Es tiempo de ver un documental sobre un diario cooperativo

Es tiempo de ver un documental sobre un diario cooperativo

Se estrena un largometraje sobre el diario cooperativo Tiempo Argentino, que refleja la lucha, la recuperación y la subsistencia de los trabajadores en defensa de su fuente laboral y de la comunicación social.

El proceso de vaciamiento empresarial que se dio entre diciembre de 2015 y abril de 2016 a cargo de Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, el ataque de una patota hacia los trabajadores de la redacción del medio, cuando ya empezaba a dar sus primeros pasos como autogestionado, y una pandemia de por medio, fueron las principales adversidades que Tiempo Argentino tuvo que resistir para poder existir.

Este miércoles 26 de abril a las 18:30, en la sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, se estrena el documental De la resistencia a la existencia, dirigido por Pablo Lecaros, que girará en torno a esos ejes y que busca contar una historia de lucha y de reconversiones de parte de los trabajadores de un medio que se intentó silenciar pero que así y todo ya lleva más de siete años como cooperativa.

“Es un documental en el que se abre un álbum familiar de un medio, de una cooperativa, donde encontramos historias más que personales, contada por sus trabajadores, por quienes hacen el diario día a día”, afirma Lecaros. De la resistencia a la existencia intenta sintetizar en 90 minutos, de una manera dinámica y sin perder el hilo central de la historia, toda una producción de materiales de archivo, y más de 38 entrevistados que incluye a figuras como Nora Cortiñas, Taty Almeida, Julia Mengolini, Alejandro Bercovich y Víctor Hugo Morales.

“Es una historia de un montón de personas que decidieron que la lucha era el único camino para poder existir –sostiene Guido Molinari, guionista del documental–. Y de alguna manera también es un gran mensaje hacia lo que significan los medios de comunicación en Argentina. Que no todos los medios de comunicación desinforman, que tampoco tienen que operar en favor de alguien, sino que hay diferentes formas de construir la información. Y creo que el caso de Tiempo Argentino, que ya lleva siete años, que es un medio ya instalado a nivel nacional, es la demostración que a través de la autogestión, a través de su manejo horizontal, se puede construir de otra manera y se puede ser masivo de esa forma”.

Federico Amigo, ex presidente de la cooperativa y hoy secretario, escribió una editorial en el año 2020 titulada “De la resistencia a la existencia”, justamente para contar todo lo que fue atravesando el medio y que una de las cosas que iba a tener que enfrentar era una pandemia y cómo iba a tener que seguir adelante con eso. Ese título, que luego fue elegido para el documental, es una frase con la que dentro de la organización se sienten identificados.

Amigo, en diálogo con ANCCOM, comenta: “‘De la resistencia’ porque nos logramos construir como medio después de haber sufrido un vaciamiento empresarial, desde ese lugar donde lo que teníamos disponible era nuestra fuerza de trabajo, pero no contábamos con recursos económicos para salir adelante, tuvimos que resistir para sostener el medio y sostener las fuentes de trabajo sin mayores elementos. Después vino la recuperación de un medio que si bien nació en 2010 en un modo tradicional con empresarios, se logró reponer a un vaciamiento y convertirse en una cooperativa. Y la existencia también está dada no sólo por el trabajo que pudimos llevar adelante nosotros, por nuestra propia organización y el acompañamiento sindical, sino porque también encontramos una audiencia, un público que nos acompañó durante todo momento, para que Tiempo pudiera llegar a este séptimo aniversario”.

El proceso de vaciamiento sufrido desde diciembre de 2015 hasta abril de 2016, comandado por los dueños del Grupo 23, coincidió con el cambio de gobierno de la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y el inicio del mandato de Mauricio Macri. “En abril de 2016, cuando construimos la cooperativa, había arrancado el macrismo. Allí ya se empezaban a ver un montón de políticas estatales que iban en contra de los propios laburantes, casi que nosotros estrenamos una nueva forma de política con un gobierno que no tiraba centros hacia los trabajadores”, comenta Molinari.

De todas formas, son los mismos trabajadores de Tiempo Argentino los que resaltan que uno de los que lideraba el vaciamiento empresarial era Sergio Szpolski, candidato a intendente de Tigre por el kirchnerismo en el año 2015. Ese proceso de vaciamiento implicó que los trabajadores no cuenten con su salario por varios meses ni con el aguinaldo, pero de trasfondo se comenzaba a generar una unidad de casi 200 compañeros que estaban en la misma situación.

Se inició un reclamo a nivel nacional para poder visibilizar la situación a través de festivales en el Parque Centenario y en los actos del 24 de marzo. Así fue como la cooperativa empezó a caminar con sueldos bajos un 19 de abril del 2016. Sin embargo, a los pocos meses se encontraron con un nuevo obstáculo: “Había un objetivo detrás y era que Tiempo Argentino no exista más”, sostiene Molinari.

“El 4 de julio en una madrugada fría, horrible, lluviosa, una patota de más de 15 personas, comandada por quien era supuestamente el que había comprado el diario, Mariano Martínez Rojas, un empresario que nunca se hizo cargo de nada, quiso echar a los compañeros que estaban durmiendo en la redacción –sigue Molinari–. Ante la falta de respuestas avalada por el Ministerio de Trabajo empezamos una permanencia en la redacción, en custodia de los bienes que estaban ahí. Y no pudieron con los trabajadores y las trabajadoras, porque a nosotros se nos unieron colegas de Clarín, La Nación, Infobae, C5N, y de muchos otros: entre los propios trabajadores no existe la grieta. La grieta es entre los patrones, no entre las personas que laburan”.

Tiempo Argentino logró consolidarse, resistió y se convirtió en una referencia nacional en términos periodísticos. Logró ser el medio autogestivo más grande del país sin dejar de competir con el resto de los medios corporativos, pero ofreciendo una mirada, una cobertura y una línea editorial que no se ve en los medios tradicionales.

Tiempo es un medio de alcance nacional que cubre la agenda masiva con el diferencial de aportar su mirada, sin ataduras económicas ni políticas y con la resistencia al poder concentrado como una de sus banderas –señala Amigo–. Además, logra destacarse del resto de los medios corporativos con las coberturas que reflejan los debates del campo popular, las problemáticas de la clase trabajadora, la defensa de los Derechos Humanos del pasado y el presente así como las políticas públicas en salud y educación, entre otros tantos ejes”.

El documental, que comenzó a realizarse en marzo del 2022, tendrá su avant premiere el miércoles, y luego hará una ruta por sindicatos, medios emblemáticos nacionales y festivales a lo largo y ancho del país. “Es una historia que merece ser contada no solo por el medio de comunicación sino también por esas historias invisibilizadas de un colectivo de trabajadores de nuestro país”, concluye Lecaros.

En la primera semana de junio, en ocasión del Día del Periodista, se proyectará también en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Esa misma jornada, se bautizará a la redacción de ANCCOM con el nombre Viviana Mariño, en homenaje a una de las fundadoras de la Cooperativa Tiempo Argentino y editora de la Agencia de Noticias de Ciencias de la Comunicación, quien falleció el año pasado.

El documental que grita contra el abuso sexual infantil

El documental que grita contra el abuso sexual infantil

«La Reparación» es el documental de Alejandra Perdomo sobre Abuso Sexual Infantil (ASI), que se estrenó el pasado 9 de junio en el Festival Internacional de Cine Político. En el documental, que tiene una duración de 66 minutos, comparten su testimonio Mónica Cortinez, Felicitas Marafioti, Daiana Fernández, Daniel Sgardelis y Santiago Bustince junto con especialistas como Roberto Piazza, Eva Giberti, psicoanalista y creadora del programa «Las Víctimas contra las Violencias»; y Vinka Jackson, psicóloga, escritora y sobreviviente de abuso sexual infantil.
El foco puesto en ocupar, resistir y producir

El foco puesto en ocupar, resistir y producir

La muestra fue organizada por FOTODOC, un taller especializado en fotografía documental.

“Las cooperativas son espacios de resistencia plena. Le debíamos a las organizaciones mostrar las fotografías. Nos pareció que era algo que no se ve actualmente. Queda mucho camino aún”, confesó Nicolás Falduti, uno de los ocho integrantes del Taller de Fotografía Documental FOTODOC, realizadores de la muestra “Ocupar, Resistir, Producir”, que documenta las historias de siete empresas recuperadas y autogestionadas por sus trabajadores.

La muestra montada en el ECuNHI retrata a los trabajadores de Alcoyana, Chilavert Artes Gráficas, San Carlos, Unión y Fuerza, La Nueva Esperanza, Nuevo Guido Spano y Tiempo Argentino que se inscriben en rubros tan diversos como la educación, el textil, la gráfica, la metalúrgica o la comunicación. Pero que tienen en común que, tras estar a punto de perder sus fuentes de trabajo, los otrora empleados con sacrificio, honestidad y solidaridad lograron reabrir las puertas del espacio que los unía para hacerle frente a empresarios, proveedores, facturas de gas y luz, la modernización tecnológica y la competencia de importaciones que permiten el ingreso de productos y servicios que les compiten a bajo costo.

Mientras recorría y observaba las fotos grupales Sabina Romani, otra de las fotógrafas que participó del proyecto, explicó: “Nuestra idea era representar a estos héroes anónimos. El trabajo es para toda la gente de las cooperativas. Las fotos son historias de vida. Las crisis, caer y recuperarse. Siempre está vigente este tema, por eso le llega a la gente. Nuestro objetivo fue reflejar su espíritu de lucha y resistencia para mantenerse con vida y trabajo”.

La muestra montada en el ECuNHI retrata a los trabajadores de Alcoyana, Chilavert Artes Gráficas, San Carlos, Unión y Fuerza, La Nueva Esperanza, Nuevo Guido Spano y Tiempo Argentino.

Daniel Merle y Pamela Ghisla son los responsables de FOTODOC. Respecto a la tarea que realizan desde este espacio, Merle comentó: “El taller nació en 2003. Elegí fotografía documental para salir de la prensa y dedicarme a lo que no está urgido por la inmediatez de las noticias, para tomar una perspectiva más histórica. El taller lo realizó en conjunto con Pamela Ghisla y siempre está en consonancia con las cosas que pasan en el país. El documentalismo siempre ha sido una disciplina preocupada por los procesos sociales. Este proyecto final, organizado por los participantes, surgió particularmente en el medio de una serie de hechos sociales y políticos a los que no escapa nadie.”

“La elección de la temática fue un arduo camino. Nos costó porque éramos varios. Había muchos temas interesantes. Elegimos éste porque es muy actual, social, transmite y tiene fuerza”, expresó Romani. El público, al momento de producirse el contacto con las fotografías, se muestra sorprendido. Es una oportunidad para descubrir la heterogeneidad de los espacios y lo que se puede lograr con esfuerzo y dedicación en conjunto.

Las fotos no poseen autores, lo cual refleja el espíritu de cooperativismo tanto en la muestra como en las fabricas.

Y es que tanto las cooperativas retratadas como FOTODOC tienen un tipo de lógica de organización del trabajo similar. Romani recorría por primera vez la muestra junto a su padre quien al detenerse frente a los retratos, le consultó a su hija: “¿Cuál es tu foto?” Y ella, sonriendo, le contestó: “Nuestra idea como grupo es que no hay una imagen de cada uno. A veces trabajamos en conjunto, uno disparó y los otros asistieron con las luces y la producción. Hicimos algo entre todos, refleja el espíritu del cooperativismo. Unimos fuerzas de todos lados para llegar a este resultado.” Los demás fotógrafos que completan este grupo son Natalia Calabrese, Nilda Fiorito, Andrea Guedella, Silvia Sánchez Puch, Juan Ignacio Sarrabayrouse y Graciela Zaires.

La producción del proyecto finalizó en noviembre del año pasado. De ahí en adelante comenzó un derrotero de llamados, mensajes, inconvenientes, cuentas, buscar un lugar para la muestra hasta que el ECuNHI abrazó la propuesta y todo comenzó a tomar forma. Zaires relató: “En este espacio la memoria es muy importante. Con las fotografías queremos contar que esto también pasó. Poder mirar a la gente, sus caras retratadas en las imágenes que reflejan memoria de toda la lucha emprendida.”

“Todos nos tenemos que rearmar después de una situación así. Se termina todo y hay que volver a empezar. Ellos tuvieron la voluntad de juntarse”, argumentó Zaires, quién se mostró movilizada al apreciar las fotos grupales. Su marido trabajaba en una fábrica textil y se quedó sin trabajo en 2000 porque la empresa cerró.

El cooperativismo abre espacios donde todos los participantes tienen la misma voluntad de decisión y participación. Una de las historias elegidas para reflejar su espíritu y manera de organizarse fue la cooperativa de trabajo del diario Tiempo Argentino. Cuando los empresarios Sergio Szpolski  y Matías Garfunkel abandonaron la empresa y a sus trabajadores, quienes desde diciembre de 2015 no cobraban su sueldo, se terminó de constituir el vaciamiento del Grupo 23. A pesar de este hecho, en abril del 2016 la asamblea formada por 125 trabajadores de los 170 originales votó constituirse en cooperativa y la nombraron Por Más Tiempo. Así fue como Tiempo volvió a la calle y hoy apuesta por un periodismo libre, sin patrones ni condicionantes.

Otra de las elegidas fue la metalúrgica Cooperativa de Trabajo Unión y Fuerza Ltda. que comenzó en diciembre de 2000 a producir con un sistema de fason: los clientes aportaban la materia prima y la fábrica luego cobraba la mano de obra. De esta manera, podían pagar los insumos de luz, agua y gas, sosteniéndose sin subsidios ni créditos del Estado.

Aunque no todas las historias retratadas comienzan con el abandono de los patrones luego de quebrarlas y fundirlas. Tal es el caso de la Cooperativa de Trabajo San Carlos Ltda. que se constituyó en octubre de 2001. Carlos, su dueño, no resistió la crisis de la década del ’90, que lo empujó a una situación desesperante en la que la única salida era la quiebra y el despido de todos los empleados y tomó la tremenda decisión de suicidarse. Tras este hecho, los dueños de la antigua Mondego SRL cedieron las instalaciones y las máquinas para que los integrantes de la cooperativa tengan un espacio para producir. Una vez recuperada la fábrica, los trabajadores la denominaron “San Carlos” en honor a su dueño. Actualmente se especializan en la fabricación de válvulas.

La muestra estará hasta el 13 de noviembre en el ECuNHI – Av. Del Libertador 8151.

En éstos y en los demás casos, la muestra exhibe fotografías grupales, otros retratos más espontáneos y también se adentran en los distintos espacios de las empresas gestionadas por sus trabajadores.

La muestra estará hasta el 13 de noviembre en el ECuNHI – Av. Del Libertador 8151- una de las 15 instituciones que han transformado a la Ex Escuela de Mecánica de la Armada  en una reivindicación de la memoria, el arte, la cultura y los Derechos Humanos. El espacio se podrá visitar además el sábado 10 de noviembre durante “La noche de los museos” donde a partir de las 20 hs se realizarán talleres, charlas, encuentros musicales y shows de artistas latinoamericanos.

El proyecto fue invitado a mostrarse el año próximo en la Legislatura porteña y en el Congreso de la Nación, donde los fotógrafos prometen crear más material y traer nuevas ideas a la muestra original.

De la calle a la pantalla grande

De la calle a la pantalla grande

“Yo soy la creadora de todo el minishow, así que preguntame todo lo que quieras saber”, expresa Marta Buneta casi en forma imperativa, esa que hace que el show lleve su nombre y sea la protagonista. Tiene 74 años, fue bailarina de cabaret en su juventud y hace una década vive en la calle. Casi en forma inmediata comenzó a montar un espectáculo callejero, que resulta disruptivo para los vecinos y transeúntes.Todos son matices de una paleta de colores que hacen que su vida sea digna de transformarse en algo más y llegar a quienes la desconocen. Malena Moffat, quien comparte el show con ella hace cuatro años lo supo y decidió, además, hacer un documental junto a Bruno López, codirector. Y así, como si de una película se tratara su vida, Marta Show -tal es el nombre del documental- llega de Alsina y Pasco al Auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, donde se preestrenará su historia que, como aquellos striptease de su juventud, deja a los espectadores todo el tiempo con ganas de más.

Su baile callejero comenzó en soledad. Pero hace cuatro años se transformó en un trío: primero se unió Malena y luego Carolina Gordon, dos amigas que estaban conectadas entre sí por el baile y, desde el momento en que decidieron cruzarse de vereda, también por el compromiso inquebrantable con el espectáculo de Marta.

En el minishow bailan, interpretan canciones a modo de playback, se disfrazan y juegan a ser otros. Generalmente también participan otras personas a las que, en su mayoría, además del arte las une la marginalidad y su necesidad de construir otra realidad más cálida y compartida.

En la esquina de Pasco y Alsina, diferentes personas acompañan a Marta en la performance.

El documental Marta Show se proyectará en la Biblioteca Nacional con entrada libre y gratuita.

La vida de Marta dio un giro cuando Malena Moffat decidió unirse a ella, dando un salto desde la rutina y la cordura a lo que no todos eligen ver: el mundo de los que viven en la calle y buscan allí construir una vida. ”Yo noté que ella era artista, bailarina o algo tenía que ver con la danza. Estaba siempre cantando, recitando y bailando. En un momento la intercepté: me bajé de la bici y con alguna excusa entablé conversación”, recordó Malena. “Y yo le conté que hacía gimnasia y baile para los vecinos, para alegrar al barrio”, aclaró Marta, explicando que como quería ayuda para tener más elasticidad en movimientos tales como «el puente» , se unió con Malena desde esa necesidad. Ese “puente”, no es sólo una pose: perdura hasta hoy entre ellas y se percibe inquebrantable. “Desde entonces ella tuvo la amabilidad de invitarme. Gracias a Marta descubrí lo que es el arte callejero, es algo muy lindo, hacemos un servicio para los vecinos, poniéndole música al barrio”, expresó Malena desde la gratitud que la conecta con su compañera.

Los primeros cuatro meses fueron solo ellas dos.  “Vinieron otras chicas que estuvieron unos días y no reincidieron. También nos acompañó el Hombre Araña un tiempo, pero nadie más se quedaba en forma fija”, contó Marta. Repentinamente todo dio otro giro cuando se sumó Carolina Gordon, amiga de Malena. “Male me dijo: ´Conocí una mujer que baila y me mostró una filmación de un show. Yo no quería sumarme porque estaba desbordada con mis responsabilidades. Pero me terminé acercando un sábado y no dejé de venir más”, recuerda Carolina, y agrega: “Para mí fue un verdadero cable a tierra con la realidad, que me desconectaba del ambiente de oficina donde trabajaba en el que las personas son muy complejas. Acá me sentía en un momento donde no importaba el tiempo”. Ella asume que en el presente perdura esa sensación inigualable, agigantada por la libertad que cree que solo la calle le puede dar: el espacio de todos.

Marta y Malena se miran y bailan en la vereda.

Marta Buneta fue una de las pioneras del striptease en Buenos Aires.

Su vida documentada

Las vueltas de las vidas son muchas, como los pasos de un baile. El primer paso lo dan dos amigas que empezaron a hacer un minishow, con una señora que ya bailaba en la calle, instalada con su carro, rodeando la Plaza Primero de Mayo.

Luego, un gran salto en el aire hace que cuatro años después las tres lleguen a la pantalla grande en un documental sobre todo ese proceso, que de tan simple que puede parecer resulta transversalmente complejo. Un largo trabajo de creación que comenzó en 2015 y se preestrena el martes 29 de mayo en la Biblioteca Nacional. Lo que sí vale aclarar es que no se verá solo un baile amigable, sino también uno duro, tanto como vivir en la calle en invierno.

La idea, según Malena, surgió a partir de muchos videos en los que grabó a Marta sin saber bien por qué ni para qué. De todas maneras, inconscientemente, es probable que el fin fuera que todo ese material se transformara en algo concreto que lograra dar a conocer sus experiencias. Es así que por mucho tiempo Malena le pidió a varias personas que las filmaran, para luego terminar acercándose al ambiente del cine, un mundo totalmente nuevo para ella, siendo bailarina y estudiante de psicología. Rápidamente por medio del director Tomás Lipgot, conoció a Bruno López, montajista y guionista, quien aceptó emprender estas funciones en la creación de la película asumiendo el rol de director.

Malena resalta la importancia del acercamiento a Bruno por el desconocimiento del lenguaje cinematográfico de su parte y además por la calidad con la que él podía filmar, a diferencia de sus videos realizados con cámara amateur. Pero, por sobre todo, lo que sucedía era que no había una historia clara para contar, la estructura narrativa estaba ausente.

«La marginalidad tiene un costado jodido, aunque en ella parezca genial», dice Bruno López, director de Marta Show.

Por su parte, López expresó que el material que Malena le había dado eran cientos de horas con “más de veinte personas grabando, pero sin punto de vista, sino desde la idea de grabar un show callejero, sin buscar contar una historia, como idea de video bizarro de Youtube”. Por lo que el plan a seguir fue no intervenir en lo que iba sucediendo entre ellas, sino observar  y después sentarse a ver el material y desentrañarlo. Allí comenzó un arduo trabajo de ir durante un año y medio primero solo los sábados y luego jueves y sábados, con la idea de lograr hacerse invisible ante ellas. “El hecho de invisibilizarme constó en lograr una convivencia y una confianza fuertes, pero a la vez con la posibilidad de dar un paso atrás y distanciarme, para que las situaciones entre ellas se desarrollen con naturalidad y desde la verdad”, reflexiona Bruno.

Aunque la idea inicial de Malena era hacer un documental sobre Marta, al director le pareció esencial la presencia de ella. “Male le da intelegibilidad al discurso de Marta, porque sino solo se ve una loca linda, pero así se ve el costado más oscuro de la marginalidad. La idea es que se entienda que es jodido, que no es genial. Aunque pueda parecerlo”. Y Malena agregó: “Cuidamos mucho la imagen de Marta, le dijimos que se mire y ella elegía: esto sí y esto no, y le gustó verse en una pantalla”.

La película tiene varias conversaciones utilizadas a modo descriptivo entre las dos amigas, pero por sobre todo es la codirectora quien le pone voz y punto de vista a la historia de Marta y al funcionamiento del trío. Así, el protagonismo es de Marta y ella, “Caro no salió tanto, está casi desde los comienzos pero es más perfil bajo. Yo, en cambio, estoy más acostumbrada a mostrarme. Pero ella trajo lo esencial de lo afectuoso, de abrazar mucho, que aportó al vínculo más cariñoso entre las tres y eso se llega a demostrar”, reflexionó Malena.

El relato muestra muchas caras de una misma moneda desde el comienzo, y eso es lo que lo enriquece. Se explaya la alegría del baile, pero también la mirada ajena de los transeúntes que muchas veces eligen no ver y quedarse en la vereda de enfrente. Refleja el amor entre las tres, pero también ciertos destratos y álgidos conflictos. Sin dudas también está la alegría de Marta al ocupar con poder el espacio público, pero también su paranoia y la desconfianza por quienes la rodean, o quienes ella cree que lo hacen.

En el documental la marginalidad no deja de ser marginalidad y el arte es el escape equitativo. Sin duda, hay dos mensajes claros como banda de sonido: no ignores al de al lado y derribá las fronteras imaginarias.

Liebig: un pueblo en búsqueda de su identidad

Liebig: un pueblo en búsqueda de su identidad

La película  se propone retratar la historia de Liebig, ese pueblo entrerriano marcado por la fábrica inglesa de corned beef, esa carne conservada que le daba nombre y vida al lugar. A través de un registro de testimonios en forma de diálogos, el film  narra la búsqueda de identidad de una localidad que resiste el paso del tiempo. ANCCOM dialogó con  su director, Christian Ercolano, con uno de los guionistas, Gustavo Intrieri, y con pobladores del lugar.

En el kilómetro 165 de la Ruta 14 se encuentra el acceso a Pueblo Liebig. Esta localidad forma parte del departamento de Colón y cuenta con 770 habitantes, según indica el último censo realizado en 2010. Su historia se remonta a 1903 con la llegada de Liebig’s Extract of Meat Company. Además de dar empleo a más de 3.500 operarios, el frigorífico llegó a ser considerado de los más grandes del mundo gracias a la exportación de carnes enlatadas durante la Segunda Guerra Mundial. Junto a Fray Bentos, en Uruguay, se los llamaba “la cocina del mundo”.

En 1970 la compañía inglesa se retiró, dejándole al pueblo una fábrica vacía. Esta quedó abierta al público a través de visitas guiadas, por lo que sirvió de atractivo turístico. Una vez que estas actividades cesaron, el paso a la fábrica quedó únicamente abierto para registros fotográficos. Sin embargo, “hace ya unos años que está cerrada. Hoy en día el dueño es Juan Carlos Vizental, y si se quiere pasar a verla hay que hablar con él”, explica Ariel Pintos, que forma parte de la Junta de Gobierno de Liebig.

Hombre sentado en la vereda, frente a una entrada, señalando hacia su derecha.

La historia es narrada por sus propios protagonistas: los habitantes del pueblo y ex trabajadores del frigorífico.

Esta situación fue lo que impactó a Christian Ercolano en  2007, mientras realizaba un viaje turístico por Entre Ríos y decidió conocer el pueblo: “Una de las cosas que más me llamó la atención fue la fábrica, varias hectáreas más grande que el pueblo. Jamás se la habilitó para otra función, la gente vivía del recuerdo de un pasado glorioso muy diferente a lo que sucedía en realidad en el pueblo”, recuerda.

Esto lo llevó a contactar a Germán Loza y Gustavo Intrieri como guionistas para el proyecto. «Cuando Christian me llamó me dijo ´mirá, en este lugar hay una historia que contar”, recuerda Intrieri y agrega: “Nos pareció que había un relato sobre un modo de vida, sobre la nostalgia y la pérdida de trabajo. Pensamos que estas personas un día iban a dejar de estar, y con ellos se irían sus historias”.

Desde 2008 se inició la pre-producción del film, financiada por aportes de sus propios realizadores hasta  2012. “Después hicimos un primer armado pero necesitábamos más material”, explica Ercolano. La situación cambió  cuando el documental ganó el Concurso Quinta Vía de Proyectos Digitales del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Según su director, “con ese presupuesto se pudo terminar la película, y los registros más serios arrancaron en 2012 y 2013”.

Garita de seguridad abandonada en primer plano y la fabrica abandonada a la distancia.

«Pensamos que estas personas un día iban a dejar de estar, y con ellos se irían sus historias”, comenta Intrieri, guionista del documental.

La historia es narrada en la película por sus propios protagonistas: los habitantes del pueblo y ex trabajadores del frigorífico. Con respecto a la modalidad de registro, el director de Liebig detalla: “Nos encontramos con personas que ya tenían idea de cómo manejarse frente a las cámaras porque ya muchos programas de televisión fueron a  entrevistarlos. Lo que decidimos con los guionistas y Alejandro Reynoso (director de fotografía) fue hacer una entrevista corta formal y después apagábamos la cámara y les preguntábamos por lo que hacían en su día a día”.

A través del diálogo y el vínculo de confianza generado con los entrevistados, se buscó retratar el costado más humano y romántico del lugar. “Ha sido un pueblo muy bastardeado por los medios, lo tratan de pueblo fantasma, cosa que no es porque vive gente. Eso les duele mucho a las personas de Liebig”, explica Gustavo Intrieri.

Toma de plano cenital de la fabrica abandonada.

El documental busca retratar el costado mas humano y romántico del lugar.

Estela Casse, habitante del lugar y propietaria de la hostería Casa Vieja, ve esta intención con buenos ojos y considera que “lo que se ha hecho con el documental  es muy importante. Es un pueblo muy pintoresco y de alto potencial turístico, sólo que necesita inversión. No sólo de privados sino del Estado. Al no tener una intendencia propia, el presupuesto con el que cuenta es bajo. Por eso creemos que el documental va a dar visibilidad y aumentar la expectativa e intriga respecto a Liebig”.

De esta manera, la ópera prima de Christian Ercolano construye una historia desde el relato en carne propia y la metáfora. Al respecto, el realizador explica: “Queríamos una historia potente, que pueda entender cualquier espectador  y que tenga distintos niveles de sutileza simbólica para que un espectador más exigente pueda captar”

Liebig ha sido presentada en el 32º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata  y seguirá en cartel en el MALBA durante todos los viernes de diciembre.

Mirá el trailer:

Actualizado 29/11/2017