado cuatro años después de que finalice su rodaje en un contexto de militancia feminista muy diferente y con protagonistas que habían dejado la secundaria hace varios años. “Lore, que es otra de las protagonistas, dice que para ella el documental es como una cápsula del tiempo”, expresa Ana “Es muy acertado ese concepto, la peli te lleva directo a ese momento y te trae un aire de esperanza de saber que ese fuego militante estuvo y va a volver a estar, estas cosas nos ayudan a volver a armarnos”. Por su parte, Kievsky dice que “cuando grabamos la película y después vino una pandemia que no esperábamos nos marcó un antes y un después muy fuerte para todos y fue muy raro, sobre todo, para las protagonistas”. Y agrega: “Cuando filmamos la película nunca nos imaginamos estrenar en un contexto político como fue el año pasado, y si bien fue algo que nos sorprendió, también funcionó como un espacio de encuentro y de reflexión interesante”.

En ese aspecto, Kievsky y Ana también se expresan sobre la importancia actual de proyectar la película en una fecha cercana al Día Internacional de la Mujer y en el Gaumont: “Es una función muy especial por todo lo que implica el 8M en este contexto y con todo lo que venimos a reivindicar en relación al arte, a la cultura, el cine, la posibilidad de seguir contando nuestras propias historias”. Ana agrega: “No es menor que sea una función en el Gaumont, cuando se habla de que lo pueden cerrar, así como cierran el INADI y Télam, espacios de encuentro, cultura y de aprendizaje. Para mí es uno de los espacios más especiales que tiene la Ciudad de Buenos Aires para la cultura.”

Ana expresa que cree que el documental “llega tanto a los adultos como a los adolescentes, observa cómo un adolescente vive ese momento en el cual tiene que tomar decisiones sobre el resto de tu vida y estás saliendo de un espacio que te acompañó durante cinco años. Yo, particularmente, y lo digo en el documental, estaba en duda de si iba a poder seguir militando, no tenía idea de lo que iba a estudiar; ahora estudio actuación y milito desde ahí, milito la cultura y milito desde la cultura todos los derechos que hay por conquistar”. Respecto a la vida de las otras dos protagonistas, Ana cuenta que “Mile, que dudaba de estudiar derecho porque pensaba que se iba a encontrar con mucha gente conservadora, está ahí dando esa batalla, finalmente se animó. Lore sigue siendo una artista, sigue haciendo arte performativo y tiene una banda de reguetón, La Chismoteca, con algunas de las chicas que también están en el documental”.

Respecto a los orígenes del documental, Kievski dice que se preguntaba qué movilizaba a las nuevas generaciones, ya que ella fue parte de la generación que comenzó la adultez con el fin de la dictadura. “Me interesaba el universo del Pelle porque siempre fue un colegio que estuvo muy atravesado por la participación estudiantil y por las cosas que pasan en el país y porque la comunidad del Pelle está muy interpelada por la escena pública, entonces me pareció interesante poner la mirada ahí” expresa.

La propuesta de Kievski ganó el Premio Fomento a la TV y otros Medios del Programa de Incubadora de Documentales del INCAA, pero su idea original era un tanto diferente y la temática final surgió durante el proceso, filmando e investigando al mismo tiempo: “Fue ahí cuando me di cuenta de cómo el feminismo estaba interpelando a las y los jóvenes, entonces decidí acompañar esto con mi película. A partir de eso hice una reconfiguración del documental, al año siguiente me interesaba contar esa participación a través de tres maneras distintas de habitar la escuela”.

Sobre cómo seleccionó a las tres protagonistas, Kievsky cuenta: “Le propuse a Ana ser una de las protagonistas porque era la presidenta del centro de estudiantes y por todas las preguntas que ella se estaba haciendo. A Lore también, porque la había visto hacer performance en la escuela, poniendo el cuerpo desde esa participación no tan tradicional, y también porque participaba en la radio, un medio de expresión de los jóvenes. Y a Milena porque era consejera estudiantil y me interesaba contar cómo los jóvenes en esta escuela pueden modificar la realidad a partir de presentar proyectos, poder ir charlando, concertando y discutiendo con los alumnos, con los docentes y con las autoridades”.

Al ser un documental de observación, Kievsky y su equipo debieron estar presentes en la escuela varias jornadas, grabando por horas y horas, para después cortar lo grabado a menos de una hora y media que contenga una historia y un arco narrativo. Aunque esto haya presentado un gran desafío, la directora cuenta que también “se dio un lazo muy lindo, de mucha confianza, con todas las protagonistas y los alumnos de la escuela” y que “para mí era hermoso poder estar ahí, compartir eso con ellas fue un proceso muy transformador para mí y estoy agradecida de que ellas me abrieran la puerta”.