Teatro para chuparse los dedos

Teatro para chuparse los dedos

¿Sos fan de los Redondos? ¿Pero sos muy fan de los Redondos? Con estas preguntas empezaba el proyecto de Gabriel y Guadalupe. Todavía no tenía etiqueta y probablemente nunca la tendría. Poesía de Ricota finalmente tomó la forma de un experimento teatral que cargado de tragedia, contradicciones y paradojas del universo de Los Redondos funciona como una reversión de las canciones de Carlos El Indio Solari.

Gabriel Wolf  se adentró en el mundo del teatro a través del grupo Los Macocos, emblemático conjunto teatral de los años 80. Ricotero de toda la vida, se preguntaba qué sucedería si se les sacara la música a las canciones del Indio. De la mano de Guadalupe Bervih, la co-directora, y con un elenco formado por Gabriela Biebel, Marina Garré, José Formento, Miriam Eva Rellán, Marcelo Saltal y Gustavo Slep, ambos directores comenzaron a formar diez micro-relatos , que , llenos de dramatismo, risas y metáforas, logran captar la atención del público en escasos minutos.

Actores con máscaras sobre el escenario.

Poesía de Ricota se presenta todos los martes de mayo.

“Si se ríe, se conmociona de alguna manera, algo pasó en la función. Eso fue también el concepto con el que trabajamos. Tiene que pasar algo en esos dos o tres 3 minutos que dura el texto. Tiene que ser como un fósforo. El fósforo vos lo encendés y ¿cuánto dura prendido? Nada, dos minutos. Entonces esa imagen se la dimos a los actores. Que ellos tienen dos minutos para estar encendidos y que pase algo”, explica Gabriel.

“Es que en el minuto y medio que dura la representación tenés que generar un clima y un público que estén enganchados. ¿Para qué? Para que no decaiga la actuación. Porque vos no le podes entregar a tu compañero un público aburrido. Vos en esos minutos tenés que comunicar algo. Lo que se logra en 45 minutos de una obra, vos lo tenés que lograr en unos minutos”, agrega Miriam.

Dos personas dialogando en el bar, con cuadros e imágenes de santos de fondo.

La obra se presenta en Pista Urbana, un bar ubicado en Chacabuco 874, San Telmo.

La interpretación de José Formento, una especie de maestro de ceremonia, se sale un poco de esa lógica del espectáculo, funciona como conector de los relatos. José comenta  que la idea de su personaje -mucho más irónico y ácido- era romper con el código que establecía el resto del elenco, desde el vestuario, lo corporal y finalmente desde la dramaturgia con los textos. Nutriéndose de escritos del Indio Solari sacados de la revista Cerdos y Peces y de los discos, el personaje de José une a las distintas narraciones.  “Buscábamos una suerte de comodín. Como que mi personaje se encarga de la costura, de ir cociendo, hilvanando. Soy como el puente entre los distintos bloques” expresa.

La locación fue otro de los factores que desencajaría a los actores. Tomando un lugar poco convencional, como Pista Urbana, un  bar de San Telmo, los directores querían lograr que el espectador siempre estuviera cerca del actor; y que este  se moviera entre las mesas, que no tuviera escenario estable y que llenara la sala de un dinamismo fugaz.

Actriz sobre el escenario.

La interpretación de los actores busca romper los códigos del teatro convencional.

“A los actores, el escenario nos resulta un lugar muy seguro. Hacer un espectáculo donde se rompe con la idea de caja negra es todo un desafío porque uno está muchísimo más expuesto y eso también te modifica corporalmente. Es trabajar a 360 grados”, comenta José.

Miriam agrega: “Gabriel utiliza la imagen de pequeños atentados en un bar. Las canciones van surgiendo en distintos lugares del local y funcionan como atentados. Rompen con el espacio teatral. El espectador no sabe dónde tiene que dirigir la mirada, porque la voz sale de atrás o del costado. Entonces estas roturas hacen que la gente se vaya acomodando permanentemente. Y es lindo, porque implica tenerlos atentos a lo que va a venir”.

Actor sobre el escenario.

Las canciones rompen con el espacio teatral.

 Poesía de ricota estará los martes de mayo a las 20 horas en Pista Urbana, Chacabuco 874.

Actriz sobre el escenario.

Las interpretaciones buscan llevar al público a la conmoción.

Equipo de gente posando.

Poesía de Ricota es un experimento teatral que reversiona las canciones ricoteras.

UniCABA: el rechazo de los rectores

UniCABA: el rechazo de los rectores

Este martes, los rectores de 29 Institutos Superiores de Formación Docente (ISFD) de la Ciudad de Buenos Aires expusieron por primera vez en la Comisión de Educación de la Legislatura porteña sus argumentos contra el proyecto de ley oficialista que prevé la creación de la UniCABA (Universidad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires). La iniciativa del Gobierno supone el cierre de la totalidad de los profesorados existentes, que serían reemplazados por una única institución de nivel universitario.

Una multitud se reunió frente a la Legislatura Porteña.

Pocos minutos pasadas las 15, el presidente de la comisión de Educación de la Legislatura porteña, Maximiliano Ferraro (Vamos Juntos), dio inicio a la sesión. Se trató de la primera instancia en la cual los rectores de los 29 profesorados (los 21 dependientes de la Dirección de Formación Docente y los ocho de la Dirección de Formación Artística) nucleados en el Consejo de Educación Superior Estatal (CESGE) expusieron de manera conjunta sus argumentos contra el proyecto del oficialismo.

Los representantes de los institutos se dividieron para leer un extenso documento que analizó punto por punto las propuestas del proyecto y los argumentos que los funcionarios del oficialismo esgrimieron para defenderlo días atrás, en el mismo recinto. Mediante datos oficiales, estadísticas y palabras de especialistas, expusieron durante casi dos horas sus principales críticas a la UniCABA.

El principal énfasis de los rectores estuvo puesto en la “inestabilidad” e “incertidumbre” que tienen los trabajadores docentes ante la posibilidad de ser despedidos en caso que la iniciativa se convierta en ley. A su vez, los profesorados suponen hoy la existencia de cargos administrativos específicos del desenvolvimiento institucional, que podrían desaparecer con la creación de la universidad impulsada por el gobierno porteño. Al respecto, los rectores leyeron: “Si este nivel desaparece o es transferido, ¿de dónde provendrán dichos cargos para el funcionamiento de la institución en su conjunto? Evidentemente se presenta para ellos y nosotros un futuro incierto, con una precarización y falta de estabilidad laboral que hasta el momento no ha tenido respuesta ni en el proyecto ni en los funcionarios responsables de estas decisiones”.

Durante toda la semana, los docentes continuarán con las charlas y clases públicas.

En este mismo sentido, sobre la posible pérdida de cargos, el documento leído por los rectores sostuvo: “Lo único que se anunció es que se garantizará la estabilidad laboral conservando salario y antigüedad. Sin embargo, el subsecretario de Carrera Docente y Formación Técnica Profesional, Javier Tarulla, durante la presentación en este mismo lugar, nunca explicó qué pasará con los cargos titulares, interinos y suplentes, y cómo se respetarán los derechos adquiridos según el estatuto que rige a los docentes ante la posibilidad de un nuevo estatuto elaborado por un rector oficialista. Toda esta situación ha creado una gran incertidumbre en los docentes que ven en riesgo sus puestos de trabajo, sus proyectos pedagógicos y su futuro previsional”.

A su vez, se refutó el argumento del “plan de estudios común”, planteado por el oficialismo porteño como una necesidad de generar un sistema unificado de contenidos para la enseñanza superior no universitaria en la Ciudad. En este sentido, los rectores leyeron: “El subsecretario Diego Meiriño, tras afirmar que la formación debe ser general y areal, propone que debe ser una enseñanza por capacidades. Nuestros institutos superiores forman en capacidades y, de hecho, la formación para el ejercicio de la enseñanza en contexto no puede ser de otra forma. Sin embargo, en la enunciación del Ejecutivo, tal afirmación cae en una falsa dicotomía que constituye un nuevo error. No hay sólida formación en capacidades en el nivel secundario y superior por fuera de las lógicas disciplinarias. Pensar que pueden desarrollarse las capacidades en general es, a la luz de los especialistas internacionales, una banalización de los contenidos en el proceso de transposición”.

Otro gran punto de conflicto es la jerarquización docente. Desde el oficialismo sostienen que la UniCABA, al ser una universidad, otorgaría mayor peso al título de los egresados. Al respecto, los rectores consideraron que “la jerarquización de la docencia se da con medidas concretas que operan sobre problemas concretos, no depositando todas las expectativas en un nuevo nombre y una nueva estructura, como plantea el Gobierno”.

Finalizada la sesión, ANCCOM dialogó con Patricia Simeone y Débora Kozak, rectoras del Instituto “Joaquín V. González” y la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas N° 1, respectivamente, y además presidenta y vicepresenta del CESGE. Simeone consideró que “con los argumentos, con las estadísticas, hemos rebatido uno por uno todos los fundamentos que supuestamente avalan la creación de una universidad que enmascara el cierre de 29 instituciones”. Y agregó que “atrás de esto hay un recorte económico y de la vida democrática”.

Por su parte, Kozak consideró que la sesión fue “una instancia particular porque deberíamos haber discutido con el Ejecutivo, con el Ministerio de Educación de la Ciudad”. “Estar en este escenario, donde tenemos que discutir algo con legisladores que en realidad no han recibido la información del oficialismo de manera acabada y completa, resulta un escenario muy difícil”, puntualizó. Sobre el proyecto en sí, la rectora de la Escuela Normal N°1, explicó que fue realizado “a las espaldas de la comunidad académica” y que “es absolutamente inviable, poco claro, y no tiene fundamentación”. Al mismo tiempo afirmó que, de aprobarse, “se empobrecería el nivel educativo”. “Si tenés una sola universidad que promueve el pensamiento único, un sólo enfoque, una sola mirada, claramente hay un empobrecimiento del conocimiento, porque se afecta la diversidad”, reflexionó. La vicepresidenta del CESGE sostuvo que el objetivo es que el proyecto no llegue a tratarse. “Sobran argumentos, pero no sabemos si esto puede prosperar como un debate en estas condiciones. El debate debe darse con las instituciones y con el Ministerio de Educación, por eso exigimos el retiro del proyecto”.

Lo que se vivió el martes en la Comisión de Educación de la Legislatura Porteña fue histórico. Todos los institutos de formación docente se organizaron para resistir a un proyecto oficial que, según denuncian, posee una racionalidad más mercantil que educativa. Afuera, en las inmediaciones de la Legislatura, docentes y estudiantes realizaron clases públicas, algunos bailaron y cantaron. Otros llevaron pañuelos bordós con la consigna “educar es combatir”. La postal fue la de un colectivo que resiste con el aporte de cada uno de sus actores desde donde le toca.

Simeone explicó la comunión del reclamo: “¿Por qué los objetivos son comunes y transversales a todas las instituciones? Porque atacan a un sistema que los funcionarios del Gobierno porteño no reconocen, porque nunca han trabajado para él. Los objetivos de este proyecto no sólo destruyen a la formación docente, sino a la educación futura de nuestro país”.

Lo que viene

-Jueves 27, a las 15.30, el CESGE brindará una conferencia de prensa en la oficina 229 de la Legislatura Porteña.

-Viernes 28, se dará la segunda jornada de participación de los rectores en la Comisión de Educación de la Legislatura Porteña. Se realizará en el Salón Montevideo (sala 021).

-Toda la semana, docentes y estudiantes continuarán acompañando con charlas y clases públicas.

 

“Somos laburantes, no somos criminales”

“Somos laburantes, no somos criminales”

El año pasado la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó que el 4,8 por ciento  de la población argentina es inmigrante. De esta manera, nuestro país sería el de mayor población extranjera en toda Sudamérica, lo que parece haber resultado preocupante para el actual gobierno, que desde el año pasado ha intentado modificar la Ley de Migración y restringir los derechos de los inmigrantes. Primero dictó el decreto 70/2017, que buscaba -entre otras cosas- facilitar la expulsión de extranjeros y que en marzo pasado fue declarado inconstitucional por la Sala V de la Cámara Contencioso Administrativo Federal. Después, distintos proyectos legislativos, como el del radical Luis Petri, intentaron -por ahora en vano- arancelar los servicios de salud y educación para los inmigrantes que habitan la Argentina.

En ese contexto, el pasado 9 de abril la Campana Nacional Migrar no es Delito organizó el Segundo Migrantazo, una marcha de residentes extranjeros que se desplazó de Avenida de Mayo y 9 de Julio hasta el Congreso par exigir que cese la estigmatización y el avance de las políticas oficiales sobre los derechos de los inmigrantes.  ANCCOM entrevistó a manifestantes de distintas nacionales que llegaron al país con el sueño de un futuro mejor.

Sandra, Ruth, Iber y Abraham

Sandra Carreñopai, migrante boliviana perteneciente al Frente popular Darío Santillán.

Sandra Carreñopai tiene 29 años, nació en Bolivia y hace 9 años que reside en Argentina. Es una mujer fuerte que combina su labor de ama de casa con la militancia política en el Frente Popular Darío Santillán. La crisis económica la alejó de su país natal y la llevó a migrar hacia Buenos Aires donde tenía un pariente cercano que la esperaba. Siente nostalgia y recuerda su niñez, extraña su cultura, la vestimenta y las formas de expresión propias. “Tuve que cambiar la manera de hablar porque cuando me escuchaban enseguida venía el comentario acerca de que era inmigrante o bolita”. Actualmente, Carreñopai no piensa en regresar a Bolivia porque sus hijos son argentinos y cree que sería injusto obligarlos abandonar su tierra. “Cuando llegué al país empecé a trabajar, después tuve mis hijos, me compré mi casita y entonces me quedé. Elegí este país para vivir, para criar y educar a mis niños”, contó. Para ella, la mayor oportunidad que le dio Argentina fue el trabajo y dijo que siempre va a estar agradecida por eso. “A los compatriotas bolivianos nos gusta trabajar no importa en qué rubro”, agregó. También expresó su gratitud hacia los servidores públicos de la salud y la educación. “El derecho a la salud y educación pública fue un gran beneficio que nos brindó el país y permitió que mis hijos estudiaran y recibieran atención médica”, dijo. Sin embargo, no todos fueron aspectos positivos de su llegada. Sus hijos sufrieron discriminación en la escuela por ser de origen boliviano y según Carreñopai la situación empeoró a partir de las políticas implementadas por el actual gobierno y la campaña que hicieron los medios masivos de comunicación contra los migrantes. “Plantean que los extranjeros venimos a quitarle el trabajo a los argentinos, a ocupar sus vacantes en las escuelas y hospitales. Esto nos hace sentir muy mal a nosotros y a nuestros hijos aunque ellos hayan nacido acá”, expresó con la voz temblorosa.  Un caso similar es el de Ruth Zandi, también, originaria de Bolivia pero con una mayor antigüedad en el país. La mujer, de 53 años, trabaja en una cooperativa de limpieza pública y hace 22 años que vive en Argentina. Su marido fue el primero de su familia en migrar en busca de empleo. Una vez que él consiguió estabilidad económica, ella se mudó a Buenos Aires junto a sus hijos. Después de tantos años tampoco piensa regresar. “Mis hijos no quieren volver a Bolivia, ya se acostumbraron. Acá ya hicimos nuestra vida. Mis nietos son argentinos. Viajo a veces a visitar a mis parientes pero por poco tiempo, porque ya no me siento bien allá, no lo siento como si fuera mi país”, expresó Zandi. En algunas ocasiones, sufrió discriminación por parte del personal de los hospitales y aseguró que es peor en los casos en los que los migrantes no hablan castellano. Emilia Maruja Choque, es compañera de trabajo de Ruth Zandi, nació en Cochabamba, Bolivia. Ella migró hace 10 años completamente sola para buscar una mejor vida. Su primera opción era España pero Europa le había cerrado las puertas a los migrantes latinoamericanos, entonces optó por Argentina. Una vez en el país, consiguió trabajo y tuvo sus hijos. “Me quedé más que nada por mis hijos, ellos ya no quieren volver a Bolivia”, agregó. Su hijo mayor tiene 17 años, está terminando la secundaria y piensa continuar sus estudios. Choque dijo que nunca se sintió discriminada, sino que por el contrario siempre fueron amables con ella. Sin embargo, añora a su familia y la comida de su hogar. 

Por su parte, Iber Mamane es un joven de 30 años militante e integrante del movimiento popular Patria Grande. Es de nacionalidad boliviana pero él se considera Aimara. Desde los cinco años que vive en Argentina. Su familia migró por necesidad. “En Bolivia teníamos un gobierno neoliberal en ese entonces, la gente escapaba a los países donde había medianamente una estabilidad económica. Los destinos elegidos en América Latina eran Brasil y acá. Después algunos países de Europa”, dijo Mamane. Para la familia del joven fue una larga lucha conseguir empleo, Mamane cuenta que tuvieron que vivir y trabajar en condiciones muy precarias. “Nosotros vinimos a trabajar para tener un futuro mejor para nosotros y nuestra familia. Somos laburantes, no somos criminales como nos viene estigmatizando el actual gobierno”, agregó. Aunque vivió la mayor parte de su vida en Argentina, él extraña el sentido de pertenencia. “A veces la sociedad misma te hace sentir que no sos de acá. Esto es una problemática no solamente de este país sino de todo el mundo. En todos aquellos lugares donde gobierna la oligarquía se ha construido una mirada estigmatizada del migrante, porque es la manera que encuentran de justificar sus políticas antipopulares”, opinó. Mamane dice que ha sufrido y sufre actos discriminatorios porque es parte del último flujo migrante que llegó al país. “Desde las instituciones hay una bajada a la población de odio, de bronca y criminalización hacia al migrante. Inevitablemente, nosotros arrastramos nuestra identidad aimara, guaraní o quechua, nuestra cultura y nuestra piel que ha sido racializada y discriminada a tal punto que tuvimos que enterrar a muchos hermanos”, expresó con dolor.

Iber Mamane

El joven empezó a militar cuando un compañero suyo, Franco Zárate, fue asesinado en el barrio de Mataderos de la mano del quiosquero Gualberto Ximenez. Según Mamane, el quiosquero le disparó en el pecho a su amigo al grito de “boliviano de mierda”. Franco había ido a comprar con su primo y su papá, pero Ximenez les habría querido vender la mercadería más cara por ser bolivianos. Franco no quiso pagarle, discutió con el vendedor y por eso le disparó. El quiosquero se encuentra en libertad. “La gente racista está acostumbrada a maltratar al boliviano y que éste agache la cabeza, se quede callado y se vaya. Pero mi amigo le respondió”, agregó. Mientras que sus padres abandonaron la Argentina, todos sus hermanos se quedaron. Según Mamane hoy los migrantes están en una nueva etapa, como hijos asumen sus necesidades desde otro lado, el de la lucha por sus derechos como seres humanos y trabajadores, el del empoderamiento y como sujetos políticos.  

Abraham Halcón es compañero de militancia de Mamane, nació en La paz, Bolivia. Sus padres fueron los primeros en migrar, 20 años atrás. Según Halcón, su familia migró porque las políticas represivas y neoliberales del gobierno no les permitían subsistir allá. Primero vino su madre, después su padre y sus hermanos. Él fue el último en arribar al país en busca de una formación académica, hace 8 años. Actualmente estudia Historia en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y trabaja en una cooperativa textil de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP). El joven plantea que si bien el país le abrió las puertas se encontró con distintas formas de discriminación de tipo burocráticas cuando tuvo que tramitar el documento y también en la facultad, a la hora de anotarse en las materias. “Los extranjeros solo cuentan con una fecha y lugar para inscribirse mientras los nativos tienen tres”, explica. Por parte de los compañeros y profesores, también ha recibido comentarios racistas. “Es como en todos lados, hay gente que es más abierta a distintas expresiones culturales y otra que no, que es muy cerrada y xenófoba”, afirmó. Cree que esta postura de mínima tolerancia se agravó a partir del fallido decreto 70/2017 y el proyecto de ley que busca privatizar los servicios públicos para los extranjeros. “Nos vimos fuertemente afectados por las políticas xenófobas que buscan crear chivos expiatorios, como el DNU que no sólo quiso criminalizarnos sino que vulnera el derecho de todo ciudadano a la justicia y a un debido proceso”, agregó. Ocasionalmente visita su país, pero extraña sobre todo a los familiares que se quedaron, la comida y la danza: “Es un país muy folclórico. Pienso volver a vivir allá en unos diez años. Por lo pronto estoy con la residencia permanente en Argentina, estoy estudiando, trabajando y militando”. 

Angelina

Angelina Felices Quispe es peruana y hace 16 años eligió Argentina para vivir. Vino a Buenos Aires con la ayuda de un pariente. En Perú se encontraba desamparada, no tenía empleo y tenía que cuidar de cinco chicos. “En mi país la situación era muy mala. Vino por necesidad, para tener una vida mejor, un cambio social y poder ayudar a mi familia”, contó. Quispe es empleada en una empresa de limpieza pública, dice que gana poco pero agradece a Argentina por haberle dado trabajo, al mismo tiempo siente incertidumbre por el futuro. “Así como el país me abrió las puertas cuando llegué, ahora el actual Gobierno nos las está cerrando, nos trata mal y nos quiere quitar nuestros derechos. Nuestro sueldo es mínimo, ganamos menos que los argentinos pero con eso nos arreglamos”, expresó angustiada. Por el momento, su sueldo le alcanza para vivir y para enviar una ayuda a sus hijos. “Ellos vienen de visita, a veces, pero no se quedan a vivir porque no se acostumbran acá”, dijo. Además de sus hijos extraña los paisajes y como todo migrante la propia cultura. Si bien se encontró con muchas personas amables en el país dice que sufrió varios actos de discriminación. “Frente a la Casa Rosada, con menos de tres meses en el país, me detuvo la policía junto a mi pareja durante casi dos horas por no tener el pasaporte encima. Lo había dejado en la casa de mi familia y tampoco tenía dinero para pagar lo que me exigían para dejarnos libres. Contaba con lo justo para sobrevivir hasta que encontrara un trabajo”. Quispe recordó un episodio más reciente en el que una mujer en un colectivo dijo en voz alta que estaba lleno de “bolitas y “peruchos” que no dejaban pasar. “No me callé, le respondí que todos somos seres humanos, hermanos e iguales, todos somos de carne y hueso”, contó. Afirma que ahora ya no permite ningún atropelló, hace valer sus derechos como migrantes y también como mujer.  “Ahora puedo decir que no, basta de discriminación y de maltratos domésticos”, exclamó. 

Celia

Celia Núñez es paraguaya llegó a la Argentina hace 30 años junto a sus padres. Cuando migró a Buenos Aires tenía familiares que la esperaban. Dice que el país le dio muchas oportunidades, laborales pero también recreativas. “Gracias a la militancia feminista pude conocer muchas partes de la Argentina como así también Chile y Brasil”, dijo. Lleva la militancia en la sangre. “Vengo de familia de militantes, mi padre fue preso político en Paraguay durante la dictadura de Alfredo Stroessner. Pienso que voy a luchar hasta morir”, manifestó. Asistió a la marcha del “Migrantazo” para reclamar la anulación del DNU 70/2017 porque cree que a través de esas políticas el Gobierno quiere perjudicar a los migrantes. “Vinimos al país para trabajar, no para robar. Todo ser humano tiene derecho a vivir donde quiere vivir, porque migrar no es delito. Estoy muy feliz de vivir acá y voy a luchar por este país”, agregó. Si bien extraña su país dice que cada vez que pensó en volver se le vinieron a la mente los recuerdos de las injusticias que vivieron sus padres y se le fueron las ganas.

Esteban, Flores y Andrés

Dejar todo por la educación es lo que hizo el joven colombiano Esteban Trujillo hace 7 años. Colombiano, de 27 años, vendió todas sus pertenencias para poder mudarse a Buenos Aires. Vino sólo, no tenía familiares, amigos ni conocidos, sólo tenía el objetivo de formarse como abogado en la UBA. Si bien extraña los lazos afectivos, su familia, sus amigos y la comida, Trujillo piensa quedarse en el país y regresar a Colombia, pero de visita. Actualmente estudia, trabaja y milita en la agrupación de Estudiantes Migrantes de la Universidad de Buenos Aires (EsMiUBA). “Este país hace 100 años que tiene educación pública y gratuita, es por eso que migré acá. Empecé a militar porque considero que la formación académica debería ser un derecho para toda la humanidad. Me quedo en Argentina porque tengo un compromiso no solo con mi país sino con Latinoamérica”, expresó. Si bien está feliz de poder estudiar en la UBA dice que se sintió discriminado en ciertas ocasiones. “La Facultad de Derecho tiene cuestiones xenófobas y racistas”, agregó. Plantea que aún hoy no ha notado cambios en este sentido y que esto se debe a que el gobierno actual avala acciones que van en contra de los derechos humanos más allá de que sean o no migrantes. “El decreto 70/2017 nos saca el derecho constitucional de debido proceso y la imagen de reunificación familiar, no importa cuántos años lleves en el país, no importa que hayas cometido o no un delito si dictan una sentencia firme por acto administrativo te pueden expulsar”, explicó.

Flores Andrés Suarez Gutiérrez es compañero de carrera y militancia de Trujillo. También es de nacionalidad colombiana, tiene 21 años y hace tres que reside en el país. Vino junto a sus padres buscando una nueva vida, oportunidades laborales y de estudio. “En mi país la situación estaba complicada, ellos son médicos y allá no tenían un sueldo digno”, contó. El joven estudiante dice que extraña casi todo de su país, su familia, sus amigos, las costumbres y la comida. Sufrió varias veces discriminación, en la Facultad le pidieron el documento y lo requisaron, también en la calle. “Cuando llegaba tarde a clase no podía correr porque me paraba la policía pensando que era ratero”, contó.

Andrés Román, tiene 24 años, es de Bogotá, Colombia, también es militante de EsMiUBA. Hace 4 años vino a la Argentina para estudiar, primero arrancó la Carrera de Medicina pero luego se cambió a Biología. “Allá no tengo la posibilidad de estudiar”, dijo. Vino solo, tenía un primo acá que le enseñó cómo manejarse pero luego volvió a su país. Lo que más le impactó al mudarse fue el estar lejos de la familia, en un lugar donde todo era nuevo. Aunque siente el peso de la ausencia familiar, no cree regresar a Colombia más que de visita. “Uno va formando una vida acá como adulto universitario, construyendo un pensamiento político y es difícil pensar en volver. Yo me quedaría si se da la posibilidad”, desea. Román dice que de vez en cuando le han hecho comentarios por su forma de hablar pero que trata de dejarlo pasar, de seguir adelante. “Intento ver siempre el lado positivo a todo, porque soy privilegiado al poder estudiar acá cuando muchos otros no pueden”, comentó. En la Facultad dice que no sufrió malos tratos, pero que le contaron que algunos profesores tenían tratos xenófobos contra los chilenos. “El gobierno, al agruparnos como migrantes, intenta quitarnos el derecho a la educación, a la salud, a estar aquí y a tener una vida digna. Todos somos seres humanos. Nosotros también  aportamos a la economía, trabajamos, consumimos y hay algunos a los que las familias les envían dinero,esos son ingresos para el país”, opinó.

Daniela

Daniela López Ocaña, sabe bien que el amor no conoce fronteras. Ella es mexicana, tiene 24 años y hace dos que vive en Argentina. Tras siete años de noviazgo a distancia con un argentino finalmente decidió mudarse a Buenos Aires.  Dejó su empleo, su familia y su país por amor. Acá la adoptó la familia del novio como un miembro más. Sin embargo, no puede evitar añorar a su país de origen. “Extraño a mi familia. Al no tener a nadie de allá siento más las diferencias entre un país y el otro. Ahorita, después de dos años aquí, ya me acostumbré a casi del todo. Pero pues no hay nada como tu gente y tus costumbres. Como el simple hecho de platicar y tener que cuidarme de decir ciertas palabras, por no saber si lo van a entender o la incomodidad de que me tengan que preguntar qué es lo que significa”, contó. Además de la familia siente nostalgia por los sabores de su país. “La comida de aquí es diferente a lo que se está acostumbrado en México. Aquí comen muchas cosas con harina, como las empanadas, pizzas, tartas y toda esa variedad de pastas que comen. En cambio, allá se come más pesado, muchas cosas caldosas que aquí no veo. Aparte la harina de maíz es súper difícil de conseguir y para mí es básico en la comida diaria”, explicó. Pero aunque ella añore su tierra natal no piensa volver. “Ahora no regresaría porque siento que estoy comenzando a construir una vida aquí con mi pareja y tenemos planes a futuro. Por otro lado, comparando la vida en México y aquí en cuestiones laborales y académicas creo que tengo más oportunidades de crecer”. Actualmente estudia psicología en la UBA y trabaja como vendedora en una feria artesanal. A diferencia de muchos otros migrantes ella no sufrió discriminación de ningún tipo, dice que en comparación con Estados Unidos, destino elegido por muchos mexicanos, Argentina es un país muy tolerante. “Este país recibe con los brazos abiertos a los extranjeros que se quedan, te dan muchas facilidades en cuanto a los trámites para obtener la residencia, es un país de oportunidades. A veces creo que son demasiado buenos”, opinó Ocaña.

Fareli

“No soy extranjera ni turista, soy migrante”, dijo Fareli Silba. Ella es venezolana y vino hace un año junto a su pareja salvadoreña a la Argentina para hacer una formación en psicodrama. Tiene familia en Buenos Aires, quienes los ayudaron a sustentarse hasta que consiguieron empleo. Aunque no está hace tanto tiempo en el país ya siente nostalgia por la tierra que la vio nacer. “Extraño más que nada a mi familia, los paisajes, mi hogar con sus sabores, sus olores y costumbres que no se reproducen en ningún otro lugar”, expresó. Si bien tiene expectativas de volver a su país si tuviera las posibilidades, no lo cree una opción en lo inmediato. ”Al estar con alguien que tampoco es de mi país, entonces siempre es un acto de renuncia. O renuncio yo a mi país o él lo hace. No es justo que vivamos en el mío porque él también extraña el suyo. Argentina  es una nación neutra para nuestras nostalgias”, dijo sonriendo. Como muchos otros migrantes sufrió discriminación no sólo por su forma de hablar sino por su color. “Sufrimos discriminación de forma constante tal es así que ya lo hemos naturalizado. Yo soy negra de piel y la población mayoritaria acá es blanca. No resultan amigables las personas de mi color. Además existe una suerte de sexualización de la gente negra. El acoso callejero no sólo es incómodo sino intenso, porque no hay forma de controlarlo. Más allá de la vestimenta que uses, no hay forma de ocultar el color de tu piel”, expresó apenada. Mientras que en las instituciones  académicas dice haber encontrado un lugar de resguardo y solidaridad.  Con respecto a las políticas actuales orientadas a la privatización de los servicios de salud y educación para extranjeros, Silba plantea que resultan una suerte de restricción a los migrantes que ya corren con la desventaja de no poder contar con líneas crediticias que faciliten el acceso habitacional entre otros beneficios propios del ciudadano nativo.

Roberto y Amancai

Roberto Carlos Orihuela es argentino al igual que su papá, mientras que su mamá es boliviana. El joven estudiante de óptica siente que es argentino pero también boliviano y por lo tanto migrante. Su madre llegó a la Argentina hace 30 años. Sus hermanas mayores ya estaban en el país. Todas tramitaron la doble nacionalidad para poder trabajar en blanco acá. Al terminar el colegio secundario decidieron mudarse a Buenos Aires para estudiar. Actualmente todas trabajan de enfermeras. Orihuela dice que tanto él como sus primos sufrieron discriminación en la escuela primaria por tener familia boliviana, sin embargo no hubo un día en el que no se sintiera orgulloso de su origen. “En la calle, también se sufre. Pero más que nada afecta a los que están hace poco en el país. Muchos por miedo al rechazo ocultan su nacionalidad”, agregó. El joven plantea que esto es culpa de los medios que difunden un mensaje erróneo sobre los migrantes al repetir una y otra vez la idea de que ellos consumen todo gratis. “No es así. Yo trabajo en una óptica, pago mis impuestos y tengo una prepaga. Muchos médicos, enfermeros y trabajadores de la salud pública son bolivianos”, dijo.

Amancai Villanueva también es hija de migrantes bolivianos. Ella es argentina tiene 22 años y es estudiante de la UBA y la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Su familia está hace 30 años residiendo en el país. Los padres de la joven vinieron en los 80 en plena dictadura boliviana, buscando trabajo y posibilidades de estudio. Todos sus hermanos tienen doble nacionalidad. “Nos consideramos argentinos y bolivianos”, agregó Villanueva. Tanto ella como sus hermanos sufrieron toda su infancia la discriminación por sus raíces. “La discriminación se transmitió a los hijos de inmigrantes, eso era inevitable. Ahora empeoró en todos los ámbitos, es como volver a vivir los años 90, porque fue una etapa en las que la discriminación aumentó al igual que ahora. Esto se debe a que la gente racista está empoderada y se siente con derecho a señalar como chivo expiatorio de toda la crisis al migrante latino, no al europeo”, opinó.

Tarifas y alquileres que hacen ruido

Tarifas y alquileres que hacen ruido

Al ritmo de «Mauricio Macri la puta que te pario» y al choque de las ya clásicas cacerolas, alrededor de las 20, en las esquinas de los principales barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Conurbano y también en provincias del interior se llevó a cabo el «ruidazo» contra el «tarifazo» y el ajuste. Los bocinazos, cánticos y carteles con expresiones como «Me sobra mes al final del sueldo» y «Macri para la mano» aparecieron en La Boca, Barracas, Boedo, Villa Crespo, Almagro, Moreno, Hurlingham, Loma de Zamora, Lanús, Varela, Parque Patricios, Ituzaingó, González Catán, Avellaneda, Caballito, Tigre, en la esquina de la Quinta Presidencial de Olivos, en el Obelisco, Santa Fe, San Juan y Misiones, entre otros puntos. A esta medida de protesta se sumaron los inquilinos quienes además de ser golpeados por el aumento de las tarifas de los servicios son asfixiados por la suba de los precios del alquiler. Los manifestantes exigieron frenar con el abuso por parte de las inmobiliarias y poder alquilar bajo mejores y más justas condiciones. La situación es acuciante, según un informe de la Federación  de Inquilinos Nacional (FIN) el 17 por ciento de los hogares de la Argentina accede a la vivienda a través del alquiler.

María Olmedo, asesora e integrante de la Asociación Civil Inquilinos Agrupados planteó que el principal reclamo de los inquilinos es que el precio de los alquileres son desmedidos, debido a que suben por encima no sólo de los salarios sino, también, de la inflación. «En la renovación, los alquileres están subiendo alrededor de un 30 y un 60 por ciento, anualmente en los contratos ya figuran aumentos semestrales de entre un 12 y un 15 por ciento», dijo la asesora. Según un informe del portal inmobiliario ZonaProp, desde principio de año hasta abril los alquileres aumentaron un 7,7 por ciento en comparación con el 6,7 por ciento de inflación que midió el INDEC. «Actualmente están librados a la voluntad del mercado inmobiliario que los fija. Si se aprueba el proyecto de Ley de Alquileres los precios se actualizarían en función de un promedio entre inflación y salario», agregó Olmedo. 

Según una encuesta realizada a nivel nacional por el FIN, el 87 por ciento de los inquilinos cree que nunca podrá acceder a una vivienda propia. Esto se debe a que no poseen capacidad de ahorro ya que destinan un 41 por ciento de sus salarios en los pagos mensuales del alquiler sin contar expensas, tarifas de los servicios e impuestos inmobiliarios. 

Uno de los inquilinos que sufre los aumentos es Federico López, tiene 25 años, trabaja como empleado en una fábrica y comparte el alquiler hace un año con su pareja. «Lo más difícil fue acomodarnos económicamente. La tercer parte del sueldo se va en alquiler y un 40 por ciento en servicios», dijo. López tuvo que recortar gastos como las salidas de los fines de semana. Está descontento con ciertas condiciones edilicias del departamento, cuyo mantenimiento debería correr por cuenta de los propietarios. «Hay goteras, problemas con el baño y la puerta del mismo», agregó. Karen Sosa, también se encuentra asfixiada por la cuentas, ella es empleada doméstica y alquila junto a su pareja hace 8 años. El cincuenta por ciento del ingreso total familiar lo utilizan  en el alquiler y otros diez en servicios. Ambos cuentan con un sueldo mínimo y debido al «tarifazo» tuvieron que renunciar a muchas cosas, entre ellas, las salidas, tuvieron que acostumbrarse a comer siempre en la casa, comprar cada vez menos ropa y artículos que no son de primera necesidad. «No podés ahorrar, pensás dos veces antes de comprar algo. Limitamos los ingresos a las prioridades y si queda un resto, sí salimos o compramos comida afuera. En cuanto a lo cultural te limita mucho, si antes podías ir al cine o al teatro, ahora olvidate», dijo decepcionada.

Olmedo planteó que las garantías, en tanto título de propiedad inmueble representan un gran problema para los inquilinos que no la poseen, y un gran negocio para quienes sí las tienen. Hay empresas que se dedican a vender garantías para poder acceder al alquiler de una viviendo como FINAER y Monclair, entre otras. El valor de estas garantías suele ser alto y a diferencia del depósito es un dinero que el inquilino no recupera nunca más. Según la asesora, esta traba al momento de alquilar se podría solucionar pidiendo otro tipo garantía como el recibo de sueldo o un monto más elevado de depósito.

Muchos de los inquilinos que no cuentan con garantía son extranjeros. «Las inmobiliarias les hacen contratos temporales, que en realidad son alquileres de vivienda encubiertos, por seis meses o máximo un año», contó Olmedo. Por ley, los alquileres temporales son aquellos que se realizan por hasta tres meses, con fines turísticos, mientras que los inmuebles para ser habitados se alquilan por un mínimo de dos años: «Pagan comisiones, depósitos más grandes, a veces les cobran hasta casi el doble de alquiler, porque consideran que te les están haciendo un favor», agregó. Ese es el caso de la colombiana Marilyn Herrera. Ella alquila hace tres años una habitación individual en Capital Federal, que comparte con más extranjeros. Cuando comenzó a alquilar en Buenos Aires no le hicieron ningún contrato, le pidieron un depósito para entrar a modo de garantía, además del alquiler. «No firmé nada, no me hicieron contrato, sólo de palabra. A los extranjeros por no tener garantía les cobran una locura de dinero para poder ingresar. Se sabe que el dinero lo arregla todo», deslizó. Como tantos otros inquilinos su vivienda no está en las condiciones más óptimas, reclama a los propietarios el arreglo de puertas, vidrios y la mesada de la cocina, entre otras cosas.

Candelaria Gómez, no es extranjera, pero también tuvo problemas para alquilar por no contar con una garantía. Tiene 30 años, alquila de forma intermitente hace 10 años y hace cuatro que comparte los gastos con su pareja. Se aventuró a vivir sola a los 20 años, pero tuvo que volver a la casa de sus padres después de un par de años. «Recién me insertaba en el mercado laboral, estaba estudiando y no me alcanzaba lo que ganaba para vivir», agregó. Cuando  empezó a alquilar el único bien de sus padres figuraba como bien familiar, como medida de protección contra un posible embargo. Por lo tanto, Gómez no podía usarlo como garantía. «Se me hizo cuesta arriba independizarme, hasta que conseguí una inmobiliaria que aceptó, en lugar de la garantía, que depositara más plata que lo que corresponde por ley», contó. En la primera renovación le quisieron cobrar prácticamente lo mismo que cuando entró la primera vez. «Lo único que hicieron fue cambiar un par de fechas y datos en el Word del contrato y por eso me querían sacar un montón de plata. Además, la inmobiliaria quería averiguar mi garantía y que yo pagara por ese informe», dijo indignada. A mí me renovaron hace poco el contrato y vino con un aumento del 40 por ciento, sumado al “tarifazo” de los servicios, estamos mucho más ajustados que hace un par de años. Sin embargo, su principal reclamo es contra el silencio que mantienen los propietarios e inmobiliarias cuando llega la época de renovación. «Es muy angustiante porque no me dicen si me van a renovar o no. Con respecto al precio, si uno los conoce y siempre te aumentan un 30 por ciento, uno lo puede prever más o menos. Pero que dos meses antes preguntes qué va a pasar y te digan que tienen que ver porque tal vez la dueña lo quiere vender o se lo quiere dar a la hija, es complicado. No te dan los tiempos para buscar otra cosa», planteó Gómez, frustrada. 

El Proyecto de Ley busca extender el contrato de dos a tres años. «No hay inquilinos a los que le alquilen por más de dos años, sobre todo porque no hay previsión sobre cómo va a funcionar la economía en dos años ni siquiera en uno. Al regularizar los precios de acuerdo a cómo va la economía podés hacer plazos más largos de contrato», reclamó Olmedo. Según la asesora esto les daría mayor estabilidad a las personas o familias que alquilan, porque cada dos años deben estar pendientes de la posibilidad de que no les renueven el contrato, viviendo con angustia, sin poder proyectar un futuro. «Lo peor que le puede pasar a una persona es que se tenga que ir de su hogar», agregó Olmedo. Actualmente, no existe negociación de ningún tipo entre las partes, porque el propietario no está obligado. «Si se copa un mes antes te dice bueno vamos viendo, pero sino como suele pasar 15 días antes del fin del contrato te dice cuánto te va a aumentar y al inquilino no le queda otra que aceptar, porque no tiene tiempo de buscar otra casa», contó Olmedo. Según la asesora el Proyecto de Ley propone que 60 días antes de la finalización del contrato el inquilino y el propietario tienen que sentarse a hablar del futuro del inmueble. 

Guido Collavini, es empleado en una gráfica, alquila un departamento en Caseros con su pareja hace 2 años y 9 meses. Como a muchos la mayor dificultad que se le presentó a la hora de dejar la casa de sus padres fue el pago del ingreso. «Actualmente no tengo un salario fijo, pero cuando lo tenía alrededor del 35 por ciento del sueldo se iba en alquiler y servicios. Para llegar bien a fin de mes debo privarme de gastos más que nada para ocio». 

Actualmente el código civil exige un mes de depósito por cada año de contrato y es el inquilino el que debe actualizar el depósito conforme a la inflación. Según la asesora, el propietario hace circular ese dinero, es decir que lo revaloriza, por ejemplo a través de un plazo fijo. «Nosotros pedimos a través del Proyecto un mes de depósito por los tres años de alquiler y exigimos que el propietario lo devuelva actualizado,  en caso de no haber sido utilizado por deudas o arreglo de roturas causadas por el inquilino. Los inquilinos se verían beneficiados en tanto que deberían poner menos plata a la hora de ingresar», planteó la integrante de la Asociación de Inquilinos.  

Según Olmedo, las cargas y contribuciones sobre la vivienda como el ABL y el impuesto inmobiliario son algo que debería pagar el propietario, pero por una «mala» interpretación del Código Civil lo termina costeando el inquilino. El Código Civil y Comercial dice en el artículo 1209 que «El locatario tiene a su cargo el pago de las cargas y contribuciones que se originen en el destino que dé a la cosa locada. No tiene a su cargo el pago de las que graven la cosa, excepto pacto en contrario». El Proyecto de Ley de Alquileres contempla esta cuestión y propone que estos costos queden a cargo de los dueños. Como así también las expensas extraordinarias destinadas a mejoras del inmueble, con el propósito de su revalorización.

Giselle Paola Verzino tiene 23 años y es Licenciado en Psicología de la UBA, alquila sola un departamento hace seis meses en el barrio de Flores. Alrededor del 30 por ciento de su sueldo lo destina a pagar el alquiler y otros 15 en servicios e impuestos. «Tengo que analizar lo que voy a comprar para comer y luego ver si puedo darme lujos como hacer un curso académico arancelado», dijo Verzino. Ella reclama que la inmobiliaria la hace pagar por contrato cosas que le corresponden al dueño como el ABL y las comisiones de la propia inmobiliaria.

Otro de los reclamos más frecuentes según Olmedo es sobre el mantenimiento, porque las inmobiliarias o los propietarios no dan respuesta a arreglos fundamentales que necesitan las viviendas para ser funcionales. «Es un negocio en el que los dueños no quieren poner un sólo peso, quieren que el inquilino pinte, arreglé absolutamente todo, se rompe el calefón lo tenés que pagar vos». Este es el caso de Luciano Álvarez, quien se tiene que hacer cargo de los arreglos y el mal funcionamiento de las cañerías o instalaciones eléctricas. Álvarez es docente, hace un año que vive solo y alquila. «Lo más difícil fue no tener un sólo mueble. Al no compartir los gastos con alguien más, una gran parte de mi sueldo era para pagar el alquiler y los servicios», dijo. Según el docente debe cuidarse en ciertos gastos como comprar ropa nueva, salidas, viajar en remis y destinar ese dinero, en cambio, para las reparaciones generales del departamento. Olmedo, es inquilina, alquila por dueño directo hace ocho años junto a dos amigas, contó que ella también tiene problema con los arreglos de la casa y que el dueño ya no le atiende el teléfono. «Cuando empecé a alquilar tenía una buena relación con el propietario, pero después comencé a militar en la asociación, a conocer mis derechos y a hacerlos valer. Entonces la relación empeoró», confesó. Gómez, también, ha tenido complicaciones con los arreglos de la vivienda. «Es una pelea constante, si tenés que pintar el baño te dicen te compro la pintura, pero pintá vos. Cuando ya pago todos los servicios, impuestos y el alquiler. Es como si fuera a un restaurante y además de pagar por la comida tuviera que mantenerle limpio el local», dijo enojada.

Olmedo como representante de Inquilinos Agrupados pidió que el Proyecto de Ley de Alquileres se trate en Diputados, ya que cuenta con media sanción en el senado, pero desde 2016 se encuentra cajoneado. «Si este año no se trata va a caer y perder estado parlamentario. Ellos dicen que no lo sancionan porque quieren hacerle mejoras al proyecto. Yo creo que lo que buscan es dilatarlo, no quieren que haya regulación en el mercado de precios de los alquileres porque hay muchos intereses económicos en juego», denunció la asesora.  Se refiere a la comisión de los legisladores del PRO, Daniel Lipovetzky y Waldo Wolff -dueño de una empresa constructor – que realizó una serie de modificaciones al Proyecto, perjudicando los intereses de los inquilinos, beneficiando al mercado inmobiliario y provocando la caída del dictamen de la Ley de Alquileres, según Olmedo.

El Carnaval que es Patrimonio de la Humanidad

El Carnaval que es Patrimonio de la Humanidad

El carnaval es largamente esperado en Oruro. La Capital Folclórica de Bolivia se moviliza por completo para recibirlo. Desde Noviembre comienzan las celebraciones y convites, los 52 conjuntos que participarán, compuestos por 2800 bailarines y 10000 músicos, preparan sus disfraces, danzas y marchas tradicionales. Las celebraciones van en aumento, el jueves de compadre, luego, el jueves de comadre, son las grandes celebraciones anteriores al carnaval. El viernes, desde el mediodía, la tradicional «ch’alla» en las instituciones, negocios u oficinas culmina en un espíritu de fiesta que se siente hasta largas horas de la madrugada.

Un hombre con traje colorido lleva puesto un gran sombrero rojo que dice Oruro.

Es sábado a las 8 de la mañana, la majestuosa Entrada, el Carnaval de Oruro ha comenzado oficialmente. La primera fraternidad en hacer su paso por el circuito de más de 4km de longitud, es la Gran Tradicional Autentica Diablada Oruro, con sus máscaras brillantes y danzas de los antiguos pueblos preincacios de la región de Urus. Recorriendo el centro de la ciudad, con puntos principales como la Av. 6 de Agosto, la Plaza 10 de Febrero y la Av. Cívica, terminara el recorrido en el Santuario de la Virgen del Socavón, la virgen de los mineros, la gran homenajeada en toda esta inmensa fiesta en donde el ingenio popular y la interculturalidad se refleja en disfraces, tejidos, colores y bandas que llegan desde todas las regiones del Estado Plurinacional de Bolivia.

Entrando la tarde, empiezan a colmarse las tribunas y gradas emplazadas por toda la ciudad, también las sillas ubicadas al costado de la calle, lugares que uno podía comprar para los dos días del desfile. El público comienza a animarse, a beber, a bailar al ritmo de la morenada, la diablada, los caporales, el baile de los Doctorcitos o los Negritos, o las danzas guerreras de Tinkus y Tobas. Son más de 18 las especialidades de danzas que participan del carnaval. Los niños revolotean llenando de espuma a cualquier víctima que pase por su camino. La Banda Intercontinental Poopo, la Real Imperial, la Unión Pagador, entre otras, entonan sus instrumentos de viento metal, los tambores y redoblantes. Cuando la noche va cayendo, la ciudad estalla en bailes, colores y alegría, mientras que el público se entremezcla con los conjuntos en un intercambio mutuo de bebidas, hojas de coca y sacrificio de procesión. La última banda en pasar del Sábado de Peregrinación es a las 5 de la madrugada. La fiesta continuó en las calles hasta el amanecer.

Tres integrantes del Carnaval de Oruro portan grandes disfraces muy coloridos.

Los colores intensos se plasman en los disfraces del Carnaval.

Patrimonio de la Humanidad

El 18 de mayo de 2001, el Carnaval de Oruro es declarado por la Unesco como Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad. Su sincretismo religioso combina las creencias, símbolos y mitos de culturas preincaicas de los pueblos Urus, de civilizaciones precolombinas y también del catolicismo español con sus prohibiciones y restricciones. Agradeciendo por las cosechas, la abundancia y la fertilidad a la Pachamama como, también, pidiendo protección a la Virgen del Socavón, el Carnaval de Oruro es la expresión de la cultura boliviana. Un festejo que comenzó como adoración de los mineros al Diablo y que luego fue incorporando diferentes culturas y tradiciones de distintas regiones del país. Fiesta pagana y católica donde los dioses protectores del mundo andino, representados en animales como el sapo, la víbora o el cóndor, conviven con los iconos cristianos.

El Domingo de Corso empieza a las 9 de la mañana. Los conjuntos vuelven a pasar, la euforia continúa y el público salta de las calles para desfilar tras las comparsas. Aunque la fiesta termina más temprano. El Lunes de Diablo las calles siguen retumbando de tambores y trompetas, a pesar de que el desfile oficial ya finalizó. El lugar principal es el Santuario del Socavón donde se llevan a cabo misas en las que participan los conjuntos folclóricos y se despide al carnaval. Miles de devotos se arrodillan agradeciendo a la Virgen. En la Av. Cívica, se realiza una representación teatral de los 7 pecados capitales entre multitudes de familias que continúan con aire festivo.

Una banda de músicos, todos vestidos de rojo, tocan sus instrumentos de viento en las calles de Oruro.

Durante el Carnaval de Oruro, diferentes bandas le ponen música a las calles con sus instrumentos.

Carnaval negro

El Martes de cha’lla: las casas adornadas con globos y guirnaldas, la gran celebración congrega a las familias orureñas para comer y beber. Pero hacia la noche una explosión en plena calle de la zona céntrica, en donde fueron utilizados más de 3 kilos de dinamita, tiene como resultado la muerte de 4 personas y más de 10 heridos. La ciudad entró en pánico ante lo que inmediatamente fue caratulado por los medios como un atentado terrorista. Las calles fueron militarizadas y se declaró el toque de queda. Los días posteriores reinó el hermetismo entorno a las causas y los culpables. Se detuvieron a 3 personas pero pronto se supo que no estaban implicadas en la explosión. Acusaciones políticas desde el oficialismo como intento de golpe de la ultraderecha y la gobernabilidad de Evo Morales puesta en duda desde la oposición.

La otra veta de la investigación, lleva al otro hecho trágico que sacudió a la ciudad de Oruro en pleno festejo durante el Sábado de Peregrinación, a menos de 100 metros del atentado con dinamita: otra explosión, esta vez en un puesto de comida en la calle, en donde murieron 8 personas y más de 50 resultaron heridas. Este hecho sucedió a muy pocos metros de la Av. 6 de agosto, mientras los conjuntos hacían su pasada. El público que se encontraba en las tribunas cercanas se conmocionó al sentir la explosión y ver la columna de humo, pero el festejo y los conjuntos continuaron con normalidad. Todo dio a suponer un accidente debido a la perdida en una garrafa utilizada para cocinar y las culpas recayeron en la falta de controles sobre este tipo de establecimientos. Pero en estos últimos días, las pericias dieron a conocer la existencia de rastros de nitrógeno y otras sustancias químicas en la ropa de las víctimas que indicaría la utilización de explosivos manejados por especialistas. De esta manera las explosiones de Oruro tendrían una vinculación. La hipótesis que maneja la policía es una disputa entre la propia familia encargada del puesto de comida. Ambos hechos oscurecieron el carnaval de Oruro, con un saldo total de 12 muertos y 60 heridos. Pero en todo Bolivia, el fin de semana del carnaval se llevó la vida de 52 personas y 130 heridos. De los decesos, 18 se debieron a accidentes de tránsito, otros por alcoholismo, ahogamiento, hipotermia y 4 femicidios. Una increíble y hermosa celebración popular con un contracara trágica y oscura.

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