Una empresa textil recuperada, contra las cuerdas

Una empresa textil recuperada, contra las cuerdas

Mac Body atraviesa hoy la peor crisis de producción en sus más de treinta años de existencia como marca de indumentaria para chicos. La fábrica textil funciona desde 2007 como cooperativa de trabajo en el barrio porteño de Villa Urquiza. Con sus imponentes tres pisos y los murales que visten sus paredes ocupa un cuarto de manzana y cuenta con un local de venta directa al público en la esquina de Andonaegui y Rivera. En sus inicios, Mac Body supo estar a la par de marcas como Cheeky o Mimo. Con diez años de historia como cooperativa se convirtió en ejemplo para muchas otras textiles recuperadas con las que trabajan en red y a la par.

“Hace semanas la producción está paralizada. Nos bajó un 60 % el trabajo, se redujo muchísimo el consumo. La situación es muy mala, pagamos 30.000 pesos de luz, estamos luchando para no cerrar”, lamenta Ramón Díaz, actual presidente de la cooperativa.  

Díaz, además de presidente, es vendedor, se ocupa de atender el local y de las ventas al por mayor. “Para nuestra marca, antes hacíamos 40 o 50 artículos, ahora hacemos 10 o 12, no se puede más porque los costos no dan. Un cliente importante nos compraba 80.000 prendas por temporada y hoy nos compra 20.000, otros clientes más chicos cerraron sus locales y desaparecieron. Así, se redujo todo el trabajo”, explica.

Gastón Peña es síndico y ex presidente de la cooperativa Mac Body y afirma: “La capacidad productiva de las 10.000 prendas diarias que tiene hoy la planta no llega ni siquiera al 0.1 % por la cuestión de las tarifas de energía y la inversión de capital de la materia prima.” Y agrega con tristeza: “Hoy tener que turnarnos para trabajar es una locura. Yo en los 23 años que hace que trabajo en la planta jamás pensé llegar a este punto. Eso nos hace doler el corazón mucho más que el bolsillo, hoy nosotros somos una familia.”

Todos los trabajadores de Mac Body retiran excedentes en la misma proporción. Cuando los dueños abandonaron el negocio, se hicieron cargo de la planta, que recibieron en comodato, aportando las indemnizaciones que debían cobrar.

Tanto Díaz como Peña forman parte del Sindicato Unión de Cortadores de la Indumentaria, el gremio que pidió en 2007 la quiebra de la empresa  con la condición de la continuidad laboral, figura que le permitió a los trabajadores autogestionar hasta hoy a Mac Body. “Lo que nosotros siempre le agradecemos a la patronal es que nos quisieran cansar por ser parte del gremio y nos hicieran recorrer todos los sectores de la planta, mientras la política de la empresa era dejarte en una máquina y que no aprendieras más nada”, relata Peña. En los diez años de autogestión que llevan recorridos fueron vinculándose con otras cooperativas textiles y trabajando como parte de la Red Textil Cooperativa.

“Nosotros seguimos manteniendo la calidad de lo que era MacBody antes, seguimos manteniendo los mismos proveedores de materia prima, seguimos teniendo el mismo diseñador de siempre”, destaca Díaz. Y sostiene convencido: “En este momento no se vende, no hay poder adquisitivo, con lo que vendemos no alcanzamos a cubrir la producción, es muy poco lo que llevamos a nuestras casas, con lo poco que se vende hay que pagar la luz, el agua, el gas, el teléfono, que ahora lo tenemos cortado porque no pudimos pagarlo.”

“Hoy tenemos compañeros que volvieron a cartonear y eso nos mata, nos anula, es un dolor terrible, porque no se vende, porque está complicado, hoy es muy difícil sostenernos”, afirma Peña. Saben que su presente es difícil pero confían en la experiencia que los une.  “Nuestro camino de diez años como cooperativa es la manera que tenemos de demostrar que estamos vivos y que sabemos luchar“, concluye.

    

Pan, techo, trabajo, gas, remedios…

Pan, techo, trabajo, gas, remedios…

Organizaciones sociales, familias y jubilados marcharon en el Día de San Cayetano – patrono del pan y el trabajo- en repudio al acuerdo con el FMI y al ajuste implementado por el gobierno. Encabezaron la multitudinaria marcha miembros de Barrios de Pie, de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) y de la Corriente Clasista Combativa (CCC). También participaron UTECTERA y sectores de la CTA Autónoma.

Desde los parlantes se sucedían temas de Callejeros y de Las Pelotas, mientras al lado del escenario y en las avenidas que conectaban con la Plaza de Mayo la gente esperaba, se organizaba bajo la bandera que los agrupaba y aunque vestían distintos colores, los unía la incertidumbre, el desempleo y a veces también el hambre.

Mario Sivila, de Barrios de Pie, trabaja en una cooperativa porque “después de los cincuenta años no te quieren tomar en ningún lado”. Sivila tuvo su último trabajo en 2009 como técnico carrocero de colectivos y no volvió a encontrar estabilidad laboral desde entonces. “Vinimos a pedir por trabajo y porque no nos alcanza la plata para toda la familia”, dice. Por su parte, Leonardo Macil es de La Plata, también miembro de Barrios de Pie, lleva dos años sin trabajar y vive con lo que sus amigos y familia pueden brindarle mientras espera recibir una pensión por discapacidad. “Hoy vine sin comer, por ejemplo, con lo puesto nomás”, cuenta desanimado.

Romina Vargas de la CCC se encuentra desocupada y vive de algún que otro trabajo y de la cooperativa: “Venimos por el lema techo, pan y trabajo. Creemos con nuestros compañeros que un plan no te sirve para nada, queremos un trabajo digno para llevar el pan a nuestros hijos y nietos”, afirma.

Mercedes Villarreal de 69 años, es miembro de la CCC de Pilar, jubilada “y con poco sueldo”, agrega entre risas. Villarreal se acercó a la marcha en representación de los jubilados y cuenta en diálogo con ANCCOM: “Con las enfermedades, el gas, la luz y los impuestos no se puede…pago los impuestos antes que comer”.

María Alegría Guiraldo Ríos de la CCC es de Chacarita, tiene 78 años y no trabaja ni recibe jubilación. Cuenta que vive de lo que comparten en la organización: “Vinimos a marchar para que nuestro presidente cambie, para que ablande su corazón con la gente humilde”, reclama. Por su parte, Cristian Capute del Movimiento Evita, desde el cordón de la vereda dice: “Siempre vengo el 7 de agosto porque San Cayetano para mí es algo importante, vengo para agradecer y para pedir porque la situación está muy difícil en lo laboral”. Aunque trabaja, asegura que su situación cambió y también el país y que las expectativas de la gente han bajado mucho. Además señala: “Con cada elección se cambia de país y hay cosas que hay que mantener, que no se discuten, que no se puede volver para atrás, le falta madurez al país para crecer y para poder programar algo. El Estado tiene que proteger a los que menos tienen”, concluye Capute en desacuerdo con las políticas liberales del gobierno.

Sabrina Rosales es de La Plata y forma parte del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE). “Estamos en contra de las políticas de trabajo, vinimos a luchar contra esto que nos perjudica. Aparte de trabajar como promotora ambiental, colaboro en un merendero donde antes teníamos 50 chicos y ahora tenemos más de 100 y se van sumando más. La idea era que tengan apoyo escolar pero cada vez vienen más a comer porque no pueden comer en su casa”, detalla.

La plaza y los alrededores estaban llenos de hombres y mujeres, jóvenes y familias enteras con chicos que jugaban con pelotas o madres con bebés en brazos, como es el caso de Patricia Treisse, de Peronismo Militante, que se encuentra desocupada y es madre de tres hijos: “Vine porque está jodida la situación laboral y también porque los planes han bajado, ya ni los pobres tienen derecho a algo”, dice mientras sostiene a la bebé que la acompañó porque no tenía con quien dejarla.

Epifanía Espíndola es de Paraguay pero vive hace ocho años en Argentina, trabaja en una cooperativa textil del MTE: “Acá se ve la necesidad que la gente está pasando. Hay escasez de trabajo, muchos despidos y no hay sacrificio que alcance, ni siquiera haciendo nuestras cositas en la cooperativa”, dice “Fani” mientras camina con su grupo apurada por encontrar un lugar alrededor del escenario.

El acto de cierre fue contundente con respecto al desacuerdo con el FMI y con la exigencia de la aprobación de distintas leyes, en particular la de Emergencia Alimentaria. Desde arriba y desde debajo del palco se pedía lo mismo: pan, paz, techo, tierra y trabajo.

Por una Télam con control parlamentario

Por una Télam con control parlamentario

Cynthia Ottaviano, Diego de Charras, Martín Becerra y Mariana Baranchuk debatieron sobre el proyecto de control parlamentario de la Agencia Nacional de Noticias.

El martes por la tarde, en la sede central de Télam, se llevó adelante una charla-debate en el marco de la presentación de un proyecto de ley para que la Agencia Nacional de Noticias  tenga control parlamentario. Después de los masivos despidos en el sistema de medios públicos argentino, los trabajadores y las trabajadoras que se encuentran en permanencia pacífica decidieron organizarse y seguir resignificando la lucha y la resistencia.

En el panel estuvieron presentes Mariana Baranchuk, docente de la UBA y la UNQUI y ex asesora de AFSCA/FATPREN; Martín Becerra, docente e investigador del Conicet, la UNQ y la UBA; Cynthia Ottaviano, ex Defensora del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual y Diego de Charras, actual director de la carrera de Ciencias de la Comunicación Social de la UBA.

El inicio del encuentro estuvo a cargo de uno de los trabajadores de Télam quien explicó que desde el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA) decidieron armar el proyecto con el propósito de “devolverle la función publicitaria a la Agencia, armar una comisión bicameral permanente y cambiar la forma de asignar a las autoridades creando un comité de evaluación”. Dicho proyecto ingresó a la Cámara de Diputados y se espera que pueda ser discutido en comisiones.

Luego de la presentación, Becerra fue el primero en tomar la palabra: agradeció la invitación y se solidarizó con los y las trabajadoras despedidas. Inmediatamente expresó que “la afectación a este servicio es la afectación de la circulación de información” y enfatizó: “Este momento expresa la incapacidad del propio gobierno a la hora de gestionar lo público”. En relación al proyecto de ley opinó que se trata de una vía interesante para probar y de un punto de avance que también obliga a tomar posición a otras formaciones políticas y sociales. Además señaló que “promueve una posibilidad de articulación”. Acto seguido, Ottaviano hizo pie en la importancia de la “construcción colectiva” y felicitó a los y las trabajadoras por “la capacidad de ponerse a pensar en un proyecto de ley en un momento tan difícil”. La ex Defensora del Público caracterizó el avance del gobierno sobre los medios públicos como una “ejecución de planificación estratégica de miseria comunicacional”. Además, remarcó la existencia de una persecución ideológica pero señaló la necesidad de seguir luchando para encontrar la victoria y conquistar el “derecho humano a la comunicación”.

Luego de que los panelistas realizaran su exposición, los y las trabajadoras manifestaron también la necesidad de darle un marco institucional a la agencia.

Baranchuk fue la tercera en tomar el micrófono y lo primero que hizo también fue felicitar a los y las trabajadoras por haberse puesto a pensar en el medio de un gran conflicto, en ese sentido remarcó que se trata de “una gran forma de resistencia”. En lo que respecta al proyecto de ley recomendó que “habría que incorporar aquello que tiene que ver con garantizar el federalismo ya que hay regiones que sin Télam, sin la agencia del Estado, quedarán sin cobertura”. También insistió en que estas situaciones perjudican a la “totalidad de los trabajadores pero también están perjudicando a la calidad democrática del país”. Al finalizar su intervención, rescató la importancia de la articulación que están haciendo trabajadores de Télam con otras instancias para resignificar la lucha y no caer en el desgaste. De Charras, el último en tomar la palabra, aseguró que “la historia de Télam es una historia de lucha”. El actual director de la Carrera de Ciencias de la Comunicación Social (UBA) remarcó el carácter auspicioso de la idea del control parlamentario y expresó que estos escenarios obligan a pensar de manera sustancial el lugar de los medios públicos. Antes de cederle la palabra a los trabajadores y trabajadoras presentes, felicitó la iniciativa y señaló que “son tiempos difíciles con finales inciertos que no deben ser abandonados”.

Una vez que los panelistas realizaron su exposición, fueron los y las trabajadoras quienes manifestaron la necesidad de darle un marco institucional a la agencia. También expresaron que “en todas nuestras luchas nos dejamos un espacio para pensarnos, siempre tratamos de pensarnos”. Agradecieron los aportes brindados por los y las especialistas en comunicación y aseguraron seguir luchando por una comunicación más democrática, participativa y, desde luego, por la reincorporación de las y los 357 despedidos.

El fantasma de la crisis

El fantasma de la crisis

Parque Industrial Villa Flandria, Jaureguí.

Caminar por las calles de la localidad de Jáuregui, a 20 kilómetros de Luján, es como estar recorriendo las calles de Bélgica. Las fachadas  se realizaron a imagen y semejanza del país europeo. En cada rincón puede verse el escudo de un tigre y los colores amarillo y negro. Y es que el belga Julio Steverlynck fundó en la década del 20 la Algodonera Flandria y con ella el pueblo. “Don Julio”, así lo llaman sus habitantes, se transformó en un verdadero ícono del lugar, es el personaje que creó un micromundo alrededor de la planta industrial: con ella apareció la primera iglesia, los clubes, las escuelas y otras instituciones, también fue él quien dio a los trabajadores de la fábrica el beneficio de la propia vivienda. Sin embargo, el sueño belga está atravesando su segunda pesadilla. Algoselan la fábrica algodonera más antigua del pueblo debió parar la producción y presenta serias dificultades, según cuentan en Villa Flandria.

Durante  la década del 90, la crisis económica que atravesó el país llevó a la fábrica a la quiebra y los telegramas de despidos masivos no tardaron en llegar. A través de  un remate público Carlos Diforti compró las antiguas instalaciones de la fábrica y en el año 2003 las convirtió en el Parque Industrial Villa Flandria, donde actualmente funcionan más de 20 empresas.

Máquinas produciendo en cadena, camiones que entran y salen con mercadería, humo saliendo de las chimeneas, trabajadores que se desplazan de un lado al otro, parece ser el escenario natural de Villa Flandria. Sin embargo, al final de las calles se vive otro clima. Una fábrica vacía, silencio e incertidumbre. Hoy una nueva crisis azota al sector textil. Algoselan Flandria, la empresa dedicada al hilado, ubicada dentro del parque,  lleva un mes con su producción detenida. Diforti, su actual dueño, dispuso la medida para contrarrestar las políticas del Gobierno que incluyen apertura indiscriminada de importaciones y los tarifazos, sumado a la baja de ventas por la baja del poder adquisitivo de la población.

Algoselan es la fábrica algodonera más antigua del pueblo.

“En el último año el dueño fue acumulando stock, produciendo más de lo que vendió. Ahora, a la caída de venta se le suma la corrida cambiaria y las altas tarifas que paga. Entonces, decidió barajar y dar de nuevo, parar la producción y esperar a ver qué pasa con el país. Arregló con el sindicato para no pagar aportes patronales, mandó a la gente a la casa por treinta días, les continúa pagando el sueldo, pero se ahorra el gasto de comprar materia prima,  de energía eléctrica y gas”, cuenta Rodolfo Bianchi, presidente de la Cámara Textil de Luján.

Roberto Gianini delegado de Algoselan, habló de la situación que padece el rubro textil: “La crisis se viene acentuando hace  un año y ocho meses, desde que se abrieron las importaciones. Antes se vendía menos, pero se seguía vendiendo. Esta situación es cien por ciento culpa del Gobierno que está aniquilando el empleo argentino. Al país entran telas demasiado baratas, con el aumento de luz y gas, más los insumos y sueldos se hace imposible competir”, explica el trabajador. “Algoselan hoy en día cuenta con un millón de metros de hilado terminado en stock que no tiene salida. La empresa apuesta a seguir adelante, pero si el Gobierno no cambia el rumbo de sus políticas creo que como han cerrado otras fábricas, esto le puede llegar a pasar a Algoselan y esta fábrica es muy importante en cuanto a personal”, confesó Gianini.

La situación es delicada, los trabajadores no han querido salir a visibilizar la problemática que viven, ni a dar su palabra a los medios. “La empresa tuvo que optar por seguir trabajando y retrasarse con los sueldos, o parar la producción y respetar el sueldo de la gente. Se arregló con los trabajadores suspendidos cobrar un 85,7 por ciento del sueldo neto, y que no se le iban a descontar los premios”, enfatiza Gianini. A pesar de esto los retiros voluntarios y despidos tampoco tardaron en llegar.

Durante la década del 90, la crisis económica que atravesó el país llevó a la fábrica a la quiebra y los telegramas de despidos masivos no tardaron en llegar.

Gran parte de los trabajadores de Algoselan son empleados de oficio, de edad avanzada que no cuentan con secundario ni una carrera universitaria, y han aprendido lo que saben dentro de la fábrica. “Diforti tenía 66 personas de excedente. Algunos trabajadores de planta fueron reubicados como guardia de portería, realizan tareas de limpieza, cortan el pasto. Un año haciendo eso. También intentó reubicarlos en otra fábrica del parque, Sewtech  que está tomando personal, incluso hay un plan de Gobierno que si lo incorporás al trabajador en otro lugar tenés un beneficio. El tema es que le piden el secundario completo y la mayoría no lo tiene. Otro de los requisitos es que sean personas de 25 a 40 años”, explica Bianchi.

La producción seguirá suspendida hasta el primero de agosto aunque nadie puede contestar con exactitud qué va a pasar. “La empresa apuesta a seguir. Esto se arregla con una ayuda del Gobierno restringiendo la exportación. Actualmente las ventas siguen paradas,  hoy la gente no va a comprarse un jean o una camisa, porque antes de eso tiene que darle de comer a los hijos”, describe el delegado.

En la avenida principal de Jáuregui los perros se pasean sin pedir permiso. La estación de tren parece abandonada, debido  a su poca frecuencia. El pueblo no recibe muchos visitantes y por eso pocos conocen su historia. La historia de un pueblo que nació a orillas del río Lujan, gracias a una fábrica textil. En ese pueblo se vive una atmósfera de tranquilidad y silencio en el aire. Tan calmo y desolado como la mismísima Algoselan con sus máquinas detenidas, hasta que el mercado o el Gobierno lo dispongan.

La ola de despidos llegó a Radio Del Plata

La ola de despidos llegó a Radio Del Plata

Reclamo salarial de los trabajadores de Radio Del Plata. ARCHIVO: 19/07/2017.

Más de 50 trabajadores fueron despedidos de radio Del Plata, luego de que finalizara el período de conciliación obligatoria con el Grupo Electroingeniería, propietario de la emisora. El viernes último, al intentar ingresar a su lugar de trabajo, los cesanteados se encontraron en una lista y con el personal de seguridad que les prohibió el ingreso al edificio.

Los trabajadores de prensa continúan en una situación de crisis que parece agravarse cada vez más, en un contexto de despidos masivos tanto en el ámbito privado como en el público. Días antes nomás, la agencia estatal de noticias TÉLAM había despedido a 357 trabajadores. Ahora fue el turno de Radio Del Plata, que tras meses de espera y conflicto, la situación culminó con la desvinculación de más de 50 empleados, quienes constituyen el 45 por ciento del personal de la empresa.

“Entre los despedidos hay productores, operadores y columnistas”, comenta Andrea Landi, locutora de la radio. Si bien ella no fue despedida, se solidariza con sus compañeros y compañeras. “En estos momentos la situación es de paro total. Los despedidos fueron citados en un estudio de abogados para ‘negociar’ su propia indemnización, algo totalmente fuera de la ley. Nos adeudan casi cuatro meses de salario, no se realizan aportes y, desde hace dos meses, cobramos el 12,5 por ciento del salario por semana”, agrega Landi.

Esta vez, fueron más de 50 los despedidos.

Si bien el conflicto data de hace un tiempo, la empresa despidió en mayo pasado a 12 personas. El pasado 29 de mayo, el Ministerio de Trabajo dictó un período de concliciación obligatoria tras el cual, la empresa desvinculó a otros 38 trabajadores.

En diálogo con ANCCOM, Marcela Ojeda, columnista de Radio Del Plata, describe: “Trabajo en Del Plata desde hace 14 años. Hasta hace tres años era cronista los sábados, pero lentamente, aunque de manera predecible, dejaron de pagar taxis para poder movilizarnos, e incluso ya no querían pagar horas extras a los choferes de los móviles”. Ojeda explica cómo la empresa fue armando el escenario que concluyó en su despido: “Durante varios meses, y ante este look out patronal, fui a cumplir horario sin funciones. No se me permitía hacer mi trabajo. Ante esta realidad decidí plantear que quería que se me reubique o que vean la forma de darme tareas. Durante el último año hice una columna de género todos los martes en “La Tarde Del Plata”. Esto fue aceptado y coordinado por un gerente de programación. Hasta hace un mes que me llegó la carta documento despidiéndome con causa, de manera mentirosa y perversa, inventaron el motivo”.

Por su parte, Juan Francisco Sala, operador técnico de la radio, sostiene que “si bien ya hubo conciliación obligatoria, a los trabajadores se los volvió a echar. En un primer momento habían sido 12, después hace un mes, a otros 30, y gracias a que se dictó la conciliación fuimos reincorporados. Pero después me volvieron a echar. A excepción de un par de compañeros que no volvieron a desvincular, después echaron a todos y sumaron ocho más, o sea se fueron 38. En total, son 50 con los 12 anteriores. No hay ninguna chance de reincorporación, y lo más grave de todo es que tampoco nos aseguran la indemnización en tiempo y forma”. Y agrega: “La radio quiere hacer un ajuste, un vaciamiento, ya sea para terminar de mandarla a la quiebra o para venderla mucho más barata”.

El cordón policial en una protesta en julio del año pasado, convocada por los trabajadores por reclamos salariales.

Hasta el momento, los trabajadores de prensa se encuentran realizando un paro indeterminado y denuncian que “Radio Del Plata despide pero no indemniza”. A ello se suma la deuda del pago de salarios y la falta de aportes jubilatorios y de obra social. En un comunicado de prensa, los trabajadores de Del Plata repudian el despido a sus compañeros, al tiempo que responsabilizan a Osvaldo y Santiago Acosta, y a Gerardo y Sebastián Ferreyra, dueños de la empresa Electroingeniería, por las deudas. Por otra parte, consideraron que dichas maniobras son un ataque directo a la libertad de expresión y al derecho a la información.

Por su parte, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBa) sigue el conflicto de cerca y se suma al repudio por los despidos, tanto en Radio Del Plata, como en la Agencia Télam. “Denunciamos el ataque al libre ejercicio del periodismo, en sus dos expresiones más recientes: primero, en el vaciamiento y los despidos arbitrarios e ilegales en la agencia Télam, seguido por más de 50 despidos en Radio Del Plata. Hay tres mil periodistas menos en todo el país. Menos periodistas, menos información y menos libertad de expresión”, sostienen desde el sindicato.