Voto a voto

Voto a voto

El gobierno nacional envió el lunes pasado al Congreso de la Nación el proyecto de ley conocido como “Emergencia Covid”, que busca crear parámetros epidemiológicos y definir las facultades de las diferentes jurisdicciones para establecer restricciones sanitarias. La iniciativa del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) ingresó por la Cámara de Senadores, donde el oficialismo tiene mayoría propia, y espera ser aprobada antes del 21 de mayo, cuando vencen las actuales medidas decididas al comienzo del mes. 

La estrategia será avanzar en los consensos necesarios, de acuerdo a la postura que cada jurisdicción mostró en las últimas reuniones de los Consejos Federales de Salud y de Educación, en las cuales la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Mendoza quedaron aisladas defendiendo la presencialidad en las escuelas y rechazando las cuatro etapas de riesgo propuestas. La especulación pasa por el apoyo de los oficialismos provinciales del Frente De Todos, sumado a los mandatarios radicales de Jujuy y Corrientes. 

El proyecto define los parámetros de situación epidemiológica según la cantidad de casos cada cien mil habitantes: bajo riesgo (50 a 150 casos); mediano riesgo (150-200); alto riesgo (250-500); y Alarma Epidemiológica Sanitaria (más de 500 y 80% de ocupación de unidades de cuidado intensivo-UTI), única instancia en que se suspende la presencialidad escolar. Además, avala la disposición de restricciones de acuerdo a la gravedad de cada lugar y aclara que las decisiones del PEN serán de “forma razonable y proporcionada”, previa consulta con la jurisdicción correspondiente. También brinda potestades a la Jefatura de Gabinete para ampliar o reducir la circulación nocturna, la virtualidad en empleos públicos y las limitaciones sobre el transporte, mientras que las provincias continuarán ejerciendo las facultades concurrentes de control y fiscalización.

La iniciativa sigue las variables ya establecidas en el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 287/2021, que se encuentra vigente y dentro del marco normativo actual. Las etapas se definen por tres criterios principales, que son la incidencia y la velocidad de los contagios y la ocupación de camas de terapia intensiva. En diálogo con ANCCOM, Arnaldo Dubin, jefe de Terapia Intensiva del Hospital Sanatorio Otamendi y miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), analiza que “frente a una situación epidemiológica que no ha mejorado lo suficiente y frente a la discrecionalidad que hay” se impone un instrumento que “pone pautas objetivas para la implementación” de medidas sanitarias. “Es importante definir taxativamente que estamos en un contexto de colapso” en el cual la “intubación fuera de UTI es un determinante independiente de mortalidad”, completa Dubin.   

Primera parada: Senado

El martes, al día siguiente de la presentación del proyecto por parte del oficialismo, se realizó  el plenario de las comisiones de Asuntos Constitucionales y de Salud de la Cámara Alta. María de los Ángeles Sacnun, senadora por Rosario y presidenta de la comisión de Asuntos Constitucionales que condujo el plenario, indicó a ANCCOM que el proyecto “se funda en las facultades que otorga la Constitución Nacional (CN) en los Artículos 41 y 42 y en los pactos internacionales a los que se comprometió el país”. Además, agrega que “se basa en datos objetivos y la previa consulta sostiene el federalismo”, en línea con lo que apuntó la Corte Suprema de Justicia de la Nación en su fallo sobre las clases presenciales.

La iniciativa, que no tuvo modificaciones, obtuvo dictamen favorable para ser tratada durante esta semana. Si bien el oficialismo cuenta con mayoría propia, resaltó la postura de Alberto Weretilneck, senador de Juntos Somos Río Negro y usual aliado, que adelantó su rechazo al sostener que la ley es “en respuesta al fallo de la Corte”. Está la posibilidad de que se apruebe con ciertos cambios para llegar con más apoyo a la Cámara Baja. 

El rechazo de Juntos por el Cambio fue total y Humberto Schiavoni, senador por Misiones, expresó que “hay absoluta unanimidad dentro de la alianza en el tema”. El problema pasa por lo que entiende el oficialismo y toda la oposición por federalismo de concertación, en relación al acuerdo que debe haber entre Nación y cada provincia. Para Schiavoni, si la consulta “no es vinculante entonces es inconstitucional”, por lo que consideró que, de nuevo, se “entrará en un conflicto de poderes”.   

Acuerdo o judicialización 

Al igual que en la postergación de las PASO, el centro de atención está puesto en la Cámara de Diputados en la que el oficialismo depende del consenso con otros bloques para lograr su aprobación, sobre todo por el acelerado tratamiento que busca darle. En Juntos por el Cambio ya habían anticipado su rechazo y advirtieron que intenta otorgarle “superpoderes” a Alberto Fernández. Vilma Ibarra, secretaria Legal y Técnica que se ocupó de la revisión de los fundamentos, lamentó la calificación y afirmó que el objetivo es “dejar atrás la herramienta del DNU y pasar a una ley como marco, donde el Presidente sólo pueda intervenir después de que una Gobernación haya adoptado medidas y chequeado su resultado”. Por su parte, Cecilia Moreau, vicepresidenta del Frente De Todos en la Cámara Baja, puntualizó que los criterios “no deben estar atados a la subjetividad y al uso político”. Sostuvo que “no toda la oposición es la misma” y que “una parte comprende la situación”. 

Luego de su aprobación en Senadores, el proyecto será girado a las mismas dos comisiones de Diputados y, de esa manera, la fuerza oficialista entrará en una disputa voto a voto para llegar al quórum de 129 voluntades. Los principales cuestionamientos pasan por el consenso necesario con los gobernadores, los límites a la delegación de facultades y una temporalidad determinada. En el texto se establece que las medidas se revisen a los 21 días y establece su propia vigencia hasta el 31 de diciembre, de acuerdo a lo establecido por los decretos 260/20 y 167/21. Mario Negri, presidente del interbloque de Juntos por el Cambio y del bloque radical, criticó que “puede durar hasta que termine la pandemia”, cuando el artículo 76 de la Constitución Nacional “exige que toda delegación tenga plazo fijado para su ejercicio”, mientras “el Ejecutivo viene decidiendo por DNU la duración de la emergencia sanitaria”. 

A pocos días del vencimiento del DNU, acuerdan nuevas restricciones para el AMBA.

Negri considera que se “pretende actuar como si fuéramos un país unitario” y que los gobernadores, según establece el artículo 128 de la Constitución son “agentes naturales facultados para velar por su cumplimiento de la Carta Magna”. Juan Manuel López, que lidera a la Coalición Cívica, advierte que el Congreso “no puede delegar facultades que no le pertenecen” y su par del PRO, Cristian Ritondo, evalúa que “el presidente ya tiene bastante poder y se ha extralimitado”. De esta manera, los votos deberán ser buscados en el resto de las bancadas. 

El poroteo

El interbloque Unidad Federal para el Desarrollo, encabezado por José Luis Ramón, pretende más claridad en los plazos y la terminología, cuestiones que ya fueron comunicadas. Si se resuelven, acompañaría la iniciativa y podría sumarse el apoyo de Beatriz Ávila, del Partido por la Justicia Social de Tucumán. El interbloque Federal, presidido por Eduardo Bucca, continúa mostrando una postura heterogénea. Alejandro Rodríguez, y los otros dos legisladores identificados con Roberto Lavagna, adelantaron que rechazarán la medida. A Carlos Gutiérrez, de Córdoba Federal, le parece que el sentido es “sólo contradecir a la Corte” y también se mostró en contra. Por el lado del Socialismo, Enrique Estévez considera que, además del consenso y las limitaciones, “debe haber más elementos científicos”. Las mismas inquietudes son compartidas por el bloque Justicialista y el Frente Progresista Cívico y Social, que podrían contribuir con tres votos.

El oficialismo le estará prestando atención a los legisladores de aquellas provincias que lo acompañaron en los Consejos Federales, en especial a quienes representan a Jujuy y a Corrientes, y al diputado Luis Di Giacomo, que responde al senador Weretilneck. A él se suman las dos bancas del bloque Acción Federal, que conduce el riojano Felipe Álvarez, y el monobloque del Movimiento Popular Neuquino en manos de Alma Sapag. 

Por último, restará saber que harán los dos representantes de la izquierda trotskista: Juan Carlos Giordano, de Izquierda Socialista, y Nicolás del Caño, del Partido de los Trabajadores Socialistas. El primero piensa que “no propone ninguna medida para cuidar la vida de los trabajadores” y que “cambia los parámetros de la Sociedad Argentina de Pediatría para suspender la presencialidad escolar”. El segundo deslizó que, si bien “el semáforo epidemiológico se puede considerar”, su partido “rechazó históricamente” los “superpoderes”. Otra vez, el tiempo le juega contrarreloj al Gobierno Nacional y la posibilidad de consensos disminuye, cuando todo debe resolverse en una semana o Alberto Fernández tendrá que apelar a la extensión de las actuales restricciones sanitarias. 

 

Un año sin Ramona y la Villa 31 sigue sin agua potable

Un año sin Ramona y la Villa 31 sigue sin agua potable

A un año del fallecimiento de Ramona Medina, referente popular de La Poderosa en la Villa 31, la desidia de las políticas públicas en CABA mantienen como una postal las mismas problemáticas por las que ella “gritó y zapateó” hasta el último día.

“Esta sociedad, políticamente hablando, pretende que uno sea más débil de lo que ya es”, aseguraba en un video Ramona Medina, referente popular de La Poderosa en la Villa 31, y continuaba: “Yo no estoy pidiendo más de lo que corresponde. A veces no me gusta ponerme mal, gritar o zapatear por un derecho pero siento que no está de más hacerlo cuando el derecho lo requiere”.

Un año atrás, tras exigir durante 12 días -o más bien durante años- el acceso al agua en el barrio y en su casa, la referente popular perdió la batalla contra el covid 19 y, fundamentalmente, contra la desidia. Mujer de autóctona sabiduría y arraigadas convicciones, a pesar de que poco y nada ha cambiado, sus luchas siguen resonando en las gargantas de los que hoy continúan peleando.

En una de las callecitas de la villa, el rostro de “Ramo” aparece imponente sobre un paredón recientemente pintado, a metros de donde supo estar su casa, pero donde ahora sólo queda un cúmulo de escombros. Y como su casa, cientos de hogares más, que tras la relocalización fueron tirados abajo y cuyos restos el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dejó a la buena voluntad de quien lo quiera juntar.

“La verdad, mucha urbanización no hay. La manzana donde vivía Ramona está totalmente llena de escombros, destruida, con ratas, llenas de cosas y basura. Eso hace que se estanque mucho el agua cuando llueve”, relató Pamela Andrade, referente en La Casa de las Mujeres y las Disidencias ‘Ramona Medina’, espacio en el que Medina atendía una posta de salud. “En esa manzana siguen viviendo familias que tienen que convivir con la preocupación por no contagiarse del covid ni de ninguna otra enfermedad ocasionada por esas condiciones”, añadió la joven referente.

«La manzana donde vivía Ramona está totalmente llena de escombros, con ratas y basura», dice Andrade.

Así como la pintoresca fachada de la Villa 31 intenta maquillar, para turistas y recién llegados, la miseria planificada que hay detrás, el marketing que infla a un proyecto de urbanización irrisorio, oculta las condiciones en que quedaron quienes ahí aún residen. “Todavía el Gobierno no se ocupó de limpiar todo ese sector que derrumbaron. Alrededor hay muchos chicos, mucha gente mayor y esto, en pandemia y con el dengue, es un problema que perjudica la salud. Necesitamos que eso se limpie”, manifestó Alicia Casimiro, referente del comedor ‘Gustavo Cortiñas’, del cual era parte Medina.

Un vasito de agua, por favor

“El agua es indispensable para cualquier la familia y muy claro lo dejó Ramona que vivió 12 días sin ella y por eso falleció, porque el gobierno y los representantes que tendrían que haberla  garantizado en plena pandemia no lo hicieron”, narró Andrade y, con mezcla de enojo y desazón, añadió: “Ramona murió luchando para que le devuelvan el agua, para poder mudarse a una vivienda digna, y no lo logró. Sus hijas sí, ya que mientras ella estaba por morir estaban mudando a su familia. Tuvieron que esperar a que ella esté intubada para que hicieran algo”. 

Sin embargo, emparchar no es lo mismo que arreglar: actualmente, el barrio continúa con irregularidades y sin agua potable, entre otras tantísimas problemáticas por la inaccesibilidad a los servicios básicos. “A veces simplemente querés sacar un vaso de agua para tomar, en cualquier parte de Buenos Aires se puede hacer, pero en la Villa 31 y en el resto de las villas de Capital, no”, aseguró la joven referente.

“Todavía el Gobierno no se ocupó de limpiar todo ese sector que derrumbaron para la relocalización», dice Casimiro.

“Si querés comer, bañarte, desinfectar tu hogar, ¿cómo lo haces si no tenes agua? La verdad que da bronca e impotencia, te sentís abandonada por el Estado, haces reclamos para que vengan a arreglar la luz, el agua, a ver las cloacas y no hay respuestas”, manifestó Casimiro y Andrade agregó: “La única respuesta es que sigamos esperando. ¿Tenemos que esperar a que se nos vaya el agua 15 días de nuevo y que fallezcan más compañeros y compañeras para que al fin nos pongan agua potable? No queremos ver más compañeros muertos exigiendo un derecho. No exigimos muchas cosas, exigimos agua, agua potable”.

Cuidar a quienes cuidan

Ramona Medina formaba parte del comedor ‘Gustavo Cortiñas’, del cual Casimiro es actualmente referente. “Estos espacios son necesarios porque como vecinas nos organizamos para ayudar a quienes necesitan llevar un plato de comida a sus casas, a quienes necesitan tener un apoyo”, afirmó Casimiro.

En los años previos a la pandemia, en el comedor se repartían aproximadamente 130 raciones, número que se triplicó a partir de 2020. A pesar de la incertidumbre de cada día de si alcanzarán los insumos para todas las personas que concurren, el espacio mantuvo sus puertas siempre abiertas. “Fue un año muy difícil, de mucho miedo. Trabajamos de lunes a lunes y muchas horas de más”, comentó la referente y añadió: “Se nos reconocieron 100 raciones más desde el gobierno, que es un logro, pero falta que nos reconozcan las vacunas para nosotras que somos esenciales, que estamos todos los días expuestas al virus para garantizar la comida a los vecinos que lo necesitan”.

En el comedor Gustavo Cortiñas, los comensales pasaron de 100 a 300 durante la pandemia.

Durante todo el 2020, sin salarios ni descanso, las cocineras comunitarias -como así también las promotoras de salud, de género y tantas más- son las que sostuvieron a barrios, descaradamente empobrecidos, como la Villa 31. La situación de vulnerabilidad que visibilizó la muerte de Ramona Medina es la misma en que se encuentran tantas otras trabajadoras comunitarias en la Ciudad de Buenos Aires, ya que pese a ser las primeras en salir a cuidar, son sin embargo las últimas en las filas del Estado. 

“Nosotras garantizamos un montón de cosas que el gobierno no hace y tejemos redes entre las vecinas para que entre todas podamos seguir adelante”, sostuvo Andrade. Si bien esas redes comunitarias atinan a tambalear cuando uno de sus pilares se cae, más temprano que tarde, recobran la fuerza entre todos tejida y redoblan las ilusiones de un mundo mejor. Recordando a su compañera “Ramo”, Casimiro concluyó: “Era una gran mujer y una referente para mí. Acá la recordamos con mucho amor, mucho cariño y mucha lucha”. 

“Yo creo que no tenés mucho tiempo para soñar, porque todos los días hay un sueño diferente”, decía Ramona Medina en el mismo video grabado desde La Garganta Poderosa. En el primer aniversario de su fallecimiento, sus vecinos y compañeros seguirán exigiendo, gritando y zapateando para que todo sea un poco más parecido a lo que Ramona, cada día, hubiera soñado. Porque el derecho, sea el que fuere, sí que lo requiere.

Estados de ánimo, pandemia, drogas y meditación

Estados de ánimo, pandemia, drogas y meditación

En medio de la incertidumbre que trae aparejada la pandemia, el físico argentino e integrante del CONICET, Enzo Tagliazucchi, y el psicólogo Federico Cavana realizaron una investigación sobre sus efectos en sectores sociales que realizan prácticas de meditación, religiosas o consumen algún tipo de estupefacientes. ¿Qué efectos tienen esas prácticas sobre su estado de ánimo respecto al resto de la población?

El estudio, que contó con el apoyo del sitio dedicado a la divulgación científica El gato y la caja, buscaba responder una pregunta muy particular: “¿Es posible que todas esas personas que estuvieron meditando y consumiendo psicodélicos sin tener ningún trastorno mental se encuentren ahora mejor preparadas para enfrentar la ansiedad, la incerteza, la pérdida de control, y la disrupción constante que representa la pandemia?”. Encontraron que hay una correlación que se sustenta también en investigaciones previas sobre temáticas similares.

Metodologia utilizada  

La investigación se realizó en cooperación con el laboratorio de Conciencia, Cultura y Complejidad (COCUCO) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA), que tiene como uno de sus ejes, el estudio de la conciencia humana. El equipo de El gato y la caja colaboró en la construcción de las encuestas y en establecer la base de datos para el desarrollo del trabajo. Los investigadores aclaran desde el comienzo que la muestra obtenida no es representativa del conjunto de la sociedad en tanto quienes practican yoga o usan estupefacientes, por ejemplo, fueron los que más difundieron la encuesta en sus redes sociales.

“La encuesta tiene ramas. No a todos les llegan las mismas preguntas y bajo el mismo orden”, señaló Rocco Di Tella, investigador e integrante de El gato y la caja. Destaca, además, el carácter comunitario para el desarrollo de este informe: “Diseñamos la encuesta en el portal y lo distribuimos a la comunidad. En ocasiones llamamos a medios o gente afín al portal para que lo comparta en redes, lo cual sirve para que participen más personas”.

Los cuestionarios utilizados para la realización de este estudio utilizaron las categorías: ansiedad-riesgo o STAI (por State Trate Anxiety Inventory en inglés), utilizado para medir el nivel de inquietud del encuestado al participar en el informe; efecto positivo-negativo, empleado para observar la relevancia de los sentimientos y emociones de los participantes; escala de bienestar psicológico, indicado para conocer el nivel de la psique de los encuestados; nivel de resiliencia, utilizado para señalar la capacidad de adaptarse a las adversidades de los entrevistados.

Di Tella señala que para participar el encuestado debía tener un usuario en el portal, a fin de correlacionar sus respuestas, en caso de que haya participado anteriormente, con las otorgadas en antiguos cuestionarios de la página. “Nosotros no guardamos los mails; mantenemos el anonimato del encuestado, pero a través de la cuenta podemos observar ciertas variables obtenidas de encuestas anteriores”

 Los objetos analizados

Para la realización del informe analizaron el consumo de distintas sustancias, tanto alucinógenos como bebidas alcohólicas, ejercicios de relajación como la meditación y también prácticas religiosas. Cada respuesta otorga un puntaje que permite la correlación de las variables. En relación al consumo de sustancia, los alucinógenos más usados por los encuestados fueron el LSD y los hongos alucinógenos. Los entrevistados, según el informe, han tenido una experiencia positiva con estos productos y en algunos casos, utilizaron en el pasado múltiples sustancias alucinógenas para experimentar el “viaje”.

El consumo de sustancias alucinógenas, según los resultados de la encuesta, muestra su correlación con la sociabilidad, en tanto gran parte de los entrevistados las consumieron en en compañía de otros amigos o para experimentar con los productos. En el informe destaca que los niveles de ansiedad, los niveles anímicos, como era de esperar, están por debajo de la etapa prepandemia, lo que significa que los encuestados se encuentran con mayor pena y dolor que en años anteriores.

¿Qué reveló la encuesta? Que quienes consumieron drogas psicodélicas tienden a tener “mejores indicadores en salud mental, mientras que lo opuesto ocurre para otras drogas no psicodélicas, legales o ilegales”. La investigación cita trabajos que, contrariamente a cierto prejuicio instalado, indican que no hay “evidencia que vincule el consumo de psicodélicos con el desarrollo de trastornos mentales” y que, por el contrario, “el uso de psilocibina (hongos psilocibes), mescalina (San Pedro o peyote) y LSD se asocia a menor malestar psicológico, menor consumo de psicofármacos y menos internaciones por problemas de salud mental”. Según los autores hay mucho por investigar en este campo que aún es tabú para buena parte del mundo científico.

El trabajo también indica que quienes practican distintas disciplinas de relajación poseen un bajo nivel de ansiedad. Y aquellos que profesan con regularidad alguna religión cuentan con niveles de ansiedad bajo en comparación a quienes realizan prácticas esporádicas.

En relación al consumo de sustancias, desde el informe encuentran correlaciones entre algunas drogas no psicodélicas, como la cafeína por ejemplo, con un nivel elevado de ansiedad y con el predominio de sentimientos negativos, al igual que un bajo nivel de bienestar y resiliencia.

Algunas conclusiones no definitivas

“Las preguntas no las hacemos porque sí. Siempre encontramos relación entre un tema con otro. Por ejemplo, hay relación entre los estados mentales entre una persona que medita o una persona que consume sustancias”, indicó Di Tella. Por último señaló el interés en el desarrollo de las variables para pensar al cerebro como un sistema. “Los efectos de la meditación o del consumo de psicodélicos tienen muchos puntos en común. En parte, los relacionamos con ciertos elementos de la entropía del cerebro, lo cual se ve en las personas cuando tienen sueños, experiencias psicodélicas, experiencias religiosas, experiencias fuera del cuerpo o medicación. Entonces es interesante poder relacionar cada parte”, indicó el investigador.

Juventud, ¿divino tesoro?

Juventud, ¿divino tesoro?

Según una encuesta publicada por la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el 45% del alumnado abandonó en 2020 alguna o varias materias debido a factores anímicos. Asimismo, un 35% señaló no haber contado con condiciones anímicas adecuadas para seguir los estudios. La evaluación, que indagó sobre la situación de cursada durante el segundo cuatrimestre, repitió resultados similares a los que arrojó la encuesta del primer cuatrimestre. ¿Qué pasa con la salud mental de la juventud en pandemia?

El grupo etario que corresponde a la categoría “joven” se ubica entre los 18 y 29 años, según los criterios sociológicos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF. Hablamos de personas que finalizaron sus estudios secundarios y se encuentran formándose en educación superior y/o trabajando. En Argentina, el 49.2% de jóvenes en aglomeraciones urbanas es pobre, según INDEC. Un informe reciente sobre los efectos de la pandemia en los empleos, la educación, los derechos y el bienestar mental de los jóvenes concluye en varios puntos que resultan alarmantes: por un lado, la pandemia habría exacerbado la desigualdad económica, lo que repercute sobre la dificultad para conseguir empleos decentes. Al mismo tiempo, la interrupción de la educación y formación habría reducido el potencial productivo.

Un 27% de los jóvenes entrevistados por UNICEF siente más ansiedad de la que manejaba antes de la pandemia.

En este panorama, si bien el impacto de la covid-19 en la salud física de la juventud parece ser menor que para las generaciones mayores, la primera es más vulnerable a las repercusiones económicas, sociales y culturales que la pandemia está dejando. La encuesta de la OIT revela que los jóvenes perciben una reducción en los ingresos por disminución de horas trabajadas. Asimismo, la brecha se expande según género: las mujeres suman horas de trabajo doméstico al quedar a cargo de hijos, hijas o familiares menores que continúan el aprendizaje de manera virtual en sus hogares.

Otra intersección a contemplar es la regional: la transición a los estudios en línea y a distancia, parece estar más generalizada entre los jóvenes que viven en países de ingresos altos, lo que pone de relieve las grandes brechas digitales según la ubicación periférica o central del país en el que se reside.

Salud mental y crisis

Un sondeo de UNICEF sobre jóvenes y salud mental en Latinoamérica y el Caribe reportó que casi uno de cada dos de los entrevistados tiene menos motivación para realizar las actividades que normalmente disfrutaba. Además, un 27% identifica más ansiedad de la que manejaba antes de la pandemia. Sobre este tema, Florencia Zara, psicóloga y terapeuta cognitivo-conductual, asegura que la pandemia disparó estados de ansiedad al crear nuevos estresores: estímulos que generan estrés e inciden sobre la calidad de vida.

La encuesta de UNICEF señala que el 73% de los jóvenes sintió la necesidad de pedir ayuda para su bienestar físico y mental

Entre las consultas que recibe de pacientes en la franja etaria en cuestión, el miedo a contagiar a familiares resulta un tema frecuente. La tristeza, el aburrimiento y la sensación de soledad son otras de las emociones habituales. Asimismo, identifica la frustración, debido a la imposibilidad de realizar actividades de la manera habitual, y la impotencia, por la situación que escapa al control individual, como otras inquietudes que suelen aparecer.

Según la especialista, la pandemia y las medidas de aislamiento supusieron una transformación en las rutinas de los jóvenes que incide directamente sobre la salud emocional. Normalmente, los ciclos del día se orientan según los horarios determinados de trabajo y/o estudios. Con la virtualidad y el teletrabajo, las actividades habituales se vieron afectadas según los nuevos ritmos y problemáticas domésticas. Otras consecuencias que acarrea esta alteración son trastornos del sueño, como insomnio, y de la alimentación. Una investigación de la Universidad del Siglo XXI identificó recientemente que 7 de cada 10 argentinos tienen dificultades medias-elevadas para conciliar el sueño antes de dormir.

La encuesta de UNICEF también expuso que el 73% de los jóvenes sintió la necesidad de pedir ayuda en relación con su bienestar físico y mental pero que, pese a lo anterior, el 40% no solicitó asistencia profesional. Zara afirma que existen varias causas que podrían explicar este desfasaje: por un lado, las creencias que se tienen acerca de la terapia. En el sentido común aún persisten dudas sobre lo que se puede lograr en un proceso terapéutico, cómo se lleva a cabo, desconocimiento acerca de los distintos tipos de terapias que existen y la evidencia científica sobre ello.

El factor económico también resulta determinante para el acceso al sistema de salud, debido al costo de los tratamientos. Una tercera causa es la subestimación de las propias emociones. En palabras de la terapeuta: “Muchas veces las personas minimizan lo que les pasa, creen que no es para tanto, que ya se les va a pasar, que eso no es suficiente para iniciar un tratamiento. La realidad es que si algo interfiere tu calidad de vida, te genera malestar, es lo suficientemente importante como para poder hacer la consulta y evaluar qué tratamiento es el adecuado”.

Cuidar las emociones

Al comienzo de la pandemia, la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires elaboró una guía de recomendaciones psicológicas para afrontar la crisis por la covid-19. En caso de necesitar ayuda, lo importante es poder consultar con un profesional idóneo, que realice un adecuado diagnóstico y evalúe qué tratamiento es necesario para la problemática que esté padeciendo la persona. Zara asegura: “Existen distintas herramientas que uno puede obtener en el espacio terapéutico para poder transitar las inquietudes inherentes a la pandemia de una mejor manera. Sobre todo, para que interfieran lo menos posible en el día a día”.

La encuesta de la OIT revela que los jóvenes perciben una reducción en los ingresos por disminución de horas trabajadas.

Dentro de lo que podemos hacer, resulta clave tener establecida una rutina. Si bien con la pandemia las rutinas se tuvieron que flexibilizar, cambiar o adaptar, es importante mantener un ritmo. Por ejemplo: establecer ciertos horarios para dormir, para comer, para realizar ejercicio, para distraerse. Asimismo, acotar el consumo de noticias a una franja horaria fija para evitar sobreexponerse a información que pueda despertar más ansiedad. Aunque parezcan cosas pequeñas, cambiarse el pijama y lavarse los dientes son actividades que ayudan a mantener organizado el ciclo del día en aquellos que aún no retomaron sus actividades presenciales.

A nivel afectivo, se recomienda tener una red de contención emocional con familiares y amigos al menos virtualmente. También es importante poder etiquetar la emoción por la cual se está atravesando: ¿enojo? ¿tristeza? ¿impotencia? Reconocer las propias emociones y poder comunicarlas mejora el estado de ánimo ya que produce una sensación de alivio. Si se convive con menores, se sugiere hablar con ellos sobre cómo se sienten y poder compartir cómo uno se siente. Normalizar las emociones sirve para enseñarles a gestionar sus estados de ánimo, mostrándoles las formas que tenemos los adultos de manejarlas.

Por último, son necesarios los límites: para el teletrabajo, para los estudios, para el consumo de información. Se puede establecer con horarios, así como también se aconseja reservar un espacio físico para dedicarse al trabajo o la facultad, que esté ubicado en un lugar diferente a donde se duerme. Si no se puede, sostener la diferenciación a través de horarios claros. Suena sencillo pero en la práctica se puede perder de vista. En caso que se considere necesario, no dudar en pedir ayuda profesional.

Liberen las patentes

Liberen las patentes

La crisis sanitaria está en un momento crítico, según un comunicado de  la OMS del 27 de abril “hubo casi tantos casos en el mundo en una semana como en los primeros cinco meses de la pandemia”. El organismo insiste en que más que nunca hay que concentrarse en la vacunación.

En promedio, en los países de ingresos más bajos, una de cada quinientas personas ha recibido una de las vacunas, mientras que en los ricos una de cada cuatro ya está inmunizada total o parcialmente. La desigual distribución remite a nociones como carrera por las vacunas o nacionalismo de vacunas que circulan por los medios desde hace más de un año.

Hay iniciativas que intentan dar respuesta, como COVAX, impulsada por la OMS, la Coalición para las Innovaciones en la Preparación ante Epidemias (CEPI) y la asociación Gavi. Esta última tiene entre sus miembros fundadores a Bill Gates, defensor incondicional de la medicina monopolista.

COVAX se define como una “colaboración global innovadora para acelerar el desarrollo, la producción y el acceso equitativo a las pruebas, tratamientos y vacunas de COVID-19”, pero muchos países latinoamericanos plantearon sus críticas, como lo hicieron en la 27 Cumbre Iberoamericana, por la falta de solidaridad de los estados más ricos en la distribución de vacunas.

Valeria Arza, investigadora independiente del CONICET y coordinadora de proyectos de Ciencia Abierta, afirma: “Es muy parcial la solución, se necesita algo más radical que permita aprovechar la capacidad productiva existente y sobre todo generar incentivos para invertir en mejorarla. De esa forma, aun pagando un precio justo por las licencias, se podrían disminuir costos de transporte, logísticos y aumentar la producción de vacunas. Necesitamos una estrategia a largo plazo, equitativa y global”.

Biden anunció que su país cambiará de posición y, finalmente, respaldará la iniciativa de liberar las patentes.

A raíz de una propuesta realizada por India y Sudáfrica ante la OMC en octubre de 2020, una alternativa empezó a tomar vuelo: suspender temporalmente las secciones del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) que atentan contra la producción de vacunas a gran escala y el suministro oportuno de productos médicos en general. El acuerdo establece ciertas flexibilidades para momentos de emergencia, pero “además de las patentes, hay otros derechos de propiedad intelectual que también pueden suponer un obstáculo, y las opciones para superarlo son limitadas”, señalan ambas naciones en su iniciativa.

Arza sostiene que es una cuestión de economía política: “El potencial de que te penalicen desde la OMC hace que ningún país se anime a hacer uso de estas herramientas. Se necesita un posicionamiento global, o por lo menos del sur global”.

La propuesta logró el patrocinio de 58 países y entre los que se oponen están Estados Unidos, Brasil y Japón, aunque este miércoles Joe Biden, el jefe de la Casa Blanca, anunció que finalmente su país respaldará el levantamiento del derecho a la propiedad. En Argentina, Itai Hagman, diputado del Frente de Todos, presentó un proyecto de ley para que la liberación de patentes se impulse también desde el Congreso.

Además se sumaron organizaciones como Amnistía Internacional y Médicos sin Fronteras con petitorios especiales que advierten sobre la necesidad de vacunar a la mayor parte de la población mundial antes que las nuevas cepas avancen haciendo que las vacunas existentes pierdan efectividad. Las próximas reuniones ordinarias del Consejo de ADPIC para tratar el tema serán el 8 y 9 de junio de 2021.

La vacuna de Astrazeneca que fue desarrollada en un 97 por ciento con financiamiento público.

El principal argumento de quienes se niegan a flexibilizar las restricciones, en consonancia con los lineamientos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), es que las patentes incentivan la investigación y la innovación para mejorar la calidad de vida humana.

Mariano Fressoli, investigador adjunto en CONICET en el área de estudios sociales de la ciencia y la tecnología, explica dos razones para refutar tal idea: “El papel que ha adquirido la patente en el capitalismo actual tiene que ver con el neoliberalismo, que en el ámbito científico se relaciona con la desinversión de la investigación y la obligación que se impone a las universidades y laboratorios de patentar para financiarse. Pero muchas de las innovaciones que se producen partieron de los recursos del sector público”, señala. Un ejemplo es la vacuna de Astrazeneca que fue desarrollada en un 97 por ciento con financiamiento público, según The Guardian.

Un segundo punto para refutar que las patentes contribuyen a la producción de conocimiento, opina Fressoli, son las innovaciones en torno a las licencias abiertas que existen desde la década del 80: “Primero se usaron para software, hardware libre y obras culturales. Este sistema de propiedad intelectual protege una forma de hacer innovación que es mucho más dinámica, rica y creativa mediante la participación voluntaria de gente con intereses diversos”.

Hay sistemas de drogas y vacunas abiertas como Open Source Malaria. En Estados Unidos existe Foldit, una aplicación de simulación de proteínas que puede descargar cualquiera y, en Argentina, Cientopolis es un proyecto para la ciencia ciudadana. “La mayoría usa este tipo de herramientas cotidianamente, como Wikipedia o Linux, falta demostrar didácticamente desde la comunicación que funcionan”, agrega.

La OMS insiste en que, para superar la pandemia, más que nunca hay que concentrarse en la vacunación.

Más allá de que la consigna es #LiberenLasPatentes, el reclamo es más amplio. Las patentes son diagramas, pero para producir a gran escala se necesita el know how, el conocimiento tácito no codificado y la transferencia de tecnología. Bregar por la apertura de patentes es necesario, pero Fressoli sostiene que también hace falta cambiar la orientación de la financiación pública para que los científicos no tengan como única opción la producción o la transferencia de conocimiento en las empresas o, si es bajo esa opción, que sea con licencia abiertas.

La discusión sobre la propiedad intelectual abre un debate para pensar si el modelo de producción de conocimiento está a la altura de los desafíos de nuestros tiempos. Al respecto, el investigador dice: “La pandemia es un llamado de atención para la vida en general, el sistema de transporte, de salud, la producción de alimentos, la crisis climática y la producción científica. La necesidad de resolver problemas técnicos y generar conocimiento que vamos a tener en las próximas décadas es enorme. Los mecanismos restrictivos desincentivan porque, ¿quién va a participar voluntariamente cuando los beneficios de eso que se produce quedan en pocas manos? Es algo para pensar, no el siglo que viene sino en los próximos años”.