Oct 13, 2021 | Entrevistas
Las Islas Malvinas están situadas en el Mar Argentino a unos 600 km de la costa patagónica. Poseen una superficie de 11.718 km2. Se componen de dos islas principales, Soledad y Gran Malvina, y alrededor de 200 islotes más pequeños. Para los ingleses y sus propios habitantes el nombre es Falkland Islands.
Federico Lorenz, historiador, profesor y escritor argentino, se especializó en este hecho bélico. Autor de libros como Las guerras por Malvinas, En quince días nos devuelven las Islas y Guerras de la historia argentina, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de General Sarmiento. Su último libro Postales desde Malvinas apunta al público infantil.
La Guerra, un hito en nuestro pasado
En nuestro país “Malvinas” posee una gran carga simbólica de reconocimiento a los soldados, de memoria colectiva y de una lucha que, generalmente, es común en todo el arco político. Lorenz cuestiona el lugar desde el que se piensa a las Islas sin desestimar la causa nacional de recuperación y por la que tantos hombres perdieron la vida.
Durante los años ‘90 comenzó a entrevistar a veteranos de guerra como parte de un trabajo de investigación. En su largo recorrido sobre este conflicto, el historiador infiere que se debe pensar de otra forma la recuperación de las Malvinas sin abandonar el reclamo. La propuesta sería la de desarmar ese mandato para repensar la integración de las Islas dentro de un proyecto.
«Me parece insuficiente -sostiene- imaginarlas sólo recuperadas. Me gustaría que el dictum de las Malvinas ´fueron, son y serán argentinas´ estuviera atravesado por una imaginación del país que quiero o que los dirigentes explicaran cómo se lo imaginan dentro de un proyecto». Y, agrega: “Tenemos un mandato de recuperación constitucional. Está en la Constitución Nacional. Hay una cláusula transitoria de recuperación pacífica de las Islas y es un dato no menor”.
En ese sentido, plantea “¿Cuáles serían las políticas eficaces para lograrlo? ¿Qué país nos imaginamos con las Malvinas recuperadas? ¿Qué lugar les damos a los isleños? Conocemos que hubo una Guerra y que están ocupadas por los británicos. Pero no sabemos mucho más. Fundamentalmente es un mandato, pero también es una enorme abstracción».
El especialista sostiene que se concibe al territorio en disputa desde una mirada situada en la capital de nuestro país. «Lo que yo llamo porteño-centrismo es una forma de entender a la Nación desde Buenos Aires. Comprender, entonces, que el resto de las provincias son prácticamente como sus dependencias. Malvinas es parte de la Patagonia, del Atlántico Sur. No hay que pensarlas porteño-céntricamente, sino en clave marítima, cosa que no hacemos».
Argentina es uno de los países con mayor territorio marítimo en el mundo. Es el segundo más grande de América del Sur luego del de Brasil, cuarto en toda América y el octavo en extensión de la Tierra. Si se cuentan los territorios reclamados en Antártida y Malvinas, lo convierte en el séptimo país más extenso del mundo.
Sin embargo, Lorenz indica que el país no posee una cultura marítima y que se necesita un proyecto de país que la incluya. “Aunque resulte una obviedad, las Islas forman parte de un archipiélago en medio del mar. Para nosotros el mar es un lugar de veraneo o donde uno compra alfajores», dice en tono irónico. Esto contrasta con la vivencia propia de la Patagonia. «Las ciudades del sur tienen memoria local de la Guerra. Vieron llegar a los soldados y salir los aviones. Recibían noticias que eran contradictorias con lo que vivían», explica.
El 2 de abril de 1982, fecha reconocida en nuestro país, fue el inicio de la Operación Rosario, es decir de la lucha por la recuperación de las Islas por medio de las fuerzas militares argentinas. Contextualmente era el final de la última dictadura militar. El pabellón nacional flameó en las Islas hasta el 14 de junio de ese año, día en el que finalizó la Guerra. Fueron más de 23 mil argentinos que participaron. El conflicto arrojó 649 muertes de combatientes nacionales y 255 muertes de ingleses.
La historia que mantiene una vigencia
Recientemente las Malvinas volvieron a ser noticia debido a la misión de exhumación de tumbas colectivas en las Islas. El fin era identificar los cuerpos de soldados caídos. El acuerdo se estableció entre el Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC), organización que tiene la misión humanitaria de proteger a las víctimas de la guerra, así como prestarles asistencia y el Equipo argentino de Antropología Forense (EAAF), quienes concretaron exitosamente su viaje al archipiélago.
Hallaron los restos de cinco soldados argentinos en la tumba C.1.10. del cementerio de Darwin. Las muestras de tejido esquelético serán llevadas a Córdoba al Laboratorio de Genética Forense del EAAF para su análisis e identificación. Los resultados se esperan para fines de octubre.
En referencia al descubrimiento, Lorenz señala tres puntos: el derecho de las familias al duelo, el de los muertos a ser recordados en el lugar correcto y, por último, destaca la labor del EAAF. “Se reactualiza el tema de Malvinas, pero no necesariamente desde el punto de vista de la soberanía sino fundamentalmente de nuestro vínculo con el pasado construido a partir de la noción de Verdad y Justicia”, agrega.
En la página oficial argentina.gob.ar indican que la cuestión de las Islas Malvinas es un tema prioritario de la política exterior. Se refleja un mandato constitucional y se traduce en una política de Estado. La creación de la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur por el Decreto 50/2019 es el primer paso para cumplimentar los objetivos enunciados.
“Estamos en vísperas de los 40 años del aniversario de la Guerra. Se verán muchos discursos, homenajes y reconocimientos pero ningún mecanismo es suficiente para recalcar la diferencia entre el país que fue durante la Guerra y el que es hoy en día». Lorenz se refiere a la situación socioeconómica actual atravesada por la pandemia. «Hay que estar atentos porque con una desigualdad grande, una sociedad herida y que ha perdido gente, el símbolo Malvinas puede ser muy eficaz para unificar por encima de las diferencias. Me gustaría pensarnos discutiéndolas socialmente”, sostiene.
“Lo que permanece prácticamente incuestionable -añade- es la causa nacional, la recuperación de las islas. Eso permea cualquier visión sobre lo que pasó en 1982”. Desde su rol de profesor, concluye Lorenz: “Cuando se abre un poco la discusión surge una enorme curiosidad. Desde el sentido del querer saber. Es muy importante satisfacer esto con información. Yo no le temo al conflicto social, creo que la sociedad es conflicto, en el sentido de diferencia de intereses y de posiciones»
Jun 22, 2020 | Deportes, Novedades
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=m3kCVtPgu20]
Ene 6, 2019 | Novedades

Luis Fondebrider, presidente del EAAF en Malvinas. Foto gentileza EAAF.
“El 12 de marzo de este año estábamos en el hotel, preparados para viajar a Malvinas al otro día. Dos familias estaban ahí; ellos no iban a buscar a los restos de sus familiares, pues las identificaciones no se habían hecho todavía. Pero para sorpresa de todos, esa misma noche tuve la fortuna de contarles que los habíamos encontrado. Viajaron sabiendo la ubicación exacta de sus seres queridos. En el camino preparamos unos papelitos con sus nombres, porque la placa no alcanzó a estar lista, y ellos mismos los pusieron con piedras sobre las tumbas. La distancia se había acortado”, relata Virginia Urquiza, coordinadora de la Unidad de Casos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF).
Dedicado desde 1984 a recuperar cuerpos de desaparecidos y reestablecerles la identidad, primero en la Argentina y luego en otros 50 países, hace siete años que el EAAF comenzó con la identificación de más de un centenar de combatientes enterrados en el Cementerio de Darwin. Noventa han recuperado sus nombres y en sus sepulturas ya no se lee “Soldado argentino sólo conocido por Dios”. “El recuerdo y la memoria son necesarios”, dice Virginia en la sede del EAAF, en la ex ESMA, donde recibió a ANCCOM.
¿Cómo se inició el trabajo de exhumación en Malvinas?
Fuimos convocados por la Cruz Roja, en el marco del Proyecto Plan Humanitario Malvinas. El Equipo trabaja hace muchos años en misiones internacionales y, dentro de la Argentina, es la única organización de su estilo (trabajando con desaparecidos y casos actuales). Somos muy rigurosos y hemos ido ganando prestigio. La Cruz Roja convocó a tres especialistas de Argentina, tres de gran Bretaña y otros tres de países neutrales, por lo que enseguida pusimos a disposición a nuestros compañeros, que fueron aprobados para ser partícipes de la iniciativa.
¿Cómo se manejó la relación con Gran Bretaña?
La comunicación con el Gobierno de Gran Bretaña fue realizada desde la Cancillería, que se puso en contacto hasta llegar a un acuerdo. El tema excedía la dimensión política y de soberanía, estábamos hablando de algo más grande: el derecho internacional humanitario, es decir, cumplir con los protocolos que demandan que toda persona que muere en un conflicto armado esté enterrada como corresponde, con su nombre y bajo los rituales que su familia o cultura dispongan. Eso permitió que los dos países se pudieran sentar a charlar. Cuando comenzamos a trabajar con las muestras en 2012, no sabíamos si en algún momento íbamos a poder ir a Malvinas para cotejarlas. Y finalmente, en 2017, el Equipo arribó a las islas, después de años de negociaciones entre los dos países. El trabajo contrarreloj comenzó el primer día, pues una de las condiciones impuestas era que ningún cuerpo o resto podía permanecer fuera de su tumba por más de un día.
¿Cómo fue el trabajo de campo en el cementerio?
Fueron tres meses muy intensos, de junio hasta agosto. Se montó un laboratorio móvil en el cementerio de Darwin: un container con toda la maquinaria que la Cruz Roja puso a disposición. El trabajo diario consistía en abrir la sepultura, llevar los restos al laboratorio, tomar las muestras para hacer el análisis antropológico, determinando la edad, altura, lesiones. Muchas veces estudiar objetos personales. Se pudo comprobar que efectivamente los soldados estaban en cajones, aunque el paso del tiempo los deterioró. Parte de nuestro trabajo también consistió en darles cajones nuevos.

Visita de familiares y miembros del EAAF a Malvinas en 2018. Foto gentileza EAAF
¿Cuál es la relación del EAAF con los familiares de los ex combatientes?
Los familiares son nuestros jefes. Trabajamos cuando ellos quieren que lo hagamos y quieren tener la posibilidad de una respuesta y un resultado, aunque no sea de identificación, porque se dieron casos en donde los restos no estaban dentro del universo de muestras, es algo increíble. Las familias tienen la certeza de si está, o no. Es un momento muy especial porque la mayoría ha estado más de 35 años esperando. Nunca tuvieron información oficial respecto al fallecimiento; se enteraron de lo sucedido por los testimonios de los que volvían. Tuvieron que reconstruir ellos mismos la historia y la posibilidad de tener una lápida con el nombre de su familiar hace la diferencia. Ya no tienen que adoptar cualquier cruz. El equipo ha identificado exitosamente a 112 de 122. Las dos últimas familias notificadas viajaron el último 13 de marzo y pudieron ponerle nombre a las tumbas de sus seres queridos.
¿Qué supone que una persona sea enterrada con su nombre?
En Malvinas se dio una situación de separación de un cuerpo y su identidad. El Estado argentino no identificó a sus muertos, el cuerpo se separó de su historia, de todo lo que esa persona era. Ahora las familias tienen un lugar donde pueden ver el nombre y apellido de los suyos, lo que no es menor. Esto les permite comenzar la etapa de despedida, el duelo. Volver al lugar donde la persona descansa es fundamental. Para el familiar, el nombre le devuelve la historia que se había perdido. Todo lo que esa persona fue antes de morir. La memoria es un derecho humano que merece ser respetado.
¿Qué queda por hacer en Malvinas?
Faltan diez identificaciones, pues hay algunas familias que han sido difíciles de encontrar. Hay una sepultura que fue mal nombrada, y nos dimos cuenta recientemente. Hay tres personas que se suman a las que deben identificarse. Esperamos que las familias se contacten con nosotros o con la Secretaría de Derechos Humanos. Además, también estamos esperando los resultados de las últimas muestras que tomamos. A medida que se va acotando, se va poniendo más difícil. Es un trabajo complejo pero esperamos que se pueda hacer pronto.
¿Cómo atraviesa Malvinas a la memoria colectiva?
Malvinas es un tema reciente en nuestra historia. Las consecuencias de la guerra se ven en el presente y cuando tuvimos que ir a entrevistar a las familias. El ejercicio de acompañarlos, de estar para ellos, supone cuestionarse muchas cosas propias. Más allá de que se intente separar la vida privada y la profesional, no se logra. Cuando viajás con las familias, cuando ves sus caras, cuando les das la noticia, hay algo que te atraviesa: como argentina, como mujer que recuerda la guerra, como humana. Se genera empatía con las personas que tenés enfrente. La dictadura operó ocultando y escondiendo. Solo hay que mirar cómo volvieron los ex combatientes; silenciados, en la mitad de la noche. No fuimos a vivarlos a ninguna plaza. Recuperar todo esto, volver a mencionarlos, darles nombre, recordarlos, y todo este trabajo, permite empezar a poner en valor ciertos hechos históricos. Esto sucedió, ¿qué nos queda? Hacer lo que podamos para repararlo. La incertidumbre no es justa para ningún ser humano.

Foto gentileza EAAF
May 25, 2017 | Comunidad
El Centro de Ex Combatientes de La Plata lanzó este martes frente a Tribunales la campaña “Justicia por Malvinas”, donde denunciaron que las causas por los crímenes de lesa humanidad, cometidos contra los soldados durante la guerra por sus superiores del Ejército, a diez años de iniciadas no avanzan en el Poder Judicial. Los militares acusados aún permanecen en libertad y ninguno fue llamado a declarar. En el acto estuvieron presentes distintas agrupaciones de ex combatientes, representantes de la Comisión Provincial por la Memoria, Taty Almeida en representación de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, representantes de H.I.J.O.S, del Centro de Militares para la Democracia Argentina (CEMIDA) y de la CONADEP, entre otros.
Los ex combatientes enarbolaron sus banderas ante las escalinatas de la calle Talcahuano del Palacio de Tribunales; uno de ellos desplegó una tela revestida de una mezcla de turba y pasto, sobre la cual dispuso un uniforme de soldado, cuyos puños y botamangas ató a unas estacas de madera. “Señor presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, doctor Ricardo Lorenzetti, me dirijo a usted a fin de anoticiarlo del lanzamiento de la campaña ‘Justicia por Malvinas’, que tendrá lugar en el día de la fecha –anunció con un megáfono Mario Volpe, presidente del Centro de Ex Combatientes de La Plata-. Este año las causas por torturas cometidas por oficiales y suboficiales en perjuicio de los soldados conscriptos durante la guerra de Malvinas cumplen diez años. El punto final está operando por el paso del tiempo y eso es una decisión político institucional”.

Los ex combatientes enarbolaron sus banderas ante las escalinatas de la calle Talcahuano del Palacio de Tribunales.
En diálogo con ANCCOM, Volpe explicó que a 35 años de la guerra de Malvinas reclaman “justicia por los delitos de lesa humanidad, por los enterramientos, por estaqueamientos y asesinatos de soldados ocurridos en Malvinas”. Volpe es ex combatiente y cuando habla de sus compañeros los ojos se le ponen vidriosos: “Todavía, después de diez años de iniciadas las causas, a pesar de 123 denuncias, a pesar de que están implicados más de 185 militares, a pesar de que en 2015 se hizo una desclasificación de los archivos secretos y de que las pruebas son contundentes, no hay una sola indagatoria –explicó-. Las prácticas de tortura que se llevaron a cabo durante la dictadura en el continente fueron las que, adaptadas a Malvinas, sufrieron muchos soldados”. Volpe señaló a un grupo que se fotografiaba ante banderas con las islas dibujadas y agregó: “Hoy acá están soldados que han sido torturados, golpeados, que han sido maltratados por pedir comida y también hay soldados que por la sola condición de ser judíos fueron torturados”.
“Yo estuve así, a mí también me estaquearon”, dijo el ex conscripto Pedro Benítez tras señalar la figura que armaron con la tela, las estacas y el uniforme. Benítez era soldado en el Regimiento 3 de La Tablada. Con sólo 18 años y un mes de instrucción fue a la guerra. Un día frío en las islas, un superior lo acusó de haber robado comida. El jefe de sección era el sargento primero Meza, y el jefe de Grupo era el cabo Arce. Cuando Meza se enteró del supuesto robo de alimentos, mandó a Arce a estaquear al soldado. La metodología consistía en dejarlo crucificado a la intemperie y sin comer varios días. Benítez asegura que lo castigaron sin motivo: “Me culparon por una comida que yo no afané –señaló-. Después pasaron los años y vino el soldado que la robó a pedirme perdón. Y yo lo perdoné, porque todos teníamos hambre”. Luego se refirió a cómo se manejaban sus superiores en las islas: “Cuando llegaban las encomiendas para cualquier soldado, antes lo hacían pasar por el pozo de mi jefe y él se afanaba lo que quería. Nos trataban de ladrones a nosotros pero los ladrones eran ellos”.

“Hoy acá están soldados que han sido torturados, golpeados, que han sido maltratados por pedir comida y también hay soldados que por la sola condición de ser judíos fueron torturados”, dijo Volpe.
Al terminar la guerra Benítez volvió con “pie y mano de trinchera” (por el continuo contacto con el agua y el frío), con anemia y con 40 kilos menos de los 80 con los que llegó a Malvinas. “Estaba más para el cajón que para otra cosa –contó- . Me llevaron a Campo de Mayo y estuve ahí ocho meses internado y después en el Hospital Central otro mes más”. No se animó a contar lo que había sucedido en Malvinas hasta mucho tiempo después: “A la denuncia no la quería hacer porque siempre tuve miedo que los militares volvieran y que me hicieran desaparecer –dijo-. Mi mamá tampoco quería que cuente nada”.
Finalmente en 2007 pudo hacer la denuncia. “En aquel momento en el CECIM de La Plata me animaron para que declare –relató-. Y dije que sí, mientras fuera seguro, porque yo ya tenía a mis hijos. Me dijeron que no me hiciera problema, que no iba a pasar nada, ni desaparecer ni nada de eso, y así empecé a declarar a los Derechos Humanos por mi estaqueamiento en Malvinas”. El juicio de Benítez es uno de los tantos que hoy continúan parados y por los cuales reclama junto a sus compañeros. El sargento Meza murió impune hace poco tiempo y el cabo Arce, su torturador, aún está vivo, libre, y trabajando para una empresa de seguridad.

En el acto estuvieron presentes distintas agrupaciones de ex combatientes, representantes de la Comisión Provincial por la Memoria, Taty Almeida en representación de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, entre otros.
Por suerte para Benítez, emocionado al contar su historia, a su lado tenía a Silvio Katz, que cada tanto lo hizo reír con algún chiste. Katz también fue conscripto, pero a diferencia de su compañero, estaba a tan solo 15 días de irse de baja. Fue a la guerra con 19 años. “Tuve la desgracia además de ser un soldado tan joven, de ser judío y de tener un superior nazi que me torturó los 70 días que me tocó estar en la isla”, relató Katz. En su caso el torturador fue Eduardo Sergio Flores Ardoino. Según el testimonio del ex combatiente, Ardoino tenía la metodología de torturar a cuatro o cinco soldados por día, pero siempre entre esos cuatro o cinco estaba Katz, “su judío”. Las torturas eran de todo tipo: “Desde la tortura psicológica de despertarme todos los días y decirme que era un judío de mierda –señaló a ANCCOM-, hasta la tortura física que consistía en estaqueos y en, por ejemplo, meterme en el agua congelada las manos y la cabeza”.
Al igual que para Benítez, para Katz fue complicado hablar de lo que le había sucedido una vez que volvió de la guerra. Recién en 2009 pudo sumar su denuncia a la de los demás colimbas torturados. Aún hoy, al igual que los demás denunciantes, no recibió ningún tipo de respuesta. Menos, justicia. “Hace 10 años que lo estoy denunciando y desde que empezó la causa mi nombre sale en todos lados, he estado en programas de radio y televisión, he hecho notas, etc, pero el señor no aparece, no da la cara. Está libre”.

El juicio de Benítez es uno de los tantos que hoy continúan parados y por los cuales reclama junto a sus compañeros.
Del cuello de Katz cuelga una cadenita con tres dijes: el escudo de River, las Islas Malvinas y la Estrella de David. “Cuando veo en reuniones de ex combatientes que ponen medallas yo digo que no voy a usar mi medalla en tanto y en cuanto no se la saquen a él – dijo refiriéndose a Ardoino-. Si él tiene una medalla como héroe de guerra yo a la mía no la pienso usar”.
“Que lo que te hicieron no sea en vano”, salió entonces en su auxilio Benítez. Concluyó Katz: “Nosotros los queremos enjuiciar pero vemos que el gobierno los quiere beneficiar. Si creen que nos vamos a cansar están equivocados, no vamos a parar hasta que se haga justicia”.

El Centro de Ex Combatientes de La Plata lanzó este martes frente a Tribunales la campaña “Justicia por Malvinas”, donde denunciaron que las causas por los crímenes de lesa humanidad.
Actualizada 25/05/2017
Abr 12, 2016 | inicio
El 14 de noviembre de 2015 nueve alumnos de la escuela primaria Nº 78 Soldado José Honorio Ortega, de Río Gallegos, viajaron a las Islas Malvinas acompañados por su directora y dos docentes. “Es la primera vez, desde 1982, que una escuela pública viaja a Malvinas”, destacó Cecilia Flachsland, docente que trabaja en el programa “Educación y memoria” del Ministerio de Educación, quien también participó del viaje junto a un equipo de Canal Encuentro que quería documentar la experiencia.
José H. Ortega es el único santacruceño caído en la Guerra de Malvinas y desde 2007 la escuela que lleva su nombre desarrolla un proyecto enfocado en su vida, del cual los alumnos pueden participar de manera voluntaria. Ana Mancilla, directora de la institución, contó que el año pasado, a principios del ciclo lectivo, se comenzó a trabajar con los padres para organizar una visita a las islas. Uno de los objetivos del viaje era que los alumnos de quinto, sexto y séptimo de la escuela argentina pudieran interactuar con sus pares isleños. Mancilla recordó que “fuimos a hablar con la directora inglesa, pero ella no creyó conveniente que esto se hiciera por el posible rechazo de los padres que no quieren que sus hijos tengan amigos argentinos”. Aún así, los alumnos hablaron y jugaron al fútbol con niños kelpers en una cancha cercana a la casa donde se hospedaban.

“Es la primera vez, desde 1982, que una escuela pública viaja a Malvinas”, destacó Cecilia Flachsland, docente que trabaja en el programa “Educación y memoria” del Ministerio de Educación.
Sonia Cárcamo es la madre de José H. Ortega. Ella y su marido viven en Río Gallegos y participan en actos y actividades organizadas por la escuela que lleva el nombre de su hijo. “José estaba haciendo el servicio militar obligatorio en su regimiento. Se incorporó el 2 de febrero y yo lo vi el 18 de marzo, pero nunca me dijo que se iba a las Islas. Creo que él no sabía. Después llegó el 2 de abril, pero nunca imaginamos que él iba a ser de los primeros en pisar Malvinas. Nos enteramos que estaba allá por una carta que recibimos de él. Con mi marido nos quedamos sorprendidos porque existían reservistas que podrían haber llamado para combatir”, recordó Sonia.
José murió el 28 de mayo en la batalla de Darwin. Recién en 1992 su madre logró viajar a las islas junto a otros familiares de caídos. Respecto a ese día, Sonia recuerda: “Fue muy especial. En ese tiempo había un comentario de que no estaban todas las tumbas identificadas. Yo llegué a Darwin, busqué y no encontré la de mi hijo. Fue un poco chocante porque daba la impresión de que no estaban ahí”.
En 2012, Cárcamo acompañó a Cristina Fernández de Kirchner a Naciones Unidas para pedirle a Gran Bretaña que permita la identificación de las 123 tumbas del cementerio de Darwin que rezan: “Soldado argentino sólo conocido por Dios”. “Nosotros no queremos traer el cuerpo a Argentina. En las cartas, José decía que estaba fascinado con la isla. Está en el lugar que él quiere”, aseguró Sonia.

“Cuando fuimos al cementerio de Darwin llevamos la bandera de la escuela, una bandera argentina muy grande»
En su semana de estadía en Puerto Argentino, la capital de Malvinas, los chicos tuvieron a Fernando Alturria, presidente del Centro de Veteranos de Guerra y padrino del colegio, como guía en las excursiones. “Si bien hicimos un trabajo previo, para los alumnos fue un impacto muy grande. Una cosa es contar la historia y otra es vivirla. Vos ves las condiciones en las que estuvieron nuestros soldados y es un trago amargo. Hubo un cambio muy grande en los chicos después del viaje”, aseguró Mancilla.
Por su parte, Flachsland dijo que si bien las Malvinas son argentinas, es difícil no sentirse en otro país debido a que es necesario ingresar con pasaporte. “Eso muchas personas no lo aceptan porque les parece un gesto de sumisión”, remarcó. También relató que en el aeropuerto el único papel que te dan en español es uno que pide que, debido a la susceptibilidad generada por la guerra, no se exhiban banderas argentinas. “Cuando fuimos al cementerio de Darwin llevamos la bandera de la escuela, una bandera argentina muy grande y ahí vinieron unos vecinos a decirnos que los estábamos ofendiendo porque no se podía mostrar la bandera, pero fue un episodio acotado, la verdad es que no tuvimos problemas serios”, afirmó Flachsland.

Tanto ella como Mancilla coinciden en que uno de los lugares que les generó mayor conmoción fue el Museo de las Islas Malvinas. La docente aseguró que lo que más la afectó fue la proyección del documental británico 1982- In our own words (1982- En nuestras palabras) que narra la guerra desde el punto de vista de isleños que eran niños en el momento del conflicto bélico. Sobre esto, Flachsland opinó: “Esas cosas te obligan a pensar que hay otro punto de vista, no del Imperio Británico, sino de los pobladores de las islas y también son cosas que te obligan a afinar los argumentos. A mí, que trabajo explicando por qué las Malvinas son argentinas, me sirvió como ejercicio intelectual ver por qué ellos consideran que no lo son”.

“Si bien hicimos un trabajo previo, para los alumnos fue un impacto muy grande. Una cosa es contar la historia y otra es vivirla».
Actualización 12/04/2016