Un Sergio Massa profesional debatió con un Javier Milei inexperto

Un Sergio Massa profesional debatió con un Javier Milei inexperto

Los candidatos de Unión por la Patria y La Libertad Avanza se enfrentaron en el último cara a cara antes del balotaje en busca de los votos indecisos. Massa pudo dirigir el debate hacia el terreno que más le convenía mientras que Milei se mostró poco preparado y demasiado contenido para evitar sus habituales desbordes.

En la noche del domingo se celebró el tercer debate presidencial en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) en un cara a cara más flexible que le dio un tono muy distinto a los anteriores. Los candidatos de Unión por la Patria y la Libertad Avanza se enfrentaron en un durísimo encuentro que avivó las brasas entre ambos políticos previo a las elecciones del 19 de noviembre.

En esta oportunidad, la novedad fueron las nuevas condiciones que estableció la Cámara Nacional Electoral (CNE): no se les permitió contar con apuntes para leer y podían moverse libremente por el escenario, aunque Sergio Massa fue el único que optó por salirse del atril en su presentación y cierre. Los ejes temáticos fueron seis divididos por Economía, Relaciones de Argentina con el mundo, Educación y Salud. Mientras en el segundo bloque fueron Producción, Trabajo y Seguridad, Derechos Humanos y Convivencia Democrática. Cada candidato contó con seis minutos para defender sus ideas, con la chance de repreguntar a su contrincante.

Los moderadores de la noche solo estaban autorizados a intervenir para controlar el tiempo de exposición o posibles interrupciones y agresiones. En esta ocasión, fueron los periodistas Luciana Geuna, Pablo Vigna, Érica Fontana y Antonio Laje.

Sí o No

Si bien el debate arrancó con un saludo amigable entre ambos candidatos, muy rápidamente comenzaron las confrontaciones que incomodaron al candidato Javier Milei. Durante los primeros tres ejes temáticos, el protagonismo se lo llevó el candidato por UxP al optar por una estrategia de preguntas por “sí o por no” hacia el candidato de LLA: «Javier, dijiste que vas a eliminar subsidios, que vas a privatizar Vaca Muerta, a dolarizar, a privatizar ríos y mares, que vas a eliminar el Banco Central, quiero que me respondas si vas a hacer todo eso por sí o por no». Javier Milei se negó a responder cada una de las preguntas pero la insistencia de Massa continuó todo el primer bloque, algo que le permitió manejar los temas de discusión y dejar al libertario sin iniciativa. Además, lo obligó a consumir su tiempo en responderle a Massa en vez de exponer sus propuestas o estrategia.

También, en repetidas ocasiones, Massa invitó a la audiencia a “googlear” afirmaciones del candidato libertario en canales de televisión. Frente a las acusaciones, Milei reaccionó aunque más contenido que en otras ocasiones, uno de los desafíos que se calculaba debería enfrentar. Pese al tono más mesurado trató de “mentiroso” y “ladrón” a su oponente: «Si un mentiroso dice que alguien es un mentiroso, ese que está siendo acusado dice la verdad. Si vos fueras Pinocho, ya me habrías lastimado un ojo», respondió desafiante. Al respecto, Sergio Massa pidió que aclare sus propuestas: «Javier, hiciste tu carrera, más que como economista, como standupero de televisión. Pero acá hay en juego muchas cosas. Estamos ante alguien que mintió durante toda la campaña o miente ahora», disparó Sergio Massa, más acostumbrado a las preguntas incómodas en los programas de televisión que su oponente. Milei negó ser agresivo en sus declaraciones y aseguró que él “expresa con pasión la indignación de los argentinos”.

Durante el intercambio, Massa se mostró diplomático pero insistente: volvió a preguntarle sobre la relación con el Papa Francisco y sobre su posición frente a las Islas Malvinas, recriminándole su admiración por Margaret Thatcher. Sin embargo, se destacó mucho más la discusión por las negociaciones con el exterior. Milei declaró que “el Estado no tiene que meterse en las relaciones comerciales, porque termina siendo un estorbo” y aclaró: “Algunos mienten diciendo que yo digo que no hay que comercializar con China o con Brasil, pero eso es falso. Eso tiene que quedar en manos de los privados”.

En varias ocasiones, los moderadores intervinieron para pedir a los candidatos que no se pisen entre ellos. Las mismas propuestas que llevaron al libertario a ser candidato a presidente fueron negadas, lo que llevó a Massa a recurrir al historial de google en más de una ocasión. A pesar de los datos alarmantes a los que recurrió Milei, como que “el 16% de los argentinos sólo pueden terminar la secundaria” quedó en evidencia el desconocimiento del candidato sobre el funcionamiento del Estado.   

“Esto es entre vos y yo”

No quedó tema ni chicana por mencionar a lo largo de ambos bloques. El clima era tenso e incómodo de ver. La excepción fue el bloque de Seguridad, único momento donde pareció haber puntos en común. Sorprendentemente, Milei tomó como referente en el tema a Rudolph Giuliani, ex alcalde de Nueva York: Massa le hizo saber rápidamente que con él había trabajado durante su intendencia en Tigre para asesorarse acerca de cómo bajar el delito. Por entonces se mostró con Giuliani repetidas veces. Cabe aclarar que el ex alcalde  de Nueva York le prologó un libro a Massa y fue luego abogado de Donald Trump, tiene actualmente varias demandas en la justicia y sus métodos de mano dura han sido muy cuestionados.

Milei describió en varias ocasiones a los gobiernos kirchneristas anteriores como corruptos. Sergio Massa apeló a plantear la necesidad de un presidente con templanza y equilibrio mental suficientes para gobernar y le cambió el eje: «El 10 de diciembre sos vos o yo. No vengo a discutir acá a Macri o Cristina”. Esto le dio el pie a exigirle el test psicotécnico que Milei se negó a dar previamente y luego preguntarle por qué su pasantía en el Banco Central que no fue renovada: “Entiendo que estás enojado con el Banco Central porque en algún momento te sentiste rechazado”, sentenció.

Solo cerca del final Milei logró recuperar por momentos la iniciativa y hacerle al candidato de UxP preguntas como por qué no habían hecho todo lo que ahora prometía durante los 16 años que “fueron gobierno”.

El más sólido pareció el candidato de la Unidad por la Patria, quien se mostró tranquilo y oportuno para dirigir el debate hacia su terreno, insistiendo en las contradicciones de su adversario para seducir a quienes aún dudan. El candidato libertario tuvo dificultades para ampliar su libreto. A la hora de tener que explicar por qué quieren ser presidente, Massa enfatizó en cada oración el latiguillo “quiero ser presidente para…”, mientras que Milei ofreció una exposición contenida y desangelada

Si bien el debate terminó formalmente, en los próximos días en medios y redes aparecerán recortes e interpretaciones que permitirán conclusiones de todo tipo y color sobre quién “ganó” el debate. El veredicto final llegará recién el 19 de noviembre. 

Sabor  a poco

Sabor a poco

ANCCOM miró el segundo debate presidencial junto a un grupo de ciudadanos de diversas edades y pensamientos políticos. Aseguraron que no se llevaron mucho, que los candidatos no contestaban lo que les preguntaban y propusieron sus propios cuestionarios.

 

Comienza el segundo debate presidencial del 2023, a tan sólo dos semanas del pase de los argentinos por las urnas. Al igual que el domingo 1°, un grupo de personas de generaciones, situaciones socio-económicas y orientaciones políticas distintas se reúnen a presenciar el evento frente a la televisión, invitadas por ANCCOM

Es una de las primeras noches de calor del año en la Ciudad de Buenos Aires y la temperatura atraviesa las paredes. Las espaldas se posan, más que el domingo anterior, contra los respaldos del sillón y de las sillas. Hoy se los nota a todos un poco más cansados y las palabras cuestan más de lo usual durante la primera media hora de debate. 

Sus caras, a modo de premonición, ya aparecen algo amargadas. Juzgando por las opiniones de la vez pasada, no es difícil deducir que los integrantes de este debate no guardan demasiada expectativa sobre la jornada de hoy. 

Sin embargo, de a poco, las opiniones comienzan a fluir; algunas de ellas hacia la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich. Las palabras de Bullrich son retratadas y recibidas de distintas formas en el grupo. Carolina, de 22, al principio sostiene que la nota muy nerviosa a pesar de sus intentos por mostrarse más fuerte y ordenada; más tarde coincidiría con Gabriela en que se la ve mucho más firme que la última vez. Rodolfo, por su parte, asiente ante la promesa de que, bajo el mandato de la candidata, el orden va a ser el primer fundamento; mientras tanto, Sergio la nota más agresiva y no se declara muy fan. Francisco, de 23, tampoco. Responde un irónico “ah, bueno, ¡muy bien!”, cuando Bullrich habla de bajar la edad de imputabilidad a los 14 años. 

-Además dijo que nos protegió contra las mafias. No sé, me parece a mí eh, que los jubilados nunca fueron una mafia- comenta.

Muy pronto, los candidatos a presidente demuestran no tener tiempo que perder. Los esfuerzos de los dirigentes parecen dedicarse, sistemática y exclusivamente, a tirar palos a todos los demás. Es la estrategia del día. En el proceso, la formulación de propuestas concretas decae, y las respuestas se tornan difíciles de encontrar. Schiaretti consulta a Bullrich por sus intenciones respecto a la infraestructura en el norte de Argentina; Bullrich responde, sí, pero sus palabras no hablan ni del norte, ni de infraestructura. 

-Es muy grosero, hizo de todo menos responder- dice Gabriela entre risas. 

-¡Sí, sí! -responde Fran- No dijo nada, sólo le pegó a los demás, se supone que eso tiene que hacerlo en la réplica, no acá. 

-Es tremendo como no hay ida y vuelta en las preguntas -coincide Sergio-. Nadie dice demasiado. 

-Es que tienen escritos todos los derechos de réplica de todos los candidatos, de todos los temas, para retrucarlo en cualquier cosa -hipotetiza Fran-, porque se nota que ni se escuchan entre ellos. Uno dice algo y el otro ya tiene el derecho de réplica escrito

que no tiene nada que ver con lo que dijo. Bullrich se puso a hablar de Insaurralde en una réplica sobre seguridad. 

-Sí, el derecho de réplica se está usando para extender la parte de la emisión de la opinión. Es muy evidente -concuerda Gabriela-.

El grupo coincide también sobre la importancia de las formas, particularmente en el debate de hoy; ante la deficiencia en el contenido, la silueta de lo que se dice cobra una importancia fundamental. En ese sentido, Massa es admirado por esta tribu de televidentes: cree que se ordena muy bien, muestra una oratoria superior a la mayoría de los candidatos, tiene mucha práctica encima. 

-Para mí debe vivir mirándose al espejo y practicando- dice Rodolfo.

-Pestañeá… Pestañeá… Pestañeá…-le pide por lo bajo Gabriela al candidato.

Massa no es el único que destaca en sus formas; el grupo resalta también a Patricia Bullrich. 

-Cambió su manera de hablar -dice Fran-, es evidente que la están empujando a ser más agresiva, a que pelee. De alguna manera le están diciendo eso. Para mí los asesores le dijeron: “Milei vende porque es violento, hagamos lo mismo”. 

Algo que toma lugar en esta ocasión, más que en la anterior, es el hincapié en el debate en sí. En sus formatos, en cómo mejorarlo, en su impacto sobre la sociedad. Caro expresa que sí cree en la influencia del debate en la intención de voto, mientras que Fran, por ejemplo, sostiene que ese sólo es el caso para los indecisos, y los que ya están determinados van a hacer de todo por atajarse a lo que diga su candidato. 

-Para mí no sé qué tanto sirve el debate a la hora de votar, es algo que no puedo saber -reflexiona Gabriela-. Pero sí creo que sirve para leer las personalidades de los candidatos, por más guionados que estén. Igual es difícil, porque todos van llevando las temáticas hacia el lugar que manejan. A Milei le preguntan del medio ambiente y el tipo termina hablando otra vez de economía, ¿no? Porque es donde se siente cómodo. 

-Y para mí están demasiado contenidos -opina Rodolfo-.O sea, tanta regla le sacó el gusto. Habría que dejarles, no sé, diez minutos libres para que se puteen entre ellos. 

-Vos fijate qué cagones y qué predeterminados son todos. Porque ¿qué hubiera sido un buen derecho a réplica? Decirle a Massa ‘vos sos un hijo de puta que dos semanas antes largás todas estas medidas para conquistar a la gente a último momento y cagarla el 11 de diciembre’. Y nadie le dijo eso -argumenta Gabriela.

-Es lo que se estaba diciendo el otro día, que este es como el modelo de debate más seguro para los candidatos. Está todo esquematizado y las preguntas, acordadas -responde Fran. 

Los candidatos dan curso a la sección sobre seguridad. Cuando terminan, Gabriela observa que todos -menos Bregman- fueron bastante por derecha. Coinciden con Rodolfo en que la temática es muy compleja y los candidatos tomaron en su mayoría el camino fácil, queriendo tratar el problema desde el síntoma más que desde su raíz. 

Pero no todo es tan serio y no todo gira en torno a los candidatos más populares en las encuestas. El grupo nota a Schiaretti incluso más que la vez anterior -algo no tan difícil de lograr, considerando que el domingo pasado el cordobés por poco no pasa totalmente desapercibido-. Los comentarios sobre el candidato vacilan entre la pena, la admiración y la comicidad. Pena cuando nadie le pide réplica, lástima cuando Massa le pregunta por el Mundial 2030, dando la sensación de que no se le ocurrió nada para preguntarle; admiración cuando habla de federalismo o del futuro de los jóvenes, y finalmente pena de nuevo: “Es coherente pero no tiene fuerza política” dice Caro, y Ludmi y Gabriela asienten lastimosamente. Los memes han abundado en la última semana respecto al indisimulable amor de Schiaretti por Córdoba. Acá también este humor parece encontrar su público. Entre chistes e imitaciones frente al televisor, la lástima deviene risa. 

Sucede también que la risa aleja las exigencias de responsabilidad hacia los candidatos y abre paso a un trato más humano. Ante otros candidatos, la percepción no es la misma. La responsabilidad y los reclamos son más evidentes, explícitos y justificados ante aquellos que cuentan con una función central en las redes político-estatales actuales. Es el caso de Massa. Fuera de ciertas cabezas que asienten cuando habla -por ejemplo, parece gustar lo de que la justicia rinda cuentas ante la sociedad- sus aportes son señalados constantemente con el dedo, un dedo que osa atravesar la tele de un sopetón.

-No pestañea, es verdad eh- observa Caro.

Massa habla de incluir a Hamas en la lista que Argentina califica como organizaciones terroristas, y Francisco responde cómicamente: “Genial, buenísimo, eso me sirve mucho para la situación del país”. Caro y Ludmi comparten una carcajada. 

Los demás momentos que ganan la risa del grupo sobran, y los fallidos -como el “a todas y a todas” de Massa, la “pantomina” (según el sic de Milei), o el “cavar más fondo el pozo” de Bullrich- y las metáforas -desde hacer puré hasta comparar las reservas del Banco Central con el ‘-10’ en el Chinchón- se llevan el premio.  

“¿Tienen alguna posibilidad de hacer un mea culpa y que eso lleve consecuencias y decisiones para poder modificar este rumbo?” Por ejemplo, les preguntaría concretamente: ¿Se te ocurrió bajarte un poquito el sueldo? ¿Sacarte la mitad de tus asesores? ¿Tener el presentismo mínimo?”. dice Gabriela.

Una pregunta en particular despierta al grupo. Si estuvieran ahí, en el debate, y les dieran la posibilidad de preguntar lo que sea, ¿qué preguntarían? Fran y Ludmi dicen que le preguntarían a Milei por la educación sexual integral. Caro no sabe bien qué preguntaría; a Rodolfo le pasa algo parecido.

-No sé si me saldría una pregunta -reflexiona Rodolfo-, es como que para preguntar algo vos tenés que esperar una respuesta. Y yo sé que la mayoría de las cosas que te van a poder decir son vaguedades o mentiras directamente. Así que aprovecharía para putearlos un poco, y para hablarle al resto de los que están ahí. 

-Yo sí les preguntaría -responde Gabriela saliendo de su simpática narcolepsia-. Vos partís de toda gente que de alguna u otra manera  es responsable de lo que está pasando en Argentina. Entonces, la pregunta que yo querría hacer es: “¿Tienen alguna posibilidad de hacer un mea culpa y que eso lleve consecuencias y decisiones para poder modificar este rumbo?” Por ejemplo, concretamente, “¿se te ocurrió bajarte un poquito el sueldo? ¿Sacarte la mitad de tus asesores? ¿Tener el presentismo mínimo?” Si vos tenés todos esos gestos como político, me parece que vas a poder tener un montón de otros gestos buenos para y por la gente.

El debate termina, y las últimas palabras de la jornada tocan brevemente el tema del voto en blanco: por qué sí, por qué no, en qué instancia lo haría cada uno. De acá al 22 de octubre quedan pocas semanas, menos de las que se pueden contar con una sola mano. La volatilidad del país admite, a esta altura, cualquier cosa; de hoy hasta que toque soltar al candidato o candidata hacia el interior de las urnas, un voto en blanco puede pasar de blanco a marrón, de marrón a rosa, de rosa a turquesa, y así por todos los colores, hasta que la fuerza de la inercia, la decisión, el miedo, la fe, alguna de ellas o todas juntas, muevan las manos de los ciudadanos dentro del cuarto oscuro y hagan decidir por uno. Quedan dos semanas. Por hoy, sólo resta ir a dormir. 

Se fue la segunda

Se fue la segunda

En el nuevo debate, los candidatos presidenciales apostaron más a las frases picantes pero no ganaron en espontaneidad, salvo en algunos contados momentos en que se salieron del libreto. Las propuestas fueron escasas y los ataques masivos. Bullrich se mostró agresiva, Massa tranquilo, Milei trastabilló y tanto Bregman como Schiaretti aprovecharon la situación de igualdad para hacerse visibles. ANCCOM se acercó a la Facultad de Derecho para observar el debate de cerca.

De cara a las elecciones del 22 de octubre se realizó el segundo Debate Presidencial, esta vez en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Allí los cinco candidatos presidenciales subieron al escenario según el orden sorteado: Sergio Massa (Unión por la Patria), Myriam Bregman (Frente de Izquierda), Javier Milei (La Libertad Avanza), Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio) y Juan Sachiaretti (Hacemos por Nuestro País) se alinearon de derecha a izquierda. En esta ocasión los temas fueron seguridad, trabajo y producción y, elegido por la ciudadanía, vivienda y protección al ambiente.

Como ocurrió el domingo pasado, los candidatos tuvieron un minuto para su presentación y cierre. El debate, a su vez, se dividió en dos bloques en los que cada candidato tuvo 2 minutos para exponer, 5 derechos a réplica y una pregunta para cada uno de sus contendientes. La facultad, extasiada de periodistas y dirigentes, palpitó minuto a minuto el conteo previo al debate.

Rápidamente los candidatos comenzaron a quemar sus cinco derechos a réplicas pero no de la mejor manera: el hilo conductor se perdía con respuestas ensayadas sobre algún tema sobre el que nadie preguntó, en particular en los casos de Patricia Bullrich o Juan Schiaretti. Tampoco faltaron las chicanas, algunas bastante hostiles: muchas cumplieron su misión y se transformaron en segundos en Trending Topic en la red social X. Como en el primer debate, los moderadores (Mariana Verón, Marcelo Bonelli, Sergio Roulier y Soledad Larghi) hicieron varios llamadas de atención a los candidatos que hablaron fuera de su turno durante las dos horas que duró el debate televisado por la TV Pública y retransmitido por otros medios.

Minuto uno

En el primer minuto de la noche, los candidatos dedicaron unas palabras de solidaridad con el ataque de Hamas contra el Estado de Israel. La excepción fue la candidata del Frente de Izquierda quien propuso una lectura más integral de la situación: “Nos duelen las víctimas civiles que ocurren en un conflicto que tiene como base la política del Estado de Israel de ocupación y de apartheid contra el pueblo palestino”.

El primer eje de la noche fue “seguridad, trabajo y producción”. La primera en iniciar su presentación fue la exministra de Seguridad Patricia Bulrich, quien criticó la propuesta de libre portación de armas que atribuyó a Javier Milei. También insistió en la necesidad de dar más libertad a la policía y usó como ejemplo al expolicía Luis Chocobar. Al igual que en el primer debate transmitió una seria dificultad para la oratoria aunque esta vez procuró dar señales de mayor firmeza.

Desde un principio se hizo uso al derecho a réplica: Myriam Bregman preguntó a Bullrich (ambas de rosa): “Usted y todos los que promueven la mano dura fracasaron. ¿Qué tienen para mostrar? Cuando era ministra su orgullo era sacarse fotos con el secuestro de 25 porros. Literal”.

Por su parte, Javier Milei se defendió ante los dichos de Bullrich: “Yo se que usted tiene gente que deforma mis mensajes. Nosotros lo que decimos es: hay una ley de armas y lo que hay que hacer es cumplirla. No puede ser que los delincuentes tengan armas y los honestos no”.

Otro momento destacable de la noche lo ofreció Massa, quien al igual que el domingo pasado, tiró sobre el atril una propuesta imprevista sabiendo que generaría olas: la creación de un FBI argentino. Además de defender su gestión, sumó a su discurso la importancia de “exigirle cuentas a la justicia” frente a las fallas del demoras del sistema. Así dio lugar a que Bullrich pidiera el derecho a réplica para acusar al ministro de Economía de generar la peor crisis que atravesó el país. También aprovechó el momento para advertirlo y poner sobre la mesa un punto flaco que no pareció tan explotado en el debate anterior: “Para cambiar hay un solo camino: hay que terminar con los Insaurralde y las mafias que azotan a nuestro país. Hay que sacar esta elección y sacar a esta gente del gobierno”.

Massa utilizó el contragole, como si estuviera esperando ese ataque respondióp: “Yo a Insaurralde le pedí la renuncia. No todos somos lo mismo, Patricia: vos nunca le pediste la renuncia a Milman”, aludiendo al diputado de Juntos por el Cambio y mano derecha de la candidata cuyo nombre apareció en medio de la pesquisa por el intento de asesinato a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner..

Durante la primera hora de la noche, los postulantes trataron de mantener todo lo que pudieron la mirada a la cámara. Sin embargo, no dejaban de escaparse miradas fugaces a las hojas preparadas.

 

Chinchón y papas

En el segundo bloque de la noche, enfocado en producción y trabajo, los candidatos ahondaron en analogías. Por un lado Sergio Massa, resaltó el derecho al trabajo de las personas discapacitadas y además planteó la necesidad de igualar la remuneración entre hombres y mujeres en las fábricas. No tardaron en presentarse los cruces con todos los candidatos. Por un lado, Juan Schiaretti le graficó: “Las reservas del Banco Central van menos 10 como el chinchón”, refiriéndose a la inestabilidad financiera y a la falta de reservas, que más adelante Massa negó. Bullrich por su parte, volvió a criticar la gestión de Massa, mencionando la hiperinflación: “Dijiste que venías a sacar las papas del fuego y nos hiciste puré”. En las redes sociales, no tardaron en aparecer memes al respecto.

Otro cruce que despertó murmullos en el salón de debate, fue el que se generó entre Bregman y Milei. El candidato acudió a conceptos básicos de economía en su presentación, a los que la abogada replicó con una vieja frase y una imitación al candidato libertario: “Cuando Milei te habla en difícil lo hace para ocultar su verdadero plan: Indemnizaciones… ¡afuera! Licencias… ¡afuera! Aguinaldo… ¡afuera!”. Por su parte Milei trató a Bregman de no saber lo suficiente de economía por ser socialista, momento en que no faltaron miradas desafiantes entre los candidatos ni comentarios de la abogada a micrófono apagado.

El candidato de Unión por la Patria, no tardó en tomar este cruce como una oportunidad para “defender” a la candidata y apuntó a sus propios ideales: “Javier. Hasta acá llegaste. Deja de faltarle el respeto a las mujeres”. Luego sostuvo que el mercado de trabajo que defiende Milei deja a las mujeres sin posibilidad de desarrollo, además de que sostiene un régimen de esclavitud. La siguiente fue Patricia Bullrich, quien subió el volumen (Sergio Massa le advirtió que los gritos no la ayudarían a mejorar su performance del primer debate): por un lado trató de violento al candidato de La Libertad Avanza porque “dice mogolico al que piensa diferente” y advirtió a Massa: “Las mujeres no necesitamos que nos defiendas”. Los roles terminaron de parecer trastocados cuando Milei acusó a Bullrich de querer instaurar una dictadura por sus dichos en los últimos días sobre la necesidad de  grabar los diálogos entre los presos y sus abogados.

Los momentos más destacados y genuinos de la noche fueron aquellos que obligaron a los candidatos a salirse del libreto en busca de su defensa, en donde las miradas y la tensión se cruzaban. Pero también protagonizaron varios momentos de confusión y contradicciones como la defensa de Javier Milei frente a los dichos contra el cambio climático que tanto lo caracterizaron en toda su campaña. También se enredó cuando tuvo que dar explicaciones por qué entre su entorno aparece el gremialista gastronómico Luis Barrionuevo mientras él hace gala de ser lo nuevo y ajeno a la “casta” política.

Si bien en promedio las cifras de las encuestas realizadas en horas previas no indican grandes cambios respecto de las PASO, el debate de hoy volvió a definir los perfiles de los  candidatos que deberán luchar voto a voto para ganar o, al menos, seguir en carrera.

“Se critica al debate porque se confunde lo mediático con el discurso político”

“Se critica al debate porque se confunde lo mediático con el discurso político”

“La base del debate eran los minutos televisivos, no las ideas a explorar con los candidatos», dice José Luis Fernández.

El debate presidencial que se realizó el domingo, el primero obligatorio por ley, concentró las miradas y dejó mucho para reflexionar, a menos de dos semanas de las elecciones presidenciales que se realizarán en nuestro país. En la Universidad Nacional del Litoral, en Santa Fe, se cruzaron los candidatos que superaron el piso del 1,5 por ciento en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias de agosto pasado: el actual presidente Mauricio Macri, de Juntos por el Cambio; el gran ganador de las PASO, Alberto Fernández, del Frente de Todos; Roberto Lavagna, de Consenso Federal; Nicolás del Caño, del Frente de Izquierda y de los Trabajadores; José Luis Espert, del Frente Unite; y Juan José Gómez Centurión, del Frente Nos.

Además del análisis político sobre lo sucedido en el primero de los dos debates preelectorales del que los candidatos presidenciales deben participar (en virtud de lo establecido por la Ley de Debate Obligatorio), también es interesante considerar la mirada sobre el debate como dispositivo mediático y la comunicación política. Para reflexionar sobre estas dimensiones, ANCCOM dialogó con José Luis Fernández, Doctor en Ciencias Sociales y profesor de Semiótica de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires.

“La base del debate eran los minutos televisivos, no las ideas a explorar con los candidatos -analiza Fernández-. Los minutos eran una de las materialidades del debate y, cuando los coaches de algún equipo no trabajaron sobre eso, se notó: a su candidato le faltó o le sobró tiempo”.

Ampliando esta misma cuestión, propia del diseño que adquirió el encuentro de los presidenciables, el ex presidente de la Asociación Argentina de Semiótica ofrece una definición para comprender la naturaleza de lo que sucedió el domingo. “Fue un debate de micro-géneros, no de plataformas políticas. La comunicación masiva está llena de micro-géneros, como pueden ser un insulto,  un saludo o una presentación. Estos y otros micro-géneros, que suponen estrategias, se pusieron en interacción entre los candidatos durante el debate”, aporta el docente de la Facultad de Ciencias Sociales.

«Lavagna le hablaba a la gente que estaba ahí y Gómez Centurión no sabía a quién hablarle», analiza Fernández.

La cámara, en el espacio elegido de la universidad santafesina, fue uno de los instrumentos del que se valieron los candidatos en esta edición estreno del debate presidencial 2019. Algunos, al abordar las primeras cuatro categorías (Economía y Finanzas; y Educación y Salud; Derechos Humanos, Educación y Género; y Relaciones Internacionales) lo aprovecharon mejor que otros. Explica Fernández: “Macri, Fernández, del Caño y Espert trataron de seguir a rajatabla la propuesta de Eliseo Verón de estar en contacto con la cámara para hablarle a los ojos a los espectadores televisivos. Ni Gómez Centurión ni Lavagna cumplieron con lo que, en este sentido, proponía el formato. Lavagna le hablaba a la gente que estaba ahí y Gómez Centurión no sabía a quién hablarle y tampoco le pegaba con el tiempo; era como si estuviera en la escena equivocada”.

“Hay gente que nació para la cámara -agrega el actual Vicepresidente de la Federación Latinoamericana de Semiótica-. Macri no, Cristina (Fernández de Kirchner) sí, Lilita (Carrió) sí, por ejemplificar. No es un tema de contenidos o de aciertos sino simplemente de relación con la cámara. Alberto Fernández, en ese sentido, manejó algo específico de este debate: hizo uso de las restricciones técnicas del formato televisivo elegido para debatir, como la imposibilidad de hacer tomas del público, de aquello que señalaba un candidato o de las reacciones de los demás. Alberto manejó eso mejor, lo usó a su favor. Señalaba a Macri, aunque no lo mostraran, y eso obligaba a que uno se imaginara qué cara ponía Macri cuando Fernández hablaba y lo señalaba: los antimacristas pensarían que Macri quedaba como un estúpido y los macristas, que lo miraba con desprecio. Fue un recurso interesante porque involucra cuestiones de interaccionismo simbólico, difíciles de medir y que exceden la imagen televisiva”.

Así como sucedió en 2015, especialmente con el que protagonizaron Macri y Daniel Scioli, el debate es un formato televisivo que ha sido analizado desde múltiples dimensiones, en muchos casos en desmedro de su complejidad como fenómeno de comunicación política. En comparación con aquella edición, la versión del domingo tuvo aproximadamente 20 puntos menos de rating. Según Fernández, el análisis que sólo se queda en ese enunciado, queda trunco. “Midió la mitad, pero igual es un montón y demuestra que suscitó interés -afirma-. Además, la población politizada ronda el 20 o 30 por ciento; el resto lee la información y toma sus decisiones de otras maneras. Y eso es otra cuestión”.

«El twitteo es un fenómeno minoritario en la sociedad y un candidato tiene que conseguir diez millones de votos», advierte Fernández.

El impacto asociado a lo que sucede en las redes sociales es otro de los puntos sobre los que advierte Fernández, desde la legitimidad de ser un especialista en el tema, luego de haber estudiado esas plataformas por más de diez años. “Siempre hay que pensar, cuando analizamos Twitter y sus tendencias, que los usuarios de esta red representan un sexto de los de Facebook y que, de aquellos que la utilizan, sólo twittea un 20%. El twitteo es un fenómeno minoritario en la sociedad. Son signos, pero un candidato tiene que conseguir diez millones de votos, no dos”.

Una de las críticas que se repite en los distintos espacios, especialistas y discursos que abordan el debate presidencial del domingo asegura que el formato elegido fue, en definitiva, negativo. “Antidebate”, “pobre”, “acartonado” y otras definiciones se han elegido para criticar el diseño. Fernández, que dirige la revista Letra, imagen, sonido. Ciudad mediatizada, piensa distinto. “A mí el debate me resultó muy interesante: creo que sirve para presentar propuestas y para discutir, porque de hecho todos los candidatos interpelaron en algún momento a alguno de los otros”, señala. “El diseño del debate se puede mejorar, obvio, pero me parece interesante porque impide una costumbre discursiva argentina que es encimar un emisor con otro -agrega-. Este formato permite que cada enunciador preserve su espacio de enunciación particular en el conjunto del sistema enunciativo. Dicen que aburre porque se divierten con los programas de paneles, pero esto es un debate político y, dentro del formato planteado, incluso fue picante”.

La transmisión del debate entre los seis candidatos a la presidencia tuvo cortísimos planos generales -donde se los pudo ver simultáneamente a todos-, mientras que la pantalla dividida -que ofrece al mismo tiempo la imagen del orador y otra de la misma escena- fue uno de los recursos televisivos que no apareció. Y sin embargo, en todo caso, para Fernández esas fueron restricciones para quienes veían el debate, pero no para sus protagonistas: “Sí es verdad que, como espectador televisivo, el hecho de quitar el recurso de campo-contracampo y otras posibilidades de montaje limitaron la oferta visual. Pero los límites fueron en todo caso en ese sentido y no en relación con la argumentación política. Fue pobre desde lo televisivo, no desde lo argumentativo. Lo que pasa es que se critica el diseño del debate porque se confunde lo mediático con el discurso político”.

Lo concreto es que el debate presidencial invitó a reflexionar sobre la relación entre sus dimensiones política y comunicacional. Todavía no se terminó de pensar acerca de lo que sucedió allí y ya comenzó la cuenta regresiva para el segundo y último debate: será este domingo 20 de octubre, justo una semana antes de los comicios, y los tópicos esta vez serán Empleo, Producción e Infraestructura; Federalismo, Calidad Institucional y Rol del Estado; Desarrollo Social, Ambiente y Vivienda; y Seguridad. En la Facultad de Derecho de la UBA, unos y otros, los seis candidatos y los espectadores que se prendan a la transmisión, se volverán a encontrar pantalla de por medio.