Una escena dramática

Una escena dramática

«El sector cultural independiente generan un 11% del PBI de la Ciudad», afirma Emilio Buggiani.

La Ciudad de Buenos Aires es conocida por su gran oferta cultural en todo el mundo, pero actualmente este sector es uno de los más golpeados por la crisis económica y sanitaria. Según un informe de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, presentado a fines de 2019, existen 459 espacios culturales en Buenos Aires. “Se calcula que alrededor de 100 mil personas trabajan en el sector cultural independiente y generan un 11% del PBI de la Ciudad, y no le dan ni bola”, manifiesta Emilio Buggiani, director del Centro Cultural Vuela el Pez, del barrio porteño de Palermo..

Los Ministerios de Cultura de la ciudad y Nación, junto con entidades como el Fondo Nacional de Artes y el Instituto Nacional del Teatro, han lanzado una serie de subsidios para contener la situación. Sin embargo, diversas agrupaciones culturales se unieron para elevar un reclamo. “Lo que se está tratando de generar desde varias organizaciones es que empiecen a surgir ayudas extraordinarias. Porque al estar tanto tiempo parados, no estamos pudiendo generar ningún tipo de ingreso. Entonces, consideramos que es necesaria una ayuda del Estado”, dice Ana Laura López, integrante de Escena, una asociación civil que reúne espacios culturales autónomos de la Ciudad.

“Para el sentido común, las artes son superfluas y hoy hay cuestiones más importantes que atender”, agrega López. Y precisa que “estas ayudas extraordinarias que se están procesando son parte del presupuesto que ya tienen asignados los ministerios, tanto de Ciudad como Nación, sólo que se está reformulando esa asignación de recursos”. Un ejemplo podría ser el caso de las líneas de subsidios otorgados anualmente a financiar giras, viajes de estudios y becas. “Todas esas cosas sabemos que no van a suceder, entonces se están redireccionando esas partidas a sostener espacios y artistas”, aclara la integrante de la agrupación Escena.

“No hay ninguna `normalidad´ a la que debamos volver, porque es en esa ´normalidad´ que se funda nuestra precarización”, dice el documento de Escena.

Uno de los reclamos que hace el sector cultural al Estado es “que los subsidios no sean por concurso; porque ahí es donde quienes cuentan con más herramientas y experiencia tienen más posibilidades. Y es todo el sector el que está atravesando esto, no sólo ciertos espacios”, dice Emlio Buggiani. Y agrega: “Las primeras reuniones con el Ministerio de Cultura de Ciudad fueron apenas comenzada la pandemia; ya pasaron más de dos meses y no se entregó ningún fondo. Hasta que eso pase van a quedar muchos espacios en el camino”.

El sábado 30 de mayo, el Centro Cultural Freire, de Colegiales, anunció su cierre definitivo en redes sociales: “Ha llegado un momento en que no es posible seguir acumulando pérdidas y nos vemos obligados a cerrar”. Así reza la publicación en su Instagram, que resume la situación de gran cantidad de espacios culturales porteños. A medida que avanzan los días, los gastos se acumulan y los ingresos no llegan. “No pagamos servicios desde marzo, se nos está haciendo una deuda gigante. Pero la prioridad es pagarle a quienes construyen cultura junto a nosotros, no hay duda. Entre pagar la luz y pagarle a ellos, nunca se puso en duda”, dice por su parte el director de Vuela el Pez.

En esta misma línea, Agustín Clusellas, cooperativista del Espacio Cultural Archibrazo, de Almagro, dice: “Estuvimos planteándonos mucho cómo ayudar, más que nada a los trabajadores del lugar. Utilizamos subsidios que teníamos pensados para otras cosas para pagarles a los cooperativistas”. Y puntualiza: “Todo lo que es subsidios suele estar destinado a infraestructura, equipamiento, para arreglar el lugar; pocas veces son para pagar los sueldos. Lo ideal sería poder conseguir subsidios destinados a los trabajadores”, comenta Clusellas respecto a la ayuda del Estado.

La agrupación Escena lanzó un comunicado a fines de abril donde se expresa respecto a las condiciones laborales de los trabajadores de la cultura independiente. “No hay ninguna `normalidad´ a la que debamos volver, porque es en esa ´normalidad´ que se funda nuestra precarización”, dice el texto presentado. Y al respecto, Ana Laura López aclara: “Nosotros tenemos una discusión de base, más allá de esta imagen del artista apasionado, que es que somos trabajadores y nos reivindicamos como tales. Es algo que viene desde antes, que hoy se potenció. Pero el problema ya estaba. No queremos que esta cuarentena pase sin haber podido poner sobre la mesa el tema de la precarización de nuestro sector.”

Una encuesta de la UNTREF, registró 459 espacios culturales en Buenos Aires.

El origen de los centros culturales se remonta a la crisis económica, política y social del 2001, donde la cultura se convirtió en un refugio. A partir de esa fecha en adelante, se fueron constituyendo como lugares independientes de la intervención del Estado y de la oferta cultural industrializada. “La Ciudad de Buenos Aires tiene la particularidad de tener una gran cantidad de espacios, que hacen a la identidad de la Ciudad y también de cada barrio. Hay una articulación con lo barrial que es importante tener en cuenta”, dice López.

Sin embargo, esto también obliga a pensar otras formas de regreso a la actividad. “Es importante pensar este retorno desde las particularidades de nuestro sector: estamos atentos a qué está pasando en el resto del mundo, cómo lo está resolviendo Europa. Y, en general, aparece esta imagen del teatro con butacas, un escenario a la italiana que nada tiene que ver con nuestros espacios no convencionales que funcionan en lo que eran casas, talleres y otro tipo de espacialidades”, aclara la representante de Escena.

Respecto a la situación del Archibrazo, Clusellas dice que la cuarentena “nos está afectando económicamente y también a nivel de vínculo con el público. Marzo y abril tuvo un boom en Instagram, estuvo bueno para ir convocando a distintos artistas para hacer vivos; pero con el tiempo se fue saturando. Ahora estamos encontrando otras maneras, viendo otros canales para poder conectar”.

“Hay una saturación de actividades en vivo y eso lleva a que de 22 mil seguidores que tenemos, hay 70 conectados”, dice Emilio Buggiani sobre las actividades que se están desarrollando online en Vuela el Pez. También comenta que “hay más de 450 espacios en la ciudad. Eso es una pluralidad de voces gigante y toda la gente que se expresa habitualmente en esos espacios, hace dos meses no tiene lugar. Muchos artistas quizás vivían de tocar o pintar y ahora están tratando de buscarle la vuelta porque no tienen forma de monetizar su arte”.

“Es angustiante la situación. Se nos mezclan un montón de sensaciones: la urgencia económica, las angustias artísticas, no poder desarrollar tu laburo, que además te apasiona, y no saber cuándo va a volver a suceder. Y, además, sabiendo que así empiecen a aparecer algunas posibilidades de retorno, van a ser limitadas, condicionadas. No nos quedamos llorando pero es difícil y doloroso”, confiesa Ana Laura López.

“Una de las cosas que más preocupan es no saber cuándo vas a volver. Fuimos los primeros en cerrar y vamos a ser los últimos en abrir”, agrega Buggiani. Pero concluye que “la salida es colectiva. Si vamos de a uno, morimos en el intento en tres días”.

Un mercado deshilachado

Un mercado deshilachado

Con la llegada de la pandemia a suelo argentino, el Gobierno nacional dispuso a la cuarentena como principal medida para combatir al coronavirus. Si bien tras correr los días esta medida fue cada vez más flexible, la situación económica de las familias y algunos sectores industriales, como el textil, se convirtió en dramática.

La sociedad se mostró a favor de la decisión de los gobernantes. Con el correr de los días, y posiblemente con el faltante de dinero producto de la imposibilidad de trabajar, el compromiso con la cuarentena se debilitó. “La medida la vi bien desde un principio hasta determinado momento donde parece que se convirtió en una encerrona. No saben cómo salir ni qué medidas tomar para no perjudicar la economía. Pero en su momento, la medida fue bien tomada. Ahora se está extendiendo y hay mucha incertidumbre y angustia”, expresa Brian Zaglul,  dueño de los locales Bross en el Municipio de Merlo.

“La decisión es correcta –considera el economista Juan Alberto Enrique-. Claramente es algo inédito en términos globales. Si no se hace una cuarentena puede colapsar todo el sistema de salud, incluso en peores condiciones de lo que pasó en los países más desarrollados dónde los sistemas de salud estaban preparados. Y es salud y economía, como lo dice el Gobierno, porque si hoy no tenés cuarentena la economía tampoco se va a recuperar”.

Por su parte, Pablo Tavilla, Director General y Decano del Departamento de Economía y Administración de la Universidad Nacional de Moreno, dice: “La Argentina venía de un proceso recesivo muy largo que tenía mucho que ver con las políticas del gobierno anterior. Ya veníamos mal, y esto lo profundiza sin dudas. Con el solo hecho de quedarse en casa de forma preventiva, la actividad económica se empieza a detener, no hay consumo y no hay gasto fundamentalmente. Acá hay un problema grave que es la falta de demanda. El Estado ha hecho un esfuerzo, con una orientación correcta tratando de minimizar daños. Algunos pensamos que se podría haber sido menos cuidadoso de lo fiscal y más osado poniendo más dinero en la calle”.

Diferentes sectores laborales, y fundamentalmente trabajadores informales, se vieron profundamente afectados por el estancamiento económico. Dentro del sector textil, los locales de indumentaria sufrieron más de 75 días sin poder abrir sus puertas al público. “Me parece una competencia desigual que pueda permanecer un hipermercado con filas de personas expuestas a todo. Y que en un comercio de indumentaria no te permitan atender ni desde la puerta”, expresa Melisa Faia, administrativa de la marca B-Side, en Merlo. Ante esta dificultad, diferentes tiendas de ropa comenzaron, o profundizaron, las ventas online y comenzaron a exhibir la mercadería en redes sociales para captar algunos clientes. “Se está vendiendo online pero las ventas son menores. Es solo una boca de ingreso, nosotros teníamos cinco locales al público. Y obviamente que la gente no está acostumbrada a comprar de esta manera”, cuenta Faia.

La nueva modalidad no significó un salvataje de las finanzas del sector. Simplemente actuó como publicidad autorregulada para mantener la marca activa en los dispositivos de los ciudadanos. En esta línea, Zaglul, de los locales Bross,  manifiesta: “Prácticamente no vendía online y con ella puedo llegar a generar, con suerte, un 5% de lo que vendía normalmente en un mes. O sea, nada”.

La cuarentena también agudizó la dificultad de vestirse como uno quiere. Para muchas personas conseguir el talle o el color de la prenda siempre fue dificultoso. ¿Cómo comprar zapatillas del talle indicado sin la oportunidad de poder probarlas? Lucio Melián, quien tiene 25 años y reside en el partido de Ituzaingó, cuenta respecto de comprar a través de internet: Me resultó cómodo porque el formato de compra es sencillo. Pero voy a seguir prefiriendo acercarme al local. Salgo con la tranquilidad de saber qué es lo que llevo y además porque creo que la venta en el local abre más oportunidades de empleo que la online”. Por otro lado, Florencia Suarez, de 23 años y que vive en Merlo, señala: Si abren sus puertas los locales de ropa, seguiría comprando online sólo si el local está lejos”. En la era de lo digital sigue siendo una costumbre encontrarse con la ropa que se quiere adquirir, tocarla, mirarla y probarla en un vestidor.

Tampoco abrir las puertas del local será una solución inmediata. “Más allá de los cheques rechazados y las deudas, es también la angustia, lo anímico, la incertidumbre, el contexto diario de cada uno de nosotros. Otro problema es que cuando tengas que comprar ropa a los proveedores que no le pudiste pagar los cheques, ya no estarán en condiciones de fiarte nada, van a estar cobrando en efectivo. O sea ¿cómo llenar el local con mercadería teniéndola que pagar al contado? No tengo efectivo, me lo fui comiendo entre marzo, abril, mayo”, reflexiona Zaglul. Al mismo tiempo, Faia refleja su problemática: “Al abrir creo que proveedores, Municipalidad, servicios, bancos y todo lo que se adeude, va a ser un problema. Por otro lado, y más referido a nuestro rubro, vamos a empezar con la temporada primavera-verano sin mercadería, con proveedores que no nos van a querer vender por las deudas de la temporada anterior”.

Ante la incertidumbre sobre el futuro, Tavilla profundiza: “En estos periodos de crisis es la dinámica política la que define los términos de salida. Depende de las luchas políticas, del conflicto sociopolítico de las relaciones de fuerza para dar otro sentido del que veníamos. Es importante opinar e involucrarnos para aportar al debate y dar otro contenido a la vida económica y social que sea muy diferente a la que vivimos”. Al parecer, lejos están los días de tranquilidad social y monetaria. Juan Enrique, analiza: “Creo que va a venir prosperidad por necesidades de lo que tiene la Argentina para venderles al mundo. Soy optimista, pero no veo todavía los plazos. No tengo muy claro cuál puede ser el tiempo. Puede haber una solución para el Covid-19 recién entrado el año que viene, para marzo o abril del 2021 puedo empezar a ver una salida o un rebote de la economía. Espero estar equivocándome y que sea mucho antes”.

Pandemia y cuarentena fueron las variables troncales que llevaron a entender que no se puede hablar de salud y economía de forma disociable. Mover fichas en un tablero tan complejo siempre trajo consecuencias. Sin embargo, fue preferible perder en dinámica monetaria y ganar en vidas conservadas.

Hecha la ley, hecha la trampa

Hecha la ley, hecha la trampa

“Despidos”, “suspensiones” y “rebajas salariales” son tres conceptos que desentonan en la retórica de ciencia ficción imperante. Sin embargo, son las categorías esenciales para comprender gran parte de lo que sucede tras las bambalinas de la pandemia. A la amenaza biológica contra la vida se le suma la amenaza social contra el trabajo.

Es en busca de esa realidad que surgió el Observatorio de Despidos Durante la Pandemia, una iniciativa de sociólogos y estudiantes de Sociología de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de La Plata agrupados en La Izquierda Diario. “La idea del Observatorio surge a partir de dos dimensiones: por un lado, cuando inicia la cuarentena aparecieron, en forma de aluvión, datos, gráficos, curvas y demás sobre los aspectos sanitarios, que desde ya son imprescindibles. Pero no se publicaba, ni en las esferas de gobierno ni en los espacios mediáticos, información respecto a la situación de los trabajadores. Esa ausencia empezó a volverse sintomática y, de hecho, se prolonga hasta hoy”, explica Mariano González, estudiante de Sociología de la UBA, y continúa: “Por otro lado, teníamos una prédica del oficialismo de protección a los trabajadores tanto a través de conferencias de prensa como a partir de varios decretos de necesidad y urgencia. Incluso Alberto Fernández llamó ‘miserable’ a Paolo Rocca por los 1.450 despidos de Techint. Sin embargo, esas cesantías se concretaron y los ataques al salario, despidos y suspensiones comenzaron a aparecer de manera muy fuerte. Por eso decidimos poner en pie el Observatorio, para brindar esos dato”.

El relevamiento se realiza semanalmente a partir de publicaciones en más de 40 medios periodísticos nacionales y regionales, a los que se agregan las cifras publicadas esporádicamente por distintos organismos y los resultados de los acuerdos a los que llega cada sindicato en particular. A partir de esa información, se realizan informes y análisis bajo la supervisión de Paula Varela, investigadora del Conicet y docente en la UBA.

El conteo comienza desde el 20 de marzo –el día en que se inició el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio- y, al 30 de mayo, se relevó el impactante número de 3.890.639 trabajadores afectados. El Observatorio desagrega esa cifra en tres categorías: “despidos”, unos 139.634; “suspensiones” (incluye a trabajadores que hayan sufrido el doble ataque de suspensión más rebaja salarial), que alcanza 1.786.987; y “ataques al salario”, que suben a 1.965.018.

De todas formas, este número es tan sólo una base, un indicio, más que una afirmación acabada. Los datos dependen de aquello que es considerado noticia por alguno de los medios relevados y, sobre todo, se impone la opacidad absoluta a la hora de registrar la situación del sector informal. “El porcentaje de precarización laboral en Argentina es del 40%”, analiza Clara Posse, socióloga. “Entonces, sabemos que hay muchos trabajadores informales, precarizados, contratados o con distintas relaciones laborales que no están pudiendo ser relevadas. Ese es un límite importante. Nosotros remarcamos que ésta es la cifra que pudimos abarcar, pero que en realidad es muchísimo más”. El llamado del Observatorio, en consecuencia, es que sean los y las propias trabajadoras quienes hagan su denuncia tanto al mail mapadedespidos@gmail.com como a La Izquierda Diario.

Según el informe del Observatorio, el sector más afectado es el del comercio.

El gobierno nacional -con el apoyo de todos los estratos gubernamentales- optó por una cuarentena estricta, con excepción de ciertos sectores denominados como esenciales. Para disipar incertidumbres sobre la situación a la que se verían expuestos las y los trabajadores, en el Artículo 8° del DNU 297/20 se dispone que “durante la vigencia del ‘aislamiento social, preventivo y obligatorio’, los trabajadores y trabajadoras del sector privado tendrán derecho al goce íntegro de sus ingresos habituales”. Más tarde, el 31 de marzo, tras el escandaloso episodio en Techint, se firmó el DNU 329/20. El Artículo 2° dispone: “prohíbense los despidos sin justa causa y por las causales de falta o disminución del trabajo y fuerza mayor por el plazo de sesenta (60) días” -se prorrogó por otros 60 días más desde su vencimiento-. Y el Artículo 3°: “prohíbense las suspensiones por las causales de fuerza mayor o falta o disminución de trabajo por el plazo de sesenta (60) días” -también prorrogado-. En resumen: se prohíben las rebajas salariales, los despidos y las suspensiones durante el aislamiento obligatorio. El devenir de los días terminó dictaminando algo totalmente diferente.

¿Qué sucedió entonces? El primer indicio puede encontrarse en un pequeño apartado del Artículo 3° del DNU 329/20. El mismo dice: “quedan exceptuadas de esta prohibición las suspensiones efectuadas en los términos del artículo 223 bis de la Ley de Contrato de Trabajo”. ¿Qué dice el artículo 223 bis de la Ley de Contrato de Trabajo? Establece la posibilidad de realizar suspensiones de tareas al trabajador en caso de fuerza mayor, abonándole una suma no remunerativa que es tan sólo un porcentaje de su salario habitual y teniendo que tributar únicamente aportes y contribuciones a la obra social y ART. Pero, antes este mecanismo debe ser pactado con el empleado de manera individual o colectiva -sindicatos-.

El 27 de abril, la Confederación General del Trabajo (CGT) y la Unión Industrial Argentina (UIA) pactaron un acuerdo que sirve de marco para el resto de las negociaciones gremiales: el tope de descuento al salario de trabajadores suspendidos no puede superar el 25%. Aunque en realidad esto debe leerse con mayor detenimiento: la CGT y la UIA habilitaron que aquellas empresas que suspendan empleados tienen la posibilidad de reducir sus remuneraciones hasta un 25% en sus respectivas negociaciones con los sindicatos.

Muchas de las rebajas salariales y suspensiones fueron acordadas con los gremios.

El último informe del Observatorio muestra que el 76,1% (2.962.346 trabajadores) de los “ataques laborales” -despidos, suspensiones y ataques al salario- tienen como origen los acuerdos sectoriales. “El sector más afectado es el de Comercio, ya que allí trabajan alrededor de 1.200.000 personas. El que le sigue es Construcción: la Cámara Argentina de la Construcción anunció a principios de mayo que se habían perdido 100 mil puestos de trabajo entre marzo y abril. En conjunto con el resto de las modalidades de ataque al trabajo suman casi 500.000 casos y hay que tener en cuenta además que es un sector con una gran proporción de empleo informal, que no puede ser contemplado en el estudio. También representa el 25% de los despidos a nivel nacional. Tercero está el sector del Personal de Casas Particulares, las empleadas domésticas, que en un informe publicado por el sindicato se reveló que se vieron afectados 500.000 puestos. Y, en cuarto lugar, pelean cabeza a cabeza el sector estatal y el gastronómico”, explica Posse.

Efectivamente, el estatal se encuentra en el podio de los sectores que más ataques sufrieron con 438.927 afectados. Algunos casos se extienden desde mucho antes de la cuarentena, como las deudas salariales y paritarias a la baja en la provincia de Chubut.

“El ataque al salario es el principal mecanismo utilizado para transferir los costos de la crisis a los trabajadores”, se lee en el último informe del Observatorio. El total de trabajadores afectados por ataques al salario es de 3.685.515. Dentro de esta categoría se despliegan tres mecanismos: reducción salarial (2.880.626), postergación de paritarias (720.546) y adeudamiento salarial (84.343). González enfatiza: “Ante esto, el gobierno nacional no solamente no ve esos ataques sino que los convalida. Los acuerdos firmados por sector entre las direcciones sindicales y las cámaras empresarias son homologados por el Ministerio de Trabajo. Los decretos son papel mojado. Hay un gran consenso en todo el arco político y sindical en hacer de cuenta como que sigue en verdad la ficción de que éstos decretos tienen algún tipo de utilidad”.

El derrumbe de la economía tanto nacional como mundial, no obstante, es insoslayable. Las grandes potencias han impreso y desembolsado millones en papel moneda para rescatar a sus sistemas financieros y económicos. Menos grandilocuente, más lúgubre, es la realidad de los negocios barriales, de las empresas modestas que caen sin estruendo y dejan en la completa incertidumbre a miles de trabajadores y trabajadoras. Con ese argumento se firmó el DNU 332/20 del 1° de abril, que establecía las bases del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP). Se trata de una serie de medidas que abarcan exenciones impositivas y, en especial, el pago por parte del Estado -Anses mediante- de una porción del salario de los trabajadores. Con las semanas comenzaron a aparecer situaciones completamente irregulares: aparecieron en la lista de beneficiarios grandes empresas, sin problemas financieros, y entre los salarios beneficiados con fondos públicos se encontraban sus propios CEOS.

“A partir del acuerdo de la CGT con la UIA se redujo un 25% el salario, el 50% es pagado por la Anses y empezamos a notar que ese 25% restante que queda a cargo de la empresa muchas veces es pagado en cuotas o directamente no se paga”, recalca Posee.

“Todo esto no es un simple desconocimiento. Lo mismo respecto al decreto que prohíbe despidos y suspensiones. Estas situaciones son públicas, se denuncian en las carteras del Ministerio de Trabajo. Sin embargo, el Gobierno nacional decide hacer la vista gorda. Enfatizamos el episodio de Techint, un caso emblemático. Sobre eso no hubo ningún tipo de represalia, sino que incluso fue premiado con el ATP. Incluso, al momento de recibir ese beneficio, despidió a otros 30 trabajadores de una contratista de Siderca, en Campana. Lo mismo sucede con Blaquier, que también accede al ATP y de todas formas suspende y recorta salarios. Al igual que otras empresas como Granja Tres Arroyos, que luego de recibir el ATP despidió a 50 trabajadores. Con todo este panorama, nosotros vemos que el ATP y otros tipos de programas en realidad son un gran subsidio millonario a las empresas para mantener el margen de rentabilidad a costa del ajuste y el recorte a los trabajadores”, denuncia Mariano González.

El Día del Periodista en cuarentena

El Día del Periodista en cuarentena

A 210 años de la fundación de La Gaceta de Buenos Aires –en cuyo recuerdo se conmemora cada 7 de junio el Día del Periodista–, no parece haber muchos motivos para celebrar: el coronavirus, la cuarentena y la consecuente profundización de la crisis económica, determinan el estado actual de la profesión.

Las empresas mediáticas se escudan en la pandemia para seguir precarizando aún más a sus empleados. Al atraso salarial de años, se suman despidos, recortes y demoras en pagos de sueldos que han motivado diversas acciones como respuesta. Desde el cese de media jornada en Página/12 hasta la publicación sin firmas en Clarín. Según una encuesta del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA), dos de cada tres trabajadores de prensa en la Ciudad cobran salarios por debajo de la Canasta Básica Total (de acuerdo a estimaciones de la Dirección General de Estadísticas y Censos del GCBA).

En diálogo con ANCCOM, Silvina Molina, editora de Género y Diversidades de la agencia Télam, asegura: “Tenemos que pensar quién se hace cargo de los medios para que se deje de precarizar, de echar y de pagar miserias o en cuotas. No se puede ejercer el derecho a la comunicación desde el periodismo sin las condiciones adecuadas de trabajo, que incluyen un salario digno”.

El citado informe de SIPREBA subraya la inequidad en materia de género al interior de los medios. El último mes, la mitad de las mujeres y disidencias encuestadas (49,3%) recibió una remuneración por debajo de la línea de pobreza. Por otra parte, entre los salarios más altos la mayoría de los trabajadores son hombres.

Para Molina, estamos ante una feminización de la precariedad que tiene su raíz en la ausencia de mujeres y disidencias en los puestos de mayor jerarquía: “El periodismo es una profesión feminizada porque en la mayor parte de las escuelas de comunicación y las redacciones hay mayoría de mujeres. El problema es cuántas son las que ocupan cargos de decisión, quiénes firman las notas, quiénes tienen programas en horario central de la radio y la televisión, o quiénes dirigen medios autogestivos”. Molina señala que “salvo excepciones, tanto en medios cooperativos, estatales, privados y públicos, la mayoría de esos cargos son ocupados por hombres”.

La reciente conformación del Directorio de Télam, íntegramente a cargo de mujeres, permite advertir el signo de los tiempos. Según Molina, este fenómeno es parte de un proceso que está en marcha, pero al que aún le falta camino por recorrer para una paridad real: “Estamos transitando los cambios. Con la existencia de movimientos a nivel mundial como Ni una menos, el #MeToo, o el Paro Internacional de Mujeres, estamos demostrando que la sociedad debe respetar los derechos de la mitad del mundo, que somos nosotras. Y eso aplica también dentro del periodismo. Es una transformación que está en marcha sin necesidad de una mayor explicación”.

La desproporción en las secciones de los medios refleja construcciones arraigadas en la sociedad. “Todavía llama la atención que haya una periodista haciendo la cobertura desde el campo en un partido de fútbol, a pesar del enorme esfuerzo que han hecho muchas colegas y deportistas por visibilizar esta problemática. En general, somos muchas más las comunicadoras en aéreas que tienen que ver con Salud, Sociedad, en fin, con temas relacionados con los cuidados. Y es mucho más complicado encontrarlas en Política, Economía, Deportes, en áreas que se han considerado un terreno exclusivamente masculino. Como periodistas, tenemos que reflejar la realidad, y eso implica, por ejemplo, contemplar paridad de fuentes masculinas y femeninas al momento de elaborar una nota. Cuando hablamos de un periodismo inclusivo, nos referimos simplemente a hacer buen periodismo”.

Sobre el proyecto presentado en el Senado de la Nación, que propone un cupo equitativo en los medios públicos, Molina considera “que es muy positivo como impulso inicial, para ayudar a cambiar las estructuras que todavía persisten y las resistencias que hay en los medios”. Pero agrega: “También me parece que los medios tienen que tomar la responsabilidad de revisar sus prácticas internas, es una conjunción de factores”.

Las trabajadoras de prensa organizadas en la última marcha del Paro internacional Feminista.

Periodismo en cuarentena

En la semana en que se cumplen cinco años de la primera marcha de Ni una menos, es importante evaluar el rol del periodismo en el tratamiento de problemáticas como violencia contra las mujeres, reconocimiento de las disidencias o derecho al aborto. Un cambio visible en los últimos años fue la incorporación, en algunas redacciones, de una editora de género. Incluso ciertos medios tradicionales han comenzado a construir sus noticias con un enfoque que cruza transversalmente a todas las secciones.

“El periodismo de género ha sido esencial en este contexto de cuarentena para mostrar algunos ejes de la agenda del feminismo. Ahora queda muy claro que las mujeres hacemos doble o triple tarea. Trabajamos fuera y dentro de la casa. Y la mayoría de los cuidados de los niños, niñas, niñes, adolescentes y de las personas adultas mayores, recae fundamentalmente en las mujeres. Eso es un tema de agenda feminista del que veníamos hablando y que queda totalmente patente en la pandemia”, afirma Molina.

El aislamiento preventivo ha incidido notoriamente en el aumento de casos de violencia de género. La editora de Télam sostiene que, cuando se anunció la medida, “la preocupación del periodismo feminista por la convivencia de las mujeres con sus maltratadores fue inmediata. Esto hizo que se tomaran distintas decisiones a nivel de políticas públicas para adecuar la medida y acompañar ese proceso especial de mujeres que están en situación de violencia”, precisa.

Molina, quien además es la coordinadora argentina de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género. considera que el rol del periodismo es fundamental en este momento, pero advierte sobre la falta de lugar para profesionales especializados en los medios: “Hay periodistas que hacen una excelente cobertura, y creo que hay una reivindicación del periodismo científico, con muy buenos profesionales en el país. Pero también hay un sector que no toma dimensión de la gravedad de la situación, porque para hablar de salud en general y sobre todo de coronavirus y una enfermedad como la Covid-19, es necesario informarse, prepararse, capacitarse”.

En efecto, existe un periodismo especializado en ciencia que es demandado en el escenario de pandemia. La exclusión de periodistas idóneos para tratar temas específicos es otra forma de precarización del oficio. En menos de seis meses, los grandes medios han reestructurado y abocado toda su agenda en función del coronavirus. Y este continuo provoca que la pantalla, el éter, la red y las páginas de los diarios sean ocupados por comunicadores que no siempre están capacitados.

Ricardo Goldberger, miembro de la Red Argentina de Periodismo Científico, opina que el tratamiento actual no es el adecuado, ya que la comunicación especializada “ocupa un rol bastante secundario y lateral, porque la mayor parte de los medios están dejándole la cobertura de la pandemia a periodistas generales, o de Economía o Política”. Y destaca: “Los fundamentos por los cuales se están tomando decisiones políticas y económicas son predominantemente científicos, por lo tanto, el periodista científico es el que está en mejores condiciones de explicarle al público el sentido que tienen estas decisiones”.

Según Goldberger, quien también dirige el medio online Tecnozona, “el aporte que realiza el periodista científico es a partir del conocimiento y el entendimiento de lo que sucede en el ámbito, que es más amplio y concreto. Sabe cómo funciona la ciencia en la Argentina, la ciencia en general, los recursos que utiliza, qué significa trabajar en un laboratorio, en un consultorio, en una industria tecnológica, conoce cuáles son las tendencias, quiénes son los principales protagonistas, conoce quiénes son las fuentes más confiables y creíbles, o cómo funciona el método científico”.

La exclusión de los periodistas especializados en ciencia tiene sus inicios, de acuerdo a Goldberger, en la década del 90: “Todos los grandes diarios y los canales tenían programas dedicados a la ciencia y la tecnología. No solo desde el punto de vista educativo, sino desde la divulgación. En 1992, Clarín rediseñó el suplemento Ciencia y Nación, y progresivamente lo convirtió en un suplemento de tecnología y finalmente de informática. En última instancia, se convirtió en un catalogo de productos”. Las secciones de Tecnología, junto a las de Salud, fueron las únicas que subsistieron, mientras que el resto pasó a formar parte del cuerpo central del diario sólo de las versiones online. La posibilidad de conseguir anunciantes fue determinante para la continuidad de estas secciones, ya que “la industria de la tecnología y la farmacéutica son dos que todavía están en condiciones de poner publicidad”. Y los especialistas en ciencia fueron desplazados hacia aéreas tan disímiles como Sociedad o Policiales.

La agenda de los medios parece tener un correlato con la voluntad política de cada época. Al respecto, Goldberger subraya: “Durante el último gobierno (de Macri), no solo el Ministerio de Ciencia y Tecnología disminuyó abruptamente su importancia, sino que se hicieron campañas específicamente para denostar a la ciencia. Y eso tiene un componente ideológico importante. La ciencia y la tecnología obligan a la gente a pensar, a averiguar, a investigar, a generar pensamiento crítico. En la medida en que el pensamiento crítico se vuelve peligroso para una ideología, más se va a rebajar la importancia de la CyT. Hay una incidencia bastante clara en el sistema público imperante en el momento”.

Ante la advertencia de la OMS acerca de la “infodemia” –la epidemia informativa que da lugar a la propagación de noticias falsas–, Goldberger expresa: “En la medida en que la población no tenga desarrollado el pensamiento crítico, no va a ser capaz de dudar si lo que está leyendo es verificable o no. En la medida en que no haya comunicadores que lo estimulen, el campo va a estar disponible para la presencia de fake news, campañas de desinformación que obedecen a intereses económicos, corporativos, de la industria farmacéutica, que ven en los límites a la circulación de personas, a la capacidad de compra y consumo, a la capacidad de trabajo, una situación adversa”. Estos intereses, agrega, son los que promueven las movilizaciones anticuarentena.

Mirada federal

Desde Tucumán, Claudia Nicolini, periodista especializada en ciencia del diario La Gaceta, comparte su impresión sobre la cobertura de estos acontecimientos: “Negar la realidad no es una posibilidad. Debemos contar nuestra versión de lo que pasa y entender que no hay un abordaje objetivo. Aunque se junten cinco personas en la plaza, no podemos no decir qué está pasando. Ya sabemos lo que pasa cuando los medios silencian cosas. Ahora, es claro que hay quienes los están conduciendo, el 85 por ciento de la gente reconoce que la cuarentena está bien, pero este grupo pequeño se lleva la atención mediática”.

Nicolini manifiesta que, “si bien hay maneras de contar, hay una diferencia entre cubrir el acontecimiento y hacer una transmisión de seis horas”, por lo que los periodistas científicos son claves para preguntarse qué es lo que no está llegando del mensaje que pueda compensar la mala intención de los grupos beneficiados. “Quizás tendríamos que preguntarnos si no deberíamos bajar los niveles de alarma y elevar los de conciencia”, reflexiona.

La periodista, quien también es miembro de la RADPC, enfatiza la importancia de la capacitación a través de compañeros pertenecientes a la Red. Psicóloga de formación, ingresó al medio como correctora, para luego tomar el puesto vacante de periodista de ciencia. “El camino no fue fácil, porque hay que traducir cuestiones que son muy complejas. En la primera nota que hice tuve que entrevistar a especialistas en física cuántica. En esos casos, la tarea es procesar definiciones muy abstractas para que el público pueda saber qué hace un científico y por qué”, cuenta. Y asegura que en los medios hay personas que “no están preparadas para preguntar, entender la respuesta recibida, ni repreguntar en caso de ser necesario”.

Para ella, la creciente necesidad de comunicadores especializados puede generar espacios de reflexión en la sociedad: “Recién ahora, a partir de la difusión de que encontramos soluciones biotecnológicas en tiempo récord en un país de la periferia, la gente se está enterando de qué es lo que está haciendo un científico. Si no, el lugar que tienen estas noticias es en un pedazo del diario que leen pocas personas. A lo mejor, a partir de esto sí podamos contarles a los chicos de la escuela lo que hacen los científicos, a lo mejor los medios podamos acercar la ciencia a todos y así dejen de decir que son ñoquis que se llevan nuestros impuestos. Espero que sirva para modificar esa creencia de que la ciencia es para unos pocos”. Nicolini sugiere que “las redacciones de todos los medios deberían tener un especialista en ciencia”.

En el clima de incertidumbre que la pandemia produce en los trabajadores, el periodismo se ve interpelado particularmente. La reivindicación del trabajo especializado y la lucha por la equidad al interior de los medios son solo algunos de los desafíos de la profesión, pero que reflejan el estado de situación de la sociedad en su conjunto. Como dice Molina, “el periodismo tiene que ser de las audiencias y de quien lo ejerce, ya que estamos trabajando en base al derecho a la comunicación”.

Durante la cuarentena ya hubo 58 femicidios

Durante la cuarentena ya hubo 58 femicidios

“En la Justicia, los divorcios y compensaciones económicas para las mujeres se encuentran paralizados”, dice Rothberg.

Desde el comienzo del aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO), el 20 de marzo, los datos de la asociación civil La Casa del Encuentro @Casadelencuentro indican que se registraron 58 femicidios en todo el país. El último informe publicado fue el 28 de mayo y, desde entonces, hubo un femicidio más. Comparativamente con otros periodos similares, es la cifra más alta de los últimos diez años. En palabras de Ada Rico, presidenta del organismo, también cambió la modalidad empleada por los agresores: “Históricamente, las mujeres son asesinadas con armas de fuego. En cambio en estos últimos casos el índice más alto son las mujeres golpeadas. O sea que el agresor utiliza las manos como un arma. Eso es lo que hemos visto, la manera en que creció la saña en estos asesinatos de mujeres”. 

“Lo que estos datos nos muestran en cuarentena es algo que nosotras ya venimos denunciando y es que un alto índice de los femicidios suceden en el círculo más cercano de la víctima y en su propio hogar”, explicó Laura Rothberg, integrante del Área de Comunicación del Observatorio Ahora que sí nos ven, en diálogo con ANCCOM. Según su último informe, con datos hasta el 24 de mayo, 68% de los femicidas eran pareja o ex pareja de la víctima. Esto significa que gran parte de las niñas y los niños que pierden a sus madres en estos hechos violentos quedan huérfanos, bajo la custodia del Estado o de algún familiar, ya que en la mayoría de los casos es su padre el que comete el delito. “No es nuevo que a las mujeres las matan quienes dicen amarlas ni que el principal lugar donde las mujeres mueren son sus viviendas o las viviendas de los agresores. La cuarentena lo que hace es reforzarlo”, denunció Rothberg. En ese sentido, afirmó que si bien durante el aislamiento obligatorio no hubo un crecimiento exponencial de casos, sí se potencia la problemática al tener en cuenta que hay mujeres que están pasando las 24 horas del día con sus parejas violentas.

El trabajo de las organizaciones que acompañan a mujeres en situación de violencia se centra en evitar que su agresor logre aislarlas. Es una de las tácticas que suelen utilizar para manipular a la mujer y hacerle pensar que está sola, prohibiéndole contactar a sus seres queridos en busca de ayuda. Rico sostuvo que en la sede de La Casa del Encuentro tienen un centro de asistencia y ven cómo las mujeres buscan estrategias para ir y escapar de sus hogares. “Ahora no pueden y con todo esto que sucede no tenemos la manera de llegar a las mujeres. Estamos atendiendo mucho en forma telefónica, o con videollamada para la que puede. Te das cuenta que la mujer no puede hablar porque está él, nos mandan muchos mensajitos a escondidas. Nosotras les decimos que borren los mensajes de su celular porque si él mira con quién habla tendrá el control absoluto sobre ella”, señaló. El mayor peligro reside en que se naturalicen las violencias, que van menoscabando el autoestima de estas mujeres y las van volviendo cada vez más vulnerables.

El funcionamiento de la justicia también se vio afectado por la cuarentena. Según Florencia Zerda de la Red de Abogadas Feministas, “los trámites de denuncias por violencias se encuentran activos pero limitados; lo mismo que en materia penal, hay avances pero mínimos”. Otros fueros, como el laboral, se encuentran completamente paralizados. “En la justicia de familia, los divorcios y compensaciones económicas para las mujeres que durante años fueron violentadas económicamente también se encuentran paralizados”. Desde La Casa del Encuentro, afirmaron que una de las primeras medidas que pidieron al comienzo de la cuarentena es que se prorrogaran las medidas cautelares: “Nos llamaban mujeres de distintos lugares para consultarnos qué pasaba con esas medidas si ya se habían vencido”. Para Laura Rothberg, este momento muestra de forma más cruda una realidad preexistente: “Hombres violando perimetrales acercándose a mujeres que habían hecho la denuncia, que tenían botones antipánico, que tenían una exclusión del hogar, lo vemos todo el tiempo. Hoy queda mucho más en evidencia porque ese hombre además viola la cuarentena y hubo alguien que no estaba controlando que eso no sucediera”, sostuvo. Luego de 17 días de comenzada la cuarentena, el 5 de abril, se exceptuó de penalidad por incumplimiento del ASPO a las mujeres que debieran realizar denuncias por violencia de género. “Están habilitadas a hacerlo sin la tramitación de permiso alguno, porque es un caso de fuerza mayor. Pueden hacerlo y denunciar luego y con las medidas judiciales correspondientes lograr volver al hogar con custodia de alguna fuerza para retirar pertenencias o lograr que se excluya al violento de la vivienda”, afirmó Zerda.

Por otro lado, la caída de la economía es un factor que afecta a toda la población, pero a las mujeres en particular. “Muchas de las mujeres, especialmente en los sectores más vulnerables, trabajan haciendo limpieza en casas de familias, ni siquiera están formalizadas. Por lo tanto, en este momento, no están recibiendo nada de dinero. En cambio, muchos de los hombres sí trabajan en lugares donde le depositan el salario. Eso también juega en contra de ellas”, argumentó Rico e insistió en que no se puede aislar la problemática de la violencia del contexto económico. Según un informe de la Dirección de Economía, Igualdad y Género, las mujeres, además de tener peores salarios en general, enfrentan mayores niveles de informalidad (36% versus 34,2%) y mayores niveles de desocupación (10,8% versus 8,9%) que los varones.

El Congreso de la Nación iluminado con motivo del Ni una menos.

Ni Una Menos: un antes y un después

El 3 de junio de 2015 la sociedad salió a la calle para exigir un Estado presente frente a la violencia de género. “Ni Una Menos fue importantísimo porque toda la sociedad tomó conciencia de lo que significa la violencia de género. Se logró que sea un tema de agenda”, recordó Rico. Por su parte, Rothberg señaló que Ni Una Menos le puso un nombre a algo que ya pasaba: “Cuando a una mujer la mataba un hombre era un caso más de los miles. Era una estadística que no estaba desagregada, una muerte por asesinato y punto. Ahora sabemos que esa muerte tiene sus particularidades propias y que responde a una lógica sobre la que está estructurada nuestra cultura. Entonces ahí podemos pensar de qué manera proponemos soluciones para esta problemática”. También remarcó que es importante comprender que es un hecho que afecta a la sociedad entera y no solo a las mujeres. Ambas apuntan al Estado como principal responsable de revertir esta situación y a la necesidad de políticas públicas integrales para hacerle frente. De hecho, ambos observatorios surgieron en distintos momentos ante la falta de estadísticas oficiales. “Siempre hablamos de la necesidad de políticas públicas integrales y del compromiso de los tres poderes del Estado”, afirmó Rothberg y denunció que en los últimos cuatro años hubo un desfinanciamiento absoluto en todos los programas de asistencia a las víctimas de violencia de género y la promesa de construcción de refugios que nunca se cumplió.

En las últimas semanas, algunas de las medidas que se han tomado desde el Ministerio de Mujeres, Equidad y Géneros, incluyen un refuerzo a la línea 144 (Programa de Asistencia Telefónica sobre Violencia de Género), el traslado a hoteles a las solicitantes de refugio y la campaña “barbijo rojo”, mediante la cual se asegura la asistencia a mujeres que soliciten dicho elemento en farmacias. Sin embargo, esta última recibió críticas por parte de grupos feministas. Rico explicó que no es lo mismo una mujer en la Ciudad de Buenos Aires que va a cualquier farmacia y no conoce a nadie, que una de un pueblo donde saben quién es ella y quién es su pareja. En ese sentido, afirmó que es necesaria una mirada abarcativa que contemple más allá del Área Metropolitana. Un asunto pendiente que señala la activista es que el Ministerio forme parte del comité de crisis, encargado de pensar las medidas para paliar la pandemia y proteger a la población.

¿Cómo acompañar?

Desde el Observatorio Ahora que sí nos Ven expresan que lo importante es tener paciencia y mucha empatía. Recomiendan informarse para poder brindar ayuda; una de las posibilidades es llamando al 144 para obtener asesoramiento. Ahora también tienen una línea de atención por Whatsapp al 1127716463 y una dirección e-mail: linea144@mingeneros.gob.ar En caso de emergencia, se debe llamar al 911.