“China: una civilización en sí misma”

“China: una civilización en sí misma”

Estados Unidos inició una disputa arancelaria principalmente contra China. En lugar del silencio habitual, esta vez las respuestas se hacen escuchar fuerte desde oriente: ¿Hay una nueva postura del gigante asiático?

El miércoles 2 de abril el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció fuertes aranceles para la mayoría de países del mundo. Sin embargo, dos días después, tras profundas caídas en las bolsas globales, en la cotización de los bonos de deuda pública estadounidense y el dólar, estableció una pausa de 90 días en la implementación de la medida para más de 60 países excepto por uno de ellos: China, que ya había respondido con medidas equivalentes. Frente a esto, se produjo una escalada arancelaria entre ambas naciones. Finalmente, China estableció una tasa del 125% y Estados Unidos del 145%, que, sumado a las tasas ya impuestas por el gobierno anterior, pueden llegar hasta el 245% en algunos sectores.
Históricamente la diplomacia china eligió la mesura como respuesta y lo mismo hizo la sociedad. Por eso, llamó la atención la circulación de piezas audiovisuales a través de las redes sociales hechas, al menos en apariencia, espontáneamente por ciudadanos chinos. Desde allí instan a los estadounidenses a comprarles productos evadiendo a los intermediarios, explicaciones acerca de por qué el sistema económico, político y social de occidente tiene muchas fallas y memes que ridiculizan la productividad de los estadounidenses. Además, el 15 de abril resultó novedoso el tono con el que la embajada del país asiatico respondió a las declaraciones que Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, realizó en referencia a China durante su visita a la Argentina.
Desde una perspectiva occidental, resulta esperable que aparezcan ese tipo de respuestas que confrontan política e ideológicamente los ataques direccionados hacia el gigante asiático. Sin embargo, la tradición cultural de China no se asocia con este tipo de prácticas. Francisco Taiana, historiador, sinólogo y autor del libro Argentina, China y el Mundo: 1945-2022, explica: “A diferencia de Estados Unidos y otros países occidentales que realizan una perpetua exportación de sus valores y sus visiones sobre otras partes del mundo, en China y otros países que operan bajo otro sentido común no hay intenciones de moldear el mundo a su imagen y semejanza”.

Estrategias y sentimientos
Leila Bitar, especialista en política internacional de Radio Gráfica, considera que “la estrategia diplomática actual se remonta a la llegada de Xi Jinping al poder en 2013. Ésta deja atrás el perfil bajo, el no involucramiento, para iniciar una etapa más confrontativa por parte de los diplomáticos: conocida como la diplomacia del lobo guerrero, en referencia a una película sobre soldados chinos que defienden heroicamente el interés nacional frente a unos agentes extranjeros que pretenden hacer lío”. En este sentido, Gustavo Ng, editor de la revista DangDai y periodista especializado en China, sostiene que la estrategia se enmarca dentro de una maquinaria compleja de relaciones exteriores que se puede resumir entre tres aparatos principales: “El primer aparato comprende a un sector a favor de Estados Unidos, que es toda la parte de la máquina que habla el idioma capitalista neoliberal internacional. El segundo aparato es más moderado: es el centro más diplomático en el sentido tradicional de la diplomacia, que de ninguna manera va a responder a Estados Unidos con insultos, ni mucho menos tomar la iniciativa de atacar, simplemente va a decir lo que tiene que decir y nada más”. En este sentido, Ng señala que este sector es muy importante porque define el equilibrio, lo que da estabilidad, algo que para China es primordial. En cuanto al tercer aparato, sostiene: “Vendría a ser como el otro extremo de la primera, es una máquina más agresiva contra Estados Unidos. Surgió sobre todo como respuesta a Trump, cuando durante la campaña presidencial de 2016 tuvo a China como un blanco. Ahí se activó esta tercera máquina”. A grandes rasgos, “se trata de una política exterior basada en estos tres pilares y lo que vemos ahora es la respuesta de la tercera máquina, que actúa desde una posición reactiva”.
Para Bitar, “Esta forma de hacer diplomacia refleja también un sentimiento que está en la sociedad china, no es algo propio del aparato gubernamental, sino que además está muy impregnado en la sociedad”.
Según NG, “el patriotismo no es o del gobierno o de la gente. El patriotismo es de todos. O sea, la gente siente que cuando el Partido Comunista se pone patriota está representando su patriotismo”. Por eso resulta complejo definir el impulso de las acciones ¿se trata de una reacción direccionada por el gobierno o más bien es una respuesta espontánea por parte de la sociedad? Tal vez en el intento de discriminar el origen de las acciones queda expuesta una perspectiva profundamente occidental: en China estos dos sujetos no pueden ser diferenciados de manera tan sencilla.

El presidente chino, Xi Jinping, pronuncia un discurso por videoenlace en la Reunión de Líderes sobre el Clima y la Transición Justa, el 23 de abril de 2025. (Xinhua/Huang Jingwen)

Un juego de voces

Ng hace referencia a la circulación de contenido para comprender la conjunción entre el gobierno y la sociedad: “En China los medios de comunicación emiten contenido del Estado o, si no son directamente los órganos oficiales, el contenido que emiten es controlado por el Departamento de Publicidad del Partido Comunista. Ese departamento es el que aprueba la publicación en todo tipo de medios. No existe lo que para nosotros es prensa libre. Sin embargo, con el smartphone, como en cualquier lugar del mundo, cada persona se convierte en una agencia de noticias potencialmente. La diferencia radica en que ellos usan una red social que se llama WeChat, la cual tiene una especie de blog que es un canal de noticias. Lo sorprendente es que existe una cantidad muy grande de personas individuales que tienen un blog en el que suben dos o tres noticias cada día. Se trata de una práctica masiva. Entonces, por un lado existe un esquema de comunicación muy extraño para nosotros, en donde hay una sola voz oficial que se repite a través de un montón de diarios y canales de televisión. Y, por otro lado, millones de personas emiten información por fuera de ese esquema. Muchas veces, la información es contraria al gobierno. Para controlar eso, el gobierno tiene un ejército de sensores: personas, algoritmos, inteligencia artificial que cooperan para controlar la información que circula. De esta manera, cuando se capta una noticia devenida en tendencia que no le conviene al gobierno, se bloquea. Ahí se arma un juego: la gente sabe cuánto tiene que decir sobre algún tema y hasta dónde puede llegar. Entonces, la reacción en redes sociales, ¿es del gobierno o es de la gente? Es concertado. La gente si quiere no lo sube, pero la gente lo quiere subir porque es patriota”. En este juego de voces, de lo que se puede decir y lo que no, se construye también un sentimiento que aflora en sintonía entre el gobierno y la sociedad.

El patriotismo puede determinar la economía

Echar luz sobre la situación de la industria audiovisual resulta útil para comprender el sentimiento de los ciudadanos chinos por su propia historia. En el contexto de la disputa arancelaria, China anunció la reducción de los estrenos de películas de Hollywood. Si bien la medida puede sorprender, responde a una tendencia que viene de larga data. Por diversos motivos, entre ellos la protección del cine local, en China existe una cantidad de cupos anuales para la proyección de películas extranjeras.

En este sentido, Francisco Taiana señala: “Dentro de lo que es la guerra arancelaria, me parece que limitar las películas estadounidenses es una medida retaliatoria dentro de las distintas respuestas que Beijing ha dado frente a estas agresiones económicas por parte de Donald Trump”. De hecho, “en los últimos años el mercado del cine en China se ha vuelto muy preciado. A tal nivel que si uno observa los últimos 15 años, se pueden ver estrategias por parte de producciones de Hollywood de hacer películas con alguna cuota de contenido oriental para que sea más atractivo para China. Esto se refleja en la inclusión de personajes chinos en superproducciones de Hollywood, como puede ser Titanes en el Pacífico 2”.

En paralelo a este esfuerzo por parte de Hollywood de interpelar al público asiático, desde China hace tiempo que trascienden fronteras a través de la pantalla grande y a partir de narrativas que les son propias, como las películas del director Zhang Yimou o un caso más reciente, Ne Zha 2, que, sostiene Pablo Coppari, periodista especializado en temas de China, “se posicionó como la séptima película más vista de la historia, solo por detrás de producciones como Avatar, Avengers y Titanic. Este logro la convierte en la primera película no estadounidense, en un idioma que no es el inglés y no producida por Hollywood, en alcanzar este nivel de éxito”.

Novedad planificada

Los argumentos que circulan en redes sociales parecen dar cuenta de una conocimiento profundo sobre la mentalidad occidental. Según Bitar, “hay una estrategia y hay una reacción más bien espontánea. Por un lado, me parece que desde el Estado siempre se buscó entender cómo funciona la mentalidad del rival. Por eso muchos funcionarios, académicos y diplomáticos se formaron y se forman en universidades de occidente”. A la vez, existe una asimetría muy grande entre el conocimiento que tiene occidente sobre oriente y viceversa.

Ng ilustra esta diferencia a través de la utilización del método Pinyin, que es la forma de escritura más usada por los chinos en sus smartphones y computadoras: “Utilizan el mismo teclado que nosotros, para escribir en chino pasan por el idioma latino. Cuando escriben la palabra que quieren el teléfono les da como opción todos los signos chinos que se pronuncian de la forma que dictaron. Y a partir de eso, ellos eligen”.

“Se busca entender cuáles son las reglas de juego, se usa el lenguaje y las formas de Occidente”, agrega Bitar. “De hecho, me parece que hoy TikTok, como plataforma, entiende perfectamente qué es lo que necesita occidente para relacionarse”. A raíz de esto, cabe destacar que la Corte Suprema de Estados Unidos ya intentó prohibir la red social china entre los usuarios norteamericanos, lo cual resulta paradójico teniendo en cuenta que la gestión de Xi Jinping ha sido blanco de fuertes críticas por parte de los norteamericanos por supervisar el contenido en internet a través del gobierno.

“Una civilización en sí misma”

“China es un país de unas dimensiones, de una autosuficiencia y de una profundidad cultural que lo vuelve una entidad muy autónoma sobre el mapa. La influencia extranjera sobre la cultura china a lo largo de miles de años ha sido muy importante. Pero, si fuésemos a removerla, de todas maneras, China seguiría siendo reconocible como tal. Tiene su propio sistema de escritura, su propio idioma, su propio universo moral, su propia base civilizatoria, su propio modelo de gobierno, su propia cosmovisión”, sostiene Francisco Taiana y agrega: “Durante el sistema imperial, China no sólo se consideraba a sí misma como una civilización, sino que se consideraba como la civilización misma. Ser civilizado era sinónimo de tener cierto nivel de acceso y familiaridad con la cultura, particularmente con el idioma escrito. Y en eso, los gobernantes chinos en la época imperial tenían una visión bastante maniquea del mundo entre gente civilizada por la cultura china y bárbaros”.

La capacidad manufacturera ubica a China en una posición ventajosa que contribuye al orgullo que manifiestan sus integrantes a través de redes sociales, el cual ha sido construido a lo largo de su historia y que reafirman en el presente. La importancia que le otorgan a sus raíces, a sus costumbres y a sus tradiciones, arraigadas en un sistema que se consolidó de tal forma que cualquier factor extranjero puede ser extraído sin significarle un peligro a su estructura, sin dudas le otorga al gigante asiático una fortaleza a la hora de afrontar la disputa de los últimos días, sobre todo porque el país presidido por Xi Jinping no anhela nada que le sea ajeno, y eso establece también una ventaja en términos de la lógica occidental que, aunque no la comparten, la comprenden muy bien.

En este contexto, el gobierno encuentra, producto de una construcción de larga data, el sustento de sus declaraciones en la propia sociedad. Se trata de un discurso coherente con un sentimiento extendido, anclado en el orgullo por su propia historia.

¿Desapareció la clase media?

¿Desapareció la clase media?

Ingresos, ocupación, consumo, educación, herencia, valores. ¿Qué define hoy a la clase media en Argentina? Es una categoría en permanente transformación pero que aún organiza identidades y disputas sociales, aunque sus fronteras están cada vez más difusas.

“La Argentina es un país de clase media”. Durante décadas esa frase funcionó como un mantra nacional. Pero esa categoría, alguna vez asociada a la movilidad social y a los consumos culturales, hoy aparece cada vez más puesta en cuestión.

En general, se tiende a identificar como clase media a quienes están por encima de la línea de pobreza. Sin embargo, esa definición resulta cada vez menos convincente. Un informe reciente de la Consultora W, basado en datos del INDEC, estimó que el 43% de los hogares argentinos pertenece a este sector. La clasificación se apoya en variables como la Encuesta Permanente de Hogares, la Canasta Básica Total y los niveles salariales, siguiendo una lógica esquemática de: “decime cuánto ganás y te digo a qué clase social pertenecés”.

Sin embargo, para Eduardo Chávez Molina, investigador de la UBA y director del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Mar del Plata, una definición basada en ingresos es insuficiente: “Las lecturas más mediáticas consideran clase media a quienes tienen ingresos medios. Generalmente, eso implica estar por encima de la línea de pobreza. Pero eso no alcanza”.

Según el investigador la clase media no se define exclusivamente por sus ingresos ni por lo que posee sino por el lugar que ocupa dentro de la estructura económica. “En general, las clases medias se asocian a tareas de servicios, a actividades no manuales”, precisa. Sin embargo, reconoce que con eso tampoco alcanza en estos tiempos y suma factores que permiten pensar en una clase media que, a pesar de todos los cambios, cuenta con recursos para sostenerse. Uno de ellos, dice, es el familiar: “La baja tasa de natalidad en CABA incide. Quizá tengo peores ingresos, pero tengo más bienes, porque como la abuela o la tía no tenían hijos, lo que tenían se fue heredando”. No tener hijos puede ser determinante también para no aumentar gastos que implican una caída en la pirámide social.

Entonces ¿qué pasa hoy con la clase media? ¿Es algo que se hereda? ¿Cómo afecta la situación económica de los últimos años al bienestar y a la reproducción de este sector en la Argentina? Chávez Molina describe un panorama dividido: “Hay una situación polarizante. En el sector servicios, que es el prototipo de la clase media, tenés empleados de comercio que atienden una tienda de venta de medias y también tenés empleados que saben informática, que programan, que tienen ingresos elevados, ya sean en pesos o en divisas”.

Pero la clase media argentina no puede pensarse aislada. También se inscribe dentro de una estructura social regional con características particulares. “Argentina, junto con Uruguay, Brasil y Chile, tiene una clase obrera con trabajadores industriales altamente calificados, algo que la acerca a los parámetros de clase de los países centrales”, explica Chávez Molina. “Esos sectores como los técnicos del petróleo, de la industria farmacéutica o del plástico conviven con otros más precarizados, sobre todo en el ámbito de los servicios. Esta configuración es distinta a la de los países andinos y centroamericanos, donde la proporción de población dedicada a actividades rurales llega al 30 o 35%, mientras que en el Cono Sur ronda apenas el 5%”.  “Eso marca diferencias importantes a la hora de pensar cómo se constituye la clase media en la región”, señala el sociólogo.

 

El rol de los libros

Más allá de su ubicación en la estructura económica, otras miradas ayudan a ampliar la tarea de armar el rompecabezas de la clase media. Ana Wortman, investigadora cultural del Instituto Gino Germani, doctora en Ciencias Sociales y docente de Teoría Sociológica en la UBA, aporta una perspectiva que pone el foco en las prácticas culturales: “La Ciudad de Buenos Aires tuvo muy tempranamente una gran cantidad de teatros, donde ir al teatro no era algo de la clase alta. Estaba incorporado. Y así se fue constituyendo también la clase media”. Esa constitución no fue solo por el empleo asalariado o el crecimiento del comercio y la administración pública, sino también por lo que ese ingreso habilitaba: “Permitía proyectar, ahorrar. Y junto con ese bienestar económico, también estaba la idea del teatro, y cine. Esas eran las metas de la clase media. Tener una biblioteca en casa era parte del sueño. Hoy, para muchos, es un lujo” agrega.

 

Ese modelo, sin embargo, empezó a desdibujarse en la dictadura y luego en las décadas de los 80 y 90, cuando “ya era cada vez más difícil comprarse un departamentito de dos o tres ambientes, como había sido para generaciones anteriores que trabajaban 20 años en un empleo público, ahorraban y se lo compraban. Vivían muy austeramente, pero había estabilidad y esa cosa de mirar hacia el futuro, de sacrificarse”. Este cambio se refleja claramente en el último censo: en la Argentina, solo el 65,5% de los habitantes vive en viviendas propias, un fuerte descenso respecto al 71% registrado en el censo de 2010.

Por otro lado, con la inflación constante y la pérdida de capacidad adquisitiva, prácticas culturales antes extendidas se fueron elitizando: “Muchos de esos consumos culturales se encarecieron. Hay sectores de clase media que siguen yendo al teatro o al cine, pero hay otros a los que ya no les importa tanto” amplía Wortman. Para dimensionar esta transformación, según datos de Ultracine, 2024 fue el peor año en asistencia al cine desde 2014 cuando se inicio de esta medición en particular y exceptuando los años de pandemia. Ese año se vendieron 8 millones de entradas menos que en 2023, 12 millones menos que en 2019 y 15 millones menos que en el récord histórico de 2015. Este escenario nos presenta una clase media dividida: “Hay un proceso de polarización, de producir una sociedad de pobres y de ricos, y de una clase media baja. Ya no aparece más la clase media-media, como antes”.

No tener hijos puede ser determinante también para no aumentar gastos que implican una caída en la pirámide social.

A ese caleidoscopio que admite miradas distintas se suma la confusión subjetiva. La socióloga Manuela Leiva advierte que “nadie sabe cómo se define la clase media, pero mucha gente sí se define como tal”. Esa percepción, asegura, se sostiene en factores como la educación universitaria o ciertos cargos de autoridad laboral, incluso cuando las condiciones materiales no acompañan: “Muchas personas asalariadas, sin propiedad de medios de producción, creen pertenecer a la clase media porque tienen un título o manejan a otros trabajadores. Eso les da una posición algo más favorable, pero no necesariamente estable”.

En esa línea, Leiva también cuestiona el avance de discursos meritocráticos vinculados al emprendedurismo: “Hay una idea extendida de que si hacés lo tuyo, si no vendés tu fuerza de trabajo, podés ascender. Es el ‘el que quiere, puede’ neoliberal. Pero muchas veces se

esconde una situación de precariedad y explotación. Trabajadores de apps como Uber o Rappi suelen ser presentados como pequeños empresarios, cuando en realidad reproducen lógicas de subordinación sin derechos laborales plenos”.

Pese a estas señales de cambio o declive de la clase media ciertos valores parecen persistir. Wortman destaca especialmente el peso simbólico de la educación pública superior: “Me parece que eso sigue estando y que es muy fuerte. Por eso fue tan importante la movilización del año pasado en defensa de la universidad pública. Creo que fue más masiva que otras. Y eso me parece que es algo muy distintivo de la sociedad argentina y que hace a la clase. Es del conjunto de la sociedad, pero más de la clase media”. En un escenario donde muchos de los soportes tradicionales de este sector se debilitan, la educación superior pública parece persistir como uno de los últimos bastiones simbólicos. “Hay un reconocimiento de que el título universitario te da un lugar social de pertenencia, incluso más que el dinero”, explica, apelando al concepto de capital simbólico de Bourdieu.

Ese reconocimiento trasciende a los sectores históricamente ligados a la universidad. La expansión del sistema público en el conurbano y el interior del país refuerza su función como herramienta de movilidad: “La existencia de universidades en zonas como José C. Paz o en Florencio Varela hace que los chicos terminen el secundario. Es un factor de motivación tener una universidad cerca”. Según datos oficiales, la matrícula universitaria en instituciones nacionales no ha dejado de crecer, superando los 2,5 millones de estudiantes. Este proceso no solo amplía el acceso, sino que también fortalece el valor simbólico de la universidad como un puente hacia la integración social.

Más que una identidad fija o una posición fácilmente delimitable, la clase media aparece como una cuestión abierta, en permanente disputa. Quizás ahí, en esa inestabilidad, es en donde reside su persistencia.

Gobernar sin Ley de Presupuesto y el deterioro institucional

Gobernar sin Ley de Presupuesto y el deterioro institucional

La Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia impulsa modificaciones en la normativa para evitar que el Poder Ejecutivo impida discutir en el Congreso el presupuesto y utilizar así los recursos nacionales con total discrecionalidad, tal como lo hace el gobierno de Milei.

El último presupuesto aprobado por el Congreso Nacional fue el correspondiente a 2023, discutido durante 2022 y sancionado a finales de ese año, cuando todavía gobernaba Alberto Fernández. El Poder Ejecutivo ya encabezado por Javier Milei lo prorrogó en 2025 por segundo año consecutivo. En ocasiones anteriores se ha utilizado este mecanismo aunque nunca por dos periodos consecutivos. ¿Qué consecuencias concretas trae esta situación inédita? Entre otras, implica el atraso en las partidas que no tienen actualización por inflación y una discrecionalidad por parte del gobierno en el uso de los recursos.

Sofía Pasquini, abogada y miembro de la Asociación Civil por la igualdad y la Justicia (ACIJ), explicó que hay una situación de avasallamiento constante de los mecanismos constitucionales: “Es el gobierno diciendo ‘a mí no me interesa negociar con el Congreso, voy a hacer lo que quiera, a disponer del presupuesto y del funcionamiento de las instituciones como quiera’.” Esto empieza a hacer ruido en la vida cotidiana porque no es un hecho aislado, se suma a un contexto donde se designan a los jueces por decreto y es allí donde toma relevancia la prórroga presupuestaria.

La pregunta clave en esta situación, agrega, es: “¿Por qué tenés todo el andamiaje legal que le permite a un gobierno que no le interesa negociar con el Congreso, hacer todo lo que está haciendo? Esa es un poco la jugada, un problema más de fondo, que es qué está pasando con la regulación en Argentina de la prórroga presupuestaria que no dispone un límite permitido.”

El Ejecutivo cuenta además con los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) que le permiten ampliar las partidas. Mediante la prórroga y los DNU, cualquier gobierno puede eludir la discusión en el Congreso. En las últimas décadas se fue ampliando el porcentaje de las partidas asignadas por los decretos.

El economista Natán Spollansky, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba e integrante de ACIJ, sintetiza el criterio del gobierno hacia la ampliación o reducción arbitraria de las partidas: “Lo que estamos viviendo es la búsqueda del equilibrio fiscal por sobre el rol y las funciones que tiene el Estado de por sí. La no función del Estado como forma de gobernar. Se produce un ajuste de corto plazo que tiene consecuencias sociales y estructurales en el largo plazo.”

La administración actual modificó de hecho las asignaciones para los diferentes sectores. Los fondos destinados a Educación, Cultura, Promoción y Asistencia Social van a sufrir una reducción de un 30%  mientras que Inteligencia incrementará su asignación en un 67% según detalla el análisis de ACIJ.

“A medida que yo me alejo del presupuesto aprobado por el Congreso, puedo hacer cada vez más lo que yo quiero. Tengo un margen más amplio para disponer del paquete presupuestario sancionado en su momento. Esto de no tener un presupuesto o tener uno tan viejo prorrogado, permite cada vez una brecha más grande entre lo que aprobó el Congreso en 2023 y lo que estás tocando de las partidas hoy en día”,  apunta Pasquini. Esto posibilita que cualquier maniobra que se realice con el dinero sea solo ampliar un poco más el margen entre lo legislado y lo que efectivamente se destina.

Por su parte, Spollansky especifica cómo la mayor  discrecionalidad en el  manejo de los fondos por parte del gobierno genera un impacto más directo: “Al no discutirse no se puede hacer un seguimiento de los gastos ya que con las prórrogas esa posibilidad se va diluyendo. La última vez que se discutió un presupuesto y se aprobó fue el de 2023. Desde ahí la inflación superó el 300%. Eso implica que el dinero que tuvo que poner el Estado encima no fue aprobado ni discutido por el Congreso sino que quedó a la discrecionalidad del Ejecutivo. Esto influye en la partidas que no se actualizan y dependen del criterio del gobierno: la construcción de jardines infantiles perdió más del 80% de recursos, por ejemplo.”

En su análisis, ACIJ plantea que la prórroga en Argentina, aunque debería ser excepcional y esporádica, se ha vuelto habitual y en los últimos 15 años se ha utilizado ya en cinco ocasiones: 2011, 2020, 2022, 2024 y 2025. Otro aspecto importante es que se diluye la posibilidad de seguimiento y fiscalización de la ejecución de las partidas asignadas durante el año. El nivel de inflación deja los montos muy desactualizado y no se puede medir lo realizado, lo que vulnera estándares de transparencia y también de control ciudadano. Así, la desactualización de los fondos genera una diferencia que le implica al gobierno poner más dinero arriba de lo estipulado. Y esos fondos extras los destina según su criterio, que en definitiva es lo mismo que el presupuesto no aceptado por el Congreso.

Este contexto y la actuación reciente del gobierno, elegir la prórroga ante la no aprobación del Congreso del presupuesto enviado hace que cada vez quede más lejos un presupuesto democráticamente debatido y aprobado. Grafica Pasquini: “Nunca nos había pasado, pero de repente estás con un Ejecutivo que a viva voz te dice que no le interesa negociar con el Congreso porque porque son todos corruptos”. Y agrega que una herramienta de prórroga indefinida no se sabe cómo va a terminar funcionando porque efectivamente un gobierno con las peores intenciones la puede usar a su beneficio.

El andamiaje institucional para manejar presupuesto, con la Ley de Administración Financiera y todas las facultades que tiene el jefe de Gabinete y el Poder Ejecutivo, le es conveniente a este último poder. Su interpretación extrema casi al margen de la legalidad proporciona situaciones que debilitan las instituciones democráticas. La propuesta de la Asociación es modificar la normativa para impulsar la negociación entre los poderes Ejecutivo y Legislativo.

 

10 años de economía popular: del fortalecimiento a la resistencia

10 años de economía popular: del fortalecimiento a la resistencia

En el año internacional de las cooperativas, referentes de la economía solidaria repasan la última década. De la expansión a la trinchera. ¿Por qué algunos piensan que a pesar de la crisis el sector puede seguir creciendo?

En el décimo aniversario de ANCCOM, la agencia propone realizar un repaso sobre el cooperativismo y la economía popular en Argentina durante la última década, el estado actual y algunas reflexiones para proyectar el futuro, en el marco del “Año Internacional de las Cooperativas”, declarado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2025.

En los últimos diez años, Argentina ha cambiado de conducción política cuatro veces, siendo el manejo de la economía la principal razón por la que los últimos mandatarios -Mauricio Macri, Alberto Fernández- no han podido reelegir y Javier Milei fue electo primer mandatario.

La economía popular en Argentina es un sector que abarca desde un vendedor ambulante, hasta cooperativas como Agricultores Federados Argentinos (AFA), organización que cuenta con 30.000 productores en todo el país. La historia del cooperativismo es extensa, y sus inicios tienen relación con la primera gran oleada de inmigrantes europeos a finales del Siglo XIX, en su mayoría obreros con ideas socialistas y anarquistas, que no casualmente también participaron del nacimiento del sindicalismo argentino.

Para Rodolfo Pastore, economista y sociólogo, la economía popular “Es un conjunto amplio de personas que se gana la vida con su trabajo a partir de actividades por cuenta propia o en forma asociativa”. Las cooperativas, según la actividad económica que realizan, pueden ser de trabajo, donde los asociados comparten su fuerza laboral, o pueden brindar servicios. “La falta de empleo registrado en el país en los últimos años ha ampliado los límites de la economía popular. En general, teniendo en cuenta desde el cooperativismo empresarial, hasta el cuentapropista, el estado de la economía popular es de crisis, en consonancia con el contexto del conjunto de las unidades económicas, de las pymes y de los sectores populares”. Pastore hace alusión a que “las tarifas aumentan, los ingresos y las ventas son bajas, y además, una serie de programas públicos que existían años atrás se han eliminado a partir de la política de ajuste, de reducción y de desestructuración del sustento estatal”.

 

Cooperativa de cooperativas

La Red de Alimentos Cooperativos se encarga de generar las condiciones para que cooperativas del sector agroalimentario puedan hacer llegar sus productos a distintas partes del país, de manera que los precios sean acordes a los costos de producción y logística. Además, tienen una fuerte impronta ecológica, minimizando la utilización de conservantes.

Este año, es su décimo aniversario, Miguela Varela, una de las referentes de la organización, explica cómo funciona el sistema que integra la Red. “Alimentos Cooperativos nace específicamente por la necesidad de un grupo de cooperativas de producción de alimentos, que tenían un problema central en poder orientar su producción a través de canales comerciales que sean justos, que sean solidarios y, sobre todo, que sean propios. Las comercializadoras tradicionales especulan y hacen que el productor financie el proceso comercial. Entonces surge la idea de crear un instrumento comercial propio” concluye.

La Red se operativizó con la creación de Alimentando, una cooperativa de trabajo en Buenos Aires. Hoy son más de cien las que forman parte del esquema comercial, que se ha ido complejizando y desarrollando. Actualmente posee un espacio de acopio y distribución mayorista en la ciudad de San Martín. Además disponen de espacios minoristas distribuidos en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires.

 A través de estos locales, Alimentos Cooperativos ofrece una variedad de productos agrícolas de cooperativas de todo el país, pagándole al productor el precio que sale su trabajo, con los costos que implican los traslados y la comercialización. Al respecto, la referente asegura que “no especulamos, no miramos cuánto sale la soja en la bolsa de comercio, y comparamos  nuestros precios con las de las cadenas comerciales, nosotros tratamos de que sea siempre el mejor precio posible para consumidores y productores”. Los esquemas de ventas se diversificaron, y han logrado instalar una tienda de comercio electrónico desde donde se pueden hacer pedidos de todo el país.

 Pensando en el cooperativismo como forma de vida, Varela hace alusión a “la solidaridad y la autogestión” como los valores fundamentales que atraviesan estas prácticas. “La mezcla de las dos da como resultado el cooperativismo, un sistema económico de toma de decisiones democrático, que en la Red de Alimentos Cooperativos lo traducimos en términos políticos, con dos conceptos que tienen que ver con la integración y la reciprocidad”. Dentro de un  sistema que es cada vez más individualista, esta forma de trabajo debe luchar contra contradicciones internas en los individuos que forman parte.

Con el Programa de Infraestructura para Entramados Productivos Regionales, una política pública que se desarrolló durante el gobierno anterior, se han creado numerosas obras públicas para la comercialización y el acopio de alimentos de la agricultura familiar y la economía solidaria. Se instalaron sesenta módulos de comercialización directa, locales minoristas que hoy siguen vigentes. Sumado a esto, catorce centros de producción de alimentos en escuelas agrarias fueron también el resultado de esta política pública. Otro hito  al que hace referencia Varela es la integración regional con países como Brasil, Uruguay, Chile, y Bolivia. “El año pasado  firmamos un acta compromiso entre todos para, no solamente pensar políticas regionales, sino también esquemas de comercialización”. Para finalizar, Varela hace hincapié en la constitución del cooperativismo “como un actor económico más fuerte, pero sobre todo como un actor político más homogéneo, que nos permita poder sentarnos en algunas mesas de discusión, donde hoy no estamos”.

 

El león ataca

 A partir del 10 de diciembre de 2023, con Javier Milei al mando del Poder Ejecutivo Nacional, la motosierra ajustó también a la economía popular y solidaria. Los programas que la impulsaban fueron reducidos o eliminados, las transferencias de dinero congeladas a pesar del 185% de inflación acumulada el último año, gran parte de la distribución de alimentos a comedores fue suspendida, entre otras medidas que perjudicaron al sector cooperativista.

Pastore plantea que sin dudas la crisis económica golpea fuertemente a la economía popular, y que las cooperativas están en una situación muy crítica. Ahora bien, en este contexto, “existen condiciones para potenciar estas economías. Lo que uno ve en todo el mundo, pero particularmente en nuestro país, es que estas economías crecen. ¿Por  qué? Porque la gente busca maneras de ganarse la vida, de generar circuitos económicos que le permitan salir adelante, y muchas de esas alternativas que encuentran tienen que ver con estas economías.»

Muchos especialistas coinciden en que se está generando un caldo de cultivo parecido al de los finales de la década de 1990 en Argentina, con la apertura indiscriminada a capitales extranjeros a través del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), la iniciativa de privatizar las principales empresas estatales y el incentivo a pequeños y medianos comerciantes a importar productos que antes pertenecían a las cadenas del mercado interno, sumado a la baja del consumo y del empleo registrado, son fenómenos que hacen recordar lo que fue la última etapa del gobierno de Carlos Menem y el posterior estallido social del 2001.

Frente a esta comparación, Pastore señala que “estamos en una situación parecida, análoga, yo diría, más que igual. Obviamente nunca es igual, pero son momentos donde los problemas se vinculan al empleo, al consumo y a la falta de atención del Estado. Es una etapa donde el Estado achica sus funciones, en un contexto general de inestabilidad económica, sobre todo de situaciones en términos del tipo de cambio del dólar. También está presente la crisis del mundo del empleo asalariado registrado, y con la economía de plataformas, eso se ha expandido mucho más”.

 

 

El Moviento de Trabajadores Excluidos 

El Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) surge a finales de 2002, en la conjunción entre académicos de la Facultad de Derecho de la UBA y cartoneros que buscando una solución al hambre que padecían. Por eso, conformaron una olla popular en la esquina de Tucumán y Agüero, en la Ciudad de Buenos Aires. A partir de ahí, el MTE tiene una primera etapa asociada a la defensa del sector cartonero en la ciudad de Buenos Aires. Nicolas Caropresi, antropólogo y referente del movimiento, cuenta en conversación con ANCCOM que “lo  que se estaba peleando era por un sistema de reciclado con inclusión social, porque lo que estaba tratando el movimiento era buscar alguna manera de legalizar y darle derecho al trabajo cartonero, sobre un replanteo de algunos posicionamientos políticos e ideológicos. La situación de desempleo es crónica, producto de la modernidad tecnológica y concentrada del capitalismo, hay un montón de gente que se está inventando su trabajo, lo que no tienen son derechos”. Vacaciones, ingresos mínimos, monotributos, aportes jubilatorios, obra social son derechos adquiridos por el MTE en conjunto con otras organizaciones sociales durante el primer período de su historia.

A partir del 2015, el MTE se despide del gobierno de Cristina Kirchner con una movilización al Ministerio de Trabajo, exigiendo por la personería social gremial de la CTEP. Esta personería la firma Jorge Triaca con la llegada del gobierno Macri, y es cuando el movimiento da un salto de institucionalidad para la organización del sector. Mediante una movilización en conjunto con la CGT, logran la sanción de la Ley de Emergencia Social en 2016, y emerge como política pública el salario social complementario para las diferentes ramas de la economía popular. Caropresi remarca que esta ley luego se fortalece con la Ley Nacional de Barrios Populares. “En ese momento creció lo que nosotros llamamos la rama sociocomunitaria, que es lamentable que crezca. El MTE no era partidario de hacer comedores populares. Nosotros decíamos que lo que había que organizar era el trabajo. Pero lo que empezó a pasar ahí es que mucha gente se empezó a acercar a nuestras cooperativas a pedir alimento, o a donde había una olla para el funcionamiento de la cooperativa, venía gente que ya no era la cooperativa a pedir alimento. Entonces, producto de la política macroeconómica de Macri, fue un aumento brutal de la gente que empezó a buscar asistencia en los comedores”, asevera el antropólogo.

En términos de infraestructura, de reconocimiento y asistencia, el trabajo cartonero mejoró exponencialmente desde 2015 hasta la actualidad. Hoy la labor va desde la concientización en escuelas sobre el correcto desecho de la basura, pasando por, la recolección  en las calles y el posterior transporte a los centros de reciclado. Nicolás hace una aclaración en ese aspecto: “Antes el cartonero o la cartonera llevaba el material a su casa y el lugar de acopio era el patio, donde reciclaba los fines de semana. Hoy existen los centros verdes, hay gente en la calle juntando el material y hay gente que clasifica ese material en los galpones. Logramos armar una cooperativa de comercialización que abarca casi todo el  país, eso nos ha permitido negociar el precio directamente con la industria, sacando del medio un eslabón que era el de los galponeros que solían estafar al que cartonea”.

Desde hace algunos años, la economía de plataformas irrumpió en el mercado laboral argentino masivamente. Para Caropresi, este tipo de trabajo tiene características muy similares a la economía popular. “Son salidas laborales que surgen más de una necesidad más  individual que colectiva, aunque después se encuentran en la calle y frente a las amenazas se organizan de manera colectiva”, señala el referente de la UTEP. Lo cierto es que aún estos trabajadores no han sido interpelados por ningún tipo de organización, y en el imaginario colectivo de este sector hay derechos resignados de por sí. Caropresi apunta al “cambio de conciencia que han logrado en algunos sectores de la sociedad, que hay que revertir en una Argentina que ha sido famosa por los derechos de su clase trabajadora”.

Naciones Unidas declaró que la economía social y solidaria es fundamental para atender las necesidades de este tiempo, particularmente en lo que hace al trabajo, pero también para un desarrollo más sostenible. El único país que votó en contra fue Argentina.

Argentina contra el mundo 

No es casual que Naciones Unidas, el año pasado haya anunciado que la economía social y solidaria es fundamental para atender las necesidades de este tiempo, particularmente en lo que hace al trabajo, pero también para un desarrollo más sostenible y anclado en los territorios de los que proviene. Esta declaración fue aprobada por todos los países, excepto uno, el país del presidente Javier Milei. Además, este 2025 se declaró el Año Internacional de las Cooperativas, reconociendo que este tipo de estructura empresarial tiende a derramar en el territorio, los ingresos que se generan, y tienden a generar formas productivas y económicas menos perjudiciales para el ambiente. Considerando estos aspectos, en todo el mundo está tomando fuerza esta concepción de que la economía social y solidaria tiene mucho futuro para que los Estados la potencien y promuevan.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT), entre otros organismos internacionales recomiendan generar un proceso de sostenibilidad económica, donde la capacitación es un pilar fundamental para llevar a cabo este proceso. Rodolfo Pastore cuenta que en la Universidad de Quilmes se han creado carreras y programas para enseñar a formar cooperativas y saber administrarlas. “Yo creo que serían muy importantes ampliar esos programas de acompañamiento  técnico, de capacitación, de incubación cooperativa. Junto con eso, se necesita asociarse con otras entidades, como centros de formación profesional y brindar tecnologías que sean apropiadas para el trabajo”, concluye Rodolfo, con vistas al futuro de la Economía Social de nuestro país.

 

Los jubilados al Fondo

Los jubilados al Fondo

Una nueva marcha masiva frente al Congreso repudió la represión del miércoles pasado y exigió aumento para los jubilados y la prórroga de la moratoria previsional. Mientras tanto, la Cámara de Diputados aprobaba el acuerdo con el FMI sin conocer el monto, los plazos de vencimiento ni las condicionalidades que el organismo impone. No hubo quorum para tratar los proyectos vinculados a la tercera edad.

Tras la violenta represión del miércoles 12 de marzo -cuando efectivos de seguridad golpearon y rociaron gas en los ojos a jubilados, dispararon balas de goma contra manifestantes y un gendarme hirió en el cráneo con un proyectil de gas lacrimógeno al fotoperiodista Pablo Grillo—, la marcha de este miércoles transcurrió sin represión. Sin embargo, la tensión continuó con un fuerte operativo de seguridad, vallas alrededor del Congreso, controles en estaciones de tren y propagación del miedo por todos los medios posibles para desalentar la movilización.

ANCCOM acompañó a la Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina (aRGra) en la caminata para exigir justicia por Grillo y el respeto a la labor periodística. “¡Fuerza, fuerza, fuerza, Pablo, fuerza!”, coreaban los trabajadores. Alejandra Bartoliche, vicepresidenta de aRGra, advirtió sobre la precarización que atraviesa el sector y la falta de medidas de protección en contextos represivos. “Hay muchas cámaras, pero muy pocos fotorreporteros cuentan con los elementos necesarios para resguardarse en represiones como la del miércoles pasado”, señaló.

Bartoliche también cuestionó la falta de avances en la investigación contra el cabo primero de Gendarmería, Guerrero, quien disparó el proyectil contra Grillo. “Exigimos que se investigue. Pasaron siete días y Pablo sigue luchando por su vida, pero no hay un solo fiscal que haya actuado de oficio”, denunció. Además, criticó la implementación del protocolo de seguridad del gobierno: “Hoy no tenemos acceso al Congreso, está vallado, y eso es anticonstitucional. Exigimos libertad de expresión”.

La aparente calma
La movilización de este miércoles pareció desarrollarse de manera más ordenada. “Tiene que ver con que hubo más organizaciones que convocaron y con que las fuerzas de seguridad tuvieron que ser más cuidadosas, porque, desde el punto de vista político, lo del miércoles pasado fue un fracaso, porque debilitó su imagen nacional e internacionalmente”, opina Rubén Rojas, jubilado universitario.

Por su parte, Esteban Chalá, integrante del Cuerpo de Evacuación y Primeros Auxilios (CEPA), la ONG de rescatistas que asisten a heridos en las marchas con sus característicos uniformes naranjas, explicó la diferencia en la estrategia represiva: “El miércoles pasado buscaron impedir que los manifestantes llegaran a la plaza; por eso se reprimió antes de que las columnas pudieran ingresar”. En cambio, la marcha del 19 de marzo fue distinta: vallar el Congreso para que manifestantes y fuerzas de seguridad queden separados. “Se encierran en su burbuja blindada porque les da miedo que la gente proteste en la plaza de los y las argentinas”, plantea el integrante del CEPA.
El médico Félix Barbone, del Hospital Eva Perón de San Martín, informó que en la marcha anterior atendieron a dos personas que perdieron un ojo y a muchos manifestantes afectados por gases lacrimógenos. “Hoy no tuvimos que atender heridos, pero la tensión sigue presente, no sabemos qué puede hacer este gobierno represivo”, sostuvo.

Si bien no hubo represión física, durante el día, efectivos de seguridad solicitaron documentos de identidad en estaciones de tren y subte, mientras que en altavoces y carteles se difundían mensajes advirtiendo que la policía reprimiría “todo atentado contra la república”. Sobre esta estrategia, un grupo de jubilados comentó a ANCCOM: “Es un mensaje que busca asustar a la población y desalentar la movilización. Es algo muy grave, nos da piel de gallina”.
Sin embargo, los manifestantes no se dejaron intimidar. Detrás de las vallas del Congreso, se extendieron cuatro cuadras de columnas formadas por organizaciones sociales, partidos, personas autoconvocadas y sindicatos, manifestándose pacíficamente en la defensa de los derechos de los jubilados. “También marchamos por un derecho elemental, básico, constitucional: el derecho a manifestarse, a expresarse, a protestar”, afirmó Alejandro Horowitz, jubilado universitario. Rubén Rojas, también jubilado universitario, coincidió en que la represión no solo ocurre cuando hay violencia física, sino desde el momento en que se bloquea la movilización: “Cuando limitan nuestros cuerpos y nos dicen cómo conducirnos, ya están reprimiendo”.

Resistencia y memoria

La movilización no solo fue una respuesta a la represión de la semana pasada, sino también un recordatorio de la lucha histórica de los jubilados, que marchan todos los miércoles. Nacho Levy, referente de La Garganta Poderosa, sostuvo “Esta es una manera de ponerle freno al modelo represivo que acompaña a este trágico modelo económico, de una manera tan cruenta que no veíamos desde 2001, ni en la represión de 2017 y 2018”. Asimismo, Levy critica los mensajes del gobierno sobre supuestos atentados contra el gobierno. Para él, el verdadero golpismo es “tomar el Estado para hacer negocios personales, endeudar al país a cien años y usar la fuerza pública para pegarle a los más débiles”.

Horowitz insistió en la importancia de la movilización: “Los que no marchan deben saber que cada vez somos más, y que no se trata de esconderse, sino de salir a la calle y mostrar que este es un gobierno dictatorial que no puede seguir así”. En esa línea, recordó que quienes hoy son jubilados fueron jóvenes en los años 60 y 70, tiempos de luchas y resistencia. “Por eso es muy difícil que nos corran fácilmente de la calle”, sostuvo.

Adentro del Congreso

Mientras miles de personas se manifestaban, en la Cámara de Diputados se discutía el DNU enviado al Congreso por el presidente Javier Milei para convalidar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que nadie sabe de qué monto se trata, a qué plazo y con cuáles condicionalidades. A pesar de no contar con esa información los legisladores lo aprobaron por 129 votos a favor contra 108 en contra. Solo se opusieron los bloques de Unión por la Patria y el Frente de Izquierda de los Trabajadores en Unidad.

A si vez, cuando se iban a tratar los proyectos de prórroga de la moratoria jubilatoria, que vence el próximo domingo, la sesión se levantó por falta de quorum. Para ese entonces, las Plaza del Congreso ya estaba casi vacía.