Punk, nac & pop

Punk, nac & pop

Un dúo del under porteño Fama y Guita  viene haciendo ruido, pogo, y música antihegemónica. ANCCOM estuvo en la más reciente presentación, en un sótano de Once donde funciona un comedor popular.

Sábado por la noche, Fama y Guita se presentan en Sala Milagro, un sótano –o un mundo subterráneo– escondido en el barrio de Once, a siete cuadras de Plaza Miserere. 

Afuera una llovizna molesta y la tormenta que no llega.

Debajo del centro barrial y social Independencia vive Sala Milagro, un espacio que produce lazos y resistencia. Cada semana hay una olla popular, se ofrecen cien raciones diarias y la sala permite el ingreso para subsistir.

Ricardo Ache, 73 años, argentino, poeta, músico, exmilitante peronista durante los setenta y sobreviviente de la cultura under de los ochenta, junto a la artista Mariposa Trash, 23 años, venezolana, activista cultural travesti, poeta y performer, integran el dúo performático Fama y Guita de expresión “Queer, punk, criollo”. Expresan ideas políticas con humor ácido y críticas antisistema.Lo conceptualizamos como punk criollo porque hacemos lo que sería punk argentino. Usamos sonidos de Argentina, hablamos de cosas que suceden en este territorio”, expresa Mari, alias Mariposa Trash. 

Con media década de distancia esta dupla intergeneracional logra posicionarse en la escena artística porteña. En la actualidad, representa la contracultura en el público joven del underground, abre un espacio para participar y expresarse sin juzgar, yendo en contra de lo “aesthetic” o “hegemónico” del sistema. Ellos lo definen como una fiesta o carnaval contracultural para hablar de política con diversión. Las canciones que interpretan son de autoría propia, varían de género y temática: techno anticapitalista, tarantela, cuarteto, cumbia y rock and roll. 

 

–Fama y Guita es como una especie de engendro entre el pop de Miranda y los Sex Pistols que deviene en un carnaval –dice Mari–. Una fiesta en donde el público se anima a jugar, no solo poguear, sino bailar, soltarse y conocerse, en un contexto en el que cada vez es más difícil acercarse al otro. 

 

Se acerca la medianoche. El ambiente y el aire del lugar se transforman con el paso del tiempo. El espacio se alborota de espectadores y diferentes artistas. Diversas voces indistintas se mezclan con la música de fondo. Aparecen personajes típicos de la noche. Los ojos se desvían por apreciar cada rincón, cada esquina de la sala, cada empapelado. Resaltan los viejos tesoros de la cultura musical argentina, en especial se destaca la veneración a Charly Garcia. Las luces se tornan cálidas en un entorno templado –amigable–. La música comienza a sonar, el show inicia. El público se regocija. 

Cinco años antes de este delirio y carnaval Mari y Rick se interpelaron en una jam de poesía. Por eso, el origen del dúo se entrelaza con el mundo de la poesía para luego ir transmutando por diferentes áreas del mundo artístico –teatro, cine, radio– hasta acontecer en Fama y Guita. 

Cinco años más tarde, marzo del 2024, lanzan su segundo disco La gran estafa del rock nacional, basado en la película de los Sex Pistols La gran estafa del Rock and roll. La tapa es una copia de la portada del álbum de los Beatles Sgt. Pepper ‘s Lonely Hearts Club Band. “Es la tapa más copiada de la historia”, acota Mari que señala que se trata de un disco conceptual que tiene una mirada del rock como una fotocopia de la fotocopia.

 

–El punk no es un género musical, es una actitud, es rompedor –expresa Rick.

 

Luego de dos temas, el público toma confianza y valor, se une y  los pasos de baile se desatan al ritmo de la zumba y la tarantella. El sentimiento colectivo recorre el espacio al compás del trencito. Pelucas y peinados que se sacuden, rulos que saltan –como espirales– siguiendo el ritmo. Manos y pies se revolean al grito de “Chica, chico Rock and Roll”. Y aparece un ciclo interminable de sorpresas que, en definitiva, parece que es lo que los trajo acá, mientras por el fondo, resuena el quejido de una armónica.

 

–Algo destacable de Fama y Guita es que es un espectáculo de guerrilla, de trinchera, de resistencia, con lo que podemos y tenemos en el lugar armamos la fiesta. Por eso nos sentimos más animadores de fiesta que artistas serios –explica Rick, con orgullo.

 

–Yo creo que hay una necesidad de romper la barrera de la vergüenza, la gente se identifica con el bailarín y entiende lo que tiene que hacer, cómo soltarse –exclama Mrkpuff, artista performática que acompaña la escena, baila y forma parte del proceso de producción.

En un contexto actual de violencia y silenciamiento hacia la cultura argentina, se les torna difícil poder subsistir como artistas emergentes. “Los artistas mainstream hacen un despliegue audiovisual que está bueno, pero ves al artista chiquitito y el sonido no se diferencia tanto al del under. El show no representa el precio que cobran. De repente, voy a un recital del under y todo es más real. Me parece que la distinción de clase social en el arte se nota. Hay una brecha salarial terrible, en el under hacemos el mismo trabajo que los artistas que ya están pegados”, explica Mari. 

 

–Lo que queremos es tener un salario digno, no ser Taylor Swift –exclama Mari, irónicamente.

 

 –Under no es lo mismo que contracultura –dirá Mari unos minutos antes de que comience el espectáculo–. Estamos acá porque no nos queda otra. Un lugar donde cae la gente, que no tiene otro lugar donde ser, estamos todos por una necesidad. 

 

–Una vez Fabiana Cantilo describió  al under como un escalón para saltar a otro lado –dijo Rick.

Al grito eufórico de Fama y Guita el público entusiasma. Pasos de baile -extrovertidos-  acaloran cada vez más el ambiente acompañados de palmas y chillidos. El discurso político pierde formalidad en cada estrofa y se llena de gracia, ironía y carcajadas.

El dúo de punk no pierde su tiempo, logra que las cosas sucedan. Se implanta una mirada social en la juventud desde un lado lúdico, desde la fiesta. No es necesario ser culturoso para poder generar impacto.

 

–La juventud tiene ideas muy buenas pero no sabe cómo llevarlas a cabo, cómo ser pequeños líderes. Porque los políticos están muertos, no estamos representados por nadie –dirá Rick–. Lamentablemente, el pelotudeo de twitter y demás hizo una juventud a la que se la castiga. Pero sobre todo le encajaron un celular a los siete años. Nos tenemos que hacer cargo de todo eso –explica Rick, lamentándose–.  Es preferible algo simple y original a andar escuchando discos y ver qué es lo que pega ahora. Buscar un poco una vanguardia suena algo culturoso, pero es ir un paso adelante del ritmo que hay que hacer. Dentro de uno hay un montón de ideas.

 

–¿Cuándo van a tocar de nuevo? ¿Ya tienen programadas otras fechas?

 

–Si, si –exclama Mari–. Vamos a estar el 22 de septiembre en La Plata junto a Chebrolet en Casa Unclan; el 28 de septiembre en Córdoba en “Un mundo Feliz”; 18 de octubre fiesta temática peronista por el Día de la Lealtad, vamos a romper un muñeco de Alberto Fernández y dar premios a los mejores vestidos peronistas; y el viernes 13 de diciembre en el salón Pueyrredón para festejar los cinco años de Fama y Guita.

Un pogo eufórico, empujones húmedos y adrenalina dan cierre a la presentación. Pasaron cosas debajo del centro barrial y social Independencia, Sala Milagro. Fiesta, delirio y carnaval. Por fuera el cielo garúa y el viento empuja una brisa húmeda que congela hasta los pómulos.

 

“La música se paga o se apaga”

“La música se paga o se apaga”

Músicos e instituciones dedicadas a la protección de derechos de autor critican el reciente decreto promulgado por el Ejecutivo, que busca liberar de costos la reproducción de música en espacios privados.

Los últimos días de agosto, el presidente de la nación Javier Milei, emitió el Decreto 765/2024 por el cual ahora solo se pagarán las reproducciones musicales que se lleven a cabo en el ámbito público, dejando fuera las que ocurran en recintos privados. En respuesta, la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SAdAIC) y la Unión de Músicos Independientes (UMI) divulgaron comunicados criticando la medida.

“Modifica dos artículos de la reglamentación de la Ley de Propiedad Intelectual, el 33 y el 35 y es demasiado impreciso en cuanto a lo que trata de definir como nuevo concepto de comunicación pública. Salimos a señalar esto porque para nosotros, los autores y compositores independientes, el derecho de autor es nuestro salario, lo creemos sin ningún tipo de complejo y pensamos que merecemos sostenerlo”, mencionó Gustavo Rohdenburg, músico y presidente de la UMI.

Guillermo Ocampo, director general de SAdAIC, mostró una posición similar y comentó que están evaluando la mejor forma para impugnar legalmente “desde el primer artículo del decreto”. Rohdenburg continuó: “No está bueno que el Estado se involucre en lo que es la administración de la gestión colectiva de la propiedad intelectual en el caso de la música, porque nosotros ya tenemos las entidades monopólicas para esas funciones. Sí debería educar en lo que son los derechos intelectuales y como relacionarse mejor con las entidades”.

El Artículo 33 ahora modificado dicta que “se entiende por representación o ejecución pública aquella que se efectúe -cualquiera que fueren los fines de la misma- en un espacio de acceso público, libre y dirigido a una pluralidad de personas. No existe representación o ejecución pública cuando la misma se desarrolla en un ámbito privado, sea éste de ocupación permanente o temporal”, independientemente de si es efectuada “por ejecutantes o por cantantes, así como también la que se realice por medios mecánicos, electrónicos o digitales, incluyendo Internet”.

Federico Sturzenegger, a cargo del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, defendió la medida en X alegando que “la confusión había provocado el absurdo de que se cobraran derechos por la mera existencia de televisores en la habitación de un hotel (aún si el cuarto estaba vacío), lo que encareció significativamente la prestación de los servicios”.

El Decreto también menciona que “se considerará debidamente remunerada la ejecución pública cuando un establecimiento utilizare una licencia de ejecución pública otorgada por los titulares de los derechos, sus derechohabientes, representantes, las sociedades de gestión colectiva o una plataforma autorizada por éstos a ofrecer licencias con ese fin”, revocando la exclusividad del cobro a SAdAIC.

Al respecto, Rohdenburg mencionó que “hay algunos países del mundo que tienen gestión no monopólica, como Estados Unidos, Canadá y creo que España. Eso queda abierto, pero no hay una letra chica que le dé forma. Se deja a la libre interpretación y es muy probable que se abra a la posibilidad que se judicialicen las cosas”. Por su lado, Ocampo entiende que “eso no puede ser regulado por el Ejecutivo” y que, en todo caso, “deberían mandar una ley para que sea tratado en el Congreso”.

 

Luciano Scaglione es bajista y compositor de Attaque 77. Si bien hoy la banda se encuentra en un parate, él está presentando su proyecto Lucho al Attaque, con el que ya lanzó un nuevo álbum. Al mismo tiempo, está a cargo de Strummer Bar en el barrio de Palermo, local que fundó junto a su compañero baterista de Attaque 77, Leonardo de Cecco, y al que recientemente se sumó Sergio Rotman, saxofonista y cantante de bandas como Los Fabulosos Cadillacs y Cienfuegos.

“Al músico y al compositor le interesa cuidar su derecho. Este gobierno se está metiendo en un montón de lugares que estarían últimos en una fila de cosas a revisar en el estado en que se encuentra este país. Como músico y compositor, yo necesito que SAdAIC cuide mis derechos. Había una frase de los setenta u ochenta que decía que la música se paga o se apaga. Yo tengo un lugar de música y lo pago, esa guita va a la mutual de SAdAIC que hace un trabajo increíble con precios muy accesibles y con una atención espectacular”, opinó Scaglione.

Agregó también que “una administración no puede decidir si le quita entidad a una organización que está hace 90 y pico de años. De hecho, mi abuelo fue socio fundador de SAdAIC porque era músico, mi viejo también es socio y yo soy desde el año 1995. El mayor patrimonio que me dio es la obra social, la mutual para mí y para mi familia. Para la familia de cualquier músico es muy fundamental, encima hoy, con los precios de las prepagas, influye directamente en el pasar de un montón de familias”.

Sobre la situación, se explayó: “Es importante esa plata, más desde que terminó la venta de vinilos y de CDs y de que las regalías son digitales. Muchos músicos dejaron de tener un ingreso importante, ahora ya está medio regulada pero, hasta hace muy poco, de repente hubo un hueco impresionante en los ingresos de los músicos donde solo te quedaba el ingreso para tocar en vivo”.

Cuenta la historia de un cantante que un día en su cuenta de X se quejó porque a pesar de su arte no había podido lograr digna erogación. El vocalista en cuestión fue Adrián Barilari, famoso por integrar Rata Blanca, que agradeció “a los directivos de SAdAIC por haberme ingresado al RAS (reconocimiento autor) por la suma de 7.800 pesos, por mis 30 años de aporte con mi voz y mi aporte a la cultura…¡Feliz! ¡Gracias Totales!”, en tono irónico.

“Lo que Barilari no aclara es que el Reconocimiento Autoral Sadaic (RAS) no está relacionado a los derechos de autor, sino que tiene que ver con haber estado 30 años en la organización. El monto es poco, pero se trata de algo simbólico. Nosotros ofrecemos un plan médico parecido o mejor al de OSDE 210”, explicó Ocampo.

Rohdenburg opinó que “sin duda el dinero es menor y que las entidades tienen cosas para mejorar, pero no por eso tiene que desregularse o, peor, permitir ingresar la competencia privada en la gestión, a la que solo acceden los que pueden abonarla”.

Por su lado, Scaglione sostuvo que “seguramente hay algo que no funciona de la mejor manera en SAdAIC, hay mucho dinero entrante que queda dando vueltas porque terminan los derechos de los herederos que, creo, duran 30 años y después, si nadie los reclama, van a lo que se llama el vuelco. Que habría que tener una administración muchísimo más transparente, más justa y real, no tengo dudas. Creo que SGAE, la SAdAIC española, funciona mucho mejor y, cada tanto, algún artista argentino, más los que tienen mucho trabajo por Europa o por España, como Calamaro, se van de SAdAIC y se registran SGAE”.

Asimismo, relató que “hace muchos años me hice un curso de estatuto en SAdAIC que era medio obligatorio cuando accedías a ser socio pleno. Me explicaron cosas muy interesantes, pero ante tanta cuestión burocrática e institucional, el músico se hincha las pelotas. Aparte te marean porque no sabés si están a favor tuyo o te están cagando. He escuchado de todo, managers históricamente puteando a SAdAIC y, por ejemplo, Sandro hacía una obra de teatro en sus shows, entonces él se arreglaba con Argentores. Él pasaba su show musical como obra teatral y nunca pagó SAdAIC, todos decían que era una jugada maestra que solo se le había ocurrido a él”.

El despertar de la mujer en el tango

El despertar de la mujer en el tango

“In The Bodies”, tercera pieza teatral de la obra Tango Tanz Trilogy, indaga sobre nuevas miradas al universo femenino en la danza del 2×4. La obra -que tuvo sus primeras etapas de manera virtual- es de producción austríaco argentina, y se presenta desde este jueves de manera presencial en el Centro Cultural San Martín.

El jueves 8 de agosto, en el Centro Cultural San Martín, se estrena In The Bodies, la tercera pieza de una trilogía que fusiona el tango con la tecnología. La obra que forma parte del proyecto Tango Tanz Trilogy, de la compañía austriaco-argentina, IN Tango Tanz, conformada por Liliana Tasso, Claudia Grava y Verónica Litvak, realiza esta última pieza donde se pone el foco en la intimidad del universo femenino en el tango.

‘’En un principio, no estaba pensada una obra con tecnología. Estaba pensado que Liliana y Verónica viajarán a Austria, donde yo vivo, para hacer una obra juntas y pasó la pandemia’’ cuenta Claudia Grava, codirectora del proyecto a ANCCOM. ‘’Empezamos a trabajar por zoom, a tirar ideas y se armó un concepto de ensayar por zoom y aprovechar la tecnología’’. La trilogía comenzó en 2021 con una performance virtual, In the room, donde no solo  el público se encontraba disfrutando del espectáculo vía zoom sino que cada integrante de la obra se encontraba en su habitación haciendo su performance. Continuó con In Shared Spaces al año siguiente, donde la obra tenía lugar en dos escenarios diferentes pero conectados; una parte de los intérpretes se encontraba en Argentina y la otra parte en Austria, pero ya contaban con un público físicamente presente. A través de las pantallas, en Argentina se veía lo que sucedía en Austria y al revés. 

‘’Cuando estábamos construyendo la segunda pieza dijimos ‘tenemos que concluir esta trilogía con una pieza que realmente nos encuentre a todos juntos en el escenario’, que había sido el principio del proyecto’’ dice Liliana Tasso, también codirectora de la obra. ‘’Y así surge In the Bodies, que es este momento donde parte del equipo ha viajado para Buenos Aires y luego el resto de nosotros viajará para allá’’.

Liliana Tasso, codirectora del proyecto Tango Tanz Trilogy.

Esta tercera pieza cuenta con ejecución de instrumentos y danzas en vivo y también con imágenes de videos que fueron tomadas de las obras anteriores, ‘’como una especie de mamuschka que se va convirtiendo en otra pieza’’. A través de una cámara web, se amplifican y se pone el foco en detalles y en la sensibilidad de la danza a la vez que se construyen imágenes entre el material de archivo y lo que sucede en el escenario. De esta manera, la cámara va captando lo que sucede en el momento y proyecta de una manera que le da otra mirada, otra significación, a la situación. 

‘’El tango y la tecnología conviven en esta obra. La tecnología le busca a la estética del tango una mirada diferente. Al poder amplificar esos pequeños detalles del universo tanguero  femenino, con los zapatos, los aros, las lentejuelas, la cámara lo estructura y los codifica para transformarlos en objetos enormes’’, explica Tasso. ‘’Al cambiar las proporciones también cambia su significado y su relación con los otros objetos.’’ Así, el tango en esta obra tiene una mirada completamente diferente a lo que son los espectáculos tradicionales del género. 

Además de tener a estos dos conceptos como centrales, la obra sale de la imagen tradicional de la mujer en el tango para ubicarla en un nuevo lugar. ‘’Hace unos años hubo un despertar de la mujer que se replantea su lugar, su rol y el tango es una danza que viene de una tradición bastante masculina. Están cambiando cosas dentro del tango y nosotras, como bailarinas mujeres, nos cuestionamos a nosotras mismas sobre nuestro lugar’,’ continúa Tasso. ‘’Cuando uno cambia las cosas de lugar es como que las ve de nuevo, con nuevos ojos y te cuentan otras cosas.’’

In The Bodies estrena este jueves a las 21 y también se presentará el viernes 9, sábado 10 y domingo 11 a las 19. Las entradas se pueden conseguir online en entradasba.buenosaires.gob.ar o en boleterías del Centro Cultural.

Los vaqueros del Conurbano

Los vaqueros del Conurbano

Con sedes en distintas localidades, la más reciente en Avellaneda, una escuela de baile country cultiva la pasión por el género y convoca a hombres y mujeres que se animan a practicarlo. «El individualismo acá no tiene lugar», dicen. 

Las texanas negras y brillosas de Jorge enfilan sobre el piso de ladrillos rojos derecho hacia el espejo del salón de baile del Centro Cultural del Sur, de Villa Domínico. Veinte personas con sombreros blancos, jeans, botas y chaquetas lo aguardan en fila para comenzar. Al fondo, frente a una foto colgada de Spinetta, hay una pizarra blanca que anuncia que el 25 de mayo habrá peña, y más abajo un cartel informa que el lunes a las 19 hay clases de “country line dance”.

“Es un viaje de ida, espero que les guste”, dice, antes de arrancar la primera clase, la profesora Alicia Mabel Fusto, que en la espalda de su campera de jean lleva el nombre de su escuela en letras rojas –Country Club Line Dance–, a tono con sus botas. Detrás de ella, los alumnos ya están listos y esperando la señal para moverse. Antes de que Alicia levante la punta de su taco para dar el primer paso, dos mujeres se acercan tímidamente al salón y preguntan por la primera clase de country. En segundos, se acoplan al resto de los bailarines y Alicia las ubica justo tras ella: “Las nuevas bien adelante”, dice.

Todos los alumnos, salvo las dos nuevas que tienen jogging y zapatillas, ensayan con la misma vestimenta, porque las coreografías así lo requieren: un sombrero para hacer el saludo bajando el mentón y pellizcando la visera; jean con cinturón para sostener el peso de los brazos y manos en la hebilla o en los bolsillos; texanas para deslizarse con los tacos y un corbatín.

El country line dance se baila en línea. Cuatro movimientos es un paso, no hay forma de errarle a menos que estés muy distraído, y es difícil estarlo porque los banjos que acompañan la música te hacen creer que conocés las direcciones como si fuera una partida de ajedrez. Alicia comienza a contar para atrás desde cinco y cuando llega a uno da las primeras indicaciones: “Vamos a empezar con un paso básico: un paso a la derecha, cruzo la izquierda por atrás, derecha al costado y cierro”. Un alumno, en el fondo, aclara que ese paso se llama vine. Ya en la segunda canción, las recién llegadas de adelante sonríen porque les sale el vine de taquito.

Alicia recuerda que su amor al country en línea comenzó hace 10 años, cuando visitó por primera vez el San Pedro Country Music Fest, el primer festival de country en Argentina, y el más grande, que se hace una vez al año en la localidad bonaerense de San Pedro, a orillas del Paraná. Años después y con muchas clases de country encima, en pandemia, se largó a bailar con su marido Jorge en el Parque Domínico de Avellaneda. Hoy su escuela, con base en Wilde, tiene más de 70 alumnos y sedes en Quilmes, La Plata y en el partido 9 de Julio.

“En Zona Sur se baila mucho rock and roll y estilo americano, que no es lo mismo que country”, explica Alicia. En el country line todas las coreografías son internacionales: si estás en San Pedro, Texas o Wilde y empieza a sonar una canción de country, todos saben qué pasos hacer. En el baile country se utilizan distintas canciones de los subgéneros del country: country folk, country pop, honky tonk y bluegrass, entre otros.

“Mientras nos sentábamos en el porche delantero / de esa vieja casa gris donde nací y crecí / Contemplando los campos polvorientos / donde mi papá trabajaba duro todos los días / Creo que lo lastimé cuando le dije / «Papá, hay muchas cosas que no sé / pero, ¿nunca sueñas con una vida / en la que el maíz no crece?»”, reza la canción de Waylon Jennings, el artista favorito de la casa de zona sur.

Fernando guía la coreografía al lado de Alicia, él será el profesor designado para la nueva sede de Domínico. Sobre sus texanas negras con hebilla recorre el salón bailando con los ojos cerrados, mientras una alumna con su sombrero blanco sale de la fila para sentarse y tomar un mate: “En la próxima canción me sumo, no doy más”, le dice a otra compañera.

El salón se llenó, hay más debutantes: ya son más de 20 alumnos que danzan sincronizados en línea, dan una vuelta, se saludan con los sombreros –imaginarios los que no tienen– y siguen bailando hacia otra dirección. Los que están sentados al costado y sólo observan la clase mueven sus pies al ritmo de la música. La inauguración de la sede es un éxito.

“Es un baile grupal, eso es lo interesante del country line, la socialización es clave –sostiene Aicia–. Es mucho más que música y baile, es un estilo de vida. Viajamos, vamos al festival y estamos todos juntos pensando las coreografías. El individualismo acá no tiene lugar”.

Que no se desmorone la CASA

Que no se desmorone la CASA

El cierre del programa Arte en Barrios, del Gobierno de la Ciudad, pone en peligro la continuidad de CASA, una asociación civil que enseña a interpretar música a chicos de barrios populares. Sus docentes no se dan por vencidos.

Es una mañana de sábado nublada y fría. En la esquina de Avenida Perito Moreno y Fernández de la Cruz, Mailen Ubiedo Myskow, directora de CASA y violinista, se encuentra con los profesores de canto, guitarra y clarinete, como todos los sábados. A unos pocos metros de allí se levanta la escuela Madre del Pueblo, donde dan clases de instrumento a niños, niñas y adolescentes del barrio hace más de 10 años.

Mientras caminan hacia la escuela, Ubiedo Myskow recuerda que empezaron con pocos chicos e instrumentos, fueron pidiendo donaciones y así fueron creciendo y sumando las clases en el barrio Fátima, de Villa Soldati.

A mediados de febrero de este año, el cierre del programa Arte en Barrios, que depende del Gobierno de la Ciudad, impactó fuertemente en CASA y sólo pudieron abrir la sede Madre del Pueblo. “Nos encontramos sin presupuesto-subraya la directora-, así que decidimos armar una campaña solidaria que la gente nos ayude”. Necesitan 1.000 personas que donen 1.700 pesos por mes, a través del débito automático o transferencia bancaria, para poder sostenerse.

Pese a lo difícil de la situación, Ubiedo Myskow asegura que van a seguir. “Vamos a tratar que los chicos que ya venían a las clases no pierdan el lugar y a medida que podamos seguir sumando donaciones vamos a ir incorporando docentes”.

Son las 10:30 y poco a poco van llegando niños que saludan a los docentes y se acomodan en las aulas. Cada una es un pequeño mundo, con sus propios sonidos. Margarita Sarquis es docente de canto y da clases en CASA hace 8 años: “Ahora estamos cantando A primera vista, canción de Chico César, pero traducida por Pedro Aznar. La vez pasada hicimos una traducción al español de una canción de la película de El Viaje de Chihiro porque a las chicas les gusta mucho el animé.”

Primero hacen ejercicios de estiramiento, relajación corporal y vocalización para luego comenzar a repasar las canciones. Sarquis acompaña con el teclado a las cantantes: Valeria, Valentina, Ariana y Mariana. Por los pasillos de la escuela, antes silenciosos, ahora se filtran las voces dulces de las chicas. También se escuchan sonidos de cuerdas que se afinan y el murmullo de padres y hermanos que preguntan por los horarios de las clases. Marina trae a su hija a su primera clase de guitarra: “A ella le gusta. Su hermana iba a clases de guitarra, yo le había comprado el instrumento, pero después perdió el interés. Y la hermana todos los días agarra y empieza a tocar mirando Youtube. Le dije: ´Andá a aprender hija, te anoto´. Yo habíia visto a los chicos entrar y nunca había preguntado”, cuenta.

En el aula de violín, Yamilé, de 12 años y Eimi, de 11, escriben las notas musicales en un pentagrama mientras Mailen afina. “Guarda acá, el do está muy bien pero hay algunas que están corridas”. Eimi recuerda que al principio quería tocar la guitarra pero después se dio cuenta que le gustaba más el violín, mientras que Yamilé siempre supo que el violín era lo suyo.

Hacia las 11:30 todos empiezan a practicar la canción de La pantera rosa, que interpretarán en el próximo concierto. “Mi identidad son las cosas que me gustan: mis recuerdos, mi nombre, mi familia y mis preguntas”, dice una cartulina en la puerta del aula de la que sale sonriente Luana, de 11 años. Ella siente que la música es lo que más le gusta y no falta un solo sábado. “Lo que más me gusta de tocar la guitarra es que aprendo muchas canciones y además, si no te sale algo el profe te explica, es muy copado”. Cuenta que tiene una hermana menor que espera cumplir 10 años para comenzar también las clases. “A veces, si puedo y si no hay nadie, le presto la guitarra y practica un poco”.

Son las 12 del mediodía, lo que significa que falta poco para la clase de ensamble. Cinco minutos de descanso y todos se trasladan al aula más grande para ensayar en grupo. Al frente están los violines, siguen los clarinetes y por último las guitarras. Silencios, miradas atentas y partituras que se acomodan en los atriles. Cuando el director marca el inicio, la música comienza. “Esto requiere un nivel de concentración bastante grande, a veces nosotros disfrazamos todo de juego pero detrás hay toda una disciplina que tienen que tener y que se les va enseñando de a poco”, comenta Álvaro Almada, profesor de guitarra. En este punto, todos los docentes concuerdan en que lo más gratificante es ver el aprendizaje y el avance de los chicos: “Como sea, se sigue, ese es el mensaje que le queremos transmitir a los chicos, no solamente con el contexto económico, sino también en otros aspectos de sus vidas”.

Muchas veces, por muchas situaciones complejas que se pueden vivir en casa, los niños no descansan bien y en clase no tienen la misma capacidad de atención. “Ahí es donde se empieza a armar una brecha entre el que puede descansar bien, el que tiene una casa calentita, el que no tiene que quedarse cuidando su casa y a sus hermanos, el que no tiene que trabajar, y el que sí tiene que hacer todo eso”, remarca Ubiedo Myskow. Con su trabajo cotidiano, CASA busca achicar esa brecha y que los chicos tengan un espacio extracurricular donde puedan jugar y compartir, donde puedan ser niños.

Si tienen que cuidar hermanos y no pueden asistir a clase, los docentes los alientan a que los traigan igual y los suman a alguna clase, así nadie se pierde de estar en un lugar lindo como lo es la escuela. “Yo creo que entre nosotros nos tenemos que apoyar y motivarnos a seguir por ellos, por los chicos y chicas que vienen acá y esperan tener un profe con una sonrisa esperándolos para tocar como siempre, por más que esté el día gris”, reflexiona Álvaro.

 

Y CASA lucha y sigue, a pesar de los recortes presupuestarios. Lograron tener una reunión con el GCBA y aún esperan una respuesta para ver de qué manera el Estado porteño puede asumir el compromiso necesario. Las organizaciones de la sociedad civil se ponen al hombro la tarea de ocupar ese lugar donde el Estado no está. “Nosotros ponemos todo el material, la luthería, los instrumentos, que es carísimo, nos encargamos de la dirección y la organización de los espacios. Más que un aporte del Estado es un aporte nuestro a la sociedad, un trabajo en equipo que es necesario”, comenta Mailen. Actualmente, la fuerte presencia de la campaña solidaria en redes sociales permitió que consiguieran nuevos suscriptores, pero aún necesitan apoyo. Aspiran a volver a ser lo que eran hacia la segunda mitad del año, si consiguen la cantidad necesaria de suscriptores y la inflación no es extremadamente violenta.

Hacia la una de la tarde la clase de orquesta llega a su fin y algunos padres que llegan a la escuela se asoman por la puerta. Los chicos guardan los instrumentos y saludan a los profesores. Será hasta el próximo sábado. “Toda la situación es muy compleja pero yo confío en la solidaridad de la gente, que va a entender la importancia del trabajo que hacemos”, dice Ubiedo Myskow mientras cierra la puerta del aula. Es la primera en llegar y la última en irse de la escuela, que ya es como su casa.